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SALA DE TOGAS<br />
A la muerte del Excmo.<br />
Sr. D. Enrique Ruiz Vadillo<br />
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El pasado día 16 de mayo falleció<br />
en Madrid, víctima de un cáncer,<br />
el Excmo. Sr. D. Enrique Ruiz Vadillo,<br />
Magistrado del Tribunal Constitucional.<br />
Enrique fue un jurista de una<br />
magnitud casi irrepetible. Fiscal,<br />
Magistrado y Abogado del Estado,<br />
ejerció la primera de estas<br />
carreras en la entonces Audiencia<br />
Territorial de Bilbao y la<br />
segunda en diversos Juzgados<br />
y además como Presidente de<br />
las Salas de lo Laboral y de lo Penal<br />
del Tribunal Supremo, donde realizó<br />
una ingente labor, sobre todo<br />
en la Sala Segunda por la dificultad<br />
de los asuntos en que intervino. Por<br />
último sus cualidades de objetividad<br />
y prudencia las puso también de manifiesto<br />
como Magitrado del Tribunal<br />
Constitucional, cargo que desempeñaba<br />
en la actualidad.<br />
Premio Extraordinario de Licencitura<br />
y Doctor en Derecho ("cum<br />
laude") desarrolló paralelamente su<br />
vocación docente, siendo Profesor<br />
de Derecho Civil y Derecho Penal,<br />
primero en la Universidad de Deusto<br />
y ya después en otras privadas de<br />
Madrid, así como en la antigua Escuela<br />
Judicial.<br />
Dirigió Cursos de Doctorado y<br />
publicó multitud de trabajos en revistas<br />
de Derecho especializadas<br />
nacionales y extranjeras, amén de<br />
su "Derecho Civil" que alcanzó 18<br />
ediciones.<br />
Era académico de Número de la<br />
Real Academia de Jurisprudencia y<br />
Legislación de Madrid, Presidente<br />
del Instituto Europeo de España y<br />
del Instituto Iberoamericano de Derecho<br />
Penal y Ciencias Criminales.<br />
Estaba en posesión de la Cruz<br />
de Honor de San Raimundo de Peñafort,<br />
entre otras condecoraciones,<br />
y en 1996 le fue concedido el Premio<br />
Pelayo al mejor jurista de España.<br />
Pero si estos méritos, solamente<br />
de los muchos más que poseía, pueden<br />
dar una idea de la personalidad<br />
jurídica de Enrique, lo verdaderamente<br />
descomunal en él era su condición<br />
humana.<br />
Enrique desde hace dos años intuía<br />
que desgraciadamente su enfermedad<br />
era incurable. Jamás habló<br />
de ello. Trabajó en el Tribunal<br />
Constitucional como el que más, sin<br />
horas con una dedicación absoluta,<br />
y siguió impartiendo cursos y clases<br />
magistrales. Desde hace seis<br />
años estaba vinculado a Al me ría, al<br />
dirigir todos los veranos un Curso<br />
de la Universidad Complutense en<br />
Aguadulce y al haber dado algunas<br />
conferencias en el Centro Asociado<br />
de la UNED de Almería. Sus compañeros<br />
y alumnos lo respetábamos<br />
y admirábamos al ver tal humildad<br />
y sencillez en una persona de su<br />
categoría.<br />
Siempre realzó a sus compañeros,<br />
Magistrados, Fiscales o<br />
Secretarios Judiciales y tuvo un<br />
trato exquisito con los Colegios<br />
de Abogados y Procuradores,<br />
y concretamente con los de Almería,<br />
resaltando públicamente<br />
en todas sus conferencias ante<br />
los Decanos y Colegiados que asistían,<br />
su admiración por la Abogacía<br />
y la Procura, y por lo indispensable<br />
de sus funciones para una mejor<br />
realización de la Justicia. Era Colegial<br />
de Honor de los Ilustres Colegios<br />
de Abogados de Bogotá y León<br />
y del Ilustre Colegio de Procuradores<br />
de España le otorgó la Balanza<br />
de Oro.<br />
Pero toda esta grandeza, quizás<br />
no se hubiera podido exteriorizar,<br />
como así fue, si Enrique no hubiera<br />
encontrado a Elvira, su mujer, que<br />
fue todo para él como él lo era y lo<br />
sigue siendo para ella. Elvira llenó<br />
su vida, fue su compañera inseparable<br />
y colaboró con Enrique en toda<br />
su extraordinaria labor jurídica y docente.<br />
El recuerdo y magisterio de Enrique<br />
quedan imborrables en todos ·<br />
los que tuvimos la suerte de conocerlo<br />
o el honor de trabajar con él,<br />
y damos las gracias a El vira por haberle<br />
proporcionado esa felicidad y<br />
tranquilidad que hizo que llegara<br />
hasta nosotros la grandeza de Enrique.<br />
Almería, a 26 de mayo de 1998<br />
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