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SALA DE TOGAS<br />
Queridos compañeros y compañeras:<br />
PRESIDENTE DEL CONSEJO ANDALUZ DE<br />
COLEGIOS DE ABOGADOS<br />
Presidir desde ahora la Abogacía Andaluza es añadir con agrado una responsabilidad<br />
ilusionante a las ya previamente asumidas. Las inexcusables exigencias democráticas<br />
se han cumplido en la forma que determinan la Ley que el Parlamento de<br />
nuestra Comunidad Autónoma dictó el 29 de diciembre de 1.995 y los Estatutos que,<br />
una vez aprobados por las Juntas de Gobierno y ratificados por las Juntas Generales<br />
de todos los Colegios de Abogados andaluces, fueron declarados adecuados a la legalidad<br />
por el Consejo de Gobierno a través de la Orden de 11 de diciembre de 1.996. Obtenido<br />
el respaldo de las urnas, proclamo mi compromiso con los compañeros y con los<br />
Colegios de Abogados de Andalucía en el ejercicio de las tareas propias de la Presidencia<br />
de nuestro Consejo.<br />
No es empeño fácil. Los once Colegios andaluces agrupan alrededor de veinte<br />
mil colegiados, de los que aproximadamente quince mil son ejercientes. En abril de¡<br />
año pasado fueron transferidas las competencias en materia de Justicia a la Junta de<br />
Andalucía. Al tiempo recaían sobre nuestro Consejo Autonómico, constituido como Corporación<br />
de Derecho Público, amplias e importantes funciones. Y sucedo en el cargo a<br />
una persona excepcional, don Julio Ramos Díaz, anterior Decano del Colegio de Cádiz,<br />
que ha realizado una insuperable gestión en los muchos años que ha dedicado al Consejo,<br />
desde que iniciara su andadura en virtud de un convenio entre los once Colegios<br />
de Abogados Andaluces, hasta llevarlo a la situación de asunción de las importantes<br />
responsabilidades que hoy le competen.<br />
La Administración de Justicia está infradotada de medios en Andalucía. Gran<br />
número de Organos Judiciales no funciona adecuadamente. Buena parte de las normas<br />
procesales son obsoletas y la regulación de la oficina judicial deja su funcionamiento<br />
al albur de la mayor o menor profesionalidad y sentido de la responsabilidad<br />
de sus servidores, que puede ir desde la autoexigencia máxima hasta la nada infrecuente<br />
laxitud en el ejercicio de la función pública. Esto atañe nada menos que al desempeño<br />
de un servicio público, que es básico para la convivencia, la tutela de los derechos<br />
y libertades, y, en definitiva, para la realización de la Justicia. Los poderes<br />
legislativos y ejecutivos en los ámbitos estatal y autonómico y el propio Poder Judicial<br />
tienen capacidad de inicia ti va y/o de decisión sobre las materias que nos conciernen. Y<br />
la Justicia Gratuita sigue siendo una asignatura pendiente en la que abogados y Colegios<br />
soportamos una carga insuficientemente retribuida y deficientemente regulada,<br />
que precisa de reformas ineludibles.<br />
No es fácil, pues, la labor. Los Colegios tienen perfectamente definida su genuina<br />
misión, como también la tiene nuestro Consejo Autonómico, como a su vez la<br />
tiene el Consejo General de la Abogacía. Comprometo mi palabra ante todos para intentar,<br />
dentro del límite de mis nuevas responsabilidades, el ensamblaje de este puzzle,<br />
desde la específica misión que me corresponde como Presidente del Consejo Andaluz<br />
de Colegios de Abogados.<br />
Un cordial saludo<br />
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