El Papa Bueno - The International Raoul Wallenberg Foundation
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Documento 24: Monseñor Tardini informa al Nuncio en Berna, Monseñor Bernardini, acerca<br />
de los esfuerzos de la Santa Sede en favor de judíos de Hungría y Checoslovaquia. Se alude a<br />
telegrama 212 del Nuncio Roncalli - Telegrama nº696 del 23-10-1944 sobre el tema de<br />
referencia. En la nota al pie de página se aclara que el telegrama nº 212 del Nuncio Roncalli<br />
que se acompaña a la nota de Monseñor Tardini dice lo siguiente : "Más de 5000 judíos están<br />
siendo concentrados en el campo de Sered, entre ellos unos 2000 están en peligro de deportación, lo que significa<br />
una muerte cierta. Nos permitimos solicitar la intervención de la Santa Sede en favor de esos 2000 judíos para<br />
salvarles de la deportación y la muerte" (este telegrama está archivado en la Nunciatura en Estambul)<br />
(Pág. 454).<br />
Documento 25: <strong>El</strong> Nuncio Roncalli (en carácter de Nuncio en Francia) se dirige a Monseñor<br />
Montini, solicitando información acerca de judíos italianos deportados a Alemania -<br />
Comunicación nº 601/45 del 23-3-1945 sobre el tema de referencia (pág. 565).<br />
Testimonios y relatos<br />
En esta sección se consignan relatos de quienes fueron testigos personales de la labor<br />
humanitaria de Monseñor Angelo Roncalli en favor de refugiados judíos durante el Holocausto<br />
o de aquellas personas que tomaron conocimiento de las acciones de salvataje por intermedio<br />
de fuentes fidedignas.<br />
Rabino Arthur Herzberg<br />
Profesor visitante de Humanidades en la Universidad de Nueva York a cargo de la cátedra<br />
Bronfman. Autor de nueve libros, entre ellos "La idea sionista" y, con Aron Hirt-Manheimer, y<br />
"Judíos : la esencia y el carácter de un Pueblo". Recuerda un emotivo comentario que escuchó<br />
del Gran Rabino de Palestina durante el Mandato Británico, Isaac Herzog, acerca de la<br />
disposición humanitaria de Monseñor Angelo Roncalli.<br />
"En el otoño de 1941, el entonces Gran Rabino de Tierra Santa, Isaac Herzog, viajó de país en<br />
país con la misión de conseguir el apoyo de líderes mundiales para detener la matanza de judíos<br />
en Europa. Cuando el Gran Rabino llegó a Nueva York, Saul Lieberman, amigo de Herzog y<br />
uno de mis profesores, me pidió que le ayudara. Recuerdo una noche bien tarde en la que el<br />
rabino Herzog, que era un verdadero santo, estaba sentado en una silla cerca de la ventana,<br />
recitando salmos. Cuando terminó, suspiró y dijo:<br />
"Herzberg, te quiero contar una historia. Antes de llegar a America, viajé por todo el<br />
Mediterráneo en barcos neutrales. Estuve en Malta, el Cairo, Estanbul y otras ciudades<br />
buscando ayuda para salvar a nuestro pueblo. Donde llegaba visitaba la delegación papal y<br />
siempre encontraba la misma respuesta: "¿Qué puedo hacer? Mis manos están atadas". En<br />
todos los lugares encontré indiferencia o impotencia. La única excepción fue en Estanbul, en<br />
donde visité al delegado apostólico del Vaticano en Turquía, el arzobispo Angelo Giuseppe<br />
Roncalli. Cuando le conté acerca de los asesinatos en masa, empezó a gritar, se levantó de su<br />
silla, me abrazó y exclamó: "Rabino, ¿qué puedo hacer para ayudar?"