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La gran señora del espiritismo - Federación Espírita Española

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El artículo que ocupaba casi tres páginas de la revista, que tenía apenas ocho, tapa colorida,<br />

formato 25 x 18, mereció el honorífico premio de ser denunciado a la policía de imprenta de<br />

Alfonso XII, puesta en las manos <strong>del</strong> clero.<br />

Fue condenada a una suspensión de 42 semanas, lo que ocurrió al ser publicado el tercer<br />

número, con fecha <strong>del</strong> 5 de junio. El segundo número es fechado el 29 de mayo.<br />

Revisando la parte medular <strong>del</strong> texto de la primera edición, se puede leer un artículo titulado:<br />

"Progreso". Su autora es una de las colaboradoras mencionadas por Llach: María Fernández y<br />

Casanova.<br />

El trabajo de esa colaboradora, de la cual nada se encuentra en el número siguiente, buscaba<br />

despertar en la mujer de su tiempo la idea de la evolución en el ámbito estrecho en que vivía.<br />

También daba énfasis a la doctrina a la cual servía. Se trataba de un artículo muy bien<br />

inspirado, claro, preciso y que, a pesar de ser escrito con simplicidad, para que pudiese ser<br />

comprendido por las mentalidades menos aficionadas a los ejercicios mentales y al<br />

razonamiento demasiado complejo, no caía en banalidades y ni hacía concesiones a lo vulgar<br />

o a lo intranscendente.<br />

Completan ese primer número una poesía de Amalia: <strong>La</strong> oración, otra firmada por Lelia,<br />

titulada: <strong>La</strong> Sombra de la Vida, completando así el material de modos aprobados para su<br />

flamante directora.<br />

<strong>La</strong> "Oración" dice lo siguiente:<br />

Para rogar al Eterno<br />

Yo no encuentro necesario<br />

Entrar en un santuario<br />

Que la costumbre fijó.<br />

Cuando el alma dolorida<br />

No encuentra a su mal consuelo<br />

Le basta mirar al cielo.<br />

¿Hay templo más <strong>gran</strong>de?... ¡No!<br />

Así estaba concebida la primera estrofa <strong>del</strong> verso, que se componía de diecinueve, en la<br />

misma métrica. En el segundo número Amalia comienza su colaboración que, prosiguiendo<br />

en números sucesivos <strong>del</strong> semanario, trae el título genérico de la "<strong>La</strong> soledad de la mujer".<br />

Pinta la autora, con rasgos seguros, rápidos y claros, la idiosincrasia de la mujer de la época<br />

relativamente a fa manera como le es retribuido el trabajo. En los trabajos siguientes va<br />

analizando los errores, las posibilidades y el encadenamiento que el asunto exige, siempre<br />

con una tónica tan accesible que ganó rápidamente el interés de <strong>gran</strong> cantidad de lectores,<br />

mereciendo tantos aplausos como otros tantos similares que ella fue publicando en separatas<br />

.<br />

"<strong>La</strong> mujer de la aristocracia - Escribe -, generalmente celebra su casamiento en la iglesia.<br />

Esto es, el sacerdote bendice los novios y la joven desposada sólo quita su precioso traje de<br />

virgen para vestir el elegante acostumbrado <strong>del</strong> viaje. Siguen para el extranjero, son esos los<br />

primeros eventos de su vida conyugal.<br />

"Transcurrida la luna de miel (es de mal gusto que dure mucho tiempo), los esposos vuelven<br />

a la ciudad, a su país. Para los jóvenes esposos comienza una nueva vida de real

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