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Antología propuesta - voz y verso

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An ntolo ogía<br />

Dr.<br />

de Poeta P as MMexiccanoos<br />

Mar rx Ar rriagga<br />

NNavarrro<br />

1


1. José Juan Tablada(1871-1945)<br />

2. Enrique González Martínez (1871-<br />

1952)<br />

3. Porfirio Barba-Jacob (1883-1942)<br />

4. Ramón López Velarde (1888-1921)<br />

5. Alfonso Reyes (1889-1959)<br />

6. Carlos Pellicer (1897-1977)<br />

7. Manuel Maples Arce (1898-1980)<br />

8. Renato Leduc (1898-1986)<br />

9. Bernardo Ortiz de Montellano (1899-<br />

1948)<br />

10. Elías Nandino (1900)<br />

11. José Gorostiza (1901-1973)<br />

12. Xavier Villaurrutia (1903-1950)<br />

13. Salvador Novo (1904-1975)<br />

14. Jorge Cuesta Porte-Petit (1903-1942)<br />

15. Gilberto Owen (1905-1972)<br />

16. Octavio Paz (1914-1998)<br />

17. Efraín Huerta (1914-1982)<br />

18. Alí Chumacero (1918)<br />

19. Rubén Bonifaz Nuño (1923)<br />

20. Rosario Castellanos (1925-1974)<br />

21. Jaime Sabines (1926)<br />

22. Juan Bañuelos (1930)<br />

23. Gabriel Zaid (1934)<br />

Índice de Autores<br />

24. José Emilio Pacheco (1939)<br />

25. Francisco Hernández (1946)<br />

26. Antonio Deltoro (1947)<br />

27. Ricardo Yáñez (1948)<br />

28. David Huerta (1949)<br />

29. Marco Antonio Campos (1949)<br />

30. Efraín Bartolomé (1950)<br />

31. Eduardo Hurtado (1950)<br />

32. Raúl Aceves (1951)<br />

33. Coral Bracho (1951)<br />

34. Alberto Blanco (1951)<br />

35. Eduardo Langagne (1952)<br />

36. Raul Caballero (1952)<br />

37. Vicente Quirarte (1954)<br />

38. Carmen Boullosa (1954)<br />

39. Víctor Manuel Mendiola (1954)<br />

40. Ricardo Castillo (1954)<br />

41. Rafael Vargas (1954)<br />

42. Rubén Medina (1954)<br />

43. Blanca Luz Pulido (1956)<br />

44. José María Espinasa (1957)<br />

45. Francisco Segovia (1958)<br />

46. César Benítez (1958)<br />

47. Sergio Cordero (1961)<br />

2


Juan José Tablada ( 1871-1945)<br />

SONETO WATTEAU<br />

Manón, la erbúrnea frente,<br />

la de cabello empolvado<br />

y vestidura crujiente,<br />

¡tus ojos me han cautivado!<br />

Eco de mi amor ardiente,<br />

el clavicordio ha cantado<br />

la serenata doliente<br />

y el rondel enamorado...<br />

¡Ven! el amor que aletea<br />

lanza su flecha dorada<br />

y en el mar que azul ondea,<br />

surge ya la empavesada<br />

galera flordelisada<br />

¡que conduce a la Citerea!<br />

JAPÓN<br />

El florilegio, 1898<br />

¡Áureo espejismo, sueño de opio,<br />

fuente de todos mis ideales!<br />

¡Jardín que un raro kaleidoscopio<br />

borda en mi mente con sus cristales!<br />

Tus teogonías me han exaltado<br />

y amo ferviente tus glorias todas;<br />

¡yo soy el siervo de tu Mikado!<br />

¡Yo soy el bonzo de tos pagodas!<br />

Por ti mi dicha renace ahora<br />

y en mi alma escéptica se derrama<br />

como los rayos de un sol de aurora<br />

sobre la nieve del Fusiyama.<br />

Tú eres el opio que narcotiza,<br />

y al ver que aduermes todas mis penas<br />

mi sangre --roja sacerdotisa--<br />

tus alabanzas canta en mis venas.<br />

¡Canta! En sus cauces corre y se estrella<br />

mi tumultuosa sangre de Oriente,<br />

3


y ése es el canto de tu epopeya,<br />

mágico Imperio del Sol Naciente.<br />

En tu arte mágico --raro edificio--<br />

viven los monstruos, surgen las flores,<br />

es el poema del Artificio<br />

en la Obertura de los colores.<br />

¡Rían los blancos con risa vana!<br />

Que al fin contemplas indiferente<br />

desde los cielos de tu Nirvana<br />

a las Naciones de Occidente.<br />

Distingue mi alma cuando en ti sueña<br />

--cuando sombrío y aterrador--<br />

la inmóvil sombra de la cigüeña<br />

sobre un sepulcro de emperador.<br />

Templos grandiosos y seculares<br />

y en su pesado silencio ignoto,<br />

Budhas que duermen en los altares<br />

entre las áureas flores de loto.<br />

De tus princesas y tus señores<br />

pasa el cortejo dorado y rico,<br />

y en ese canto de mil colores<br />

es una estrofa cada abanico.<br />

Se van abriendo si reverbera<br />

el sol y lanza sus tibias olas<br />

los parasoles, cual Primavera<br />

de crisantemas y de amapolas.<br />

Amo tus ríos y tus lagunas,<br />

tus ciervos blancos y tus faisanes<br />

y el ampo triste con que tus lunas<br />

bañan la cumbre de tus volcanes.<br />

Amo tu extraña mitología,<br />

los raros monstruos, las claras flores<br />

que hay en tus biombos de seda umbría<br />

y en el esmalte de tus tibores.<br />

¡Japón! Tus ritos me han exaltado<br />

y amo ferviente tus glorias todas;<br />

¡yo soy el ciervo de tu Mikado!<br />

¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!<br />

4


Y así quisiera mi ser que te ama,<br />

mi loco espíritu que te adora,<br />

ser ese astro de viva llama<br />

que tierno besa y ardiente dora<br />

¡la blanca nieve del Fusiyama!<br />

ÓNIX<br />

El florilegio, 1898<br />

Torvo fraile del templo solitario<br />

que al fulgor de nocturno lampadario<br />

o a la pálida luz de las auroras<br />

desgranas de tus culpas el rosario...<br />

--¡Yo quisiera llorar como tu lloras!<br />

Porque la fe en mi pecho solitario<br />

se extinguió como el turbio lampadario<br />

entre la luz roja de las auroras,<br />

y mi vida es un fúnebre rosario<br />

más triste que las lágrimas que lloras.<br />

Casto amador de pálida hermosura<br />

o torpe amante de sensual impura<br />

que vas --novio feliz o amante ciego--<br />

llena el alma de amor o de amargura...<br />

--¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!<br />

Porque no me seduce la hermosura,<br />

ni el casto amor, ni la pasión impura;<br />

porque en mi corazón dormido y ciego,<br />

ha caído un gran soplo de amargura,<br />

que también pudo ser lluvia de fuego.<br />

¡Oh Guerrero de lírica memoria<br />

que, al asir el laurel de la victoria,<br />

caíste herido con el pecho abierto<br />

para vivir la vida de la Gloria!<br />

--¡Yo quisiera morir como tú has muerto!<br />

Porque al templo sin luz de mi memoria,<br />

sus escudos triunfales la victoria<br />

no ha llegado a colgar, porque no ha abierto<br />

el relámpago de oro de la Gloria<br />

mi corazón obscurecido y muerto.<br />

Fraile, amante, guerrero, yo quisiera<br />

saber qué obscuro advenimiento espera<br />

el amor infinito de mi alma,<br />

5


si de mi vida en la tediosa calma<br />

no hay un Dios, ni un amor, ni una bandera.<br />

EL SAÚZ<br />

Tierno saúz<br />

casi oro, casi ámbar,<br />

casi luz...<br />

LOS GANSOS<br />

Por nada los gansos<br />

tocan alarma<br />

en sus trompetas de barro.<br />

EL PAVO REAL<br />

Pavorreal, largo fulgor,<br />

por el gallinero demócrata<br />

pasas como procesión...<br />

LA TORTUGA<br />

El florilegio, 1898<br />

Aunque jamás se muda,<br />

a tumbos, como carro de mudanzas,<br />

va por la senda la tortuga.<br />

HOJAS SECAS<br />

El jardín está lleno de hojas secas;<br />

nunca vi tantas hojas en sus árboles<br />

verdes, en primavera.<br />

LOS SAPOS<br />

Trozos de barro,<br />

por la senda en penumbra<br />

saltan los sapos.<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

6


EL MURCIÉLAGO<br />

¿Los vuelos de la golondrina<br />

ensaya en la sombra el murciélago<br />

para luego volar de día...?<br />

MARIPOSA NOCTURNA<br />

Devuelve a la desnuda rama,<br />

nocturna mariposa,<br />

las hojas secas de tus alas.<br />

LUCIÉRNAGAS<br />

Luciérnagas en un árbol...<br />

¿Navidad en verano?<br />

EL RUISEÑOR<br />

Bajo el celeste pavor<br />

delira por la única estrella<br />

el cántico del ruiseñor.<br />

LA LUNA<br />

Es mar la noche negra;<br />

la nube es una concha;<br />

la luna es una perla...<br />

LI-PO<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />

7


Li-po y otros o poemas s, 1920<br />

HONGO O<br />

Parece la a sombrilla<br />

este hong go policromo o<br />

de un sap po japonista<br />

LA GUA ACHARACA A<br />

El jarro de e flores, 192 22<br />

¿Asierran n un bambú en el gradua al?<br />

¿Canta la a guacharaca a?<br />

Rac... Ra ac... Rac...<br />

15


LIBÉLULA<br />

El jarro de flores, 1922<br />

Porfía la libélula<br />

por emprender su cruz transparente<br />

en la rama desnuda y trémula...<br />

EN LILIPUT<br />

Hormigas sobre un<br />

grillo, inerte. Recuerdo<br />

de Guliver en Liliput...<br />

VUELOS<br />

Juntos, en la tarde tranquila<br />

vuelan notas de Ángelus,<br />

murciélagos y golondrinas.<br />

EL BURRITO<br />

Mientras lo cargan<br />

sueña de burrito amosquilado<br />

en paraísos de esmeralda...<br />

UN MONO<br />

El pequeño mono me mira...<br />

¡Quisiera decirme<br />

algo que se le olvida!<br />

PANORAMA<br />

El jarro de flores, 1922<br />

El jarro de flores, 1922<br />

El jarro de flores, 1922<br />

El jarro de flores, 1922<br />

El jarro de flores, 1922<br />

Bajo de mi ventana, la luna en los tejados<br />

y las sombras chinescas<br />

y la música china de los gatos.<br />

TONINAS<br />

El jarro de flores, 1922<br />

16


Entre las ondas azules y blancas<br />

rueda la natación de las toninas<br />

arabescos de olas y de anclas.<br />

PECES VOLADORES<br />

El jarro de flores, 1922<br />

Al golpe del oro solar<br />

estalla en astillas el vidrio del mar.<br />

12 P.M.<br />

Parece roer el reló<br />

la medianoche y ser su eco<br />

el minutero del ratón...<br />

PALMA REAL<br />

El jarro de flores, 1922<br />

El jarro de flores, 1922<br />

Erigió una columna<br />

la palma arquitectónica y sus hojas<br />

proyectan ya la cúpula.<br />

SANDÍA<br />

¡Del verano, roja y fría<br />

carcajada,<br />

rebanada<br />

de sandía!<br />

LA CARTA<br />

Busco en vano en la carta<br />

de adiós irremediable,<br />

la huella de una lágrima...<br />

IDENTIDAD<br />

Lágrimas que vertía<br />

la prostituta negra,<br />

blancas..., ¡como las mías...!<br />

El jarro de flores, 1922<br />

El jarro de flores, 1922<br />

El jarro de flores, 1922<br />

17


LAS PROSTITUTAS...<br />

Las prostitutas<br />

Ángeles de la Guarda<br />

de las tímidas vírgenes;<br />

ellas detienen la embestida<br />

de los demonios y sobre el burdel<br />

se levantan las casas de cristal<br />

donde sueñan las niñas...<br />

EL GALLO HABANERO<br />

En el matinal gallinero<br />

con el rendimiento caballero,<br />

en torno a su hembra enreda<br />

el arabesco de su rueda<br />

sin cesar el gallo habanero;<br />

cual blanco albornoz el plumón<br />

envuelve su fiero ademán;<br />

¡por su cresta-fez bermellón<br />

y el alfanje de su espolón,<br />

el gallo es un breve sultán!<br />

Junto a la gallina coqueta,<br />

de pronto su blanca silueta<br />

fija en soberbia rigidez,<br />

como el gallo de la veleta<br />

o el caballo del ajedrez...<br />

Echando atrás el cuello empina;<br />

¡y en enfático frenesí,<br />

rasga la matinal neblina,<br />

sobre el jardín que se ilumina<br />

con su agudo kikirikí!<br />

La feria, 1928<br />

El jarro de flores, 1922<br />

Intersecciones, 1924<br />

Enrique González Martínez (1871-1952)<br />

IRÁS SOBRE LA VIDA DE LAS COSAS...<br />

Irás sobre la vida de las cosas<br />

con noble lentitud; que todo lleve<br />

a tu sensorio luz: blancor de nieve,<br />

azul de linfas o rubor de rosas.<br />

18


Que todo deje en ti como una huella<br />

misteriosa grabada intensamente<br />

lo mismo el soliloquio de la fuente<br />

que el flébil parpadeo de la estrella.<br />

Que asciendas a las cumbres solitarias<br />

y allí, como arpa eólica, te azoten<br />

los borrascosos vientos, y que broten<br />

de tus cuerdas rugidos y plegarias.<br />

Que esquives lo que ofusca y lo que asombra<br />

al humano redil que abajo queda,<br />

y que afines tu alma hasta que pueda<br />

escuchar el silencio y ver la sombra.<br />

Que te ames en ti mismo, de tal modo<br />

compendiando tu ser cielo y abismo,<br />

que sin desviar los ojos de ti mismo<br />

puedan tus ojos contemplarlo todo.<br />

Y que llegues, por fin, a la escondida<br />

playa con tu minúsculo uni<strong>verso</strong>,<br />

y que logres oír tu propio <strong>verso</strong><br />

en que palpita el alma de la vida.<br />

Silenter, 1909<br />

A VECES UNA HOJA DESPRENDIDA...<br />

A veces, una hoja desprendida<br />

de lo alto de los árboles, un lloro<br />

de las linfas que pasan, un sonoro<br />

trino de ruiseñor, turban mi vida.<br />

Vuelven a mí medrosos y lejanos<br />

suaves deliquios, éxtasis supremos;<br />

aquella estrella y yo nos conocemos,<br />

ese árbol, esa flor son mis hermanos.<br />

En el abismo del dolor penetra<br />

mi espíritu, bucea, va hasta el fondo,<br />

y es como un libro misterioso y hondo<br />

en que puedo leer letra por letra.<br />

Un ambiente sutil un aura triste<br />

hacen correr mi silencioso llanto,<br />

y soy como una nota de ese canto<br />

doloroso de todo lo que existe.<br />

19


Me cercan en bandada los delirios...<br />

(¿Es alucinación..., locura acaso?)<br />

Me saludan las nubes a su paso<br />

y me besan las almas de los lirios.<br />

¡Divina comunión!... Por un instante<br />

son mis sentidos de agudeza rara...<br />

Ya sé lo que murmuras, fuente clara;<br />

ya sé lo que me dices, brisa errante.<br />

De todo me liberto y me desligo<br />

a vivir nueva vida, de tal modo,<br />

que yo no sé si me difundo en todo<br />

o todo me penetra y va conmigo.<br />

Mas todo huye de mí y el alma vuela<br />

con torpes alas por un aura fría,<br />

en una inconsolable lejanía,<br />

por una soledad que espanta y hiela.<br />

Por eso en mis ahogos de tristeza,<br />

mientras duermen en calma mis sentidos,<br />

tendiendo a tus palabras mis oídos<br />

tiemblo a cada rumor, naturaleza;<br />

y a veces una hoja desprendida<br />

de lo alto de los árboles, un lloro<br />

de las linfas que pasan, un sonoro<br />

trino de ruiseñor, turban mi vida.<br />

Silenter, 1909<br />

CUANDO SEPAS HALLAR UNA SONRISA...<br />

A Ricardo Arenales<br />

Cuando sepas hallar una sonrisa<br />

en la gota sutil que se rezuma<br />

de las porosas piedras, en la bruma,<br />

en el sol, en el ave y en la brisa;<br />

cuando nada a tus ojos quede inerte,<br />

ni informe, ni incoloro, ni lejano,<br />

y penetres la vida y el arcano<br />

del silencio, las sombras y la muerte;<br />

cuando tiendas la vista a los di<strong>verso</strong>s<br />

rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio<br />

20


sea como potente microscopio<br />

que va hallando invisibles uni<strong>verso</strong>s,<br />

entonces en las flamas de la hoguera<br />

de un amor infinito y sobrehumano,<br />

como el santo de Asís, dirás hermano<br />

al árbol, al celaje y a la fiera.<br />

Sentirás en la inmensa muchedumbre<br />

de seres y cosas tu ser mismo;<br />

serás todo pavor con el abismo<br />

y serás todo orgullo con la cumbre.<br />

Sacudirá tu amor el polvo infecto<br />

que macula el blancor de la azucena,<br />

bendecirás las imágenes de arena<br />

y adorarás el vuelo del insecto;<br />

y besarás el garfio del espino<br />

y el sedeño ropaje de las dalias...<br />

Y quitarás piadoso tus sandalias<br />

por no herir las piedras del camino.<br />

Los senderos ocultos, 1911<br />

TUÉRCELE EL CUELLO AL CISNE<br />

Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje<br />

que da su nota blanca al azul de la fuente;<br />

él pasea su gracia no más, pero no siente<br />

el alma de las cosas ni la <strong>voz</strong> del paisaje.<br />

Huye de toda forma y de todo lenguaje<br />

que no vayan acordes con el ritmo latente<br />

de la vida profunda... y adora intensamente<br />

la vida, y que la vida comprenda tu homenaje.<br />

Mira al sapiente búho cómo tiende las alas<br />

desde el Olimpo, deja el regazo de Palas<br />

y posa en aquel árbol el vuelo taciturno...<br />

Él no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta<br />

pupila, que se clava en la sombra, interpreta<br />

el misterioso libro del silencio nocturno<br />

Los senderos ocultos, 1911<br />

MAÑANA LOS POETAS<br />

21


Mañana los poetas cantarán en divino<br />

<strong>verso</strong> que no logramos entornar los de hoy;<br />

nuevas constelaciones darán otro destino<br />

a sus almas inquietas con un nuevo temblor.<br />

Mañana los poetas seguirán su camino<br />

absortos en ignota y extraña floración,<br />

y al oír nuestro canto, con desdén repentino<br />

echarán a los vientos nuestra vieja ilusión.<br />

Y todo será inútil, y todo será en vano;<br />

será el afán de siempre y el idéntico arcano<br />

y la misma tiniebla dentro del corazón.<br />

Y ante la eterna sombra que surge y se retira,<br />

recogerán del polvo la abandonada lira<br />

y cantarán con ella nuestra misma canción.<br />

La muerte del cisne, 1915<br />

MI TRISTEZA ES COMO UN ROSAL FLORIDO<br />

Mi tristeza es como un rosal florido.<br />

Si helado cierzo o ráfaga ardorosa<br />

lo sacuden, el pétalo caído<br />

se trueca en savia y se convierte en rosa...<br />

Mi tristeza es como un rosal florido.<br />

En mi dulce penumbra sin ruido,<br />

la propia vida con mi llanto riego,<br />

y las horas dolientes que he vivido<br />

impregnan de perfumes mi sosiego...<br />

Mi tristeza es como un rosal florido.<br />

Tú que colgaste en mi dolor tu nido,<br />

sabes que a cada mal brota una yema<br />

y revienta un botón a cada olvido.<br />

¡Perenne floración y eterno emblema!...<br />

Mi tristeza es como un rosal florido.<br />

El libro de la fuerza, la bondad y el ensueño, 1917<br />

EL JARDÍN QUE SUEÑA (fragmento)<br />

VIII<br />

PLACIDEZ<br />

Esta noche ha traído un temblor de luceros,<br />

un gris cielo de perla y un octante de luna;<br />

22


la penumbra es de plata, y se envuelven en una<br />

transparencia indecisa los callados senderos.<br />

En el alma se filtra, por ocultos veneros<br />

de recóndita fuente, una calma oportuna,<br />

y apacienta sus cuitas la contraria fortuna<br />

cual si fuera un rebaño de medrosos corderos.<br />

Resignado el espíritu, no formula un reproche<br />

por el mal ni la muerte; la quietud de la noche<br />

los impulsos refrena y las ansias mitiga;<br />

y la vida se acepta, sin saber si la mansa<br />

placidez en que el pecho se adormece y descansa<br />

es virtud y holocausto, o desdén y fatiga.<br />

El libro de la fuerza, la bondad y el ensueño, 1917<br />

CANCIÓN<br />

Canción para los que saben<br />

lo que es llorar...<br />

¿Quién pudiera darte al viento<br />

e irse al viento en el cantar!<br />

Canción como lluvia fina<br />

sobre el mar,<br />

que se disuelve y es nube<br />

que sube y vuelve a llorar...<br />

Canción que en el alma es lluvia,<br />

canción que es llanto en el mar...<br />

¡Quién pudiera darte al viento<br />

e irse al viento en el cantar!<br />

Tres rosas en el ánfora, 1944<br />

EL GOZO ALUCINADO<br />

El color se me adentra y no lo pinto;<br />

la nota musical llega hasta el fondo<br />

de la entraña cordial, y yo la escondo<br />

en el sacro rincón de su recinto.<br />

El árbol es aliento y no verdura,<br />

germinación de vuelo y no ramaje;<br />

el ojo lo desliga del paisaje<br />

y lo clava en el dombo de la altura.<br />

23


Apago soles y deseco ríos,<br />

borro matices y deshago formas,<br />

y en propio barro, quebrantando normas,<br />

modelo mundos para hacerlos míos.<br />

Sobrepasa las cosas la mirada,<br />

el sueño crece, lo real esfuma,<br />

y me embarco en las alas de la bruma<br />

corno en una galera aparejada.<br />

El nuevo Narciso, 1952<br />

CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA<br />

Porfirio Barba Jacob (1883-1942)<br />

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,<br />

como las leves briznas al viento y al azar.<br />

Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonríe.<br />

La vida es clara, undívaga y abierta como un mar.<br />

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,<br />

como en abril el campo, que tiembla de pasión:<br />

bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,<br />

el alma está brotando florestas de ilusión.<br />

El hombre es cosa vana, variable y ondeante<br />

Montaigne<br />

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...<br />

-¡niñez en el crepúsculo!, ¡lagunas de zafir!-<br />

que un <strong>verso</strong>, un trino, un monte, un pájaro que cruza,<br />

y hasta las propias penas nos hacen sonreír.<br />

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,<br />

como la entraña oscura de oscuro pedernal:<br />

la noche nos sorprende con sus profusas lámparas,<br />

en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.<br />

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,<br />

que nos depara en vano la carne la mujer:<br />

tras un ceñir de talle y acariciar un seno,<br />

la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.<br />

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,<br />

como en las noche lúgubres el llanto del pinar.<br />

El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,<br />

y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.<br />

24


Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día<br />

en que levamos anclas para jamás volver...<br />

Un día en que discurren vientos ineluctables.<br />

¡Un día en que ya nadie nos puede retener!<br />

ELEGÍA DE SEPTIEMBRE<br />

Poemas intemporales, 1943<br />

¡Oh sol! ¡O mar! ¡Oh monte! ¡Oh humildes<br />

animalitos de los campos! Pongo a todos por<br />

testigos de esta realidad tremenda: He vivido.<br />

Main<br />

Cordero tranquilo, cordero que paces<br />

tu grama y ajustas tu ser a la eterna armonía:<br />

hundiendo en el lodo las plantas fugaces<br />

huí de mis campos feraces<br />

un día.<br />

Ruiseñor de la selva encantada<br />

que preludias el orto abrileño:<br />

a pesar de la fúnebre muerte y la sombra y la nada,<br />

yo tuve el ensueño.<br />

Sendero que vas del alcor campesino<br />

a perderte en la azul lontananza:<br />

los dioses me han hecho un regalo divino:<br />

la ardiente esperanza.<br />

Espiga que mecen los vientos, espiga<br />

que conjuntas el trigo dorado:<br />

al influjo de los soplos violentos,<br />

en las noches de amor, he temblado.<br />

Montaña que el sol transfigura,<br />

Tabor al febril mediodía,<br />

silente deidad en la noche estelífera y pura:<br />

¡nadie supo en la tierra sombría<br />

mi dolor, mi temor, mi pavura!<br />

Y vosotros, rosal florecido,<br />

lebreles sin amo, luceros, corpúsculos,<br />

escuchadme esta cosa tremenda: ¡HE VIVIDO!<br />

He vivido con alma, con sangre, con nervios, con músculos,<br />

y voy al olvido...<br />

25


SABIDURÍA<br />

Poemas intemporales, 1943<br />

Nada a las fuerzas próvidas demando,<br />

pues mi propia virtud he comprendido.<br />

Me basta oír el perennal ruido<br />

que en la concha marina está sonando.<br />

Y un lecho duro y un ensueño blando;<br />

y ante la luz, en vela mi sentido<br />

para advertir la sombra que al olvido<br />

el ser impulsa y no sabemos cuándo...<br />

Fijar las lonas de mi móvil tienda<br />

junto a los calcinados precipicios<br />

de donde un soplo de misterio ascienda;<br />

y al amparo de númenes propicios,<br />

en dilatada soledad tremenda<br />

bruñir mi obra y cultivar mis vicios.<br />

Poemas intemporales, 1943<br />

LA ESTRELLA DE LA TARDE<br />

Un monte azul, un pájaro viajero,<br />

un roble, una llanura,<br />

un niño, una canción... Y, sin embargo,<br />

nada sabemos hoy, hermano mío.<br />

Bórranse los senderos en la sombra;<br />

el corazón del monte está cerrado;<br />

el perro del pastor trágicamente<br />

aúlla entre las hierbas del vallado.<br />

Apoya tu fatiga en mi fatiga,<br />

que yo mi pena apoyaré en tu pena,<br />

y llora, como yo, por el influjo<br />

de la tarde translúcida y serena.<br />

Nunca sabremos nada...<br />

¿Quién puso en nuestro espíritu anhelante,<br />

vago rumor de mares en zozobra,<br />

emoción desatada,<br />

quimeras vanas, ilusión sin obra?<br />

Hermano mío, en la inquietud constante,<br />

nunca sabremos nada...<br />

26


¿En qué grutas de islas misteriosas<br />

arrullaron los Números tu sueño?<br />

¿Quién me da los carbones irreales<br />

de mi ardiente pasión, y la resina<br />

que efunde en mis poemas su fragancia?<br />

¿Qué <strong>voz</strong> suave, que ansiedad divina<br />

tiene en nuestra ansiedad su resonancia?<br />

Todo inquirir fracasa en el vacío,<br />

cual fracasan los bólidos nocturnos<br />

en el fondo del mar; toda pregunta<br />

vuelve a nosotros trémula y fallida,<br />

como del choque en el cantil fragoso<br />

la flecha por el arco despedida.<br />

Hermano mío, en el impulso errante,<br />

nunca sabremos nada...<br />

Y sin embargo...<br />

¿Qué mística influencia<br />

vierte en nuestros dolores un bálsamo radiante?<br />

¿Quién prende a nuestros hombros<br />

manto real de púrpuras gloriosas,<br />

y quién a nuestras llagas<br />

viene y las unge y las convierte en rosas?<br />

Tú, que sobre las hierbas reposabas<br />

de cara al cielo, dices de repente:<br />

-"La estrella de la tarde está encendida".<br />

Ávidos buscan su fulgor mis ojos<br />

a través de la bruma, y ascendemos<br />

por el hilo de luz...<br />

Un grillo canta<br />

en los repuestos musgos del cercado,<br />

y un incendio de estrellas se levanta<br />

en tu pecho, tranquilo ante la tarde,<br />

y en mi pecho en la tarde sosegado...<br />

Poemas intemporales, 1943<br />

EL CORAZÓN REBOSANTE<br />

El alma traigo ebria de aroma de rosales<br />

y del temblor extraño que dejan los caminos...<br />

27


A la luz de la luna las vacas maternales<br />

dirigen tras mi sombra sus ojos opalinos.<br />

Pasan con sencillez hacia la cumbre,<br />

rumiando simplemente las hierbas del vallado;<br />

o bien bajo los árboles con clara mansedumbre<br />

se aduermen al arrullo del aire sosegado.<br />

Y en la quietud augusta de la noche mirífica,<br />

como sutil caricia de trémulos pinceles,<br />

del cielo florecido la claridad magnífica<br />

fluye sobre la albura de sus lustrosas pieles.<br />

Y yo discurro en paz, y solamente pienso<br />

en la virtud sencilla que mi razón impetra;<br />

hasta que, en elación el ánimo suspenso,<br />

gozo la sencillez que viene y me penetra.<br />

Sencillez de las bestias sin culpa y sin resabio;<br />

sencillez de las aguas que apuran su corriente;<br />

sencillez de los árboles...¡Todo sencillo y sabio,<br />

Señor, y todo justo, y sobrio, y reverente!<br />

Cruzando las campiñas, tiemblo bajo la gracia<br />

de esta bondad augusta que me llena...<br />

¡Oh dulzura de mieles! ¡Oh grito de eficacia!<br />

¡Oh manos que vertisteis en mi espíritu<br />

la sagrada emoción de la noche serena!<br />

Como el varón que sabe la <strong>voz</strong> de las mujeres<br />

en celo, temblorosas cuando al amor incitan,<br />

yo sé la plenitud en que todos los seres<br />

viven de su virtud, y nada solicitan.<br />

Para seguir viviendo la vida que me resta<br />

haced mi voluntad templada, y fuerte y noble,<br />

oh virginales cedros de lírica floresta,<br />

oh próvidas campiñas, oh generoso roble.<br />

Y haced mi corazón fuerte como vosotros<br />

del monte en la frecuencia.<br />

Oh dulces animales que, no sabiendo nada,<br />

bajo la carne sabéis la antigua ciencia<br />

de estar oyendo siempre la soledad sagrada.<br />

Poemas intemporales, 1943<br />

ELEGÍA DE UN AZUL IMPOSIBLE<br />

28


¡Oh sombra vaga, oh sombra de mi primera novia!<br />

Era como el convólvulo -la flor de los crepúsculos-,<br />

y era como las teresitas: azul crepuscular.<br />

nuestro amor semejaba paloma de la aldea,<br />

grato a todos los ojos y a todos familiar.<br />

En aquel pueblo, olían las brisas a azahar.<br />

Aún bañan, como a lampos, mi recuerdo:<br />

su cabellera rubia en el balcón,<br />

su linda hermana Julia,<br />

mi melodía incierta... y un lirio que me dio...<br />

y una noche de lágrimas...<br />

y una noche de estrellas<br />

fulgiendo en esas lágrimas en que moría yo...<br />

Francisco, hermano de ellas, Juan-de-Dios y Ricardo<br />

amaban con mi amor las músicas del río;<br />

las noches blancas, ceñidas de luceros;<br />

las noches negras, negras, ardidas de cocuyos;<br />

el son de las guitarras,<br />

y, entre quimeras blondas, el azahar volando...<br />

Todos teníamos novia<br />

y un lucero en el alba diáfana de las ideas.<br />

La Muerte horrible -¡un tajo silencioso!-<br />

tronchó la espiga en que granaba mi alegría:<br />

¡murió mi madre!...La cabellera rubia de Teresa<br />

me iluminaba el llanto.<br />

Después... la vida... el tiempo... el mundo,<br />

¡y al fin, mi amor desfalleció como un convólvulo!<br />

No ha mucho, una mañana, trajéronme una carta.<br />

¡Era de Juan-de-Dios! Un poco acerba,<br />

ingenua, virilmente resignada;<br />

refería querellas<br />

del pueblo, de mi casa, de un amigo:<br />

"Se casó; ya está viejo y con seis hijos...<br />

La vida es triste y dura; sin embargo,<br />

se va viviendo... Ha muerto mucha gente:<br />

Don David... don Gregorio... Hay un colegio<br />

y hay toda una generación nueva.<br />

Como cuando te fuiste, hace veinte años,<br />

en este pueblo aún huelen las brisas a azahar..."<br />

¡Oh Amor! Tu emblema sea el convólvulo,<br />

la flor de los crepúsculos!<br />

29


Poemas intemporales, 1943<br />

EL PIANO DE GENOVEVA<br />

Ramón López Velarde (1888-1921)<br />

Piano llorón de Genoveva, doliente piano<br />

que en tus teclas resumes de la vida el arcano;<br />

piano llorón, tus teclas son blancas y son negras,<br />

como mis días negros, como mis blancas horas;<br />

piano de Genoveva que en la alta noche lloras,<br />

que hace muchos inviernos crueles que no te alegras:<br />

tu música es historia de poéticos males,<br />

habla de encantamientos y de princesas reales,<br />

de los pequeños novios que por robar los nidos<br />

una tarde nublada se quedaron perdidos<br />

en el bosque; y nos cuenta de la niña agraciada<br />

que recibió regalos de sus once madrinas,<br />

que no invitó a la otra a sus bodas divinas<br />

y que sufrió por ello los enojos del hada.<br />

Me pareces, ¡oh piano!, por tu <strong>voz</strong> lastimera,<br />

una caja de lágrimas, y tu oscura madera<br />

me evoca la visita del primer ataúd<br />

que recibí en mi casa en plena juventud.<br />

Piano de Genoveva, te amo por indiscreto;<br />

de tu alma a todo el mundo revelas el secreto;<br />

cuentas, uno por uno, todos sus desengaños.<br />

Piano llorón, la hermosa más hermosa del valle,<br />

se nos ha vuelto triste porque tiene treinta años<br />

y no hay por todo el pueblo quien ronde por su calle.<br />

Genoveva, regálame tu amor crepuscular:<br />

esos dulces treinta años yo los puedo adorar.<br />

Ruégale tú que al menos, pobre piano llorón,<br />

con sus plantas minúsculas me pise el corazón.<br />

Pluma y lápiz, 1912<br />

ELOGIO A FUENSANTA<br />

Tú no eres en mi huerto la pagana<br />

rosa de los ardores juveniles;<br />

te quise como a una dulce hermana<br />

30


y gozoso dejé mis quince abriles<br />

cual un ramo de flores de pureza<br />

entre tus manos blancas y gentiles.<br />

Humilde te ha rezado mi tristeza<br />

como en los pobres templos parroquiales<br />

el campesino ante la Virgen reza.<br />

Antífona es tu <strong>voz</strong>, y en los corales<br />

de tu mística boca he descubierto<br />

el sabor de los besos maternales.<br />

Tus ojos tristes, de mirar incierto,<br />

recuérdanme dos lámparas prendidas<br />

en la penumbra de un altar desierto.<br />

las palmas de tus manos son ungidas<br />

por mí que provocando tus asombros<br />

las beso en las ingratas despedidas.<br />

Soy débil, y al marchar por entre escombros<br />

me dirige la fuerza de tu planta<br />

y reclino las sienes en tus hombros.<br />

Nardo es tu cuerpo y su virtud es tanta<br />

que en tus brazos beatíficos me duermo<br />

como sobre los senos de una Santa.<br />

¡Quién me otorgara en mi retiro yermo<br />

tener, Fuensanta, la condescendencia<br />

de tus bondades a mi amor enfermo<br />

como plenaria y última indulgencia!<br />

México en el arte, 1949<br />

SER UNA CASTA PEQUEÑEZ<br />

A Alfonso Cravioto<br />

Fuérame dado remontar el río<br />

de los años, y en una reconquista<br />

feliz de mi ignorancia, ser de nuevo<br />

la frente limpia y bárbara del niño...<br />

Volver a ser el arrebol, y el húmedo<br />

pétalo, y la llorosa y pulcra infancia<br />

que deja el baño por secarse al sol...<br />

31


Entonces, con instinto maternal,<br />

me subirías al regazo, para<br />

interrogarme, Amor, si eras querida<br />

hasta el agua inmanente de tu pozo<br />

o hasta el penacho tornadizo y frágil<br />

de tu naranjo en flor.<br />

Yo, sintiéndome bien en la aromática<br />

vecindad de tus hombros y en la limpia<br />

fragancia de tus brazos,<br />

te diría quererte más allá<br />

de las torres gemelas.<br />

Dejarías entonces en la bárbara<br />

novedad de mi frente<br />

el beso inaccesible<br />

a mi experiencia licenciosa y fúnebre.<br />

¿Por qué en la tarde inválida,<br />

cuando los niños pasan por tu reja,<br />

yo no soy una casta pequeñez<br />

en tus manos adictas<br />

y junto a la eficacia de tu boca?<br />

Sangre devota, 1916<br />

MI PRIMA AGUEDA<br />

A Jesús Villalpando<br />

Mi madrina invitaba a mi prima Águeda<br />

a que pasara el día con nosotros,<br />

y mi prima llegaba<br />

con un contradictorio<br />

prestigio de almidón y de temible<br />

luto ceremonioso.<br />

Águeda aparecía, resonante<br />

de almidón, y sus ojos<br />

verdes y sus mejillas rubicundas<br />

me protegían contra el pavoroso<br />

luto...<br />

Yo era rapaz<br />

y conocía la o por lo redondo,<br />

y Águeda que tejía<br />

mansa y perseverante en el sonoro<br />

corredor, me causaba<br />

calosfríos ignotos...<br />

32


(Creo que hasta la debo la costumbre<br />

heroicamente insana de hablar solo.)<br />

A la hora de comer, en la penumbra<br />

quieta del refectorio,<br />

me iba embelesando un quebradizo<br />

sonar intermitente de vajilla<br />

y el timbre caricioso<br />

de la <strong>voz</strong> de mi prima.<br />

Águeda era<br />

(luto, pupilas verdes y mejillas<br />

rubicundas) un cesto policromo<br />

de manzanas y uvas<br />

en el ébano de un armario añoso.<br />

La sangre devota, 1916<br />

ME ESTÁS VEDADA TÚ<br />

¿Imaginas acaso la amargura<br />

que hay en no convivir<br />

los episodios de tu vida pura?<br />

me está vedado conseguir que el viento<br />

y la llovizna sean comedidos<br />

con tu pelo castaño.<br />

Me está vedado oír en los latidos<br />

de tu paciente corazón (sagrario<br />

de dolor y clemencia)<br />

la fórmula escondida<br />

de mi propia existencia.<br />

Me está vedado, cuando te fatigas<br />

y se fatiga hasta tú mismo traje,<br />

tomarte en brazos, como quien levanta<br />

a su propia ilusión incorruptible<br />

hecha fantasma que renuncia al viaje.<br />

Despertarás una mañana gris<br />

y verás, en la luna de tu armario,<br />

desdibujarse un puño<br />

esquelético, y ante el funerario<br />

aviso, gritarás las cinco letras<br />

de mi nombre, con <strong>voz</strong> pávida y floja<br />

¡y yo me hallaré ausente<br />

de tu final congoja!<br />

33


¿Imaginas acaso<br />

mi amargura impotente?<br />

Me estás vedada tú... Soy un fracaso<br />

de confesor y médico que siente<br />

perder a la mejor de sus enfermas<br />

y a su más efusiva penitente.<br />

La sangre devota, 1916<br />

LA MANCHA DE PÚRPURA<br />

Me impongo la costosa penitencia<br />

de no mirarte en días y días, porque mis ojos,<br />

cuando por fin te miren, se aneguen en tu esencia<br />

como si naufragasen en un golfo de púrpura,<br />

de melodía y de vehemencia.<br />

Pasa el lunes, y el martes, y el miércoles... Yo sufro<br />

tu eclipse, ¡oh creatura solar!, mas en mi duelo<br />

el afán de mirarte se dilata<br />

como una profecía; se descorre cual velo<br />

paulatino; se acendra como miel; se aquilata<br />

como la entraña de las piedras finas;<br />

y se aguza como el llavín<br />

de la celda de amor de un monasterio en ruinas.<br />

Tú no sabes la dicha refinada<br />

que hay en huirte, que hay en el furtivo gozo<br />

de adorarte furtivamente, de cortejarte<br />

más allá de la sombra, de bajarse el embozo<br />

una vez por semana, y exponer las pupilas,<br />

en un minuto fraudulento,<br />

a la mancha de púrpura de tu deslumbramiento.<br />

En el bosque de amor, soy cazador furtivo;<br />

te acecho entre dormidos y tupidos follajes,<br />

como se acecha un ave fúlgida; y de estos viajes<br />

por la espesura, traigo a mi aislamiento<br />

el más fúlgido de los plumajes:<br />

el plumaje de púrpura de tu deslumbramiento.<br />

Zozobra, 1919<br />

DÍA 13<br />

Mi corazón retrógrado<br />

ama desde hoy la temerosa fecha<br />

34


en que surgiste con aquel vestido<br />

de luto y aquel rostro de ebriedad.<br />

Día 13 en que el filo de tu rostro<br />

llevaba la embriaguez como un relámpago<br />

y en que tus lúgubres arreos daban<br />

una luz que cegaba al sol de agosto,<br />

así como se nubla el sol ficticio<br />

en las decoraciones<br />

de los Calvarios de los Viernes Santos.<br />

Por enlutada y ebria simulaste,<br />

en la superstición de aquel domingo,<br />

una fúlgida cuenta de abalorio<br />

humedecida en un licor letárgico.<br />

¿En qué embriaguez bogaban tus pupilas<br />

para que así pudiesen<br />

narcotizarlo todo?<br />

Tu tiniebla<br />

guiaba mis latidos, cual guiaba<br />

la columna de fuego al israelita.<br />

Adivinaba mi acucioso espíritu<br />

tus blancas y fulmíneas paradojas:<br />

el centelleo de tus zapatillas,<br />

la llamarada de tu falda lúgubre,<br />

el látigo incisivo de tus cejas<br />

y el negro luminar de tus cabellos.<br />

Desde la fecha de superstición<br />

en que colmaste el vaso de mi júbilo,<br />

mi corazón obscurantista clama<br />

a la buena bondad del mal agüero;<br />

que si mi sal se riega, irán sus granos<br />

trazando en el mantel tus iniciales;<br />

y si estalla mi espejo en un gemido,<br />

fenecerá diminutivamente<br />

como la desinencia de tu nombre.<br />

Superstición, consérvame el radioso<br />

vértigo del minuto perdurable<br />

en que su traje negro devoraba<br />

la luz desprevenida del cenit,<br />

y en que su falda lúgubre era un bólido<br />

por un cielo de hollín sobrecogido...<br />

Zozobra, 1919<br />

35


MI CORAZÓN SE AMERITA...<br />

A Rafael López<br />

Mi corazón leal, se amerita en la sombra.<br />

Yo lo sacara al día, como lengua de fuego<br />

que se saca de un ínfimo purgatorio a la luz;<br />

y al oírlo batir su cárcel, yo me anego<br />

y me hundo en la ternura remordida de un padre<br />

que siente, entre sus brazos, latir un hijo ciego.<br />

Mi corazón leal, se amerita en la sombra.<br />

Placer, amor, dolor... todo le es ultraje<br />

y estimula su cruel carrera logarítmica,<br />

sus ávidas mareas y su eterno oleaje.<br />

Mi corazón leal, se amerita en la sombra.<br />

Es la mitra y la válvula... Yo no me lo arrancaría<br />

para llevarlo en triunfo a conocer el día,<br />

la estola de violetas en los hombros del alba,<br />

el cíngulo morado de los atardeceres,<br />

los astros, y el perímetro jovial de las mujeres.<br />

Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.<br />

Desde una cumbre enhiesta yo lo he de lanzar<br />

como sangriento disco a la hoguera solar.<br />

Así extirparé el cáncer de mi fatiga dura,<br />

seré impasible por el Este y el Oeste,<br />

asistiré con una sonrisa depravada<br />

a las ineptitudes de la inepta cultura,<br />

y habrá en mi corazón la llama que le preste<br />

el incendio sinfónico de la esfera celeste.<br />

Zozobra, 1919<br />

TIERRA MOJADA...<br />

Tierra mojada de las tardes líquidas<br />

en que la lluvia cuchichea<br />

y en que se reblandecen las señoritas, bajo<br />

el redoble del agua en la azotea...<br />

Tierra mojada de las tardes olfativas<br />

en que un afán misántropo remonta las lascivas<br />

soledades del éter, y en ellas se desposa<br />

con la ulterior paloma de Noé;<br />

36


mientras se obstina el tableteo<br />

del rayo, por la nube cenagosa...<br />

Tarde mojada, de hábitos labriegos,<br />

en la cual reconozco estar hecho de barro,<br />

porque en sus llantos veraniegos,<br />

bajo el auspicio de la media luz,<br />

el alma se licúa sobre los clavos<br />

de su cruz...<br />

Tardes en que el teléfono pregunta<br />

por consabidas náyades arteras,<br />

que salen del baño al amor<br />

a volcar en el lecho las fatuas cabelleras<br />

y a balbucir, con alevosía y con ventaja,<br />

húmedos y anhelantes monosílabos,<br />

según que la llovizna acosa las vidrieras...<br />

Tardes como una alcoba submarina<br />

con su lecho y su tina;<br />

tardes en que envejece una doncella<br />

ante el brasero exhausto de su casa,<br />

esperando a un galán que le lleve una brasa;<br />

tarde en que descienden<br />

los ángeles, a arar surcos derechos<br />

en edificantes barbechos;<br />

tardes de rogativa y de cirio pascual;<br />

tardes en que el chubasco<br />

me induce a enardecer a cada una<br />

de las doncellas frígidas con la brasa oportuna;<br />

tardes en que, oxidada<br />

la voluntad, me siento<br />

acólito del alcanfor,<br />

un poco pez espada<br />

y un poco San Isidro Labrador...<br />

Zozobra, 1919<br />

HORMIGAS<br />

A la cálida vida que transcurre canora<br />

con garbo de mujer sin letras ni antifaces,<br />

a la invicta belleza que salva y que enamora,<br />

responde, en la embriaguez de la encantada hora,<br />

un encono de hormigas en mis venas voraces.<br />

37


Fustigan el desmán del perenne hormigueo<br />

el pozo del silencio y el enjambre del ruido,<br />

la harina rebanada como doble trofeo<br />

en los fértiles bustos, el Infierno en que creo,<br />

el estertor final y el preludio del nido.<br />

Mas luego mis hormigas me negarán su abrazo<br />

y han de huir de mis pobres y trabajados dedos<br />

cual se olvida en la arena un gélido bagazo;<br />

y tu boca, que es cifra de eróticos denuedos,<br />

tu boca, que es mi rúbrica, mi manjar y mi adorno,<br />

tu boca, en que la lengua vibra asomada al mundo<br />

como réproba llama saliéndose de un horno,<br />

en una turbia fecha de cierzo gemebundo<br />

en que ronde la luna porque robarte quiera,<br />

ha de oler a sudario y a hierba machacada,<br />

a droga y a responso, a pabilo y a cera.<br />

antes de que deserten mis hormigas, Amada,<br />

déjalas caminar camino de tu boca<br />

a que apuren los viáticos del sanguinario fruto<br />

que desde sarracenos oasis me provoca.<br />

Antes de que tus labios mueran, para mi luto,<br />

dámelos en el crítico umbral del cementerio<br />

como perfume y pan y tósigo y cauterio.<br />

Zozobra, 1919<br />

IDOLATRÍA<br />

La vida mágica se vive entera<br />

en la mano viril que gesticula<br />

al evocar el seno o la cadera,<br />

como la mano de la Trinidad<br />

teológicamente se atribula<br />

si el Mundo parvo, que en tres dedos toma,<br />

se le escapa cual un globo de goma.<br />

Idolatremos todo padecer,<br />

gozando en la mirífica mujer.<br />

Idolatría<br />

de la expansiva y rútila garganta,<br />

esponjado liceo<br />

en que una curva eterna se suplanta<br />

y en que se instruye el ruiseñor de Alfeo.<br />

38


Idolatría<br />

de los dos pies lunares y solares<br />

que lunáticos fingen el creciente<br />

en la mezquita azul de los Omares,<br />

y cuando van de oro son un baño<br />

para la Tierra, y son preclaramente<br />

los dos solsticios de un único año.<br />

Idolatría<br />

de la grácil rodilla que soporta,<br />

a través de los siglos de los siglos,<br />

nuestra cabeza en la jornada corta.<br />

Idolatría<br />

de las arcas, que son<br />

y fueron y serán horcas caudinas<br />

bajo las cuales rinde el corazón<br />

su diadema de idólatras espinas.<br />

Idolatría<br />

de los bustos eróticos y místicos<br />

y los netos perfiles cabalísticos.<br />

Idolatría<br />

de la bizarra y música cintura,<br />

guirnalda que en abril se transfigura,<br />

que sirve de medida<br />

a los más filarmónicos afanes,<br />

y que asedian los raucos gavilanes<br />

de nuestra juventud embravecida.<br />

Idolatría<br />

del peso femenino, cesta ufana<br />

que levantamos entre los rosales<br />

por encima de la primera cana,<br />

en la columna de nuestros felices<br />

brazos sacramentales.<br />

Que siempre nuestra noche y nuestro día<br />

clamen: ¡Idolatría! ¡Idolatría!<br />

Zozobra, 1919<br />

TODO...<br />

A José D. Frías<br />

39


Sonámbula y picante,<br />

mi <strong>voz</strong> es la gemela<br />

de la canela.<br />

Canela ultramontana<br />

e islamita,<br />

por ella mi experiencia<br />

sigue de señorita.<br />

Criado con ella,<br />

mi alma tomó la forma<br />

de su botella.<br />

Si digo carne o espíritu,<br />

paréceme que el diablo<br />

se ríe del vocablo;<br />

mas nunca vaciló<br />

mi fe si dije "yo".<br />

Yo, varón integral,<br />

nutrido en el panal<br />

de Mahoma<br />

y en el que cuida Roma<br />

en la Mesa Central.<br />

Uno es mi fruto:<br />

vivir en el cogollo<br />

de cada minuto.<br />

Que el milagro se haga,<br />

dejándome aureola<br />

o trayéndome llaga.<br />

No porto insignias<br />

de masón<br />

ni de Caballero<br />

de Colón.<br />

A pesar del moralista<br />

que la asedia<br />

y sobre la comedia<br />

que la traiciona,<br />

es santa mi persona,<br />

santa en el fuego lento<br />

con que dora el altar<br />

y en el remordimiento<br />

del día que se me fue<br />

sin oficiar.<br />

40


En mis andanzas callejeras<br />

del jeroglífico nocturno,<br />

cuando cada muchacha<br />

entorna sus maderas,<br />

me deja atribulado<br />

su enigma de no ser<br />

ni carne ni pescado.<br />

Aunque toca al poeta<br />

roerse los codos,<br />

vivo la formidable<br />

vida de todas y de todos;<br />

en mí late un pontífice<br />

que todo lo posee<br />

y todo lo bendice;<br />

la dolorosa Naturaleza<br />

sus tres reinos ampara<br />

debajo de mi tiara;<br />

y mi papal instinto<br />

se conmueve<br />

con la ignorancia de la nieve<br />

y la sabiduría del jacinto.<br />

Zozobra, 1919<br />

HUMILDEMENTE<br />

A mi madre y a mis hermanas<br />

Cuando me sobrevenga<br />

el cansancio del fin,<br />

me iré, como la grulla<br />

del refrán, a mi pueblo,<br />

a arrodillarme entre<br />

las rosas de la Plaza,<br />

los aros de los niños<br />

y los flecos de seda de los tápalos.<br />

A arrodillarme en medio<br />

de una banqueta herbosa,<br />

cuando sacramentando<br />

al reloj de la torre,<br />

de redondel de luto<br />

y manecillas de oro,<br />

al hombre y a la bestia,<br />

al azahar que embriaga<br />

41


y a los rayos del sol.<br />

aparece en su estufa el Divinísimo.<br />

Abrazado a la luz<br />

de la tarde que borda,<br />

como al hilo de una<br />

apostólica araña,<br />

he de decir mi prez<br />

humillada y humilde,<br />

más que las herraduras<br />

de las mansas acémilas<br />

que conducen al Santo Sacramento.<br />

"Te conozco, Señor,<br />

aunque viajas de incógnito,<br />

y a tu paso de aromas<br />

me quedo sordomudo,<br />

paralítico y ciego,<br />

por gozar tu balsámica presencia.<br />

"Tu carroza sonora<br />

apaga repentina<br />

el breve movimiento,<br />

cual si fuesen las calles<br />

una juguetería<br />

que se quedó sin cuerda.<br />

"Mi prima, con la aguja<br />

en alto, tras sus vidrios,<br />

está inmóvil con un gesto de estatua.<br />

"El cartero aldeano<br />

que trae nuevas del mundo,<br />

se ha hincado en su valija.<br />

"El húmedo corpiño<br />

de Genoveva, puesto<br />

a secar, ya no baila<br />

arriba del tejado.<br />

"La gallina y sus pollos<br />

pintados de granizo<br />

interrumpen su fábula.<br />

"La frente de don Blas<br />

petrificóse junto<br />

a la hinchada baldosa<br />

que agrietan las raíces de los fresnos.<br />

42


"Las naranjas cesaron<br />

de crecer, y yo apenas<br />

si palpito a tus ojos<br />

para poder vivir este minuto.<br />

"Señor, mi temerario<br />

corazón que buscaba<br />

arrogantes quimeras,<br />

se anonada y te grita<br />

que yo soy tu juguete agradecido.<br />

"Porque me acompasaste<br />

en el pecho un imán<br />

de figura de trébol<br />

y apasionada tinta de amapola.<br />

"Pero ese mismo imán<br />

es humilde y oculto,<br />

como el peine imantado<br />

con que las señoritas<br />

levantan alfileres<br />

y electrizan su pelo en la penumbra.<br />

"Señor, este juguete<br />

de corazón de imán,<br />

te ama y te confiesa<br />

con el íntimo ardor<br />

de la raíz que empuja<br />

y agrieta las baldosas seculares.<br />

"Todo está de rodillas<br />

y en el polvo las frentes;<br />

mi vida es la amapola<br />

pasional, y su tallo<br />

doblégase efusivo<br />

para morir debajo de tus ruedas".<br />

Zozobra, 1919<br />

EN MI PECHO FELIZ<br />

No he buscado poder ni mental,<br />

mas viví en una marcha nupcial...<br />

Me parece que por amar tanto<br />

voy bebiendo una copa de espanto.<br />

Claroscuro de noche y de día;<br />

corazón y cabeza y hombría,<br />

43


los tres nudos que tiene mi ser<br />

a la buena y la mala mujer.<br />

En mi pecho feliz no hubo cosa<br />

de cristal, terracota o madera,<br />

que abrazada por mí, no tuviera<br />

movimientos humanos de esposa.<br />

¡Desdichado el que en la hora lunar<br />

en su lecho no huele a azahar!<br />

Desposémonos con la sencilla<br />

avestruz, con la liebre y la ardilla...<br />

El son del corazón, 1919-1921, 1932<br />

EL SUEÑO DE LOS GUANTES NEGROS<br />

Soñé que la ciudad estaba dentro<br />

del más bien muerto de los mares muertos.<br />

Era una madrugada del invierno<br />

y lloviznaban gotas de silencio.<br />

No más señal viviente, que los ecos<br />

de una llamada a misa, en el misterio<br />

de una capilla oceánica, a lo lejos.<br />

De súbito me sales al encuentro,<br />

resucitada y con tus guantes negros.<br />

Para volar a ti, le dio su vuelo<br />

el Espíritu Santo a mi esqueleto.<br />

Al sujetarme con tus guantes negros<br />

me atrajiste al océano de tus seno,<br />

y nuestras cuatro manos se reunieron<br />

en medio de tu pecho y de mi pecho,<br />

como si fueran los cuatro cimientos<br />

de la fábrica de los uni<strong>verso</strong>s.<br />

¿Conservabas tu carne en cada hueso?<br />

El enigma de amor se veló entero<br />

en la prudencia de tus guantes negros.<br />

¡Oh, prisionera del valle de México!<br />

Mi carne... de tu ser perfecto<br />

quedarán ya huesos en mis huesos;<br />

y el traje, el traje aquel, con que tu cuerpo<br />

fue sepultado en el valle de México;<br />

44


y el figurín aquel, de pardo género<br />

que compraste en un viaje de recreo...<br />

Pero en la madrugada de mi sueño,<br />

nuestras manos, en un circuito eterno<br />

la vida apocalíptica vivieron.<br />

Un fuerte... como en un sueño,<br />

libre como cometa, y en su vuelo<br />

la ceniza y... del cementerio<br />

gusté cual rosa...<br />

El son del corazón, 1919-1921, 1932<br />

GLOSA DE MI TIERRA<br />

Amapolita morada<br />

del valle donde nací:<br />

sino estás enamorada,<br />

enamórate de mí.<br />

I<br />

Aduerma el rojo clavel<br />

o el blanco jazmín de las sienes;<br />

que el cardo es sólo desdenes,<br />

y sólo furia el laurel.<br />

Dé el monacillo su miel,<br />

y la naranja rugada<br />

y la sedienta granada<br />

zumo y sangre --oro y rubí;<br />

que yo te prefiero a ti,<br />

amapolita morada.<br />

II<br />

Al pie de la higuera hojosa<br />

tiende el manto la alfombrilla;<br />

Alfonso Reyes (1889-1959)<br />

45


crecen la anacua sencilla<br />

y la cortesana rosa;<br />

donde no la mariposa,<br />

tornasola el colibrí.<br />

Pero te prefiero a ti,<br />

de quien la mano se aleja:<br />

vaso en que duerme la queja<br />

del valle donde nací.<br />

III<br />

Cuando, al renacer el día<br />

y al despertar de la siesta,<br />

hacen las urracas fiesta<br />

y salvas de gritería,<br />

¿por qué, amapola, tan fría,<br />

o tan pura, o tan callada?<br />

¿Por qué, sin decirme nada,<br />

me infundes un ansia incierta<br />

--copa exhausta, mano abierta--<br />

si no estás enamorada?<br />

IV<br />

¿Nacerán estrellas de oro<br />

de tu cáliz tremulento<br />

--norma para el pensamiento<br />

o bujeta para el lloro?<br />

No vale un canto sonoro<br />

el silencio que te oí.<br />

Apurando estoy en ti<br />

46


cuánto la música yerra.<br />

Amapola de mi tierra:<br />

enamórate de mí.<br />

Huellas, 1922<br />

LA AMENAZA DE LA FLOR<br />

Flor de las adormideras:<br />

engáñame y no me quieras.<br />

¡Cuánto el aroma exageras,<br />

cuánto extremas tu arrebol,<br />

flor que te pintas ojeras<br />

y exhalas el alma al sol!<br />

Flor de las adormideras<br />

Una se te parecía<br />

en el rubor con que engañas,<br />

y también porque tenía<br />

como tú negras pestañas.<br />

Flor de las adormideras.<br />

Una se te parecía...<br />

(Y tiemblo sólo de ver<br />

tu mano puesta en la mía:<br />

tiemblo no amanezca un día<br />

en que te vuelvas mujer.)<br />

APENAS<br />

Huellas, 1922<br />

47


A veces, hecho de nada,<br />

sube un efluvio del suelo.<br />

De repente, a la callada,<br />

suspira de aroma el cedro.<br />

Como somos la delgada<br />

disolución de un secreto,<br />

a poco que cede el alma<br />

desborda la fuente de un sueño.<br />

¡Mísera cosa la vaga<br />

razón cuando, en el silencio,<br />

una como resolana<br />

me baja, de tu recuerdo!<br />

MORIR<br />

Otra <strong>voz</strong>, 1936<br />

En el más cariñoso lecho<br />

me siento morir,<br />

cuando en la naturaleza,<br />

toda mansa como jardín.<br />

Muelle, el ala del ángel blanco<br />

¡qué piedad, que ternura al fin!--<br />

primera vez roza mis hombros<br />

como el arco roza el violín.<br />

Esta frescura de saber<br />

que también nos vamos de aquí,<br />

¡qué novedad en la conciencia,<br />

48


qué persuasión blanda y sutil!<br />

¡Qué conformidad, que tersura,<br />

qué dejarse ir!<br />

Sus filos y puntas los actos<br />

redondean al llegar a mí.<br />

Ni la sangría del estoico<br />

que se amenguaba sin sentir,<br />

ni el áspid que penas besaba<br />

el botón de ansioso carmín:<br />

Lento declive, y tan seguro<br />

--hinchado de sí--<br />

que ni da lugar a lamentos<br />

ni a temores, ni<br />

siquiera al vago cosquilleo<br />

de ese minuto por venir<br />

en que se ha de abrir a mis ojos<br />

algo que se tiene que abrir.<br />

¡Qué natural lo que se acaba<br />

cuando ya se acaba por sí!<br />

Voy con la razón satisfecha,<br />

dormido, contento, feliz.<br />

¡Y yo que viví tantos años,<br />

tantos años como perdí,<br />

sin dar oídos a la esfinge<br />

49


que susurraba junto a mí!<br />

Yo no sabía que la vida<br />

se reclina y se tiene así<br />

en esa gula de la nada<br />

que es su diván, es su cojín.<br />

Otra <strong>voz</strong>, 1936<br />

SOL DE MONTERREY<br />

No cabe duda: de niño,<br />

a mí me seguía el sol.<br />

Andaba detrás de mí<br />

como perrito faldero;<br />

despeinado y dulce,<br />

claro y amarillo:<br />

ese sol con sueño<br />

que sigue a los niños.<br />

Saltaba de patio en patio,<br />

se revolcaba en mi alcoba.<br />

Aun creo que algunas veces<br />

lo espantaban con la escoba.<br />

Y a la mañana siguiente,<br />

ya estaba otra vez conmigo,<br />

despeinado y dulce,<br />

claro y amarillo:<br />

ese sol con sueño<br />

que sigue a los niños.<br />

(El fuego de mayo<br />

me armó caballero:<br />

yo era el Niño Andante,<br />

50


y el sol, mi escudero.)<br />

Todo el cielo era de añil;<br />

toda la casa de oro.<br />

¡Cuánto sol se me metía<br />

por los ojos!<br />

Mar adentro de la frente,<br />

a donde quiera que voy,<br />

aunque haya nubes cerradas,<br />

¡oh cuánto me pesa el sol!<br />

¡Oh cuánto me duele, adentro,<br />

esa cisterna de sol<br />

que viaja conmigo!<br />

Yo no conocí en mi infancia<br />

sombra, sino resolana.--<br />

Cada ventana era sol,<br />

cada cuarto era ventanas.<br />

Los corredores tendían<br />

arcos de luz por la casa.<br />

En los árboles ardían<br />

las ascuas de las naranjas,<br />

y la huerta en lumbre viva<br />

se doraba.<br />

Los pavos reales eran<br />

parientes del sol. La garza<br />

empezaba a llamear<br />

a cada paso que daba.<br />

51


Y a mí el sol me desvestía<br />

para pegarse conmigo,<br />

despeinado y dulce,<br />

claro y amarillo:<br />

ese sol con sueño<br />

que sigue a los niños.<br />

Cuando salí de mi casa<br />

con mi bastón y mi hato,<br />

le dije a mi corazón:<br />

--¡Ya llevas sol para rato!--<br />

Es tesoro --y no se acaba--<br />

no se me acaba --y lo gasto.<br />

Traigo tanto sol adentro<br />

que ya tanto sol me cansa.--<br />

Yo no conocí en mi infancia<br />

sombra, sino resolana.<br />

Otra <strong>voz</strong>, 1936<br />

GOLFO DE MÉXICO<br />

VERACRUZ<br />

La vecindad del mar queda abolida:<br />

basta saber que nos guardan las espaldas,<br />

que hay una ventana inmensa y verde<br />

por donde echarse a nado.<br />

LA HABANA<br />

No es Cuba, donde el mar disuelve el alma.<br />

No es Cuba --que nunca vio Gauguin,<br />

52


que nunca vio Picasso--,<br />

donde negros vestidos de amarillo y de guinda<br />

rondan el malecón, entre dos luces,<br />

y los ojos vencidos<br />

no disimulan ya los pensamientos.<br />

No es Cuba --la que nunca oyó Stravinsky<br />

concertar sones de marimbas y güiros<br />

en el entierro de Papá Montero,<br />

ñáñigo de bastón y canalla rumbero.<br />

No es Cuba --donde el yanqui colonial<br />

se cura del bochorno sorbiendo "granizados"<br />

de brisa, en las terrazas del reparto;<br />

donde la policía desinfecta<br />

el aguijón de los mosquitos últimos<br />

que zumban todavía en español.<br />

No es Cuba --donde el mar se transparenta<br />

para que no se pierdan los despojos del Maine,<br />

y un contratista revolucionario<br />

tiñe de blanco el aire de la tarde,<br />

abanicando, con sonrisa veterana,<br />

desde su mecedora, la fragancia<br />

de los mangos y cocos aduaneros.<br />

VERACRUZ<br />

No: aquí la tierra triunfa y manda<br />

--caldo de tiburones a sus pies.<br />

53


Y entre arrecifes, últimas cimbres de la Atlántida,<br />

las esponjas de algas venenosas<br />

manchan de bilis verde que se torna violeta<br />

los lejos donde el mar cuelga el aire.<br />

Basta saber que nos guardan las espaldas:<br />

la ciudad sólo abre hacia la costa<br />

sus puertas de servicio.<br />

En el aburridero de los muelles,<br />

los mozos de cordel no son marítimos:<br />

carga en la bandeja del sombrero<br />

u sol de campo adentro:<br />

hombres color de hombre,<br />

que el sudor emparienta con el asno<br />

--y el equilibrio jarocho de los bustos,<br />

al peso de cívicas pistolas.<br />

Herón Proal, con manos juntas y ojos bajos,<br />

siembra la clerical cruzada de inquilinos;<br />

y las bandas de funcionarios en camisa<br />

sujetan el desborde de sus panzas<br />

con relumbrantes dentaduras de balas.<br />

Las sombras de los pájaros<br />

danzan sobre las plazas mal barridas.<br />

Hay aletazos en las torres altas.<br />

El mejor asesino del contorno,<br />

54


viejo y altivo, cuenta una proeza.<br />

Y un juchiteco, esclavo manumiso<br />

del fardo en que descansa,<br />

busca y recoge con el pie descalzo<br />

el cigarro que el sueño de la siesta<br />

le robó de la boca.<br />

Los Capitanes, como han visto tanto,<br />

disfrutan, si hablarse,<br />

los menjurjes de menta en los portales.<br />

Y todas las tormentas de las Islas Canarias,<br />

y el cabo Verde y sus faros de colores,<br />

y la tinta china del Mar Amarillo,<br />

y el Rojo entresoñado<br />

que el profeta judío parte en dos con la vara,<br />

y el Negro, donde nadan<br />

carabelas de cráneos de elefantes<br />

que bombean el Diluvio con la trompa,<br />

y el Mar de Azufre,<br />

donde perdieron cabellera, ceja y barba,<br />

y el de Azogue, que puso dientes de oro<br />

a la tripulación de piratas malayos,<br />

reviven el olor del alcohol de azúcar,<br />

y andan de mariposas prisioneras<br />

bajo el azul "quepi" de tres galones,<br />

mientras consume nubes de tifones<br />

la pipa de cerezo.<br />

55


La vecindad del mar queda abolida.<br />

Gañido errante de cobres y cornetas<br />

pasea en un tranvía.--<br />

Basta saber que nos guardan las espaldas.<br />

(Atrás, una ventana inmensa y verde...)<br />

El alcohol del sol pinta de azúcar<br />

los terrones fundentes de las casas.<br />

(...por donde echarse a nado).<br />

Miel de sudor, parentesco del asno,<br />

y hombres color de hombre<br />

conciertan otras leyes,<br />

en medio de las plazas donde vagan<br />

las sombras de los pájaros.<br />

Y sientes a la altura de tus sienes<br />

los ojos fijos de las viudas de guerra.<br />

Y yo te anuncio el ataque a los volcanes<br />

de la gente que está de espalda al mar:<br />

cuando los comedores de insectos<br />

ahuyenten las langostas con los pies<br />

--y en el silencia de las capitales<br />

se oirán venir pisadas de sandalias<br />

y el trueno de las flautas mexicanas.<br />

ARTE POÉTICA<br />

La vega y el soto, 1944<br />

56


1<br />

Asustadiza gracia del poema:<br />

flor temerosa, recatada en llema.<br />

2<br />

Y se cierra, como la sensitiva,<br />

si la llega a tocar la mano viva.<br />

3<br />

--Mano mejor que la mano de Orfeo,<br />

mano que la presumo y no la creo,<br />

4<br />

para traer la Eurídice dormida<br />

hasta la superficie de la vida<br />

LOS CABALLOS<br />

La vega y el soto, 1944<br />

¡Cuántos caballos en mi infancia!<br />

Atados de la argolla y cabezada,<br />

en el patio de coches de la casa,<br />

desempedrando el suelo en su impaciencia<br />

y dando gusto a las rasposas lenguas,<br />

los caballos lamían largamente<br />

el salitre de las paredes.<br />

Aprendí a montar a caballo<br />

en el real de San Pedro y San Pablo.<br />

Éste era un alazán de trote largo<br />

que se llamaba --pido perdón-- el Grano de Oro.<br />

Mi padre, poeta a ratos,<br />

57


y siempre poeta de acción,<br />

cuidaba como Adán del nombre de las cosas:<br />

--Para algo tienen cuatro cascos,<br />

para andar de prisa.<br />

Pónmele un nombre raudo como el rayo,<br />

quítale ese nombre que da risa.--<br />

Los caballos lamían largamente<br />

el salitre de las paredes.<br />

Me hacían jinete y versero<br />

el buen trote y sus octosílabos<br />

y el galope de arte mayor,<br />

mientras las espuelas y el freno<br />

me iban enseñando a medir el valor.<br />

Pero, aunque yo partiese a rienda suelta,<br />

mi fuga no pasaba de la esquina:<br />

el caballo era herencia de un gendarme borracho<br />

y paraba sólo en los tendajos.<br />

¡Oh ridículo símbolo<br />

de una prudencia que era apenas vicio!<br />

Y me fui haciendo al tufo dulzón<br />

y al fraseo del guadarnés<br />

y a todos los refranes del caso:<br />

En la cuesta,<br />

como quiera la bestia,<br />

y en el llano,<br />

58


como quiera el amo.<br />

Y aquella justa máxima que parece moneda:<br />

Nunca dejes camino por vereda.<br />

Y aprendí de falsa y de almartirgón<br />

y de pasito y trote inglés,<br />

que no va nada bien con la silla vaquera;<br />

porque yo nunca supe de albardón,<br />

y esto es lo que me queda del color regional.<br />

Los caballos lamían largamente<br />

el salitre de las paredes.<br />

Mi segundo caballo<br />

se llamaba Lucero y no Petardo:<br />

él sólo entendía por su nombre<br />

y en vano quisieron mudárselo.<br />

Pequeño y retinto,<br />

nervioso y fino,<br />

con la mancha blanca en la frente...<br />

Nunca tuve mejor amigo,<br />

nunca he tratado mejor gente.<br />

Rompía el cabestro,<br />

pisoteaba el huerto.<br />

cruzaba el parque a las volandas,<br />

atravesaba el corral de los coches,<br />

entraba resbalando por los corredores,<br />

59


abría con la cabeza la puerta de mi alcoba<br />

y venía hasta mi cama de niño<br />

a despertarme todas las mañanas.<br />

¡Oh mi brioso Lucero,<br />

mi leal verdadero!<br />

En una enfermedad que tuve<br />

me lo llenaron de oprobiosas mañas,<br />

que ya ni yo lo conocía:<br />

me lo volvieron pajarero,<br />

lo hicieron duro del bocado<br />

y cabeceador,<br />

y le enseñaron esas vilezas<br />

de arrancar el galope al levantar la mano<br />

y otras torpes costumbres que pasan por proezas.<br />

Y yo ya no lo quise montar<br />

y, como había que hacer algo,<br />

se lo vendimos a un Alemán.<br />

Porque el verdadero caballo<br />

se ha de conocer en el tranco:<br />

geometría plana, destreza lineal<br />

de la auténtica equitación,<br />

implícita en el bruto y no de quita y pon.<br />

¡Oh mi brioso Lucero,<br />

mi leal verdadero!<br />

60


Me dejaba a la puerta de la escuela<br />

y luego regresaba por mí;<br />

era mi ayo y mi mandadero.<br />

Y yo me río de Tom Mix<br />

y de su potro que le hace de perro<br />

cuando me acuerdo de mi lucero.<br />

Los caballos lamían largamente<br />

el salitre de las paredes.<br />

Y vino el Tapatío, propio bridón de guerra,<br />

mucha montura para el muchacho que yo era.<br />

Allá cerca del Polvorín,<br />

quiso un día sembrarme en el barranco;<br />

que aunque él siempre me pedía azúcar<br />

y me lo negaba,<br />

yo bien se lo entendí,<br />

que su voluntad bien clara estaba.<br />

Y vino el pinto, un poni<br />

manchado como vaca de blanco y amarillo;<br />

un artista de circo<br />

que también entendía de tiro.<br />

Y como yo ya había crecido<br />

--vamos al decir--,<br />

con las piernas le sujetaba<br />

todas las malas intenciones.<br />

Por las cumbres del Cerro del Caído<br />

61


siempre andaba conmigo.<br />

En la capital siempre lo usé<br />

para tirar de un cabriolé,<br />

en el paseo --ya se ve--<br />

del Zócalo a Chapultepec.<br />

Los caballos lamían largamente<br />

el salitre de las paredes.<br />

Y luego se confunden las memorias<br />

de la cuadra paterna:<br />

uno era el Gallo, de charol lustroso,<br />

otro se llamaba el Carey,<br />

yo no sé bien por qué,<br />

y aquel noble Zar que se abría de patas<br />

para que mi padre montara,<br />

(como el bucéfalo de Alejandro,<br />

según testimonio de Eliano);<br />

y aquel otro lucero en que él vino a morir<br />

bajo las indecisas hoces de la metralla.<br />

Lo guardaron como reliquia,<br />

como mutilado de la patria,<br />

aunque, cojo y clareado de balas,<br />

no servía ya para nada.<br />

Hubo una leva en la Revolución:<br />

se llevaron al pobre en el montón,<br />

sin hacer caso de su orgullo:<br />

62


--¡Qué los maten a todos,<br />

y que Dios escoja los suyos.<br />

DESEOS<br />

Obras Completas, T. X. Constancia poética, 1959<br />

Carlos Pellicer (1897- 1977)<br />

Trópico, para que me diste<br />

las manos llenas de color.<br />

Todo lo que yo toque<br />

se llenará de sol.<br />

En las tardes sutiles de otras tierras<br />

pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.<br />

Déjame un solo instante<br />

dejar de ser grito y color.<br />

Déjame un solo instante<br />

cambiar de clima el corazón,<br />

beber la penumbra de una costa desierta,<br />

inclinarme en silencio sobre un recóndito balcón,<br />

ahondarme en el manto de pliegues finos,<br />

dispersarme en la orilla de una suave devoción,<br />

acariciar dulcemente las cabelleras lacias<br />

y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.<br />

¡Oh, deja de ser un solo instante<br />

el Ayudante de Campo del sol!<br />

¡Trópico, para qué me diste<br />

las manos llenas de color!<br />

GRUPOS DE PALOMAS<br />

Seis, siete poemas, 1924<br />

Los grupos de palomas,<br />

notas, claves, silencios, alteraciones,<br />

modifican el ritmo de la loma.<br />

La que se sabe tornasol afina<br />

las ruedas luminosas de su cuello<br />

con mirar hacia atrás a su vecina.<br />

Le da al sol la mirada<br />

1<br />

A la señora Lupe Medina de Ortega<br />

63


y escurre en una sola pincelada<br />

plan de vuelos a nubes campesinas.<br />

La gris es una joven extranjera<br />

cuyas ropas de viaje<br />

dan aire de sorpresa al paisaje<br />

sin compradoras y sin primaveras.<br />

Hay una casi negra<br />

que bebe astillas de agua en una piedra.<br />

Después se pule el pico,<br />

mira sus uñas, ve las de las otras,<br />

abre un ala y la cierra, tira un brinco<br />

y se para debajo de las rosas.<br />

El fotógrafo dice:<br />

para el jueves, señora.<br />

Un palomo amontona sus erres cabeceadas,<br />

y ella busca alfileres<br />

en el suelo que brilla por nada.<br />

Los grupos de palomas<br />

--notas, claves, silencios, alteraciones--<br />

modifican lugares de la loma.<br />

La inevitablemente blanca,<br />

sabe su perfección, bebe en la fuente<br />

y se bebe a sí misma y se adelgaza<br />

cual un poco de brisa en una lente<br />

que recoge el paisaje.<br />

Es una simpleza<br />

cerca del agua. Inclina la cabeza<br />

con tal dulzura,<br />

que la escritura desfallece<br />

en una serie de sílabas maduras.<br />

Corre un automóvil y las palomas vuelan.<br />

En la aritmética del vuelo,<br />

los ochos árabes desdóblanse<br />

y la suma es impar. Se mueve el cielo<br />

y la casa se vuelve redonda.<br />

Un viraje profundo.<br />

Regresan las palomas.<br />

2<br />

3<br />

4<br />

5<br />

64


Notas. Claves. Silencios. Alteraciones.<br />

El lápiz se descubre, se inclinan las lomas,<br />

y por 20 centavos se cantan las canciones.<br />

HORAS DE JUNIO<br />

Hora y 20, 1927<br />

Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,<br />

agua de mis imágenes, tan muerta,<br />

nube de mis palabras, tan desierta,<br />

noche de la indecible poesía.<br />

Por ti la misma sangre --tuya y mía--<br />

corre al alma de nadie siempre abierta.<br />

Por ti la angustia es sombra de la puerta<br />

que no se abre de noche ni de día.<br />

Sigo la infancia en tu prisión, y el juego<br />

que alterna muertes y resurrecciones<br />

de una imagen a otra vive ciego.<br />

Claman el viento, el sol y el mar de viaje.<br />

Yo devoro mis propios corazones<br />

y juego con los ojos del paisaje.<br />

Junio me dio la <strong>voz</strong>, la silenciosa<br />

música de callar un sentimiento.<br />

Junio se lleva ahora como el viento<br />

la esperanza más dulce y espaciosa.<br />

Yo saqué de mi <strong>voz</strong> la limpia rosa,<br />

única rosa eterna del momento.<br />

No la tomó el amor, la llevó el viento<br />

y el alma inútilmente fue gozosa.<br />

Al año de morir todos los días<br />

los frutos de mi <strong>voz</strong> dijeron tanto<br />

y tan calladamente, que unos días<br />

vivieron a la sombra de aquel canto.<br />

(Aquí la <strong>voz</strong> se quiebra y el espanto<br />

de tanta soledad llena los días.)<br />

Hoy hace un año, Junio, que nos viste,<br />

desconocidos, juntos, un instante.<br />

Llévame a ese momento de diamante<br />

que tú en un año has vuelto perla triste.<br />

65


Álzame hasta la nube que ya existe,<br />

líbrame de las nubes, adelante.<br />

Haz que la nube sea el buen instante<br />

que hoy cumple un año, Junio, que me diste.<br />

Yo pasaré la noche junto al cielo<br />

para escoger la nube, la primera<br />

nube que salga del sueño, del cielo,<br />

del mar, del pensamiento, de la hora,<br />

de la única hora que me espera.<br />

¡Nube de mis palabras, protectora!<br />

HORAS DE JUNIO<br />

Hora de junio, 1937<br />

Junio, jardín de junio, yo no quise<br />

sino sólo una <strong>voz</strong> de su ternura,<br />

besar el aire que en sus ojos dura<br />

y soltar en mis labios lo que dice.<br />

Aire, junio en los aires ya predice<br />

las imágenes muertas en la oscura<br />

piedad de las palabras que apresura<br />

la sola poesía que no quise.<br />

Agua, en tus lluvias llévame ceñido<br />

al campo de tus ojos, al latido<br />

del corazón que halle en otra sombra.<br />

Róbame a los espacios que su acento<br />

busque al azar, fuera de luz y sombra.<br />

Yo cubriré mi sombra con el viento.<br />

Junio que no cumpliste el prometido<br />

fruto del sacrificio, tú caminas<br />

y a las treinta jornadas avecinas<br />

el ave prodigiosa del olvido.<br />

Yo me quedo más solo que tu olvido<br />

en la imagen creciente de tus ruinas.<br />

¡Yo caminara lo que tu caminas!<br />

¡Yo olvidara el olvido de tu olvido!<br />

Por ti la angustia es llave de la puerta<br />

que no se abrió ni de noche ni de día.<br />

¡Agua de mis imágenes, tan muerta!<br />

66


¡Noche de la implacable poesía!<br />

Por ti la misma sangre, tuya y mía,<br />

corre el alma de nadie siempre abierta.<br />

POESÍA<br />

Hora de junio, 1937<br />

Poesía, verdad, poema mío,<br />

fuerza de amor que halló tus manos, lejos<br />

en un vuelo de junios pulió espejos<br />

y halló en la luz la palidez, el frío.<br />

Yo rebosé los cántaros del río,<br />

paré la luz en los remansos viejos,<br />

di órdenes a todos los reflejos;<br />

Junio perfecto dio su poderío.<br />

Poesía, verdad de todo sueño,<br />

nunca he sido de ti mas corto dueño<br />

que en este amo en cuyas nubes muero.<br />

Huye de mí, conviérteme en tu olvido,<br />

en el tiempo imposible, en el primero<br />

de todos los recuerdos del olvido.<br />

HORAS DE JUNIO<br />

Hora de junio, 1937<br />

Amor así, tan cerca de la vida,<br />

amor así, tan cerca de la muerte.<br />

Junto a la estrella de la buena suerte<br />

la luna nueva anúnciate la herida..<br />

En un cielo de junio la escondida<br />

noche te hace temblar pálido y fuerte;<br />

el abismo creció por conocerte<br />

robando al riesgo su sorpresa henchida.<br />

Hiéreme así, dejándome en la herida<br />

la sangre que no cuaja ni la muerte<br />

--la llaga con la sangre de la vida--.<br />

Ya estás herido con mi propia suerte<br />

y somos la catástrofe emprendida<br />

con todo nuestro ser desnudo y fuerte.<br />

67


Éramos la materia de los cielos<br />

que en círculos inútiles perece<br />

sin dar el fuego cósmico que crece<br />

sino apenas el ritmo de sus vuelos.<br />

Energía de idénticos anhelos<br />

que aleja y avecina y que los mece,<br />

juntó en choque de fuerzas luz que acrece<br />

la sombra en tierra de sus hondos cielos.<br />

Y buscándose en ambos nuestra suerte<br />

fluyó hacia tu esbeltez la fuerza fuerte<br />

que al fin su espacio halló propio y profundo.<br />

Salgo de ti y estoy en tu tristeza,<br />

sales de mí y estás en tu belleza.<br />

Las estrellas nos ven: ya hay otro mundo.<br />

Eso que no se dice ni se canta<br />

es sólo un nombre ¿acaso es un suspiro?<br />

En la sangre celeste de un zafiro<br />

tiene lugar, y tiempo, y <strong>voz</strong> levanta.<br />

¿En qué número numen, qué garganta,<br />

qué secreto feliz, a cuál retiro<br />

donde sólo el suspiro de un suspiro<br />

pase, te he de esconder, ventura tanta?<br />

Si estas manos vacías ya están llenas<br />

al pensar en tu ser --lecho de arenas<br />

con que las aguas doran su camino--,<br />

donde ponerlas, manos asombradas<br />

de mostrarse desnudas al destino<br />

y levantar al cielo llamaradas.<br />

RECINTO (fragmentos)<br />

Hora de junio, 1937<br />

Que se cierre esa puerta<br />

que no me deja estar a solas con tus besos.<br />

Que se cierre esa puerta<br />

por donde campos, sol y rosas quieren vernos.<br />

Esa puerta por donde<br />

la cal azul de los pilares entra<br />

II<br />

68


a mirar como niños maliciosos<br />

la timidez de nuestras dos caricias<br />

que no se dan porque la puerta, abierta...<br />

Por razones serenas<br />

pasamos largo tiempo a puerta abierta.<br />

Y arriesgado es besarse<br />

y oprimirse las manos, ni siquiera<br />

mirarse demasiado, ni siquiera<br />

callar en buena lid...<br />

Pero en la noche<br />

la puerta se echa encima de sí misma<br />

y se cierra tan ciega y claramente,<br />

que nos sentimos ya, tú y yo, en campo abierto<br />

escogiendo caricias como joyas<br />

ocultas en noches con jardines<br />

puestos en las rodillas de los montes,<br />

pero solos, tú y yo.<br />

La mórbida penumbra<br />

enlaza nuestros cuerpos y saquea<br />

mi ternura tesoro,<br />

la fuerza de mis brazos que te agobian<br />

tan dulcemente, el gran beso insaciable<br />

que se bebe a sí mismo<br />

y en su espacio redime<br />

lo pequeño de ilímites distancias...<br />

Dichosa puerta que nos acompañas,<br />

cerrada, en nuestra dicha. Tu obstrucción<br />

es la liberación destas dos cárceles;<br />

la escapatoria de las dos pisadas<br />

idénticas que saltan a la nube<br />

de la que se regresa en la mañana.<br />

¿Qué harás? ¿En qué momento<br />

tus ojos pensarán en mis caricias?<br />

¿Y frente a cuales cosas, de repente,<br />

dejarás, en silencio, una sonrisa?<br />

Y si en la calle<br />

hallas mi boca triste en otra gente,<br />

¿la seguirás?<br />

XVI<br />

69


¿Qué harás si en los comercios --semejanzas--<br />

algo de mi encuentras?<br />

¿Qué harás?<br />

¿Y si en el campo un grupo de palmeras<br />

o un grupo de palomas o uno de figuras<br />

vieras?<br />

(Las estrofas brillan en sus aventuras<br />

de desnudas imágenes primeras.)<br />

¿Y si al pasar frente a la casa abierta,<br />

alguien adentro grita: ¡Carlos!?<br />

¿Habrá en tu corazón el buen latido?<br />

¿Cómo será el acento de tu paso?<br />

Tu carta trae el perfume predilecto.<br />

Yo la beso y la aspiro.<br />

En el rápido drama de un suspiro<br />

la alcoba se encamina hacia otro aspecto.<br />

¿Qué harás?<br />

Los <strong>verso</strong>s tienen ya los ojos fijos.<br />

La actitud se prolonga. De las manos<br />

caen papel y lápiz. Infinito<br />

es el recuerdo. Se oyen en el campo<br />

las cosas de la noche. --Una vez<br />

te hallé en el tranvía y no me viste.<br />

--Atravesando un bosque ambos lloramos.<br />

--Hay dos sitios malditos en la ciudad. ¿Me diste<br />

tu dirección la noche del infierno?<br />

--...Y yo creí morirme mirándote llorar.<br />

Yo soy...<br />

Y me sacude el viento.<br />

¿Qué harás?<br />

Recinto y otras imágenes, 1941<br />

TEMA PARA UN NOCTURNO<br />

Cuando hayan salido del reloj todas las hormigas<br />

y se abra --por fin-- la puerta de la soledad,<br />

la muerte,<br />

ya no me encontrará.<br />

Me buscará entre los árboles, enloquecidos<br />

por el silencio de una cosa tras otra.<br />

70


No me hallará en la altiplanicie deshilada<br />

sintiéndola en la fuente de una rosa.<br />

Estoy partiendo el fruto del insomnio<br />

con la mano acuchillada por el azar.<br />

Y la casa está abierta de tal modo,<br />

que la muerte ya no me encontrará.<br />

Y ha de buscarme sobre los árboles y entre las nubes.<br />

(¡Fruto y color la <strong>voz</strong> encenderá!)<br />

Y no puedo esperarla: tengo cita<br />

con la vida, a las luces de un cantar.<br />

Se oyen pasos --¿muy lejos?...-- todavía<br />

hay tiempo de escapar.<br />

Para subir la noche sus luceros,<br />

un hondo son de sombras cayó sobe la mar.<br />

Ya la sangre contra el corazón se estrella.<br />

Anochece tan claro que me puedo desnudar.<br />

Así, cuando la muerte venga a buscarme,<br />

mi ropa solamente encontrará.<br />

Subordinaciones, 1949<br />

LOS SONETOS DE ZAPOTLAN (fragmento)<br />

Un amarillo esta de otoño al día.<br />

Sus olvidadas comunicaciones<br />

abrieron los antiguos corazones<br />

que junio en otros junios exprimía.<br />

Triunfos de corporal idolatría<br />

desnudan sepulcrales posesiones.<br />

Las perlas, amargadas, las acciones<br />

atléticas, vejada fantasía.<br />

¿En dónde estás, eterna primavera?<br />

¿Por qué perdí tu claridad ligera<br />

y en flores amarillas te descubro?<br />

Y devorado por mi boca herida,<br />

con las palabras que te digo cubro<br />

la muerte más hermosa de mi vida.<br />

I<br />

A Juan José Arreola<br />

71


Practica de vuelo, 1956<br />

HE OLVIDADO MI NOMBRE<br />

He olvidado mi nombre.<br />

Todo será posible menos llamarse Carlos.<br />

¿Y dónde habrá quedado?<br />

Estoy entre la noche desnudo como un baño<br />

listo y que nadie usa por no ser el primero<br />

en revolver el mármol de un agua tan estricta<br />

que fuera uno a parar en estatua de aseo.<br />

Al olvidar mi nombre siento comodidades<br />

de lluvia en un paraje donde nunca ha llovido.<br />

Una presencia lluvia con paisaje<br />

y un profundo entonar el olvido.<br />

¿Qué hará mi nombre,<br />

en dónde habrá quedado?<br />

Siento que un territorio parecido a Tabasco<br />

me lleva entre sus ríos inaugurando bosques,<br />

unos bosques tan jóvenes que da pena escucharlos<br />

deletreando los nombres de los pájaros.<br />

Son ríos que se bañan cuando lo anochecido<br />

de todas las palabras siembra la confusión<br />

y la desnudez del sueño está dormida<br />

sobre los nombres íntimos de lo que fue una flor.<br />

Y yo sin nombre y solo con mi cuerpo sin nombre<br />

llamándole amarillo a lo azul y amarillo<br />

a lo que nunca puede jamás ser amarillo;<br />

feliz, desconocido de todos los colores.<br />

¿A qué fruto sin árbol le habré dado mi nombre<br />

con este olvido lívido de tan feliz memoria?<br />

En el Tabasco nuevo de un jaguar despertado<br />

por los antiguos pájaros que enseñaron al día<br />

a ponerse la <strong>voz</strong> igual que una sortija<br />

de frente y de canto.<br />

Jaguar que está en Tabasco y estrena desnudez<br />

y se queda mirando los trajes de la selva,<br />

con una gran penumbra de pereza y desdén.<br />

Por nacer en Tabasco cubro de cercanías<br />

húmedas y vitales el olvido a mi nombre<br />

72


y otra vez terrenal y nuevo paraíso<br />

mi cuerpo bien herido toda mi sangre corre.<br />

Correr y ya sin nombre y estrenando hojarasca<br />

de siglos.<br />

Correr feliz, feliz de no reconocerse<br />

al invadir las islas de un viaje arena y tibio.<br />

He perdido mi nombre.<br />

¿En qué jirón de bosque habrá quedado?<br />

¿Qué corazón del río lo tendrá como un pez,<br />

sano y salvo?<br />

Me matarán de hambre la aurora y el crepúsculo.<br />

Un pan caliente --el Sol-- me dará al mediodía.<br />

Yo era siete y setenta y ahora sólo uno,<br />

uno que vale uno de cerca y lejanía.<br />

El bien bañado río todo desnudo y fuerte,<br />

sin nombre de colores ni de cantos.<br />

Defendido del Sol con la hoja de toh.<br />

Todo será posible menos llamarse Carlos.<br />

SONETO<br />

Obras, "Poemas no coleccionados", 1981<br />

El tiempo que nos une y nos divide<br />

--frutal nocturno y floreciente día--<br />

hoy junto a ti, mañana lejanía,<br />

devora lo que olvida y lo que pide.<br />

Cuidar en él lo que al volar descuide<br />

será internarse en su relojería;<br />

y minuto a minuto y día a día,<br />

sin quererlo, aunque poco, nos olvide.<br />

Olvidados del tiempo, esos instantes,<br />

serán de eternidad; los deslumbrantes<br />

momentos del instante de lo eterno.<br />

Junio en tus manos su belleza afina;<br />

el otoño es su dócil subalterno.<br />

Tiempo y eternidad tu alma combina.<br />

Obras, "Poemas no coleccionados", 1981<br />

Manuel Maples Arce (1898-1980)<br />

A un amigo incomparable, regalándole un reloj<br />

73


PRISMA<br />

Yo soy un punto muerto en medio de la hora,<br />

equidistante al grito náufrago de una estrella.<br />

Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,<br />

y la luna sin cuerda<br />

me oprime en las vidrieras.<br />

La ciudad insurrecta de anuncios luminosos<br />

flota en los almanaques,<br />

y allá de tarde en tarde,<br />

Margaritas de oro<br />

por la calle planchada se desangra un eléctrico.<br />

El insomnio, lo mismo que una enredadera,<br />

se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,<br />

deshojadas al viento.<br />

y mientras que los ruidos descerrajan las puertas,<br />

la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.<br />

El silencio amarillo suena sobre mis ojos.<br />

Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo!<br />

Yo departí sus manos,<br />

pero en aquella hora<br />

gris de las estaciones,<br />

sus palabras mojadas se me echaron al cuello,<br />

y una locomotora<br />

sedienta de kilómetros la arrancó de mis brazos.<br />

74


Hoy suenan sus palabras más heladas que nunca.<br />

Y la locura de Edison a manos de lluvia!<br />

El cielo es un obstáculo para el hotel in<strong>verso</strong><br />

refractado en las lunas sombrías de los espejos;<br />

los violines se suben como la champaña,<br />

y mientras las orejas sondean la madrugada,<br />

el invierno huesoso tirita en los percheros.<br />

Mis nervios se derraman.<br />

naufragaba en el agua<br />

del silencio.<br />

Tú y yo<br />

meditación temática<br />

deshojada en jardines.<br />

Locomotoras, gritos,<br />

arsenales, telégrafos.<br />

El amor y la vida<br />

son hoy sindicalistas,<br />

Coincidimos<br />

La estrella del recuerdo<br />

en la noche terrible,<br />

y todo se dilata en círculos concéntricos.<br />

VRBE<br />

(fragmento)<br />

Andamios Interiores, 1922<br />

75


IV<br />

Entre los matorrales del silencio<br />

la oscuridad lame la sangre del crepúsculo.<br />

Las estrellas caídas<br />

son pájaros muertos<br />

en el agua sin sueño<br />

del espejo.<br />

Y las artillerías<br />

sonoras del atlántico<br />

se apagaron,<br />

al fin,<br />

en la distancia.<br />

y el jardín;<br />

amarillo,<br />

se va a pique en la sombra.<br />

súbito, su recuerdo<br />

chisporrotea en los interiores apagados.<br />

Los ríos de las blusas azules<br />

desbordan las esclusas de las fábricas<br />

y los árboles agitadores<br />

manotean sus discursos en la acera.<br />

Sobre la arboladura del otoño,<br />

sopla un viento nocturno:<br />

es el viento de Rusia,<br />

de las grandes tragedias,<br />

Sus palabras de oro<br />

criban en mi memoria.<br />

76


Los huelguistas se arrojan<br />

pedradas y denuestos,<br />

y la vida es una tumultuosa<br />

conversión hacia la izquierda.<br />

Al margen de la almohada,<br />

la noche es un despeñadero;<br />

y el insomnio<br />

se ha quedado escarbando en mi cerebro<br />

¿De quién son esas voces<br />

que sobrenadan en la sombra?<br />

Dios mío,<br />

y de todo este desastre<br />

sólo unos cuantos pedazos<br />

blancos,<br />

de su recuerdo,<br />

se me han quedado entre las manos.<br />

PUERTO<br />

Urbe, 1924<br />

Y estos trenes que aúllan<br />

hacia los horizontes devastados.<br />

Los soldados<br />

dormirán esta noche en el infierno.<br />

Llegaron nuestros pasos hasta la borda de la tarde;<br />

el Atlántico canta debajo de los muelles<br />

y presiento un reflejo de mujeres<br />

que sonríen al comercio<br />

77


de los países nuevos.<br />

El humo de los barcos<br />

desmadeja el paisaje;<br />

brumosa a travesía<br />

florecida de pipas.<br />

¡Oh rubia transeúnte de las zonas marítimas,<br />

de pronto eres la imagen<br />

movible del acuario!<br />

Hay un tráfico ardiente de avenidas<br />

frente al hotel abanicado de palmeras.<br />

Te asomas por la celosía<br />

de las canciones<br />

al puerto palpitante de motores<br />

y los colores de la lejanía<br />

me miran en tus tiernos ojos.<br />

Entre las enredaderas venenosas<br />

que enmarañan el sueño<br />

recojo sus señales amorosas;<br />

la dicha nos espera<br />

en el alegre verano de sus besos;<br />

la arrodilla el océano de caricias,<br />

y el piano<br />

es una hamaca en la alameda.<br />

Se reúne la luna allá en los mástiles,<br />

78


y un viento de ceniza<br />

me arrebata tu nombre;<br />

la navegación agitada de pañuelos<br />

y los adioses surcan nuestros pechos,<br />

y en la débil memoria de todos estos goces<br />

sólo los pétalos de sus estremecimientos<br />

perfuman las orillas de la noche.<br />

Poemas interdictos, 1927<br />

LOS BUZOS DIAMANTISTAS<br />

I<br />

Una nítida noche, en que la pedrería<br />

sideral deslumbrada,<br />

los buzos diamantistas, en santa cofradía,<br />

descendimos al mar...<br />

Puede ser -nos dijimos- puede ser<br />

que la luz de Saturno, diluyéndose, forme<br />

algún extravagante sulfato, alguna gema<br />

nunca vista jamás...<br />

II<br />

Puede ser, nos dijimos...<br />

Lunarios opalinos, Academias<br />

rutilantes de nácar y coral,<br />

donde monstruos socráticos decían<br />

que sólo siendo feo se puede ser genial.<br />

Renato Leduc (1898-1986)<br />

79


Dialéctica sucinta de un sabio calamar:<br />

Seamos impasibles, sublimes y profundos<br />

como el fondo del mar.<br />

Si no por altivez, por desencanto<br />

imitemos el gesto del océano<br />

monótono y salobre...<br />

Es lo mismo que un astro se derrumbe<br />

o se muera un gusano.<br />

Seamos impasibles como el fondo del mar...<br />

III<br />

Y después --oh adverbio ineludible--<br />

una joven medusa iridiscente<br />

embrujo nuestros sueños.<br />

¿Qué doncella mortal puede tener<br />

su encanto deleznable, y sus pupilas<br />

que fosforecen vírgenes de llanto?<br />

Una vez nada más, entre dos aguas,<br />

contemplamos su grácil navegar.<br />

Como el rey Apolonio ahora decimos:<br />

Yo tuve un nombre,<br />

un bello nombre que perdí en el mar.<br />

IV<br />

En un cielo violáceo bosteza Lucifer.<br />

El ponto está cantando su canción azul.<br />

Los buzos diamantistas, en sana cofradía,<br />

80


volvemos a la tierra, a vivir otra vez.<br />

Traemos del abismo la pesadumbre ignota<br />

de lo que pudo ser...<br />

TEMAS<br />

El aula, etc., 1929<br />

No haremos obra perdurable. No<br />

tenemos de la mosca la voluntad tenaz.<br />

Mientras haya vigor<br />

pasaremos revista<br />

a cuanta niña vista<br />

y calce regular...<br />

Como Nerón, emperador<br />

y mártir de moralistas cursis,<br />

coronados de rosas<br />

o cualquier otra flor de estación,<br />

miraremos las cosas<br />

detrás de una esmeralda de ilusión...<br />

Va pasando de moda meditar.<br />

oh sabios, aprended un oficio.<br />

Los temas trascendentes han quedado,<br />

como Dios, retirados de servicio.<br />

La ciencia... los salarios...<br />

el arte... la mujer...<br />

Problemas didascálicos, se tratan<br />

cuando más, a la hora del cocktail.<br />

81


¿Y el dolor? ¿y la muerte ineluctable...?<br />

Asuntos de farmacia y notaría.<br />

Una noche -la noche es más propicia-<br />

vendrán con aspavientos de pariente,<br />

pero ya nuestra trémula vejez<br />

encogeráse de hombros, y si acaso,<br />

murmurará cristianamente...<br />

Pues...<br />

El aula, etc., 1929.<br />

ALUSIÓN A LOS CABELLOS CASTAÑOS<br />

Así como fui yo, así como eras tú,<br />

en la penumbra inocua de nuestra juventud<br />

así quisiera ser,<br />

mas ya no puede ser.<br />

Como ya no seremos como fuimos entonces,<br />

cuando límpida el alma trasmutaba en pecado<br />

al más leve placer,<br />

Cuando el mundo y tú eran sonrosaba sorpresa.<br />

Cuando hablaba yo solo dialogando contigo,<br />

es decir, con tu sombra,<br />

por las calles desiertas,<br />

y la luna bermeja era dulce incentivo<br />

para idilios de gatos, fechorías de ladrones<br />

y soñar de poetas.<br />

Cuando el orbe rodaba sin que yo lo sintiera,<br />

82


cuando yo te adoraba sin que tú lo supieras<br />

-aunque siempre lo sabes, aunque siempre lo sepas-<br />

y el invierno era un tropo y eras tú primavera<br />

y el romántico otoño corretear de hojas secas.<br />

Tú que nunca cuidaste del rigor de los años<br />

ni supiste el castigo de un marchito ropaje;<br />

tú que siempre tuviste los cabellos castaños<br />

y la tersa epidermis, satinado follaje.<br />

Tus cabellos castaños, tus castaños cabellos<br />

por volver a besarlos con el viejo fervor,<br />

vendría yo la ciencia que compré con dolor<br />

y la tela de araña que tejí en sueños.<br />

Así como fui yo, así como eras tú,<br />

en la inconciencia tórrida de nuestra juventud,<br />

así quisiera ser,<br />

mas ya no puede ser...<br />

Algunos poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto modo<br />

innecesario, 1933<br />

INVOCACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE Y A UNA SEÑORITA DEL MISMO<br />

NOMBRE: GUADALUPE<br />

Hay gente mala en el país,<br />

hay gente<br />

que no teme al señor omnipotente,<br />

ni a la beata, ni al ínclito palurdo<br />

que da en diezmos la hermana y el maíz.<br />

Adorable candor el de la joven<br />

83


que un pintor holandés puso en el burdo<br />

ayate de Juan Diego.<br />

El sex-appeal hará que la roben<br />

en plena misa y a la <strong>voz</strong> de fuego.<br />

Tórrido amor,<br />

amor no franciscano el que le brinda<br />

año por año turbulenta plebe<br />

mientras pulque y fervor,<br />

en frescos jarros de Oaxaca, bebe.<br />

Una reminiscencia: Guadalupe<br />

era tibia y redonda, suave y linda.<br />

Otra reminiscencia:<br />

a ella fui como el toro a la querencia<br />

por ella supe todo cuanto supe.<br />

Negra su cabellera, negra, negra,<br />

negros sus ojos,<br />

negros como la fama de una suegra,<br />

tan lúcidos provocan y tan propios<br />

el guiño adusto de los telescopios.<br />

Vestida de verde toda<br />

iba -excepto los labios rojos<br />

y los dientes- vestida de verde-oruga,<br />

verde-esperanza o lechuga,<br />

verde-moda.<br />

84


El indio grave que a brazadas llega<br />

mar cruzando, picada de aspereza,<br />

a su santuario;<br />

y a la mujer infame que navega<br />

con virtuosa bandera de corsario...<br />

Ojos dieran, los ojos de la cara<br />

sólo porque a la vuelta de una esquina<br />

la pequeña sonrisa que ilumina<br />

de luz ultraterrestre su cabeza,<br />

les bañara...<br />

La flapper y el atleta<br />

piernas dieran -milagros de oro y plata-<br />

si la clara<br />

ternura de esta Virgen les bañara<br />

al llegar a la cama o a la meta.<br />

Manos de oro colgara<br />

manos, al acreedor hipotecario<br />

colgara, y el ladrón y el funcionario<br />

si sus ojos veteados de escarlata<br />

esta risa una vez iluminara.<br />

Amapolas<br />

que en suspiro se deshojan solas;<br />

testimonios fehacientes de mi fe;<br />

rosas inmarcesibles... por un día<br />

85


opio de teponaxtle y chirimía.<br />

Anhelantes de sed y de impotencia<br />

en turbias fuentes beberemos ciencia...<br />

¿para qué...?<br />

Si el caramelo que mi boca chupe<br />

será siempre tu nombre: Guadalupe...<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Breve glosa al Libro de Buen Amor, 1939<br />

El aula, etc. 1929; Unos cuantos sonetos, 1932; Algunos poemas deliberadamente románticos,<br />

1933; Breve glosa del Libro de Buen Amor, 1939; Versos y poemas, 1940; Fabulillas de<br />

animales, niños y espantos, 1957; Catorce poemas burocráticos y un corrido reaccionario,<br />

1962; Prometeo, la Odisea, Euclidiana, 1968.<br />

TROMPO<br />

El trompo que gira músicas menores<br />

movido, sin tregua, por tenue cordón,<br />

el trompo de siete colores<br />

¿no es un corazón?<br />

TÚ<br />

Una historia. Dos letras<br />

Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1948)<br />

El trompo de siete colores, 1925<br />

que bordaron tus manos en mi vida.<br />

¡Abecedario de las cosas muertas<br />

en el pañuelo blanco de los días!<br />

PECES DE ZIRAGÜÉN<br />

El trompo de siete colores, 1925<br />

86


Con las plumas del vuelo del venado<br />

del pez del aire que en azules pinto<br />

batallador cuchillo del instinto<br />

corta en cien latitudes un pescado.<br />

Capitalina la niebla, en su costado,<br />

vestida de algodón y de jacinto<br />

propone a las espumas laberinto:<br />

sabe a lenguas de tono numerado.<br />

Curva música el remo de la aleta<br />

en dirección al ojo que la goza,<br />

ojo de tiro al blanco sin saeta<br />

teñida espuma de la mar celosa,<br />

pez en la cuerda que el tarasco roza<br />

con el arco sensible de la zeta.<br />

El trompo de siete colores, 1925<br />

CANCIONES CERCA DEL MAR*<br />

(En Guaymas, Sonora.)<br />

I<br />

Al norte de la rosa y el tabaco<br />

los hombres cantan,<br />

cantan y danzan,<br />

al sonámbulo giro de las crines<br />

del vuelo del caballo.<br />

II<br />

Cerca del mar la arena del desierto,<br />

la sed de la palmera<br />

y el pez espada en el costado muerto.<br />

87


Cerca del mar la boca de la roca<br />

seca, paralizada,<br />

y el agua que no llega hasta la boca.<br />

Cerca del mar la tierra, femenina,<br />

grávida de quietud,<br />

apenas respirando vespertina.<br />

Y el mar que no la cubre con su aliento<br />

de engendrador alegre,<br />

masculino, perpetuo movimiento.<br />

III<br />

Salta la liebre. Azoro repentino,<br />

en sus ojos de negra porcelana,<br />

el hombre que intercepta su camino.<br />

Entre Batuc y Sásabe, norteño,<br />

en la magia pascola de la noche<br />

repta su danza cascabel el sueño.<br />

Arde la sangre. En el celeste paño<br />

rojo y ultravioleta del crepúsculo<br />

una palmera...<br />

Y el cielo azul como la noche, cierto,<br />

entre los labios de la pasajera.<br />

SEGUNDO SUEÑO<br />

(fragmento)<br />

El trompo de siete colores, 1925<br />

Au fond de l'inconnu pour<br />

trover du nouveau.<br />

Baudelaire<br />

88


Del sonido a la piedra y de la <strong>voz</strong> al sueño<br />

en la postura eterna del dormido<br />

sobre mármol de cirios y cuchillos<br />

ofensa a la raíz<br />

del árbol de la sangre -concentrado-<br />

mi cuerpo vivo, mío,<br />

mi concha de armadillo<br />

triángulo de color sentido y movimiento<br />

contorno de mi mundo que me adhiere y me forma y me conduce<br />

del sonido a la <strong>voz</strong> y de la <strong>voz</strong> al sueño.<br />

Batas blancas y manos como encías<br />

Pasos leves de goma de ratones<br />

Luz hendida, amarilla, luz que hiere<br />

bisturí del más hondo hueco de sombra oculta<br />

Luz de paredes blancas, anémica, de mármol<br />

Nidos de algodón para lo verde y negro<br />

de la vida y la muerte.<br />

Mármoles y aluminios<br />

que no empaña el reflejo ni el aliento ni el alba<br />

de unos ojos de niño<br />

Luz del allá de la llama amarillenta<br />

para el aire del éter más fino de los cielos<br />

Nidos de algodón<br />

para las alas de los peces del alcanfor y el yodo<br />

líquidos mensajeros de la muerte.<br />

¡Oh, Saturno,<br />

escafandra de siglos en mi siglo,<br />

89


descenderás conmigo entre los brazos<br />

a un mundo de sigilos.<br />

Y detrás de la muerte -centinelas-<br />

ojos de dos en dos vivos, cautivos.<br />

Soy el último testigo de mi cuerpo<br />

Veo los rostros, la sábana, los cuchillos, las voces<br />

y el calor de mi sangre que enrojece los bordes<br />

y el olor de mi aliento tan alegre y tan mío!<br />

Soy el último testigo de mi cuerpo<br />

Siento que siento<br />

lo frío del mármol<br />

y lo verde<br />

y lo negro<br />

de mi pensamiento<br />

Soy el último testigo de mi cuerpo.<br />

LETRA MUERTA<br />

Sueños, 1933<br />

Frío, universal paisaje de cosas que nadie usa<br />

ajeno a los frutos y las aves.<br />

Desconectado, íntimo mundo<br />

en los cuartos del hotel<br />

a donde entramos a descubrir el nuestro<br />

mundo desconocido<br />

en la primera desnudez frente al espejo<br />

de la mujer primera<br />

Eva en el paraíso metálico de un mundo<br />

90


de la tones y níqueles, musical, pavoroso.<br />

Jarra, plástica amiga de mi sombra de arañas<br />

silenciosas<br />

fieles a la frialdad de las paredes;<br />

muebles desconocidos y rumores enanos<br />

polilla de los bosques que tuercen la cadera de los<br />

ríos;<br />

luz de sombra amarilla<br />

palabras de los climas y los hombres<br />

que alguna vez grabaron su frente en el sudor de<br />

las almohadas<br />

y el calor de su sangre en la pared, la sábana y<br />

lo triste del secreto.<br />

Paralelo a los límites del agua<br />

mi cuerpo ocioso y libre<br />

recorre los suburbios del diamante y el ancla,<br />

inolvidable impacto en la pared más blanca<br />

y en el blanco más blanco de mi sangre y tu llama.<br />

En un cuarto de hotel con ángulos y arañas<br />

y sombras que apenas nos mutilan<br />

la cara del reloj viajero en marcha<br />

y el ímpetu interior de una palabra<br />

y esa mano que crece, larga, y crece<br />

a encender el cerillo y arrojar el cigarro<br />

como una noche ardiente en la mañana de un viento<br />

sin espalda.<br />

Primera, eterna, noche de arrojo en los hoteles<br />

91


sin retratos de familia,<br />

sin calendarios,<br />

sin llaves en las puertas,<br />

sin costumbres y sin repeticiones.<br />

Lucha viva de ángulos y plumas,<br />

de sueños y distancias,<br />

pureza de lo impuro para lectores pasajeros que<br />

prolonguen el calor de su sangre en la pared y<br />

en la sábana y en lo triste del secreto.<br />

Sueños, 1933<br />

MUERTE DE CIELO AZUL<br />

(fragmentos)<br />

V. EN DONDE SE HABLA DEL CUERPO SUJETO A LA ANESTESIA<br />

Este cuerpo sellado por la inercia<br />

vivo, sin <strong>voz</strong>, ausente, sin sentido,<br />

que al grito de los hombres despierta<br />

y el sueño arrastra a su secreto sino<br />

Este cuerpo mi cuerpo sometido<br />

a la niebla más niebla de mi muerta<br />

soledad sin presencia ni destino,<br />

perdido el aire sin saber la esencia<br />

Este cuerpo sin <strong>voz</strong>, metal sin fuego<br />

mano sin despedida que no muevo<br />

brazo lirio de lava y de ceniza<br />

Aire sin soplo de ternura verde<br />

92


este cuerpo sin <strong>voz</strong> ya no es la vida<br />

pero tampoco el sueño ni la muerte.<br />

IX. FORMAS DE SUEÑO<br />

Este busto de yeso que respira<br />

lunas de noche antiguas y metales<br />

rodillas mutiladas desiguales<br />

que si la noche cubre el sueño mira<br />

Esa mano de flores que conspira<br />

al abrir y cerrar dedos cristales<br />

sonrisa de coral ya sin corales<br />

ajeno mar donde la <strong>voz</strong> expira<br />

Estos ojos de verdes vegetales<br />

que al fuego muerto de los goces gozan<br />

y a lo oscuro me miran inmortales<br />

Y esta sombra de luz donde rozan<br />

las almas y los cuerpos que reposan.<br />

Vivos sueños, bellezas funerales.<br />

XIV. A LA ALEGRÍA DE LA VIDA Y DE LA MUERTE<br />

Espíritu que nace de lo inerte<br />

negación de placer, cuerpo dormido<br />

indolente conciencia del sentido<br />

que goza de la rosa de la muerte<br />

Otro placer sin sombra ¿quién advierte?<br />

¿quién muda de color, descolorido,<br />

sin sentir en la sangre que lo ha herido<br />

el paso sigiloso de la muerte?<br />

Y si ese labio calla y otro miente<br />

93


y es el cuerpo la letra y la medida<br />

y el arte de morir es inconsciente<br />

Color el agua sangre y no deserte<br />

que al fuego de la sombra de la vida<br />

no escape mi sombra de la muerte.<br />

ELEGÍA (fragmentos)<br />

(No la amante, el amor...)<br />

I<br />

Muerte del cielo azul, 1937<br />

Recuerdos de la noche, los ausentes<br />

que vuelven despojados de su luto,<br />

haber vivido y muerto, flor y fruto,<br />

asoman por lo oscuro de las frentes.<br />

No fluye su pasado por las fuentes<br />

que gozan de olvidar cada minuto,<br />

ni niegan a la Noche su atributo<br />

y estando son, aun sin querer, presentes.<br />

Sólo la muerte, en la memoria, sabe<br />

precisar la distancia de la vida<br />

entre el vuelo y la flor, la <strong>voz</strong> que hiere,<br />

o que fuego o ceniza preferida<br />

deja el amor, cuando la amante muere<br />

en brazos de algo inmaterial y grave.<br />

IV<br />

No la amante, el amor. La singladura<br />

94


de la noche que arrastra fuego frío<br />

por las venas del sueño, poderío<br />

de la encendida palidez oscura.<br />

El amor, no la amante. El goce mío;<br />

la imagen que desbasto; la onda pura<br />

que invade entre las ruinas mi locura<br />

de tallar en diamante lo sombrío.<br />

No la amante, el amor que le dio vida.<br />

Lo que mi mano roza y estos ojos<br />

desojan; lo que nace de la herida<br />

soledad en la noche de mi sueño:<br />

¡Encarnación que vive entre despojos<br />

de la que soy -¡oh, dulce sangre!- dueño!<br />

Sueño y poesía, 1952<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Avidez, 1921; El trompo de siete colores, 1925; Red, 1928; Primero sueño, 1931; Sueños,<br />

1933; Muerte de cielo azul, 1937; Sueño y poesía, 1952.<br />

CRIMEN<br />

¡Qué puñalada<br />

le ha propinado el viento<br />

a la granada!<br />

De Espiral, 1928<br />

NOCTURNO A LA LUNA<br />

La luna, que brincó por la ventana,<br />

en el piso del cuarto se restira<br />

Elías Nandino (1900-1993)<br />

95


ebotando en el muro que la mira<br />

y, del rebote, la penumbra emana.<br />

Su luz, entre las sombras deshilvana<br />

un metálico brillo que delira,<br />

y el espejo sediento le suspira<br />

desde el rincón, como presencia humana.<br />

Perforada la sombra, se estremece,<br />

y el rayo de la luna me parece<br />

escalera pendiente de los cielos.<br />

Y asido a la visión que me rodea,<br />

el afán de mi alma se recrea<br />

al subir por el rayo sus anhelos.<br />

De Color de ausencia, 1932<br />

NOSTALGIA DE TIERRA<br />

Tierra hambrienta, maternal atracción;<br />

sepultura vacía en asedio amoroso;<br />

sólido mar de espera<br />

en el que presiento y siento<br />

el reposo para mis pies cansados;<br />

yo capto el lento ascenso<br />

de tus leves caricias<br />

arropando mis ansias<br />

y escucho en mi conciencia<br />

tus palabras de aroma cortejando mi cuerpo.<br />

Tierra y vientre, acecho infatigable<br />

que se posa en mi piel<br />

como sedienta brisa<br />

de un agresivo amor que me persigue...<br />

yo sé que tu energía circula por mis venas<br />

y que somos, los dos<br />

incompletas fracciones<br />

que buscan refundirse.<br />

Soy tuyo, madre tierra:<br />

me invade el parentesco<br />

inevitable y hondo<br />

de tu ritmo en mi sangre,<br />

porque pese a mi miedo, a mi apego a la vida,<br />

hay algo en mis adentros<br />

que espera y desespera<br />

por regresar a ti...<br />

96


Mi vegetal instinto, mis árboles de fiebre<br />

sin raíces ni sitio, están pidiendo ansiosos<br />

su parcela segura,<br />

su isla inamovible<br />

donde dormir a solas su letargo yacente.<br />

Tierra voraz, oscuro hogar bendito<br />

donde el dolor se apaga,<br />

yo quiero reposar bajo tus sábanas<br />

de secretas ternuras germinales<br />

y así, cual la semilla<br />

que se oculta en tus húmedas tinieblas<br />

resurge transformada:<br />

ya en la longeva beatitud de un árbol<br />

o en los brotes de flores temporales<br />

que las lluvias despiertan en los campos:<br />

renacer de tu entraña<br />

y subir los peldaños<br />

que en la escala de vidas<br />

mi evolución alcance;<br />

porque vengo de ti, soy lodo en trance<br />

que a fuerza de nacer y de morir,<br />

ha de llegar a definir su esencia<br />

para ser en el cosmos vida eterna.<br />

Tierra insaciable, intimidad perfecta,<br />

cuando caiga en tu seno<br />

incinera mi carne, y después, con amor<br />

alienta mis cenizas, porque quiero<br />

proseguir cultivando mi poesía,<br />

al volver a vivir con nuevo cuerpo.<br />

De Nocturna palabra, 1960<br />

SI HUBIERAS SIDO TU<br />

a Xavier Villaurrutia<br />

Si hubieras sido tú, lo que en las sombras, anoche,<br />

bajó por la escalera del silencio<br />

y se posó a mi lado,<br />

para iniciar el cauce de acentos en vacío<br />

que, me imagino, será el lenguaje de los muertos.<br />

Si hubieras sido tú, de verdad, la nube sola<br />

que detuvo su viaje debajo de mis párpados<br />

y se adentró en mi sangre,<br />

amoldándose a mi dolor reciente<br />

de una manera leve, brisa, aroma,<br />

97


casi contacto angelical soñado...<br />

Si hubieras sido tú,<br />

lo que apartando la quietud oscura<br />

se apareció, tal como si fuera tu dibujo<br />

espiritual, que ansiaba convencerme<br />

de que sigues, sin cuerpo, viviendo en la otra vida.<br />

Si hubieras sido tú la <strong>voz</strong> callada<br />

que se infiltró en la <strong>voz</strong> de mi conciencia,<br />

buscando incorporarte en la palabra<br />

que tu muerte expresaba con mis labios.<br />

Si hubieras sido tú, lo que al dormirse<br />

descendió como bruma, poco a poco,<br />

y me fue encarcelando<br />

en una vaga túnica de vuelo fallecido...<br />

Si hubieras sido tú la llama llama<br />

que inquemante creó, sin despertarme<br />

ni conmover el lago del azoro:<br />

tu inmaterial presencia,<br />

igual que en el espejo emerge<br />

la imagen, sin herirle<br />

el límpido frescor de su epidermis.<br />

Si hubieras sido tú...<br />

Pero nuestros sentidos corporales<br />

no pueden identificar la ánimas.<br />

Los muertos, cuando vuelven,<br />

tal vez ya no posean<br />

los peculiares rasgos<br />

que nos pudieron dar<br />

la inmensa dicha de reconocerlos.<br />

¿Quién más pudo venir a visitarme?<br />

Recuerdo que, contigo solamente,<br />

platicaba del amoroso asedio<br />

con que la muerte sigue a nuestra vida.<br />

Y hablábamos los dos adivinando,<br />

haciendo conjeturas,<br />

ajustando preguntas, inevitando respuestas,<br />

para quedar al fin<br />

sumidos en derrota,<br />

muriendo en vida por pensar la muerte.<br />

Ahora tú ya sabes descifrar el misterio<br />

porque estás en su seno, pero yo...<br />

En esta incertidumbre secretamente pienso<br />

que si no fuiste tú, lo que en las sombras, anoche,<br />

bajó por la escalera del silencio<br />

98


y se posó a mi lado,<br />

entonces quizá fue<br />

una visita de mi propia muerte.<br />

De Nocturna palabra, 1960<br />

NOCTURNO DIFUNTO<br />

A la memoria de mi padre<br />

En vida nunca pude llevarme con mi padre.<br />

Cuando este murió, la muerte, milagrosamente,<br />

le dio vida dentro de mi corazón.<br />

Desde que despojado de tu cuerpo<br />

te escondiste en el aire,<br />

yo siento mi existencia más honda en el misterio,<br />

como si mis manos, alargadas por las tuyas<br />

inmensas en el cielo,<br />

en levantado avance<br />

ya tocaron la astronomía sin fin...<br />

Estoy como en los ríos<br />

que apesar de correr sumisos a su cauce,<br />

por su mortal marino abocamiento<br />

también están ligados<br />

a las aguas del mar donde se acendran.<br />

Por la ventana que al morir dejaste<br />

abierta en la penumbra,<br />

he podido mirar<br />

mi aventajada muerte<br />

persiguiendo tus huellas espaciales,<br />

y tengo la certeza de que me estoy rodando<br />

indeteniblemente<br />

en el hambre del vaso universal,<br />

igual que el humo libre que la atmósfera atrae<br />

y no puede, aunque quiera, regresarse a su lumbre.<br />

Estoy seguro de que cada día<br />

mi sangre que te busca, se evapora<br />

ganando altura transformada en nubes,<br />

y parte de mí<br />

ya vuela en el espacio, emparentada.<br />

Desde tu muerte, siento que te guardo<br />

como un lucero íntimo<br />

que medita en la noche de mi entraña,<br />

disuelto como el azúcar en el orbe líquido<br />

99


y que, muchas veces, te denuncias asomando<br />

tu espiritual dulzor en mi saliva amarga.<br />

Desde que tu <strong>voz</strong>, por el silencio amortaja,<br />

dejó de hablar para encender palomas<br />

sobre el árbol del viento, en que cantan<br />

con insepultos ecos<br />

la profunda madurez<br />

del idioma flotante de tu ausencia,<br />

yo palpo -al escuchar-<br />

el molde vivo que en el aire horada<br />

tu falta de materia, que es ternura<br />

siempre en acecho que acaricia y roba.<br />

Yo creo que tu cósmico deleite<br />

es atraerme a tu pasión de vuelo,<br />

a tu girar errante,<br />

porque ya tu misión es recoger<br />

esta fracción de ti que aún perdura<br />

en el fluvial ramaje de mis venas.<br />

No puedo definir dónde te encuentras,<br />

pero sí te adivino circundante<br />

en un arribo de alentada fuga,<br />

que exacerba mis ansias en un filial apego<br />

al resplandor sin luz de tus imanes.<br />

¡Qué plenitud vacía<br />

te dibuja en el fondo de mis ojos<br />

que no te ven, pero que sí me permiten<br />

que hasta la fuente de mis sueños bajes<br />

y quedes a su impulso vinculado!<br />

¡Cuánto tiempo de estar solo y contigo<br />

habitándome a solas,<br />

como la llama al fósforo en el letargo,<br />

o a la uva, el espíritu del vino!<br />

Yo soy una ambulante sepultura<br />

en que reposa tu fugitiva permanencia<br />

que me va madurando, lentamente,<br />

hasta que mi energía entumecida<br />

se adiestre en vuelo que recobre estrella.<br />

Inmerso en mi conciencia desarrollas<br />

un pensante silencio que se atreve<br />

a conversar sin mí. Yo lo descubro<br />

reviviendo recuerdos en mi oído:<br />

100


es como el nacimiento de sollozos<br />

que se produce cuando el agua cae<br />

sobre la carne viva de las brasas.<br />

Al derribarse tu estatura en polvo<br />

formaste la marea<br />

del vislumbre mortal que me obsesiona,<br />

y no hay sitio, temor, espera o duda<br />

en donde tú, como trasfondo en alba,<br />

no finques la silueta de tu amparo.<br />

En mi vigilia, a oscuras,<br />

como los ciegos sigo con el tacto<br />

los relieves que escribes en el papel nocturno,<br />

y los capto agitados en asedio amoroso:<br />

amor de un muerto que jamás olvida<br />

la sangre que ha dejado trasvasada.<br />

Yo quisiera que la imagen que de ti conservo<br />

se azogara la espalda,<br />

para mirar, siquiera unos instantes,<br />

cómo el deslinde al incolor procrea<br />

tu claridad auténtica de ángel.<br />

De Nocturna palabra, 1960<br />

NOCTURNO LLANTO<br />

Ese llanto invencible que brota a media noche,<br />

cuando nadie nos ve ni nuestros propios ojos<br />

pueden atestiguarlo,<br />

porque es llanto reseco, privado de su sal,<br />

desvestido de linfa,<br />

con aridez de fiebre<br />

y amargo como el humo de los remordimientos.<br />

Ese llanto que irrumpe sin causa y sin sollozo,<br />

sin roce y sin historia,<br />

desprovisto de gota, de tibieza y caída,<br />

pero dando la sensación exacta<br />

de nacer y rodar<br />

en un cauce frío lento que invade hasta los huesos.<br />

Ese llanto del hombre asomado al misterio<br />

que le duele en la <strong>voz</strong>, en la piel, en las venas<br />

y en el arropo oscuro<br />

de la noche que ciega su pensamiento en llamas.<br />

101


Ese llanto sin lágrimas<br />

-huracán en vacío, surtidor sin derrame-<br />

que al borde de los párpados<br />

detiene sus impulsos<br />

y retoma al dolor donde nace.<br />

Ese llanto tan mío, tan de todos y ajeno,<br />

expansión comprimida de atávicas nostalgias<br />

que no alcanzan la lluvia que las hunda en la tierra<br />

para seguir por ella, en humedades hondas,<br />

persiguiendo el declive<br />

que las retorne a su raíz marina.<br />

Ese llanto de todos acedrado en el mío,<br />

ese llanto tan mío en que fluye el de todos<br />

-agua y sal trasvasadas en angustia ambulante-,<br />

que circula enclaustrado<br />

como altura caída que anhela levantarse,<br />

y al no poder hacerlo,<br />

se retuerce en el centro de su lumbre vacía<br />

para seguir luchando contra el blindaje sordo<br />

que no puede llorarlo.<br />

Llanto ciego que brota de la oculta resaca<br />

de una sangre viajera en su cárcel de agobio.<br />

El calor dilatado de musculares zonas<br />

que sube hasta la orilla<br />

de la flor sin corola del insomnio sediento.<br />

Ese llanto sin llanto, percepción absoluta<br />

del íntimo goteo<br />

que al nacer se derrama nuevamente hacia dentro,<br />

porque le dieron vida lacrimales sin parto,<br />

o porque lo producen las vertientes secretas<br />

de siglos de memoria<br />

que quisieran rodarse<br />

por el salto mortal de nuestras lágrimas.<br />

Ese llanto inllorado, ese llanto en deseo<br />

de volcarse en el llanto;<br />

esas olas de miedo, de ansiedad, de tormento<br />

que se agolpan y piden<br />

el nacer repentino de su líquida fuga.<br />

Ese llanto sin llanto empotrado en la frente,<br />

que se muere sin agua y se bebe a sí mismo<br />

para seguir formando<br />

el manantial sin cauce<br />

102


que detrás de la carne presiona con su asfixia,<br />

y transforma la vida en un volcán sin cráter<br />

o alud que sin espacio se rebulle en su sitio.<br />

Ese llanto sin llanto, ese impulso encerrado<br />

de un brotar que no puede encontrar desahogo<br />

y que vive en nosotros, comprimido, creciente,<br />

porque es llanto de hombre que no cabe<br />

en el hombre<br />

y que tiene, por fuerza, que vivir sumergido<br />

hasta el instante trágico<br />

en que la muerte hiera,<br />

y se llore fundido al corporal derrumbe.<br />

De Nocturna Palabra, 1960<br />

NOCTURNO CUERPO<br />

Cuando de noche, a solas, en tinieblas,<br />

fatigado de no sé qué fatiga<br />

se derrumba mi cuerpo y se acomoda<br />

en la impasible superficie oscura<br />

que le sirve de apoyo y de mortaja,<br />

yo me tiendo también y me limito<br />

al inerme contorno que me entrega,<br />

a la isla de olvido en que se olvida.<br />

Separado de él y en él hundido<br />

recuerdo que lo llevo todo el día<br />

como cárcel de fiebre que me oprime,<br />

como labios que dicen otras frases,<br />

como instinto que burla mis deseos<br />

o acciones desligadas de mi fuerza;<br />

pero al mirarlo así, rendido fardo<br />

indiferente en su actitud de piedra,<br />

tigre de bronce, charco de silencio,<br />

columna de cinismo derribada,<br />

ciega figura en su lección de muerte:<br />

yo lo percibo como carne intrusa<br />

como dolencia de una llaga ajena,<br />

cómplice de un destino que no entiendo,<br />

mudez que no lesiona mi palabra,<br />

verdugo en anestesia secuestrado.<br />

Y por eso al sentirme dividido<br />

y a la vez por su molde aprisionado,<br />

analizo, sospecho, reflexiono<br />

que sus muros endebles que me cercan<br />

103


son fuego en orfandad, tierra robada,<br />

agua sujeta en venas sumergidas<br />

y aire sin aire arrebatado al aire;<br />

que soy un prisionero de elementos<br />

en honda combustión, que están buscando<br />

fundir los eslabones que los unen<br />

para volver a la pureza intacta<br />

del sitio universal donde eran libres:<br />

la tierra pide su reposo en tierra,<br />

el aire, su acrobacia transparente;<br />

el fuego, la delicia de su llama;<br />

y el agua: la blancura de su hielo,<br />

su cauce, o el prodigio de ser nube.<br />

Al lado de él, alado y enraizado,<br />

lo toco, lo examino desde adentro:<br />

interior de una iglesia ensangrentada,<br />

góticos arcos, junglas musculares,<br />

entretejida pulsación de yedras,<br />

laberinto de lumbre de amapolas<br />

y entraña de una cripta en que se esconde<br />

el numérico albor del esqueleto.<br />

Y yo en medio de juez y de culpable,<br />

de rebelde invasor y de invadido,<br />

de mirar que descubre y se descubre,<br />

de unidad que contempla sus facciones,<br />

de pregunta privada de respuesta,<br />

de espectador que sufre en propia carne<br />

el corporal desgaste de que brotan<br />

sus crecientes acopios de agonía.<br />

Si soy su dueño ¡por qué lo palpo extraño,<br />

despegado de mí -sombra de un árbol-,<br />

corteza sofocante de mi angustia,<br />

vendaje que me oculta, ademe frágil,<br />

imán que me atesora y me difunde,<br />

materia que yo arrastro y que me arrastra?<br />

Y estoy en él, presente, inevitable,<br />

unido en el monólogo y la espera,<br />

crecido en su re<strong>verso</strong>, y denunciado<br />

por sus manos, sus ojos, sus pasiones,<br />

la quemante ansiedad de sus delirios,<br />

las brumas de sus tiempos de zozobra<br />

y los relámpagos de su alegría.<br />

De dentro a afuera, de raíz a ramas,<br />

presiono, me sublevo, abro mis fuerzas<br />

104


para cavar, para acabar los muros<br />

que viven de tenerme prisionero;<br />

pero un amor me nace y me detiene,<br />

un fanatismo de vital amparo,<br />

el apego del ánima y las células,<br />

la intimidad de forma y contenido<br />

acoplando sus ciegas superficies;<br />

y me quedo conforme, sosegado<br />

a la ajustada cárcel que me cubre<br />

para seguir formando el mundo en fiebre<br />

por el que siento que en verdad existo.<br />

Agua, tierra, fuego y aire, en continua<br />

aspersión de sus químicos halagos,<br />

inmersos en la furia de sus hambres,<br />

en escondida trabazón de empujes,<br />

mandando y succionado sus mareas,<br />

haciendo y deshaciendo lo que se inician,<br />

comiéndose a sí mismos, recreando<br />

el desnudo valor de su estructura<br />

en pugnas, atracciones y repechos,<br />

porque quieren, anhelan, buscan, labran<br />

la persistente acción que les devuelva<br />

el vuelo original que poseían.<br />

Esta unión de elementos, este nido<br />

de físicas batallas, de incesantes<br />

reacciones, es mi solo respaldo,<br />

el trágico venero de la fuerza<br />

que me sostiene aún hablando a solas.<br />

De Nocturna palabra, 1960<br />

¿QUE ES MORIR?<br />

--Morir es<br />

Alzar el vuelo<br />

Sin alas<br />

Sin ojos<br />

Y sin cuerpo.<br />

De Eternidad del polvo, 1970<br />

PERFECCION FUGAZ<br />

para el poeta Carlos Pellicer<br />

105


Pinté el tallo,<br />

luego el cáliz,<br />

después la corola<br />

pétalo por pétalo,<br />

y,<br />

al terminar mi rosa,<br />

la induje<br />

a soñar su aroma.<br />

¡Hice la rosa perfecta!<br />

Tan perfecta,<br />

que al día siguiente<br />

cuando fui a mirarla,<br />

ya estaba muerta.<br />

De Cerca de lo lejos, 1979<br />

DERECHO DE PROPIEDAD<br />

¡Nada es tan mío<br />

como lo es el mar<br />

cuando lo miro!<br />

De Cerca de lo lejos, 1979<br />

MI PRIMER AMOR...<br />

El azul es el verde que aleja<br />

-verde color que mi trigal tenía-;<br />

azul...de un verde, preso en lejanía,<br />

del que apenas su huella se despeja.<br />

Celeste inmensidad, donde mi queja<br />

tiende su mudo velo noche y día,<br />

para buscar el verde que tenía,<br />

verde en azul...allá donde se aleja...<br />

Mi angustia, en horizonte liberada,<br />

entreabre la infinita transparencia<br />

para traer mi verde a la mirada.<br />

Y en el azul que esconde la evidencia:<br />

yo descubro tu faz inolvidada<br />

y sufro la presencia de tu ausencia.<br />

De Sonetos, 1983<br />

BUSQUEDA ESPACIAL<br />

106


I<br />

Antes de haber nacido, cuando apenas<br />

en las galaxias era calofrío,<br />

o sed en rotación por el vacío,<br />

o sangre sin la cárcel de las venas;<br />

antes de ser en túnica de arenas<br />

un angustiado palpitar sombrío,<br />

antes, mucho antes que este cuerpo mío<br />

supiera de esperanzas y de penas:<br />

ya buscaba tu nombre, tu semblante,<br />

el disperso latir de tu vivencia,<br />

tu mirada en las nubes esparcida;<br />

porque, desde el asomo delirante<br />

de mis instintos ciegos, tu existencia<br />

era ya por mis ansias presentida.<br />

II<br />

¿Cuántas transmutaciones has pasado?<br />

¿cuántos siglos de luz, cuántos colores,<br />

nebulosas, crepúsculos y flores<br />

para llegar a ser, has transitado?<br />

¿En qué constelaciones has brillado?<br />

¿Después de cuántas muertes y dolores,<br />

de huracanes, relámpagos y albores<br />

la forma corporal has conquistado?<br />

No puedo concebir mi pensamiento<br />

esa edad atmosférica que hicimos<br />

en giratoria espera; mas yo siento<br />

que milenios de lumbres anduvimos<br />

esperanzados en el firmamento,<br />

hasta unir este amor con que existimos.<br />

De Sonetos, 1983<br />

HERMOSURA VITAL<br />

Una gallina<br />

con sus doce pollitos<br />

pica y camina.<br />

De Ciclos terrenales, 1989<br />

107


NOSTALGIA CERRIL<br />

Al ver los cerros<br />

los pies de mi memoria<br />

trepan por ellos.<br />

De Ciclos terrenales, 1989<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Espiral, 1928; Color de Ausencia, 1932; Eco, 1934; Río de sombra, 1935, Sonetos,<br />

1937; Poemas árboles, 1938; Nuevos sonetos, 1939; Nudo de sombras, 1947; Espejo de mi<br />

muerte, 1945;Poesía I, 1947; Poesía II, 1949; Naufragio de la duda, 1950; Triángulo de<br />

silencios, 1953; Nocturna suma, 1955; Nocturno amor, 1958; Nocturno día, 1959; Nocturna<br />

palabra, 1960;Eternidad del polvo, 1970; Cerca de lo lejos, 1979; Conversación con el mar,<br />

1982; Costumbre de morir a diario, 1982; Erotismo al rojo blanco, 1983; Todos mis nocturnos,<br />

1988; Ciclos terrenales, 1989.<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Canciones para cantar en las barcas, 1925;<br />

Muerte sin fin, 1939; Poesía, 1964<br />

y 3. SE ALEGRA EL MAR<br />

A Carlos Pellicer<br />

IREMOS a buscar<br />

hojas de plátano al platanar.<br />

Se alegra el mar<br />

Iremos a buscarlas en el camino,<br />

padre de las madejas de lino.<br />

Se alegra el mar<br />

Porque la luna (cumple quince años a pena)<br />

se pone blanca, azul, roja, morena.<br />

Se alegra el mar.<br />

Siete varas de nardo desprenderé<br />

para mi novia de lindo pie.<br />

José Gorostiza (1901-1973)<br />

108


Se alegra el mar.<br />

Siete varas de nardo; sólo un aroma,<br />

una sola blancura de pluma de paloma.<br />

Se alegra el mar.<br />

Vida -le digo- blancas las desprendí, yo bien lo sé,<br />

para mi novia de lindo pie.<br />

Se alegra el mar.<br />

Vida -le digo- blancas las desprendí.<br />

¡No se vuelvan oscuras por ser de mí!<br />

Se alegra el mar.<br />

Canciones para cantar en las barcas. 1929<br />

PRELUDIO<br />

ESA PALABRA que jamás asoma<br />

a tu idioma cantando de preguntas,<br />

esa, desfalleciente,<br />

que se hiele en el aire de tubos,<br />

sí, como una respiración de flautas<br />

contra un aire de vidrio evaporada,<br />

¡mírala, ay tócala!<br />

¡mírala ahora!<br />

en esta exangüe bruma de magnolias,<br />

en esta nimia floración de vaho<br />

que -ensombrecido en luz el ojo agónico<br />

y a funestos pestillos<br />

anclado el tenue ruido de las alas-<br />

guarda un ángel de sueño en la ventana.<br />

¡Qué muros de cristal, amor, qué muros!<br />

109


Ay ¿para qué silencios de agua?<br />

Esa palabra, sí, esa palabra<br />

que se coagula en la garganta<br />

como un grito de ámbar<br />

¡mírala, ay tócala!<br />

¡mírala ahora!<br />

Mira que, noche a noche, decantada<br />

en el filtro de un áspero silencio,<br />

quedose a tanto enmudecer desnuda,<br />

hiriente e inequívoca<br />

-así en la entraña de un reloj la muerte,<br />

así la claridad en una cifra-<br />

para gestar este lenguaje nuestro,<br />

inaudible,<br />

que se abre al tacto insomne<br />

en la arena, en el pájaro, en la nube,<br />

cuando negro de oráculos retruena<br />

el panorama de la profecía.<br />

¿Quién, si ella no,<br />

pudo fraguar este uni<strong>verso</strong> insigne<br />

que nace como un héroe en tu boca?<br />

¡Mírala, ay, tócala,<br />

mírala ahora,<br />

incendiada en un eco de nenúfares!<br />

¿No aquí su angustia asume la inocencia<br />

de una hueca retórica de lianes?<br />

Aquí, entre líquenes de orfebrería<br />

110


que arrancan de minúsculos canales<br />

¿no echó a tañer al aire<br />

sus cándidas mariposas de escarcha?<br />

Qué, en lugar de esa fe que la consume<br />

hasta la transparencia del destino<br />

¿no aquí -escapada al dardo<br />

tenaz de la estatura-<br />

se remonta insensata una palmera<br />

para estallas en su ficción de cielo,<br />

muestra en fuegos no,<br />

mas en puros deleites de artificio?<br />

Esa palabra, sí, esa palabra,<br />

esa, desfalleciente,<br />

que se ahoga en el humo de una sombra,<br />

esa que gira -como un soplo- cauta<br />

sobre bisagras de secreta llama,<br />

esa en que el aura de la <strong>voz</strong> se astilla,<br />

desalentada,<br />

como si rebotara<br />

en una bella úlcera de plata,<br />

esa que baña sus vocales ácidas<br />

en la espuma de las palomas sacrificadas,<br />

esa que se congela hasta la fiebre<br />

cuando no, ensimismada, se calcina<br />

en la brusca intemperie de una lágrima,<br />

¡mírala, ay, tócala!<br />

¡mírala ahora!<br />

111


¡mírala, ausente toda de palabra,<br />

sin <strong>voz</strong>, sin eco, sin idioma, exacta,<br />

mírala cómo traza<br />

en muros de cristal amores de agua!<br />

Del poema frustrado.<br />

IV<br />

¡AGUA, no huyas de la sed, detente!<br />

Detente, oh claro insomnio, en la llanura<br />

de este sueño sin párpados que apura<br />

el idioma febril de la corriente.<br />

No el tierno simulacro que re miente,<br />

entre rumores, viva; no madura,<br />

ama la sed esa tensión de hondura<br />

con que saltó tu flecha de la fuente.<br />

Detén, agua, tu prisa, porque en tanto<br />

te ciegue el ojo y te estrangule el canto,<br />

dictar debieras a la muerte zonas;<br />

que por tu propia muerte concebida,<br />

sólo me das la piel endurecida<br />

¡oh movimiento, sierpe! que abandonas.<br />

Del poema frustrado.<br />

MUERTE SIN FIN<br />

Conmigo está el consejo y el ser; yo soy la<br />

inteligencia; mía es la fortaleza.<br />

Proverbios, 8,14.<br />

Con él estaba yo ordenándolo todo; y fui<br />

su delicia todos los días, teniendo solaz<br />

112


delante de él en todo tiempo.<br />

Proverbios, 8,30.<br />

Mas el que peca contra mí defrauda su<br />

alma; todos los que me aborrecen aman la<br />

muerte.<br />

Proverbios, 8,36.<br />

Lleno de mí, sitiado en mi epidermis<br />

por un dios inasible que me ahoga,<br />

mentido acaso<br />

por su radiante atmósfera de luces<br />

que oculta mi conciencia derramada,<br />

mis alas rotas en esquirlas de aire,<br />

mi torpe andar a tientas por el lodo;<br />

lleno de mí -ahíto- me descubro<br />

en la imagen atónita del agua,<br />

que tan sólo es un tumbo inmarcesible,<br />

un desplome de ángeles caídos<br />

a la delicia intacta de su peso,<br />

que nada tiene<br />

sino la cara en blanco<br />

hundida a medias, ya, como una risa agónica,<br />

en las tenues holandas de la nube<br />

y en los funestos cánticos del mar<br />

-más resabio de sal o albor de cúmulo<br />

que sola prisa de acosada espuma.<br />

No obstante -oh paradoja- constreñida<br />

por el rigor del vaso que la aclara,<br />

113


el agua toma forma.<br />

En él se asienta, ahonda y edifica,<br />

cumple una edad amarga de silencios<br />

y un reposo gentil de muerte niña,<br />

sonriente, que desflora<br />

un más allá de pájaros<br />

en desbandada.<br />

En la red de cristal que la estrangula,<br />

allí, como en el agua de un espejo,<br />

se reconoce;<br />

atada allí, gota con gota,<br />

marchito el tropo de espuma en la garganta<br />

¡qué desnudez de agua tan intensa,<br />

qué agua tan agua,<br />

está en su orbe tornasol soñado,<br />

cantando ya una sed de hielo justo!<br />

Mas qué vaso -también- más providente<br />

éste que así se hinche<br />

como una estrella en grano,<br />

que así, en heroica promisión, se enciende<br />

como un seno habitado por la dicha,<br />

y rinde así, puntual,<br />

una rotunda flor<br />

de transparencia al agua,<br />

un ojo proyectil que cobra alturas<br />

y una ventana a gritos luminosos<br />

sobre esa libertad enardecida<br />

114


que se agobia de cándidas prisiones!<br />

¡Más qué vaso -también- más providente!<br />

Tal vez esta oquedad que nos estrecha<br />

en islas de monólogos sin eco,<br />

aunque se llama Dios,<br />

no sea sino un vaso<br />

que nos amolda el alma perdediza,<br />

pero que acsi el alma sólo advierte<br />

en una transparencia acumulada<br />

que tiñe la noción de Él, de azul.<br />

El mismo Dios,<br />

en sus presencias tímidas,<br />

ha de gastar la tez azul<br />

y una clara inocencia imperdonable,<br />

oculta al ojo, pero fresca al tacto,<br />

como este mar fantasma en que respiran<br />

-peces del aire altísimo-<br />

los hombres.<br />

¡Sí, es azul! ¡Tiene que ser azul!<br />

Un coagulado azul de lontananza,<br />

un circundante amor de la criatura,<br />

en donde el ojo de agua de su cuerpo<br />

que mana en lentas ondas de estatura<br />

entre fiebres y llagas;<br />

en donde el río hostil de su conciencia<br />

¡agua fofa, mordiente, que se retira,<br />

ay, incapaz de cohesión al suelo!<br />

115


en donde el brusco andar de la criatura<br />

amortigua su enojo,<br />

se redondea<br />

como una cifra generosa,<br />

se pone en pie, veraz, como una estatua.<br />

¿Qué puede ser -si no- si un vaso no?<br />

Un minuto quizá que se enardece<br />

hasta la incandescencia,<br />

que alarga el arrebato de su brasa,<br />

ay, tanto más hacia lo eterno mínimo<br />

cuanto es más hondo el tiempo que lo colma.<br />

Un cóncavo minuto del espíritu<br />

que una noche impensada,<br />

al azar<br />

y en cualquier escenario irrelevante<br />

-en el terco repaso de la acera,<br />

en el bar, entre dos amargas copas<br />

o en las cumbres peladas del insomnio-<br />

ocurre, nada más, madura, cae<br />

sencillamente,<br />

como la edad, el fruto y la catástrofe.<br />

¿También -mejor que un lecho- para el agua<br />

no es un vaso el minuto incandescente<br />

de su maduración?<br />

Es el tiempo de Dios que aflora un día,<br />

que cae, nada más, madura, ocurre,<br />

para tornar mañana por sorpresa<br />

116


es un estéril repetirse inédito,<br />

como el de esas eléctricas palabras<br />

-nunca aprehendidas,<br />

siempre nuestras-<br />

que eluden el amor de la memoria,<br />

pero que a cada instante nos sonríen<br />

desde sus claros huecos<br />

en nuestras propias frases despobladas.<br />

Es un vaso de tiempo que nos iza<br />

en sus azules botareles de aire<br />

y nos pone su máscara grandiosa,<br />

ay, tan perfecta,<br />

que no difiere un rasgo de nosotros.<br />

Pero en las zonas ínfimas del ojo,<br />

en su nimio saber,<br />

no ocurre nada, no sólo esta luz,<br />

esta febril diafanidad tirante,<br />

hecha toda de pura exaltación,<br />

que a través de su nítida substancia<br />

nos permite mirar,<br />

sin verlo a Él, a Dios,<br />

lo que detrás de Él anda escondido:<br />

el tintero, la silla, el calendario<br />

-¡todo a voces azules el secreto<br />

de su infantil mecánica!-<br />

en el instante mismo que se empeñan<br />

en el tortuoso afán del uni<strong>verso</strong>.<br />

117


Pero en las zonas ínfimas del ojo<br />

no ocurre nada, no, sólo esta luz<br />

-ay, hermano Francisco,<br />

esta alegría,<br />

única, riente claridad del alma.<br />

Un disfrutar en corro de presencias,<br />

de todos los pronombres -antes turbios<br />

por la gruesa efusión de su egoísmo-<br />

de mí y de Él y de nosotros tres<br />

¡siempre tres!<br />

mientras nos recreamos hondamente<br />

en este buen candor que todo ignora,<br />

en esta aguda ingenuidad del ánimo<br />

que se pone a soñar a pleno sol<br />

y sueña los pretéritos de moho,<br />

la antigua rosa ausente<br />

y el prometido fruto de mañana,<br />

como un espejo del revés, opaco,<br />

que al consultar la hondura de la imagen<br />

le arrancara otro espejo por respuesta.<br />

Mirad con qué pueril austeridad graciosa<br />

distribuye los mundos en el caos,<br />

los echa a andar acordes como autómatas;<br />

al impulso didáctico del índice<br />

oscuramente<br />

¡hop!<br />

la apostrofa<br />

118


y saca de ellos cintas de sorpresas<br />

que en un juego sinfónico articula,<br />

mezclando en la insistencia de los ritmos<br />

¡planta-semilla-planta!<br />

¡planta-semilla-planta!<br />

su tierna brisa, sus follajes tiernos,<br />

su luna azul, descalza, entre la nieve,<br />

sus mares plácidos de cobre<br />

y mil y un encantadores gorgoritos.<br />

Después, en un crescendo insostenible,<br />

mirad como dispara cielo arriba,<br />

desde el mar,<br />

el tiro prodigioso de la carne<br />

que aun a la alta nube menoscaba<br />

con el vuelo del pájaro,<br />

estalla en él como un cohete herido<br />

y en sonoras estrellas precipita<br />

su desbandada pólvora de plumas.<br />

Mas en la médula de esta alegría,<br />

no ocurre nada, no;<br />

sólo un cándido sueño que recorre<br />

las estaciones todas de su ruta<br />

tan amorosamente<br />

que no elude seguirla a sus infiernos,<br />

ay, y con qué miradas de atropina,<br />

tumefactas e inmóviles, escruta<br />

el curso de la luz, su instante fúlgido,<br />

119


en la piel de una gota de rocío;<br />

concibe el ojo<br />

y el intangible aceite<br />

que nutre de esbeltez a la mirada;<br />

gobierna el crecimiento de las uñas<br />

y en la raíz de la palabra esconde<br />

el frondoso discurso de ancha copa<br />

y el poema de diáfanas espigas.<br />

Pero aún más -porque en su cielo impío<br />

nada es tan cruel como este puro goce-<br />

somete sus imágenes al fuego<br />

de especiosas torturas que imagina<br />

-las infla de pasión,<br />

en el prisma del llanto las deshace,<br />

las ciega con el lustre de un barniz,<br />

las satura de odios purulentos,<br />

rencores zánganos<br />

como una mala costra,<br />

angustias secas como la sed del yeso.<br />

pero aún más -porque, inmune a la mácula,<br />

tan perfecta crueldad no cede a límites-<br />

perfora la substancia de su gozo<br />

con rudos alfileres;<br />

piensa el tumor, la úlcera y el chancro<br />

que habrán de festonar la tez pulida,<br />

toma en su mano etérea a la criatura<br />

y en un ilustre hallazgo de ironía<br />

120


como a un copo de cera sudorosa,<br />

y en un ilustre hallazgo de ironía<br />

la estrecha enternecido<br />

con los brazos glaciales de la fiebre.<br />

Mas nada ocurre, no, sólo este sueño<br />

desorbitado<br />

que se mira a sí mismo en plena marcha;<br />

presume, pues, su término inminente<br />

y adereza en el acto<br />

el plan de su fatiga,<br />

su justa vacación,<br />

su domingo de gracia allá en el campo,<br />

al fresco albor de las camisas flojas.<br />

¡Qué trebolar mullido, qué parasol de niebla,<br />

se regala el ánimo<br />

para gustar la miel de sus vigilias!<br />

Pero el ritmo es su norma, el solo paso,<br />

la sola marcha en círculo, sin ojos;<br />

así, aun de su cansancio, extrae<br />

¡hop!<br />

largas cintas de cintas de sorpresas<br />

que en un constante perecer enérgico,<br />

en un morir absorto,<br />

arrasan sin cesar su bella fábrica<br />

hasta que -hijo de su misma muerte,<br />

gestado en la aridez de sus escombros-<br />

siente que su fatiga se fatiga,<br />

121


se erige a descansar de su descanso<br />

y sueña que su sueño se repite,<br />

irresponsable, eterno,<br />

muerte sin fin de una obstinada muerte,<br />

sueño de garza anochecido a plomo<br />

que cambia sí de pie, mas no de sueño,<br />

que cambia sí la imagen,<br />

mas no la doncellez de su osadía<br />

¡oh inteligencia, soledad en llamas!<br />

que lo consume todo hasta el silencio,<br />

sí, como una semilla enamorada<br />

que pudiera soñarse germinando,<br />

probar en el rencor de la molécula<br />

el salto de las ramas que aprisiona<br />

y el gusto de su fruta prohibida,<br />

ay, sin hollar, semilla casta,<br />

sus propios impasibles tegumentos.<br />

¡Oh inteligencia, soledad en llamas,<br />

que todo lo concibe sin crearlo!<br />

Finge el calor del lodo,<br />

su emoción de substancia adolorida,<br />

el iracundo amor que lo embellece<br />

y lo encumbra más allá de las alas<br />

a donde sólo el ritmo<br />

de los luceros llora,<br />

mas no le infunde el soplo que lo pone en pie<br />

y permanece recreándose en sí misma,<br />

122


única en El, inmaculada, sola en El,<br />

reticencia indecible,<br />

amoroso temor de la materia,<br />

angélico egoísmo que se escapa<br />

como un grito de júbilo sobre la muerte<br />

-¡oh inteligencia, páramo de espejos!<br />

helada emanación de rosas pétreas<br />

en la cumbre de un tiempo paralítico;<br />

pulso sellado;<br />

como una red de arterias temblorosas,<br />

hermético sistema de eslabones<br />

que apenas se apresura o se retarda<br />

según la intensidad de su deleite;<br />

abstinencia angustiosa<br />

que presume el dolor y no lo crea,<br />

que escucha ya en la estepa de sus tímpanos<br />

retumbar el gemido del lenguaje<br />

y no lo emite;<br />

que nada más absorbe las esencias<br />

y se mantiene así, rencor sañudo,<br />

una, exquisita, con su dios estéril,<br />

sin alzar entre ambos<br />

la sorda pesadumbre de la carne,<br />

sin admitir en su unidad perfecta<br />

el escarnio brutal de esa discordia<br />

que nutren vida y muerte inconciliables,<br />

siguiéndose una a otra<br />

123


como el día y la noche,<br />

una y otra acampadas en la célula<br />

como en un tardo tiempo de crepúsculo,<br />

ay, una nada más, estéril, agria,<br />

con El, conmigo, con nosotros tres;<br />

como el vaso y el agua, sólo una<br />

que reconcentra su silencio blanco<br />

en la orilla letal de la palabra<br />

y en la inminencia misma de la sangre.<br />

¡Aleluya, aleluya!<br />

Iza la flor enseña,<br />

agua, en el prado.<br />

¡Oh, qué mercadería<br />

de olor alado!<br />

¡Oh, que mercadería<br />

de tenue olor!<br />

¡cómo inflama los aires<br />

con su rubor!<br />

¡Qué anegado de gritos<br />

está el jardín!<br />

"¡Yo, el heliotropo, yo!"<br />

"¿Yo? El jazmín."<br />

Ay, pero el agua,<br />

ay, si no huele a nada.<br />

Tiene la noche un árbol<br />

con frutos de ámbar;<br />

tiene una tez la tierra,<br />

124


ay, de esmeraldas.<br />

El tesón de la sangre<br />

anda de rojo;<br />

anda de añil el sueño;<br />

la dicha, de oro.<br />

Tiene el amor feroces<br />

galgos morados;<br />

pero también sus mieses,<br />

también sus pájaros.<br />

Ay, pero el agua,<br />

ay, si no luce a nada.<br />

Sabe a luz, a luz fría,<br />

sí, la manzana.<br />

¡Qué amanecida fruta<br />

tan de mañana!<br />

¡Qué anochecido sabes,<br />

tú, sinsabor!<br />

¡cómo pica en la entraña<br />

tu picaflor!<br />

Sabe la muerte a tierra,<br />

la angustia a hiel.<br />

Este morir a gotas<br />

me sabe a miel.<br />

Ay, pero el agua,<br />

ay, si no sabe a nada.<br />

(Baile)<br />

Pobrecilla del agua,<br />

125


ay, que no tiene nada,<br />

ay, amor, que se ahoga,<br />

ay, en un vaso de agua.<br />

En el rigor del vaso que la aclara,<br />

el agua toma forma<br />

-ciertamente.<br />

Trae una sed de siglos en los belfos,<br />

una sed fría, en punta, que ara cauces<br />

en el sueño moroso de la tierra,<br />

que perfora sus miembros florecidos,<br />

como una sangre cáustica,<br />

incendiándolos, ay, abriendo en ellos<br />

desapacibles úlceras de insomnio.<br />

Más amor que sed; más que amor, idolatría,<br />

dispersión de criatura estupefacta<br />

ante el fulgor que blande<br />

-germen del trueno olímpico- la forma<br />

en sus netos contornos fascinados.<br />

¡Idolatría, sí, idolatría!<br />

Mas no le basta el ser un puro salmo,<br />

un ardoroso incienso de sonido;<br />

quiere, además, oírse.<br />

Ni le basta tener sólo reflejos<br />

-briznas de espuma<br />

para el ala de luz que en ella anida;<br />

quiere, además, un tálamo de sombra,<br />

un ojo,<br />

126


para mirar el ojo que la mira.<br />

En el lago, en la charca, en el estanque,<br />

en la entumida cuenca de la mano,<br />

se consuma este rito de eslabones,<br />

este enlace diabólico<br />

que encadena el amor a su pecado.<br />

En el nítido rostro sin facciones<br />

el agua, poseída,<br />

siente cuajar la máscara de espejos<br />

que el dibujo del vaso le procura.<br />

Ha encontrado, por fin,<br />

en su correr sonámbulo,<br />

una bella, puntual fisonomía.<br />

Ya puede estar de pie frente a las cosas.<br />

Ya es, ella también, aunque por arte<br />

de estas limpias metáforas cruzadas,<br />

un encendido vaso de figuras.<br />

El camino, la barda, los castaños,<br />

para durar el tiempo de una muerte<br />

gratuita y prematura, pero bella,<br />

ingresan por su impulso<br />

en el suplicio de la imagen propia<br />

y en medio del jardín, bajo las nubes,<br />

descarnada lección de poesía,<br />

instalan un infierno alucinante.<br />

Pero el vaso en sí mismo no se cumple.<br />

Imagen de una deserción nefasta<br />

127


¿qué esconde en su rigor inhabitado,<br />

sino esta triste claridad a ciegas,<br />

sino esta tentaleante lucidez?<br />

Tenedlo ahí, sobre la mesa, inútil.<br />

Epigrama de espuma que se espiga<br />

ante un auditorio anestesiado,<br />

incisivo clamor que la sordera<br />

tenaz de los objetos amordaza,<br />

flor mineral que se abre para adentro<br />

hacia su propia luz,<br />

espejo ególatra<br />

que se absorbe a sí mismo contemplándose.<br />

Hay algo en él; no obstante, acaso un alma,<br />

el instinto augural de las arenas,<br />

una llaga tal vez que debe al fuego,<br />

en donde le atosiga su vacío.<br />

Desde este erial aspira a ser colmado.<br />

En el agua, en el viento, en el aceite,<br />

articula el guión de su deseo;<br />

se ablanda, se adelgaza;<br />

ya su sobrio dibujo se le nubla,<br />

ya, embozado en el giro de un reflejo,<br />

en un llanto de luces se liquida.<br />

Mas la forma en sí misma no se cumple.<br />

Desde si insigne trono faraónico,<br />

magnánima,<br />

deífica,<br />

128


constelada de epítetos esdrújulos,<br />

rige con hosca mano de diamante.<br />

Está orgullosa de su orondo imperio.<br />

¿En las agustas pituitarias de ónice<br />

no juega, acaso, el encendido aroma<br />

con que arde a sus pieles la poesía?<br />

¡Ilusión, nada más, gentil narcótico<br />

que puebla de fantasmas los sentidos!<br />

Pues desde ahí donde el olor emite<br />

¡oh turbio sol de podre!<br />

el esmerado brillo que lo embosca,<br />

ay, desde ahí, presume la materia<br />

que apenas cuaja su dibujo estricto<br />

y ya es un jardín de huellas fósiles,<br />

estruendoso fanal,<br />

rojo timbre de alarma en los cruceros<br />

que gobierna la ruta hacia otras formas.<br />

La rosa edad que esmalta su epidermis<br />

-senil recién nacida-<br />

envejece por dentro a grandes siglos.<br />

Trajo puesta la proa a lo amarillo.<br />

El aire se coagula entre sus poros<br />

como un sudor profuso<br />

que se anticipa a destilar en ellos<br />

una esencia de rosas subterráneas.<br />

Los crudos garfios de su muerte suben,<br />

como musgo, por grietas inasibles,<br />

129


ay, la hostigan con tenues mordeduras<br />

y abren hueco por fin a aquel minuto<br />

-¡miradlo en la lenteja del reloj,<br />

neto, puntual, exacto,<br />

correrse un eslabón cada minuto!-<br />

cuando al soplo infantil de un parpadeo,<br />

la egregia masa de ademán ilustre<br />

podrá caer de golpe hecha cenizas.<br />

No obstante -¿por qué no?- también en ella<br />

tiene un rincón el sueño,<br />

árido paraíso sin manzana<br />

donde suele escaparse de su rostro,<br />

por el rostro marchito del espectro<br />

que engendra, aletargada, su costilla.<br />

El vaso de agua es el momento justo.<br />

En su audaz evasión se transfigura,<br />

tuerce la órbita de su destino<br />

y se arrastra en secreto hacia lo informe.<br />

La rapiña del tacto no se ceba<br />

-aquí, en el sueño inhóspito-<br />

sobre el templado nácar de su vientre,<br />

ni la flauta Don Juan que la requiebra<br />

musita su cachonda serenata.<br />

El sueño es cruel,<br />

ay, punza, roe, quema, sangra, duele.<br />

Tanto ignora infusiones como ungüentos.<br />

En los sordos martillos que la afligen,<br />

130


la forma da en el gozo de la llaga<br />

y el oscuro deleite del colapso.<br />

Temprana madre de esa muerte niña<br />

que nutre en sus escombros paulatinos,<br />

anhela que se hundan sus cimientos<br />

bajo sus plantas, ay, entorpecidas<br />

por una espesa lentitud de lodo;<br />

oye nacer el trueno del derrumbe;<br />

siente que su materia se derrama<br />

en un prurito de ácidas hormigas;<br />

que, ya sin peso, flota<br />

y en un claro silencio se deslíe.<br />

Por un aire de espejos inminentes<br />

¡oh impalpables derrotas del lirio!<br />

cruza entonces, a velas desgarradas,<br />

la airosa teoría de una nube.<br />

En la red de cristal que la estrangula,<br />

el agua toma forma,<br />

la bebe, sí, en el módulo del vaso,<br />

para que éste también se transfigure<br />

con el temblor del agua estrangulada<br />

que sigue allí, sin <strong>voz</strong>, marcando el pulso<br />

glacial de la corriente.<br />

Pero el vaso<br />

-a su vez-<br />

cede a la informe condición del agua<br />

a fin de que -a su vez- la forma misma,<br />

131


la forma en sí, que ésta en el duro vaso<br />

sosteniendo el rencor de su dureza<br />

y está en el agua de aguijada espuma<br />

como presagio cierto de reposo,<br />

se pueda sustraer el vaso de agua;<br />

un instante, no más,<br />

no más que el mínimo<br />

perpetuo instante del quebranto,<br />

cuando la forma en sí, la pura forma,<br />

se abandona al designio de su muerte<br />

y se deja arrastrar, nubes arriba,<br />

por ese atormentado remolino<br />

en que los seres todos se repliegan<br />

hacia el sopor primero,<br />

a construir el escenario de la nada.<br />

Las estrellas entonces ennegrecen.<br />

Han vuelto el dardo insomne<br />

a la noche perfecta de su aljaba.<br />

Porque en el lento instante del quebranto,<br />

cuando los seres todos se repliegan<br />

hacia el sopor primero<br />

y en la pira arrogante de la forma<br />

se abrazan, consumidos por su muerte<br />

-¡ay, ojos, dedos, labios,<br />

etéreas llamas del atroz incendio!-<br />

el hombre ahoga con sus manos mismas,<br />

en un negro sabor de tierra amarga,<br />

132


los himnos claros y los roncos trenos<br />

con que cantaba la belleza,<br />

entre tambores de gansoso idioma<br />

y esbeltos címbalos que dan al aire<br />

sus golondrinas de latón agudo;<br />

ay, los trenos e himnos que loaban<br />

la rosa marinera<br />

que consuma el periplo del jardín<br />

con sus velas henchidas de fragancia;<br />

y el malsano crepúsculo de herrumbre,<br />

amapola del aire lacerado<br />

que se pincha en las púas de un gorgojeo;<br />

y la febril estrella, lis de calosfrío,<br />

punto sobre las íes<br />

de la tinieblas;<br />

y el rojo cáliz del pezón macizo,<br />

sola flor de granado<br />

en la cima angustiosa del deseo,<br />

y la mandrágora del sueño amigo<br />

que crece en los escombros cotidianos<br />

-ay, todo el esplendor de la belleza<br />

y el bello amor que la concierta toda<br />

en un orbe de imanes arrobados.<br />

Porque el tambor rotundo<br />

y las ricas bengalas que los címbalos<br />

tremolan en la altura de los cantos,<br />

se anegan, ay, en un sabor de tierra amarga,<br />

133


cuando el hombre descubre en sus silencios<br />

que su hermoso lenguaje se le agosta,<br />

se le quema -confuso- en la garganta,<br />

exhausto de sentido;<br />

ay, su aéreo lenguaje de colores,<br />

que así se jacta del matiz estricto<br />

en el humo aterrado de sus sienas<br />

o en el sol de sus tibios bermellones;<br />

él, que discurre en la ansiedad del labio<br />

como una lenta rosa enamorada;<br />

él, que cincela sus celos de paloma<br />

y modula sus látigos feroces;<br />

que salta en sus caídas<br />

con un ruidoso síncope de espumas;<br />

que prolonga el insomnio de su brasa<br />

en las mustias cenizas del oído;<br />

que oscuramente repta<br />

e inca enfurecido la palabra<br />

de hiel, la tuerta frase de ponzoña;<br />

él, que labra el amor del sacrificio<br />

en columnas de ritmos espirales,<br />

sí, todo él, lenguaje audaz del hombre,<br />

se le ahoga -confuso- en la garganta<br />

y de su gracia original no queda<br />

sino el horror de un pozo desecado<br />

que sostiene su mueca de agonía.<br />

Porque el hombre descubre en sus silencios<br />

134


que su hermoso lenguaje se le agosta<br />

en el minuto mismo del quebranto,<br />

cuando los peces todos<br />

que en cautelosas órbitas discurren<br />

como estrella de escamas, diminutas,<br />

por la entumida noche submarina,<br />

cuando los peces todos<br />

y el Ulises salmón de los regresos<br />

y el delfín apolíneo, pez de dioses,<br />

deshacen su camino hacia las algas;<br />

cuando el tigre que huella<br />

la castidad del musgo<br />

con secretas pisadas de resorte<br />

y el bóreas de los ciervos presurosos<br />

y el cordero Luis XV, gemebundo,<br />

y el león babilónico<br />

que añora el alabastro de los frisos<br />

-¡flores de sangre, eternas,<br />

en el racimo inmemorial de las especies!-<br />

cuando todos inician el regreso<br />

a sus mudos letardos vegetales;<br />

cuando la aguda alondra se deslíe<br />

en el agua del alba,<br />

mientras las aves todas<br />

y el solitario búho que medita<br />

con su antifaz de fósforo en la sombra,<br />

la golondrina escritura hebrea<br />

135


y el pequeño gorrión, hambre en la nieve,<br />

mientras todas las aves se disipan<br />

en la noche enroscada del reptil;<br />

cuando todo -por fin- lo que anda o repta<br />

y todo lo que vuela o nada, todo,<br />

se encoge en un crujir de mariposas,<br />

regresa a sus orígenes<br />

y al origen fatal de sus orígenes,<br />

hasta que su eco mismo se reinstala<br />

en el primer silencio tenebroso.<br />

Porque los bellos seres que transitan<br />

por el sopor añoso de la tierra<br />

-¡trasgos de sangre, libres,<br />

en la pantalla de su sueño impuro!-<br />

todos se dan a un frenesí de muerte,<br />

ay, cuando el sauce<br />

acumula su llanto<br />

para urdir la substancia de un delirio<br />

en que -¡tú! ¡yo! ¡nosotros!- de repente,<br />

a fuerza de atar nombres destemplados,<br />

ay, no le queda sino el tronco prieto,<br />

desnudo de oración ante su estrella;<br />

cuando con él, desnudos, se sonrojan<br />

el álamo temblón de encanecida barba<br />

y el eucalipto rumoroso,<br />

témpano de follaje<br />

y tornillo sin fin de la estatura<br />

136


que se pierde en las nubes, persiguiéndose;<br />

y también el cerezo y el durazno<br />

en su loca efusión de adolescentes<br />

y la angustia espantosa de la ceiba<br />

y todo cuanto nace de raíces,<br />

desde el heroico roble<br />

hasta la impúbera<br />

menta de boca helada;<br />

cuando las plantas de sumisas plantas<br />

retiran el ramaje presuntuoso,<br />

se esconden en sus ásperas raíces<br />

y en la acerba raíz de sus raíces<br />

y presas de un absurdo crecimiento<br />

se desarrollan hacia la semilla,<br />

hasta quedar inmóviles<br />

¡oh cementerios de talladas rosas!<br />

en los duros jardines de las piedra.<br />

Porque desde el anciano roble heroico<br />

hasta la impúbera<br />

mente de boca helada,<br />

ay, todo cuanto nace de raíces<br />

establece sus tallos paralíticos<br />

en los duros jardines de la piedra,<br />

cuando el rubí de angélicos melindres<br />

y el diamante iracundo<br />

que fulmina a la luz con un reflejo,<br />

más el ario zafir de ojos azules<br />

137


y la geórgica esmeralda que se anega<br />

en el abril de su robusta clorofila,<br />

una a una, las piedras delirantes,<br />

con sus lindas hermanas cenicientas,<br />

turquesa, lapislázuli, alabastro,<br />

pero también el oro prisionero<br />

y la plata de lengua fidedigna,<br />

ingenuo ruiseñor de los metales<br />

que se ahoga en el agua de su canto;<br />

cuando las piedras finas<br />

y los metales exquisitos, todos,<br />

regresan a sus nidos subterráneos<br />

por las rutas candentes de la llama,<br />

ay, ciegos de su lustre,<br />

ay, ciegos de su ojo,<br />

que el ojo mismo,<br />

como un siniestro pájaro de humo,<br />

en su aterida combustión se arranca<br />

Porque raro metal o piedra rara,<br />

así como la roca escueta, lisa,<br />

que figura castillos<br />

con sólo naipes de aridez y escarcha,<br />

y así la arena de arrugados pechos<br />

y el humus maternal de entraña tibia,<br />

ay, todo se consume<br />

con un mohíno crepitar de gozo,<br />

cuando la forma en sí, la forma pura,<br />

138


se entrega a la delicia de su muerte<br />

y en su sed de agotarla a grandes luces<br />

apura en una llama<br />

el aceite ritual de los sentidos,<br />

que sin labios, sin dedos, sin retinas,<br />

sí, paso a paso, muerte a muerte, locos,<br />

se acogen a sus túmidas matrices,<br />

mientras unos a otros se devoran<br />

al animal, la planta<br />

a la planta, la piedra<br />

a la piedra, el fuego<br />

al fuego, el mar<br />

al mar, la nube<br />

a la nube, el sol<br />

hasta que todo este fecundo río<br />

de enamorado semen que conjuga,<br />

inaccesible al tedio,<br />

el suntuoso caudal de su apetito,<br />

no desembocan en sus entrañas mismas,<br />

en el acre silencio de sus fuentes,<br />

entre fulgor de soles emboscados,<br />

en donde nada es ni nada está,<br />

donde el sueño no duele,<br />

donde nada ni nadie, nunca, está muriendo<br />

y sola ya, sobre las grandes aguas,<br />

flota el Espíritu de Dios que gime<br />

con un llanto más llanto aún que el llanto,<br />

139


como si herido -¡ay, El también!- por un cabello,<br />

por el ojo en almendra de esa muerte<br />

que amena de su boca,<br />

hubiese al fin ahogado su palabra sangrienta.<br />

¡Aleluya, aleluya!<br />

¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,<br />

es una espesa fatiga,<br />

un ansia de trasponer<br />

estas lindes enemigas,<br />

este morir incesante,<br />

tenaz, esta muerte viva,<br />

¡oh Dios! que te está matando<br />

en tus hechuras estrictas,<br />

en las rosas y en las piedras,<br />

en las estrellas ariscas<br />

y en la carne que se gasta<br />

como una hoguera encendida,<br />

por el canto, por el sueño,<br />

por el color de la vista.<br />

¡Tan, tan! ¿Quién es? Es el Diablo,<br />

ay, una ciega alegría,<br />

un hambre de consumir<br />

el aire que se respira,<br />

la boca, el ojo, la mano;<br />

estas pujantes cosquillas<br />

de disfrutarnos enteros<br />

en un solo golpe de risa,<br />

140


ay, esta muerte insultante,<br />

procaz, que nos asesina<br />

a distancia, desde el gusto<br />

que tomamos en morirla,<br />

por una taza de té,<br />

por una apenas caricia.<br />

¡Tan, tan! ¿Quién es? Es el Diablo,<br />

es una muerte de hormigas<br />

incansables, que pululan<br />

¡oh Dios! sobre tus astillas;<br />

que acaso te han muerto allá,<br />

siglos de edades arriba,<br />

sin advertirlo nosotros,<br />

migajas, borra, cenizas<br />

de ti, que sigues presente<br />

como una estrella mentida<br />

por su sola luz, por una<br />

luz sin estrella, vacía,<br />

que llega al mundo escondiendo<br />

su catástrofe infinita.<br />

(Baile)<br />

Desde mis ojos insomnes<br />

mi muerte me está acechando,<br />

me acecha, sí, me enamora<br />

con su ojo lánguido.<br />

¡Anda, putilla del rubor helado,<br />

anda, vámonos al diablo!<br />

141


AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE<br />

Amar es una angustia, una pregunta,<br />

una suspensa y luminosa duda;<br />

es un querer saber todo lo tuyo<br />

y a la vez un temor de al fin saberlo.<br />

Amar es reconstruir, cuando te alejas,<br />

tus pasos, tus silencios, tus palabras,<br />

y pretender seguir tu pensamiento<br />

cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.<br />

Amar es una cólera secreta,<br />

una helada y diabólica soberbia.<br />

Amar es no dormir cuando en mi lecho<br />

sueñas entre mis brazos que te ciñen,<br />

y odiar el sueño en que, bajo tu frente,<br />

acaso en otros brazos te abandonas.<br />

Amar es escuchar sobre tu pecho,<br />

hasta colmar la oreja codiciosa,<br />

el rumor de tu sangre y la marea<br />

de tu respiración acompasada.<br />

Amar es absorber tu joven savia<br />

y juntar nuestras bocas en un cauce<br />

hasta que de la brisa de tu aliento<br />

se impregnen para siempre mis entrañas.<br />

Amar es una envidia verde y muda,<br />

una sutil y lúcida avaricia.<br />

Amar es provocar el dulce instante<br />

en que tu piel busca mi piel despierta;<br />

saciar a un tiempo la avidez nocturna<br />

y morir otra vez la misma muerte<br />

provisional, desgarradora, oscura.<br />

Amar es una sed, la de la llaga<br />

que arde sin consumirse ni cerrarse,<br />

y el hambre de una boca atormentada<br />

que pide más y más y no se sacia.<br />

Amar es una insólita lujuria<br />

y una gula voraz, siempre desierta.<br />

Xavier Villaurrutia (1903-1950)<br />

142


Pero amar es también cerrar los ojos,<br />

dejar que el sueño invada nuestro cuerpo<br />

como un río de olvido y de tinieblas,<br />

y navegar sin rumbo, a la deriva:<br />

porque amar es, al fin, una indolencia.<br />

EPIFANIA<br />

Un domingo<br />

Canto a la primavera y otros poemas, 1948<br />

Epifanía no volvió más a la casa.<br />

Yo sorprendí conversaciones<br />

Salvador Novo (1904-1975)<br />

en que contaban que un hombre se la había robado<br />

y luego, interrogando a las criadas,<br />

averigüé que se la había llevado a un cuarto.<br />

No supe nunca dónde estaba ese cuarto<br />

pero lo imaginé, frío, sin muebles,<br />

con el piso de tierra húmeda<br />

y una sola puerta a la calle.<br />

Cuando yo pensaba en ese cuarto<br />

no veía a nadie en él.<br />

Epifanía volvió una tarde<br />

y yo la perseguí por el jardín<br />

rogándole que me dijera qué le había hecho el hombre<br />

porque mi cuarto estaba vació<br />

como una caja sin sorpresas.<br />

Epifanía reía y corría<br />

y al fin abrió la puerta<br />

y dejó que la calle entrara en el jardín.<br />

El espejo, 1933<br />

143


EL AMIGO IDO<br />

Me escribe Napoleón:<br />

"El Colegio es muy grande,<br />

nos levantamos muy temprano,<br />

hablamos únicamente en inglés,<br />

te mando un retrato del edificio..."<br />

Ya no robaremos juntos dulces<br />

de las alacenas, ni escaparemos<br />

hacia el río para ahogarnos a medias<br />

y pescar sandías sangrientas.<br />

Ya voy a presentar sexto año;<br />

después, según las probabilidades,<br />

aprenderé todo lo que se deba,<br />

seré médico,<br />

tendré ambiciones, barba, pantalón largo...<br />

Pero si tengo un hijo<br />

haré que nadie nunca le enseñe nada.<br />

Quiero que sea tan perezoso y feliz<br />

como a mí no me dejaron mis padres<br />

ni a mis padres mis abuelos<br />

ni a mis abuelos Dios.<br />

AMOR<br />

Espejo, 1933<br />

Amar es este tímido silencio<br />

cerca de tí, sin que lo sepas,<br />

144


y recordar tu <strong>voz</strong> cuando te marchas<br />

y sentir calor de tu saludo.<br />

Amar es aguardarte<br />

como si fueras parte del ocaso,<br />

ni antes ni después, para que estemos solos<br />

entre los juegos y los cuentos<br />

sobre la tierra seca.<br />

Amar es percibir, cuando te ausentas,<br />

tu perfume en el aire que respiro,<br />

y contemplar la estrella en que te alejas<br />

cuando cierro la puerta de la noche.<br />

X.V.<br />

Espejo, 1933<br />

No podemos abandonarnos,<br />

nos aburrimos mucho juntos,<br />

tenemos la misma edad,<br />

gustos semejantes,<br />

opiniones diversas por sistema.<br />

Muchas horas, juntos,<br />

apenas nos oíamos respirar<br />

rumiando la misma paradoja<br />

o a veces nos arrebatábamos<br />

la propia nota inexpresada de la misma canción.<br />

Ninguno de los dos, empero,<br />

145


aceptaría los dudosos honores del proselitismo.<br />

IV NUEVO AMOR<br />

Espejo, 1933<br />

La renovada muerte de la noche<br />

Thy bosom is endeared with all hearts<br />

Which I by lacking have supposed dead...<br />

en la que ya no nos queda sino la breve luz de la conciencia<br />

y tendernos al lado de los libros<br />

de donde las palabras escaparon sin fuga, cruficidas en mi mano,<br />

y en esta cripta de familia<br />

en la que existe en cada espejo y en cada sitio la evidencia del crimen<br />

y en cuyos roperos dejamos la crisálida de los adioses irremediables<br />

con que hemos de embalsamar el futuro<br />

y en los ahorcados que penden de cada lámpara<br />

y en el veneno de cada vaso que apuramos<br />

y en esa silla eléctrica en que hemos abandonado nuestros disfraces<br />

para ocultarnos bajo los solitarios sudarios<br />

mi corazón ya no sabe sino marcar el paso<br />

y dar vueltas como un tigre de circo<br />

inmediato a una libertad inasible.<br />

Todos hemos ido llegando a nuestras tumbas<br />

a buena hora, a la hora debida,<br />

en ambulancias de cómodo precio<br />

o bien de suicidio natural y premeditado.<br />

Y yo no puedo seguir trazando un escenario perfecto<br />

en que la luna habría de jugar un papel importante<br />

146


porque en estos momentos<br />

hay trenes por encima de toda la tierra<br />

que lanzan unos dolorosos suspiros<br />

y que parten<br />

y la luna no tiene nada que ver<br />

con las breves luciérnagas que nos vigilan<br />

desde un azul cercano y desconocido<br />

lleno de estrellas poliglotas e innumerables.<br />

Tú, yo mismo, seco como un viento derrotado<br />

que no pudo sino muy brevemente sostener en sus brazos una hoja que arrancó de los árboles<br />

¿cómo será posible que nada te conmueva<br />

que no haya lluvia que te estruje ni sol que rinda tu fatiga?<br />

Ser una transparencia sin objeto<br />

sobre los lagos limpios de tus miradas<br />

oh tempestad, diluvio de hace ya mucho tiempo.<br />

Si desde entonces busco tu imagen que era solamente mía<br />

si en mis manos estériles ahogué la última gota de tu sangre y mi lágrima<br />

y si fue desde entonces indiferente el mundo e infinito el desierto<br />

y cada nueva noche musgo para el recuerdo de tu abrazo<br />

¿cómo en el nuevo día tendré sino tu aliento,<br />

sino tus brazos impalpables entre los míos?<br />

Lloro como una madre que ha reemplazado al hijo único muerto.<br />

Lloro como la tierra que ha sentido dos veces germinar el fruto perfecto y mismo.<br />

Lloro porque eres tú para mi duelo<br />

y ya te pertenezco en el pasado.<br />

Este perfume intenso de tu carne<br />

147


no es nada más que el mundo que desplazan y mueven los globos azules de tus ojos<br />

y la tierra y los ríos azules de las venas que aprisionan tus brazos.<br />

Hay todas las redondas naranjas en tu beso de angustia<br />

sacrificado al borde de un huerto en que la vida se suspendió por todos los siglos de la mía.<br />

Qué remoto era el aire infinito que llenó nuestros pechos.<br />

Te arranqué de la tierra por las raíces ebrias de tus manos<br />

y te he bebido todo, !oh fruto perfecto y delicioso!<br />

Ya siempre cuando el sol palpe mi carne<br />

he de sentir el rudo contacto de la tuya<br />

nacida de la frescura de una alba inesperada,<br />

nutrida en la caricia de tus ríos claros y puros como tu abrazo,<br />

vuelta dulce en el viento que en las tardes<br />

viene de las montañas a tu aliento,<br />

madurada en el sol de tus dieciocho años,<br />

cálida para mí que la esperaba.<br />

Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío<br />

junto a tus hombros tersos de que nacen las rutas de tu abrazo,<br />

de que nacen tu <strong>voz</strong> y tus miradas, claras y remotas,<br />

sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia.<br />

Si todos estos años que me falta<br />

como una planta trepadora que se coge del viento<br />

he sentido que llega o que regresa en cada contacto<br />

y ávidamente rasgo todos los días un mensaje que nada contiene sino una fecha<br />

y su nombre se agranda y vibra cada vez más profundamente<br />

porque su <strong>voz</strong> no era más que para mí oído,<br />

porque cegó miso ojos cuando apartó los suyos<br />

y mi alma es como un gran templo deshabitado.<br />

148


Pero este cuerpo tuyo es un dios extraño<br />

forjado en mis recuerdos, reflejo de mí mismo,<br />

suave de mi tersura, grande por mis deseos,<br />

máscara<br />

estatua que he erigido a su memoria.<br />

Hoy no lució la estrella de tus ojos.<br />

Náufrago de mí mismo, húmedo del brazo de las ondas,<br />

llego a la arena de tu cuerpo<br />

en que mi propia <strong>voz</strong> nombra mi nombre,<br />

en que todo es dorado y azul como un día nuevo<br />

y como las espigas herméticas, perfectas y calladas.<br />

En ti mi soledad se reconcilia<br />

para pensar en ti. Toda ha mudado<br />

el sereno calor de tus miradas<br />

en fervorosa madurez mi vida.<br />

Alga y espumas frágiles, mis besos<br />

cifran el uni<strong>verso</strong> en tus pestañas<br />

-playa de desnudez, tierra alcanzada<br />

que devuelve en miradas tus estrellas.<br />

¿A qué la flor perdida<br />

que marchitó tu espera, que dispersó el Destino?<br />

Mi ofrenda es toda tuya en la simiente<br />

que secaron los rayos de tus soles.<br />

Al poema confío la pena de perderte.<br />

He de lavar mis ojos de los azules tuyos,<br />

faros que prolongaron mi naufragio.<br />

He de coger mi vida desecha entre tus manos,<br />

149


leve jirón de niebla<br />

que el viento entre sus alas efímeras dispersa.<br />

Vuelva la noche a mí, muda y eterna,<br />

del diálogo privada de soñarte,<br />

indiferente a un día<br />

que ha de hallarnos ajenos y distantes.<br />

Nuevo amor, 1933<br />

GLOSA INCOMPLETA EN TRES TIEMPOS SOBRE UN TEMA DE AMOR (fragmento)<br />

I<br />

Dentro de estos cuatro muros<br />

pretendí ocultar mi dicha:<br />

Pero el fruto, pero el aire<br />

¿cómo me los guardaría?<br />

Hora mejor que pospuse,<br />

voces que eran para mí,<br />

camino que no elegí<br />

destino que no dispuse;<br />

!cómo os volvisteis oscuros!<br />

!qué amargo vuestro sabor<br />

cuando nos encerró mi amor<br />

dentro de estos cuatro muros!<br />

Entre tu aurora y mi ocaso<br />

el Tiempo desaparecía<br />

y era nuestra y era mía<br />

sangre, labio, vino y vaso.<br />

En perdurar se encapricha<br />

150


mi sombra junto a tu luz<br />

y bajo negro capuz<br />

pretendí ocultar mi dicha.<br />

Pero el fruto, pero el aire,<br />

pero el Tiempo que no fluya,<br />

pero la presencia tuya<br />

fuerte, joven, dulce, grande;<br />

sangre tuya en vena mía,<br />

lazos a instantes maduros,<br />

dentro de estos cuatro muros<br />

cómo me los guardaría?<br />

ELEGIA<br />

Nuevo amor, 1933<br />

Los que tenemos unas manos que no nos pertenecen,<br />

grotescas para la caricia, inútiles para el taller o la azada,<br />

largas y flácidas como una flor privada de simiente<br />

o como un reptil que entrega su veneno<br />

porque no tiene nada más que ofrecer.<br />

Los que tenemos una mirada culpable y amarga<br />

por donde mira la Muerte no lograda del mundo<br />

y fluye una sonrisa que se congela frente a las estatuas desnudas<br />

porque no podrá nunca cerrarse sobre los anillos de oro<br />

ni entregarse como una antorcha sobre los horizontes del Tiempo<br />

en una noche cuya aurora es solamente este mediodía<br />

que nos flagela la carne por instantes arrancados a la eternidad.<br />

Los que hemos rolado por los siglos como una roca desprendida del Génesis<br />

sobre la hierba o entre la maleza en desenfrenada carrera<br />

151


para no detenernos nunca ni volver a ser lo que fuimos<br />

mientras los hombres van trabajosamente ascendiendo<br />

y brotan otras manos de sus manos para torcer el rumbo de los vientos<br />

o para tiernamente enlazarse.<br />

Los que vestimos cuerpos como trajes envejecidos<br />

a quienes basta el hurto o la limosna de una migaja que es todo el pan y la única hostia<br />

hemos llegado al litoral de los siglos que pesan sobre nuestros corazones angustiados<br />

y no veremos nunca con nuestros ojos limpios<br />

otra día que este día que este día en que toda la música del uni<strong>verso</strong><br />

se cifra en una <strong>voz</strong> que no escucha nadie entre las palabras vacías<br />

y en el sueño sin agua ni palabras en la lengua de la arcilla y del humo.<br />

Nuevo amor, 1973<br />

ROBERTO, EL SUBTENIENTE<br />

Cuando salió del Colegio y cumplió veintiún años<br />

y ostentó en la gorra la barra de subteniente,<br />

llegó al cuartel con una gran energía acumulada.<br />

En el Colegio todo era perfecto y limpio,<br />

la gimnasia y la equitación lo habían hecho fuerte y ligero<br />

y conocía perfectamente la historia antigua<br />

y todas las campañas de Napoleón.<br />

Iba a ganar ya sueldo.<br />

Cuatro pesos son muchos dinero para uno solo.<br />

Le dieron un asistente que le traía la comida<br />

y le quitaban las botas, o le ensillaba el caballo.<br />

A diana, se levantaba<br />

e iba a dar instrucción a los soldados<br />

152


y luego hacía guardia en la puerta<br />

toda una mañana muerta y ociosa,<br />

toda una tarde llena de moscas y de polvo<br />

hasta que llamaban a lista de seis<br />

y asistía a la complicada ceremonia<br />

de la lectura de la Orden del Día.<br />

Entonces, la sombra,<br />

despertaban sus más primitivos instintos<br />

y reunido con otros oficiales<br />

bebía tequila hasta embriagarse<br />

e iba a buscar una mujerzuela<br />

para golpearla despiadadamente<br />

azotándola como a su caballo,<br />

mordiéndola hasta la sangre,<br />

insultándola hasta hacerla llorar<br />

y luego acariciándola con ternura,<br />

dándole todo su cuerpo febril y joven,<br />

para marcharse luego al cuartel<br />

abriéndose paso, a puntapiés, hasta su habitación,<br />

entre los soldados que yacían en la sombra, sin almohada,<br />

enlazados a sus mujeres o a sus fusiles.<br />

Poemas proletarios, 1934<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

XX, 1925; Espejo, 1933; Nuevo amor, 1933; Seamen Rhymes, 1934; Romance de Angelillo y<br />

Adela, 1934; Décimas en el mar, 1934; Poemas proletarios, 1934; Frida Kahlo, 1934; Never<br />

ever, 1934; Florido Laude, 1945; Sátira, 1955; Poesía, 1955.<br />

Jorge Cuesta Porte-Petit (1903-1942)<br />

153


DIBUJO<br />

Suaviza el sol que toca su blancura,<br />

disminuye la sombra y la confina<br />

y no tuerce ni quiebra su figura<br />

el ademán tranquilo que la inclina.<br />

Resbala por la piel llena y madura<br />

sin arrugarla, la sonrisa fina<br />

y modela su <strong>voz</strong> blanda y segura<br />

el suave gesto con que se combina.<br />

Sólo al color y la exterior fragancia<br />

su carácter acuerda su constancia<br />

y su lenguaje semejanza pide;<br />

como a su cuerpo no dibuja y cuida<br />

sino la música feliz que mide<br />

el dulce movimiento de su vida.<br />

ELEGÍA<br />

Después que mis ojos comprobaron que ya no la veía,<br />

después que mis oídos penetraban en vano el silencio<br />

que sus ruidos abandonaron,<br />

sus paseos, sus palabras,<br />

y que la muerte me dio una impresión certera y durable de su vacío,<br />

la lluvia invadió súbitamente con su presencia nueva<br />

mis sentidos desolados<br />

y mi se apoyó mi vida en sentirla.<br />

Y cuando alguien vino a hablarme de la civilización europea,<br />

en vez de la lluvia, vi los trenes de Europa y sus paisajes a los lados,<br />

los castillo que no hay en América<br />

y recordé el castillo de Windsor<br />

y cuando me estiré para verlo hasta que se perdía.<br />

Pero se trataba de la fatiga de la vida,<br />

de la pérdida de su frescura religiosa,<br />

de la revolución social y de los hombres que no tienen ninguna fe<br />

y se asoman a los ruidos confusos para discernir una <strong>voz</strong>,<br />

y ven las nubes informes para sorprender una figura.<br />

¿Y yo qué fe tenía?. Yo hablaba de la fe y eso me hacía vivir<br />

durante ese momento<br />

como tenerla hacía vivir más largamente,<br />

y en los huecos de mi pensamiento y de mis palabras<br />

154


enacía la lluvia y la puerta que enmarcaba sus hilos<br />

y el tejado enfrente de donde escurrían los chorros más gruesos.<br />

Pero hay todavía huecos<br />

que no se abren ya sobre otra cosa distinta,<br />

que no ven a otra lluvia, ni a más imágenes ni a más recuerdos:<br />

hay huecos que se abren sólo a un vacío silencio<br />

de donde ella partió y donde no crece nada...<br />

NO AQUEL QUE GOZA, FRÁGIL Y LIGERO<br />

No aquel que goza, frágil y ligero,<br />

ni el que contengo es acto que perdura,<br />

y es en vano el amor rosa futura<br />

que fascina a cultivo pasajero.<br />

La vida cambia lo que fue primero<br />

y lo que más tarde es no lo asegura,<br />

y la memoria, que el rigor madura,<br />

no defiende su fruto duradero.<br />

Más consiente el sabor áspero y grueso,<br />

el color que a la luz se desvanece,<br />

la materia que al tacto se destroza.<br />

Y en vano guarda su variable peso<br />

el árbol y su forma se endurece,<br />

y el mismo instante se revive y goza.<br />

HORA QUE FUE, FELIZ Y AUN INCOMPLETA<br />

Hora que fue, feliz y aun incompleta,<br />

nada tiene de mí más todavía,<br />

sino los ojos que la ven vacía,<br />

despojada de mí, de ella sujeta.<br />

La vida no se ve ni se interpreta;<br />

ciega asiste a tener lo que veía.<br />

No es, ya pasada, suyo lo que cría<br />

y ya no goza más lo que sujeta.<br />

Es el eterno gozo quien apura<br />

155


el ocio vivo y la pasión futura.<br />

Sobreviviendo a su interior abismo,<br />

el amor se obscurece y se suprime,<br />

y mira que la muerte se aproxime<br />

a la vana insistencia de mí mismo.<br />

NO PARA EL TIEMPO, SINO PASA; MUERE<br />

No para el tiempo, sino pasa; muere<br />

la imagen de sí, que a lo que pasa aspira<br />

a conservar igual a su mentira.<br />

No para el tiempo; a su placer se adhiere.<br />

Ni lleva al alma, que de sí difiere,<br />

sino al sitio di<strong>verso</strong> en que se mira.<br />

El lugar de que el alma se retira<br />

es el que el hueco de la muerte adquiere.<br />

Tan pronto como el alma el cambio habita,<br />

no la abandona el cambio en lo que deja<br />

ni de la vida incierta la separa;<br />

se aventura y su riesgo sólo imita<br />

al tiempo entonces su razón perpleja,<br />

pues goza la razón, más no se para.<br />

ESTE AMOR NO TE MIRA PARA HACERTE DURABLE<br />

Este amor no te mira para hacerte durable<br />

y desencadenarte de tu vida, que pasa.<br />

Los ojos que a tu imagen apartan de tu muerte<br />

no la impiden, sólo hacen más presente tu ruina.<br />

No hay sitio en mi memoria<br />

donde encuentre tu vida<br />

más que tus ya distantes huellas deshabitadas.<br />

Pues en mi sueño en vano tu rostro se refugia<br />

y huye tu <strong>voz</strong> del aire real que la devora.<br />

Dentro de mí te quema la sangre con más fuego,<br />

los instantes que te absorben con más ansia, y tus voces,<br />

mientras más duran,<br />

se hunden más hondo en el abismo<br />

156


de las horas futuras que nunca te han mirado.<br />

ENTRE TÚ Y LA IMAGEN DE TI QUE A MÍ LLEGA<br />

Entre tú y la imagen de ti que a mí llega<br />

hay un espacio al cabo del cual eres sólo una memoria.<br />

Tienes tiempo de abrir la puerta sin que te vea,<br />

huir y regresar después de haber cambiado o muerto del todo.<br />

Tienes tiempo de hacerte presente a otros ojos<br />

y dejar en ellos otra visión deshabitada.<br />

Tus palabras son hondas para contener en sus ecos<br />

otras obscuras que escucharé precisas cuando te hayas apagado,<br />

para sepultar en sus silencios dichas que no posees,<br />

dicha que de ti apartan -porque no de tu ausencia-<br />

los fragmentos de ti, que las sujetan,<br />

distantes uno de otro, dispersos y recónditos,<br />

sin reintegrarte nunca la vida que te arranca<br />

y sólo tu muerte recupera.<br />

TU AUSENCIA VIVA A TU PRESENCIA INVADE<br />

Tu ausencia viva a tu presencia invade<br />

que lentamente mueren si se mira;<br />

pues no por verte más se acerca el horizonte de los ojos,<br />

más vacío mientras más profundo.,<br />

En la ventana, los cuadros y el espejo,<br />

un aire indiferente y helado se aleja<br />

de tu respiración, que renueva su asfixia,<br />

inaccesible en ellos<br />

el mundo inmóvil a donde no penetra<br />

tu vida, tu presencia presa en el movimiento<br />

de tu muerte fugaz y paulatina.<br />

FUE LA DICHA DE NADIE ESTA QUE HUYE<br />

Fue la dicha de nadie esta que huye,<br />

este fuego, este hielo, este suspiro,<br />

pero, ¿qué más de su evasión retiro<br />

que otro aroma que no se restituye?<br />

157


Una pérdida a otra substituye<br />

si sucede al que fui nuevo respiro,<br />

y si encuentro al que fui cuando me miro<br />

una dicha presente se destruye.<br />

Cada instante son dos cuando acapara<br />

lo que se adhiere y lo que se separa<br />

al azar de su frágil sentimiento,<br />

que es vana al fin la voluntad que dura<br />

y no transmite a su presión futura<br />

la corrupción de su temperamento.<br />

PARAÍSO PERDIDO<br />

Si en el tiempo aún espero es que, sumiso,<br />

aunque también inconsolable, entiendo<br />

que el fruto fue, que a la niñez sorprende,<br />

no don terreno, más celeste aviso.<br />

Pues, mirando que más tuvo que quiso,<br />

si al sueño sus imágenes suspendo,<br />

de la niñez, como de un arte, aprendo<br />

que sencillez le basta al paraíso.<br />

El sabor embriagado y misterioso,<br />

claro al oído (el mundo silencioso<br />

y encantados los ruidos de la vida)<br />

vivo el color en ojos reposados,<br />

el tacto cálido, aires perfumados<br />

y en la sangra una llama inextinguida.<br />

PARAÍSO ENCONTRADO<br />

Piedad no pide si la muerte habita<br />

y en las tinieblas insensibles yace<br />

la inteligencia lívida, que nace<br />

sólo en la carne estéril y marchita.<br />

En el otro orbe en que el placer gravita,<br />

dicha tenga la vida y que la enlace,<br />

158


y de ella enamorada que rehace<br />

el sueño en que la muerte azul medita.<br />

Sólo la sombra sueña, y su desierto,<br />

que los hielos recubren -y protejan-,<br />

es el edén que acoge al cuerpo muerto<br />

después de que las águilas lo dejan.<br />

Que ambos tienen la vida sustentada,<br />

el ser, en gozo, y el placer, en nada.<br />

UNA PALABRA OSCURA<br />

En la palabra habitan otros ruidos,<br />

como el mudo instrumento está sonoro<br />

y al inhumano dios interno el lloro<br />

invade y el temblor de los sentidos.<br />

De una palabra oscura desprendidos,<br />

la clara funden al ausente coro,<br />

y pierden su conciencia en el azoro<br />

preso en la libertad de los oídos.<br />

Cada <strong>voz</strong> de ella misma se desprende<br />

para escuchar la próxima y suspende<br />

a unos labios que son de otros el hueco.<br />

Y en el silencio en que sin fin murmura,<br />

es el lenguaje, por vivir futura,<br />

queda vacante a una ficción un eco.<br />

AMOR EN SOMBRA<br />

Abro de amor a ti mi sangre rota,<br />

para invadirte sin saberte amada.<br />

El íntimo sollozo es negra espada<br />

que en la dureza de su luz se embota.<br />

Al borde de mi sombra tu alma brota,<br />

así mi linde está más amparada.<br />

159


Y aunque la fuga es más precipitada<br />

tu ausencia es cada vez menos remota.<br />

Tu luz es lo que más me apesadumbra<br />

y si enciendes mis ojos con tu vida<br />

el corazón me dobla la penumbra.<br />

Mi soledad tu nombre dilapida<br />

a la sombra del aire que te encumbra<br />

y apaga el lujo de tu <strong>voz</strong> vencida.<br />

COMO ESQUIVA EL AMOR LA SED REMOTA<br />

Como esquiva el amor la sed remota<br />

que al gozo que se da mira incompleto,<br />

y es por la sed por la que está sujeto<br />

el gozo, y no la sed la que se agota.<br />

La vida ignora, más la muerte nota<br />

la ávida eternidad del esqueleto;<br />

así la forma en que creció el objeto<br />

dura más que él, de consumirlo brota.<br />

Del alma al árido desierto envuelve<br />

libre vegetación, que se disuelve,<br />

que nace sólo de su incertidumbre,<br />

y suele en el azar de su recreo<br />

ser la instantánea presa del deseo<br />

y el efímero pasto de su lumbre.<br />

REMA EN UN AGUA ESPESA Y VAGA EL BRAZO<br />

Rema en agua espesa y vaga el brazo,<br />

pero indeciso su ademán suspende,<br />

y aislado del impulso que lo tiende<br />

la mano ignora que lo dé al acaso.<br />

La suya inútil flota con retraso,<br />

pero ningún fugaz apoyo aprehende<br />

en el vacío, de que se desprende<br />

160


lo mismo que del yugo de su paso.<br />

Oscila sin esfuerzo, consumido<br />

el mundo en torno, y como del olvido<br />

una memoria mutilada emana<br />

que ya no habita el alma que la mira,<br />

aun muerto se desata y se retira<br />

del brazo inerte la presencia vana.<br />

DE OTRO FUE LA PALABRA ANTES QUE MÍA<br />

De otro fue la palabra antes que mía<br />

que es el espejo de esta sombra, y siente<br />

su ruido, a este silencio, transparente,<br />

su realidad, a esta fantasía.<br />

Es en mi boca su substancia, fría,<br />

dura, distante de la <strong>voz</strong> y ausente,<br />

habitada por otra diferente,<br />

la forma de una sensación vacía.<br />

Al fin es la que hoy, obscura y vaga,<br />

otra prolonga en mí, que no se apaga,<br />

sino igual a sí misma oye su sombra<br />

al hallarla en el ruido que la nombra<br />

y en el oído hacer crecer su hueco<br />

más profundo cavándose en el eco.<br />

TIENES DOS NOMBRES, LUZ, DOS PENSAMIENTOS...*<br />

Tienes dos nombres, Luz, dos pensamientos,<br />

en los más puro de mi <strong>voz</strong> centrados,<br />

a retener tu imagen consagrados<br />

en la frágil prisión de dos lamentos.<br />

Espejos a tu noble gracia atentos<br />

reproducen los dos, aunque empañados,<br />

los contornos del ánfora, delgados,<br />

en que bullen tus finos movimientos.<br />

161


Así el uno te encierra en su estructura<br />

de no más una sílaba madura<br />

que, luz al fin, el corazón inflama,<br />

y aunque también el otro te refleja<br />

Amor nunca respondes a su queja<br />

¡ay, pues te nombra, pero no te llama!<br />

*Poema escrito a los 14 años.<br />

CANTO A UN DIOS MINERAL<br />

Capto la seña de una mano, y veo<br />

que hay una libertad en mi deseo;<br />

ni dura ni reposa;<br />

las nubes de su objeto el tiempo altera<br />

como el agua la espuma prisionera<br />

de la masa ondulosa.<br />

Suspensa en el azul la seña, esclava<br />

de la más leve onda, que socava<br />

el orbe de su vuelo,<br />

se suelta y abandona a que se ligue<br />

su ocio al de la mirada que persigue<br />

las corrientes del cielo.<br />

Una mirada en abandono y viva,<br />

si no una certidumbre pensativa,<br />

atesora una duda;<br />

su amor dilata en la pasión desierta<br />

sueña en la soledad y está despierta<br />

en la conciencia muda.<br />

Sus ojos, errabundos y sumisos,<br />

el hueco son, en que los fatuos rizos<br />

de nubes y de frondas<br />

se apoderan de un mármol de un instante<br />

y esculpen la figura vacilante<br />

que complace a las ondas.<br />

La vista en el espacio difundida,<br />

es el espacio mismo, y da cabida<br />

vasto y nimio al suceso<br />

que en las nubes se irisa y se desdora<br />

162


e intacto, como cuando se evapora,<br />

está en las ondas preso.<br />

Es la vida allí estar, tan fijamente,<br />

como la helada altura transparente<br />

lo finge a cuanto sube<br />

hasta el purpúreo límite que toca,<br />

como si fuera un sueño de la roca,<br />

la espuma de la nube.<br />

Como si fuera un sueño, pues sujeta,<br />

no escapa de la física que aprieta<br />

en la roca la entraña,<br />

la penetra con sangres minerales<br />

y la entrega en la piel de los cristales<br />

a la luz, que la daña.<br />

No hay solidez que a tal prisión no ceda<br />

aun la sombra más íntima que veda<br />

un receloso seno<br />

¡en vano!; pues al fuego no es inmune<br />

que hace entrar en las carnes que desune<br />

las lenguas del veneno.<br />

A las nubes también el color tiñe,<br />

túnicas tintas en el mal les ciñe,<br />

las roe, las horada,<br />

y a la crítica muestra, si las mira,<br />

por qué al museo su ilusión retira<br />

la escultura humillada.<br />

Nada perdura, ¡oh, nubes!, ni descansa.<br />

Cuando en un agua adormecida y mansa<br />

un rostro se aventura,<br />

igual retorna a sí del hondo viaje<br />

y del lúcido abismo del paisaje<br />

recobra su figura.<br />

Íntegra la devuelve el limpio espejo,<br />

ni otra, ni descompuesta en el reflejo<br />

cuyas diáfanas redes<br />

suspenden a la imagen submarina,<br />

dentro del vidrio inmersa, que la ruina<br />

detiene en sus paredes.<br />

¡Qué eternidad parece que le fragua,<br />

163


ajo esa tersa atmósfera de agua,<br />

de un encanto el conjuro<br />

en una isla a salvo de las horas,<br />

áurea y serena al pie de las auroras<br />

perennes del futuro!<br />

Pero hiende también la imagen, leve,<br />

del unido cristal en que se mueve<br />

los átomos compactos:<br />

se abren antes, se cierran detrás de ella<br />

y absorben el origen y la huella<br />

de sus nítidos actos.<br />

Ay, que del agua el imantado centro<br />

no fija al hielo que se cuaja adentro<br />

las flores de su nado;<br />

una onda se agita, y la estremece<br />

en una onda más desaparece<br />

su color congelado.<br />

La transparencia a sí misma regresa<br />

y expulsa a la ficción, aunque no cesa;<br />

pues la memoria oprime<br />

de la opaca materia que, a la orilla,<br />

del agua en que la onda juega y brilla,<br />

se entenebrece y gime.<br />

La materia regresa a su costumbre.<br />

Que del agua un relámpago deslumbre<br />

o un sólido de humo<br />

tenga en un cielo ilimitado y tenso<br />

un instante a los ojos en suspenso,<br />

no aplaza su consumo.<br />

Obscuro perecer no la abandona<br />

si sigue hacia una fulgurante zona<br />

la imagen encantada.<br />

Por dentro la ilusión no se rehace;<br />

por dentro el ser sigue su ruina y yace<br />

como si fuera nada.<br />

Embriagarse en la magia y en el juego<br />

de la áurea llama, y consumirse luego,<br />

en la ficción conmueve<br />

el alma de la arcilla sin contorno:<br />

llora que pierde un venturero adorno<br />

164


y que no se renueve.<br />

Aun el llanto otras ondas arrebatan,<br />

y atónitos los ojos se desatan<br />

del plomo que acelera<br />

el descenso sin <strong>voz</strong> a la agonía<br />

y otra vez la mirada honda y vacía<br />

flota errabunda fuera.<br />

Con más encanto si más pronto muere,<br />

el vivo engaño a la pasión se adhiere<br />

y apresura a los ojos<br />

náufragos en las ondas ellos mismos,<br />

al borde a detener de los abismos<br />

los flotantes despojos.<br />

Signos extraños hurta la memoria,<br />

para una muda y condenada historia,<br />

y acaricia las huellas<br />

como si oculta obcecación lograra,<br />

a fuerza de tallar la sombra avara<br />

recuperar estrellas.<br />

La mirada a los aires se transporta,<br />

pero es también vuelta hacia adentro, absorta,<br />

el ser a quien rechaza<br />

y en vano tras la onda tornadiza<br />

confronta la visión que se desliza<br />

con la visión que traza.<br />

Y abatido se esconde, se concentra,<br />

en sus recónditas cavernas entra<br />

y ya libre en los muros<br />

de la sombra interior de que es el dueño<br />

suelta al nocturno paladar el sueño<br />

sus sabores obscuros.<br />

Cuevas innúmeras y endurecidas,<br />

vastos depósitos de breves vidas,<br />

guardan impenetrable<br />

la materia sin luz y sin sonido<br />

que aún no recoge el alma en su sentido<br />

ni supone que hable.<br />

¡Qué ruidos, qué rumores apagados<br />

allí activan, sepultos y estrechados,<br />

165


el hervor en el seno<br />

convulso y sofocado por un mudo!<br />

Y graba al rostro su rencor sañudo<br />

y al lenguaje sereno.<br />

Pero, ¡qué lejos de lo que es y vive<br />

en el fondo aterrado y no recibe<br />

las ondas todavía<br />

que recogen, no más, la <strong>voz</strong> que aflora<br />

de una agua móvil al rielar que dora<br />

la vanidad del día!.<br />

El sueño, en sombras desasido, amarra<br />

la nerviosa raíz, como una garra<br />

contráctil o bien floja;<br />

se hinca en el murmullo que la envuelve,<br />

o en el humor que sorbe y que disuelve<br />

un fijo extremo aloja.<br />

Cómo pasma a la lengua blanda y gruesa,<br />

y asciende un burbujear a la sorpresa<br />

del sensible oleaje:<br />

su espuma frágil las burbujas prende,<br />

y las prueba, las une, las suspende<br />

la creación del lenguaje.<br />

El lenguaje es sabor que entrega al labio<br />

la entraña abierta a un gusto extraño y sabio:<br />

despierta en la garganta;<br />

su espíritu aun espeso al aire brota<br />

y en la líquida masa donde flota<br />

siente el espacio y canta.<br />

Multiplicada en los propicios ecos<br />

que afuera afrontan otros vivos huecos<br />

de semejantes bocas,<br />

en su entraña ya vibra, densa y plena,<br />

cuando allí late aún, y honda resuena<br />

en las eternas rocas.<br />

Oh, eternidad, oh, hueco azul, vibrante<br />

en que la forma oculta y delirante<br />

su vibración no apaga,<br />

porque brilla en los muros permanentes<br />

que labra y edifica transparentes,<br />

la onda tortuosa y vaga.<br />

166


Oh, eternidad, la muerte es la medida,<br />

compás y azar de cada frágil vida,<br />

la numera la Parca.<br />

Y alzan tus muros las dispersas horas,<br />

que distantes o próximas, sonoras<br />

allí graban su marca.<br />

Denso el silencio trague al negro, obscuro<br />

rumor, como el sabor futuro<br />

sólo la entraña guarde<br />

y forme en sus recónditas moradas,<br />

su sombra ceda formas alumbradas<br />

a la palabra que arde.<br />

No al oído que al antro se aproxima<br />

que al banal espacio, por encima<br />

del hondo laberinto<br />

las voces intrincadas en sus vetas<br />

originales vayan, más secretas<br />

de otra boca al recinto.<br />

A otra vida oye ser, y en un instante<br />

la lejana se une al titubeante<br />

latido de la entraña;<br />

al instinto un amor llama a su objeto;<br />

y afuera en vano un porvenir completo<br />

la considera extraña.<br />

El aire tenso y musical espera;<br />

y eleva y fija la creciente esfera,<br />

sonora, una mañana:<br />

la forman ondas que juntó un sonido,<br />

como en la flor y enjambre del oído<br />

misteriosa campana.<br />

Ése es el fruto que del tiempo es dueño;<br />

en él la entraña su pavor, su sueño<br />

y su labor termina.<br />

El sabor que destila la tiniebla<br />

es el propio sentido, que otros puebla<br />

y el futuro domina.<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Gilberto Owen (1905-1952)<br />

167


Desvelo, 1925; Línea, 1930; Libro de Ruth, 1944; Perseo vencido, 1948; Poesía y prosa, 1953;<br />

Primeros <strong>verso</strong>s, 1957;<br />

El infierno perdido, 1978; Obras, 1979.<br />

LA CANCION DEL TARDIO AMOR<br />

¡Sí yo pudiera amarte, Alma noble y pequeña!<br />

Llegas cuando mi vida ya es un arenal;<br />

si pudiera ofrecerte el tesoro que sueña<br />

tu insensatez romántica y pueril, que se empeña<br />

en que florezca el seco tallo de mi rosal...<br />

¡Qué más quisiera, ¡triste de mí!, que anclar mi nave!<br />

Pero el remanso está lejos de mi dolor;<br />

ya el corazón inhóspito arbusto es para el ave,<br />

y en mi pecho, pletórico de hieles, ya no cabe<br />

el tesoro mil-y-una nochesco de tu amor.<br />

Si tú pudieras ser la nueva primavera<br />

que es justo que suceda a este invierno precoz;<br />

pero sería estéril tu empeño; espera, espera<br />

hasta que llegue el alma juvenil que te quiera<br />

y diga la aleluya que ya olvidó mi <strong>voz</strong>.<br />

Alma noble, que llamas a la mía cobarde:<br />

¡Si yo pudiera amarte! ¡Si pudieras tú ser<br />

mi nueva primavera! Pero llegas tan tarde,<br />

tan tarde, que ya sólo, en Alma de Mujer:<br />

¡Esta canción ceñuda y pesimista, en que<br />

ahorco en el mástil máximo la Esperanza y la Fe!<br />

Toluca, 1-I-1922.<br />

Primeros poemas. Obras, 1979<br />

NO ME PIDAS, AMIGA...<br />

168


NO ME pidas, Amiga, madrigales;<br />

la trivial aleluya de otros día<br />

se apagó en mi fracaso de rosales,<br />

y un torvo gotear de melancolías<br />

es la fuente de mis cantos joviales.<br />

Y debe ser así. Ya la casona,<br />

marco de mis ensueños, está en ruinas,<br />

y con su rubio absurdo ya festona<br />

la yedra aquel balcón, que de divinas<br />

pláticas los recuerdos aprisiona.<br />

(Aquel balcón oliente al primitivo<br />

aroma de sus virginales manos,<br />

en donde aquel primer beso furtivo<br />

mi suplicante audacia, miedos vanos<br />

derrotado, robó al candor esquivo...)<br />

Ya el jardín pueblerino, que nos daba<br />

el amparo de su romanticismo,<br />

y que por nuestros besos se tornaba<br />

como en más rusticano, no es el mismo<br />

ni esta fuente la que arrullaba.<br />

Todo ha cambiado, hasta mi balbuciente<br />

amor, diáfanamente candoroso,<br />

que un día se me fue, como demente<br />

golondrina que busca sin reposo<br />

el sol de la indocta alma adolescente.<br />

No me pidas, Amiga, que mi canto<br />

sea madrigal; la casona está en ruinas,<br />

169


el musgoso balcón perdió su encanto<br />

porque Ella se fue, y en mis corvina<br />

elegías sólo vibra el desencanto.<br />

Primeros poemas. Obras, 1979<br />

DESVELO<br />

1. Pureza<br />

¿NADA de amor -¡de nada!- para mí?<br />

Yo buscaba la frase con relieve, la palabra<br />

hecha carne de alma, luz tangible,<br />

y un rayo del sol último, en tanto hacía luz<br />

el confuso piar de mis polluelos.<br />

Ya para entonces se me había vuelto<br />

el diálogo monólogo,<br />

y el río, Amor -el río: espejo que anda-,<br />

llevaba mi mirada al mar sin mí.<br />

¡Qué puro eco tuyo, de tu grito<br />

hundido en el ocaso, Amor, la luna,<br />

espejito celeste, poesía!<br />

Desvelo, 1925<br />

5. El recuerdo<br />

Con ser tan gigantesco, el mar, y amargo,<br />

qué delicadamente dejó escrito<br />

-con qué pensamiento tan fino,<br />

como con olas niñas de tus años-,<br />

en este caracol, breve, su grito.<br />

Desvelo, 1925<br />

LA POMPA DE JABON<br />

170


1<br />

Aquel rostro, aquel libro, aquel paisaje,<br />

y todo el iris y yo mismo, todo,<br />

todo en tu agua sedienta<br />

de imágenes.<br />

2<br />

Te saludan los pájaros, las cosas<br />

todas afinan para ti<br />

su mejor alba de sonrisas.<br />

Y recuerdan tus viajes, cuando ibas<br />

como un poco de río<br />

redondo y frágil, por el cauce<br />

innúmero del viento.<br />

Y recuerdan, Arca de Noé,<br />

porque las regalabas a los niños,<br />

trasmutando en juguetería<br />

de Noche Buena, el Mundo.<br />

3.<br />

Y la vida niña soplándote,<br />

oh, pompa. oh árbol de cristal de alma,<br />

por aquella raíz<br />

que te ocultó en su seno Poesía,<br />

y te era, en el cielo, rama en flor<br />

y pájaro en la rama.<br />

Y la vida, sin fin, soplándote,<br />

sin fin, burbuja de emoción,<br />

hasta tu fin sin ruido ni violencias<br />

171


-cuando mucho con un rocío amargo<br />

y trémulo, como de lágrimas.<br />

Desvelo, 1925<br />

BOOZ CANTA SU AMOR<br />

Me he querido mentir que no te amo,<br />

rojo de alegría incauta, sol sin freno<br />

en la tarde que sólo tú detienes,<br />

luz demorada sobre mi deshielo.<br />

Por no apagar la brasa de tus labios<br />

con un amor que darte no merezco,<br />

por no echar sobre el alba de tus hombros<br />

las horas que le restan a mi duelo.<br />

Pero cómo negarte mis espigas<br />

si las alzabas con tan puro gesto;<br />

cómo temer tus años, si me dabas<br />

toda mi juventud en mi deseo.<br />

Quédate, amor adolescente, quédate.<br />

Diez golondrinas saltan de tus dedos.<br />

París cumple en tu rostro quince años.<br />

Cómo brilla mi <strong>voz</strong> sobre tu pecho.<br />

Óyela hablarte de la luna, óyela<br />

cantando lánguida por los senderos:<br />

sus palabras más nimias tienen forma,<br />

no le avergüenza ya decir "te quiero".<br />

Me has untado de fósforo los brazos:<br />

no los tienen más fuertes los mancebos.<br />

Flores palúdicas en los estanques<br />

172


de mis ojos. El trópico en mis huesos.<br />

Cien lugares comunes, amor cándido,<br />

amoroso y porfiriado amor primero.<br />

Vámonos por las rutas de tus venas<br />

y de mis venas. Vámonos fingiendo<br />

que es la primera vez que estoy viviéndote.<br />

Por la carne también se llega al cielo.<br />

Hay pájaros que sueñan que son pájaros<br />

y se despiertan ángeles. Hay sueños<br />

de los que dos fantasmas se despiertan<br />

a la virginidad de nuestros cuerpos.<br />

Vámonos como siempre: Dafnis, Cloe.<br />

Tiéndete bajo el pino más erecto,<br />

una brizna de yerba entre los dientes.<br />

No te muevas. Así. Fuera del tiempo.<br />

Si cerrara los ojos, despertándome,<br />

me encontraría, como siempre, muerto.<br />

Libro de Ruth, 1944<br />

A José Vasconcelos<br />

MADRIGAL POR MEDUSA<br />

NO ME sueltes los ojos astillados,<br />

se me dispersarían sin la cárcel<br />

de hallar tu mano al rehuir tu frente,<br />

dispersos en la prisa de salvarme.<br />

Embelesado el pulso, como noche<br />

feliz cuyos minutos no contamos,<br />

que es noche nada más, amor dormido,<br />

173


dolor bisiesto emparedado en años.<br />

Cante el pez sitibundo, preso en redes<br />

de algas en tus cabellos serpentinos,<br />

pero su <strong>voz</strong> se hiele en tu garganta<br />

y no rompa ni muerte con su grito.<br />

Déjame así, de estatua de mí mismo,<br />

la cabeza que no corté, en la mano,<br />

la espada sin honor, perdido todo<br />

lo que gané, menos el gesto huraño.<br />

Perseo vencido, 1948<br />

PIEDRA DE SOL<br />

Octavio Paz (1914-1998)<br />

La treizième revient...c’est encor la première;<br />

et c’est toujours la seule-ou c’est le seul moment;<br />

car es-tu reine, ô toi, la première ou dernière?<br />

es-tu roi, toi le seul ou le dernier amant?<br />

Gérard de Nerval, Arthèmis<br />

Un sauce de cristal, un chopo de agua,<br />

un alto surtidor que el viento arquea,<br />

un árbol bien plantado más danzante,<br />

un caminar de río que se curva,<br />

avanza, retrocede, da un rodeo<br />

y llega siempre:<br />

un caminar tranquilo<br />

de estrella o primavera sin premura,<br />

agua que con los párpados cerrados<br />

mana toda la noche profecías,<br />

unánime presencia en oleaje,<br />

ola tras ola hasta cubrirlo todo,<br />

verde soberanía sin ocaso<br />

como el deslumbramiento de las alas<br />

cuando se abren en mitad del cielo,<br />

un caminar entre las espesuras<br />

de los días futuros y el aciago<br />

fulgor de la desdicha como un ave<br />

petrificando el bosque con su canto<br />

174


y las felicidades inminentes<br />

entre las ramas que se desvanecen,<br />

horas de luz que pican ya los pájaros,<br />

presagios que se escapan de la mano,<br />

una presencia como un canto súbito,<br />

como el viento cantando en el incendio,<br />

una mirada que sostiene en vilo<br />

al mundo con sus mares y sus montes,<br />

cuerpo de luz filtrado por un ágata,<br />

piernas de luz, vientre de luz, bahías,<br />

roca solar, cuerpo color de nube,<br />

color de día rápido que salta,<br />

la hora centellea y tiene cuerpo,<br />

el mundo ya es visible por tu cuerpo,<br />

es transparente por tu transparencia,<br />

voy entre galerías de sonidos,<br />

fluyo entre las presencias resonantes,<br />

voy por las transparencias como un ciego,<br />

un reflejo me borra, nazco en otro,<br />

oh bosque de pilares encantados,<br />

bajo los arcos de la luz penetro<br />

los corredores de un otoño diáfano,<br />

voy por tu cuerpo como por el mundo,<br />

tu vientre es una plaza soleada,<br />

tus pechos dos iglesias donde oficia<br />

la sangre sus misterios paralelos,<br />

mis miradas te cubren como yedra,<br />

eres una ciudad que el mar asedia,<br />

una muralla que la luz divide<br />

en dos mitades de color durazno,<br />

un paraje de sal, rocas y pájaros<br />

bajo la ley del mediodía absorto,<br />

vestida del color de mis deseos<br />

como mi pensamiento vas desnuda,<br />

voy por tus ojos como por el agua,<br />

los tigres beben sueño de esos ojos,<br />

el colibrí se quema en esas llamas,<br />

voy por tu frente como por la luna,<br />

como la nube por tu pensamiento,<br />

voy por tu vientre como por tus sueños,<br />

tu falda de maíz ondula y canta,<br />

tu falda de cristal, tu falda de agua,<br />

tus labios, tus cabellos, tus miradas,<br />

175


toda la noche llueves, todo el día<br />

abres mi pecho con tus dedos de agua,<br />

cierras mis ojos con tu boca de agua,<br />

sobre mis huesos llueves, en mi pecho<br />

hunde raíces de agua un árbol líquido,<br />

voy por tu talle como por un río,<br />

voy por tu cuerpo como por un bosque,<br />

como por un sendero en la montaña<br />

que en un abismo brusco se termina<br />

voy por tus pensamientos afilados<br />

y a la salida de tu blanca frente<br />

mi sombra despeñada se destroza,<br />

recojo mis fragmentos uno a uno<br />

y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,<br />

corredores sin fin de la memoria,<br />

puertas abiertas a un salón vacío<br />

donde se pudren todos lo veranos,<br />

las joyas de la sed arden al fondo,<br />

rostro desvanecido al recordarlo,<br />

mano que se deshace si la toco,<br />

cabelleras de arañas en tumulto<br />

sobre sonrisas de hace muchos años,<br />

a la salida de mi frente busco,<br />

busco sin encontrar, busco un instante,<br />

un rostro de relámpago y tormenta<br />

corriendo entre los árboles nocturnos,<br />

rostro de lluvia en un jardín a obscuras,<br />

agua tenaz que fluye a mi costado,<br />

busco sin encontrar, escribo a solas,<br />

no hay nadie, cae el día, cae el año,<br />

caigo en el instante, caigo al fondo,<br />

invisible camino sobre espejos<br />

que repiten mi imagen destrozada,<br />

piso días, instantes caminados,<br />

piso los pensamientos de mi sombra,<br />

piso mi sombra en busca de un instante,<br />

busco una fecha viva como un pájaro,<br />

busco el sol de las cinco de la tarde<br />

templado por los muros de tezontle:<br />

la hora maduraba sus racimos<br />

y al abrirse salían las muchachas<br />

de su entraña rosada y se esparcían<br />

por los patios de piedra del colegio,<br />

176


alta como el otoño caminaba<br />

envuelta por la luz bajo la arcada<br />

y el espacio al ceñirla la vestía<br />

de un piel más dorada y transparente,<br />

tigre color de luz, pardo venado<br />

por los alrededores de la noche,<br />

entrevista muchacha reclinada<br />

en los balcones verdes de la lluvia,<br />

adolescente rostro innumerable,<br />

he olvidado tu nombre, Melusina,<br />

Laura, Isabel, Perséfona, María,<br />

tienes todos los rostros y ninguno,<br />

eres todas las horas y ninguna,<br />

te pareces al árbol y a la nube,<br />

eres todos los pájaros y un astro,<br />

te pareces al filo de la espada<br />

y a la copa de sangre del verdugo,<br />

yedra que avanza, envuelve y desarraiga<br />

al alma y la divide de sí misma,<br />

escritura de fuego sobre el jade,<br />

grieta en la roca, reina de serpientes,<br />

columna de vapor, fuente en la peña,<br />

circo lunar, peñasco de las águilas,<br />

grano de anís, espina diminuta<br />

y mortal que da penas inmortales,<br />

pastora de los valles submarinos<br />

y guardiana del valle de los muertos,<br />

liana que cuelga del cantil del vértigo,<br />

enredadera, planta venenosa,<br />

flor de resurrección, uva de vida,<br />

señora de la flauta y del relámpago,<br />

terraza del jazmín, sal en la herida,<br />

ramo de rosas para el fusilado,<br />

nieve en agosto, luna del patíbulo,<br />

escritura del mar sobre el basalto,<br />

escritura del viento en el desierto,<br />

testamento del sol, granada, espiga,<br />

rostro de llamas, rostro devorado,<br />

adolescente rostro perseguido<br />

años fantasmas, días circulares<br />

que dan al mismo patio, al mismo muro,<br />

arde el instante y son un solo rostro<br />

los sucesivos rostros de la llama,<br />

todos los nombres son un solo nombre<br />

todos los rostros son un solo rostro,<br />

177


todos los siglos son un solo instante<br />

y por todos los siglos de los siglos<br />

cierra el paso al futuro un par de ojos,<br />

no hay nada frente a mí, sólo un instante<br />

rescatado esta noche, contra un sueño<br />

de ayuntadas imágenes soñado,<br />

duramente esculpido contra el sueño,<br />

arrancado a la nada de esta noche,<br />

a pulso levantado letra a letra,<br />

mientras afuera el tiempo se desboca<br />

y golpea las puertas de mi alma<br />

el mundo con su horario carnicero,<br />

sólo un instante mientras las ciudades,<br />

los nombres, lo sabores, lo vivido,<br />

se desmoronan en mi frente ciega,<br />

mientras la pesadumbre de la noche<br />

mi pensamiento humilla y mi esqueleto,<br />

y mi sangre camina más despacio<br />

y mis dientes se aflojan y mis ojos<br />

se nublan y los días y los años<br />

sus horrores vacíos acumulan,<br />

mientras el tiempo cierra su abanico<br />

y no hay nada detrás de sus imágenes<br />

el instante se abisma y sobrenada<br />

rodeado de muerte, amenazado<br />

por la noche y su lúgubre bostezo,<br />

amenazado por la algarabía<br />

de la muerte vivaz y enmascarada<br />

el instante se abisma y se penetra,<br />

como un puño se cierra, como un fruto<br />

que madura hacia dentro de sí mismo<br />

y a sí mismo se bebe y se derrama<br />

el instante translúcido se cierra<br />

y madura hacia dentro, echa raíces,<br />

crece dentro de mí, me ocupa todo,<br />

me expulsa su follaje delirante,<br />

mis pensamientos sólo son su pájaros,<br />

su mercurio circula por mis venas,<br />

árbol mental, frutos sabor de tiempo,<br />

oh vida por vivir y ya vivida,<br />

tiempo que vuelve en una marejada<br />

y se retira sin volver el rostro,<br />

lo que pasó no fue pero está siendo<br />

178


y silenciosamente desemboca<br />

en otro instante que se desvanece:<br />

frente a la tarde de salitre y piedra<br />

armada de navajas invisibles<br />

una roja escritura indescifrable<br />

escribes en mi piel y esas heridas<br />

como un traje de llamas me recubren,<br />

ardo sin consumirme, busco el agua<br />

y en tus ojos no hay agua, son de piedra,<br />

y tus pechos, tu vientre, tus caderas<br />

son de piedra, tu boca sabe a polvo,<br />

tu boca sabe a tiempo emponzoñado,<br />

tu cuerpo sabe a pozo sin salida,<br />

pasadizo de espejos que repiten<br />

los ojos del sediento, pasadizo<br />

que vuelve siempre al punto de partida,<br />

y tú me llevas ciego de la mano<br />

por esas galerías obstinadas<br />

hacia el centro del círculo y te yergues<br />

como un fulgor que se congela en hacha,<br />

como luz que desuella, fascinante<br />

como el cadalso para el condenado,<br />

flexible como el látigo y esbelta<br />

como un arma gemela de la luna,<br />

y tus palabras afiladas cavan<br />

mi pecho y me despueblan y vacían,<br />

uno a uno me arrancas los recuerdos,<br />

he olvidado mi nombre, mis amigos<br />

gruñen entre los cerdos o se pudren<br />

comidos por el sol en un barranco,<br />

no hay nada en mí sino una larga herida,<br />

una oquedad que ya nadie recorre,<br />

presente sin ventanas, pensamiento<br />

que vuelve, se repite, se refleja<br />

y se pierde en su misma transparencia,<br />

conciencia traspasada por un ojo<br />

que se mira mirarse hasta anegarse<br />

de claridad:<br />

yo vi tu atroz escama,<br />

Melusina, brillar verdosa al alba,<br />

dormías enroscada entre las sábanas<br />

y al despertar gritaste como un pájaro<br />

y caíste sin fin, quebrada y blanca,<br />

nada quedó de ti sino tu grito,<br />

y al cabo de los siglos me descubro<br />

179


con tos y mala vista, barajando<br />

viejas fotos:<br />

no hay nadie, no eres nadie,<br />

un montón de ceniza y una escoba,<br />

un cuchillo mellado y un plumero,<br />

un pellejo colgado de unos huesos,<br />

un racimo ya seco, un hoyo negro<br />

y en el fondo del hoyo los dos ojos<br />

de una niña ahogada hace mil años,<br />

miradas enterradas en un pozo,<br />

miradas que nos ven desde el principio,<br />

mirada niña de la madre vieja<br />

que ve en el hijo grande un padre joven,<br />

mirada madre de la niña sola<br />

que ve en el padre grande un hijo niño,<br />

miradas que nos miran desde el fondo<br />

de la vida y son trampas de la muerte<br />

—¿o es al revés: caer en esos ojos<br />

es volver a la vida verdadera?,<br />

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen<br />

otros ojos futuros, otra vida,<br />

otras nubes, morirme de otra muerte!<br />

—esta noche me basta, y este instante<br />

que no acaba de abrirse y revelarme<br />

dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,<br />

cómo me llamo yo:<br />

¿hacía planes<br />

para el verano —y todos los veranos—<br />

en Christopher Street, hace diez años,<br />

con Filis que tenía dos hoyuelos<br />

donde bebían luz los gorriones?,<br />

¿por la Reforma Carmen me decía<br />

"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",<br />

o se lo dijo a otro que he perdido<br />

o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,<br />

¿caminé por la noche de Oaxaca,<br />

inmensa y verdinegra como un árbol,<br />

hablando solo como el viento loco<br />

y al llegar a mi cuarto —siempre un cuarto—<br />

no me reconocieron los espejos?,<br />

¿desde el hotel Vernet vimos al alba<br />

bailar con los castaños — "ya es muy tarde"<br />

decías al peinarte y yo veía<br />

manchas en la pared, sin decir nada?,<br />

¿subimos juntos a la torre, vimos<br />

180


caer la tarde desde el arrecife?<br />

¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos<br />

gardenias en Perote?,<br />

nombres, sitios,<br />

calles y calles, rostros, plazas, calles,<br />

estaciones, un parque, cuartos solos,<br />

manchas en la pared, alguien se peina,<br />

alguien canta a mi lado, alguien se viste,<br />

cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,<br />

Madrid, 1937,<br />

en la Plaza del Ángel las mujeres<br />

cosían y cantaban con sus hijos,<br />

después sonó la alarma y hubo gritos,<br />

casas arrodilladas en el polvo,<br />

torres hendidas, frentes esculpidas<br />

y el huracán de los motores, fijo:<br />

los dos se desnudaron y se amaron<br />

por defender nuestra porción eterna,<br />

nuestra ración de tiempo y paraíso,<br />

tocar nuestra raíz y recobrarnos,<br />

recobrar nuestra herencia arrebatada<br />

por ladrones de vida hace mil siglos,<br />

los dos se desnudaron y besaron<br />

porque las desnudeces enlazadas<br />

saltan el tiempo y son invulnerables,<br />

nada las toca, vuelven al principio,<br />

no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,<br />

verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,<br />

oh ser total...<br />

cuartos a la deriva<br />

entre ciudades que se van a pique,<br />

cuartos y calles, nombres como heridas,<br />

el cuarto con ventanas a otros cuartos<br />

con el mismo papel descolorido<br />

donde un hombre en camisa lee el periódico<br />

o plancha una mujer; el cuarto claro<br />

que visitan las ramas de un durazno;<br />

el otro cuarto: afuera siempre llueve<br />

y hay un patio y tres niños oxidados;<br />

cuartos que son navíos que se mecen<br />

en un golfo de luz; o submarinos:<br />

el silencio se esparce en olas verdes,<br />

todo lo que tocamos fosforece;<br />

mausoleos de lujo, ya roídos<br />

los retratos, raídos los tapetes;<br />

trampas, celdas, cavernas encantadas,<br />

181


pajareras y cuartos numerados,<br />

todos se transfiguran, todos vuelan,<br />

cada moldura es nube, cada puerta<br />

da al mar, al campo, al aire, cada mesa<br />

es un festín; cerrados como conchas<br />

el tiempo inútilmente los asedia,<br />

no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,<br />

abre la mano, coge esta riqueza,<br />

corta los frutos, come de la vida,<br />

tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,<br />

todo se transfigura y es sagrado,<br />

es el centro del mundo cada cuarto,<br />

es la primera noche, el primer día,<br />

el mundo nace cuando dos se besan,<br />

gota de luz de entrañas transparentes<br />

el cuarto como un fruto se entreabre<br />

o estalla como un astro taciturno<br />

y las leyes comidas de ratones,<br />

las rejas de los bancos y las cárceles,<br />

las rejas de papel, las alambradas,<br />

los timbres y las púas y los pinchos,<br />

el sermón monocorde de las armas,<br />

el escorpión meloso y con bonete,<br />

el tigre con chistera, presidente<br />

del Club Vegetariano y la Cruz Roja,<br />

el burro pedagogo, el cocodrilo<br />

metido a redentor, padre de pueblos,<br />

el Jefe, el tiburón, el arquitecto<br />

del porvenir, el cerdo uniformado,<br />

el hijo predilecto de la Iglesia<br />

que se lava la negra dentadura<br />

con el agua bendita y toma clases<br />

de inglés y democracia, las paredes<br />

invisibles, las máscaras podridas<br />

que dividen al hombre de los hombres,<br />

al hombre de sí mismo,<br />

se derrumban<br />

por un instante inmenso y vislumbramos<br />

nuestra unidad perdida, el desamparo<br />

que es ser hombres, la gloria que es ser hombres<br />

y compartir el pan, el sol, la muerte,<br />

el olvidado asombro de estar vivos;<br />

amar es combatir, si dos se besan<br />

el mundo cambia, encarnan los deseos,<br />

el pensamiento encarna, brotan las alas<br />

182


en las espaldas del esclavo, el mundo<br />

es real y tangible, el vino es vino,<br />

el pan vuelve a saber, el agua es agua,<br />

amar es combatir, es abrir puertas,<br />

dejar de ser fantasma con un número<br />

a perpetua cadena condenado<br />

por un amo sin rostro;<br />

el mundo cambia<br />

si dos se miran y se reconocen,<br />

amar es desnudarse de los nombres:<br />

"déjame ser tu puta", son palabras<br />

de Eloísa, mas él cedió a las leyes,<br />

la tomó por esposa y como premio<br />

lo castraron después;<br />

mejor el crimen,<br />

los amantes suicidas, el incesto<br />

de los hermanos como dos espejos<br />

enamorados de su semejanza,<br />

mejor comer el pan envenenado,<br />

el adulterio en lechos de ceniza,<br />

los amores feroces, el delirio,<br />

su yedra ponzoñosa, el sodomita<br />

que lleva por clavel en la solapa<br />

un gargajo, mejor ser lapidado<br />

en las plazas que dar vuelta a la noria<br />

que exprime la substancia de la vida,<br />

cambia la eternidad en horas huecas,<br />

los minutos en cárceles, el tiempo<br />

en monedas de cobre y mierda abstracta;<br />

mejor la castidad, flor invisible<br />

que se mece en los tallos del silencio,<br />

el difícil diamante de los santos<br />

que filtra los deseos, sacia al tiempo,<br />

nupcias de la quietud y el movimiento,<br />

canta la soledad en su corola,<br />

pétalo de cristal en cada hora,<br />

el mundo se despoja de sus máscaras<br />

y en su centro, vibrante transparencia,<br />

lo que llamamos Dios, el ser sin nombre,<br />

se contempla en la nada, el ser sin rostro<br />

emerge de sí mismo, sol de soles,<br />

plenitud de presencias y de nombres;<br />

sigo mi desvarío, cuartos, calles,<br />

camino a tientas por los corredores<br />

del tiempo y subo y bajo sus peldaños<br />

183


y sus paredes palpo y no me muevo,<br />

vuelvo donde empecé, busco tu rostro,<br />

camino por las calles de mí mismo<br />

bajo un sol sin edad, y tú a mi lado<br />

caminas como un árbol, como un río<br />

caminas y me hablas como un río,<br />

creces como una espiga entre mis manos,<br />

lates como una ardilla entre mis manos,<br />

vuelas como mil pájaros, tu risa<br />

me ha cubierto de espumas, tu cabeza<br />

es un astro pequeño entre mis manos,<br />

el mundo reverdece si sonríes<br />

comiendo una naranja,<br />

el mundo cambia<br />

si dos, vertiginosos y enlazados,<br />

caen sobre las yerba: el cielo baja,<br />

los árboles ascienden, el espacio<br />

sólo es luz y silencio, sólo espacio<br />

abierto para el águila del ojo,<br />

pasa la blanca tribu de las nubes,<br />

rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,<br />

perdemos nuestros nombres y flotamos<br />

a la deriva entre el azul y el verde,<br />

tiempo total donde no pasa nada<br />

sino su propio transcurrir dichoso,<br />

no pasa nada, callas, parpadeas<br />

(silencio: cruzó un ángel este instante<br />

grande como la vida de cien soles),<br />

¿no pasa nada, sólo un parpadeo?<br />

—y el festín, el destierro, el primer crimen,<br />

la quijada del asno, el ruido opaco<br />

y la mirada incrédula del muerto<br />

al caer en el llano ceniciento,<br />

Agamenón y su mugido inmenso<br />

y el repetido grito de Casandra<br />

más fuerte que los gritos de las olas,<br />

Sócrates en cadenas" (el sol nace,<br />

morir es despertar: "Critón, un gallo<br />

a Esculapio, ya sano de la vida"),<br />

el chacal que diserta entre las ruinas<br />

de Nínive, la sombra que vio Bruto<br />

antes de la batalla, Moctezuma<br />

en el lecho de espinas de su insomnio,<br />

el viaje en la carretera hacia la muerte<br />

—el viaje interminable mas contado<br />

por Robespierre minuto tras minuto,<br />

184


la mandíbula rota entre las manos—,<br />

Churruca en su barrica como un trono<br />

escarlata, los pasos ya contados<br />

de Lincoln al salir hacia el teatro,<br />

el estertor de Trotsky y sus quejidos<br />

de jabalí, Madero y su mirada<br />

que nadie contestó: ¿por qué me matan?,<br />

los carajos, los ayes, los silencios<br />

del criminal, el santo, el pobre diablo,<br />

cementerio de frases y de anécdotas<br />

que los perros retóricos escarban,<br />

el delirio, el relincho, el ruido obscuro<br />

que hacemos al morir y ese jadeo<br />

que la vida que nace y el sonido<br />

de huesos machacándose la riña<br />

y la boca de espuma del profeta<br />

y su grito y el grito del verdugo<br />

y el grito de la víctima...<br />

son llamas<br />

los ojos y son llamas lo que miran,<br />

llama la oreja y el sonido llama,<br />

brasa los labios y tizón la lengua,<br />

el tacto y lo que toca, el pensamiento<br />

y lo pensado, llama el que lo piensa,<br />

todo se quema, el uni<strong>verso</strong> es llama,<br />

arde la misma nada que no es nada<br />

sino un pensar en llamas, al fin humo:<br />

no hay verdugo ni víctima...<br />

¿y el grito<br />

en la tarde del viernes?, y el silencio<br />

que se cubre de signos, el silencio<br />

que dice sin decir, ¿no dice nada?,<br />

¿no son nada los gritos de los hombres?,<br />

¿no pasa nada cuando pasa el tiempo?<br />

—no pasa nada, sólo un parpadeo<br />

del sol, un movimiento apenas, nada,<br />

no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,<br />

los muerto están fijos en su muerte<br />

y no pueden morirse de otra muerte,<br />

intocables, clavados en su gesto,<br />

desde su soledad, desde su muerte<br />

sin remedio nos miran sin mirarnos,<br />

su muerte ya es la estatua de su vida,<br />

un siempre estar ya nada para siempre,<br />

cada minuto es nada para siempre,<br />

un rey fantasma rige sus latidos<br />

185


y tu gesto final, tu dura máscara<br />

labra sobre tu rostro cambiante:<br />

el monumento somos de una vida<br />

ajena y no vivida, apenas nuestra,<br />

—¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,<br />

¿cuándo somos de veras lo que somos?,<br />

bien mirado no somos, nunca somos<br />

a solas sino vértigo y vacío,<br />

muecas en el espejo, horror y vómito,<br />

nunca la vida es nuestra, es de los otros,<br />

la vida no es de nadie, todos somos<br />

la vida —pan de sol para los otros,<br />

los otros todos que nosotros somos—,<br />

soy otro cuando soy, los actos míos<br />

son más míos si son también de todos,<br />

para que pueda ser he de ser otro,<br />

salir de mí, buscarme entre los otros,<br />

los otros que no son si yo no existo,<br />

los otros que me dan plena existencia,<br />

no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,<br />

la vida es otra, siempre allá, más lejos,<br />

fuera de ti, de mí, siempre horizonte,<br />

vida que nos desvive y enajena,<br />

que nos inventa un rostro y lo desgasta,<br />

hambre de ser, oh muerte, pan de todos,<br />

Eloísa, Perséfona, María,<br />

muestra tu rostro al fin para que vea<br />

mi cara verdadera, la del otro,<br />

mi cara de nosotros siempre todos,<br />

cara de árbol y de panadero,<br />

de chófer y de nube y de marino,<br />

cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo,<br />

cara de solitario colectivo,<br />

despiértame, ya nazco:<br />

vida y muerte<br />

pactan en ti, señora de la noche,<br />

torre de claridad, reina del alba,<br />

virgen lunar, madre del agua madre,<br />

cuerpo del mundo, casa de la muerte,<br />

caigo sin fin desde mi nacimiento,<br />

caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,<br />

recógeme en tus ojos, junta el polvo<br />

disperso y reconcilia mis cenizas,<br />

ata mis huesos divididos, sopla<br />

sobre mi ser, entiérrame en tu tierra,<br />

186


tu silencio dé paz al pensamiento<br />

contra sí mismo airado;<br />

abre la mano,<br />

señora de semillas que son días,<br />

el día es inmortal, asciende, crece,<br />

acaba de nacer y nunca acaba,<br />

cada día es nacer, un nacimiento<br />

es cada amanecer y yo amanezco,<br />

amanecemos todos, amanece<br />

el sol cara de sol, Juan amanece<br />

con su cara de Juan cara de todos,<br />

puerta del ser, despiértame, amanece,<br />

déjame ver el rostro de este día,<br />

déjame ver el rostro de esta noche,<br />

todo se comunica y transfigura,<br />

arco de sangre, puente de latidos,<br />

llévame al otro lado de esta noche,<br />

adonde yo soy tú somos nosotros,<br />

al reino de pronombres enlazados,<br />

puerta del ser: abre tu ser, despierta,<br />

aprende a ser también, labra tu cara,<br />

trabaja tus facciones, ten un rostro<br />

para mirar mi rostro y que te mire,<br />

para mirar la vida hasta la muerte,<br />

rostro de mar, de pan, de roca y fuente,<br />

manantial que disuelve nuestros rostros<br />

en el rostro sin nombre, el ser sin rostro,<br />

indecible presencia de presencias...<br />

quiero seguir, ir más allá, y no puedo:<br />

se despeñó el instante en otro y otro,<br />

dormí sueños de piedra que no sueña<br />

y al cabo de los años como piedras<br />

oí cantar mi sangre encarcelada,<br />

con un rumor de luz el mar cantaba,<br />

una a una cedían las murallas,<br />

todas las puertas se desmoronaban<br />

y el sol entraba a saco por mi frente,<br />

despegaba mis párpados cerrados,<br />

desprendía mi ser de su envoltura,<br />

me arrancaba de mí, me separaba<br />

de mi bruto dormir siglos de piedra<br />

y su magia de espejos revivía<br />

un sauce de cristal, un chopo de agua,<br />

un alto surtidor que el viento arquea,<br />

187


un árbol bien plantado más danzante,<br />

un caminar de río que se curva,<br />

avanza, retrocede, da un rodeo<br />

y llega siempre:<br />

México, 1957<br />

LA MUCHACHA EBRIA<br />

La estación violenta, 1958<br />

Efraín Huerta<br />

Este lánguido caer en brazos de una desconocida,<br />

esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres;<br />

este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol,<br />

huella de pie dormido, navaja verde o negra;<br />

este instante durísimo en que una muchacha grita,<br />

gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya.<br />

Todo esto no es sino la noche,<br />

sino la noche grávida de sangre y leche,<br />

de niños que se asfixian,<br />

de mujeres carbonizadas<br />

y varones morenos de soledad<br />

y misterioso, sofocante desgaste.<br />

Sino la noche de la muchacha ebria<br />

cuyos gritos de rabia y melancolía<br />

me hirieron como el llanto purísimo,<br />

como las náuseas y el rencor,<br />

como el abandono y la <strong>voz</strong> de las mendigas.<br />

Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido<br />

y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas,<br />

llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba<br />

y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza:<br />

llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas,<br />

de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre,<br />

de la muchacha que una noche —y era una santa noche—<br />

me entregara su corazón derretido,<br />

sus manos de agua caliente, césped, seda,<br />

sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,<br />

sus torpes arrebatos de ternura,<br />

su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,<br />

su pecho suave como una mejilla con fiebre,<br />

y sus brazos y piernas con tatuajes,<br />

y su naciente tuberculosis,<br />

y su dormido sexo de orquídea martirizada.<br />

188


Ah la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido<br />

y la generosidad en la punta de los dedos,<br />

la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre,<br />

como yo, escapado apenas de la violencia amorosa.<br />

Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos,<br />

una fecha sangrienta y abatida.<br />

¡Por la muchacha ebria, amigos míos!<br />

Los hombres del alba, 1944<br />

POEMA DE AMOROSA RAÍZ<br />

Antes que el viento fuera mar volcado,<br />

que la noche se unciera su vestido de luto<br />

y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo<br />

la albura de sus cuerpos.<br />

Antes que luz, que sombra y que montaña<br />

miraran levantarse las almas de sus cúspides;<br />

primero que algo fuera flotando bajo el aire;<br />

tiempo antes que el principio.<br />

Alí Chumacero (1918)<br />

Cuando aún no nacía la esperanza<br />

ni vagaban los ángeles en su firme blancura;<br />

cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;<br />

antes, antes, muy antes.<br />

Cuando aún no había flores en las sendas<br />

porque las sendas no eran ni las flores estaban;<br />

cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,<br />

ya éramos tú y yo.<br />

Páramo de sueños, 1940<br />

MONÓLOGO DEL VIUDO<br />

Abro la puerta, vuelvo a la misericordia<br />

de mi casa donde el rumor defiende<br />

la penumbra y el hijo que no fue<br />

sabe a naufragio, a ola o fervoroso lienzo<br />

que en ácidos estíos<br />

el rostro desvanece. Arcaico reposar<br />

de dioses muertos llena las estancias,<br />

y bajo el aire aspira la conciencia<br />

189


la ráfaga que ayer mi frente aún buscaba<br />

en el descenso turbio.<br />

No podría nombrar sábanas, cirios, humo<br />

ni la humildad y compasión y calma<br />

a orillas de la tarde, no podría<br />

decir "sus manos", "mi tristeza", "nuestra tierra"<br />

porque todo en su nombre<br />

de heridas se ilumina. Como señal de espuma<br />

o epitafio, cortinas, lecho, alfombras<br />

y destrucción hacia el desdén transcurren<br />

mientras vence la cal que a su desnudo niega<br />

la sombra del espacio.<br />

Ahora empieza el tiempo, el agrio sonreír<br />

del huésped que en insomnio, al desvelar<br />

su ira, canta en la ciudad impura<br />

el calcinado són y al labio purifican<br />

fuegos de incertidumbre<br />

que fluyen sin respuesta. Astro o delfín, allá<br />

bajo la onda el pie desaparece,<br />

y túnicas tornadas en emblemas<br />

hunden su ardiente procesión y con ceniza<br />

la frente me señalan.<br />

Palabras en reposo, 1956<br />

Rubén Bonifaz Nuño (1923)<br />

Y NUEVAMENTE ABRIL A FLOR DE CIELO...<br />

Y nuevamente abril a flor de cielo<br />

abre tus manos tibias, y yo canto<br />

el júbilo entrañable y el espanto<br />

que en mi sangre derramas con tu anhelo.<br />

Amo la gravidez del alma, el vuelo<br />

por la caricia que hasta ti levanto,<br />

y el fuego triste hallado en el quebranto<br />

de la distancia -aborrecible velo-.<br />

Amor: abril, tu cómplice, desvía<br />

190


la ruta del temor que disminuye<br />

y disfraza de fiesta su agonía.<br />

Eres abril de nuevo, amor, y nada<br />

escapa de tu ser: todo confluye<br />

a cobrar plenitud en tu mirada.<br />

Imágenes, 1953<br />

HAZ QUE YO PUEDA SER, AMOR, LA ESCALA...<br />

Haz que yo pueda ser, amor, la escala<br />

en que sus pies se apoyan, el torrente<br />

de luz para su sed, o, suavemente,<br />

el cauce en que su vida se resbala.<br />

Sólo soy un espejo para el ala<br />

de un ángel dividido, que así siente<br />

que le soy necesario, y dulcemente<br />

a mi dolor su claridad iguala.<br />

Y eso es todo, amor: sólo un reflejo.<br />

No escala, luz ni cauce, en que pudiera<br />

subir, brillar, o transcurrir ligera.<br />

Únicamente el sueño de un espejo<br />

mudo a veces, y opaco, en donde anida<br />

la imagen solitaria de su vida.<br />

Imágenes, 1953<br />

ALGUNA VEZ TE ALCANZARÁ EL SONIDO...<br />

Alguna vez te alcanzará el sonido<br />

de mi apagado nombre, y nuevamente<br />

algo en tu ser me sentirá presente:<br />

191


mas no tu corazón; sólo tu oído.<br />

Una pausa en la música sin ruido<br />

de tu luz ignorada, inútilmente<br />

ha de querer salvar mi afán doliente<br />

de la amorosa cárcel de tu olvido.<br />

Ningún recuerdo quedará en tu vida<br />

de lo que fuera breve semejanza<br />

de tu sueño y mi nombre y la belleza.<br />

Porque en tu amor no alentará la herida<br />

sino la cicatriz, y tu esperanza<br />

no querrá saber más de mi tristeza.<br />

Imágenes, 1953<br />

TÚ DAS LA VISTA A MIS PUPILAS CIEGAS...<br />

Tú das la vista a mis pupilas ciegas<br />

y a mi <strong>voz</strong> la ternura que te nombra;<br />

amor, cuánta amargura, cuánta sombra<br />

se destruye en la luz en que me anegas.<br />

En hoces claras a mi pecho llegas<br />

y la esperanza al corazón asombra,<br />

por ti la mano del olvido escombra<br />

los restos tristes del dolor que siegas.<br />

Por ti vencido, el peso de la angustia<br />

inútilmente ya su fuerza mustia<br />

contra tus simples luces abre inerte.<br />

Amor, ardiente lámpara en la oscura<br />

soledad, segador de la amargura.<br />

Está lejano el miedo de perderte.<br />

192


Imágenes, 1953<br />

PARA LOS QUE LLEGAN A LAS FIESTAS<br />

Para los que llegan a las fiestas<br />

ávidos de tiernas compañías,<br />

y encuentran parejas impenetrables<br />

y hermosas muchachas solas que dan miedo<br />

-pues no uno sabe bailar, y es triste-:<br />

los que se arrinconan con un vaso<br />

de aguardiente oscuro y melancólico,<br />

y odian hasta el fondo su miseria,<br />

la envidia que sienten, los deseos:<br />

para los que saben con amargura<br />

que de la mujer que quieran les queda<br />

nada más que un clavo fijo en la espalda<br />

y algo tenue y acre, como el aroma<br />

que guarda el revés de un guante olvidado;<br />

para los que fueron invitados<br />

una vez; aquellos que se pusieron<br />

el menos gastado de sus dos trajes<br />

y fueron puntuales; y en una puerta,<br />

ya mucho después de entrados todos,<br />

supieron que no se cumpliría<br />

la cita y volvieron despreciándose;<br />

para los que miran desde afuera,<br />

de noche, las casas iluminadas,<br />

y a veces quisieran estar adentro:<br />

compartir con alguien mesa y cobijas<br />

193


o vivir con hijos dichosos;<br />

y luego comprenden que es necesario<br />

hacer otras cosas, y que vale<br />

mucho más sufrir que ser vencido;<br />

para los que quieren mover el mundo<br />

con su corazón solitario,<br />

los que por las calles se fatigan<br />

caminando, claros de pensamientos;<br />

para los que pisan sus fracasos y siguen:<br />

para los que sufren a conciencia<br />

porque no serán consolados,<br />

los que no tendrán, los que pueden escucharme:<br />

para los que están armados, escribo.<br />

¿CUÁL ES LA MUJER?<br />

Los demonios y los días, 1956<br />

¿Cuál es la mujer que recordamos<br />

al mirar los pechos de la vecina<br />

de camión; a quién espera el hueco<br />

lugar que está al lado nuestro, en el cine?<br />

¿A quién pertenece el oído<br />

que oirá la palabra más escondida<br />

que somos, de quién es la cabeza<br />

que a nuestro costado nace entre sueños?<br />

Hay veces que ya no puedo con tanta<br />

tristeza, y entonces te recuerdo.<br />

Pero no eres tú. Nacieron cansados<br />

nuestro largo amor y nuestros breves<br />

194


amores; los cuatro besos y las cuatro<br />

citas que tuvimos. Estamos tristes.<br />

Juntos inventamos un concierto<br />

para desventura y orquesta, y fuimos<br />

a escucharlo serios, solemnes,<br />

y nada entendimos. Estamos solos.<br />

Tú nunca sabrás, estoy cierto,<br />

que escribí estos <strong>verso</strong>s para ti sola;<br />

pero en ti pensé al hacerlos. Son tuyos.<br />

Ustedes perdonen. Por un momento<br />

olvidé con quién estaba hablando.<br />

Y no sentí el golpe de mi ventana<br />

al cerrarse. Estaba en otra parte.<br />

Los demonios y los días, 1956<br />

CENTÍMETRO A CENTÍMETRO<br />

Centímetro a centímetro<br />

-piel, cabello, ternura, olor, palabras-<br />

mi amor te va tocando.<br />

Voy descubriendo a diario, convenciéndome<br />

de que estás junto a mí, de que es posible<br />

y cierto; que no eres,<br />

ya, la felicidad imaginada,<br />

sino la dicha permanente,<br />

hallada, concretísima; el abierto<br />

aire total en que me pierdo y gano.<br />

Y después, qué delicia<br />

la de ponerme lejos nuevamente.<br />

195


Mirarte como antes<br />

y llamarle de "usted", para que sientas<br />

que no es verdad que te haya conseguido;<br />

que sigues siendo tú, la inalcanzada;<br />

que hay muchas cosas tuyas<br />

que no puedo tener.<br />

Qué delicia delgada, incomprensible,<br />

la de verte lejos,<br />

y soportar los golpes de alegría<br />

que de mi corazón ascienden<br />

al acercarse a ti por vez primera;<br />

siempre por primera, a cada instante.<br />

Y al mismo tiempo, así, juego a perderte<br />

y a descubrirte, y sé que te descubro<br />

siempre mejor de como te he perdido.<br />

Es como si dijeras:<br />

"cuenta hasta diez, y búscame", y a oscuras<br />

yo empezara a buscarte, y torpemente<br />

te preguntara: ¿estás allí?", y salieras<br />

riendo del escondite,<br />

tú misma, sí, en el fondo; pero envuelta<br />

en una luz distinta, en un aroma<br />

nuevo, con un vestido diferente.<br />

AMIGA...<br />

El Manto y la Corona, 1958.<br />

Amiga a la que amo: no envejezcas.<br />

Que se detenga el tiempo sin tocarte;<br />

196


que no te quite el manto<br />

de la perfecta juventud. Inmóvil<br />

junto a tu cuerpo de muchacha dulce<br />

quede, al hallarte, el tiempo<br />

Si tu hermosura ha sido<br />

la llave del amor, si tu hermosura<br />

con el amor me ha dado<br />

la certidumbre de la dicha,<br />

la compañía sin dolor, el vuelo,<br />

guárdate hermosa, joven siempre.<br />

No quiero ni pensar lo que tendría<br />

de soledad mi corazón necesitado,<br />

si la vejez dañina, prejuiciosa<br />

cargara en ti la mano,<br />

y mordiera tu piel, desvencijara<br />

tus dientes, y la música<br />

que mueves, al moverte, deshiciera.<br />

Guárdame siempre en la delicia<br />

de tus dientes parejos, de tus ojos,<br />

de tus olores buenos,<br />

de tus brazos que me enseñas<br />

cuando a solas conmigo te has quedado<br />

desnuda toda, en sombras,<br />

sin más luz que la tuya,<br />

porque tu cuerpo alumbra cuando amas,<br />

más tierna tú que las pequeñas flores<br />

con que te adorno a veces.<br />

197


Guárdame en la alegría de mirarte<br />

ir y venir en ritmo, caminando<br />

y, al caminar, meciéndote<br />

como si regresaras de la llave del agua<br />

llevando un cántaro en el hombro.<br />

Y cuando me haga viejo,<br />

y engorde y quede calvo, no te apiades<br />

de mis ojos hinchados, de mis dientes<br />

postizos, de las canas que me salgan<br />

por la nariz. Aléjame,<br />

no te apiades, destiérrame, te pido;<br />

hermosa entonces, joven como ahora,<br />

no me ames: recuérdame<br />

tal como fui al cantarte, cuando era<br />

yo tu <strong>voz</strong> y tu escudo,<br />

y estabas sola, y te sirvió mi mano.<br />

FUEGO DE POBRES<br />

Nadie sale. Parece<br />

El Manto y la Corona, 1958<br />

que cuando llueve en México, lo único<br />

posible es encerrarse<br />

desajustadamente en guerra mínima,<br />

a pensar los ochenta minutos de la hora<br />

en que es hora de lágrimas.<br />

En que es el tiempo de ponerse,<br />

encenizado de colillas fúnebres,<br />

a velar con cerillos<br />

198


algún recuerdo ya cadáver;<br />

tiempo de aclimatarse al ejercicio<br />

de perder las mañanas<br />

por no saber qué hacerse por las tardes.<br />

Y tampoco es el caso de olvidarse<br />

de que la vida está, de que los perros<br />

como gente se anublan en las calles,<br />

y cornudos cabestros<br />

llevan a su merced tan buenos toros.<br />

No es cosa de olvidarse<br />

de la muela incendiada, o del diamante<br />

engarzado al talón por el camino,<br />

o del aburrimiento.<br />

A la verdad, parece.<br />

Pero sin olvidar, pero acordándose,<br />

pero con lluvia y todo, tan humanas<br />

son las cosas de afuera, tan de filo,<br />

que quisiera que alguna me llamara<br />

sólo por darme el regocijo<br />

de contestar que estoy aquí,<br />

o gritar el quién vive<br />

nada más por ver si me responden.<br />

Pienso: si tú me contestaras:<br />

Si pudiera hablar en calma con mi viuda.<br />

Si algo valiera lo que estoy pensando.<br />

Llueve en México; llueve<br />

como para salir a enchubascarse<br />

199


y a descubrir, como un borracho auténtico,<br />

el secreto más íntimo y humilde<br />

de la fraternidad; poder decirte<br />

hermano mío si te encuentro.<br />

Porque tú eres mi hermano. Yo te quiero.<br />

Acaso sea punto de lenguaje;<br />

de ponerse de acuerdo con el tipo<br />

de cambio de las voces,<br />

y en la señal para soltar la marcha.<br />

Y repetir ardiendo hasta el descanso<br />

que no es para llorar, que no es decente.<br />

Y porque a la verdad, no es para tanto.<br />

Fuego de Pobres, 1961<br />

DEPREDADORAS DE ALEGRÍA<br />

Depredadoras de alegrías<br />

nocturnas, cuerpo que me amaba<br />

con el odio tímido y violado<br />

de sus rincones aburridos.<br />

Hoy que ya haya pasado, ¿me recuerdan,<br />

alguna vez, sin recordarme?<br />

Corales en coro, subcutáneas<br />

navegaciones, luz anclada,<br />

escafandra de asfixia, flechas<br />

lácteas, inmóviles, acuáticas,<br />

desove estéril que en la sangre<br />

desenrolla su espiral transida.<br />

¿Me recuerdan, hoy que ya ha pasado<br />

200


el odiado amor, la carne triste?<br />

Las entretelas del herido<br />

de punta de ausencia, me conminan.<br />

Y el violado cuerpo que me amaba,<br />

a solas calienta y se consume.<br />

El ala del tigre, 1969<br />

A TU PUERTA LLAMÉ. NO ESTABAS<br />

A tu puerta llamé. No estabas.<br />

Aspas de viaje te arrancaron.<br />

¿Quién volverá cuando regreses?<br />

Viento sin recuerdos, en la noche<br />

se envuelve de inútiles presagios.<br />

Dicen que la vida prosigue.<br />

Entre nieves remotas, luces<br />

que desconozco, abro los brazos<br />

-lazarillos a ciegas-; busco.<br />

Desde aquí, junto a la oreja sorda<br />

amo en secreto, y enmudezco.<br />

Dicen que la vida no perdona.<br />

A tu puerta llego, y sin mirarte,<br />

maravillado te contemplo.<br />

¿Regresaste, vives, te escondiste?<br />

Frente a tu casa silenciosa<br />

-pienso que estás-, no llamo. Espero.<br />

Y pasa la vida, y se detiene.<br />

El ala del tigre, 1969<br />

201


DESDE SU NUDO<br />

Desde su nudo a ciegas, desde<br />

su ramazón violeta, suena<br />

encogida en su hervor la sola<br />

fuente del conjuro que te llama.<br />

Tú, palabra antigua, bajo el lirio<br />

del vientre de la noche sabes<br />

lo que no soy; desde lejanos<br />

nombres como ciudades, vienes;<br />

como pueblos de alas retenidas<br />

vienes; como bocas no saciadas.<br />

Mañana espacial entre despojos<br />

nupciales; lecho reviviente<br />

del amor de ramas libertadas<br />

sobre la herrumbre de otras hojas;<br />

juicio universal de cada instante.<br />

Del tiempo matinal emerges<br />

con terrestre peso de estaciones<br />

al sol; en mi cuerpo te alimentas;<br />

orden de vida restableces<br />

en mi corazón desengranado.<br />

La flama en el espejo, 1971<br />

YO SEGUIRÉ CANTANDO. TÚ HABRÁS MUERTO...<br />

Yo seguiré cantando. Tú habrás muerto.<br />

Habré yo muerto y seguiré cantando.<br />

Ha de sonar mi <strong>voz</strong> de vida, cuando<br />

202


la muerte en celo me haya descubierto.<br />

Como surgidas del sepulcro abierto,<br />

mis palabras; en ellas, abrasando,<br />

irá este amor, hoy pasajero y blando;<br />

entonces ya, definitivo y cierto.<br />

Y nosotros, ya entonces, ni siquiera<br />

huesos ni polvo ni recuerdo, juntos<br />

estaremos. Es triste nuestra vida.<br />

Sólo mi <strong>voz</strong> hará la primavera<br />

que quisimos; los cálices difuntos<br />

que arderán con tu nombre y su medida.<br />

Bibliografía poética:<br />

De otro modo lo mismo, 1979<br />

La muerte del ángel, 1945; Poética, 1951; Ofrecimiento romántico, 1951; Imágenes, 1953; Los<br />

demonios y los días, 1956; El manto y la corona, 1958; Canto llano a Simón Bolivar, 1958;El<br />

dolorido sentir, 1959; Fuego de pobres, 1961; Siete de espadas, 1966; El ala de tigre, 1969; La<br />

flama en el espejo, 1971; Tres poemas de antes, 1978.<br />

LO COTIDIANO<br />

Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;<br />

este cabello triste que se cae<br />

cuando te estás peinando ante el espejo.<br />

Esos túneles largos<br />

que se atraviesan con jadeo y asfixia,<br />

las paredes sin ojos,<br />

el hueco que resuena<br />

de alguna <strong>voz</strong> oculta y sin sentido.<br />

Para el amor no hay tregua, amor. La noche<br />

no se vuelve, de pronto, respirable.<br />

Y cuando un astro rompe sus cadenas<br />

y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,<br />

no por ello la ley suelta sus garfios.<br />

El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla<br />

Rosario Castellanos (1925-1974)<br />

203


el sabor de las lágrimas.<br />

Y en el abrazo ciñes<br />

el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.<br />

Jaime Sabines (1926)<br />

Lívida luz, 1960<br />

LENTO, AMARGO ANIMAL...<br />

Lento, amargo animal<br />

que soy, que he sido,<br />

amargo desde el nudo de polvo y agua y viento<br />

que en la primera generación del hombre pedía a Dios.<br />

Amargo como esos minerales amargos<br />

que en las noches de exacta soledad<br />

--maldita y arruinada soledad<br />

sin uno mismo--<br />

trepan a la garganta<br />

y, costras de silencio,<br />

asfixian, matan, resucitan.<br />

Amargo como esa <strong>voz</strong> amarga<br />

prenatal, presubstancial, que dijo<br />

nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,<br />

que murió nuestra muerte,<br />

y que en todo momento descubrimos.<br />

Amargo desde dentro,<br />

desde lo que no soy,<br />

--mi piel como mi lengua--<br />

desde el primer viviente,<br />

204


anuncio y profecía.<br />

Lento desde hace siglos,<br />

remoto --nada hay detrás--,<br />

lejano, lejos, desconocido.<br />

Lento, amargo animal<br />

que soy, que he sido.<br />

Horal, 1950<br />

YO NO LO SE DE CIERTO...<br />

Yo no lo sé de cierto, pero supongo<br />

que una mujer y un hombre algún día se quieren,<br />

se van quedando solos poco a poco,<br />

algo en su corazón les dice que están solos,<br />

solos sobre la tierra se penetran,<br />

se van matando el uno al otro.<br />

Todo se hace en silencio. Como<br />

se hace la luz dentro del ojo.<br />

El amor une cuerpos.<br />

En silencio se van llenando el uno al otro.<br />

Cualquier día despiertan, sobre brazos;<br />

piensan entonces que lo saben todo.<br />

Se ven desnudos y lo saben todo.<br />

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo).<br />

LOS AMOROSOS<br />

Horal, 1950<br />

205


Los amorosos callan.<br />

El amor es el silencio más fino,<br />

el más tembloroso, el más insoportable.<br />

Los amorosos buscan,<br />

los amorosos son los que abandonan,<br />

son los que cambian, los que olvidan.<br />

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,<br />

no encuentran, buscan.<br />

Los amorosos andan como locos<br />

porque están solos, solos, solos,<br />

entregándose, dándose a cada rato,<br />

llorando porque no salvan al amor.<br />

Les preocupa el amor. Los amorosos<br />

viven al día, no pueden hacer más, no saben.<br />

Siempre se están yendo,<br />

siempre, hacia alguna parte.<br />

Esperan,<br />

no esperan nada, pero esperan.<br />

Saben que nunca han de encontrar.<br />

El amor es la prórroga perpetua,<br />

siempre el paso siguiente, el otro, el otro.<br />

Los amorosos son los insaciables.<br />

Los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.<br />

Los amorosos son la hidra del cuento.<br />

Tienen serpientes en lugar de brazos.<br />

206


las venas del cuello se les hinchan<br />

también como serpientes para asfixiarlos.<br />

Los amorosos no pueden dormir<br />

porque si se duermen se los comen los gusanos.<br />

En la obscuridad abren los ojos<br />

y les cae en ellos el espanto.<br />

Encuentran alacranes bajo la sábana<br />

y su cama flota corno sobre un lago.<br />

Los amorosos son locos, sólo locos,<br />

sin Dios y sin diablo.<br />

Los amorosos salen de sus cuevas<br />

temblorosos, hambrientos,<br />

a cazar fantasmas.<br />

Se ríen de las gentes que lo saben todo,<br />

de las que aman a perpetuidad, verídicamente,<br />

de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.<br />

Los amorosos juegan a coger el agua,<br />

a tatuar el humo, a no irse.<br />

Juegan el largo, el triste juego del amor.<br />

Nadie ha de resignarse.<br />

Dicen que nadie ha de resignarse.<br />

Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.<br />

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,<br />

la muerte les fermenta detrás de los ojos,<br />

207


y ellos caminan, lloran hasta la madrugada<br />

en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.<br />

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,<br />

a mujeres que duermen con la mano en el sexo,<br />

complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas.<br />

Los amorosos se ponen a cantar entre labios<br />

una canción no aprendida.<br />

Y se van llorando, llorando<br />

la hermosa vida.<br />

Horal, 1950<br />

ALGO SOBRE LA MUERTE DEL MAYOR SABINES<br />

PRIMERA PARTE<br />

I<br />

Déjame reposar,<br />

aflojar los músculos del corazón<br />

y poner a dormitar el alma<br />

para poder hablar,<br />

para poder recordar estos días,<br />

los más largos del tiempo.<br />

Convalecemos de la angustia apenas<br />

y estamos débiles, asustadizos,<br />

despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño<br />

para verte en la noche y saber que respiras.<br />

Necesitamos despertar para estar más despiertos<br />

en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.<br />

208


Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,<br />

por eso es que este hachazo nos sacude.<br />

Nunca frente a tu muerte nos paramos<br />

a pensar en la muerte,<br />

ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la<br />

alegría.<br />

No lo sabemos bien, pero de pronto llega<br />

un incesante aviso,<br />

una escapada espada de la boca de Dios<br />

que cae y cae y cae lentamente.<br />

Y he aquí que temblamos de miedo,<br />

que nos ahoga el llanto contenido,<br />

que nos aprieta la garganta el miedo.<br />

Nos echamos a andar y no paramos<br />

de andar jamás, después de medianoche,<br />

en ese pasillo del sanatorio silencioso<br />

donde hay una enfermera despierta de ángel.<br />

Esperar que murieras era morir despacio,<br />

estar goteando del tubo de la muerte,<br />

morir poco, a pedazos.<br />

No ha habido hora más larga que cuando no<br />

dormías,<br />

ni túnel más espeso de horror y de miseria<br />

que el que llenaban tus lamentos,<br />

tu pobre cuerpo herido.<br />

209


II<br />

Del mar, también del mar,<br />

de la tela del mar que nos envuelve,<br />

de los golpes del mar y de su boca,<br />

de su vagina obscura,<br />

de su vómito,<br />

de su pureza tétrica y profunda,<br />

vienen la muerte, Dios, el aguacero<br />

golpeando las persianas,<br />

la noche, el viento.<br />

De la tierra también,<br />

de las raíces agudas de las casas,<br />

del pie desnudo y sangrante de los árboles,<br />

de algunas rocas viejas que no pueden moverse,<br />

de lamentables charcos, ataúdes del agua,<br />

de troncos derribados en que ahora duerme el rayo,<br />

y de la yerba, que es la sombra de las ramas del cielo,<br />

viene Dios, el manco de cien manos,<br />

ciego de tantos ojos,<br />

dulcísimo, impotente.<br />

(Omniausente, lleno de amor,<br />

el viejo sordo, sin hijos,<br />

derrama su corazón en la copa de su vientre.)<br />

De los huesos también,<br />

210


de la sal más entera de la sangre,<br />

del ácido más fiel,<br />

del alma más profunda y verdadera,<br />

del alimento más entusiasmado,<br />

del hígado y del llanto,<br />

viene el oleaje tenso de la muerte,<br />

el frío sudor de la esperanza,<br />

y viene Dios riendo.<br />

Caminan los libros a la hoguera.<br />

Se levanta el telón: aparece el mar.<br />

(Yo no soy el autor del mar.)<br />

III<br />

Siete caídas sufrió el elote de mi mano<br />

antes de que mi hambre lo encontrara,<br />

siete veces mil veces he muerto<br />

y estoy risueño como en el primer día.<br />

Nadie dirá: no supo de la vida<br />

más que los bueyes, ni menos que las golondrinas.<br />

Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro,<br />

hijo de Dios desmemoriado,<br />

hermano del viento.<br />

¡A la chingada las lágrimas!, dije,<br />

y me puse a llorar<br />

como se ponen a parir.<br />

Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras,<br />

211


las mujeres, el tiempo,<br />

me gusta pisar la yerba que crecerá sobre mi tumba<br />

(si es que tengo una tumba algún día).<br />

Me gusta mi rosal de cera<br />

en el jardín que la noche visita.<br />

Me gustan mis abuelos de Totomoste<br />

y me gustan mis zapatos vacíos<br />

esperándome como el día de mañana.<br />

¡A la chingada la muerte!, dije,<br />

sombra de mi sueño,<br />

perversión de los ángeles,<br />

y me entregué a morir<br />

como una piedra al río,<br />

como un disparo al vuelo de los pájaros.<br />

IV<br />

Vamos a hablar del Príncipe Cáncer,<br />

Señor de los Pulmones, Varón de la Próstata,<br />

que se divierte arrojando dardos<br />

a los ovarios tersos, a las vaginas mustias,<br />

a las ingles multitudinarias.<br />

Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer<br />

en la raíz del cuello, sobre la subclavia,<br />

tubérculo del bueno de Dios,<br />

ampolleta de la buena muerte,<br />

y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo.<br />

212


El Señor Cáncer, El Señor Pendejo,<br />

es sólo un instrumento en las manos obscuras<br />

de los dulces personajes que hacen la vida.<br />

En las cuatro gavetas del archivero de madera<br />

guardo los nombres queridos,<br />

la ropa de los fantasmas familiares,<br />

las palabras que rondan<br />

y mis pieles sucesivas.<br />

También están los rostros de algunas mujeres<br />

los ojos amados y solos<br />

y el beso casto del coito.<br />

Y de las gavetas salen mis hijos.<br />

¡Bien haya la sombra del árbol<br />

llegando a la tierra,<br />

porque es la luz que llega!<br />

V<br />

De las nueve de la noche en adelante,<br />

viendo televisión y conversando<br />

estoy esperando la muerte de mi padre.<br />

Desde hace tres meses, esperando.<br />

En el trabajo y en la borrachera,<br />

en la cama sin nadie y en el cuarto de niños,<br />

en su dolor tan lleno y derramado,<br />

su no dormir, su queja y su protesta,<br />

en el tanque de oxígeno y las muelas<br />

del día que amanece, buscando la esperanza.<br />

Mirando su cadáver en los huesos<br />

que es ahora mi padre,<br />

e introduciendo agujas en las escasas venas,<br />

tratando de meterle la vida, de soplarle<br />

en la boca el aire...<br />

213


(Me avergüenzo de mí hasta los pelos<br />

por tratar de escribir estas cosas.<br />

¡Maldito el que crea que esto es un poema!)<br />

Quiero decir que no soy enfermero,<br />

padrote de la muerte,<br />

orador de panteones, alcahuete,<br />

pinche de Dios, sacerdote de penas.<br />

Quiero decir que a mí me sobre el aire...<br />

VI<br />

Te enterramos ayer.<br />

Ayer te enterramos.<br />

Te echamos tierra ayer.<br />

Quedaste en la tierra ayer.<br />

Estás rodeado de tierra<br />

desde ayer.<br />

Arriba y abajo y a los lados<br />

por tus pies y por tu cabeza<br />

está la tierra desde ayer.<br />

Te metimos en la tierra,<br />

te tapamos con tierra ayer.<br />

Perteneces a la tierra<br />

desde ayer.<br />

Ayer te enterramos<br />

en la tierra, ayer.<br />

VII<br />

Madre generosa<br />

de todos los muertos,<br />

214


madre tierra, madre,<br />

vagina del frío,<br />

brazos de intemperie,<br />

regazo del viento,<br />

nido de la noche,<br />

madre de la muerte,<br />

recógelo, abrígalo,<br />

desnúdalo, tómalo,<br />

guárdalo, acábalo.<br />

VIII<br />

No podrás morir.<br />

Debajo de la tierra<br />

no podrás morir.<br />

Sin agua y sin aire<br />

no podrás morir.<br />

Sin azúcar, sin leche,<br />

sin frijoles, sin carne,<br />

sin harina, sin higos,<br />

no podrás morir.<br />

Sin mujer y sin hijos<br />

no podrás morir.<br />

Debajo de la vida<br />

no podrás morir.<br />

En tu tanque de tierra<br />

no podrás morir.<br />

En tu caja de muerto<br />

215


no podrás morir.<br />

En tus venas sin sangre<br />

no podrás morir.<br />

En tu pecho vacío<br />

no podrás morir.<br />

En tu boca sin fuego<br />

no podrás morir.<br />

En tus ojos sin nadie<br />

no podrás morir.<br />

En tu carne sin llanto<br />

no podrás morir.<br />

No podrás morir.<br />

No podrás morir.<br />

No podrás morir.<br />

Enterramos tu traje,<br />

tus zapatos, el cáncer;<br />

no podrás morir.<br />

Tu silencio enterramos.<br />

Tu cuerpo con candados.<br />

Tus canas finas,<br />

tu dolor clausurado.<br />

No podrás morir.<br />

IX<br />

Te fuiste no sé a dónde.<br />

Te espera tu cuarto.<br />

216


Mi mamá, Juan y Jorge<br />

te estamos esperando.<br />

Nos han dado abrazos<br />

de condolencia, y recibimos<br />

cartas, telegramas, noticias<br />

de que te enterramos,<br />

pero tu nieta más pequeña<br />

te busca en el cuarto,<br />

y todos, sin decirlo,<br />

te estamos esperando.<br />

X<br />

Es un mal sueño largo,<br />

una tonta película de espanto,<br />

un túnel que no acaba<br />

lleno de piedras y de charcos.<br />

¡Qué tiempo éste, maldito,<br />

que revuelve las horas y los años,<br />

el sueño y la conciencia,<br />

el ojo abierto y el morir despacio!<br />

XI<br />

Recién parido en el lecho de la muerte,<br />

criatura de la paz, inmóvil, tierno,<br />

recién niño del sol de rostro negro,<br />

arrullado en la cuna del silencio,<br />

mamando obscuridad, boca vacía,<br />

ojo apagado, corazón desierto.<br />

Pulmón sin aire, niño mío, viejo,<br />

217


cielo enterrado y manantial aéreo<br />

voy a volverme un llanto subterráneo<br />

para echarte mis ojos en tu pecho.<br />

XII<br />

Morir es retirarse, hacerse a un lado,<br />

ocultarse un momento, estarse quieto,<br />

pasar el aire de una orilla a nado<br />

y estar en todas partes en secreto.<br />

Morir es olvidar, ser olvidado,<br />

refugiarse desnudo en el discreto<br />

calor de Dios, y en su cerrado<br />

puño, crecer igual que un feto.<br />

Morir es encenderse bocabajo<br />

hacia el humo y el hueso y la caliza<br />

y hacerse tierra y tierra con trabajo.<br />

Apagarse es morir, lento y aprisa<br />

tomar la eternidad como a destajo<br />

y repartir el alma en la ceniza.<br />

XIII<br />

Padre mío, señor mío, hermano mío,<br />

amigo de mi alma, tierno y fuerte,<br />

saca tu cuerpo viejo, viejo mío,<br />

saca tu cuerpo de la muerte.<br />

218


Saca tu corazón igual que un río,<br />

tu frente limpia en que aprendí a quererte,<br />

tu brazo como un árbol en el frío<br />

saca todo tu cuerpo de la muerte.<br />

Amo tus canas, tu mentón austero,<br />

tu boca firme y tu mirada abierta,<br />

tu pecho vasto y sólido y certero.<br />

Estoy llamando, tirándote la puerta.<br />

Parece que yo soy el que me muero:<br />

¡padre mío, despierta!<br />

XIV<br />

No se ha roto ese vaso en que bebiste,<br />

ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.<br />

Ni se quemó la cama en que moriste,<br />

ni sacrificamos un gato.<br />

Te sobrevive todo. Todo existe<br />

a pesar de tu muerte y de mi flato.<br />

Parece que la vida nos embiste<br />

igual que el cáncer sobre tu omoplato.<br />

Te enterramos, te lloramos, te morimos,<br />

te estás bien muerto y bien jodido y yermo<br />

mientras pensamos en lo que no hicimos<br />

219


y queremos tenerte aunque sea enfermo.<br />

Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos<br />

a no ser habitantes de tu infierno.<br />

XV<br />

Papá por treinta o por cuarenta años,<br />

amigo de mi vida todo el tiempo,<br />

protector de mi miedo, brazo mío,<br />

palabra clara, corazón resuelto,<br />

te has muerto cuando menos falta hacías,<br />

cuando más falta me haces, padre, abuelo,<br />

hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,<br />

pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.<br />

Te has muerto y me has matado un poco.<br />

Porque no estás, ya no estaremos nunca<br />

completos, en un sitio, de algún modo.<br />

Algo le falta al mundo, y tú te has puesto<br />

a empobrecerlo más, y a hacer a solas<br />

tus gentes tristes y tu Dios contento.<br />

XVI<br />

(Noviembre 27)<br />

¿Será posible que abras los ojos y nos veas<br />

220


ahora?<br />

¿Podrás oírnos?<br />

¿Podrás sacar tus manos un momento?<br />

Estamos a tu lado. Es nuestra fiesta,<br />

tu cumpleaños, viejo.<br />

Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos<br />

venimos a abrazarte, todos, viejo.<br />

¡Tienes que estar oyendo!<br />

No vayas a llorar como nosotros<br />

porque tu muerte no es sino un pretexto<br />

para llorar por todos,<br />

por los que están viviendo.<br />

Una pared caída nos separa,<br />

sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.<br />

XVII<br />

Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo<br />

que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.<br />

No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.<br />

Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.<br />

Eras, cuando caía, eras mi abismo,<br />

cuando me levantaba, mi fortaleza.<br />

Eras brisa y sudor y cataclismo,<br />

y eras el pan caliente sobre la mesa.<br />

Amputado de ti, a medias hecho<br />

hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,<br />

desmantelada el alma, abierto el pecho,<br />

221


Ofrezco a tu dolor un crucifijo:<br />

te doy un palo, una piedra, un helecho,<br />

mis hijos y mis días, y me aflijo.<br />

SEGUNDA PARTE<br />

I<br />

Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,<br />

poco a poco te acabas.<br />

Yo te he ido mirando a través de las noches<br />

por encima del mármol, en tu pequeña casa.<br />

Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,<br />

otro día sin garganta,<br />

la piel sobre tu frente agrietándose, hundiéndose,<br />

tronchando obscuramente el trigal de tus canas.<br />

Todo tú sumergido en humedad y gases<br />

haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma,<br />

cada vez más igual tu carne que tu traje,<br />

más madera tus huesos y más huesos las tablas.<br />

Tierra mojada donde había tu boca,<br />

aire podrido, luz aniquilada,<br />

el silencio tendido a todo tu tamaño<br />

germinando burbujas bajo las hojas de agua.<br />

(Flores dominicales a dos metros arriba<br />

te quieren pasar besos y no te pasan nada.)<br />

222


II<br />

Mientras los niños crecen y las horas nos hablan<br />

tú, subterráneamente, lentamente, te apagas.<br />

Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,<br />

veta de horror para el que te escarba.<br />

¡Es tan fácil decirte "padre mío"<br />

y es tan difícil encontrarte, larva<br />

de Dios, semilla de esperanza!<br />

Quiero llorar a veces, y no quiero<br />

llorar porque me pasas<br />

como un derrumbe, porque pasas<br />

como un viento tremendo, como un escalofrío<br />

debajo de las sábanas,<br />

como un gusano lento a lo largo del alma.<br />

¡Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,<br />

polvo, cansancio, nada, nada, nada"<br />

!Si con un trago te tragara!<br />

¡Si con este dolor te apuñalara!<br />

¡Si con este desvelo de memorias<br />

-herida abierta, vómito de sangre-<br />

te agarrara la cara!<br />

Yo sé que tú ni yo,<br />

ni un par de valvas,<br />

ni un becerro de cobre, ni unas alas<br />

223


sosteniendo la muerte, ni la espuma<br />

en que naufraga el mar, ni -no- las playas,<br />

la arena, la sumisa piedra con viento y agua,<br />

ni el árbol que es abuelo de su sombra,<br />

ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,<br />

ni la fruta madura, incandescente,<br />

ni la raíz de perlas y de escamas,<br />

ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo,<br />

ni mi locura, y ni tus espaldas,<br />

sabrán del tiempo obscuro que nos corre<br />

desde las venas tibias a las canas.<br />

(Tiempo vacío, ampolla de vinagre,<br />

caracol recordando la resaca.)<br />

He aquí que todo viene, todo pasa,<br />

todo, todo se acaba.<br />

¿Pero tú? ¿pero yo? ¿pero nosotros?<br />

¿para qué levantamos la palabra?<br />

¿de qué sirvió el amor?<br />

¿cuál era la muralla<br />

que detenía la muerte? ¿dónde estaba<br />

el niño negro de tu guarda?<br />

Ángeles degollados puse al pie de tu caja,<br />

y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,<br />

para que ya no salgas, para que no salgas.<br />

224


III<br />

Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo<br />

y van y vienen máscaras.<br />

Amanece el dolor un día tras otro,<br />

nos rodeamos de amigos y fantasmas,<br />

parece a veces que un alambre estira<br />

la sangre, que una flor estalla,<br />

que el corazón da frutas, y el cansancio<br />

canta.<br />

Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago,<br />

apostando a crecer como las plantas,<br />

fijos, inmóviles, girando<br />

en la invisible llama.<br />

Y mientras tú, el fuerte, el generoso,<br />

el limpio de mentiras y de infamias,<br />

guerrero de la paz, juez de victorias<br />

-cedro del Líbano, robledal de Chiapas-<br />

te ocultas en la tierra, te remontas<br />

a tu raíz obscura y desolada.<br />

IV<br />

Un año o dos o tres,<br />

te da lo mismo.<br />

¿Cuál reloj en la muerte?, ¿qué campana<br />

225


incesante, silenciosa, llama y llama?<br />

¿qué subterránea <strong>voz</strong> no pronunciada?<br />

¿qué grito hundido, hundiéndose, infinito<br />

de los dientes atrás, en la garganta<br />

aérea, flotante, pare escamas?<br />

¿Para esto vivir? ¿para sentir prestados<br />

los brazos y las piernas y la cara,<br />

arrendados al hoyo, entretenidos<br />

los jugos en la cáscara?<br />

¿para exprimir los ojos noche<br />

a noche en el temblor obscuro de la cama,<br />

remolino de quietas transparencias,<br />

descendimiento de la náusea?<br />

¿Para esto morir?<br />

¿para inventar el alma,<br />

el vestido de Dios, la eternidad, el agua<br />

del aguacero de la muerte, la esperanza?<br />

¿morir para pescar?<br />

¿para atrapar con su red a la araña?<br />

Estás sobre la playa de algodones<br />

y tu marca de sombras sube y baja.<br />

V<br />

Mi madre sola, en su vejez hundida,<br />

sin dolor y sin lástima,<br />

226


herida de tu muerte y de tu vida.<br />

Esto dejaste. Su pasión enhiesta,<br />

su celo firme, su labor sombría.<br />

Árbol frutal a un paso de la leña,<br />

su curvo sueño que te resucita.<br />

Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.<br />

Pasó el viento. Quedaron de la casa<br />

el pozo abierto y la raíz en ruinas.<br />

Y es en vano llorar. Y si golpeas<br />

las paredes de Dios, y si te arrancas<br />

el pelo o la camisa,<br />

nadie te oye jamás, nadie te mira.<br />

No vuelve nadie, nada. No retorna<br />

el polvo de oro de la vida.<br />

Algo sobre la muerte del Mayor Sabines, 1973<br />

NO ES QUE MUERA DE AMOR, muero de ti.<br />

Muero de ti, amor, de amor de ti,<br />

de urgencia mía de mi piel de ti,<br />

de mi alma de ti y de mi boca<br />

y del insoportable que yo soy sin ti.<br />

Muero de ti y de mí, muero de ambos,<br />

de nosotros, de ese,<br />

desgarrado, partido,<br />

me muero, te muero, lo morimos.<br />

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,<br />

en mi cama en que faltas,<br />

en la calle donde mi brazo va vacío,<br />

en el cine y los parques, los tranvías,<br />

los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza<br />

y mi mano tu mano<br />

y todo yo te sé cómo yo mismo.<br />

227


Morimos en el sitio que le he prestado al aire<br />

para que estés fuera de mí,<br />

y en el lugar en que el aire se acaba<br />

cuando te echo mi piel encima<br />

y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,<br />

dichosa, penetrada, y cierto, interminable.<br />

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos<br />

entre los dos, ahora, separados,<br />

del uno al otro, diariamente,<br />

cayéndonos en múltiples estatuas,<br />

en gestos que no vemos,<br />

en nuestras manos que nos necesitan.<br />

Nos morimos, amor, muero en tu vientre<br />

que no muerdo ni beso,<br />

en tus muslos dulcísimos y vivos,<br />

en tu carne sin fin, muero de máscaras,<br />

de triángulos obscuros e incesantes.<br />

Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,<br />

de nuestra muerte, amor, muero, morimos.<br />

En el pozo de amor a todas horas,<br />

Inconsolable, a gritos,<br />

dentro de mí, quiero decir, te llamo,<br />

te llaman los que nacen, los que vienen<br />

de atrás, de ti, los que a ti llegan.<br />

Nos morimos, amor, y nada hacemos<br />

sino morirnos más, hora tras hora,<br />

y escribirnos y hablarnos y morirnos.<br />

Juan Bañuelos (1930)<br />

Palimpsesto<br />

recién despierto<br />

el hombre<br />

inclinado<br />

como un pobre sastre<br />

que hilvana una prenda<br />

rasguea su guitarra.<br />

los sonidos que pasan<br />

Nuevo recuento de poemas, 1977<br />

228


abren la escena iv<br />

que contiene<br />

la mente de cuerpo entero<br />

en diálogo<br />

con las mujeres del tiempo/<br />

las escenas i ii y ii<br />

pertenecen al monstruo<br />

y al espacio.<br />

el final<br />

es el hallazgo<br />

del pensamiento real<br />

inmóvil<br />

en el frío de las variaciones.<br />

ellas sólo dijeron:<br />

"tu guitarra es azul<br />

mas no tocas las cosas<br />

como son."<br />

el ojo despejado/<br />

un puro ver<br />

sin reflexión<br />

el hombre dijo:<br />

"las cosas como son<br />

en mi guitarra son/<br />

de otra manera:<br />

umbilical<br />

el yermo<br />

es una farsa<br />

229


de la lluvia/<br />

en mi guitarra<br />

la montaña camina<br />

y la noche es de piedra."<br />

una de las mujeres<br />

suplicó: "toca un aire<br />

que nos trascienda<br />

y separe la palabra<br />

de las cosas."<br />

el guitarrista<br />

se consagra<br />

a pulsar sus sentidos<br />

y las cuerdas desfloran<br />

el resplandor del alba/<br />

doma al monstruo<br />

indecible<br />

(que nos atañe por dentro)<br />

y despliega su fuerza<br />

hacia un cielo que piensa/<br />

en el instante<br />

en que al final del parecer<br />

el vaso con la flor<br />

el cuadro rojo<br />

el hombre<br />

peinándose a dos espejos<br />

el escritorio y la ventana<br />

son en la guitarra<br />

230


como antes fueron<br />

capturados en la piedra.<br />

los sonidos<br />

transfiguran la mente entera<br />

como un periódico<br />

arrastrado por el viento<br />

cambia las noticias/<br />

así<br />

los muros levantados<br />

son la perfección<br />

del pensamiento/<br />

y la quietud<br />

parte de la página<br />

sin ser observada.<br />

el hombre<br />

vuelve a inclinarse<br />

-como el sastre que cose-<br />

sobre su instrumento/<br />

y es un hombre<br />

en el cuerpo<br />

de una bestia furiosa<br />

sentado en una silla<br />

al sol/<br />

y es una guitarra<br />

monstruosamente azul/<br />

mientras<br />

en la pieza contigua<br />

231


la soprano coloratura<br />

canta el aria<br />

de la realidad<br />

que es un pájaro<br />

que nunca se posa<br />

y deja fluir sus alas<br />

como un río sin cauce.<br />

esa profunda alondra<br />

jamás<br />

calumniará a la muerte.<br />

Pervesidad de la separación<br />

desautorizo<br />

mi ternura/<br />

vuélvanse<br />

mis ojos<br />

turbulencia/<br />

pido castigo ejemplar<br />

a mis palabras.<br />

al alba<br />

quito la escalera<br />

para que ninguna luz<br />

suba a las ventanas/<br />

que sea<br />

irreflexiva<br />

como un perro<br />

mi bondad<br />

que en los charcos<br />

232


sean glorificados<br />

mis instintos<br />

que la vida tropiece<br />

y su pie herido<br />

sea mutilado.<br />

desautorizo<br />

a mi sangre<br />

y a mi sexo/<br />

y para mis oídos<br />

toda mi <strong>voz</strong>/<br />

toda vez<br />

toda sombra<br />

todo siglo<br />

sea mi espalda<br />

una sábana<br />

árida.<br />

la ausencia es una unión definitiva.<br />

todo<br />

tengo prohibido:<br />

incluso la amargura.<br />

Poema interrumpido por un allanamiento<br />

Aquí la sangre, aquí tal si saliera<br />

de una enorme bestia destazada.<br />

La humareda de los siglos ahogándome.<br />

Golpeando atrás del alma, golpeado<br />

en nombre de la puerta custodiada:<br />

"Ten coraje, Bañuelos.<br />

233


Valor, viejo".<br />

Será en la cacería siguiente<br />

cuando mi íngrimo horizonte<br />

caiga bajo la zarpa estrujamiedo.<br />

Será. Será.<br />

Los nervios con sus patas de diarrea.<br />

Será el ciempiés errante de las fosas<br />

abiertas en los rostros.<br />

Y hallándome acosado<br />

parpadeó el espejo<br />

detrás de mi memoria.<br />

Jugué a tener memoria.<br />

Ascendí ensacerdotado de juncia y de cafetos.<br />

Corrí por los llanos de Colón.<br />

Fui huésped a los quince<br />

de aquella cárcel municipal,<br />

y luego él "considera que es tu hijo"<br />

y "o das tu cuota o friegas los excusados"<br />

y ese olor natal de Tuxtla y sus alrededores<br />

cuando, leyendo bajo el puente, el agua era<br />

una ave larga que volaba boca arriba.<br />

Y ahora aquí, entre la producción y el miedo,<br />

"bendito seas entre todos, bendito", "no te eches<br />

a perder", "visita a tus tíos". . .<br />

Avergonzado de gastar todos estos años<br />

en imágenes de aserrín, con los puños cerrados,<br />

como el lagarto al acecho del mosco en la ribera.<br />

234


Necio. El polvo de la persiana cae en mis hombros.<br />

Qué quiere usted. Salmuera en mi ojo izquierdo<br />

que rodea desgarrado el farallón<br />

de lo que he podido soñar, de lo que tú no soñarás:<br />

"la vida práctica es astucia, mi amigo.<br />

Jode, come y bebe. Entra al PRI". . .<br />

Y todavía habrá personas que se asombren<br />

cuando cuentes que las hormigas<br />

rezan su hastío, que el odio nunca está solo,<br />

y que la sombra del durazno<br />

huele lo mismo que su flor.<br />

(Ay pequeño Sabinal de lavanderas<br />

chorreando sol bajo las miradas<br />

de las comadrejas y de la hierba<br />

asustada).<br />

Y hallándome acosado,<br />

en tanto aplaco<br />

mis nervios con sus patas de diarrea,<br />

mientras enloquezco,<br />

mientras muerdo estas paredes,<br />

acuso a la luz<br />

de que al abrir una granada<br />

se despeñó hacia adentro<br />

haciendo saltar su espuma roja<br />

idéntica<br />

a la que expulsa el azteca desollado.<br />

El mapa<br />

235


He mirado la patria largamente.<br />

Se le nota tristeza hasta en el mapa.<br />

Las personas mayores nos explican<br />

que es libre, sin acecho atentísimo de zarpas.<br />

Y a punto estuve de quedarme ciego<br />

porque a la patria la oscurecen llagas,<br />

la pisan botas, se le cierran puertas:<br />

necesaria prisión con calles vigiladas.<br />

Con el sudor de todos levantamos la espera,<br />

pues no hay dolor que dure lo que dura una mancha.<br />

Que sabemos de noches, de sentencias, amigos,<br />

pero también sabemos que llega la mañana.<br />

Despertemos, seamos el metal derretido,<br />

lo que quiera la sed, la tierra trabajada,<br />

lo que quieran las piedras, la sencillez del huerto,<br />

lo que pidan las llamas,<br />

en fin -al fin- la piel abierta en surco.<br />

He visto largamente el mapa.<br />

Pensé en mis hijos. Duele. Y eran todos los niños.<br />

Fui deletreando el nombre de la patria<br />

mientras buscaba dónde, dónde poner los ojos.<br />

Y recordé de pronto algo que sangra:<br />

Mexicano de tierra ensalinada,<br />

desollado haraposo,<br />

comedor de la noche y de las hojas,<br />

catástrofe de costa a costa,<br />

ando buscando a un pueblo,<br />

236


ando buscando a un pueblo.<br />

Habla.<br />

El espejo humeante, 1968<br />

Bibliografia poética:<br />

La espiga amotinada (colectivo), 1959; Ocupación de la palabra (colectivo), 1965; El espejo<br />

humeante, 1968.<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Gabriel Zaid (1934)<br />

Seguimiento, 1964; Campo nudista, 1969; Práctica mortal, 1973;<br />

Cuestionario (poemas 1951-1976), 1976.<br />

ACATA LA HERMOSURA<br />

Acata la hermosura<br />

y ríndete,<br />

corazón duro.<br />

Acata la verdad<br />

y endurécete<br />

contra la marea.<br />

O suéltate, quizá,<br />

como el Espíritu<br />

fiel sobre las aguas.<br />

Seguimiento, 1964<br />

NACIMIENTO DE VENUS<br />

Así surges del agua,<br />

blanquísima,<br />

y tus largos cabellos son del mar todavía,<br />

y los vientos te empujan, las olas te conducen,<br />

como el amanecer, por olas, serenísima.<br />

Así llegas helada como el amanecer.<br />

237


Así la dicha abriga como un manto.<br />

Seguimiento<br />

LA OFRENDA<br />

Mi amada es una tierra agradecida.<br />

Jamás se pierde lo que en ella se siembra.<br />

Toda fe puesta en ella fructifica.<br />

Aun la menor palabra en ella da su fruto.<br />

Todo en ella se cumple, todo llega al verano.<br />

Cargada está de dádivas, pródiga y en sazón.<br />

En sus labios la gracia se siente agradecida.<br />

En sus ojos, su pecho, sus actos, su silencio.<br />

Le he dado lo que es suyo, por eso me lo entrega.<br />

Es el altar, la diosa y el cuerpo de la ofrenda.<br />

Seguimiento<br />

CIRCE<br />

Mi patria está en tus ojos, mi deber en tus labios.<br />

Pídeme lo que quieras menos que te abandone.<br />

Si naufragué en tus playas, si tendido en tu arena<br />

soy un cerdo feliz, soy tuyo, más no importa.<br />

Soy de este sol que eres, mi solar está en ti.<br />

Mis lauros en tu dicha, mi hacienda en tus haberes.<br />

Seguimiento, 1964<br />

OTRA VEZ TARDE<br />

Qué difícil es coordinar<br />

una mano como una aureola<br />

de santo en la cabeza<br />

y otra en un plano<br />

238


perpendicular<br />

en el ombligo.<br />

Sin embargo es ley universal<br />

que la gente empieza por enjabonarse<br />

la barriga, dándoles vueltas<br />

a otro mundo en la cabeza.<br />

Piensa con el estómago,<br />

dice el Buda feliz.<br />

Pero nosotros<br />

rumiamos con la cabeza.<br />

Campo nudista, 1969<br />

José Emilio Pacheco (1939)<br />

LOS ELEMENTOS DE LA NOCHE<br />

Bajo el mínimo imperio que el verano ha roído<br />

se derrumban los días, la fe, las previsiones.<br />

En el último valle la destrucción se sacia<br />

en ciudades vencidas que la ceniza afrenta.<br />

La lluvia extingue<br />

el bosque iluminado por el relámpago.<br />

La noche deja su veneno.<br />

Las palabras se rompen contra el aire.<br />

Nada se restituye, nada otorga<br />

el verdor a los campos calcinados.<br />

Ni el agua en su destierro<br />

sucederá a la fuente<br />

ni los huesos del águila<br />

volverán por sus alas.<br />

ALTA TRAICIÓN<br />

Los elementos de la noche,1963<br />

No amo mi Patria. Su fulgor abstracto<br />

es inasible.<br />

Pero (aunque suene mal) daría la vida<br />

239


por diez lugares suyos, cierta gente,<br />

puertos, bosques de pinos, fortalezas,<br />

una ciudad deshecha, gris, monstruosa,<br />

varias figuras de su historia,<br />

montañas<br />

(y tres o cuatro ríos).<br />

Francisco Hernández (1946)<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

No me preguntes cómo pasa el tiempo, 1969<br />

Gritar es cosa de mudos, 1974; Portarretratos, 1976;<br />

Cuerpo disperso, 1978; Textos criminales, 1980;<br />

Mar de fondo, 1982; Oscura coincidencia, 1986;<br />

De cómo Robert Shumann fue vencido por los demonios, 1988.<br />

NO HAY UN PAJARO<br />

no hay un pájaro<br />

el árbol canta<br />

ZOO<br />

Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrr...<br />

Tú eres una mona desnuda<br />

cuando no estás vestida.<br />

Eres la más inteligente de las monas.<br />

Tu terso pelaje fraccionado<br />

es de color oscuro y habitualmente<br />

y contra la costumbre, te desplazas<br />

sobre dos de tus delgadas patas.<br />

Guffjj...grr.<br />

Para comer frutas y raíces utilizas<br />

tus manitas negras y cuando recibes demasiadas<br />

visitas te vuelves arisca, gruñes<br />

240


haces señas obscenas y la movilidad<br />

de tu expresión es menos comunicativa.<br />

Eres una hembra joven, codiciada por todos.<br />

Pronto tendrás tu primera dría serás<br />

la grandiosa atracción de los domingos<br />

de algodón de azúcar y sol brillante.<br />

Yo soy un gorila albino<br />

que se ha enamorado de la inmensa<br />

libertad de tus ojos que evocan<br />

selvas cálidas y húmedas.<br />

La sirena en el Espejo, 1990<br />

DESNUDEZ<br />

HOJAS DE ACANTO te cubren.<br />

Tu desnudez es lo contrario de una flor cerrada.<br />

De entre tus dientes brota una letra emanación de yedra.<br />

De la última semilla que pronuncias.<br />

Nace en silencio un roble de cien años.<br />

Sólo donde pisas vuelve a crecer la hierba.<br />

Solo, donde respiras, vuelve a soplar el aire.<br />

Hojas de acanto te cubren.<br />

Ojos de canto te descubren.<br />

La Sirena en el Espejo, 1990<br />

LOS ESTERTORES DEL VERANO<br />

Día de octubre en septiembre<br />

De otoño en los estertores del verano.<br />

El azul, desgarrado. La luz, en fuga<br />

dentro del aire inmenso.<br />

241


Ciegan los deseos de vivir.<br />

Las palabras presienten<br />

su vagar exacto.<br />

De las ramas más altas<br />

caen pájaros maduros.<br />

Mar de fondo, 1982<br />

Francisco Hernández<br />

LABNA<br />

el canto<br />

de los grillos<br />

es agua<br />

entre las piedras<br />

las golondrinas<br />

anidan<br />

en el aire<br />

Labná<br />

es una mariposa<br />

en ruinas<br />

Mar de fondo, 1982<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Algarabía inorgánica, 1979;<br />

Donde conversan los amigos (colectivo), 1982;<br />

¿Hacia dónde es aquí?, 1984.<br />

Papalotes<br />

De la mano de un niño como dioses antiguos<br />

ascienden formas que dan color al viento.<br />

Antonio Del Toro (1947)<br />

242


Un papalote planea tranquilo y solitario<br />

entre dos peligros: la calma y la galerna.<br />

Su piloto, artífice del hilo, tiene los pies en la tierra.<br />

Zarpan silenciosos hacia la altura,<br />

sin quilla ni cubierta, barcos a toda vela.<br />

Ojos de montaña con paciencia marina<br />

descubren a lo lejos naves enemigas:<br />

halcones de papel en el cielo de marzo.<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

Fragmentos de Cuernavaca<br />

En el asfalto húmedo<br />

al lado de la alberca,<br />

en los pequeños charcos,<br />

el agua se asolea.<br />

Marismas silenciosas<br />

ofrecen su tibieza.<br />

*<br />

El silencio no es un rostro sin rasgos<br />

ni un bajo relieve en el ruido.<br />

La nube no lo envuelve, lo dibuja;<br />

es un iceberg que viaja en el olvido.<br />

*<br />

Siempre serán las once:<br />

los zopilotes,<br />

negras alas tranquilas,<br />

borran el tiempo.<br />

*<br />

243


Sombra de agua,<br />

el agua<br />

se eleva.<br />

La sube<br />

realiza<br />

su altura<br />

en la tierra.<br />

*<br />

El mismo sol que decolora<br />

las flores ca<br />

alza la buganvilia.<br />

En el borde del árbol la hoja<br />

abandona su color<br />

y dice sobre la cal del muro su silencio.<br />

Suena el espacio,<br />

vive el insecto en el césped su mundo de espadas.<br />

Pausa de pájaros.<br />

Corren niños y perros.<br />

*<br />

Donde termina el pasto<br />

empieza la barranca:<br />

el misterio que no necesita de la noche;<br />

exuberancia sofocante,<br />

maravilla biológica;<br />

humedad lujuriosa y zumbadora.<br />

*<br />

Duerme el agua entre el pasto<br />

244


sueños de alberca.<br />

Lenta sucesión de perfecciones<br />

que da con el lejano del misterio...<br />

El chirriar de un columpio<br />

roza el silencio.<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Ricardo Yáñez (1948)<br />

Divertimiento, 1972; Divertimientos/Escritura sumaria, 1979;<br />

Ni lo que digo, 1985.<br />

EL POEMA<br />

El poema es una persiana:<br />

por los interespacios<br />

Dios atisba.<br />

Papeles al sol, no. 1. 1973<br />

POEMA<br />

Qué es cantar<br />

sino saberse vivos para siempre<br />

qué reírse<br />

sino florecer desaliñadamente<br />

igual que en los llanos<br />

la manzanilla<br />

la coronilla<br />

el girasol<br />

En fin qué es estar vivos<br />

sino cantar reunidamente<br />

abriendo y cerrando la estrella<br />

245


de la certidumbre.<br />

La gaceta, no. 165, 1984<br />

NI LO QUE DIGO<br />

El amor es esa estrella filosa<br />

y el desamor quién sabe qué carajos<br />

pero yo no soy yo<br />

ni este aire mi aire<br />

Es un tambor el miedo<br />

y la paz un tejido frecuentado<br />

pero en mi corazón hay un cangrejo<br />

y alguien está torciendo mi pescuezo<br />

¿Qué es el atole blanco?<br />

¿Qué los cigarrillos faros?<br />

Pero a quién le interesan esas cosas<br />

cuando uno se muere de sí mismo.<br />

...<br />

¿Qué son los huevos fritos, por ejemplo?<br />

¿Qué son los buenos días?<br />

Los vecinos arrían la bandera<br />

de la felicidad, pero quién se los festeja?<br />

quién se los critica?<br />

Sólo los que se aman los comprenden.<br />

...<br />

Se está tirando el boiler. Hay que apagarle.<br />

Se encordó este reloj. Hay que arreglarlo.<br />

Hizo frío por la noche.<br />

No lo olvides.<br />

246


...<br />

A veces es una araña la palabra amar<br />

una araña en las vigas de la casa<br />

y uno es la mosca la tonta mosca<br />

A veces el amor es una aspirina<br />

vieja olvidada en el botiquín<br />

y uno no el dolor de cabeza sino el aburrimiento<br />

A veces el amor es una botella de tequila<br />

escondida en el fondo del ropero<br />

y uno la mano oscura y el trago rápido.<br />

...<br />

Si me emborracho pienso en ti.<br />

Si me viene el amor a las palabras, a los ojos, al llanto<br />

a los cigarrro alas, al tequila sauza,<br />

¿en quién voy a pensar?<br />

Hay un Ricardo Yáñez que me pega, que todo el día me pega,<br />

y hay un Ricardo Yáñez que te ama. Ese es el bueno.<br />

Ni lo que digo, 1985<br />

NO ME DETENGAS...<br />

No me detengas, Amor, la mano<br />

cuando a la espina de tu rosa acerca<br />

su torpeza impoluta.<br />

Es que quiere sangrar con tu color.<br />

Es que quiere herir de tu esperanza.<br />

Amor, no por su daño temas, se lo busca.<br />

Amor, no la detengas, que es su vida.<br />

Zenzontli, no. 2-3, 1986<br />

247


POEMA DEL LUNES<br />

Ricardo Yáñez<br />

Lunes era y dolía,<br />

como nube dolía, como puerta.<br />

Era lunes y había<br />

una ternura muerta.<br />

Pasaban por las calles los viandantes,<br />

como de sentimientos traficantes.<br />

Iba arriba la luna, muy arriba,<br />

muy en su desnudez Lady Godiva.<br />

Era lunes -acaso medio martes<br />

pero lunes aún -en todas partes.<br />

Lunes fue y no dolía:<br />

fantasía.<br />

Era un lunes feroz pero discreto,<br />

lunes de un amoroso Capuleto.<br />

Era un lunes sin marca, sin esgrima.<br />

Era un lunes cabal, lunes-lastima.<br />

Iba mi <strong>voz</strong> en do, doliente rota<br />

bajo la luna lunes, todavía.<br />

Era lunes. Dolía.<br />

Infame turba. Invierno, 1987. No. 3/4<br />

Universidad Autónoma de Puebla.<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

David Huerta (1949)<br />

El jardín azul, 1972; Cuaderno de noviembre, 1976;<br />

Huellas del civilizado, 1977; Versión, 1979.<br />

248


DAVID HUERTA<br />

DECLARACIONES<br />

¿En qué mina del fantasma recoges un extremo de tu diferencia y conduces la amarga<br />

constatación<br />

a mis lugares y mis colocaciones?<br />

No distingo en ti nada que no sea mi propia semejanza y sin embargo tus ojos esconden toda la<br />

inquietud que deseo<br />

-como deslizarse en un clima de goce detrás de la arenosa postura del tiempo,<br />

como brillar lateralmente sobre la superficie tensa de No Existir, como llenar de polvo el cuerpo,<br />

sereno y horizontal, puesto en lo<br />

profundo de una tarde sangrienta.<br />

Desato estas declaraciones únicamente para escuchar el roce de<br />

las letras<br />

en tu rostro, mientras lees con seca disposición<br />

y te inclinas en las estrías invernales de una luz acercada e indiferente.<br />

Me gustaría entintar los labios del conocimiento y aproximar la<br />

boca, en un frío desmayo,<br />

esa mirada lisa y turbia, a ese mundo de voces tuyas, obsesionadas.<br />

Mi boca tendría entonces marcas tibias, agrias señales para la<br />

distancia que me atraviesa<br />

-esta distancia o espejo, desde mi cara, borrada por una sequía y un emblema,<br />

hasta el otoño de mis pies: distancia como un ídolo en los delgados<br />

nudos de lo que llamo la visibilidad.<br />

En un rincón escribí: "Es tarde en mi boca para desear la blanca<br />

prueba de tu carne,<br />

mi deseo es todas las espinas que sostienen al ojo que te veía<br />

-esa materia dulce, curvada hoy en los arrancados gráficos de su tejido..."<br />

Versión, 1979<br />

249


NOCTURNO<br />

Milímetros de ti convergen ahogándose, bajo la noche, la fantasía<br />

de toda la transparencia empozada en el cuarto.<br />

Tu mirada oscila con un cerrado esplendor,<br />

y en tu saliva surgen pedazos de nombres, alas de quemaduras: la<br />

noche resuena en tu paladar<br />

con paso lentísimo de larva y roce tibio,<br />

de animales numerosos extraviados en el reino de tus ropas,<br />

mezcladas de cualquier modo en la silla sombría,<br />

bajo techos muertos y lúcidos, recogido tú en los dones del sueño<br />

sobre tu cabeza hipnotizada de silencio.<br />

Versión, 1979<br />

TRES ASTERISCOS<br />

a Vicente Rojo<br />

uno<br />

Voltear la cara de los objetos en la puerta del ojo<br />

para atestar las venas de la materia con una pulida penumbra: Esta es<br />

la magia de la otra mirada,<br />

el existir del agua bajo un brillo que desata,<br />

un voraz deslizarse detrás de hurtos diseminados,<br />

desprendimiento de voces que examinaron el cerco de sus partículas y abren ahora bocas en el<br />

muro de la luz más oculta...<br />

dos<br />

Sobre un surco de garganta, la minúscula traza de la sonoridad<br />

-germen de pétalos:<br />

en esa blanca fisura, su cautela obligada es quilla o chispa: en el<br />

silencio<br />

donde cumple sus aproximaciones: ¿oyes, bajo la duda de tus<br />

250


manos,<br />

esta punta de murmullo -escuchas cómo, en el apagarse de la<br />

sombra,<br />

vibra en la raíz del aire esta sospecha?<br />

tres<br />

La imagen intersticial es un lenguaje negro, sin revés,<br />

despierto en la frescura de una placa palabral<br />

donde se interrogan, por su centro posible, las dos respiraciones.<br />

Versión, 1979<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

DECLARACION DE INICIO<br />

Las páginas no sirven.<br />

La poesía no cambia<br />

sino la forma de una página, la emoción,<br />

una meditación ya tan gastada.<br />

Pero, en concreto, señores, nada cambia.<br />

En concreto, cristianos,<br />

no cambia una cruz a nuevos montes,<br />

no arranca, alemanes,<br />

la vergüenza de un tiempo y de su crisis,<br />

no le quita, marxistas,<br />

el pan de la boca al millonario.<br />

La poesía no hace nada.<br />

Y yo escribo estas páginas sabiéndolo.<br />

Marco Antonio Campos<br />

Cada uno de mis poemas pretendió<br />

ser un instrumento útil de trabajo<br />

(Estocolmo, 1971) Pablo Neruda<br />

251


Muertos y Disfraces, 1974<br />

LLEGADA A ROMA<br />

A Isabel Campos<br />

Uno, en ciertos sitios, deferente,<br />

cree -en la lluvia de elogios y palmadas-<br />

ser un hombre a la altura de su siglo.<br />

En fin, a qué decirlo, cree ser alguien.<br />

En otros sitios, en cambio, desolado,<br />

su nombre es igual a un perro enfermo,<br />

a la hojarasca dormida del otoño.<br />

En fin, es nadie.<br />

Quien lo haya vivido lo recuerde.<br />

Muertos y Disfraces, 1974<br />

CONTRADICTIO (1)<br />

El ajedrez de la muerte<br />

se quedó en una pieza<br />

Arrojo los naipes, trémulo, incendiado<br />

y no dicen mi suerte<br />

Y tuve una bestia de orgullo<br />

que arrastró mi bestia<br />

Moribunda,<br />

una mujer pasea triste, descalza en la calle<br />

Y es tarde para ser otro hombre<br />

Salgo de mi casa, pontífice, ajeno,<br />

con el crucifijo -una mujer-<br />

colgado en mi tristeza<br />

Si regreso, señor,<br />

252


quiero ser otro pero no Campos<br />

¿Para qué vivir agarrado como loco al reloj?<br />

Ya la gula de vivir se detuvo en mi garganta<br />

Y mísera mi perra más odiada fue la angustia<br />

Pero, Señor, yo con<strong>verso</strong> en <strong>voz</strong> alta,<br />

Antes, en otro océano,<br />

arrepentí, modifiqué el pasado<br />

Y tus ojos caminaron tristes, inmensos,<br />

en las páginas de mis libros<br />

Mañana partiré, me iré del todo<br />

Aunque hoy puedo decir:<br />

tengo amigos, no amo a mujer alguna,<br />

el tétano del sol duerme en la ciudad de México<br />

Muertos y Disfraces, 1974<br />

CONTRADICTIO (2)<br />

En realidad, muy poco es lo que sé yo de mí mismo<br />

Por ejemplo: tengo horror de ser canonizado<br />

Vendí mi dignidad,<br />

el acto que define, la frase que define,<br />

no para vivir, para sobrevivir, señores<br />

Y mi vida de cadáver la viví<br />

con medio corazón en una ermita<br />

y medio corazón en la ciudad<br />

Fui dios y perro,<br />

mendigo mirando el infinito<br />

Y escribí meditando, meditándome,<br />

el célebre Evangelio según Campos<br />

253


y todos creyeron que era burla<br />

Sin duda mi tiempo fue otro tiempo:<br />

un tiempo de ajedrez con frases griegas<br />

No fue el tiempo de un Cristo indesgarrable<br />

nacido a la mitad del país del siglo más idiotas<br />

No fue el tiempo del mar ni de las vírgenes:<br />

fue tan sólo un espejo inolvidable<br />

Miro al fondo el Coliseo lleno de luces, destruido<br />

El Palatino, destruido<br />

La luna cae sobre esta Roma nuestra<br />

Mil y un mujeres,<br />

poetas muertos y comprados,<br />

el Papa con diez ratas en la boca,<br />

la rata deforme del rey ebrio<br />

empiezan a luchar contra las bestias<br />

Muertos y Disfraces, 1974<br />

CONTRADICTIO (3)<br />

EL Arno se adelgaza entre mis dedos<br />

y dice, al recordarse,<br />

baladas del Duecento:<br />

Fresca rosa novella,<br />

piacente primavera,<br />

per prata e per rivera<br />

gaiamente cantando<br />

vostro fin presio mando -a la verdura<br />

Lentamente<br />

épocas y épocas<br />

254


pasan por<br />

mi vista<br />

Me he mirado<br />

en este Arno<br />

charlando con poetas, siglo XIII,<br />

en América peleando por el oro,<br />

en el África<br />

esclavo de una mina<br />

Me he visto en Delfos,<br />

en fabla, visionario,<br />

venado acostumbrado a ver tortugas,<br />

mirando el humo,<br />

el siglo en que me muero<br />

Oh, estoy lejos, muy lejos de mi patria y mis amigos. Sí,<br />

la vida no fue el mar de los mares que esperaba. Digamos,<br />

en efecto: no espero regresar a Florencia en mucho tiempo.<br />

No espero regresar<br />

Estoy, ahora, mirando en esta orilla,<br />

paisajes de otra época<br />

soñados en mis ojos.<br />

Muertos y Disfraces, 1974<br />

Para qué hablar<br />

del guayacán que guarda la fatiga<br />

o del tambor de cedro donde el hachero toca<br />

Efraín Bartolomé (1950)<br />

CASA DE MONOS<br />

255


A qué nombrar la espuma<br />

en la boca del río Lancajá<br />

Espejo de las hojas Cuna de los lagartos<br />

Fuente de macabiles con ojos asombrados<br />

Quizá si transformara sería mi pecho alegre<br />

Un ojo jaguar daría de pronto certero con la imagen<br />

Pero no pasa nada Sólo el verde silencio<br />

Para qué hablar entonces<br />

Que se caiga este amor de la ceiba más alta<br />

Que vuelve y llore y se arrepienta<br />

Que se ahogue este asombro hasta volverse tierra<br />

Aroma de los jobos<br />

Perro de agua<br />

Hojarasca.<br />

LLUVIA ÁCIDA<br />

Ojo de jaguar, 1982<br />

Miro un agua inclinada que golpea<br />

con sus líquidos lanzas de punta envenenada<br />

el turbio metal sordo de automóviles roncos<br />

el asfalto y las vías condenadas del tren<br />

el techo de las fábricas hostiles<br />

las ventanas más sucias<br />

los muros de tezontle<br />

los techos pobres de la tarde en ruinas<br />

la luz deshilachada de las tiendas<br />

los puestos ambulantes<br />

Para Isabel y Marco Antonio González<br />

256


el uniforme de los policías<br />

los paraguas oscuros<br />

los zapatos oscuros<br />

el interior oscuro de los oficinistas<br />

La lluvia busca grietas en el mundo Tunde el asfalto su<br />

bastón de ciega<br />

Sus puntas de cristal cazan consignas<br />

cansinos pasos de trabajadores<br />

inclusas batallas amorosas<br />

niños drogados con mirada de agua que llevan en sus<br />

párpados dormidos<br />

un rencor turbulento<br />

Golpes enloquecidos de la lluvia que cae taladrando los<br />

puentes los tranvías<br />

y reúne bajo tibias marquesinas grasientas<br />

una dócil centena de humanas humedades:<br />

esbeltas secretarias de estériles afeites<br />

hastiados dependientes de sienes trepanadas<br />

matronas estropeadas del traje hasta la frente<br />

Están los hombres frágiles y los trabajadores<br />

de overoles azules que un silbato dispersa<br />

Y los aparadores vacíos (sin miradas)<br />

La basura en sus botes<br />

Los policías en sus uniformes<br />

Hay un silencio espeso pesado pegajoso<br />

Un silencio total de tacto fresco<br />

que se vuelve más frío cada vez:<br />

257


estilete de hielo en ráfagas furiosas<br />

que traspasa los recios barrotes de la lluvia<br />

y acalla los rumores las voces los pregones:<br />

Me hundo en mí<br />

Y nadie toca este silencio frágil<br />

Nadie rompe esta cápsula<br />

Nadie se mira<br />

Todos han callado<br />

(Qué inmenso grupo de personas sin cara)<br />

Aquí en el lugar que ocupo<br />

No hay realmente nadie<br />

Todos nos hemos ido<br />

Todos fuimos lavados<br />

borrados por el agua<br />

También fue eliminada la ciudad por la niebla<br />

Sólo la lluvia es real<br />

En sus lodosas aguas<br />

miro flotar los últimos residuos de la tarde<br />

Pero una nueva ráfaga me expulsa de mí mismo:<br />

la delirante lluvia<br />

como un licor salvaje que un relámpago agita<br />

El cielo<br />

inmenso tigre de relámpagos ebrios<br />

que sacude de pronto su pesada cabeza<br />

su espesa baba líquida y brutal<br />

y golpea con más fuerza la tarde carcomida<br />

Acida lluvia ciega<br />

258


Acida lluvia en turbios latigazos de sombra.<br />

Bibliografía poética:<br />

Poetas de una generación 1950-1959, 1988<br />

Vivir en la ciudad, 1981; Ojo de jaguar, 1982; Dónde los podemos<br />

observar (co-autor), 1882; Ciudad bajo el relámpago, 1983;<br />

Memorias del segundo encuentro de jóvenes, (colectivo), 1984;<br />

Música solar, 1985; Cuadernos contra el ángel, 1987.<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Eduardo Hurtado (1950)<br />

La gran trampa del tiempo, 1974; Ludibrios y nostalgias, 1978;<br />

Donde conservan los amigos (colectivo), 1985;<br />

Rastro del desmemoriado, 1985.<br />

CANCION PARA UN INSOMNE<br />

a Xavier Villaurrutia<br />

PAJARO y corazón<br />

hoja sin rama<br />

sucumbiendo a un otoño<br />

luminoso<br />

(¿cómo fijar<br />

en dónde<br />

un íntimo estertor<br />

una memoria?<br />

si nunca se alzó espejo<br />

ni muro que no fuera<br />

sino el sinuoso espacio<br />

de su vértigo:<br />

su voluptuosa sombra)<br />

259


Ávido corazón<br />

pardo latido<br />

escindido de todo<br />

desprendido de nada<br />

precariamente alado<br />

-por carecer derrama<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

TOPOS<br />

CADA TOPO cava su propio túnel<br />

Por caminos di<strong>verso</strong>s<br />

miles de topos viajan<br />

tras un solo rizoma suculento<br />

Como breves cometas<br />

sin saberlo se cruzan<br />

en un oscuro cielo subterráneo<br />

No ven trampa que pueda detenerlos<br />

en su jornada ciega y caprichosa<br />

¡Qué admirable bregar destinado!<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

AUSENTE<br />

¿PERO es verdad, ausente, tanta dicha?<br />

Nunca fuiste más real<br />

ni menos próxima<br />

Ya no cruzas el hilo de mis nervios<br />

como una temblorosa equilibrista<br />

Fue un mal sueño tu estúpida fachada<br />

de cosméticos<br />

260


Lejos al fin, ventruda,<br />

plumero, buscabullas<br />

Otra vez el perfecto placer de imaginarte<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

Raúl Aceves (1951)<br />

Los amantes, metáfora de ferretería<br />

Los amantes son<br />

como la tuerca y el tornillo<br />

cuando se enroscan<br />

y Dios es el desamor y las pinzas<br />

que los desenrosca<br />

cuando a causa de la lluvia y el tiempo<br />

los amantes se oxidan<br />

y se quedan irremediablemente pegados,<br />

entonces solamente el diablo y su segueta<br />

los pueden separar.<br />

La amabilidad<br />

Cielo de las cosas devueltas, 1982<br />

¿Alguien tendría la amabilidad<br />

de abrir la llave del agua caliente<br />

prestarme su jabón y su mañana fresca<br />

sus ganas locas y su día de vacación?<br />

¿Alguien tendría la amabilidad<br />

de cortarse mis uñas, lavarse mis dientes<br />

asomarse a verme en el espejo<br />

contar los pelos que le quedan a mi calva<br />

y después masticar mi desayuno?<br />

261


¿Alguien tendría la amabilidad<br />

de morirse por mí, sufrir en mi pellejo<br />

los inauditos tormentos del silencio,<br />

contestar las preguntas indiscretas<br />

o de llevar a cuestas la indigestión?<br />

¿Alguien tendría la amabilidad<br />

de prestarme su cuerpo entero<br />

para realizar una hazaña<br />

o su cuerpo para nacer a través de él<br />

o su alma para tener un lugar<br />

donde resucitar extravagante?<br />

Enramada (antología), 1984<br />

El zapato de Van Gogh<br />

Un día Van Gogh pintó un zapato,<br />

y lo pintó tan bien<br />

que ya nomás faltaba ponérselo.<br />

Van Gogh pintó tan sólo un zapato<br />

porque, como dijo Lucio,<br />

era tan pobre que<br />

tan sólo tenía uno.<br />

Ahora el zapato de Van Gogh<br />

vale tantos millones<br />

que nadie se atreve a ponérselo.<br />

Serpentina, no.1, 1987<br />

Los sueños al poder<br />

Del tiempo nuevo<br />

no veremos sino la sombra<br />

262


como la luz que se presiente<br />

adentro del cuarto cerrado.<br />

Se mezclarán<br />

los ruidos de lo que comienza<br />

con los ruidos de lo que acaba.<br />

No sabremos si nuestro destino<br />

fue el de pasarnos la vida<br />

esperando y presintiendo.<br />

El deseo nos mueve<br />

como plumas en el viento,<br />

nunca si somos plumas<br />

o si somos viento.<br />

Enramada (antología), 1984<br />

Coral Bracho (1951)<br />

DE SUS OJOS ORNADOS DE ARENAS VÍTREAS<br />

Desde la exhalación de estos peces de mármol;<br />

desde la suavidad sedosa<br />

de sus cantos,<br />

de sus ojos ornados<br />

de arenas vítreas,<br />

la quietud de los templos y los jardines<br />

(en sus sombras de acanto, en las piedras<br />

que tocan y reblandecen)<br />

han abierto sus lechos,<br />

han fundado sus cauces<br />

bajo las hojas tibias de los almendros.<br />

263


Dicen del tacto<br />

de sus destellos,<br />

de los juegos tranquilos que deslizan al borde,<br />

a la orilla lenta de los ocasos.<br />

De sus labios de hielo.<br />

Ojos de piedras finas.<br />

De la espuma que arrojan, del aroma que vierten<br />

(En los atrios: las velas, los amarantos.)<br />

sobre el ara lebísima de las siembras.<br />

(Desde el templo:<br />

el perfume de las espigas,<br />

las escamas,<br />

los ciervos. Dicen de sus reflejos.)<br />

En las noches,<br />

el mármol frágil de su silencio,<br />

el preciado tatuaje, los trazos limpios<br />

(han ahogado la luz<br />

a la orilla; en la arena)<br />

sobre la imagen tersa,<br />

sobre la ofrenda inmóvil<br />

de las praderas.<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

Tus lindes: grietas que me develan<br />

We must have died alone,<br />

a long time ago.<br />

D.B.<br />

Has pulsado,<br />

264


has templado mi carne<br />

en tu diafanidad, mis sentidos (hombre de contornos<br />

levísimos, de ojos suaves y limpios);<br />

en la vasta desnudez que derrama,<br />

que desgaja y ofrece;<br />

(Como una esbelta ventana al mar; como el roce delicado,<br />

insistente, de tu <strong>voz</strong>).<br />

Las aguas: sendas que te reflejan (celaje inmerso), tu<br />

afluencia, tus lindes: grietas que me develan.<br />

-Porque un barniz, una palabra espesa, vivos y muertos,<br />

una actitud fungosa, de cordajes,<br />

de limo, de carroña frutal, una baba lechosa nos recorre,<br />

nos pliega, ¿alguien;<br />

alguien hablaba aquí?<br />

Reconozco, como albino, a ese sol:<br />

distancia dolorosa a lo neutro que me mira, que miro.<br />

Ven, acércate; ven a mirar sus manos, gotas recientes en<br />

este fango; ven a rodarme.<br />

(Sabor nocturno, fulgor de tierras erguidas, de pasajes<br />

sedosos, arborescentes, semiocultos; el mar:<br />

sobre esta playa, entre rumores dispersos y vítreos). Has<br />

deslumbrado, reblandecido<br />

¿En quién revienta esta luz?<br />

-Has forjado, delineado mi cuerpo en tus emanaciones,<br />

a sus trazos escuetos. Has colmado<br />

de raíces, de espacios;<br />

has ahondado, desollado, vuelto vulnerable (porque tus<br />

265


yemas tensan y desprenden,<br />

porque tu luz arranca -gubia suavísima- con su lengua,<br />

su roce, mis membranas- en tus aguas; ceiba luminosa de<br />

espesuras abiertas, de parajes fluctuantes, excedidos; tu relente) mis miembros.<br />

Oye; siente en ese fallo luctuoso, en ese intento segado,<br />

delicuescente.<br />

¿A quién unge, a quién refracta, a quién desdobla? en su<br />

miasma<br />

Miro con ojos sin pigmento ese ruido ceroso<br />

que me es ajeno.<br />

(En mi cuerpo tu piel yergue una selva dúctil que fecunda<br />

sus bordes; una pregunta, viña que se interna, que envuelve<br />

los pasillos rastreados.<br />

-De sus tramas, de sus cimas: la afluencia incontenible.<br />

Un cristal que penetra, resinoso, candente, en las vastas<br />

pupilas ocres del deseo, la transparenta; un lenguaje<br />

minucioso.)<br />

Me has preñado, has urdido entre mi piel;<br />

¿y quién desliza por sus dedos?<br />

Bajo esa noche: ¿Quién musita entre tumbas, las zanjas?<br />

Su flama, siempre multiplicada, siempre henchida y secreta,<br />

tus lindes;<br />

Has ahondado, has vertido, me has abierto hasta exhumar;<br />

¿Y quién,<br />

quién lo amortaja aquí?; ¿quién lo besa?<br />

¿Quién lo habita?<br />

266


BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Peces de la piel fugaz, 1977; El ser que va a morir, 1982.<br />

CANCIÓN DE JULIO<br />

Las nubes toman la ciudad:<br />

en la banqueta luz de lluvia,<br />

canales por donde bajan<br />

fragmentos de hojas y tierra.<br />

Muros donde las consignas<br />

se deslavan, puentes gastados<br />

con los nombre del amor<br />

que quieren salvar el tiempo.<br />

HOJAS SECAS<br />

Giros de Faros, 1979<br />

Sólo un momento brillan las rocas<br />

en el paisaje que libra el viento:<br />

Las casas confunden sus puertas,<br />

las nubes pintan de cal sus muros.<br />

Bajo los cuervos, las sombras<br />

recorren el camino sin tocarlo,<br />

Los techos vencidos por el agua<br />

donde caen los días lentamente.<br />

LA MESA PUESTA<br />

Giros de Faros, 1979<br />

Alberto Blanco (1951)<br />

267


Reunidos al calor del buen café,<br />

los panes resplandecen con la calma<br />

de las paredes blancas, encendidas,<br />

rebosantes de luz por la ventana.<br />

Ya la paja se extiende entre los pinos,<br />

crece la claridad y forma el cielo,<br />

forma una habitación, forma una jarra<br />

profunda como el ojo del espejo.<br />

Es este mismo mar, el mar de siempre,<br />

llano rectangular de cada cosa,<br />

donde flotan los montes y las nubes<br />

como islas de quietud entre las horas.<br />

Bibliografía poética:<br />

Giros de faros, 1979<br />

Pequeñas historias de misterio ilustradas, 1978<br />

Giros de faros, 1979<br />

El largo camino hacia ti, 1980<br />

Antes de nacer, 1983<br />

Tras el rayo, 1985<br />

Cromos, 1987<br />

Un año de bondad, 1987<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

EDUARDO LANGAGNE<br />

DEFINICIONES<br />

Eduardo Langagne<br />

Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.<br />

Se parece a la noche,<br />

o mejor: a una noche sin ausencias.<br />

Ella es exacta.<br />

268


Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.<br />

Me permite trepar por mis temblores<br />

y agitar su nombre desde la oscuridad.<br />

Ella es irrepetible.<br />

Nació en las piedras donde empieza mi desorden.<br />

Donde Habita el Cangrejo.<br />

DESCUBRIMIENTO<br />

colón no descubrió a esta mujer<br />

ni se parecen sus ojos a las carabelas<br />

jamás hizo Vespucio un mapa de su pelo<br />

nunca un vigía gritó tierra a la vista<br />

-aunque vuelan gaviotas<br />

en las aproximidades<br />

de su cuerpo<br />

y en su continente se amanece cada día-<br />

a esta mujer no la descubrió colón<br />

sin embargo estaba en el oeste<br />

era un lugar desconocido<br />

y para encontrarla<br />

hubo que andar mucho tiempo<br />

con una soledad azul en la cabeza<br />

Donde Habita el Cangrejo.<br />

PIEDRAS<br />

no tenemos la casa todavía,<br />

tenemos piedras; algunas.<br />

trozos de pan, algo de vino tenemos<br />

pero la casa no;<br />

269


sin embargo tenemos oscuridad,<br />

porque luz no tenemos todavía;<br />

tenemos algunas lágrimas o besos,<br />

otras cosas igualmente ridículas tenemos,<br />

pero la casa no. quizá<br />

paredes que se levantan muy despacio,<br />

mas no tenemos casa todavía<br />

donde encontrar el frío, la soledad,<br />

la lluvia,<br />

pero arriba<br />

un cielo como sábanas tenemos<br />

y abajo un infierno delicioso<br />

por donde deambulamos<br />

recogiendo piedras.<br />

"hoy no me llevas, muerte, calavera,<br />

no me voy, no quiero ir.<br />

hoy no voy ni entrego mi barco de papel,<br />

mi brazo, mi guitarra, hoy no,<br />

hoy solamente tiro piedras,<br />

poemas,<br />

muchas piedras contra tu rostro<br />

-no niego, dulce rostro-<br />

tiro piedras,<br />

me arranco el corazón y te lo arrojo.<br />

hoy no, muerte, hoy no voy, no quiero,<br />

necesito hacer la casa".<br />

y estoy vivo<br />

270


cuando arrojo palabras, muchas palabras.<br />

fuego.<br />

Donde Habita el Cangrejo.<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Maldita cólera (colectivo), 1978.<br />

NOCHE DE LAS MAÑANAS<br />

calientes<br />

por la mañanas nos frotamos<br />

las lámparas maravillosas<br />

de nuestros dulces pies con ellos mismos<br />

y en seguida nos acude el misterioso genio<br />

quien sin sacudirnos nos envuelve<br />

deliciosamente<br />

en los residuos de la noche que se enciende<br />

entre las mil y una de nuestros amaneceres.<br />

La hormiga herrante, No.6, 1982<br />

EL JAZZ DEL VAGABUNDO<br />

eres una chava cansadamente<br />

peor que corajuda<br />

a los veinte años<br />

tus callejeras orejas verdes gritan<br />

el terrible monstruo hembra que te habita<br />

soltándose<br />

como cierta alegría en los obreros al salir de<br />

la fábrica<br />

pero sin alegría<br />

Raúl Caballero (1952)<br />

271


las angustias no tienen épocas en la vida<br />

tiene arrugas<br />

pata de gallo<br />

para encontrar adictos<br />

el jazz vaga por toda la casa<br />

sereno se lame las heridas nocturnas<br />

del amor heroico bajo el techo luminoso<br />

de la noche<br />

has madurado a base de inmadurez<br />

te calmas irreflexiva<br />

se te desata el tiempo cuando anda suelta<br />

contracciones de desesperación<br />

y vale madre todo<br />

hasta el jazz.<br />

Maize, No. 3-4, 1981<br />

POEMA<br />

con el café, ¿quieres pan y mantequilla mi amor?<br />

huggg...<br />

qué asquerosa manera y tan estúpida de empezar un día<br />

burguesilandia y sus hot-cakes: ¡Bah!<br />

no hay como amanecer bien crudo<br />

y chingarte una cerveza<br />

o cinco<br />

y hay quienes salen en bikini o en calzones<br />

"a tomar un baño de sol en el jardín"<br />

y se toman un martini leyendo al marqués de sade<br />

valiéndoles madre todo<br />

272


se queman sin camisa<br />

y siempre nunca en sus vidas sabrán el sabor de<br />

un martini en calzoncillos<br />

porque de ahí, del sol callejero<br />

al ¡sool!-sol! de las tardes<br />

o al ¡seeee-bolea! por las noches en las cantinas<br />

después a la fábrica o a la obra<br />

o antes a la cárcel o a san juan<br />

bueno, de san juan nunca se escapan<br />

y aquellos cuando se tuestan ya bien calientes<br />

dejan el libro en cualquier parte<br />

se vuelven a recostar ahora en la cama<br />

de lujosa recámara donde sueñan despiertos<br />

imaginan<br />

se masturban<br />

a sus anchas<br />

algunos degenerando a los perros chancrosos<br />

otros se cogen con simple depravación<br />

y los pobres pobres de todos lados<br />

se hacen la puñeta casi en público<br />

sin necesidad del marqués<br />

se desayunan la necesidad sin mantequilla.<br />

Buril, No.3, 1979<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Vicente Quirarte (1954)<br />

Teatro sobre el viento armado, 1979; "Calle nuestra" en Lejos de las naves (colectivo), 1979;<br />

Vencer a la blancura, 1982;<br />

Fra Filipo Lippi: cancionero de Lucrezia Buti, 1982;<br />

273


Puerta de verano, 1982; Bahía Magdalena, 1984; Fragmentos del mismo discurso, 1986; La luz<br />

que no muere sola, 1987.<br />

CON MUSICA DE WHITMAN<br />

TE CELEBRO y te canto a ti misma,<br />

y lo que ahora diga de ti<br />

lo dirán nuevos enamorados<br />

de otras secretarias como tú,<br />

porque cada herida que en mí dejó<br />

cada buenos días, cada gesto, cada sábana,<br />

mañana volverá a abrirse en ellos.<br />

Vago e invito a mi alma<br />

a subvertir el orden del primer cuadro.<br />

Me detengo a mi antojo en cualquier esquina<br />

para ver cómo en la mañana<br />

ellas pasan todas medias, vestidos y perfumes.<br />

Mi <strong>verso</strong> y cada molécula de mi sangre<br />

nacieron de este tezontle y estos montes,<br />

de padres que engendraron a otros padres<br />

que aquí padecieron.<br />

Cumplidos los veintitrés,<br />

mi salud marcha al ritmo de la ciudad que te recibe,<br />

y en las calles que te ven pasar cada mañana<br />

comienzo a cantarte<br />

con la esperanza de hacerlo hasta la mañana<br />

comienzo a cantarte<br />

con la esperanza de hacerlo hasta la muerte.<br />

No canto ahora las sirenas de aparador,<br />

esas muñecas perfectas que se quebrarían<br />

274


sólo con mirarlas.<br />

Qué nadie olvide, oh poetas,<br />

cantar alguna vez los muslos rubios, elásticos y eternos<br />

de las muchachas judías que montan bicicleta<br />

en las calles de Polanco,<br />

que nadie lo olvide.<br />

Pero ahora canto en este otro lado,<br />

donde al toque de queda del silencio,<br />

presa en su jaula de oro la sonrisa,<br />

asoma su látigo el nuevo día.<br />

Entonces te celebro y canto<br />

porque te arreglas el maquillaje<br />

antes de pedir la parada<br />

y en la puerta del autobús<br />

eres acariciada sin pedirlo;<br />

porque eres la reina ofendida<br />

esperando la alfombra que no llega<br />

mientras caminas rumbo a la oficina<br />

donde sueñan contigo.<br />

Te celebro y te canto a ti misma,<br />

abro de par en par las puertas de este <strong>verso</strong><br />

para que defiendas tu rabioso derecho<br />

a soñar príncipes azules, cielos limpios,<br />

ciudades en las que todos<br />

reconozcan tu monarquía ultrajada.<br />

La Luz No Muere Sola. Poesía (1976-1984)<br />

ULTIMA NOCHE EN COYOACAN<br />

275


A Concha Méndez<br />

ENAMORADO SIEMPRE<br />

y más que nunca vivo, andaría como de paso,<br />

al fin fantasma de un mundo más ajeno<br />

que las propias piedras que pisaba.<br />

Pediría permiso al viento,<br />

su venia a la estación en turno,<br />

mas no esperaría a que la noche<br />

de racimos cargados de perfume,<br />

de gritos infantiles y buñuelos lejanos<br />

invadiera por completo esa otra noche<br />

que sólo transita en ciertos hombres.<br />

Lo dicen sin miedo estas higueras<br />

y estos muros que prolongan su blancura<br />

más allá del alma y la mirada:<br />

amaba la quietud de esta plaza<br />

porque en ella podía verse<br />

en rostro de otros hombres<br />

que en silencio le devolvían la soledad,<br />

como quien por la mañana devuelve buenos días<br />

y sabe que recién empieza la mentira.<br />

Abría un periódico,<br />

leía a la luz de un farol noticias<br />

que hubiera nutrido o halagado a otros.<br />

Ignoraba la noche bulliciosa,<br />

la que obliga a refugiarse en otro cuerpo.<br />

El quizás esperaba la otra noche,<br />

276


aquella en la que nombre y tiempo se confunden:<br />

Creyó firmar sobre arena o sobre el viento,<br />

seguro de que el mar en el crepúsculo<br />

roba todas las huellas y los besos.<br />

Pero la arena no olvidó sus letras<br />

ni el viento olvida a quien ciño su cuerpo.<br />

Por eso sopla, esbelto y doliente, entre sus ramas,<br />

llevando en cada hoja<br />

la sílaba de un nombre:<br />

Luis Cernuda.<br />

La Luz No Muere Sola. (1976-1984)<br />

CARTA AL LOBO<br />

Querido Lobo:<br />

Carmen Boullosa (1954)<br />

Llego aquí después de cruzar el mar abierto del bosque,<br />

el mar vegetal que habitas,<br />

el abierto de ira en la oscuridad y en la luz que lo cruza a<br />

hurtadillas,<br />

en su densa, inhabitable noche de aullidos que impera<br />

incluso de día o en el silencio,<br />

mar de resmas de hojas<br />

que caen y caen y crecen y brotan, todo al mismo tiempo,<br />

de yerbas entrelazadas,<br />

de mareas de pájaros,<br />

de oleadas de animales ocultos.<br />

Llegué aquí cruzando el puente que une al mundo temeroso<br />

277


con tu casa,<br />

este lugar inhóspito,<br />

inhóspito porque está la mar de habitado,<br />

habitado como el mar.<br />

En todo hay traición porque todo está vivo...<br />

Por ejemplo, aquello, si desde aquí parece una sombra,<br />

¿hacia dónde caminará cuando despierte?<br />

Como fiera atacará cuando pase junto a él,<br />

cuando furioso conteste al sonido de mis pasos.<br />

Así todo lo que veo.<br />

En todo hay traición<br />

...era el camino, lobo,<br />

la ruta que me lleva a ti...<br />

Escucha mi delgada <strong>voz</strong>, tan cerca.<br />

Ya estoy aquí.<br />

Escoge de lo que traje<br />

lo que te plazca.<br />

Casi no puedes mirarlo,<br />

insignificante como es,<br />

perdido en la espesura que habitas.<br />

Estoy aquí para ofrecerte mi cuello,<br />

mi frágil cuello de virgen,<br />

un trozo pálido de carne con poco, muy poco que roerle,<br />

tenlo, tenlo.<br />

¡Apresura tu ataque!<br />

¿Te deleitarás con el banquete?<br />

(No puedo, no tengo hacia dónde escapar<br />

278


y no sé si al clavarme los dientes<br />

me mirarás a los ojos).<br />

Reconociéndome presa<br />

y convencida de que no hay mayor grandeza que la del<br />

cuello de virgen entregándose a ti,<br />

ni mayor bondad que aquella inscrita en tu doloroso,<br />

lento,<br />

interminable<br />

y cruel<br />

amoroso ataque,<br />

cierro esta carta.<br />

Sinceramente tuya,<br />

Carmen.<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Poetas de una generación 1950-1959,1988<br />

El hilo olvida, 1978; La memoria vacía, 1979; La <strong>voz</strong> y el método de recreo sin<br />

acompañamiento, 1983.<br />

FICHA BIBLIOGRAFICA:<br />

Víctor Manuel Mendiola (1954)<br />

Poemas, 1980; Sonetos a las cosas, 1982; Triga (colectivo), 1983;<br />

Nubes, 1987.<br />

MAR<br />

TU ESTAS allá,<br />

en la otra silla.<br />

Vives el mundo aparte<br />

del lado opuesto de la mesa.<br />

279


Tus miradas están allá,<br />

tus voces son<br />

pájaros que retornan<br />

del mar de allá,<br />

tus manos juegan<br />

sobre la mesa<br />

como incansables nómadas<br />

en la extensión azul.<br />

Yo escribo en Morse,<br />

lanzo señales de humo,<br />

pongo a la orilla de ese mar<br />

una botella,<br />

mando mis huestes<br />

a conquistar<br />

las santas tierras de allá,<br />

prendo las brasas<br />

del mismo sueño.<br />

Pero tú sigues allá<br />

al fin de tanto mar acumulado.<br />

Nubes, 1987<br />

LA PIEDRA<br />

ME SUBO en una piedra,<br />

pienso sobre la piedra.<br />

Pienso lo duro,<br />

pienso lo impenetrable,<br />

lo que no tiene sexo;<br />

pienso una y otra vez<br />

280


en lo que nada más<br />

puedo tocar por fuera.<br />

Medito en ese afuera tan del aire,<br />

tan del agua corriendo.<br />

Pienso este pensamiento<br />

que se me vuelve<br />

una piedra pesada<br />

entre las manos.<br />

Abro las manos,<br />

cae la piedra.<br />

Nubes, 1987<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Ricardo Castillo (1954)<br />

El pobrecito señor X, 1976; El pobrecito señor X. La oruga, 1980;<br />

Concierto en vivo, 1981; Como agua al regresar, 1982;<br />

Nicolás el Camaleón, 1989.<br />

AUTOGOL<br />

Nací en Guadalajara.<br />

Mis primeros padres fueron Mamá Lupe y Papá Guille.<br />

Crecí como un trébol de jardín,<br />

como moneda de cinco centavos, como tortilla.<br />

Crecí con la realidad desmentida en los riñones,<br />

con cursilerías en el camarote del amor.<br />

Mi mamá lloraba en los resquicios<br />

con el encabronamiento a oscuras, con la violencia a tientas.<br />

Mi papá se moría mirándome a los ojos,<br />

muriéndose en la cama lenta de los años,<br />

281


exigiéndole a la vida.<br />

Y luego la ceguez de mi abuelo, los hermanos,<br />

el desamparo sexual de mis primas,<br />

el barrio en sombras<br />

y luego yo, tan mirón, tan melodramático.<br />

Jamás he servido para nada.<br />

No he hecho sino cronometrar el aniquilamiento.<br />

Como alguien me lo dijo una vez:<br />

Valgo Madre.<br />

El pobrecito señor, X. La oruga, 1980<br />

Pin uno, pin dos<br />

Son las diez de la noche.<br />

De nada sirven los 600 gramos de felicidad<br />

que han ahorrado a mi padre.<br />

Prevalece una agitación de ladrones en el seno familiar<br />

y cada quien declina<br />

con su particular manera de desventuar la sangre.<br />

Parece como si el movimiento fuera la bancarrota,<br />

como si el amor fuera tan sólo cosas de adolescentes.<br />

Mi padre nos quiere,<br />

mi madre nos ama<br />

porque hemos logrado ser una familia unida, amante de la<br />

tranquilidad.<br />

Pero ahora que son las diez de la noche,<br />

ahora que como de costumbre nadie tiene nada que hacer<br />

propongo cerrar puertas y ventanas<br />

y abrir la llave del gas.<br />

282


El pobrecito señor X. La oruga, 1980<br />

El poeta del jardín<br />

Hace tiempo se me ocurrió<br />

que tenía la obligación<br />

como poeta consciente de lo que su trabajo debe ser,<br />

poner un escritorio público<br />

cobrando sólo el papel.<br />

La idea no me dejaba dormir,<br />

así que me instalé en el jardín del Santuario.<br />

Sólo he tenido un cliente,<br />

fue un hombre al que ojalá haya ayudado<br />

a encontrar una solución mejor que el suicidio.<br />

Tímido me dijo de golpe:<br />

"señor poeta, haga un poema de triste pendejo".<br />

Su amargura me hizo hacer gestos.<br />

Escribí:<br />

"no hay tristes que sean pendejos"<br />

y nos fuimos a emborrachar.<br />

El pobrecito señor X. La oruga, 1980<br />

Oda a las ganas<br />

Orinar es la mayor obra de ingeniería<br />

por lo que a drenajes toca.<br />

Además orinar es un placer,<br />

qué decir cuando uno hace chis, chis,<br />

en salud del amor y los amigos,<br />

cuando uno se derrama largamente en la garganta del<br />

mundo<br />

283


para recordarle que somos calientitos, para no desafinar.<br />

Todo esto es importante<br />

ahora que el mundo anda echando reparos,<br />

hipos de intoxicado.<br />

Porque es necesario orinarse, por puro amor a la vida,<br />

en las vajillas de plata,<br />

en los asientos de los coches deportivos,<br />

en las piscinas con luz artificial<br />

que valen, por cierto, 15 o 16 veces más que sus dueños.<br />

Orinar hasta que nos duela la garganta,<br />

hasta las últimas gotitas de sangre.<br />

Orinarse en los que creen que la vida es un vals,<br />

gritarles que viva la Cumbia, señores,<br />

todos a menear la cola<br />

hasta sacudirnos lo misterioso y lo pendejo.<br />

Y que viva también el Jarabe Zapateado<br />

porque la realidad está al fondo a la derecha<br />

donde no se puede llegar de frac.<br />

(La tuberculosis nunca se ha quitado con golpes de pecho.)<br />

Yo orino desde el pesebre de la vida,<br />

yo sólo quiero ser el meón más grande de la existencia,<br />

ay mamá por dios, el meón más grande de la existencia.<br />

El pobrecito señor X. La oruga, 1980<br />

Las nalgas<br />

La mujer también tiene el trasero dividido en dos.<br />

Pero es indudable que las nalgas de una mujer<br />

son incomparablemente mejores que las de un hombre,<br />

284


tiene más vida, más alegría, son pura imaginación;<br />

son más importantes que el sol y dios juntos,<br />

son un artículo de primera necesidad que no afecta la<br />

inflación,<br />

un pastel de cumpleaños en tu cumpleaños,<br />

una bendición de la naturaleza,<br />

el origen de la poesía y del escándalo.<br />

El pobrecito señor X. La oruga, 1980<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Conversaciones, 1979; Piedra en el aire, 1984.<br />

Susana San Juan<br />

A.J.R.<br />

I<br />

en la celda oscura del enfermo<br />

mármol granito hueso de caballo<br />

en el jirón de bandera y su delirio<br />

en la saliente de lluvia y viento erizado<br />

abandono mi estantío en constante desvelo<br />

Rafael Vargas (1954)<br />

los gusanos de la memoria abarrotando el corazón<br />

y a la doliente piedra vecina<br />

a la humedad preñada de labios<br />

al recuerdo de los pasillos y sus plantas de sombra<br />

les pregunto por ti<br />

no pasa día sin que te hagas presente<br />

lo mismo en este portón sólido e intransitado<br />

que en la raíz carcomida de rumores de sal<br />

285


en la reja enmohecida donde se aburre el crespón negro<br />

en los listones del cielo y los cabellos de las santas<br />

en las flores borrosas de los aguamaniles<br />

reverberan las tijeras de tu nombre Susana<br />

aunque tu nombre sin ti sea tan sólo un pretexto<br />

un modo de ir más allá de estos terrones<br />

y sacarle un poco de sol a la sombra<br />

II<br />

sentado frente al camino de la eternidad te espero<br />

inmóvil voy hacia ti en el escalón de la espina<br />

en el lento entretejerse de la hierba te leo<br />

te palpo en la semilla y su porosidad<br />

y hablo de ti como de cosa real<br />

como de rasgo o prenda que pudiera describirse<br />

en un secreto baúl de tierra oculto<br />

en un caracol sin alas te transporto<br />

III<br />

toda la noche me paso entre mis huesos cuidándote<br />

toda la noche puliendo tu sombra con un filo de luna<br />

aquí así untada a mi sudor<br />

a mi aliento y mis oquedades<br />

toda la noche cuidándote<br />

toda la noche el abrazo del abismo<br />

tu bellísimo nombre cortando los labios.<br />

IV<br />

Pero quizá tanto no sea más que nada<br />

todo este cariño picado como bote de hojalata<br />

286


a lo mejor es sólo deseo de hacer perdurar la espuma<br />

defender la llamita de nuestra vela de los capotazos<br />

del viento<br />

no sé te lo digo no sé qué creer<br />

a veces<br />

cuando las cosas se hacen color sin contorno<br />

escucho tus carreras en el tejado del insomnio<br />

tus faldas revoloteando en las copas de los árboles<br />

y recuerdo tu risa revuelta de campanas<br />

tu frente perlada de ganas de llegar al mar<br />

(el mar el mar algunos dicen que existe)<br />

y luego tus sacudidas en la cama maldiciendo la media luna<br />

tu fiebre terrible que sólo la mano del sueño<br />

sabía bien aplacar<br />

V<br />

en las horas en que parece que nada se mueve<br />

pero a mí esas máscaras no logran engañarme<br />

en las horas que tienen oídos y respiración como cualquier<br />

hombre<br />

hay un canto combinado de pájaros y grillos<br />

pequeños guijarros de cal y cobre que cantan<br />

sólo puedes escucharlos si estás muy atenta<br />

pero ahí están siempre susurrando<br />

desgajando una brisa de aire en su comedimiento<br />

Susana dicen Susana Susana<br />

así suenan esos élitros y picos<br />

VI<br />

287


hace mucho calor<br />

las nubes han de estar bajas<br />

tú ya has de andar trepada en las ramas de algún árbol<br />

ya has de andar golpeando en alguna ventana<br />

desparramando tus flores sobre la tierra seca<br />

casi adivino tu boca con su miel de encarnaciones<br />

pródiga<br />

tu fino vello de hierba adolescente y frescura de paja<br />

como si estuviéramos otra vez en aquel verano<br />

otra vez cubiertos de aquellas gotas de agua<br />

aquellas palpitaciones<br />

pero son nada más los dedos de la lluvia<br />

sus delgados dedos tamborileando en nuestros cráneos<br />

Poetas de una generación<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Amor de lejos/Fools`Love, 1986<br />

Cómo desnudar a una mujer<br />

con saxofón<br />

No es fácil.<br />

El aire que sale del estómago<br />

debe traer<br />

la sal del mar.<br />

Las yemas de los dedos<br />

deben hablar<br />

de palmeras<br />

de membrana a surco<br />

Rubén Medina (1954)<br />

288


o de soles que trabajan<br />

de noche.<br />

Los sonidos,<br />

agua y metal,<br />

casi vena,<br />

deben confundir<br />

oído y hombro,<br />

y descender las rodillas<br />

con la misma suavidad<br />

de quien maneja<br />

un chevrolet 53<br />

a 30 millas por hora,<br />

en un freeway de Los Ángeles.<br />

Los ojos deben permanecer<br />

cerrados<br />

hasta que la noche<br />

tenga 24 horas,<br />

la semana más de siete días<br />

y no existe la palabra<br />

desempleo.<br />

Y entonces,<br />

abres los ojos,<br />

y quizá<br />

encuentres la sonrisa<br />

de ella.<br />

Pero esto no significa<br />

más que un categórico<br />

289


saludo de hola,<br />

quihúbole,<br />

wat's going on, ese,<br />

porque también<br />

en la plusvalía<br />

hay<br />

pasión.<br />

Poetas de una generación 1950-1959. 1988<br />

Los poetas ya no van a París<br />

¿Qué hace, París, con los poetas<br />

salidos de las colonias<br />

proletarias?<br />

¿Acaso convierte el odio<br />

en el vino viejo<br />

de la aristocracia<br />

o crece el dolor<br />

en los zapatos,<br />

en los bolsillos del pantalón?<br />

¿Aprenden, los poetas, el mercibocu<br />

o trabajan de extras en películas<br />

de ciencia ficción?<br />

¿Una hembra les toma fotos<br />

en las afueras de un mercado?<br />

¿Miran a Vallejo<br />

caminando por el buolevard Raspail<br />

y sus ojos tristes de burro?<br />

Y aquí, mano, es la casa<br />

290


donde Rimbaud y Verlaine<br />

eran dos sillones fosforescentes.<br />

Los poetas ya no van a París.<br />

Andan de hospital en cantina,<br />

de calle en fábrica,<br />

de dancing en oficina,<br />

de amigo a hembra<br />

buscando el Lunes Padre.<br />

Reanudan el día de conejo,<br />

la noche de elefante en descanso.<br />

Abordan autobuses<br />

de todavía anoche<br />

y no hay tiempo para maldecir el hueso,<br />

el hijo, la hija<br />

-¿quién necesita zapatos, azteca boy?<br />

No hay tiempo para los juegos florales<br />

y aquellos sueños de rimbausitos<br />

a los veinte años<br />

y mujeres que han dicho hasta el nombre.<br />

Los poetas ya no van a París.<br />

Andan en el sur<br />

donde la guerra continúa.<br />

Andan en el norte<br />

donde ha empezado la peste.<br />

para José Peguero<br />

Poetas de una generación 1950-1959. 1988<br />

Blanca Luz Pulido<br />

291


BLANCA LUZ PULIDO<br />

NOCHE<br />

LA NOCHE inmemorial, pródiga noche<br />

de los pactos oscuros, innombrables,<br />

de las siniestras, ocultas voluntades<br />

que a la mención del día empalidecen;<br />

la noche feraz, la noche cómplice<br />

que despliega su sombra como un manto<br />

sigiloso y ambiguo, torva noche<br />

agazapada en las márgenes del día<br />

anticipando su reino silencioso:<br />

pero la noche débil, turbia espera,<br />

aire que corre en el país de nadie,<br />

tierra del eco, junta de fantasmas:<br />

cántaro negro que en la luz se rompe.<br />

ES EL tiempo sin <strong>voz</strong> que en sí florece,<br />

un silencio de muros vegetales,<br />

una sed que en su incendio se consume;<br />

es la sangre precisa y concentrada<br />

de la llama voraz de la granada.<br />

Del libro Raíz de Sombras.<br />

PAISAJE<br />

ACARICIANDO lenta su reposo,<br />

la mirada se abre en el paisaje<br />

creado por la suma de los tonosque<br />

se miran y no se reconocen.<br />

Recoge el espesor de cada nube<br />

292


y la frágil sombra<br />

levemente instalada por su paso.<br />

Serena y suspendida,<br />

la luz va convocando lo que toca.<br />

Las piedras incontadas<br />

los árboles sin dueño<br />

la tierra desnuda y sin noticia<br />

de su nombre y los días<br />

que recorren el paisaje<br />

infinito, invisible, imaginario.<br />

Inhabitado y sin <strong>voz</strong><br />

desaparece cuando se lo olvida<br />

y todos sus tonos se entregan a la noche.<br />

Del libro Raíz de Sombras.<br />

PRESAGIO<br />

NADA en el mundo te alcanza todavía:<br />

son tus labios de sombra,<br />

y tu <strong>voz</strong> un fantasma.<br />

Has surgido a la luz para mis ojos,<br />

y te aumenta mi sangre,<br />

y te encumbran mis venas.<br />

Ya sin saberlo te acercas a tu forma,<br />

y encenderás la llama<br />

en la incesante noche que te espera.<br />

Y sin saberlo escribirás tu nombre,<br />

tu no nacido nombre, entre mis labios.<br />

Del libro Raíz de Sombras.<br />

293


JOSE MARIA ESPINASA<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Son de cartón, 1979; Cronologías, 1980; Aprendizaje, 1981;<br />

Triga (colectivo), 1982; Cuerpos, 1988.<br />

JOSE MARIA ESPINASA<br />

DIBUJO DE UNA CARICIA<br />

RASPA CON las uñas la pared,<br />

araña en el aire una ausencia.<br />

En los dedos quedan huellas<br />

de ese gesto inútil en el muro,<br />

cicatrices en la piel son testimonio<br />

de una ausencia más cruel<br />

y de un silencio que se vuelve distancia.<br />

El hueso y la sangre enamoran<br />

y la carne -oscura alcahueta-<br />

nos va dejando sin su ausencia.<br />

Huella de huellas sigilosas:<br />

se mueve mi cuerpo por el cauce<br />

que al moverse su cuerpo me regala,<br />

me rehúye sin saberlo y me enamora<br />

y en su silencio se rompe mi silencio.<br />

Me enamoro<br />

de su cuerpo y sus ojos y su pelo,<br />

busco en el muro dibujar su mano<br />

y que con un soplo acuda a mi llamado.<br />

Piélago, 1990<br />

Francisco Segovia (1958)<br />

294


BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Dos extremos, 1978; Alquimia de la luz, 1979; El error, 1981.<br />

SE ME HACE<br />

SE ME HACE un gentío la garganta<br />

y en las venas se me embalsama un ruido<br />

(el llanto y su mortaja de gangrena<br />

disecando, mortificando sangre<br />

No me quiebra la tristeza<br />

Es su ruido el que me quiebra<br />

el que me abre por la fuerza los dos puños<br />

Es su ruido el que me asienta<br />

(en el sólido tumulto de mi carne)<br />

sobre esta silla del mal endurecido<br />

(Sentado<br />

sobre la silla viva<br />

a punto de implorar de miedo<br />

y tremendamente culpable)<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

HOY TENGO...<br />

HOY TENGO una vena en cada brazo<br />

una vena de sangre fuerte<br />

de vicio intestino<br />

y me circula en cada brazo<br />

este ardor de ganas<br />

este límite<br />

Hoy tengo bien hallado el tope<br />

la lámina atroz del insensible<br />

295


el cristal<br />

en el que me rebasa el mundo<br />

el espacio sólido<br />

esta prisión de tiempo<br />

Y me vuelve a arder por dentro la potencia<br />

y me quedo truncándome en los brazos<br />

como si se me quedara<br />

en las venas<br />

la sangre abierta:<br />

sumando que en la esperanza toda<br />

no alcanza a ver la suma<br />

Hoy no puedo con mis brazos<br />

No puedo con el sobresalto de mi cuerpo<br />

Hoy no encuentro mis dedos en las manos<br />

ni sé decir: mi estómago es mi tierra...<br />

Está tan harto de mí el planeta<br />

y en él<br />

tan de mala gana crece todo...<br />

Tanto me delata el sostén del mundo<br />

y tanto me mueve la voluntad de la materia...<br />

Hoy estoy fundido al odio de las cosas<br />

y me posee tan de frente su rencor...<br />

Hoy no puedo de perfil...:<br />

Desde el mundo<br />

Todo me ha gritado<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

TU ERES...<br />

296


TU ERES mi verga<br />

el cobre ardiente la efigie en llamas<br />

ensoberbecida y ebria<br />

todo aquello que de mí se levanta<br />

Eres tú el golpe de la sangre<br />

el tajo de la carne el sesgo<br />

el andar apilado<br />

ciego<br />

apretado<br />

rompiendo...<br />

Tú eres la rompiente<br />

la marejada verde y sus vegetales<br />

Penétrame tú<br />

que sepa yo lo que me guardas<br />

al fondo de mí mismo<br />

lo que me tienes desde siempre reservado<br />

Préñame tú de nuestras carnes<br />

y que sepa yo de ti mujer<br />

con la torpeza ciega de mi músculo.<br />

La sirena en el espejo, 1990<br />

EL SANTO<br />

Metidos como estamos en el mismísimo,<br />

oscuro, pero art nouvveau<br />

callejón de los madrazos,<br />

con la capa raída<br />

y las botas puestas,<br />

César Benitez (1958)<br />

297


con la máscara secándose<br />

en la luna al revés<br />

y los malditos:<br />

calvos,<br />

hirsutos,<br />

imbéciles y<br />

otras reticencias,<br />

se pudre como el lodo<br />

tu cuerpo, obeso ya,<br />

en el muro íntimo<br />

de nuestros fetiches.<br />

Yo te hacía aún<br />

"persiguiendo a los malvados"<br />

cachondeándote a la muchacha<br />

en turno, con esa torpeza connatural<br />

a nosotros: los héroes.<br />

Yo te hacía venteando<br />

los enseres de otra hazaña<br />

que pidiera paz al uni<strong>verso</strong><br />

inexistente, en el que ubicas<br />

las frustaciones de una vida<br />

que no da para más,<br />

porque se ha agotado,<br />

porque se ha perdido,<br />

porque ya sin por qués<br />

y sin identidad ni nada,<br />

pues vale gorro no hacerse<br />

298


una ilusión para el pasado<br />

que nos aguardara<br />

sentados en la butaca,<br />

donde la matiné<br />

es el campo de batalla,<br />

el coliseo romántico<br />

de nuestra infancia.<br />

Es más,<br />

yo te hacía trasegando<br />

la noche con golpes duros<br />

y salados<br />

(la mar encinta pariendo<br />

entre borbotones de sangre),<br />

en un auto que no es tuyo,<br />

en casa sin puertas ni ventanas,<br />

en un castillo con almenas de cartón,<br />

en una cueva sembrada de oscuridades<br />

donde sólo florece tu miedo, tan nuestro,<br />

en una carretera que lleva a ningún lado<br />

(terminal de enmascarados y poetas)<br />

en un interminable puente<br />

hacia el abismo de la aurora<br />

pero no...<br />

el ring está vacío<br />

y la buenas butacas desiertas,<br />

ni siquiera el eco,<br />

el murmullo<br />

299


que se queda a dormir<br />

entre las sábanas quietas<br />

de la ausencia te reconoce<br />

¡SANTO¡, ¡SANTO¡, ¡SANTO¡<br />

...sólo el silencio incesante<br />

como una sombra,<br />

como tu sombra,<br />

busca un rostro envejecido<br />

en el mismo espejo<br />

en que miraste un día<br />

tu arribo triunfante<br />

¡oh gladiador terrible y lacerado¡<br />

¡oh tritón de barrio bajo¡<br />

oh encordado sudoroso donde<br />

la muerte invicta te recoje¡<br />

y no halla más cosa que una<br />

máscara enjuta y apagada<br />

y sólo eso,<br />

solamente eso.<br />

Una ciudad sin "Santo" que la acoja,<br />

un muladar de meretrices ahogadas<br />

en la tristeza de su vientre corroído<br />

por el desahucio de las horas de plástico<br />

y la entraña,<br />

y la entraña ácida de sus calles<br />

donde el humo y la basura nos dan<br />

los buenos días destos malos días<br />

300


de no vivir con alas<br />

¡oh mariposas¡<br />

mendigas malolientes,<br />

vampiras locas sin más sangre<br />

que esta colmena de oscuridades,<br />

miel nocturna en tres caídas<br />

sin límite de tiempo,<br />

esperando el camión<br />

mientras lees a Nervo o a Martí<br />

y la oquedad<br />

(hoja verde que a su cuerpo de árbol<br />

pone un beso y la mano ahí... ay loba).<br />

Dónde pues el encordado de los años te somete<br />

tú: fazargentino sexagenario,<br />

"Hércules" de a tostón<br />

y va de nuevo:<br />

Dónde tus patadas voladoras,<br />

tus tijeras al aire, tus llaves ensayadas,<br />

de engañoso ropaje, pues ya qué)<br />

el caballo de hierro: (Troya de la Arena México)<br />

la rana, la estrella, la quebradora, la muerte<br />

¡loootería¡<br />

y va de nuevo:<br />

Dónde tu capa se atora, flamígero,<br />

tus botas desgastadas, tus pantalones de lentejuelas,<br />

tu escafandra de plata y tu reloj, chingao,<br />

largo alcance, pantalla integrada, alarma y despertador,<br />

301


pura tecnología mexicana de los sueños,<br />

y entonces:<br />

Dónde el roce suave de los labios<br />

de cristal bajo cabellera de oro,<br />

el cuerpo erguido entre los senos<br />

de la doncella exacta porque<br />

a la hora de la hora pues<br />

amén,<br />

las manos desde allá hasta lontananza,<br />

acariciando el tul brillosos de sus<br />

anchuras, angosturas, recodos y volúmenes<br />

en el deshielo de la historia,<br />

en el eclipse de la escena y la palabra<br />

FIN<br />

yaa<br />

ni que lubricaras el agua de limón,<br />

ni que no fueras un obsceno<br />

con esa vestimenta de marqués<br />

sádico y voyerista,<br />

como si no fuera tu capa<br />

el colchón, la sábana y la estopa<br />

de tus orgías reprimidas,<br />

macho cabrío, Apolo abuelo,<br />

ni que el "blue demon"<br />

te atrinchilara bajo el ring.<br />

Todo eso qué se hizo,<br />

es decir, tu disfraz o segunda piel,<br />

302


y tus historias,<br />

los otros atlantes en calzoncillos:<br />

el Cavernario, el Tarzán,<br />

La Tonina, el Solitario,<br />

el Rayo de Jalisco, el rudo,<br />

el técnico, el chango, el patán,<br />

que se hizo todo eso,<br />

ceniza, moho, polvo,<br />

vive nada más en el celuloide<br />

que se deshace entre las manos<br />

del cácaro dormido: órale, órale,<br />

pura madre tu muerte, pues qué.<br />

Esa es tu historia,<br />

la misma que sobre otros te contaron,<br />

la que otros contarán sobre nosotros,<br />

y diariamente,<br />

frente al espejo,<br />

ceñimos sobre nuestro rostro inexistente<br />

la misma máscara,<br />

y salimos a liarnos con media humanidad<br />

por el pan duro y los frijoles.<br />

No sabes, mi buen santo,<br />

cuántas veces hemos desatado del ropero<br />

la capa y las botas de segunda mano,<br />

y en la oscuridad del cuarto<br />

luchamos también contra nosotros mismos,<br />

y salimos volando deste cuadrilátero de las horas.<br />

303


Cuántas noches como ésta<br />

hemos salido tras la aventura<br />

que no va a ser filmada nunca,<br />

para arrebatarle una esperanza incauta<br />

a las esquinas<br />

y regresamos,<br />

ahítos,<br />

al mismo espacio encadenados,<br />

para llorar nuestra obesidad,<br />

y nuestro olvido<br />

y a desliar de nuevo<br />

las agujetas y los cordones<br />

de la infinita historia<br />

que nos sorprende<br />

como a ti:<br />

con la máscara<br />

puesta en otra muerte<br />

Bibliografía poética:<br />

Poetas de una generación 1950-1959 (antología), 1988<br />

Fuera del calabozo (colectivo), 1983; Tres de nosotros (colectivo), 1985.<br />

BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />

Sergio Cordero (1961)<br />

Testimonio del día, 1983; Vivir al margen, 1987.<br />

DESEO DE RAICES<br />

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo<br />

RUBEN DARIO<br />

ESTA MAÑANA algo se detuvo<br />

304


y muy a pesar mío<br />

espero en un sillón,<br />

deseoso de raíces.<br />

Quiero sentirme árbol<br />

no para dormir<br />

ni para morir menos<br />

-bastaría con echar a la basura<br />

mi endeble filosofía de la vida-;<br />

simplemente<br />

me duele la cabeza.<br />

A los árboles nunca<br />

les duele la cabeza,<br />

nada saben<br />

de mis antesalas<br />

en sillones cafés imitación cuero<br />

mientras contemplo la miseria azul<br />

de mis zapatos tenis.<br />

Algún día<br />

-sin embargo-<br />

consumiré el pasillo.<br />

Más vale no correr sobre su banda<br />

sin fin. (Por un tropiezo,<br />

el que tenía bajarse de la cama<br />

saltó del piso diecinueve.)<br />

Dejará de dolerme la cabeza<br />

y volveré a sentir calor o frío<br />

pero emociones no.<br />

305


Terminará esta envidia de raíces<br />

donde el árbol espera para darse<br />

y yo para pedir.<br />

Vivir al margen, 1987<br />

BITACORA DEL REGRESO<br />

¿no es el acto que apresa la ironía<br />

obstinado creador de mis recuerdos?<br />

1<br />

¿dónde están las paredes que viví?<br />

remuevo el barro fresco<br />

de las casas antiguas<br />

y descubro<br />

los rasgos de mi padre<br />

2<br />

porque hay días que no puedo perder<br />

en esta ciudad ciega<br />

yo la amo<br />

aquí la luz se da como los frutos<br />

es un sitio cuidado desde el simple poder<br />

de una mirada<br />

mordiéndose los labios<br />

3<br />

pon las manos en la noche más alta de tu pecho<br />

asómate al abismo<br />

la pregunta<br />

confiesa tu rencor por esta tierra<br />

deseas que vaya al sitio donde el sol<br />

306


ha secado mis pasos<br />

y por eso al tocarte<br />

me acaricio<br />

Vivir al margen, 1987<br />

LA BICICLETA<br />

A Minerva Villarreal<br />

LA BICICLETA<br />

lanza su sombra al pavimento<br />

-interminable cinta-<br />

como sólo ella sabe.<br />

La sombra crece, se estira allá, muy lejos,<br />

y alcanza la otra orilla;<br />

luego viene y me cuenta<br />

o, si no,<br />

desaparece, se pierde en un suspiro<br />

y otra surge despacio<br />

para cubrir la ausencia<br />

de la sombra que somos mi bicicleta y yo.<br />

Continúo pedaleando,<br />

ruedo vertiginoso,<br />

me trago el pavimento de esta noche;<br />

luego miro el reloj: la una quince.<br />

Me hundo lentamente por el paso<br />

a desnivel, desaparezco apenas,<br />

pero vuelvo a surgir del lado opuesto<br />

como si así espantara a una parvada<br />

de pájaros chillones<br />

307


y el mar, atrás, me fuera persiguiendo.<br />

Finalmente, cansado, adolorido,<br />

me detengo a las puertas de la casa.<br />

Dejo la bicicleta en la cochera;<br />

reclino sus manubrios pensativos<br />

-el niquelado brillo de su acero-<br />

y mi propio cansancio<br />

de cara a la pared.<br />

Vivir al margen, 1987<br />

308

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