R<strong>DE</strong>10Manuel Pavón TorresEn nuestra memoriaMis recuerdos en CórdobaCumplidos los 70 y reflexionando sobre la gran crisis que se está viviendoen nuestra querida España, afloran en mi mente los recuerdos de miniñez, de aquellos años 40 y 50. Estos están siendo malos tiempos, yaque muchas personas han pasado de estar muy bien a estar muy mal,pero en general nada comparables a aquellos momentos; se acababade salir de una guerra fratricida, donde como en una tómbola, la suertede la mayoría de los soldados de a pie, dependió del lugar que les cogióen el momento de estallar la contienda.hora los establecimientos están reple-Atos de comida, pero entonces no habíade nada, todo se adquiría a través de las famosascartillas de racionamiento, y la aportaciónamericana de la leche en polvo y elqueso. Se masticaba la pobreza y como decíami suegro, lo que teníamos era “hambre,miseria y compañía”. Al no haber apenasbloques de pisos, la casi totalidad de laclase trabajadora moraba en casas de vecinoscon una habitación como comedor yotra de dormitorio para toda la familia, conla suerte para algunos que tenían incorporadosa su vivienda, un cuarto de pila y unapequeña cocina. La mayoría compartían ellavado y sus guisos fuera de la vivienda, osea, en el patio comunitario, la realidad delo que cuento está plasmada en nuestrosbellos patios.Volviendo a mi niñez, trato de recordaranécdotas y personajes que ahora llamaríanmucho la atención. Al calor de tanta escasez,una forma de supervivencia era el“estraperlo”, generalmente la mercancíautilizada eran el tabaco y el café. El principalpunto de venta del tabaquismo era laPlaza de las Tendillas, saliendo de la calleGondomar en las aceras tanto del Bar Boston,como en la que estaba el elegante comerciode “Los Madrileños”, podías ver yoír a los vendedores de tabaco pregonandosu mercancía: Philips Morris, Chesterfield,Camel.Los vendedores ambulantes y charlataneseran personajes curiosísimos, era frecuentever grandes corros alrededor de unseñor que regalaba magníficas plumas estilográficasy bolígrafos a quien le mostraraun billete de 25 Ptas. o cosa parecida.Mi tío Ángel (q.e.p.d) poseía unos magníficosdotes de convicción para sus ventas,lo recuerdo a las puertas de la confitería“La Perla”, cuando llegaron las medias ycalcetines de “nylon”, utilizaba un trozo decorcho repleto de alfileres con los que atravesabalas prendas indicadas, operaciónde la que salían sin un rasguño, ¿como lo hacía?,¡vaya Vd. a saber! Si a los dos días serompían, la culpa no era suya, fue del fabricante.En mi casa conocí toda clase de tabacos,ya que mi padre como conserje de uncolegio privado (Academia Hispana) recurríaa la venta, tanto de tabaco rubio, comolas pastas de tabaco negro (Cubanito, Montecarlo,Cervantes, etc.), ya que su ilusiónera poseer la propiedad de una pequeña vivienda,y sus ingresos eran muy ajustados.Eran tiempos difíciles aunque habíaque sobrevivir, pero con no pocos disgustos,especialmente cuando se producían los registrosde la Brigadilla de la Guardia Civil, peroel riesgo tenía sus frutos y de esa manerapudieron sacar adelante su hogar y a susdos hijos. Por mi casa pasaron personasmuy conocidas de la sociedad cordobesa:médicos, abogados, labradores y toreros, comopor ejemplo Guillermo, el mozo de estoquesde Manolete, que compraba el tabacopara el maestro. Mi padre me contaba maravillasde la educación de Rafael GonzálezMadrid “Machaquito”. El vivir en el Gran Capitánera una gran ventaja para conectarcon muchísimo público, ya que el Centroera el lugar de encuentro de la población,allí estaban el Banco de España, los Teatros,la Plaza de toros y los bares, comerciosy hoteles más importantes de Córdoba,sin olvidar los Casinos del Mercantil yLabradores.Personajes muy peculiares eran los“maleteros”, la estación de autobuses estabafrente a mi casa, y ellos esperaban la llegadade los autobuses para aliviar la cargade los viajeros, igualmente ocurría con lallegada de los trenes. A la espalda del GranTeatro, en la calle Menéndez Pelayo, habíauna gran cantidad de limpiabotas, que especialmentelos domingos hacían su agosto,pues en esa época el cordobés aunquefuese pobre, le gustaba ir presentable.Los vendedores ambulantes de avellanas,almendras saladas, cangrejos, camarones,etc. eran muy frecuentes en las tabernas,ya que las tapas brillaban por suausencia. El agua se vendía en jarritas y botijos“a perra gorda la jartá”. Las sartenes yutensilios de cocina quedaban limpios graciasa Marchena, que iba por los barrioscon su lata y entonando su pregón “Marchenael de la arena”. Eran muchos los personajespopulares de aquellos años, perola lista sería muy larga.La pobreza estaba en el ambiente, peroquizá más acentuada en zonas concretasde la ciudad, como por ejemplo en lossoportales de la Corredera o la zona delCampo de la Verdad, que en multitud deocasiones, se veía anegada por las enormescrecidas del río al no existir pantanos;el Zumbacón, Las Costanillas,... recuerdoestos barrios, aunque la escasez era generalen toda la Ciudad. Me viene a la memoriala calle Isaac Peral, donde vivía la familiade mi madre, personas sin luz eléctrica,alumbrándose con una especie de velitas,creo que las llamaban mariposas sobre unplato con una gota de aceite.Pero no es menos cierto que en las Nochebuenas,se reunían todos los vecinos,alrededor de una candela en el patio principal,compartiendo todos lo poquito quetenían, cuando por el contrario hoy no seconocen ni los vecinos que viven en unmismo bloque. Podría continuar, pero creoque el lector comprenderá el fondo que deseotransmitir en mi escrito, pues aunquela cosa no vaya todo lo bien que todos deseamos,ojalá nuestros descendientes, noconozcan la escasez y la pobreza vivida enaquellos tiempos.[]
R<strong>DE</strong>José Mª Marín Delgado11A orillas del Guadalquivir: Pedro Abad (II)Un buen amigo de Pedro Abad, me cuenta, que siendo niño, jugando conotros amigos por la loma en la que se ubica Sacili Martialium, descubrieronvarios trozos que debieron pertenecer a la pared de una vivienda, yaque estaban decorados a base de mosaicos en los que se representabanlas cañas y las hojas de lo que podrían ser plantas de bambú, extremoque él por entonces no podía determinar (es verdad que guarda ungran parecido con la planta del maíz, pero hemos de descartarla porquelos romanos no la conocían, pues ésta fue una especie importada a Europatras el descubrimiento de América).ste amigo, que siempre demostró in-Eclinaciones artísticas, regresó al lugaral día siguiente con su cuaderno ysus lápices de colores y las dibujó. Pasadolos años, cuando trabajaba en el mosaicoque iba a ser el tablero de una mesa,recordó aquél dibujo que había tomadoen Sacilis Martialium y decidióusarlo en ella; regresó al lugar para vercon nuevos ojos aquellos mosaicos pero,desgraciadamente, las máquinas habíanpasado por la loma y no quedabarastro de aquellos trozos de pared. Basándoseen el dibujo y en sus recuerdos,trasladó al mosaico de la mesaaquél dibujo infantil, posiblemente tomadode los restos de un friso de una viviendaromana, y del que hoy sólo tenemosla mesa (en paradero desconocido)y la fotografía que él le hizo a su trabajo.Yo me limito a trasladar su experiencia,porque abunda en el hecho de que enaquél lugar deben existir un incontablenúmero de restos arqueológicos, que daríanmuchas respuestas a las interrogantesplanteadas sobre el pasado históricode Pedro Abad.La circunstancia deque comenzaran a producirsehechos milagrosos yque se le atribuyeran alCrucificado del Abad Pedro,hizo que Fernando IIIordenase construir unaermita que acogiese ydonde recibiese culto lavenerada imagen...sus huestes el Caballero Don RodrigoGonzález, que traía consigo como Capellánde las tropas a su pariente el Abad Pedrode Meneses, natural del pueblo gallegode Campo Becerros y párroco de SantaPueblos de CórdobaMaría de Lamamá, quien portaba unaimagen de Cristo Crucificado que habíaheredado, siendo acompañado ademáspor un nutrido grupo de sus feligreses.La circunstancia de que comenzaran aproducirse hechos milagrosos y que sele atribuyeran al Crucificado del Abad Pedro,hizo que Fernando III ordenaseconstruir una ermita que acogiese y donderecibiese culto la venerada imagen,así como un buen número de casas paraque la habitasen quienes quisieran establecerseen el lugar, por otra parte y estratégicamentehablando, algo de vitalimportancia para el rey: no dejar expeditaslas tierras conquistadas a los musulmanes.Coincide también el hecho deque, habiéndose levantado éste núcleofundacional en mitad de un camino queen el siglo XIII era muy transitado y en elque se ubicaba una fuente que calmaríala sed de los viajeros -ya citada en un documentofechado en el año 1272 comoFuente de Per Abad-, constituyen la basesobre la que surge y se desarrolla elmunicipio de Pedro Abad.Como no es mi propósito hacer unanálisis histórico, hecho por hecho, detodos los acontecimientos por los queha pasado Pedro Abad durante los siglosque siguieron a aquél lejano año deDando un salto en el tiempo, situémonosen los años en los que se produceel nacimiento del Pedro Abad quehoy conocemos. Según nos transmiteRamírez y de las Casas Deza a través dela transcripción que hizo de las coplascontenidas en un manuscrito descubiertoen la Ermita del Santísimo Cristode los Desamparados, el rey FernandoIII, a finales del año 1235, cuando marchabacon sus tropas camino de Córdoba,construyó un campamento que posteriormentefue convertido en hospital.Con Fernando III, marchaba al frente dePuente Romano. Foto: José Mª Marín