El Ritual de la Cohoba

THELVIAvMARÍN
MEDIROS

Es la escultora, escritora y poeta
Thelvia Marín, quien hechizada
por diferentes mitologías y culturas
y la importancia de la planta de la
cohoba entre ellas, asume la
responsabilidad artística de recrearlas
a través de la presente obra, poniéndonos
en contacto con estas de una forma tan
vivida, que tal parece que aún sus deidades
participan en nuestras vidas.
El arte de esta mujer nos conmueve porque
permite revelarnos a alguien que vive entre sus
ancestros y los hace vigentes, tomándonos
de la mano para sumergirnos en un entorno
muy especial de fantasía y realidad.
CIENCIAS SOCIALES

THELVIA MARÍN MEDEROS (Sancti Spiritus, 1922). Escultora, pintora, escritora,
doctora en Psicología, música, licenciada en Periodismo, catedrática
de la Universidad Nacional de Costa Rica, donde funge como
profesora de Literatura y coordinadora y asesora del equipo de investigación
de las culturas precolombinas costarricences y del área. Fue
asesora de arte de la Primera Dama de Costa Rica, Josette Altrnan,
bajo la presidencia de José M. Figueres. En Cuba fue jefa de la página
de cultura de los periódicos Juventud Rebelde y La Tarde, es fundadora
de la revista Revolución y Cultura. Fue consejera cultural en la
ex RDA y en el área del Caribe.
Dirigió a nivel nacional las escuelas de Bellas Artes y escuela de
Periodismo. Ha sido profesora de Música y de Artes Plásticas. Es miembro
de la Sección de Artes Plásticas y de la Sección de Literatura de la
Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y miembro de honor
de la Unión de Periodistas de Cuba. Muchas de sus obras engalanan
lugares en Costa Rica, España y Cuba, entre otros.
Actualmente centra su actividad en la recreación pictórica, escultórica
y literaria de las cosmogonías tainas, mesoamericanas y afrocaribeñas
y en el uso esotérico y medicinal del tabaco y su sincretismo
con los ritos afrocubanos.

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Viaje al mundo secreto del tabaco
THELVIA MARÍN MEDEROS
SOCIOLOGÍA
EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES, LA HABANA, 2006

Edición: Maricel Bauzá Sánchez
Diseño de cubierta: Francisco Masvidal Gómez
Diseño interior y composición: Pilar Sa Leal
Fotos: Eduardo Rubén y Rogelio López Marín (Gory)
Todas las imágenes son fotos de esculturas de Thelvia Marín (arte neotaíno).
Las descripciones al pie son versiones de J. M. Guach y José A. Querejeta.
© Thelvia Marín Mederos, 2006
© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2006
ISBN 959-06-0892-2
Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su
opinión, por escrito, acerca de este libro y de nuestras ediciones.
Instituto Cubano del Libro,
Editorial de Ciencias Sociales,
Calle 14 no. 4104 entre 41 y 43, Playa
Ciudad de La Habana, Cuba.
e-mail :nuevomil ©cubarte, cult. cu
www.cubaliteraria.cu
Impresol Ediciones Ltda.
impresol@gmail.com
Bogotá - Colombia

índice
Prólogo / XI
Comienza el viaje / i
Bayamanaco / 10
Corocote / 59
Oraciones del tabaco / 62
Atabey / 70
Yúcahu-Bagua-Máorocote / 77
El libro de notas o la bitácora de Turey / 127
El ritual de la cohoba en el cuaderno de notas / 128
Manifestaciones del ritual de la cohoba / 145
La psicología y el tabaco / 146
Religiones afrocubanas y sacralización del tabaco / 147
Regla de Ocha o santería y tabaco / 149
El tabaco en el Palo Monte, Mayombe o Regla Conga / 150
El tabaco en la sociedad secreta abakuá o ñáñigos / 153
Espiritismo cruzado y uso del tabaco / 154
El tabaco en una ceremonia espiritual de la Regla de Ocha,
para hacerse santo / 156
El tabaco en la misa espiritual / 158
Glosario / 163
Fuentes utilizadas / 167
Imágenes / 179

Para Jorge,
en la voluta de humo azul
donde se esfumó su vida.

Cstog jzn la casa de Thelvia,
en sus alas,
izn su vaglo,
estog invitada a su obra,
donde lo"real maravilloso"
hace maravilloso lo real.
€1 mundo de la eohoba, del tabaco,
el humo mítico de su aura,
la "voluta azul" donde se perdió
parte de SU memoria histórica.
S . . . , . J,
y estog aquí,
imperceptible,
de puntillas,
invitándolos a ustedes
a disfrutar de un viaje inusitado:
tabaco, mixtura
—en manos, en labios—,
en compañía de Bagamanaco,
través de culturas indoamericanas,
en busca de los orígenes,
pegada al Universo,
a la espera del Sexto Sol.
M. 3.
2006

XI
prólogo
Dentro del maravilloso y rico mundo mítico de las antiguas culturas
americanas, una de las más interesantes es la de las comunidades
araucas, cuya representación más típica es la de los tainos.
Como este pueblo ocupó hace cientos de años todas las Antillas
y gran parte de Sudamérica, su estudio apasiona hoy a científicos,
artistas y a innumerables investigadores que se sienten
atraídos por el mundo misterioso y aún no totalmente comprendido
de estos aborígenes, que precisamente ahora comienzan a
estudiarse con mayor intensidad.
Es el religioso español fray Ramón Pané, de la orden de San
Jerónimo, quien salvó para la posteridad gran parte de los mitos
araucos insulares, registrándolos en su libro Relación acerca de
las antigüedades de los indios, primera obra escrita en América,
terminada de redactar hacia 1498.
Al infatigable profesor e investigador cubano Juan José Arrom
debemos, unos cuantos siglos más tarde, un acucioso trabajo que
nos aproxima al retorno del léxico original arauco ya perdido. Es
el propio Arrom quien procede a la identificación de varios de los
dioses del panteón taino, configuras de cemíes que ya eran conocidas,
pero aún ignotas como deidades hasta ese momento.
Este universo tan singular se convirtió asimismo en motivo de
interés para el escultor Iván Gundrum Ferie, de origen yugoslavo,
quien creara en Cuba el llamado arte neotaíno en la década
de los años 40. Gundrum reprodujo gran parte de los dioses en
figuras que nos llenaron de admiración.

XII
Es ahora la escultora, escritora y poetisa Thelvia Marín, quien
hechizada por la mitología taina, asume la responsabilidad artística
de recrearla a través de sus esculturas, poemas y prosa, poniéndonos
en contacto con esta cultura de una forma tan vivida,
que tal parece que aún sus deidades participan en nuestras vidas.
Thelvia nos entrega bellísimas piezas, mensaje de un pueblo
que tuvo en la plástica un sentido extraordinario de la simetría y
al mismo tiempo de la simplicidad, que lo hacen distinto al producido
por otras muchas culturas aborígenes del continente, y
que en muchos casos está dotado de tal delicadeza que nos subyuga.
La artista evoca en sus creaciones a algunos de los dioses y
algunas piezas utilitarias de gran belleza. Su larga experiencia en
este campo está avalada por una extensa literatura poética y prosística
y una cantidad extraordinaria de esculturas que han tenido
una amplia aceptación, tanto en Cuba como en otros países.
El arte de esta mujer nos conmueve porque permite revelarnos
a alguien que vive entre sus ancestros y los hace vigentes,
tomándonos de la mano para sumergirnos en un entorno muy
especial de fantasía y realidad.
MANUEL RIVERO DE LA CALLE
Ciudad de La Habana, 1995.

í
Comienza ¡z1 viaje
Las palabras de Turey, las mías y las de todos los aquí presentes, no
constituyen, exactamente, una apropiación, ni siquiera muestran la
otra cara de la medalla de cuanto está sucediendo-sucedido-por
suceder, sino devienen fenómeno dialogístico sui generis, encaminado
a lograr una nueva y más entrañable comunicación, con aquellos que
saben y que desean y necesitan conocer y dominar los secretos
encerrados durante siglos, en el ritual de la cohoba o de la cohiba,
protagonizado por los dioses que habitan en el tabaco.
THELVTA MARÍN MEDEROS
...En nombre de la Gran Confederación de Principales y Ancianos,
en mis funciones de Asesor y con la autorización de los Principales,
nos interesa tu presencia en calidad de Delegada y la posibilidad de
que nos representes en tu digno país, que se acerca a los pueblos
mayas con tu participación.
(AJG'LJAB') MAYA
...Así fue mi llegada a este extraño lugar donde se perciben siluetas
piramidales rodeadas de montículos de diversas alturas aún
sin excavar, cubiertos por la vegetación multicentenaria que todavía
guarda casi todos los secretos de la que fuera ciudad sagrada
de Iximché, en Guatemala.
Esta invitación me ha mostrado un mundo de nuevos conocimientos
sobre diversas cosmogonías de América, Abya-Yala como
era llamada por los mayas, y me ha dado la oportunidad de conocer
a Turey, alguien que día a día nos abrirá las puertas de una
milenaria sabiduría, un hombre de procedencia y edad indefinibles,
de aspecto muy concentrado, un chamán o tal vez un iniciado,
lleno de ese magnetismo avalado por la fuerza que emana de
muy lejos y de muy hondo.

2-
Hoy, un día diferente a otros días, tenemos un nuevo encuentro
con Turey, que nos habla de cuán importante sería para nosotros
conocer a los dioses del panteón taino de Cuba relacionados
con el fabuloso «ritual de la cohoba» 1 , cohiba o tabaco y cómo el
tabaco, que no era una planta oriunda de África, se sacralizó en
las religiones trasladadas a América por los esclavos africanos traídos
por los conquistadores, pero aún tenemos que recorrer un
largo trayecto, antes de estar preparados para ese encuentro.
Ha vuelto a reunirse el grupo integrado por personas de diversas
procedencias, llegadas a Iximché de todos los puntos del planeta.
Desde nuestro primer encuentro hemos integrado un equipo
para intercambiar ideas, textos y experiencias, ya que estamos
interesados en las culturas prehispánicas: Yahíma, una estudiante
indoamericana; Bruno, un profesor de Física estudioso de las
tradiciones de América precolombina; Abya-Yala como la llamaban
los mayas, y yo, una persona en busca de un nuevo paradigma
que me prepare para arribar al Sexto Sol que los mayas
preconizan en sus profecías.
Entrar con la vista y con el corazón en zonas inéditas de un
mundo de deidades, es pretender arrancarles los secretos que han
escondido durante siglos, aunque a veces es exponerse a sucumbir
bajo su influjo. Yo lo sabía y estaba consciente de que este
proyecto podía transformarse en una aventura tanto más peligrosa
cuanto más misterioso, desconcertante y desconocido fuese
el objetivo que se perseguía.
Pero como Turey nos parece un gurú, un guía, un maestro o
un mentor, todos pensamos que él es capaz de derrumbar las
barreras del olvido para que los dioses tainos abandonen su silencio
secular y algún día nos revelen la magia secreta encerrada en
el ritual de la cohoba, aunque quizás ese secreto esté sellado por el
juramento de los Precursores. Secretos que al violarlos pongan tal
vez al descubierto maldiciones ignotas, milagrosas profecías o nos
1
Después del Descubrimiento, los cronistas han llamado al tabaco, indistintamente,
cohoba, cohiba o güeyo.

3-
revelen las claves de un mundo diferente, poblado de inimaginables
sorpresas.
Turey adivina nuestras intenciones y nos dice sin preámbulos:
—No les extrañe lo que pueda suceder de ahora en adelante, en
primer lugar, nos enfrentamos a una estética diferente, que
modula sus vías de comunicación sobre la base de la tradición
esencial.
Recuerden que algunos pobladores de Mesoamérica dicen que
su dios utilizó el maíz para moldear el cuerpo del ser humano, el
cacao para crear su sangre, pero el pueblo taino de Cuba sustentaba
que en el tiempo de los orígenes, la cohoba, la cohiba o el
tabaco dio origen al espíritu, igual que lo piensan los indios ayahuasqueros
de la Amazonia peruana.
Miro a este hombre tan singular, me pregunto por qué él ha
mezclado, al hablarnos, las raíces de diversas culturas indoamericanas
y pienso que tiene una actitud comprometida, no sé si con
estas raíces, o con todas las que atesora la humanidad.
Sin aguardar nuestra respuesta, nos revela:
—Mi nombre,Turey, en lengua taina significa cielo. Así siento
la protección cósmica de ese espacio que sustenta al universo y
que es fuente de vida universal.
Le agradezco que nos revele el significado de su nombre, respondo.
Y como en broma, le digo:
—El mío, Lyz, no sé si le recuerda la flor o si es una trilogía en
la que las letras forman un raro dibujo que sugiere un triángulo,
una pirámide invertida o un criptograma...
Sin notar de donde proceden, escucho a mi alrededor palabras
en un idioma que no comprendo.
Turey me susurra al oído.
—Besar la tierra es como regresar al claustro materno.
Llama mi atención ver que dentro del centro ceremonial donde
nos encontramos, se ha trazado la figura del Fuego Sagrado
con miel de abejas y polvo de cal viva.
Posteriormente veo que van colocándose otros elementos simbólico
sagrados, como son los atados del copal pom, así como los
de cebo y de tabaco. En cuanto se prende la llamarada comienza

4-
a percutir el tambor, con un ritmo lento, constante reiterativo y
monótono, como el latir de un corazón. Así se mantendrá durante
tres días con sus noches.
Se ha formado el Círculo Sagrado maya. Ese tambor continuo
no cesará de sonar ni un segundo mientras el fuego arda,
porque es el latido del corazón del Cielo, el de la Tierra y el de
uno mismo.
Transcurren tres días con sus noches en los que vivimos inmersos
en el magma onírico del ritual que deviene intemporal.
Turey insiste en la trascendencia de esta ceremonia, al recordar
que el Quinto Sol tuvo su inicio el 12 de agosto del año 3114
antes de nuestra era, y finalizará el 22 de diciembre del 2012 de la
era actual.
Me parece extraña la forma un tanto profesoral que utiliza
este raro interlocutor.
Comprendo la enorme importancia de esta ceremonia, pues
por segunda vez desde la colonización se logra la reunión de los
representantes de todos y cada uno de los pueblos precolombinos
del continente americano. Noto con sorpresa que ellos sitúan una
ofrenda de tabacos torcidos a la manera de los habanos. Casi siento
la presencia del desaparecido pueblo taino de la mayor de las Antillas,
que legó al mundo la planta de nombre original cohiba o
cohoba y que se conoce universalmente como tabaco. La ofrenda
proviene de pueblos procedentes de la Amazonia.
Durante este insólito encuentro, según el Calendario maya, nos
encontramos en el año 5116, y es posible que como lo hacen los
takiones cuánticos —que teóricamente viajan hacia el pasado, o
como un quark de incalculable velocidad—, ese gran lapso onírico
haya sido el que tenemos necesidad de recorrer, para regresar
al presente, o sea, al año en que vivimos, dentro de este contradictorio
siglo xxi. Durante esa veloz trayectoria de regreso al momento
actual, pensé con dolor en algunas afirmaciones escritas
en El Punto Crucial, ese libro con el que Fritot Kapara hace un
llamado desesperado a la cultura occidental, para salvar al planeta,
puesto en peligro por nosotros mismos.
Al finalizar en Iximché esta experiencia —tan distinta a todo lo
vivido por mí anteriormente—, comprendí que no podía marchar-

5-
me sin establecer un nuevo contacto con Turey. Sentí que este
evento me había abierto un horizonte prometedor, que debía alcanzar
para ofrecérselo después a quienes lo necesitaran.
Yo no podía precisar con exactitud qué tiempo había transcurrido
desde nuestro primer encuentro en la montaña sagrada.
Por su manera de participar en los diversos actos, reuniones,
ritos y sesiones de trabajo celebrados durante la ceremonia del Fuego
Nuevo, por el respeto que todos mostraban ante su sabiduría, por
la autoridad que emanaba de su persona y por sus inagotables conocimientos
de las cosmogonías universales, que contextualizaba
con las de América y con los hallazgos de la ciencia en general, yo
tenía que lograr que ese taumaturgo de las ideas, para quien los
dioses parecían ser parte de su vida —tal vez un dios potencial él
mismo—, se convirtiera en mi guía, maestro, iniciador y orientador.
Más bien él semejaba ser uno de aquellos cemíes, escapado del
retablo del tiempo, superviviente de raros avatares, omnipresente
en una actualidad dinámica y siempre proyectada hacia el futuro,
aunque estuviera refiriéndose al pasado.
Fui a su encuentro y le dije que me había acercado a esas cosmogonías
con una formación ideológica y un criterio filosófico
basados en la cultura occidental, academicista y fragmentaría,
pero que lo que había visto me obligaba a profundizar con una
nueva visión, desprejuiciada y holística, en ese otro mundo de
conocimientos en los que vislumbraba la alternativa de un nuevo
paradigma.
Turey sonríe con disimulado aire de burla y responde:
—No lo ignoro, pero hasta su lenguaje ampuloso, falso, me
confirma que la suya es una posición con pretensiones meramente
intelectuales. Para que usted esté en condiciones de beneficiarse
de la sabiduría milenaria que desea conocer, debe concientizar
que la transgresión es la única llave que le abrirá las puertas de
ese mundo desconocido.
Ver para creer es la concepción que nos han enseñado a aplicar,
y cuando creemos lo que creemos ver, lo hacemos como un
acto de fe condicionado por lo que nos han hecho creer y no
como el resultado de ver las cosas de un modo diferente y
desprejuiciado.

6-
Lo miro con el mismo aire burlón y le digo que está muy simpático
su juego de palabras.
—¡No, Lyz, me interrumpe, este no es un juego de palabras!
Por lo general vemos lo que creemos, no creemos lo que vemos.
Así de sencillo. A veces es necesario modificar lo que se cree para
cambiar lo que se ve.
Aunque me deja perpleja que haga del retruécano un instrumento
teórico algo alardoso para conmoverme, lo que plantea
sobre el modo de ver las cosas me interesa, por eso le reitero que
lo sé y estoy dispuesta a correr todos los riesgos... si usted me
muestra el camino y acepta ser mi orientador.
Turey tarda unos minutos en responder.
—Si acepto ser su guía usted tiene que saber que le espera un
largo trecho de aprendizaje arduo y difícil como el de una iniciación.
De todos modos, este grupo ya comienza el viaje...
—Conocerán la realidad creada por nuestros seres interiores genéticos,
los manikari como les llaman los indios ashánincas a los
seres invisibles que llevamos dentro y que han creado la vida, esos
que heredamos del ADN que es el que contiene las instrucciones y
que nos permite elaborar y manejar diversos sistemas visuales...
por eso no lo vemos todo igual, ni todos vemos de igual manera la
realidad, las formas, los tamaños o los colores. ¿No recuerda aquello
de que todo es según el color del cristal con que se mira?
Hago caso omiso de sus comentarios y de nuevo insisto en mi
pregunta, para ver si finalmente se compromete a ser mi mentor.
—¿Puede decirme cómo habrá de guiarnos dentro de ese mundo:
a través de las cosmogonías universales, de la cosmovisión
indoamericana en general, de la mesoamericana en particular,
de los cemíes caribeños o de los orishas afrocubanos?
Turey sonríe comprensivo al responderme:
—Todos estarán presentes y les brindarán sus misterios, unas
veces iremos de lo general a lo particular, de lo universal a lo
local, del macrocosmos al microcosmos; pero en otras ocasiones
haremos el viaje a la inversa, porque las aspiraciones del espíritu
y la sabiduría no deben ser lineales y reduccionistas, sino globales
y abarcadoras, como lo es el universo.

7-
No puedo disimular mi excitación al averiguar:
—¿Y cuáles son las diferencias que existen acerca del concepto
de Dios en las diferentes culturas, maestro?
Turey advierte mi juego, un tanto ingenuo para alguien tan
sagaz como él, al murmurar:
—Ya me llama maestro y de inmediato se lanza a hacerme
preguntas capciosas.
Cuando José Martí mostró como una verdad extraordinaria,
que el Gran Espíritu Universal tiene una faz particular en cada
continente, me hizo comprender que la faz particular de cada una
de las deidades que los pueblos han reverenciado a lo largo de los
siglos, es la representación del Gran Espíritu Universal y este ha
sido el mismo cada vez y cuantas veces el ser humano lo ha necesitado
y convocado para tratar de trascender.
Le pregunto cómo reciben su nombre los dioses, los lugares y
determinados fenómenos naturales y se muestra conservador al
opinar:
—No siempre existe un nexo real que podamos descubrir. Deseo
ponerle un ejemplo que no está avalado por la ciencia, sino
que quizás pueda servirle de respuesta por algo que afirman los
indios asháninca, de la Amazonia peruana.
Ellos señalan que las coincidencias o similitudes nunca son
casuales, que dios está en la naturaleza y por mediación de él, no
solamente hablan las plantas, dan sus propiedades curativas, sus
usos y sus nombres en los éxtasis chamánicos, sino que la naturaleza
habla porque está viva y es de igual composición que el ser
humano, y que lo mismo sucede con el nombre de los dioses y
con el de todas las cosas. De esta manera, quien sea capaz de oír e
interpretar ese lenguaje de la naturaleza, puede coincidir en la
forma de expresarlo.
Acepto la analogía un tanto poética y me intereso por conocer
qué visiones tienen mayor incidencia cuando esos chamanes ingieren
determinadas sustancias.
—Afirman que al ingerir el zumo de tabaco —que no es un
alucinógeno—, mezclado con otras plantas que sí lo son, por el
milagro de esa mezcla, pueden visualizarse y oírse a los espíritus,
que comunican lo que tienen que decir y hacer. Y aseguran

s
que el mejor libro para aprender es el de la naturaleza. Muchos
pueblos utilizan el tabaco solo con estos fines, pues sus propiedades
les permiten ver, y esas visiones han sido descritas por
investigadores, aunque esta planta no es, desde el punto de vista
botánico, un alucinógeno. Los mecanismos neurológicos de las
alucinaciones inducidas por el tabaco no han sido suficientemente
estudiados y, según estudiosos del tema, los indios tucanos
extraen su saber artístico de la esfera alucinatoria a la que acceden
por diversas vías, que no siempre se produce por la ingestión
de alucinógenos.
Me siento cada vez más intrigada por conocer la identidad de
este hombre del que nada sé, y me aventuro a preguntarle quién
es, de dónde viene, si es un sabio, un chamán, un sacerdote, un
iniciado, un científico, si es nada menos que un avatar, un simple
admirador de las cosmogonías universales o un poeta. Aunque
temo provocar el tono irónico con el que a veces responde,
insisto:
—¿Es usted un poeta?
—Ya lo sabrá, o no. ¿Le he preguntado si es usted una mujer,
una aparición o alguien a quien yo tenía que encontrar en el sagrado
centro ceremonial de Iximché? Soy un ser humano. Ambos
somos como el yin y el yang de los asiáticos, el latido del
corazón del cielo y de la tierra de los mayas o el Bayamanaco y la
Atabey de los tainos. Vengo de ese mundo que usted busca. ¿Necesita
saber más? Si me ubica en una sola cultura, en una sola
cara de la medalla, conocerá una sola versión de la verdad y de la
plenitud que necesita conocer para liberarse, una porción efímera
del conocimiento alternativo que anhela descubrir.
Míreme como a un explorador. Tal vez soy un transeúnte de la
vida y de la muerte, del espacio y del tiempo, de la realidad y de lo
que muchos han considerado irreal y que cada día la ciencia hace
más tangible dentro de la intangibilidad de la energía esencial que
el universo nos reserva a todos y solo aprenden a utilizarla quienes
saben apreciarla.
En su momento usted verá lo que es realmente un iniciado, un
avatar, un chamán... lo que es capaz de hacer y lo que significa
realmente el chamanismo.

9-
Me ha preguntado si soy un avatar ¿sabe cuánto implica esa
pregunta? Dice el Lama Kunzang Palden en La Tradición Dorada
que la cantidad de tulkus o avatares que nacen en este planeta
es naturalmente muy rara, pero cuando aparecen actúan para el
mundo como instrumentos de gracia especial.
Me siento incómoda y me atrevo a preguntarle:
—¿Se burla de mí, maestro, usted es un mito o puede demostrarme
la realidad que busco?
Torna a su tono impersonal cuando comenta:
—El sabio indio Ananda Comanawamy dice que el mito es la
mejor aproximación a la verdad absoluta que se puede expresar
en palabras. Una parte sustancial de todas las mitologías es la
cosmogonía, esto es, el acto por el cual el universo se origina y
adquiere sus características actuales. Es así como la temática de
las leyendas de Indoamérica, es esencialmente mítica, entendiendo
el mito con Mircea Eliade,* como el fundamento de la vida
social y la cultura. Por tal razón el mito pasa a ser ejemplar, repetible
y sirve como modelo, como justificación de todas las acciones
humanas. ¿Le parezco un mito?...
Ya voy acostumbrándome a su manera indirecta de expresarse,
por eso le planteo mis dudas.
—Maestro, a veces me inquieta el pensar si hay una ideología y
una filosofía en las culturas aborígenes de América y del Caribe y
cómo esos pueblos llegaron a descubrir el camino hacia el Gran
Espíritu Universal, pues la existencia de una ideología y de una
filosofía justificarían su afirmación anterior.
Turey me da su respuesta con el tono profesoral que me criticó
y que a veces asume al narrar una historia:
* MIRCEA EUADE (1907-1986), filósofo rumano especialista en religión comparada,
novelista y poeta. Licenciado en Filosofía por la Universidad de
Bucarest en 1928. Su obra reducía la enorme variedad de mundos
religiosos a uno solo, a través de algunas ideas claves: modelos cosmogónicos
del mundo, abolición de la historia por la interpretación de
mitos y leyendas primitivas y el uso de la religión como explicación de
hierofonías (manifestaciones de lo sagrado en el mundo). (N. de la E.)

10-
—Descubrí que los mensajes palpitan en sus cosmogonías. De
esa manera me fue posible interpretar los elementos simbólicos
contenidos en las historias escritas en códices, en imágenes y en
] \ tradición oral y así pude rescatar, igual que otros iniciados, gran
parte del pensamiento esencial de aquellos que se niegan al injusto
olvido, en la voz de esos que usted llamaría «receptáculos semióticos
portadores de proféticos mensajes».
Le interrumpo molesta y le pido que no se burle de mí. Sin
inmutarse, continúa.
—Si están interesados en la búsqueda, les propongo realizar un
viaje a las raíces. Para lograrlo es necesario seguir incorporando
los sonidos de aquellas voces que a través del tiempo y por senderos
diferentes han buscado la trascendencia, la realización y la verdad.
Bruno se interesa por conocer si le daremos a nuestro viaje un
sentido de simple conocimiento de los lugares que vamos a visitar
o si profundizaremos en el descubrimiento del sentido esotérico
de sus cosmogonías.
Turey no le precisa , al aclarar:
—A usted que es Físico le diré que aplicaremos en nuestro viaje
el principio de complementariedad en el que la materia se comporta
de dos maneras contradictorias y complementarias: unas veces
en forma de ondas que no ocupan un lugar tangible en el espacio, y
otras como partículas, localizables en el espacio y en el tiempo. Eso
seremos dentro del cosmos, mental y físicamente a partir de ahora.
Y a ustedes, los no dedicados a la Física les diré que, como
pensaba José Martí, los que no creen en la inmortalidad creen en
la historia, pero nosotros no vamos a escribir ni a reconstruir la
historia de estos pueblos, solo estamos adentrándonos en su espíritu
con el fin de encontrar el camino que recorrieron para integrarse
a la naturaleza y así alcanzar la inmortalidad.
Sayamanaeo
El nuevo encuentro se realiza en un lugar selvático. El misterioso
canto de la naturaleza marca un contrapunto sonoro que escucho
como un lenguaje críptico. Nos hemos reunido las diez personas

íí
que proceden de diversos países. La conversación se apaga con la
voz de Turey:
—El saber chamánico indoamericano expresa que la creación
de la vida es a partir de una serpiente cósmica, una cuerda, un
bejuco, una escala de origen celeste, que une cielo y tierra. Mircea
Eliade las llama axis mundi y aparecen en los cinco continentes.
El sukia es el que logra con la acción de estos y otros mitos, la
sacralización del tiempo y del espacio. Es igual a adivino.
El adivino para estos pueblos, es aquel que tiene acceso a lo
divino. Es un mensajero, intérprete y transmisor de lo divino.
De acuerdo con Jeremy Narby, 2 la deidad o dios original es la
serpiente cósmica y la cultura occidental se ha aislado de ella y la
ha olvidado como principio vital, o sea, como el ADN que representa.
No lo han hecho así los chamanes que la utilizan como
fuente de comunicación para ponerse en contacto con el mundo
vegetal y con el espíritu de vida universal. A la inversa de occidente,
que ha adoptado un punto de vist'a puramente racional.
Así, ellos, los chamanes, también establecen el contacto con
los espíritus, o sea, con el principio de la vida, por medio de la
música o el sonido y del tabaco que es el mejor vehículo para
acceder al mundo espiritual.
Lo dicho por el maestro me parece especulativo y así se lo
expreso.
—Este sigue siendo un campo abierto a la especulación —afirma—,
pero que nos acerca a la entraña de ese conocimiento,
de este descubrimiento sobre el significado de la serpiente que,
no de manera casual, la mayoría de las civilizaciones universales,
desde tiempos remotos, ha identificado con una presencia
divina creadora de vida, directamente relacionada con
sus orígenes y así lo veremos cuando practiquemos el ritual
de la cohoba.
Los pobladores originales de Abya-Yala afirman que mediante
sus alucinaciones chamánicas, las plantas les comunican sus poderes
tanto curativos como destructivos.
2 Jeremy Narby: La Serpiente Cósmica, el ADN y los Orígenes del Saber.

12-
Yahíma indaga sobre la relación entre el hombre y la naturaleza.
Turey le aclara:
—Lo anterior evidencia que la relación hombre-naturaleza era
diferente en los comienzos, como dije, integral y dialogística; no
unilateral, depredadora y reduccionista. Así lo escuchamos en
antiguas voces mayas.
Sin saber de donde procede, una voz antigua nos murmura:
...Id a la casa de aposento y se os llevará ocote y puros al dormitorio,
le dijeron a cada cerbatanero. Siete un cerbatanero,
Shbalanké...
Me sorprende que el tabaco o cohoba en forma de puro, como
lo utilizaban los tainos, esté presente en el uso ritual dentro de las
tradiciones mayas y más me sorprende escuchar cuando Turey
interrumpe la voz cósmica y nos dice que también el tabaco aparece
en el Popol-Vuh, pero no hago comentario alguno, ya que la
antigua voz continúa:
...Una doncella llamada Shkik va al árbol que tiene la calavera de
cada cerbatanero, él le habló a la doncella: ¿Qué, no me deseas?
Le dijo la calavera. Sí te deseo, contestó la doncella. Está bien,
tiende entonces la mano derecha. Él le lanza un escupitajo (no
había saliva) y le dice: Solamente una señal te ha dado mi saliva,
mi baba... Así que la saliva viene a ser como mi simiente, como
baba que origina, es la hija del Señor... hija de sabios, de oradores,
no se perderá... Fue así engendrado un hijo de su vientre tan
solo por la saliva...
Cesa la voz y Turey nos dice que también en la cultura taina
aparece el concepto de ese tipo de fecundación, por vía del dios
Bayamanaco, portador de la saliva-cohoba-semen, quien, de ese
modo, engendró al ser humano sin utilizar la relación sexual. Algunos
de los participantes no comprenden el sentido de este símbolo,
por eso Turey dice:
—Tanto la calavera como el dios Bayamanaco son la expresión
de que cíclicamente de la muerte nace la vida y en ambos casos se

13-
valen de la saliva como si fuera el líquido amniótico, el fluido
seminal, o ese mar de energía universal que en el inicio no era
otra cosa que el ígneo magma germinativo de los comienzos de la
vida, eclosión continuadora de un pasado del planeta en formación,
dentro de un tiempo inmensurable que ya fue, para fecundar
con él a la representación del tiempo mensurable que será y
que vendría, a partir de la aparición del germen de la vida sobre la
Tierra.
—¿Pero qué sentido tiene la saliva en esa etapa de los comienzos
de la vida? —insiste Bruno.
Con calma, el maestro continúa:
—La integración de ese núcleo germinativo tiene como finalidad
engendrar al ser que estará dotado de la palabra, de ahí también
la simbólica saliva, transmisora de la experiencia verbal depositada
en el cromosoma —memoria, heredera de sabios y de dioses o
de las fuerzas cósmicas que precedieron al nacimiento de la expresión
oral.
La ausencia de relación sexual para la procreación, en esta etapa
de la vida, simboliza la subdivisión de la célula, que germina por
los mecanismos biológicos previos a la formación de organismos
complejos, dotados de diferencias sexuales que dieron a las criaturas
más desarrolladas la posesión de un género masculino o
femenino, perfectamente diferenciados. Sin transición, Turey
anuncia que pronto llegaremos a Guayabo de Turrialba, sitio arqueológico
enclavado en la zona atlántica de Costa Rica.
Al escuchar ese nombre pienso en la cosmogonía taina de Cuba
y en el nombre de un dios o cerní: Maquetaurie Guayaba, y esa
coincidencia en el nombre me lleva a preguntarle al maestro, quien
me dice que algunos investigadores valoran la posibilidad de que
la cultura que realizó obras y altares maravillosos en Guayabo de
Turrialba, haya tenido una raíz taina.
Así arribamos al Altar de las Cien Deidades y sentimos la fascinación
que esas impresionantes tallas en piedra, ejercen sobre
nuestra psiquis. Turey posee una rara capacidad de transformación
y en este entorno, parece una de esas pétreas y hieráticas
imágenes, cuando su voz nos hace llegar la siguiente revelación
de cuanto estamos contemplando.

14-
—A través del prisma con que miremos el misterio de este
sitio ceremonial, iremos al encuentro de ignotas deidades, a la
interpretación de un sitio que nos presenta estos exquisitos altares
como finos encajes tejidos en la piedra por manos ciclópeas,
en función de la conducta ritual de sukias, chamanes y behiques,
de ritos iniciáticos y de todo tipo que hubieran practicado
y al encuentro con aves conductoras de almas, con psicopompos
fabulosos, lo mismo que las almas de la mitología griega
eran conducidas a través de la laguna Estigia por la barca de
Caronte.
—¿Sus creencias eran las mismas que las de otros pueblos de
Mesoamérica? —pregunta Yahíma.
—Igual que muchos habitantes de Abya-Yala tenían fe en la
existencia de un alma que se traslada a otra vida después de emigrar
del cuerpo. La cosmovisión griega sustentaba esa profunda
creencia de una manera más o menos semejante a la religión
católica traída por los conquistadores, pero no sabemos exactamente
las creencias de la comunidad que realizó estas obras y
desapareció de estos parajes.
—Por eso insisto, maestro, en saber si los tainos de Cuba interpretaban
la vida después de la muerte de manera semejante a
otros pueblos, —interrumpo.
—No se apresure, Lyz, profundizaremos en este tema cuando
nos entrevistemos con dioses del panteón taino de Cuba, voy a
adelantarle que la diosa Atabey le enseñó a su pueblo la existencia
del espíritu y de una vida después de la muerte, en un sitio paradisíaco
denominado Coay-Bay, el país de los ausentes.
Otro paralelismo con mitologías diferentes aparece cuando vemos
que Tamoanchán, ese sitio mencionado en el Popol-Vuh, equivaldría
al Olimpo, pues también era el lugar donde habitaban los
dioses de la vida, así como Mictlán, donde habita la muerte es semejante
al Coay-Bay taino, ambos son el recinto de las almas en el
más allá y de los dioses que las rigen: Mictlantecuchtli y Mictlancihuatli
en Mictlán y Maquetaurie Guayaba en el Coay-Bay.
Afirmaban los tainos de Cuba que las almas u opías podían salir
en las noches y compartir con las personas vivas. Una de las razones
de esto es que la comida o alimento de los espíritus es el tabaco.

15-
Guardamos silencio, hondamente impresionados por todo lo
vivido, cuando Turey nos enfrenta a una nueva experiencia, tal
vez más difícil de abordar que las anteriores, al trasladarnos en
búsqueda del panteón taino del archipiélago cubano para
entrevistarnos con los dioses de un pueblo cuyas raíces fueron
exterminadas por la colonización.
Reparte en pequeñas jicaras de güira un brebaje de color rojo
como la sangre, compuesto por hierbas en las que están presentes
el tabaco en flor, el chamico, la albahaca y la flor del maguey.
Para prepararnos mentalmente a esta nueva experiencia, Turey
se refiere a un hecho científico relacionado con las propiedades de
algunas plantas utilizadas por los pueblos indocaribeños:
—Como hemos visto, los behiques conocían y los chamanes
afirmaban que las plantas hablan y comunican sus poderes. Los
pueblos indocaribeños y específicamente los indocubanos, hasta
la fecha de su desaparición, consumían tabaco en polvo puro o
mezclado con otras plantas psicotrópicas, que tenían como base
la dimetiltriptamina, uno de los ingredientes activos de la ayahuasca,
planta prolijamente consumida por chamanes de diferentes
tribus de la Amazonia occidental, de la parte peruana, de
la ecuatoriana y de la colombiana de la cuenca, mezclada con el
polvo de tabaco. El cerebro humano secreta de forma natural la
dimetiltriptamina, y según Jeremy Narby, las visiones de los indígenas,
que revelan las propiedades de las plantas, parecen constituir
una información verificable por la ciencia y los perfiles
moleculares de la serotonina se asemejan tanto a los de las plantas
alucinógenas, que esas sustancias naturales pueden abrir el
interior del cerebro con la precisión de una llave. Ese antropólogo
asegura que por vía de la ayahuasca y el tabaco él había visto
serpientes enormes de una gran fluorescencia, y que sus visiones
no se parecían a nada conocido, ni observado anteriormente,
lo que había visualizado podía ser, aunque no con exactitud,
una equivalencia del ADN, semejante a las visiones que los
ayahuasqueros le referían.
Con aire preocupado Bruno le pregunta al maestro.
—¿Es científicamente verificable esa información?

16-
Él le responde:
—A los efectos de nuestro viaje en busca del pensamiento esotérico,
del mundo cosmogónico y del espíritu de estos pueblos que
tienen mucho que enseñarnos, respecto a una nueva forma de
interiorizar y de vivir dentro de otra concepción temporal espacial,
creo que la opinión de científicos, filósofos, biólogos, arqueólogos,
antropólogos o historiadores es interesante en tanto vaya
surgiendo como aclaración para los que estamos formados dentro
de la cultura occidental, pero es circunstancial y solo nos será
útil en la medida en que nos ayude a alcanzar nuestros objetivos,
que son otros y motivaron este viaje... Los habitantes de la Amazonia
peruana aseguran que la ayahuasca es la madre del tabaco,
el tabaco es su hijo y es menos fuerte como alucinógeno, pero
ambos contienen dioses. Veremos serpientes si tomamos ayahuasca,
porque una serpiente es la madre de la ayahuasca, y la fuerza
y características propias del tabaco son la fuerza más poderosa
del mundo para atraer a los espíritus que establecen el mejor contacto
entre las almas que viven y las de quienes han muerto.
Lo mismo que las ondas del radio, los espíritus están flotando
por los aires. Las almas no se perciben a simple vista, pero una
vez que se utilizan el tabaco, la ayahuasca y el chamán les canta,
se oye la música más bella jamás por nadie conocida y es posible
verlas y escucharlas. Todo eso atrae a los espíritus.
El maestro enfatiza estas presencias serpentiformes en las alucinaciones
chamánicas y en el reino vegetal, que deviene animal
en la concepción animista de estos pueblos. Nos sumergimos en
un magma donde giramos vertiginosamente en espiral y al influjo
de ese vértigo van apareciendo islas, mares, canoas, e ídolos
antropomorfos y zoomorfos que producen silbidos, gesticulan y
emiten sonidos o palabras ininteligibles. Finalmente vamos a parar
a un valle hermoso y verde sembrado de mogotes, esos raros
montículos en forma de mesetas que emergen en la parte más
occidental de la isla de Cuba.
Turey nos reúne en un lugar situado entre dos mogotes y señalando
al cielo exclama:
— ¡Miren, aquella estrella brillando como si se encendiera y
apagara es Sirio! Tal vez antes del Diluvio, en Sirio, la estrella

\7
más brillante del firmamento, perteneciente a la constelación
Can Mayor, ocurrió el desprendimiento de una imponente bola
de fuego.
Algunos meteoritos de mayor tamaño llegan al suelo con las
dimensiones de una pelota de béisbol y producen tremendo impacto.
Otros mayores aún, producen choques impresionantes,
como el ocurrido en Estados Unidos, el de Tugutska en Rusia y
otros. Se supone que uno de esos meteoritos de grandes dimensiones
haya caído en la cuenca del Caribe y algún otro fuera la causa
de la extinción de los dinosaurios.
Aunque sabíamos que Sirio es una estrella y solo produce explosiones
de hidrógeno que no viajan a parte alguna, alucinados,
creemos ver aquel extraño objeto venir hacia nosotros a una velocidad
amenazante... Repentinamente ese espectacular meteorito
parece diluirse en el espacio y el paisaje se aquieta en nuestro
entorno.
Este original guía y orientador, con voz de nube, continúa impasible
:
—Está registrado por diversas culturas de la antigüedad que
aquel ígneo desprendimiento cayó en nuestro planeta y, erróneamente,
todos tabularon que procedía de Sirio. Desde esa estrella,
casi dos veces y media mayor que el Sol, este brillante objeto no
identificado tenía que haber recorrido 87 años luz para caer en
esta isla del mar Caribe, llamada por los nativos Cuba o Cubagua.
Yahíma pregunta en qué culturas se veneraba a Sirio y su relación
con la cosmovisión taina.
—Esta estrella era reverenciada en el antiguo Egipto —complaciente,
Turey le explica—, porque los egipcios creían que anunciaba
las crecidas del Nilo, por tanto las buenas cosechas. Sirio
no puede influir en las crecidas, pero la salida de Sirio coincide
con la del Sol durante los días más calurosos del año, cuando se
producen inminentes lluvias en las fuentes del río y sirve como
indicadora de las crecidas caniculares del Nilo, no porque las
cause, sino por su aparición coincidente, sin nexos causa-efecto.
Los egipcios le construyeron templos con cámaras interiores iluminadas
por su luz, que también puede ser vista desde cualquier
sitio terrestre.

ÍS
—¿Coincidencia o transmisión de creencias entre dos culturas tan
distantes? —comenta Bruno, mientras Turey impasible continúa:
—El dios o cerní tras cuya huella marchamos, llamado Bayamanaco,
es muy diferente en su forma externa, en sus atributos y
en sus características internas, a los restantes dioses de la
cosmogonía taina. La tradición de esta cultura, lo asume como
llegado a bordo de ese aerolito ígneo que los antiguos creyeron
ver partir desde Sirio. Trajo consigo, para beneficio de los
seres humanos: el casabe, el fuego, el tabaco y el secreto de la
saliva-cohoba-semen.
Le pregunto al maestro cuáles son los beneficios traídos por
Bayamanaco, pero él, aunque me responde, se extiende en
divagaciones acerca de la Atlántida y su posible relación con tan
original cerní:
—Se le atribuye ser el creador del género humano en su forma
actual. Ya veremos de qué manera lo engendró. Es una entidad
terrible y maravillosa a la vez, como lo son las fuerzas de la naturaleza.
Otra de las leyendas sobre su origen nos guía hasta la Atlántida,
ese controversial paraíso perdido, cuya existencia aún se discute,
y nos lleva a recordar la hipótesis que sustenta que la gran
potencia, que en ese territorio habían desarrollado sus gobernantes,
extendió su influencia hasta el continente americano.
Se supone que una catástrofe natural devoró aquel emporio de
progreso y sabiduría, pero que ese continente perdido, isla o archipiélago,
legó sus conocimientos a otras civilizaciones. También
se especula, como muchos autores han dicho de los mayas,
que los pueblos, cuando alcanzan un alto grado de desarrollo, son
capaces de acceder a otra dimensión temporal espacial. Esta no
es una ley natural, sino una manera de explicar lo inexplicable,
enmarcándolo en un hálito de enigma y de leyenda.
Bruno hace referencia a tantas y tan controvertibles especulaciones
que existen acerca de la Atlántida, en las que los sacerdotes
egipcios, según antiguos documentos, le refirieron a Solón lo sucedido
en ese sitio y cómo en sus Diálogos de Critias y Timeo,
Sócrates afirma que este territorio se encontraba al occidente del
estrecho de Gibraltar, o sea de las Columnas de Hércules.

19-
El maestro reflexiona como hablando para sí, siempre mezclando
información para despertar nuestro interés:
—Así, el pasado se enlaza en una red de informaciones que
parecen construir un código de señales inescrito, tanto en las referencias
sobre la Atlántida, como sobre ciertas montañas de África,
Europa, Asia y América; se plantea que los megalitos africanos
han resultado ser formaciones rocosas espontáneas y accidentes
orográficos. Todas esas señales pudieran ser formaciones naturales
o tal vez la huella marcada por una o varias civilizaciones
cuyos enigmas no hemos podido descifrar aún. A veces se les atribuyen
a los atlantes, otras se especula sobre su posible origen
cósmico y algunos autores vuelven la mirada hacia los sumerios,
como para reconocer que fueron los creadores de la primera
civilización conocida en nuestro planeta, aunque no tenemos
noticias de que hayan dejado en la Tierra nada semejante a los
megalitos.
Cada encuentro con una nueva deidad desde mi entrada en
este mundo, me aporta cientos de vivencias, capaces de guardar
un pozo de contradicciones inagotables.
De este extraño ídolo taino a cuyo encuentro nos dirigíamos,
lo único que yo sabía era su aporte al mito de la creación del género
humano, que su imagen era semejante a la que algunos cultores
de ciencia ficción les atribuyen a los extraterrestres y que la leyenda
taina lo consideraba procedente de Sirio, o sea, un extraterrestre,
de modo que ardía en curiosidad por internarme en su mundo
legendario.
El maestro nos advierte que antes de comenzar la entrevista
con esta entidad terrible llamada Bayamanaco, hemos de internarnos
por dédalos históricos y geográficos destinados a conducirnos
a través de una síntesis de caminos, hasta su augusta
presencia.
—Debemos tener presente que cada cultura simboliza a los astros
y asocia los poderes que representan con fuerzas diferentes.
Por ejemplo, entre los indios yagua de la Amazonia peruana, se
considera al Sol fuente de energía de luz y calor, hijo de la Luna y
a ambos como principios masculinos. La Luna es el padre del cielo
y fecunda a la Tierra en relación incestuosa, pues esta es su

y
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hermana. La luna nueva representa el tiempo de los alucinógenos;
la luna llena, el de la siembra, y su paso por el cielo, el regulador
de los procesos menstruales de la mujer.
Deseo abordar con gran curiosidad la nueva aventura junto a
este Turey diferente al que conocimos en el Continente, más desenfadado
y con ese aire ligero, sensual y un tanto impredecible,
característico de los habitantes de esta isla caribeña.
—Vamos a la cueva situada junto al mar —nos dice—, rumbo
a los sitios que abordaremos. A partir del momento en que comencemos
a desplazarnos, no podremos regresar. Si confían en
mí, volveremos al punto de partida. Si se disocian, corren peligro.
Debemos mantenernos unidos, si alguien se aleja, puede quedar
para siempre en la búsqueda inútil de posibles respuestas.
Me preparé mentalmente, hasta donde mis nervios me lo permitieron,
pues un temor a lo desconocido se apoderó de mi voluntad.
Solo el aspecto despreocupado del maestro me inspiró
confianza y me hizo pensar que no estaba hablando en serio. En
el camino hacia la cueva, Turey recogió algunas hojas de tabaco
y flores de campana. Al llegar, arrancó de entre las rocas una
planta a ras del suelo, cercano al mar, formada por pequeñas hojas
carnosas, semejantes a vesículas.
Dentro del recinto, tomó un puñado de guano de murciélago y
lo mezcló con agua en un recipiente que extrajo de su mochila.
Lo mismo hizo en otro, con las hierbas y las flores. Prendió fuego
frotando maderas secas, encendió un tabaco al estilo indio y, con
toda calma, puso a hervir aquella mixtura.
Mientras aguardábamos la cocción, nos instalamos sobre unas
piedras grisáceas, semejantes a animales antediluvianos. El humo
de la cohoba saturó el ambiente.
El maestro agregó al recipiente, unas raíces y unas piedras.
Cuando todo aquello comenzó a emanar un fuerte aroma picante,
similar al alcanfor, él se puso a cantar, en voz baja y en una
lengua que no comprendí, una tonada cuyas modulaciones yo
jamás había escuchado. Sirvió en las jicaras el humeante cocimiento
de flores y hierbas y ordenó: ¡Beban!
Lo obedecí con disgusto. Mientras bebíamos y el sahumerio
mareaba con su penetrante olor, Turey comenzó a hablar:

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—Nos remontaremos a épocas anteriores a los antecesores continentales.
Soñemos que vamos a visitar la Atlántida. No pregunten
a cuál de las versiones: tal vez vayamos a ese paraíso perdido
que todos llevamos dentro, o al encuentro con alguna isla capaz
de guardar, como la de Pascua, inexplicables figuras que inspiran
tanto a investigadores como a científicos y artistas. Posiblemente
de ahí parta la expresión de Benvenuto Cellini cuando dijo que los
que llegaron primero a esta isla bien tienen el derecho a pedir que
les respetemos y honremos su memoria, no solo como un acto
mínimo de contrición por la forma en que fueron tratados, sino
también como un reconocimiento a su gran calidad como artistas...
Ellos no pueden ser llamados salvajes.
—¿Y de qué forma los Atlantes pudieron influir en las culturas
de América? —inquiero.
Al hablarle, sentía que todo giraba a mi alrededor. Su voz me
pareció ajena y con tonos metálicos:
—Pensemos en los terremotos y catástrofes sísmicas devorando
ese emporio de progreso y sabiduría, pero aquel continente
perdido ¿dejó su estela o no en otras civilizaciones? Converso con
un Turey distinto, mientras se desarrolla ante mis ojos la escena
que él describe. Al contemplar ese mundo en destrucción, se apoderó
de mí una angustia inenarrable. Turey parece adivinar mis
sentimientos, y con gesto duro me impone silencio.
Su metálica voz continúa:
—Quizás esto ocurrió en nuestro planeta, o tal vez sea una
especulación.
Escuchando estas palabras se transforman nuestras visiones
y, trasladándonos sin darnos cuenta, de pronto vemos cuando
Julio César se apoderó de la Galia y prendió fuego a la valiosísima
biblioteca de la casta superior de los druidas, de donde se dice que
Pitágoras obtuvo sus conocimientos. Quién sabe si allí sucumbieron
secretos capaces de aclarar estos misterios.
Sentí el fuego que aniquiló la cultura de los druidas casi quemar
a ese otro yo que caminaba en el ayer. Turey nos conducía rumbo
a la búsqueda de una verdad devenida nueva de tan antigua.
Él observó que me hallaba al borde de un abismo, me dio una
palmada en el rostro como para despertarme y me obligó a beber

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del agua que brotaba entre las grietas rocosas dentro de la cueva, al
tiempo que me instaba a descansar en un aislado rincón.
En esas horas de distanciamiento, lejos de la vorágine exterior
y dentro de este recinto subterráneo, pensé mucho en todo lo sucedido
desde nuestro primer encuentro en Iximché. Decidí dedicar
el tiempo a meditar ¿cuál era la mejor forma de asomarme día a
día a estos mundos diferentes, llenos de inquietantes estímulos?
Llegué a la conclusión de que aunque existe una coherencia
interna entre todos ellos, cada uno tiene perfiles propios y una
profunda razón de ser. Mi manera de ver esas cosmogonías y el
criterio inicial con el que llegué hasta ellas, ha variado totalmente.
Turey ha logrado despertar en mí una serie de inquietudes y
cada uno de los temas que hemos abordado es una puerta entreabierta
para penetrar a universos fabulosos de los que solo he logrado
vislumbrar un tenue reflejo, pero me siento feliz de haber
comprobado que la osadía con la que él deja entrever determinados
criterios, no constituye una falta de rigor científico o histórico,
sino el reto a tener una valoración más analítica de estos
incomprendidos dioses olvidados.
Turey rompe mis pensamientos para decirnos que aunque en
esta zona es donde puede haber caído el meteorito de fuego o haber
surgido el mito de la nave ígnea portadora de Bayamanaco,
nos trasladaremos a la Isla de Pinos, marco ideal de la experiencia
que vamos a realizar.
Nos encontramos en medio de una cantera de mármol que relumbra,
espectral y blanca en la noche lunar, como si hubiéramos
alunizado. El maestro nos anuncia que al fin vamos a vernos
con ese dios, el más controversial de los cemíes y que desea preparar
nuestra mente acerca de lo que vamos a conocer.
Aparece en la noche la mitológica figura del cerní, como acuclillado
en una especie de banqueta. Un gran disco semejante al
ala de un sombrero, a la antena de un radar o a un equipo para
recibir señales de televisión, se sustenta sobre su cabeza, muy grande,
casi triangular, de agudo perfil cubierto por algo similar a una
escafandra o una coraza metálica, lo mismo que el traje que le
cubre el cuerpo, más pequeño en relación con la cabeza. Muchos

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se han preguntado si ese disco simbolizará su conexión con una
nave nodriza. Sus ojos están ocultos tras unas enormes gafas casi
cuadradas, sus orejas parecen llevar unos audífonos y la postura
de sus manos es la de haber portado algún objeto o timón que no
podemos ver.
Turey nos mira fijamente y parace levitar cuando nos dice:
—Si les hablo de naves espaciales, de visitas extraterrestres, de
mundos paralelos y de complejas mitologías y las relaciono con
Bayamanaco, no es para afirmarles o negarles que este fetiche
sea o no uno de esos ejemplares. Es para hacerles comprender la
importancia de la posibilidad. La posibilidad como tal, marca la
convicción de que en cada uno de los dioses y en cada uno de
nosotros está latente todo lo posible, presente en las fuerzas que
los crearon y nos crearon; ya sean ellos el producto de nuestras
mentes, o ya tengan nuestro mismo origen...
Yahíma le consulta al maestro si esa es la historia terrenal o la
esotérica de ese cerní y él aclara:
—Unas veces escucharemos parte de su historia terrenal, la que
le adjudican los cronistas como la interpretaron al hacer contacto
con los tainos. Otras, escucharemos las voces de muchos dioses
que, al pasar por las múltiples cosmogonías creadas por diferentes
pueblos del planeta, entonarán un coro místico de sonidos a los que
debemos darles interpretación para percibir su mensaje.
Esto no es válido únicamente para Bayamanaco, sino para lograr
extraer de ese coro gigantesco de dioses universales de todas
las cosmogonías y de todos los tiempos, aquellas voces que necesitamos
escuchar.
La magia del lugar, las sombras que se alargan y se proyectan
sobre los farallones de mármol y la incomprensible estatua de Bayamanaco,
logran excitar mi imaginación y me llenan de interrogantes.
Pero en fin: ¿quién es Bayamanaco? Concretamente, ¿qué
sabe usted sobre él?, pregunto compulsivamente.
Turey contempla la figura tallada, que aparenta moverse o tal
vez se mueve y se comunica con él, entre las luces y sombras de la
noche. Nos pide a todos observarla en silencio. Despues habla:
—Es absurdo suponer que todo se sabe y mucho menos aquello
concerniente a los dioses. Bayamanaco es el dios del fuego, se

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le considera como al dios más viejo o abuelo de los dioses porque
es antiguo hasta perderse en la noche de los tiempos.
Bayamanaco es el eterno. A lo largo y ancho del mundo el dios
del fuego ha aparecido con muchos nombres y se ha manifestado
de múltiples maneras y con infinidad de rostros, pero en todas
partes su esencia es la misma.
Este espíritu del fuego trajo el secreto del casabe, pan de los
aborígenes, y el ritual de la cohoba, cohiba o tabaco, vía a través
de la cual los hombres se comunican con los dioses. Todos respetan
su omnipotencia, pues juzgan que los demás cemíes son mensajeros
del que confiesan es único, sin fin, omnipotente e invisible.
Quizás por tener ante mí la imagen del cerní a la luz de la
hoguera que hemos encendido, me sobrecoge su insólito diseño,
la razón de la terrible expresión de su rostro y el secreto de su
procedencia. Le digo a Turey que si de esa extraña manera se
representa a ese dios, deseaba conocer todas sus características.
—Vamos por pasos, Lyz. Contenido, diferentes formas que asume
y características generales irán apareciendo paulatinamente.
Se le representa como el creador del género humano. Aparece,
como este que vemos, esculpido en ídolos semiacuclillados, con
vestiduras sugerentes a corazas metálicas. Su cabeza asume una
triangularidad de proporciones notablemente exageradas y atributos
a nivel de los ojos y las orejas. Su expresión es feroz como lo
es el fuego personificado por él y parte de su poder lo concentra en
una mágica saliva con la que es capaz de engendrar a otros seres.
También se le ve en figuras con rostros de expresión furibunda y
cuerpos esquemáticos. Este tipo de diseño se utilizaba con frecuencia
en pequeño formato, para llevarlo atado sobre la frente
de quienes se ponían bajo su advocación.
Bruno desea saber qué significaba llevar la imagen atada sobre
la frente y Turey estimula su curiosidad científica al especular:
—No puedo decirle a qué creencia o tradición responde el hecho
significativo de atar esta deidad en medio de la frente. Es posible
que en sus orígenes, este haya sido un atributo de transmisión y
comunicación, dotado de determinadas cualidades o potencialidades,
utilizado justamente en el sitio del tercer ojo, con el fin de recibir
y responder a través de él, mensajes procedentes de su lugar de

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origen. Al pasar a lo largo de los siglos, de tribu en tribu y de generación
a generación, a manos de clanes menos desarrollados, pudiera
ser que esos secretos de alta magia se hubieran perdido y
devinieran simples ídolos con significación meramente ritual.
—¿Sobre esa base le parece viable especular acerca de las potencialidades
de una deidad, cuya imagen pudo ser utilizada como
instrumento a través del cual desconocidas fuerzas físicas y psíquicas
se unieran para lograr determinados niveles de comunicación
extrasensorial? —insiste Bruno.
—Eso es una especulación, pues lo planteado solo sería posible
de haberse originado ese dios en una civilización altamente desarrollada
—aclara Turey. Ese no es el estadio en el que se encontraban
los tainos de Cuba, en el momento en que Cristóbal Colón
exclamara: ¡Es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan
visto! La imaginación nos lleva lejos en sus alas. Ya les he dado la
versión aborigen prehispánica de su origen mitológico procedente
de Sirio —añade. A partir de ese análisis, explicaré en qué consistían
los poderes de este cerní, mediante una historia creada por
los tainos para, a través de ella y de su paralelismo con otras
mitologías, ir destejiendo la tela hasta llegar al hilo.
El maestro me daba la impresión de estar contando un cuento
a un auditorio infantil. Así era de afable su expresión:
—Los cuatro gemelos, hijos de Itiba Cahubaba, se introdujeron
mediante ardides en la casa de Bayamanaco y le robaron el secreto
del fuego, del casabe y de la cohoba. Esta es la etapa mitológica,
poblada por dioses y semidioses, previa a la creación del hombre en
su estadio actual. Les recuerdo que en muchas mitologías universales
y, particularmente en las indoamericanas, existieron cuatro
etapas anteriores o cuatro soles, precursores del Quinto Sol o la
aparición del hombre del maíz, o sea, lo que somos los seres humanos
actuales, ya que aún estamos dentro del Quinto Sol.
Relata Pedro Mártir de Anglería que estos cuatro hermanos
anduvieron errantes tanto tiempo que ya casi se morían de hambre
y comenzaron a llamar pidiendo casabí o casabe, es decir,
pan. Cuentan que el panadero escupió tan acremente sobre la
espalda de Deminán Caracaracol, el primero que entró, que del
golpe o guanguayo le salió en la espalda un tumor tan hinchado

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que casi murió, pero sus hermanos lo abrieron con una piedra
aguda y de la llaga nació una mujer (la caguama), de la cual
usaron todos y cada uno de los hermanos, dando así origen a los
h ombres que poblaron la Tierra. Por ello se considera a Bayamanaco
el abuelo y creador del género humano. De ahí también la
reafirmación de su procedencia cósmica.
Por su parte, fray Ramón Pané agrega que cuando los cuatro
gemelos llegaron a la puerta de Bayamanaco y notaron que era el
dueño del casabe pronunciaron: ayacaro guarocoel, que quiere
decir conozcamos a nuestro abuelo.
Entonces Deminán Caracaracol se adelantó a sus hermanos,
entró en la casa para ver si podía hallar algún casabe o
casabí —que es el mencionado pan que se come en aquel país— y
le pidió casabí. Bayamanaco se puso la mano en la nariz y le echó
en la espalda un guanguayo, una mucosidad llena de cohoba que
había mandado a hacer aquel día.
Me percato de que Turey se remite a la información recogida
por los cronistas españoles de mitos y prácticas rituales, totalmente
ajenos y opuestos a su cultura, a su religión y a su manera de
pensar, que los hacía interpretar superficial y erróneamente los
símbolos de una realidad tan diferente.
Como si me adivinara, el maestro continúa:
—Trato de llevar esta elemental información de las fuentes
coloniales hacia niveles analíticos e interpretativos, que nos permitan
enriquecer este conocimiento, al establecer posibilidades
paralelas y teorías que nos ayuden a encontrar la profunda realidad
de estos dioses.
—¿Qué significado tiene ese tipo de procreación no sexual realizada
por medio de la saliva-cohoba-semen —indago con nuestro
mentor.
—¿No recuerda que en el Popol-Vuh existe este mismo símbolo
de procreación y lo vimos en textos sagrados cuando conocimos
a Shbalanké y a Siete un cerbatanero? Comparemos ambas
mitologías.
El simbolismo saliva-cohoba-semen guarda relación directa
con diversas facultades inherentes al ser humano desarrollado,
perteneciente al Quinto Sol.

27-
La saliva representa la palabra, como vehículo de la relación
oral, la encarnación del verbo creador y, a su vez, la verbalización
de lo esencial, el líquido fluir del mágico sonido, tan significativo
para estos pueblos. La cohoba, con las características que posee el
tabaco, al ser la base del sagrado ritual que viabiliza la comunicación
con los dioses y con los espíritus, significa la génesis del
espíritu y del pensamiento, la expresión pensante de lo abstracto,
el canal de las ideas y la raíz del conocimiento. El semen simboliza
el vehículo de la formación material, la encarnación de todo lo
anterior en una nueva criatura; es la vida sembrada dentro de la
madre Tierra, desde la célula hasta el homo sapiens, otorgada por
un dios con sus esencias, por la energía cósmica esencial, como
base de la vida única en el planeta, no dada en sus inicios por
medio de la relación sexual.
Yahíma y otros miembros de nuestro grupo insisten en conocer
con mayor profundidad el simbolismo de la caguama, pues
en el lugar de donde ella procede, es un animal sagrado.
De pronto, en la semioscuridad, se proyecta entre las blancas
aristas del mármol la enorme silueta de un quelonio, ya sea caguama
o tortuga, parada sobre cuatro elementos que me recuerdan
los cuatro puntos cardinales.
Turey la compara con otras culturas y la describe así:
—Esta caguama representa el elemento femenino donde los cuatro
gemelos depositan la simiente del ser humano y guarda paralelismo
con la antigua representación del planeta Tierra, que se
asentaba sobre el caparazón, o sea, sobre la espalda de un quelonio.
Los cuatro gemelos pueden relacionarse con los cuatro pilares, los
cuatro puntos cardinales y con el surgimiento o nacimiento del ser
humano en las cuatro latitudes del planeta, además de representar
las cuatro estaciones del año y otros símbolos como las regiones
celestes y las cuatro eras anteriores al Quinto Sol.
Ya en la cosmogonía egipcia aparecen cuatro animales machos:
ranas y cuatro hembras: serpientes, que dieron lugar a la
luz, al Sol y a todas las demás cosas.
Los perfectos, o sea, los cátaros, consideraban a la abeja como el
símbolo milagroso de la concepción, sin previo acto sexual, como
fue concebida la caguama.

28-
Un sociólogo del grupo se interesa por saber si la aparición de
la caguama incidió en esa sociedad. Turey lo afirma:
También el hecho de que la caguama cohabitara con los cuatro
gemelos para ser fecundada, representa el inicio de la etapa
diferenciada de la reproducción sexual y un instrumento de poder
para continuar la herencia del cacicazgo por la vía femenina, o
sea, matrilineal, ya que entre los tainos era costumbre que el día
de la boda la recién casada cohabitara con varios hombres pertenecientes
al clan del esposo. Al finalizar este ritual, ella salía a la
puerta del bohío y exclamaba: ¡manicato, manicato!, que quiere
decir: esforzada, esforzada. Así no se podía atribuir la paternidad
del primogénito a una persona determinada, pero sí garantizar,
por vía matrilineal, la procedencia del clan del esposo. Simbólicamente,
el apareamiento de los cuatro gemelos con la caguama
garantizaba que no se supiera a cuál de ellos se debía la paternidad
del primer ser humano, este sería hijo de los cuatro.
—Maestro, ¿y si lo analizamos desde un punto de vista religioso?
—le sugiere Yahíma.
—Si volvemos la mirada hacia antiguas religiones, la saliva-cohoba-semen
implicaría el concepto de la trilogía divina, reforzada
por la estructura triangular de la cabeza del cerní que,
unida a su desproporción respecto al cuerpo, se asemejaría a la
imagen que algunos autores de ciencia-ficción, como antes vimos,
le atribuyen a ciertos extraterrestres, procedentes de culturas
muy avanzadas. Se trata de ciencia-ficción, pero estas características
nos llevan a preguntarnos de nuevo por qué usaban los tainos
este tipo de ídolo, atado sobre la frente y si existía alguna
relación entre esa manifestación ritual con un recuerdo ancestral,
relacionado con aquel extraño abuelo mítico.
La trilogía yoruba Olofi-Olordumare-Olorun reúne en una sola
proyección de poder supremo las fuerzas de la naturaleza, las fuerzas
de la vida y el poder del sol como fuente de energía.
Encontramos en el Júpiter latino, en Zeus, padre de los dioses
y de los hombres, tres símbolos de supremo poder que son: el cetro,
el águila y el rayo. En las esculturas y pinturas griegas más
antiguas aparece con carácter terrorífico blandiendo el rayo, y
como poseedor del trueno, del relámpago y del fuego, en la trilogía
que le otorgaron los cíclopes.

29-
Turey establece una relación indisoluble entre Bayamanaco y
los cuatro gemelos y esta simbólica alianza, llena de contradicciones,
representa mucho más de lo que recoge la leyenda, ya que significa
la aparición de un ser superior, dotado del don de la palabra, del
pensamiento y de la acción voluntaria y engendrado en este planeta
por el dios del fuego, procedente del espacio.
Trato de impedir que Turey pase a exponer nuevos aspectos, y
le pregunto qué otro símbolo entraña la relación de Bayamanaco
con los cuatro gemelos, o si existen otras relaciones con simbologías
más complejas, ya que recuerdo lo mucho que aprendimos
sobre el significado del símbolo en estas culturas.
Al pedirle Deminán Caracaracol a Bayamanaco el secreto del
fuego, del casabe y de la cohoba, estaba reclamándole al dios los
elementos vitales para la vida humana en el planeta. Al serle negados,
logró hurtarlos ayudado por sus hermanos, con la intención
de otorgar estos secretos a los seres que ellos habrían de
engendrar. En esta alegoría está implícito el simbolismo de la lucha
entre el ser primitivo y las fuerzas de la naturaleza.
El fuego es colérico, a la vez creador, destructor y brutal. Bayamanaco
es el fuego que no se deja persuadir por la palabra,
sino por la acción; al fuego y al rayo hay que robarles sus poderes
para ponerlos bajo el dominio del ser humano. Este robo de Deminán
recuerda la hazaña de Prometeo al entregarle a los hombres
el fuego sagrado y la de Quetzalcóatl, al sustraer primero los
huesos para crear al ser humano del Quinto Sol y luego el maíz
para alimentarlo.
No obstante, esta simbología queda envuelta en el ámbito de
los enigmas, relacionados con el conocimiento de Sirio, el astro
más rutilante del firmamento, del que se pensaba establecía contacto
con la Tierra. Los dogones aseguraban que un satélite de
Sirio estalló en el primer año de estancia de los hombres en la
Tierra, como si esos hombres hubiesen venido de allá.
Bruno piensa que lo que aún se considera un enigma, pronto
puede ser descifrado por la ciencia y Turey deja abierta la posibilidad
al decir:
—Confrontemos esta información con la de la mitología taina,
donde se plantea la llegada de Bayamanaco producida por un evento

30-
cósmico similar al referido por los dogones, a partir del cual fue
engendrado el hombre. Este es el momento de su aparición sobre
la Tierra. Ese es uno de los antiguos misterios que, bajo diferentes
versiones, aparecen en las diferentes culturas. Todo
establece una relación con lo ocurrido después del estallido de
aquel satélite, que necesitó doscientos cuarenta años para que
su luz se extinguiera.
Retoma ese tono tan personal como enigmático:
—Como se ve, los antiguos misterios tenían un gran contenido
astronómico y no podemos olvidar que en todo el Mediterráneo,
también existían creencias relacionadas con Sirio, similares a las
de los dogones y muchos aseguran que de haber existido contacto
con civilizaciones extraterrestres, este se habría producido en alguna
parte de África, a mucha distancia de estas islas caribeñas.
No obstante, hay enigmas que tienen una manera misteriosa
de manifestarse, porque en lo que respecta a Cuba, existen evidencias
de antiquísimas migraciones posibles, no tan distantes
como las que se refieren a Sirio, sino procedentes del Mediterráneo,
ocurridas en tiempos precolombinos.
El paisaje ha cambiado en nuestro entorno y estamos dentro
de una cueva contemplando unas pictografías semejantes a maquinarias,
a personajes con exóticos atavíos, un elemento en forma
de cruz, de difícil interpretación, y aquel conjunto dándonos
la impresión de no integrar un todo coherente, un discurso, sino
como alguien que va tomando notas gráficas, inmediatas de lo
que ocurre, para que no fuera olvidado.
La voz de Turey me saca del asombro:
—Los arqueólogos Jorge Díaz y Edilio Estopiñán del grupo
Cacique Yoguacayex, de Matanzas, reportan que en 1988 fue
hallada en San José de las Lajas una piedra cilindrica de forma
fálica, que presenta incisiones correspondientes al antiguo alfabeto
Ogam de los celtas ibéricos de Portugal y del sur de España,
de entre el 800 y 300 a.n.e. Esta inscripción se relaciona
estrechamente con algunas encontradas en otras Antillas y en
Norteamérica.
En 1989 el grupo Cayobarién descubrió el mayor sitio funerario
en Cárdenas, Matanzas, donde aparecieron los restos de

31-
una joven europea de diecinueve años, estos restos cuentan con
2 420 años, período de comercio trasatlántico.
Se hallaron también pictografías de la cueva de Ramos de Caguanes
con la escritura Ogam de los celtas ibéricos, pictografías
circulares con una cruz interior y otras en la región de Guara. Lo
curioso es que los círculos que aparecen con una cruz interior y
los círculos concéntricos, los dibujos de escaleras conjuntamente
con los de líneas cruzadas en forma de tableros fueron, en los
comienzos de la Edad de Hierro y en la de Bronce europea, la
simbología esotérica que caracterizaba el culto al Sol.
Recientemente he leído en estas investigaciones, que múltiples
hallazgos de estas y otras remotas emigraciones continúan
apareciendo en esas zonas y en algunas más distantes, con caracteres
fenicios, ibero-púnicos, inscripciones libias del norte de
África y romanas arcaicas con caracteres etruscos. Estos hallazgos
hacen pensar en niveles de información y comunicación totalmente
diferentes a los que se valoraban hasta que fueron
descubiertos.
Turey ofrece una serie de datos que abren un nuevo panorama
en torno a esta inquietante incógnita.
—En cuanto a la posibilidad de un Dédalo aborigen en la prehistoria
cubana, la existencia de dibujos rupestres que encierran
un pensamiento de anticipación obliga al análisis detenido de la
estructura intelectual del pensamiento de un hombre que dejó en
las paredes y en los techos de las cuevas de la Isla, hace aproximadamente
6 OOO años, trazos que contienen información técnica
esquematizada, y estos esquemas informan sobre un hecho
tecnológico concreto: máquinas.
Regularmente el arte rupestre de diversas partes del mundo,
en la etapa paleolítica, está asociado al pensamiento artístico figurativo,
al pensamiento volcado en imágenes, al reflejo simple
de la realidad, al reflejo de los hombres y de los animales que
integraban el entorno natural.
En esta oportunidad, el hecho reflejado no se deriva de la naturaleza
circundante, hay una diferenciación entre los objetos
usuales y los objetos de apariencia sorprendente o extraña. Por
ello, siento que ignoramos quiénes produjeron estas pinturas

32-
rupestres y qué objetos, qué maquinarias no producidas por la
naturaleza, se reflejaron exactamente en ellas.
Todos nos interesamos en profundizar el conocimiento de estas
pictografías y Turey nos explica:
—Dentro de esas pictografías está representada una visión dinámica
del mundo que permite catalogar los objetos por su naturaleza,
lo cual constituye un testimonio veraz de la realidad
que rodeaba a quienes las realizaron, resultado de un pensamiento
lógico abstracto que recoge toda una información útil
para proporcionar lo que nunca está al alcance de la observación
directa.
En los dibujos se observa la participación del proceso creador
de la actividad de la conciencia y las impresiones concretas reelaboradas
por ella, como actitud cognoscitiva manifestada en una
verdad artística. La del arte es la misma que la de la vida: la recreación,
el uso de la visión inmediata o de la memoria para recoger
en síntesis los atributos esenciales más importantes en el
proceso de comunicación de la forma, y que esta se perciba como
tal...
La suma de los indicadores intelectuales nos sitúa frente a un
hecho vital extraordinario: el don, el talento, el genio del hombre,
del artista prehistórico, del posible Dédalo aborigen que dibujó en
las paredes y en los techos de las cuevas de Cuba, imágenes de
raras máquinas, de indefinibles artefactos que vio, que palpó y
que no se habían producido en el planeta por civilización alguna,
en el tiempo en que fueron plasmadas en estas cuevas.
Hecho grandioso que se inclina a lo filosófico en un pensamiento
global: a la solución de los problemas y enigmas del universo, al
conocimiento del estado del mundo. Y, fundamentalmente, desplaza
la idea de anterioridad cultural impuesta y heredada de la
colonia.
Bruno comenta que esta información es totalmente innovadora
y muy osada, ya que desconoce la existencia de antecedentes
similares, en la interpretación respecto a esas pictografías, a
las que no se les ha dado la importancia que realmente tienen.
Este tipo de lectura contiene nuevos enigmas y eso genera nuevos
retos para los investigadores.

33-
Turey se dirige a todos:
—Así son los enigmas, como los de Montsegur y su rara construcción.
Se nos hacían indescifrables porque los cátaros, como
nuestros aborígenes, parecía que se habían llevado a la tumba el
secreto de su reliquia celeste, el Santo Grial, la mágica luz de esmeralda
emitida por el cáliz que hacía inmortales y eternamente
jóvenes a quienes lo tocaban.
No obstante el velo de los enigmas se descorre a medida que la
vida discurre y según muestran las investigaciones publicadas por
Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln en El Enigma
Sagrado, el Santo Grial es el San Grial, la sangre real, la sangre de
Cristo, pero no recogida en ningún cáliz, resguardado por sectas
secretas de iniciados ya se denominen templarios, rosacruces, cátaros,
franmasones, la Prieurie de Sion u otras organizaciones vigentes
aún en nuestros días como importantes fuentes de poder
económico, político, social, religioso o esotérico; sino que el verdadero
Grial es el vientre de María Magdalena, esposa legítima de
Jesús y cáliz materno de su hijo, a través de cuya descendencia se
perpetúa, también hasta nuestros días, la estirpe Merovingia, heredera
legítima de un trono terrenal, descendiente tal vez del rey David.
De ahí el sentido de perpetuidad dado al Grial, por la sucesión
de nuevas generaciones, descendientes de esa raíz.
—Eso es un tanto controversial. Dígame maestro, la iglesia
católica no aceptaría este sacrilegio, ¿verdad? —protesta Yahíma.
Turey hace un gesto ambiguo, sonríe y sin negar ni afirmar
solo añade más información sobre el tema:
—Tal vez usted, como descendiente de un pueblo aborigen de
América sea la menos indicada para plantear esta contradicción,
se asegura que en el año 496 de nuestra era, la iglesia católica
romana se había comprometido a perpetuidad con la estirpe
Merovingia, pero al auspiciar el asesinato de Dagoberto y al inventar
las ceremonias de la coronación y de la unción, traiciona
el pacto, al coronar y ungir a Carlomagno, la iglesia no solo
hace pública la traición a la estirpe de Cristo, sino que la convierte
en un hecho consumado. Diversos aspectos aclaratorios
de algunos de estos y de otros enigmas, se reflejan también en
El Código da Vinci, de Dan Brown; en El Club Dumas de

34-
Arturo Pérez-Reverte y en otras obras que descorren los velos de
la historia.
Para profundizar en la importancia de temas tan controversiales,
le pregunto a Turey hacia dónde nos conducen.
—Ustedes creerán que las disgresiones no conducen a conclusión
alguna sobre el origen de Bayamanaco, pero al hacer estas
comparaciones deseo que imaginen una antigua y secreta relación,
y decirles como Robert Temple: Soñar que tenemos delante
la posibilidad, pues él piensa que es posible establecer contacto
con seres extraterrestres que trajeron a nuestro planeta los conocimientos
sobre el sistema de Sirio. Esto no quiere decir que esos
seres proceden de Sirio, ni que esta especulación vaya más allá del
ejercicio mental que venimos realizando para que nuestro viaje
sea fructífero.
No puedo disimular la sorpresa que me produce esta referencia
de Turey a los misterios de Sirio, a la representación gráfica de
raras maquinarias en las cuevas cubanas, al secreto del Santo
Grial y al controvertible origen telúrico o extraterrestre de Bayamanaco.
Así se lo manifiesto, y añado que me siento confundida
e impresionada, pues no sé si para abrirnos nuevos caminos, él
tiene que valerse de extraños símbolos cuya conexión real se me
pierde en el tiempo y en el espacio.
—Se le pierden en el tiempo lineal y en el reducido espacio del
entorno al que la habían condicionado —aclara Turey—, pero no
en la dimensión temporal espacial que corresponde a los dioses.
Turey nos recuerda que para los dioses y los pueblos que vivían
en contacto con ellos, existía otra concepción del tiempo y del
espacio... Que hemos pedido una entrevista con los dioses y que
ya estamos preparados para escuchar e interpretar sus mensajes,
pero lo que nos limita es nuestro temor a enfrentar una nueva
forma de pensar. Se despide súbitamente y nos invita a reunimos
de nuevo, en la misma cantera de mármol donde antes nos encontramos.
Así lo hacemos. En la noche parecemos sombras fantasmagóricas
que se proyectan sobre el marmóreo farallón. De nuevo encendemos
una hoguera y Turey nos anuncia que vamos a

35-
experimentar sensaciones provocadas por el ritual de la cohoba o
cohiba: el mágico uso del tabaco para comunicarnos con los dioses,
aunque este es tan importante, recalca, que lo practicaremos
en cada una de sus modalidades en cada momento y con cada
uno de los dioses, pues de él aprenderemos cosas insólitas.
Mientras el humo del tabaco hace parecer más irreal la escena,
el maestro nos habla de la forma en la que se le ofrendaba a
este dios.
—Bayamanaco es el primero. Carece de precursores masculinos
o femeninos. No fue engendrado por padre o madre. Al mirar
a los hombres desde su rostro extrahumano y al aparecer en la
Tierra, con dos extraños platillos en las manos y otro sobre la
cabeza, el sector del pueblo taino llegado a Cuba, descendiente de
los aruacos y de los arahuacos de Venezuela y de la Amazonia
interpretó que esos atributos estaban destinados a recibir ofrendas
y a que en ellos se colocara el polvo de la cohoba para realizar
el ritual. Esto indica la posibilidad de que la planta cohoba o tabaco,
llegara a esta isla, siguiendo esa trayectoria. No quiere decir
que esa no fuera una de las funciones de estos platillos.
Yahíma asegura que en el pueblo de donde ella procede, se
hacen ofrendas de este tipo a diversas deidades.
—Sí, Yahíma, eso sucede en la actualidad, pero tal vez se les
escapaba el conocimiento de que los iniciados, originalmente representantes
en la Tierra de esta deidad antigua, hubieran reproducido
la figura de alguien a quien vieron llegar procedente de otras
esferas, y esos elementos que Bayamanaco portaba sobre manos y
cabeza, pudieran ser esquemáticas formas instrumentales, cuya
función implicara traslación, comunicación, o que formaran parte
de un vehículo de navegación espacial.
Como poseedor del secreto de la cohoba, las características de
este rito permitían a quienes lo practicaban, establecer contacto
con los demás dioses, bajo los efectos despertadores de determinadas
ondas de vibración hipnótica, propiciadas por el tabaco y
por otras plantas. De esta manera accedían a la posibilidad de ver
el pasado, actuar sobre el presente y predecir el futuro.
Todo esto haría que Bayamanaco se impusiera como centro
en el cual debían confluir las rogativas, llegadas a él por mediación

36-
del ídolo conocido como dios del tabaco, una imagen labrada en
un tronco, posiblemente para ser, además, percutida durante la
celebración de la cohoba.
Cuando los tainos invocaban en los ritos de la cohoba a sus
ancestros principales para pedir que los ayudasen a vencer dificultades
y a iniciar nuevas empresas, no solamente creían en el
regreso de las ánimas, sino también en el apoyo que les brindaban.
Comunicándose con ellas lograban traspasar los límites del
tiempo, visualizar formas maravillosas, realizar sueños insólitos
y descubrir increíbles lugares.
Yahíma le pregunta qué simboliza la tortuga como madre del
género humano en la cosmovisión taina.
—La manera portentosa en la que el guanguayo cargado de
cohoba, lanzado por Bayamanaco, fecunda la espalda de Deminán
Caracaracol es un acto simbólico para remedar el vientre de
la gestante. Insertado en el mito, inusitado en el hecho de la herida
que produce la piedra utilizada por los otros tres hermanos
para provocar la réplica del parto. Así logran el nacimiento de la
caguama, como futuro núcleo materno.
Pero no siempre la saliva ha tenido la misma significación para
todos los pueblos. Recoge James G. Frazer en La Rama Dorada
que la magia simpática tiene entre sus principios creer que como
la saliva es parte del ser humano, todo lo que se efectúe con ella,
hará efecto en la persona de quien procede. Dice que un indio
chilote, para dañar a su enemigo, recoge su saliva, la introduce
en una papa y recita un conjuro mientras la ahuma, para que a la
vez que el humo reseca la patata, su enemigo se vaya consumiendo.
Otras veces pone la saliva en la boca de una rana y en el río
más profundo que existe, lanza a la rana para que su enemigo
humano arda en fiebre y en temblores. En otro tipo de trabajo de
brujería, el uso mágico que puede hacerse de la saliva la señala
como la base material para diferentes acciones, a veces apropiadas
para un convenio, puesto que intercambiando su saliva, ambos
concertantes se dan así el uno al otro, garantía de su buena fe. Si
después alguno de ellos reniega del contrato, el otro puede castigar
su perfidia por un tratamiento mágico de la saliva del perjuro
que tiene bajo su custodia. Así cuando los wajagga del África

37-
oriental desean hacer un trato, las dos partes contratantes se sentarán
ante un tazón de leche o cerveza y después de recitar un
conjuro sobre la bebida, cada uno tomará una bocanada de la
leche o cerveza y se la introducirá al otro en la boca.
—Pero ese otro sentido destructivo que se enmarca en el fanatismo
y la brujería, que aun se practica, es totalmente distinto al
del guanguayo creativo de Bayamanaco y al que se registra en
el Popol-Vuh —protesta Bruno.
Turey sonríe y asiente al anunciarnos que va a relacionar una
serie de hechos que no por parecer diferentes y distantes en el
tiempo y en el espacio, son menos semejantes entre sí. Enumera:
• Es necesario andar por buenos y por malos caminos para
llegar a la verdad.
• De la espalda de Deminán Caracaracol, como de la costilla
de Adán, nace en este mito la mujer.
• En la tribu de los waiwai también la tortuga constituye la
célula matriz.
• El impacto creador de la leyenda saliva-cohoba-semen es el
equivalente al legendario soplo sagrado que el gran Hacedor
lanza para hacer efectivo el poder de su aliento divino,
en el no menos simbólico acto de la creación.
• Es tradicional en el contexto mítico, que tanto dioses como
seres humanos se apareen con animales, en una zoofilia
capaz de ofrecer resultados tan sorprendentes como la fecundación
de Leda por el cisne, que dio lugar al nacimiento
de Helena de Troya; la de los cuatro gemelos con la caguama,
que origina al género humano; la del toro con Parsifae,
que produjo al minotauro y la fecundación de María
por la paloma del Espíritu Santo, en la versión sobre el
nacimiento de Cristo. Así van naciendo dioses y semidioses
en diversas culturas y en muy distantes sitios del planeta.
• Como Minerva nace de la cabeza de su padre; Caguama, en
la mitología taina, la madre del género humano, nace de la
espalda de Deminán Caracaracol, engendrada por el dios
del fuego, generador del mundo. Este dios del fuego tiene la

38-
misma esencia de Hueuetcotl, viejo dios amo del fuego en el
panteón azteca.
Me parece que nuevamente el maestro relaciona los hechos
más disímiles para provocar la controversia, por eso decido cambiarle
el tema y analizo la figura de Bayamanaco al proyectarse
en la noche, e insisto en preguntarle a Turey si él cree en la relación
de este dios con visitantes extraterrestres.
Él parece adivinar mi intención y, molesto, dice que no nos cansamos
de pedir respuestas imposibles y que no es su misión afirmar
o negar, solamente debe darnos una visión panorámica, abrirnos
las puertas de referencias que recogen datos, experiencias y relación
de iconos, que guardan una misteriosa conexión entre sí, a
pesar de las diferencias formales, con otras deidades del panteón
existente en el lugar donde fueron encontradas y veneradas.
—No debemos establecer la relación con supuestas civilizaciones
provenientes del espacio, —afirma. Esta alternativa está inscripta
en el campo de la leyenda. Volvamos la atención hacia ese
mundo devorado por las aguas, que pudo haber legado su huella
indeleble al resto del planeta.
Formulan algunas hipótesis: la existencia de un territorio que
fue sumergido en el cuaternario superior, el cual no quedó totalmente
sepultado por el mar, sino que las islas Madeiras, Azores,
Canarias y Antillas han sobrevivido como vestigios de aquella
catástrofe ecológica.
Hemos vuelto a ingerir la mixtura que nos ha brindado Turey,
al sumergirnos en el humo del tabaco, yo siento que esa sección
que se desprende de mí, flota entre islas diversas, enlazadas entre
sí como si hubieran sido partes de un todo.
—Si tomáramos como ejemplo las siete islas Canarias —continúa—,
las Hespérides cantadas por Homero, tan próximas al
África, las islas Afortunadas o Fortunadas de los antiguos y las
asumiéramos como hermanas del archipiélago cubano, sentiríamos
el impulso de preguntar a estos dioses tainos, si habían venido
de aquellos parajes, y si guardaban el secreto de su origen, quizás
tan remoto, tal vez común al de Achamán, el dios creador de los
guanches.

39-
pretendo con esta experiencia, que arribemos al descubrimiento
¿el gran espíritu universal que habita en cada uno de nosotros,
transfundido genéticamente, a través de ese fragmento del axis
mundi que es patrimonio biológico de todo lo viviente.
Al encontrarnos de nuevo, Turey continúa habiéndonos de Bayamanaco.
Aclara que cualquier especulación sobre el origen terrestre
o extraterrestre de determinada deidad no debe despertar en nosotros
un interés morboso, que no es tema para ser tomado como
objeto de curiosidad ni de estímulo al pensamiento mágico, anticientífico,
o a la propaganda sobre la existencia de platillos voladores.
—Cada tema que hemos tratado y trataremos está fundamentado
en diversas y contradictorias teorías y en las vivencias más
disímiles, sin que los resultados sean verificables más allá de los
límites de la razón. Ahora prefiero referirme a las probables conexiones
terrestres:
Lo que sucede aquí, está sucediendo en un planeta, por lo tanto,
está sucediendo en el cosmos y, por esa razón, debemos seguir
adelante, para no dejar cerrada la puerta que habrá de conducirnos
hacia la iluminación...
Aprobamos este riguroso criterio. Yo vuelvo a sorprenderme
ante el uso que él hace esta vez de la palabra iluminación, y creo
comprender el nuevo sentido, no religioso, que le da.
—Es imposible precisar el verdadero origen de esta deidad. En
diversas pictografías encontradas en América se precisan reproducciones
de objetos semejantes a aves antediluvianas, a aviones
o a naves espaciales, cuyos orígenes también se ignoran.
Estas figuras volantes no identificadas, que se emparentan tanto
en diseño como en contenido con formas como la de Bayamanaco,
se repiten en personajes con los brazos extendidos en posición
de vuelo, y otros con supuestas escafandras, armaduras y yelmos.
En los totems de unos dos mil años de antigüedad, encontrados
dentro de una cueva del Mar Muerto en 1947, aparece la referencia
a vehículos procedentes del cielo. El profeta Ezequiel decía
haber visto seres vivientes con alas, refiriéndose a seres con figura
humana.

40-
Bruno expresa que los seres vistos por el profeta Ezequiel podían
ser alegorías, pero Turey le interrumpe:
—Reconsideremos que cuando el hombre inmortalizaba figuras
antropomorfas y zoomorfas en las piedras, lo hacía basándose
en experiencias vividas, aunque no debe obviarse la posibilidad
de que una parte de ese mundo pudiera haber sido recreado por
su imaginación, para hacernos transitar por senderos que no reflejaran
la realidad tal como hoy se presenta ante nuestros ojos.
Esas piedras no eran únicamente representaciones esotéricas,
eran también manifestaciones de arte. A través del rito, de la magia
y del tiempo devenían objetos de poder e historia.
Los seres humanos siempre adoraron como piezas sagradas las
piedras, rocas y meteoritos que caían del cielo. Hasta dónde es confiable
algo caído del cielo, solamente lo sabe quien le rinde pleitesía.
Los afrocubanos veneran la Piedra del Rayo y esta tradición puede
haber estado relacionada con Bayamanaco en el contacto de los
esclavos con los aborígenes cubanos. La Piedra Negra, situada en
la Meca, fue objeto de adoración por los mahometanos.
A mi interrogante de que si esa forma de fetichismo no es semejante
a la de adorar imágenes o estampas, Turey responde con
la controversia del hombre creado por dios y el dios hecho por el
hombre:
—Para toda la América la piedra era un objeto sagrado. La
enorme Piedra Nidhe fue venerada en Irlanda por los hombres
del período neolítico. Aparecen los adoradores de las piedras en
Cuba y en las Antillas. En la actualidad se le atribuye a determinadas
piedras influencias curativas, como ocurre con el cuarzo.
Al tallar la piedra el hombre se creyó un dios, se sintió el creador,
creyó dominarla, se imaginó inmortal. Fue creador de dioses.
Recreó la vida en simbiosis con la piedra hasta lograr sacralizarla.
En el transcurso de los siglos la humanidad se ha planteado si
estos predecesores aborígenes conocieron a seres de más avanzadas
civilizaciones, si lograron observarlos y mantener contacto
con ellos. Este misterio queda en el interior de aquellos
petroglifos, en la magia de esos ritos y en el arcano de estos entes
divinos, aún vivos en las creencias que fructificaron en las
expresiones del arte.

4-í
¿Alguno de ustedes sería capaz de preguntarse si el carruaje
envuelto en llamas que el profeta Elias dice haber visto por
los cielos, según la Biblia, pudiera ser el mismo con el que los
mitos de otras culturas relatan haber visto trayendo a la
Atlántida o a otros fabulosos lugares, a dioses o a visitantes
celestiales?...
Le comento a Turey el trabajo Vida extraterrestre: la filosofía
del Encuendo, de Ercilio Vento Canosa y le pregunto su opinión
al respecto. Él propone aprovecharlo como fuente para
ahondar en nuestro encuentro con Bayamanaco y a continuación
apunta:
—Como indica ese autor, en los anales reales de Tutmosis III,
que se conservan en el Museo de Vaticano, se encuentran párrafos
como este:
En el año 22, tercer mes de invierno, a las seis horas del día [...]
los escribas de la Casa de la Vida advirtieron un círculo de
fuego que descendía del cielo [...]. Después de muchos días fueron
más numerosos que cualquier otra cosa. Brillaban en el
cielo más que el sol. Poderosa era la posición de los círculos de
fuego. Entonces se levantaron en dirección al sur.
Antiguas leyendas de los celtas hablan del héroe Cachwlain, de
quien se dice que logró arrojar de la carroza de su rival dos objetos
grandes como muelas de molino. Al perderlos, la carroza se precipitó
a Tierra.
En el Samarangana Sudradhara se dedican 230 estrofas a los
aparatos voladores, de las que se pueden sacar enseñanzas como
estas:
De cómo preparar los detalles de la carroza voladora no lo comunicaremos,
no porque no lo sepamos, sino para mantenerlo
en secreto. Los pormenores de la construcción no se mencionan,
porque si estos conocimientos se hicieran del dominio general,
el aparato sería utilizado para el mal...

42-
La séptima tabla del Poema de Gilgamesh, el extraordinario
poema épico mesopotámico, describe el viaje de Enkidu, que sujeto
por las garras de un águila se remonta a las alturas desde
donde tiene una visión extraordinaria del mundo a sus pies:
Mira la Tierra abajo, ¿qué aspecto tiene? Mira el mar, ¿qué te
parece? Y la Tierra era como una montaña y el mar como una
pequeña corriente. Voló aún más alto cuatro horas y volvió a
preguntar: Mira la Tierra abajo... Y la Tierra era como un huerto
y el mar como un regato de jardinero. Voló cuatro horas
más alto aún y tornó a preguntar... Y la Tierra era como un
plato de gachas y el mar como una artesa... Aunque las fotografías
tomadas por los cosmonautas nos indican que no es así
como se ve la Tierra desde esas alturas; nadie osaría discutir
ese poético viaje de Enkidu. Afirma el maestro en un tono que
no acierto a definir.
Bruno le pide a Turey más datos sobre el Mausola Parva y el
maestro le dice:
—El Mausola Parva se refiere a cierto rayo de hierro, mensajero
de la muerte que redujo a cenizas a todos los miembros de la
raza de los vrishnis y de los andhakas. El texto también expresa:
Cuka, volando a bordo de un carro volante de gran potencia,
lanzó... un proyectil único cargado con la potencia del universo...
Un humo incandescente, semejante a diez mil soles, se elevó
en su esplendor.
El maestro nos pregunta y sin esperar respuestas hace esta
enumeración:
—¿Era ese un proyectil atómico o una bomba de hidrógeno?
¿Qué nos impide viajar por los caminos más fantásticos? Producto
de esa posible fantasía, durante el Año Geofísico Internacional,
en 1975, fueron estudiados con particular interés los
mapas del almirante otomano del siglo xvi Piri Reis, a pesar de
haber sido elaborados cuatro mil años después de la epopeya del
Poema de Gilgamesh y su confiabilidad sea tan dudosa como el

43-
vuelo mesopotámico, si tenemos en cuenta que esa es la forma
más difícil de hacer un mapa, ya que no se trata de la aplicación
de la geometría esférica, sino de una proyección multifocal
enojosísima.
Halladas en el Palacio Topkaku en Estambul, las cartas o mapas
presentaban una visión proyectiva del planeta, que no sería
utilizada sino a partir de Monje, en la segunda mitad del siglo xix.
Esos mapas eran copias de copias, muy antiguos e incomparables.
No existen cartas como esas... declaraba el propio Reis.
Recientemente han publicado unos mapas en el Atlas de Barcelona,
de origen supuestamente templario, o sea, de los siglos xn
o xin, donde aparecen los contornos de la costa occidental de las
Américas, con diferentes recorridos que se corresponden pulgada
a pulgada con los viajes de Colón.
Cuando Colón se hacía a la mar tal vez en busca del Nuevo
Mundo, ya esos mapas mostraban con nitidez, que no admite dudas,
el interior de América del Norte y del Sur, sus ríos, costas y
relieves: Groenlandia, dividida en tres islas, sin la cubierta de hielo;
la Antártida, con cadenas montañosas que hoy se descubren
sepultadas bajo el espeso manto glacial.
La visión, que desafía la lógica clásica, corresponde a un mundo
cuando menos diez mil años anterior al presente, a juzgar por
elementos que la erosión ha variado y por los cambios climáticos
del planeta.
El más dramático testimonio se encuentra en la Biblia, en el
libro de Ezequiel, quien dice haber sido testigo de un acontecimiento
que no puede ser juzgado con ligereza. Para penetrar en el
contenido de la narración sería preciso profundizar en las sutilezas
del texto hebraico, a fin de distinguir la diferencia entre el
estilo del lenguaje común y el discurso bíblico.
Relata Ezequiel que estaba él mirando y vio un torbellino proveniente
del norte, era una nube enorme y una fogata o bola ígnea
que no se expandía, sino que se concentraba en sí misma y que en
medio de ese fuego estaban cuatro seres que parecían cuatro hombres
con cuatro alas cada uno y con cuatro caras. Semejaban personas
y todo aquello brillaba como si fueran de bronce pulido y
resplandecían las plantas de sus pies que eran semejantes a las de

•
44-
un becerro. Mientras él miraba a esos raros hombres, una rueda
se posaba en tierra.
Esos seres vivientes estaban como adosados a unas ruedas que
refulgían como el crisolito y caminaban junto con ellas de modo
que una rueda estaba atravesada por otra rueda y los seres subían
y bajaban, desplazándose, alzándose o bajando a la tierra, sin separarse
de ellas. Al caminar, caminaban las ruedas juntamente
con ellos, y al alzarse sobre la tierra se alzaban también las ruedas.
Ezequiel dice entonces que el ruido que producían sus alas
era tan grande como el estruendo de muchas aguas... como la
voz del Todopoderoso...
Vuelvo a decirle al maestro que esas obras están tan llenas de
simbolismo, que jamás podremos ver el límite entre lo imaginario
y lo real, no es más que un gran libro de historia.
—Es correcto -me responde. Tanto este como los otros testimonios
tienen las mismas posibilidades de credibilidad en el
marco de lo subjetivo. Todo depende de las fuentes de procedencia.
Es preciso señalar en lo expresado anteriormente, la comparación
mediante el símil. Comparar lo desconocido con lo
conocido para que sea comprendido. El profeta busca elementos
de referencia para explicarse lo que está viendo y que está más
allá de su alcance.
La descripción pretende revelar una experiencia vivida con
apoyo de términos conocidos, persiguiendo sobre todo explicárselo
a sí mismo, tratando de interpretar lo que sucede. No es una
expresión que reproduce una visión ilusoria o que, según la época
y el estilo, brinde la idea de presentación natural de cualquier entidad
divina -que no necesitaría de artefactos de apoyo-, se trata
de explicar algo distinto, en el orden instrumental, a las expresiones
de puro contenido espiritual.
Bruno opina que en el texto está clara la descripción de aparatos
metálicos de los que se valen las figuras humanas para desplazarse
y es cierto que cualquier entidad divina, no necesitaría
de artefactos mecánicos para aparecérsele a un profeta.
El maestro refuerza esta idea, al decirnos que es notable que
Josef Blumrich se aplicara al fin al estudio del texto de Ezequiel.
La conclusión del científico, tanto más válida cuanto más sor-

4-5
prendente, fue la de estar en condiciones de extraer información
tecnológica que le permitió, interpretando el sentido de lo escrito,
diseñar el modelo de apoyo y desplazamiento, patentado luego con
el nombre de rueda omnidireccional, de utilidad en el transbordador
espacial: un implemento capaz de apoyarse sobre el suelo y
moverse en todas direcciones, una especie de rueda atravesada por
otra con posibilidad de giro universal.
Nos dice el maestro:
—Los elementos descriptivos estudiados por Blumrich, cotejando
las diferentes traducciones bíblicas, le permitieron afirmar
que el profeta había protagonizado el encuentro con una nave
procedente del espacio y con sus tripulantes.
Yahíma le pregunta si aparecen más naves espaciales en otras
culturas.
—Sí, Yahíma, también se interpretan como naves espaciales
las que aparecen en un convento de Yugoslavia, pintadas en el
siglo xiv. Algunos autores piensan que pudieron haber transportado
a entes misteriosos y tal vez esos seres portaran antenas,
como las de los personajes aparecidos en pictografías cubanas y
en petroglifos italianos. No estoy hablando de hombrecitos verdes,
sino de pictografías y glifos de épocas remotas, hallados en
sitios y culturas muy distantes entre sí.
Existen diversas y contradictorias opiniones acerca de la función
que hayan podido cumplir las gigantescas figuras de Nasca en
el Perú, aunque muchas han sido desechadas por las investigaciones
que las sitúan como obras de carácter religioso, realizadas por
la cultura Nasca, propia de los antiguos habitantes de aquella región.
Le expreso al maestro mi preocupación por la mezcla de elementos
y de culturas y él me riposta:
—Recuerde que estamos en un viaje, Lyz. Cuando viajamos vemos
que en una esquina aparece un edificio y en el resto podemos
encontrar un desierto o información sobre todo el planeta. No es
nuestro interés tomar partido por la razón de existir de esos sorprendentes
dibujos, a los que hay que mirar desde el aire para apreciarlos
en su totalidad dadas sus grandes dimensiones y que muestran
un bestiario fantasmagórico en el que arañas, pájaros de cuello
alargado, figuras simiescas, perros y lagartos, se distribuyen

46-
dentro de líneas zigzagueantes y formas piramidales entre las
que ballenas y peces multiformes navegan, inmersos en trapezoides
y rectángulos.
También ignoramos el origen y significado del murciélago de
noventa metros, similar a los dibujos de Nasca, aparecido en las
llanuras de Camagüey en Cuba y que solo podía apreciarse desde
el espacio. Muchos piensan que los aborígenes los hacían con el
fin de que los dioses pudieran verlos desde las alturas...
Y sin dar lugar a otro comentario, concluye:
—Estas dos manifestaciones de figuras trazadas en la tierra
estaban situadas en amplias llanuras.
¿Esta aventura no le parece un tanto osada?, —le insinúo al
maestro.
—Toda aventura es osada, Lyz. Nuestro viaje es como jugar
con fuego. ¿Tiene miedo a ver más lejos?
Los tallistas, alfareros y ceramistas, los creadores anónimos,
cumplían en aquellas representaciones místicas y esotéricas un
programa elaborado por quienes rendían culto a ciertos ídolos,
dioses o cemíes, representativos de seres sobrenaturales y de los
que, a veces, solo conocemos su apariencia, quizás algunos de
los rituales que se les dedicaban, determinados nombres y datos
de lo que representaban y los atributos que, por su imprecisión,
solamente nos informan del lugar que ocupaban y cuáles eran
sus funciones dentro de ese panteón, cuyos secretos aún no dominamos.
—Ciertas especulaciones plantean que Bayamanaco posee la
misma esencia del Bafomet, en el supuesto caso de que hubiera
existido realmente esa figura panteísta y mágica del absoluto, cohesión
y atracción operando como resistencia a lo que tiende a
expandirse. Así este sería el símbolo de la concreción y materialización
de la energía universal que tendía por naturaleza a escapar
de la estructura y solidificación en la materia, en el tránsito
del espíritu hacia ese otro estado de la energía.
—No creo que el Bafomet pueda interpretarse en ese sentido
—discrepa Bruno, y continúa. Las únicas referencias y vagas
descripciones que lo aluden, aparecen en las actas del juicio seguido
en 1312 contra los templarios y en las cuales se le califica de

47-
imagen del demonio. De haber existido, que es muy dudoso, pudo
ser destruido como parte del proceso de desintegración de la Orden,
que aún subsiste a pesar de que sus funciones y misiones en
Tierra Santa, fueron asimiladas por una nueva Orden de Caballeros
Hospitalarios, ajenos totalmente a cualquier real o presupuesta
búsqueda de secretos, pues el mayor interés radicaba en las
cuantiosas riquezas de los templarios.
—La versión que lo describe como figura panteísta y mágica
del absoluto —apoya Turey—, reivindica su origen secreto y afirma
que la estrella de cinco puntas sobre la que se dice está construida
la antorcha encendida, que brilla entre los cuernos del
Bafomet, representa el pentagrama que es el símbolo de dominación
del alma sobre las fuerzas de la naturaleza. Como les expresé
cuando hablamos del Santo Grial, ya se han aclarado muchos de
estos enigmas.
La imagen de Bayamanaco —continúa Turey—, hace recordar
aquellas palabras proféticas que conociera en otros tiempos
Israel: «Y se le apareció el Señor en llama de fuego en medio de
una zarza y veía que la zarza ardía sin consumirse...»
Bayamanaco, dios hecho de contrastes entre el fuego destructor
y el casabe, pan aborigen dador de vida, como Tlaloc, es una
deidad flamígera, aunque en este el contraste radica en ser a la
vez, el dios de la lluvia, del rayo y del fuego que, utilizando las
llamas, aniquiló una de las cuatro eras que antecedieron al Quinto
Sol.
Esos misterios universales rumbo a los que Turey nos conduce
por vía de Bayamanaco, me hacen pensar de nuevo en la significación
que tienen determinados números tanto en la magia como
en lo más profundo del conocimiento esotérico. El triángulo, el
pentágono y el cuadrado se enlazan en mi mente y toman inusitadas
dimensiones. Como resultado de este análisis, busco en Turey
información sobre otros números significativos y su simbología
en la magia. Tal parece que él esperaba despertar nuestro interés
en este sentido, porque nos refiere:
—En la magia el número seis también tiene un significado críptico.
En la India védica posteriormente a cada oblación se le otorgaba
un tributo a cada región celeste y las ofrendas que se le hacían

48-
a cada uno de los seis días de la creación se personificaban en los
seis puntos del espacio y se ejecutaban invocando las direcciones en
el siguiente orden: este, sur, oeste, norte, nadir y zenit. Esta ceremonia
de magia primitiva tiene un himno en el Atharva-Veda.
La exedra aparece recogida por los primeros cristianos en dios,
el diablo y los cuatro evangelistas. Bayamanaco muestra la triangularidad
de su rostro más sus tres atributos fundamentales: el
fuego, el casabe y la cohoba, o sea, seis elementos que lo caracterizan
respectivamente en su forma externa y en sus instrumentos
de poder. Además, la confluencia de los dos triángulos indios, que
en las visiones de Hermes aparecen como seis ángeles de dios,
también se ofrecen como el agua y el fuego.
Ya les he hablado de este tema en diferentes términos. Especialmente
cuando los preparaba para entrevistarnos con esas deidades
representadas por los cemíes.
Yahíma vuelve a comparar estas cosmogonías con las de sus
ancestros y pregunta si algunos dioses indígenas constituyen una
amenaza para el pueblo que los venera. Turey le expresa que
aunque fueran terribles las furias de los dioses indígenas, como
en el caso de la expresión del rostro de Bayamanaco, este dios
del fuego no constituía una amenaza para los hombres. Si bien
las fuerzas que bullían en su interior y las acumuladas por la
energía que todos sus devotos proyectaban sobre él lo convertían
en una egrégora, lo mismo ocurría con el resto de los dioses
del panteón taino, que casi en su totalidad eran benévolos con
aquellos que les rendían culto. Algunos dioses que representan
las fuerzas desatadas de la naturaleza agreden al hombre directa
o indirectamente.
En el supuesto caso de que hayan sido descendientes de esa
antigua ciencia, desaparecida hoy del campo de las leyes mentales,
es posible que esos y otros dioses fueran recibidos por los iniciados
para que en su interior quedara condensado, dinamizado y
después proyectado el poder que en ellos depositaron quienes dominaban
esa peligrosa ciencia.
Le pregunto a Turey si cree que es una ciencia realmente peligrosa
y me responde con una evasiva al referirse a la energía y al
octaedro:

4-9
—Según el doctor Ulises Sosa Salinas —dice Turey—, en algún
lugar del universo está la fuente de toda la energía. Tal vez sea
osado afirmar que solamente el octaedro es capaz de formar una
estructura energética que llene el universo. Para que estos patrones
sean estables y autorregeneradores, deben interceptarse exactamente
en los mismos ángulos y mantener la misma distancia
entre todos los puntos de intersección. Este patrón se multiplicaría
en una precisa estructura de alineamiento, llenando el espacio
como una red de interferencia de energías... Solo un patrón llena
estos requisitos, la pirámide de cuatro lados conocida como octaedro.
Así, la pirámide acumula en su centro la energía que se
origina, tanto dentro como alrededor de su estructura.
—A todos nos parece fantasiosa y osada esa especulación —dice
Bruno—, pero si de absurdos se trata, maestro, de acuerdo con lo
expresado por usted, ¿el tipo de energía acumulada en las piedras
y los metales ocupaban un lugar en el panteón taino?
Como respuesta, de pronto vuelve a ocurrimos el fenómeno de
desubicación y nos encontramos en una cueva impresionante,
tanto por sus dimensiones como por la tenue iluminación cenital
que le da un raro aspecto de catedral, acrecentado por el ulular
del viento que desde el exterior (¿o tal vez desde las entrañas de la
tierra?), produce sonidos como los de un órgano, con notas tenidas,
que recuerdan la música de Bach. No me da tiempo a preguntar
dónde estamos, ya que la voz de Turey resuena cavernosa:
—Cacibajagua y Amayauna eran dos cuevas que existían en la
isla La Española. Allí se encontraba una montaña llamada Cauta,
dentro de un territorio que los tainos conocían por Caonao.
Cuando ese pueblo perdió la noción de sus más lejanos orígenes,
algún remoto avatar le refirió el mito de los inicios del hombre
sobre el planeta, que ellos transfirieron a la isla, al asumir
haber sido poblada por hombres, brotados en grandes cantidades
en las entrañas de Cacibajagua y por una minoría generada en
Amayauna.
Este mito plantea el origen telúrico del ser humano y, como
aparece en el Popol-Vuh y en la leyenda de Bayamanaco, niega
que el primer hombre al ser creado y surgir de la tierra, haya sido
engendrado por vía sexual.

50-
En el mito de La Española, la energía acumulada en las piedras,
los metales y las rocas de estas cuevas fue capaz de generar
la vida.
—Caonao es un sitio geográfico de Cuba —les digo a todos—,
pero es Turey quien nos aporta los detalles:
—En Cuba y en otras Antillas, existen lugares llamados Caonao,
que significa oro, de manera que caonao significaba un lugar
donde había mucho oro. En la leyenda anterior, el hombre es
hijo de las piedras y del oro. Los tainos daban al oro, a otros metales
y a las piedras preciosas y semipreciosas, valores muy diferentes
a los que les otorgaban los europeos. Para los aborígenes su
valor estaba constituido por las emanaciones de los dioses surgidas
de esas piedras y metales. Al utilizarlos, los tainos valoraban
la función esotérica aplicada a sus ritos religiosos y tomaban de
esos dones de la naturaleza, sus virtudes, dirigidas a favorecer la
salud, prolongar la vida y encontrar mayor felicidad. Por tanto,
todo sitio en el que se hallaban esas divinas emanaciones, recibía
el nombre de Caonao y era sagrado.
—¿De manera que el valor que los tainos adjudicaban a los
metales, a las piedras preciosas y especialmente al oro, era de contenido
espiritual? —Trato de verificar.
—Turey me responde con informaciones aportadas por Bartolomé
de Las Casas y por Pedro Mártir de Anglería:
—Los tainos lograban el guanín por medio de una aleación de
oro, plata y cobre. Refiriéndose al uso de las piedras preciosas y
semipreciosas, decía Las Casas que llamaban cibas a todas las piedras,
a estas cuentas por excelencia como cosa que tenían por muy
preciosa y de gran estima, y guanines a toda clase de latón y a la
que estimaban en más que ninguna otra llamábanla Turey, como
algo del cielo, porque al cielo llamaban Turey. Olíanlo luego (a aquel
latón mezcla de oro, plata y cobre), como si al olerlo sintieran que
aquel aroma venía del cielo. Finalmente hallaban en el tal olor algo
que estimaban de mucho precio y que por eso hacían una especie
de oro bajo que tenía un color que tiraba a morado.
En este sentido, Pedro Mártir de Anglería afirmaba que de ellos
obtuvo una piedrecita de mármol a la que llamaban ciba y ciertas
laminitas doradas de latón que llamaban guanines. Estos collares

51-
los tienen por sagrados los reyes hasta el día de hoy, cibas y guanines
tenían no solo una función suntuaria, sino también un valor
religioso y un poder mágico.
—Ahora voy a mostrarles el poder de los cristales. En estas rocas
que se confunden con los destellos del cielo.
La imagen de Bayamanaco reaparece más nítida y agigantada
que cuando lo vimos por vez primera, y del plato situado sobre
la cabeza del cerní, surge una columna de humo azul que va alzándose
y expandiéndose por toda el área hasta envolvernos en
esa veladura de la que emana un misterioso perfume, en el que
está presente el aroma del tabaco.
Retorna esa sensación de intemporalidad. Ese estado me facilita
interiorizar palabras que en otra situación me habrían sido
incomprensibles, entre tanto, la voz de Turey vuelve a ser metálica.
Sus palabras se duplican por el eco que devuelven los farallones
marmóreos, con vetas de cuarzo translúcido. Es como si ellos
hablaran.
—Los monjes tibetanos y los sacerdotes druidas utilizaban desde
la antigüedad el cristal de cuarzo como objeto sagrado de inigualable
poder; y el mágico influjo de los cristales resurge con
renovada fuerza. Las vibraciones negativas eran rechazadas por
la protección que las piedras preciosas y diversos metales ofrecían
a quienes conocían la manera de usarlos. En vano los antiguos
alquimistas buscaron la piedra filosofal entre esos metales, al conocer
su capacidad de absorber y producir energía.
Sobre la cabeza de Bayamanaco, en el sitio donde se encuentra
el séptimo chakra, como una corona, aparece el disco o bandeja,
al que se le han atribuido diferentes funciones, pero que pudiera
tener, entre otras, la de estar destinado a absorber e irradiar la
energía cósmica. Allí se asienta la glándula pineal y es en ella
donde se creía que radicaba la posibilidad de que el ser humano
pudiera verse a sí mismo como uno de los elementos que conforman
el universo.
La imaginación de las personas comenzó a considerar a la glándula
pineal como el tercer ojo cósmico, pero la única evidencia
que existe es de que coordina las actividades de ciclo circadiano
gracias a la producción de la melatonina.

52-
No obstante, se dice que al abrirse el séptimo chakra es posible
recibir y sentirse parte de la energía de los astros, después de abandonar
el cuerpo físico y dejar atrás el cuerpo etérico en el viaje del
alma.
El ritual de la cohoba, traído por Bayamanaco, puede brindar
la posibilidad de intentar esta experiencia. No parece casual que
los ingredientes del mágico polvo con el que se realiza este ritual,
deban ser tomados por el behique, del platillo situado sobre la parte
central de la cabeza de Bayamanaco. Quienes viven la experiencia
que se produce a partir del séptimo chakra en el viaje del alma,
reportan haber experimentado una sensación extraordinaria que
roza el umbral del éxtasis. El séptimo chakra aporta la total sabiduría
y el conocimiento máximo.
Los chamanes amazónicos aseguran que los espíritus pueden
hacerse visibles en los cristales de cuarzo, así como materializarse,
algunos le dan de «comer» diariamente a sus piedras para alimentarlas
el jugo del tabaco. Los Machiguenga y los Sheripari
Asháninca, tienen la creencia de que en los cristales de cuarzo o
en otras piedras se materializan sus espíritus protectores y que si
esas piedras no son alimentadas con tabaco, los espíritus los abandonan
y hasta pueden provocarles la muerte.
Turey sigue estableciendo las relaciones más inesperadas entre
diversas culturas, sus cosmogonías y sus rituales; entre múltiples
fuentes bibliográficas, tanto históricas como experimentales y casi
siempre haciendo alusión a investigaciones científicas y a experiencias
esotéricas que abarcan varios siglos de distancia entre sí,
en el espacio y en el tiempo. Percibo con mayor claridad que su
misión consiste en abrir una puerta a todas las posibilidades, con
el fin de ir armando un rompecabezas de colores tan permanentes
y tan cambiantes como los de un arcoiris o un caleidoscopio,
con los enigmas que a cada paso se nos presentan. Intento lograr
más detalles sobre el ritual de la cohoba. Turey retoma el tema,
aunque nos dice que lo que va a explicarnos ahora, es solo una
parte de ese complejo ritual.
—Ya he hablado del ritual de la cohoba, pero en cada ocasión
es para describirles diferentes facetas de ese rito, distinto cada vez
que se dedica a un nuevo objetivo o a uno u otro cerní, por ello es

53-
necesario referirnos reiteradamente a él para ir conociéndolo en
sus múltiples aspectos y en su real significación.
Para hacerlo y comenzar su ceremonia ritual, el iniciado se
preparaba, con el fin de entrar en contacto con los dioses, y así
poder traspasar todo el límite posible e imaginario de tiempo, lugar,
forma e intención.
Dice Bartolomé de Las Casas que él los vió algunas veces celebrar
su cohoba y era cosa de ver cómo la tomaban y lo que parlaban.
El primero que la comenzaba era el Señor, y en tanto que él la
hacía, todos callaban. Tomada su cohoba que es sorber por la
nariz aquellos polvos, que tomábanse sentado en unas banquetas
bajas muy bien labradas que llamaban dujos*... Estaba un
rato la cabeza vuelta a un lado y los brazos puestos encima de
las rodillas y después alzaba la cara hacia el cielo hablando ciertas
palabras y esa debía ser su oración al dios verdadero o al que
tenían por dios.
Después de someterse a una limpieza estomacal por medio de
una espátula vómica, después de purificarse tras un prolongado
ayuno que lo llevaba hasta una delgadez extrema, el iniciado se
instalaba en el dujo para inhalar los polvos mágicos que lo ponían
en condiciones de hacer contacto con los dioses. Pronto
veremos cómo se produce este contacto.
El asiento ceremonial —que los indios llamaban dujo—, es descrito
por Fernando Colón como una pieza de extraña forma y
semejante a un animal que tiene brazos, las piernas cortas y
la cola un poco levantada para apoyarse, la cual no es menos
larga que el asiento, para estar con más conveniencia, con
una cabeza en el frente y los ojos y las orejas de oro.
Esa cabeza sugería la de un dinosaurio u otro animal antediluviano,
pero también representaba una estilización del rostro del
* A pesar de estar registrado en el Diccionario de la Real Academia Española
como dúho, la h en el castellano del siglo XVT devino h aspirada y después
j, por eso en toda la literatura actual se usa dujo. (N. de la E.)

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cerní que podemos identificar como el señor del Coay-Bay, el país
de los ausentes, Maquetaurie Guayaba, ya que este dujo se utilizaba
como vehículo para trasladarse al más allá, rumbo al encuentro
con deidades y espíritus, como la barca de Caronte
trasladaba a las ánimas de los difuntos, aunque el viajero del dujo
regresaba al punto de partida, una vez que había recibido el mensaje
de los dioses.
Le pregunto a Turey si los polvos de la cohoba devinieron más
tarde polvos de rapé difundidos en Europa y en otros países. Lo
afirma y se refiere a las palabras de Bartolomé de Las Casas para
describir la cánula bifurcada que utilizaban:
—Tenían un instrumento de la misma madera y materia,
con la misma pulidez y hermosura, del tamaño de una pequeña
flauta, todo hueco, que se abría por dos canutos también
huecos, de la manera que abrimos los dos dedos del medio...
Los dos canutos se introducían en las ventanas de la nariz, y el
principio de la flauta se introducía en los polvos que estaban en
el plato, sorbiendo hacia adentro la cantidad de polvos que
determinaran.
Busco otras variantes de los ritos practicados por los tainos para
comunicarse con los dioses y saber si los que han llegado hasta
nuestros días estaban relacionados directa o indirectamente con
la cohoba, como parecen indicar las explicaciones de Turey que
especifica:
—El poseedor de la cohoba es Bayamanaco y los demás dioses
le rendían pleitesía. Con variantes específicas para cada caso y
para cada deidad, siempre a través de este ritual, practicaban ritos
mágicos y religiosos, con diversos fines u objetivos. Esos ritos
podían ser colectivos o individuales y practicarse por vía oral o
manual.
De acuerdo con su finalidad, podían ser ritos de nacimiento, de
iniciación, nupciales, curativos, funerarios u otros. Las plegarias,
las consagraciones y los sacrificios eran una forma de participación
en la vida divina.
En otras religiones se llevaban a cabo ritos semejantes, tales
como el bautismo, la comunión, la confirmación, la circuncisión,
la boda o la extrema unción. Este rito de la cohoba tenía relación

55
con los concilios que celebraba la tribu en los que se reflejaba el
poder del behique, del brujo, médico, sacerdote o del cacique; cuyas
orientaciones todos obedecían cuando los espíritus y los cemíes
les inspiraban para las profecías y predicciones de hechos
futuros.
A Yahíma le interesa conocer los objetos que se utilizaban para
el ritual y de pronto aparece ante nuestros ojos el ajuar que integraba
los objetos rituales de la cohoba y que estaba compuesto
por el dujo, el plato o la bandeja ceremonial, el ídolo donde se
pulverizaba el tabaco y las demás plantas que se fueran a utilizar
y que hoy se conoce como dios del tabaco, el cerní al que se le
fuera a dedicar la ceremonia ritual, el inhalador, la espátula vómica,
las maracas de madera o de güira, los sonajeros de conchas
o de barro, el tambor o atabal y otros instrumentos musicales que
emiten raros sonidos en la noche.
Las manos sobre las rodillas y la posición sobre el dujo, casi en
cuclillas, características de este rito, aparecían expresadas magistralmente
en ídolos y en vasijas-efigies de uso ritual que veíamos
esparcidas en aquel espejismo que lentamente fue perdiéndose en
las sombras...
Quedamos sumergidos en un extraño silencio que rompe la
voz de Turey:
—Deseo hacerles algunas reflexiones acerca de los dioses con
los que hemos hecho contacto; e irán apareciendo en mis palabras
algunos elementos que abrirán el camino para comunicarnos
con otros cemíes del panteón taino, deidades tan plenas de
atracción y de interés como la que acabamos de conocer.
En cuanto a los ídolos procedentes de remotas raíces, aunque
estuviesen tallados en piedra o en madera, forjados en metal o
modelados en arcilla; se cree que fueron producidos por seres
humanos previos al Diluvio Universal, que dominaban una ciencia
cuyas aplicaciones ya se han olvidado.
El verdadero origen de Bayamanaco se pierde en la noche de
los tiempos. Sus raíces, como las de los demás cemíes, se instalan
en las fronteras de la magia y este encuentro con ellos se realiza
en la ejecución del rito, ya que el ayuno y los demás elementos de
Preparación son imprescindibles para tener acceso al doble etérico,

56
al otro yo, y lograr que este se exteriorice y se separe del cuerpo
físico, durante un tiempo más o menos breve, para acceder a otras
dimensiones del conocimiento.
Bruno pregunta si el doble etérico es equivalente al espía astral,
sobre el que se ha especulado en diversas noticias y Turey
responde:
—Se ha publicado alguna información sobre lo que ciertos investigadores
han llamado el espía astral, donde se expresa que los
servicios secretos norteamericanos han estudiado y utilizado unas
sustancias químicas que permiten efectuar desdoblamientos, durante
los cuales el espíritu abandona el cuerpo por períodos que
van de breves segundos a varias horas.
Cuando continuemos con el ritual de la cohoba veremos que las
sustancias químicas que permiten el desdoblamiento a ese temible
espía astral (que parece tener más sensibles usos en el espionaje
terrestre que en el de las estrellas), están contenidas en el tabaco,
en la ayahuasca y en otras plantas y que determinados pueblos
originarios de la Amazonia, de Cuba y de otras partes de las Antillas
las conocían, las dominaban y aún hoy en la América continental,
las emplean con fines curativos de impresionante eficacia.
Quedamos perplejos. Para romper la expectativa creada, Bruno
le dice al maestro:
—No puedo marcharme de este lugar sin saciar una curiosidad
que me asalta ¿seguirán naciendo divinidades creadas por el
hombre, aparecerán nuevos dioses?...
Turey sonríe dubitativo:
—No existe país, civilización o época, salvo aquella en que la
vida estaba en sus albores, en la que no se hayan esculpido imágenes
o simbolizado divinidades. Estas imágenes, son fuerzas dinámicas
y condensación de poderes capaces de proyectarse en la
vida de los seres humanos, que al creer en ellos, ejecutan ritos
pertenecientes al fenómeno de la comunicación.
Cuando ocurrió el último diluvio, se produjeron enormes transformaciones
en este planeta. Emergieron islas y montañas, mientras
otras tierras fueron devoradas por el mar. Muchos dioses
desaparecieron, otros quedaron olvidados en siglos posteriores por
transformaciones sociales y nuevos dioses ocuparon el lugar de los

57
desaparecidos, pero todos cumplieron y cumplen el mismo objetivo
en el ser humano: el de buscar el rumbo hacia lo imperecedero.
Así, dioses con rostros variables, santos con halos como el arcoiris,
deidades espirituales, abstractas, solo esencia, sin rostro,
forma, tamaño o color determinados, mínimos-gigantescos dioses
cuánticos poblarán el espacio y continuarán brindándonos la
posibilidad de elegir...
Le pregunto con temor si veremos renacer las terribles potencias
que nuestros lejanos antepasados lograron adormecer.
La voz de Turey en la entraña de la noche resuena como la de
un oráculo:
—Desafortunadamente ya han ido apareciendo en el planeta
muchas de esas temibles potencias, enmascaradas con múltiples
disfraces. Recuerden lo sucedido con el fascismo. Pero les aclaro
que nuevos caminos e insólitas sorpresas nos están reservados a
medida que continuemos adentrándonos en el conocimiento mágico
de la ciencia de los ídolos y sigamos despejando la incógnita
de los cemíes.
Los dioses Son el archivo del tiempo. Constituyen el producto
de un pensamiento esencial distinto, regido por signos informáticos
diferentes a los que señalizan nuestro pensamiento actual, por
ello no pueden ser interpretados, leídos, clasificados o codificados
por parámetros, ordenadores propios de nuestra cultura, porque
estos no están programados para descifrar los códigos del pensamiento,
ley fundamental de los poderes que dieron vida a esos
condensadores de fuerzas cósmicas y de fuerzas telúricas, sintetizadas
en ídolos de rara geometría.
Si son producto de las necesidades de otros pueblos o de la voluntad
de un inexistente, existente o tal vez imaginario mundo
paralelo, tabulemos que de haber penetrado esa información en
nuestro planeta, pasó a formar parte del cromosoma-memoria
de la humanidad, por lo tanto, es posible que en nuestras células
Palpite el germen de esa información y el secreto de esos misterios
y vivan los genes de ese gran saber del que somos herederos y que
es
tá aquí, al alcance de nuestras manos y de nuestra inteligencia,
Sl
aprendemos a desbrozar el camino que habrá de conducirnos a
s
u encuentro.

58
Por la zona donde aparecieron algunos de estos cemíes, pienso
en la semejanza entre el nombre de Bayamanaco y el de Bayamo
y veo que en esta isla, los cemíes están más presentes de lo que
creemos.
Mientras nos alejamos de la marmórea cantera bañada de luna,
busco el triple mensaje de Bayamanaco en la triangularidad de su
rostro que me dice: «Soy el nexo cósmico, la fuerza de la vida, la
llama del poder».
Ahora Turey nos invita a visitar uno de los lugares donde aparecieron
algunos de los cemíes del panteón indocubano.
Llegamos al sitio que buscábamos. Turey parecía transformarse,
como había ocurrido en otras ocasiones. En profunda concentración,
su rostro semejaba nuevamente el de uno de aquellos
cemíes que veíamos, al decirnos:
—Como hemos visto, los tainos cubanos conocían un complejo
rito a través del cual se manifestaba la presencia de un dios.
Si nos remitimos a fray Ramón Pané, él relata el examen a
que era sometido un árbol antes de que su madera fuera aceptada
para tallar en ella a un dios.
Cuando alguien va de camino y le parece ver un árbol que se
mueve hasta la raíz, ese alguien se detiene asustado y le pregunta
quién es. El árbol responde: «trae aquí al buhitibu (o al behique),
él te dirá quien soy». Aquel indio, llegado el médico, le dice lo que
ha visto. El hechicero o brujo va luego a ver el árbol, el mismo del
cual le hablaron, se sienta con él y hace la cohoba... hecha la
cohoba se levanta y le recita todos sus títulos como si fuera un
gran señor y le dice, dime quién eres, qué haces aquí, qué quieres
de mí y por qué me has hecho llamar, dime si quieres que te corte
o si quieres venir conmigo y cómo quieres que te lleve, yo te construiré
una casa con una heredad. Entonces el árbol o cerní convertido
en ídolo o poseído por el diablo, le responde la forma en
que quiere que lo haga. El brujo lo corta y lo talla del modo que se
le ha ordenado. Le edifica la casa con una posesión, muchas veces
al año le hace la cohoba, cuya ceremonia es para tributarle
oración para complacerlo, para saber del cerní algunas cosas buenas
o malas y también para pedirle riquezas cuando lo quieren y
saber si se alcanzará victoria sobre los enemigos.
L

5.9
Turey se vuelve hacia mí y me dice:
—Esta es la manera taina en que nace un dios, Lyz. Él le ha
transmitido a su constructor, por vía de la cohoba quién es y cómo
quiere ser representado, cómo desea ser llamado y de qué forma
debe tallársele en el madero.
En todos los tiempos y en todos los confines del planeta, el ser
humano ha esculpido y ha pintado misteriosos símbolos de la divinidad.
Como decía Aristóteles: Lo que es común a la esencia es
común a todos los individuos y lo que todos los hombres tienen
instintivamente por verdadero es una verdad natural. Al despedirse
nos dijo que pensáramos en cuanto habíamos hablado para
continuar hasta el lugar dónde nos encontraríamos con Corocote.
El dios que conoceríamos.
Corocote
Turey nos conduce hasta una laguna próxima al valle de Viña-
Ies en Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba. En el
centro de la laguna aparece un caney, casa o bohío circular de
madera de palma, techado con hojas de la misma planta, montado
sobre pilotes de madera. Ahora su voz se mece como el
agua:
—Miremos fijamente al centro de esos círculos continuos en el
agua, concentrémonos y muy pronto visualizaremos cuanto voy
a mostrarles acerca de Corocote.
A Corocote hay que verlo como el símbolo de la procreación
masculina y como raíz generadora de la sexualidad más absoluta
en ambos sexos. Este cerní pertenecía al cacique Guamorote, que
lo guardaba en lo alto de este caney, pero en las noches, esa deidad
se potencializaba y al abandonar su reclusorio diurno, bajaba
Para hacer el amor. Este sitio tiene como un embrujo emanado
Por Corocote.
El cacique Guamorote tenía enemigos, muchos querían poseer
aquel cerní, que con su mágica sensualidad hacía más potentes,
fecundos y poderosos a quienes le rendían culto.

60
Los enemigos atacaron. Los enemigos saquearon. Los enemigos
quemaron el caney de Guamorote y lograron darle muerte.
Corocote, con su poder de cerní, huyó a la laguna cercana y se
salvó del fuego.
Yahíma comenta que eso le parece un hecho simbólico. Turey
continúa:
—Así es, Yahíma. Esta deidad de muchos amos, padre de muchos
hijos y amante de todas las mujeres, pasó de mano en mano
y diversos caciques lo poseyeron. Todos ellos le rendían culto y lo
reverenciaban, estaba con las mujeres a las que hacían el amor.
En los sitios donde Corocote habitaba, hasta el aire era afrodisíaco.
A este rey de la doble corona se le atribuye la paternidad de
todos los niños aruacos y tainos que nacen con dos remolinos de
pelo o ese tipo de marcas en la cabeza, como poseedores de potencia
y de poder.
También a las deidades del panteón yoruba se les atribuye la
paternidad de las personas cuando se les registra y aparecen como
hijas de determinado orisha, y a las que tienen una serie de características
psicológicas, se les dice que son hijas de Shangó, de Yemayá,
de Oshún, de Obbatalá o de otro santo u orisha, de acuerdo
con ciertos parámetros que los tipifican.
La figura de cuerpo entero de este cerní es un símbolo fálico,
en el que se inscriben la cabeza, el torso y las extremidades, con el
sexo muy destacado. La extraordinaria inocencia de esa faz tiene
la intención de resaltar la pureza de la relación sexual que este
acto representaba para el pueblo taino, despojar esa función
biológico-amorosa de toda connotación perversa y hacerla un canto
a la creación y a la vida.
Intervengo para decirle al maestro que creo que las deidades
yoruba tienen igual sentido y él amplía:
—En la cosmogonía americana, Quetzalcóatl representa la
procreación y el caracol sometido a diversos cortes que pende de
su cuello, simboliza el nacimiento. Dentro del panteón yoruba
Shangó, deidad de la fortaleza sexual, con fama de mujeriego, era
el marido de Obba, a la vez mantenía relaciones con Oshún y con
Oyá y, a través de la cohoba, cuando se le dedicaba a Corocote, se
le rendía culto a la fertilidad. De forma orgiástica también se le

61
reverenciaba y se le rogaba por medio de areítos alusivos a sus
cualidades sexuales.
Observen que en esta casa o caney dedicado a los dioses, hay
una tabla bien labrada, de donde toman los polvos de cohoba, que
ponen sobre la cabeza de los cemíes haciendo cierta ceremonia,
después se introducen en la nariz el tabaco, la caña de dos ramas,
con la que absorben el polvo.
Entre tanto, los opías o espíritus que habitaban en el Coay-Bay
o país de los ausentes, aprovechaban las noches. No se asusten;
¿no los ven aquí entre nosotros?... y estos espíritus salían a pasearse
y a hacer fiesta, bailando areítos a la luz de la luna y visitando
a sus prójimos en las hamacas para gozar del dulce deleite
del amor sensual y del humo del tabaco, que da fuerza a los espíritus.
Pregunto si los behiques, por ser los encargados de realizar las
curaciones, ejercían alguna forma de magia, utilizando representaciones
del cerní, Turey nos aclara:
—Cuando los tainos construían pequeños cemíes de fibras, de
raíces tuberosas, de barro, de madera o de piedra; les hacían ofrendas
y los usaban corporalmente, invocaban los mágicos poderes
de la imagen con fines de beneficio individual o colectivo, pero
cuando analizamos otras civilizaciones, nos sorprende el encuentro
con la hechicería y la magia negra y se nos hace difícil aceptar
que esas prácticas corruptas se hayan originado a partir del más
codiciado conocimiento.
El brujo que, en sus trabajos de hechicería, construye un fetiche
de trapos, cera, papel y humores corporales con el fin de
amarrar sexualmente a alguien, de destruirlo socialmente o de
enloquecerlo, invade el campo de las leyes mentales para
subvertirlas.
Bruno solicita al maestro información acerca de los trabajos
de brujería que desconocemos y él nos complace:
—Desde la antigüedad se empleaba la estrella de seis puntas y
otros símbolos, más o menos encubiertos, en prácticas infamantes
para crear una indisoluble atadura sexual o provocar
impotencia y esterilidad, valiéndose además de cábalas en las que
la disposición de objetos, de formas y de números desempeñaban

62
un papel importante. En otros de los llamados trabajos de brujería
no dañinos, el ocultismo ha empleado métodos empíricos de adivinación
por medio de las cartas y otras fórmulas más complejas.
Antiquísimas formas de maleficios aún se practican en diversos
lugares, de manera que al construir un muñeco al cual se le introducen
uñas, cabellos, saliva, sangre, sudor, semen, fragmentos de
ropa u otro humor corporal; este fetiche pasa a ser una representación
de la víctima elegida y en virtud de ciertas leyes de magia simpática,
el hechicero piensa que influye sobre la persona, al aplicar
determinadas acciones agresivas, traumáticas o enajenantes, sobre
esta imagen que es su doble, antiguamente llamada volt.
En ese volt, cara o efigie en latín, el brujo formula su deseo,
realiza su voto y hace patente su propósito. En el mundo indotaíno
no aparecen estas prácticas infamantes.
A partir de la divulgación del tabaco entre los esclavos africanos,
la difusión universal de su uso entre los blancos y subestimando
sus características científicas, pero no así sus poderes sobre
el ser humano, el tabaco se ha utilizado, de forma marginal, en
prácticas de brujería de las siguientes maneras, entre otras. Turey
abre un folleto y lee:
—Por mediación del tabaco, esa planta solanacea originaria de
América Meridional que se cultiva en millares de regiones del globo,
las personas versadas en su lectura adivinan el porvenir, orientan
y traducen los mensajes de su candela (según sea viva, opaca
o lanzadora de chispas)... El tabaco tiene su oración y su conjuro,
a los cuales el vulgo atribuye poderes desde tiempos remotos.
Oraciones del tabaco
Para hacer volver a la persona
amada
Se coge un tabaco puro con la mano izquierda y tres fósforos. Se
enciende por el lado contrario, pero antes de encenderlo, se arrima
el tabaco a los labios y se reza la siguiente oración:
Puro, puro, puro, yo te conjuro por la virtud que tienes y por la
que Dios te dio, te pido que penetres en el corazón de..., para que

63
no tenga tranquilidad para comer, ni para dormir, ni diversión
alguna mientras no está a mi lado; que no sienta placer con ningún
(hombre o con ninguna mujer, según sea el caso).
Satanás, Satanás, Satanás; Luzbel, Luzbel, Luzbel; Lucifer, Lucifer,
Lucifer, en vos creo, en vos creo, en vos creo, que me has
de traer a..., (humillado o humillada) a mis pies, que sueñe conmigo,
que escuche mi voz, que siga mis pasos. Espíritus de tres
ahogados, espíritus codiciados, alfiler, alfiler, alfiler. Santa María
furiosa, te pido que me (la o lo) deis y me (la o lo) presentéis
para que se penetre en el corazón de... y no le deje tener tranquilidad
mientras no venga (humillado o humillada) a mis pies,
gallo que canta, niño que llora, perro que ladra, gato que maú-
11a. Satanás. Satanás, Satanás, en vos creo, en vos creo, en vos
creo.
Terminada la oración se enciende el tabaco, se coge con la mano
izquierda, se fuma ligero y cuando se haya terminado, se dan tres
golpes contra el suelo y se dice tres veces:...Hijo(a) de p... ven;
Hijo(a) de puerca... ven. Se coge la ceniza con la mano izquierda y
se dice: «Este es el cuerpo de este hijo de puerca (tres veces). Satanás,
en vos creo, y se dan tres golpes sobre la pierna izquierda (donde
se hará la cruz con la ceniza), diciendo tres veces: Hijo de puerca,
ven... Este trabajo se hace tres veces en el día.
Para atraer clientela al
negocio
Antes de abrir el negocio y después de haberse tomado tres tragos
de café negro, se coge el tabaco, se le hace su petición exponiendo
que desea tener la mejor venta del día. Se coloca en el
frente del negocio y se prende el tabaco con la mano derecha,
haciendo tres cruces con el fósforo prendido y mentalmente se
dice: Así sea. Con el tabaco en la boca y fumándolo fuertemente
y pidiendo con la mano y devoción que venga urgente, exclamándole
al San Juan del Mejoru. San Juan de los Caminos, San
Juan de la Suerte (la colilla y la ceniza del tabaco se recogen
para que no sean pisadas).

64
para
sab¡zr
El tabaco se chupa siete veces seguidas, invocando el deseo de lo
que se quiera saber. En el momento que se invoca con el tabaco
encendido, se llama con la mano sonando los dedos y luego zapateando
tres veces en el suelo y se llama con las manos dándose
palmadas en las piernas. Se coge con la mano el zapato o
alpargata, que se tiene puesto en el pie izquierdo en el momento
de la invocación y se zapatea en la puerta del cuarto por tres
veces.
fltraer a la persona
amada
Para atraer a la persona amada, se ponen tres clavos dulces en
cruz, centralizados dentro del tabaco, también se le pone un poco
de azúcar sobándolo siete veces, luego se pasa por las partes húmedas
del cuerpo. Entonces se procede a encenderlo en cruz, invocando
el deseo y en cuanto el tabaco reviente por la parte
derecha, se le lee a la persona que manda a fumar al tabaco y por
la parte derecha se lee al fumador. El tabaco se deja en posición
fija sin moverlo mientras se inhala el humo...
—Veamos ahora la siguiente invocación:
Ofrezcan los humos de este tabaco a los cinco sentidos, pensamiento
y persona de fulano (a) de tal. Invoco a los cuatro vientos
para que donde quiera que está venga desesperado(a) hacia mí,
humilde y manso como Jesucristo llegó manso y humilde a los
pies de Poncio Pilatos. Invoco a San Marcos de León para que me
lo(a) amanse de pies, manos y corazón, así como amansó al león
y a las otras fieras del monte...
—Este conjuro también refleja las mismas influencias:
Yo te conjuro fulano(a) de tal desde la cabeza hasta los pies,
vena por vena, nervio por nervio, como reducido te tengo a mí;
espero y confío que no podrás estar con (mujer u hombre) alguno,
si fueras a estar, tus fuerzas se han de agotar como se le agotaron
al Divino Señor (se hace una cruz con la mano derecha al
tabaco, bendiciéndolo tres veces seguidas).
—Otro conjuro de perfiles diabólicos es el siguiente:

65
Ofrezco los humos de este tabaco a los siete espíritus, en general,
al espíritu del cabrito negro y al espíritu de los cinco sentidos
de fulano(a) de tal. Estos sentidos se los invoco para que me lo
traigan desesperado (a), como llevó el cabrito negro a la gritona
buscando a su hijo y no lo encontró foeteada y refoeteada sin
hallar descanso. Así quiero que me traigan el espíritu de fulano
(a) de tal a mi poder.
Yo te conjuro desde la cabeza hasta los pies, parte por parte de
tu cuerpo, coyuntura por coyuntura hasta llegar a tu miembro
(o sexo femenino), para que tu naturaleza no desarrolle con ninguna
otra (persona), ni sientas placer ninguno hasta que no vengas
a mi poder.
Yo te conjuro por los nueve meses que tu madre te llevó en el
vientre; te conjuro por la hora de tu nacimiento; te conjuro por
los tres pasos que dio tu madre en la puerta de la iglesia; te conjuro
por los tres pasos que dio el cura en el baptisterio; te conjuro
por el agua que te echaron, por la sal que te dieron de comer; te
conjuro por el nombre que te pusieron; te conjuro por el Rey Lunay;
30 000 rayos trae la Luna, 30 000 trae el Sol, 30 000 diablos
que en los infiernos hay; 30 000 gotas de sangre trae (el
hombre o la mujer) que yo amo y el capataz del Infierno me lo ha
de traer...
—Una variante de la Oración del Tabaco, que dicen se practica
en La Habana es la siguiente:
Hoja de tabaco que en humo te conviertes por la virtud que tú
tienes y la que Lucifer te ha dado, quiero que penetres en el alma
y en el cuerpo de... (tres veces), que si durmiendo está, piense en
mí, que si caminando va, vea mi sombra, que si durmiendo está
despierte sobresaltado (a) y estrechándome entre sus brazos, si
con otra (o) está sienta odio y fastidio por él (ella) y amor por mí.
Santa Teresita en vos confío (3 veces); espíritu de los tres ahorcados
(3 veces); espíritu de los tres condenados (3 veces); espíritu de
los tres mutilados (3 veces); espíritu de los tres ahogados (3 veces),
ni perro que ladra, niña que llora, ni gato que maúlla, Lucifer,
Lucifer, Lucifer...
—Y este fragmento de la Oración del Tabaco que se reza en
Brasil:

66
Ofrezco los humos de este tabaco, por los siete espíritus infernales,
por el espíritu de la gritona, por el espíritu del cabrito negro...
—Oigamos la clásica Oración del Tabaco de la Reina María
Lionza, quizás una de las más cercanas a los inicios de este tipo de
brujería, ya que las otras son derivaciones de ella:
Se hace la Señal de la Cruz y se dice, con el permiso de Dios
Todopoderoso, y de la buena voluntad de los santos espíritus terrenales
y celestiales, ofrezco los humos de este tabaco:
Al juicio, pensamiento y persona; cinco sentidos, materia viva
y naturaleza y cerebro de... El día de hoy en que nació, el día en
que lo (la) bautizaron, el día en que se ha de morir. Tres veces
tembló la tierra y tres veces tembló la mar, que así tiemble el
corazón de... como me piense abandonar.
Tres mil rayos tiene el Sol y tres mil tiene la Luna, que por tres
mil rayos más sus huesos reventarán, y también sus coyunturas
que a mis plantas estarán.
(Él o ella), con dos te veo, con tres te ato, la sangre te bebo y el
corazón te parto.
A nombre de... van ofrecidos los humos de este tabaco, válganme
las palabras del bautizo, la hora en que te llevaron a la
Iglesia, la epístola que te rezó el cura cuando te fueron a bautizar,
el credo y Señor Mío Jesucristo que te rezaron tus padrinos
en el baptisterio. San Felipe Capuchino será el patrón que te traiga
a mi casa. San Juan Bautista bienaventurado, que desde el vientre
de Isabel fuiste coronado(a), te pido con gran anhelo que antes
de que yo termine este credo y este tabaco, revientes a... por mi
casa.
María Lionza, tú que eres tan poderosa, porque Dios te ha dado
ese poder, préstamelo para que sea buscada (o), amada (o) y adorada
(o), por... Al espíritu de Santa Elena para que lo haga que
corra y corra, que yo lo ato con la horma de mi zapato. Si efecto
tú me vas a hacer, cinco señas te voy a pedir, y una de ellas tú me
vas a dar y son: niño llorar, gallo cantar, perro ladrar, gato maullar
y puerta tocar... Se rezan el credo y el Señor Mío Jesucristo.
Yahíma desea conocer en opinión de Turey, por qué la búsqueda
del espíritu se contamina con este tipo de prácticas y quiénes
las realizan.

67
—Todas estas oraciones y conjuros fetichistas y demoníacos que
involucran al tabaco, surgen de una etapa posterior a la colonización
y son engendros decadentes, productos de una mezcla de subculturas
que no hablan del desarrollo consecuente del encuentro
entre formas de pensar diferentes, sino de esas secuelas que como
escoria, van dejando inexorablemente las guerras y los cataclismos.
Según los ocultistas, las corrientes de luz se transforman mediante
determinada manera de proyectar y dinamizar el pensamiento,
el cual les imprime modulaciones y les provoca una nueva
configuración. Estos ocultistas pretenden manejar esta ideoplastia
que, coordinada con el dominio de las corrientes telúricas, dicen
que les posibilita la ejecución de múltiples acciones. Por ello,
al considerar el Nahash controlado por medio del pensamiento,
aseguran que esta fuerza puede ser almacenada.
Comento que no creo que la luz astral tenga que ver con prácticas
infamantes de brujería y Turey replica:
—No esté tan segura, tal versión recoge la idea de que todas las
grandes obras de la antigüedad fueron cargadas con la utilización
de esa ciencia oculta, a la que el dios que adoraba Moisés maldijo
mil veces.
Se dice que actualmente esas tallas continúan cumpliendo la
misión que les asignaron las mágicas manos que las crearon hace
milenios.
Es imprescindible conocer el tipo de creencias practicadas por
los tainos y la ubicación filosófica que pudiera dársele a su
cosmovisión para seguir contextualizando a estos dioses, como
hemos venido haciéndolo con diversas cosmogonías creadas por
otras civilizaciones, no solo de América, sino de todo el Planeta.
Tanto los cultos dedicados a Corocote, como los correspondientes
a otros cemíes eran, en forma y contenido, netamente animistas.
La creencia de los tainos hacía extensiva la existencia de
fantasmas y espíritus más allá del ser humano, al atribuirle alma
a los animales, piedras, árboles y fenómenos telúricos y atmosféricos,
caracteriza al animismo.
La naturaleza de estos espíritus era tan desconocida para el
hombre primitivo como lo es para nosotros. Lo que sí tenían como
cierto eran sus diferencias con los seres corporales.

68
Ritos semejantes a los que les rendían, pueden observarse hoy
en día en zonas tribales del centro de África y también en América.
Pregunto al maestro si en la religión de los tainos existían esos
ritos de purificación.
—Por supuesto que existían, Lyz. Pero el concepto de pureza
y de purificación tenía otro sentido para estos pueblos, el concepto
de pecado no guardaba relación alguna con el que no comprendían
y les imponían los conquistadores. Por otra parte, en tiempos de la
conquista se desconocía la importancia espiritual y esotérica que
tienen estas islas del Caribe. No olviden que para muchos místicos,
el Planeta es un ser vivo, sujeto a leyes muy semejantes a las que
rigen al ser humano, en posesión, al igual que este, de siete chakras
o vórtices energéticos. De acuerdo con esta idea geomántica, algunos
investigadores plantean que en Topes de Collantes se localiza
nada menos que el séptimo chakra de la Tierra.
Estamos en disposición de practicar el ritual de la cohoba y
experimentar hasta dónde nos conducen nuestras posibilidades.
Dediquémosle este ritual a Corocote y es posible que lleguemos a
conocer más profundamente a este cemí.
Uno de los participantes no desea estar porque teme que sea
peligroso. Turey, con tono burlón lo tranquiliza:
—Practicar este ritual no entraña peligro alguno. Morir no representaba
el final para el taino. Primero transitaba por la vida
material y este episodio lo conducía rumbo a otro, al que ya estaba
sujeto por el orden y secuencia que regía desde el cosmos todos
los sucesos de la naturaleza.
Los tainos concebían el más allá sin premio ni castigo, sin calderas
hirvientes ni cánticos celestiales. Marchaban rumbo al país
de los ausentes, ese paradisíaco Coay-Bay que no los sepultaba ni
convertía en polvo, sino reivindicaba su derecho a disfrutar eternamente
cuanto de placentero, estimulante y alegre tenía su vida
anterior. Les confieso que ese es el paraíso donde deseo ir, cuando
me toque.
Todos reímos y para seguirle la corriente, le pregunto dónde
estaba ubicado ese sitio maravilloso.
—Era un lugar cercano a aquél donde habían vivido, dice. A
un lado de la isla, en un valle hermoso que les servía de descanso

69
diurno. Con la llegada de la noche, la luna era testigo de sus danzas
al son de los areítos, del disfrute del amor en sus visitas a las
hamacas de quienes aún no habitaban en el Coay-Bay, mientras
la pulposa guayaba les brindaba las delicias de su dulzor entre el
aroma del tabaco.
Los pueblos originales tenían la certeza de que existía un espíritu
radicado dentro del cuerpo, y también de que había un halo
externo de energía, que envolvía a cada cual y lo mismo sucedía
con la Tierra. Eso se evidencia cuando vemos que los Shipibo-Conibo,
con su serpiente cósmica anaconda Ronin rodeando la Tierra,
simbolizan la existencia de un marco vital, esa atmósfera llamada
biosfera, el ADN propiciador de la vida en el planeta.
Susurro a su oído con algo de ironía, que deseo revivir aquellos
cultos, para lograr esa integralidad con la que soñaba Oscar Wilde
cuando decía que el mapa del mundo estaba incompleto si en él
no incluíamos el país de la Utopía.
El maestro percibe mi tono y pone ante mí algo como un inhalador,
que sale de un recipiente donde hay unos polvos que parecen
picadura de tabaco.
Me sugiere en el mismo tono, recalcando las palabras:
—Si busca la utopía, inhale sin temor. Asistiremos al ritual que
se le dedicaba a Corocote. Seremos partícipes de lo que allí sucedía,
sucede y puede suceder...
Acepto el reto, inhalo el compuesto aromático y pienso en el
mundo taino. Voy entrando en somnolencia y me transporto a
un recinto desconocido. Allí solo hay aborígenes. Todo es
solemne.
Veo a los jefes y personas principales en el recinto sagrado que
solo se utiliza como templo. En ese instante penetra la comitiva
encabezada por el cacique. El behique realiza la cohoba. La ceremonia
comienza cuando este sacerdote toca un instrumento musical.
Todos los participantes guardan silencio, influidos por el
sonido que les abrirá la puerta de comunicación con el dios al
cual va dirigido el ritual. Ese llamado sonoro es diferente para
cada deidad.
Al finalizar la música, la palabra del behique se alza para decirle
al cerní el propósito de aquel ritual: si se desea conocer un

70
augurio. Después de explicarlo todo, inhala por la nariz, mediante
la cánula bifurcada, el tabaco, esa mezcla de polvos vegetales,
la cohoba que lo transporta al encuentro con los dioses.
Guarda silencio, sentado sobre el dujo ceremonial, con la cabeza
doblada sobre el pecho y las manos sobre las rodillas. Cuando
alza la frente parece transfigurado. Su voz resuena con matices
nuevos, distantes, celestiales. Comienza a hablar quedamente. Los
participantes responden a sus palabras en voz alta, y cada uno
habla para decirle su agradecimiento por responder a su llamado.
Después de esta acción de gracias, la voz del behique vuelve a
escucharse narrando el mensaje recibido y la visión que tuvo cuando
la cohoba lo trasladó a otras regiones y a otros mundos de dioses y
secretos, a otras esferas de respuestas y esperanzas.
Retorna la voz de Turey murmurándonos al oído:
—Los principales y los ancianos más sabios y respetados de
tribus y clanes recogían esos mágicos areítos, ese credo acumulado
en versos medidos, para mantenerlos vivos como legado para
las generaciones venideras. Somos sus alumnos y este aprendizaje
puede ser parte de una ceremonia de iniciación.
fltabey
En esta ocasión, Turey nos lleva muy lejos. No identifico el lugar
donde hallamos el nacimiento de un río.
—Aquí estaremos con Atabey, —se detiene el maestro. Ella es tan
fuerte y tan poderosa como las más potentes cataratas del planeta.
Puede ser que el nombre de Atabey provenga de Itabo, que
significa agua dulce o manantial, así es Madre de las Aguas, Madre
de Dios, Madre Luna. ¡Loor a la madre del Ser sin Padre!
Transitamos por sus nombres, hasta cinco, expresados en palabras
como Atabex, que en lengua taina deriva de ata, primero, y
bey, existencia del ser único, madre del Ser Supremo. Al invocarla
por Apito, se le dice La Omnipotente; al decirle Zumaco, la
calificamos de invisible; si la relacionamos con el flujo de las mareas
y la menstruación, se la llama Yermao y como sinónimo de
infinito le decimos Guacar.

71
Diosa de la maternidad, para invocarla también se escuchan
nombres como Iliella, Guaraputa y Guimazoa. Pedro Mártir de
Anglería confundió otro de sus nombres: Mamano, que significa
madre universal, madre de las aguas, señora de la luna, de
los mares y de la creación: matriz universal.
La Tierra divinizada, la Madre Tierra, es uno de los símbolos
más importantes de la mitología. De su matrimonio sagrado (hierogamia)
con el Padre Cielo son engendrados todos los dioses y
criaturas. La asimilación de la Tierra a un ser femenino se expresa
en la concepción de las grutas como vaginas o vientres de
la Tierra-madre.
Bruno se refiere a la identificación del agua con la mujer en
casi todas las culturas y el maestro se extiende:
—Una de las características de la mitología yoruba y de la
taina es la relación de las divinidades femeninas con el elemento
acuático y, en este caso, con los ríos. Atabey está asociada al
agua, y el agua a su vez es concebida en el simbolismo mitopoético
como un equivalente del seno maternal...
Según Mircea Eliade, las aguas preceden y sostienen a toda
creación, a todo establecimiento firme, a toda manifestación cósmica.
En la mitología yoruba, Yemayá, la diosa que gobierna
las aguas y el mar, es también la deidad de cuyo vientre surgen
los dioses y las partes del cosmos que estos personifican.
Atabey también se relaciona con la Luna, que es el planeta de
la fecundación. Mide las mareas de la Tierra, así como el pasaje
del alma desde la orilla de la eternidad por medio de las aguas
del vientre materno hasta el mundo terrenal. El signo zodiacal
cáncer es el hogar de la Luna.
Decía Cristóbal Colón que la mayor parte de los caciques tenían
tres piedras a las que ellos y su gente profesaban gran devoción.
Una, dicen que es buena para los cereales y las legumbres
que han sembrado; la otra para parir las mujeres sin dolor y la
tercera, para el agua y el sol cuando hacen falta. La utilizada
para parir sin dolor es la que representa a Atabey.
Cada nombre de la diosa posee un significado diferente y el
contenido de esos nombres es tan profundo y complejo que
alcanza conceptos tales como primordial, infinito, omnipo-

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tente y generador del Ser Supremo, abstracciones nada elementales.
Reitero mi idea de que esos nombres pueden ser solo símbolos
para destacar cualidades, Turey no lo afirma ni lo niega y
enumera:
—Si nos guiamos por la lengua arahuaca, Wa-kar significaría
nuestra madre ligada a la Luna y a las mareas, pero Atabey tiene
un significado mucho más importante para la mujer y el hombre
tainos.
Para la mujer taina, parir sin dolor cuando la imagen de la
diosa era pasada sobre su vientre, significaba liberarse de una
maldición ancestral ignorada por ella, pero que según el Génesis
pesa sobre las mujeres.
Para el behique, Atabey era el símbolo sagrado a través del
cual él realizaba la preparación mental de la mujer y de sus familiares
a la hora del parto.
Para el hombre era la madre, la maestra, la mujer; la que le enseñó
los misterios del más allá y la utilización del ritual de la cohoba
para comunicarse con los dioses.
La mitología antillana tiene un Ser Supremo: Yucahú-Bagua-Máorocote,
cuya madre es Atabey, excelsa diosa de las aguas.
Atabey representa la máxima expresión de la hermosura, la clarividencia
y la sabiduría.
Los seres humanos vivían en el desamparo y desconocían el camino
para ser escuchados por los dioses. Los cemíes constituían un
gran misterio. Atabey con sus enseñanzas logró que los hombres se
comunicaran con los dioses y recibieran respuestas a sus ruegos.
La ignorancia en la que estaba sumido este pueblo fue desapareciendo
a medida que Atabey iba brindándole su sabiduría.
Atabey entregó a su pueblo el secreto de un instrumento llamado
maraca, que construían de madera ahuecada con pequeñas
piedras o semillas dentro, o del fruto hueco de una planta
llamada güiro.
Por la vía del sonido, del verbo, de la armonía, de la melodía y
del ritmo conoceremos a una Atabey poseedora de una fuerza
donde se sintetizan la inteligencia, la sensibilidad y la ternura que
en haz indisoluble engendran el amor.

73
A la hora del parto, la imagen de Atabey se conjuraba por medio
del sonido de los areítos compuestos para invocarla.
Sin transición alguna, se despide Turey:
—Quédense entre estas montañas escuchando el sonido de la
noche, la voz de las estrellas, la palabra de la Luna, el titilar de
Sirio, los cánticos de Atabey... Volveré por ustedes cuando hayan
interiorizado a este cerní.
El regreso de Turey ocurre en medio de una vorágine de sonidos,
entre los que percibimos la estructura de ciertos areítos en
los que la palabra, el verbo, el sonido por la vía del canto y el
ritmo por medio de la danza, donde todos se movían ininterrumpidamente
sin salirse del compás ni con los movimientos, ni
con las voces, influyen en los participantes hasta caer exhaustos,
presas de un estado de profundo desdoblamiento, que les
impide el dominio de su pensamiento y de su voluntad y los
sume en un estado de éxtasis o trance con diferentes márgenes
de duración.
Con sorpresa, envueltos en ese torbellino, escuchamos a Turey
decirnos:
—Los areítos dedicados a Atabey son los más rítmicos y sensuales,
siempre acompañados por la percusión de la maraca que
ella legó a su pueblo.
El areíto, como hemos visto, constituía la memoria social de la
tribu, la historia del cacicazgo que la dirigía y el archivo del pueblo
que los cantaba.
—¿Atabey es una de las famosas vírgenes negras que se registran
en tantas y tan diversas fuentes e informaciones?¿Cree usted
que existe alguna raíz común entre todas las vírgenes negras que
aparecen en diferentes culturas?, pregunto al maestro.
—Sí, Lyz, responde. Todas estas diosas, llámense Isis, Astarté,
Cibeles, Artemisa, Oshún, Yemayá, Atabey, virgen de Regla, de
Monteserrat, la Macarena, la Caridad del Cobre, la de Guadalupe,
de los Ángeles, la Candelaria u otras; fueron representadas
como vírgenes negras. La raíz común radica en que eran el símbolo
de la Tierra primigenia que, una vez fecundada por el Sol, se
convertía en fuente de toda vida, diosas del reino sublunar, pero

74
también porque muchas de estas imágenes habían sustituido en
el lugar del culto, a una piedra negra de origen meteorítico, por
tanto, extraterrestre, venerada en santuarios desde tiempo inmemorial.
Artemisa de Efeso es el resultado del sincretismo helenístico de
una divinidad anterior, adorada en Anatolia bajo la forma de un
meteorito negro.
—¿Tiene la virgen María alguna relación con estas deidades?,
—pregunta Yahíma, fascinada por el tema.
Turey sonríe con aire misterioso y continúa:
—Bueno, en la actualidad todas pueden ser variantes de ella,
pero es precisamente en Efeso donde la tradición de la Iglesia sitúa
los últimos años de la virgen María, su tumba y su Asunción,
en un lugar denominado Karatchalti, que en turco significa la
piedra negra, muy cerca del santuario octogonal de Artemisa la
Negra. Fíjese que relación más directa, pues esto no significa que
todas sean de piel negra, sino que pertenecen a un mundo en el
que reina la oscuridad de las cavernas, de la vida intrauterina...
Es también el caso de la diosa Cibeles, adorada en Pesinunte,
sobre el monte Angdistis, junto a una roca meteorítica negra
caída del cielo. Cuando los celtas gálatas invadieron la región de
Pesinunte, en el siglo n a. n. e., adoptaron esta piedra negra como
imagen de la Gran Madre Belisana, la misma que fue luego sustituida
por la virgen negra de la Candelaria, patrona de una de
las Islas Canarias. Llenas de simbolismo, aquellas imágenes femeninas
llevan el sello del ritual que auspician.
Las representaciones de la diosa indotaína, guardan similitud,
en sus formas, con otras deidades propiciatorias del parto y de la
fecundidad, en las que el escultor, obedeciendo quizás a parámetros
litúrgicos preestablecidos, exagera determinadas partes del
cuerpo, como ocurre con la Venus de Willendorf joya del arte
prehistórico europeo.
Asimismo, en algunos de sus avatares, Atabey tiene puntos
de contacto con la diosa romana Cranea o Cemanse, que significa
figura pétrea, en la acepción griega es la diosa Artemisa.
A la vez que Turey hablaba, íbamos visualizando a Atabey, a
Oshún, a la Caridad del Cobre, a la Venus de Willendorf, a Cranea

75
o Artemisa y a todas las demás vírgenes negras comunicándonos
sus misterios, en un divino aquelarre de difícil descripción.
—¿Exactamente qué conocimientos le transmitió Atabey a su
pueblo? —pregunta Bruno.
Turey vuelve a enumerar:
—Mire cuántos y cuán diversos conocimientos como les dije,
Bruno:
Le enseñó el significado de cada uno de los nombres por los
cuales se le conocía y se le invocaba.
Le dijo que existía un Ser Supremo y le entregó la forma de que
sus ruegos fueran escuchados por él.
Le mostró el camino de la omnipotencia, o sea de la potencia del
ser humano, orientándolo en la manera de obtener con su propio
esfuerzo, los recursos para una vida mejor.
Le entregó el conocimiento de la navegación y la pesca.
Lo ilustró sobre el flujo de las mareas y su relación con los cambios
lunares, así como la existencia de las cuatro estaciones del
año y de los cuatro puntos cardinales.
Le dio a conocer el concepto de lo infinito al hacerle creer que la
vida no terminaba con la muerte.
Le expresó que dentro de cada ser humano existía un alma, que
esta era inmortal y que después de la muerte física, iban al Coay-
Bay, el País de los Ausentes.
Le dio los ritos mágicos y las ceremonias propiciatorias para
acceder a los espíritus por mediación del tabaco.
También le entregó el misterio de los cemíes y la forma de comunicarse
con ellos por medio del ritual de la cohoba, traído a
la Tierra por el dios Bayamanaco.
Bruno interpreta esos conocimientos como el símbolo del tránsito
de la etapa nómada a la gregaria y Turey, como suele hacer
cuando responde, amplía con conceptos científicos:
—Es correcto y si nos lanzamos por el camino de las fabuladores,
podemos pensar que al mostrarle el significado y el uso del
tabaco en el ritual de la cohoba le dio, aunque ignorando el sentido

76
científico actual, un símbolo referido a la molécula informacional
de la vida, el ADN, cuya esencia está caracterizada por ser
doble y simple a la vez. En la esfera de las creencias animistas, su
función sería la de enlazar la vida terrestre con la vida del más
allá o de los espíritus.
La dualidad cuerpo-espíritu dentro del sentido de continuidad,
quedaba plasmada en la idea de que de la vida nace la muerte y
de la muerte nace la vida, que sustentaban esos pueblos. Si esta
célula no se duplicara, la vida no existiría. El ADN de todo ser
viviente posee idénticos mecanismos de duplicación, solo el orden
de las letras cambia entre las especies.
Atabey instruyó a los hombres sobre la existencia de los cuatro
gemelos, hijos de Itiba Cahubaba, quien murió del parto, o sea
que se transfiguró después de traer al mundo a esos cuatro gemelos,
símbolo de los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones,
el origen de la creación del hombre y la procreación por vía
sexual, no de la manera en que nacían los dioses.
Todos ignoramos ese alcance, le digo sin poder contenerme. Él
con calma, sigue hablando:
—Ella los orientará con símbolos, no con verdades probadas.
Tratemos de hallar la verdad. Desconocemos la exacta y más lejana
procedencia de Atabey. Esta diosa hizo del Coay-Bay un espejismo
para que fuera menos temible el tránsito de sus hijos hacia
lo ignoto. Einstein afirmaba que la muerte es un pasaporte para
ir a otra parte. Atabey era la deificación de la mujer y de la madre,
que les dio a sus hijos ese pasaporte hacia la inmortalidad.
También se ha afirmado que el primer ser humano que hubo sobre
la Tierra fue una mujer. No nació Eva del costado de Adán,
sino que Adán nació de Eva.
Atabey, como gran diosa madre y principio genético femenino,
puede ser referida al génesis hebraico, según el cual las mujeres
tuvieron las primicias de los conocimientos científicos y
gustaron, las primeras, de los frutos proporcionados por el árbol
del saber. Existía un mundo animal y un mundo humano. Ellas
fueron las primeras en salvar el espacio que separaba esos dos
mundos y dominaron los secretos de la materia antes que los
integrantes del sexo masculino, pero esta ginecocracia fue des-

77
truida por el Diluvio. Antes de ese cataclismo, la diosa madre era
la deidad más respetada.
Yahíma se interesa en el porqué de la desaparición de la ginecocracia
y Turey nos remite a una de las motivaciones religiosas:
—El que llevaba el nombre de Lucifer, el portador de la luz, fue
transformado en deidad femenina y devino la diosa hindú Kali o
la egipcia Isis. Vestigios de estas deidades perviven aún en algunas
catedrales y templos, en imágenes que representan la vida en
gestación, como si soterráneas y telúricas, estuvieran asociadas a
un antiguo culto al fuego genésico.
Puede ser especulativa la información sobre Atabey pero, en
contradicción, siento la fuerza de su influjo. Ese influjo hace que
no logremos liberarnos del estado psíquico y emocional donde nos
ha sumido esta deidad. Sabemos que nos aguardan nuevas y sorprendentes
relaciones con otros dioses, pero las ataduras que nos
vinculan a este cerní guardan mucha semejanza a las que se establecen
con la madre. Es como si un invisible cordón umbilical nos
impidiera alejarnos de ella.
El desconocimiento de ese mundo subyacente, sublunar, casi
olvidado, de estas raíces, no solo las hacen nuevas y más preciadas
para mí, sino que me revelan otra parte de ese yo que permanecía
sepultado en ciertas zonas oscuras y sin uso, inactivas en el
cerebro de todos los seres humanos.
Traté de descifrar el mensaje de la diosa en ese tríptico de ideas,
en ese triángulo que ella porta en sus manos.
El mensaje de Atabey fue el de la inteligencia, la sabiduría y el
amor.
yáeahü-Bagaa-Máoroeote
Aguardando por Turey, pienso en el raro cerní que vamos a conocer,
esta deidad sin forma determinada, precisamente por poseer
muchas formas, este cerní aún no visto por nosotros, pero que es
el Ser Supremo de la mitología antillana. Ya el maestro viene a
nuestro encuentro y antes de que echemos a andar, nos dice que

78
conoceremos el mito, la cultura y algunos secretos aborígenes en
nuestro viaje a Baracoa y, seguidamente, nos brinda una de esas
mixturas con aroma a tabaco, café, albahaca y menta, que en
ocasiones nos ofrece, y mientras todo cambia en nuestro entorno,
comienza sin preámbulo:
—Existen en el continente americano y en otros parajes de la
Tierra, pueblos cuyo estilo de vida es casi idéntico al de los tainos
que habitaban en Cuba antes del arribo de Colón. Aquella cultura
pertenecía a la etapa más avanzada del neolítico y esas mismas
son las costumbres, el carácter y los ritos que hoy rigen la existencia
de los habitantes de la meseta de Mato Grosso y que puede
servir de modelo al comparársele con los habitantes de las Antillas
de hace más de quinientos años.
Las diferencias entre los aborígenes del continente y los precolombinos
antillanos están dadas por las disímiles condiciones
ambientales, pero en esencia los patrones culturales y las raíces
morales proceden de un tronco común, independientemente del
nivel de contaminación que hayan alcanzado.
Debido al efecto del cocimiento ingerido o por hallarnos en una
zona arqueológica, van apareciendo en el camino, pequeños ídolos,
fragmentos de vasijas de alfarería orladas con cenefas de originales
diseños de armoniosa geometría, hasta que llegamos a un
enterramiento aborigen.
Le repito a Turey, usted tiene que ser no solo un iniciado en los
ritos y mitos de estos pueblos y en los de todas esas antiguas mitologías
que hemos conocido a lo largo de nuestro viaje, sino un
avatar de esos sagrados misterios que un número reducido de privilegiados
domina...
Tajantemente me interrumpe:
— ¡No vuelva a importunarme con esa obsesión! Piense lo
que quiera. Si usted cree que soy un mito, voy a responderle
con uno de los criterios de estudiosos, que opinan que la reducción
del estudio de un mito al simple examen de sus textos, ha
sido fatal para el conocimiento acertado de su índole. Los mitos
se nos ofrecen arrancados de la fe viva, sin que podamos
hacerlos comentar por los que fueron sus creyentes, puesto que
ya no existen. Si no penetramos en ellos con vida, corazón e

79
inteligencia, solo nos convertimos en eruditos de esas mitologías.
La función del mito es la vida. Y todavía molesto, murmura
como para sí, que por seguirse practicando determinados ritos
muy antiguos, aún viven y se mantienen las tradiciones afrocubanas
en esta isla del Caribe.
Por su respuesta comprendí que era inútil mi empeño, pues
nunca me revelaría qué tipo de creencias practicaba, ni cuál era
su origen, ni a qué siglo pertenecía ni de qué galaxia o parte del
planeta procedía.
Se detuvo ante un pequeño túmulo y nos dijo:
—Los integrantes de este grupo están en disposición de continuar
por la senda ritual, y se encuentran preparados física, espiritual
y psíquicamente para ponerse en contacto con la dimensión
a la que pertenecen los dioses. La comunicación se producirá a
través de claves que debemos descifrar. En realidad así ha ocurrido
desde el principio del viaje que venimos realizando. Estos conocimientos
no están enmarcados dentro de nuestros códigos
habituales. Cuando los mensajes recibidos por nosotros se perciben
a través de los esquemas tradicionales, se convierten en
cenizas.
Si los descubren como revelaciones, serán caona y guanines
en sus manos, o sea, oro y piedras preciosas procedentes de un
tesoro que jamás se agota.
Yahíma se detiene ante el sitio de enterramiento y señala su
semejanza con los encontrados en la comarca a la que ella pertenece.
Turey se refiere a la causa de esta semejanza:
—Antes de emigrar a las Antillas, los antecesores de los habitantes
de esta isla estuvieron asentados en la zona que hoy ocupa
Venezuela, pero a la llegada de los europeos ya ese origen había
desaparecido del recuerdo de estos pueblos. A pesar de indudables
raíces comunes, su religión se había transformado respecto a la
de los aruacos y arahuacos y se había ido perfilando una cultura
diferente a la que se desarrollaba en el continente, no obstante,
religión y lenguaje afines hacían que los antillanos pudieran
comunicarse entre sí, dentro de un clima de creencias, hábitos e
intereses semejantes.

—¿Pero a ellos no les quedaba un vago recuerdo de esos orígenes?
—indaga Bruno.
—Que ellos habían olvidado sus orígenes se evidencia en algunas
de sus creencias, aunque no en todas. Si decían saber de dónde
emergieron el Sol, la Luna y el mar y estos fenómenos naturales
aparecían en su mitología vinculados a las islas donde habitaban,
si pensaban que ellos mismos procedían del fondo de cuevas de
esas islas, esos eran mitos más recientes, en los que al plantearse
el dilema de la creación del ser humano, lo relacionaban únicamente
con el entorno ecológico que les pertenecía y había acogido
a sus predecesores, tal vez arrojados a esas playas por el último
diluvio, cataclismo que los desvinculó de los lugares de procedencia,
pero de los cuales heredaron la lengua, determinadas creencias
religiosas y un sentido de cohesión social.
Nos trasladamos a épocas anteriores, más allá de esos antecesores
continentales, al sitio de donde algunos de estos cemíes
proceden. Este lugar de Baracoa, donde nos encontramos, fue depositario
de grandes secretos aborígenes relacionados con la deidad
que vamos a conocer y que tiene características impresionantes.
Para mi sorpresa, Turey nos anuncia que en cualquier momento
hará referencia a la Teoría del Vacío de la Génesis.
Señala un raro ejemplar de tres puntas, con forma de trigonolito.
Cuando pronuncia su nombre, Yúcahu-Bagua-Máorocote o
Yucahuguamá, lo hace con gran respeto y solemnidad. Este trigonolito
es un ser antropomorfo por uno de los extremos y zoomorfo
por el otro y en su cúspide, semeja una semilla en el
momento de abrirse para dejar que de su entraña brote la simiente.
Le digo a Turey que a mí me parece un híbrido, mezcla de ser
humano, animal y vegetal, que solo podría ser descrito mediante
un lenguaje ideográfico. Las palabras en sí mismas no pueden
describirlo sin recurrir a las metáforas, porque se sale del campo
referencial que manejamos.
El maestro obvia mi observación, pues aún está resentido por
la insistencia de mis indagaciones sobre su persona y como si se
tratara de algo conocido, se refiere por la vía de la enumeración
de sus caracterírticas, a ese ente fabuloso:

Sí
—Como en todas las doctrinas esotéricas, el Ser Supremo no
tuvo principio ni tendrá fin, esta afirmación se contradice con la
Teoría del Vacío de la Génesis, donde se plantea que del vacío y
como producto de la asimetría, que es la que produce el desarrollo,
surgió un primer rasgo de energía o materia que dio origen
al universo. Todos ubican su vivienda en el cielo, pero el cielo de
este Ser Supremo no es el mismo del de los seres humanos, por
eso nunca persona alguna ha podido ver tal cual es a Yúcahu-Bagua-Máorocote,
Ser Supremo de la Mitología Antillana. Solo podrán
verse sus representaciones. Como imagen u objeto no puede
ser visto, pero tampoco puede ser representado en palabras, sino
en objetos que no son él, en imágenes que lo representan. Si lo
concebimos así, el objeto primordial, o sea, el dios invisible deja
de tener importancia, pasa a un segundo plano, ya que no puede
ser visto, de modo que esa importancia se transmite a su representación,
materialmente tangible y visible. Pero esta representación
del dios, solo puede ponerse en palabras con el fin de ser
descrita y por medio de esa descripción, expresar una idea que
simbolice a ese dios, para que así esta idea devenga experiencia
de vida, privativa de aquellos que la practiquen, ya sea en forma
mítica o ritual. Esto es válido para toda deidad invisible a partir
del Espíritu Santo, también para aquellas religiones que no veneran
iconos y fundamentan su adoración en el poder de revelación
que puedan tener las palabras. El valor de comunicación
de esas palabras solo es real en tanto contengan una idea, que
por ser abstracta en el caso de una deidad invisible, es autocontenida
y no puede estar expresada en palabras. ¿Un callejón sin
salida, verdad?
Estos juegos teológicos me impacientan y se afilian metodológicamente
a la filosofía occidental, de modo que en forma nada
amable digo:
—Maestro, jamás hubiera pensado que usted utilizaría estas
trampas semánticas, teológicas e ideológicas para hacernos creer
que las palabras son solamente palabras que no nos llevan a lugar
alguno. Me parece obvio que esa figura de tres puntas puede
ser una de las más claras representaciones del Ser Supremo pues,
como usted ha manifestado, su diseño es un ejemplo de síntesis.

Por ello le pido que nos diga de cuántas otras formas lo veían los
habitantes de las Antillas.
Turey hace un gesto ambiguo, que no sé si es de tolerancia.
—Su observación es muy provocadora, Lyz —dice—, pero en
un viaje todo puede suceder... Entre los pobladores de las Antillas
aparece de muy diversas maneras, según la razón por la cual ellos
lo invoquen o aquello para lo que lo necesiten, porque él es el gran
benefactor del género humano, el protector, aquel a quien nada
ni nadie podrá vencer. Representa la misma esencia del Espíritu
Santo, es de la misma sustancia que Zeus, quien al convocar a las
nubes hacía que estas le obedecieran para fertilizar la tierra; de
igual fibra que Tlaloc, esa divinidad nahua adorada por los toltecas,
dios de la lluvia, propiciador de las cosechas. Pero hay más.
Yúcahu también puede ser parte de aquel ser luminoso, carente
de forma visible, que le hablaba a Moisés.
—¿Qué quiere decir usted al afirmar que Yucahuguamá es
como el Espíritu Santo?, —pregunta Bruno con un tono inequívocamente
molesto.
—Quiero decir Bruno, que un ser supremo es un ser supremo,
sea cual fuere la cultura que lo asume, y representa la síntesis de
todos los poderes. Puede existir o no existir si lo afirmamos o negamos,
pero una vez que lo nombramos para afirmarlo o negarlo,
es un existente en la palabra que lo enuncia.
No es propiedad de un pueblo o de una civilización determinada,
cada quien tiene el derecho de asumirlo, representarlo,
reverenciarlo o negarlo con la misma fe y la misma dignidad, la
misma idolatría o igual sentido iconoclástico que la civilización
más desarrollada y dominante del planeta, o con la misma posición
agnóstica de quienes no reconocen su existencia. Todos tienen
el derecho de asumir la posición de aquellos que lo ignoran
o lo convocan, al socaire de sus intereses y que no por tener diversos
nombres y diferentes formas de ser representado, es otro,
sino el mismo y único para la necesidad de quienes lo quieran
invocar.
Para terciar en aquel diálogo un tanto polémico; pregunté al
maestro de cuántas maneras se invoca a Yúcahu-Bagua-Máorocote.

83
Él sonríe y responde, comprensivo de mi intención conciliadora:
—Escuchen, ¿no han comenzado a oír la voz del chamán que
canta desde el pasado un areíto dedicado a Yucahuguamá?...
De manera inesperada, primero muy suavemente y luego en
nítidas palabras y melodía, llega desde muy lejos este areíto:
...Ser Supremo, sagrado Yúcahu,
del que brota la fuente de la vida
vengo a rogarte la mejor cosecha,
y a dar gracias por todo
lo que me brindas tú...
Volvemos a escuchar a Turey cuando nos dice:
—Al señor del mar, de la tierra, de las cosechas y la yuca, de
los que elaboraban el casabe, su pan de cada día, a aquel que no
tiene predecesor masculino o padre, pero es hijo de la diosa Atabey,
se le invoca de diversas maneras. Cuando el pueblo implora
su influencia para que haga más fértil la tierra y se logren más
pródigas cosechas, se le nombra Yucahuguamá y bajo el influjo
de este nombre los campos reverdecen y de la simiente brota
nueva vida.
Yahíma pregunta cómo se le manifestó a los tainos este dios,
cuándo y en qué sitio apareció.
—Puede haberse manifestado al comienzo de los tiempos —Turey
se muestra dubitativo—, cuya memoria se ha perdido. También
pudo presentarse en algún sitio sagrado similar al que ellos
llamaban Caonao. Este no es un solo punto, sino diversos lugares
míticos, cargados de una incalculable fuerza creadora y generatriz,
porque ya saben que caona significa oro, pero ese lugar tiene
mucho más que oro y mucho más que piedras preciosas, ese paraje
tiene la emanación de todos los dioses, el hálito vivificante
lleno de divinas virtudes que hacen más larga, placentera y productiva
la vida. En esos sitios la naturaleza es de la misma sustancia
con la que ha sido creado el hombre, el árbol, la piedra, el
pájaro y la flor; cada uno moldeado con ese barro inocente que es
el cuerpo de dios. Es una especie de comunión inicial. Es el lugar

S4>
donde nace el sonoro areíto que canta el milagro de la creación.
Visitaremos estos lugares en algún momento...
Al oírle decir a Turey que este cerní era semejante al Espíritu
Santo y su lugar de procedencia era como el cuerpo de Dios, no
pude menos que indagar en qué se asemeja Yucahuguamá al dios
de los colonizadores.
—Aquellos que consumaron el descubrimiento de estas tierras,
ya descubiertas y habitadas durante milenios por pueblos diferentes,
aquellos que no miraron a los cemíes como a dioses, sino
como a fetiches representativos de la herejía, trataron de definirlos
de acuerdo con la religión que traían de lejos y en dependencia
de lo mucho que ignoraban el espíritu esencial del panteón de los
pueblos de Abya-Yala y de las Antillas. Por eso todos los cronistas
de la época interpretaban que los nativos creían que estaba en el
cielo y era inmortal, que nadie podía verlo y que tenía madre. No
tenía principio y lo llamaronn Yúcahu-Bagua-Máorocote. El padre
Las Casas aseguraba, acorde con su credo, que la gente de
esta isla tenía cierta fe y conocimiento de Dios solo y verdadero,
inmortal e invisible, sin un principio y cuya morada y habitación
era el cielo...
Algunos cronistas trataban de hacerlo coincidir con el dios
único, reverenciado por los católicos, pero quizás este no era más
que un inocente ardid de fray Bartolomé de Las Casas para defender
a los nativos de las acusaciones de herejía y politeísmo a
que eran condenados constantemente.
Bruno insiste en indagar sobre los medios de que se valían para
comunicarse con este dios y para recibir sus respuestas.
El maestro reitera:
—Les recuerdo que siempre se comunicaban con todos los dioses
de su panteón mediante el ritual de la cohoba y que al invocarle
por el nombre de Yucahuguamá, clamaban por el pan de
cada día, porque yoca significa yuca y esta palabra simboliza
para el pueblo aruaco, el pan, el casabe, el sagrado e indispensable
sustento de la tribu. Cuando pronunciaban Bagua, estaban
convocando al mar con todos sus tesoros como fuente de alimentos
y vía de navegación y al llamarle Máorocote, definían a
aquel que es sin abuelo, en el misterio teológico que entrañaba

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no haber sido engendrado por un padre y aún poseyendo madre,
no tuviera principio ni fin. De esa manera podían invocarlo
aquellos pueblos navegantes, agricultores y pescadores, que habían
olvidado el remoto origen de los cemíes propios de sus mitologías;
desconocedores de quiénes los habían concebido y
configurado por vez primera y por qué vías habían llegado a
estas tierras aquellas estatuillas cargadas de poder.
—¿De cuántas formas se le representa y cual es la razón de las
diferentes apariciones de esta y de otras deidades? —insiste Bruno.
—Al aparecer en diferentes imágenes de las diversas fuerzas
cósmicas y telúricas que lo representan, este y otros dioses multiformes
se convierten en arquetipos y esa condición arquetípica,
conlleva a un significado abarcador, que va más allá de la simple
idea unilineal del uno siempre igual a sí mismo, para trascender
en la idea global del uno siempre igual al todo.
Así, cada deidad, en su esfera de poder, tiene un alcance total,
como en el ejemplo de Atabey o de Bayamanaco.
Turey nos hace recordar que las diferencias fundamentales
radican en los objetivos para los que se le invoque.
—Miren a su alrededor, ¿lo ven aparecer de diversas maneras?
Tiene múltiples formas de presentarse a nuestros ojos. Con mayor
frecuencia se representa en estas imágenes de tres puntas o
trigonolitos, en tallas tridimensionales en piedra que evocan figuras
antropomorfas, en uno de cuyos extremos surge un rostro de
boca muy abierta, símbolo de avidez por ingerir sustancias nutrientes
de la tierra. En otras oportunidades aparece en forma de
majá, reptil no venenoso oriundo de Cuba. Cuando es simbolizado
por un flamenco, la estilización de esta ave se utiliza en abalorios
tales como colgantes y aretes de conchas. También se presenta
como un manatí, ese sirenio acuático casi mitológico sobreviviente
antediluviano, tallado en objetos aislados. En espátulas vómicas
utilizadas en el ritual de la cohoba aparece en forma de manatí. Se
le concibe en la imagen de una rana, remedando aquella leyenda
de los niños que al ser separados de sus madres a la orilla de un
arroyo, clamaban toa, toa, pidiendo alimento.
Dentro del arte de estos pueblos —continúa Turey— ciertas especies
de animales y plantas, eran consideradas partes esenciales

86
de su espíritu. De manera mágica compartían con ellos los poderes
que atribuían a sus antepasados desaparecidos, con representaciones
zoomórficas en cuya imagen los plasmaban. Estas
representaciones, figura-humana-figura-animal estaban relacionadas
con el nagual del difunto. Aquellas piezas totémicas de doble
naturaleza zoomórfica y antropomórfica que representaban el poder
social, el cual actuaba como fuerza unificadora de la tribu. En
el caso de las representaciones zoomórficas de Yúcahu, los diferentes
animales a través de los cuales aparece, lo relacionan con
el concepto totémico de los aruacos que aún en la actualidad mantienen
ese tipo de creencias.
Mientras hablaba, Turey inhalaba el humo ritual de la cohoba,
que manaba de una bandeja situada junto al cerní, e hizo que
cada uno de los participantes lo inhaláramos también. Sin darme
cuenta, ese sahumerio fue adentrándose en mi mente y comencé
a visualizar una fantástica escena.
Percibí que a través de todas las formas en que se mostraba el
Ser Supremo, estaba presente la esencia de cada una de las especies
animales donde se manifestaba su simbólico poder y los atributos
que le eran propios.
Así vi que al concretarse en ave acuática, resaltaba el predominio
de este dios relacionado con el agua de los mares y al observarlo
se transformaba en un manatí, como símbolo del ser humano en
su predecesor posible, aquel mamífero sobreviviente de múltiples
cataclismos, habitante milenario de las aguas caribeñas. De pronto
la cabeza del manatí tomó cuerpo de serpiente doble, y eso representó
la simbiosis del momento en que el ser acuático aborda la
vida en la Tierra y comienza a reptar antes de brotarle las extremidades,
o pueda volar una vez que tenga alas.
En dramática secuencia asumió forma de cotorra, tortuga,
iguana y lechuza; a través de estos símbolos me llegaron el sonido,
el verbo, la paciencia y el silencio. Una voz, la misma que
escuchamos en diferentes lugares de Abya-Yala, comenzó a
murmurar en mi oído.
Estas metáforas relativas al numen expresan cualidades sensibles
de la deidad, a la vez que esos animales pueden ser sus

87
heraldos, como se simboliza la sabiduría de Minerva en el búho
que la acompaña, o como el águila es identificada con Júpiter.
Este dios del mar y de la agricultura también sufre metamorfosis
al ser representado en la rana como símbolo de fertilidad, y
al relacionársele con el origen del pueblo taino, cercano a la
caguama y al caracol, sigue siendo el eterno promotor de la
cosecha y de la lluvia.
Se extinguió aquella voz tan queda y, como si surgiera de otro
extremo, tornó de nuevo la voz metálica que me hablaba desde
los días de mi presencia en Iximché. Dijo como si leyera una sentencia:
Hablo del plano cósmico. Diversos animales han representado a
los símbolos cósmicos. El origen de esta simbología es tan remoto
como los dioses. Así aparecen en China, en la India, en el
antiguo Egipto, en la América precolombina y en diferentes sitios
del planeta.
Es posible que en la cosmogonía indocubana los cuatro puntos
cardinales, los cuatro elementos de la vida, los órganos principales
del cuerpo y las cuatro estaciones estén representados en la
tortuga, el tocororo, el manatí y la rana.
Aquellas situaciones vividas en Abya-Yala y estas, que siempre
he considerado alucinaciones auditivas y visuales, afectan mi objetividad
y me siento incapaz de discernir entre planos diferentes
de esa real y tangible irrealidad que nos rodea.
Estos iconos, con toda la fuerza representativa de sus originales
formas escultóricas, tan simétricas, tan llenas de individualidad,
con esa gran apariencia de síntesis que las caracteriza; mueven
sus ojos y sus labios como murmurando mensajes en mi oído.
Entre ese murmullo de palabras en un raro idioma, emitidas por
las exóticas tonalidades vocales de los cemíes, se distingue la voz
de Turey que parece dialogar con ellos:
—La representación a través de diversas especies de animales,
de este y otros dioses, demuestra que la escultura taina marca

SS
voluntariamente la total diferencia entre la imagen genuina del
animal, que sabían tallar en forma realista, con mucha precisión,
con las deformaciones, esquematizaciones y estilizaciones, absolutamente
intencionales y sin dejar nada a la casualidad, y las que
imprimían a las representaciones humanas de los cemíes, especialmente
las de carácter antropomórfico; tal vez para precisar la
existencia de muchos puntos en común con los seres humanos,
pero para reforzar las diferencias que ellos, como dioses inmortales,
tenían con los seres vivientes. Estas y otras variantes conceptuales,
presentes en el arte taino y en el arte precolombino, en
general, lo hacen mucho más profundo, creativo e interesante, de
lo que se le ha considerado y valorado plásticamente.
En medio de la discreta omnubilación de mis sentidos, me extrañaba
la insospechable claridad de mi mente, al percibir lo que
ocurría a mi alrededor. También me impresionó el apasionado
interés mostrado por Turey al destacar la importancia de la escultura
y el arte taino y preshispánico en general y su altísima valoración
del sentido y el significado de aquellas manifestaciones
artísticas universales, al escucharlo decir:
—Entre los tainos y en toda la historia de la civilización humana,
el arte escultórico, la alfarería y las pictografías ocupan
el primer lugar en el aporte para poder llegar al conocimiento de
estos pueblos. ¡Cuán poco habríamos conocido de la cultura
universal de no haber existido las representaciones pictóricas y
escultóricas de nuestros antepasados! El arte es el vocero de los
dioses.
Con plena conciencia creativa, pero a la vez con el profundo
rigor y respeto a las tradiciones míticas de la tribu, estos pueblos
crearon una serie de pictografías, cemíes, objetos rituales y piezas
de uso doméstico y ornamental, que dan la medida de sus aspiraciones,
de sus sueños, de su forma de vida, de su concepción sobre
la muerte y de la delicadeza artística y espiritual donde se sustentaba
su ideología, no por más elemental menos digna de respeto,
tal vez por la triste añoranza que despierta en nosotros descubrir
los puros caminos a través de los que aquel pacífico pueblo había
encontrado la paz, la alegría y la felicidad; caminos que nos están
vedados tal vez por haber perdido la inocencia.

89
Desde sus perspectivas —añadió Turey—, ese arte simboliza el
ojo del mundo fijado en una forma representativa determinada y
está lanzado a la posteridad por la mano anónima del escultor
primigenio. Bajo la advocación de ese dios de las simientes, de las
siembras, las cosechas, los mares y sus representaciones antropomórficas,
en las que se transmuta de criatura vegetal en reflejo
del ser humano, recordamos la afirmación de que el organismo
del hombre del futuro, lo mismo que las plantas, podrá producir
gracias a la fotosíntesis, la energía química que necesita, azúcares,
proteínas, procedentes de la luz del sol y así crear al hombre
vegetal.
Bruno se echa a reír y le pregunta a Turey en qué consiste esa
teoría.
Turey enigmático responde:
—Parece más bien una opinión. Él plantea que bastaría con
que el hombre conserve permanentemente bajo la piel una dosis
suficiente de clorofila para que se opere en su organismo una
mutación que le permita el fenómeno de la fotosíntesis. Imaginemos
que en la trigonolítica figura de Yúcahu, con su rostro humano,
se esboza una sugerente imagen de esta idea...
Al escuchar a Turey divagar por rumbos en los que el enunciado
me parece que conduce a la hiperbolización absurda de una
realidad inexistente, también comienzo a reír y rompo en un irónico
aplauso, pues el final de su discurso me ha parecido tanto
más ilógico cuanto menos probable y he interpretado su tono,
como si él quisiera jugar con nuestra inteligencia, con nuestro
sentido del humor y con nuestra concepción de la realidad.
Turey me mira con gesto ambiguo y me dice:
—¡Ya veo que no ha pasado la prueba! ¿Así es que usted también
subestima a nuestros antepasados indoamericanos?
Rápida y airadamente le respondo que mi reacción se debe a la
parte de su exposición, relativa a la fotosíntesis, así como a otras
expresiones suyas que me parecen utópicas, aunque no tengan
que ver con los antepasados mitológicos tras cuyas huellas andamos.
El maestro ríe con picardía y comenta lo relativo al ser humano-vegetal
diciendo que, teóricamente, no es imposible y

90
que la presencia del absurdo siempre ofrece la oportunidad
de fabular...
Bruno le recuerda que a lo largo de nuestro viaje nos hemos
encontrado en momentos, lugares y situaciones diferentes con
una misma deidad, ya sea egipcia, griega, hindú, africana o indoamericana,
pero que cada vez que resurge en un nuevo marco
referencial, él la enfoca desde otra perspectiva, de modo que reaparece,
diferente de cómo la apreciamos antes, tal vez igual a sí
misma, aunque casi desconocida en otros aspectos.
El maestro parece dirigirse a todos, pero evidentemente se refiere
a mi reacción anterior:
—Viajar en la nave cósmica del mito universal para ir en busca
del verdadero espíritu que guardan las mitologías indoamericanas
y antillanas y tratar de obtener de ese saber una lección de vida, es
dar un viaje diferente. Parece que algunos no quieren acabar de
aceptarlo y buscan en la racionalidad tradicional, la respuesta a sus
inquietudes.
Este es un viaje en el que la verbalización de las situaciones
que creemos haber visto, escuchado, vivido o creado con nuestra
imaginación, juega un papel protagónico. Por esta verbalización
los hechos, los personajes, los dioses y los objetos, han devenido
palabras y las palabras no son hechos ni personajes, no son dioses
ni son objetos, reflejan ideas referidas a una realidad.
Se dirige a Bruno para responderle:
—¿Sabe por qué cuando volvemos a mencionar a un dios o a
revivir un objeto, los vemos diferentes? Porque ya se trate de un
dios, de un hecho, de un personaje o de un lugar, cada vez que
hablemos de él o volvamos a encontrarlo, irá diferenciándose de sí
mismo y del que era cuando lo describimos anteriormente. También
nosotros habremos cambiado. Eso ocurre con todo cuanto pasa
por nuestro pensamiento, ya que en cada ocasión, este se manifiesta
en forma diferente, evoluciona al devenir. Por eso, al volver a
encontrar lo contenido en el tiempo, que en otra ocasión ya hemos
descrito, puede ser que no lo reconozcamos, ya que ni el objeto es el
mismo, ni nosotros tampoco... La vida es nueva cada di a...Tenemos
que aprender a estrenarla siempre, una vez cada vez... A no perder
la capacidad del asombro... A construir nuestro Coay-Bay interior

91
para que todo lo que deseamos esté siempre presente en ese soñado
país de los ausentes... En la gran poesía de los orígenes.
Ahora, al volver a hablar de Yúcahu, veamos lo que más se
destaca en su representación como trigonolito.
Los trigonolitos, al descifrar su significación dentro del contexto
cultural en que estaban enmarcados, debemos verlos como obras
de carácter representativo. En la cosmogonía aruaca existen numerosos
cemíes tricúspides, piedras tricórneas e iconos triangulares
que se diferencian entre sí según la textura, el tamaño o la
realización, pero que guardan absoluta coherencia con la intencionalidad
y el espíritu que los anima.
Así se aprecia en la voraz cabeza de un extremo del trigonolito,
a diferencia de la cúspide central, en la que el movimiento interior
de la semilla parece brotar, romper la corteza y de su interior
dar nacimiento a la vida vegetal con esa instintiva fuerza generatriz
precursora del sustento. A veces las piernas y brazos del cerní
se insinúan en una geometría encargada de acentuar el ritmo
con que termina la parte posterior del trigonolito.
Bruno insiste en el significado de la triangularidad en este dios.
El maestro le responde:
—La idea de triangularidad en los trigonolitos no se limita a
un hecho formal, sino que en lo conceptual, es como si estuvieran
presentes el padre, el hijo y un espíritu santo universal o
aquella tríada que desde tiempos inmemoriales aparece en casi
todas las religiones. Rostros llenos de misterio, vigorosa llama
germinal, brotando por el vértice superior de cada trigonolito;
verdor que recoge la esperanza de un pueblo agrícola, hacen que
en el cuerpo de este dios, la luz, la tierra y el agua, en trilogía
indisoluble sean portadores de vida, en la renovación de cada
primavera. También este trigonolito evoca las montañas con su
figura y esa simplificación casi geométrica, esa representación
del ser supremo, con tendencia a lo abstracto, refleja la importancia
espiritual alcanzada por un objeto de fe o un fetiche, al
dársele un nombre sagrado que, al trascender la propia forma,
v
a solo a la esencia.
Así ese dios, como todos, deviene creación de la palabra, del verbo;
verbo en sí mismo en esta afirmación teológica del innominado,

92
por lo tanto, contradictoriamente del que no puede ser puesto en
palabras. Se ha afirmado que dar nombre a los seres y a las cosas es
traerlos por segunda vez a la existencia. Una vez nombradas, ya se
trate de un dios o de una persona, se establece una identificación,
un vínculo indisoluble con el nombre que se le asigna. En el Antiguo
Testamento se dice: «El nombre expresa la realidad profunda
del ser que lo lleva. Por eso toda creación queda completa en el
momento en que la cosa traída a la existencia recibe un nombre.
Mientras no se conozca el nombre no se conoce a quien lo lleva...
El nombre es un programa».
Me impresionó particularmente la importancia que Turey daba
al nombre en sí mismo, como elemento de identificación sustantiva
y como evidencia existencial y comprendí con mayor lucidez
lo que él me había dicho respecto a la necesidad de dejar a un lado
los prejuicios y asumir nuevas tablas de valores para adecuar una
línea de pensamiento. A mi pesar recordé aquel manido refrán
que afirma que el nombre no hace la cosa. Por lo mismo pensé
que tal vez, el hábito sí hace al monje...
Turey parece advertir la transformación que va operándose en
nosotros y anuncia que va a mostrarnos un tipo de culto que se le
rendía a esta divinidad.
—La ceremonia principal se basa en el enterramiento en el
surco, junto a la simiente, de un trigonolito, para propiciar la
germinación de la semilla en el conuco. En otra ocasión nos referimos
al enterramiento de la imagen de Yucahuguamá. Un
rito similar, en cuanto a la imagen, era practicado en México
por los agricultores del valle, que esparcían y sembraban pequeñas
figuras cargadas de magia. Aquellos pueblos eran herederos
de la antigua sabiduría que engendró la costumbre, presente en
esos volts. Al ser aquel un ritual propiciatorio de los tainos, seis
miembros de la tribu del cacique Guarionex enterraron con respeto,
como acostumbraban a hacer con la representación de su
ser supremo, varias imágenes de santos católicos y recibieron
por ello una trágica muerte. Relata fray Ramón Pané que salidos
aquellos del adoratorio, tiraron las imágenes al suelo y las
cubrieron de tierra y después orinaron encima diciendo: «ahora
serán grandes y buenos tus frutos».

93
La ignorancia y errónea interpretación dada por los conquistadores
al puro acto ritual de los nativos, quienes con la urea de la
orina abonaban la tierra, provocó ira y la condena a muerte de
los inocentes transgresores.
—¿Otros pueblos han utilizado ritos semejantes para propiciar
la germinación de las semillas, la fertilidad de los campos y la
abundancia de la cosecha? —Le pregunto, pues creo recordar que
en Egipto, en Grecia y en otras culturas se practicaban rituales
muy parecidos a los de los tainos.
—Sí, Lyz, de manera semejante, cuando se le celebraba el culto
a Osiris, a este dios se le representaba en figurillas de tela rellenas
de granos, que eran prolijamente enterradas en los campos de
labranza durante los festejos oficiales, para que en la época de la
recogida de la cosecha, apareciera el cuerpo del dios germinado y
convertido en alimento para su pueblo. También estas efigies aparecían
como ofrendas en las tumbas.
Así como del cuerpo del trigonolito representativo de Yúcahu-Bagua-Máorocote
brota la simiente, la planta del tabaco o
la de cualquier otro vegetal; de la estatua de Osiris —muerto que
aparece en el gran templo de Isis en Filae—, nace el cereal germinado
en la forma de aquel que no puede ser nombrado; ciertas
piedras tricórneas de las Antillas, con representaciones de rostros,
y otras ensartadas en forma de collares, cumplían su destino místico
de guardianes totémicos.
El señor de la yuca, del mar y de la tierra, autogenésico por vía
paterna, recibió de los cinco nombres de su madre los atributos
que sus significados le conferían. Pero su mayor poder, el más
importante, era el de propiciar la germinación como por mágico
influjo, tal como sucede dentro de una estructura piramidal, sitio
donde las plantas crecen y se comportan de una manera que equivale
a asistir a un nuevo ritual en que ellas se desarrollan como si
reprodujeran en esos movimientos, algún indicio del antiguo conocimiento
de los campos de energía que otras civilizaciones dominaron.
En mi avidez por conocer más sobre los ritos para invocar al
Ser Supremo, indago si existían otros caminos, si se utilizaban
otras ceremonias para comunicarse con este dios. Creo que para

94
llegar a conmoverlo deben haber usado lenguajes simbólicos, otras
fórmulas, palabras claves, formas de danzar, de cantar o de orar
que penetraran profundamente en ese arcano que aún guarda
para mí muchos puntos en tinieblas.
Al escuchar mis palabras, Turey se muestra sorprendido por la
manera apasionada de expresarme, en contraste con mi escepticismo
anterior.
En tono de broma insinúa que en el grupo parece haber alguien
deseoso de acaparar su atención y reitera que somos viajeros de
estos mundos, no sus habitantes, no los practicantes de sus ritos,
sus iniciados, ni los sacerdotes, chamanes o behiques de sus cosmogonías,
que nos cuidemos de asumir posiciones rayanas en el fanatismo
pues esa es una reacción inmadura y así jamás encontraremos
la salida. Sin hacer transición ni permitir respuestas, vuelve a enumerar,
como para facilitarnos el recuerdo:
—Una de las formas consistía en que el behique, sometido a
un intenso rito lustral y tras inhalar el polvo del tabaco, se ubicaba
en el dujo, representativo de su animal totémico antediluviano,
para ponerse de nuevo en comunicación con la divinidad.
En su carácter de médico-hechicero como intermediario entre
el ser humano y los dioses, diagnosticaba enfermedades, pronosticaba
desenlaces, interpretaba sueños y adivinaba el porvenir.
Los diseños y ornamentos geométricos que orlaban vasijas,
platos ceremoniales, dujos y cemíes tal vez encerraban un lenguaje
jeroglífico que solo los iniciados podían interpretar, o contenían
sencillos códigos de señales con elementales significados
correspondientes a cada cerní. Las hierbas medicinales, la aplicación
de diversos tratamientos y la actuación del behique o del
buhitibu sobre el paciente, eran indicados por este dios que instruía
con su inspiración a esos grandes herbolarios, expertos en
el arte de las plantas y las hierbas, conocedores de sus propiedades
y sanadores de muchas dolencias. Este ejercicio del ritual de
la cohoba, se desplegaba en una mágica atmósfera mística, dentro
de la que siempre el sacerdote o behique reafirmaban el gran
poder que ejercían sobre el gobierno y la tribu, de tal modo que
los caciques, que prioritariamente estaban calificados para realizar
el ritual, también seguían las orientaciones de estos

.95
clarividentes, tanto en asuntos de salud como en la adivinación
de combates futuros o en el pronóstico de las cosechas, igual que
los grandes jefes griegos y romanos, obedecían a sus augurios,
oráculos, sacerdotes y vestales. Los behiques, utilizando facetas
de la magia, practicaban el ritual religioso, motivo por el cual se
les veneraba, temía y acataba, como se respetan las altas jerarquías
sacerdotales y eclesiásticas. A los cemíes propiedad de los
behiques, que llevaban siempre consigo, se les atribuían poderes
curativos especiales.
—También a veces los iniciados mayas, a los que se les había
practicado el proceso de modificación craneana, en ritos para comunicarse
con los dioses, eran sometidos a baños lústrales, al uso
de espátulas vómicas y a la ingestión de compuestos obtenidos de
la mezcla de hongos alucinógenos como el peyotl, la huanta, la
psicociba, el yogi o la hauchima; con el fin de poner en acción aquellas
fuerzas psíquicas que permanecían inactivas. En algunas de esas
ceremonias, los tainos usaban máscaras sobre el rostro con fines
rituales. Parece existir una irracionalidad consustancial a la raíz
humana, a través de la cual, por muy desarrollada culturalmente
que esté una persona o una sociedad, se hace partícipe de manifestaciones
primitivas, emanadas de ciertas raíces ancestrales cuyos
orígenes corresponden a temores instintivos. Aparecen en los deseos
insatisfechos y se proyectan en la necesidad de establecer comunicación
con dioses, espíritus o poderes desconocidos que ofrecen
apoyo y seguridad. La máscara es un fetiche representativo de este
tipo de proyección y funciona como el alter-ego entre lo que se es y
lo que se desea ser o se desea ocultar.
Ante estas palabras de Turey reacciono asombrada:
—¡Ahora usted habla como un psicoanalista. No comprendo
qué pretende hacernos entender con sus palabras, de acuerdo con
lo que estamos buscando dentro de nosotros mismos! Unas veces
parece ser el más devoto practicante de ritos ancestrales e iniciáticos
de antiguas culturas y religiones; otras, parece estar tan ajeno
a ellos como si se tratara del más convencido de los agnósticos
y en una tercera posición, asume una actitud cercana a la ciencia,
a través de la cual le da cabida a todas las posibilidades, sin
afiliarse a ninguna.

96
Me interrumpe:
—En primer lugar, un viaje es un viaje, no es otra cosa, Lyz.
Después, usted lo ha dicho, dentro de nosotros mismos, es dentro
de nosotros, no es estableciendo contacto con entidades aisladas
del todo, sino como vasos comunicantes con el universo, que el
fenómeno se produce. Es algo muy diferente a la militancia en
determinada religión o práctica ritual, al agnosticismo más recalcitrante,
al fanatismo más enquistado o al cientificismo de salón,
teñido de snobismo. Como resultado de lo que les decía respecto a
la irracionalidad consustancial a la raíz humana, los mitos se originan
cuando el hombre no sabe cómo encarar ciertos fenómenos.
Los mitos son previos al desarrollo de un pensamiento
científico.
No significa que la ciencia haya dado respuestas. Tampoco
significa que en sus orígenes más remotos, la génesis de los mitos
no haya estado tocada por la iluminación, proporcionada
por los propios inicios de la vida en el planeta. La ciencia actual
nos lleva por los mismos caminos de esos orígenes iluminados,
pero mediante un instrumental diferente. Estos mitos pasan a
ser la base, la estructura y el fundamento indispensable de las
religiones, como es la palabra el instrumento para expresar la
idea y objetivar el pensamiento y como es la ciencia el instrumento
idóneo con el que cuenta el ser humano del siglo xxi para
buscar los caminos por donde transitar día a día tratando, en
soledad aterradora, de descifrar el gran mito del universo. Aquellos
mitos devinieron hábitos que se organizaron y desarrollaron
para dar respuestas a necesidades internas, que al jerarquizarse
en modelos rituales y asumir características definidas, fueron
conformando patrones y líneas de conducta que tipificaron a
una comunidad determinada, consolidaron sus tradiciones y definieron
sus símbolos más entrañables.
Esta explicación sobre los mitos, su interpretación en la esfera
psíquica, su ubicación en el ámbito sociológico y la manera racional
y objetiva de enfocar esa conducta ritual, contradictoria a sus
manifestaciones anteriores, me dieron mucho que pensar en cuanto
al análisis y juicio crítico que Turey estaba haciendo en ese
momento. Él, siempre un tanto apasionado y con gran carga

97
afectiva en sus expresiones, se situaba en una posición distante al
exponer estos criterios. Así se lo comenté y de nuevo con aire enigmático
me propuso volver a vernos cuando fuera necesario para
seguir buscando el camino...
Dirigiéndose a todos los integrantes de nuestro grupo, pidió que
nos quedáramos en el lugar donde estábamos, guardáramos el
mayor silencio posible, meditáramos profundamente, hiciéramos
ayuno y analizáramos...
Se despidió con estas palabras:
—Les he dado algunas claves para que descubran las leyes de
ese camino que hemos venido transitando. Hoy les daré una palabra,
una llave de tres sílabas que conforman un triángulo, la
palabra es: comprender.
Perdí de nuevo la noción del tiempo transcurrido desde ese encuentro
hasta el regreso de Turey. Parecía otro y el mismo. Tal
era su capacidad de renovarse en el marco de la naturaleza... Preguntó
si estábamos preparados y dijo que iba a mostrarnos qué
ofrendas se le hacían a este dios.
Comenzó muy lentamente:
—Estos pueblos, al considerar el alma como fuerza motriz de
los fenómenos vitales y rendir culto a los espíritus, le ofrendaban
a los cemíes los mismos alimentos que ellos consumían: casabe,
carnes, pescado y los ungían con humo de tabaco, con el polvo de
esta planta ligado con otras que ponían en una bandeja para efectuar
la cohoba, con curia o catibía, bebida fermentada extraída
del jugo de la yuca y añadían esencias aromáticas con las que los
oferentes eran ungidos.
Según Bartolomé de Las Casas, también ingerían un vino hecho
de maíz que para emborrachar tenía harta fuerza. Al siguiente
día trasladaban a sus casas esos manjares, una vez satisfecho el
cerní.
En conexión con un ritual relacionado con la cosecha, Las
Casas relata que los indios en el tiempo de recoger las mieses de
la labranza con las que amasaban el pan, que se hacía de raíces
y de los ajíes, patatas y maíz; brindaban a sus dioses cierta parte
como primicias, dándoles gracias por los beneficios recibidos.

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Como no tenían señalados templos ponían estas ofrendas en la
«casa grande» de los señores y caciques, a las que llamaban caney,
ofreciéndolas y dedicándolas a los cemíes o a aquella deidad
específica que favorecía la lluvia, que hacía que brillara el
sol, que criaba todos aquellos frutos, que les daba los hijos y los
otros bienes de que abundaban. Obsérvese que se dice por los
cronistas, «los bienes de que abundaban», las carencias, las miserias
y el hambre para estos pueblos, vinieron después de que la
colonización los despojó de todo lo suyo.
Yahíma cree que la forma de cultivo es la misma que utilizan
los pueblos amerindios en la actualidad.
Turey lo afirma:
—Para comenzar el cultivo de la yuca se quemaba el terreno
seleccionado, allí se construían montículos piramidales de tierra
con la misma forma de los trigonolitos, dentro de unos doce pies
de perímetro que guardaban una separación entre sí de dos a tres
pies. De esa manera preparaban esa área, que llamaban conuco.
La tierra así dispuesta tenía una mayor oxigenación y la forma
piramidal de cada pequeño montículo estimulaba el brote y el
desarrollo de la planta, ya que en la parte superior o cúspide se
realizaba la siembra en el sitio donde las raíces se desarrollan con
toda facilidad.
Su representación se aprecia en esos trigonolitos escultóricos,
sobre cuya cúspide se destaca el brote de la planta recién nacida y
eso no es más que el traslado a la piedra tallada de este hecho de
la naturaleza, basado en la forma de siembra utilizada por ellos.
Ustedes se preguntarán si guarda algún sentido oculto el hecho
de que el trigonolito tenga esa forma y esta sea una de las
maneras en que aparece este dios. Calcular auxiliados por el número
áureo, la forma de un objeto tridimensional en el contexto
de la armonía universal, se ha dicho que constituye el gran secreto
de las ciencias ocultas.
La estructura formal constituye la llave de su fuerza secreta,
la materialización de su poder. Este canon áureo o regla de oro
se conoce aplicando la proporción 3 es a 4,85 como tanto es a X
y el número de oro es igual a 1,618, pero la regla de oro rige
todos los procesos creadores y funciona en todas las ramas del

99
desarrollo. La proporción áurea es un concepto típicamente clásico.
El trigonolito es una creación escultórica espontánea que
sigue el formato verdadero del crecimiento vegetal en la naturaleza.
Bruno opina que los tainos ignoraban la regla áurea y Turey le
responde:
—Claro. En ningún momento he dicho lo contrario. Ese desarrollo
orgánico fue aplicado en esta expresión del arte aborigen
realizando las obras de forma no calculada matemáticamente,
pero observando en la naturaleza tanto el crecimiento triangular
de las raíces en la tierra como la parte de la planta que se exterioriza.
Muchas de estas piezas pueden considerarse obras maestras
que guardan las proporciones estéticas, capaces de convertirlas
en ejemplares representativos del formato áureo.
Como acostumbramos, al comienzo de cada sesión hemos ingerido
en la jicara un cocimiento de esa mixtura, que Turey llama
bebida de dioses.
Aprovecho una pausa, para expresarle que percibo algo como
si la figura de Yúcahu-Bagua-Máorocote, objetivizándose en sus
múltiples maneras de aparecer, se presentara ante mis ojos desdoblándose
en diferentes planos, abarcándolo todo, igual que el
agua cuando se derrama, que va extendiéndose y cubriendo rincones
insospechados de un área muy difícil de calcular.
Turey sonríe y, aparentemente complacido, señala una semilla
que comienza a germinar y continúa:
—El Ser Supremo, ya sea con la apariencia de la naturaleza en
desarrollo o en mil apariciones diferentes, asume características
diversas, hasta ser una deidad sin forma como la que dialogaba
con Moisés, la que dijo al profeta: «Yo soy el Eterno. Yo me mostré
a Abraham, a Isaías y a Jacob como el Dios omnipotente,
pero no les manifesté mi nombre: el Eterno». De estas palabras
nace la posibilidad de que esta deidad hubiese residido anteriormente
en el Cofre de Pórfido de la Gran Pirámide de Keops, antes
de pasar al Arca de la Alianza, que le servía de mansión. La interpretación
del Arca de la Alianza como residencia de Dios, es obra
de los tantos místicos de este mundo. El Arca Sagrada en el judaismo
es mencionada con frecuencia en la Biblia, es descrita en

ÍOO
el libro del Éxodo 25 como un cofre o urna de madera de acacia,
también es conocida como el Arca de la Ley, el Arca del Testimonio
o el Arca de Dios. Tenía una dimensión de 1,15 m de largo y
69 cm de ancho y alto. Se colocaba en el sancta sanctorum, recinto
del tabernáculo y del Templo de Jerusalén. Se dice que contenía
la vara de Aarón, un cuenco de maná y las tablas de piedra
de los Diez Mandamientos. Hoy, en las sinagogas, el término arca
designa el recinto para los pergaminos de escritura de la ley utilizados
en el servicio sagrado.
Pido a Turey disculpas por lo que voy a decirle. Asiente y lo
emplazo a que me explique cómo es posible mezclar a Yúcahu
con el Dios de Moisés y si esta comparación no le parece irrespetuosa
e irreverente. Añado que aunque esa no era la primera vez
que él efectuaba tales paralelismos, yo no me había atrevido a
cuestionarlo, pero que no comprendía cómo Yúcahu y otros dioses
tainos podían relacionarse con ese otro concepto de el Eterno.
Turey, visiblemente molesto, se dirigió a todos los presentes
como si no me hubiera escuchado:
—Cuando hablamos de las transgresiones dijimos que íbamos
a hacer de esta manera de actuar, un instrumento de trabajo para
la formación de una nueva forma de pensar. ¿Creen que este camino
que venimos andando nos ha convertido en transgresores
de nuestra propia realidad? ¿Piensan que este es un simple ejercicio
didáctico, que nos conduce a transgredir en algunos casos y
en otros no? ¿Existe algún tabú sobre determinado tema, filosofía
o religión que lo haga invulnerable a la transgresión? ¿Venimos a
mentirnos a nosotros mismos o a practicar la manera de encontrarnos,
no a través de la transgresión, que no es más que un
recurso metodológico, sino por todos los medios que tengamos a
nuestro alcance? ¿Venimos a utilizarla como justificación a nuestras
limitaciones? La transgresión no es un refugio contra nuestra
propia ignorancia o un arma para encubrir nuestras frustraciones,
miedos y justificar nuestros compromisos, sino uno de los
miles elementos instrumentales que debemos manejar para nuestra
liberación.
En todas partes, en todas las cosmogonías, el nombre del Ser
Supremo es exclusivo e inaplicable a otra deidad y se relaciona

ÍOÍ
con la grandeza que se le atribuye. La opinión de Santo Tomás
era que a Dios había que llamarle el ser, porque este nombre no
determina forma alguna, por lo universal de ese significado y por
no conocer el ser pasado ni futuro.
Por constituir la idea del ser un concepto universal, Yúcahu-Bagua-Máorocote
es para la concepción taina la síntesis de
un proceso de creación surgido a partir de la unidad con la naturaleza
en el que, como dijimos, las rocas, las plantas, los seres
humanos y los animales, habían sido creados de la misma sustancia
de la divinidad.
No aguarda respuestas y continúa:
—Para aclarar este concepto, dice Cristóbal de Molina al recoger
uno de los mitos aborígenes de la Creación, que el Hacedor
empezó a hacer las gentes y naciones que en esta tierra hay,
y haciendo de barro cada nación, a cada uno dio la lengua que
habían de hablar, los cantos que habían de cantar, las comidas y
las simientes que habían de sembrar. Y acabado de pintar y hacer
dichas naciones y bultos de barro, dio ser y ánima a cada uno
por sí, a hombres y mujeres, y les mandó a que se sumiesen
debajo de la tierra, cada nación por sí, y que de allí cada nación
saliera a las partes y lugares que él les mandase, dicen entonces
que los unos salieron de cuevas, los otros de cerros, otros de fuentes,
otros de lagunas y otros de pies de árboles. Y dicen que el
primero de aquel lugar que nació allí se volvió a convertir en
piedra, otros en halcones, en cóndores y otros en animales y aves.
Como si una luz poderosa iluminara mi mente, comprendí a
partir de los símbolos que manejaba Turey, a través del contenido
de cada mito, sin importar su origen o punto de partida, el paralelismo
de esas deidades, su identidad única. Recordé que muchos
chamanes mesoamericanos y otros de la selva amazónica decían
que sus visiones de dioses y de espíritus se les presentaban como
serpientes cósmicas enlazadas, bejucos y escalas llenos de colores
refringentes y esas eran imágenes sonoras con las que se podía
dialogar interactivamente. Vi de nuevo en ellas el ADN que contiene
el lenguaje de la vida, transmitiendo por medio de imágenes
y sonidos su mensaje latente para ser percibido por quienes supieran
buscarlo.

102-
También recordé que a esa información le daba lectura el ARN
haciendo las veces de un mensajero que alimenta los ribosomas
que, como computadoras moleculares, traducen las instrucciones
gracias al código genético con el que cada uno de los seres
vivientes cuenta, constituido por 64 palabras, y al ser este el mismo
código para todo lo viviente, no existía razón para que cada
uno de nosotros no fuera capaz de descifrarlo.
Arribar a esta nueva etapa me produjo gran lucidez y un inusual
estado de clarividencia. Ante mis ojos se sucedían imágenes
muy complejas de deidades únicas que iban desdoblándose y convirtiéndose
en la imagen que le seguía. Era un caleidoscopio surgido
del caos, pero que se iba organizando en la más armónica de
las secuencias para presentar incontables versiones del Ser Supremo.
No obstante, me mantuve a la expectativa.
Veía a todos aquellos dioses, o mejor, a aquel dios único de
múltiples facetas y de pronto sentí que ninguno era mi dios. Comprendí
de golpe la intención de Turey y por qué nunca pude saber
si alguno de aquellos era su dios o ninguno lo era. Pensé que ninguno
era mi dios, porque yo jamás sentiría a alguno como propio,
desde el dios de Moisés, pasando por el de todas las religiones hasta
las deidades tainas, ya que yo no trataba de encontrarlo en una
sola versión. Solo la síntesis de todos, como pensaba nuestro José
Martí, me permitiría visualizarlo en un haz de energía primordial.
Al no poder adivinar cuál era el dios de Turey, capté el sentido
de sus explicaciones para ayudarme a comprender.
Ante ese contraste de sentimientos que me abrumaban, busqué
al maestro, quien parecía haber leído mis pensamientos y
puse en voz alta, una conversación que había comenzado en mi
interior:
—Entonces todos somos politeístas, ateos o blasfemos, ¿en qué
consiste el politeísmo de estos aborígenes?
Turey despeja esta incógnita:
—Si analizamos esa cuestión, debemos referirnos a la interpretación
de los conquistadores. Les dije lo que el padre Las Casas
expresa al respecto: «la gente de esta isla tenía cierta fe y conocimiento
de un verdadero y solo dios, el cual era inmortal o invisible...
Si hacemos un paralelismo con la religión católica, esta

í 03
propicia la veneración de imágenes representativas de santos, vírgenes
y arcángeles, tanto más poderosos cuanto más se difunden
sus "milagros", aunque la maldición del Antiguo Testamento pesa
sobre esa práctica».
Esta presencia idolátrica dentro de una religión que se autocalifica
como monoteísta, refleja la fuerza de esos ídolos al convertirse
supuestamente en condensadores de energía psíquica que
se ha ido acumulando durante siglos en estas imágenes santificadas,
cuya misión es actuar como poderosos intermediarios entre
el hombre y el Ser Supremo. Ellos reciben miles de ofrendas que
no por estar constituidas por oraciones, flores, incienso, penitencias,
limosnas, ayunos, iconos, velas o misas cantadas; difieren
en esencia, en lo más mínimo, de las que se realizan con
tabaco, tambores, aguardiente, gallos, palomas, toques de santo
o areítos.
Otra deidad egregia del panteón taino con quien hicimos contacto
fue Bayamanaco, a quien todos los dioses respetan, pues
como decían los cronistas de la colonia, suponían que los demás
cemíes eran mensajeros del que confesaban que era único, sin
fin, omnipotente e invisible.
En este caso, lo mismo que en otras religiones monoteístas, los
diferentes dioses actúan como uno solo y los otros como sus edecanes.
Cuando se hace referencia a Salomón, se dice que la Ciencia
del Gran Saber y sus secretos han estado en poder de un
pequeño número de iniciados. En resumen, muchos dicen que el
monoteísmo, instaurado por Moisés, fue tomado de los egipcios
cuando estos ya habían entrado en decadencia, aunque este criterio
no es aceptado por los biblistas.
Los hierofantes enseñaron a Moisés que la casta sacerdotal
custodiaba una fuerza extraordinariamente poderosa. Al apoderarse
del Arca de la Alianza, el profeta huyó para así aplicar el
monoteísmo en otra esfera de poder. Espero que arriben a sus
propias conclusiones al saber cuán relativa es la aplicación del
concepto monoteísta en algunas religiones.
Con ironía le digo a Turey que si yo tuviera mis conclusiones
no necesitaría de su orientación para saber lo que deseo acerca
del camino de los dioses.

104-
Sin inmutarse, después de mirarme fijamente durante varios
segundos, vuelve a dirigirse a todos:
—Hay quienes necesitan muletas para que sus ideas puedan
echar a andar. Yo les brindo ese apoyo, pero no debo andar por
ustedes. Cada uno de nosotros es una fuente de poder, el descubrirlo,
el utilizarlo o no, es una opción de cada cual.
Hago caso omiso a su indirecta. Sé que es una reacción a mi
impertinencia y le pregunto, tratando de evitar toda alusión personal:
—¿Los dioses de las religiones politeístas tienen iguales esferas
de poder? —me responde
—Cada dios de una religión politeísta posee su individualidad,
su propio nombre y sus atributos, lo mismo que cada santo los
tiene bien definidos, evidenciados en el tipo de culto que se le rinde
a cada uno por separado y en la manera en que se le adora,
como ocurría con los dioses griegos y romanos. En el desarrollo
de las religiones, esta es una fase dentro del contexto de la evolución
histórica, pero que pasa a la siguiente fase, la del monoteísmo,
caracterizada por la supremacía de un solo dios sobre los
restantes. En ese dios único se concentran todos los atributos y
poderes de los demás, alcanzando así la prioridad monoteísta.
Horas y días de estudio y meditación transcurrieron bajo la
dirección de Turey.
Una mañana, nos anunció que iríamos rumbo a la región central
de la isla, a localizar un punto determinado por él en las montañas
del Escambray.
En el trayecto nos dijo.
—Por ser Yúcahu el Ser Supremo, profundizar en su conocimiento
nos obliga a descorrer el velo de los grandes misterios.
Les reservo una sorpresa. Vamos a andar por el camino de las
iniciaciones. No crean que dominarán los secretos de los iniciados.
Asistiremos a diversas iniciaciones y entre ellas ustedes
hallarán algunas respuestas a sus inquietudes, tanto en lo referente
a Yúcahu como en lo relativo al culto dedicado a otros
cemíes.
Le ruego que me diga si vamos a presenciar cómo se inicia
alguien.

105-
—Los ritos de iniciación se practican desde épocas remotas, Lyz.
Cada paso que se da en una ceremonia de iniciación tiene un significado
esencial. Se sigue un orden preestablecido por la Gran
Sabiduría y se transmite de una generación a otra con inexorable
exactitud, pero a su vez asimilando e incorporando el creciente
caudal evolutivo que se hereda por vía genética y por vía cultural
en el proceso que rige el desarrollo de la humanidad.
Se concatenan las iniciaciones aunque en ocasiones aparezcan
sus rastros en lugares tan distantes entre sí que aparentemente no
se ve el vínculo y no puede percibirse el nexo o seguir su huella.
—¿Qué sucede cuando se pierde el nexo y aparentemente desaparece
el vínculo? —inquiere Bruno.
—A veces se pierde la posibilidad de interpretar determinados
mensajes, como los de algunas pictografías y ciertos jeroglíficos y
escrituras, tal como se nos escapan muchos aspectos del profundo
saber que guardan el Popol-Vuh, el Antiguo Testamento y los
textos sagrados de otras religiones que acumulan en símbolos las
experiencias de muchos. Con el fin de remediar esta limitación,
los behiques y sacerdotes tainos utilizaban diversos recursos, tal
vez algunos poco estudiados y el uso de determinadas plantas,
sobre todo el tabaco, que también se relaciona con Yúcahu como
dios de la agricultura.
Se sabe que solo una tercera parte de las neuronas del cerebro,
se mantienen activas, el resto permanece en estado de latente inactividad
y forma la zona apagada del cerebro.
Es posible que la remodelación craneana y la estimulación por
ciertas drogas, liberen la energía de muchas de esas células cerebrales
y provoquen modificaciones en la manera de actuar, pensar,
interpretar y sentir. Se plantea que los iniciados sometidos a
ese proceso pueden ser capaces de leer y descifrar escritos de jeroglíficos
y mensajes que les habían llegado del pasado como un
legado de otras épocas y cuya pista habían perdido.
Si esto fuese probado, equivaldría a poner en circuito conexiones
que estaban sueltas, o sería como activar un ordenador del
que solo funcionaba una sección.
Se me hace difícil aceptar que esa deformación craneana, asumida
como una cruel práctica primitiva de carácter estético, fuera

Í06
capaz de cumplir un cometido más profundo que el asignado en
libros de historia, carentes de análisis científico. Aprecio también
que Turey se refiera a la deformación craneana con suma cautela
y sin afirmar o asumir una posición que no responda a un hecho
comprobado.
El maestro propone que para conocer más sobre el alcance que
tienen estas prácticas en la estimulación de la clarividencia, demos
lectura a las siguientes opiniones:
—La deformación craneana comenzaba a aplicarse a los niños
desde que eran muy pequeños y consistía en una depresión a lo
largo del centro del cráneo, de la frente hacia atrás; en el caso de
los caribes y en el de los siboneyes, la depresión se provocaba situando
tablillas en la parte frontal y detrás de la cabeza y apretándolas
durante meses y años, paulatinamente, por medio de
cordeles o cabuyas hasta llegar al punto deseado.
Esos dos métodos producían diferentes tipos de deformación y
provocaban diferentes formas de conducta. Esto no ha sido estudiado
científicamente, pero esa diferencia conductual nos indujo
a pensar que esta práctica constituía una forma de psicocirugía.
Turey continúa leyendo:
—Los aborígenes explicaron así esta práctica: «nuestros dioses
dijeron a nuestros antepasados que así quedamos hermosos y gentiles
hombres y las cabezas quedan más recias para las cargas que
se llevan en ellas».
Parece claro que esta explicación no está dada en la totalidad
de su significado y puede ser que se hayan omitido detalles relacionados
con ritos esotéricos de carácter iniciático o secreto y con el
ejercicio del poder por modificación conductual, lo mismo que
el tatuaje no era una práctica simplemente cosmética, sino que
también tenía implicaciones de interés social.
Comparando estos dos hechos, la deformación craneana pudo
activar determinadas zonas del cerebro que les permitiera percibir
ciertos estímulos auditivos, visuales, olfativos y paranormales,
vedados a quienes mantuvieran la forma natural de su cráneo.
La lobotomía, al seccionar quirúrgicamente el puente que une los
dos lóbulos o hemisferios cerebrales, cambia la conducta del lobotomizado
y disminuye su agresividad.

í 07
Yahíma pregunta si esta posibilidad se apoya en alguna prueba
objetiva aportada por otras culturas y Turey da lectura al siguiente
ejemplo:
—Es conocida umversalmente la operación que se le practica a
ciertos lamas del Tíbet para que vean otros planos de la realidad
exterior o interior del ser humano.
Narra el Lama Lobsan Rampa en el capítulo titulado «Me abren
el Tercer Ojo»:
que al morir el día nació la noche y fui a la pequeña habitación...
Entraron tres lamas de alto rango. Me pusieron una
compresa de hierbas en la cabeza y la ataron fuertemente... regresaron
y me quitaron con todo cuidado la compresa, me lavaron
y secaron la frente. Un lama muy fuerte se sentó detrás de
mí y me sujetó la cabeza entre sus rodillas. El segundo abrió una
caja y sacó un instrumento de acero muy brillante. Parecía un
punzón pero tenía una barra en forma de U y en lugar de punta
había dientecillos alrededor de la U. Lo pasó por una llama para
esterilizarlo...
Esta operación es muy dolorosa y puede hacerse únicamente
mientras se está consciente... Preparaban otros instrumentos
y una cantidad de lociones y hierbas... Dijeron: comencemos
ahora que el sol acaba de ponerse. Uno de los lamas hizo presión
en el centro de la frente con el mismo instrumento y giró
el asa. Tuve la sensación de que me pinchaban con espinas.
Cuando el instrumento llega al hueso los dientes penetran el
hueso frontal.
Le entregan (al lama) una astilla de madera dura y muy limpia,
tratada con hierbas y expuesta al fuego para hacerla tan dura
como el acero.
La astilla se insertó en la U del instrumento y la deslizaron hasta
que entró en el orificio de la cabeza, cada vez más adentro...
Sentí picazón en el puente de la nariz, percepción de una cantidad
de aromas muy suaves no identificadas... reemplazada por
querer penetrar un velo muy elástico... luego fue un relámpago
enceguecedor y ¡basta! un dolor intensísimo como de llama

Í08
blanca, como si me cauterizaran; desaparición de esa sensación
y luego vinieron espirales de color... glóbulos de humo incandescente...
La astilla permanece en la frente durante dos o tres
semanas... la atan para que no se mueva... Yo veía a esos hombres
envueltos en una llama dorada. Pude saber cuándo todos
decían la verdad o mentían, por la forma en que fluctuaban los
colores de su aura, podía determinar el estado de salud de alguien
por el color y la intensidad del aura.
—Los cristales para mirar son instrumentos, nada mágicos.
Sirven de foco al tercer ojo para penetrar el subconsciente de cualquier
persona y memorizar los hechos vistos. La deformación craneana
pudiera producir reacciones similares, para facilitar el acceso
a otros planos de la realidad —concluye el maestro.
Le digo a Turey que estas prácticas siempre se han considerado
anticientíficas y afiliadas a la magia. Responde con una pregunta:
—¿Y eso qué importa, Lyz? Nuestros caminos en este viaje
son todos los que nos ofrezca la vida. No se impaciente y siga
escuchando las consideraciones acerca de lo que he venido leyendo.
Estas prácticas se ven con la óptica de que son ejercidas
por pueblos primitivos y previas al conocimiento científico. Se
cree que estimulan el pensamiento mágico y no se analizan como
la aplicación de conocimientos milenarios, heredados de padres
a hijos y en cadena de iniciados, de marcado contenido parasicológico
dirigidos a desarrollar y canalizar la telepatía y la
clarividencia.
En esta dirección nos remitimos a la cita que Platón hace de
Sócrates en su libro La República, libro VII, cuando este recomienda
el estudio y la práctica de las Matemáticas para estimular
la intuición, lograr la telepatía y arribar a la clarividencia. Dice
Sócrates: «Me parece divertido tu miedo del mundo, que te hace
poner en guardia contra la apariencia de insistir en estudios inútiles
(la geometría en particular y la matemática en general) y reconozco
la dificultad de convencer a los hombres de que en cada
alma hay un organismo que es purificado e iluminado por estos
estudios, y se pierde o se amortigua con seguimientos de otra ín-

í 09
dolé, y este ojo del alma es mucho más precioso que diez mil corporales,
debido a que solamente este ojo puede contemplar la visión
de la verdad».
Por otra parte, Pitágoras, en los Versos Dorados, da la fórmula
de las virtudes que contribuyen a despertar la vista y el oído por
vía espiritual:
1. Virtudes inferiores o sociales:
a. Virtudes naturales: innatas o implantadas por la naturaleza,
se encuentran tanto en el hombre como en los insectos y
en los animales, por ejemplo: valentía en los leones, paciencia
en los asnos, sagacidad e industria en las abejas.
b. Virtudes morales: son adquiridas tanto por el esfuerzo como
por el ejemplo.
c. Virtudes políticas: tales como justicia, tolerancia, benevolencia,
clemencia, labor, las cuales hacen posible la vida común
o social.
2. Virtudes divinas (que transforman al hombre en dios):
a. Virtudes purgatoriales o purificadoras: son las que tratan
sobre los misterios de la separación del alma del cuerpo.
b. Virtudes teocráticas o epópticas: pueden conferir la facultad
de ver y oir, es decir, la clarividencia y la clariaudiencia.
c. Virtudes ejemplares: son las que confieren poderes mágicos.
d. Virtudes teúrgicas: transforman al hombre en un dios-hombre.
En contraste con lo que ocurre al valorar las culturas indoamericanas,
consideradas primitivas por haber sido calificadas con
mentalidad colonizadora, hay que ver con cuánto respeto se estudian
y se toman en cuenta las griegas como fuentes supremas de
la erudición occidental, así como las misteriosas del oeste, con
esto me refiero también a los misterios eleusinos...

ÍÍO
Turey recurre al criterio de diversos autores, al decirnos:
—La ambrosía, legendaria comida de los dioses que otorgaba
la inmortalidad y, el néctar, la bebida de los dioses olímpicos, eran
medios infalibles para la iniciación en los misterios del más allá.
Al ingerir la bebida sagrada, el alma era automáticamente puesta
en libertad de la esclavitud carnal.
Madame Blavatsky escribió en el Glosario Teosófico bajo el título
de Bebida Soma, que los iniciados brahamanes preparaban
ese elixir con una rara planta de la montaña y que esa bebida
procedente de la India, era semejante al néctar o a la ambrosía de
los dioses del Olimpo de la cultura griega. En la iniciación de Eleusis,
los mystes bebían también una taza de kikeón. Quien bebe
dicho licor alcanza fácilmente Bradhna o el lugar de esplendor
para nosotros: el cielo.
El secreto del verdadero Soma se ha perdido por casi todos los
sacerdotes sacrificiales del Dekhan. El panteón hindú la denomina
Soma-Rey y la sacraliza con veneración. Creen que quien la
bebe se llena del Espíritu Santo, queda limpio de todo pecado y
participa del reino de los cielos.
La absoluta facultad de la clarividencia se alcanza cuando el
espíritu vence a la naturaleza física y se accede al divino poder de
la inspiración.
Y cita, memorizando:
—La explicación esotérica dice que el Soma es una planta, pero
al mismo tiempo es un ángel. Se une al espíritu superior interno,
cuyo espíritu es un ángel como el místico Soma y así unidos, gracias
al poder de la bebida, se remontan juntos por encima de la
naturaleza física y participan, durante la vida, de la beatitud y de
las inefables glorias del cielo.
Le pregunto la diferencia entre este pensamiento y el de las
culturas indoamericanas y él se refiere a una específicamente:
—Una de las diferencias más significativas que parece existir
entre el pensamiento, en unos casos filosófico y en otros esotérico
antes expuesto, con el de importantes culturas indoamericanas, radica
en que estas mantienen a la par que una conexión cósmica,
un nexo más profundo con la naturaleza, con Iriria, la niña Tierra,
la madre Tierra, al sentirse parte de ella en el concierto universal.

ííí
Estos pueblos viven inmersos en una concepción filosófica que los
ubica dentro de ese todo que es el universo, en conexión interactiva
con las fuerzas telúricas y cósmicas, nexo que les permite mantener
con ellas un alto nivel de comunicación, cuyo mecanismo operacional
fue olvidado por la cultura occidental.
Turey también compara como hecho indiscutible, que los habitantes
de la Amazonia peruana, al asumir que la ayahuasca es
la madre del tabaco y que la serpiente cósmica es el espíritu madre
de la madre del tabaco, aplican el mismo concepto del Soma
vegetal transmutado en ángel y convierten o transmutan el espíritu
de un elemento vegetal (ayahuasca o tabaco), en el espíritu
de un elemento creador de la vida en múltiples culturas (la mística
serpiente cósmica-axzs mundi-ADN).
Esta última comparación me impresiona tanto que el maestro,
al percibirlo, me hace volver a la realidad, cambiando de tema,
al decir que existían behiques especializados en determinados dioses,
cuya iniciación requería un complicado proceso selectivo.
—¿Cómo se efectuaba esa selección para que alguien fuera iniciado
y pudiera convertirse en behique?, —se interesa Bruno, y
Turey convierte esta pregunta en un amplio tema de debate:
—Entre los tainos existía la costumbre de realizar diferentes
pruebas en las que se medía el control nervioso, la resistencia física
y el equilibrio emocional del adolescente que habría de ser
seleccionado. Una vez pasadas favorablemente estas pruebas, el
joven era sometido a un aprendizaje que duraba dos años.
En ese tiempo debía permanecer solitario en el bosque, practicar
iterados ayunos y purificarse a través de la limpieza
estomacal con el uso de la espátula vómica. Durante el día, el
aspirante guardaba silencio la mayor parte del tiempo y se limitaba
a recibir de noche la visita de los mentores, ancianos de
gran saber que le revelaban sus secretos mágicos y religiosos, el
conocimiento de las plantas y sus usos en la curación de enfermedades,
así como ejercicios rituales en los que las profecías
ocupaban el lugar más relevante, de la misma forma en que
Pitágoras sometía a sus alumnos a un silencio que duraba cinco
años y a otros ejercicios que fortalecían su poder de concentración
y su voluntad.

112-
T
Cada paso me trae nuevas sorpresas. Esas sombras que me
rodean se iluminan con un halo de luz que las hace más nítidas
en sus gestos de profunda concentración. Sigo escuchando.
En Cuba existían tribus que sometían a los niños a la deformación
craneana progresiva. Había diferencias entre la deformación
craneana de los caribes y la de los siboneyes. Es curioso que —tal
vez por estas diferencias—, los primeros fuesen muy agresivos y
los segundos muy pacíficos. No solo los hombres eran sometidos
a la deformación craneana, también era aplicada a muchas mujeres.
Los mayas de América Central practicaban la deformación
craneana. Quizás, a la vez que el cráneo se moldeaba, se modificaba
la forma de pensar, la personalidad tomara otras características;
el pensamiento abstracto, el creativo y los mecanismos
asociativos y de adaptación fueran influidos por esta operación
que, si bien no era mutilante, podía lograr personas marcadamente
diferentes de aquellas que no eran sometidas a igual procedimiento.
Creo que este tema tiene variantes.
Recuerdo los conceptos de Turey sobre el valor cambiante de
las palabras y las transformaciones que ocurrían cada vez que
volvíamos a enfrentarnos a un mismo tema, a un mismo dios o a
una situación similar. Cada vez el caleidoscopio iba dándonos
nuevas e irrepetibles formas y los fantasmas iban variando y diluyéndose
en disímiles contextos.
Turey compara las diferencias entre la deformación craneana
de los indocubanos y de los mayas. Mientras aquellos oprimían la
bóveda craneana con tablas colocadas en la región frontal y occipital,
estos la oprimían con tablillas colocadas a cada lado de la
cabeza y apunta que sería interesante profundizar en las diferencias
que existían entre los pueblos que utilizaban uno u otro
método.
Le pido a Turey que nos hable sobre la influencia de la deformación
craneana en la capacidad de profetizar el futuro y de
leer el pasado y él, como acostumbra, da un rodeo para llegar al
tema:
—Cuando Yúcahu es representado por el trigonolito, evoca la
estructura piramidal, esa forma plena de potencia. En la actualidad
se estudia científicamente la índole de la profecía por medio

ÍÍ3
del análisis de la alteración de determinados estados de conciencia
producidos por diferentes medios. Este mecanismo es comparable
con el de los tainos, mediante la cohoba, donde el elemento
profético era considerado de gran importancia.
Se asegura que dentro de la Cámara del Rey de la Gran Pirámide
se efectuaba el ritual de iniciación que se conoce como segunda
muerte. Allí se crucifica simbólicamente a quien se inicia y
después se le tiende en el sarcófago, desde donde transitará del
mundo físico a los niveles trascendentales de la naturaleza. También
fue sitio de iniciación de la Hermandad Blanca.
Turey afirma que la información de los iniciados ha sobrevivivido
durante siglos a catástrofes y diluvios y tiene misteriosos hilos
que se ocultan durante años y reaparecen de forma inesperada.
Aunque inicialmente no vemos la conexión, extrae un periódico
Juventud Rebelde y lee la siguiente noticia cablegráfica de la agencia
de prensa Reuter, para afirmar que no se puede arribar a conclusiones
simplistas y que es necesario dejar abiertas las puertas,
al milagro de nuevas posibilidades:
...hallazgo de ruinas de una ciudad perdida bajo el mar de Cuba.
Más antiguas que las pirámides de Egipto. Indicios de una teoría...
Un grupo de investigadores que explora el fondo de los
mares cubanos confirmó el descubrimiento de unas estructuras
de piedra que podrían haber sido construidas por una antigua
desconocida civilización hace miles de años.
Expertos de una compañía de exploración canadiense dijeron
que en el verano boreal filmaron ruinas de una posible
ciudad perdida sumergida en las afueras de la península de
Guanahacabibes, en el extremo occidental de la Isla.
¿Más antiguas que las Pirámides de Egipto? Los investigadores
indican que las misteriosas estructuras pudieron haber sido
construidas hace por lo menos 6 ooo años y que sería i 500
años antes que las pirámides de Giza en Egipto.
Este intrigante descubrimiento proporciona indicios de que Cuba
pudo estar unida al continente americano mediante una franja de
tierra hasta la península de Yucatán, dijeron los investigadores.

m
—Lo anterior indica —concluye el maestro— que las posibilidades
de información entre los pueblos se amplían infinitamente
y cambian los esquemas anteriores; así como pueden hacerlo otras
tantas pesquisas científicas que van apareciendo en el planeta, al
socaire de nuevas investigaciones. Aunque esta noticia no me inspira
credibilidad.
En lo que intuí mientras se me revelaba la índole de la profecía
y visualizábamos el mundo submarino recién descubierto junto a
la península de Guanahacabibes, me llegó el espejismo de una
realidad lejana, como si en el pasado yo hubiera vivido esa experiencia,
como si hubiera caminado sobre esas piedras y sufrido su
destrucción.
Comento con Turey esa sensación de la cual no logro liberarme.
Me mira profundamente, pone sus manos sobre mis hombros
y luego, delante de mis ojos, haciendo un pase hipnótico para
que me conecte de nuevo con la realidad. Reacciono como si despertara
de un lúcido letargo. Se dirige al grupo y dice:
—Cuando nos encontremos de nuevo verán otras facetas de
esta deidad que nos mira con sus ojos cual semillas de café, nos
habla con su voz vegetal y nos sustenta con su florecer, pero
también veremos, como en un caleidoscopio, a otras deidades
tainas.
Pasarán ante nuestra mirada sin profundizar en ellas, pues con
los cuatro dioses que hemos conocido y los que conocimos en
Abya-Yala, tendremos mucho en qué pensar...
Ese momento llegó en una mañana lluviosa. Nos dirigimos a un
recinto techado con guano, con paredes de yaguas y troncos de
palmas, montado en pilotes que lo levantaban sobre el nivel de
una laguna cristalina. La voz del maestro se escuchó tan serena
como la laguna:
—Hoy no nos dedicaremos a Yúcahu en sus relaciones con los
dioses restantes. En este caney verán a diferentes cemíes tainos,
gracias al arte de quienes los plasmaron. ¡Poco hubiera trascendido
de la gran cultura universal si los edificadores de los dioses, de
los templos y de las pictografías no hubiesen existido, y a quienes
se les ha hecho escasa justicia, manos muchas veces esclavas,

¡15
cuyo arte ha logrado trascender la barrera de los tiempos! Les
hablaré de esos creadores inéditos y de su arte maravilloso.
En el interior del caney, el salón contenía imágenes de cemíes
tainos y múltiples piezas de alfarería. Turey inicia una explicación
de los cemíes que va más a lo profundo de su sentido y a la expresión
de su forma, que a lo que cada uno representa por separado.
Yahíma recoge la inquietud de todos, pues queremos saber a
qué cerní se le llama ídolo del tabaco. Según ella, estamos ante un
espejismo.
El maestro comienza a mostrar los cemíes con la enumeración
de sus características o sus patakíes:
—Hemos hecho contacto con estas cuatro deidades: Bayamanaco,
Atabey, Corocote y Yúcahu-Magua-Máorocote, que nos han
recibido con toda su carga de profunda significación. Ahora veremos
otras deidades, tan interesantes como las anteriores. Espejismos
o realidades, existieron en algún momento y están presentes en
los escasos vestigios que nos legaron. Nosotros los estamos volviendo
a la vida para que ellos con sus secretos, nos muestren el
camino y ver si merecemos el Sexto Sol, o no tenemos valores
para ese privilegio.
El llamado ídolo del tabaco es un cerní al que los iniciadores de
la arqueología en Cuba, por su forma exterior, le atribuyeron esa
denominación. Tallado en guayacán, los investigadores Roberto
Rodríguez y Alexis Vidal encontraron en su interior residuos de
plantas alucinógenas, demostrativas de que se trataba de un mortero
ceremonial. Entre los residuos está presente el tabaco, por
ello se le sitúa en el ritual de la cohoba para tomar parte de su
contenido y realizar este ritual en sus variadísimas formas.
Mautiatihuel: A veces es siamés, pues representa a la Luna y al
Sol. Nace en una caverna que constituye el centro cósmico,
donde cada día se levantan y luego se ocultan estos dos astros,
para alumbrar la Tierra con su respectivo fulgor. La región del
amanecer lo tiene como única deidad y al ser el hijo del alba,
anda día y noche peregrinando por la bóveda celeste. Unidad
en la dualidad, responde a una concepción teológica que lo plasma
como señor de la casa del alba, inclemente e implacable,

1Í6
en tallas de piedra, hueso y conchas, portando ofrendas con las
manos sobre el pecho. Su tocado es de rayos luminosos como
el sol naciente. Es el principio de la esperanza.
Guabansex: Hermosa y femenina, representa el viento en espiral,
que va limpiando los caminos. Señora de los huracanes y la
tormenta, su presencia se acompaña de las aguas torrenciales.
El pregonero Guataubá y el recogedor de las aguas, son sus
voceros y ministros. Aunque ayuda a la fertilidad de la tierra,
es muy temida porque cuando no la tributan y le rinden pleitesía
y devoción, destruye aldeas, conucos y bohíos a su paso.
Guabansex habita en el país de Aumatex, cacique de los vientos.
Cuando sale a arrasar con lo que le viene al paso, deviene
huracán y da órdenes a los demás cemíes para que la auxilien
en esta labor. El mármol, la cuarcita, la calcita y la piedra reproducen
su imagen con la de sus dos ayudantes como atributos,
sus devotos la llevan sobre la frente. Termina en un pie
único, estilización del torbellino en espiral que la plasma en
forma de asa, aspas de molino o brazos en frenético girar. Antepasado
mítico de los aruacos, simboliza para los tainos el temor
a los huracanes que azotan estas islas. Es el principio de la
renovación.
Boinayel: Es el señor de la lluvia, junto a su hermano Márohu,
con el que a veces aparece como siamés. Es bisexual. Hijo
de Iguanaboina, nació en su recinto cavernario. Él lleva la
unión de los dos nombres de su madre, que sintetizan por
una parte la cresta dentada, típica del dorso del reptil antillano
llamado iguana —como presagio del buen tiempo— y
el de boina, la serpiente oscura o parda que simboliza las
negras nubes henchidas de agua. Sus ojos manan permanentemente
finos hilos de lluvia que, como lágrimas del cielo,
hacen fértil la tierra, hermosas las cosechas y da vida,
alimento y salud al ser humano, a los animales, a los ríos, a
los mares y a los bosques.
Esta deidad, tocada con un vistoso turbante, se representa en
petroglifos cavernarios, en ídolos de piedra y en la decoración
de piezas cerámicas.

\\7
Su principal ritual se celebra en las cuevas donde habita, y se le
ofrenda y se usa para pedir la lluvia. La mitología antillana lo
asume como el espíritu de la naturaleza, dentro de la etnia
aruaca. En Cuba también se le nombraba Taguabo.
Boinayel además de la lluvia es la serpiente parda y Márohu es
el tiempo despejado o la iguana, que con su cresta dorsal se
asemeja a los rayos del sol que pronostican buen tiempo. Él y
su gemelo Boinayel integran un binomio inseparable, se les
ata juntos por los brazos y se les llevan ofrendas asociando los
poderes de las dos deidades. En la mitología antillana, Márohu
simboliza las fuerzas de la naturaleza, jamás controladas por
el ser humano. Antepasado mítico arnaco en contradicción con
su hermano. Ambos representan el equilibrio necesario para la
subsistencia. En Cuba también se le llamaba Maitabo o Maucabó,
que significa el que no tiene manantial. Ambos son el
principio de la alegría primaveral.
Yaya: Principio vital del desarrollo, del ejercicio justo del poder y
de las negociaciones comerciales y agrícolas. De naturaleza
masculina, es un espíritu innominado, creador de lo existente.
Llamó conuco al huerto, ya que fue el primer labrador y
maestro de siembras, cosechas, conocedor del régimen de lluvias,
vientos e influencia del Sol y de la Luna en la producción
frutal. Sacrificó a su hijo Yayael, a quien amaba entrañablemente,
en un rito ancestral, por temor a perder la vida ya que
aquel pretendió reiteradamente usurparle el poder. Su nombre
atraía la desventura, por lo cual mencionarlo era tabú. Lo representaban
poco por temor a que su fetiche diera mala suerte.
Los aruacos lo plasmaban con las manos sosteniendo una
vasija y el cuerpo en forma de columna. Este cerní es símbolo
de tragedia, por haber decidido entre el poder y su amor de
padre.
Yayael: Ambicioso de poder, fue desterrado primero y sacrificado
después por su padre, ante el temor de ser asesinado por él. Es
hijo del espíritu innominado. Sus huesos fueron guardados por
su padre en una vasija de güira que colgó en el frente de su
caney. Cuando Deminán Caracaracol y sus hermanos, huyen-

US
do de Bayamanaco por robarle el fuego, el casabe y la cohoba,
volcaron sin querer la vasija con los huesos sagrados, los aruacos
obtuvieron la abundancia, porque al esparcirse estos huesos
por el mundo, ellos originaron las aguas dulces y las de los
mares, los peces y toda la riqueza alimentaria de esta fauna,
así como la vía de comunicación entre las islas. Se le representa
en forma de peces y de una figura totémica que parece estar
dentro del agua.
Yahubaba: Mientras buscaba la hierba llamada güeyo, fue sorprendido
por el sol fuera de la cueva Casibajagua donde debía
haber permanecido custodiándola por mandato de los cemíes,
hasta la salida del astro rey, razón por la que lo convirtieron de
mítico personaje humano en animal o pájaro totémico, a quien
también se le reverencia. Esta transformación ejemplifica el
peligro de desobedecer el mandato de los dioses. Lo representa
el pájaro llamado Yahubabayael, de hermoso canto que despierta
a los hombres al amanecer. También aparece simbolizado
en aves marinas pertenecientes al reino de Yúcahuguama
y está relacionado o identificado más lejanamente con el pájaro
carpintero Inriri Cahuyababael, que perforó con su pico el
sexo a esos extraños seres asexuados que devinieron pareja femenina
de los solitarios hombres, separados de las mujeres de
su tribu, para impedir la endogamia, mezcla de sangres entre
hermanos y el apareamiento incestuoso familiar, con lo que se
cierra el ciclo mítico entre el buscador de la hierba güeyo y el
pájaro carpintero. También se le representa como Guatini Tocororo,
la paloma, la cotorra y el guacamayo. Yahubabayael
es el ruiseñor y solo aparece como Guacanaro. El primoroso
zunzún o guaní es identificado —como vimos— con el guanín,
esas láminas de metal mezclado, cuyo perfume era el preferido
de los tainos y con un color verdoso similar al del plumaje
del pájaro más pequeño del mundo. Es hijo de Itiba Cahubaba,
en un parto anterior al de los cuatro gemelos. Aparece como
tótem, en el momento de transformarse en ave.
Itiba Cahubaba: Madre de los cuatro gemelos, es la mítica antecesora
esotérica de la etnia aruaca, que dio origen a los tainos.
A

¡119
Formadora de los grupos humanos, es la Madre Tierra que inicia
al hombre en la vida sedentaria a la hora de abandonar el
nomadismo. Así comienza la idea de pueblo. Da seguridad y
confianza. Al abrir su vientre para dar nacimiento a los cuatro
gemelos, ella se desangró, por lo que también se le llamó Madre
Ensangrentada. La representan iconos de cerámica o de
piedra, con las piernas abiertas en posición del parto y las manos
sobre el abultado vientre.
Turey aclaró que nos mostraría la escultura taina, con igual
respeto que lo haría con la escultura de Abya-Yala y con las obras
más representativas de la cultura universal, como si se tratara de
un ritual, porque este trabajo constituía para sus creadores un
sacerdocio, o sea, el cumplimiento sagrado de la tarea asignada
por la tribu, misión a la que dedicaban toda su vida...
—La fuerza creadora del arte escultórico, digamos, de la imaginería
taina, es de sumo interés. No por estar integrada por piezas
de pequeño y de mediano formato es menos representativa,
como vemos en los dioses que nos rodean. La expresión de los
rostros hace pensar que la síntesis en el diseño de los ojos parecidos
a las semillas del café, las bocas ovales y simétricas y el conjunto
de la figura, presentan soluciones plásticas que nada tienen
de primitivas y mucho menos de elementales.
Piezas en madera, barro, piedra, concha y hueso, sin contar
pictografías y petroglifos, muestran formas geométricas que además
de armoniosas, bellas, ornamentales y bien diseñadas, les
servían como referencia gráfica para expresarse.
En artefactos de barro de uso ceremonial, aparecen series de
cenefas y ornamentos, valorados como simples adornos; pero si
profundizamos en su sentido, parece que para cada deidad se
reservaba determinado número de formas de un geometrismo característico,
privativas de ese cerní en particular.
Esos puntos, líneas, ángulos, óvalos, semicírculos, rombos,
triángulos y cuadrados, pudieran haber tenido un significado jeroglífico
simbólico, legible para ellos y vedado para nosotros. Hay
una precisión en esos trazos, una parquedad y una maestría en su
desarrollo y reiteración, demostrativa de que el trabajo al cual

¡20
determinados grupos se dedicaban de manera profesional, estaba
dirigido tanto en forma como en contenido por behiques, por iniciados
o por sacerdotes, quienes tenían que responder con esas
piezas a propósitos y objetivos rituales, sociales y de comunicación.
Una de las formas más representativas de esa aplicación
conceptual está sintetizada en el trigonolito.
¿Ese trabajo respondía a determinadas técnicas que se aprendían
y se relacionaban con el arte religioso? —Le pregunto.
—Dominar esa técnica es un hecho concreto, a través del conocimiento
transmitido de padres a hijos y aunque marche paralelamente
a la creatividad y a la imaginación, trae consigo una
responsabilidad oficiosa u oficial, que le imprime un sello distintivo
a la obra en particular, Lyz.
Si miramos a cada cerní como una figura independiente, como
un hecho aislado, no hallaremos una respuesta adecuada. Pero si
analizamos cada línea expresiva y a todas ellas en su conjunto,
veremos que estos dioses, estos seres mitológicos, poseen características
comunes que los identifican, los distinguen y los caracterizan
como pertenecientes a determinada mitología, a determinada
cultura y no a otra; a la vez que tienen caracteres diferenciados
entre sí que los hacen poseedores de su propia individualidad, dueños
y señores de las especificidades que definen los rasgos más
importantes de sus poderes como dioses.
Hay una cosmovisión guía y rectora de la imagen que se representa.
No son muñecos iguales unos a otros, vestidos con ropajes
de diferentes formas y colores, como ocurre con fetiches
realizados por culturas muy elementales. En la iconografía taina,
cada cerní es distinto de los demás, igual a sí mismo, pero que a su
vez responde a similares códigos de diseño. Fuerza, expresión y
tensión dinámica de las formas van conjugándose para dar cuerpo
a una deidad, sin salirse de los parámetros que evidentemente
rigen la estructura de estos dioses.
—¿Entonces puede considerarse que este es un arte religioso,
con toda la carga de compromiso que ese concepto encierra? —insiste
Bruno.
—Era arte religioso y por ello guardaba ciertas reglas y cánones
que respondían a su liturgia, a su forma de ver y de visualizar

¡121
a los dioses, que no era la misma en que ellos representaban plásticamente
—en expresiones mucho más realistas—, a seres no divinos,
a seres humanos vivientes.
Producto de esos cánones, se crean figuras simbólicas, no realistas,
serenas en el diseño de su contorno externo, en el que las
extremidades superiores e inferiores aparecen unidas en bloque al
resto del cuerpo dentro de un todo rematado por la cabeza, que
también surge erecta y vertical en su estudiada simetría. A veces
asumen formas fálicas, otras remedan plantas o animales que al
deificarse devienen síntesis humanizadas en su papel de deidades.
El interés primordial radica en la coordinación entre la forma
externa y el dibujo interno de cada imagen, en la que solo se emplean
los recursos plásticos precisos.
¿Dentro de qué estilo puede identificarse este arte?, —pregunto
con evidente desconocimiento sobre estos detalles plásticos tan
interesantes.
—No es ese el sentido que quiero dar a la valoración de estas
figuras con el concepto actual de las obras artísticas que acostumbramos
ubicar dentro de estilos, escuelas o movimientos plásticos.
Caeríamos en el ridículo. No es esa mi misión. Háganlo
ustedes fijándose en la forma, al margen de esta mirada con la
que hoy los redescubrimos, dándole prioridad a su esencia...
Como les dije, el dios quedaba representado por el artista en la
esencia de su significado. Los elementos destacables y los recursos
empleados eran libremente seleccionados por el tallista y el
alfarero, pero siempre conservaban el elemento conceptual que
como un hilo de Ariadna, enlaza, caracteriza, diferencia y, a su
vez, identifica a estos cemíes.
¿Y las desproporciones en la representación de la figura de esos
cemíes? —averiguo.
Replica un tanto molesto:
—Estas desproporciones no son errores o desconocimiento en
el diseño, Lyz. Y usted bien lo sabe. Están preconcebidas y tienen
como objetivo priorizar determinados órganos o alguna característica
que fuera necesario destacar como elemento de poder del
cerní. Así vemos la triangularidad y los rasgos diferentes a los de
los seres humanos, cuando contemplamos la representación de

¡122
Bayamanaco, o la síntesis antropomórfica, zoomórfica y vegetal
que logran en la imagen del trigonolito.
ídolos, conchas labradas, amuletos, colgantes y collares son
piezas escultóricas comparables con las que constituyen tesoros
arqueológicos de otras culturas. Aunque son de pequeño formato,
como dije, la tradición escultórica plasmada en el arte taino se
remonta a épocas muy anteriores al momento en que Colón arriba
a estas costas. Al tallar la piedra, al labrar el hueso o al modelar
el barro, las figuras surgían como si el artista hubiese separado
el material sobrante y las líneas se revelaran, nítidas, en la forma
definitiva del cerní representado.
Tanto las cerámicas como las tallas, han llegado a nuestros
días sin representaciones pictóricas, a diferencia de las de Mesoamérica.
En las pictografías tainas y en dibujos rupestres aparecen
imágenes, grupos de personas, escenas y ceremonias que
marcan una manera de utilizar el color y su intencionalidad en el
dibujo. En estas escenas la figura humana aparece en términos
más realistas, a diferencia de las formas utilizadas en los cemíes,
quiere decir que conocían la manera de representar animales y
seres humanos mediante un lenguaje plástico diferente del que
utilizaban para el arte religioso.
El tratamiento de los elementos geométricos les lleva hacia una
estilización que llega hasta lo abstracto. Esta característica puede
apreciarse en piezas de alfarería, donde también aparecen figuras
antropomorfas y zoomorfas, tanto en asas como en la estructura
de la pieza. Estas obras ceramísticas y vasijas rituales, ídolos, dujos
e instrumentos musicales y ceremoniales encierran un lenguaje
mitológico que posee la carga esotérica de antiguas culturas,
que fueron dejando en el transcurso de los siglos el mensaje, el
sedimento histórico-ritual de los pueblos que les dieron origen.
Se desconoce qué cánones obedecían para transmitir el mensaje
que sus obras debían reflejar, pero los valores simbólicos y artísticos
representados en esas obras, a despecho de sus dimensiones,
pasaron inadvertidos durante varias centurias. Ojalá que en este
momento los dioses del panteón taino de Cuba, regresaran para
ocupar el lugar que les corresponde, no solo entre los dioses antillanos,
sino entre las deidades mitológicas que tradicionalmente se

¡123
conocen y de una forma u otra se estudian, se recuerdan, se plasman
en obras de arte contemporáneas y si no se veneran, al menos
se respetan dentro del panteón universal.
El virtual regreso de estos dioses de variados ornamentos como
el de Atabey, el diseño espacial de Bayamanaco, las proporciones
áureas y la forma piramidal de Yúcahuguama, las androgenésicas
sugerencias de Corocote, las vertiginosas espirales de Guabansex
del panteón taino; llaman a descifrar el geometrismo simbólico de
esa red de signos que transitan por dujos, cenefas, bandejas, vasijas
ceremoniales, amuletos de uso variado de esas y otras deidades.
Esa gama de signos más que un ajuar ceremonial, semeja un
lenguaje sugerente que tal vez pudo haberse descifrado por ojos
con clarividencia de significados, cuya continuidad se rompió por
algún cataclismo, o por el impacto de lo que llamaron Descubrimiento.
A manera de síntesis, Turey nos explica a continuación de este
análisis:
—Religión, magia, conocimiento, el arte taino constituía un
vínculo de los seres humanos con las fuerzas superiores, a las que
atribuían su místico origen y a las que debían utilizar, pero también
reverenciar, respetar y proteger para que les sirvieran.
En este panteón cada divinidad representa un elemento sustentador
de la vida, como el sol, la lluvia, la fertilidad vegetal,
animal y humana, o la supervivencia animista más allá de la
muerte. Ruego y tributo, comunicación por medio del ritual de
la cohoba, adoración a los cemíes e interpretación de signos
mágicos eran sus nexos con aquellas remotas raíces mitológicas.
Cada deidad cobra un cabal sentido si se la ubica en su momento
de intemporalidad previa, de libertad exenta de pecado, cuando
las serpientes no hablaban, comer una manzana no conducía al
infierno, la mujer era el símbolo de la vida y todos conocían el papel
que a los dioses les tocaba desempeñar en la vida del pueblo.
Si los espíritus habitaban en las cuevas, también los behiques y
los iniciados visitaban esos lugares, morada de lechuzas, búhos y
murciélagos que fueron esculpidos para simbolizar aquellas ánimas
y para representar a esos misteriosos habitantes cavernarios,

¡24
hijos de la noche. Sagradas cuevas en las que enterramientos, petroglifos
y pictografías dejaron sus mensajes al futuro.
De no haber llegado a manos actuales el escaso, pero valioso
caudal de esculturas, pictografías y cerámicas precolombinas, muy
poco se hubiera podido conocer de la profundidad, la capacidad
de síntesis, del dominio geométrico y del concepto de abstracción
de los pueblos que fueron capaces de crear este arte.
Arte que hay que ver en su finalidad religiosa, no con pretensiones
de impresionar a vencedores y vencidos, sino como humilde
tributo a los dioses que daban respuestas a sus necesidades.
Manifestaciones plásticas a las que arribaron siguiendo una línea
de expresión ideológica perfectamente preconcebida.
En este arte mágico-religioso, no se encuentra la sorpresa de la
improvisación, el facilismo aleatorio o la casualidad de lo imprevisto,
sino la causalidad del mensaje sabio, modesta y respetuosamente
estructurado, aunque no tengamos la humildad necesaria
para percibirlo.
Esta producción cultural recoge desde la forma de pintarse el
cuerpo, de tatuarse, la artesanía, la alfarería, la escultura, las pictografías,
los objetos de uso doméstico y todo lo relativo a su ajuar
ritual y sus instrumentos musicales; hasta la concepción económica,
política, religiosa y social de una tribu, que descubrió el secreto
de la paz, la armonía y la felicidad.
Al finalizar sus palabras, el maestro se nos acerca. Yo no he
logrado moverme del dujo en el que he permanecido sentada,
mientras vivía esta experiencia, pues estoy como en deuda frente
a esos cemíes y a estas piezas de alfarería que tanto me sugieren.
Con aire confidencial nos dice:
—Nos despediremos de Yúcahu-Bagua-Máorocote, enfatizando
qué rasgos caracterizaban el mundo mítico taino. Poesía y clarividencia,
libertad e inocencia se unen para conformar la simbólica
magia de esta mitología, que nos remite a la idiosincrasia, a las
vivencias, a las experiencias y al arte de quienes la practicaban y
que han dejado su huella indeleble en el sentir antillano y en el
dorado aroma de esas hojas de tabaco que recorren el planeta
invocando en cada habano, el espíritu del pueblo de donde partieron.

¡125
No tuve oportunidad de quedarme a solas con Turey. El grupo
lo acompañó y él nos recomendó que no permitiéramos que nuestras
ideas se contaminaran con acciones que pudieran entorpecer
o limitar el camino que habíamos emprendido.
Me pareció que su despedida tenía un tono diferente. Otra vez,
como haciendo un recuento, reitera:
—No permitan que sus propias ideas los dejen atrás, apodérense
de ellas y pónganlas a su servicio. Díganle a cada una de sus
ideas: estás siendo solo para mí. Esta no es una posición egoísta,
sino una vía de reafirmación que debemos sentir en nuestro interior,
ante la presencia o el recuerdo de cada una de las experiencias
vividas en este viaje. Las palabras únicamente designan el
pasado, pues aunque hablen del presente o se refieran al porvenir,
ya pertenecen al pasado cuando las pronunciamos o las escribimos
porque antes de ser pronunciadas o escritas han sido previamente
pensadas, para poder convertirse en ideas y ser
expresadas. Se piensa primero, se expresa después. ¿No ven que
en este movimiento idea-pensamiento-palabra-acción ya lo-sucedido-sucediendo-por-suceder-sucedió?
Lo que acabo de decirles, sintetiza esa nueva concepción temporal
espacial que he querido mostrarles para aprender a vivir en
una constante secuencia del hoy, ahora y aquí. Como la gran
energía del universo es implicativa, no explicativa, no necesita
expresarse ni manifestarse, no tiene que informar que algo ya
sucedió, está sucediendo o va a suceder. Por esa razón, esta energía
tampoco necesita del pensamiento previo que se convierta en
ideas, estas en palabras y ambas en información; que por ser producto
de algo que antes ha sido pensado, ya es parte del pasado.
Siempre constante y siempre el mismo e igual lugar en el espacio.
Puede ser una verdad y a la vez una utopía, ya que espacio y
tiempo, en forma de unidad holística, se contraen, devienen y se
expanden constante e ininterrumpidamente.
Este viaje, existe solo en nuestra experiencia, tiene la historia de
nuestras ideas, está en el libro que nadie escribió, no necesita
de nuestras palabras para ser verdad o mentira, pero sin nuestras
palabras, dejaría de existir. A lo largo de él hemos hecho cientos
de citas, de igual número de fuentes procedentes del testimonio

Í26
oral o escrito, de aquellas personas cuyo pensamiento se ha polarizado
en temas relacionados con las experiencias que íbamos acumulando.
Utilizar este método de comunicación a través de las palabras
ajenas, vistas, escritas y escuchadas de otro modo, tiene como
finalidad y sin intención involucrarlos a todos, tal vez cientos o
miles que aparecen o no, a modo de fichas. Hemos pretendido
armar de nuevo algunas de esas palabras, manipularlas, como
los componentes de un rompecabezas cuyas piezas han estado
dispersas desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días a nivel
planetario, a la vez que nuestro pensamiento ha sido manipulado
por el de esas fichas, que muchos han armado y desarmado de
múltiples maneras durante siglos. No quiere decir que estas piezas
sean realmente las de este rompecabezas o las de otro, si se
arma de diferente manera o si se les añaden o se les quitan unas u
otras. He querido mostrarles que tanto las palabras propias como
las de los demás, nos tienden una trampa siempre que se las aprisione
en un contexto, donde el espacio y el tiempo las reúnan
para convertirlas en arquetipos o en simple información.
Hemos construido una serie de arquetipos y ahora nos preguntamos:
¿qué son esencialmente estos dioses y demonios, estos
ángeles y ancestros? Dijimos esencialmente y eso son: esencias,
experiencias vitales. Son como el humo de un habano que se alza
en el aire y asume formas siempre diferentes, que son irrepetibles.
Eso es lo que debe quedarnos de ellos.
Agregó que lo mismo que habíamos avanzado hasta el punto
en que nos encontrábamos en ese momento, podíamos retroceder
si la desconfianza, la falta de profundidad y las intenciones mezquinas
anidaban en nosotros, que esta recomendación final era la
consigna que nos aconsejaba aplicar, hasta que nos reuniéramos
de nuevo.
Se me hizo un nudo en la garganta y sentí como si la tierra
amenazara con abrirse bajo mis pies, pero a pesar de esa sensación,
experimenté simultáneamente la certeza de haber encontrado
lo que buscaba.
Al alejarse exclamó como si quisiera que descifráramos un
enigma:
A

¡27
—No olviden que en la triangularidad de Yúcahu se encierra el
secreto de la génesis. Nos veremos.
Durante varios días traté inútilmente de dedicarme a las tareas
que realizaba antes de penetrar en el círculo cosmogónico de
estos ancestros indoamericanos, un mundo distinto, que paulatinamente
fui identificando con el claustro materno, pero no en
una actitud regresiva, sino liberadora, como una iniciación, como
otro nacimiento. Tan necesario, confortable y acogedor me parecía.
Llegué a la conclusión de que Turey, al hablarnos de la
triangularidad, de la significación del número tres y de otros
números, en esta y en otras cosmogonías y al darnos significado
para determinadas culturas, había puesto en nuestras manos
un valioso instrumento de poder, a través del que debíamos descubrir
no solo el secreto de los dioses, sino un camino de libertad
para nuestras vidas, en el siempre dinámico e inasible ritmo del
hoy, ahora y aquí. Ese diástoles y sístoles, ese latido del corazón
del cielo, el corazón de la Tierra que aprendí a escuchar en Iximché,
volvió a retumbar en mis oídos, pero ahora con el sonido
del corazón del universo, dentro del espíritu simbolizado por el
ritual de la cohoba-cohiba-tabaco: vida.
Recordé nuevamente el triángulo y me pareció que Yúcahu-Bagua-Máorocote
me daba su mensaje en el siguiente tríptico
que me reveló su misterio.
Él es creación-simiente-evolución.
61 libro de notas
o la bitácora d¡2 Turey
A partir de aquel momento no supe más de Turey hasta recibir
una carta suya junto a la que me enviaba, como había prometido
en cierta ocasión, un cuaderno de notas, a modo de bitácora en el
que encontraría datos interesantes acerca del ritual de la cohoba
por el que tanto me había preocupado, sobre la sacralización del

¡128
tabaco en algunos cultos afrocubanos y diferentes opiniones científicas
relacionadas con plantas alucinógenas, el tabaco y el ADN.
Me sentí sobrecogida por la sorpresa y por la noticia de su
partida.
Sentí que el libro de notas me comprometía, igual que la nueva
visión del mundo y de la vida que me había proporcionado, a
compartir todo ese conocimiento con los demás, con la misma
generosidad que él había mostrado al asumir la tutoría de nuestro
grupo en este viaje diferente.
A modo de bitácora, para continuar mi viaje hacia el punto en
el que seguramente volveré a encontrarme con Turey, transcribo
aquellos fragmentos de sus notas que creo de mayor interés para
complementar muchas de las ideas que fueron surgiendo a lo largo
de aquel recorrido comenzado durante nuestro encuentro en la
montaña sagrada de Iximché.
61 ritual d£ la eohoba
£n £l cuaderno de notas 3
...Ahora no llores ni rías, solo ayuda con todas tus fuerzas para
que vuelen al viento las ramas de tu cuerpo. Eres como la flor de
la cohoba. El jugo de sus hojas ha entrado en tus raíces...
Estoy viendo al behique realizar el ritual de la cohoba o cohiba.
Ceremonia que se les hace a las parturientas. Fray Bartolomé
de Las Casas se sorprendía de cómo era cosa maravillosa con cuán
poca dificultad y dolor parían las mujeres indias, casi no hacían
más que torcer un poco el rostro, trabajando u ocupadas en cualquier
oficio, lanzaban al hijo o hija y luego lo tomaban y se iban y
lavaban a la criatura y a sí mismas en el río, después de lavadas
daban leche al niño o niña y terminaban el oficio y obra que
hacían.
El chamán canta este areíto, mientras pasa sobre el vientre de
la parturienta una imagen de Atabey:
o
'
En este manuscrito no se registran los textos de donde proceden las citas.

í 29
Madre sagrada del guanín.
Te llamo con la cohoba,
con la maraca y el tambor...
Este es el ceremonial primario de un rito doble. Un complejo
ritual practicado en la cuenca del Caribe por diversas tribus aborígenes,
descendientes de la etnia aruaca que poblaron las Antillas
antes de la llegada de Cristóbal Colón.
Es un doble ritual porque mientras en su función terapéutica
la nicotinia-tabacum se le suministra al paciente en compresas,
ungüentos, emplastos, infusiones y elíxires; conjuntamente, en
su manifestación esotérica se utiliza para comunicarse con el dios
Bayamanaco, con Atabey y con otras deidades por medio de sahumerios
y del polvo de la cohoba. Hasta nuestros días, este ritual
continúa celebrándose obsesivamente en todo el mundo por medio
de la cantidad de cigarrillos y de habanos que se consumen en
el planeta, como si cada fumador, inconscientemente, siguiera
buscando comunicarse con sus dioses más secretos o huir de sus
demonios más amenazadores.
El behique está sentado en un dujo de ébano tallado con tan
hermosas alegorías jeroglíficas y tan delicadas incrustaciones de
oro que a los colonizadores le parece una exquisita filigrana de
malaquita.
Al tabaco también se le asignaba las denominaciones de güeyo,
gioia, cojiba, cohoba, cojoba o cohiba, por la diversidad de
interpretaciones fonéticas, o por la diferencia con que llamaban a
las hojas, las flores, el tallo, las ramas o las raíces.
Cada sección de esta planta tiene un uso medicinal y una función
esotérica diferente de las restantes.
Respecto a la importancia chamánica del tabaco, esta planta
ha desempeñado y desempeña un papel protagónico en el chamanismo,
tanto en América del Norte como en la del Sur, al nivel
de los polvos psicomiméticos, los hongos sagrados, la ayahuasca,
el peyotl, la datura y otros alucinógenos de Abya-Yala. Sus usos
se priorizan tanto en los ritos de purificación como para caer en
trance y lograr curaciones sobrenaturales, aunque en el orden

¡30
botánico y farmacológico no sea una planta alucinógena. Chamanes
de la Amazonia, del Polo Norte, de Indonesia y de Uganda lo
utilizan.
Una de las razones, según investigaciones, es que el tabaco
actúa directamente en la producción de serotonina. El tipo de receptor
antena transmembranaria es el modelo sobre el que están
construidos los seis tipos de serotonina: la, ib, le, id, 2 y 4, mientras
que, a diferencia de los seis restantes, el receptor de serotonina
3 es un canal inónico, sobre el cual incide directamente el
tabaco, favoreciendo la producción de serotonina.
Esta propiedad del tabaco debe ser estudiada profundamente,
a los efectos de su posible acción terapéutica en las psicosis
maniaco-depresivas, en las depresiones endógenas y en casos de
déficit de serotonina.
Según Fernando Ortiz, el tabaco era el compañero inseparable
del indio. Desde su nacimiento hasta su muerte el indio vivía envuelto
por los humos espirituales del tabaco, como la ceiba que es
apretada por los bejucos. Con asombro, los arqueólogos de hoy
comprueban el grado de longevidad promedio que llegaban a alcanzar
los tainos de Cuba.
¿Qué fue realmente el tabaco para los tainos? Los indios tabaqueros-ayahuasqueros
de la Amazonia dicen que la madre de la
madre del tabaco es una serpiente cósmica, que se visualiza cuando
se toma la mezcla de ayahuasca con tabaco. Las hojas de tabaco
se secan al sol, después se hierven para hacer un cocimiento bien
oscuro y cuando se bebe todo se visualiza, todo se puede predecir,
todo se puede escuchar, todo se puede sanar. Se ven enormes serpientes
enlazadas y de diferentes colores en visiones holográficas.
Ellas comunican el conocimiento, porque las plantas enseñan,
son seres inteligentes, seres con potencial suficiente para establecer
una comunicación... (serpientes como presencia del ADN, germen
de vida, principio vital. Al ingerir el zumo del tabaco, el cerebro
se sitúa en la misma frecuencia de onda que emite el ADN, en la
que se hace posible la comunicación)... Poseen espíritu. Este criterio
se relaciona primeramente con la ayahuasca, porque las
madres de las plantas son los espíritus que transmiten la información.
Recordar que la ayahuasca, según los asháninca, es la

T
Í3Í
madre del tabaco. Se utilizan métodos curativos a base de cantos
chamánicos específicos, plantas alucinógenas y dietas de vegetales
No es posible arribar a conclusiones hasta que no estudiemos
la planta del tabaco a la luz de la ciencia, con la misma óptica que
los que la manejan y la han manejado durante siglos, con fines
esotéricos y terapéuticos. Esta información que he venido acopiando
se dirige a la contextualización de las dos vertientes
Se asombró Cristóbal Colón cuando vio a los aborígenes «con
algo como un mosquete hecho de hojas secas que prendían con
un tizón por un extremo y con el otro puesto en la boca, aspiraban
humo, que luego expulsaban por las narices».
Es en el relato de Fernando Colón donde mejor se describe el
uso ritual de la planta, al referir que: «El cacique o señor principal
es el primero en practicar el rito y toca un instrumento, sentado
sobre un dujo, mientras el resto calla con gran solemnidad. Tenían
una mesa también labrada, de forma redonda como un tajador,
en la que hay unos polvos que ponen sobre la cabeza del
cerní... después con una cánula de dos ramas que se meten por la
nariz, aspira el polvo... Pierde el sentido y cuando lo recupera,
permanece con la cabeza baja. Luego alza la vista al cielo y habla...
El resto de los presentes responde con una especie de oración. El
cacique relata los presagios comunicados por los cemíes... Este
ritual como oráculo solo lo podían practicar por orden jerárquico
el cacique, o el behique».
Un awá de origen maya-quiché, mi maestro en prácticas iniciáticas,
me dio su definición de chamanismo al decir que para
tener visiones sagradas y ser un verdadero chamán no bastaba
con beber plantas alucinógenas, ingerir tabaco o soplar humo,
sino que era imprescindible someterse durante años a una
preparación rígida, aterrorizante y muy difícil: soledad en el bosque,
dietas, oscuridad, ingestión programada de alucinógenos, dominio
de cantos dotados con sonidos especiales musicales,
abstinencia de alcohol y de relaciones sexuales y orientaciones
solo nocturnas de los maestros que realizan la iniciación; que para
alcanzar el éxtasis, el dominio de las visiones y el conocimiento de
los sueños había que tener claro que lo sagrado no se vende ni se
negocia.
L

¡132
Existen puntos de vista contradictorios, sobre qué es un chamán
(behique). Unos lo valoran con los más elevados atributos,
otros lo discriminan con total subestimación. A partir de mis experiencias,
transcribiré opiniones negativas y positivas... y continuaré
mi camino...
Jeremy Narby piensa que el chamanismo no reposa sobre una
doctrina, sino sobre una experiencia. Es por esa razón, que el chamanismo
universal mantiene una vigencia a la que hay que prestar
atención.
Este autor se pregunta si hay un objetivo en la vida y si existimos
por alguna razón. Y se responde que cree que sí y que la
combinación del chamanismo y de la biología le aporta respuestas
a estas interrogantes...
Según Georges Devereaux, el chamán: «es un ser gravemente
neurótico, e incluso, un psicótico en estado de remisión temporal.
Por lo demás, el chamanismo está fuera de sintonía con relación
a la cultura misma».
En cambio, desde la segunda mitad del siglo xx, diversos antropólogos
manifestaron que los primitivos no existían. Etimológicamente,
primitivo, del latín primitivus, significa el que nace
primero y que los chamanes eran menos locos de lo que ellos habían
pensado...Y Claude Lévi-Strauss afirma que: «El chamán
no es un loco, sino más bien un psicoterapeuta que se expresa por
medio de la palabra. Actúa como un creador de orden». Algunos
antropólogos definen al chamán como un maestro del caos, alguien
que evita el desorden. Dicen que chamán es psicólogo, médico,
farmacéutico, filósofo, cura, astrólogo y abogado.
El chamán accede consciente y voluntariamente a la comunicación
con los espíritus. No se convierte en la persona del espíritu.
El espíritu no lo maneja, no se posesiona de él, ni domina su voluntad
y sus actos. El chamán interpreta los mensajes del espíritu
y se comunica con él. En los trances de posesión, el espíritu sí se
apodera del espiritista o del poseso que cae en trance y que hace lo
que el espíritu le ordena. El mecanismo psicológico es totalmente
inverso en uno y otro caso y los resultados y las respuestas son
también diferentes.

¡33
En sus comienzos y en determinados casos, la ciencia se ha basado
en ideas cuyos orígenes tienen sus raíces en puntos que están
situados más allá de los límites de lo racional. Así, en franca contradicción
con sus planteamientos científicos, René Descartes ve
en sueños un ángel que le sopla los principios básicos del racionalismo
materialista (¿ángel-soma-serpiente cósmica-ADN?).
Dice Mircea Eliade: «los técnicos del éxtasis se especializan en
un trance en el cual se considera que su alma deja el cuerpo para
emprender ascenciones y vuelos celestes o descensos infernales»
(lo mismo que el viaje del alma)... que hablan un lenguaje secreto
que aprenden de los espíritus... En todos los casos, hay una escala
(un bejuco, una cuerda, una escalera en espiral, una escala de
cuerda trenzada), que comunica el cielo y la Tierra y que ellos
toman para ascender al mundo de los espíritus que han venido
del cielo y han creado la vida sobre la Tierra. El caduceo de la
medicina, desde la antigüedad es el símbolo de la curación desde
la India al Mediterráneo, se relaciona con el axis mundi, pues las
dos serpientes aparecen en torno a un eje axial. Ignoramos por
cuántas vías diferentes los tainos de Cuba, los mayas de Guatemala,
los chamanes de Benin, los faraones egipcios, los ayahuasqueros-tabaqueros
de la Amazonia, o Cheng-Tzu en China,
arribaron a la visión de la serpiente cósmica como fuente creadora
de vida. Investigaciones científicas plantean que esta escala,
cuerda, escalera o bejuco es el ADN, que se relaciona con las visiones
chamánicas.
El ritual de la cohoba consta de cuatro fases o períodos evolutivos
que constituyen los tiempos inherentes de su desarrollo.
Pimer tiempo o fase mitológica: Es el inicial, más allá de la historia.
Nos llega en la leyenda sobre el dios Bayamanaco, la
primera referencia mítica de la planta de la cohoba.
Segundo tiempo o fase mítico-religiosa-chamanista: Precolombina.
Es el pleno apogeo del ritual de la cohoba. De la planta
del tabaco son utilizadas todas las partes y en todas las formas.
Semillas, flores, hojas, raíces, jugo de las hojas y tallos verdes
molidos. Sus fines son para rituales en las fases primarias y
secundarias.

1
Í34
Eran ritos primarios los de la creación de los cemíes, para saber
si un árbol, piedra o hueso merecía que se tallara en él un
cerní. Se practicaban con fines adivinatorios, en oráculos y todo
tipo de ceremonias. Con fines propiciatorios, se practicaban en la
entrega de ofrendas previas a merecer y recibir los dones del cerní
para obtener buenos resultados en cualquier empresa a realizar.
Con fines de purificación servían para limpiarse de culpas. También
se practicaban para ahuyentar a los malos espíritus y librarse
de influencias negativas, para obtener mayor fecundidad de la
tierra, de la mujer y del hombre y con fines curativos, no solo con
intención terapéutica, sino como invocación mágico-religiosa de
la salud, para espantar o alejar los males y expulsar todos los dolores.
Para practicar el ritual de la cohoba era imprescindible someterse
previamente a los ejercicios rituales preparatorios, de purificación
y ayuno.
Ritos secundarios, no solo era ritual el uso del tabaco, también
se fumaba por placer y porque la nicotina del tabaco es un estimulante
neuromuscular y psíquico, era usado como terapéutico
en casos de heridas, úlceras, inflamaciones, catarata, hemorroides,
hemorragias nasales, retención urinaria, constipación, mal
aliento y otros padecimientos; también se utilizaba con gran efectividad
para espantar insectos como mosquitos, jejenes, niguas y
alacranes.
Es sorprendente la incidencia y usos chamánicos del tabaco
entre los pueblos de Abya-Yala y de las islas del Caribe. Más de
ochenta pueblos lo utilizan. Reuniré y organizaré el conocimiento
de los puntos claves en una visión global y señalaré los aspectos
más notables de sus características, dejándoles a los científicos
por una parte y a los filósofos y teólogos por la otra la interpretación
de estos datos.
El tabaco es el canal por excelencia de comunicación e intercambio
con el mundo sobrenatural y comida o alimento primordial y
preferido por los espíritus y por las madres espirituales. Es soplo o
aliento del chamán como principio de vida, comparado al soplo
divino y asociado al humo del tabaco. Al ser la alimentación o la
A

13 5
comida por excelencia de los espíritus, es importante establecer
las relaciones de este concepto chamánico con la acción neurológica
que pudiera ejercer la nicotina y la analogía de las visiones
con el ADN de las células nerviosas cerebrales.
A cambio de tabaco, los chamanes de la tierra obtienen de la
gente del agua dardos y cigarros mágicos, eficaces contra la brujería
y vestimentas mágicas para moverse y familiarizarse con el
mundo acuático y con sus habitantes, que se convierten en humo,
y para aprender de la anaconda la seducción a las mujeres, los
secretos de la pesca y la puntería. En la tierra, obtienen lo mismo
con los dueños del monte.
Los chamanes de la Amazonia consideran al tabaco una planta-enseñante,
dotada de inteligencia propia y capaz de revelarles
sus propiedades y secretos y de transmitirles potencia y conocimiento.
El tabaco cura al paciente a través del chamán, quien
expresa que esta planta le muestra el padecimiento del enfermo.
A cambio de tabaco, el chamán recibe un ropaje de plumas y
alas mágicas que lo protegen contra la brujería celeste, los buitres
le dan cigarros y dardos mágicos, así como el cóndor lo lleva hasta
el lago celestial a través del vuelo cósmico. El tabaco guía al chamán
en la búsqueda de las almas perdidas. Cuando hay dificultades
y enfermedades en la tribu, el chamán sopla tabaco y humo
sobre la aldea o el caney para ahuyentar los males.
En los ritos funerarios, el chamán sopla tabaco y humo sobre
el difunto para impedir el regreso espectral, lo cubre con hojas de
palma, incendia su vivienda y sus pertenencias y parte a buscar
su alma para que no ronde y someterla a su voluntad para que
sii-va en trabajos chamánicos, o alejarla de su sepultura. El chamán
no es el psicopompo, sino sus espíritus auxiliares que escoltan
al recién fallecido hasta la mitad del camino...
Las almas aman el tabaco porque este tiene su método y su
fuerza.
Las almas están en los aires, como las ondas de energía o de
radio. No se ven, pero allí están. El tabaco y la ayahuasca las
atraen, permiten sintonizarlas, verlas y oírlas con una música jamás
escuchada. Les dan a conocer las propiedades curativas de
las plantas, pero su fuerza de poder y de saber es doble ya que

156
también permite explotar energías destructivas. Los indios yaguas
de la Amazonia, identifican el humo del tabaco con la vía láctea,
que es el sendero de los espíritus auxiliares de los chamanes y es el
que transitan los espíritus para llegar a la tierra de los muertos. El
humo del tabaco es representativo de la vida y es la vía por la que
los espíritus se dirigen y trasladan de un plano al otro.
Como la madre de la ayahuasca es una serpiente (cósmica,
ADN) y el espíritu de la ayahuasca es la madre del tabaco, las
madres son las esencias animadas de las plantas y están consideradas
las fuentes del saber, sobre las que puede actuar el chamán.
En las sesiones de iniciación, el chamán pone al recién
iniciado en contacto con las madres, esencia que posee todo lo
que vive, que está animado.
El espíritu del tabaco es infinito y le orienta al chamán que
ponga su cabeza en lo oscuro para darle poder y así ayudarlo y
ayudar a todos. Jeremy Narby se pregunta si esas y otras informaciones
acerca de las alucinaciones que les brindan su saber
ecológico a los asháninca, podrían ser molecularmente verificables,
del mismo modo que las de los Tukano de la Amazonia colombiana.
Ellos dicen que es el creador del universo quien ha
inventado el curare, y se lo dio a ellos, cazadores del bosque tropical,
quienes desde tiempos remotos descubrieron, gracias a esa
enseñanza, cómo utilizarlo en soluciones intravenosas. Lo mismo
sucede con el tabaco.
Por mediación del tabaco y la ayahuasca, los asháninca dijeron
a este mismo autor que ven los espíritus (manikari), normalmente
invisibles, porque el tabaco atrae a las almas y que esta
planta psicoactiva es la comida de los espíritus, que la apetecen
ardientemente.
Según chamanes campas, la ingestión perseverante, continuada
y sistemática del tabaco o de determinados narcóticos mejora la
visión para que los buenos espíritus puedan ser vistos como ellos
realmente son.
Los chamanes yagua de la Amazonia peruana consideran el agua
como elemento gaseoso masculino, la identifican con el humo del
tabaco, la asocian con el diluvio, dicen que nace en el este y es el
camino de la gente del agua.
a

13 7
El tabaquismo está catalogado como toxicomanía. No es razonable
clasificar a los espíritus como toxicómanos por su apetito
casi insaciable por el tabaco, avidez identificada por los chamanes
con la sensación de hambre. Los seres sobrenaturales no disponen
de su propio tabaco y resultan inexorablemente atraídos
por los humanos, a través del humo, del olor y del jugo; alimento
que les permite sobrevivir, según algunos chamanes de la América
del Sur... En las religiones afrocubanas dar de comer a los santos
y a los espíritus es cosa común. En antiguas culturas también
se le situaban alimentos a deidades y a espíritus, en rituales y en
tumbas de reyes y faraones, a partir del mismo sentido ideológico
animista.
En el libro Echu-Eleguá, Adrián de Souza dice que esa deidad
africana exigió prioritariamente grandes cantidades de hojas de
tabaco pulverizadas, a las que se les llama «saa». Se refiere a cultos
a Echu, que se realizan en África, donde el tabaco no existía y
fue incorporado a mitos y ritos dentro de ese continente a partir
de la diáspora originada en Cuba.
Algunos investigadores expresan que una sola célula posee varios
receptores para cada uno de los más de cincuenta neuroreceptores
conocidos y aunque las moléculas de nicotina del tabaco
y las de acetilcolina del cerebro tienen formas diferentes, poseen
igual tamaño (diez angstrom cada una) y las mismas cargas eléctricas,
por lo que la nicotina, gran simuladora, funciona como la
llave de un picaporte que abre todas las cerraduras colinérgicas
de los receptores postsinápticos del cuerpo.
En cuanto a la información visual, o sea, visiones chamánicas,
las células de todos los seres vivientes emiten fotones hasta de
cien unidades por segundo y por centímetro cuadrado de superficie
de tejido y el ADN es la puerta de esas emisiones. Además, el
ADN emite una fuente de luz llamada láser ultradébil, que da una
sensación de colores vivos y una luminiscencia de profundidad
holográfica. ¿En las visiones chamánicas ocurrirá una percepción
de las emisiones luminosas del ADN y esta incidirá en el estado
de conciencia que se produzca en el chamán? La biofotónica
califica esta emisión como un lenguaje celular o una forma de
comunicación no sustancial.

¡138
Por esa razón, mientras más nicotina se les brinde a las neuronas
cerebrales, el ADN contenido en el interior de cada una de
ellas, elaborará más receptores ávidos de esa sustancia. El receptor
que atraviesa la membrana celular es una proteína, que no
solo acciona el punto de anclaje de las moléculas del exterior, sino
que abre un canal que está habitualmente cerrado...
Me pregunto si el ADN, ese gran espíritu contenido en el núcleo
de las neuronas, único productor y creador de la vida en el
planeta, estará por ese motivo cada vez más deseoso y necesitado
de que lo alimenten o le den de comer tabaco. ¿És este el origen
del hambre insaciable de los espíritus por el tabaco?
Existen muchos más pasos estudiados por la ciencia, en esta
relación química entre la nicotina y las células, pero la distribución
de los receptores en el cerebro humano es poco conocida. Por
otra parte, se descubrió que cada alucinógeno posee una manera
de funcionar específica para relacionarse con los no menos de
siete diversos receptores que existen para la serotonina.
Queda demostrado para estos autores, que científicamente el
tabaco actúa directamente en el cerebro y, por lo tanto, la nicotina
no produce cáncer ya que no actúa en otras regiones del organismo.
El tabaco tiene gran protagonismo en el chamanismo del continente
americano y lo tuvo en las islas caribeñas. Sin ser desde el
punto de vista farmacológico un alucinógeno, conceptualmente
no se puede separar de estos, ya que no han sido debidamente
estudiados sus efectos neurológicos, como inductor de estados alucinatorios,
particularmente los relacionados con la visión de serpientes
dobles multicoloreadas y refringentes y enlazadas de escalas
cósmicas, de cuerdas, de espirales, del axis mundi o fuerza del
saber para los chamanes, de dragones, de serpientes emplumadas,
de serpientes andróginas, de serpientes acuáticas, del caduceo de
la medicina y de todos esos símbolos que la ciencia identifica con
la forma en que se visualizan las cadenas de ADN.
El mecanismo que induce la telepatía pudiera originarse a causa
del estímulo producido por la dimetiltriptamina o por la nicotina
sobre el ADN, al activar sus emisiones de fotones y estimular su
capacidad de captar fotones procedentes del conjunto de los demás
seres vivientes.

¡39
Tercer tiempo o fase socio-política-económica (posdescubrimiento).
La fase de la diseminación y transculturación del
tabaco comienza por la planta, que siendo una solanacea
silvestre va a ser cultivada cada día con más esmero y
experiencia, hasta lograrse un híbrido que llega a Cuba desde
Yucatán: es la nicotinia-tabacum, que al encontrar en la Isla
condiciones excepcionales de terreno, clima, agua y cuidado
humano especiales, dio origen a un tabaco de tal calidad, que
ganó fama rápidamente entre los marinos y soldados que hacían
escala, sobre todo en el Puerto de Carenas (Habana) convirtiéndose
en activos portadores, introductores y difusores
de la costumbre de fumar sus hojas y aspirar su polvo en forma
de rapé.
Mientras esto ocurría, cada día era más complicado y perfeccionado
su cultivo y elaboración, hasta convertir esta isla en la
tierra del mejor tabaco del mundo. Han sido muchos sus detractores,
así como sus defensores. Evolucionó y se transformó su
elaboración, dando lugar a un imperio industrial que adoptó todas
las variantes del tabaco, desde el puro más tradicional y manual
hasta el cigarrillo más industrializado, propagandizado y
sofisticado.
Cuarto Tiempo. Etapa actual o fase biopsicológica. Al arribar a
esta fase, vemos que superviven las fases anteriores: la mítica,
la ritual, la socio-económica y la de la salud física, la psíquica,
el placer y los supuestos riesgos. Las investigaciones
científicas siempre han aportado conclusiones diferentes.
Entre otras afirmaciones se plantea que:
• El tabaco cubano es el de más bajo porcentaje de nicotina.
• Es el más bajo en porcentaje de fulfurol.
• El hábito de fumar tabaco es el único que no requiere cada
día de dosis progresivamente más altas.
• En dosis moderadas, tienen el tabaco y la nicotina acciones
terapéuticas poco divulgadas.

Í40
• La acción antiestrés de fumar con calma y disfrutar de un
habano es ampliamente conocida. Quizás porque sin saberlo,
en este inconsciente ritual de la cohoba que practica el
fumador, su espíritu se pone en contacto con los dioses y la
vida se le hace más grata.
• Sus acciones psicoestimulantes están presentes.
• Las contradictorias campañas no han logrado neutralizar
el designio de mitos, ritos, hábitos y costumbres que rodean
al tabaco.
• Los antropólogos y otros científicos han olvidado el origen
del saber, presente en las visiones chamánicas del axis-mundi,
escalas y serpientes cósmicas semejantes a las imágenes del
mundo microscópico de las proteínas y las enzimas que nos
maravillan y que integran la sustancia lingüística del ADN
que llevamos dentro y que, por mediación del tabaco, nos
comunicamos con los orígenes de la vida.
Los aborígenes de estas islas conocían el alma de la cohoba, su
acción curativa en los males del cuerpo, su acción psicoestimulante
o psicorelajante en los males de la psiquis y su acción esotérica
en los males del espíritu. Así me incorporé al mundo arnaco,
para comprender cuán maravilloso, lleno de magia clarividente y
de riqueza espiritual es ese mundo, en el que la concepción temporal
espacial es cósmica y en el que el ayer, hoy y mañana coexisten
en un presente dinámico, que se retroalimenta con el devenir
de la vida misma, en concordancia con la energía, la vibración y
el pulso de la naturaleza.
Dentro de esta intemporalidad pude aprehender las enseñanzas
contenidas en sus leyendas, mitologías, ritos, usos y costumbres.
Me sucedió algo similar a lo que experimentaron los indígenas
al tropezar de pronto un día... con hombres vestidos como caídos
del cielo. Igual que ellos, sentí el desconcierto y la maravilla de
ese mundo.
En el propio escenario caribeño, coexistían dos etnias representativas,
una de lo bueno y pacífico: los tainos; otra, destructora
y cruel: los caribes.
A

14t
También entre los descubridores y conquistadores los hubo
despiadados y crueles, pero otros como Bartolomé de Las Casas
llevaban en sí el amor y la paz de muchos hombres.
Practicando el ritual de la cohoba como núcleo principal de sus
creencias religiosas, lograron la cohesión ideológica del pueblo,
mediante técnicas sugestivas que les permitieron mantener la estructura
de poder, el equilibrio al acceso a la riqueza material, a la
acción social y médica y, sobre todo, a la riqueza espiritual.
La práctica médica, en la que el tabaco juega un papel primordial,
está imbuida de un mundo mágico-religioso en el que la sugestión
alcanza niveles decisivos.
Con métodos aún desconocidos por la ciencia occidental, mediante
el uso de plantas logran la consolidación rapidísima de fracturas
y la cicatrización casi inmediata de heridas.
Entre los principales ritos practicados por los aborígenes, el de
la cohoba es el que centraliza los restantes, por estar de diferentes
maneras presente en todos el tabaco.
Los iniciados y los sacerdotes o behiques daban comienzo a las
ceremonias con los ritos lústrales o de purificación. Las purgas
contribuían a elevar el grado de caquexia del practicante, condicionándolo
a que pudiera alucinarse más fácil y nítidamente. Otro
ritual antiguo eran las sangrías, que además se realizaban como
prácticas médicas.
En el ritual del matrimonio, una vez efectuado, la novia tenía
que cohabitar con varios hombres de la jerarquía y del clan de su
prometido.
El ritual de la fertilidad se efectuaba a través de la diosa
Atabey.
El ritual de la virilidad y apetencia sexual se efectuaba con la
estatuilla de Corocote, y con el uso afrodisíaco del tabaco.
En el ritual de la fertilidad de la Tierra, se invocaba y se enterraba
al Trigonolito.
Como ritos lúdicros practicaban el juego de batos o pelota, recreativo
y pacífico en las Antillas.
Los areítos constituían otro de los ritos religiosos, culturales,
recreativos, históricos y curativos más importantes para la comunidad.

Í153
1
Había areítos de medicina, que no solo se utilizaban para la
curación, sino que contenían conocimientos que eran trasmitidos
de generación en generación.
Estas danzas cantadas se acompañaban de instrumentos musicales
de percusión como el atabal, tambor o mayohuacán, los
cascabeles de barro o de guanín, las conchas marinas, los güiros,
las maracas y los instrumentos de viento como la flauta y el guamo
o caracol llamado cobo. Se ejecutaban en forma coral y los
dirigía el Tequina.
Tal era el entrenamiento de la memoria característico de los
tainos en los areítos, que según Las Casas, los convertidos al catolicismo
eran capaces de repetir las principales liturgias católicas
con solo escucharlas unas pocas veces ¡hasta quince pliegos!
Los ritos funerarios estaban en dependencia de la clase social
del fallecido. A los caciques les aplicaban conservación especial.
Como eran animistas, al cadáver lo acompañaban alimentos
y objetos de valor, en ocasiones la viuda, por propia decisión, no
obligada por instancia alguna, pedía que la enterraran viva con el
marido. Los difuntos menos importantes eran enterrados con las
piernas flexionadas en posición fetal.
La búsqueda del tabaco como planta sagrada aparece en la mitología
aruaca y taina. Privativa de poderosos dioses, ha sido cada
día más buscada en la medida en que se le descubrían y atribuían
poderes religiosos, curativos y protectores de todo tipo.
Lo misterioso es que desaparacido de la Tierra el pueblo que
brindó esta planta al mundo, el fenómeno de la transculturación
universal del tabaco sigue vivo y poderoso.
Estaban en pleno chamanismo, donde el sacerdote era médico
que se apoyaba en los poderes terapéuticos de las plantas, en los
poderes mágicos y en algún otro elemento de manipulación que
influyera en la psiquis de la tribu. Como médico-sacerdote oculto
tras el cerní, le hablaba por un canuto al paciente, como si fuera
el dios, diciéndole que en ocasiones la enfermedad era causada
por algún incumplimiento de ofrendas, que casi siempre consistían
en alimentos que tenía que dejar por la noche ante el cemí y
que al amanecer habían desaparecido.
A

¡43
Estos médicos-sacerdotes de diferentes denominaciones y escalas
de influencia, tales como los behiques, que atendían a los
caciques y nitaínos (nobles), tenían prerrogativas, calificación y
mayor respeto que los demás médicos. El behique era único en
cada tribu. Primer médico y supremo sacerdote. Los boitios, que
eran médicos con menos calificación y poder, pero revestidos también
de autoridad sacerdotal, tenían una categoría secundaria en
relación con la del behique. La continuaban los buchu itibu (anciano
eminente) y después los boitios. Por último estaban las ancianas
experimentadas que actuaban como curanderas.
Fray Ramón Pané describe cómo era ejercida esta medicina:
De lo que hacen los buchu itibu. Cuando van a visitar a un enfermo,
antes de salir de sus casas, sacan del fondo de las cazuelas,
tizne... y se cubren de negro el rostro, y así dan la consulta,
enseguida toman unos huesecillos o carne, lo envuelven en algo
y lo ocultan en la boca. Ya purgado el enfermo entra en la casa
otra vez el médico y se sienta delante de él, solo: antes salen de
la casa los niños para que no interrumpan y quedan una o dos
personas principales. Cuando está solo, toma algunas hojas de
la hierba de la cohoba, la hoja grande por lo común, agrega otra
de una cebolla de medio cuartillo de largo, la mojan hasta formar
una pasta y lo ponen por la noche en la boca del enfermo, lo
que les sirve de vomitivo para arrojar lo que han comido.
Cantan entonces y beben del jugo susodicho, encendiendo una
antorcha. Descansando algunos instantes el médico se levanta y
se dirige hacia el enfermo que está sentado solo en medio de la
habitación y lo rodea y gira a su alrededor dos veces... y le coge
las piernas palpándole de la cintura a los pies; y le estira con
fuerza como si quisiera arrancarlo de su lugar; terminado esto,
sale de la habitación y cierra tras de sí la puerta. Le habla desde
fuera así: Vete para la montaña o el mar, donde quieras; se vuelve
al lado inverso poniéndose las manos juntas; sopla como por
una cerbatana y colocándose ambas manos sobre la boca, que
cierra; sus manos tiemblan enseguida como si tuviera gran frío;
sopla sobre sus manos y recoge el aliento como si sorbiera la
médula de un hueso. Luego aspira al enfermo por el tozuelo

Í44
(cuello), o en el estómago, en las espaldas, mejilla, el seno, el
vientre y partes en general del cuerpo. Concluido lo cual, se
saca de la boca lo que dijimos que se metió en ella; si es comestible
le dice: Ya ves lo que te había hecho daño en tu cuerpo de
donde te lo he sacado, advierto que ha salido de donde tu cerní
lo había colocado: porque no le rezabas u orabas ni puesto ni
hecho altar ni sacrificado nada.
Si es una piedra, le dice: consérvala muy cuidadosamente. Suponen
que esas piedras son muy útiles en el parto de las
mujeres.
Como esos médicos suelen equivocarse, si muere el paciente y
es poderoso, se investiga el grado de culpabilidad del boitio (los
behiques o supremos sacerdotes eran inmunes a esta responsabilidad).
Toman jugo de güeio (tabaco), le cortan las uñas al
muerto así como cabellos de la frente que reducen a polvo entre
dos piedras, le dan de beber todo esto al muerto, al que se le
pregunta si el médico fue responsable de su muerte. De responder
afirmativamente, los parientes se reúnen en espera del boitio al
que le dan una paliza que le quiebran las piernas, brazos y rompen
la cabeza.
Persuadidos de haberlo matado, lo dejan tirado, pero a los dos o
tres días el médico se levanta y marcha alegremente para su
casa, los que lo encuentran le preguntan, ¿no habías muerto? Y
él contesta: Los cemíes en forma de culebra me han socorrido
(señalo aquí la presencia de la serpiente que salva al agredido).
Los parientes del difunto montan en cólera y si pueden atraparlo
le sacan los ojos y lo castran poique creen que es preciso esto
último para hacer morir a un médico.
Asombraba a fray Ramón Pané cómo podían regresar después
de tal tremenda paliza, en que le fracturaban brazos y piernas. Este
constituye un hecho no aclarado por la ciencia, pues en muchos de
los huesos encontrados en los asentamientos indígenas con signos
de fracturas, estudiados con rayos X, se encuentra buen afrontamiento
óseo y consolidación del callo. Hay versiones sobre la utilización
de un cactus (que se desconoce) y del tabaco, para sanar en

14-5
tiempo récord estos casos. Cuentan los cronistas que a escondidas,
muchos españoles se consultaban con los boitios.
Como conclusión tenemos, que el tabaco en sus múltiples formas
se utilizaba lo mismo para el reuma, que para el catarro o las
heridas.
Manifestaciones del ritual de la cohoba
Las distintas manifestaciones del ritual de la cohoba son las siguientes:
Rito de la amistad
• El tradicional de estos pueblos al pasarse entre todos la cánula
o sea, la pipa de la amistad.
• El que realizan todos los fumadores del mundo, al reunirse
para intercambios de cualquier tipo.
Ritual de la cohoba, realizado ante los cemíes
(Manifestaciones rituales):
• Ritos adivinatorios.
• Ritos para ahuyentar los malos espíritus.
• Ritos propiciatorios.
• Ritos de creación de cemíes.
• Ritos de saneamiento o purificación.
• Ritos curativos.
Ritos fertilizantes o fecundantes
(Manifestaciones rituales):
• Sahumerios a las semillas, tierra y plantas.
• Sahumerios a las novias (nupciales) y a las embarazadas
(tabaco en amuletos).
• Sahumerios a los dioses para la fertilidad agrícola.

¡46
• Sahumerios para la fertilidad animal.
• Sahumerios para la fertilidad humana (maternidad y
virilidad).
Ritos funerarios para elevar las almas de los opías
(Manifestaciones rituales):
• Sahumerios con los que se ungía el cadáver, al momento de
la muerte.
• Sahumerios dedicados a los espíritus para que vayan a disfrutar
de una vida mejor en el Coay-Bay, el país de los ausentes.
El ritual de la cohoba, acompañado por los areítos, sustentaba
su vida espiritual. El sonido y el movimiento eran, junto a
la cohoba, una mítica y mágica expresión de música y danza
extásicas, como se practicaban en ritos esotéricos de antiguas
civilizaciones (hindúes, egipcias, griegas, africanas...).
Después de haber conocido las características y el poder del
tabaco ¿hay que preguntarse por qué en forma tan rápida, extensa
y duradera, transculturizó al mundo? ¿Es el tabaco habano un
sano elemento psicoestimulante y hay en su humo esoterismo y
magia?
Decía José Martí que los pueblos son como los w^boles, no los
conoce bien, ni sabe de los injertos que les pueden convenir o
dañar, sino quien los conoce desde las raíces.
ka psicología y
tabaco
Hay argumentos psicológicos relacionados con el tabaco y su vigencia
en el mundo actual, como los siguientes:
• Produce placer físico y psíquico.
• Actúa como una válvula de escape ante preocupaciones y
ansiedades.
• Estimula la actividad creadora.

¡47
• Es vehículo de transmitir o expresar amistad para los reflexólogos.
• Conlleva todo un ritual de gestos y ademanes (reflejos condicionados
muchos de ellos).
• Para los psicoanalistas, es oralidad, es un sustituto del pezón
materno y, a su vez, fumar es un ritual fálico.
• No disminuye la adicción con la edad... Permite esperar con
calma.
• Entre sus practicantes se encuentran personas de todos los
temperamentos, caracteres, sexos, niveles culturales, profesiones,
razas, clases sociales y económicas, religiones,
creencias, países, tendencias políticas y edades. Reyes y mendigos
le rinden pleitesía.
• Es un diástole recuperativo del cansancio y controla el hambre
provocada por la depresión o por la ansiedad.
• Entre miles de detractores y defensores, el mundo sigue practicando
el ritual de la cohoba.
Tteligionps a/roeabanas
y saeralizaeión del tabaco
AI arribar a la isla de Cuba los primeros embarques de esclavos
africanos, transportaban consigo las religiones, los mitos, ritos y
creencias de las respectivas regiones de procedencia. En este nuevo
medio, conocieron el tabaco, por contacto con los aborígenes
esclavizados y, conjuntamente, el complejo esotérico-cultural llamado
ritual de la cohoba practicado en la vida cotidiana por la
raza autóctona.
El hábito de fumar fue asimilado de inmediato por los esclavos
africanos, no solamente por los que llegaron a las islas del Caribe,
sino también, según Fernando Ortiz, por los que fueron llevados
a Sevilla desde el siglo xvi y cuyo antecedente más lejano puede
situarse en la misma África, donde fue introducido por los portugueses
en la primera mitad de ese siglo.

Í159
En los territorios donde había mayor densidad de población
indígena, la mezcla con los esclavos negros y sus descendientes
produjo la introducción del tabaco en las creencias
ancestrales que ellos habían importado de África, como resultado
del sincretismo cultural en la esfera espiritual de esas
religiones. Aunque el tabaco no era una planta autóctona de
África, su valor esotérico, curativo, mágico y estimulante fue
asimilado por los africanos, que no lo consideraron una planta
diabólica, como en algunos momentos ocurrió entre los europeos,
sino una panacea que los dioses les enviaban para aliviar sus
penas, e incorporar a la hora de realizar sus ritos de posesión
con los espíritus y con los orishas.
El tabaco no es un elemento integrante de los ritos religiosos
afrocubanos internamente, pero sí es un elemento instrumental
introductorio, previo al desarrollo del ritual, imprescindible para
lograr el contacto con los espíritus y hacer que baje el muerto. El
tabaco se incorpora al instrumental litúrgico de esas religiones en
Brasil, Haití, Colombia y Venezuela. De esta región proceden las
raíces aruacas y arahuacas de los tainos de Cuba, pero allí se entroniza
por la presencia africana, entre los campesinos que lo utilizan
para predecir o augurar hechos futuros, soplando el humo
con la parte encendida dentro de la boca y contra mordeduras de
serpientes, brujerías y curaciones. También el fumarlo con la candela
hacia adentro pudo ser una costumbre adquirida entre los
cimarrones (esclavos fugitivos), que temían ser descubiertos por
el brillo del tabaco incandescente. Costumbre que aún se conserva
y practica en múltiples rituales afrocubanos y afrocaribeños y
para dar de comer, saludar a la prenda, purificar y unificar.
Igual que lo fue el behique y lo es el chamán, el babalawo, el
tata n'ganga u otro oficiante de los cultos afrocubanos es sanador
espiritual y físico, agorero, sacerdote y hechicero. En Cuba, el tabaco
se emplea en la Regla de Ocha o santería, en el Palo Monte,
Mayombe o Regla Conga, en las ceremonias rituales de la sociedad
secreta abakuá, en las ceremonias espiritistas del llamado espiritismo
cruzado y en resguardos a los que, para mantenerlos
con fuerza, hay que darles cada viernes, malafo (aguardiente) y
humo de tabaco.

Í49
Ttegla de Ocha o santería y tabaco
La santería o Regla de Ocha es de origen yoruba y se basa en el
culto a los orishas, deidades producto del sincretismo con santos
católicos, a veces por sus semejanzas en colores del vestuario, y
otras porque al celebrarse la festividad católica en determinadas
fechas, los esclavos encubrían la celebración de sus rituales, identificando
las dos deidades para hacer creer a los amos que homenajeaban
a la cristiana.
Sin tener la misma reverencia, ni significación esotérica ni dominio
ni conocimiento del uso del tabaco para comunicarse con
los cemíes, con el espíritu molecular de las plantas, con la serpiente
cósmica o con el axis mundi que poseían los tainos y poseen
los chamanes indoamericanos, la cohoba o tabaco es utilizado
en las religiones de origen africano, dándosele determinados usos
rituales.
Los dioses africanos originalmente no fumaban. En la santería
los que fuman tabaco, o aché, que utilizan para que les de
fuerza, son los santos guerreros: Shangó, el orisha de la guerra;
Elegguá, el que abre los caminos; Oggún, deidad de la fuerza y
dueño de todos los hierros y Oshosi, el orisha de la caza y problemas
de justicia.
Elegguá, como santo guerrero, forma una trilogía con Oggún
y Oshosi. Los tres trabajan juntos. Elegguá es el que abre, llega
usando tabaco y es el dueño de los veintiún caminos. Oggún
representa la fuerza como dueño de todos los hierros y Oshosi es
la inteligencia, es mago, guerrero y tiene que ver con la justicia.
Decir tabaco es decir Elegguá porque es el que abre todos los
caminos. Es decir, batallar, vencer, sabiduría. El tabaco es una
fuerza de saber biomolecular, que abre todos los caminos, porque
actúa como una llave que abre todos los canales y estimula la
conexión con el ADN. A esos tres santos guerreros se les llama
con el tabaco.
Hay resguardos que son de tabaco, y otros mezclados cuya base
es el tabaco.

15 O
Otras deidades no guerreras con las que se utiliza el tabaco son
Osaín, dueño del monte, que se identifica con San Antonio Abad,
y que, según Lydia Cabrera, suele aparecerse a los trasnochadores
pasadas las doce, y les pide iná, candela para encender su tabaco
o su pipa; y Babalú Ayé o San Lázaro, patrón de las
enfermedades venereas, de la piel y contagiosas, que recibe con
gran placer las ofrendas de tabaco y de licor de maíz o chequeté.
Oshosi fuma cigarrillos y hay que prenderle dos simultáneamente,
mientras que para comunicarse con Elegguá, el dios que
abre los caminos, es necesario soplarle bastante humo con la
candela del tabaco dentro de la boca, después hacerle el saludo
ritual y utilizar los caracoles para consultarle lo que se quiere saber.
Es imprescindible ofrecerle bastante humo de tabaco, para
hacer ebbó con Oggún.
el tabaco

í5í
El sunga o tabaco también es utilizado en el ritual palero
que tiene relación con los gandós o firmas de los santos, ya que
cada deidad posee su propia firma, cuya presencia es imprescindible
para que pueda dar comienzo la ceremonia. El santo o
nkisi debe ser convocado a través de su firma, que debe ser
trazada delante del caldero o nganga. Cada firma está compuesta
por una serie de símbolos secretos significativos, y a tramos
cercanos, encima del trazo de la grafía, se colocan pequeños
montones de pólvora o fula, elemento importante del instrumental
dentro del rito sagrado. Se invoca en jerga bozal al nkisi,
poseedor de la firma o gando que se ha trazado, y el padre
nganga canta para pedirle su presencia y que se encargue del
asunto que habrá de planteársele. Con el extremo de un tabaco
o sunga encendido dentro de la boca, sopla abundante humo
sobre la firma y con la candela del propio tabaco prende el primer
montón de pólvora, que estallará y encenderá en cadena a
los que le siguen, significando la combustión de toda la pólvora,
según Lydia Cabrera, y Fernando Ortiz, la señal de que la
deidad está presente y actuando.
Cuando la fiesta va a comenzar, se emplea prolijamente el
humo del tabaco, esparciéndolo de la puerta de la calle hacia
adentro, sobre los tambores, sobre las imágenes representativas
de alguna deidad, sobre los calderos o nganga, en las esquinas o
rincones, encima de todos los objetos componentes o auxiliares
del culto, de las firmas o gando y, con sentido lustral, sobre los
participantes. El sahumerio o humo del tabaco que constituye
la forma más extendida de su uso, siempre se aplica por el oficiante,
que expele el humo con fuerza por la parte incandescente
que introduce en su boca, nunca fumándolo o absorbiéndolo
de la manera habitual.
Como ofrenda propiciatoria para los santos, ya se trate de Sarabanda,
de Siete Rayos o de otra deidad, el tabaco o sunga forma
parte de los elementos materiales del culto al ser mezclado con
otras especias vegetales e ingredientes con los que se prepara una
infusión especial para rociar y darle fuerza al caldero o nganga.
Para que los instrumentos musicales estén preparados, se
mezcla dulce de guayaba o endiba con hojas de tabaco majadas,

¡5 2
y se unta al cuero de los tambores con el fin de darles fuerza y
prepararlos para el toque de Makuta. Es curioso que la guayaba,
fruta que no existía en África, oriunda de los ritos tainos y
representativa de Maqueteurie Guayaba, deidad que custodia
el Coay-Bay, país de los ausentes en la mitología aborigen de
Cuba, esté también incorporada por simpatía sincrética al material
instrumental del culto Mayombe, para atraer a los espíritus
de los muertos.
En el acto final del ceremonial religioso, el tata-nganga, solemne,
sale del munanso, habitación consagrada al culto, con el
machete en una mano, sobre cuya hoja se ha situado una ancha
hilera de pólvora, para que al ser encendida por el tabaco
que porta en la otra mano, estalle y arda, en forma dramática y
espectacular, la mezcla simbólica de pólvora o fula y sunga o
tabaco.
La ceremonia iniciática es un acto donde el tabaco, volcado en
forma de humo sobre el neófito, ejerce la doble función purificadora
o lustral para el aspirante, y de poder o fortalecimiento para el
ritual que se efectúa. Durante el proceso de iniciación, el neófito
es rayado en palo por la mano del tata-nganga que canta, a la vez
que ejecuta una danza iniciática, mientras con el filo de un machete
extremadamente cortante, le dibuja una suerte de cruz a
ambos lados del pecho y de la espalda, y con el extremo encendido
del tabaco, le hace también, sobre pecho y espalda, una marca
incandescente.
Por medio de la mano de caracoles, el palero lee las respuestas
a las preguntas de quien le consulta. De la manera más ortodoxa,
el tata-nganga utilizó para adivinar —algunos lo utilizan
todavía—, el mpake-mensu, instrumento oracular del culto palero:
un cuerno de toro relleno con sustancias secretas, entre las
que se encuentra el tabaco, la pólvora, la tierra de cementerio,
la falange de un chino y la de un negro, y otros elementos, sellado
en su extremo abierto con un espejo circular.
Para dar lectura a las respuestas de este oráculo, el tabaco es
indispensable, ya que con él se ahuma la superficie del espejo,
por el método expelente ya expuesto, y de la lectura que haga el
oficiante de los dibujos dejados por el humo sobre el espejo, se

15 3
derivan las respuestas a las preguntas formuladas por el consultante.
Cuando el creyente muere, se ahuma con sahumerios de tabaco
para purificarle mientras se realiza la ceremonia mortuoria.
Se dice que las firmas sagradas o gandós de los santos se originaron
en determinados dibujos secretos, dejados por el humo
del tabaco sobre el espejo del mpake-mensu.
61 tabaco en la sociedad secreta
abakaa o ñañigos
El tabaco o endaba está presente en la sociedad secreta masculina
de carácter religioso-mutualista abakuá, en diversos momentos
de sus ceremonias rituales. Sociedad fundada por africanos carabalí
apapá, que durante sus primeros años no admitía blancos en
sus filas, se originó como organismo secreto de protección y mutua
defensa en 1836 y sus miembros se juramentaban para tomar la
justicia por su propia mano.
Su culto gira en torno al pez sagrado tanzé, apresado en su
calabozo por la princesa Sikán en el río Oddán, y la lucha por la
posesión de la sagrada voz del pez, entre las tribus efik y efó. Al
contarle la Sikanekué, por amor, su secreto al príncipe de la tribu
contraria, fue sacrificada y aunque deificada, por su indiscreción,
la mujer quedó excluida de esa sociedad, bajo el estigma de ser
incapaz de guardar un secreto.
Según estudiosos, los distintos momentos del ritual siguen la
historia, materializada en el tambor ekué hecho con piel de chivo,
que se fragalla, no se percute, y cuyo sonido, que solo puede ser escuchado
por los hombres, se mete en la cabeza y no puede ser
olvidado, ya que reproduce la voz de la deidad suprema Abasí.
Cuando murió el pez Tanzé, mataron diferentes animales para
ver si el cuero de alguno, al ser fragallado, reproducía la voz del
dios en el tambor de fundamento, el único fue el del chivo. De esa
tradición proviene la frase de doble intención: Chivo que rompe
tambó con su pellejo paga.

Í54
Escribe Fernando Ortiz, que el tabaco constituye uno de los
derechos o costas que se dedican y consagran a la potencia sobrenatural
para los tiros de consagración y luego se usa como sustancia
que se echa en la comida para el convivio sacro.
Los ñáñigos utilizan trazos que ilustran, semejantes a los que
emplean los paleros, situaciones y hechos que se representan en
las ceremonias. Esta gráfica, repetida durante años y años por los
miembros de las diversas hermandades, cobra carácter consagratorio,
aunque va transformándose y reconstruyéndose con el devenir
de las nuevas alternativas socio-económicas y con el transcurso
del tiempo.
Las firmas ñáñigas dibujadas en el recinto de ceremonias rituales,
llamado cuarto fambá, o fuera de él, también son cubiertas
con pólvora, que tiene que ser encendida con endaba o tabaco.
Se utiliza además el tabaco en los plantes y juegos abakuá de carácter
ceremonial.
Los abakuá utilizan tres tipos de trazos: cada tierra o juego
tiene su identificación a través de un sello que lo caracteriza,
después están las firmas o anaforuanas para simbolizar las jerarquías
y, por último, se encuentran los gando que se emplean dentro
de las ceremonias para representar una situación o una acción
determinada.
espiritismo cruzado y uso del tabaco
La función del tabaco está indisolublemente relacionada con la convocatoria
y aparición de los espíritus y el contacto con el más allá,
así como con la función lustral de limpiezas, despojos y sarayeyeos,
además de darle fuerza al trabajo que se realice y dar de comer
a la prenda.
Las características del espiritismo cruzado están dadas por la
mezcla de las religiones africanas con el espiritismo que Alan Kardek
instrumentó a partir del siglo xix dentro de la cultura occidental.
Diversas raíces africanas ofrecen sus variantes en esta mezcla,
pero la de mayor presencia en el espiritismo es el Mayombe o

¡155
Palo Monte, fundamentado en las fuerzas de la naturaleza, con
base animista de culto a los antepasados. Esta expresión religiosa,
que utiliza elementos materiales, incorporó el tabaco a partir del
contacto de los bantú con los tainos, quienes practicaban cultos
animistas con métodos esencialmente espirituales, en los que el
elemento material más importante estaba dado por el tabaco, a
través de la biología molecular, de la farmacología y de sus poderes
chamánico-esotéricos, que lo sitúan como poseedor de su propio
dios o espíritu, y cuyas características ya hemos analizado.
Formulaciones que afirman la existencia del alma y testimonian
la aparición de los espíritus, se practican en decenas de pueblos
y se recogen en cientos de libros de todas las religiones
universales a lo largo de la presencia humana en el planeta, una de
cuyas expresiones es el espiritismo kardesiano que proclama la
existencia de un alma inmortal que sobrevive al cuerpo, con
la capacidad de aparecer cuando se le convoque, manteniendo la
memoria, la identidad y la individualidad que tenía en vida. Esta
es la fórmula más extendida dentro del espiritismo europeo, todo
ello bajo la suprema presencia y dirección del gran poder de dios.
El tabaco juega un papel de suma importancia en el ceremonial
espiritista cubano y caribeño, pues con él solo puede realizarse
un despojo o una limpieza sin la presencia de otra planta o
hierba, aunque el despojo o sarayeyeo en el que se emplean flores,
ramas, perfumes, cascarilla de huevo y otras sustancias, se realiza
envuelto en humo de tabaco para que le aporte poder, fortaleza
y efectividad a los restantes elementos que se utilizan en el
sahumerio, ya que se incorpora por sincretismo a los ritos africanos
en su carácter de elemento accesorio, lustrador, fortificador y
vivificante. Las consultas espirituales, las curaciones, los despojos
y los cambios de cabeza constituyen actividades primordiales del
espiritismo cruzado.
Al mezclarse en Cuba este sistema de creencias con la Regla
Conga o Palo Monte y surgir este híbrido de espiritismo, en los
locales donde se realiza el culto se sitúan, como elementos espirituales,
fotografías de personas fallecidas que pueden ser espiritistas
famosos, médicos reconocidos por sus curaciones, familiares
de los dueños del recinto y personajes cuyos espíritus se posesionan

Í56
de algunos de los médiums presentes en la ceremonia; así como
imágenes de santos católicos, dos cabezas de perfil en yeso de
una mujer y un hombre indios, crucifijos y cuadros de Cristo.
Invariablemente, al médium se le monta o encarna el espíritu
de un esclavo o esclava conga, que fuma y masca tabaco, baila y
habla en la forma bozal como lo hacían los africanos al expresarse
en castellano. Los espíritus suelen fumar, cuando se posesionan
del médium.
Como elementos materiales se utiliza tabaco, vasos de agua,
flores, velas, merengue, incienso, coco, plátano indio, palos y raíces
curativas lústrales y protectoras, palomas, pollos y jutías. Solo
por mediación del humo es que bajan los espíritus imprescindibles
para efectuar la ceremonia preparatoria. En forma de puro o
habano se utiliza como ofrenda, colocado encima de las copas
o vasos con agua que se les sitúan a los espíritus en la repisa de la
bóveda o altar donde están los elementos instrumentales relacionados.
61 tabaco en ana ceremonia
espiritual d¿ la Regla ae Ocha,
para nacerse santo
Por la bendición de Olofi, la misa espiritual se celebra para informar
al eggun o sea, al muerto, que el neófito va a hacerse santo.
Esta ceremonia es común para todos los orishas. Nadie puede
hacerse santo sin contar con el eggun o espíritu del muerto.
Para iniciarse o hacerse santo en determinados orishas, es necesario
someter al neófito a otro tipo de ritual donde el tabaco juega
un papel de sumo interés. La siguiente ceremonia se efectúa cuando
un aspirante, hombre o mujer, va a hacerse santo en Oyá.
Oyá vive en la puerta del cementerio, es la dueña del eggun o
espíritu y del muerto en sí, ya que la dueña del cementerio es una
deidad llamada Obba. ¡Oró a eggun!, quiere decir Olofi al muerto.
Oyá es la encargada de recibir a todos los muertos en la puerta
del cementerio. Toca a las puertas para llevarse las almas. Oyá es
A

Í157
una deidad femenina, pero es santo guerrero. Trabaja mediante
eggun.
Cuando la persona va a hacerse santo, o sea, iniciada en Oyá, la
llevan al cementerio a trabajar con eggun. En esa visita se utiliza
tabaco para atraer a los eggun o espíritus, echándole humo. Se
visita el cementerio con el fin de atraer a los eggun que van a trabajar
directamente en la ceremonia que antecede a la entrada del
aspirante al cuarto donde se le hará santo. En la visita al cementerio
tiene que estar presente y participar la persona que va a hacerse
santo, pero en la siguiente, que es cuando los eggun llaman al santo,
no puede estar, pero sí tienen que estar los demás santeros.
Es una ceremonia con palo tocando, mogyubando, lleva de
todo. Se usa el tabaco en este acto como ofrenda a los eggun que
vienen. Se les ofrenda encendido. En esa ceremonia, es donde se
hace un llamado a los eggun (espíritu de los muertos), para que
vengan a recibir al santo que va a nacer, o sea, a la persona que
va a hacerse santo. Se les da de comer y se les mogyuba con tabaco
para que vengan. A esta ceremonia se le llama sarasa.
Para realizar este acto iniciático, la persona debe estar preparada
en otro recinto que no puede ser el cuarto donde se le hará la
iniciación, ni tampoco el lugar donde se le celebra la ceremonia al
eggun para que venga, pues sin él, no es posible iniciar al neófito...
y ese muerto viene fumando tabaco. Se le ponen nueve pedazos
de coco o sea, obbi, se le hace un símbolo, se mogyuba con
tabaco a todos los muertos, se llama al eggun dando nueve golpes
en el piso del patio donde se está celebrando el ritual y se le invoca
con el tablero de Ifá, por medio del cual el babalawo lo llama y
por cuya vía el espíritu habla.
Este oficiante, con el tabaco encendido en la boca, le echa humo
a ese espíritu y pide la bendición de Olofi.
Cuando el oficiante coge el muerto, o sea, cuando el espíritu se
le posesiona, él se transforma en ese espíritu mediante el tabaco
y le echa humo a todo el que esté participando. El humo significa
abrirle el camino a quien lo recibe, despojar a la persona de trabas
en su camino.
Cuando una persona va a hacerse santo, se celebra la ceremonia
de Ocha en el lugar donde se ha convocado el muerto, porque
A

¡158
antes de que el santero se sitúe en el otro recinto que ha sido preparado
para hacerle santo al aspirante, tiene que haber llegado
primero el muerto o eggun y, para que llegue, es imprescindible el
uso del tabaco.
El santero sujeta el tabaco encendido, no en la forma tradicional
en que se fuma, sino empuñándolo como si fuera a tocar una
trompeta. Mientras va fumando y echándole humo a los presentes,
observa cómo va formándose y cayendo la ceniza, que no
debe ser pisada. Los dibujos o volutas que va formando este humo,
así como la ceniza que cae, de acuerdo con las formas que adopten,
pueden ser leídos por el santero con fines adivinatorios.
El tablero se identifica con el eggun o espíritu del muerto. Por
eso dicen que el tabaco habla, que es como un oráculo. En este
punto, la interpretación afrocubana coincide con la indoamericana,
que afirma que las plantas le hablan al chamán y les comunican
sus capacidades curativas y sus poderes.
Ya cuando se entra al cuarto donde se realizará la ceremonia
de hacer santo, tiene que estar presente y participar el que va a
recibirlo y ya no se usa el tabaco, pues su función era hacer venir
a los espíritus.
El tabaco se llama unificación porque unifica a las personas que
están participando. El humo es el que hace la limpieza en este acto.
61 tabaco en la misa espiritual
En una misa espiritual el tabaco unifica. Todos fuman tabaco
para lograr que venga el eggun o el espíritu.
La bóveda espiritual tiene flores de todos los colores, siete vasos
de agua o las siete potencias africanas, cascarilla, perfume,
tabaco, vino seco o ron. Los siete vasos rodean a una copa al centro,
donde se pone a Jesucristo (un crucifijo). El tabaco y el humo
es lo primero que purifica y limpia todo. Según el número de espiritistas
que participen es el número de tabacos que se ponen. Cada
uno empieza a fumar para invocar al eggun. Solo se fuma, nadie
puede tomar ni una gota de aguardiente hasta que venga el muerto.

¡59
En la misa espiritual el tabaco trae al muerto, cuando viene el
muerto se le hace la limpieza con ese mismo tabaco, a la persona
o a la casa donde va a hacerse el rompimiento, o sea a expulsar el
espíritu oscuro para que haya una evolución.
Para lograr que la persona tenga desenvolvimiento por medio
del eggun o espíritu, se utiliza una jicara o recipiente de güira, se
muele el tabaco, se le añade vino seco, aguardiente o malafo, flores,
cascarilla y, con esa mezcla, se le hace la limpieza o sarayeyeo. En
esa misa, en ocasiones se parte el tabaco en siete fragmentos, que
simbolizan las siete potencias africanas. En estas prácticas, también
el número siete tiene significación esotérica. Ese acto quiere
decir vencimiento.
El tabaco significa potencia muy grande dentro del campo espiritual.
Se echa en jicara de güira o en recipiente de coco (un
coco seco partido a la mitad).
Los sacrificios a los eggun o muertos, se hacen en caños o vertederos,
se les ofrenda palo de monte, pintado con nueve rayas
blancas y nueve rayas rojas, además de muñecos y fotografías.
Las ofrendas o ardimú a Elegguá consisten en coco, velas,
manteca de corojo, sacrificio de un ratón, una cabeza de jutía, un
pollo pequeño, aguardiente, pescado ahumado, caramelos, juguetes,
maíz y tabaco... porque Elegguá es un niño travieso...
He vuelto a reunirme con Turey, pero no en las mismas circunstancias
de temporalidad-espacio que enmarcan nuestras citas
acaecidas durante el viaje iniciado en Iximché.
En uno de los encuentros, cuando le mostré las páginas anteriores
me previno, después de leerlas cuidadosamente:
—Es muy atractivo y osado su enfoque, pero cuídese de no caer
en el error de jugar un juego equivocado. Suyo es el derecho de
involucrarme en él como sujeto y como objeto. Advierto que a
veces, usted también es sujeto y es objeto. Algunos especialistas
en el tema opinan que:
la proyección indebida del sujeto en el objeto, jamás es tan evidente
como en el caso de la participación primitiva del etnólogo
i

í 60
hechizado o místico quien, como la inmersión populista, juega
aun con la distancia objetiva, con el objeto, para jugar el juego
como un juego en previsión de salir de él para contarlo.
No creo que usted tenga esa proyección indebida. Usted lo cuenta,
no para salirse de él, está metida en el juego y por lo que he
leído, trata de asumirlo con plena responsabilidad...
—A pesar de lo que le he dicho, tenga presente que la observación
participante es... una contradicción. Cuando la conciencia y el
prestigio están en juego, no se debe apostar al número equivocado.
De nuevo el enigma irritante en boca de Turey, pero esta vez
decidí no permitirme el derecho de la duda y lo recibí con la fortaleza
y la determinación de apostar al número que había elegido,
equivocado o certero, poniendo en juego lo que fuera, como quien
redacta un testamento, con tal de cumplir el compromiso que
desde el fondo de mi corazón había sellado en silencio con los
pueblos originarios de Abya-Yala. Tal vez esta fuera la prueba de
haber alcanzado mi cuota de libertad.
Prefiero no tratar de explicar los sitios, momentos y contenido
de las entrevistas, ni de las nuevas alternativas posibles... Tal vez
no resulte creíble.
Procuro acumular nuevas experiencias para ver si puedo exponerlas,
mientras me desenvuelva en esta dimensión. El maestro
se me presenta a veces físicamente, otras a través de imágenes
y contenidos holísticos en los lugares y momentos más inusitados:
Iximché, La Gran Nicoya, Teotihuacán, Palenque, las Tablas
de la Ley, El Bafomet, Topes de Collantes, África, el cosmos...
o en una piragua taina donde navegamos envueltos por el ritual
de la cohoba, en medio del humo de tabaco, de la música de los
espíritus nunca antes escuchada, acompañados por dioses y demonios
de lejana y cercana geometría. Creo que así seguiremos
comunicándonos...
No sé si rumbo al encuentro con el Sexto Sol, que alguien me
preguntó si era el bíblico Sexto Día de la Creación, que no lo es, o
si se refería al apocalipsis, y que no parece guardar relación con
esos eventos... Es posible que salga o no salga. Que construya o
destruya o ambas cosas, si el ser humano continúa agrediendo el
A

í Sí
planeta, o agrediéndose entre sí... Que quizás aguarde a la humanidad,
según las predicciones mayas, en ese nebuloso 2012 que
está al doblar de la esquina...
En espera de ese milagro, recordemos que los textos astronómicos
mayas muestran una honda preocupación por el ciclo de
260 días, dividido en veinte meses y trece días, que aparece en su
calendario.
Hasta hace pocos años, la ciencia oficial descalificaba a la astronomía
maya con el argumento de que este ciclo no guardaba
relación con ningún ritmo celeste, sin embargo, según observaciones
recientes, esta periodicidad de 260 días, se relaciona con la
superposición de los campos magnéticos polar y ecuatorial del
sol. Debido a que el sol está compuesto por gas en continuo movimiento,
es que presenta diferencias entre las velocidades de rotación
de los polos en relación con el Ecuador; de manera que solo
se sincronizan exactamente cada 260 días.
Científicamente se pudo saber lo anterior solo a partir de la
información astronómica reciente, obtenida en los viajes espaciales
y en investigaciones concomitantes. Con este calendario los mayas
hacían predicciones de asombrosa exactitud. En la actualidad,
de acuerdo con esta manera de contabilizar los días y las
noches, estamos en la mitad del Katún Ahau, que va desde abril
de 1993 hasta la noche del 21 de diciembre del 2012.
Esa noche llegó a su fin un niktekatún, o sea, un ciclo de
5 200 años de duración, el cual está conectado con un suceso
astronómico especial que, según las predicciones mayas, habrá de
suceder: el alineamiento del eje de rotación de la eclíptica con el
llamado saco negro, actualmente ubicado a menos de un grado
del cénit, en la constelación de Sagitario. Este evento adquiere tal
magnitud porque solo ocurre cada 26 OOO años, por ello es considerado,
por un notable grupo de espiritistas, de mayor connotación
que el advenimiento de la era cristiana.
Según la civilización maya, el sistema solar íntegro se mueve
de manera elíptica, en ciclos de 25 625 años, a su vez cada
5 125 años, el sol central de la galaxia (no el nuestro), envía un
rayo de luz con el que sincroniza a todos los planetas y seres vivos
para conducirlos hacia una nueva etapa de mayor armonía.

16 2
Los mayas también observaron que en los últimos veinte años
de cada ciclo, el sol modifica su eje de rotación. Este período o
katún funciona como una visagra o compuerta que nos impulsa
cada vez a una nueva fase evolutiva.
Sumidos en la red de toda esta información y esperando que
ocurra el evento más importante de la historia conocida de nuestro
planeta en la noche del 21 de diciembre del 2012 —que tal vez
conduzca a lo que queda de esta humanidad a la aparición de la
sexta raza humana más unida y comprensiva, o a un encuentro
sin final—, pidamos que se cumpla lo predicho por el Chilam
Balam: Entonces regresará el Quetzal. Ese nuevo, luminoso
Quetzalcóatl rodeado de mariposas...

1
165
Glosario
abakuá
Abya-Yala
aché
ADN
Ahuizotl
aimarae
Amayauna
ARN
asháninca
atabal
Atabey
Aztlán
babalawo
Bayamanaco
behique
bohío
boito
bribris
buchu-itibu
buhitibú
Cabecares
cabuya
Cacibajagua
Sociedad secreta de origen africano. Cuba.
Nombre que los mayas indoamericanos daban
a América.
Tabaco en la Regla de Mayombe. Tener buena
suerte.
Ácido desoxirribonucleico.
Tlatoani de Tenochtitlán.
Pertenecientes al Cuzco. Perú.
Cueva de la mitología aruaca.
Ácido ribonucleico.
Pueblo indoamericano de la Amazonia peruana.
Tambor.
Cerní femenino, madre universal en la cultura
taina.
Territorio que existió desde el sur de México
hasta la frontera norte de Nicaragua.
Sacerdote de la de la Regla de Ocha.
Deidad taina de origen extraterrestre.
Sacerdote o chamán taino.
Vivienda campesina cubana.
Curandero indígena.
Pueblo indoamericano de Costa Rica.
Anciano eminente, curandero.
Curandero de mayor jerarquía que el boito y
menor que el behique.
Pueblo indoamericano de Costa Rica.
Cordel.
Cueva de la mitología aruaca.
i

¡164
cacique
caney
caraña
caribes
casabe
catibía o curia
Cauta
chamico
Chilam-Balam
cibas
cimarrón
Coay-Bay
conuco
cohiba
Corocote
Deminán Caracaracol
despojo
dujo
ekué
Elegguá
fambá
fula
garífunas
guacamayo
Jefe indio.
Vivienda indígena.
Planta resinosa que servía para hacer papel.
Tribu indígena de las Antillas.
Pan de los indocubanos hecho de la yuca.
Bebida fermentada de la yuca.
Nombre aborigen de una montaña de la
isla La Española.
Planta cuyas flores y semillas contienen
componentes alucinógenos.
Profecías. Se refiere a los sagrados textos
mayas.
Piedras preciosas y semipreciosas para los
tainos.
Negro esclavo fugitivo.
El país de los ausentes, donde van los
opías después de la muerte.
área para ser labrada.
Tabaco.
Deidad taina.
Uno de los cuatro gemelos en la mitología
taina.
Ceremonia de «limpieza» con tabaco y
otros ingredientes, en santería.
Asiento ceremonial taino.
Tambor sagrado o tambor de fundamento
en el culto abakuá.
Deidad del panteón yoruba.
Cuarto ceremonial abakuá.
Dinamita.
Negros caribes en Honduras.
Ave de plumaje colorido.

Í65
Guamorote
Guanahacabibes
guaní
guanín
guano
guayacán
güira
güiro
inriri
Itiba-Cahubaba
Iximché
jicara
maguey
mogyubar
manicato
maraca
mayohuacán
munanso
nitahino
Obbatalá
Oggún
Oshún
psicopompos
Cacique al que pertenecía el cerní Corocote.
Península más occidental de la isla de Cuba.
Zunzún, el colibrí más pequeño del mundo,
endémico de Cuba.
Aleación de oro y otros metales, muy apreciada
por los tainos.
Pencas de una palmera con las que se techan
los bohíos.
Un tipo de madera dura.
Fruto del árbol del mismo nombre con el
que se hacen recipientes e instrumentos.
Instrumento musical que se fragalla o ralla,
hecho del fruto de la güira.
Pájaro del amanecer.
Madre de los cuatro gemelos. Cosmogonía
taina.
Ruinas mayas en el departamento de Chimaltenango,
Guatemala.
Recipiente o vaso hecho de güira.
Árbol maderable.
Ofrendar con humo de tabaco.
Esforzada en lengua taina.
Instrumento musical aborigen, hecho de
güira rellena con semillas.
Tambor que se percute.
Habitación reservada al culto de Mayombe
o Palo Monte.
Rango perteneciente a la nobleza taina.
Deidad yoruba, se identifica con la virgen
de las Mercedes.
Deidad yoruba, se identifica con San
Pedro.
Deidad yoruba, se identifica con la virgen
de la Caridad.
Aves conductoras de las almas después de
la muerte.
l

Í66
ronin
sarayeyeo
Shangó
siboney
tata n'ganga
Tlaloc
toque de macuta
yagua
Yaya
Yayael
Yemayá
Yermao
Zumaco
Serpiente cósmica, anaconda.
Limpieza o despojo en santería.
Deidad yoruba.
Tribu que habitaba en Cuba.
Sacerdote en Mayombe o Palo Monte.
Deidad nagua adorada por los toltecas.
Toque de santo.
Tribu indoamericana. Parte de una palmácea
cubana.
Deidad taina.
Deidad taina.
Deidad yoruba, se identifica con la virgen
de Regla.
Uno de los nombres de Atabey.
Uno de los nombres de Atabey.

W7
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Coloquio, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM,
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LOWENTAL, DAVID: «En busca de los sonidos perdidos», Correo de
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no. 7, 1967.
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STRAMENTOV, CONSTANTÍN: «LOS Arquitectos del Silencio», Correo
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ROJAS, ADELA: Tesis sobre Sibú.
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«Religiosidad Popular en los Garífuna», trabajo sobre el grupo
étnico Garífuna.
LORÍA CORDERO, JULIO: «Nuevas perspectivas para una mejor comprensión
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Nuevo Humanismo, Universidad Nacional de Costa
Rica.

¡75
MARÍN MEDEROS, THELVIA: «Bayamanaco», Reseña sobre entrevista
con cuatro dioses, Nuevo Humanismo, Universidad Nacional
de Costa Rica.
«Bajo el signo de los enigmas», trabajo sobre cosmogonías indígenas,
Nuevo Humanismo, Universidad Nacional de Costa Rica.
MOLINA QUIRÓS, NORY: «El canon, la oralidad y lo sagrado: transformaciones
de Sibú» (trabajo sobre cosmogonías indígenas).
«Atabey». Reseña sobre entrevista con cuatro dioses.

í 79
ATABEY: Gran madre universal. Enseñó al pueblo taino a comunicarse
con los dioses o cemíes a través del ritual de la cohoba,
traído a este planeta por Bayamanaco. Le enseñó al hombre
casi todos los conocimientos que le eran imprescindibles para la
subsistencia y le mostró que existía otra vida después de
la muerte, en un sitio paradisíaco llamado Coay-Bay, el país
de los ausentes, donde iban los opías, el alma de los muertos.

í so
BAYAMANACO: Dios del fuego. Vino procedente de Sirio. Trajo el ritual
de la Cohoba, el secreto de la saliva-cohoba-semen. Le dio al hombre
el fuego, el casabe y el tabaco. Es el que da origen al género
humano. Es nuestro primer extraterrestre.

ÍS1
COROCOTE: Dios de la potencia sexual y de la fecundidad. Padre de
muchos hijos y amante de muchas mujeres.

ÍS2
DUJO: Tipo de sillón, banqueta baja o taburete, dedicado a actos
ceremoniales, donde se sentaban las figuras principales para celebrar
sus ritos.

¡183
GLADIOLITO: Hacha ceremonial de Holguín. También se les denomina
estenolitos. En el ritual de la cohoba se utilizan como espátulas
vómicas, en la purificación previa a la consumación del rito. Se han
encontrado junto a bolas líticas en sitios funerarios.

ÍS4
CIBUCÁN: Yuca, alimento principal de los aborígenes de Cuba. Los
sacos de corteza flexible, llenos de yuca rallada, se colgaban por
un extremo en un trípode de madera de aproximadamente dos
metros de altura. Utilizaban el líquido para hacer aguardiente y
lo sólido para hacer tortas planas que se convertían en casabe.

¡185
YÚCAHU-BAGUA-MÁOROCOTE: Ser supremo de la mitología antillana, señor de la
yuca y del mar, sin principio ni fin. Carece de antecesor masculino, pero
tiene madre: Atabey, la señora de las aguas dulces. Vive en el cielo y es el
invencible y benéfico protector del hombre.

¡186
YAYA: Principio vital de la agricultura. Deidad innominada, defensor de sus
poderes, tuvo que sacrificar a su hijo Yayael porque trató de derrocarlo.
Principio del desarrollo.

¡187
YAYAEL: Hijo de Yaya, el espíritu innominado. Su ambición de poder lo llevó
a la muerte. Sus huesos, al ser liberados de la canasta de donde pendían en
el caney de su padre, se segaron y dieron origen a los mares, los ríos y los
peces, alimento primordial del pueblo aruaco, y a la navegación. Es el
signo de la abundancia y la prosperidad.

/—
188
j
hhhhhhh^
GUABANSEX: Deidad femenina. Señora de los vientos, el huracán, los ciclones
y las tormentas. Fuerza de los vientos arremolinados que todo lo destruye a
su paso, también limpia los caminos, se lleva lo malo y purifica el ambiente.
Tiene dos ayudantes.

¡189
MAUTIATIAHUEL: Deidad hijo del alba, la aurora. Cacique de la región del amanecer.
Es el anuncio de la salida del sol, su resplandor de aurora debía
anunciar a los hombres la llegada del día para que regresaran a la cueva de
Cacibajagua.

¡190
YAHUBABA: Fue sorprendido por el sol al amanecer, fuera de la cueva, por
demorarse durante la noche recolectando la yerba digo o güeyo, que debía
recoger, por lo que fue castigado y convertido en el pájaro que canta al
amanecer, al que se le llama Yahubabayael.

¡191
ITIBA-CAHUBABA: Gran Madre Ensangrentada. Madre de los cuatro gemelos.
Deminán Caracaracol uno de los cuatro gemelos, junto a sus tres hermanos,
cohabita con la caguama y esa unión origina al género humano.

¡192
MAQUETAURIE-GUAYABA: Dios guardián de la entrada del Coay-Bay, el país de los
ausentes, donde van a solazarse y a disfrutar de otra vida después de la
muerte, los opías o espíritus.

¡193
Dios DEL TABACO: Figura hueca de madera, era utilizada para machacar diferentes
plantas, incluyendo el tabaco, en el ritual de la cohoba.

El ritual de la cohoba
Se imprimieron 2000 ejemplares en los talleres de
Impresol Ediciones Ltda.en diciembre de 2006
PBX: 571-2508244
Bogotá, Colombia