A PALOS A PALOS A PALOS
No será una misa ricotera en - Ni a Palos
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Domingo 17 de mayo de 2009 NI A <strong>PALOS</strong> 5<br />
“Aquel Rolando Rivas<br />
Taxista interpretado<br />
por García Satur<br />
se murió junto a su<br />
creador ficcional”<br />
Barone<br />
ventana abierta, cabecea y me dice “mirá, un<br />
fiambre”. Me pongo aún peor. Llegamos a la<br />
esquina y frenamos por el semáforo en rojo.<br />
Un motoquero para al lado nuestro y le dice al<br />
taxista: “¿Viste el fiambre?”. El tachero responde:<br />
“Sí, mortadela, mortadela…”.<br />
Igual podríamos seguir por la variable<br />
radio. Y no cualquier radio. La mayoría fueron<br />
formados desde hace más de una década<br />
por Radio 10. Sus consecuencias espirituales,<br />
ideológicas y neuronales son insospechadas<br />
pero saltan a la primera frase. “El taxista actual<br />
no habla por él sino que habla por la radio<br />
y por los pasajeros”, aporta Barone. Se supone<br />
que todos los tacheros tienen radio, pero, ante<br />
la evidencia de que no es así, de que hay otros<br />
que escuchan Amadeus, Vale o su propia música,<br />
existe otro espacio del mundo tachero:<br />
el barcito de la estación de GNC, verdadero<br />
templo de las almas fastidiosas y exasperadas.<br />
Allí, los que no han escuchado oyen hablar a<br />
los que sí. La radio es la voz, la culminación<br />
parlante de ese fascismo difuso de la calle: “la<br />
voz de la gente”.<br />
Pero entonces, llevando esto al extremo,<br />
podemos concluir que si todo buen tachero<br />
escucha radio, trabaja en el circuito centroperiferia<br />
y sufre desde hace años las convulsiones<br />
sociales que en las calles se expresan,<br />
habría una “experiencia de clase” en la condición<br />
fascista del taxista, es decir, su fascismo<br />
es clasista. O, para decirlo de otro modo, ¿podría<br />
un tachero no ser facho?<br />
Viaje en taxi. Dos hermanos vuelven de<br />
sus clases de guitarra. El tachero, amigable,<br />
les pregunta qué tocan. Los hermanos cuentan<br />
que tocan canciones de todo tipo, de Silvio<br />
Rodríguez, por ejemplo. “¿Y de la Negra<br />
Sosa?”, pregunta. “No, pero nos encanta”,<br />
responden los hermanos al unísono. Van sonrientes.<br />
El tachero responde: “Esa yegua nos<br />
calentó la cabeza a todos con sus canciones<br />
de denuncia en los 70 y ni bien pudo se rajó y<br />
nos dejó a todos prendidos de los huevos”.<br />
¿Existe algún político argentino capaz de<br />
decir soy fascista? Existen comunistas, peronistas,<br />
liberales, radicales, socialistas, pero,<br />
¿por qué nadie dice que es fascista con tanto<br />
fascista suelto?, ¿no sería un boom? ¿Hay<br />
prácticas fascistas pero no hay seres fascistas?<br />
Nos podrían responder que Macri es fascista,<br />
que la Iglesia es fascista. Pero no, el facho, el<br />
verdadero facho, no sabe que es facho. Vive<br />
creyendo que sus ideas son naturales, puro<br />
sentido común.<br />
Yo vivía en Lugano, los taxis nunca me querían<br />
llevar a casa por la inseguridad. Una vez<br />
uno agregó que en la villa de Lugano robaban<br />
taxis para usar las llantas en los piquetes.<br />
Taxi driver<br />
Veamos más aspectos. Los tacheros se consideran<br />
(y tiene su lógica) el termómetro de<br />
la actividad económica. Cuando arranca un<br />
período de recesión, ellos lo notan al toque ya<br />
que lo primero que hace la gente para cuidar<br />
el bolsillo es dejar los taxis y buscar una alternativa<br />
más barata.<br />
Por otro lado, está en el imaginario porteño<br />
la idea de que muchos arquitectos, abogados<br />
o ingenieros manejan taxis porque no<br />
les queda otra, esto los dotaría de una alta<br />
cuota de resentimiento social (¡de ingeniero<br />
a taxista!).<br />
Hay una escena memorable del filme Mercano,<br />
el marciano, cuando están discutiendo<br />
en la calle un colectivero con un taxista. El<br />
colectivero le grita: “¡Andá al psicólogo!”, y el<br />
tachero le responde: “¡Soy psicólogo!”.<br />
Taxista, profesión de hombres esforzados,<br />
de largas horas de manejo en la metrópolis,<br />
pero también de incansable y agobiante escucha.<br />
Dice Barone: “De algún modo hay<br />
que tener piedad por ese ser que durante diez<br />
o doce horas, entre la radio, los periodistas<br />
apocalípticos y los pasajeros en su mayor<br />
parte desdichados, reciben una mercadería<br />
insana e insalubre, improcesable salvo en un<br />
recogimiento budista en la alta montaña. El<br />
taxista contemporáneo ya se ha lanzado activamente<br />
a la derecha. No tanto a la derecha<br />
económica sino a la letal. Quiere matar a todos,<br />
si pudiera”.<br />
Entonces, cabría preguntase si el fascismo<br />
tachero no es más que un mecanismo de auto-defensa,<br />
una forma más o menos crispada<br />
de supervivencia urbana.<br />
Corso de carnaval, varias calles cortadas,<br />
ligeros embotellamientos, taxista dice:<br />
“No puede ser, en este país hacen todo mal.<br />
http://www.flickr.com/photos/canoafurada/<br />
No puede ser que estén todas las calles cortadas.<br />
¿Por qué no lo centralizan en una calle<br />
y se dejan de joder?”. Mientras, a nuestra<br />
izquierda, se detienen en el embotellamiento<br />
dos micros con murgueros, varios de ellos<br />
asomando su tronco por la ventanilla, con<br />
instrumentos y banderas. “Todo por estos<br />
negros de mierda”, masculla nuestro amigo.<br />
Barone sostiene la teoría de la impunidad<br />
del habitáculo: “Si en un confesionario está el<br />
temor al juicio del sacerdote, si en una sesión<br />
de terapia está la mirada y oído del terapeuta,<br />
en el habitáculo del auto ambos confesantes<br />
-pasajero y taxista- están a salvo de cualquier<br />
juicio. Ambos son desconocidos, establecen un<br />
vínculo pasajero, pueden dar rienda suelta a<br />
toda su mitomanía, sin que ninguno de los dos<br />
pueda verificar lo que ahí se dice. De ese impune<br />
acto de fe nacen lo que yo llamo “delirios<br />
y difamaciones de taxi”.<br />
Clásico de clásicos: Viaje de regreso de<br />
una cena. Tachero cuarentón, medio langa<br />
y chamuyero. Me mira una vez por el espejo…me<br />
mira dos… en la tercera larga: “Recién,<br />
antes de que subas vos, se subió una<br />
mina, no sabés cómo estaba, recontra puta.<br />
¡Y cómo me miraba! Viste cómo son las minas,<br />
decí que estoy laburando que si no…”.<br />
Alguna vez, dicen haberle escuchado decir<br />
a Hugo Moyano que “no hay que estar ni<br />
a la izquierda de Piumato (Secretario de Derechos<br />
Humanos de la CGT) ni a la derecha<br />
de Viviani (Secretario General del gremio de<br />
los taxistas)”. Frase bastante elocuente por sí<br />
sola y que indica que el carácter derechoso<br />
de los tacheros no es un invento intelectual,<br />
ni una fábula. Tacheros fachos, que los hay<br />
los hay. Pero puestos a pensar en la tarea de<br />
este hombre, en su esfuerzo, es probable incluso,<br />
empezar a sentir que ese pensamiento,<br />
aún el más energúmeno, es parte del folclore<br />
urbano.<br />
Diciembre de 2002. Asamblea barrial.<br />
Habla un compañero tachero: “Quiero decir<br />
que ante los rumores de represión para<br />
la movilización de 19 y 20, nuestra cooperativa<br />
de radiotaxis pone al servicio de la<br />
movilización popular toda su red de radiocomunicación”.<br />
La ovación de la multitud<br />
de vecinos que escuchaba casi no deja oír el<br />
final de esta frase colosal.<br />
Al gran pueblo tachero, salú.<br />
en la otra esquina<br />
Opina “Chipi” Castillo<br />
dirigente del pts y candidato a diputado<br />
____________________________________________<br />
Muchos de los que en alguna ocasión<br />
tomamos un taxi en Buenos<br />
Aires nos hemos encontrado<br />
con la clásica situación del chofer<br />
escuchando Radio 10 o pronunciando frases<br />
reaccionarias de antología ante la situación de<br />
enfrentarse a un corte de calle o una manifestación.<br />
Sobre esta base se construye la afirmación<br />
acerca de que “todos los tacheros son fachos”. La<br />
misma tiene dos aspectos que tenemos que poner<br />
en cuestión si es que no queremos reproducir<br />
el mismo tipo de razonamiento con el cual<br />
se construye el archiretrógrado discurso sobre<br />
la “inseguridad”. El primero es la generalización<br />
de la definición, ya que muchos “tacheros” no<br />
entran en ella. En su momento, entraron en la<br />
actividad muchos trabajadores despedidos de<br />
las empresas estatales con experiencia de lucha<br />
y resistencia sindical que fueron indemnizados<br />
con las privatizaciones y tuvieron como única<br />
salida la de convertirse en pequeños propietarios<br />
de taxis. Por experiencia personal aquí se<br />
encuentra uno de los sectores menos proclive<br />
a caer en el estereotipo antes señalado. El segundo<br />
problema es naturalizar la situación y<br />
no tratar de buscar alguna explicación a porqué<br />
tantos otros sí pueden ser comprendidos por la<br />
caricatura. Ya aquí podemos formular algunas<br />
hipótesis para quien quiera realizar un trabajo<br />
profundo de indagación sobre el tema. Es curioso<br />
señalar que cruzando el Río de la Plata se da<br />
la situación inversa y en Montevideo la mayoría<br />
de los taxistas son más bien “de izquierda”. En<br />
esta dirección una cuestión inicial a determinar<br />
tiene que ver con el universo de quienes conducen<br />
taxi: los hay pequeños propietarios que<br />
manejan su propio automóvil; asalariados de<br />
propietarios de grandes flotas que trabajan “en<br />
blanco” y bajo convenio y quienes lo hacen en la<br />
precaria situación de tener que pagar un alquiler<br />
diario por la utilización del taxi, en general<br />
propiedad de un pequeño patrón. Es probable<br />
que entre estas diferentes figuras del chofer de<br />
taxi encontremos distintas ideologías. En el<br />
caso de los últimos, su malestar respecto a la alteración<br />
del tránsito tiene que ver con el condicionamiento<br />
de su ingreso a la recaudación del<br />
día, es decir, a la cantidad de viajes que realicen,<br />
cuestión que los perjudica frente a marchas o<br />
cortes, sobre todo en una ciudad como Buenos<br />
Aires ya de por sí prácticamente colapsada en<br />
cuanto al nivel de circulación de automotores.<br />
Otro factor a tener en cuenta proviene de la<br />
ideología del sindicato de peones de taxi, enrolado<br />
en una línea del sindicalismo “ortodoxo”,<br />
de tipo “vandorista”, proclive a la reproducción<br />
de muchos clichés de la derecha, amén de las<br />
menciones sobre su relación directa de algunos<br />
de sus dirigentes en la propiedad de algunas de<br />
las grandes flotas. Una tercera cuestión que hay<br />
que considerar es la influencia tradicional de<br />
la policía entre los taxistas a quienes recurren<br />
como fuente de información general, influencia<br />
que no debería ser subestimada, siendo una<br />
porción de los choferes policías o miembros de<br />
las fuerzas de seguridad retirados. Una cuarta<br />
está relacionada con la constitución de “mafias”<br />
o “camarillas” de grupos de taxistas que aumentan<br />
su rentabilidad a partir del control de ciertas<br />
paradas claves o de artilugios para aumentar la<br />
recaudación (como la alteración del tiempo de<br />
caída de la ficha) y ligado a esto, la discrecionalidad<br />
histórica en el otorgamiento de las licencias,<br />
otro negociado en el cual frecuentemente<br />
estuvieron implicados funcionarios del área en<br />
diferentes gobiernos de la ciudad. Por último,<br />
pero no menos importante, hay que señalar que<br />
la actividad es realizada de manera individual y<br />
en competencia de unos contra otros, de forma<br />
que se fomenta fuertemente el individualismo,<br />
cuestión exacerbada en ocasiones con la asociación<br />
a las cadenas de “radio taxi” donde se entabla<br />
una competencia mortal por la obtención<br />
del ansiado “viaje”. ¿La salida para superar esta<br />
situación? Dos ideas. Una, terminar con la competencia<br />
entre los choferes, nacionalizando –o<br />
municipalizando- el servicio de taxis bajo administración<br />
de los propios trabajadores. Dos,<br />
revocar la licencia de radio diez y entregarla a<br />
las organizaciones obreras y populares (de derechos<br />
humanos, estudiantiles, cooperativas de<br />
viviendas) de la ciudad.