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«Louis Benech es, con

«Louis Benech es, con su enorme y extraordinaria personalidad, el Hemingway o el Orson Welles de las plantas» En ocasiones, para crear una burbuja de verdor hay que inventar perspectivas, lo que implica utilizar árboles frutales que oculten los antiestéticos postes eléctricos o los estacionamientos. Esto, por supuesto, obliga a plantearse un montón de cuestiones, como dar profundidad a un jardín equilibrando las luces y las sombras. «Intento hacer las cosas de la forma más natural posible para facilitar la vida a las personas», admite Benech. Al margen de esa apariencia de sencillez, hay mucho más de lo que se aprecia a simple vista: su singular estilo paisajístico combina las líneas rectas y la geometría del formalismo francés con una belleza romántica aparentemente indómita. Sin embargo, la naturaleza siempre depara alguna que otra sorpresa, y así lo demuestra en el nuevo libro Louis Benech, douze jardins ailleurs (Louis Benech, doce jardines alrededor del mundo), del periodista Éric Jansen, que es la continuación de Louis Benech, douze jardins en France (Louis Benech, doce jardines en Francia) del mismo autor. En este encantador tomo, Benech aborda algunos de sus últimos proyectos en Portugal, España, Suiza, Grecia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Marruecos y cómo descubrió que trabajar en climas diferentes significa no dejar nada al azar. «En el hotel Dar Ahlam, en la cordillera del Atlas, lo que planté en un primer momento se heló —confiesa Benech—. El sol marroquí calentaba, pero hacía más frío de lo que pensaba, así que tuve que sustituir el jazmín por la madreselva y los naranjos por los granados». Para sus impresionantes y exuberantes jardines de Mataka, en la Bahía de las Islas (Nueva Zelanda), el paisajista creó un laberinto con plantas autóctonas y diseñó un bosque de pequeñas coníferas. «Es un jardín de formas recortadas —afirma—, pero no lo hice por una razón estética, sino para que resistiera el fuerte viento y arraigaran las raíces. Mi sueño es que algún día los jardineros vuelvan a dejarlas libres y así darles un aspecto más simple». Benech está acostumbrado a enfrentarse a los escenarios más complicados. Para la diseñadora de moda Diane von Fürstenberg, a quien conoció a través de su amigo Christian Louboutin, creó dos jardines privados. En el Meatpacking District de Manhattan diseñó un jardín urbano en una pequeña azotea triangular muy soleada que recubrió con pluma hierba mexicana. El otro, en la finca de Von Fürstenberg en Connecticut, lo llenó de rosas, peonías, magnolias y espléndidos árboles frutales. Para Charles Carmignac, director de la Fundación Carmignac de arte contemporáneo en la idílica isla de Porquerolles, en la Costa Azul, «Louis Benech es, con su enorme y extraordinaria personalidad, el Hemingway o el Orson Welles de las plantas». Luego de diseñar el jardín privado de la familia en Normandía, Benech recibió el encargo de crear un «no-jardín» natural para el museo, donde utilizó su paleta botánica combinando plantas locales con jacarandas azules para que el coleccionista de arte y financiero Edouard Carmignac evocara su niñez en Perú. «Cuando Benech se enteró por mi padre de que en la isla crecen unas orquídeas raras llamadas serapias, casi se desmaya de alegría», recuerda Charles con una sonrisa. Los visitantes del sur de Francia también pueden echar un vistazo a una pequeña joya diseñada por Benech: el Château La Coste, cerca de Aix-en- Provence, que es un centro de arte contemporáneo y una finca vinícola con un sendero de esculturas, tres restaurantes y uno de los hoteles más aclamados de la región. Benech cuenta que plantó flores y verduras en el huerto como un reflejo de la formas y los colores primarios utilizados en los pabellones adyacentes de Jean Prouvé y en una escultura de Calder. También instaló un sistema de riego único con un flujo por gravedad a través de una terraza de suave pendiente. «Un día, mientras Louis estaba almorzando acá, hice un comentario sobre las pequeñas malas hierbas alrededor de nuestra mesa —relata el dueño de La Coste, Patrick McKillen—. Me miró y dijo: “Paddy, ¿qué son las malas hierbas? Todas son creaciones maravillosas de Dios”». De entre todos los proyectos que tiene entre manos, Benech confiesa que está deseando retomar su favorito: un castillo del siglo xviii con 400 hectáreas de terreno que el decorador Pierre Yovanovitch tiene en el norte de Var. Benech se reclina hacia atrás en su silla y, por un momento, guarda silencio. «En Mallorca conocí a una señora sumamente amable que se había quedado ciega —recuerda—. Sembré todo tipo de plantas de excelente aroma, de tal forma que ella supiera perfectamente en qué parte del jardín se encontraba. Creo que aporté un poco de alegría a su vida. Hacer feliz a la gente puede que sea la mejor parte de mi trabajo». louisbenech.com • Desde arriba: un oasis alpino creado por Benech para un chalet en Gstaad, Suiza; Benech dio su toque mágico a la finca de diez hectáreas Petrothalassa, en el Peloponeso oriental de Grecia 52 CENTURION-MAGAZINE.COM

FOTOGRAFÍAS ÉRIC SANDER LOUIS BENECH, DOUZE JARDINS AILLEURS Este nuevo libro, por el momento solo en francés, explora una docena de los más de 300 paraísos al aire libre diseñados por Benech y pone de manifiesto cómo los desafíos, tanto rurales como urbanos, se resolvieron con soluciones únicas y excepcionalmente bellas. gourcuff-gradenigo.com CENTURION-MAGAZINE.COM 53

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