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Domingo 29 de octubre de 2023
2 Péndulo Político CORREO DEL SUR - EL POTOSÍ
ENTREVISTA
KAREN LONGARIC,
EXMINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES:
“No es agradable
ser el vecino que
incomoda
en el barrio”
Raykha Flores Cossio, Jefa de Prensa de Correo del Sur
Más de una semana después, el mundo sigue
mirando expectante el conflicto desatado
en Medio Oriente, por el ataque de
Irán a Israel y la ofensiva de Teherán. La
escalada también ha generado tensión en
América Latina, específicamente entre Argentina y Bolivia,
después de que Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de
Javier Milei, decretara “máximo nivel de alerta” en la frontera,
al denunciar una eventual presencia iraní en el país,
desmentida por la administración de Luis Arce.
Para hablar de estos temas, Correo del Sur Radio entrevistó
a la académica especialista en temas internacionales Karen
Longaric, exministra de Relaciones Exteriores del gobierno
de Jeanine Áñez, ahora residente en Alemania.
Pregunta (P). ¿Tiene razón el gobierno de Argentina en
encender alertas por los acuerdos entre Bolivia e Irán?
Respuesta (R). La situación que afecta al Medio Oriente
debe preocuparnos a todos, porque el conflicto puede
escalar hasta dimensiones inimaginables y comprometer
a muchos otros países. Hay que tener cuidado al momento
de concertar alianzas internacionales. La alianza
entre Bolivia e Irán no es bien vista por los países vecinos
sobre todo a partir de la firma del acuerdo bilateral
por el cual Irán coopera a Bolivia con drones para la vigilancia
de sus fronteras. Esto genera susceptibilidad y
temor. Bolivia tiene fronteras amplias con cinco países
y hay pasos fronterizos que son fácilmente permeables
por la delincuencia organizada, el narcotráfico y el terrorismo.
En tal sentido, Argentina ha anunciado que
desplegará mayor vigilancia en la frontera con Bolivia y
seguramente lo propio harán Chile, Paraguay y Perú. No
es agradable ser el vecino que incomoda en el barrio y
creo que así estamos hoy.
P. ¿Cuál debe ser el rol de Bolivia ante el conflicto Irán-Israel?
R. La Constitución Política del Estado señala que Bolivia es
un país pacifista. En ese sentido, creo que tenemos que estar
expectantes y pensar únicamente en que el conflicto no
avance del momento tan álgido en el que está (…) Bolivia
tiene que ser un país que se sitúe en función de conseguir
la paz, sin apoyar, como ha estado apoyando enfáticamente,
a Irán, en un acercamiento un tanto peligroso. Irán
es un país que no es visto con buenos ojos por el mundo,
porque ha desarrollado una serie de actitudes orientadas
a quebrantar la paz, expandir una suerte de presión bajo
métodos que no son lo más ortodoxos, el terrorismo. Entonces
creo Bolivia tiene que mantenerse alineada a los
principios de Naciones Unidas y tanto en Naciones Unidas
como en cualquier otro foro internacional tiene que apoyar
la paz de la humanidad.
P. ¿Debían enfriarse las relaciones con Irán? ¿Debían romperse?
R. La ruptura de relaciones diplomáticas es el paso más radical
que puede tomar un estado frente a otro estado porque
ahí se termina el diálogo de toda naturaleza. Lo que
Bolivia debe hacer es censurar las posiciones agresivas. La
posición tiene que ser consecuente: si un país es pacifista,
tiene que censurar las agresiones vengan de donde vengan
contra terceros estados, la violación al derecho internacional
y a los principios de las Naciones Unidas.
P. ¿Cuándo se hizo cargo de la Cancillería, qué implicaba
la relación bilateral con Irán?
R. Durante el gobierno de la presidente Jeanine Áñez, decidimos
cerrar nuestras misiones diplomáticas en Irán y Nicaragua.
Había que hacer recortes presupuestarios por la
profunda crisis económica generada por la pandemia del
covid-19; en ese sentido, no justificaba económicamente
sostener misiones diplomáticas en dichos países, dado que
no había una relación de carácter económico ni comercial
que justificara el gasto que implica alquilar inmuebles y pagar
sueldos a diplomáticos.
Eso, de ninguna manera, significó una ruptura de relaciones
diplomáticas; mantuvimos relaciones diplomáticas con
ambos países, pero asignamos a nuestra Embajada en Austria
que fuera concurrente para Irán y a nuestra Embajada
en Costa Rica que fuera concurrente ante Nicaragua.
P. Para decirlo de forma clara, ¿el Gobierno boliviano no
ha sido consecuente ante este tipo de conflictos?
R. No, no ha sido. Bolivia lamentablemente ha evitado censurar
actitudes que sí debería. Por ejemplo, debió haber
censurado categóricamente la invasión rusa a Ucrania; los
atentados (de Hamás) del 7 de octubre en territorio israelita
y, obviamente, también el ataque con drones de parte
de Irán a Israel. Debió haber censurado, por ejemplo, en
foros regionales, las violaciones a los derechos humanos
que ha habido en Nicaragua; la posición de Venezuela respecto
a la limitación democrática en próximas elecciones…
Bolivia no lo ha hecho, ha ideologizado extremadamente
su política exterior, se ha alineado en una corriente adversa
al derecho internacional.
No sabemos por qué lo ha hecho porque al final de cuentas
creo que no tiene ningún rédito. ¿En qué le puede beneficiar
tener aliados como Rusia o como Irán que son agresores
del derecho internacional? Creo que es tiempo de
rectificar la política exterior de Bolivia, su relacionamiento
internacional y reconducirla en una senda que beneficie
únicamente a Bolivia y que se alinee al derecho internacional
y a los principios de las Naciones Unidas. Eso es lo que
hace un país demócrata.
P. ¿En caso de no hacerlo, qué consecuencias podría tener?
R. No hay consecuencias tangibles en este momento, pero
yo me pregunto qué peor consecuencia que el mundo entero
te vea alineado hacia un grupo de países que son mal vistos
y censurados en el mundo, que vulneran el derecho internacional
y los derechos humanos. Creo que el presidente
de Bolivia debería rectificar rápidamente la política exterior
que ha desarrollado en estos tres años de gobierno. No es
buena, no es saludable, no es honorable, no es ética.
Mi deseo de que Bolivia se reconduzca por una senda democrática
tanto interna como internacionalmente. La política
exterior es reflejo de la política interna de un país. Si
en un país se violan los derechos humanos a nivel interno,
seguramente se simpatizará con potencias que también
violan los derechos humanos. [P]