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I N F O R M A C I Ó N - Laboratorios Thea

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Dr. Paulino Castells Cuixart<br />

Profesor Agregado de la Universidad Abat Oliba CEU (Barcelona)<br />

1. INTRODUCCI<strong>Ó</strong>N<br />

2. BREVE HISTORIA DEL TDAH<br />

3. ETIOLOGÍA<br />

3.1. Factores bioquímicos<br />

y neuroanatómicos<br />

3.2. Factores genéticos<br />

y hereditarios<br />

3.3. Factores biológicos<br />

y ambientales<br />

3.4. Factores psicosociales<br />

4. MANIFESTACIONES CLÍNICAS<br />

4.1. Criterios para el diagnóstico<br />

4.2. Tipos de TDAH<br />

4.3. Características según la edad<br />

I N F O R M A C I <strong>Ó</strong> N<br />

I N F O R M A C I <strong>Ó</strong> N<br />

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I N F O R M A C I <strong>Ó</strong> N<br />

I N F O R M A C I <strong>Ó</strong> N<br />

4.4. Trastornos asociados al TDAH<br />

4.5. Diagnóstico diferencial<br />

4.6. Exploraciones complementarias<br />

4.7. Características de la analítica<br />

del TDAH<br />

5. TRATAMIENTOS<br />

5.1. Tratamiento farmacológico<br />

5.2. Tratamiento (natural)<br />

alternativo o complementario<br />

5.3. Tratamiento psicopedagógico<br />

6. CONCLUSI<strong>Ó</strong>N<br />

7. BIBLIOGRAFÍA<br />

1


Revisado Noviembre 2010<br />

Crema<br />

› Fórmula no esteroidea<br />

› H ipoalergénica<br />

ATOPIA<br />

SIN SÍNTOMAS<br />

O B J E T I V O : P i e l l i b r e d e s í n t o m a s<br />

Elimina el prurito, la inflamación<br />

y repara la piel atópica<br />

› Tolerancia testada bajo control<br />

dermatológico y pediátrico<br />

› Sin per fume


¿Tendrá este niño movido, o este otro que siempre está distraído, o aquel que además de movido<br />

está distraído, el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, que se conoce por<br />

las siglas TDAH? Estas dudas se las plantean diariamente en todo el mundo multitud de padres,<br />

maestros, psicólogos, médicos y ciudadanos en general.<br />

Sabido es que en la actualidad pocos niños movidos y distraídos se libran de que les etiqueten con<br />

este trastorno y les pongan automáticamente una pastilla en la boca al salir de la consulta. Es sin<br />

duda el trastorno del campo pediátrico, psicológico y psiquiátrico que está más de moda. Al igual<br />

que hace tres o cuatro décadas sucedió con el diagnóstico de dislexia (la dificultad para interpretar<br />

el significado del lenguaje escrito), es decir, niños que no podían leer correctamente. ¡Lo eclipsaba<br />

todo el diagnóstico de dislexia! Con casos ciertos y, otros con notorias equivocaciones diagnósticas,<br />

porque el trastorno era debido a hipoacúsias o déficits de visión… ¿Acaso está pasando otro<br />

tanto con la omnipresente etiqueta de TDAH que no nos deja ver más allá de unos síntomas de<br />

inquietud y desatención?<br />

<strong>Laboratorios</strong> <strong>Thea</strong> publica íntegramente los manuscritos recibidos de sus legítimos autores,<br />

sin introducir modificaciones en los mismos, y por ello no se hace responsable de las opiniones<br />

e informaciones contenidas en los artículos.<br />

Edita: Domènec Pujades. © Artículo: Paulino Castells Cuixart.<br />

© Revista <strong>Laboratorios</strong> <strong>Thea</strong>.<br />

Todos los derechos reservados. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información ni<br />

transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado (electrónico, mecánico, fotocopia,<br />

grabación, etc.), sin el permiso previo del titular de los derechos de la propiedad intelectual.<br />

Impresión: Trajecte - B-20237/2007. ISSN: 1887-679 X<br />

3


Olvidamos que niños movidos, pequeños diablillos que no paran quietos, que ciertamente agotan<br />

con sólo mirarlos, los ha habido siempre. Ahora quizá proliferan más por las actuales circunstancias<br />

de nuestra atolondrada forma de vivir, acabando los adultos por contagiarles nuestro gratuito e<br />

inquietante nerviosismo. Asimismo, los hay –y también los ha habido siempre– niños sumamente<br />

distraídos, perdidos en sus pensamientos y sumergidos en sus fantasías, refugiados en una rica y<br />

gratificante imaginación que les hace autosuficientes. Y todos ellos son niños totalmente normales,<br />

inteligentes, vitalistas y creativos. Futuros artistas muchos de ellos. Entonces, ¿por qué esta ansia que<br />

ahora nos ha entrado de pronto de que todo el colectivo infantil y juvenil debe estar bien quietecito<br />

y bien concentrado?<br />

Sin ánimo de ser nostálgico, pero cuando echo la vista atrás recuerdo lo que hacían los maestros de<br />

antaño cuando tenían que bregar con alumnos difíciles que no paraban quietos en el aula, que se<br />

revolvían y retorcían como serpientes en sus pupitres, como si les quemara el asiento, alterando el<br />

ritmo de la clase o distrayendo con payasadas a los compañeros. Aquellos docentes no sabían nada<br />

de alteraciones bioquímicas en las conexiones neuronales cerebrales del TDAH como hoy día conocemos,<br />

y sin embargo sabían intuitivamente cuando tenían que mandar al alumno hiperactivo a<br />

hacer algún recado fuera de clase, porque calculaban con precisión el escaso tiempo de atención y<br />

de permanecer sentado sin levantarse de que disponía el crío en cuestión. Y así salvaban las apacibles<br />

horas lectivas. También participaban en el buen hacer parental numerosos progenitores que les había<br />

tocado en suerte un retoño inquieto. ¿Dónde ha quedado aquella sabiduría popular curtida a base<br />

de paciencia y comprensión?<br />

Volviendo a la actual afición por “empastillar” a los niños movidos y distraídos, voy a exponerle<br />

en estas páginas otras posibilidades terapéuticas que no pasan necesariamente por la de específicos<br />

fármacos (aunque, vaya por delante: todos ellos son de gran eficacia en el tratamiento del TDAH),<br />

sino que, además, me referiré a tratamientos que se fundamentan en remedios más naturales,<br />

administrados en el campo dietético, a base de suplementos vitamínicos, minerales, ácidos grasos,<br />

aminoácidos, etc.; o bien con dietas excluyentes de aditivos alimentarios o de determinados<br />

nutrientes alergizantes, etc. Tratamientos, en suma, coadyuvantes o alternativos a la farmacopea<br />

clásica utilizada en el TDAH y a los cuales dedicaré un mayor énfasis en esta monografía por tratarse<br />

de algo “novedoso” en nuestras latitudes 1,2,3 .<br />

Para terminar esta introducción, permítame que le exponga dos anécdotas muy próximas. Una, la del<br />

amigo y eficaz colega sevillano afincado en Nueva York, Luis Rojas Marcos, cuando me relataba que<br />

en sus años mozos lo tenían sentado en la escuela en un solitario pupitre pintado de negro (los demás<br />

eran de color madera), relegado al fondo de la clase. Otra, mía, cuando en mis primeros años escolares<br />

me habían llegado a atar a la silla para que no me levantara en clase. Ambos, Luis y yo, ahora, probablemente<br />

seríamos diagnosticados de TDAH y tratados como tales. Entonces nadie nos puso etiqueta<br />

de TDAH (obviamente, no se conocía esta entidad como ahora), tampoco nadie nos dio pastillas, y no<br />

creo que nos haya ido tan mal…<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH), cuyos tres pilares clínicos<br />

fundamentales son la desatención, la impulsividad y la hiperactividad (aunque esta última puede<br />

estar presente o ausente: véase más adelante), no es una entidad que haya surgido sorprendentemente<br />

en las últimas décadas, como parecen opinar algunos 4,5 , sino que tiene detrás una larga historia 6,7,8 .<br />

La primera descripción científica de este trastorno de que se tenga noticia fue en 1902. El pediatra<br />

inglés Sir Georges Frederich Still (descubridor, también, de la artritis crónica juvenil) hizo la primera<br />

comunicación, publicando tres singulares “Lecturas” en la prestigiosa revista Lancet 9 .<br />

Consideraba este autor que los niños que visitaba y que no atendían ni paraban de moverse estaban<br />

afectos de un “defecto anormal en el control moral”. Insistía este investigador que para ejercer el<br />

“control moral” la persona debía tener una “conciencia” y una capacidad de ejercer la voluntad, cosa<br />

que no veía en estos pacientes, cuya conducta evidenciaba lo que él denominaba: “inhibición volitiva”.<br />

También destacó como “un hecho notable de estos casos de defecto moral sin retraso intelectual<br />

la capacidad anormal para la atención sostenida” 10 .<br />

Después de esta pionera descripción clínica de Still, diversos autores, pasando los años, fueron nominando<br />

el trastorno con distintas etiquetas (que evidenciaban el desconocimiento del sustrato orgánico<br />

de la entidad), hasta llegar a la sistematización que propuso el Manual Diagnóstico y Estadístico<br />

de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) 11 (Tabla 1).<br />

TABLA 1. Cronograma del conocimiento del TDAH.<br />

1902. Primera descripción de Sir George Frederich Still, Lancet (Lectures I, II, III).<br />

1934. Se le llama Impulsividad orgánica.<br />

1947. Niño con daño cerebral.<br />

1957. Síndrome hipercinético.<br />

1960. Inestabilidad psicomotora.<br />

Síndrome coreiforme.<br />

Inestabilidad subcoreica.<br />

1965. Lesión cerebral mínima (minimal brain damage).<br />

Disfunción cerebral mínima (minimal brain dysfunction).<br />

1968. El DSM-II denomina por primera vez a esta entidad:Trastorno hipercinético<br />

impulsivo (hyperkinetic impulse disorder).<br />

1980. DSM-III: Trastornos por déficit de atención.<br />

1987. DSM-III-R: Se incluye en el apartado de Trastornos por conductas perturbadoras.<br />

1994. DSM-IV: Se incluye en el apartado de Trastornos por déficit de atención y<br />

comportamiento perturbador.<br />

5


La problemática del TDAH se debe a causas heterogénicas que no tienen una sola etiología. Veamos<br />

a continuación los factores que pueden incidir en su aparición 12 .<br />

3.1. Factores bioquímicos y neuroanatómicos<br />

Abundantes estudios se inclinan en que está implicado en el TDAH, a nivel de conexiones neurológicas,<br />

un circuito prefrontal-estriado-talamocortical, siendo probable la participación de las proyecciones<br />

ascendentes de las neuronas catecolaminérgicas y serotoninérgicas. Se asocia pues el TDAH<br />

a una hipofunción catecolaminérgica, con un déficit de sus componentes: dopamina y noradrenalina,<br />

en el sustrato anatómico de las regiones cerebrales prefrontales corticales y subcorticales,<br />

lo cual explicaría la beneficiosa respuesta clínica a los tratamientos facilitadores de dicha función<br />

catecolaminérgica 13 .<br />

Los estudios de neuroimagen (TAC, RNM, PET), tanto estructurales como funcionales, evidencian<br />

una disfunción frontoestriada (incluyendo regiones cerebrales prefrontales derechas, núcleos<br />

de la base y una subregión del vermis cerebeloso), con déficit en varios neurotransmisores, en especial<br />

la dopamina, encontrándose disfunciones en el metabolismo o en el flujo cerebral de dichas<br />

áreas en estos pacientes. Por ejemplo, usando la técnica de PET se ha demostrado que el cerebro<br />

de las personas con TDAH utiliza menor cantidad de glucosa en las áreas que controlan la atención<br />

que en las personas sin este déficit atencional. En estudios con RNM se ha encontrado un<br />

menor tamaño del volumen cerebral y menor cantidad de sustancia gris en los niños con TDAH,<br />

pero no de materia blanca 14 .<br />

Asimismo, hay que hacer énfasis en la importancia de la presencia de ácidos grasos poliinsaturados<br />

en el organismo, en especial del omega-3, cuyo bajo nivel se asocia con la presentación de trastornos<br />

neurocognitivos, tales como TDAH, dislexia, dispraxia y espectro autista. También debe resaltarse<br />

la mayor capacidad de las mujeres para convertir el ácido linolénico en ácido docosahexaenoico<br />

(DHA), fundamental en la composición de las membranas neuronales del Sistema Nervioso Central<br />

(constituye casi el 30 % de la sustancia gris cerebral), y cuya función es modular las señales de los<br />

neurotransmisores cerebrales a nivel sináptico y es necesaria para la correcta función visual a nivel<br />

de la retina (quizá ésta mayor capacidad de las mujeres para disponer de DHA explique el menor<br />

porcentaje de casos de TDAH en relación con los varones) 15,16 .<br />

3.2. Factores genéticos y hereditarios<br />

Los estudios entre los progenitores de niños afectos de TDAH encuentran un riesgo entre 2 y 8 veces<br />

superior al de la población normal de padecer ellos mismos el trastorno. Asimismo, el riesgo de<br />

padecer TDAH que se calcula para un niño si uno de los padres lo padece es del 57 %, elevándose en<br />

algunos estudios la influencia genética hasta en un 80 % de los casos. Los niños con TDAH tienen<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


al menos un pariente cercano con este trastorno, y, al menos una tercera parte de los progenitores<br />

que han manifestado TDAH en su etapa infantil tienen hijos afectados.<br />

También parece claro que existe una predisposición genética por la mayor incidencia en familiares y<br />

la concordancia entre gemelos, con una herencia poligénica multifactorial. Las investigaciones con<br />

nacimientos gemelares señalan una concordancia del trastorno del 50 al 80 % en gemelos monocigotos,<br />

frente a un 29 al 33 % en dicigotos (porcentaje este segundo similar al encontrado en otras<br />

investigaciones para hermanos biológicos no gemelares).<br />

Partiendo del modelo etiológico en que se propone un déficit en la actividad inhibitoria cortical de<br />

la transmisión noradrenérgica sobre las vías subcorticales de transmisión dopaminérgica que controlan<br />

el movimiento y la capacidad de atención, se ha descrito una disminución en la sensibilidad de<br />

los receptores dopaminérgicos. Así, se ha relacionado el TDAH a una variante del gen del receptor<br />

dopaminérgico DRD4 (con un riesgo de padecer el trastorno del 40 % mayor que el resto de la población),<br />

y también parecen involucrados el gen DRD5 (codifican al receptor de la dopamina) y los<br />

genes DAT1 y DAT5 (codifican el transporte de la dopamina) 17 .<br />

3.3. Factores biológicos y ambientales<br />

Entre los factores biológicos que pueden actuar negativamente durante el embarazo, y en el parto,<br />

e incidir en la génesis del TDAH, tenemos un amplio abanico de posibilidades pre, peri y postnatales<br />

(Tabla 2) 10 .<br />

TABLA 2. Factores biológicos y ambientales relacionados con el TDAH.<br />

• Mala salud de la madre.<br />

• Menor edad de la madre.<br />

• Afecciones durante el embarazo (toxemia, eclampsia).<br />

• Hipertensión arterial, anemia o infección urinaria de la madre.<br />

• Excesivo tiempo de embarazo (edad gestacional de más de 40 semanas, que determina<br />

una edad fetal postmadura).<br />

• Parto prolongado.<br />

• Sufrimiento fetal al nacer.<br />

• Bajo peso del recién nacido.<br />

• Pérdida de sangre de la madre antes del parto (hemorragia preparto).<br />

• Consumo de tabaco, alcohol u otras drogas durante el embarazo.<br />

• Contaminación con tóxicos medioambientales (plomo, aluminio).<br />

También se aprecia una mayor incidencia de problemas metabólicos relacionados con la glándula<br />

tiroides en los niños con TDAH que en la población normal.<br />

7


Hay estudios que preconizan que el 25 % de los niños con trastornos del sueño en los primeros<br />

años de vida son diagnosticados de TDAH.<br />

Dentro de los factores ambientales, hay que mencionar los factores alimentarios como potenciales<br />

responsables del TDAH. Sin llegar a los cuadros extremos de TDAH, son bien conocidos los efectos<br />

energizantes o relajantes que produce la ingesta diaria de determinados nutrientes y que influyen<br />

en la producción y función de los neurotransmisores cerebrales, afectando directamente al humor,<br />

energía mental, rendimiento intelectual, conducta, etc. Por tales evidentes acciones, los factores<br />

alimentarios han sido estudiados con minuciosidad para ver su responsabilidad como causa del<br />

TDAH. Así, por ejemplo, a partir de las investigaciones sobre alergia alimentaria en la década de<br />

1970, se recuperó una entidad clínica descrita en 1954 y conocida como síndrome tensión-fatiga 18 .<br />

El alergólogo Frederic Speer que describió este síndrome relataba un cuadro dominante de fatiga,<br />

que se manifestaba por: cansancio, somnolencia diurna, palidez facial, ojeras y arrugas debajo del<br />

ojo (los denominados “ojos amoratados alérgicos” o signo de Dennie), alternando con episodios de<br />

tensión del niño: intranquilidad, irritabilidad y dificultades de aprendizaje, que de alguna manera<br />

recordaban la clínica del TDAH.<br />

Asimismo, diversos autores nutricionistas han abogado por variadas dietas de exclusión, relacionando<br />

la sintomatología del TDAH con la ingesta de determinados aditivos alimentarios, como son<br />

los salicilatos (utilizados para conservar los alimentos) y otros aditivos (edulcorantes, colorantes).<br />

En poco tiempo se amplió la lista de posibles agentes causales: humo del tabaco, pastas dentífricas,<br />

productos de limpieza doméstica, etc. (véase más adelante).<br />

3.4. Factores psicosociales<br />

En este apartado caben la multitud de situaciones estresantes que conlleva la ajetreada vida social de<br />

numerosas familias y que, de alguna manera, pueden incidir negativamente en el desarrollo psicomotriz<br />

de los niños (Tabla 3).<br />

TABLA 3. Factores psicosociales relacionados con el TDAH.<br />

• Medio urbano desfavorecido.<br />

• Pobreza.<br />

• Malnutrición.<br />

• Exclusión social.<br />

• Malos cuidados en los primeros días de vida.<br />

• Problemática familiar (separación matrimonial, consumo de alcohol y otras drogas, etc.).<br />

• Violencia doméstica.<br />

• Trastornos mentales en los progenitores.<br />

• Medio escolar desorganizado.<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


En este apartado se situaría la controversia entre determinados tipos de familias (intrusivas, controladoras,<br />

sancionadoras, etc.) como responsables de generar sintomatología de TDAH en los hijos, o<br />

bien se trataría de la consecuencia de las conductas turbulentas de estos niños las que desencadenan<br />

actitudes parentales disfuncionales 19 .<br />

Desde 2004, un estudio norteamericano, D. Christakis et al. 20 , advertía sobre el peligro de la exposición<br />

temprana a la televisión. Los autores de este minucioso estudio relacionaban la cantidad de<br />

horas de exposición a las pantallas de los niños de 1 a 3 años de edad con alteraciones en el establecimiento<br />

de las conexiones sinápticas cerebrales (comprometiendo el crecimiento y la dirección de las<br />

dendritas) y también con incidencia en los neurotransmisores (catecolaminas). La conclusión de esta<br />

investigación es que por cada hora de televisión diaria que consumían estos menores de 1 a 3 años de<br />

edad, se incrementaba en un 10 % el riesgo de presentar trastornos de atención a la edad de 7 años.<br />

9


Se sabe que el TDAH aparece, en la mitad de los casos aproximadamente, antes de los 4 años: por<br />

definición –DSM-IV-TR– tiene que haber algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención<br />

antes de los 7 años.<br />

La incidencia en la población se sitúa entre un 3 y un 5 %, siendo mayor en niños varones que en niñas,<br />

en una proporción 3:1. Sin embargo, datos recientes advierten que está aumentando su incidencia y se<br />

sitúa la prevalencia entre un 7 y un 15 % del colectivo infanto-juvenil, proporción que equivale aproximadamente<br />

a “un alumno por aula” 10 .<br />

4.1. Criterios para el diagnóstico<br />

Seis o más de los siguientes síntomas del grupo de desatención, u otros tantos del grupo hiperactividad-impulsividad,<br />

han persistido durante al menos seis meses (Tabla 4).<br />

TABLA 4. Criterios para el diagnóstico (extraído del DSM-IV-TR) 11 .<br />

Desatención:<br />

• No presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas<br />

escolares, en el trabajo o en otras actividades.<br />

• Tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas.<br />

• Parece no escuchar cuando se le habla directamente.<br />

• No sigue las instrucciones, no finaliza tareas escolares, encargos u obligaciones en<br />

el centro de trabajo (no se debe a comportamiento negativista o a incapacidad para<br />

comprender las instrucciones).<br />

• Tiene dificultades para organizar tareas y actividades.<br />

• Evita, le disgusta o se muestra reacio en cuanto a dedicarse a tareas que requieren un<br />

esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos).<br />

• Extravía objetos necesarios para realizar tareas u otras actividades (por ejemplo, ejercicios<br />

escolares, libros o herramientas).<br />

• Se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes (“se distrae con el vuelo de una mosca”,<br />

dicen padres y maestros).<br />

• Es descuidado en las actividades diarias.<br />

Hiperactividad:<br />

• Mueve en exceso manos o pies, o se mueve en su asiento.<br />

• Abandona su asiento en las clases o en otras situaciones en que se espera que permanezca<br />

sentado.<br />

• Corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo (en<br />

adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud).<br />

• Tiene dificultades para dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.<br />

• “Está en marcha” o suele actuar como si tuviera un motor.<br />

• Habla en exceso.<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


Impulsividad:<br />

• Precipita respuestas antes de que le hayan completado las preguntas.<br />

• Tiene dificultades para guardar turno.<br />

• Interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (por ejemplo, se entromete<br />

en conversaciones ajenas).<br />

4.2. Tipos de TDAH<br />

Los pacientes que presentan este trastorno se clasifican en tres grupos según predominen unos síntomas<br />

u otros (Tabla 5) 21 .<br />

TABLA 5. Tipos de TDAH.<br />

Tipo TDAH-C (Combinado):<br />

• Prácticamente presentan a partes iguales: desatención, hiperactividad e impulsividad.<br />

• Es el tipo más frecuente: aproximadamente el 60 % de la población con TDAH.<br />

• Mayor grado de afectación clínica: mayor deterioro en sus relaciones interpersonales.<br />

• Malos resultados escolares: niveles intelectuales promedio medios o bajos (CI de 92<br />

a 98, Test de WISC-R).<br />

• Puede estar acompañado del trastorno disocial.<br />

• Mayor proporción de antecedentes familiares de TDAH: en el 66 % de los casos.<br />

Tipo TDAH-I (Inatención):<br />

• Predomina la inatención (sinónimos: déficit de atención, distracción o desatención).<br />

• Segundo en frecuencia: 30 % de la población clínica.<br />

• Rendimiento intelectual con un grado de impacto intermedio respecto a los otros dos<br />

tipos de TDAH (CI entre 95 y 104, Test de WISC-R).<br />

• Malos resultados escolares.<br />

• Puede estar acompañado de algún trastorno asociado (disocial).<br />

• Mejor aceptación por los compañeros.<br />

Tipo TDAH-H (Hiperactivo):<br />

• Predomina la hiperactividad-impulsividad.<br />

• Menos frecuente que los anteriores tipos: 10 % de la población con TDAH.<br />

• Buen nivel intelectual (CI entre 108 y 126).<br />

• Aceptable rendimiento escolar.<br />

• Mala relación con los compañeros.<br />

• No acostumbra a presentar trastornos asociados.<br />

11


Diversos estudios apuntan a que estos tipos de TDAH no son más que distintas fases del desarrollo<br />

de este trastorno. Así, los síntomas de hiperactividad-impulsividad (Tipo TDAH-H) surgirían<br />

tempranamente en la vida del niño afecto, para pasar luego a la mezcla de desatención, hiperactividad<br />

e impulsividad en el niño mayor, para finalizar predominando la inatención, como síntoma<br />

más descollante en la etapa adolescente.<br />

4.3. Características según la edad<br />

La sintomatología del TDAH va evidenciándose a medida que el niño va desarrollándose (Tabla 6) 10 .<br />

TABLA 6. Características según la edad.<br />

Intraútero: muchos movimientos fetales (hipercinesia congénita).<br />

Recién nacido: temblores de las extremidades, tendencia a la hipertonía, respuesta<br />

exagerada a los estímulos ambientales y al reflejo de Moro.<br />

Lactante: caídas de la cuna o de la mesita al cambiarle la ropa.<br />

Niño pequeño: hábil en salirse de la cuna y del parque.<br />

6-12 meses a 5-6 años: irritable, llora mucho, duerme poco, inicio precoz de la marcha<br />

y tendencia a trepar.<br />

A partir de los 7 años, y más aún a partir de los 10-12 años: se reduce la hipercinesia<br />

generalizada y aparecen comportamientos motrices más sutiles (p.e., jugar con objetos<br />

en las manos y estar siempre ocupado en algo o haciendo algo).<br />

Adolescencia: mayor abuso de sustancias (incluido el tabaco), mayor número de accidentes<br />

de tráfico y mayores dificultades en el aprendizaje escolar. Hay que diferenciar<br />

las conductas externalizadas (externalizing) del adolescente varón, con predominio<br />

de acciones oposicionistas y disociales, de las de la mujer adolescente que acostumbran<br />

a ser conductas internalizadas (internalizing), como es la ansiedad y la depresión. Al respecto,<br />

se considera que las mujeres pueden presentar el doble que los varones el tipo de TDAH-I<br />

(inatento), pero se detectan menos por presentar menos problemas en la escuela22 .<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


4.4. Trastornos<br />

asociados al TDAH<br />

Se calcula que hasta el 65 % de los pacientes<br />

que presentan TDAH pueden<br />

tener otras alteraciones psicopatológicas<br />

asociadas (Tabla 7).<br />

TABLA 7. Trastornos asociados al TDAH.<br />

• Trastorno negativista desafiante (50 % de los casos).<br />

• Trastorno disocial (30-50 %).<br />

• Trastorno del desarrollo de la coordinación (TDC) (30-50 %).<br />

• Dislexia (30 %).<br />

• Enuresis (30 %).<br />

• Alteraciones del ánimo (30 %).<br />

• Trastorno de ansiedad (25 %).<br />

4.5. Diagnóstico diferencial<br />

De entrada, hay que diferenciar el TDAH de cuatro situaciones habituales que con facilidad se confunden<br />

con este trastorno 10 :<br />

• Comportamientos propios de la edad en niños muy activos. Correspondería a situaciones de<br />

auténtica “hiperactividad fisiológica”, que no deben etiquetarse de TDAH. Asimismo, hay que<br />

tener en cuenta los casos de “hiperactividad reactiva” a determinadas situaciones ambientales que<br />

de alguna manera restrinjan la actividad vital (por ejemplo, niño que habita en un espacio muy<br />

reducido o en un ambiente familiar muy restrictivo que impone inmovilidad y silencio).<br />

• Cociente intelectual (CI) bajo. Niños en niveles escolares inadecuados para su capacidad intelectual,<br />

que presentan síntomas de desatención e hiperactividad por no poder seguir las explicaciones<br />

que el maestro imparte en clase. Asimismo, en casa presenta conductas anómalas (llamadas de<br />

atención, impulsividad, etc.) por no comprender las indicaciones parentales.<br />

• Cociente intelectual (CI) elevado. Niños que están en niveles académicos poco estimulantes para<br />

su alta capacidad intelectual (superior o superdotada), sintiéndose desmotivados para el aprendizaje<br />

y manifestando conductas de rechazo o de búsqueda de otros estímulos (llamadas de atención,<br />

alterar el ritmo de la clase, etc.).<br />

• Conductas negativistas. Niños oposicionistas, con fuerte carácter, que se resisten a cumplir las<br />

indicaciones de sus superiores (padres, maestros), optando por la rebeldía y conductas de rechazo,<br />

sin que tengan por parte familiar adecuadas pautas educativas.<br />

13


El diagnóstico diferencial se debe hacer con patologías que se parecen al TDAH o que presentan<br />

alguna sintomatología similar (Tabla 8).<br />

TABLA 8. Patologías que se parecen al TDAH.<br />

• Apnea obstructiva del sueño.<br />

• Síndrome tensión-fatiga.<br />

• Trastorno bipolar.<br />

• Trastorno generalizado del desarrollo.<br />

• Hipertiroidismo.<br />

• Cromosoma X frágil.<br />

• Síndrome alcohólico fetal.<br />

• Déficit de glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa.<br />

• Fenilcetonuria.<br />

• Síndrome de Klinefelter.<br />

• Síndrome de Williams.<br />

• Intoxicación por metales (aluminio, plomo).<br />

• Abuso de sustancias (alcohol, cannabis, cocaína).<br />

• Algunas medicaciones (tranquilizantes, broncodilatadores, etc.).<br />

4.6. Exploraciones complementarias<br />

Una vez realizada la anamnesis y la correspondiente exploración física-neurológica, hay que descartar posibles<br />

déficits (sensoriales, intelectuales, etc.), mediante las pertinentes exploraciones complementarias 17 :<br />

• Oftalmológica: agudeza visual.<br />

• Otorrinolaringológica: audiometría.<br />

• Neurofisiológica: EEG; potenciales evocados cognitivos visuales y auditivos (P-300); técnicas de<br />

neuroimagen (cuando estén indicadas).<br />

• Psicológica: tests de inteligencia; pruebas proyectivas; batería psicométrica específica para el TDAH.<br />

• Analítica: hemograma; función tiroidea; aminoácidos; vitaminas; minerales; metales pesados; glucosa;<br />

ácidos grasos esenciales; cariotipo; pruebas de alergia e intolerancia alimentaria.<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


4.7. Características de la analítica del TDAH<br />

En las analíticas realizadas a pacientes con TDAH se suelen encontrar 10 :<br />

• Desequilibrios en los aminoácidos esenciales.<br />

• Inadecuada proporción (ratio) entre los ácidos grasos.<br />

• Déficit de determinados minerales.<br />

• Déficit de determinadas vitaminas.<br />

Asimismo, entre los posibles déficits nutricionales que pueden encontrarse en estos pacientes, habitualmente<br />

se afectan los siguientes componentes:<br />

• Calcio<br />

• Magnesio<br />

• Hierro<br />

• Zinc<br />

• Omega-3<br />

• Complejo B (B 1 , B 3 , B 6 )<br />

• Vitamina A<br />

• Ácido fólico<br />

Cuando se trata de detectar déficits de ácidos grasos esenciales, una específica sintomatología clínica<br />

nos puede ayudar a determinar este diagnóstico (Tabla 9) 23 .<br />

TABLA 9. Signos clínicos que sugieren déficits de ácidos grasos esenciales.<br />

• Piel seca.<br />

• Cabello seco.<br />

• Uñas quebradizas.<br />

• Caspa.<br />

• Queratosis folicular: pequeñas lesiones cutáneas de forma redondeada (pápulas),<br />

a menudo recubiertas de escama o costra, habitualmente en el dorso de los brazos,<br />

piel áspera que popularmente se conoce como “piel de gallina”.<br />

• Sed excesiva.<br />

• Frecuentes ganas de orinar.<br />

• Dificultad para mantener la concentración, poca memoria, sensación de “niebla mental”.<br />

• Dificultad en la conciliación del sueño y en el despertar por la mañana.<br />

• Mala visión nocturna o susceptibilidad a la luz brillante y alteración visual en la lectura.<br />

15


En la actualidad, prácticamente todos los autores expertos en TDAH reconocen que es un tratamiento<br />

multidisciplinario o multimodal. Es decir, que incluya la participación de diversos profesionales:<br />

pedagogos, médicos, farmacéuticos, psicólogos y biólogos 1,2,3,10,24 .<br />

La ayuda a los pacientes con TDAH tiene que organizarse básicamente en cuatro sectores:<br />

• Actuaciones conductuales. Fundamentales para que el comportamiento del niño con TDAH<br />

sepa neutralizar el impacto que produce su trastorno en el entorno, y sepa responder lo mejor<br />

posible a las normas familiares y escolares 25,26 .<br />

• Actuaciones emocionales. Dirigidas al área de la afectividad para mejorar la adaptación psicosocial<br />

de los pacientes y de sus familiares (favorecer la sintonía emocional), se realizan mediante<br />

sesiones de psicoterapia familiar (terapia familiar) y/o individual 27 .<br />

• Actuaciones escolares. Dado que el fracaso escolar se da en el 25 % de los alumnos con TDAH,<br />

es obligada la comunicación fluida entre el personal docente y los profesionales sanitarios (médico,<br />

psicólogo), para lograr las mejores condiciones de aprendizaje para estos alumnos, adaptándose la<br />

escuela a sus necesidades.<br />

• Actuaciones sanitarias. Desde la presunción diagnóstico hasta la indicación terapéutica, en la actualidad<br />

nos beneficiamos de eficaces métodos diagnósticos y también de tratamientos de probada<br />

eficacia, tanto en el campo psicológico como en el médico, pasando por útiles pautas dietéticas y<br />

suplementos nutricionales, que en la actualidad constituyen una alternativa o complementación a<br />

la actuación farmacológica 10 .<br />

5.1. Tratamiento farmacológico<br />

No fue hasta el año 1937 cuando se inició “por casualidad” el tratamiento farmacológico de los<br />

pacientes con TDAH. El médico estadounidense Charles Bradley 28 se encontraba haciendo un estudio<br />

de un grupo de muchachos de un internado. Todos ellos tenían inteligencia normal, aunque<br />

presentaban trastornos de conducta. Bradley dio a los muchachos que presentaban dolor de cabeza<br />

(consecuencia de haberles practicado una punción lumbar en el curso de su investigación) un antihistamínico<br />

(benzedrina) con la idea de que calmara su cefalea. Si bien tal efecto no fue remarcable,<br />

lo que sí constató en estos muchachos fueron notables mejoras en su conducta y en su rendimiento<br />

escolar. Había nacido la terapéutica farmacológica del TDAH. Con todo, no hubo un seguimiento<br />

científico que averiguara las causas de este “casual” descubrimiento, quedando éste relegado al olvido.<br />

En la década de 1940 ya llamaba la atención el efecto beneficioso de los fármacos “estimulantes”,<br />

tipo anfetaminas, en niños hiperactivos. Mientras que a los pacientes que se administraban “calmantes”,<br />

tipo fenobarbital, en vez de relajarse se excitaban aún más. Estas sorprendentes y desconcertantes<br />

reacciones farmacológicas se englobaron bajo la denominación de “reacciones paradójicas”.<br />

Así empezó el uso de medicaciones psicoestimulantes para estos pacientes.<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


Hasta llegar a la década de 1950, que es cuando empezó a utilizarse una medicación que ha sido<br />

puntera en el tratamiento del TDAH, el metilfenidato. Se comercializa en el extranjero, por primera<br />

vez como específico en 1954, con el nombre de Ritalin®. También por aquellos años se comercializó<br />

en el extranjero un preparado anfetamínico bajo el nombre de Dexedrine Spansule® (recuerdo<br />

que desde el dispensario de Psiquiatría del Hospital Clínico de Barcelona, cuando nos dirigía el pionero<br />

de la Psiquiatría infanto-juvenil Dr. Ricardo Belmonte, hacia finales de los 60, aconsejábamos<br />

a los familiares de estos pacientes que fueran a buscar estos psicoestimulantes a Andorra o Francia).<br />

En España, el metilfenidato se comercializó por primera vez en 1981 con el nombre de Rubifén®<br />

(Tabla 10).<br />

TABLA 10. Fármacos específicos para el TDAH.<br />

Comercializados en España:<br />

Rubifén® (metilfenidato) (1981).<br />

Concerta® (metilfenidato liberación prolongada) (2003).<br />

Medikinet® (metilfenidato liberación prolongada) (2007).<br />

Strattera® (atomoxetina) (2007).<br />

No comercializados en España:<br />

Ritalín® (metilfenidato) (1954).<br />

Focalin® (d-metilfenidato).<br />

Dexedrine® (d-anfetamina).<br />

Adderall® (d-anfetamina + l-anfetamina).<br />

Daytrana® (parche transdérmico de metilfenidato).<br />

Vyvanse® (lisd-anfetamina).<br />

Intuniv® (guanfacina) (2009).<br />

En general, el mecanismo de acción de estos fármacos es mejorar la capacidad de concentración<br />

de los pacientes con TDAH, reduciendo su exceso de movimientos y acciones impulsivas,<br />

lo cual se produce básicamente por incrementar la presencia de los neurotransmisores, catecolaminas<br />

(dopamina y noradrenalina), en el espacio intersináptico de las conexiones neuronales<br />

cerebrales 22 .<br />

El metilfenidato, medicación psicoestimulante, que tiene un rápido inicio de acción (a los 30-60<br />

minutos de su ingestión) actúa preferentemente sobre la vía dopaminérgica, que mejora especialmente<br />

la capacidad de atención del paciente. La atomoxetina, medicación no estimulante, tarda<br />

un poco en evidenciar su beneficioso efecto de una manera sostenida en el TDAH (entre dos y<br />

cuatro semanas), su implicación bioquímica es interviniendo con preferencia en la vía noradrenérgica,<br />

actuando sobre la ansiedad del paciente y su impulsividad, aunque también tiene algún efecto<br />

en la recaptación de la dopamina. La anfetamina, de potente acción psicoestimulante, influye en<br />

las dos vías dopaminérgica y noradrenérgica. Por último, la guanfacina es especialmente efectiva<br />

en el TDAH cuando predomina la hiperactividad y conductas agresivas (trastorno negativista<br />

17


desafiante, trastorno disocial). En los casos<br />

de TDAH en que hay consumo de<br />

sustancias (cannabis, cocaína) es mejor<br />

dar medicación no estimulante.<br />

Como efectos secundarios de estos medicamentos,<br />

hay que tener presente que<br />

los psicoestimulantes (metilfenidato, anfetaminas)<br />

pueden alterar el apetito (inapetencia),<br />

como asimismo alterar el sueño<br />

(insomnio), y en algunos casos retrasar<br />

el crecimiento estatural de los pacientes.<br />

Mientras que los no estimulantes (atomoxetina),<br />

no acostumbran a presentar<br />

estos efectos adversos de los psicoestimulantes,<br />

pero pueden inducir algunas molestias<br />

gástricas (al inicio del tratamiento).<br />

En lo que respecta a los alfa bloqueantes<br />

(guanfacina), tienen el inconveniente de<br />

que pueden producir sedación e hipotensión<br />

arterial.<br />

Queda reseñar el importante capítulo de los medicamentos nootrópicos (del griego “noos” y “tropein”,<br />

que significan “mente” y “dirección a”, respectivamente). El inicial componente de este grupo<br />

fue el piracetam, desarrollado en 1967, que tiene un reconocido prestigio en la mejoría de la memoria<br />

y las capacidades de aprendizaje de los niños (En España: Ciclofalina®, Nootropil®). Otras<br />

sustancias nootrópicas a tener en cuenta son: fosfatidilserina, vinpocetina, acetil-L-carnitina, acetilcolina,<br />

agentes antioxidantes (vitamina E) 29 .<br />

5.2. Tratamiento (natural) alternativo o complementario<br />

Aunque, en rigor semántico tratamiento natural pueden serlo todos, incluidos los medicamentos,<br />

ya que es bien sabido que muchos de ellos provienen de los principios activos que nos proporcionan<br />

las plantas medicinales y los minerales que nos ofrece espontáneamente la sabia naturaleza. No obstante,<br />

quiero titular así este apartado porque la mayoría de las personas, a su manera de entender,<br />

diferencia los remedios naturales (aunque incluyen en ellos a las vitaminas y otros principios activos)<br />

de los medicamentos o fármacos propiamente dichos 10 .<br />

Dietas de exclusión de aditivos alimentarios 30 y productos alergizantes 31 , tratamientos con vitaminas<br />

a altas dosis 32 , incorporación a la alimentación de ácidos grasos esenciales poliinsatu-<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


ados 33 , eliminación del azúcar 10 de las comidas, suplementos dietéticos de metales, minerales<br />

y oligoelementos 3,34 ... hay todo un abanico de posibilidades para tratar el TDAH de los niños sin<br />

tener que echar mano de entrada de los medicamentos psicoestimulantes u otros (¡tan eficaces, pero,<br />

al mismo tiempo, tan temidos por muchos progenitores!). Veamos, pues, los tratamientos a base de<br />

“remedios naturales” que tienen más predicamento en la actualidad.<br />

En la actualidad, los ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6 están en el palmarés de estos novedosos<br />

tratamientos naturales para el TDAH. Estos ácidos grasos se encuentran en grasas animales<br />

y en aceites vegetales y parece ser que tienen grandes efectos beneficiosos para la salud, ya que son<br />

necesarios para convertirse en otras grasas (lípidos) denominadas prostaglandinas, que actúan sobre<br />

cantidad de funciones del organismo: musculatura lisa (movimientos involuntarios), embarazo, fertilidad<br />

masculina, sistema cardiovascular, etc.<br />

Hay estudios que avalan el importante papel de los ácidos grasos omega-3 15,22 que se encuentran<br />

fundamentalmente en algas, pescados grasos (salmón, sardinas, atún, trucha, bacalao), en ciertos<br />

aceites vegetales (lino), en las nueces, y en más baja concentración en las grasas de los animales<br />

rumiantes (incluyendo la leche), en las aves de corral y en los huevos. Los ácidos grasos omega-3<br />

contenidos en estos productos son:<br />

• Ácido linolénico (Alfa-LNA o ALNA).<br />

• Ácido docosahexaenoico (DHA).<br />

• Ácido eicosapentaenoico (EPA).<br />

• Ácido docosapentaenoico (DPA).<br />

El ácido linolénico (ALNA) es un ácido graso esencial en la dieta de los humanos, que en el<br />

organismo se transforma en ácido docosahexaenoico (DHA), ácido eicosapentaenoico (EPA) y<br />

ácido docosapentaenoico (DPA). El más importante para el desarrollo cerebral es el ácido docosahexaenoico<br />

(DHA), que es el que está más presente en el cerebro de los mamíferos y sus<br />

niveles en la membrana lipídica de las neuronas se incrementan con el desarrollo y descienden<br />

con la edad. La proporción de estos ácidos grasos que se considera necesaria para el organismo<br />

es de 1:4, es decir, una parte de DHA por cuatro de EPA. Tanto el DHA como el EPA se pueden<br />

encontrar en el mercado en forma de suplementos, ya sea presentados en forma farmacéutica<br />

(en cápsulas masticables o ampollas), o añadidos en menor cantidad en determinados alimentos<br />

como son las bebidas lácteas enriquecidas, las galletas o las grasas de untar a las que se ha adicionado<br />

omega-3.<br />

Hasta hace poco el mayor problema para administrar omega-3 era su mal gusto, ya que la mayor<br />

fuente de este ácido es el aceite de hígado de bacalao (los que ya tenemos algunos años recordamos<br />

su repulsivo sabor cuando nuestra amorosa madre nos embuchaba una colmada cucharada), aunque<br />

ahora ya no hay dificultades para dárselo a un niño, porque se comercializa con un excelente sabor<br />

frutal o con otras presentaciones también apetitosas 35 .<br />

19


Los ácidos grasos omega-6 están más presentes en el consumo habitual y es más difícil su carencia,<br />

porque son muy abundantes en los aceites vegetales (como el de oliva). La comida occidental acostumbra<br />

a ser rica en ácidos grasos omega-6 como son el ácido linoleico (LA) y el ácido araquidónico<br />

(AA), mientras que es pobre en el consumo de ácido linolénico (ALNA) y sus derivados, ácido eicosapentaenoico<br />

(EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA): en Occidente el consumo de ácido linolénico<br />

(ALNA) es diez veces menor que el de ácido linoleico (LA) 22 .<br />

Ambos ácidos grasos poliinsaturados, omega-3 y omega-6, juegan un papel fundamental en el<br />

normal desarrollo y funcionamiento del Sistema Nervioso Central, ya que son componentes estructurales<br />

de las membranas celulares 15,23,33 .<br />

Un capítulo de gran interés científico es el papel del metabolismo de los aminoácidos en el desarrollo<br />

del TDAH. Los aminoácidos tienen gran influencia en la síntesis de varios neurotransmisores inhibidores<br />

y excitadores de las estructuras cerebrales. Y en niños con TDAH se ha encontrado un bajo nivel<br />

de ciertos aminoácidos: fenilalanina, tirosina, triptófano, histidina e isoleucina 36 .<br />

La fosfatidilserina, principal fosfolípido ácido del cerebro, puede considerarse un nutriente útil a<br />

nivel cerebral al favorecer la comunicación interneuronal, permitiendo tanto la retención de la memoria<br />

existente como la creación de nueva 29,37 .<br />

De todos ellos, uno muy importante es el triptófano, ya que es el aminoácido precursor del neurotransmisor<br />

serotonina. La serotonina es fundamental para el correcto funcionamiento cerebral, cuya<br />

presencia induce al relax, al sueño reparador, a sentirse uno satisfecho y también modula los cambios<br />

de humor (la depresión, por ejemplo, está relacionada con un bajo nivel de serotonina en el cerebro).<br />

Así, se ha encontrado en niños con TDAH un nivel más alto de triptófano libre en la sangre que en<br />

la población infantil en general, de tal manera que cuanto más severa es la hiperactividad del niño,<br />

más alto es el nivel de este aminoácido en sangre (lo que quiere decir que no está aprovechado y<br />

aún no se ha convertido en serotonina). Como la vitamina B 6 es un factor necesario para la síntesis<br />

de serotonina a partir del triptófano, y los niveles de esta vitamina acostumbran a estar bajos en los<br />

niños con TDAH (véase más adelante), su administración puede ayudar a la conversión del triptófano<br />

en serotonina en algunos pacientes con este trastorno. También se administra a estos niños un<br />

suplemento de 5-hidroxitriptófano, que es el precursor más directo de la serotonina.<br />

Otro aminoácido, la tirosina, que actúa en la síntesis de los neurotransmisores catecolaminas, se<br />

considera que ayuda a los niños con TDAH, pero por el momento no hay datos concluyentes. Algo<br />

similar ocurre con el aminoácido fenilalanina que no evidencia mejoría cuando se administra a<br />

pacientes con TDAH.<br />

Pasemos ahora a los tratamientos con vitaminas. Partiendo de estudios que referían buenos resultados<br />

de las vitaminas incrementando la inteligencia de los niños malnutridos, a los cuales subía<br />

su cociente intelectual (especialmente el CI no-verbal) cuando les administraban suplementos vi-<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


tamínicos, se pensó que similares efectos beneficiosos tendrían con los niños con TDAH. Pero los<br />

resultados experimentales han sido muy contradictorios. Prácticamente todas las vitaminas se han<br />

utilizado y se siguen utilizando como “remedios naturales” en el tratamiento del TDAH, especialmente<br />

cuando son administradas a altas dosis: megadosis o terapia megavitamínica 32,38 .<br />

Empecemos por la piridoxina (B 6 ), cuya deficiencia en el organismo, como he dicho antes, puede<br />

afectar a la actividad de las neuronas a nivel de las sustancias neurotransmisoras por una pobre<br />

conversión del aminoácido triptófano a la necesaria serotonina para el correcto funcionamiento<br />

cerebral. En pacientes con TDAH que presentan un bajo nivel de serotonina en la sangre se les administra<br />

piridoxina conjuntamente con medicación psicoestimulante: metilfenidato (la piridoxina<br />

incrementa el nivel de serotonina, cosa que no hace el metilfenidato), consiguiéndose la supresión<br />

de los síntomas de hiperactividad.<br />

Otra vitamina, la nicotinamida (B 3 ), también se ha utilizado en el TDAH, pero con escasos resultados.<br />

Con la tiamina (B 1 ) parecen conseguirse mejores resultados con estos pacientes. También se administran<br />

en el TDAH suplementos de vitaminas: B 5 , B 12 , ácido fólico (B 9 ), vitamina C, vitamina E...<br />

Según parece no es recomendable administrar de golpe todas las vitaminas del complejo B, porque algunos<br />

niños con TDAH se vuelven más hiperactivos. Siendo preferible, para evitar esta paradójica reacción,<br />

administrar estas vitaminas individualmente, por ejemplo, empezando con la piridoxina (B 6 ), luego<br />

introduciendo la tiamina (B 1 ) y después el ácido fólico (B 9 ) 32 .<br />

Un tema que preocupa a los investigadores del TDAH es la influencia que pueden tener los minerales<br />

o metales en nuestro organismo, tanto los que habitualmente nos son beneficiosos: zinc, magnesio,<br />

hierro, calcio... como los que pueden ser tóxicos para nuestra salud, los denominados metales<br />

pesados: plomo, mercurio, aluminio, cadmio...<br />

Los hallazgos de laboratorio más habituales en estos niños con TDAH son los encontrados en sangre<br />

y en el pelo (en especial): bajo nivel de magnesio 39 y de zinc 40 . Deficiencias de hierro 41 también se<br />

encuentran en ciertos casos de TDAH.<br />

Se considera que si hay una deficiencia de zinc en un niño con TDAH, responderá pobremente al<br />

tratamiento medicamentoso con estimulantes.<br />

El aporte de hierro ayuda en la regulación del neutrotransmisor dopamina, y hay quien dice que no<br />

hace falta que haya una anemia en el niño con TDAH para administrar este suplemento. La frecuente<br />

coincidencia del “síndrome de las piernas inquietas” (restless legs syndrome), especialmente molesto<br />

durante el sueño, en los niños que tienen TDAH puede estar asociado a una deficiencia de hierro.<br />

Por su parte el magnesio produce un notable descenso de la hiperactividad de estos niños. Así se ha<br />

visto que después de administrar los suplementos de todos estos minerales se encuentran niveles altos<br />

21


de magnesio, zinc y calcio en sangre, y se comprueba que la hiperactividad se ha atenuado, pero si<br />

no se aporta magnesio en estos suplementos la hiperactividad se intensifica. Se dice que cuando un<br />

niño tiene dolor de estómago, dolor de cabeza o dolores musculares, o le cuesta conciliar el sueño<br />

por la inquietud que manifiesta, hay que pensar en un déficit de magnesio o calcio (en el caso de administrar<br />

suplementos de estos minerales, tenga en cuenta que un posible efecto secundario cuando<br />

se trata del magnesio es la diarrea, y en el caso del calcio es el estreñimiento). Y cuando se sospecha<br />

que la deficiencia específica es de magnesio en el niño hiperactivo, la sintomatología predominante<br />

es el dolor de cabeza o dolor abdominal. Aunque hay estudios que muestran mayor efecto de la<br />

prescripción de este mineral en los trastornos del sueño de los niños con TDAH, ya que en lo que<br />

respecta a la reducción de la hiperactividad el efecto es mínimo. Alguna investigación apunta que la<br />

deficiencia de magnesio puede ser resultado de los altos niveles de adrenalina en el organismo, que<br />

se asocian con la hiperactividad y que hacen que se excrete gran cantidad de este mineral por la orina.<br />

Se sabe desde hace tiempo que la exposición al plomo (gasolinas, pinturas, etc.) se asocia con la<br />

hiperactividad y con problemas de atención 42 . Altos niveles de cadmio se han detectado en los análisis<br />

de minerales en niños con TDAH, encontrándose en estos casos un bajo nivel de zinc (estos<br />

análisis acostumbran a realizarse en una muestra de pelo del paciente). También el manganeso se<br />

encuentra elevado (y el zinc bajo) en niños hiperactivos, relacionando su elevación en la sangre con<br />

los trastornos de aprendizaje de estos niños. La exposición continuada a fuentes de polución del aire<br />

(por ejemplo, plantas incineradoras) hacen subir el nivel de cadmio en estos niños, con graves efectos<br />

adversos, sin olvidar descartar potenciales intoxicaciones por pesticidas, dioxinas, colas, líquidos<br />

limpiadores, nicotina, alcohol... Tengamos en cuenta que todas estas situaciones anómalas, si son<br />

detectadas a tiempo, pueden solucionarse con el tratamiento médico oportuno.<br />

Quedan por citar las humildes plantas medicinales con sus efectos ansiolíticos y sedativos: valeriana,<br />

camomila, etc., y también sus posibilidades para incrementar la memoria y las habilidades<br />

cognitivas de los niños con TDAH. La valeriana, por ejemplo, es muy efectiva en los problemas de<br />

sueño de estos niños 7 .<br />

La famosa y polémica dieta de Feingold 43,44 merece un capítulo aparte, pero no podemos extendernos<br />

en esta limitada monografía, pudiendo el lector interesado en la misma acudir a sus fuentes o a la<br />

extensa literatura que hay al respecto. De manera somera apunto que todo empezó en 1973, cuando<br />

el pediatra californiano experto en alergias, Benjamin Feingold, tuvo la oportunidad de observar que<br />

numerosos niños hiperactivos se excitaban aún más después de comer alimentos que contenían altas<br />

concentraciones de salicilatos (sustancias químicas derivadas del fenol –se denominan: compuestos<br />

fenólicos– presentes de una manera natural en muchas frutas y vegetales, y en componentes industriales<br />

y sanitarios). Feingold publicó en 1974 su dieta libre de salicilatos y otros aditivos para los<br />

pacientes con TDAH: según parece el 50 % de estos pacientes mejora de su sintomatología.<br />

Las alergias alimentarias que reflejan sintomatología similar a la del TDAH y cuando se siguen<br />

dietas hipoalergizantes (también llamadas oligoantigénicas o de exclusión) también son<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


subsidiarias de mejorías. También tendríamos que hablar de intolerancias alimentarias con<br />

sensibilidades a determinados alimentos que es frecuente en los niños con TDAH, como asimismo<br />

las alteraciones intestinales responsables de una mala absorción de los nutrientes, del<br />

beneficioso efecto de los probióticos, o del papel del azúcar que agrava su hiperactividad, etc.,<br />

pero debemos poner punto final a este apartado, dejando unas pautas generales de alimentación<br />

aconsejada para los pacientes con TDAH 3,10 (Tabla 11).<br />

TABLA 11. Alimentación aconsejada para los pacientes con TDAH.<br />

• Utilizar preferentemente alimentos frescos.<br />

• Reducir los alimentos procesados.<br />

• Reducir grasas saturadas y “trans”.<br />

• Reducir aditivos.<br />

• Reducir ingesta de azúcar (refrescos, zumos, golosinas).<br />

• Comidas frecuentes (evitar ayunos prolongados).<br />

• Aumentar ingesta de fruta y verdura.<br />

• Aumentar ingesta de proteínas de calidad.<br />

• Ante deficiencias nutricionales, aporte de suplementos: vitaminas, minerales, ácidos grasos,<br />

aminoácidos, etc.<br />

• Beber agua principalmente.<br />

5.3. Tratamiento psicopedagógico<br />

Como yo no concibo el tratamiento de los niños con TDAH sin contar con la familia y con la escuela,<br />

por ello quiero agrupar a estas dos importantes instituciones en este mismo apartado de pautas<br />

educativas generales.<br />

Me gusta en especial una sentencia, escrita seguro por un experto en el tema que estamos tratando: “Hay<br />

básicamente dos maneras de tratar al niño hiperactivo: cambiando el entorno del niño o cambiando<br />

el niño”. Obviamente, el mejor tratamiento será combinar los dos tipos de cambios que anuncia.<br />

Es bien cierto que el mundo de los adultos no está hecho para los niños con TDAH. Hay que armarse<br />

con grandes dosis de paciencia y ser tremendamente comprensivos ante las explosiones de genio,<br />

bruscos desplantes e inesperados atolondramientos con que nos puede obsequiar a cualquier hora<br />

del día un niño con TDAH.<br />

Etiquetados de revoltosos, malos estudiantes, vagos e indisciplinados, se hacen acreedores de todas<br />

las reprimendas y castigos que reparten diariamente padres y maestros. Y estas etiquetas parece que<br />

se las hayan marcado a fuego, porque son indelebles y por desgracia durarán toda la vida escolar del<br />

niño, pasando de boca a oído, de maestro a maestro, de alumno a alumno. “¿Para qué cambiar si sólo<br />

ven lo mal que me porto?”, piensa el pobre niño. Y en casa pasa otro tanto.<br />

23


Si consiguiéramos meternos dentro de la piel de estos críos y asomarnos al exterior a través de sus<br />

ojos, veríamos enfrente un deplorable panorama. Delante sólo tendríamos caras avinagradas, miradas<br />

desconfiadas y despreciativas, voces adustas con severas advertencias, reiterados avisos, manos<br />

crispadas dispuestas a repartir pescozones y bofetadas... La vida de estos niños es una continua y<br />

monótona frustración. Reciben palos por todos lados sin que puedan evitarlos, y a menudo sin ni<br />

siquiera saber de dónde vienen.<br />

El paciente con TDAH –en especial el que aún no ha sido diagnosticado ni tratado convenientemente–<br />

vive en un mundo hostil, lleno de exigencias que no puede satisfacer. Todo ello le crea un<br />

angustioso sentimiento de inferioridad y de falta de protección del entorno que le obliga a mayores<br />

demandas de atención de sus mayores y de sus iguales, utilizando todo tipo de estrategias para que<br />

estén pendiente de él, payasadas y bravuconadas incluídas. Así el círculo vicioso queda cerrado.<br />

Hay que intervenir con urgencia en estos casos, dando un vuelco a la situación y cambiando totalmente<br />

el escenario del pobre muchacho. Nos va en ello el que se salve o no de un descalabro emocional<br />

de insospechables consecuencias.<br />

Para el correcto tratamiento de estos niños es necesario saber combinar las pautas médico-psicológicas<br />

y las pautas educativas, tanto en el hogar como en la escuela. Esto es lo que se conoce como<br />

terapia multimodal o multifactorial o multidisciplinaria. En otras palabras más llanas: terapia en<br />

la que colaboramos todos 26,45 .<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


Vale la pena proponerse a nivel educativo (tanto por parte de los padres como por la de los docentes)<br />

una serie de objetivos generales a desarrollar en el niño con TDAH (Tabla 12).<br />

TABLA 12. Objetivos educativos generales para padres y maestros.<br />

• Potenciar sus habilidades de aprendizaje en general.<br />

• Entrenarle en “pararse y pensar” antes de actuar.<br />

• Que considere las consecuencias de su conducta en los demás.<br />

• Que se dé cuenta del error de creerse que lo que ocurre es por azar y no motivado<br />

por su propia conducta.<br />

• Entrenarle para que sepa resolver problemas interpersonales: fomentar su empatía,<br />

para que sepa colocarse en el lugar del otro.<br />

• Mejorar su autoestima incrementando sus competencias y responsabilidades, tanto<br />

a nivel recreativo como escolar.<br />

• Educarle en valores y preocupación por los demás: fomentar su altruismo.<br />

En general, el tratamiento del niño hiperactivo debe concebirse, en los momentos iniciales y en<br />

sus líneas básicas, como un cierto control externo que dependa del entorno circundante (familia,<br />

escuela, amigos, etc.), para desde allí irnos desplazando progresivamente hacia un control interno,<br />

que dependa del propio niño (autocontrol).<br />

Cada niño es un caso particular. Todas y cada una de las estrategias educativas que diseñemos deben<br />

estar pensadas desde la perspectiva individual de cada caso. Así, tan negativo es exigir a un niño un<br />

grado de autocontrol que no puede lograr (por ser para él excesivo), como sobreprotegerle, responsabilizándose<br />

padres y maestros de conductas que el niño, por sí mismo, puede y debe asumir.<br />

Tampoco olvidemos que el niño hiperactivo suele tener un desarrollo muy poco armónico. De aquí<br />

que pueda ser muy maduro respecto a su rendimiento intelectual y, al mismo tiempo, demostrar una<br />

inmadurez afectiva y una falta de control propia de un niño más pequeño.<br />

Si educar a un niño cualquiera no es tarea sencilla... educar a un niño hiperactivo lo es mucho<br />

menos. Los padres, ya lo he dicho, deben armarse de una buena dosis de paciencia, comprensión y<br />

sentido común. A manera de una intervención precoz o preventiva, es aconsejable que los padres o<br />

cuidadores habituales de estos niños establezcan unas normas en el hogar (Tabla 13).<br />

25


TABLA 13. Medidas precoces a efectuar en casa.<br />

Área de regularidad:<br />

• Hora fija para acostar al niño.<br />

• Hora fija para las comidas.<br />

• Evitar estímulos que interfieran en el sueño y las comidas.<br />

• Establecer rutinas en los hábitos.<br />

Área del humor:<br />

• Reforzar sonrisas/risas durante el juego, alimentación, aseo, etc.<br />

• Retirada de atención ante quejas, llantos, gritos, etc.<br />

Área de la estabilidad de la conducta en el juego:<br />

• Dar los juguetes de uno en uno y espaciados en el tiempo.<br />

• Dedicarse a una misma actividad de manera prolongada.<br />

• Acostumbrar a jugar sentados o en espacios reducidos.<br />

• Acostumbrar a jugar solos en ocasiones.<br />

Asimismo, hay que estar muy al tanto del rendimiento escolar del niño con TDAH, porque es<br />

sabido que uno de cada cuatro de estos alumnos presenta un fracaso escolar. Estos problemas<br />

acostumbran a aumentar en la enseñanza secundaria. Por todo ello, es obligado que el profesional<br />

sanitario que atiende con regularidad al niño con este trastorno (pediatra, psiquiatra, neurólogo,<br />

psicólogo, etc.) establezca una comunicación fluida con el personal docente que le lleva en la escuela.<br />

Aunque la mayoría de estos niños puede escolarizarse normalmente, algunos quizá requieran una tutoría<br />

individualizada, una enseñanza personalizada a su nivel de aprendizaje (adaptación curricular)<br />

y/o una ayuda psicopedagógica complementaria (Tabla 14).<br />

TABLA 14. Actuaciones recomendables en el ámbito escolar.<br />

• Organizarle un sistema estructurado de aprendizaje.<br />

• Repetirle y simplificarle las instrucciones para hacer los ejercicios escolares.<br />

• Complementarle las instrucciones verbales con instrucciones visuales.<br />

• Utilizar ordenadores y otros dispositivos audiovisuales.<br />

• Modificar textos o cuadernos de ejercicios para conseguir que así tenga una mejor<br />

comprensión.<br />

• Organizarle tutorías individuales.<br />

• Aprovechar los tiempos no lectivos (recreos, comedor, deportes) para instaurar<br />

terapias conductuales.<br />

• Consultar a los expertos.<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


En general, las estrategias cognitivo-conductuales más utilizadas en los programas de tratamiento<br />

psicopedagógico del TDAH, son las siguientes:<br />

Autoevaluación, consiste en que el niño registre y evalúe su propia conducta con la mayor objetividad<br />

posible. Esta técnica ha sido utilizada con éxito para mejorar la ejecución de tareas en clase y<br />

para enseñar al niño a autocontrolarse.<br />

Autoinstrucciones, que tienen la finalidad de proponer al niño una guía de instrucciones que le<br />

ayuden a estructurar su pensamiento y a dirigir su conducta. Dan buenos resultados en el TDAH<br />

reduciendo la impulsividad y disminuyendo el número de errores que tiene el niño.<br />

Autoatribuciones, mejoran el conocimiento que tiene el niño de su conducta. Mediante el estilo<br />

atribucional la persona atribuye su conducta a factores que están fuera de su propio control (externos)<br />

o a acontecimientos sobre los que puede ejercer influencia personal (internos). Sucediendo<br />

que los niños hiperactivos atribuyen con más frecuencia las consecuencias de su conducta a causas<br />

externas y fuera de su propio control, y por tal motivo hay que mejorar su estilo atribucional.<br />

Los niños que reciben el programa denominado entrenamiento atribucional comienzan a utilizar<br />

estrategias de solución de problemas más efectivas, atribuyen mayor responsabilidad a su propia<br />

conducta, manifiestan una mayor confianza en su propio esfuerzo y reducen su impulsividad 10,26,45 .<br />

27


Por suerte, el TDAH, al igual que cualquier impetuoso y turbulento huracán, suele perder fuerza<br />

con el tiempo. Así, a partir de la pubertad, en líneas generales, empieza a atenuarse su sintomatología.<br />

Aunque no para todos los niños acontece igual, ya que de un 30 a un 80 % de los pacientes<br />

con TDAH continúan teniendo síntomas en la adolescencia, y más del 65 % aproximadamente los<br />

continúan teniendo en la edad adulta 10 .<br />

Habrán pasado episodios de turbulencia escolar con los maestros, de abuso de sustancias. Habrán<br />

sufrido acoso entre iguales (bullying) –especialmente cuando se trata de “víctimas provocativas”,<br />

como denuncié en un libro dedicado al acoso escolar 46 –, se habrán rebotado contra las normas establecidas…<br />

pero, en el conjunto, se trata de niños y adolescentes que presentan unas características<br />

diferenciales que en nuestra sociedad (cada día más uniformada) nos cuesta encajar.<br />

Decía en un memorable artículo periodístico –titulado “La adorable tiranía del niño”– mi buen<br />

amigo Néstor Luján, genial historiador y erudito gastrónomo: “Si los hijos cumplieran todas las<br />

esperanzas que ponen en ellos quienes les dieron la vida, sólo existirían dioses en la Tierra. Pienso<br />

que un mundo de dioses, diosecillos y héroes sería, literalmente, insoportable. Quizás es mejor estar<br />

rodeados de seres imperfectos, diversos y a veces espléndidos humanos” 47 .<br />

Aunque el lector entenderá que soy un acérrimo entusiasta de la diversidad de los seres humanos –lo<br />

que ahora se llama eufemísticamente “el hecho diferencial”–, espero que haya quedado bien claro,<br />

por lo que he expuesto en las páginas anteriores, que en nuestras manos está diagnosticar y tratar<br />

precozmente a los pacientes con TDAH, con todos los recursos actuales de que disponemos (psicopedagógicos,<br />

dietéticos, farmacológicos, etc.), evitándoles así mantener su problemática sintomatología<br />

y a exponerles a posibles comorbilidades en el futuro.<br />

Les dejo con la sentencia que he acuñado para estos entrañables pacientes:<br />

“El niño con TDAH que sobrevive a su infancia y adolescencia,<br />

será un adulto con éxito”.<br />

DIAGN<strong>Ó</strong>STICO Y TRATAMIENTO DEL TDAH


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29


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47. Luján N. La adorable tiranía del niño. La Vanguardia (16/IX/1982).<br />

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