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Centurion Argentina Spring 2021

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C de uando el paisajista

C de uando el paisajista francés Louis Benech describe cualquiera de los más de 400 jardines que ha diseñado, lo primero que hace es cerrar los ojos. Su visión interior, ya sea una pequeña extensión de vegetación en una zona residencial de Barcelona o una enorme finca en un acantilado frente al mar en Nueva Zelanda, es tan rica en detalles que le dará cuenta de los colores, la atmósfera y los nombres de las flores más extrañas. A medida que va avanzando por todos los recovecos de un jardín, su evocación, casi mágica, está salpicada de anécdotas e ingeniosas observaciones que logran capturar el espíritu del lugar. Este apasionado por todo lo que brota de la tierra no es un «plantófilo» cualquiera. Vestido con una camisa de cuadros y tirantes, posee el encanto de un caballero de campo y el estilo de un emprendedor desenvuelto. «De niño me fascinaban los árboles», afirma Benech. Todo un autodidacta, sus conocimientos enciclopédicos de las plantas le valieron el apodo de niño prodigio de la botánica. Se graduó en Derecho, pero al poco tiempo se formó como jardinero y pasó tres años trabajando en los viveros Hillier de Hampshire (Inglaterra). «La otra parte de mi historia es que mi padre es arquitecto y siempre visitábamos un montón de lugares, desde catedrales hasta cualquier edificio construido por Le Corbusier. Me crie en una cultura centrada en la organización y la distribución del espacio, algo que, de forma inconsciente, me ayuda en mi trabajo». Hoy, a sus 64 años, Benech se ha labrado una reputación internacional. Comenzó como paisajista renovando en 1990 los Jardines de las Tullerías de París junto con el jardinero Pascal Cribier y el arquitecto François Roubaud. En 2014 fue el encargado de transformar el bosquecillo del Teatro de agua en el Palacio de Versalles. A esto se suman una multitud de edenes vegetales privados para personas tan destacadas como Pierre Bergé e Yves Saint Laurent, François y Maryvonne Pinault, Guy y Marie-Hélène de Rothschild, Stavros Niarchos y el escritor francés Bernard-Henri Lévy. «Conocí a Pierre Bergé en un centro de jardinería en Normandía donde trabajé después marcharme de Inglaterra —explica Benech—. Vino acompañado de un amigo (no tenía ni idea de quién era); querían informarse sobre las rosas. Como estaba a punto de cerrar, me los llevé a mi pequeña autocaravana, les ofrecí un té, y Pierre me propuso: “Deberías venir a visitarnos a Yves y a mí en Château Gabriel”, que se encontraba a unos 15 kilómetros del vivero». Benech considera que en esa época su mayor influencia probablemente fue Loel Guinness, el político y filántropo británico que, en 1985, le ofreció su primer trabajo como jardinero en la finca que tenía en Normandía. «Era un hombre encantador y me enseñó mucho; en numerosos aspectos era una especie de abuelo para mí. Diría que la gente más glamorosa para la que trabajé al principio de mi carrera la conocí a través de Loel». Ahora, 36 años después, ¿a qué atribuye Benech su éxito mundial? «Pienso en las plantas y en cómo puedo ponerlas en escena dentro de su entorno. Busco la sencillez y hacer las cosas más adecuadas para el tipo de vida de cada lugar». Como ejemplo, Benech menciona su trabajo en los exuberantes jardines del hotel boutique Dar Ahlam, cerca de la ciudad marroquí de Uarzazate, donde la alberca se diseñó expresamente con el fin de evitar que se vieran las idas y venidas del personal del hotel. › XXXXXXXXXXXX 50 CENTURION-MAGAZINE.COM

FOTOGRAFÍAS ÉRIC SANDER En el sentido de las manecillas del reloj desde la izquierda: Benech en el jardín que diseñó para el Château de Pange del siglo xviii situado en Lorena; Benech es el artífice del frondoso paisaje ajardinado en el Palais de la Zahia del intelectual francés Bernard-Henri Lévy en Marrakech; los jardines diseñados por Benech en los Archivos Nacionales de París CENTURION-MAGAZINE.COM 51

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