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OPINIÓN<br />
CRISIS PESQUERA<br />
La captura<br />
de juveniles<br />
y las formas de evitarla<br />
Por Lic. Guillermo Cañete<br />
Coordinador del Programa Marino FVSA<br />
La pesca es una actividad económica basada en la explotación<br />
de los recursos naturales que nos ofrecen los<br />
ecosistemas marinos, patrimonio de toda la sociedad.<br />
Esta interacción entre el hombre y la naturaleza está<br />
sujeta una complejo trama de intereses, regulaciones,<br />
evaluaciones científicas y decisiones políticas, muchas<br />
veces difíciles de comprender. Pero afortunadamente,<br />
hay algunas reglas sencillas que pueden ayudar a aclarar<br />
el sistema y una de ellas es: “no podemos capturar<br />
mas peces de los que se renuevan cada año, y menos<br />
aún juveniles que aún no han llegado a reproducirse.<br />
Si esto ocurre, el capital que está bajo el agua disminuye<br />
y finalmente se agota, colapsa”.<br />
Esta sencilla regla de sentido común es fácil de comprender<br />
pero parece muy difícil de practicar, al menos<br />
para las autoridades pesqueras y la industria.<br />
La idea entonces sería pescar lo que se necesita pero<br />
sin afectar a los juveniles y disminuyendo el impacto<br />
sobre otras especies que no necesitamos. Y eso depende<br />
de la selectividad, es decir, de la capacidad de<br />
las redes de retener ciertos tamaños de peces y permitir<br />
el escape de otros.<br />
La pesquería de merluza utiliza redes de arrastre de<br />
fondo, uno de los dispositivos menos selectivos que se<br />
conocen, a lo que se suman prácticas irresponsables<br />
en su armado y operación, eliminando la posibilidad de<br />
que escape algo de ellas. El resultado: la captura indiscriminada<br />
de juveniles.<br />
A pesar de la falta de estimaciones actualizadas, estas<br />
capturas estarían en el orden del 30% al 50%, lo que<br />
significa un enorme desperdicio del potencial biológico<br />
para la renovación del recurso.<br />
La solución para evitar o disminuir este problema es<br />
utilizar “artes de pesca inteligentes” (tal es el título de<br />
la competencia internacional Smartgear de <strong>WWF</strong> que<br />
propicia el desarrollo de dispositivos más selectivos).<br />
Artes de pesca que permitan el escape de mayor número<br />
de juveniles y de especies no deseadas, y disminuyan<br />
el impacto de la actividad sobre el recurso y la<br />
biodiversidad marina.<br />
La Argentina cuenta con estos dispositivos. En el caso<br />
de la pesquería de merluza, el Instituto Nacional de<br />
Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) adaptó y<br />
desarrollo el llamado DEJUPA (Dispositivo para el Escape<br />
de Juveniles de Peces en las Redes de Arrastre)<br />
con muy buenos resultados. Sin embargo, pese a que<br />
desde el año 2000 es obligatorio, nunca fue utilizado<br />
por la industria con la complicidad de las autoridades<br />
de turno. Desde febrero de 2009 su uso está suspendido<br />
“temporalmente” atendiendo a las razones de la<br />
industria para permitir el desarrollo de dispositivos<br />
alternativos. Mientras tanto, el plazo de la suspensión<br />
ha sido largamente superado y continúa la captura de<br />
juveniles, porque no se ha planteado claramente el<br />
problema de fondo: a falta de ejemplares más grandes,<br />
la industria procesa juveniles que en otros tiempos<br />
eran descartados. Es decir, el negocio de corto plazo<br />
depende de matar los que deberían crecer.<br />
Las autoridades y el sector se enfrentan a un problema<br />
muy claro: la pesquería de merluza no es sustentable<br />
en el tiempo si no se recupera la porción de adultos reproductores.<br />
Para eso hay que asegurar la supervivencia<br />
y el crecimiento de los juveniles que se incorporan<br />
anualmente a la pesquería. Existe el dispositivo técnico,<br />
falta la decisión política de hacer cumplir en forma<br />
efectiva su utilización.<br />
Vida Silvestre · 109 | Fundación Vida Silvestre Argentina