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Revista del instituto. - IES Juan de Herrera - Comunidad de Madrid

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Primer premio 1º y 2º ESO<br />

Hace muchos, muchos años, había<br />

una ciudad <strong>de</strong> peces, en el Mar<br />

Rojo, que vivían en paz, en las cuevas<br />

que había en el coral, cavadas<br />

unas por ellos mismos y otras por<br />

las olas.<br />

Se reunían todos los días a hablar<br />

<strong>de</strong> sus asuntos, <strong>de</strong> cómo estaban<br />

las algas, baratas según quienes las<br />

vendían y caras quienes las compraban,<br />

<strong>de</strong> los niños que iban creciendo,<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> congrio <strong><strong>de</strong>l</strong> Cuarto C, que parece<br />

mentira lo gran<strong>de</strong> que se había<br />

hecho.<br />

Pero aquel día no era normal. Llegaba<br />

una familia nueva, <strong>de</strong> muy lejos, y<br />

todos estaban esperándoles.<br />

Llegó el autobús, un enorme tiburón<br />

ballena, que llevaba agarrados<br />

a otros peces mas pequeños, para<br />

ahorrarles el esfuerzo <strong>de</strong> nadar<br />

gran<strong>de</strong>s distancias, y empezaron<br />

a bajar un pez sierra, una merluza<br />

y un besugo, que habían estado <strong>de</strong><br />

viaje por el Mediterráneo, y, por<br />

último, la nueva familia.<br />

Eran unos peces muy raros, muy<br />

rojos, como <strong>de</strong> fuego, y tenían en<br />

la espalda una larguísima aleta, casi<br />

más larga que ellos mismos.<br />

Los padres bajaban saludando a la<br />

gente, pero el hijo estaba en otro<br />

mundo: miraba a los <strong>de</strong>más peces<br />

con <strong>de</strong>sdén, como si fueran menos<br />

que él, y con el hocico en alto, pasaba<br />

entre todos sin pararse ni hablar<br />

con nadie.<br />

Uno <strong>de</strong> los pequeños peces soldado<br />

le dijo: “Hola”, pero el nuevo ni<br />

siquiera le miró, ni le contestó.<br />

“¡Qué maleducado!”, pensó el pez<br />

soldado.<br />

Al día siguiente, todos los peces<br />

fueron a la escuela, don<strong>de</strong> el viejo<br />

señor Mero les contaba las cosas<br />

más importantes que <strong>de</strong>bían apren<strong>de</strong>r.<br />

“Niños: hoy vamos a hablar <strong>de</strong> los<br />

peligros que nos acechan, porque,<br />

aunque vosotros penséis que no han<br />

ninguno, la vida <strong>de</strong> los peces está<br />

llena <strong>de</strong> peligros”.<br />

“Don<strong>de</strong> nosotros vivimos, ya conocemos<br />

los animales peligrosos:<br />

las barracudas, los tiburones, las<br />

chernas, y tenemos montado un servicio<br />

<strong>de</strong> alarma que nos avisa cuando<br />

llegan esos in<strong>de</strong>seables y corremos<br />

a escon<strong>de</strong>rnos”.<br />

“Pero más abajo, don<strong>de</strong> casi no se<br />

ve, hay peces que <strong>de</strong>sconocemos,<br />

enormes, sigilosos, que os comerían<br />

en un segundo si vais don<strong>de</strong> no<br />

<strong>de</strong>béis.”<br />

El pez que todo lo sabía<br />

Todos los pececillos estaban<br />

escuchando, algo asustados, y,<br />

aunque hubieran tenido pestañas, no<br />

habrían podido ni pestañear, <strong>de</strong> la<br />

atención que tenían.<br />

Bueno, todos menos el Nuevo, que<br />

hacía gestos <strong>de</strong> aburrimiento.<br />

El señor Mero continuó:<br />

“Y si en vez <strong>de</strong> hacia abajo vais<br />

hacia arriba, entonces la cosa es<br />

mucho peor aún.<br />

Ningún pez que haya estado arriba<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> todo, don<strong>de</strong> el agua se acaba ha<br />

podido volver para contarlo, pero se<br />

dice que viven seres monstruosos,<br />

con caras horribles, que hacen unos<br />

ruidos tremendos y que están siempre<br />

tratando <strong>de</strong> engañarnos para<br />

atraparnos y <strong>de</strong>vorarnos”.<br />

“Se dicen tantas barbarida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

ellos que <strong>de</strong>ben ser mentira: los<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong>fines que saltan <strong>de</strong> vez en cuando<br />

por encima <strong><strong>de</strong>l</strong> alguna y han sabido<br />

regresar, cuentan cosas horribles:<br />

que nos clavan ganchos en la boca,<br />

que nos clavan ganchos en los costados,<br />

que nos arrancan la piel y nos<br />

echan en agua hirviendo aún vivos.<br />

Yo creo que los <strong><strong>de</strong>l</strong>fines exageran o<br />

que no les enten<strong>de</strong>mos bien porque<br />

no hablan el idioma <strong>de</strong> los peces,<br />

pero algo <strong>de</strong>be haber, así que ya lo<br />

sabéis: no os arriméis nunca hacia<br />

allá arriba”.<br />

Los pececillos se quedaron escuchando,<br />

aunque el señor Mero ya<br />

había terminado, pero <strong>de</strong> repente<br />

se oyó al Nuevo que <strong>de</strong>cía: “Pues yo<br />

no me creo ni una palabra: todo eso<br />

son tonterías <strong>de</strong> viejos”.<br />

“Niño: no son tonterías”.<br />

“Sí que lo son y no pienso creerlas”.<br />

El señor Mero calló y dijo: “Niños,<br />

es la hora <strong><strong>de</strong>l</strong> recreo”.<br />

Todos los pececitos salieron al patio<br />

y ro<strong>de</strong>aron al Nuevo:<br />

¿Por qué dices eso? ¿Crees que el<br />

maestro nos engaña?<br />

Seguro: es un viejo cascarrabias<br />

que no sabe nada <strong>de</strong> la vida. Yo que<br />

he viajado mucho con mi familia<br />

puedo <strong>de</strong>ciros que lo único que quiere<br />

es darnos miedo para que no nos<br />

movamos ni siquiera.<br />

El pez soldado, el mismo que el día<br />

anterior le había saludado sin que le<br />

respondiera dijo:<br />

“Pues yo sí creo que lo el señor<br />

Mero dice. ¿Para qué querría engañarnos?<br />

El Nuevo dijo: “No le hagáis caso.<br />

Es un pringao. Luego, cuando acabe<br />

la clase os enseñaré cómo lo que nos<br />

han contado es una trola.”<br />

Concurso <strong>de</strong> cuentos<br />

Los otros pececillos ya empezaban a<br />

creerle, cuando sonó la caracola que<br />

señalaba el final <strong>de</strong> recreo y todos<br />

volvieron a clase.<br />

La verdad es que las clases siguientes<br />

no sirvieron <strong>de</strong> mucho, porque<br />

todos los pececillos estaban esperando<br />

a que terminara para ver qué<br />

pasaba con el Nuevo.<br />

Acabó, por fin, y todos salieron<br />

corriendo, arremolinados con el<br />

Nuevo.<br />

¿Adón<strong>de</strong> vamos? ¿Cómo nos vas a<br />

<strong>de</strong>mostrar que el señor Mero es un<br />

trolero?<br />

“Está fácil: ¿no dice que no hay que<br />

ir hacia el fondo? Pues miradme”<br />

Y empezó a nadar a toda velocidad<br />

hacia el fondo, hasta que llegó tan<br />

abajo que no se le veía.<br />

Pasaron cuatro o cinco minutos y el<br />

pez soldado empezó a <strong>de</strong>cir:<br />

“¿Lo veis? Seguro que se lo ha comido<br />

un monstruo <strong><strong>de</strong>l</strong> abismo”<br />

Los otros peces empezaron a<br />

mirarse unos a otros y empezaron<br />

a <strong>de</strong>cir: “Hay que ir a avisar a los<br />

mayores: seguro que ya no vuelve”.<br />

De repente, el Nuevo apareció<br />

nadando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo lentamente<br />

y riéndose: ¿Creíais que me habían<br />

comido? ¿No veis que es una trola?<br />

Y ahora, vamos arriba, para que<br />

veáis que no pasa nada.<br />

Los pececillos se miraron y dijeron :<br />

“No, no. Sube tú y nosotros miramos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí abajo.<br />

Entonces se vio que algo caía <strong>de</strong> lo<br />

alto: era una cosa brillante, amarilla,<br />

que se retorcía como un gusano,<br />

y a<strong>de</strong>más tenía un gusano <strong>de</strong> verdad.<br />

Todos los peces se miraron y dijeron:<br />

¿Qué es eso?<br />

“Eso es un adorno para la espina <strong>de</strong><br />

mi espalda y un gusano para mi merienda,<br />

pringaos” dijo el Nuevo y se<br />

lanzó con la boca abierta sobre ello.<br />

Sintió que algo se la clavó en la<br />

boca, intentó escupirlo y escapar,<br />

pero entonces notó un tirón <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

lo alto, que le sacó <strong><strong>de</strong>l</strong> agua.<br />

Unas manos lo agarraron, le arrancaron<br />

el anzuelo <strong>de</strong>sgarrándole<br />

la boca y le arrojaron en el fondo<br />

<strong>de</strong> una barca, con otros peces que<br />

saltaban intentando escapar.<br />

Los <strong>de</strong>más peces nadaron <strong>de</strong>spavoridos<br />

hacia sus casas y al día<br />

siguiente, cuando el señor Mero les<br />

contaba la lección, atendieron más<br />

que nunca.<br />

Blanca Pardo Álvarez<br />

Cuatro Gatos<br />

17

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