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Soy la hija del rey de la ciudad de Silca, en Libia. Os voy a contar mi historia.
En mi ciudad había un gran lago habitado por un furioso dragón. El pueblo estaba
asustado y para calmar la furia del dragón, optamos por lanzarle dos ovejas al día como
alimento. Un día se acabaron las ovejas y comenzaron a sacrificar a los habitantes del
pueblo, elegidos por sorteo. Por eso, me llegó el turno. Cuando me iba acercando a la
boca del dragón apareció San Jorge, un caballero convertido al cristianismo. San Jorge
empuñó su lanza dirigiéndose hacia la gran bestia, cuando la tuvo lo suficientemente
cerca, hundió el arma en su boca, hiriendo al dragón, el cual, se desangró y esto provocó
su muerte. Debido a este logro, el pueblo se convirtió al cristianismo, pues San Jorge era
cristiano.
A mi parecer la crítica de esta historia, en la que soy salvada por un hombre macho,
es que las mujeres somos consideradas como personas inferiores, débiles, educadas,
delicadas e indefensas, por lo que no podemos salvarnos a nosotras mismas y deben
de hacerlo los hombres que son considerados persona superiores, fuertes, valientes y
caballerosos. Espero que a lo largo de los siglos esta visión vaya cambiando y que todas
las personas que lean esto en un futuro tengan los mismos derechos y vivan libres y sin
limitaciones, y no como vivimos actualmente, en el siglo V d.C.”
Blanca VALERA RAMAS y Teresa GALEA GONZÁLEZ
(Economía, 4º ESO)
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