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Péndulo Político 63

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Domingo 29 de octubre de 2023

8 Péndulo Político CORREO DEL SUR - EL POTOSÍ

OPINIÓN

Ese día es crucial

en la vida política del

MAS, porque su líder

supremo, semidiós e

invencible, huyó con

lágrimas en los ojos,

acompañado de su

consorte también

compungido”.

ENTRE

COMILLAS

Franklin Pareja, politólogo

“Líder con fortuna,

porque se le alinearon

los astros y en sus dos

primeros periodos había

mucha plata, y claro, eso

le hizo ver adicionalmente

a su arrollador carisma

del momento, como un

gobernante capaz.

“El drama masista se

acentúa porque nadie logró

sustituir el otrora liderazgo de

Morales. El actual Presidente

(Luis Arce), está muy lejos de

ser un líder, no tiene luchas

sociales.”

El MAS no tiene líder

El 12 de noviembre de 2019 el

MAS perdió a su líder. Evo Morales

después de renunciar a la

presidencia por el escandaloso

proceso electoral, se marchó

del país en una aeronave del gobierno

mexicano, enviada a Bolivia por orden

del presidente Andrés Manuel López

Obrador. No es propósito de este artículo

analizar si fue fraude o golpe.

La arista en cuestión recala en el

hecho de que, de un día para otro, ese

hombre supuestamente corajudo, valiente,

capaz de hacer frente a todo y a

todos, que además muy entusiastamente

acuñó y obligó a las fuerzas armadas

de su país a repetir la frase “patria o

muerte”, simplemente huyó, dejando a

toda su base social desconcertada. Ese

día es crucial en la vida política del MAS,

porque su líder supremo, semidiós e invencible,

huyó con lágrimas en los ojos,

acompañado de su consorte también

compungido.

Claramente las cosas no le salieron

bien al autócrata, porque la orden en ese

momento (a decir

de legisladores

masistas de esa

época), fue

que renunciaran

todos, no

sólo

los

presidentes y vicepresidentes de las dos

cámaras, sino todos. Y claro, la negativa

de la otrora bancada masista fue rotunda,

de tal manera que ejercieron sus

funciones de manera constitucional con

el nuevo gobierno. El “shock” duró un

tiempo, en principio parecía que el líder

indiscutible debía ser comprendido (no

entendido), había que ser tolerantes con

él, al fin y al cabo, fue víctima. Así vendió

Morales su situación, sin hacer mención

jamás hasta el día de hoy, que su tercer

mandato ya fue inconstitucional y su

cuarto intento fallido, con el desconocimiento

un referéndum incluido (21F), la

gota que rebalsó el vaso y movilizó como

nunca antes a una inmensa cantidad de

bolivianos en los nueve departamentos,

que no estaban dispuestos a seguir tolerando

sus tropelías.

Pero Morales huyó y dejó al MAS sin

cabeza. Es innegable que todavía en el

imaginario popular de una parte de los

bolivianos, el hombre sea visto como una

personalidad que deviene de un linaje de

auténticos luchadores sociales (situación

sobrevalorada); no obstante, independientemente

de afectos o desafectos,

no se puede negar que no fue un simple

jefe, sino un genuino líder, un hombre

cuya firmeza era a prueba de todo, capaz

de seducir a propios y extraños, un hombre

que se fue ganando la admiración y

la aceptación no sólo del bloque popular,

sino también de las clases medias y altas,

es decir, un verdadero

fenómeno

policlasista.

Hoy por hoy, las cosas han cambiado

notablemente, de ser visto como un auténtico

líder, ha caído a la categoría de

simple mortal, antes, donde iba, lo arropaban

con cariño, respetaban, admiraban

y sobre todo lo querían, además, por

si fuera poco, era como un “Rock Star”,

las multitudes se arremolinaban en torno

a él y extendían las manos con el simple

deseo de tocarle. Cuando hablaba,

cosa que le encantaba hacer, decía cosas

interesantes, pero también una interminable

cantidad de sandeces que, dado el

romance que vivía con el pueblo en esos

tiempos, le aceptaban en plan de broma,

o sea, sus afirmaciones muchas veces

absurdas y carentes de sentido (para utilizar

un lenguaje diplomático), eran motivo

de risa, no de descalificaciones.

Así fue Morales, un hombre al que le

aceptaban todo, al que no le contradecían

nunca (que se sepa), capaz de afirmar

cualquier cosa y arrancar cándidas

sonrisas o grotescas carcajadas, pero era

un líder, además un líder con fortuna,

porque se le alinearon los astros y en sus

dos primeros periodos había mucha plata,

y claro, eso le hizo ver adicionalmente

a su arrollador carisma del momento,

como un gobernante capaz. Tuvo todo

en su favor.

¿Que queda de ese líder?, casi nada,

sus reuniones son cada vez más turbulentas,

las sillas vuelan sin control, nadie

le celebra sus malos chistes y tampoco

sus exabruptos causan gracia, le cuesta

subir a un avión sin ser rechiflado, los

medios no lo buscan, se atrincheró en los

micrófonos de la radio Kawsachun Coca.

Indudablemente muchos dejaron de admirarle,

respetarle y quererle, de hecho,

salta a la vista que en su propio partido

no faltan quienes lo detestan, sí, como

lo oye, y no disimulan su contrariedad al

ver que el hombre porfía en creer que

es el alfa y el omega (el principio y el

fin), que, sin él, todo está

perdido, que cualquier

masista que ose aspirar a ser jefe o candidato,

es un traidor.

En tal contexto, el drama masista se

acentúa porque nadie logró sustituir el

otrora liderazgo de Morales. El actual

Presidente (Luis Arce), está muy lejos de

ser un líder, no tiene luchas sociales, laborales,

sindicales y otros palmarés en sus

espaldas, es un tecnócrata sin ningún carisma

que básicamente le debe mucho a

su aún jefe de partido, pero ese liderazgo

poderoso de Morales, cargado de mucha

simbología y adobado por una iconografía

construida en plan casi impostado, pese a

todo funcionó. Evo dejó la silla vacía, dejó

de ser líder, es un simple jefe que tiene

cada vez más problemas y menos apoyos.

No da señales de querer dialogar y construir

vasos comunicantes, es él o nadie, de

tal manera que tiene un gran enemigo, él

mismo. Cada que habla, se inmola, su irreverente

y desafiante actitud develan su

esencia, no puede disimular ni ocultar su

profunda rabia contenida, dice una cosa y

luego se desdice, o sea, perdió la coherencia.

Su ocasional rival (Luis Arce Catacora),

no dice mucho, casi nada, probablemente

eso lo irrite más al otrora poderoso líder,

porque el silencio es como un ninguneo,

y claro, para quien se creía casi un dios,

el peor desprecio que puede haber es ser

ignorado.

En fin, el MAS no tiene líder, por eso

tiene grandes problemas, porque aparte

de sus disputas por los suculentos intereses,

nadie tiene autoridad, respeto y el

suficiente liderazgo que logre componer

la situación. Evo dejó de ser ese portentoso

mandamás, querido y respetado y

Luis Arce no logra ser el sustituto que dé

la talla. El campo político del MAS está

pulverizado, por tanto, el que controle

el campo no político (TSE, TCP), tiene

ventaja, pero eso no le convierte en un

líder. De todas formas, en vísperas de su

congreso, están obligados a coordinar y

consensuar, difícil tarea cuando no hay

líder. [P]

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