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Los Hechos de los Apóstoles (1957) - Ellen G. White Writings

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Llamamiento a alcanzar una norma más alta 219<br />

podía tomar la codiciada guirnalda. Alguno podía empeñar el mayor<br />

esfuerzo por obtener el premio, pero cuando estaba por exten<strong>de</strong>r la<br />

mano para tomarlo, otro, un instante antes que él, podía llevarse el<br />

codiciado tesoro.<br />

Tal no es el caso en la lucha cristiana. Ninguno que cumpla con<br />

las condiciones se chasqueará al fin <strong>de</strong> la carrera. Ninguno que sea<br />

ferviente y perseverante <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> tener éxito. La carrera no es <strong>de</strong>l<br />

veloz, ni la batalla <strong>de</strong>l fuerte. El santo más débil, tanto como el más<br />

fuerte, pue<strong>de</strong> llevar la corona <strong>de</strong> gloria inmortal. Pue<strong>de</strong> ganarla todo<br />

el que, por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la gracia divina, pone su vida en conformidad<br />

con la voluntad <strong>de</strong> Cristo. Demasiado a menudo se consi<strong>de</strong>ra como<br />

asunto sin importancia, <strong>de</strong>masiado trivial para exigir atención, la<br />

práctica en <strong>los</strong> <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> <strong>los</strong> principios sentados en la<br />

Palabra <strong>de</strong> Dios. Pero en vista <strong>de</strong>l resultado que está en juego, nada<br />

<strong>de</strong> lo que ayu<strong>de</strong> o estorbe es pequeño. Todo acto pesa en la balanza<br />

que <strong>de</strong>termina la victoria o el fracaso <strong>de</strong> la vida. La recompensa<br />

dada a <strong>los</strong> que venzan estará en proporción con la energía y el fervor<br />

con que hayan luchado.<br />

El apóstol se comparó a sí mismo con un hombre que corre una [253]<br />

carrera empeñando todo nervio en la obtención <strong>de</strong>l premio. “Así que,<br />

yo <strong>de</strong> esta manera corro—dice,—no como a cosa incierta; <strong>de</strong> esta<br />

manera peleo, no como quien hiere el aire: antes hiero mi cuerpo, y<br />

lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo predicado a otros,<br />

yo mismo venga a ser reprobado.” Para no correr en forma incierta o<br />

al azar la carrera cristiana, Pablo se sometía a severa preparación.<br />

Las palabras: “Pongo en servidumbre” mi cuerpo, significan literalmente<br />

someter, mediante severa disciplina, <strong>los</strong> <strong>de</strong>seos, impulsos<br />

y pasiones. Pablo temía que, habiendo predicado a otros, él mismo<br />

fuera reprobado. Comprendía que si no cumplía en su vida <strong>los</strong><br />

principios que creía y predicaba, sus labores en favor <strong>de</strong> otros no<br />

le valdrían <strong>de</strong> nada. Su conversación, su influencia, su negación a<br />

entregarse a la complacencia propia, <strong>de</strong>bían mostrar que su religión<br />

no era mera profesión, sino una comunión diaria y viva con Dios.<br />

Mantenía siempre <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí un blanco, y luchaba ardientemente<br />

por alcanzarlo: “la justicia que es <strong>de</strong> Dios por la fe.” Filipenses 3:9.<br />

Pablo sabía que su lucha contra el mal no terminaría mientras<br />

durara la vida. Siempre comprendía la necesidad <strong>de</strong> vigilarse severamente,<br />

para que <strong>los</strong> <strong>de</strong>seos terrenales no se sobrepusieran al

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