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Los Hechos de los Apóstoles (1957) - Ellen G. White Writings

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24 <strong>Los</strong> <strong>Hechos</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Apóstoles</strong><br />

lentamente <strong>de</strong> entre el<strong>los</strong>. “Y aconteció que bendiciéndo<strong>los</strong>, se fué<br />

<strong>de</strong> el<strong>los</strong>; y era llevado arriba al cielo.” Lucas 24:51.<br />

Mientras <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> estaban mirando arriba para recibir la<br />

última vislumbre <strong>de</strong> su Señor que ascendía, él fué recibido en las<br />

gozosas filas <strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles celestiales. Mientras estos ángeles lo<br />

escoltaban a <strong>los</strong> atrios <strong>de</strong> arriba, cantaban triunfalmente: “Reinos<br />

<strong>de</strong> la tierra, cantad a Dios, cantad al Señor; al que cabalga sobre <strong>los</strong><br />

cie<strong>los</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>.... Atribuid fortaleza a Dios: sobre Israel es su<br />

magnificencia, y su po<strong>de</strong>r está en <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>.” Salmos 68:32-34.<br />

<strong>Los</strong> discípu<strong>los</strong> estaban todavía mirando fervientemente hacia<br />

el cielo cuando “he aquí, dos varones se pusieron junto a el<strong>los</strong> en<br />

vestidos blancos; <strong>los</strong> cuales también les dijeron: Varones Galileos,<br />

¿qué estáis mirando al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir<br />

al cielo.” <strong>Hechos</strong> 1:10, 11.<br />

La promesa <strong>de</strong> la segunda venida <strong>de</strong> Cristo habría <strong>de</strong> mantenerse<br />

siempre fresca en las mentes <strong>de</strong> sus discípu<strong>los</strong>. El mismo Jesús a<br />

quien el<strong>los</strong> habían visto ascen<strong>de</strong>r al cielo, vendría otra vez, para llevar<br />

consigo a aquel<strong>los</strong> que aquí estuvieran entregados a su servicio.<br />

La misma voz que les había dicho: “He aquí, yo estoy con vosotros<br />

todos <strong>los</strong> días, hasta el fin <strong>de</strong>l mundo,” les daría la bienvenida a su<br />

presencia en el reino celestial.<br />

Así como en el servicio típico el sumo sacerdote ponía a un lado<br />

sus ropas pontificias, y oficiaba con el blanco vestido <strong>de</strong> lino <strong>de</strong>l<br />

sacerdote común, así Cristo puso a un lado sus ropas reales, fué<br />

vestido <strong>de</strong> humanidad, ofreció sacrificio, siendo él mismo el sacerdote<br />

y la víctima. Como el sumo sacerdote, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> realizar su<br />

servicio en el lugar santísimo, salía vestido con sus ropas pontificias,<br />

a la congregación que esperaba, así Cristo vendrá la segunda vez,<br />

cubierto <strong>de</strong> vestidos tan blancos “que ningún lavador en la tierra <strong>los</strong><br />

pue<strong>de</strong> hacer tan blancos.” Marcos 9:3. El vendrá en su propia gloria,<br />

y en la gloria <strong>de</strong> su Padre, y toda la hueste angélica lo escoltará en<br />

su venida.<br />

Así se cumplirá la promesa <strong>de</strong> Cristo a sus discípu<strong>los</strong>: “Vendré<br />

otra vez, y os tomaré a mí mismo.” Juan 14:3. A aquel<strong>los</strong> que le<br />

hayan amado y esperado, <strong>los</strong> coronará con gloria, honor e inmortalidad.<br />

<strong>Los</strong> justos muertos se levantarán <strong>de</strong> sus tumbas, y <strong>los</strong> que estén<br />

vivos serán arrebatados con el<strong>los</strong> al encuentro <strong>de</strong>l Señor en el aire.

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