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Vidal Souto - Centroculturaldeourense.com

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que denota estar fuera de incursiones cultistas y políticamente correctas, consagrador<br />

de la posición plebeya, escéptica y nihilista contemporánea. Sin duda <strong>Vidal</strong> participa<br />

de la opinión de Octavio Paz: “el buen gusto es la muerte del arte”.<br />

Preestablecer las líneas de actuación en la producción y el análisis teórico del arte<br />

de las últimas décadas es una aventura que conlleva el riesgo de caer en simplificaciones;<br />

preestablecer conclusiones supone elevar el riesgo a la potencialidad del<br />

ridículo, tarea en la que se esmeran diversas especies de pisaverde petulante.<br />

¿Cómo abordar entonces el análisis crítico de la obra de un artista <strong>com</strong>o <strong>Vidal</strong><br />

<strong>Souto</strong>, por un lado plena de argumentos inefables, fuerza, rotundidad, y una producción<br />

artística densa, diversa, brillante y oportuna, y por el otro una <strong>com</strong>prensión<br />

de la función sociológica del arte cuando menos peculiar. Se trata de un mitómano<br />

perpetuador de esencias legendarias que vive la condición de artista con estoica<br />

entrega. Claro que también pienso que se trata de un artista metropolitano que<br />

habita gustoso la aldea subyacente a la ciudad, de un cínico relativo, de un amador<br />

mild-cult de héroes de pantalla, de un paladín de damnificados éticos o no, yo<br />

mismo lo vi transformarse <strong>com</strong>o Clark Kent en súbito superhombre defensor de las<br />

débiles víctimas de la brutalidad policial.<br />

¿Participa <strong>Vidal</strong> de la idea de que el artista, <strong>com</strong>o otras categorías sociales, es deudor<br />

de su contexto, o, <strong>com</strong>o diría Pierre Bourdieu, deudor del “campo de producción<br />

artística”, vinculado a lo que también él llama: ”producción de la creencia”, es decir,<br />

todo el sistema institucionalizador de la cultura en el que se asienta la creencia en<br />

el valor de la obra de arte?. ¿Participa <strong>Vidal</strong> de que escamotear, ocultar las relaciones<br />

con los otros agentes contextuales –críticos, galeristas, marchantes, historiadores–<br />

incide en subrayar y potenciar la idea de artista “genio” heredada de la teoría<br />

estética idealista occidental y base constitutiva de la “ideología carismática”?<br />

¿Participa de opiniones <strong>com</strong>o la de Lourdes Méndez cuando dice que “los propios<br />

artistas, críticos o marchantes tienden a minimizar los factores que pueden hacer<br />

tambalear uno de los puntos clave de la ideología carismática? Si el artista “nace”,<br />

todo lo que pueda empañar esa creencia y llevarnos a pensar que “se hace” sería un<br />

peligro potencial para el mantenimiento del mito del artista”.<br />

Verdaderamente pienso que no, se trata de un artista que no cuestiona lo que debe<br />

ser un pintor hoy, del mismo modo que no se siente amenazado por la delirante idea<br />

de que la pintura esté a punto de morir, o incluso enterrada. Se desliza de lo inveterado<br />

a lo presente, <strong>com</strong>o un marginado global, alejado de lo que él considera impostura<br />

innecesaria, con la mirada en primera persona. ¿Por qué revisar la tradición a<strong>com</strong>odada<br />

a la inercia del tiempo, si en su imaginario ni siquiera hay un lugar para lo<br />

sagrado?. Tal vez tenga más razones y tal vez yo no las <strong>com</strong>parta. En cualquier caso,<br />

<strong>Vidal</strong> es suficientemente capaz de usar las licencias que le vengan en gana porque<br />

goza de un talento que le permite ser brillante y perspicaz en su pensamiento y<br />

asombroso en su producción artística. Admiro hondamente a José Manuel (así lo<br />

llama su madre) por la denodada voluntad que le permitió haber hecho un recorrido<br />

particularmente vigoroso y eficaz desde la épica “fogar de Breogán” de los primeros<br />

tiempos a la antifranquista, del expresionismo abstracto al pop-art, desde el constructivismo<br />

a la serie expresionista de cristos o desde el brutismo excelso de las calles<br />

urbanas, hasta la lírica épica con ecos del Sertâo y foro de Porto Alegre.<br />

Obra híbrida y <strong>com</strong>bativa, transformadora de la libido subversiva convertida en un<br />

catálogo de amor y ternura.<br />

Utiliza por lo demás unos recursos de materialización ad- hoc, su técnica es sencilla<br />

y tajante, sus potingues resuelven desde evanescencias hasta aleaciones metálicas y<br />

pigmentarias, que en mi opinión hacen de su última o penúltima obra la confirmación<br />

de un artista no sólo magnífico, sino trascendente, que reclama estudios específicos<br />

y razonados.<br />

<strong>Vidal</strong> <strong>Souto</strong> me retrotrae a la mejor configuración de la memoria personal y<br />

pública de Ourense, justo al margen de ese otro de regusto babeante en la línea<br />

de Siete novias para siete hermanos y recuerdo con hondo respeto a Pepe<br />

Conde Corbal <strong>com</strong>o adelantado en la aplicación de las teorías de Walter<br />

Benjamin a las técnicas del grabado, a Luis Mariño y sus lúcidos <strong>com</strong>entarios en<br />

La Región sobre semiótica, a María Prada –y sus gafas- por transmitir con distancia<br />

el enigma del eterno femenino.<br />

Seguro que si no te sientes contemporáneo, <strong>Vidal</strong>, es porque eres poshistórico.<br />

San Adrián de Cobres, 16 Novembro 2003

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