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Domingo 29 de octubre de 2023
8 Péndulo Político CORREO DEL SUR - EL POTOSÍ
OPINIÓN
Ese día es crucial
en la vida política del
MAS, porque su líder
supremo, semidiós e
invencible, huyó con
lágrimas en los ojos,
acompañado de su
consorte también
compungido”.
ENTRE
COMILLAS
Franklin Pareja, politólogo
“Líder con fortuna,
porque se le alinearon
los astros y en sus dos
primeros periodos había
mucha plata, y claro, eso
le hizo ver adicionalmente
a su arrollador carisma
del momento, como un
gobernante capaz.
“El drama masista se
acentúa porque nadie logró
sustituir el otrora liderazgo de
Morales. El actual Presidente
(Luis Arce), está muy lejos de
ser un líder, no tiene luchas
sociales.”
El MAS no tiene líder
El 12 de noviembre de 2019 el
MAS perdió a su líder. Evo Morales
después de renunciar a la
presidencia por el escandaloso
proceso electoral, se marchó
del país en una aeronave del gobierno
mexicano, enviada a Bolivia por orden
del presidente Andrés Manuel López
Obrador. No es propósito de este artículo
analizar si fue fraude o golpe.
La arista en cuestión recala en el
hecho de que, de un día para otro, ese
hombre supuestamente corajudo, valiente,
capaz de hacer frente a todo y a
todos, que además muy entusiastamente
acuñó y obligó a las fuerzas armadas
de su país a repetir la frase “patria o
muerte”, simplemente huyó, dejando a
toda su base social desconcertada. Ese
día es crucial en la vida política del MAS,
porque su líder supremo, semidiós e invencible,
huyó con lágrimas en los ojos,
acompañado de su consorte también
compungido.
Claramente las cosas no le salieron
bien al autócrata, porque la orden en ese
momento (a decir
de legisladores
masistas de esa
época), fue
que renunciaran
todos, no
sólo
los
presidentes y vicepresidentes de las dos
cámaras, sino todos. Y claro, la negativa
de la otrora bancada masista fue rotunda,
de tal manera que ejercieron sus
funciones de manera constitucional con
el nuevo gobierno. El “shock” duró un
tiempo, en principio parecía que el líder
indiscutible debía ser comprendido (no
entendido), había que ser tolerantes con
él, al fin y al cabo, fue víctima. Así vendió
Morales su situación, sin hacer mención
jamás hasta el día de hoy, que su tercer
mandato ya fue inconstitucional y su
cuarto intento fallido, con el desconocimiento
un referéndum incluido (21F), la
gota que rebalsó el vaso y movilizó como
nunca antes a una inmensa cantidad de
bolivianos en los nueve departamentos,
que no estaban dispuestos a seguir tolerando
sus tropelías.
Pero Morales huyó y dejó al MAS sin
cabeza. Es innegable que todavía en el
imaginario popular de una parte de los
bolivianos, el hombre sea visto como una
personalidad que deviene de un linaje de
auténticos luchadores sociales (situación
sobrevalorada); no obstante, independientemente
de afectos o desafectos,
no se puede negar que no fue un simple
jefe, sino un genuino líder, un hombre
cuya firmeza era a prueba de todo, capaz
de seducir a propios y extraños, un hombre
que se fue ganando la admiración y
la aceptación no sólo del bloque popular,
sino también de las clases medias y altas,
es decir, un verdadero
fenómeno
policlasista.
Hoy por hoy, las cosas han cambiado
notablemente, de ser visto como un auténtico
líder, ha caído a la categoría de
simple mortal, antes, donde iba, lo arropaban
con cariño, respetaban, admiraban
y sobre todo lo querían, además, por
si fuera poco, era como un “Rock Star”,
las multitudes se arremolinaban en torno
a él y extendían las manos con el simple
deseo de tocarle. Cuando hablaba,
cosa que le encantaba hacer, decía cosas
interesantes, pero también una interminable
cantidad de sandeces que, dado el
romance que vivía con el pueblo en esos
tiempos, le aceptaban en plan de broma,
o sea, sus afirmaciones muchas veces
absurdas y carentes de sentido (para utilizar
un lenguaje diplomático), eran motivo
de risa, no de descalificaciones.
Así fue Morales, un hombre al que le
aceptaban todo, al que no le contradecían
nunca (que se sepa), capaz de afirmar
cualquier cosa y arrancar cándidas
sonrisas o grotescas carcajadas, pero era
un líder, además un líder con fortuna,
porque se le alinearon los astros y en sus
dos primeros periodos había mucha plata,
y claro, eso le hizo ver adicionalmente
a su arrollador carisma del momento,
como un gobernante capaz. Tuvo todo
en su favor.
¿Que queda de ese líder?, casi nada,
sus reuniones son cada vez más turbulentas,
las sillas vuelan sin control, nadie
le celebra sus malos chistes y tampoco
sus exabruptos causan gracia, le cuesta
subir a un avión sin ser rechiflado, los
medios no lo buscan, se atrincheró en los
micrófonos de la radio Kawsachun Coca.
Indudablemente muchos dejaron de admirarle,
respetarle y quererle, de hecho,
salta a la vista que en su propio partido
no faltan quienes lo detestan, sí, como
lo oye, y no disimulan su contrariedad al
ver que el hombre porfía en creer que
es el alfa y el omega (el principio y el
fin), que, sin él, todo está
perdido, que cualquier
masista que ose aspirar a ser jefe o candidato,
es un traidor.
En tal contexto, el drama masista se
acentúa porque nadie logró sustituir el
otrora liderazgo de Morales. El actual
Presidente (Luis Arce), está muy lejos de
ser un líder, no tiene luchas sociales, laborales,
sindicales y otros palmarés en sus
espaldas, es un tecnócrata sin ningún carisma
que básicamente le debe mucho a
su aún jefe de partido, pero ese liderazgo
poderoso de Morales, cargado de mucha
simbología y adobado por una iconografía
construida en plan casi impostado, pese a
todo funcionó. Evo dejó la silla vacía, dejó
de ser líder, es un simple jefe que tiene
cada vez más problemas y menos apoyos.
No da señales de querer dialogar y construir
vasos comunicantes, es él o nadie, de
tal manera que tiene un gran enemigo, él
mismo. Cada que habla, se inmola, su irreverente
y desafiante actitud develan su
esencia, no puede disimular ni ocultar su
profunda rabia contenida, dice una cosa y
luego se desdice, o sea, perdió la coherencia.
Su ocasional rival (Luis Arce Catacora),
no dice mucho, casi nada, probablemente
eso lo irrite más al otrora poderoso líder,
porque el silencio es como un ninguneo,
y claro, para quien se creía casi un dios,
el peor desprecio que puede haber es ser
ignorado.
En fin, el MAS no tiene líder, por eso
tiene grandes problemas, porque aparte
de sus disputas por los suculentos intereses,
nadie tiene autoridad, respeto y el
suficiente liderazgo que logre componer
la situación. Evo dejó de ser ese portentoso
mandamás, querido y respetado y
Luis Arce no logra ser el sustituto que dé
la talla. El campo político del MAS está
pulverizado, por tanto, el que controle
el campo no político (TSE, TCP), tiene
ventaja, pero eso no le convierte en un
líder. De todas formas, en vísperas de su
congreso, están obligados a coordinar y
consensuar, difícil tarea cuando no hay
líder. [P]