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Desmadre_Ilustrado_3

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| Diciembre de 2011 |


EDITORIAL | BELLEZA ROTA | —<br />

Qué extraña ilusión suponer que<br />

la belleza es bondad...<br />

LEV TOLSTÓI<br />

No en vano las brujas malvadas de<br />

los cuentos de hadas son siempre<br />

«hermosamente malvadas»,<br />

y aún así seguimos insistiendo en<br />

la belleza como un paradigma de<br />

beldad emocional. Muchos han<br />

escrito sobre el tema desmintiéndolo,<br />

porque es cierto que «no<br />

todo lo que brilla es oro», y no se<br />

pretende escribir aquí algo diferente,<br />

pero es importante repetirlo, a ver si algún día, así sea a<br />

punta de repetición, lo entendemos.<br />

Un ejemplo de tal paradigma es la madrastra de Blancanieves,<br />

quien reinaba esclavizada a su espejo preguntándose día a<br />

día si era la más bella; hasta que su hijastra, no consciente de su<br />

propia belleza y sin considerar esta como un asunto de poder,<br />

acabó destronándola.<br />

El poder de la belleza radica en su conocimiento; y aquel que<br />

se asume bello adquiere ese superpoder. Sin embargo, para todo<br />

existe una contra, y la contra<br />

para la belleza ambiciosa es<br />

el simple acto de no asumirse<br />

bello de un modo honesto, no<br />

asumirse más que otro, reconocerse<br />

tan solo como un ser<br />

humano común. El eterno<br />

dilema entre el ego y la humildad,<br />

la belleza sin corazón<br />

contra la belleza con corazón.<br />

Oscar Wilde lo expuso<br />

magistralmente en su cuento<br />

«El cumpleaños de la Infanta»,<br />

en el que una tierna niña supe-<br />

| El DEsmaDrE IlustraDo |<br />

issn 2248-4140<br />

diciembre de 2012<br />

edición<br />

Javier Beltrán<br />

ilustración<br />

Santiago Rivas<br />

arte y diagramación<br />

Juanfelipe Sanmiguel<br />

consejo editorial<br />

La Recontra<br />

correo electrónico<br />

larecontra@gmail.com<br />

colaboradores en esta<br />

edición<br />

Lolita Bosch<br />

Virginia Mayer<br />

Katherine Ríos<br />

Hernán Sansone<br />

José Gandour<br />

Rubén Caravaca<br />

Fernández<br />

Ximena Gama<br />

De los artículos firmados son<br />

responsables sus respectivos autores,<br />

siempre y cuando les convenga. La<br />

reproducción total o parcial de los<br />

textos, imágenes y diseños<br />

publicados en esta o las posteriores<br />

ediciones está manifiestamente<br />

incentivada, pero por favor denos el<br />

crédito de lo que copie.<br />

— 2/11 —<br />

Por Paula Posada —<br />

ra en crueldad a la misma reina de «Blancanieves»: su diversión<br />

consiste en burlarse de un enano, quien piensa ingenuamente<br />

que es del agrado de la infanta. Luego de que el enano muriera<br />

con el corazón quebrado por darse cuenta de cuán feo era y por<br />

descubrir que no era encanto sino diversión lo que suscitaba en<br />

su infanta, esta da la orden a su corte de que «de aquí en adelante,<br />

que los que vengan a jugar conmigo no tengan corazón».<br />

Siendo conscientes de lo que hoy pasa en el mundo, vemos<br />

con desconcierto que esta frase podría ser el lema de muchos gobiernos.<br />

El corazón de esa criatura era el motor de su belleza,<br />

que tal vez no se reflejaba en su figura pero sí en la humildad de<br />

pensar que podría ser del agrado de una infanta a pesar de ser<br />

gitano, la humildad de ser un humano igual que el resto. La diferencia<br />

actual con esta historia es que la humildad ha surgido del<br />

agotamiento, el descontento y la impotencia de los ciudadanos<br />

frente al abuso de los gobiernos.<br />

Muchos aún creemos que, como Blancanieves, podemos<br />

cambiar las cosas que están pasando, sin necesidad de violencia<br />

pero sí mostrando que todavía tenemos corazón y que con él podemos<br />

hacer mucho ruido. Muchas plazas alrededor del mundo<br />

han atestiguado, desde hace unos años, cómo los corazones<br />

quieren ser escuchados y cómo los gobiernos salen a correr hacia<br />

el jardín igual que la infanta.<br />

A pesar de todo, muchos todavía siguen pensando que la<br />

infanta es bella, buena y noble pero no encuentran que es malcriada,<br />

grosera y desconsiderada; solo piensa en ella y se burla de<br />

todo aquel que es diferente, lo señala y, cuando este no baila al<br />

ritmo de sus órdenes, manda a sus guardias a que lo castiguen.<br />

Como lo vivimos en muchos países. A diario vemos cómo un<br />

pequeño «enano» se desploma frente al espejo al verse desencantado<br />

de sus reyes y delfines, a los que eligió creyendo que podría<br />

hacer una diferencia; y tal es la decepción que por su corazón<br />

roto pierde la capacidad de hablar.<br />

Pensemos la belleza como un paradigma roto, mandado a<br />

recoger. Día a día todos hacemos nuestra propia idea de belleza<br />

y esa es mucho más valiosa que la que nos venden salvajemente<br />

por todos los medios. La belleza del poder radica en el uso que se<br />

le da, el poder por el poder no tiene nada de bello.<br />

Abracemos nuestra fealdad y evitemos así que cualquier espejo<br />

nos dañe la vida, que no importe cuántas infantas o «hermosas»<br />

madrastras traten de usarnos o callarnos, bailemos si se<br />

nos da la gana y gritemos lo que pensamos donde queramos. No<br />

dejemos que nos quiebren el corazón, mostrémoslo orgullosos a<br />

quienes no lo quieren ver.<br />

No dejemos que nos digan que esto es tan solo un cuento de<br />

niños y que no se puede hacer nada porque así son las cosas. Creamos<br />

en los cuentos, que vienen de historias ancestrales que relatan<br />

historias de otros que no se dejaron quebrar el corazón.<br />

| Diciembre de 2012 |


EL MÁS GRANDE AMOR | —Por Virginia Mayer— [ @Virginia_Mayer]<br />

Antes de cumplir 2 años,<br />

en carolina del norte,<br />

me enamoré de Cristóbal,<br />

un chileno de 14,<br />

alto, flaco, de piel blanca<br />

y ojos grandes, negros<br />

como su pelo cortado como con totuma.<br />

Era un niño dulce de una familia como<br />

la mía. Cortaba el pasto de su casa en un<br />

tractor pequeño verde y me sentaba sobre<br />

sus piernas a dar vueltas por el jardín<br />

mientras él se ganaba unas monedas de<br />

25 centavos. Mi mamá me miraba desfilar<br />

sobre el tractor con la gracia de una<br />

primera dama, hechizada, hinchada de<br />

amor y apretando un oso amarillo, más<br />

grande que yo, que me había regalado<br />

él. Cristóbal llegaba por mí y salía el sol.<br />

Más importante que todos mis juguetes,<br />

mi primera pasión.<br />

no volví A posAr los ojos sobre nadie<br />

hasta que conocí a María Milagros.<br />

Tenía 8 años y acababa de entrar a estudiar<br />

al colegio italiano de Montevideo.<br />

Nuestras familias se conocían y nos volvimos<br />

amigas porque nos tocó. Tenía el<br />

pelo entre rubio oscuro y pelirrojo claro,<br />

y los ojos chiquitos del mismo color. Era<br />

muy blanca y tenía una cara larga, flaca y<br />

con poca gracia, pero dibujaba como los<br />

dioses. Nunca había visto letras como las<br />

de ella. Su agenda, llena de letras gordas<br />

pintadas con marcadores, era alucinante,<br />

la mejor de todas. María Milagros tenía<br />

su propia mejor amiga, una italiana pelinegra<br />

con un lunar negro en el cachete,<br />

que siempre quedaba de segundas en las<br />

carreras de atletismo. María Milagros y<br />

yo nos alternábamos el tercer puesto y yo<br />

sufría continuamente porque para ella<br />

yo nunca sería la número uno, ese puesto<br />

estaba ocupado.<br />

el Año en que cumplí 18 Años entré<br />

A estudiar a un colegio en bogotá. Había<br />

dejado atrás mi vida en Montevideo,<br />

estaba triste y brava, me sentía desubicada<br />

y odiaba todo y a todos, hasta que<br />

me encontré con Mónica. Era una pelirroja<br />

de rulos y melena larga. Alta, de<br />

huesos pesados. Poderosa. Tenía la cara<br />

llena de pecas, labios rosados y una nariz<br />

imponente. Tampoco hablaba con na-<br />

die y nunca usaba la falda del uniforme.<br />

Siempre andaba con la sudadera verde<br />

con una raya roja al costado de cada<br />

pierna y se sentaba en el piso, apoyando<br />

la espalda sobre una pared de ladrillo.<br />

Desgonzada, descarada e infame, esperando<br />

siempre un regaño. La traté con<br />

antipatía por considerarla competencia<br />

y ella respondió con dolorosa indiferencia.<br />

No volví a verla hasta dos años más<br />

tarde en una heladería en Melgar, llevaba<br />

un vestido corto de flores que amenazaba<br />

con mostrar sus calzones. Mónica se<br />

me instaló en el espacio entre el corazón<br />

y la garganta, sin decir nada y sin saber<br />

que se me inflaba el alma cada vez que<br />

la veía. Nos volvimos a encontrar en la<br />

universidad y entonces ella me llevaba a<br />

dar vueltas en un escarabajo azul oscuro<br />

mientras nos fumábamos un porro camino<br />

a su casa, donde nos encerrábamos<br />

a oír Air con las ventanas de su cuarto<br />

abiertas y el viento volando los afiches y<br />

fotos que colgaba en las paredes...<br />

lA primerA vez que vi A mAriAnA, en lA<br />

universidad en bogotá, yo tenía 22 años.<br />

Alguien con quien yo salía me hablaba<br />

de ella constantemente y ya me caía mal.<br />

Mariana iba para clase y venía empujando<br />

una mesa con ruedas que llevaba<br />

un televisor y un dvd. Subía una cuesta<br />

muy empinada y se le marcaban los<br />

músculos en los brazos que escondían su<br />

cabeza llena de rulos muy negros, que le<br />

colgaba del cuello descansando sin permiso.<br />

La dejé llegar a un descanso y la<br />

llamé por su nombre como si la conociera,<br />

queriendo que se volteara y me mostrara<br />

una cara asquerosa que yo pudiera<br />

detestar. Tenía ojos azules, como cuchillos.<br />

La nariz respingada, como hecha en<br />

virginiA mAyer es AmericAnA y<br />

criAdA en montevideo. es<br />

redActorA senior de kien&ke,<br />

hA publicAdo en vArios medios<br />

colombiAnos y lA editoriAl rey<br />

nArAnjo publicArá su primerA<br />

novelA en 2013.<br />

— 3/11 —<br />

madera, los ojos salpicados con pestañas<br />

negrísimas y los pómulos puntiagudos,<br />

como si dolieran. Se metió en mi cabeza<br />

donde se acomodó durante un par de<br />

años. Inmóvil, impávida, una diosa. Me<br />

dejé hipnotizar por su cara y me quedé<br />

pegada a su energía descomplicada y a su<br />

ego que abrazaba. Amor platónico. Mi<br />

primera obsesión. Mi hada Mariana.<br />

pocos meses Antes de irme A vivir A<br />

miami, conocí a Luis, que también era<br />

corresponsal de la emisora para la que yo<br />

trabajaba. Comenzamos chateando por<br />

Internet y el día que oí su voz en el teléfono<br />

me enamoré. Tenía el hablado que<br />

dan los colegios privados de Bogotá, una<br />

desfachatez descarada, tremendo sentido<br />

del humor y una voz ronca que me<br />

paraba todos los pelos del cuerpo y me<br />

daba piel de gallina. A tantos kilómetros<br />

de distancia, logró manipularme y me<br />

daba órdenes que yo acataba emocionada.<br />

Menos de un año más tarde terminé<br />

viviendo con él en su apartamento en<br />

Queens. Sabía que iba a seguir amándolo<br />

cuando lo viera. Sus pestañas de vaca y<br />

el culo redondo apretado por unos briefs<br />

negros lo confirmaron. La nuestra se<br />

convirtió en una relación abusiva, tóxica<br />

y tremendamente dolorosa. Cuanto<br />

más me lastimaba más me enamoraba.<br />

Aprendí a amar sin ser correspondida,<br />

recogiendo las migas que me dejaba.<br />

Amé a Luis sufrida, disminuida y omitida.<br />

Divino amor.<br />

me demoré unos veinte Años en volver<br />

a enamorarme de mi vieja, la primera<br />

vez me enamoré porque así lo hacemos<br />

todos. Ella me regaló las palabras y los<br />

libros para la vida. A sus casi 60 años, sus<br />

ojos brillan tanto como cuando los vi la<br />

primera vez. Tiene la piel suave, las manos<br />

dulces y pecas en la cara. Es una mujer<br />

chiquita y siempre ha tenido un rabo<br />

envidiable. Es una guitarra. No conozco<br />

mujer más dulce que ella. Es la hormiga<br />

que más trabaja, es un pajarito. Eas rebelde<br />

y todo lo cuestiona. Su fe es milagrosa,<br />

mi mamá tiene línea directa con<br />

Dios. Es dueña de una voluntad testaruda,<br />

fiel defensora de sus creencias y sus<br />

valores, inquebrantable. De carne y hueso,<br />

mi mamá es un caramelo.<br />

| Diciembre de 2012 |


— 4/11 —<br />

| Diciembre de 2012 |<br />

[ExTRAcTO DE AhORA, EScRIBO,] — Por Lolita Bosch —<br />

Vivo en la casa vacía<br />

en la que casi chocan los pájaros<br />

pero no los escucho quebrarse.<br />

Mi estado es mineral.<br />

Anterior a la carne.<br />

Ahora, fui al centro histórico de la Ciudad de<br />

México a ver a un evangelista y le pedí que me<br />

escribiera una carta anónima como si yo fuera<br />

alguien que tuviera algo concreto que decirse.<br />

Cualquier cosa que todos fuéramos capaces<br />

de entender. Lenguaje compartido. Como si<br />

yo fuera alguien que había saltado afuera de ese movimiento<br />

absoluto que no alcanzaba a comprender y que, sin embargo,<br />

extrañaba. Como si yo fuera la palabra universo que había expulsado<br />

un minúsculo cazamariposas que sujeta un compás<br />

en su parte exterior. Alguien así de pequeña. Un bosque talado<br />

sin un solo árbol, sin mí. Alguien que recuerda un ritmo<br />

externo al que no logra incorporarse porque ya no lo escucha.<br />

Como si yo fuera un sonido que ignoro en dónde queda.<br />

Porque llevaba un Año De Escritura No y durante ese<br />

tiempo solo conseguía pensar en un lugar donde la escritura<br />

fuera, en efecto, sin nostalgia, sin abstracción, con normalidad,<br />

algo estrictamente útil. Como las fresas, los plátanos, los<br />

melocotones, las ciruelas y las peras. Como un cerdo, tres tipos<br />

de pájaro, un perro, una oveja, un elefante, un león y dos<br />

gatos cuyas voces no van a ser grabadas.<br />

Y se me ocurrió que finalmente visitar Aquel Único<br />

Lugar Así quizás podía orientarme. Ayudarme a volver.<br />

—¿Cómo regreso, cómo escribo de nuevo? —había preguntado<br />

recientemente.<br />

—Tienes que esperar a que suceda algo insólito —me dijeron—.<br />

Un momento extraordinario.<br />

Aunque cuando escuché aquella respuesta recuerdo haber<br />

pensado que tal vez no: que tal vez la escritura solo penetra en<br />

lugares prácticamente humanos y que es difícil detectarla.<br />

Subirse en ella.<br />

Cabalgar.<br />

De modo que me levanté una mañana y caminé hasta el<br />

portal de Santo Domingo donde los evangelistas escriben<br />

cartas para los analfabetos. Y antes de pedirle a uno de ellos<br />

que redactara una carta para animar a Lolita Bosch a continuar<br />

escribiendo, concluí, a escondidas, a hurtadillas de los<br />

escribanos, para mí, en una libreta que escondí en mi bolso,<br />

una sola frase escrita:<br />

Que limpias, las palabras, podían significar algo.<br />

Y luego el evangelista me dijo:<br />

De modo que fui al portal de Santo Domingo para hallar al<br />

que más me convenía de entre todos los escribanos que redactan<br />

y leen cartas para los analfabetos. Que imaginan referencias<br />

personales. Que no temen inventar lo que las cosas son.<br />

Que saben a quién dirigirle sus textos. Que ven en la literatura<br />

una herramienta, un tornillo, la sierra de un carpintero, un<br />

arco. Que está sentado en un confesionario, tres pies por encima<br />

del suelo, y relee las tragedias de Esquilo mientras espera.<br />

—Buenos días, señor.<br />

—Buenos días.<br />

—Necesito que por favor me escriba una carta para una<br />

amiga.<br />

—Yo no redacto. Solo tomo dictado. Vaya con Don Memo<br />

—y levanta la barbilla para señalar discretamente a un hombre<br />

que viste unos jeans gastados y un suéter rojo de deporte.<br />

Y luego, vuelve a Esquilo.<br />

Tres horas más tarde, tras preguntarme sin pudor algunas


cosas sobre mí y sobre Lolita Bosch desde su escritorio público,<br />

sin miedo a la escritura, a la vista de todos los demás<br />

escribanos, don Memo me dijo que:<br />

QUERIDA LOLITA BOSCH:<br />

— 5/11 —<br />

portal de santo domingo, d.f.,<br />

21/noviembre/2008.<br />

Tu amiga, que desde el anonimato te dedico estas sencillas líneas, para saludarte muy cordialmente y más<br />

que nada con la intención siempre respetuosa de «echarte porras», de influir para que continues ejerciendo tu<br />

gran vocación y excelente profesión; comunicar a los demás los profundos sentimientos y conocimientos que<br />

guardas en tu bella persona.<br />

Toda tu evolución, representa muchos años que te has esmerado en cultivar tu espíritu; te ruego, no dejes<br />

de brindarnos tu luz, que ni ponerlo en duda, desde el cielo, de lo más alto, como supremo don recibiste.<br />

Me pudiera imaginar la gran resistencia y acontecer que pretende opacar tu esplendidez de sabiduría;<br />

pero tú, valerosa guerrera no permitas que eso suceda.<br />

Amiga mía, te pido, espero ser atendida; que continúes tu gran misión; ahora más que nunca, resurge<br />

victoriosa y triunfante.<br />

Si puedo, yo me acercaré a ti, a dar lo que de mi parte hay que dar, para que tú sigas avanzando.<br />

Descansa, si te es necesario, pero ¡NO CLAUDIQUES!<br />

Espero que mis líneas, mis conceptos, sean capaces de reavivar tu ánimo, tu deseo de brindarnos cada<br />

día, un poquito más de ti, que significa muchísimo. No dudo, que con amor y atención a tu elevado espíritu;<br />

pronto recibiremos con gran alegría; como nos acostumbraste; tus mejores frutos intelectuales y espirituales.<br />

Gracias, por brindarme tu atención Lolita Bosch. Deseo que la época de Navidad y el Año Nuevo,<br />

renoven tus esperanzas y determinación tajante de reanudar tu escritura dándonos tu amor y ampliándonos<br />

horizontes con tus libros, como únicamente, tú lo sabes hacer.<br />

lolitA bosch nAció en bArcelonA<br />

en 1970. es novelistA y Además<br />

ActivistA por lA pAz de méxico.<br />

AFECTUOSAMENTE<br />

TU AMIGA DE SIEMPRE.<br />

Con este lenguaje muerto que visto días después y a muchos<br />

kilómetros de distancia puede parecer artificial. Pero que<br />

aun así quiere ser rabiosamente íntimo. Posible. Como si lo<br />

protegiera un halo de pureza, convicción y ausencia absoluta<br />

de duda que lograran que fuera verdad. Que la propia escritura<br />

fuera verdad. Que lo fuera todo. Como si existiera algo<br />

verdadero que decir, mantener, guardar.<br />

Como si huesos, piedras, semillas, aviones, palabras.<br />

Y yo pensé: un evangelista es este hombre con suéter rojo y<br />

es un término bíblico y una profesión y un apodo que yo sabría<br />

usar en diversas ocasiones. De hecho, podría pensar en algunas<br />

ahora y esto me confunde. Aunque saberlo no me sirva de<br />

nada porque:<br />

—¿Usted no tiene miedo? —le pregunto a don Memo.<br />

—¿De qué?<br />

—De todo esto.<br />

—No —me dice.<br />

| Diciembre de 2012 |


LO BELLO DE LAS hISTORIAS ENTRE BRAGuETAS | — Por José Gandour — [ @gandour]<br />

No recuerdo exactamente<br />

la primera vez<br />

que vi una película<br />

porno. Es posible<br />

que haya sido, como<br />

les pasó a muchos de<br />

mi generación, en el recién instalado<br />

Betamax de la casa, en las horas de la<br />

tarde, con tres o cuatro amigos de colegio<br />

o del barrio, con más granos en la<br />

cara que pelos en el pecho y con la sonrisa<br />

más idiota del planeta. Alguno de<br />

ellos habrá traído el cassette metido en<br />

muchas bolsas de plástico, disimulado<br />

en su maleta de colegio, y alquilado de<br />

manera pirata en la videotienda de la<br />

esquina. Estoy seguro de que no faltaron<br />

los personajes típicos de este tipo de<br />

situaciones: el que jugaba a experto por<br />

haber visto ya dos o tres películas más;<br />

el gracioso que le sacaba chiste a todo; el<br />

asustadizo, cuya paranoia lo hacía vigilar<br />

la puerta del cuarto cada treinta segundos;<br />

y, por último, el que veía cómo<br />

el pantalón se le hacía carpa cuando salía<br />

la gringa rubia peinada como Farrah<br />

Fawcett calentando su peludo pubis.<br />

En esos momentos, observando seguramente<br />

a Ginger Lynn, Tracy Lords o<br />

cualquier estrella de aquellos tiempos,<br />

no imaginaba que un día la gente de La<br />

Recontra iba a pedirme un artículo sobre<br />

la belleza del porno.<br />

En todos estos años he visto mucho<br />

material calificado xxx, y me excité,<br />

me emocioné, me asqueé, me aburrí,<br />

me reí, pero pocas veces me puse a reflexionar<br />

si dicho material entraba o no<br />

en los estándares de la belleza tradicional.<br />

Huí desde temprano de las discusiones<br />

en las cuales se planteaba si una<br />

película porno podía ser nominada a los<br />

Óscar. Escapo todavía de aquellos que<br />

quisieron añadir romanticismo a estas<br />

artes y buscaron hacernos pensar que<br />

la elegancia de la fotografía de películas<br />

como Bilitis o Emmanuelle nos iban a<br />

hacer sentir más cachondos sin culpabilidad<br />

alguna. El sexo solo es sucio si<br />

se hace bien, lo decía Woody Allen, y yo<br />

le creo (claro, dudo que él a su edad se<br />

la pase viendo páginas como YouJizz o<br />

YouPorn).<br />

Entonces, ¿dónde puede haber belleza<br />

en el porno? Mi respuesta sería: allá<br />

donde no está. Lo primero que uno debe<br />

admirar en las buenas escenas porno es<br />

cómo los autores, los actores y los espectadores<br />

se dan cuenta de que esos son de<br />

los momentos donde menos en serio<br />

uno se toma la vida. Si alguien en medio<br />

de una orgía intenta citar a Rimbaud o<br />

a Antonio Machado se va todo al carajo.<br />

El camarógrafo no está pensando en<br />

imitar las escenas de los videos de Sigur<br />

Rós, está concentrado en mostrar cómo<br />

todo entra y sale, sin perder detalles. La<br />

actriz es creíble en la medida en que se<br />

olvida de que la están filmando y más<br />

bien piensa que lo que está haciendo le<br />

sirve no solo para engordar su billetera<br />

sino para cobrar también en orgasmos.<br />

josé gAndour. director de<br />

z o n A g i r A n t e . c o m , sueñA<br />

con ver A cAmpeón A rAcing de<br />

AvellAnedA y poder dArle un beso A<br />

lexi belle sin recibir unA pAtAdA en<br />

sus pArtes nobles.<br />

— 6/11 —<br />

El editor pretende que los espectadores<br />

vean el producto final y abran la cremallera<br />

de sus pantalones con todo el deleite<br />

del caso, sin que piensen por unos<br />

instantes en la cuenta de la luz que hay<br />

que pagar mañana.<br />

La belleza del porno también está<br />

en delatar nuestra hipocresía. Pocos y<br />

pocas admiten ver porno y sin embargo<br />

se descubre cuando saben quién es<br />

Jenna Jameson o, pasando al plano local,<br />

Esperanza Gómez. Se nota cuando<br />

ellas reconocen el poder de Nacho<br />

Vidal y cuando todos nosotros perdemos<br />

en la comparación. El porno hace<br />

parte importante de la cultura pop de<br />

nuestros días y es tonto pensar que<br />

todavía sigue siendo un sector underground<br />

de la economía mundial. De las<br />

descargas diarias de Internet, el 35%<br />

corresponde a material pornográfico y<br />

no solo participamos usted, el que lee<br />

este artículo sin ocultarse en la parte<br />

trasera de Transmilenio, y yo. Un día<br />

de estos se nos acercará un conocido (o<br />

conocida) y nos dirá que trabaja en la<br />

industria porno de su país y se siente<br />

orgulloso (u orgullosa) de ello. Ese será<br />

un momento que celebraremos juntos,<br />

no lo duden.<br />

Mientras esto ocurre, señor, señorita,<br />

disfrute, en privado o en público,<br />

de lo que nos ofrece el exquisito mercado<br />

cinematográfico adulto y aprenda<br />

más bien a diferenciar entre lo que lo<br />

pueda excitar y lo que lo avergüenza.<br />

Hágalo, y si un admirador del procurador<br />

Ordoñez viene y lo critica, dígale<br />

que un experto en la materia escribió en<br />

un periódico tan serio como este que lo<br />

que usw ted está viendo y lo que hace al<br />

respecto tiene un gran valor estético, y<br />

ríase un rato en la cara de ese reprimido.<br />

Ahí comprenderá que en ese tipo de<br />

libertades también existe lo bello.<br />

| Diciembre de 2012 |


BONITO | — Por Katherine Ríos — [ @rioskat]<br />

Me cuesta hablar de la belleza: la conmoción que<br />

produce es tan cercana a la del dolor que a veces<br />

no puedo distinguirlos. No creo que la belleza sea<br />

algo excepcional, ni siquiera una rareza. Está por<br />

ahí en las esquinas o echándole azúcar a la crema<br />

de un capuchino. Hay que cumplirle la cita y ya.<br />

Tengo vivas escenas en las que la belleza se me ha aparecido. Puedo<br />

dar fe de su existencia, me ha hecho temblar y llorar:<br />

Cuando descubrí un cuadro<br />

de Miró llamado «Un perro<br />

ladrando a la luna», en el tomo<br />

11 (el de lomo verde limón) de<br />

El mundo de los niños.<br />

La tarde en que el novio de mi<br />

mamá me regaló una caja de<br />

48 colores Prismacolor.<br />

El día que mi abuelo y yo<br />

hicimos nuestra primera<br />

cometa. No se quiso bajar del<br />

cielo y se aferró para siempre a<br />

un cable de la luz.<br />

Las semanas en que toda la<br />

casa de impregnaba con el<br />

olor a frutas remojadas en<br />

vino porque mi abuela hacía<br />

pastel de novia.<br />

Las horas secretas en las que<br />

me encerraba a desbaratar<br />

los electrodomésticos de la<br />

casa para verles las entrañas y<br />

volverlos a armar.<br />

Cuando descubrí que el<br />

mundo se podía iluminar con<br />

las velas de Georges de La<br />

Tour.<br />

Cuando leí Hiperión. Cuando<br />

leo a Coetzee.<br />

Cada vez que oigo las<br />

interpretaciones de Jordi<br />

Savall.<br />

— 7/11 —<br />

La noche en que un yarumo le<br />

hizo sombra a un abrazo.<br />

La mañana en que descubrí<br />

que esa cicatriz ya no duele.<br />

Cuando con morboso placer<br />

espío los libros en una mesa de<br />

noche ajena.<br />

Los meses en que mi ahijado<br />

creía que era león y solo rugía<br />

y rugía.<br />

Los días en que tuve de<br />

amuleto un jabón chiquito.<br />

Los amaneceres en que los<br />

copetones que anidan en mi<br />

terraza les enseñan a volar a<br />

sus hijos.<br />

Cuando mi abuelo se estaba<br />

muriendo y se despertó para<br />

darme el último beso.<br />

Esa tarde de marzo cuando<br />

«sentí lo que nunca jamás<br />

había sentido».<br />

Cuando me siento cerca de la<br />

muerte.<br />

Cuando creció el liquidámbar<br />

que recogí en semillas leyendo<br />

en el Parque Simón Bolívar.<br />

El día en que Jorge me tradujo<br />

el poema de Cavafis.<br />

kAtherine ríos. sAbe usAr los mApAs, cAmbiA de profesión con frecuenciA y hAblA con los loros.<br />

le gustA el jugo de mArAcuyá.<br />

| Diciembre de 2012 |


| LA DIvINA MuTAcIóN |<br />

— Por Hernán Sansone — [ @ciclopemiope]<br />

— 8/11 —<br />

| Diciembre de 2012 |


NO LLuEvE, ES MADRID QuE ESTÁ LLORANDO | — Por Rubén Caravaca Fernández —<br />

Reescribo este texto después de una semana de tensión en las calles de Madrid<br />

entre ciudadanos y Policía. No queda otro remedio, forma parte de nuestro<br />

compromiso personal y colectivo. Lo ocurrido en la ciudad es muy difícil de<br />

comprender si no se ha estado presente. Angustias, emociones, humillación,<br />

compañerismo, decepción, ilusión. Hace pocos minutos los informativos han<br />

abierto con la noticia de que el juez Pedraz, encargado del caso, ha archivado todas las acusaciones<br />

contra los convocantes de la concentración del 25S Rodea el Congreso por el presunto<br />

delito contra las instituciones del Estado, argumento habitual de Policía y autoridades.<br />

* * *<br />

Cuando acudo a estas concentraciones<br />

suelo hacerlo sin acreditación<br />

de prensa, seguramente por querer<br />

estar al lado de los que realmente no<br />

pueden relatar lo que ocurre, aunque<br />

es posible que la razón última para que<br />

no lo relaten sea el olvido y la no necesidad<br />

de tener que hacerlo en un estado<br />

democrático donde la libertad de<br />

expresión e información parecen estar<br />

garantizadas. El 25S llevaba la acreditación,<br />

pero volví a apostarme entre los<br />

concentrados. No sé realmente cuál fue<br />

el motivo de la carga policial en la Plaza<br />

de Neptuno, el mismo lugar donde<br />

hace poco tiempo también la Policía<br />

intervino con extrema dureza contra<br />

los seguidores del Atlético de Madrid<br />

que celebrábamos un título europeo.<br />

Sí puedo afirmar que los que estábamos<br />

presentes el día 25 manteníamos<br />

un comportamiento tranquilo, incluso<br />

festivo, a pesar de la desproporcionada<br />

presencia policial, ataviada como los<br />

mejores robocops, por supuesto sin<br />

ningún tipo de identificación, algo ya<br />

habitual y no excepcional, desobedeciendo<br />

lo marcado por la ley. Si esto<br />

es grave, más lo es que la delegada del<br />

gobierno, máxima responsable de hacer<br />

cumplir la legislación, justificara su<br />

incumplimiento.<br />

La intervención fue contundente.<br />

Delante de la escalinata del Museo<br />

del Prado, a menos de cinco metros,<br />

disparan pelotas de goma. Uno de los<br />

manifestantes se desploma. En segundos,<br />

varios concentrados acuden a socorrerle.<br />

Ante los gritos de ayuda, cámaras<br />

de televisión y fotógrafos avanzan<br />

rápidamente para poner imágenes<br />

a lo ocurrido. Se pide una ambulancia,<br />

ningún policía responde a la llamada<br />

de socorro incumpliendo otra ley al<br />

denegar auxilio a una persona herida.<br />

Los propios manifestantes se encargan<br />

de la evacuación. A pocos metros<br />

una nueva carga produce más heridos,<br />

alguno acaba en el Hospital Gregorio<br />

Marañón, y de allí al Juzgado de Guardia<br />

para presentar la correspondiente<br />

denuncia por lesiones.<br />

En las inmediaciones del Congreso<br />

los móviles apenas funcionan,<br />

y menos para transmitir imágenes y<br />

videos por redes sociales. Intentamos<br />

subir por la Calle Huertas, la Policía<br />

lo impide, la acreditación de prensa no<br />

sirve para nada. El derecho a la información<br />

no es reconocido. Llegamos a<br />

la Glorieta de Atocha, la Policía sigue<br />

empleándose con contundencia con<br />

un extraño nerviosismo, parece que<br />

desconocen la ciudad, deben de pertenecer<br />

a alguna de las unidades que<br />

— 9/11 —<br />

han venido de fuera como refuerzo, y<br />

golpean indiscriminadamente a manifestantes<br />

y a personas que esperan<br />

el transporte colectivo. Al llegar a casa<br />

nos enteramos de que han bajado a la<br />

estación de Cercanías y han golpeado<br />

a los pasajeros que estaban esperando<br />

su próximo tren, con el apoyo de una<br />

seguridad privada que no tiene competencias<br />

legales para ello, además la<br />

prensa vuelve a ser intimidada y amenazada.<br />

Me cuentan que una amiga<br />

de Lucía, mi hija de 16 años, ha sido<br />

detenida, la pueden acusar de resistencia<br />

a la autoridad. Otro compañero de<br />

la misma edad ha sido calificado como<br />

niñato cuando pretendía presentar un<br />

escrito en el registro del Congreso, extraña<br />

manera de educar en democracia.<br />

Las televisiones muestran imágenes<br />

donde los mismos que protagonizaron<br />

los primeros incidentes, y que<br />

fueron el desencadenante de la intervención<br />

policial, poco después se dedican<br />

a entregar detenidos a la Policía;<br />

otro más de los montajes clásicos de<br />

las autoridades. Algún compañero de<br />

la prensa está en el hospital, ancianos<br />

apaleados, incluso una persona puede<br />

quedar parapléjica, imágenes que recorren<br />

el mundo. Mientras la prensa internacional<br />

se hace eco de los excesos,<br />

el gobierno felicita a la Policía por su<br />

«ejemplar comportamiento».<br />

Días antes escribía que fuera cual<br />

fuera la respuesta ciudadana, el 25S ya<br />

había triunfado. Algo evidente cuando<br />

ha sido capaz de evidenciar y poner<br />

contra las cuerdas a un gobierno que<br />

solo entiende la violencia, la provocación<br />

y la manipulación para justificar<br />

| Diciembre de 2012 |


sus políticas e intervenciones. Una<br />

ciudadanía interconectada en red enfrentada<br />

a la maquinaria represora del<br />

Estado en estado puro. Un presidente<br />

que, mientras esto ocurría, aprovechaba<br />

la tribuna de la Naciones Unidas<br />

para hablar de Gibraltar y no de los<br />

problemas reales del país, siendo fotografiado<br />

pocas horas después paseando<br />

por las calles de Nueva York con la mejor<br />

sonrisa y un habano entre los labios.<br />

Al día siguiente, 26S, se produce<br />

otra concentración en el mismo lugar.<br />

Cuando se disuelve y quedan apenas<br />

100 personas los cuerpos de seguridad<br />

vuelven a intervenir llegando a golpear<br />

a una delegación de empresarios chinos<br />

que se alojaban en las inmediaciones.<br />

Desde la ciudad de los rascacielos,<br />

Mariano Rajoy rechaza las movilizaciones<br />

alabando «a la mayoría silenciosa<br />

que no se manifiesta». Nueva provocación<br />

ante una nueva concentración,<br />

el 29S. Se insiste en su ilegalidad, se<br />

afirma que han detectado a 500 radicales<br />

que vendrán de fuera de Madrid<br />

a provocar. Según el Gobierno apenas<br />

asisten 4.500 personas, mientras que<br />

para la bbc británica son entre 60.000 y<br />

100.000. Finaliza la concentración sin<br />

incidentes, cuando los ciudadanos se<br />

retiran por las calles próximas comienza<br />

una nueva intervención policial<br />

entrando en locales y bares, expulsando<br />

a clientes que estaban consumiendo,<br />

muchos vecinos no pueden entrar<br />

a sus casas ante dicho dispositivo.<br />

En estos días hemos visto a un<br />

gobierno que ignora, reprime y condena<br />

a una ciudadanía por exigir una<br />

democracia más real. A un parlamento<br />

dando muestras de debilidad, una in-<br />

sensibilidad que profundizará la brecha<br />

entre gobernantes y gobernados,<br />

que no es lo mismo que representantes<br />

y ciudadanos. En el auto citado, el<br />

juez Pedraz menciona, literalmente,<br />

«la convenida decadencia de la denominada<br />

clase política» para justificar el<br />

derecho a manifestarse delante de un<br />

Congreso.<br />

Hace meses alguien escribía en<br />

una parada de autobús «nos mean y<br />

dicen que llueve»; volviendo al barrio<br />

leo el siguiente tuit: «no llueve, es Madrid<br />

que está llorando», mientras la<br />

lluvia cae sobre nosotros. Lágrimas de<br />

tristeza, de rabia, de solidaridad, responsabilidad,<br />

ética. De sentimiento de<br />

orfandad por quien nos debería representar,<br />

pero nada huérfanos ante tanta<br />

calidad humana, solidaridad y compromiso<br />

compartido.<br />

La tarde del 29S en la concentración<br />

«ilegal», La Solfónica, orquesta<br />

surgida en la acampada de la Puerta del<br />

Sol del 15M, interpreta sus canciones<br />

ignorando a la Policía que la rodea, una<br />

de ellas dice:<br />

«Cantamos porque llueve sobre el surco<br />

y somos militantes de la vida<br />

y porque no podemos ni queremos<br />

dejar que la canción se haga ceniza».<br />

rubén cArAvAcA fernández es<br />

dinAmizAdor y comunicAdor<br />

culturAl. miembro de<br />

@fAbricAnteideAs y colAborAdor<br />

de @cAmbio16es y @nuevAtribunA.<br />

puede seguir sus escritos en<br />

h t t p : / / r u b e n c A r A v A c A .<br />

b l o g s p o t . c o m . e s<br />

— 10/11 —<br />

10 MOMENTOS<br />

EN LA hISTORIA<br />

DEL ARTE DE LO fEO<br />

y EL hORROR<br />

— Por Ximena Gama —<br />

[ @ximegama_]<br />

d e c í A Au g u s t e ro d i n que «l o<br />

q u e co m ú n m en t e se ll A m A<br />

f e A ldA d en lA nAt u r A le z A,<br />

p u ed e co n v ert i r s e, m ed i A n t e<br />

el Art e, en unA grAn belle z A».<br />

l A s obrAs de estA li s tA pued en<br />

dA r fe de l o mismo, o no.<br />

1. «El venado herido»<br />

— Frida Kahlo —<br />

2. Retratos<br />

— Giuseppe Arcimboldo —<br />

3. Serie de caballos<br />

— Franz Marc —<br />

4. «El rostro de<br />

la guerra»<br />

— Salvador Dalí —<br />

5. Flores<br />

— Georgia O’Keeffe —<br />

6. «Saturno devorando<br />

a su hijo»<br />

— Francisco de Goya —<br />

7. «El grito»<br />

— Edvard Munch —<br />

8. «Figura con carne»<br />

— Francis Bacon —<br />

9. «Autorretrato<br />

de espaldas»<br />

— Egon Schiele —<br />

10. «Big Baby»<br />

— Ron Mueck —<br />

ximenA gAmA. eternA<br />

procrAstinAdorA. en los bAres es<br />

cApAz de recitAr frAses de rodin,<br />

por eso siempre frAcAsA en lAs<br />

lides de lA conquistA nocturnA.<br />

desde 2007 dedicAdA Al Arte, A<br />

todo menos A hAcerlo.<br />

| Diciembre de 2012 |

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