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Desmadre_Ilustrado_3

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LO BELLO DE LAS hISTORIAS ENTRE BRAGuETAS | — Por José Gandour — [ @gandour]<br />

No recuerdo exactamente<br />

la primera vez<br />

que vi una película<br />

porno. Es posible<br />

que haya sido, como<br />

les pasó a muchos de<br />

mi generación, en el recién instalado<br />

Betamax de la casa, en las horas de la<br />

tarde, con tres o cuatro amigos de colegio<br />

o del barrio, con más granos en la<br />

cara que pelos en el pecho y con la sonrisa<br />

más idiota del planeta. Alguno de<br />

ellos habrá traído el cassette metido en<br />

muchas bolsas de plástico, disimulado<br />

en su maleta de colegio, y alquilado de<br />

manera pirata en la videotienda de la<br />

esquina. Estoy seguro de que no faltaron<br />

los personajes típicos de este tipo de<br />

situaciones: el que jugaba a experto por<br />

haber visto ya dos o tres películas más;<br />

el gracioso que le sacaba chiste a todo; el<br />

asustadizo, cuya paranoia lo hacía vigilar<br />

la puerta del cuarto cada treinta segundos;<br />

y, por último, el que veía cómo<br />

el pantalón se le hacía carpa cuando salía<br />

la gringa rubia peinada como Farrah<br />

Fawcett calentando su peludo pubis.<br />

En esos momentos, observando seguramente<br />

a Ginger Lynn, Tracy Lords o<br />

cualquier estrella de aquellos tiempos,<br />

no imaginaba que un día la gente de La<br />

Recontra iba a pedirme un artículo sobre<br />

la belleza del porno.<br />

En todos estos años he visto mucho<br />

material calificado xxx, y me excité,<br />

me emocioné, me asqueé, me aburrí,<br />

me reí, pero pocas veces me puse a reflexionar<br />

si dicho material entraba o no<br />

en los estándares de la belleza tradicional.<br />

Huí desde temprano de las discusiones<br />

en las cuales se planteaba si una<br />

película porno podía ser nominada a los<br />

Óscar. Escapo todavía de aquellos que<br />

quisieron añadir romanticismo a estas<br />

artes y buscaron hacernos pensar que<br />

la elegancia de la fotografía de películas<br />

como Bilitis o Emmanuelle nos iban a<br />

hacer sentir más cachondos sin culpabilidad<br />

alguna. El sexo solo es sucio si<br />

se hace bien, lo decía Woody Allen, y yo<br />

le creo (claro, dudo que él a su edad se<br />

la pase viendo páginas como YouJizz o<br />

YouPorn).<br />

Entonces, ¿dónde puede haber belleza<br />

en el porno? Mi respuesta sería: allá<br />

donde no está. Lo primero que uno debe<br />

admirar en las buenas escenas porno es<br />

cómo los autores, los actores y los espectadores<br />

se dan cuenta de que esos son de<br />

los momentos donde menos en serio<br />

uno se toma la vida. Si alguien en medio<br />

de una orgía intenta citar a Rimbaud o<br />

a Antonio Machado se va todo al carajo.<br />

El camarógrafo no está pensando en<br />

imitar las escenas de los videos de Sigur<br />

Rós, está concentrado en mostrar cómo<br />

todo entra y sale, sin perder detalles. La<br />

actriz es creíble en la medida en que se<br />

olvida de que la están filmando y más<br />

bien piensa que lo que está haciendo le<br />

sirve no solo para engordar su billetera<br />

sino para cobrar también en orgasmos.<br />

josé gAndour. director de<br />

z o n A g i r A n t e . c o m , sueñA<br />

con ver A cAmpeón A rAcing de<br />

AvellAnedA y poder dArle un beso A<br />

lexi belle sin recibir unA pAtAdA en<br />

sus pArtes nobles.<br />

— 6/11 —<br />

El editor pretende que los espectadores<br />

vean el producto final y abran la cremallera<br />

de sus pantalones con todo el deleite<br />

del caso, sin que piensen por unos<br />

instantes en la cuenta de la luz que hay<br />

que pagar mañana.<br />

La belleza del porno también está<br />

en delatar nuestra hipocresía. Pocos y<br />

pocas admiten ver porno y sin embargo<br />

se descubre cuando saben quién es<br />

Jenna Jameson o, pasando al plano local,<br />

Esperanza Gómez. Se nota cuando<br />

ellas reconocen el poder de Nacho<br />

Vidal y cuando todos nosotros perdemos<br />

en la comparación. El porno hace<br />

parte importante de la cultura pop de<br />

nuestros días y es tonto pensar que<br />

todavía sigue siendo un sector underground<br />

de la economía mundial. De las<br />

descargas diarias de Internet, el 35%<br />

corresponde a material pornográfico y<br />

no solo participamos usted, el que lee<br />

este artículo sin ocultarse en la parte<br />

trasera de Transmilenio, y yo. Un día<br />

de estos se nos acercará un conocido (o<br />

conocida) y nos dirá que trabaja en la<br />

industria porno de su país y se siente<br />

orgulloso (u orgullosa) de ello. Ese será<br />

un momento que celebraremos juntos,<br />

no lo duden.<br />

Mientras esto ocurre, señor, señorita,<br />

disfrute, en privado o en público,<br />

de lo que nos ofrece el exquisito mercado<br />

cinematográfico adulto y aprenda<br />

más bien a diferenciar entre lo que lo<br />

pueda excitar y lo que lo avergüenza.<br />

Hágalo, y si un admirador del procurador<br />

Ordoñez viene y lo critica, dígale<br />

que un experto en la materia escribió en<br />

un periódico tan serio como este que lo<br />

que usw ted está viendo y lo que hace al<br />

respecto tiene un gran valor estético, y<br />

ríase un rato en la cara de ese reprimido.<br />

Ahí comprenderá que en ese tipo de<br />

libertades también existe lo bello.<br />

| Diciembre de 2012 |

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