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An ntolo ogía<br />
Dr.<br />
de Poeta P as MMexiccanoos<br />
Mar rx Ar rriagga<br />
NNavarrro<br />
1
1. José Juan Tablada(1871-1945)<br />
2. Enrique González Martínez (1871-<br />
1952)<br />
3. Porfirio Barba-Jacob (1883-1942)<br />
4. Ramón López Velarde (1888-1921)<br />
5. Alfonso Reyes (1889-1959)<br />
6. Carlos Pellicer (1897-1977)<br />
7. Manuel Maples Arce (1898-1980)<br />
8. Renato Leduc (1898-1986)<br />
9. Bernardo Ortiz de Montellano (1899-<br />
1948)<br />
10. Elías Nandino (1900)<br />
11. José Gorostiza (1901-1973)<br />
12. Xavier Villaurrutia (1903-1950)<br />
13. Salvador Novo (1904-1975)<br />
14. Jorge Cuesta Porte-Petit (1903-1942)<br />
15. Gilberto Owen (1905-1972)<br />
16. Octavio Paz (1914-1998)<br />
17. Efraín Huerta (1914-1982)<br />
18. Alí Chumacero (1918)<br />
19. Rubén Bonifaz Nuño (1923)<br />
20. Rosario Castellanos (1925-1974)<br />
21. Jaime Sabines (1926)<br />
22. Juan Bañuelos (1930)<br />
23. Gabriel Zaid (1934)<br />
Índice de Autores<br />
24. José Emilio Pacheco (1939)<br />
25. Francisco Hernández (1946)<br />
26. Antonio Deltoro (1947)<br />
27. Ricardo Yáñez (1948)<br />
28. David Huerta (1949)<br />
29. Marco Antonio Campos (1949)<br />
30. Efraín Bartolomé (1950)<br />
31. Eduardo Hurtado (1950)<br />
32. Raúl Aceves (1951)<br />
33. Coral Bracho (1951)<br />
34. Alberto Blanco (1951)<br />
35. Eduardo Langagne (1952)<br />
36. Raul Caballero (1952)<br />
37. Vicente Quirarte (1954)<br />
38. Carmen Boullosa (1954)<br />
39. Víctor Manuel Mendiola (1954)<br />
40. Ricardo Castillo (1954)<br />
41. Rafael Vargas (1954)<br />
42. Rubén Medina (1954)<br />
43. Blanca Luz Pulido (1956)<br />
44. José María Espinasa (1957)<br />
45. Francisco Segovia (1958)<br />
46. César Benítez (1958)<br />
47. Sergio Cordero (1961)<br />
2
Juan José Tablada ( 1871-1945)<br />
SONETO WATTEAU<br />
Manón, la erbúrnea frente,<br />
la de cabello empolvado<br />
y vestidura crujiente,<br />
¡tus ojos me han cautivado!<br />
Eco de mi amor ardiente,<br />
el clavicordio ha cantado<br />
la serenata doliente<br />
y el rondel enamorado...<br />
¡Ven! el amor que aletea<br />
lanza su flecha dorada<br />
y en el mar que azul ondea,<br />
surge ya la empavesada<br />
galera flordelisada<br />
¡que conduce a la Citerea!<br />
JAPÓN<br />
El florilegio, 1898<br />
¡Áureo espejismo, sueño de opio,<br />
fuente de todos mis ideales!<br />
¡Jardín que un raro kaleidoscopio<br />
borda en mi mente con sus cristales!<br />
Tus teogonías me han exaltado<br />
y amo ferviente tus glorias todas;<br />
¡yo soy el siervo de tu Mikado!<br />
¡Yo soy el bonzo de tos pagodas!<br />
Por ti mi dicha renace ahora<br />
y en mi alma escéptica se derrama<br />
como los rayos de un sol de aurora<br />
sobre la nieve del Fusiyama.<br />
Tú eres el opio que narcotiza,<br />
y al ver que aduermes todas mis penas<br />
mi sangre --roja sacerdotisa--<br />
tus alabanzas canta en mis venas.<br />
¡Canta! En sus cauces corre y se estrella<br />
mi tumultuosa sangre de Oriente,<br />
3
y ése es el canto de tu epopeya,<br />
mágico Imperio del Sol Naciente.<br />
En tu arte mágico --raro edificio--<br />
viven los monstruos, surgen las flores,<br />
es el poema del Artificio<br />
en la Obertura de los colores.<br />
¡Rían los blancos con risa vana!<br />
Que al fin contemplas indiferente<br />
desde los cielos de tu Nirvana<br />
a las Naciones de Occidente.<br />
Distingue mi alma cuando en ti sueña<br />
--cuando sombrío y aterrador--<br />
la inmóvil sombra de la cigüeña<br />
sobre un sepulcro de emperador.<br />
Templos grandiosos y seculares<br />
y en su pesado silencio ignoto,<br />
Budhas que duermen en los altares<br />
entre las áureas flores de loto.<br />
De tus princesas y tus señores<br />
pasa el cortejo dorado y rico,<br />
y en ese canto de mil colores<br />
es una estrofa cada abanico.<br />
Se van abriendo si reverbera<br />
el sol y lanza sus tibias olas<br />
los parasoles, cual Primavera<br />
de crisantemas y de amapolas.<br />
Amo tus ríos y tus lagunas,<br />
tus ciervos blancos y tus faisanes<br />
y el ampo triste con que tus lunas<br />
bañan la cumbre de tus volcanes.<br />
Amo tu extraña mitología,<br />
los raros monstruos, las claras flores<br />
que hay en tus biombos de seda umbría<br />
y en el esmalte de tus tibores.<br />
¡Japón! Tus ritos me han exaltado<br />
y amo ferviente tus glorias todas;<br />
¡yo soy el ciervo de tu Mikado!<br />
¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!<br />
4
Y así quisiera mi ser que te ama,<br />
mi loco espíritu que te adora,<br />
ser ese astro de viva llama<br />
que tierno besa y ardiente dora<br />
¡la blanca nieve del Fusiyama!<br />
ÓNIX<br />
El florilegio, 1898<br />
Torvo fraile del templo solitario<br />
que al fulgor de nocturno lampadario<br />
o a la pálida luz de las auroras<br />
desgranas de tus culpas el rosario...<br />
--¡Yo quisiera llorar como tu lloras!<br />
Porque la fe en mi pecho solitario<br />
se extinguió como el turbio lampadario<br />
entre la luz roja de las auroras,<br />
y mi vida es un fúnebre rosario<br />
más triste que las lágrimas que lloras.<br />
Casto amador de pálida hermosura<br />
o torpe amante de sensual impura<br />
que vas --novio feliz o amante ciego--<br />
llena el alma de amor o de amargura...<br />
--¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!<br />
Porque no me seduce la hermosura,<br />
ni el casto amor, ni la pasión impura;<br />
porque en mi corazón dormido y ciego,<br />
ha caído un gran soplo de amargura,<br />
que también pudo ser lluvia de fuego.<br />
¡Oh Guerrero de lírica memoria<br />
que, al asir el laurel de la victoria,<br />
caíste herido con el pecho abierto<br />
para vivir la vida de la Gloria!<br />
--¡Yo quisiera morir como tú has muerto!<br />
Porque al templo sin luz de mi memoria,<br />
sus escudos triunfales la victoria<br />
no ha llegado a colgar, porque no ha abierto<br />
el relámpago de oro de la Gloria<br />
mi corazón obscurecido y muerto.<br />
Fraile, amante, guerrero, yo quisiera<br />
saber qué obscuro advenimiento espera<br />
el amor infinito de mi alma,<br />
5
si de mi vida en la tediosa calma<br />
no hay un Dios, ni un amor, ni una bandera.<br />
EL SAÚZ<br />
Tierno saúz<br />
casi oro, casi ámbar,<br />
casi luz...<br />
LOS GANSOS<br />
Por nada los gansos<br />
tocan alarma<br />
en sus trompetas de barro.<br />
EL PAVO REAL<br />
Pavorreal, largo fulgor,<br />
por el gallinero demócrata<br />
pasas como procesión...<br />
LA TORTUGA<br />
El florilegio, 1898<br />
Aunque jamás se muda,<br />
a tumbos, como carro de mudanzas,<br />
va por la senda la tortuga.<br />
HOJAS SECAS<br />
El jardín está lleno de hojas secas;<br />
nunca vi tantas hojas en sus árboles<br />
verdes, en primavera.<br />
LOS SAPOS<br />
Trozos de barro,<br />
por la senda en penumbra<br />
saltan los sapos.<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
6
EL MURCIÉLAGO<br />
¿Los vuelos de la golondrina<br />
ensaya en la sombra el murciélago<br />
para luego volar de día...?<br />
MARIPOSA NOCTURNA<br />
Devuelve a la desnuda rama,<br />
nocturna mariposa,<br />
las hojas secas de tus alas.<br />
LUCIÉRNAGAS<br />
Luciérnagas en un árbol...<br />
¿Navidad en verano?<br />
EL RUISEÑOR<br />
Bajo el celeste pavor<br />
delira por la única estrella<br />
el cántico del ruiseñor.<br />
LA LUNA<br />
Es mar la noche negra;<br />
la nube es una concha;<br />
la luna es una perla...<br />
LI-PO<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
Un día... Poemas sintéticos, 1919<br />
7
Li-po y otros o poemas s, 1920<br />
HONGO O<br />
Parece la a sombrilla<br />
este hong go policromo o<br />
de un sap po japonista<br />
LA GUA ACHARACA A<br />
El jarro de e flores, 192 22<br />
¿Asierran n un bambú en el gradua al?<br />
¿Canta la a guacharaca a?<br />
Rac... Ra ac... Rac...<br />
15
LIBÉLULA<br />
El jarro de flores, 1922<br />
Porfía la libélula<br />
por emprender su cruz transparente<br />
en la rama desnuda y trémula...<br />
EN LILIPUT<br />
Hormigas sobre un<br />
grillo, inerte. Recuerdo<br />
de Guliver en Liliput...<br />
VUELOS<br />
Juntos, en la tarde tranquila<br />
vuelan notas de Ángelus,<br />
murciélagos y golondrinas.<br />
EL BURRITO<br />
Mientras lo cargan<br />
sueña de burrito amosquilado<br />
en paraísos de esmeralda...<br />
UN MONO<br />
El pequeño mono me mira...<br />
¡Quisiera decirme<br />
algo que se le olvida!<br />
PANORAMA<br />
El jarro de flores, 1922<br />
El jarro de flores, 1922<br />
El jarro de flores, 1922<br />
El jarro de flores, 1922<br />
El jarro de flores, 1922<br />
Bajo de mi ventana, la luna en los tejados<br />
y las sombras chinescas<br />
y la música china de los gatos.<br />
TONINAS<br />
El jarro de flores, 1922<br />
16
Entre las ondas azules y blancas<br />
rueda la natación de las toninas<br />
arabescos de olas y de anclas.<br />
PECES VOLADORES<br />
El jarro de flores, 1922<br />
Al golpe del oro solar<br />
estalla en astillas el vidrio del mar.<br />
12 P.M.<br />
Parece roer el reló<br />
la medianoche y ser su eco<br />
el minutero del ratón...<br />
PALMA REAL<br />
El jarro de flores, 1922<br />
El jarro de flores, 1922<br />
Erigió una columna<br />
la palma arquitectónica y sus hojas<br />
proyectan ya la cúpula.<br />
SANDÍA<br />
¡Del verano, roja y fría<br />
carcajada,<br />
rebanada<br />
de sandía!<br />
LA CARTA<br />
Busco en vano en la carta<br />
de adiós irremediable,<br />
la huella de una lágrima...<br />
IDENTIDAD<br />
Lágrimas que vertía<br />
la prostituta negra,<br />
blancas..., ¡como las mías...!<br />
El jarro de flores, 1922<br />
El jarro de flores, 1922<br />
El jarro de flores, 1922<br />
17
LAS PROSTITUTAS...<br />
Las prostitutas<br />
Ángeles de la Guarda<br />
de las tímidas vírgenes;<br />
ellas detienen la embestida<br />
de los demonios y sobre el burdel<br />
se levantan las casas de cristal<br />
donde sueñan las niñas...<br />
EL GALLO HABANERO<br />
En el matinal gallinero<br />
con el rendimiento caballero,<br />
en torno a su hembra enreda<br />
el arabesco de su rueda<br />
sin cesar el gallo habanero;<br />
cual blanco albornoz el plumón<br />
envuelve su fiero ademán;<br />
¡por su cresta-fez bermellón<br />
y el alfanje de su espolón,<br />
el gallo es un breve sultán!<br />
Junto a la gallina coqueta,<br />
de pronto su blanca silueta<br />
fija en soberbia rigidez,<br />
como el gallo de la veleta<br />
o el caballo del ajedrez...<br />
Echando atrás el cuello empina;<br />
¡y en enfático frenesí,<br />
rasga la matinal neblina,<br />
sobre el jardín que se ilumina<br />
con su agudo kikirikí!<br />
La feria, 1928<br />
El jarro de flores, 1922<br />
Intersecciones, 1924<br />
Enrique González Martínez (1871-1952)<br />
IRÁS SOBRE LA VIDA DE LAS COSAS...<br />
Irás sobre la vida de las cosas<br />
con noble lentitud; que todo lleve<br />
a tu sensorio luz: blancor de nieve,<br />
azul de linfas o rubor de rosas.<br />
18
Que todo deje en ti como una huella<br />
misteriosa grabada intensamente<br />
lo mismo el soliloquio de la fuente<br />
que el flébil parpadeo de la estrella.<br />
Que asciendas a las cumbres solitarias<br />
y allí, como arpa eólica, te azoten<br />
los borrascosos vientos, y que broten<br />
de tus cuerdas rugidos y plegarias.<br />
Que esquives lo que ofusca y lo que asombra<br />
al humano redil que abajo queda,<br />
y que afines tu alma hasta que pueda<br />
escuchar el silencio y ver la sombra.<br />
Que te ames en ti mismo, de tal modo<br />
compendiando tu ser cielo y abismo,<br />
que sin desviar los ojos de ti mismo<br />
puedan tus ojos contemplarlo todo.<br />
Y que llegues, por fin, a la escondida<br />
playa con tu minúsculo uni<strong>verso</strong>,<br />
y que logres oír tu propio <strong>verso</strong><br />
en que palpita el alma de la vida.<br />
Silenter, 1909<br />
A VECES UNA HOJA DESPRENDIDA...<br />
A veces, una hoja desprendida<br />
de lo alto de los árboles, un lloro<br />
de las linfas que pasan, un sonoro<br />
trino de ruiseñor, turban mi vida.<br />
Vuelven a mí medrosos y lejanos<br />
suaves deliquios, éxtasis supremos;<br />
aquella estrella y yo nos conocemos,<br />
ese árbol, esa flor son mis hermanos.<br />
En el abismo del dolor penetra<br />
mi espíritu, bucea, va hasta el fondo,<br />
y es como un libro misterioso y hondo<br />
en que puedo leer letra por letra.<br />
Un ambiente sutil un aura triste<br />
hacen correr mi silencioso llanto,<br />
y soy como una nota de ese canto<br />
doloroso de todo lo que existe.<br />
19
Me cercan en bandada los delirios...<br />
(¿Es alucinación..., locura acaso?)<br />
Me saludan las nubes a su paso<br />
y me besan las almas de los lirios.<br />
¡Divina comunión!... Por un instante<br />
son mis sentidos de agudeza rara...<br />
Ya sé lo que murmuras, fuente clara;<br />
ya sé lo que me dices, brisa errante.<br />
De todo me liberto y me desligo<br />
a vivir nueva vida, de tal modo,<br />
que yo no sé si me difundo en todo<br />
o todo me penetra y va conmigo.<br />
Mas todo huye de mí y el alma vuela<br />
con torpes alas por un aura fría,<br />
en una inconsolable lejanía,<br />
por una soledad que espanta y hiela.<br />
Por eso en mis ahogos de tristeza,<br />
mientras duermen en calma mis sentidos,<br />
tendiendo a tus palabras mis oídos<br />
tiemblo a cada rumor, naturaleza;<br />
y a veces una hoja desprendida<br />
de lo alto de los árboles, un lloro<br />
de las linfas que pasan, un sonoro<br />
trino de ruiseñor, turban mi vida.<br />
Silenter, 1909<br />
CUANDO SEPAS HALLAR UNA SONRISA...<br />
A Ricardo Arenales<br />
Cuando sepas hallar una sonrisa<br />
en la gota sutil que se rezuma<br />
de las porosas piedras, en la bruma,<br />
en el sol, en el ave y en la brisa;<br />
cuando nada a tus ojos quede inerte,<br />
ni informe, ni incoloro, ni lejano,<br />
y penetres la vida y el arcano<br />
del silencio, las sombras y la muerte;<br />
cuando tiendas la vista a los di<strong>verso</strong>s<br />
rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio<br />
20
sea como potente microscopio<br />
que va hallando invisibles uni<strong>verso</strong>s,<br />
entonces en las flamas de la hoguera<br />
de un amor infinito y sobrehumano,<br />
como el santo de Asís, dirás hermano<br />
al árbol, al celaje y a la fiera.<br />
Sentirás en la inmensa muchedumbre<br />
de seres y cosas tu ser mismo;<br />
serás todo pavor con el abismo<br />
y serás todo orgullo con la cumbre.<br />
Sacudirá tu amor el polvo infecto<br />
que macula el blancor de la azucena,<br />
bendecirás las imágenes de arena<br />
y adorarás el vuelo del insecto;<br />
y besarás el garfio del espino<br />
y el sedeño ropaje de las dalias...<br />
Y quitarás piadoso tus sandalias<br />
por no herir las piedras del camino.<br />
Los senderos ocultos, 1911<br />
TUÉRCELE EL CUELLO AL CISNE<br />
Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje<br />
que da su nota blanca al azul de la fuente;<br />
él pasea su gracia no más, pero no siente<br />
el alma de las cosas ni la <strong>voz</strong> del paisaje.<br />
Huye de toda forma y de todo lenguaje<br />
que no vayan acordes con el ritmo latente<br />
de la vida profunda... y adora intensamente<br />
la vida, y que la vida comprenda tu homenaje.<br />
Mira al sapiente búho cómo tiende las alas<br />
desde el Olimpo, deja el regazo de Palas<br />
y posa en aquel árbol el vuelo taciturno...<br />
Él no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta<br />
pupila, que se clava en la sombra, interpreta<br />
el misterioso libro del silencio nocturno<br />
Los senderos ocultos, 1911<br />
MAÑANA LOS POETAS<br />
21
Mañana los poetas cantarán en divino<br />
<strong>verso</strong> que no logramos entornar los de hoy;<br />
nuevas constelaciones darán otro destino<br />
a sus almas inquietas con un nuevo temblor.<br />
Mañana los poetas seguirán su camino<br />
absortos en ignota y extraña floración,<br />
y al oír nuestro canto, con desdén repentino<br />
echarán a los vientos nuestra vieja ilusión.<br />
Y todo será inútil, y todo será en vano;<br />
será el afán de siempre y el idéntico arcano<br />
y la misma tiniebla dentro del corazón.<br />
Y ante la eterna sombra que surge y se retira,<br />
recogerán del polvo la abandonada lira<br />
y cantarán con ella nuestra misma canción.<br />
La muerte del cisne, 1915<br />
MI TRISTEZA ES COMO UN ROSAL FLORIDO<br />
Mi tristeza es como un rosal florido.<br />
Si helado cierzo o ráfaga ardorosa<br />
lo sacuden, el pétalo caído<br />
se trueca en savia y se convierte en rosa...<br />
Mi tristeza es como un rosal florido.<br />
En mi dulce penumbra sin ruido,<br />
la propia vida con mi llanto riego,<br />
y las horas dolientes que he vivido<br />
impregnan de perfumes mi sosiego...<br />
Mi tristeza es como un rosal florido.<br />
Tú que colgaste en mi dolor tu nido,<br />
sabes que a cada mal brota una yema<br />
y revienta un botón a cada olvido.<br />
¡Perenne floración y eterno emblema!...<br />
Mi tristeza es como un rosal florido.<br />
El libro de la fuerza, la bondad y el ensueño, 1917<br />
EL JARDÍN QUE SUEÑA (fragmento)<br />
VIII<br />
PLACIDEZ<br />
Esta noche ha traído un temblor de luceros,<br />
un gris cielo de perla y un octante de luna;<br />
22
la penumbra es de plata, y se envuelven en una<br />
transparencia indecisa los callados senderos.<br />
En el alma se filtra, por ocultos veneros<br />
de recóndita fuente, una calma oportuna,<br />
y apacienta sus cuitas la contraria fortuna<br />
cual si fuera un rebaño de medrosos corderos.<br />
Resignado el espíritu, no formula un reproche<br />
por el mal ni la muerte; la quietud de la noche<br />
los impulsos refrena y las ansias mitiga;<br />
y la vida se acepta, sin saber si la mansa<br />
placidez en que el pecho se adormece y descansa<br />
es virtud y holocausto, o desdén y fatiga.<br />
El libro de la fuerza, la bondad y el ensueño, 1917<br />
CANCIÓN<br />
Canción para los que saben<br />
lo que es llorar...<br />
¿Quién pudiera darte al viento<br />
e irse al viento en el cantar!<br />
Canción como lluvia fina<br />
sobre el mar,<br />
que se disuelve y es nube<br />
que sube y vuelve a llorar...<br />
Canción que en el alma es lluvia,<br />
canción que es llanto en el mar...<br />
¡Quién pudiera darte al viento<br />
e irse al viento en el cantar!<br />
Tres rosas en el ánfora, 1944<br />
EL GOZO ALUCINADO<br />
El color se me adentra y no lo pinto;<br />
la nota musical llega hasta el fondo<br />
de la entraña cordial, y yo la escondo<br />
en el sacro rincón de su recinto.<br />
El árbol es aliento y no verdura,<br />
germinación de vuelo y no ramaje;<br />
el ojo lo desliga del paisaje<br />
y lo clava en el dombo de la altura.<br />
23
Apago soles y deseco ríos,<br />
borro matices y deshago formas,<br />
y en propio barro, quebrantando normas,<br />
modelo mundos para hacerlos míos.<br />
Sobrepasa las cosas la mirada,<br />
el sueño crece, lo real esfuma,<br />
y me embarco en las alas de la bruma<br />
corno en una galera aparejada.<br />
El nuevo Narciso, 1952<br />
CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA<br />
Porfirio Barba Jacob (1883-1942)<br />
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,<br />
como las leves briznas al viento y al azar.<br />
Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonríe.<br />
La vida es clara, undívaga y abierta como un mar.<br />
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,<br />
como en abril el campo, que tiembla de pasión:<br />
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,<br />
el alma está brotando florestas de ilusión.<br />
El hombre es cosa vana, variable y ondeante<br />
Montaigne<br />
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...<br />
-¡niñez en el crepúsculo!, ¡lagunas de zafir!-<br />
que un <strong>verso</strong>, un trino, un monte, un pájaro que cruza,<br />
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.<br />
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,<br />
como la entraña oscura de oscuro pedernal:<br />
la noche nos sorprende con sus profusas lámparas,<br />
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.<br />
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,<br />
que nos depara en vano la carne la mujer:<br />
tras un ceñir de talle y acariciar un seno,<br />
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.<br />
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,<br />
como en las noche lúgubres el llanto del pinar.<br />
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,<br />
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.<br />
24
Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día<br />
en que levamos anclas para jamás volver...<br />
Un día en que discurren vientos ineluctables.<br />
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!<br />
ELEGÍA DE SEPTIEMBRE<br />
Poemas intemporales, 1943<br />
¡Oh sol! ¡O mar! ¡Oh monte! ¡Oh humildes<br />
animalitos de los campos! Pongo a todos por<br />
testigos de esta realidad tremenda: He vivido.<br />
Main<br />
Cordero tranquilo, cordero que paces<br />
tu grama y ajustas tu ser a la eterna armonía:<br />
hundiendo en el lodo las plantas fugaces<br />
huí de mis campos feraces<br />
un día.<br />
Ruiseñor de la selva encantada<br />
que preludias el orto abrileño:<br />
a pesar de la fúnebre muerte y la sombra y la nada,<br />
yo tuve el ensueño.<br />
Sendero que vas del alcor campesino<br />
a perderte en la azul lontananza:<br />
los dioses me han hecho un regalo divino:<br />
la ardiente esperanza.<br />
Espiga que mecen los vientos, espiga<br />
que conjuntas el trigo dorado:<br />
al influjo de los soplos violentos,<br />
en las noches de amor, he temblado.<br />
Montaña que el sol transfigura,<br />
Tabor al febril mediodía,<br />
silente deidad en la noche estelífera y pura:<br />
¡nadie supo en la tierra sombría<br />
mi dolor, mi temor, mi pavura!<br />
Y vosotros, rosal florecido,<br />
lebreles sin amo, luceros, corpúsculos,<br />
escuchadme esta cosa tremenda: ¡HE VIVIDO!<br />
He vivido con alma, con sangre, con nervios, con músculos,<br />
y voy al olvido...<br />
25
SABIDURÍA<br />
Poemas intemporales, 1943<br />
Nada a las fuerzas próvidas demando,<br />
pues mi propia virtud he comprendido.<br />
Me basta oír el perennal ruido<br />
que en la concha marina está sonando.<br />
Y un lecho duro y un ensueño blando;<br />
y ante la luz, en vela mi sentido<br />
para advertir la sombra que al olvido<br />
el ser impulsa y no sabemos cuándo...<br />
Fijar las lonas de mi móvil tienda<br />
junto a los calcinados precipicios<br />
de donde un soplo de misterio ascienda;<br />
y al amparo de númenes propicios,<br />
en dilatada soledad tremenda<br />
bruñir mi obra y cultivar mis vicios.<br />
Poemas intemporales, 1943<br />
LA ESTRELLA DE LA TARDE<br />
Un monte azul, un pájaro viajero,<br />
un roble, una llanura,<br />
un niño, una canción... Y, sin embargo,<br />
nada sabemos hoy, hermano mío.<br />
Bórranse los senderos en la sombra;<br />
el corazón del monte está cerrado;<br />
el perro del pastor trágicamente<br />
aúlla entre las hierbas del vallado.<br />
Apoya tu fatiga en mi fatiga,<br />
que yo mi pena apoyaré en tu pena,<br />
y llora, como yo, por el influjo<br />
de la tarde translúcida y serena.<br />
Nunca sabremos nada...<br />
¿Quién puso en nuestro espíritu anhelante,<br />
vago rumor de mares en zozobra,<br />
emoción desatada,<br />
quimeras vanas, ilusión sin obra?<br />
Hermano mío, en la inquietud constante,<br />
nunca sabremos nada...<br />
26
¿En qué grutas de islas misteriosas<br />
arrullaron los Números tu sueño?<br />
¿Quién me da los carbones irreales<br />
de mi ardiente pasión, y la resina<br />
que efunde en mis poemas su fragancia?<br />
¿Qué <strong>voz</strong> suave, que ansiedad divina<br />
tiene en nuestra ansiedad su resonancia?<br />
Todo inquirir fracasa en el vacío,<br />
cual fracasan los bólidos nocturnos<br />
en el fondo del mar; toda pregunta<br />
vuelve a nosotros trémula y fallida,<br />
como del choque en el cantil fragoso<br />
la flecha por el arco despedida.<br />
Hermano mío, en el impulso errante,<br />
nunca sabremos nada...<br />
Y sin embargo...<br />
¿Qué mística influencia<br />
vierte en nuestros dolores un bálsamo radiante?<br />
¿Quién prende a nuestros hombros<br />
manto real de púrpuras gloriosas,<br />
y quién a nuestras llagas<br />
viene y las unge y las convierte en rosas?<br />
Tú, que sobre las hierbas reposabas<br />
de cara al cielo, dices de repente:<br />
-"La estrella de la tarde está encendida".<br />
Ávidos buscan su fulgor mis ojos<br />
a través de la bruma, y ascendemos<br />
por el hilo de luz...<br />
Un grillo canta<br />
en los repuestos musgos del cercado,<br />
y un incendio de estrellas se levanta<br />
en tu pecho, tranquilo ante la tarde,<br />
y en mi pecho en la tarde sosegado...<br />
Poemas intemporales, 1943<br />
EL CORAZÓN REBOSANTE<br />
El alma traigo ebria de aroma de rosales<br />
y del temblor extraño que dejan los caminos...<br />
27
A la luz de la luna las vacas maternales<br />
dirigen tras mi sombra sus ojos opalinos.<br />
Pasan con sencillez hacia la cumbre,<br />
rumiando simplemente las hierbas del vallado;<br />
o bien bajo los árboles con clara mansedumbre<br />
se aduermen al arrullo del aire sosegado.<br />
Y en la quietud augusta de la noche mirífica,<br />
como sutil caricia de trémulos pinceles,<br />
del cielo florecido la claridad magnífica<br />
fluye sobre la albura de sus lustrosas pieles.<br />
Y yo discurro en paz, y solamente pienso<br />
en la virtud sencilla que mi razón impetra;<br />
hasta que, en elación el ánimo suspenso,<br />
gozo la sencillez que viene y me penetra.<br />
Sencillez de las bestias sin culpa y sin resabio;<br />
sencillez de las aguas que apuran su corriente;<br />
sencillez de los árboles...¡Todo sencillo y sabio,<br />
Señor, y todo justo, y sobrio, y reverente!<br />
Cruzando las campiñas, tiemblo bajo la gracia<br />
de esta bondad augusta que me llena...<br />
¡Oh dulzura de mieles! ¡Oh grito de eficacia!<br />
¡Oh manos que vertisteis en mi espíritu<br />
la sagrada emoción de la noche serena!<br />
Como el varón que sabe la <strong>voz</strong> de las mujeres<br />
en celo, temblorosas cuando al amor incitan,<br />
yo sé la plenitud en que todos los seres<br />
viven de su virtud, y nada solicitan.<br />
Para seguir viviendo la vida que me resta<br />
haced mi voluntad templada, y fuerte y noble,<br />
oh virginales cedros de lírica floresta,<br />
oh próvidas campiñas, oh generoso roble.<br />
Y haced mi corazón fuerte como vosotros<br />
del monte en la frecuencia.<br />
Oh dulces animales que, no sabiendo nada,<br />
bajo la carne sabéis la antigua ciencia<br />
de estar oyendo siempre la soledad sagrada.<br />
Poemas intemporales, 1943<br />
ELEGÍA DE UN AZUL IMPOSIBLE<br />
28
¡Oh sombra vaga, oh sombra de mi primera novia!<br />
Era como el convólvulo -la flor de los crepúsculos-,<br />
y era como las teresitas: azul crepuscular.<br />
nuestro amor semejaba paloma de la aldea,<br />
grato a todos los ojos y a todos familiar.<br />
En aquel pueblo, olían las brisas a azahar.<br />
Aún bañan, como a lampos, mi recuerdo:<br />
su cabellera rubia en el balcón,<br />
su linda hermana Julia,<br />
mi melodía incierta... y un lirio que me dio...<br />
y una noche de lágrimas...<br />
y una noche de estrellas<br />
fulgiendo en esas lágrimas en que moría yo...<br />
Francisco, hermano de ellas, Juan-de-Dios y Ricardo<br />
amaban con mi amor las músicas del río;<br />
las noches blancas, ceñidas de luceros;<br />
las noches negras, negras, ardidas de cocuyos;<br />
el son de las guitarras,<br />
y, entre quimeras blondas, el azahar volando...<br />
Todos teníamos novia<br />
y un lucero en el alba diáfana de las ideas.<br />
La Muerte horrible -¡un tajo silencioso!-<br />
tronchó la espiga en que granaba mi alegría:<br />
¡murió mi madre!...La cabellera rubia de Teresa<br />
me iluminaba el llanto.<br />
Después... la vida... el tiempo... el mundo,<br />
¡y al fin, mi amor desfalleció como un convólvulo!<br />
No ha mucho, una mañana, trajéronme una carta.<br />
¡Era de Juan-de-Dios! Un poco acerba,<br />
ingenua, virilmente resignada;<br />
refería querellas<br />
del pueblo, de mi casa, de un amigo:<br />
"Se casó; ya está viejo y con seis hijos...<br />
La vida es triste y dura; sin embargo,<br />
se va viviendo... Ha muerto mucha gente:<br />
Don David... don Gregorio... Hay un colegio<br />
y hay toda una generación nueva.<br />
Como cuando te fuiste, hace veinte años,<br />
en este pueblo aún huelen las brisas a azahar..."<br />
¡Oh Amor! Tu emblema sea el convólvulo,<br />
la flor de los crepúsculos!<br />
29
Poemas intemporales, 1943<br />
EL PIANO DE GENOVEVA<br />
Ramón López Velarde (1888-1921)<br />
Piano llorón de Genoveva, doliente piano<br />
que en tus teclas resumes de la vida el arcano;<br />
piano llorón, tus teclas son blancas y son negras,<br />
como mis días negros, como mis blancas horas;<br />
piano de Genoveva que en la alta noche lloras,<br />
que hace muchos inviernos crueles que no te alegras:<br />
tu música es historia de poéticos males,<br />
habla de encantamientos y de princesas reales,<br />
de los pequeños novios que por robar los nidos<br />
una tarde nublada se quedaron perdidos<br />
en el bosque; y nos cuenta de la niña agraciada<br />
que recibió regalos de sus once madrinas,<br />
que no invitó a la otra a sus bodas divinas<br />
y que sufrió por ello los enojos del hada.<br />
Me pareces, ¡oh piano!, por tu <strong>voz</strong> lastimera,<br />
una caja de lágrimas, y tu oscura madera<br />
me evoca la visita del primer ataúd<br />
que recibí en mi casa en plena juventud.<br />
Piano de Genoveva, te amo por indiscreto;<br />
de tu alma a todo el mundo revelas el secreto;<br />
cuentas, uno por uno, todos sus desengaños.<br />
Piano llorón, la hermosa más hermosa del valle,<br />
se nos ha vuelto triste porque tiene treinta años<br />
y no hay por todo el pueblo quien ronde por su calle.<br />
Genoveva, regálame tu amor crepuscular:<br />
esos dulces treinta años yo los puedo adorar.<br />
Ruégale tú que al menos, pobre piano llorón,<br />
con sus plantas minúsculas me pise el corazón.<br />
Pluma y lápiz, 1912<br />
ELOGIO A FUENSANTA<br />
Tú no eres en mi huerto la pagana<br />
rosa de los ardores juveniles;<br />
te quise como a una dulce hermana<br />
30
y gozoso dejé mis quince abriles<br />
cual un ramo de flores de pureza<br />
entre tus manos blancas y gentiles.<br />
Humilde te ha rezado mi tristeza<br />
como en los pobres templos parroquiales<br />
el campesino ante la Virgen reza.<br />
Antífona es tu <strong>voz</strong>, y en los corales<br />
de tu mística boca he descubierto<br />
el sabor de los besos maternales.<br />
Tus ojos tristes, de mirar incierto,<br />
recuérdanme dos lámparas prendidas<br />
en la penumbra de un altar desierto.<br />
las palmas de tus manos son ungidas<br />
por mí que provocando tus asombros<br />
las beso en las ingratas despedidas.<br />
Soy débil, y al marchar por entre escombros<br />
me dirige la fuerza de tu planta<br />
y reclino las sienes en tus hombros.<br />
Nardo es tu cuerpo y su virtud es tanta<br />
que en tus brazos beatíficos me duermo<br />
como sobre los senos de una Santa.<br />
¡Quién me otorgara en mi retiro yermo<br />
tener, Fuensanta, la condescendencia<br />
de tus bondades a mi amor enfermo<br />
como plenaria y última indulgencia!<br />
México en el arte, 1949<br />
SER UNA CASTA PEQUEÑEZ<br />
A Alfonso Cravioto<br />
Fuérame dado remontar el río<br />
de los años, y en una reconquista<br />
feliz de mi ignorancia, ser de nuevo<br />
la frente limpia y bárbara del niño...<br />
Volver a ser el arrebol, y el húmedo<br />
pétalo, y la llorosa y pulcra infancia<br />
que deja el baño por secarse al sol...<br />
31
Entonces, con instinto maternal,<br />
me subirías al regazo, para<br />
interrogarme, Amor, si eras querida<br />
hasta el agua inmanente de tu pozo<br />
o hasta el penacho tornadizo y frágil<br />
de tu naranjo en flor.<br />
Yo, sintiéndome bien en la aromática<br />
vecindad de tus hombros y en la limpia<br />
fragancia de tus brazos,<br />
te diría quererte más allá<br />
de las torres gemelas.<br />
Dejarías entonces en la bárbara<br />
novedad de mi frente<br />
el beso inaccesible<br />
a mi experiencia licenciosa y fúnebre.<br />
¿Por qué en la tarde inválida,<br />
cuando los niños pasan por tu reja,<br />
yo no soy una casta pequeñez<br />
en tus manos adictas<br />
y junto a la eficacia de tu boca?<br />
Sangre devota, 1916<br />
MI PRIMA AGUEDA<br />
A Jesús Villalpando<br />
Mi madrina invitaba a mi prima Águeda<br />
a que pasara el día con nosotros,<br />
y mi prima llegaba<br />
con un contradictorio<br />
prestigio de almidón y de temible<br />
luto ceremonioso.<br />
Águeda aparecía, resonante<br />
de almidón, y sus ojos<br />
verdes y sus mejillas rubicundas<br />
me protegían contra el pavoroso<br />
luto...<br />
Yo era rapaz<br />
y conocía la o por lo redondo,<br />
y Águeda que tejía<br />
mansa y perseverante en el sonoro<br />
corredor, me causaba<br />
calosfríos ignotos...<br />
32
(Creo que hasta la debo la costumbre<br />
heroicamente insana de hablar solo.)<br />
A la hora de comer, en la penumbra<br />
quieta del refectorio,<br />
me iba embelesando un quebradizo<br />
sonar intermitente de vajilla<br />
y el timbre caricioso<br />
de la <strong>voz</strong> de mi prima.<br />
Águeda era<br />
(luto, pupilas verdes y mejillas<br />
rubicundas) un cesto policromo<br />
de manzanas y uvas<br />
en el ébano de un armario añoso.<br />
La sangre devota, 1916<br />
ME ESTÁS VEDADA TÚ<br />
¿Imaginas acaso la amargura<br />
que hay en no convivir<br />
los episodios de tu vida pura?<br />
me está vedado conseguir que el viento<br />
y la llovizna sean comedidos<br />
con tu pelo castaño.<br />
Me está vedado oír en los latidos<br />
de tu paciente corazón (sagrario<br />
de dolor y clemencia)<br />
la fórmula escondida<br />
de mi propia existencia.<br />
Me está vedado, cuando te fatigas<br />
y se fatiga hasta tú mismo traje,<br />
tomarte en brazos, como quien levanta<br />
a su propia ilusión incorruptible<br />
hecha fantasma que renuncia al viaje.<br />
Despertarás una mañana gris<br />
y verás, en la luna de tu armario,<br />
desdibujarse un puño<br />
esquelético, y ante el funerario<br />
aviso, gritarás las cinco letras<br />
de mi nombre, con <strong>voz</strong> pávida y floja<br />
¡y yo me hallaré ausente<br />
de tu final congoja!<br />
33
¿Imaginas acaso<br />
mi amargura impotente?<br />
Me estás vedada tú... Soy un fracaso<br />
de confesor y médico que siente<br />
perder a la mejor de sus enfermas<br />
y a su más efusiva penitente.<br />
La sangre devota, 1916<br />
LA MANCHA DE PÚRPURA<br />
Me impongo la costosa penitencia<br />
de no mirarte en días y días, porque mis ojos,<br />
cuando por fin te miren, se aneguen en tu esencia<br />
como si naufragasen en un golfo de púrpura,<br />
de melodía y de vehemencia.<br />
Pasa el lunes, y el martes, y el miércoles... Yo sufro<br />
tu eclipse, ¡oh creatura solar!, mas en mi duelo<br />
el afán de mirarte se dilata<br />
como una profecía; se descorre cual velo<br />
paulatino; se acendra como miel; se aquilata<br />
como la entraña de las piedras finas;<br />
y se aguza como el llavín<br />
de la celda de amor de un monasterio en ruinas.<br />
Tú no sabes la dicha refinada<br />
que hay en huirte, que hay en el furtivo gozo<br />
de adorarte furtivamente, de cortejarte<br />
más allá de la sombra, de bajarse el embozo<br />
una vez por semana, y exponer las pupilas,<br />
en un minuto fraudulento,<br />
a la mancha de púrpura de tu deslumbramiento.<br />
En el bosque de amor, soy cazador furtivo;<br />
te acecho entre dormidos y tupidos follajes,<br />
como se acecha un ave fúlgida; y de estos viajes<br />
por la espesura, traigo a mi aislamiento<br />
el más fúlgido de los plumajes:<br />
el plumaje de púrpura de tu deslumbramiento.<br />
Zozobra, 1919<br />
DÍA 13<br />
Mi corazón retrógrado<br />
ama desde hoy la temerosa fecha<br />
34
en que surgiste con aquel vestido<br />
de luto y aquel rostro de ebriedad.<br />
Día 13 en que el filo de tu rostro<br />
llevaba la embriaguez como un relámpago<br />
y en que tus lúgubres arreos daban<br />
una luz que cegaba al sol de agosto,<br />
así como se nubla el sol ficticio<br />
en las decoraciones<br />
de los Calvarios de los Viernes Santos.<br />
Por enlutada y ebria simulaste,<br />
en la superstición de aquel domingo,<br />
una fúlgida cuenta de abalorio<br />
humedecida en un licor letárgico.<br />
¿En qué embriaguez bogaban tus pupilas<br />
para que así pudiesen<br />
narcotizarlo todo?<br />
Tu tiniebla<br />
guiaba mis latidos, cual guiaba<br />
la columna de fuego al israelita.<br />
Adivinaba mi acucioso espíritu<br />
tus blancas y fulmíneas paradojas:<br />
el centelleo de tus zapatillas,<br />
la llamarada de tu falda lúgubre,<br />
el látigo incisivo de tus cejas<br />
y el negro luminar de tus cabellos.<br />
Desde la fecha de superstición<br />
en que colmaste el vaso de mi júbilo,<br />
mi corazón obscurantista clama<br />
a la buena bondad del mal agüero;<br />
que si mi sal se riega, irán sus granos<br />
trazando en el mantel tus iniciales;<br />
y si estalla mi espejo en un gemido,<br />
fenecerá diminutivamente<br />
como la desinencia de tu nombre.<br />
Superstición, consérvame el radioso<br />
vértigo del minuto perdurable<br />
en que su traje negro devoraba<br />
la luz desprevenida del cenit,<br />
y en que su falda lúgubre era un bólido<br />
por un cielo de hollín sobrecogido...<br />
Zozobra, 1919<br />
35
MI CORAZÓN SE AMERITA...<br />
A Rafael López<br />
Mi corazón leal, se amerita en la sombra.<br />
Yo lo sacara al día, como lengua de fuego<br />
que se saca de un ínfimo purgatorio a la luz;<br />
y al oírlo batir su cárcel, yo me anego<br />
y me hundo en la ternura remordida de un padre<br />
que siente, entre sus brazos, latir un hijo ciego.<br />
Mi corazón leal, se amerita en la sombra.<br />
Placer, amor, dolor... todo le es ultraje<br />
y estimula su cruel carrera logarítmica,<br />
sus ávidas mareas y su eterno oleaje.<br />
Mi corazón leal, se amerita en la sombra.<br />
Es la mitra y la válvula... Yo no me lo arrancaría<br />
para llevarlo en triunfo a conocer el día,<br />
la estola de violetas en los hombros del alba,<br />
el cíngulo morado de los atardeceres,<br />
los astros, y el perímetro jovial de las mujeres.<br />
Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.<br />
Desde una cumbre enhiesta yo lo he de lanzar<br />
como sangriento disco a la hoguera solar.<br />
Así extirparé el cáncer de mi fatiga dura,<br />
seré impasible por el Este y el Oeste,<br />
asistiré con una sonrisa depravada<br />
a las ineptitudes de la inepta cultura,<br />
y habrá en mi corazón la llama que le preste<br />
el incendio sinfónico de la esfera celeste.<br />
Zozobra, 1919<br />
TIERRA MOJADA...<br />
Tierra mojada de las tardes líquidas<br />
en que la lluvia cuchichea<br />
y en que se reblandecen las señoritas, bajo<br />
el redoble del agua en la azotea...<br />
Tierra mojada de las tardes olfativas<br />
en que un afán misántropo remonta las lascivas<br />
soledades del éter, y en ellas se desposa<br />
con la ulterior paloma de Noé;<br />
36
mientras se obstina el tableteo<br />
del rayo, por la nube cenagosa...<br />
Tarde mojada, de hábitos labriegos,<br />
en la cual reconozco estar hecho de barro,<br />
porque en sus llantos veraniegos,<br />
bajo el auspicio de la media luz,<br />
el alma se licúa sobre los clavos<br />
de su cruz...<br />
Tardes en que el teléfono pregunta<br />
por consabidas náyades arteras,<br />
que salen del baño al amor<br />
a volcar en el lecho las fatuas cabelleras<br />
y a balbucir, con alevosía y con ventaja,<br />
húmedos y anhelantes monosílabos,<br />
según que la llovizna acosa las vidrieras...<br />
Tardes como una alcoba submarina<br />
con su lecho y su tina;<br />
tardes en que envejece una doncella<br />
ante el brasero exhausto de su casa,<br />
esperando a un galán que le lleve una brasa;<br />
tarde en que descienden<br />
los ángeles, a arar surcos derechos<br />
en edificantes barbechos;<br />
tardes de rogativa y de cirio pascual;<br />
tardes en que el chubasco<br />
me induce a enardecer a cada una<br />
de las doncellas frígidas con la brasa oportuna;<br />
tardes en que, oxidada<br />
la voluntad, me siento<br />
acólito del alcanfor,<br />
un poco pez espada<br />
y un poco San Isidro Labrador...<br />
Zozobra, 1919<br />
HORMIGAS<br />
A la cálida vida que transcurre canora<br />
con garbo de mujer sin letras ni antifaces,<br />
a la invicta belleza que salva y que enamora,<br />
responde, en la embriaguez de la encantada hora,<br />
un encono de hormigas en mis venas voraces.<br />
37
Fustigan el desmán del perenne hormigueo<br />
el pozo del silencio y el enjambre del ruido,<br />
la harina rebanada como doble trofeo<br />
en los fértiles bustos, el Infierno en que creo,<br />
el estertor final y el preludio del nido.<br />
Mas luego mis hormigas me negarán su abrazo<br />
y han de huir de mis pobres y trabajados dedos<br />
cual se olvida en la arena un gélido bagazo;<br />
y tu boca, que es cifra de eróticos denuedos,<br />
tu boca, que es mi rúbrica, mi manjar y mi adorno,<br />
tu boca, en que la lengua vibra asomada al mundo<br />
como réproba llama saliéndose de un horno,<br />
en una turbia fecha de cierzo gemebundo<br />
en que ronde la luna porque robarte quiera,<br />
ha de oler a sudario y a hierba machacada,<br />
a droga y a responso, a pabilo y a cera.<br />
antes de que deserten mis hormigas, Amada,<br />
déjalas caminar camino de tu boca<br />
a que apuren los viáticos del sanguinario fruto<br />
que desde sarracenos oasis me provoca.<br />
Antes de que tus labios mueran, para mi luto,<br />
dámelos en el crítico umbral del cementerio<br />
como perfume y pan y tósigo y cauterio.<br />
Zozobra, 1919<br />
IDOLATRÍA<br />
La vida mágica se vive entera<br />
en la mano viril que gesticula<br />
al evocar el seno o la cadera,<br />
como la mano de la Trinidad<br />
teológicamente se atribula<br />
si el Mundo parvo, que en tres dedos toma,<br />
se le escapa cual un globo de goma.<br />
Idolatremos todo padecer,<br />
gozando en la mirífica mujer.<br />
Idolatría<br />
de la expansiva y rútila garganta,<br />
esponjado liceo<br />
en que una curva eterna se suplanta<br />
y en que se instruye el ruiseñor de Alfeo.<br />
38
Idolatría<br />
de los dos pies lunares y solares<br />
que lunáticos fingen el creciente<br />
en la mezquita azul de los Omares,<br />
y cuando van de oro son un baño<br />
para la Tierra, y son preclaramente<br />
los dos solsticios de un único año.<br />
Idolatría<br />
de la grácil rodilla que soporta,<br />
a través de los siglos de los siglos,<br />
nuestra cabeza en la jornada corta.<br />
Idolatría<br />
de las arcas, que son<br />
y fueron y serán horcas caudinas<br />
bajo las cuales rinde el corazón<br />
su diadema de idólatras espinas.<br />
Idolatría<br />
de los bustos eróticos y místicos<br />
y los netos perfiles cabalísticos.<br />
Idolatría<br />
de la bizarra y música cintura,<br />
guirnalda que en abril se transfigura,<br />
que sirve de medida<br />
a los más filarmónicos afanes,<br />
y que asedian los raucos gavilanes<br />
de nuestra juventud embravecida.<br />
Idolatría<br />
del peso femenino, cesta ufana<br />
que levantamos entre los rosales<br />
por encima de la primera cana,<br />
en la columna de nuestros felices<br />
brazos sacramentales.<br />
Que siempre nuestra noche y nuestro día<br />
clamen: ¡Idolatría! ¡Idolatría!<br />
Zozobra, 1919<br />
TODO...<br />
A José D. Frías<br />
39
Sonámbula y picante,<br />
mi <strong>voz</strong> es la gemela<br />
de la canela.<br />
Canela ultramontana<br />
e islamita,<br />
por ella mi experiencia<br />
sigue de señorita.<br />
Criado con ella,<br />
mi alma tomó la forma<br />
de su botella.<br />
Si digo carne o espíritu,<br />
paréceme que el diablo<br />
se ríe del vocablo;<br />
mas nunca vaciló<br />
mi fe si dije "yo".<br />
Yo, varón integral,<br />
nutrido en el panal<br />
de Mahoma<br />
y en el que cuida Roma<br />
en la Mesa Central.<br />
Uno es mi fruto:<br />
vivir en el cogollo<br />
de cada minuto.<br />
Que el milagro se haga,<br />
dejándome aureola<br />
o trayéndome llaga.<br />
No porto insignias<br />
de masón<br />
ni de Caballero<br />
de Colón.<br />
A pesar del moralista<br />
que la asedia<br />
y sobre la comedia<br />
que la traiciona,<br />
es santa mi persona,<br />
santa en el fuego lento<br />
con que dora el altar<br />
y en el remordimiento<br />
del día que se me fue<br />
sin oficiar.<br />
40
En mis andanzas callejeras<br />
del jeroglífico nocturno,<br />
cuando cada muchacha<br />
entorna sus maderas,<br />
me deja atribulado<br />
su enigma de no ser<br />
ni carne ni pescado.<br />
Aunque toca al poeta<br />
roerse los codos,<br />
vivo la formidable<br />
vida de todas y de todos;<br />
en mí late un pontífice<br />
que todo lo posee<br />
y todo lo bendice;<br />
la dolorosa Naturaleza<br />
sus tres reinos ampara<br />
debajo de mi tiara;<br />
y mi papal instinto<br />
se conmueve<br />
con la ignorancia de la nieve<br />
y la sabiduría del jacinto.<br />
Zozobra, 1919<br />
HUMILDEMENTE<br />
A mi madre y a mis hermanas<br />
Cuando me sobrevenga<br />
el cansancio del fin,<br />
me iré, como la grulla<br />
del refrán, a mi pueblo,<br />
a arrodillarme entre<br />
las rosas de la Plaza,<br />
los aros de los niños<br />
y los flecos de seda de los tápalos.<br />
A arrodillarme en medio<br />
de una banqueta herbosa,<br />
cuando sacramentando<br />
al reloj de la torre,<br />
de redondel de luto<br />
y manecillas de oro,<br />
al hombre y a la bestia,<br />
al azahar que embriaga<br />
41
y a los rayos del sol.<br />
aparece en su estufa el Divinísimo.<br />
Abrazado a la luz<br />
de la tarde que borda,<br />
como al hilo de una<br />
apostólica araña,<br />
he de decir mi prez<br />
humillada y humilde,<br />
más que las herraduras<br />
de las mansas acémilas<br />
que conducen al Santo Sacramento.<br />
"Te conozco, Señor,<br />
aunque viajas de incógnito,<br />
y a tu paso de aromas<br />
me quedo sordomudo,<br />
paralítico y ciego,<br />
por gozar tu balsámica presencia.<br />
"Tu carroza sonora<br />
apaga repentina<br />
el breve movimiento,<br />
cual si fuesen las calles<br />
una juguetería<br />
que se quedó sin cuerda.<br />
"Mi prima, con la aguja<br />
en alto, tras sus vidrios,<br />
está inmóvil con un gesto de estatua.<br />
"El cartero aldeano<br />
que trae nuevas del mundo,<br />
se ha hincado en su valija.<br />
"El húmedo corpiño<br />
de Genoveva, puesto<br />
a secar, ya no baila<br />
arriba del tejado.<br />
"La gallina y sus pollos<br />
pintados de granizo<br />
interrumpen su fábula.<br />
"La frente de don Blas<br />
petrificóse junto<br />
a la hinchada baldosa<br />
que agrietan las raíces de los fresnos.<br />
42
"Las naranjas cesaron<br />
de crecer, y yo apenas<br />
si palpito a tus ojos<br />
para poder vivir este minuto.<br />
"Señor, mi temerario<br />
corazón que buscaba<br />
arrogantes quimeras,<br />
se anonada y te grita<br />
que yo soy tu juguete agradecido.<br />
"Porque me acompasaste<br />
en el pecho un imán<br />
de figura de trébol<br />
y apasionada tinta de amapola.<br />
"Pero ese mismo imán<br />
es humilde y oculto,<br />
como el peine imantado<br />
con que las señoritas<br />
levantan alfileres<br />
y electrizan su pelo en la penumbra.<br />
"Señor, este juguete<br />
de corazón de imán,<br />
te ama y te confiesa<br />
con el íntimo ardor<br />
de la raíz que empuja<br />
y agrieta las baldosas seculares.<br />
"Todo está de rodillas<br />
y en el polvo las frentes;<br />
mi vida es la amapola<br />
pasional, y su tallo<br />
doblégase efusivo<br />
para morir debajo de tus ruedas".<br />
Zozobra, 1919<br />
EN MI PECHO FELIZ<br />
No he buscado poder ni mental,<br />
mas viví en una marcha nupcial...<br />
Me parece que por amar tanto<br />
voy bebiendo una copa de espanto.<br />
Claroscuro de noche y de día;<br />
corazón y cabeza y hombría,<br />
43
los tres nudos que tiene mi ser<br />
a la buena y la mala mujer.<br />
En mi pecho feliz no hubo cosa<br />
de cristal, terracota o madera,<br />
que abrazada por mí, no tuviera<br />
movimientos humanos de esposa.<br />
¡Desdichado el que en la hora lunar<br />
en su lecho no huele a azahar!<br />
Desposémonos con la sencilla<br />
avestruz, con la liebre y la ardilla...<br />
El son del corazón, 1919-1921, 1932<br />
EL SUEÑO DE LOS GUANTES NEGROS<br />
Soñé que la ciudad estaba dentro<br />
del más bien muerto de los mares muertos.<br />
Era una madrugada del invierno<br />
y lloviznaban gotas de silencio.<br />
No más señal viviente, que los ecos<br />
de una llamada a misa, en el misterio<br />
de una capilla oceánica, a lo lejos.<br />
De súbito me sales al encuentro,<br />
resucitada y con tus guantes negros.<br />
Para volar a ti, le dio su vuelo<br />
el Espíritu Santo a mi esqueleto.<br />
Al sujetarme con tus guantes negros<br />
me atrajiste al océano de tus seno,<br />
y nuestras cuatro manos se reunieron<br />
en medio de tu pecho y de mi pecho,<br />
como si fueran los cuatro cimientos<br />
de la fábrica de los uni<strong>verso</strong>s.<br />
¿Conservabas tu carne en cada hueso?<br />
El enigma de amor se veló entero<br />
en la prudencia de tus guantes negros.<br />
¡Oh, prisionera del valle de México!<br />
Mi carne... de tu ser perfecto<br />
quedarán ya huesos en mis huesos;<br />
y el traje, el traje aquel, con que tu cuerpo<br />
fue sepultado en el valle de México;<br />
44
y el figurín aquel, de pardo género<br />
que compraste en un viaje de recreo...<br />
Pero en la madrugada de mi sueño,<br />
nuestras manos, en un circuito eterno<br />
la vida apocalíptica vivieron.<br />
Un fuerte... como en un sueño,<br />
libre como cometa, y en su vuelo<br />
la ceniza y... del cementerio<br />
gusté cual rosa...<br />
El son del corazón, 1919-1921, 1932<br />
GLOSA DE MI TIERRA<br />
Amapolita morada<br />
del valle donde nací:<br />
sino estás enamorada,<br />
enamórate de mí.<br />
I<br />
Aduerma el rojo clavel<br />
o el blanco jazmín de las sienes;<br />
que el cardo es sólo desdenes,<br />
y sólo furia el laurel.<br />
Dé el monacillo su miel,<br />
y la naranja rugada<br />
y la sedienta granada<br />
zumo y sangre --oro y rubí;<br />
que yo te prefiero a ti,<br />
amapolita morada.<br />
II<br />
Al pie de la higuera hojosa<br />
tiende el manto la alfombrilla;<br />
Alfonso Reyes (1889-1959)<br />
45
crecen la anacua sencilla<br />
y la cortesana rosa;<br />
donde no la mariposa,<br />
tornasola el colibrí.<br />
Pero te prefiero a ti,<br />
de quien la mano se aleja:<br />
vaso en que duerme la queja<br />
del valle donde nací.<br />
III<br />
Cuando, al renacer el día<br />
y al despertar de la siesta,<br />
hacen las urracas fiesta<br />
y salvas de gritería,<br />
¿por qué, amapola, tan fría,<br />
o tan pura, o tan callada?<br />
¿Por qué, sin decirme nada,<br />
me infundes un ansia incierta<br />
--copa exhausta, mano abierta--<br />
si no estás enamorada?<br />
IV<br />
¿Nacerán estrellas de oro<br />
de tu cáliz tremulento<br />
--norma para el pensamiento<br />
o bujeta para el lloro?<br />
No vale un canto sonoro<br />
el silencio que te oí.<br />
Apurando estoy en ti<br />
46
cuánto la música yerra.<br />
Amapola de mi tierra:<br />
enamórate de mí.<br />
Huellas, 1922<br />
LA AMENAZA DE LA FLOR<br />
Flor de las adormideras:<br />
engáñame y no me quieras.<br />
¡Cuánto el aroma exageras,<br />
cuánto extremas tu arrebol,<br />
flor que te pintas ojeras<br />
y exhalas el alma al sol!<br />
Flor de las adormideras<br />
Una se te parecía<br />
en el rubor con que engañas,<br />
y también porque tenía<br />
como tú negras pestañas.<br />
Flor de las adormideras.<br />
Una se te parecía...<br />
(Y tiemblo sólo de ver<br />
tu mano puesta en la mía:<br />
tiemblo no amanezca un día<br />
en que te vuelvas mujer.)<br />
APENAS<br />
Huellas, 1922<br />
47
A veces, hecho de nada,<br />
sube un efluvio del suelo.<br />
De repente, a la callada,<br />
suspira de aroma el cedro.<br />
Como somos la delgada<br />
disolución de un secreto,<br />
a poco que cede el alma<br />
desborda la fuente de un sueño.<br />
¡Mísera cosa la vaga<br />
razón cuando, en el silencio,<br />
una como resolana<br />
me baja, de tu recuerdo!<br />
MORIR<br />
Otra <strong>voz</strong>, 1936<br />
En el más cariñoso lecho<br />
me siento morir,<br />
cuando en la naturaleza,<br />
toda mansa como jardín.<br />
Muelle, el ala del ángel blanco<br />
¡qué piedad, que ternura al fin!--<br />
primera vez roza mis hombros<br />
como el arco roza el violín.<br />
Esta frescura de saber<br />
que también nos vamos de aquí,<br />
¡qué novedad en la conciencia,<br />
48
qué persuasión blanda y sutil!<br />
¡Qué conformidad, que tersura,<br />
qué dejarse ir!<br />
Sus filos y puntas los actos<br />
redondean al llegar a mí.<br />
Ni la sangría del estoico<br />
que se amenguaba sin sentir,<br />
ni el áspid que penas besaba<br />
el botón de ansioso carmín:<br />
Lento declive, y tan seguro<br />
--hinchado de sí--<br />
que ni da lugar a lamentos<br />
ni a temores, ni<br />
siquiera al vago cosquilleo<br />
de ese minuto por venir<br />
en que se ha de abrir a mis ojos<br />
algo que se tiene que abrir.<br />
¡Qué natural lo que se acaba<br />
cuando ya se acaba por sí!<br />
Voy con la razón satisfecha,<br />
dormido, contento, feliz.<br />
¡Y yo que viví tantos años,<br />
tantos años como perdí,<br />
sin dar oídos a la esfinge<br />
49
que susurraba junto a mí!<br />
Yo no sabía que la vida<br />
se reclina y se tiene así<br />
en esa gula de la nada<br />
que es su diván, es su cojín.<br />
Otra <strong>voz</strong>, 1936<br />
SOL DE MONTERREY<br />
No cabe duda: de niño,<br />
a mí me seguía el sol.<br />
Andaba detrás de mí<br />
como perrito faldero;<br />
despeinado y dulce,<br />
claro y amarillo:<br />
ese sol con sueño<br />
que sigue a los niños.<br />
Saltaba de patio en patio,<br />
se revolcaba en mi alcoba.<br />
Aun creo que algunas veces<br />
lo espantaban con la escoba.<br />
Y a la mañana siguiente,<br />
ya estaba otra vez conmigo,<br />
despeinado y dulce,<br />
claro y amarillo:<br />
ese sol con sueño<br />
que sigue a los niños.<br />
(El fuego de mayo<br />
me armó caballero:<br />
yo era el Niño Andante,<br />
50
y el sol, mi escudero.)<br />
Todo el cielo era de añil;<br />
toda la casa de oro.<br />
¡Cuánto sol se me metía<br />
por los ojos!<br />
Mar adentro de la frente,<br />
a donde quiera que voy,<br />
aunque haya nubes cerradas,<br />
¡oh cuánto me pesa el sol!<br />
¡Oh cuánto me duele, adentro,<br />
esa cisterna de sol<br />
que viaja conmigo!<br />
Yo no conocí en mi infancia<br />
sombra, sino resolana.--<br />
Cada ventana era sol,<br />
cada cuarto era ventanas.<br />
Los corredores tendían<br />
arcos de luz por la casa.<br />
En los árboles ardían<br />
las ascuas de las naranjas,<br />
y la huerta en lumbre viva<br />
se doraba.<br />
Los pavos reales eran<br />
parientes del sol. La garza<br />
empezaba a llamear<br />
a cada paso que daba.<br />
51
Y a mí el sol me desvestía<br />
para pegarse conmigo,<br />
despeinado y dulce,<br />
claro y amarillo:<br />
ese sol con sueño<br />
que sigue a los niños.<br />
Cuando salí de mi casa<br />
con mi bastón y mi hato,<br />
le dije a mi corazón:<br />
--¡Ya llevas sol para rato!--<br />
Es tesoro --y no se acaba--<br />
no se me acaba --y lo gasto.<br />
Traigo tanto sol adentro<br />
que ya tanto sol me cansa.--<br />
Yo no conocí en mi infancia<br />
sombra, sino resolana.<br />
Otra <strong>voz</strong>, 1936<br />
GOLFO DE MÉXICO<br />
VERACRUZ<br />
La vecindad del mar queda abolida:<br />
basta saber que nos guardan las espaldas,<br />
que hay una ventana inmensa y verde<br />
por donde echarse a nado.<br />
LA HABANA<br />
No es Cuba, donde el mar disuelve el alma.<br />
No es Cuba --que nunca vio Gauguin,<br />
52
que nunca vio Picasso--,<br />
donde negros vestidos de amarillo y de guinda<br />
rondan el malecón, entre dos luces,<br />
y los ojos vencidos<br />
no disimulan ya los pensamientos.<br />
No es Cuba --la que nunca oyó Stravinsky<br />
concertar sones de marimbas y güiros<br />
en el entierro de Papá Montero,<br />
ñáñigo de bastón y canalla rumbero.<br />
No es Cuba --donde el yanqui colonial<br />
se cura del bochorno sorbiendo "granizados"<br />
de brisa, en las terrazas del reparto;<br />
donde la policía desinfecta<br />
el aguijón de los mosquitos últimos<br />
que zumban todavía en español.<br />
No es Cuba --donde el mar se transparenta<br />
para que no se pierdan los despojos del Maine,<br />
y un contratista revolucionario<br />
tiñe de blanco el aire de la tarde,<br />
abanicando, con sonrisa veterana,<br />
desde su mecedora, la fragancia<br />
de los mangos y cocos aduaneros.<br />
VERACRUZ<br />
No: aquí la tierra triunfa y manda<br />
--caldo de tiburones a sus pies.<br />
53
Y entre arrecifes, últimas cimbres de la Atlántida,<br />
las esponjas de algas venenosas<br />
manchan de bilis verde que se torna violeta<br />
los lejos donde el mar cuelga el aire.<br />
Basta saber que nos guardan las espaldas:<br />
la ciudad sólo abre hacia la costa<br />
sus puertas de servicio.<br />
En el aburridero de los muelles,<br />
los mozos de cordel no son marítimos:<br />
carga en la bandeja del sombrero<br />
u sol de campo adentro:<br />
hombres color de hombre,<br />
que el sudor emparienta con el asno<br />
--y el equilibrio jarocho de los bustos,<br />
al peso de cívicas pistolas.<br />
Herón Proal, con manos juntas y ojos bajos,<br />
siembra la clerical cruzada de inquilinos;<br />
y las bandas de funcionarios en camisa<br />
sujetan el desborde de sus panzas<br />
con relumbrantes dentaduras de balas.<br />
Las sombras de los pájaros<br />
danzan sobre las plazas mal barridas.<br />
Hay aletazos en las torres altas.<br />
El mejor asesino del contorno,<br />
54
viejo y altivo, cuenta una proeza.<br />
Y un juchiteco, esclavo manumiso<br />
del fardo en que descansa,<br />
busca y recoge con el pie descalzo<br />
el cigarro que el sueño de la siesta<br />
le robó de la boca.<br />
Los Capitanes, como han visto tanto,<br />
disfrutan, si hablarse,<br />
los menjurjes de menta en los portales.<br />
Y todas las tormentas de las Islas Canarias,<br />
y el cabo Verde y sus faros de colores,<br />
y la tinta china del Mar Amarillo,<br />
y el Rojo entresoñado<br />
que el profeta judío parte en dos con la vara,<br />
y el Negro, donde nadan<br />
carabelas de cráneos de elefantes<br />
que bombean el Diluvio con la trompa,<br />
y el Mar de Azufre,<br />
donde perdieron cabellera, ceja y barba,<br />
y el de Azogue, que puso dientes de oro<br />
a la tripulación de piratas malayos,<br />
reviven el olor del alcohol de azúcar,<br />
y andan de mariposas prisioneras<br />
bajo el azul "quepi" de tres galones,<br />
mientras consume nubes de tifones<br />
la pipa de cerezo.<br />
55
La vecindad del mar queda abolida.<br />
Gañido errante de cobres y cornetas<br />
pasea en un tranvía.--<br />
Basta saber que nos guardan las espaldas.<br />
(Atrás, una ventana inmensa y verde...)<br />
El alcohol del sol pinta de azúcar<br />
los terrones fundentes de las casas.<br />
(...por donde echarse a nado).<br />
Miel de sudor, parentesco del asno,<br />
y hombres color de hombre<br />
conciertan otras leyes,<br />
en medio de las plazas donde vagan<br />
las sombras de los pájaros.<br />
Y sientes a la altura de tus sienes<br />
los ojos fijos de las viudas de guerra.<br />
Y yo te anuncio el ataque a los volcanes<br />
de la gente que está de espalda al mar:<br />
cuando los comedores de insectos<br />
ahuyenten las langostas con los pies<br />
--y en el silencia de las capitales<br />
se oirán venir pisadas de sandalias<br />
y el trueno de las flautas mexicanas.<br />
ARTE POÉTICA<br />
La vega y el soto, 1944<br />
56
1<br />
Asustadiza gracia del poema:<br />
flor temerosa, recatada en llema.<br />
2<br />
Y se cierra, como la sensitiva,<br />
si la llega a tocar la mano viva.<br />
3<br />
--Mano mejor que la mano de Orfeo,<br />
mano que la presumo y no la creo,<br />
4<br />
para traer la Eurídice dormida<br />
hasta la superficie de la vida<br />
LOS CABALLOS<br />
La vega y el soto, 1944<br />
¡Cuántos caballos en mi infancia!<br />
Atados de la argolla y cabezada,<br />
en el patio de coches de la casa,<br />
desempedrando el suelo en su impaciencia<br />
y dando gusto a las rasposas lenguas,<br />
los caballos lamían largamente<br />
el salitre de las paredes.<br />
Aprendí a montar a caballo<br />
en el real de San Pedro y San Pablo.<br />
Éste era un alazán de trote largo<br />
que se llamaba --pido perdón-- el Grano de Oro.<br />
Mi padre, poeta a ratos,<br />
57
y siempre poeta de acción,<br />
cuidaba como Adán del nombre de las cosas:<br />
--Para algo tienen cuatro cascos,<br />
para andar de prisa.<br />
Pónmele un nombre raudo como el rayo,<br />
quítale ese nombre que da risa.--<br />
Los caballos lamían largamente<br />
el salitre de las paredes.<br />
Me hacían jinete y versero<br />
el buen trote y sus octosílabos<br />
y el galope de arte mayor,<br />
mientras las espuelas y el freno<br />
me iban enseñando a medir el valor.<br />
Pero, aunque yo partiese a rienda suelta,<br />
mi fuga no pasaba de la esquina:<br />
el caballo era herencia de un gendarme borracho<br />
y paraba sólo en los tendajos.<br />
¡Oh ridículo símbolo<br />
de una prudencia que era apenas vicio!<br />
Y me fui haciendo al tufo dulzón<br />
y al fraseo del guadarnés<br />
y a todos los refranes del caso:<br />
En la cuesta,<br />
como quiera la bestia,<br />
y en el llano,<br />
58
como quiera el amo.<br />
Y aquella justa máxima que parece moneda:<br />
Nunca dejes camino por vereda.<br />
Y aprendí de falsa y de almartirgón<br />
y de pasito y trote inglés,<br />
que no va nada bien con la silla vaquera;<br />
porque yo nunca supe de albardón,<br />
y esto es lo que me queda del color regional.<br />
Los caballos lamían largamente<br />
el salitre de las paredes.<br />
Mi segundo caballo<br />
se llamaba Lucero y no Petardo:<br />
él sólo entendía por su nombre<br />
y en vano quisieron mudárselo.<br />
Pequeño y retinto,<br />
nervioso y fino,<br />
con la mancha blanca en la frente...<br />
Nunca tuve mejor amigo,<br />
nunca he tratado mejor gente.<br />
Rompía el cabestro,<br />
pisoteaba el huerto.<br />
cruzaba el parque a las volandas,<br />
atravesaba el corral de los coches,<br />
entraba resbalando por los corredores,<br />
59
abría con la cabeza la puerta de mi alcoba<br />
y venía hasta mi cama de niño<br />
a despertarme todas las mañanas.<br />
¡Oh mi brioso Lucero,<br />
mi leal verdadero!<br />
En una enfermedad que tuve<br />
me lo llenaron de oprobiosas mañas,<br />
que ya ni yo lo conocía:<br />
me lo volvieron pajarero,<br />
lo hicieron duro del bocado<br />
y cabeceador,<br />
y le enseñaron esas vilezas<br />
de arrancar el galope al levantar la mano<br />
y otras torpes costumbres que pasan por proezas.<br />
Y yo ya no lo quise montar<br />
y, como había que hacer algo,<br />
se lo vendimos a un Alemán.<br />
Porque el verdadero caballo<br />
se ha de conocer en el tranco:<br />
geometría plana, destreza lineal<br />
de la auténtica equitación,<br />
implícita en el bruto y no de quita y pon.<br />
¡Oh mi brioso Lucero,<br />
mi leal verdadero!<br />
60
Me dejaba a la puerta de la escuela<br />
y luego regresaba por mí;<br />
era mi ayo y mi mandadero.<br />
Y yo me río de Tom Mix<br />
y de su potro que le hace de perro<br />
cuando me acuerdo de mi lucero.<br />
Los caballos lamían largamente<br />
el salitre de las paredes.<br />
Y vino el Tapatío, propio bridón de guerra,<br />
mucha montura para el muchacho que yo era.<br />
Allá cerca del Polvorín,<br />
quiso un día sembrarme en el barranco;<br />
que aunque él siempre me pedía azúcar<br />
y me lo negaba,<br />
yo bien se lo entendí,<br />
que su voluntad bien clara estaba.<br />
Y vino el pinto, un poni<br />
manchado como vaca de blanco y amarillo;<br />
un artista de circo<br />
que también entendía de tiro.<br />
Y como yo ya había crecido<br />
--vamos al decir--,<br />
con las piernas le sujetaba<br />
todas las malas intenciones.<br />
Por las cumbres del Cerro del Caído<br />
61
siempre andaba conmigo.<br />
En la capital siempre lo usé<br />
para tirar de un cabriolé,<br />
en el paseo --ya se ve--<br />
del Zócalo a Chapultepec.<br />
Los caballos lamían largamente<br />
el salitre de las paredes.<br />
Y luego se confunden las memorias<br />
de la cuadra paterna:<br />
uno era el Gallo, de charol lustroso,<br />
otro se llamaba el Carey,<br />
yo no sé bien por qué,<br />
y aquel noble Zar que se abría de patas<br />
para que mi padre montara,<br />
(como el bucéfalo de Alejandro,<br />
según testimonio de Eliano);<br />
y aquel otro lucero en que él vino a morir<br />
bajo las indecisas hoces de la metralla.<br />
Lo guardaron como reliquia,<br />
como mutilado de la patria,<br />
aunque, cojo y clareado de balas,<br />
no servía ya para nada.<br />
Hubo una leva en la Revolución:<br />
se llevaron al pobre en el montón,<br />
sin hacer caso de su orgullo:<br />
62
--¡Qué los maten a todos,<br />
y que Dios escoja los suyos.<br />
DESEOS<br />
Obras Completas, T. X. Constancia poética, 1959<br />
Carlos Pellicer (1897- 1977)<br />
Trópico, para que me diste<br />
las manos llenas de color.<br />
Todo lo que yo toque<br />
se llenará de sol.<br />
En las tardes sutiles de otras tierras<br />
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.<br />
Déjame un solo instante<br />
dejar de ser grito y color.<br />
Déjame un solo instante<br />
cambiar de clima el corazón,<br />
beber la penumbra de una costa desierta,<br />
inclinarme en silencio sobre un recóndito balcón,<br />
ahondarme en el manto de pliegues finos,<br />
dispersarme en la orilla de una suave devoción,<br />
acariciar dulcemente las cabelleras lacias<br />
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.<br />
¡Oh, deja de ser un solo instante<br />
el Ayudante de Campo del sol!<br />
¡Trópico, para qué me diste<br />
las manos llenas de color!<br />
GRUPOS DE PALOMAS<br />
Seis, siete poemas, 1924<br />
Los grupos de palomas,<br />
notas, claves, silencios, alteraciones,<br />
modifican el ritmo de la loma.<br />
La que se sabe tornasol afina<br />
las ruedas luminosas de su cuello<br />
con mirar hacia atrás a su vecina.<br />
Le da al sol la mirada<br />
1<br />
A la señora Lupe Medina de Ortega<br />
63
y escurre en una sola pincelada<br />
plan de vuelos a nubes campesinas.<br />
La gris es una joven extranjera<br />
cuyas ropas de viaje<br />
dan aire de sorpresa al paisaje<br />
sin compradoras y sin primaveras.<br />
Hay una casi negra<br />
que bebe astillas de agua en una piedra.<br />
Después se pule el pico,<br />
mira sus uñas, ve las de las otras,<br />
abre un ala y la cierra, tira un brinco<br />
y se para debajo de las rosas.<br />
El fotógrafo dice:<br />
para el jueves, señora.<br />
Un palomo amontona sus erres cabeceadas,<br />
y ella busca alfileres<br />
en el suelo que brilla por nada.<br />
Los grupos de palomas<br />
--notas, claves, silencios, alteraciones--<br />
modifican lugares de la loma.<br />
La inevitablemente blanca,<br />
sabe su perfección, bebe en la fuente<br />
y se bebe a sí misma y se adelgaza<br />
cual un poco de brisa en una lente<br />
que recoge el paisaje.<br />
Es una simpleza<br />
cerca del agua. Inclina la cabeza<br />
con tal dulzura,<br />
que la escritura desfallece<br />
en una serie de sílabas maduras.<br />
Corre un automóvil y las palomas vuelan.<br />
En la aritmética del vuelo,<br />
los ochos árabes desdóblanse<br />
y la suma es impar. Se mueve el cielo<br />
y la casa se vuelve redonda.<br />
Un viraje profundo.<br />
Regresan las palomas.<br />
2<br />
3<br />
4<br />
5<br />
64
Notas. Claves. Silencios. Alteraciones.<br />
El lápiz se descubre, se inclinan las lomas,<br />
y por 20 centavos se cantan las canciones.<br />
HORAS DE JUNIO<br />
Hora y 20, 1927<br />
Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,<br />
agua de mis imágenes, tan muerta,<br />
nube de mis palabras, tan desierta,<br />
noche de la indecible poesía.<br />
Por ti la misma sangre --tuya y mía--<br />
corre al alma de nadie siempre abierta.<br />
Por ti la angustia es sombra de la puerta<br />
que no se abre de noche ni de día.<br />
Sigo la infancia en tu prisión, y el juego<br />
que alterna muertes y resurrecciones<br />
de una imagen a otra vive ciego.<br />
Claman el viento, el sol y el mar de viaje.<br />
Yo devoro mis propios corazones<br />
y juego con los ojos del paisaje.<br />
Junio me dio la <strong>voz</strong>, la silenciosa<br />
música de callar un sentimiento.<br />
Junio se lleva ahora como el viento<br />
la esperanza más dulce y espaciosa.<br />
Yo saqué de mi <strong>voz</strong> la limpia rosa,<br />
única rosa eterna del momento.<br />
No la tomó el amor, la llevó el viento<br />
y el alma inútilmente fue gozosa.<br />
Al año de morir todos los días<br />
los frutos de mi <strong>voz</strong> dijeron tanto<br />
y tan calladamente, que unos días<br />
vivieron a la sombra de aquel canto.<br />
(Aquí la <strong>voz</strong> se quiebra y el espanto<br />
de tanta soledad llena los días.)<br />
Hoy hace un año, Junio, que nos viste,<br />
desconocidos, juntos, un instante.<br />
Llévame a ese momento de diamante<br />
que tú en un año has vuelto perla triste.<br />
65
Álzame hasta la nube que ya existe,<br />
líbrame de las nubes, adelante.<br />
Haz que la nube sea el buen instante<br />
que hoy cumple un año, Junio, que me diste.<br />
Yo pasaré la noche junto al cielo<br />
para escoger la nube, la primera<br />
nube que salga del sueño, del cielo,<br />
del mar, del pensamiento, de la hora,<br />
de la única hora que me espera.<br />
¡Nube de mis palabras, protectora!<br />
HORAS DE JUNIO<br />
Hora de junio, 1937<br />
Junio, jardín de junio, yo no quise<br />
sino sólo una <strong>voz</strong> de su ternura,<br />
besar el aire que en sus ojos dura<br />
y soltar en mis labios lo que dice.<br />
Aire, junio en los aires ya predice<br />
las imágenes muertas en la oscura<br />
piedad de las palabras que apresura<br />
la sola poesía que no quise.<br />
Agua, en tus lluvias llévame ceñido<br />
al campo de tus ojos, al latido<br />
del corazón que halle en otra sombra.<br />
Róbame a los espacios que su acento<br />
busque al azar, fuera de luz y sombra.<br />
Yo cubriré mi sombra con el viento.<br />
Junio que no cumpliste el prometido<br />
fruto del sacrificio, tú caminas<br />
y a las treinta jornadas avecinas<br />
el ave prodigiosa del olvido.<br />
Yo me quedo más solo que tu olvido<br />
en la imagen creciente de tus ruinas.<br />
¡Yo caminara lo que tu caminas!<br />
¡Yo olvidara el olvido de tu olvido!<br />
Por ti la angustia es llave de la puerta<br />
que no se abrió ni de noche ni de día.<br />
¡Agua de mis imágenes, tan muerta!<br />
66
¡Noche de la implacable poesía!<br />
Por ti la misma sangre, tuya y mía,<br />
corre el alma de nadie siempre abierta.<br />
POESÍA<br />
Hora de junio, 1937<br />
Poesía, verdad, poema mío,<br />
fuerza de amor que halló tus manos, lejos<br />
en un vuelo de junios pulió espejos<br />
y halló en la luz la palidez, el frío.<br />
Yo rebosé los cántaros del río,<br />
paré la luz en los remansos viejos,<br />
di órdenes a todos los reflejos;<br />
Junio perfecto dio su poderío.<br />
Poesía, verdad de todo sueño,<br />
nunca he sido de ti mas corto dueño<br />
que en este amo en cuyas nubes muero.<br />
Huye de mí, conviérteme en tu olvido,<br />
en el tiempo imposible, en el primero<br />
de todos los recuerdos del olvido.<br />
HORAS DE JUNIO<br />
Hora de junio, 1937<br />
Amor así, tan cerca de la vida,<br />
amor así, tan cerca de la muerte.<br />
Junto a la estrella de la buena suerte<br />
la luna nueva anúnciate la herida..<br />
En un cielo de junio la escondida<br />
noche te hace temblar pálido y fuerte;<br />
el abismo creció por conocerte<br />
robando al riesgo su sorpresa henchida.<br />
Hiéreme así, dejándome en la herida<br />
la sangre que no cuaja ni la muerte<br />
--la llaga con la sangre de la vida--.<br />
Ya estás herido con mi propia suerte<br />
y somos la catástrofe emprendida<br />
con todo nuestro ser desnudo y fuerte.<br />
67
Éramos la materia de los cielos<br />
que en círculos inútiles perece<br />
sin dar el fuego cósmico que crece<br />
sino apenas el ritmo de sus vuelos.<br />
Energía de idénticos anhelos<br />
que aleja y avecina y que los mece,<br />
juntó en choque de fuerzas luz que acrece<br />
la sombra en tierra de sus hondos cielos.<br />
Y buscándose en ambos nuestra suerte<br />
fluyó hacia tu esbeltez la fuerza fuerte<br />
que al fin su espacio halló propio y profundo.<br />
Salgo de ti y estoy en tu tristeza,<br />
sales de mí y estás en tu belleza.<br />
Las estrellas nos ven: ya hay otro mundo.<br />
Eso que no se dice ni se canta<br />
es sólo un nombre ¿acaso es un suspiro?<br />
En la sangre celeste de un zafiro<br />
tiene lugar, y tiempo, y <strong>voz</strong> levanta.<br />
¿En qué número numen, qué garganta,<br />
qué secreto feliz, a cuál retiro<br />
donde sólo el suspiro de un suspiro<br />
pase, te he de esconder, ventura tanta?<br />
Si estas manos vacías ya están llenas<br />
al pensar en tu ser --lecho de arenas<br />
con que las aguas doran su camino--,<br />
donde ponerlas, manos asombradas<br />
de mostrarse desnudas al destino<br />
y levantar al cielo llamaradas.<br />
RECINTO (fragmentos)<br />
Hora de junio, 1937<br />
Que se cierre esa puerta<br />
que no me deja estar a solas con tus besos.<br />
Que se cierre esa puerta<br />
por donde campos, sol y rosas quieren vernos.<br />
Esa puerta por donde<br />
la cal azul de los pilares entra<br />
II<br />
68
a mirar como niños maliciosos<br />
la timidez de nuestras dos caricias<br />
que no se dan porque la puerta, abierta...<br />
Por razones serenas<br />
pasamos largo tiempo a puerta abierta.<br />
Y arriesgado es besarse<br />
y oprimirse las manos, ni siquiera<br />
mirarse demasiado, ni siquiera<br />
callar en buena lid...<br />
Pero en la noche<br />
la puerta se echa encima de sí misma<br />
y se cierra tan ciega y claramente,<br />
que nos sentimos ya, tú y yo, en campo abierto<br />
escogiendo caricias como joyas<br />
ocultas en noches con jardines<br />
puestos en las rodillas de los montes,<br />
pero solos, tú y yo.<br />
La mórbida penumbra<br />
enlaza nuestros cuerpos y saquea<br />
mi ternura tesoro,<br />
la fuerza de mis brazos que te agobian<br />
tan dulcemente, el gran beso insaciable<br />
que se bebe a sí mismo<br />
y en su espacio redime<br />
lo pequeño de ilímites distancias...<br />
Dichosa puerta que nos acompañas,<br />
cerrada, en nuestra dicha. Tu obstrucción<br />
es la liberación destas dos cárceles;<br />
la escapatoria de las dos pisadas<br />
idénticas que saltan a la nube<br />
de la que se regresa en la mañana.<br />
¿Qué harás? ¿En qué momento<br />
tus ojos pensarán en mis caricias?<br />
¿Y frente a cuales cosas, de repente,<br />
dejarás, en silencio, una sonrisa?<br />
Y si en la calle<br />
hallas mi boca triste en otra gente,<br />
¿la seguirás?<br />
XVI<br />
69
¿Qué harás si en los comercios --semejanzas--<br />
algo de mi encuentras?<br />
¿Qué harás?<br />
¿Y si en el campo un grupo de palmeras<br />
o un grupo de palomas o uno de figuras<br />
vieras?<br />
(Las estrofas brillan en sus aventuras<br />
de desnudas imágenes primeras.)<br />
¿Y si al pasar frente a la casa abierta,<br />
alguien adentro grita: ¡Carlos!?<br />
¿Habrá en tu corazón el buen latido?<br />
¿Cómo será el acento de tu paso?<br />
Tu carta trae el perfume predilecto.<br />
Yo la beso y la aspiro.<br />
En el rápido drama de un suspiro<br />
la alcoba se encamina hacia otro aspecto.<br />
¿Qué harás?<br />
Los <strong>verso</strong>s tienen ya los ojos fijos.<br />
La actitud se prolonga. De las manos<br />
caen papel y lápiz. Infinito<br />
es el recuerdo. Se oyen en el campo<br />
las cosas de la noche. --Una vez<br />
te hallé en el tranvía y no me viste.<br />
--Atravesando un bosque ambos lloramos.<br />
--Hay dos sitios malditos en la ciudad. ¿Me diste<br />
tu dirección la noche del infierno?<br />
--...Y yo creí morirme mirándote llorar.<br />
Yo soy...<br />
Y me sacude el viento.<br />
¿Qué harás?<br />
Recinto y otras imágenes, 1941<br />
TEMA PARA UN NOCTURNO<br />
Cuando hayan salido del reloj todas las hormigas<br />
y se abra --por fin-- la puerta de la soledad,<br />
la muerte,<br />
ya no me encontrará.<br />
Me buscará entre los árboles, enloquecidos<br />
por el silencio de una cosa tras otra.<br />
70
No me hallará en la altiplanicie deshilada<br />
sintiéndola en la fuente de una rosa.<br />
Estoy partiendo el fruto del insomnio<br />
con la mano acuchillada por el azar.<br />
Y la casa está abierta de tal modo,<br />
que la muerte ya no me encontrará.<br />
Y ha de buscarme sobre los árboles y entre las nubes.<br />
(¡Fruto y color la <strong>voz</strong> encenderá!)<br />
Y no puedo esperarla: tengo cita<br />
con la vida, a las luces de un cantar.<br />
Se oyen pasos --¿muy lejos?...-- todavía<br />
hay tiempo de escapar.<br />
Para subir la noche sus luceros,<br />
un hondo son de sombras cayó sobe la mar.<br />
Ya la sangre contra el corazón se estrella.<br />
Anochece tan claro que me puedo desnudar.<br />
Así, cuando la muerte venga a buscarme,<br />
mi ropa solamente encontrará.<br />
Subordinaciones, 1949<br />
LOS SONETOS DE ZAPOTLAN (fragmento)<br />
Un amarillo esta de otoño al día.<br />
Sus olvidadas comunicaciones<br />
abrieron los antiguos corazones<br />
que junio en otros junios exprimía.<br />
Triunfos de corporal idolatría<br />
desnudan sepulcrales posesiones.<br />
Las perlas, amargadas, las acciones<br />
atléticas, vejada fantasía.<br />
¿En dónde estás, eterna primavera?<br />
¿Por qué perdí tu claridad ligera<br />
y en flores amarillas te descubro?<br />
Y devorado por mi boca herida,<br />
con las palabras que te digo cubro<br />
la muerte más hermosa de mi vida.<br />
I<br />
A Juan José Arreola<br />
71
Practica de vuelo, 1956<br />
HE OLVIDADO MI NOMBRE<br />
He olvidado mi nombre.<br />
Todo será posible menos llamarse Carlos.<br />
¿Y dónde habrá quedado?<br />
Estoy entre la noche desnudo como un baño<br />
listo y que nadie usa por no ser el primero<br />
en revolver el mármol de un agua tan estricta<br />
que fuera uno a parar en estatua de aseo.<br />
Al olvidar mi nombre siento comodidades<br />
de lluvia en un paraje donde nunca ha llovido.<br />
Una presencia lluvia con paisaje<br />
y un profundo entonar el olvido.<br />
¿Qué hará mi nombre,<br />
en dónde habrá quedado?<br />
Siento que un territorio parecido a Tabasco<br />
me lleva entre sus ríos inaugurando bosques,<br />
unos bosques tan jóvenes que da pena escucharlos<br />
deletreando los nombres de los pájaros.<br />
Son ríos que se bañan cuando lo anochecido<br />
de todas las palabras siembra la confusión<br />
y la desnudez del sueño está dormida<br />
sobre los nombres íntimos de lo que fue una flor.<br />
Y yo sin nombre y solo con mi cuerpo sin nombre<br />
llamándole amarillo a lo azul y amarillo<br />
a lo que nunca puede jamás ser amarillo;<br />
feliz, desconocido de todos los colores.<br />
¿A qué fruto sin árbol le habré dado mi nombre<br />
con este olvido lívido de tan feliz memoria?<br />
En el Tabasco nuevo de un jaguar despertado<br />
por los antiguos pájaros que enseñaron al día<br />
a ponerse la <strong>voz</strong> igual que una sortija<br />
de frente y de canto.<br />
Jaguar que está en Tabasco y estrena desnudez<br />
y se queda mirando los trajes de la selva,<br />
con una gran penumbra de pereza y desdén.<br />
Por nacer en Tabasco cubro de cercanías<br />
húmedas y vitales el olvido a mi nombre<br />
72
y otra vez terrenal y nuevo paraíso<br />
mi cuerpo bien herido toda mi sangre corre.<br />
Correr y ya sin nombre y estrenando hojarasca<br />
de siglos.<br />
Correr feliz, feliz de no reconocerse<br />
al invadir las islas de un viaje arena y tibio.<br />
He perdido mi nombre.<br />
¿En qué jirón de bosque habrá quedado?<br />
¿Qué corazón del río lo tendrá como un pez,<br />
sano y salvo?<br />
Me matarán de hambre la aurora y el crepúsculo.<br />
Un pan caliente --el Sol-- me dará al mediodía.<br />
Yo era siete y setenta y ahora sólo uno,<br />
uno que vale uno de cerca y lejanía.<br />
El bien bañado río todo desnudo y fuerte,<br />
sin nombre de colores ni de cantos.<br />
Defendido del Sol con la hoja de toh.<br />
Todo será posible menos llamarse Carlos.<br />
SONETO<br />
Obras, "Poemas no coleccionados", 1981<br />
El tiempo que nos une y nos divide<br />
--frutal nocturno y floreciente día--<br />
hoy junto a ti, mañana lejanía,<br />
devora lo que olvida y lo que pide.<br />
Cuidar en él lo que al volar descuide<br />
será internarse en su relojería;<br />
y minuto a minuto y día a día,<br />
sin quererlo, aunque poco, nos olvide.<br />
Olvidados del tiempo, esos instantes,<br />
serán de eternidad; los deslumbrantes<br />
momentos del instante de lo eterno.<br />
Junio en tus manos su belleza afina;<br />
el otoño es su dócil subalterno.<br />
Tiempo y eternidad tu alma combina.<br />
Obras, "Poemas no coleccionados", 1981<br />
Manuel Maples Arce (1898-1980)<br />
A un amigo incomparable, regalándole un reloj<br />
73
PRISMA<br />
Yo soy un punto muerto en medio de la hora,<br />
equidistante al grito náufrago de una estrella.<br />
Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,<br />
y la luna sin cuerda<br />
me oprime en las vidrieras.<br />
La ciudad insurrecta de anuncios luminosos<br />
flota en los almanaques,<br />
y allá de tarde en tarde,<br />
Margaritas de oro<br />
por la calle planchada se desangra un eléctrico.<br />
El insomnio, lo mismo que una enredadera,<br />
se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,<br />
deshojadas al viento.<br />
y mientras que los ruidos descerrajan las puertas,<br />
la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.<br />
El silencio amarillo suena sobre mis ojos.<br />
Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo!<br />
Yo departí sus manos,<br />
pero en aquella hora<br />
gris de las estaciones,<br />
sus palabras mojadas se me echaron al cuello,<br />
y una locomotora<br />
sedienta de kilómetros la arrancó de mis brazos.<br />
74
Hoy suenan sus palabras más heladas que nunca.<br />
Y la locura de Edison a manos de lluvia!<br />
El cielo es un obstáculo para el hotel in<strong>verso</strong><br />
refractado en las lunas sombrías de los espejos;<br />
los violines se suben como la champaña,<br />
y mientras las orejas sondean la madrugada,<br />
el invierno huesoso tirita en los percheros.<br />
Mis nervios se derraman.<br />
naufragaba en el agua<br />
del silencio.<br />
Tú y yo<br />
meditación temática<br />
deshojada en jardines.<br />
Locomotoras, gritos,<br />
arsenales, telégrafos.<br />
El amor y la vida<br />
son hoy sindicalistas,<br />
Coincidimos<br />
La estrella del recuerdo<br />
en la noche terrible,<br />
y todo se dilata en círculos concéntricos.<br />
VRBE<br />
(fragmento)<br />
Andamios Interiores, 1922<br />
75
IV<br />
Entre los matorrales del silencio<br />
la oscuridad lame la sangre del crepúsculo.<br />
Las estrellas caídas<br />
son pájaros muertos<br />
en el agua sin sueño<br />
del espejo.<br />
Y las artillerías<br />
sonoras del atlántico<br />
se apagaron,<br />
al fin,<br />
en la distancia.<br />
y el jardín;<br />
amarillo,<br />
se va a pique en la sombra.<br />
súbito, su recuerdo<br />
chisporrotea en los interiores apagados.<br />
Los ríos de las blusas azules<br />
desbordan las esclusas de las fábricas<br />
y los árboles agitadores<br />
manotean sus discursos en la acera.<br />
Sobre la arboladura del otoño,<br />
sopla un viento nocturno:<br />
es el viento de Rusia,<br />
de las grandes tragedias,<br />
Sus palabras de oro<br />
criban en mi memoria.<br />
76
Los huelguistas se arrojan<br />
pedradas y denuestos,<br />
y la vida es una tumultuosa<br />
conversión hacia la izquierda.<br />
Al margen de la almohada,<br />
la noche es un despeñadero;<br />
y el insomnio<br />
se ha quedado escarbando en mi cerebro<br />
¿De quién son esas voces<br />
que sobrenadan en la sombra?<br />
Dios mío,<br />
y de todo este desastre<br />
sólo unos cuantos pedazos<br />
blancos,<br />
de su recuerdo,<br />
se me han quedado entre las manos.<br />
PUERTO<br />
Urbe, 1924<br />
Y estos trenes que aúllan<br />
hacia los horizontes devastados.<br />
Los soldados<br />
dormirán esta noche en el infierno.<br />
Llegaron nuestros pasos hasta la borda de la tarde;<br />
el Atlántico canta debajo de los muelles<br />
y presiento un reflejo de mujeres<br />
que sonríen al comercio<br />
77
de los países nuevos.<br />
El humo de los barcos<br />
desmadeja el paisaje;<br />
brumosa a travesía<br />
florecida de pipas.<br />
¡Oh rubia transeúnte de las zonas marítimas,<br />
de pronto eres la imagen<br />
movible del acuario!<br />
Hay un tráfico ardiente de avenidas<br />
frente al hotel abanicado de palmeras.<br />
Te asomas por la celosía<br />
de las canciones<br />
al puerto palpitante de motores<br />
y los colores de la lejanía<br />
me miran en tus tiernos ojos.<br />
Entre las enredaderas venenosas<br />
que enmarañan el sueño<br />
recojo sus señales amorosas;<br />
la dicha nos espera<br />
en el alegre verano de sus besos;<br />
la arrodilla el océano de caricias,<br />
y el piano<br />
es una hamaca en la alameda.<br />
Se reúne la luna allá en los mástiles,<br />
78
y un viento de ceniza<br />
me arrebata tu nombre;<br />
la navegación agitada de pañuelos<br />
y los adioses surcan nuestros pechos,<br />
y en la débil memoria de todos estos goces<br />
sólo los pétalos de sus estremecimientos<br />
perfuman las orillas de la noche.<br />
Poemas interdictos, 1927<br />
LOS BUZOS DIAMANTISTAS<br />
I<br />
Una nítida noche, en que la pedrería<br />
sideral deslumbrada,<br />
los buzos diamantistas, en santa cofradía,<br />
descendimos al mar...<br />
Puede ser -nos dijimos- puede ser<br />
que la luz de Saturno, diluyéndose, forme<br />
algún extravagante sulfato, alguna gema<br />
nunca vista jamás...<br />
II<br />
Puede ser, nos dijimos...<br />
Lunarios opalinos, Academias<br />
rutilantes de nácar y coral,<br />
donde monstruos socráticos decían<br />
que sólo siendo feo se puede ser genial.<br />
Renato Leduc (1898-1986)<br />
79
Dialéctica sucinta de un sabio calamar:<br />
Seamos impasibles, sublimes y profundos<br />
como el fondo del mar.<br />
Si no por altivez, por desencanto<br />
imitemos el gesto del océano<br />
monótono y salobre...<br />
Es lo mismo que un astro se derrumbe<br />
o se muera un gusano.<br />
Seamos impasibles como el fondo del mar...<br />
III<br />
Y después --oh adverbio ineludible--<br />
una joven medusa iridiscente<br />
embrujo nuestros sueños.<br />
¿Qué doncella mortal puede tener<br />
su encanto deleznable, y sus pupilas<br />
que fosforecen vírgenes de llanto?<br />
Una vez nada más, entre dos aguas,<br />
contemplamos su grácil navegar.<br />
Como el rey Apolonio ahora decimos:<br />
Yo tuve un nombre,<br />
un bello nombre que perdí en el mar.<br />
IV<br />
En un cielo violáceo bosteza Lucifer.<br />
El ponto está cantando su canción azul.<br />
Los buzos diamantistas, en sana cofradía,<br />
80
volvemos a la tierra, a vivir otra vez.<br />
Traemos del abismo la pesadumbre ignota<br />
de lo que pudo ser...<br />
TEMAS<br />
El aula, etc., 1929<br />
No haremos obra perdurable. No<br />
tenemos de la mosca la voluntad tenaz.<br />
Mientras haya vigor<br />
pasaremos revista<br />
a cuanta niña vista<br />
y calce regular...<br />
Como Nerón, emperador<br />
y mártir de moralistas cursis,<br />
coronados de rosas<br />
o cualquier otra flor de estación,<br />
miraremos las cosas<br />
detrás de una esmeralda de ilusión...<br />
Va pasando de moda meditar.<br />
oh sabios, aprended un oficio.<br />
Los temas trascendentes han quedado,<br />
como Dios, retirados de servicio.<br />
La ciencia... los salarios...<br />
el arte... la mujer...<br />
Problemas didascálicos, se tratan<br />
cuando más, a la hora del cocktail.<br />
81
¿Y el dolor? ¿y la muerte ineluctable...?<br />
Asuntos de farmacia y notaría.<br />
Una noche -la noche es más propicia-<br />
vendrán con aspavientos de pariente,<br />
pero ya nuestra trémula vejez<br />
encogeráse de hombros, y si acaso,<br />
murmurará cristianamente...<br />
Pues...<br />
El aula, etc., 1929.<br />
ALUSIÓN A LOS CABELLOS CASTAÑOS<br />
Así como fui yo, así como eras tú,<br />
en la penumbra inocua de nuestra juventud<br />
así quisiera ser,<br />
mas ya no puede ser.<br />
Como ya no seremos como fuimos entonces,<br />
cuando límpida el alma trasmutaba en pecado<br />
al más leve placer,<br />
Cuando el mundo y tú eran sonrosaba sorpresa.<br />
Cuando hablaba yo solo dialogando contigo,<br />
es decir, con tu sombra,<br />
por las calles desiertas,<br />
y la luna bermeja era dulce incentivo<br />
para idilios de gatos, fechorías de ladrones<br />
y soñar de poetas.<br />
Cuando el orbe rodaba sin que yo lo sintiera,<br />
82
cuando yo te adoraba sin que tú lo supieras<br />
-aunque siempre lo sabes, aunque siempre lo sepas-<br />
y el invierno era un tropo y eras tú primavera<br />
y el romántico otoño corretear de hojas secas.<br />
Tú que nunca cuidaste del rigor de los años<br />
ni supiste el castigo de un marchito ropaje;<br />
tú que siempre tuviste los cabellos castaños<br />
y la tersa epidermis, satinado follaje.<br />
Tus cabellos castaños, tus castaños cabellos<br />
por volver a besarlos con el viejo fervor,<br />
vendría yo la ciencia que compré con dolor<br />
y la tela de araña que tejí en sueños.<br />
Así como fui yo, así como eras tú,<br />
en la inconciencia tórrida de nuestra juventud,<br />
así quisiera ser,<br />
mas ya no puede ser...<br />
Algunos poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto modo<br />
innecesario, 1933<br />
INVOCACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE Y A UNA SEÑORITA DEL MISMO<br />
NOMBRE: GUADALUPE<br />
Hay gente mala en el país,<br />
hay gente<br />
que no teme al señor omnipotente,<br />
ni a la beata, ni al ínclito palurdo<br />
que da en diezmos la hermana y el maíz.<br />
Adorable candor el de la joven<br />
83
que un pintor holandés puso en el burdo<br />
ayate de Juan Diego.<br />
El sex-appeal hará que la roben<br />
en plena misa y a la <strong>voz</strong> de fuego.<br />
Tórrido amor,<br />
amor no franciscano el que le brinda<br />
año por año turbulenta plebe<br />
mientras pulque y fervor,<br />
en frescos jarros de Oaxaca, bebe.<br />
Una reminiscencia: Guadalupe<br />
era tibia y redonda, suave y linda.<br />
Otra reminiscencia:<br />
a ella fui como el toro a la querencia<br />
por ella supe todo cuanto supe.<br />
Negra su cabellera, negra, negra,<br />
negros sus ojos,<br />
negros como la fama de una suegra,<br />
tan lúcidos provocan y tan propios<br />
el guiño adusto de los telescopios.<br />
Vestida de verde toda<br />
iba -excepto los labios rojos<br />
y los dientes- vestida de verde-oruga,<br />
verde-esperanza o lechuga,<br />
verde-moda.<br />
84
El indio grave que a brazadas llega<br />
mar cruzando, picada de aspereza,<br />
a su santuario;<br />
y a la mujer infame que navega<br />
con virtuosa bandera de corsario...<br />
Ojos dieran, los ojos de la cara<br />
sólo porque a la vuelta de una esquina<br />
la pequeña sonrisa que ilumina<br />
de luz ultraterrestre su cabeza,<br />
les bañara...<br />
La flapper y el atleta<br />
piernas dieran -milagros de oro y plata-<br />
si la clara<br />
ternura de esta Virgen les bañara<br />
al llegar a la cama o a la meta.<br />
Manos de oro colgara<br />
manos, al acreedor hipotecario<br />
colgara, y el ladrón y el funcionario<br />
si sus ojos veteados de escarlata<br />
esta risa una vez iluminara.<br />
Amapolas<br />
que en suspiro se deshojan solas;<br />
testimonios fehacientes de mi fe;<br />
rosas inmarcesibles... por un día<br />
85
opio de teponaxtle y chirimía.<br />
Anhelantes de sed y de impotencia<br />
en turbias fuentes beberemos ciencia...<br />
¿para qué...?<br />
Si el caramelo que mi boca chupe<br />
será siempre tu nombre: Guadalupe...<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Breve glosa al Libro de Buen Amor, 1939<br />
El aula, etc. 1929; Unos cuantos sonetos, 1932; Algunos poemas deliberadamente románticos,<br />
1933; Breve glosa del Libro de Buen Amor, 1939; Versos y poemas, 1940; Fabulillas de<br />
animales, niños y espantos, 1957; Catorce poemas burocráticos y un corrido reaccionario,<br />
1962; Prometeo, la Odisea, Euclidiana, 1968.<br />
TROMPO<br />
El trompo que gira músicas menores<br />
movido, sin tregua, por tenue cordón,<br />
el trompo de siete colores<br />
¿no es un corazón?<br />
TÚ<br />
Una historia. Dos letras<br />
Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1948)<br />
El trompo de siete colores, 1925<br />
que bordaron tus manos en mi vida.<br />
¡Abecedario de las cosas muertas<br />
en el pañuelo blanco de los días!<br />
PECES DE ZIRAGÜÉN<br />
El trompo de siete colores, 1925<br />
86
Con las plumas del vuelo del venado<br />
del pez del aire que en azules pinto<br />
batallador cuchillo del instinto<br />
corta en cien latitudes un pescado.<br />
Capitalina la niebla, en su costado,<br />
vestida de algodón y de jacinto<br />
propone a las espumas laberinto:<br />
sabe a lenguas de tono numerado.<br />
Curva música el remo de la aleta<br />
en dirección al ojo que la goza,<br />
ojo de tiro al blanco sin saeta<br />
teñida espuma de la mar celosa,<br />
pez en la cuerda que el tarasco roza<br />
con el arco sensible de la zeta.<br />
El trompo de siete colores, 1925<br />
CANCIONES CERCA DEL MAR*<br />
(En Guaymas, Sonora.)<br />
I<br />
Al norte de la rosa y el tabaco<br />
los hombres cantan,<br />
cantan y danzan,<br />
al sonámbulo giro de las crines<br />
del vuelo del caballo.<br />
II<br />
Cerca del mar la arena del desierto,<br />
la sed de la palmera<br />
y el pez espada en el costado muerto.<br />
87
Cerca del mar la boca de la roca<br />
seca, paralizada,<br />
y el agua que no llega hasta la boca.<br />
Cerca del mar la tierra, femenina,<br />
grávida de quietud,<br />
apenas respirando vespertina.<br />
Y el mar que no la cubre con su aliento<br />
de engendrador alegre,<br />
masculino, perpetuo movimiento.<br />
III<br />
Salta la liebre. Azoro repentino,<br />
en sus ojos de negra porcelana,<br />
el hombre que intercepta su camino.<br />
Entre Batuc y Sásabe, norteño,<br />
en la magia pascola de la noche<br />
repta su danza cascabel el sueño.<br />
Arde la sangre. En el celeste paño<br />
rojo y ultravioleta del crepúsculo<br />
una palmera...<br />
Y el cielo azul como la noche, cierto,<br />
entre los labios de la pasajera.<br />
SEGUNDO SUEÑO<br />
(fragmento)<br />
El trompo de siete colores, 1925<br />
Au fond de l'inconnu pour<br />
trover du nouveau.<br />
Baudelaire<br />
88
Del sonido a la piedra y de la <strong>voz</strong> al sueño<br />
en la postura eterna del dormido<br />
sobre mármol de cirios y cuchillos<br />
ofensa a la raíz<br />
del árbol de la sangre -concentrado-<br />
mi cuerpo vivo, mío,<br />
mi concha de armadillo<br />
triángulo de color sentido y movimiento<br />
contorno de mi mundo que me adhiere y me forma y me conduce<br />
del sonido a la <strong>voz</strong> y de la <strong>voz</strong> al sueño.<br />
Batas blancas y manos como encías<br />
Pasos leves de goma de ratones<br />
Luz hendida, amarilla, luz que hiere<br />
bisturí del más hondo hueco de sombra oculta<br />
Luz de paredes blancas, anémica, de mármol<br />
Nidos de algodón para lo verde y negro<br />
de la vida y la muerte.<br />
Mármoles y aluminios<br />
que no empaña el reflejo ni el aliento ni el alba<br />
de unos ojos de niño<br />
Luz del allá de la llama amarillenta<br />
para el aire del éter más fino de los cielos<br />
Nidos de algodón<br />
para las alas de los peces del alcanfor y el yodo<br />
líquidos mensajeros de la muerte.<br />
¡Oh, Saturno,<br />
escafandra de siglos en mi siglo,<br />
89
descenderás conmigo entre los brazos<br />
a un mundo de sigilos.<br />
Y detrás de la muerte -centinelas-<br />
ojos de dos en dos vivos, cautivos.<br />
Soy el último testigo de mi cuerpo<br />
Veo los rostros, la sábana, los cuchillos, las voces<br />
y el calor de mi sangre que enrojece los bordes<br />
y el olor de mi aliento tan alegre y tan mío!<br />
Soy el último testigo de mi cuerpo<br />
Siento que siento<br />
lo frío del mármol<br />
y lo verde<br />
y lo negro<br />
de mi pensamiento<br />
Soy el último testigo de mi cuerpo.<br />
LETRA MUERTA<br />
Sueños, 1933<br />
Frío, universal paisaje de cosas que nadie usa<br />
ajeno a los frutos y las aves.<br />
Desconectado, íntimo mundo<br />
en los cuartos del hotel<br />
a donde entramos a descubrir el nuestro<br />
mundo desconocido<br />
en la primera desnudez frente al espejo<br />
de la mujer primera<br />
Eva en el paraíso metálico de un mundo<br />
90
de la tones y níqueles, musical, pavoroso.<br />
Jarra, plástica amiga de mi sombra de arañas<br />
silenciosas<br />
fieles a la frialdad de las paredes;<br />
muebles desconocidos y rumores enanos<br />
polilla de los bosques que tuercen la cadera de los<br />
ríos;<br />
luz de sombra amarilla<br />
palabras de los climas y los hombres<br />
que alguna vez grabaron su frente en el sudor de<br />
las almohadas<br />
y el calor de su sangre en la pared, la sábana y<br />
lo triste del secreto.<br />
Paralelo a los límites del agua<br />
mi cuerpo ocioso y libre<br />
recorre los suburbios del diamante y el ancla,<br />
inolvidable impacto en la pared más blanca<br />
y en el blanco más blanco de mi sangre y tu llama.<br />
En un cuarto de hotel con ángulos y arañas<br />
y sombras que apenas nos mutilan<br />
la cara del reloj viajero en marcha<br />
y el ímpetu interior de una palabra<br />
y esa mano que crece, larga, y crece<br />
a encender el cerillo y arrojar el cigarro<br />
como una noche ardiente en la mañana de un viento<br />
sin espalda.<br />
Primera, eterna, noche de arrojo en los hoteles<br />
91
sin retratos de familia,<br />
sin calendarios,<br />
sin llaves en las puertas,<br />
sin costumbres y sin repeticiones.<br />
Lucha viva de ángulos y plumas,<br />
de sueños y distancias,<br />
pureza de lo impuro para lectores pasajeros que<br />
prolonguen el calor de su sangre en la pared y<br />
en la sábana y en lo triste del secreto.<br />
Sueños, 1933<br />
MUERTE DE CIELO AZUL<br />
(fragmentos)<br />
V. EN DONDE SE HABLA DEL CUERPO SUJETO A LA ANESTESIA<br />
Este cuerpo sellado por la inercia<br />
vivo, sin <strong>voz</strong>, ausente, sin sentido,<br />
que al grito de los hombres despierta<br />
y el sueño arrastra a su secreto sino<br />
Este cuerpo mi cuerpo sometido<br />
a la niebla más niebla de mi muerta<br />
soledad sin presencia ni destino,<br />
perdido el aire sin saber la esencia<br />
Este cuerpo sin <strong>voz</strong>, metal sin fuego<br />
mano sin despedida que no muevo<br />
brazo lirio de lava y de ceniza<br />
Aire sin soplo de ternura verde<br />
92
este cuerpo sin <strong>voz</strong> ya no es la vida<br />
pero tampoco el sueño ni la muerte.<br />
IX. FORMAS DE SUEÑO<br />
Este busto de yeso que respira<br />
lunas de noche antiguas y metales<br />
rodillas mutiladas desiguales<br />
que si la noche cubre el sueño mira<br />
Esa mano de flores que conspira<br />
al abrir y cerrar dedos cristales<br />
sonrisa de coral ya sin corales<br />
ajeno mar donde la <strong>voz</strong> expira<br />
Estos ojos de verdes vegetales<br />
que al fuego muerto de los goces gozan<br />
y a lo oscuro me miran inmortales<br />
Y esta sombra de luz donde rozan<br />
las almas y los cuerpos que reposan.<br />
Vivos sueños, bellezas funerales.<br />
XIV. A LA ALEGRÍA DE LA VIDA Y DE LA MUERTE<br />
Espíritu que nace de lo inerte<br />
negación de placer, cuerpo dormido<br />
indolente conciencia del sentido<br />
que goza de la rosa de la muerte<br />
Otro placer sin sombra ¿quién advierte?<br />
¿quién muda de color, descolorido,<br />
sin sentir en la sangre que lo ha herido<br />
el paso sigiloso de la muerte?<br />
Y si ese labio calla y otro miente<br />
93
y es el cuerpo la letra y la medida<br />
y el arte de morir es inconsciente<br />
Color el agua sangre y no deserte<br />
que al fuego de la sombra de la vida<br />
no escape mi sombra de la muerte.<br />
ELEGÍA (fragmentos)<br />
(No la amante, el amor...)<br />
I<br />
Muerte del cielo azul, 1937<br />
Recuerdos de la noche, los ausentes<br />
que vuelven despojados de su luto,<br />
haber vivido y muerto, flor y fruto,<br />
asoman por lo oscuro de las frentes.<br />
No fluye su pasado por las fuentes<br />
que gozan de olvidar cada minuto,<br />
ni niegan a la Noche su atributo<br />
y estando son, aun sin querer, presentes.<br />
Sólo la muerte, en la memoria, sabe<br />
precisar la distancia de la vida<br />
entre el vuelo y la flor, la <strong>voz</strong> que hiere,<br />
o que fuego o ceniza preferida<br />
deja el amor, cuando la amante muere<br />
en brazos de algo inmaterial y grave.<br />
IV<br />
No la amante, el amor. La singladura<br />
94
de la noche que arrastra fuego frío<br />
por las venas del sueño, poderío<br />
de la encendida palidez oscura.<br />
El amor, no la amante. El goce mío;<br />
la imagen que desbasto; la onda pura<br />
que invade entre las ruinas mi locura<br />
de tallar en diamante lo sombrío.<br />
No la amante, el amor que le dio vida.<br />
Lo que mi mano roza y estos ojos<br />
desojan; lo que nace de la herida<br />
soledad en la noche de mi sueño:<br />
¡Encarnación que vive entre despojos<br />
de la que soy -¡oh, dulce sangre!- dueño!<br />
Sueño y poesía, 1952<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Avidez, 1921; El trompo de siete colores, 1925; Red, 1928; Primero sueño, 1931; Sueños,<br />
1933; Muerte de cielo azul, 1937; Sueño y poesía, 1952.<br />
CRIMEN<br />
¡Qué puñalada<br />
le ha propinado el viento<br />
a la granada!<br />
De Espiral, 1928<br />
NOCTURNO A LA LUNA<br />
La luna, que brincó por la ventana,<br />
en el piso del cuarto se restira<br />
Elías Nandino (1900-1993)<br />
95
ebotando en el muro que la mira<br />
y, del rebote, la penumbra emana.<br />
Su luz, entre las sombras deshilvana<br />
un metálico brillo que delira,<br />
y el espejo sediento le suspira<br />
desde el rincón, como presencia humana.<br />
Perforada la sombra, se estremece,<br />
y el rayo de la luna me parece<br />
escalera pendiente de los cielos.<br />
Y asido a la visión que me rodea,<br />
el afán de mi alma se recrea<br />
al subir por el rayo sus anhelos.<br />
De Color de ausencia, 1932<br />
NOSTALGIA DE TIERRA<br />
Tierra hambrienta, maternal atracción;<br />
sepultura vacía en asedio amoroso;<br />
sólido mar de espera<br />
en el que presiento y siento<br />
el reposo para mis pies cansados;<br />
yo capto el lento ascenso<br />
de tus leves caricias<br />
arropando mis ansias<br />
y escucho en mi conciencia<br />
tus palabras de aroma cortejando mi cuerpo.<br />
Tierra y vientre, acecho infatigable<br />
que se posa en mi piel<br />
como sedienta brisa<br />
de un agresivo amor que me persigue...<br />
yo sé que tu energía circula por mis venas<br />
y que somos, los dos<br />
incompletas fracciones<br />
que buscan refundirse.<br />
Soy tuyo, madre tierra:<br />
me invade el parentesco<br />
inevitable y hondo<br />
de tu ritmo en mi sangre,<br />
porque pese a mi miedo, a mi apego a la vida,<br />
hay algo en mis adentros<br />
que espera y desespera<br />
por regresar a ti...<br />
96
Mi vegetal instinto, mis árboles de fiebre<br />
sin raíces ni sitio, están pidiendo ansiosos<br />
su parcela segura,<br />
su isla inamovible<br />
donde dormir a solas su letargo yacente.<br />
Tierra voraz, oscuro hogar bendito<br />
donde el dolor se apaga,<br />
yo quiero reposar bajo tus sábanas<br />
de secretas ternuras germinales<br />
y así, cual la semilla<br />
que se oculta en tus húmedas tinieblas<br />
resurge transformada:<br />
ya en la longeva beatitud de un árbol<br />
o en los brotes de flores temporales<br />
que las lluvias despiertan en los campos:<br />
renacer de tu entraña<br />
y subir los peldaños<br />
que en la escala de vidas<br />
mi evolución alcance;<br />
porque vengo de ti, soy lodo en trance<br />
que a fuerza de nacer y de morir,<br />
ha de llegar a definir su esencia<br />
para ser en el cosmos vida eterna.<br />
Tierra insaciable, intimidad perfecta,<br />
cuando caiga en tu seno<br />
incinera mi carne, y después, con amor<br />
alienta mis cenizas, porque quiero<br />
proseguir cultivando mi poesía,<br />
al volver a vivir con nuevo cuerpo.<br />
De Nocturna palabra, 1960<br />
SI HUBIERAS SIDO TU<br />
a Xavier Villaurrutia<br />
Si hubieras sido tú, lo que en las sombras, anoche,<br />
bajó por la escalera del silencio<br />
y se posó a mi lado,<br />
para iniciar el cauce de acentos en vacío<br />
que, me imagino, será el lenguaje de los muertos.<br />
Si hubieras sido tú, de verdad, la nube sola<br />
que detuvo su viaje debajo de mis párpados<br />
y se adentró en mi sangre,<br />
amoldándose a mi dolor reciente<br />
de una manera leve, brisa, aroma,<br />
97
casi contacto angelical soñado...<br />
Si hubieras sido tú,<br />
lo que apartando la quietud oscura<br />
se apareció, tal como si fuera tu dibujo<br />
espiritual, que ansiaba convencerme<br />
de que sigues, sin cuerpo, viviendo en la otra vida.<br />
Si hubieras sido tú la <strong>voz</strong> callada<br />
que se infiltró en la <strong>voz</strong> de mi conciencia,<br />
buscando incorporarte en la palabra<br />
que tu muerte expresaba con mis labios.<br />
Si hubieras sido tú, lo que al dormirse<br />
descendió como bruma, poco a poco,<br />
y me fue encarcelando<br />
en una vaga túnica de vuelo fallecido...<br />
Si hubieras sido tú la llama llama<br />
que inquemante creó, sin despertarme<br />
ni conmover el lago del azoro:<br />
tu inmaterial presencia,<br />
igual que en el espejo emerge<br />
la imagen, sin herirle<br />
el límpido frescor de su epidermis.<br />
Si hubieras sido tú...<br />
Pero nuestros sentidos corporales<br />
no pueden identificar la ánimas.<br />
Los muertos, cuando vuelven,<br />
tal vez ya no posean<br />
los peculiares rasgos<br />
que nos pudieron dar<br />
la inmensa dicha de reconocerlos.<br />
¿Quién más pudo venir a visitarme?<br />
Recuerdo que, contigo solamente,<br />
platicaba del amoroso asedio<br />
con que la muerte sigue a nuestra vida.<br />
Y hablábamos los dos adivinando,<br />
haciendo conjeturas,<br />
ajustando preguntas, inevitando respuestas,<br />
para quedar al fin<br />
sumidos en derrota,<br />
muriendo en vida por pensar la muerte.<br />
Ahora tú ya sabes descifrar el misterio<br />
porque estás en su seno, pero yo...<br />
En esta incertidumbre secretamente pienso<br />
que si no fuiste tú, lo que en las sombras, anoche,<br />
bajó por la escalera del silencio<br />
98
y se posó a mi lado,<br />
entonces quizá fue<br />
una visita de mi propia muerte.<br />
De Nocturna palabra, 1960<br />
NOCTURNO DIFUNTO<br />
A la memoria de mi padre<br />
En vida nunca pude llevarme con mi padre.<br />
Cuando este murió, la muerte, milagrosamente,<br />
le dio vida dentro de mi corazón.<br />
Desde que despojado de tu cuerpo<br />
te escondiste en el aire,<br />
yo siento mi existencia más honda en el misterio,<br />
como si mis manos, alargadas por las tuyas<br />
inmensas en el cielo,<br />
en levantado avance<br />
ya tocaron la astronomía sin fin...<br />
Estoy como en los ríos<br />
que apesar de correr sumisos a su cauce,<br />
por su mortal marino abocamiento<br />
también están ligados<br />
a las aguas del mar donde se acendran.<br />
Por la ventana que al morir dejaste<br />
abierta en la penumbra,<br />
he podido mirar<br />
mi aventajada muerte<br />
persiguiendo tus huellas espaciales,<br />
y tengo la certeza de que me estoy rodando<br />
indeteniblemente<br />
en el hambre del vaso universal,<br />
igual que el humo libre que la atmósfera atrae<br />
y no puede, aunque quiera, regresarse a su lumbre.<br />
Estoy seguro de que cada día<br />
mi sangre que te busca, se evapora<br />
ganando altura transformada en nubes,<br />
y parte de mí<br />
ya vuela en el espacio, emparentada.<br />
Desde tu muerte, siento que te guardo<br />
como un lucero íntimo<br />
que medita en la noche de mi entraña,<br />
disuelto como el azúcar en el orbe líquido<br />
99
y que, muchas veces, te denuncias asomando<br />
tu espiritual dulzor en mi saliva amarga.<br />
Desde que tu <strong>voz</strong>, por el silencio amortaja,<br />
dejó de hablar para encender palomas<br />
sobre el árbol del viento, en que cantan<br />
con insepultos ecos<br />
la profunda madurez<br />
del idioma flotante de tu ausencia,<br />
yo palpo -al escuchar-<br />
el molde vivo que en el aire horada<br />
tu falta de materia, que es ternura<br />
siempre en acecho que acaricia y roba.<br />
Yo creo que tu cósmico deleite<br />
es atraerme a tu pasión de vuelo,<br />
a tu girar errante,<br />
porque ya tu misión es recoger<br />
esta fracción de ti que aún perdura<br />
en el fluvial ramaje de mis venas.<br />
No puedo definir dónde te encuentras,<br />
pero sí te adivino circundante<br />
en un arribo de alentada fuga,<br />
que exacerba mis ansias en un filial apego<br />
al resplandor sin luz de tus imanes.<br />
¡Qué plenitud vacía<br />
te dibuja en el fondo de mis ojos<br />
que no te ven, pero que sí me permiten<br />
que hasta la fuente de mis sueños bajes<br />
y quedes a su impulso vinculado!<br />
¡Cuánto tiempo de estar solo y contigo<br />
habitándome a solas,<br />
como la llama al fósforo en el letargo,<br />
o a la uva, el espíritu del vino!<br />
Yo soy una ambulante sepultura<br />
en que reposa tu fugitiva permanencia<br />
que me va madurando, lentamente,<br />
hasta que mi energía entumecida<br />
se adiestre en vuelo que recobre estrella.<br />
Inmerso en mi conciencia desarrollas<br />
un pensante silencio que se atreve<br />
a conversar sin mí. Yo lo descubro<br />
reviviendo recuerdos en mi oído:<br />
100
es como el nacimiento de sollozos<br />
que se produce cuando el agua cae<br />
sobre la carne viva de las brasas.<br />
Al derribarse tu estatura en polvo<br />
formaste la marea<br />
del vislumbre mortal que me obsesiona,<br />
y no hay sitio, temor, espera o duda<br />
en donde tú, como trasfondo en alba,<br />
no finques la silueta de tu amparo.<br />
En mi vigilia, a oscuras,<br />
como los ciegos sigo con el tacto<br />
los relieves que escribes en el papel nocturno,<br />
y los capto agitados en asedio amoroso:<br />
amor de un muerto que jamás olvida<br />
la sangre que ha dejado trasvasada.<br />
Yo quisiera que la imagen que de ti conservo<br />
se azogara la espalda,<br />
para mirar, siquiera unos instantes,<br />
cómo el deslinde al incolor procrea<br />
tu claridad auténtica de ángel.<br />
De Nocturna palabra, 1960<br />
NOCTURNO LLANTO<br />
Ese llanto invencible que brota a media noche,<br />
cuando nadie nos ve ni nuestros propios ojos<br />
pueden atestiguarlo,<br />
porque es llanto reseco, privado de su sal,<br />
desvestido de linfa,<br />
con aridez de fiebre<br />
y amargo como el humo de los remordimientos.<br />
Ese llanto que irrumpe sin causa y sin sollozo,<br />
sin roce y sin historia,<br />
desprovisto de gota, de tibieza y caída,<br />
pero dando la sensación exacta<br />
de nacer y rodar<br />
en un cauce frío lento que invade hasta los huesos.<br />
Ese llanto del hombre asomado al misterio<br />
que le duele en la <strong>voz</strong>, en la piel, en las venas<br />
y en el arropo oscuro<br />
de la noche que ciega su pensamiento en llamas.<br />
101
Ese llanto sin lágrimas<br />
-huracán en vacío, surtidor sin derrame-<br />
que al borde de los párpados<br />
detiene sus impulsos<br />
y retoma al dolor donde nace.<br />
Ese llanto tan mío, tan de todos y ajeno,<br />
expansión comprimida de atávicas nostalgias<br />
que no alcanzan la lluvia que las hunda en la tierra<br />
para seguir por ella, en humedades hondas,<br />
persiguiendo el declive<br />
que las retorne a su raíz marina.<br />
Ese llanto de todos acedrado en el mío,<br />
ese llanto tan mío en que fluye el de todos<br />
-agua y sal trasvasadas en angustia ambulante-,<br />
que circula enclaustrado<br />
como altura caída que anhela levantarse,<br />
y al no poder hacerlo,<br />
se retuerce en el centro de su lumbre vacía<br />
para seguir luchando contra el blindaje sordo<br />
que no puede llorarlo.<br />
Llanto ciego que brota de la oculta resaca<br />
de una sangre viajera en su cárcel de agobio.<br />
El calor dilatado de musculares zonas<br />
que sube hasta la orilla<br />
de la flor sin corola del insomnio sediento.<br />
Ese llanto sin llanto, percepción absoluta<br />
del íntimo goteo<br />
que al nacer se derrama nuevamente hacia dentro,<br />
porque le dieron vida lacrimales sin parto,<br />
o porque lo producen las vertientes secretas<br />
de siglos de memoria<br />
que quisieran rodarse<br />
por el salto mortal de nuestras lágrimas.<br />
Ese llanto inllorado, ese llanto en deseo<br />
de volcarse en el llanto;<br />
esas olas de miedo, de ansiedad, de tormento<br />
que se agolpan y piden<br />
el nacer repentino de su líquida fuga.<br />
Ese llanto sin llanto empotrado en la frente,<br />
que se muere sin agua y se bebe a sí mismo<br />
para seguir formando<br />
el manantial sin cauce<br />
102
que detrás de la carne presiona con su asfixia,<br />
y transforma la vida en un volcán sin cráter<br />
o alud que sin espacio se rebulle en su sitio.<br />
Ese llanto sin llanto, ese impulso encerrado<br />
de un brotar que no puede encontrar desahogo<br />
y que vive en nosotros, comprimido, creciente,<br />
porque es llanto de hombre que no cabe<br />
en el hombre<br />
y que tiene, por fuerza, que vivir sumergido<br />
hasta el instante trágico<br />
en que la muerte hiera,<br />
y se llore fundido al corporal derrumbe.<br />
De Nocturna Palabra, 1960<br />
NOCTURNO CUERPO<br />
Cuando de noche, a solas, en tinieblas,<br />
fatigado de no sé qué fatiga<br />
se derrumba mi cuerpo y se acomoda<br />
en la impasible superficie oscura<br />
que le sirve de apoyo y de mortaja,<br />
yo me tiendo también y me limito<br />
al inerme contorno que me entrega,<br />
a la isla de olvido en que se olvida.<br />
Separado de él y en él hundido<br />
recuerdo que lo llevo todo el día<br />
como cárcel de fiebre que me oprime,<br />
como labios que dicen otras frases,<br />
como instinto que burla mis deseos<br />
o acciones desligadas de mi fuerza;<br />
pero al mirarlo así, rendido fardo<br />
indiferente en su actitud de piedra,<br />
tigre de bronce, charco de silencio,<br />
columna de cinismo derribada,<br />
ciega figura en su lección de muerte:<br />
yo lo percibo como carne intrusa<br />
como dolencia de una llaga ajena,<br />
cómplice de un destino que no entiendo,<br />
mudez que no lesiona mi palabra,<br />
verdugo en anestesia secuestrado.<br />
Y por eso al sentirme dividido<br />
y a la vez por su molde aprisionado,<br />
analizo, sospecho, reflexiono<br />
que sus muros endebles que me cercan<br />
103
son fuego en orfandad, tierra robada,<br />
agua sujeta en venas sumergidas<br />
y aire sin aire arrebatado al aire;<br />
que soy un prisionero de elementos<br />
en honda combustión, que están buscando<br />
fundir los eslabones que los unen<br />
para volver a la pureza intacta<br />
del sitio universal donde eran libres:<br />
la tierra pide su reposo en tierra,<br />
el aire, su acrobacia transparente;<br />
el fuego, la delicia de su llama;<br />
y el agua: la blancura de su hielo,<br />
su cauce, o el prodigio de ser nube.<br />
Al lado de él, alado y enraizado,<br />
lo toco, lo examino desde adentro:<br />
interior de una iglesia ensangrentada,<br />
góticos arcos, junglas musculares,<br />
entretejida pulsación de yedras,<br />
laberinto de lumbre de amapolas<br />
y entraña de una cripta en que se esconde<br />
el numérico albor del esqueleto.<br />
Y yo en medio de juez y de culpable,<br />
de rebelde invasor y de invadido,<br />
de mirar que descubre y se descubre,<br />
de unidad que contempla sus facciones,<br />
de pregunta privada de respuesta,<br />
de espectador que sufre en propia carne<br />
el corporal desgaste de que brotan<br />
sus crecientes acopios de agonía.<br />
Si soy su dueño ¡por qué lo palpo extraño,<br />
despegado de mí -sombra de un árbol-,<br />
corteza sofocante de mi angustia,<br />
vendaje que me oculta, ademe frágil,<br />
imán que me atesora y me difunde,<br />
materia que yo arrastro y que me arrastra?<br />
Y estoy en él, presente, inevitable,<br />
unido en el monólogo y la espera,<br />
crecido en su re<strong>verso</strong>, y denunciado<br />
por sus manos, sus ojos, sus pasiones,<br />
la quemante ansiedad de sus delirios,<br />
las brumas de sus tiempos de zozobra<br />
y los relámpagos de su alegría.<br />
De dentro a afuera, de raíz a ramas,<br />
presiono, me sublevo, abro mis fuerzas<br />
104
para cavar, para acabar los muros<br />
que viven de tenerme prisionero;<br />
pero un amor me nace y me detiene,<br />
un fanatismo de vital amparo,<br />
el apego del ánima y las células,<br />
la intimidad de forma y contenido<br />
acoplando sus ciegas superficies;<br />
y me quedo conforme, sosegado<br />
a la ajustada cárcel que me cubre<br />
para seguir formando el mundo en fiebre<br />
por el que siento que en verdad existo.<br />
Agua, tierra, fuego y aire, en continua<br />
aspersión de sus químicos halagos,<br />
inmersos en la furia de sus hambres,<br />
en escondida trabazón de empujes,<br />
mandando y succionado sus mareas,<br />
haciendo y deshaciendo lo que se inician,<br />
comiéndose a sí mismos, recreando<br />
el desnudo valor de su estructura<br />
en pugnas, atracciones y repechos,<br />
porque quieren, anhelan, buscan, labran<br />
la persistente acción que les devuelva<br />
el vuelo original que poseían.<br />
Esta unión de elementos, este nido<br />
de físicas batallas, de incesantes<br />
reacciones, es mi solo respaldo,<br />
el trágico venero de la fuerza<br />
que me sostiene aún hablando a solas.<br />
De Nocturna palabra, 1960<br />
¿QUE ES MORIR?<br />
--Morir es<br />
Alzar el vuelo<br />
Sin alas<br />
Sin ojos<br />
Y sin cuerpo.<br />
De Eternidad del polvo, 1970<br />
PERFECCION FUGAZ<br />
para el poeta Carlos Pellicer<br />
105
Pinté el tallo,<br />
luego el cáliz,<br />
después la corola<br />
pétalo por pétalo,<br />
y,<br />
al terminar mi rosa,<br />
la induje<br />
a soñar su aroma.<br />
¡Hice la rosa perfecta!<br />
Tan perfecta,<br />
que al día siguiente<br />
cuando fui a mirarla,<br />
ya estaba muerta.<br />
De Cerca de lo lejos, 1979<br />
DERECHO DE PROPIEDAD<br />
¡Nada es tan mío<br />
como lo es el mar<br />
cuando lo miro!<br />
De Cerca de lo lejos, 1979<br />
MI PRIMER AMOR...<br />
El azul es el verde que aleja<br />
-verde color que mi trigal tenía-;<br />
azul...de un verde, preso en lejanía,<br />
del que apenas su huella se despeja.<br />
Celeste inmensidad, donde mi queja<br />
tiende su mudo velo noche y día,<br />
para buscar el verde que tenía,<br />
verde en azul...allá donde se aleja...<br />
Mi angustia, en horizonte liberada,<br />
entreabre la infinita transparencia<br />
para traer mi verde a la mirada.<br />
Y en el azul que esconde la evidencia:<br />
yo descubro tu faz inolvidada<br />
y sufro la presencia de tu ausencia.<br />
De Sonetos, 1983<br />
BUSQUEDA ESPACIAL<br />
106
I<br />
Antes de haber nacido, cuando apenas<br />
en las galaxias era calofrío,<br />
o sed en rotación por el vacío,<br />
o sangre sin la cárcel de las venas;<br />
antes de ser en túnica de arenas<br />
un angustiado palpitar sombrío,<br />
antes, mucho antes que este cuerpo mío<br />
supiera de esperanzas y de penas:<br />
ya buscaba tu nombre, tu semblante,<br />
el disperso latir de tu vivencia,<br />
tu mirada en las nubes esparcida;<br />
porque, desde el asomo delirante<br />
de mis instintos ciegos, tu existencia<br />
era ya por mis ansias presentida.<br />
II<br />
¿Cuántas transmutaciones has pasado?<br />
¿cuántos siglos de luz, cuántos colores,<br />
nebulosas, crepúsculos y flores<br />
para llegar a ser, has transitado?<br />
¿En qué constelaciones has brillado?<br />
¿Después de cuántas muertes y dolores,<br />
de huracanes, relámpagos y albores<br />
la forma corporal has conquistado?<br />
No puedo concebir mi pensamiento<br />
esa edad atmosférica que hicimos<br />
en giratoria espera; mas yo siento<br />
que milenios de lumbres anduvimos<br />
esperanzados en el firmamento,<br />
hasta unir este amor con que existimos.<br />
De Sonetos, 1983<br />
HERMOSURA VITAL<br />
Una gallina<br />
con sus doce pollitos<br />
pica y camina.<br />
De Ciclos terrenales, 1989<br />
107
NOSTALGIA CERRIL<br />
Al ver los cerros<br />
los pies de mi memoria<br />
trepan por ellos.<br />
De Ciclos terrenales, 1989<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Espiral, 1928; Color de Ausencia, 1932; Eco, 1934; Río de sombra, 1935, Sonetos,<br />
1937; Poemas árboles, 1938; Nuevos sonetos, 1939; Nudo de sombras, 1947; Espejo de mi<br />
muerte, 1945;Poesía I, 1947; Poesía II, 1949; Naufragio de la duda, 1950; Triángulo de<br />
silencios, 1953; Nocturna suma, 1955; Nocturno amor, 1958; Nocturno día, 1959; Nocturna<br />
palabra, 1960;Eternidad del polvo, 1970; Cerca de lo lejos, 1979; Conversación con el mar,<br />
1982; Costumbre de morir a diario, 1982; Erotismo al rojo blanco, 1983; Todos mis nocturnos,<br />
1988; Ciclos terrenales, 1989.<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Canciones para cantar en las barcas, 1925;<br />
Muerte sin fin, 1939; Poesía, 1964<br />
y 3. SE ALEGRA EL MAR<br />
A Carlos Pellicer<br />
IREMOS a buscar<br />
hojas de plátano al platanar.<br />
Se alegra el mar<br />
Iremos a buscarlas en el camino,<br />
padre de las madejas de lino.<br />
Se alegra el mar<br />
Porque la luna (cumple quince años a pena)<br />
se pone blanca, azul, roja, morena.<br />
Se alegra el mar.<br />
Siete varas de nardo desprenderé<br />
para mi novia de lindo pie.<br />
José Gorostiza (1901-1973)<br />
108
Se alegra el mar.<br />
Siete varas de nardo; sólo un aroma,<br />
una sola blancura de pluma de paloma.<br />
Se alegra el mar.<br />
Vida -le digo- blancas las desprendí, yo bien lo sé,<br />
para mi novia de lindo pie.<br />
Se alegra el mar.<br />
Vida -le digo- blancas las desprendí.<br />
¡No se vuelvan oscuras por ser de mí!<br />
Se alegra el mar.<br />
Canciones para cantar en las barcas. 1929<br />
PRELUDIO<br />
ESA PALABRA que jamás asoma<br />
a tu idioma cantando de preguntas,<br />
esa, desfalleciente,<br />
que se hiele en el aire de tubos,<br />
sí, como una respiración de flautas<br />
contra un aire de vidrio evaporada,<br />
¡mírala, ay tócala!<br />
¡mírala ahora!<br />
en esta exangüe bruma de magnolias,<br />
en esta nimia floración de vaho<br />
que -ensombrecido en luz el ojo agónico<br />
y a funestos pestillos<br />
anclado el tenue ruido de las alas-<br />
guarda un ángel de sueño en la ventana.<br />
¡Qué muros de cristal, amor, qué muros!<br />
109
Ay ¿para qué silencios de agua?<br />
Esa palabra, sí, esa palabra<br />
que se coagula en la garganta<br />
como un grito de ámbar<br />
¡mírala, ay tócala!<br />
¡mírala ahora!<br />
Mira que, noche a noche, decantada<br />
en el filtro de un áspero silencio,<br />
quedose a tanto enmudecer desnuda,<br />
hiriente e inequívoca<br />
-así en la entraña de un reloj la muerte,<br />
así la claridad en una cifra-<br />
para gestar este lenguaje nuestro,<br />
inaudible,<br />
que se abre al tacto insomne<br />
en la arena, en el pájaro, en la nube,<br />
cuando negro de oráculos retruena<br />
el panorama de la profecía.<br />
¿Quién, si ella no,<br />
pudo fraguar este uni<strong>verso</strong> insigne<br />
que nace como un héroe en tu boca?<br />
¡Mírala, ay, tócala,<br />
mírala ahora,<br />
incendiada en un eco de nenúfares!<br />
¿No aquí su angustia asume la inocencia<br />
de una hueca retórica de lianes?<br />
Aquí, entre líquenes de orfebrería<br />
110
que arrancan de minúsculos canales<br />
¿no echó a tañer al aire<br />
sus cándidas mariposas de escarcha?<br />
Qué, en lugar de esa fe que la consume<br />
hasta la transparencia del destino<br />
¿no aquí -escapada al dardo<br />
tenaz de la estatura-<br />
se remonta insensata una palmera<br />
para estallas en su ficción de cielo,<br />
muestra en fuegos no,<br />
mas en puros deleites de artificio?<br />
Esa palabra, sí, esa palabra,<br />
esa, desfalleciente,<br />
que se ahoga en el humo de una sombra,<br />
esa que gira -como un soplo- cauta<br />
sobre bisagras de secreta llama,<br />
esa en que el aura de la <strong>voz</strong> se astilla,<br />
desalentada,<br />
como si rebotara<br />
en una bella úlcera de plata,<br />
esa que baña sus vocales ácidas<br />
en la espuma de las palomas sacrificadas,<br />
esa que se congela hasta la fiebre<br />
cuando no, ensimismada, se calcina<br />
en la brusca intemperie de una lágrima,<br />
¡mírala, ay, tócala!<br />
¡mírala ahora!<br />
111
¡mírala, ausente toda de palabra,<br />
sin <strong>voz</strong>, sin eco, sin idioma, exacta,<br />
mírala cómo traza<br />
en muros de cristal amores de agua!<br />
Del poema frustrado.<br />
IV<br />
¡AGUA, no huyas de la sed, detente!<br />
Detente, oh claro insomnio, en la llanura<br />
de este sueño sin párpados que apura<br />
el idioma febril de la corriente.<br />
No el tierno simulacro que re miente,<br />
entre rumores, viva; no madura,<br />
ama la sed esa tensión de hondura<br />
con que saltó tu flecha de la fuente.<br />
Detén, agua, tu prisa, porque en tanto<br />
te ciegue el ojo y te estrangule el canto,<br />
dictar debieras a la muerte zonas;<br />
que por tu propia muerte concebida,<br />
sólo me das la piel endurecida<br />
¡oh movimiento, sierpe! que abandonas.<br />
Del poema frustrado.<br />
MUERTE SIN FIN<br />
Conmigo está el consejo y el ser; yo soy la<br />
inteligencia; mía es la fortaleza.<br />
Proverbios, 8,14.<br />
Con él estaba yo ordenándolo todo; y fui<br />
su delicia todos los días, teniendo solaz<br />
112
delante de él en todo tiempo.<br />
Proverbios, 8,30.<br />
Mas el que peca contra mí defrauda su<br />
alma; todos los que me aborrecen aman la<br />
muerte.<br />
Proverbios, 8,36.<br />
Lleno de mí, sitiado en mi epidermis<br />
por un dios inasible que me ahoga,<br />
mentido acaso<br />
por su radiante atmósfera de luces<br />
que oculta mi conciencia derramada,<br />
mis alas rotas en esquirlas de aire,<br />
mi torpe andar a tientas por el lodo;<br />
lleno de mí -ahíto- me descubro<br />
en la imagen atónita del agua,<br />
que tan sólo es un tumbo inmarcesible,<br />
un desplome de ángeles caídos<br />
a la delicia intacta de su peso,<br />
que nada tiene<br />
sino la cara en blanco<br />
hundida a medias, ya, como una risa agónica,<br />
en las tenues holandas de la nube<br />
y en los funestos cánticos del mar<br />
-más resabio de sal o albor de cúmulo<br />
que sola prisa de acosada espuma.<br />
No obstante -oh paradoja- constreñida<br />
por el rigor del vaso que la aclara,<br />
113
el agua toma forma.<br />
En él se asienta, ahonda y edifica,<br />
cumple una edad amarga de silencios<br />
y un reposo gentil de muerte niña,<br />
sonriente, que desflora<br />
un más allá de pájaros<br />
en desbandada.<br />
En la red de cristal que la estrangula,<br />
allí, como en el agua de un espejo,<br />
se reconoce;<br />
atada allí, gota con gota,<br />
marchito el tropo de espuma en la garganta<br />
¡qué desnudez de agua tan intensa,<br />
qué agua tan agua,<br />
está en su orbe tornasol soñado,<br />
cantando ya una sed de hielo justo!<br />
Mas qué vaso -también- más providente<br />
éste que así se hinche<br />
como una estrella en grano,<br />
que así, en heroica promisión, se enciende<br />
como un seno habitado por la dicha,<br />
y rinde así, puntual,<br />
una rotunda flor<br />
de transparencia al agua,<br />
un ojo proyectil que cobra alturas<br />
y una ventana a gritos luminosos<br />
sobre esa libertad enardecida<br />
114
que se agobia de cándidas prisiones!<br />
¡Más qué vaso -también- más providente!<br />
Tal vez esta oquedad que nos estrecha<br />
en islas de monólogos sin eco,<br />
aunque se llama Dios,<br />
no sea sino un vaso<br />
que nos amolda el alma perdediza,<br />
pero que acsi el alma sólo advierte<br />
en una transparencia acumulada<br />
que tiñe la noción de Él, de azul.<br />
El mismo Dios,<br />
en sus presencias tímidas,<br />
ha de gastar la tez azul<br />
y una clara inocencia imperdonable,<br />
oculta al ojo, pero fresca al tacto,<br />
como este mar fantasma en que respiran<br />
-peces del aire altísimo-<br />
los hombres.<br />
¡Sí, es azul! ¡Tiene que ser azul!<br />
Un coagulado azul de lontananza,<br />
un circundante amor de la criatura,<br />
en donde el ojo de agua de su cuerpo<br />
que mana en lentas ondas de estatura<br />
entre fiebres y llagas;<br />
en donde el río hostil de su conciencia<br />
¡agua fofa, mordiente, que se retira,<br />
ay, incapaz de cohesión al suelo!<br />
115
en donde el brusco andar de la criatura<br />
amortigua su enojo,<br />
se redondea<br />
como una cifra generosa,<br />
se pone en pie, veraz, como una estatua.<br />
¿Qué puede ser -si no- si un vaso no?<br />
Un minuto quizá que se enardece<br />
hasta la incandescencia,<br />
que alarga el arrebato de su brasa,<br />
ay, tanto más hacia lo eterno mínimo<br />
cuanto es más hondo el tiempo que lo colma.<br />
Un cóncavo minuto del espíritu<br />
que una noche impensada,<br />
al azar<br />
y en cualquier escenario irrelevante<br />
-en el terco repaso de la acera,<br />
en el bar, entre dos amargas copas<br />
o en las cumbres peladas del insomnio-<br />
ocurre, nada más, madura, cae<br />
sencillamente,<br />
como la edad, el fruto y la catástrofe.<br />
¿También -mejor que un lecho- para el agua<br />
no es un vaso el minuto incandescente<br />
de su maduración?<br />
Es el tiempo de Dios que aflora un día,<br />
que cae, nada más, madura, ocurre,<br />
para tornar mañana por sorpresa<br />
116
es un estéril repetirse inédito,<br />
como el de esas eléctricas palabras<br />
-nunca aprehendidas,<br />
siempre nuestras-<br />
que eluden el amor de la memoria,<br />
pero que a cada instante nos sonríen<br />
desde sus claros huecos<br />
en nuestras propias frases despobladas.<br />
Es un vaso de tiempo que nos iza<br />
en sus azules botareles de aire<br />
y nos pone su máscara grandiosa,<br />
ay, tan perfecta,<br />
que no difiere un rasgo de nosotros.<br />
Pero en las zonas ínfimas del ojo,<br />
en su nimio saber,<br />
no ocurre nada, no sólo esta luz,<br />
esta febril diafanidad tirante,<br />
hecha toda de pura exaltación,<br />
que a través de su nítida substancia<br />
nos permite mirar,<br />
sin verlo a Él, a Dios,<br />
lo que detrás de Él anda escondido:<br />
el tintero, la silla, el calendario<br />
-¡todo a voces azules el secreto<br />
de su infantil mecánica!-<br />
en el instante mismo que se empeñan<br />
en el tortuoso afán del uni<strong>verso</strong>.<br />
117
Pero en las zonas ínfimas del ojo<br />
no ocurre nada, no, sólo esta luz<br />
-ay, hermano Francisco,<br />
esta alegría,<br />
única, riente claridad del alma.<br />
Un disfrutar en corro de presencias,<br />
de todos los pronombres -antes turbios<br />
por la gruesa efusión de su egoísmo-<br />
de mí y de Él y de nosotros tres<br />
¡siempre tres!<br />
mientras nos recreamos hondamente<br />
en este buen candor que todo ignora,<br />
en esta aguda ingenuidad del ánimo<br />
que se pone a soñar a pleno sol<br />
y sueña los pretéritos de moho,<br />
la antigua rosa ausente<br />
y el prometido fruto de mañana,<br />
como un espejo del revés, opaco,<br />
que al consultar la hondura de la imagen<br />
le arrancara otro espejo por respuesta.<br />
Mirad con qué pueril austeridad graciosa<br />
distribuye los mundos en el caos,<br />
los echa a andar acordes como autómatas;<br />
al impulso didáctico del índice<br />
oscuramente<br />
¡hop!<br />
la apostrofa<br />
118
y saca de ellos cintas de sorpresas<br />
que en un juego sinfónico articula,<br />
mezclando en la insistencia de los ritmos<br />
¡planta-semilla-planta!<br />
¡planta-semilla-planta!<br />
su tierna brisa, sus follajes tiernos,<br />
su luna azul, descalza, entre la nieve,<br />
sus mares plácidos de cobre<br />
y mil y un encantadores gorgoritos.<br />
Después, en un crescendo insostenible,<br />
mirad como dispara cielo arriba,<br />
desde el mar,<br />
el tiro prodigioso de la carne<br />
que aun a la alta nube menoscaba<br />
con el vuelo del pájaro,<br />
estalla en él como un cohete herido<br />
y en sonoras estrellas precipita<br />
su desbandada pólvora de plumas.<br />
Mas en la médula de esta alegría,<br />
no ocurre nada, no;<br />
sólo un cándido sueño que recorre<br />
las estaciones todas de su ruta<br />
tan amorosamente<br />
que no elude seguirla a sus infiernos,<br />
ay, y con qué miradas de atropina,<br />
tumefactas e inmóviles, escruta<br />
el curso de la luz, su instante fúlgido,<br />
119
en la piel de una gota de rocío;<br />
concibe el ojo<br />
y el intangible aceite<br />
que nutre de esbeltez a la mirada;<br />
gobierna el crecimiento de las uñas<br />
y en la raíz de la palabra esconde<br />
el frondoso discurso de ancha copa<br />
y el poema de diáfanas espigas.<br />
Pero aún más -porque en su cielo impío<br />
nada es tan cruel como este puro goce-<br />
somete sus imágenes al fuego<br />
de especiosas torturas que imagina<br />
-las infla de pasión,<br />
en el prisma del llanto las deshace,<br />
las ciega con el lustre de un barniz,<br />
las satura de odios purulentos,<br />
rencores zánganos<br />
como una mala costra,<br />
angustias secas como la sed del yeso.<br />
pero aún más -porque, inmune a la mácula,<br />
tan perfecta crueldad no cede a límites-<br />
perfora la substancia de su gozo<br />
con rudos alfileres;<br />
piensa el tumor, la úlcera y el chancro<br />
que habrán de festonar la tez pulida,<br />
toma en su mano etérea a la criatura<br />
y en un ilustre hallazgo de ironía<br />
120
como a un copo de cera sudorosa,<br />
y en un ilustre hallazgo de ironía<br />
la estrecha enternecido<br />
con los brazos glaciales de la fiebre.<br />
Mas nada ocurre, no, sólo este sueño<br />
desorbitado<br />
que se mira a sí mismo en plena marcha;<br />
presume, pues, su término inminente<br />
y adereza en el acto<br />
el plan de su fatiga,<br />
su justa vacación,<br />
su domingo de gracia allá en el campo,<br />
al fresco albor de las camisas flojas.<br />
¡Qué trebolar mullido, qué parasol de niebla,<br />
se regala el ánimo<br />
para gustar la miel de sus vigilias!<br />
Pero el ritmo es su norma, el solo paso,<br />
la sola marcha en círculo, sin ojos;<br />
así, aun de su cansancio, extrae<br />
¡hop!<br />
largas cintas de cintas de sorpresas<br />
que en un constante perecer enérgico,<br />
en un morir absorto,<br />
arrasan sin cesar su bella fábrica<br />
hasta que -hijo de su misma muerte,<br />
gestado en la aridez de sus escombros-<br />
siente que su fatiga se fatiga,<br />
121
se erige a descansar de su descanso<br />
y sueña que su sueño se repite,<br />
irresponsable, eterno,<br />
muerte sin fin de una obstinada muerte,<br />
sueño de garza anochecido a plomo<br />
que cambia sí de pie, mas no de sueño,<br />
que cambia sí la imagen,<br />
mas no la doncellez de su osadía<br />
¡oh inteligencia, soledad en llamas!<br />
que lo consume todo hasta el silencio,<br />
sí, como una semilla enamorada<br />
que pudiera soñarse germinando,<br />
probar en el rencor de la molécula<br />
el salto de las ramas que aprisiona<br />
y el gusto de su fruta prohibida,<br />
ay, sin hollar, semilla casta,<br />
sus propios impasibles tegumentos.<br />
¡Oh inteligencia, soledad en llamas,<br />
que todo lo concibe sin crearlo!<br />
Finge el calor del lodo,<br />
su emoción de substancia adolorida,<br />
el iracundo amor que lo embellece<br />
y lo encumbra más allá de las alas<br />
a donde sólo el ritmo<br />
de los luceros llora,<br />
mas no le infunde el soplo que lo pone en pie<br />
y permanece recreándose en sí misma,<br />
122
única en El, inmaculada, sola en El,<br />
reticencia indecible,<br />
amoroso temor de la materia,<br />
angélico egoísmo que se escapa<br />
como un grito de júbilo sobre la muerte<br />
-¡oh inteligencia, páramo de espejos!<br />
helada emanación de rosas pétreas<br />
en la cumbre de un tiempo paralítico;<br />
pulso sellado;<br />
como una red de arterias temblorosas,<br />
hermético sistema de eslabones<br />
que apenas se apresura o se retarda<br />
según la intensidad de su deleite;<br />
abstinencia angustiosa<br />
que presume el dolor y no lo crea,<br />
que escucha ya en la estepa de sus tímpanos<br />
retumbar el gemido del lenguaje<br />
y no lo emite;<br />
que nada más absorbe las esencias<br />
y se mantiene así, rencor sañudo,<br />
una, exquisita, con su dios estéril,<br />
sin alzar entre ambos<br />
la sorda pesadumbre de la carne,<br />
sin admitir en su unidad perfecta<br />
el escarnio brutal de esa discordia<br />
que nutren vida y muerte inconciliables,<br />
siguiéndose una a otra<br />
123
como el día y la noche,<br />
una y otra acampadas en la célula<br />
como en un tardo tiempo de crepúsculo,<br />
ay, una nada más, estéril, agria,<br />
con El, conmigo, con nosotros tres;<br />
como el vaso y el agua, sólo una<br />
que reconcentra su silencio blanco<br />
en la orilla letal de la palabra<br />
y en la inminencia misma de la sangre.<br />
¡Aleluya, aleluya!<br />
Iza la flor enseña,<br />
agua, en el prado.<br />
¡Oh, qué mercadería<br />
de olor alado!<br />
¡Oh, que mercadería<br />
de tenue olor!<br />
¡cómo inflama los aires<br />
con su rubor!<br />
¡Qué anegado de gritos<br />
está el jardín!<br />
"¡Yo, el heliotropo, yo!"<br />
"¿Yo? El jazmín."<br />
Ay, pero el agua,<br />
ay, si no huele a nada.<br />
Tiene la noche un árbol<br />
con frutos de ámbar;<br />
tiene una tez la tierra,<br />
124
ay, de esmeraldas.<br />
El tesón de la sangre<br />
anda de rojo;<br />
anda de añil el sueño;<br />
la dicha, de oro.<br />
Tiene el amor feroces<br />
galgos morados;<br />
pero también sus mieses,<br />
también sus pájaros.<br />
Ay, pero el agua,<br />
ay, si no luce a nada.<br />
Sabe a luz, a luz fría,<br />
sí, la manzana.<br />
¡Qué amanecida fruta<br />
tan de mañana!<br />
¡Qué anochecido sabes,<br />
tú, sinsabor!<br />
¡cómo pica en la entraña<br />
tu picaflor!<br />
Sabe la muerte a tierra,<br />
la angustia a hiel.<br />
Este morir a gotas<br />
me sabe a miel.<br />
Ay, pero el agua,<br />
ay, si no sabe a nada.<br />
(Baile)<br />
Pobrecilla del agua,<br />
125
ay, que no tiene nada,<br />
ay, amor, que se ahoga,<br />
ay, en un vaso de agua.<br />
En el rigor del vaso que la aclara,<br />
el agua toma forma<br />
-ciertamente.<br />
Trae una sed de siglos en los belfos,<br />
una sed fría, en punta, que ara cauces<br />
en el sueño moroso de la tierra,<br />
que perfora sus miembros florecidos,<br />
como una sangre cáustica,<br />
incendiándolos, ay, abriendo en ellos<br />
desapacibles úlceras de insomnio.<br />
Más amor que sed; más que amor, idolatría,<br />
dispersión de criatura estupefacta<br />
ante el fulgor que blande<br />
-germen del trueno olímpico- la forma<br />
en sus netos contornos fascinados.<br />
¡Idolatría, sí, idolatría!<br />
Mas no le basta el ser un puro salmo,<br />
un ardoroso incienso de sonido;<br />
quiere, además, oírse.<br />
Ni le basta tener sólo reflejos<br />
-briznas de espuma<br />
para el ala de luz que en ella anida;<br />
quiere, además, un tálamo de sombra,<br />
un ojo,<br />
126
para mirar el ojo que la mira.<br />
En el lago, en la charca, en el estanque,<br />
en la entumida cuenca de la mano,<br />
se consuma este rito de eslabones,<br />
este enlace diabólico<br />
que encadena el amor a su pecado.<br />
En el nítido rostro sin facciones<br />
el agua, poseída,<br />
siente cuajar la máscara de espejos<br />
que el dibujo del vaso le procura.<br />
Ha encontrado, por fin,<br />
en su correr sonámbulo,<br />
una bella, puntual fisonomía.<br />
Ya puede estar de pie frente a las cosas.<br />
Ya es, ella también, aunque por arte<br />
de estas limpias metáforas cruzadas,<br />
un encendido vaso de figuras.<br />
El camino, la barda, los castaños,<br />
para durar el tiempo de una muerte<br />
gratuita y prematura, pero bella,<br />
ingresan por su impulso<br />
en el suplicio de la imagen propia<br />
y en medio del jardín, bajo las nubes,<br />
descarnada lección de poesía,<br />
instalan un infierno alucinante.<br />
Pero el vaso en sí mismo no se cumple.<br />
Imagen de una deserción nefasta<br />
127
¿qué esconde en su rigor inhabitado,<br />
sino esta triste claridad a ciegas,<br />
sino esta tentaleante lucidez?<br />
Tenedlo ahí, sobre la mesa, inútil.<br />
Epigrama de espuma que se espiga<br />
ante un auditorio anestesiado,<br />
incisivo clamor que la sordera<br />
tenaz de los objetos amordaza,<br />
flor mineral que se abre para adentro<br />
hacia su propia luz,<br />
espejo ególatra<br />
que se absorbe a sí mismo contemplándose.<br />
Hay algo en él; no obstante, acaso un alma,<br />
el instinto augural de las arenas,<br />
una llaga tal vez que debe al fuego,<br />
en donde le atosiga su vacío.<br />
Desde este erial aspira a ser colmado.<br />
En el agua, en el viento, en el aceite,<br />
articula el guión de su deseo;<br />
se ablanda, se adelgaza;<br />
ya su sobrio dibujo se le nubla,<br />
ya, embozado en el giro de un reflejo,<br />
en un llanto de luces se liquida.<br />
Mas la forma en sí misma no se cumple.<br />
Desde si insigne trono faraónico,<br />
magnánima,<br />
deífica,<br />
128
constelada de epítetos esdrújulos,<br />
rige con hosca mano de diamante.<br />
Está orgullosa de su orondo imperio.<br />
¿En las agustas pituitarias de ónice<br />
no juega, acaso, el encendido aroma<br />
con que arde a sus pieles la poesía?<br />
¡Ilusión, nada más, gentil narcótico<br />
que puebla de fantasmas los sentidos!<br />
Pues desde ahí donde el olor emite<br />
¡oh turbio sol de podre!<br />
el esmerado brillo que lo embosca,<br />
ay, desde ahí, presume la materia<br />
que apenas cuaja su dibujo estricto<br />
y ya es un jardín de huellas fósiles,<br />
estruendoso fanal,<br />
rojo timbre de alarma en los cruceros<br />
que gobierna la ruta hacia otras formas.<br />
La rosa edad que esmalta su epidermis<br />
-senil recién nacida-<br />
envejece por dentro a grandes siglos.<br />
Trajo puesta la proa a lo amarillo.<br />
El aire se coagula entre sus poros<br />
como un sudor profuso<br />
que se anticipa a destilar en ellos<br />
una esencia de rosas subterráneas.<br />
Los crudos garfios de su muerte suben,<br />
como musgo, por grietas inasibles,<br />
129
ay, la hostigan con tenues mordeduras<br />
y abren hueco por fin a aquel minuto<br />
-¡miradlo en la lenteja del reloj,<br />
neto, puntual, exacto,<br />
correrse un eslabón cada minuto!-<br />
cuando al soplo infantil de un parpadeo,<br />
la egregia masa de ademán ilustre<br />
podrá caer de golpe hecha cenizas.<br />
No obstante -¿por qué no?- también en ella<br />
tiene un rincón el sueño,<br />
árido paraíso sin manzana<br />
donde suele escaparse de su rostro,<br />
por el rostro marchito del espectro<br />
que engendra, aletargada, su costilla.<br />
El vaso de agua es el momento justo.<br />
En su audaz evasión se transfigura,<br />
tuerce la órbita de su destino<br />
y se arrastra en secreto hacia lo informe.<br />
La rapiña del tacto no se ceba<br />
-aquí, en el sueño inhóspito-<br />
sobre el templado nácar de su vientre,<br />
ni la flauta Don Juan que la requiebra<br />
musita su cachonda serenata.<br />
El sueño es cruel,<br />
ay, punza, roe, quema, sangra, duele.<br />
Tanto ignora infusiones como ungüentos.<br />
En los sordos martillos que la afligen,<br />
130
la forma da en el gozo de la llaga<br />
y el oscuro deleite del colapso.<br />
Temprana madre de esa muerte niña<br />
que nutre en sus escombros paulatinos,<br />
anhela que se hundan sus cimientos<br />
bajo sus plantas, ay, entorpecidas<br />
por una espesa lentitud de lodo;<br />
oye nacer el trueno del derrumbe;<br />
siente que su materia se derrama<br />
en un prurito de ácidas hormigas;<br />
que, ya sin peso, flota<br />
y en un claro silencio se deslíe.<br />
Por un aire de espejos inminentes<br />
¡oh impalpables derrotas del lirio!<br />
cruza entonces, a velas desgarradas,<br />
la airosa teoría de una nube.<br />
En la red de cristal que la estrangula,<br />
el agua toma forma,<br />
la bebe, sí, en el módulo del vaso,<br />
para que éste también se transfigure<br />
con el temblor del agua estrangulada<br />
que sigue allí, sin <strong>voz</strong>, marcando el pulso<br />
glacial de la corriente.<br />
Pero el vaso<br />
-a su vez-<br />
cede a la informe condición del agua<br />
a fin de que -a su vez- la forma misma,<br />
131
la forma en sí, que ésta en el duro vaso<br />
sosteniendo el rencor de su dureza<br />
y está en el agua de aguijada espuma<br />
como presagio cierto de reposo,<br />
se pueda sustraer el vaso de agua;<br />
un instante, no más,<br />
no más que el mínimo<br />
perpetuo instante del quebranto,<br />
cuando la forma en sí, la pura forma,<br />
se abandona al designio de su muerte<br />
y se deja arrastrar, nubes arriba,<br />
por ese atormentado remolino<br />
en que los seres todos se repliegan<br />
hacia el sopor primero,<br />
a construir el escenario de la nada.<br />
Las estrellas entonces ennegrecen.<br />
Han vuelto el dardo insomne<br />
a la noche perfecta de su aljaba.<br />
Porque en el lento instante del quebranto,<br />
cuando los seres todos se repliegan<br />
hacia el sopor primero<br />
y en la pira arrogante de la forma<br />
se abrazan, consumidos por su muerte<br />
-¡ay, ojos, dedos, labios,<br />
etéreas llamas del atroz incendio!-<br />
el hombre ahoga con sus manos mismas,<br />
en un negro sabor de tierra amarga,<br />
132
los himnos claros y los roncos trenos<br />
con que cantaba la belleza,<br />
entre tambores de gansoso idioma<br />
y esbeltos címbalos que dan al aire<br />
sus golondrinas de latón agudo;<br />
ay, los trenos e himnos que loaban<br />
la rosa marinera<br />
que consuma el periplo del jardín<br />
con sus velas henchidas de fragancia;<br />
y el malsano crepúsculo de herrumbre,<br />
amapola del aire lacerado<br />
que se pincha en las púas de un gorgojeo;<br />
y la febril estrella, lis de calosfrío,<br />
punto sobre las íes<br />
de la tinieblas;<br />
y el rojo cáliz del pezón macizo,<br />
sola flor de granado<br />
en la cima angustiosa del deseo,<br />
y la mandrágora del sueño amigo<br />
que crece en los escombros cotidianos<br />
-ay, todo el esplendor de la belleza<br />
y el bello amor que la concierta toda<br />
en un orbe de imanes arrobados.<br />
Porque el tambor rotundo<br />
y las ricas bengalas que los címbalos<br />
tremolan en la altura de los cantos,<br />
se anegan, ay, en un sabor de tierra amarga,<br />
133
cuando el hombre descubre en sus silencios<br />
que su hermoso lenguaje se le agosta,<br />
se le quema -confuso- en la garganta,<br />
exhausto de sentido;<br />
ay, su aéreo lenguaje de colores,<br />
que así se jacta del matiz estricto<br />
en el humo aterrado de sus sienas<br />
o en el sol de sus tibios bermellones;<br />
él, que discurre en la ansiedad del labio<br />
como una lenta rosa enamorada;<br />
él, que cincela sus celos de paloma<br />
y modula sus látigos feroces;<br />
que salta en sus caídas<br />
con un ruidoso síncope de espumas;<br />
que prolonga el insomnio de su brasa<br />
en las mustias cenizas del oído;<br />
que oscuramente repta<br />
e inca enfurecido la palabra<br />
de hiel, la tuerta frase de ponzoña;<br />
él, que labra el amor del sacrificio<br />
en columnas de ritmos espirales,<br />
sí, todo él, lenguaje audaz del hombre,<br />
se le ahoga -confuso- en la garganta<br />
y de su gracia original no queda<br />
sino el horror de un pozo desecado<br />
que sostiene su mueca de agonía.<br />
Porque el hombre descubre en sus silencios<br />
134
que su hermoso lenguaje se le agosta<br />
en el minuto mismo del quebranto,<br />
cuando los peces todos<br />
que en cautelosas órbitas discurren<br />
como estrella de escamas, diminutas,<br />
por la entumida noche submarina,<br />
cuando los peces todos<br />
y el Ulises salmón de los regresos<br />
y el delfín apolíneo, pez de dioses,<br />
deshacen su camino hacia las algas;<br />
cuando el tigre que huella<br />
la castidad del musgo<br />
con secretas pisadas de resorte<br />
y el bóreas de los ciervos presurosos<br />
y el cordero Luis XV, gemebundo,<br />
y el león babilónico<br />
que añora el alabastro de los frisos<br />
-¡flores de sangre, eternas,<br />
en el racimo inmemorial de las especies!-<br />
cuando todos inician el regreso<br />
a sus mudos letardos vegetales;<br />
cuando la aguda alondra se deslíe<br />
en el agua del alba,<br />
mientras las aves todas<br />
y el solitario búho que medita<br />
con su antifaz de fósforo en la sombra,<br />
la golondrina escritura hebrea<br />
135
y el pequeño gorrión, hambre en la nieve,<br />
mientras todas las aves se disipan<br />
en la noche enroscada del reptil;<br />
cuando todo -por fin- lo que anda o repta<br />
y todo lo que vuela o nada, todo,<br />
se encoge en un crujir de mariposas,<br />
regresa a sus orígenes<br />
y al origen fatal de sus orígenes,<br />
hasta que su eco mismo se reinstala<br />
en el primer silencio tenebroso.<br />
Porque los bellos seres que transitan<br />
por el sopor añoso de la tierra<br />
-¡trasgos de sangre, libres,<br />
en la pantalla de su sueño impuro!-<br />
todos se dan a un frenesí de muerte,<br />
ay, cuando el sauce<br />
acumula su llanto<br />
para urdir la substancia de un delirio<br />
en que -¡tú! ¡yo! ¡nosotros!- de repente,<br />
a fuerza de atar nombres destemplados,<br />
ay, no le queda sino el tronco prieto,<br />
desnudo de oración ante su estrella;<br />
cuando con él, desnudos, se sonrojan<br />
el álamo temblón de encanecida barba<br />
y el eucalipto rumoroso,<br />
témpano de follaje<br />
y tornillo sin fin de la estatura<br />
136
que se pierde en las nubes, persiguiéndose;<br />
y también el cerezo y el durazno<br />
en su loca efusión de adolescentes<br />
y la angustia espantosa de la ceiba<br />
y todo cuanto nace de raíces,<br />
desde el heroico roble<br />
hasta la impúbera<br />
menta de boca helada;<br />
cuando las plantas de sumisas plantas<br />
retiran el ramaje presuntuoso,<br />
se esconden en sus ásperas raíces<br />
y en la acerba raíz de sus raíces<br />
y presas de un absurdo crecimiento<br />
se desarrollan hacia la semilla,<br />
hasta quedar inmóviles<br />
¡oh cementerios de talladas rosas!<br />
en los duros jardines de las piedra.<br />
Porque desde el anciano roble heroico<br />
hasta la impúbera<br />
mente de boca helada,<br />
ay, todo cuanto nace de raíces<br />
establece sus tallos paralíticos<br />
en los duros jardines de la piedra,<br />
cuando el rubí de angélicos melindres<br />
y el diamante iracundo<br />
que fulmina a la luz con un reflejo,<br />
más el ario zafir de ojos azules<br />
137
y la geórgica esmeralda que se anega<br />
en el abril de su robusta clorofila,<br />
una a una, las piedras delirantes,<br />
con sus lindas hermanas cenicientas,<br />
turquesa, lapislázuli, alabastro,<br />
pero también el oro prisionero<br />
y la plata de lengua fidedigna,<br />
ingenuo ruiseñor de los metales<br />
que se ahoga en el agua de su canto;<br />
cuando las piedras finas<br />
y los metales exquisitos, todos,<br />
regresan a sus nidos subterráneos<br />
por las rutas candentes de la llama,<br />
ay, ciegos de su lustre,<br />
ay, ciegos de su ojo,<br />
que el ojo mismo,<br />
como un siniestro pájaro de humo,<br />
en su aterida combustión se arranca<br />
Porque raro metal o piedra rara,<br />
así como la roca escueta, lisa,<br />
que figura castillos<br />
con sólo naipes de aridez y escarcha,<br />
y así la arena de arrugados pechos<br />
y el humus maternal de entraña tibia,<br />
ay, todo se consume<br />
con un mohíno crepitar de gozo,<br />
cuando la forma en sí, la forma pura,<br />
138
se entrega a la delicia de su muerte<br />
y en su sed de agotarla a grandes luces<br />
apura en una llama<br />
el aceite ritual de los sentidos,<br />
que sin labios, sin dedos, sin retinas,<br />
sí, paso a paso, muerte a muerte, locos,<br />
se acogen a sus túmidas matrices,<br />
mientras unos a otros se devoran<br />
al animal, la planta<br />
a la planta, la piedra<br />
a la piedra, el fuego<br />
al fuego, el mar<br />
al mar, la nube<br />
a la nube, el sol<br />
hasta que todo este fecundo río<br />
de enamorado semen que conjuga,<br />
inaccesible al tedio,<br />
el suntuoso caudal de su apetito,<br />
no desembocan en sus entrañas mismas,<br />
en el acre silencio de sus fuentes,<br />
entre fulgor de soles emboscados,<br />
en donde nada es ni nada está,<br />
donde el sueño no duele,<br />
donde nada ni nadie, nunca, está muriendo<br />
y sola ya, sobre las grandes aguas,<br />
flota el Espíritu de Dios que gime<br />
con un llanto más llanto aún que el llanto,<br />
139
como si herido -¡ay, El también!- por un cabello,<br />
por el ojo en almendra de esa muerte<br />
que amena de su boca,<br />
hubiese al fin ahogado su palabra sangrienta.<br />
¡Aleluya, aleluya!<br />
¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,<br />
es una espesa fatiga,<br />
un ansia de trasponer<br />
estas lindes enemigas,<br />
este morir incesante,<br />
tenaz, esta muerte viva,<br />
¡oh Dios! que te está matando<br />
en tus hechuras estrictas,<br />
en las rosas y en las piedras,<br />
en las estrellas ariscas<br />
y en la carne que se gasta<br />
como una hoguera encendida,<br />
por el canto, por el sueño,<br />
por el color de la vista.<br />
¡Tan, tan! ¿Quién es? Es el Diablo,<br />
ay, una ciega alegría,<br />
un hambre de consumir<br />
el aire que se respira,<br />
la boca, el ojo, la mano;<br />
estas pujantes cosquillas<br />
de disfrutarnos enteros<br />
en un solo golpe de risa,<br />
140
ay, esta muerte insultante,<br />
procaz, que nos asesina<br />
a distancia, desde el gusto<br />
que tomamos en morirla,<br />
por una taza de té,<br />
por una apenas caricia.<br />
¡Tan, tan! ¿Quién es? Es el Diablo,<br />
es una muerte de hormigas<br />
incansables, que pululan<br />
¡oh Dios! sobre tus astillas;<br />
que acaso te han muerto allá,<br />
siglos de edades arriba,<br />
sin advertirlo nosotros,<br />
migajas, borra, cenizas<br />
de ti, que sigues presente<br />
como una estrella mentida<br />
por su sola luz, por una<br />
luz sin estrella, vacía,<br />
que llega al mundo escondiendo<br />
su catástrofe infinita.<br />
(Baile)<br />
Desde mis ojos insomnes<br />
mi muerte me está acechando,<br />
me acecha, sí, me enamora<br />
con su ojo lánguido.<br />
¡Anda, putilla del rubor helado,<br />
anda, vámonos al diablo!<br />
141
AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE<br />
Amar es una angustia, una pregunta,<br />
una suspensa y luminosa duda;<br />
es un querer saber todo lo tuyo<br />
y a la vez un temor de al fin saberlo.<br />
Amar es reconstruir, cuando te alejas,<br />
tus pasos, tus silencios, tus palabras,<br />
y pretender seguir tu pensamiento<br />
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.<br />
Amar es una cólera secreta,<br />
una helada y diabólica soberbia.<br />
Amar es no dormir cuando en mi lecho<br />
sueñas entre mis brazos que te ciñen,<br />
y odiar el sueño en que, bajo tu frente,<br />
acaso en otros brazos te abandonas.<br />
Amar es escuchar sobre tu pecho,<br />
hasta colmar la oreja codiciosa,<br />
el rumor de tu sangre y la marea<br />
de tu respiración acompasada.<br />
Amar es absorber tu joven savia<br />
y juntar nuestras bocas en un cauce<br />
hasta que de la brisa de tu aliento<br />
se impregnen para siempre mis entrañas.<br />
Amar es una envidia verde y muda,<br />
una sutil y lúcida avaricia.<br />
Amar es provocar el dulce instante<br />
en que tu piel busca mi piel despierta;<br />
saciar a un tiempo la avidez nocturna<br />
y morir otra vez la misma muerte<br />
provisional, desgarradora, oscura.<br />
Amar es una sed, la de la llaga<br />
que arde sin consumirse ni cerrarse,<br />
y el hambre de una boca atormentada<br />
que pide más y más y no se sacia.<br />
Amar es una insólita lujuria<br />
y una gula voraz, siempre desierta.<br />
Xavier Villaurrutia (1903-1950)<br />
142
Pero amar es también cerrar los ojos,<br />
dejar que el sueño invada nuestro cuerpo<br />
como un río de olvido y de tinieblas,<br />
y navegar sin rumbo, a la deriva:<br />
porque amar es, al fin, una indolencia.<br />
EPIFANIA<br />
Un domingo<br />
Canto a la primavera y otros poemas, 1948<br />
Epifanía no volvió más a la casa.<br />
Yo sorprendí conversaciones<br />
Salvador Novo (1904-1975)<br />
en que contaban que un hombre se la había robado<br />
y luego, interrogando a las criadas,<br />
averigüé que se la había llevado a un cuarto.<br />
No supe nunca dónde estaba ese cuarto<br />
pero lo imaginé, frío, sin muebles,<br />
con el piso de tierra húmeda<br />
y una sola puerta a la calle.<br />
Cuando yo pensaba en ese cuarto<br />
no veía a nadie en él.<br />
Epifanía volvió una tarde<br />
y yo la perseguí por el jardín<br />
rogándole que me dijera qué le había hecho el hombre<br />
porque mi cuarto estaba vació<br />
como una caja sin sorpresas.<br />
Epifanía reía y corría<br />
y al fin abrió la puerta<br />
y dejó que la calle entrara en el jardín.<br />
El espejo, 1933<br />
143
EL AMIGO IDO<br />
Me escribe Napoleón:<br />
"El Colegio es muy grande,<br />
nos levantamos muy temprano,<br />
hablamos únicamente en inglés,<br />
te mando un retrato del edificio..."<br />
Ya no robaremos juntos dulces<br />
de las alacenas, ni escaparemos<br />
hacia el río para ahogarnos a medias<br />
y pescar sandías sangrientas.<br />
Ya voy a presentar sexto año;<br />
después, según las probabilidades,<br />
aprenderé todo lo que se deba,<br />
seré médico,<br />
tendré ambiciones, barba, pantalón largo...<br />
Pero si tengo un hijo<br />
haré que nadie nunca le enseñe nada.<br />
Quiero que sea tan perezoso y feliz<br />
como a mí no me dejaron mis padres<br />
ni a mis padres mis abuelos<br />
ni a mis abuelos Dios.<br />
AMOR<br />
Espejo, 1933<br />
Amar es este tímido silencio<br />
cerca de tí, sin que lo sepas,<br />
144
y recordar tu <strong>voz</strong> cuando te marchas<br />
y sentir calor de tu saludo.<br />
Amar es aguardarte<br />
como si fueras parte del ocaso,<br />
ni antes ni después, para que estemos solos<br />
entre los juegos y los cuentos<br />
sobre la tierra seca.<br />
Amar es percibir, cuando te ausentas,<br />
tu perfume en el aire que respiro,<br />
y contemplar la estrella en que te alejas<br />
cuando cierro la puerta de la noche.<br />
X.V.<br />
Espejo, 1933<br />
No podemos abandonarnos,<br />
nos aburrimos mucho juntos,<br />
tenemos la misma edad,<br />
gustos semejantes,<br />
opiniones diversas por sistema.<br />
Muchas horas, juntos,<br />
apenas nos oíamos respirar<br />
rumiando la misma paradoja<br />
o a veces nos arrebatábamos<br />
la propia nota inexpresada de la misma canción.<br />
Ninguno de los dos, empero,<br />
145
aceptaría los dudosos honores del proselitismo.<br />
IV NUEVO AMOR<br />
Espejo, 1933<br />
La renovada muerte de la noche<br />
Thy bosom is endeared with all hearts<br />
Which I by lacking have supposed dead...<br />
en la que ya no nos queda sino la breve luz de la conciencia<br />
y tendernos al lado de los libros<br />
de donde las palabras escaparon sin fuga, cruficidas en mi mano,<br />
y en esta cripta de familia<br />
en la que existe en cada espejo y en cada sitio la evidencia del crimen<br />
y en cuyos roperos dejamos la crisálida de los adioses irremediables<br />
con que hemos de embalsamar el futuro<br />
y en los ahorcados que penden de cada lámpara<br />
y en el veneno de cada vaso que apuramos<br />
y en esa silla eléctrica en que hemos abandonado nuestros disfraces<br />
para ocultarnos bajo los solitarios sudarios<br />
mi corazón ya no sabe sino marcar el paso<br />
y dar vueltas como un tigre de circo<br />
inmediato a una libertad inasible.<br />
Todos hemos ido llegando a nuestras tumbas<br />
a buena hora, a la hora debida,<br />
en ambulancias de cómodo precio<br />
o bien de suicidio natural y premeditado.<br />
Y yo no puedo seguir trazando un escenario perfecto<br />
en que la luna habría de jugar un papel importante<br />
146
porque en estos momentos<br />
hay trenes por encima de toda la tierra<br />
que lanzan unos dolorosos suspiros<br />
y que parten<br />
y la luna no tiene nada que ver<br />
con las breves luciérnagas que nos vigilan<br />
desde un azul cercano y desconocido<br />
lleno de estrellas poliglotas e innumerables.<br />
Tú, yo mismo, seco como un viento derrotado<br />
que no pudo sino muy brevemente sostener en sus brazos una hoja que arrancó de los árboles<br />
¿cómo será posible que nada te conmueva<br />
que no haya lluvia que te estruje ni sol que rinda tu fatiga?<br />
Ser una transparencia sin objeto<br />
sobre los lagos limpios de tus miradas<br />
oh tempestad, diluvio de hace ya mucho tiempo.<br />
Si desde entonces busco tu imagen que era solamente mía<br />
si en mis manos estériles ahogué la última gota de tu sangre y mi lágrima<br />
y si fue desde entonces indiferente el mundo e infinito el desierto<br />
y cada nueva noche musgo para el recuerdo de tu abrazo<br />
¿cómo en el nuevo día tendré sino tu aliento,<br />
sino tus brazos impalpables entre los míos?<br />
Lloro como una madre que ha reemplazado al hijo único muerto.<br />
Lloro como la tierra que ha sentido dos veces germinar el fruto perfecto y mismo.<br />
Lloro porque eres tú para mi duelo<br />
y ya te pertenezco en el pasado.<br />
Este perfume intenso de tu carne<br />
147
no es nada más que el mundo que desplazan y mueven los globos azules de tus ojos<br />
y la tierra y los ríos azules de las venas que aprisionan tus brazos.<br />
Hay todas las redondas naranjas en tu beso de angustia<br />
sacrificado al borde de un huerto en que la vida se suspendió por todos los siglos de la mía.<br />
Qué remoto era el aire infinito que llenó nuestros pechos.<br />
Te arranqué de la tierra por las raíces ebrias de tus manos<br />
y te he bebido todo, !oh fruto perfecto y delicioso!<br />
Ya siempre cuando el sol palpe mi carne<br />
he de sentir el rudo contacto de la tuya<br />
nacida de la frescura de una alba inesperada,<br />
nutrida en la caricia de tus ríos claros y puros como tu abrazo,<br />
vuelta dulce en el viento que en las tardes<br />
viene de las montañas a tu aliento,<br />
madurada en el sol de tus dieciocho años,<br />
cálida para mí que la esperaba.<br />
Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío<br />
junto a tus hombros tersos de que nacen las rutas de tu abrazo,<br />
de que nacen tu <strong>voz</strong> y tus miradas, claras y remotas,<br />
sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia.<br />
Si todos estos años que me falta<br />
como una planta trepadora que se coge del viento<br />
he sentido que llega o que regresa en cada contacto<br />
y ávidamente rasgo todos los días un mensaje que nada contiene sino una fecha<br />
y su nombre se agranda y vibra cada vez más profundamente<br />
porque su <strong>voz</strong> no era más que para mí oído,<br />
porque cegó miso ojos cuando apartó los suyos<br />
y mi alma es como un gran templo deshabitado.<br />
148
Pero este cuerpo tuyo es un dios extraño<br />
forjado en mis recuerdos, reflejo de mí mismo,<br />
suave de mi tersura, grande por mis deseos,<br />
máscara<br />
estatua que he erigido a su memoria.<br />
Hoy no lució la estrella de tus ojos.<br />
Náufrago de mí mismo, húmedo del brazo de las ondas,<br />
llego a la arena de tu cuerpo<br />
en que mi propia <strong>voz</strong> nombra mi nombre,<br />
en que todo es dorado y azul como un día nuevo<br />
y como las espigas herméticas, perfectas y calladas.<br />
En ti mi soledad se reconcilia<br />
para pensar en ti. Toda ha mudado<br />
el sereno calor de tus miradas<br />
en fervorosa madurez mi vida.<br />
Alga y espumas frágiles, mis besos<br />
cifran el uni<strong>verso</strong> en tus pestañas<br />
-playa de desnudez, tierra alcanzada<br />
que devuelve en miradas tus estrellas.<br />
¿A qué la flor perdida<br />
que marchitó tu espera, que dispersó el Destino?<br />
Mi ofrenda es toda tuya en la simiente<br />
que secaron los rayos de tus soles.<br />
Al poema confío la pena de perderte.<br />
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,<br />
faros que prolongaron mi naufragio.<br />
He de coger mi vida desecha entre tus manos,<br />
149
leve jirón de niebla<br />
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.<br />
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,<br />
del diálogo privada de soñarte,<br />
indiferente a un día<br />
que ha de hallarnos ajenos y distantes.<br />
Nuevo amor, 1933<br />
GLOSA INCOMPLETA EN TRES TIEMPOS SOBRE UN TEMA DE AMOR (fragmento)<br />
I<br />
Dentro de estos cuatro muros<br />
pretendí ocultar mi dicha:<br />
Pero el fruto, pero el aire<br />
¿cómo me los guardaría?<br />
Hora mejor que pospuse,<br />
voces que eran para mí,<br />
camino que no elegí<br />
destino que no dispuse;<br />
!cómo os volvisteis oscuros!<br />
!qué amargo vuestro sabor<br />
cuando nos encerró mi amor<br />
dentro de estos cuatro muros!<br />
Entre tu aurora y mi ocaso<br />
el Tiempo desaparecía<br />
y era nuestra y era mía<br />
sangre, labio, vino y vaso.<br />
En perdurar se encapricha<br />
150
mi sombra junto a tu luz<br />
y bajo negro capuz<br />
pretendí ocultar mi dicha.<br />
Pero el fruto, pero el aire,<br />
pero el Tiempo que no fluya,<br />
pero la presencia tuya<br />
fuerte, joven, dulce, grande;<br />
sangre tuya en vena mía,<br />
lazos a instantes maduros,<br />
dentro de estos cuatro muros<br />
cómo me los guardaría?<br />
ELEGIA<br />
Nuevo amor, 1933<br />
Los que tenemos unas manos que no nos pertenecen,<br />
grotescas para la caricia, inútiles para el taller o la azada,<br />
largas y flácidas como una flor privada de simiente<br />
o como un reptil que entrega su veneno<br />
porque no tiene nada más que ofrecer.<br />
Los que tenemos una mirada culpable y amarga<br />
por donde mira la Muerte no lograda del mundo<br />
y fluye una sonrisa que se congela frente a las estatuas desnudas<br />
porque no podrá nunca cerrarse sobre los anillos de oro<br />
ni entregarse como una antorcha sobre los horizontes del Tiempo<br />
en una noche cuya aurora es solamente este mediodía<br />
que nos flagela la carne por instantes arrancados a la eternidad.<br />
Los que hemos rolado por los siglos como una roca desprendida del Génesis<br />
sobre la hierba o entre la maleza en desenfrenada carrera<br />
151
para no detenernos nunca ni volver a ser lo que fuimos<br />
mientras los hombres van trabajosamente ascendiendo<br />
y brotan otras manos de sus manos para torcer el rumbo de los vientos<br />
o para tiernamente enlazarse.<br />
Los que vestimos cuerpos como trajes envejecidos<br />
a quienes basta el hurto o la limosna de una migaja que es todo el pan y la única hostia<br />
hemos llegado al litoral de los siglos que pesan sobre nuestros corazones angustiados<br />
y no veremos nunca con nuestros ojos limpios<br />
otra día que este día que este día en que toda la música del uni<strong>verso</strong><br />
se cifra en una <strong>voz</strong> que no escucha nadie entre las palabras vacías<br />
y en el sueño sin agua ni palabras en la lengua de la arcilla y del humo.<br />
Nuevo amor, 1973<br />
ROBERTO, EL SUBTENIENTE<br />
Cuando salió del Colegio y cumplió veintiún años<br />
y ostentó en la gorra la barra de subteniente,<br />
llegó al cuartel con una gran energía acumulada.<br />
En el Colegio todo era perfecto y limpio,<br />
la gimnasia y la equitación lo habían hecho fuerte y ligero<br />
y conocía perfectamente la historia antigua<br />
y todas las campañas de Napoleón.<br />
Iba a ganar ya sueldo.<br />
Cuatro pesos son muchos dinero para uno solo.<br />
Le dieron un asistente que le traía la comida<br />
y le quitaban las botas, o le ensillaba el caballo.<br />
A diana, se levantaba<br />
e iba a dar instrucción a los soldados<br />
152
y luego hacía guardia en la puerta<br />
toda una mañana muerta y ociosa,<br />
toda una tarde llena de moscas y de polvo<br />
hasta que llamaban a lista de seis<br />
y asistía a la complicada ceremonia<br />
de la lectura de la Orden del Día.<br />
Entonces, la sombra,<br />
despertaban sus más primitivos instintos<br />
y reunido con otros oficiales<br />
bebía tequila hasta embriagarse<br />
e iba a buscar una mujerzuela<br />
para golpearla despiadadamente<br />
azotándola como a su caballo,<br />
mordiéndola hasta la sangre,<br />
insultándola hasta hacerla llorar<br />
y luego acariciándola con ternura,<br />
dándole todo su cuerpo febril y joven,<br />
para marcharse luego al cuartel<br />
abriéndose paso, a puntapiés, hasta su habitación,<br />
entre los soldados que yacían en la sombra, sin almohada,<br />
enlazados a sus mujeres o a sus fusiles.<br />
Poemas proletarios, 1934<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
XX, 1925; Espejo, 1933; Nuevo amor, 1933; Seamen Rhymes, 1934; Romance de Angelillo y<br />
Adela, 1934; Décimas en el mar, 1934; Poemas proletarios, 1934; Frida Kahlo, 1934; Never<br />
ever, 1934; Florido Laude, 1945; Sátira, 1955; Poesía, 1955.<br />
Jorge Cuesta Porte-Petit (1903-1942)<br />
153
DIBUJO<br />
Suaviza el sol que toca su blancura,<br />
disminuye la sombra y la confina<br />
y no tuerce ni quiebra su figura<br />
el ademán tranquilo que la inclina.<br />
Resbala por la piel llena y madura<br />
sin arrugarla, la sonrisa fina<br />
y modela su <strong>voz</strong> blanda y segura<br />
el suave gesto con que se combina.<br />
Sólo al color y la exterior fragancia<br />
su carácter acuerda su constancia<br />
y su lenguaje semejanza pide;<br />
como a su cuerpo no dibuja y cuida<br />
sino la música feliz que mide<br />
el dulce movimiento de su vida.<br />
ELEGÍA<br />
Después que mis ojos comprobaron que ya no la veía,<br />
después que mis oídos penetraban en vano el silencio<br />
que sus ruidos abandonaron,<br />
sus paseos, sus palabras,<br />
y que la muerte me dio una impresión certera y durable de su vacío,<br />
la lluvia invadió súbitamente con su presencia nueva<br />
mis sentidos desolados<br />
y mi se apoyó mi vida en sentirla.<br />
Y cuando alguien vino a hablarme de la civilización europea,<br />
en vez de la lluvia, vi los trenes de Europa y sus paisajes a los lados,<br />
los castillo que no hay en América<br />
y recordé el castillo de Windsor<br />
y cuando me estiré para verlo hasta que se perdía.<br />
Pero se trataba de la fatiga de la vida,<br />
de la pérdida de su frescura religiosa,<br />
de la revolución social y de los hombres que no tienen ninguna fe<br />
y se asoman a los ruidos confusos para discernir una <strong>voz</strong>,<br />
y ven las nubes informes para sorprender una figura.<br />
¿Y yo qué fe tenía?. Yo hablaba de la fe y eso me hacía vivir<br />
durante ese momento<br />
como tenerla hacía vivir más largamente,<br />
y en los huecos de mi pensamiento y de mis palabras<br />
154
enacía la lluvia y la puerta que enmarcaba sus hilos<br />
y el tejado enfrente de donde escurrían los chorros más gruesos.<br />
Pero hay todavía huecos<br />
que no se abren ya sobre otra cosa distinta,<br />
que no ven a otra lluvia, ni a más imágenes ni a más recuerdos:<br />
hay huecos que se abren sólo a un vacío silencio<br />
de donde ella partió y donde no crece nada...<br />
NO AQUEL QUE GOZA, FRÁGIL Y LIGERO<br />
No aquel que goza, frágil y ligero,<br />
ni el que contengo es acto que perdura,<br />
y es en vano el amor rosa futura<br />
que fascina a cultivo pasajero.<br />
La vida cambia lo que fue primero<br />
y lo que más tarde es no lo asegura,<br />
y la memoria, que el rigor madura,<br />
no defiende su fruto duradero.<br />
Más consiente el sabor áspero y grueso,<br />
el color que a la luz se desvanece,<br />
la materia que al tacto se destroza.<br />
Y en vano guarda su variable peso<br />
el árbol y su forma se endurece,<br />
y el mismo instante se revive y goza.<br />
HORA QUE FUE, FELIZ Y AUN INCOMPLETA<br />
Hora que fue, feliz y aun incompleta,<br />
nada tiene de mí más todavía,<br />
sino los ojos que la ven vacía,<br />
despojada de mí, de ella sujeta.<br />
La vida no se ve ni se interpreta;<br />
ciega asiste a tener lo que veía.<br />
No es, ya pasada, suyo lo que cría<br />
y ya no goza más lo que sujeta.<br />
Es el eterno gozo quien apura<br />
155
el ocio vivo y la pasión futura.<br />
Sobreviviendo a su interior abismo,<br />
el amor se obscurece y se suprime,<br />
y mira que la muerte se aproxime<br />
a la vana insistencia de mí mismo.<br />
NO PARA EL TIEMPO, SINO PASA; MUERE<br />
No para el tiempo, sino pasa; muere<br />
la imagen de sí, que a lo que pasa aspira<br />
a conservar igual a su mentira.<br />
No para el tiempo; a su placer se adhiere.<br />
Ni lleva al alma, que de sí difiere,<br />
sino al sitio di<strong>verso</strong> en que se mira.<br />
El lugar de que el alma se retira<br />
es el que el hueco de la muerte adquiere.<br />
Tan pronto como el alma el cambio habita,<br />
no la abandona el cambio en lo que deja<br />
ni de la vida incierta la separa;<br />
se aventura y su riesgo sólo imita<br />
al tiempo entonces su razón perpleja,<br />
pues goza la razón, más no se para.<br />
ESTE AMOR NO TE MIRA PARA HACERTE DURABLE<br />
Este amor no te mira para hacerte durable<br />
y desencadenarte de tu vida, que pasa.<br />
Los ojos que a tu imagen apartan de tu muerte<br />
no la impiden, sólo hacen más presente tu ruina.<br />
No hay sitio en mi memoria<br />
donde encuentre tu vida<br />
más que tus ya distantes huellas deshabitadas.<br />
Pues en mi sueño en vano tu rostro se refugia<br />
y huye tu <strong>voz</strong> del aire real que la devora.<br />
Dentro de mí te quema la sangre con más fuego,<br />
los instantes que te absorben con más ansia, y tus voces,<br />
mientras más duran,<br />
se hunden más hondo en el abismo<br />
156
de las horas futuras que nunca te han mirado.<br />
ENTRE TÚ Y LA IMAGEN DE TI QUE A MÍ LLEGA<br />
Entre tú y la imagen de ti que a mí llega<br />
hay un espacio al cabo del cual eres sólo una memoria.<br />
Tienes tiempo de abrir la puerta sin que te vea,<br />
huir y regresar después de haber cambiado o muerto del todo.<br />
Tienes tiempo de hacerte presente a otros ojos<br />
y dejar en ellos otra visión deshabitada.<br />
Tus palabras son hondas para contener en sus ecos<br />
otras obscuras que escucharé precisas cuando te hayas apagado,<br />
para sepultar en sus silencios dichas que no posees,<br />
dicha que de ti apartan -porque no de tu ausencia-<br />
los fragmentos de ti, que las sujetan,<br />
distantes uno de otro, dispersos y recónditos,<br />
sin reintegrarte nunca la vida que te arranca<br />
y sólo tu muerte recupera.<br />
TU AUSENCIA VIVA A TU PRESENCIA INVADE<br />
Tu ausencia viva a tu presencia invade<br />
que lentamente mueren si se mira;<br />
pues no por verte más se acerca el horizonte de los ojos,<br />
más vacío mientras más profundo.,<br />
En la ventana, los cuadros y el espejo,<br />
un aire indiferente y helado se aleja<br />
de tu respiración, que renueva su asfixia,<br />
inaccesible en ellos<br />
el mundo inmóvil a donde no penetra<br />
tu vida, tu presencia presa en el movimiento<br />
de tu muerte fugaz y paulatina.<br />
FUE LA DICHA DE NADIE ESTA QUE HUYE<br />
Fue la dicha de nadie esta que huye,<br />
este fuego, este hielo, este suspiro,<br />
pero, ¿qué más de su evasión retiro<br />
que otro aroma que no se restituye?<br />
157
Una pérdida a otra substituye<br />
si sucede al que fui nuevo respiro,<br />
y si encuentro al que fui cuando me miro<br />
una dicha presente se destruye.<br />
Cada instante son dos cuando acapara<br />
lo que se adhiere y lo que se separa<br />
al azar de su frágil sentimiento,<br />
que es vana al fin la voluntad que dura<br />
y no transmite a su presión futura<br />
la corrupción de su temperamento.<br />
PARAÍSO PERDIDO<br />
Si en el tiempo aún espero es que, sumiso,<br />
aunque también inconsolable, entiendo<br />
que el fruto fue, que a la niñez sorprende,<br />
no don terreno, más celeste aviso.<br />
Pues, mirando que más tuvo que quiso,<br />
si al sueño sus imágenes suspendo,<br />
de la niñez, como de un arte, aprendo<br />
que sencillez le basta al paraíso.<br />
El sabor embriagado y misterioso,<br />
claro al oído (el mundo silencioso<br />
y encantados los ruidos de la vida)<br />
vivo el color en ojos reposados,<br />
el tacto cálido, aires perfumados<br />
y en la sangra una llama inextinguida.<br />
PARAÍSO ENCONTRADO<br />
Piedad no pide si la muerte habita<br />
y en las tinieblas insensibles yace<br />
la inteligencia lívida, que nace<br />
sólo en la carne estéril y marchita.<br />
En el otro orbe en que el placer gravita,<br />
dicha tenga la vida y que la enlace,<br />
158
y de ella enamorada que rehace<br />
el sueño en que la muerte azul medita.<br />
Sólo la sombra sueña, y su desierto,<br />
que los hielos recubren -y protejan-,<br />
es el edén que acoge al cuerpo muerto<br />
después de que las águilas lo dejan.<br />
Que ambos tienen la vida sustentada,<br />
el ser, en gozo, y el placer, en nada.<br />
UNA PALABRA OSCURA<br />
En la palabra habitan otros ruidos,<br />
como el mudo instrumento está sonoro<br />
y al inhumano dios interno el lloro<br />
invade y el temblor de los sentidos.<br />
De una palabra oscura desprendidos,<br />
la clara funden al ausente coro,<br />
y pierden su conciencia en el azoro<br />
preso en la libertad de los oídos.<br />
Cada <strong>voz</strong> de ella misma se desprende<br />
para escuchar la próxima y suspende<br />
a unos labios que son de otros el hueco.<br />
Y en el silencio en que sin fin murmura,<br />
es el lenguaje, por vivir futura,<br />
queda vacante a una ficción un eco.<br />
AMOR EN SOMBRA<br />
Abro de amor a ti mi sangre rota,<br />
para invadirte sin saberte amada.<br />
El íntimo sollozo es negra espada<br />
que en la dureza de su luz se embota.<br />
Al borde de mi sombra tu alma brota,<br />
así mi linde está más amparada.<br />
159
Y aunque la fuga es más precipitada<br />
tu ausencia es cada vez menos remota.<br />
Tu luz es lo que más me apesadumbra<br />
y si enciendes mis ojos con tu vida<br />
el corazón me dobla la penumbra.<br />
Mi soledad tu nombre dilapida<br />
a la sombra del aire que te encumbra<br />
y apaga el lujo de tu <strong>voz</strong> vencida.<br />
COMO ESQUIVA EL AMOR LA SED REMOTA<br />
Como esquiva el amor la sed remota<br />
que al gozo que se da mira incompleto,<br />
y es por la sed por la que está sujeto<br />
el gozo, y no la sed la que se agota.<br />
La vida ignora, más la muerte nota<br />
la ávida eternidad del esqueleto;<br />
así la forma en que creció el objeto<br />
dura más que él, de consumirlo brota.<br />
Del alma al árido desierto envuelve<br />
libre vegetación, que se disuelve,<br />
que nace sólo de su incertidumbre,<br />
y suele en el azar de su recreo<br />
ser la instantánea presa del deseo<br />
y el efímero pasto de su lumbre.<br />
REMA EN UN AGUA ESPESA Y VAGA EL BRAZO<br />
Rema en agua espesa y vaga el brazo,<br />
pero indeciso su ademán suspende,<br />
y aislado del impulso que lo tiende<br />
la mano ignora que lo dé al acaso.<br />
La suya inútil flota con retraso,<br />
pero ningún fugaz apoyo aprehende<br />
en el vacío, de que se desprende<br />
160
lo mismo que del yugo de su paso.<br />
Oscila sin esfuerzo, consumido<br />
el mundo en torno, y como del olvido<br />
una memoria mutilada emana<br />
que ya no habita el alma que la mira,<br />
aun muerto se desata y se retira<br />
del brazo inerte la presencia vana.<br />
DE OTRO FUE LA PALABRA ANTES QUE MÍA<br />
De otro fue la palabra antes que mía<br />
que es el espejo de esta sombra, y siente<br />
su ruido, a este silencio, transparente,<br />
su realidad, a esta fantasía.<br />
Es en mi boca su substancia, fría,<br />
dura, distante de la <strong>voz</strong> y ausente,<br />
habitada por otra diferente,<br />
la forma de una sensación vacía.<br />
Al fin es la que hoy, obscura y vaga,<br />
otra prolonga en mí, que no se apaga,<br />
sino igual a sí misma oye su sombra<br />
al hallarla en el ruido que la nombra<br />
y en el oído hacer crecer su hueco<br />
más profundo cavándose en el eco.<br />
TIENES DOS NOMBRES, LUZ, DOS PENSAMIENTOS...*<br />
Tienes dos nombres, Luz, dos pensamientos,<br />
en los más puro de mi <strong>voz</strong> centrados,<br />
a retener tu imagen consagrados<br />
en la frágil prisión de dos lamentos.<br />
Espejos a tu noble gracia atentos<br />
reproducen los dos, aunque empañados,<br />
los contornos del ánfora, delgados,<br />
en que bullen tus finos movimientos.<br />
161
Así el uno te encierra en su estructura<br />
de no más una sílaba madura<br />
que, luz al fin, el corazón inflama,<br />
y aunque también el otro te refleja<br />
Amor nunca respondes a su queja<br />
¡ay, pues te nombra, pero no te llama!<br />
*Poema escrito a los 14 años.<br />
CANTO A UN DIOS MINERAL<br />
Capto la seña de una mano, y veo<br />
que hay una libertad en mi deseo;<br />
ni dura ni reposa;<br />
las nubes de su objeto el tiempo altera<br />
como el agua la espuma prisionera<br />
de la masa ondulosa.<br />
Suspensa en el azul la seña, esclava<br />
de la más leve onda, que socava<br />
el orbe de su vuelo,<br />
se suelta y abandona a que se ligue<br />
su ocio al de la mirada que persigue<br />
las corrientes del cielo.<br />
Una mirada en abandono y viva,<br />
si no una certidumbre pensativa,<br />
atesora una duda;<br />
su amor dilata en la pasión desierta<br />
sueña en la soledad y está despierta<br />
en la conciencia muda.<br />
Sus ojos, errabundos y sumisos,<br />
el hueco son, en que los fatuos rizos<br />
de nubes y de frondas<br />
se apoderan de un mármol de un instante<br />
y esculpen la figura vacilante<br />
que complace a las ondas.<br />
La vista en el espacio difundida,<br />
es el espacio mismo, y da cabida<br />
vasto y nimio al suceso<br />
que en las nubes se irisa y se desdora<br />
162
e intacto, como cuando se evapora,<br />
está en las ondas preso.<br />
Es la vida allí estar, tan fijamente,<br />
como la helada altura transparente<br />
lo finge a cuanto sube<br />
hasta el purpúreo límite que toca,<br />
como si fuera un sueño de la roca,<br />
la espuma de la nube.<br />
Como si fuera un sueño, pues sujeta,<br />
no escapa de la física que aprieta<br />
en la roca la entraña,<br />
la penetra con sangres minerales<br />
y la entrega en la piel de los cristales<br />
a la luz, que la daña.<br />
No hay solidez que a tal prisión no ceda<br />
aun la sombra más íntima que veda<br />
un receloso seno<br />
¡en vano!; pues al fuego no es inmune<br />
que hace entrar en las carnes que desune<br />
las lenguas del veneno.<br />
A las nubes también el color tiñe,<br />
túnicas tintas en el mal les ciñe,<br />
las roe, las horada,<br />
y a la crítica muestra, si las mira,<br />
por qué al museo su ilusión retira<br />
la escultura humillada.<br />
Nada perdura, ¡oh, nubes!, ni descansa.<br />
Cuando en un agua adormecida y mansa<br />
un rostro se aventura,<br />
igual retorna a sí del hondo viaje<br />
y del lúcido abismo del paisaje<br />
recobra su figura.<br />
Íntegra la devuelve el limpio espejo,<br />
ni otra, ni descompuesta en el reflejo<br />
cuyas diáfanas redes<br />
suspenden a la imagen submarina,<br />
dentro del vidrio inmersa, que la ruina<br />
detiene en sus paredes.<br />
¡Qué eternidad parece que le fragua,<br />
163
ajo esa tersa atmósfera de agua,<br />
de un encanto el conjuro<br />
en una isla a salvo de las horas,<br />
áurea y serena al pie de las auroras<br />
perennes del futuro!<br />
Pero hiende también la imagen, leve,<br />
del unido cristal en que se mueve<br />
los átomos compactos:<br />
se abren antes, se cierran detrás de ella<br />
y absorben el origen y la huella<br />
de sus nítidos actos.<br />
Ay, que del agua el imantado centro<br />
no fija al hielo que se cuaja adentro<br />
las flores de su nado;<br />
una onda se agita, y la estremece<br />
en una onda más desaparece<br />
su color congelado.<br />
La transparencia a sí misma regresa<br />
y expulsa a la ficción, aunque no cesa;<br />
pues la memoria oprime<br />
de la opaca materia que, a la orilla,<br />
del agua en que la onda juega y brilla,<br />
se entenebrece y gime.<br />
La materia regresa a su costumbre.<br />
Que del agua un relámpago deslumbre<br />
o un sólido de humo<br />
tenga en un cielo ilimitado y tenso<br />
un instante a los ojos en suspenso,<br />
no aplaza su consumo.<br />
Obscuro perecer no la abandona<br />
si sigue hacia una fulgurante zona<br />
la imagen encantada.<br />
Por dentro la ilusión no se rehace;<br />
por dentro el ser sigue su ruina y yace<br />
como si fuera nada.<br />
Embriagarse en la magia y en el juego<br />
de la áurea llama, y consumirse luego,<br />
en la ficción conmueve<br />
el alma de la arcilla sin contorno:<br />
llora que pierde un venturero adorno<br />
164
y que no se renueve.<br />
Aun el llanto otras ondas arrebatan,<br />
y atónitos los ojos se desatan<br />
del plomo que acelera<br />
el descenso sin <strong>voz</strong> a la agonía<br />
y otra vez la mirada honda y vacía<br />
flota errabunda fuera.<br />
Con más encanto si más pronto muere,<br />
el vivo engaño a la pasión se adhiere<br />
y apresura a los ojos<br />
náufragos en las ondas ellos mismos,<br />
al borde a detener de los abismos<br />
los flotantes despojos.<br />
Signos extraños hurta la memoria,<br />
para una muda y condenada historia,<br />
y acaricia las huellas<br />
como si oculta obcecación lograra,<br />
a fuerza de tallar la sombra avara<br />
recuperar estrellas.<br />
La mirada a los aires se transporta,<br />
pero es también vuelta hacia adentro, absorta,<br />
el ser a quien rechaza<br />
y en vano tras la onda tornadiza<br />
confronta la visión que se desliza<br />
con la visión que traza.<br />
Y abatido se esconde, se concentra,<br />
en sus recónditas cavernas entra<br />
y ya libre en los muros<br />
de la sombra interior de que es el dueño<br />
suelta al nocturno paladar el sueño<br />
sus sabores obscuros.<br />
Cuevas innúmeras y endurecidas,<br />
vastos depósitos de breves vidas,<br />
guardan impenetrable<br />
la materia sin luz y sin sonido<br />
que aún no recoge el alma en su sentido<br />
ni supone que hable.<br />
¡Qué ruidos, qué rumores apagados<br />
allí activan, sepultos y estrechados,<br />
165
el hervor en el seno<br />
convulso y sofocado por un mudo!<br />
Y graba al rostro su rencor sañudo<br />
y al lenguaje sereno.<br />
Pero, ¡qué lejos de lo que es y vive<br />
en el fondo aterrado y no recibe<br />
las ondas todavía<br />
que recogen, no más, la <strong>voz</strong> que aflora<br />
de una agua móvil al rielar que dora<br />
la vanidad del día!.<br />
El sueño, en sombras desasido, amarra<br />
la nerviosa raíz, como una garra<br />
contráctil o bien floja;<br />
se hinca en el murmullo que la envuelve,<br />
o en el humor que sorbe y que disuelve<br />
un fijo extremo aloja.<br />
Cómo pasma a la lengua blanda y gruesa,<br />
y asciende un burbujear a la sorpresa<br />
del sensible oleaje:<br />
su espuma frágil las burbujas prende,<br />
y las prueba, las une, las suspende<br />
la creación del lenguaje.<br />
El lenguaje es sabor que entrega al labio<br />
la entraña abierta a un gusto extraño y sabio:<br />
despierta en la garganta;<br />
su espíritu aun espeso al aire brota<br />
y en la líquida masa donde flota<br />
siente el espacio y canta.<br />
Multiplicada en los propicios ecos<br />
que afuera afrontan otros vivos huecos<br />
de semejantes bocas,<br />
en su entraña ya vibra, densa y plena,<br />
cuando allí late aún, y honda resuena<br />
en las eternas rocas.<br />
Oh, eternidad, oh, hueco azul, vibrante<br />
en que la forma oculta y delirante<br />
su vibración no apaga,<br />
porque brilla en los muros permanentes<br />
que labra y edifica transparentes,<br />
la onda tortuosa y vaga.<br />
166
Oh, eternidad, la muerte es la medida,<br />
compás y azar de cada frágil vida,<br />
la numera la Parca.<br />
Y alzan tus muros las dispersas horas,<br />
que distantes o próximas, sonoras<br />
allí graban su marca.<br />
Denso el silencio trague al negro, obscuro<br />
rumor, como el sabor futuro<br />
sólo la entraña guarde<br />
y forme en sus recónditas moradas,<br />
su sombra ceda formas alumbradas<br />
a la palabra que arde.<br />
No al oído que al antro se aproxima<br />
que al banal espacio, por encima<br />
del hondo laberinto<br />
las voces intrincadas en sus vetas<br />
originales vayan, más secretas<br />
de otra boca al recinto.<br />
A otra vida oye ser, y en un instante<br />
la lejana se une al titubeante<br />
latido de la entraña;<br />
al instinto un amor llama a su objeto;<br />
y afuera en vano un porvenir completo<br />
la considera extraña.<br />
El aire tenso y musical espera;<br />
y eleva y fija la creciente esfera,<br />
sonora, una mañana:<br />
la forman ondas que juntó un sonido,<br />
como en la flor y enjambre del oído<br />
misteriosa campana.<br />
Ése es el fruto que del tiempo es dueño;<br />
en él la entraña su pavor, su sueño<br />
y su labor termina.<br />
El sabor que destila la tiniebla<br />
es el propio sentido, que otros puebla<br />
y el futuro domina.<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Gilberto Owen (1905-1952)<br />
167
Desvelo, 1925; Línea, 1930; Libro de Ruth, 1944; Perseo vencido, 1948; Poesía y prosa, 1953;<br />
Primeros <strong>verso</strong>s, 1957;<br />
El infierno perdido, 1978; Obras, 1979.<br />
LA CANCION DEL TARDIO AMOR<br />
¡Sí yo pudiera amarte, Alma noble y pequeña!<br />
Llegas cuando mi vida ya es un arenal;<br />
si pudiera ofrecerte el tesoro que sueña<br />
tu insensatez romántica y pueril, que se empeña<br />
en que florezca el seco tallo de mi rosal...<br />
¡Qué más quisiera, ¡triste de mí!, que anclar mi nave!<br />
Pero el remanso está lejos de mi dolor;<br />
ya el corazón inhóspito arbusto es para el ave,<br />
y en mi pecho, pletórico de hieles, ya no cabe<br />
el tesoro mil-y-una nochesco de tu amor.<br />
Si tú pudieras ser la nueva primavera<br />
que es justo que suceda a este invierno precoz;<br />
pero sería estéril tu empeño; espera, espera<br />
hasta que llegue el alma juvenil que te quiera<br />
y diga la aleluya que ya olvidó mi <strong>voz</strong>.<br />
Alma noble, que llamas a la mía cobarde:<br />
¡Si yo pudiera amarte! ¡Si pudieras tú ser<br />
mi nueva primavera! Pero llegas tan tarde,<br />
tan tarde, que ya sólo, en Alma de Mujer:<br />
¡Esta canción ceñuda y pesimista, en que<br />
ahorco en el mástil máximo la Esperanza y la Fe!<br />
Toluca, 1-I-1922.<br />
Primeros poemas. Obras, 1979<br />
NO ME PIDAS, AMIGA...<br />
168
NO ME pidas, Amiga, madrigales;<br />
la trivial aleluya de otros día<br />
se apagó en mi fracaso de rosales,<br />
y un torvo gotear de melancolías<br />
es la fuente de mis cantos joviales.<br />
Y debe ser así. Ya la casona,<br />
marco de mis ensueños, está en ruinas,<br />
y con su rubio absurdo ya festona<br />
la yedra aquel balcón, que de divinas<br />
pláticas los recuerdos aprisiona.<br />
(Aquel balcón oliente al primitivo<br />
aroma de sus virginales manos,<br />
en donde aquel primer beso furtivo<br />
mi suplicante audacia, miedos vanos<br />
derrotado, robó al candor esquivo...)<br />
Ya el jardín pueblerino, que nos daba<br />
el amparo de su romanticismo,<br />
y que por nuestros besos se tornaba<br />
como en más rusticano, no es el mismo<br />
ni esta fuente la que arrullaba.<br />
Todo ha cambiado, hasta mi balbuciente<br />
amor, diáfanamente candoroso,<br />
que un día se me fue, como demente<br />
golondrina que busca sin reposo<br />
el sol de la indocta alma adolescente.<br />
No me pidas, Amiga, que mi canto<br />
sea madrigal; la casona está en ruinas,<br />
169
el musgoso balcón perdió su encanto<br />
porque Ella se fue, y en mis corvina<br />
elegías sólo vibra el desencanto.<br />
Primeros poemas. Obras, 1979<br />
DESVELO<br />
1. Pureza<br />
¿NADA de amor -¡de nada!- para mí?<br />
Yo buscaba la frase con relieve, la palabra<br />
hecha carne de alma, luz tangible,<br />
y un rayo del sol último, en tanto hacía luz<br />
el confuso piar de mis polluelos.<br />
Ya para entonces se me había vuelto<br />
el diálogo monólogo,<br />
y el río, Amor -el río: espejo que anda-,<br />
llevaba mi mirada al mar sin mí.<br />
¡Qué puro eco tuyo, de tu grito<br />
hundido en el ocaso, Amor, la luna,<br />
espejito celeste, poesía!<br />
Desvelo, 1925<br />
5. El recuerdo<br />
Con ser tan gigantesco, el mar, y amargo,<br />
qué delicadamente dejó escrito<br />
-con qué pensamiento tan fino,<br />
como con olas niñas de tus años-,<br />
en este caracol, breve, su grito.<br />
Desvelo, 1925<br />
LA POMPA DE JABON<br />
170
1<br />
Aquel rostro, aquel libro, aquel paisaje,<br />
y todo el iris y yo mismo, todo,<br />
todo en tu agua sedienta<br />
de imágenes.<br />
2<br />
Te saludan los pájaros, las cosas<br />
todas afinan para ti<br />
su mejor alba de sonrisas.<br />
Y recuerdan tus viajes, cuando ibas<br />
como un poco de río<br />
redondo y frágil, por el cauce<br />
innúmero del viento.<br />
Y recuerdan, Arca de Noé,<br />
porque las regalabas a los niños,<br />
trasmutando en juguetería<br />
de Noche Buena, el Mundo.<br />
3.<br />
Y la vida niña soplándote,<br />
oh, pompa. oh árbol de cristal de alma,<br />
por aquella raíz<br />
que te ocultó en su seno Poesía,<br />
y te era, en el cielo, rama en flor<br />
y pájaro en la rama.<br />
Y la vida, sin fin, soplándote,<br />
sin fin, burbuja de emoción,<br />
hasta tu fin sin ruido ni violencias<br />
171
-cuando mucho con un rocío amargo<br />
y trémulo, como de lágrimas.<br />
Desvelo, 1925<br />
BOOZ CANTA SU AMOR<br />
Me he querido mentir que no te amo,<br />
rojo de alegría incauta, sol sin freno<br />
en la tarde que sólo tú detienes,<br />
luz demorada sobre mi deshielo.<br />
Por no apagar la brasa de tus labios<br />
con un amor que darte no merezco,<br />
por no echar sobre el alba de tus hombros<br />
las horas que le restan a mi duelo.<br />
Pero cómo negarte mis espigas<br />
si las alzabas con tan puro gesto;<br />
cómo temer tus años, si me dabas<br />
toda mi juventud en mi deseo.<br />
Quédate, amor adolescente, quédate.<br />
Diez golondrinas saltan de tus dedos.<br />
París cumple en tu rostro quince años.<br />
Cómo brilla mi <strong>voz</strong> sobre tu pecho.<br />
Óyela hablarte de la luna, óyela<br />
cantando lánguida por los senderos:<br />
sus palabras más nimias tienen forma,<br />
no le avergüenza ya decir "te quiero".<br />
Me has untado de fósforo los brazos:<br />
no los tienen más fuertes los mancebos.<br />
Flores palúdicas en los estanques<br />
172
de mis ojos. El trópico en mis huesos.<br />
Cien lugares comunes, amor cándido,<br />
amoroso y porfiriado amor primero.<br />
Vámonos por las rutas de tus venas<br />
y de mis venas. Vámonos fingiendo<br />
que es la primera vez que estoy viviéndote.<br />
Por la carne también se llega al cielo.<br />
Hay pájaros que sueñan que son pájaros<br />
y se despiertan ángeles. Hay sueños<br />
de los que dos fantasmas se despiertan<br />
a la virginidad de nuestros cuerpos.<br />
Vámonos como siempre: Dafnis, Cloe.<br />
Tiéndete bajo el pino más erecto,<br />
una brizna de yerba entre los dientes.<br />
No te muevas. Así. Fuera del tiempo.<br />
Si cerrara los ojos, despertándome,<br />
me encontraría, como siempre, muerto.<br />
Libro de Ruth, 1944<br />
A José Vasconcelos<br />
MADRIGAL POR MEDUSA<br />
NO ME sueltes los ojos astillados,<br />
se me dispersarían sin la cárcel<br />
de hallar tu mano al rehuir tu frente,<br />
dispersos en la prisa de salvarme.<br />
Embelesado el pulso, como noche<br />
feliz cuyos minutos no contamos,<br />
que es noche nada más, amor dormido,<br />
173
dolor bisiesto emparedado en años.<br />
Cante el pez sitibundo, preso en redes<br />
de algas en tus cabellos serpentinos,<br />
pero su <strong>voz</strong> se hiele en tu garganta<br />
y no rompa ni muerte con su grito.<br />
Déjame así, de estatua de mí mismo,<br />
la cabeza que no corté, en la mano,<br />
la espada sin honor, perdido todo<br />
lo que gané, menos el gesto huraño.<br />
Perseo vencido, 1948<br />
PIEDRA DE SOL<br />
Octavio Paz (1914-1998)<br />
La treizième revient...c’est encor la première;<br />
et c’est toujours la seule-ou c’est le seul moment;<br />
car es-tu reine, ô toi, la première ou dernière?<br />
es-tu roi, toi le seul ou le dernier amant?<br />
Gérard de Nerval, Arthèmis<br />
Un sauce de cristal, un chopo de agua,<br />
un alto surtidor que el viento arquea,<br />
un árbol bien plantado más danzante,<br />
un caminar de río que se curva,<br />
avanza, retrocede, da un rodeo<br />
y llega siempre:<br />
un caminar tranquilo<br />
de estrella o primavera sin premura,<br />
agua que con los párpados cerrados<br />
mana toda la noche profecías,<br />
unánime presencia en oleaje,<br />
ola tras ola hasta cubrirlo todo,<br />
verde soberanía sin ocaso<br />
como el deslumbramiento de las alas<br />
cuando se abren en mitad del cielo,<br />
un caminar entre las espesuras<br />
de los días futuros y el aciago<br />
fulgor de la desdicha como un ave<br />
petrificando el bosque con su canto<br />
174
y las felicidades inminentes<br />
entre las ramas que se desvanecen,<br />
horas de luz que pican ya los pájaros,<br />
presagios que se escapan de la mano,<br />
una presencia como un canto súbito,<br />
como el viento cantando en el incendio,<br />
una mirada que sostiene en vilo<br />
al mundo con sus mares y sus montes,<br />
cuerpo de luz filtrado por un ágata,<br />
piernas de luz, vientre de luz, bahías,<br />
roca solar, cuerpo color de nube,<br />
color de día rápido que salta,<br />
la hora centellea y tiene cuerpo,<br />
el mundo ya es visible por tu cuerpo,<br />
es transparente por tu transparencia,<br />
voy entre galerías de sonidos,<br />
fluyo entre las presencias resonantes,<br />
voy por las transparencias como un ciego,<br />
un reflejo me borra, nazco en otro,<br />
oh bosque de pilares encantados,<br />
bajo los arcos de la luz penetro<br />
los corredores de un otoño diáfano,<br />
voy por tu cuerpo como por el mundo,<br />
tu vientre es una plaza soleada,<br />
tus pechos dos iglesias donde oficia<br />
la sangre sus misterios paralelos,<br />
mis miradas te cubren como yedra,<br />
eres una ciudad que el mar asedia,<br />
una muralla que la luz divide<br />
en dos mitades de color durazno,<br />
un paraje de sal, rocas y pájaros<br />
bajo la ley del mediodía absorto,<br />
vestida del color de mis deseos<br />
como mi pensamiento vas desnuda,<br />
voy por tus ojos como por el agua,<br />
los tigres beben sueño de esos ojos,<br />
el colibrí se quema en esas llamas,<br />
voy por tu frente como por la luna,<br />
como la nube por tu pensamiento,<br />
voy por tu vientre como por tus sueños,<br />
tu falda de maíz ondula y canta,<br />
tu falda de cristal, tu falda de agua,<br />
tus labios, tus cabellos, tus miradas,<br />
175
toda la noche llueves, todo el día<br />
abres mi pecho con tus dedos de agua,<br />
cierras mis ojos con tu boca de agua,<br />
sobre mis huesos llueves, en mi pecho<br />
hunde raíces de agua un árbol líquido,<br />
voy por tu talle como por un río,<br />
voy por tu cuerpo como por un bosque,<br />
como por un sendero en la montaña<br />
que en un abismo brusco se termina<br />
voy por tus pensamientos afilados<br />
y a la salida de tu blanca frente<br />
mi sombra despeñada se destroza,<br />
recojo mis fragmentos uno a uno<br />
y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,<br />
corredores sin fin de la memoria,<br />
puertas abiertas a un salón vacío<br />
donde se pudren todos lo veranos,<br />
las joyas de la sed arden al fondo,<br />
rostro desvanecido al recordarlo,<br />
mano que se deshace si la toco,<br />
cabelleras de arañas en tumulto<br />
sobre sonrisas de hace muchos años,<br />
a la salida de mi frente busco,<br />
busco sin encontrar, busco un instante,<br />
un rostro de relámpago y tormenta<br />
corriendo entre los árboles nocturnos,<br />
rostro de lluvia en un jardín a obscuras,<br />
agua tenaz que fluye a mi costado,<br />
busco sin encontrar, escribo a solas,<br />
no hay nadie, cae el día, cae el año,<br />
caigo en el instante, caigo al fondo,<br />
invisible camino sobre espejos<br />
que repiten mi imagen destrozada,<br />
piso días, instantes caminados,<br />
piso los pensamientos de mi sombra,<br />
piso mi sombra en busca de un instante,<br />
busco una fecha viva como un pájaro,<br />
busco el sol de las cinco de la tarde<br />
templado por los muros de tezontle:<br />
la hora maduraba sus racimos<br />
y al abrirse salían las muchachas<br />
de su entraña rosada y se esparcían<br />
por los patios de piedra del colegio,<br />
176
alta como el otoño caminaba<br />
envuelta por la luz bajo la arcada<br />
y el espacio al ceñirla la vestía<br />
de un piel más dorada y transparente,<br />
tigre color de luz, pardo venado<br />
por los alrededores de la noche,<br />
entrevista muchacha reclinada<br />
en los balcones verdes de la lluvia,<br />
adolescente rostro innumerable,<br />
he olvidado tu nombre, Melusina,<br />
Laura, Isabel, Perséfona, María,<br />
tienes todos los rostros y ninguno,<br />
eres todas las horas y ninguna,<br />
te pareces al árbol y a la nube,<br />
eres todos los pájaros y un astro,<br />
te pareces al filo de la espada<br />
y a la copa de sangre del verdugo,<br />
yedra que avanza, envuelve y desarraiga<br />
al alma y la divide de sí misma,<br />
escritura de fuego sobre el jade,<br />
grieta en la roca, reina de serpientes,<br />
columna de vapor, fuente en la peña,<br />
circo lunar, peñasco de las águilas,<br />
grano de anís, espina diminuta<br />
y mortal que da penas inmortales,<br />
pastora de los valles submarinos<br />
y guardiana del valle de los muertos,<br />
liana que cuelga del cantil del vértigo,<br />
enredadera, planta venenosa,<br />
flor de resurrección, uva de vida,<br />
señora de la flauta y del relámpago,<br />
terraza del jazmín, sal en la herida,<br />
ramo de rosas para el fusilado,<br />
nieve en agosto, luna del patíbulo,<br />
escritura del mar sobre el basalto,<br />
escritura del viento en el desierto,<br />
testamento del sol, granada, espiga,<br />
rostro de llamas, rostro devorado,<br />
adolescente rostro perseguido<br />
años fantasmas, días circulares<br />
que dan al mismo patio, al mismo muro,<br />
arde el instante y son un solo rostro<br />
los sucesivos rostros de la llama,<br />
todos los nombres son un solo nombre<br />
todos los rostros son un solo rostro,<br />
177
todos los siglos son un solo instante<br />
y por todos los siglos de los siglos<br />
cierra el paso al futuro un par de ojos,<br />
no hay nada frente a mí, sólo un instante<br />
rescatado esta noche, contra un sueño<br />
de ayuntadas imágenes soñado,<br />
duramente esculpido contra el sueño,<br />
arrancado a la nada de esta noche,<br />
a pulso levantado letra a letra,<br />
mientras afuera el tiempo se desboca<br />
y golpea las puertas de mi alma<br />
el mundo con su horario carnicero,<br />
sólo un instante mientras las ciudades,<br />
los nombres, lo sabores, lo vivido,<br />
se desmoronan en mi frente ciega,<br />
mientras la pesadumbre de la noche<br />
mi pensamiento humilla y mi esqueleto,<br />
y mi sangre camina más despacio<br />
y mis dientes se aflojan y mis ojos<br />
se nublan y los días y los años<br />
sus horrores vacíos acumulan,<br />
mientras el tiempo cierra su abanico<br />
y no hay nada detrás de sus imágenes<br />
el instante se abisma y sobrenada<br />
rodeado de muerte, amenazado<br />
por la noche y su lúgubre bostezo,<br />
amenazado por la algarabía<br />
de la muerte vivaz y enmascarada<br />
el instante se abisma y se penetra,<br />
como un puño se cierra, como un fruto<br />
que madura hacia dentro de sí mismo<br />
y a sí mismo se bebe y se derrama<br />
el instante translúcido se cierra<br />
y madura hacia dentro, echa raíces,<br />
crece dentro de mí, me ocupa todo,<br />
me expulsa su follaje delirante,<br />
mis pensamientos sólo son su pájaros,<br />
su mercurio circula por mis venas,<br />
árbol mental, frutos sabor de tiempo,<br />
oh vida por vivir y ya vivida,<br />
tiempo que vuelve en una marejada<br />
y se retira sin volver el rostro,<br />
lo que pasó no fue pero está siendo<br />
178
y silenciosamente desemboca<br />
en otro instante que se desvanece:<br />
frente a la tarde de salitre y piedra<br />
armada de navajas invisibles<br />
una roja escritura indescifrable<br />
escribes en mi piel y esas heridas<br />
como un traje de llamas me recubren,<br />
ardo sin consumirme, busco el agua<br />
y en tus ojos no hay agua, son de piedra,<br />
y tus pechos, tu vientre, tus caderas<br />
son de piedra, tu boca sabe a polvo,<br />
tu boca sabe a tiempo emponzoñado,<br />
tu cuerpo sabe a pozo sin salida,<br />
pasadizo de espejos que repiten<br />
los ojos del sediento, pasadizo<br />
que vuelve siempre al punto de partida,<br />
y tú me llevas ciego de la mano<br />
por esas galerías obstinadas<br />
hacia el centro del círculo y te yergues<br />
como un fulgor que se congela en hacha,<br />
como luz que desuella, fascinante<br />
como el cadalso para el condenado,<br />
flexible como el látigo y esbelta<br />
como un arma gemela de la luna,<br />
y tus palabras afiladas cavan<br />
mi pecho y me despueblan y vacían,<br />
uno a uno me arrancas los recuerdos,<br />
he olvidado mi nombre, mis amigos<br />
gruñen entre los cerdos o se pudren<br />
comidos por el sol en un barranco,<br />
no hay nada en mí sino una larga herida,<br />
una oquedad que ya nadie recorre,<br />
presente sin ventanas, pensamiento<br />
que vuelve, se repite, se refleja<br />
y se pierde en su misma transparencia,<br />
conciencia traspasada por un ojo<br />
que se mira mirarse hasta anegarse<br />
de claridad:<br />
yo vi tu atroz escama,<br />
Melusina, brillar verdosa al alba,<br />
dormías enroscada entre las sábanas<br />
y al despertar gritaste como un pájaro<br />
y caíste sin fin, quebrada y blanca,<br />
nada quedó de ti sino tu grito,<br />
y al cabo de los siglos me descubro<br />
179
con tos y mala vista, barajando<br />
viejas fotos:<br />
no hay nadie, no eres nadie,<br />
un montón de ceniza y una escoba,<br />
un cuchillo mellado y un plumero,<br />
un pellejo colgado de unos huesos,<br />
un racimo ya seco, un hoyo negro<br />
y en el fondo del hoyo los dos ojos<br />
de una niña ahogada hace mil años,<br />
miradas enterradas en un pozo,<br />
miradas que nos ven desde el principio,<br />
mirada niña de la madre vieja<br />
que ve en el hijo grande un padre joven,<br />
mirada madre de la niña sola<br />
que ve en el padre grande un hijo niño,<br />
miradas que nos miran desde el fondo<br />
de la vida y son trampas de la muerte<br />
—¿o es al revés: caer en esos ojos<br />
es volver a la vida verdadera?,<br />
¡caer, volver, soñarme y que me sueñen<br />
otros ojos futuros, otra vida,<br />
otras nubes, morirme de otra muerte!<br />
—esta noche me basta, y este instante<br />
que no acaba de abrirse y revelarme<br />
dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,<br />
cómo me llamo yo:<br />
¿hacía planes<br />
para el verano —y todos los veranos—<br />
en Christopher Street, hace diez años,<br />
con Filis que tenía dos hoyuelos<br />
donde bebían luz los gorriones?,<br />
¿por la Reforma Carmen me decía<br />
"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",<br />
o se lo dijo a otro que he perdido<br />
o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,<br />
¿caminé por la noche de Oaxaca,<br />
inmensa y verdinegra como un árbol,<br />
hablando solo como el viento loco<br />
y al llegar a mi cuarto —siempre un cuarto—<br />
no me reconocieron los espejos?,<br />
¿desde el hotel Vernet vimos al alba<br />
bailar con los castaños — "ya es muy tarde"<br />
decías al peinarte y yo veía<br />
manchas en la pared, sin decir nada?,<br />
¿subimos juntos a la torre, vimos<br />
180
caer la tarde desde el arrecife?<br />
¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos<br />
gardenias en Perote?,<br />
nombres, sitios,<br />
calles y calles, rostros, plazas, calles,<br />
estaciones, un parque, cuartos solos,<br />
manchas en la pared, alguien se peina,<br />
alguien canta a mi lado, alguien se viste,<br />
cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,<br />
Madrid, 1937,<br />
en la Plaza del Ángel las mujeres<br />
cosían y cantaban con sus hijos,<br />
después sonó la alarma y hubo gritos,<br />
casas arrodilladas en el polvo,<br />
torres hendidas, frentes esculpidas<br />
y el huracán de los motores, fijo:<br />
los dos se desnudaron y se amaron<br />
por defender nuestra porción eterna,<br />
nuestra ración de tiempo y paraíso,<br />
tocar nuestra raíz y recobrarnos,<br />
recobrar nuestra herencia arrebatada<br />
por ladrones de vida hace mil siglos,<br />
los dos se desnudaron y besaron<br />
porque las desnudeces enlazadas<br />
saltan el tiempo y son invulnerables,<br />
nada las toca, vuelven al principio,<br />
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,<br />
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,<br />
oh ser total...<br />
cuartos a la deriva<br />
entre ciudades que se van a pique,<br />
cuartos y calles, nombres como heridas,<br />
el cuarto con ventanas a otros cuartos<br />
con el mismo papel descolorido<br />
donde un hombre en camisa lee el periódico<br />
o plancha una mujer; el cuarto claro<br />
que visitan las ramas de un durazno;<br />
el otro cuarto: afuera siempre llueve<br />
y hay un patio y tres niños oxidados;<br />
cuartos que son navíos que se mecen<br />
en un golfo de luz; o submarinos:<br />
el silencio se esparce en olas verdes,<br />
todo lo que tocamos fosforece;<br />
mausoleos de lujo, ya roídos<br />
los retratos, raídos los tapetes;<br />
trampas, celdas, cavernas encantadas,<br />
181
pajareras y cuartos numerados,<br />
todos se transfiguran, todos vuelan,<br />
cada moldura es nube, cada puerta<br />
da al mar, al campo, al aire, cada mesa<br />
es un festín; cerrados como conchas<br />
el tiempo inútilmente los asedia,<br />
no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,<br />
abre la mano, coge esta riqueza,<br />
corta los frutos, come de la vida,<br />
tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,<br />
todo se transfigura y es sagrado,<br />
es el centro del mundo cada cuarto,<br />
es la primera noche, el primer día,<br />
el mundo nace cuando dos se besan,<br />
gota de luz de entrañas transparentes<br />
el cuarto como un fruto se entreabre<br />
o estalla como un astro taciturno<br />
y las leyes comidas de ratones,<br />
las rejas de los bancos y las cárceles,<br />
las rejas de papel, las alambradas,<br />
los timbres y las púas y los pinchos,<br />
el sermón monocorde de las armas,<br />
el escorpión meloso y con bonete,<br />
el tigre con chistera, presidente<br />
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,<br />
el burro pedagogo, el cocodrilo<br />
metido a redentor, padre de pueblos,<br />
el Jefe, el tiburón, el arquitecto<br />
del porvenir, el cerdo uniformado,<br />
el hijo predilecto de la Iglesia<br />
que se lava la negra dentadura<br />
con el agua bendita y toma clases<br />
de inglés y democracia, las paredes<br />
invisibles, las máscaras podridas<br />
que dividen al hombre de los hombres,<br />
al hombre de sí mismo,<br />
se derrumban<br />
por un instante inmenso y vislumbramos<br />
nuestra unidad perdida, el desamparo<br />
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres<br />
y compartir el pan, el sol, la muerte,<br />
el olvidado asombro de estar vivos;<br />
amar es combatir, si dos se besan<br />
el mundo cambia, encarnan los deseos,<br />
el pensamiento encarna, brotan las alas<br />
182
en las espaldas del esclavo, el mundo<br />
es real y tangible, el vino es vino,<br />
el pan vuelve a saber, el agua es agua,<br />
amar es combatir, es abrir puertas,<br />
dejar de ser fantasma con un número<br />
a perpetua cadena condenado<br />
por un amo sin rostro;<br />
el mundo cambia<br />
si dos se miran y se reconocen,<br />
amar es desnudarse de los nombres:<br />
"déjame ser tu puta", son palabras<br />
de Eloísa, mas él cedió a las leyes,<br />
la tomó por esposa y como premio<br />
lo castraron después;<br />
mejor el crimen,<br />
los amantes suicidas, el incesto<br />
de los hermanos como dos espejos<br />
enamorados de su semejanza,<br />
mejor comer el pan envenenado,<br />
el adulterio en lechos de ceniza,<br />
los amores feroces, el delirio,<br />
su yedra ponzoñosa, el sodomita<br />
que lleva por clavel en la solapa<br />
un gargajo, mejor ser lapidado<br />
en las plazas que dar vuelta a la noria<br />
que exprime la substancia de la vida,<br />
cambia la eternidad en horas huecas,<br />
los minutos en cárceles, el tiempo<br />
en monedas de cobre y mierda abstracta;<br />
mejor la castidad, flor invisible<br />
que se mece en los tallos del silencio,<br />
el difícil diamante de los santos<br />
que filtra los deseos, sacia al tiempo,<br />
nupcias de la quietud y el movimiento,<br />
canta la soledad en su corola,<br />
pétalo de cristal en cada hora,<br />
el mundo se despoja de sus máscaras<br />
y en su centro, vibrante transparencia,<br />
lo que llamamos Dios, el ser sin nombre,<br />
se contempla en la nada, el ser sin rostro<br />
emerge de sí mismo, sol de soles,<br />
plenitud de presencias y de nombres;<br />
sigo mi desvarío, cuartos, calles,<br />
camino a tientas por los corredores<br />
del tiempo y subo y bajo sus peldaños<br />
183
y sus paredes palpo y no me muevo,<br />
vuelvo donde empecé, busco tu rostro,<br />
camino por las calles de mí mismo<br />
bajo un sol sin edad, y tú a mi lado<br />
caminas como un árbol, como un río<br />
caminas y me hablas como un río,<br />
creces como una espiga entre mis manos,<br />
lates como una ardilla entre mis manos,<br />
vuelas como mil pájaros, tu risa<br />
me ha cubierto de espumas, tu cabeza<br />
es un astro pequeño entre mis manos,<br />
el mundo reverdece si sonríes<br />
comiendo una naranja,<br />
el mundo cambia<br />
si dos, vertiginosos y enlazados,<br />
caen sobre las yerba: el cielo baja,<br />
los árboles ascienden, el espacio<br />
sólo es luz y silencio, sólo espacio<br />
abierto para el águila del ojo,<br />
pasa la blanca tribu de las nubes,<br />
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,<br />
perdemos nuestros nombres y flotamos<br />
a la deriva entre el azul y el verde,<br />
tiempo total donde no pasa nada<br />
sino su propio transcurrir dichoso,<br />
no pasa nada, callas, parpadeas<br />
(silencio: cruzó un ángel este instante<br />
grande como la vida de cien soles),<br />
¿no pasa nada, sólo un parpadeo?<br />
—y el festín, el destierro, el primer crimen,<br />
la quijada del asno, el ruido opaco<br />
y la mirada incrédula del muerto<br />
al caer en el llano ceniciento,<br />
Agamenón y su mugido inmenso<br />
y el repetido grito de Casandra<br />
más fuerte que los gritos de las olas,<br />
Sócrates en cadenas" (el sol nace,<br />
morir es despertar: "Critón, un gallo<br />
a Esculapio, ya sano de la vida"),<br />
el chacal que diserta entre las ruinas<br />
de Nínive, la sombra que vio Bruto<br />
antes de la batalla, Moctezuma<br />
en el lecho de espinas de su insomnio,<br />
el viaje en la carretera hacia la muerte<br />
—el viaje interminable mas contado<br />
por Robespierre minuto tras minuto,<br />
184
la mandíbula rota entre las manos—,<br />
Churruca en su barrica como un trono<br />
escarlata, los pasos ya contados<br />
de Lincoln al salir hacia el teatro,<br />
el estertor de Trotsky y sus quejidos<br />
de jabalí, Madero y su mirada<br />
que nadie contestó: ¿por qué me matan?,<br />
los carajos, los ayes, los silencios<br />
del criminal, el santo, el pobre diablo,<br />
cementerio de frases y de anécdotas<br />
que los perros retóricos escarban,<br />
el delirio, el relincho, el ruido obscuro<br />
que hacemos al morir y ese jadeo<br />
que la vida que nace y el sonido<br />
de huesos machacándose la riña<br />
y la boca de espuma del profeta<br />
y su grito y el grito del verdugo<br />
y el grito de la víctima...<br />
son llamas<br />
los ojos y son llamas lo que miran,<br />
llama la oreja y el sonido llama,<br />
brasa los labios y tizón la lengua,<br />
el tacto y lo que toca, el pensamiento<br />
y lo pensado, llama el que lo piensa,<br />
todo se quema, el uni<strong>verso</strong> es llama,<br />
arde la misma nada que no es nada<br />
sino un pensar en llamas, al fin humo:<br />
no hay verdugo ni víctima...<br />
¿y el grito<br />
en la tarde del viernes?, y el silencio<br />
que se cubre de signos, el silencio<br />
que dice sin decir, ¿no dice nada?,<br />
¿no son nada los gritos de los hombres?,<br />
¿no pasa nada cuando pasa el tiempo?<br />
—no pasa nada, sólo un parpadeo<br />
del sol, un movimiento apenas, nada,<br />
no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,<br />
los muerto están fijos en su muerte<br />
y no pueden morirse de otra muerte,<br />
intocables, clavados en su gesto,<br />
desde su soledad, desde su muerte<br />
sin remedio nos miran sin mirarnos,<br />
su muerte ya es la estatua de su vida,<br />
un siempre estar ya nada para siempre,<br />
cada minuto es nada para siempre,<br />
un rey fantasma rige sus latidos<br />
185
y tu gesto final, tu dura máscara<br />
labra sobre tu rostro cambiante:<br />
el monumento somos de una vida<br />
ajena y no vivida, apenas nuestra,<br />
—¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,<br />
¿cuándo somos de veras lo que somos?,<br />
bien mirado no somos, nunca somos<br />
a solas sino vértigo y vacío,<br />
muecas en el espejo, horror y vómito,<br />
nunca la vida es nuestra, es de los otros,<br />
la vida no es de nadie, todos somos<br />
la vida —pan de sol para los otros,<br />
los otros todos que nosotros somos—,<br />
soy otro cuando soy, los actos míos<br />
son más míos si son también de todos,<br />
para que pueda ser he de ser otro,<br />
salir de mí, buscarme entre los otros,<br />
los otros que no son si yo no existo,<br />
los otros que me dan plena existencia,<br />
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,<br />
la vida es otra, siempre allá, más lejos,<br />
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,<br />
vida que nos desvive y enajena,<br />
que nos inventa un rostro y lo desgasta,<br />
hambre de ser, oh muerte, pan de todos,<br />
Eloísa, Perséfona, María,<br />
muestra tu rostro al fin para que vea<br />
mi cara verdadera, la del otro,<br />
mi cara de nosotros siempre todos,<br />
cara de árbol y de panadero,<br />
de chófer y de nube y de marino,<br />
cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo,<br />
cara de solitario colectivo,<br />
despiértame, ya nazco:<br />
vida y muerte<br />
pactan en ti, señora de la noche,<br />
torre de claridad, reina del alba,<br />
virgen lunar, madre del agua madre,<br />
cuerpo del mundo, casa de la muerte,<br />
caigo sin fin desde mi nacimiento,<br />
caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,<br />
recógeme en tus ojos, junta el polvo<br />
disperso y reconcilia mis cenizas,<br />
ata mis huesos divididos, sopla<br />
sobre mi ser, entiérrame en tu tierra,<br />
186
tu silencio dé paz al pensamiento<br />
contra sí mismo airado;<br />
abre la mano,<br />
señora de semillas que son días,<br />
el día es inmortal, asciende, crece,<br />
acaba de nacer y nunca acaba,<br />
cada día es nacer, un nacimiento<br />
es cada amanecer y yo amanezco,<br />
amanecemos todos, amanece<br />
el sol cara de sol, Juan amanece<br />
con su cara de Juan cara de todos,<br />
puerta del ser, despiértame, amanece,<br />
déjame ver el rostro de este día,<br />
déjame ver el rostro de esta noche,<br />
todo se comunica y transfigura,<br />
arco de sangre, puente de latidos,<br />
llévame al otro lado de esta noche,<br />
adonde yo soy tú somos nosotros,<br />
al reino de pronombres enlazados,<br />
puerta del ser: abre tu ser, despierta,<br />
aprende a ser también, labra tu cara,<br />
trabaja tus facciones, ten un rostro<br />
para mirar mi rostro y que te mire,<br />
para mirar la vida hasta la muerte,<br />
rostro de mar, de pan, de roca y fuente,<br />
manantial que disuelve nuestros rostros<br />
en el rostro sin nombre, el ser sin rostro,<br />
indecible presencia de presencias...<br />
quiero seguir, ir más allá, y no puedo:<br />
se despeñó el instante en otro y otro,<br />
dormí sueños de piedra que no sueña<br />
y al cabo de los años como piedras<br />
oí cantar mi sangre encarcelada,<br />
con un rumor de luz el mar cantaba,<br />
una a una cedían las murallas,<br />
todas las puertas se desmoronaban<br />
y el sol entraba a saco por mi frente,<br />
despegaba mis párpados cerrados,<br />
desprendía mi ser de su envoltura,<br />
me arrancaba de mí, me separaba<br />
de mi bruto dormir siglos de piedra<br />
y su magia de espejos revivía<br />
un sauce de cristal, un chopo de agua,<br />
un alto surtidor que el viento arquea,<br />
187
un árbol bien plantado más danzante,<br />
un caminar de río que se curva,<br />
avanza, retrocede, da un rodeo<br />
y llega siempre:<br />
México, 1957<br />
LA MUCHACHA EBRIA<br />
La estación violenta, 1958<br />
Efraín Huerta<br />
Este lánguido caer en brazos de una desconocida,<br />
esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres;<br />
este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol,<br />
huella de pie dormido, navaja verde o negra;<br />
este instante durísimo en que una muchacha grita,<br />
gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya.<br />
Todo esto no es sino la noche,<br />
sino la noche grávida de sangre y leche,<br />
de niños que se asfixian,<br />
de mujeres carbonizadas<br />
y varones morenos de soledad<br />
y misterioso, sofocante desgaste.<br />
Sino la noche de la muchacha ebria<br />
cuyos gritos de rabia y melancolía<br />
me hirieron como el llanto purísimo,<br />
como las náuseas y el rencor,<br />
como el abandono y la <strong>voz</strong> de las mendigas.<br />
Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido<br />
y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas,<br />
llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba<br />
y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza:<br />
llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas,<br />
de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre,<br />
de la muchacha que una noche —y era una santa noche—<br />
me entregara su corazón derretido,<br />
sus manos de agua caliente, césped, seda,<br />
sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,<br />
sus torpes arrebatos de ternura,<br />
su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,<br />
su pecho suave como una mejilla con fiebre,<br />
y sus brazos y piernas con tatuajes,<br />
y su naciente tuberculosis,<br />
y su dormido sexo de orquídea martirizada.<br />
188
Ah la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido<br />
y la generosidad en la punta de los dedos,<br />
la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre,<br />
como yo, escapado apenas de la violencia amorosa.<br />
Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos,<br />
una fecha sangrienta y abatida.<br />
¡Por la muchacha ebria, amigos míos!<br />
Los hombres del alba, 1944<br />
POEMA DE AMOROSA RAÍZ<br />
Antes que el viento fuera mar volcado,<br />
que la noche se unciera su vestido de luto<br />
y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo<br />
la albura de sus cuerpos.<br />
Antes que luz, que sombra y que montaña<br />
miraran levantarse las almas de sus cúspides;<br />
primero que algo fuera flotando bajo el aire;<br />
tiempo antes que el principio.<br />
Alí Chumacero (1918)<br />
Cuando aún no nacía la esperanza<br />
ni vagaban los ángeles en su firme blancura;<br />
cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;<br />
antes, antes, muy antes.<br />
Cuando aún no había flores en las sendas<br />
porque las sendas no eran ni las flores estaban;<br />
cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,<br />
ya éramos tú y yo.<br />
Páramo de sueños, 1940<br />
MONÓLOGO DEL VIUDO<br />
Abro la puerta, vuelvo a la misericordia<br />
de mi casa donde el rumor defiende<br />
la penumbra y el hijo que no fue<br />
sabe a naufragio, a ola o fervoroso lienzo<br />
que en ácidos estíos<br />
el rostro desvanece. Arcaico reposar<br />
de dioses muertos llena las estancias,<br />
y bajo el aire aspira la conciencia<br />
189
la ráfaga que ayer mi frente aún buscaba<br />
en el descenso turbio.<br />
No podría nombrar sábanas, cirios, humo<br />
ni la humildad y compasión y calma<br />
a orillas de la tarde, no podría<br />
decir "sus manos", "mi tristeza", "nuestra tierra"<br />
porque todo en su nombre<br />
de heridas se ilumina. Como señal de espuma<br />
o epitafio, cortinas, lecho, alfombras<br />
y destrucción hacia el desdén transcurren<br />
mientras vence la cal que a su desnudo niega<br />
la sombra del espacio.<br />
Ahora empieza el tiempo, el agrio sonreír<br />
del huésped que en insomnio, al desvelar<br />
su ira, canta en la ciudad impura<br />
el calcinado són y al labio purifican<br />
fuegos de incertidumbre<br />
que fluyen sin respuesta. Astro o delfín, allá<br />
bajo la onda el pie desaparece,<br />
y túnicas tornadas en emblemas<br />
hunden su ardiente procesión y con ceniza<br />
la frente me señalan.<br />
Palabras en reposo, 1956<br />
Rubén Bonifaz Nuño (1923)<br />
Y NUEVAMENTE ABRIL A FLOR DE CIELO...<br />
Y nuevamente abril a flor de cielo<br />
abre tus manos tibias, y yo canto<br />
el júbilo entrañable y el espanto<br />
que en mi sangre derramas con tu anhelo.<br />
Amo la gravidez del alma, el vuelo<br />
por la caricia que hasta ti levanto,<br />
y el fuego triste hallado en el quebranto<br />
de la distancia -aborrecible velo-.<br />
Amor: abril, tu cómplice, desvía<br />
190
la ruta del temor que disminuye<br />
y disfraza de fiesta su agonía.<br />
Eres abril de nuevo, amor, y nada<br />
escapa de tu ser: todo confluye<br />
a cobrar plenitud en tu mirada.<br />
Imágenes, 1953<br />
HAZ QUE YO PUEDA SER, AMOR, LA ESCALA...<br />
Haz que yo pueda ser, amor, la escala<br />
en que sus pies se apoyan, el torrente<br />
de luz para su sed, o, suavemente,<br />
el cauce en que su vida se resbala.<br />
Sólo soy un espejo para el ala<br />
de un ángel dividido, que así siente<br />
que le soy necesario, y dulcemente<br />
a mi dolor su claridad iguala.<br />
Y eso es todo, amor: sólo un reflejo.<br />
No escala, luz ni cauce, en que pudiera<br />
subir, brillar, o transcurrir ligera.<br />
Únicamente el sueño de un espejo<br />
mudo a veces, y opaco, en donde anida<br />
la imagen solitaria de su vida.<br />
Imágenes, 1953<br />
ALGUNA VEZ TE ALCANZARÁ EL SONIDO...<br />
Alguna vez te alcanzará el sonido<br />
de mi apagado nombre, y nuevamente<br />
algo en tu ser me sentirá presente:<br />
191
mas no tu corazón; sólo tu oído.<br />
Una pausa en la música sin ruido<br />
de tu luz ignorada, inútilmente<br />
ha de querer salvar mi afán doliente<br />
de la amorosa cárcel de tu olvido.<br />
Ningún recuerdo quedará en tu vida<br />
de lo que fuera breve semejanza<br />
de tu sueño y mi nombre y la belleza.<br />
Porque en tu amor no alentará la herida<br />
sino la cicatriz, y tu esperanza<br />
no querrá saber más de mi tristeza.<br />
Imágenes, 1953<br />
TÚ DAS LA VISTA A MIS PUPILAS CIEGAS...<br />
Tú das la vista a mis pupilas ciegas<br />
y a mi <strong>voz</strong> la ternura que te nombra;<br />
amor, cuánta amargura, cuánta sombra<br />
se destruye en la luz en que me anegas.<br />
En hoces claras a mi pecho llegas<br />
y la esperanza al corazón asombra,<br />
por ti la mano del olvido escombra<br />
los restos tristes del dolor que siegas.<br />
Por ti vencido, el peso de la angustia<br />
inútilmente ya su fuerza mustia<br />
contra tus simples luces abre inerte.<br />
Amor, ardiente lámpara en la oscura<br />
soledad, segador de la amargura.<br />
Está lejano el miedo de perderte.<br />
192
Imágenes, 1953<br />
PARA LOS QUE LLEGAN A LAS FIESTAS<br />
Para los que llegan a las fiestas<br />
ávidos de tiernas compañías,<br />
y encuentran parejas impenetrables<br />
y hermosas muchachas solas que dan miedo<br />
-pues no uno sabe bailar, y es triste-:<br />
los que se arrinconan con un vaso<br />
de aguardiente oscuro y melancólico,<br />
y odian hasta el fondo su miseria,<br />
la envidia que sienten, los deseos:<br />
para los que saben con amargura<br />
que de la mujer que quieran les queda<br />
nada más que un clavo fijo en la espalda<br />
y algo tenue y acre, como el aroma<br />
que guarda el revés de un guante olvidado;<br />
para los que fueron invitados<br />
una vez; aquellos que se pusieron<br />
el menos gastado de sus dos trajes<br />
y fueron puntuales; y en una puerta,<br />
ya mucho después de entrados todos,<br />
supieron que no se cumpliría<br />
la cita y volvieron despreciándose;<br />
para los que miran desde afuera,<br />
de noche, las casas iluminadas,<br />
y a veces quisieran estar adentro:<br />
compartir con alguien mesa y cobijas<br />
193
o vivir con hijos dichosos;<br />
y luego comprenden que es necesario<br />
hacer otras cosas, y que vale<br />
mucho más sufrir que ser vencido;<br />
para los que quieren mover el mundo<br />
con su corazón solitario,<br />
los que por las calles se fatigan<br />
caminando, claros de pensamientos;<br />
para los que pisan sus fracasos y siguen:<br />
para los que sufren a conciencia<br />
porque no serán consolados,<br />
los que no tendrán, los que pueden escucharme:<br />
para los que están armados, escribo.<br />
¿CUÁL ES LA MUJER?<br />
Los demonios y los días, 1956<br />
¿Cuál es la mujer que recordamos<br />
al mirar los pechos de la vecina<br />
de camión; a quién espera el hueco<br />
lugar que está al lado nuestro, en el cine?<br />
¿A quién pertenece el oído<br />
que oirá la palabra más escondida<br />
que somos, de quién es la cabeza<br />
que a nuestro costado nace entre sueños?<br />
Hay veces que ya no puedo con tanta<br />
tristeza, y entonces te recuerdo.<br />
Pero no eres tú. Nacieron cansados<br />
nuestro largo amor y nuestros breves<br />
194
amores; los cuatro besos y las cuatro<br />
citas que tuvimos. Estamos tristes.<br />
Juntos inventamos un concierto<br />
para desventura y orquesta, y fuimos<br />
a escucharlo serios, solemnes,<br />
y nada entendimos. Estamos solos.<br />
Tú nunca sabrás, estoy cierto,<br />
que escribí estos <strong>verso</strong>s para ti sola;<br />
pero en ti pensé al hacerlos. Son tuyos.<br />
Ustedes perdonen. Por un momento<br />
olvidé con quién estaba hablando.<br />
Y no sentí el golpe de mi ventana<br />
al cerrarse. Estaba en otra parte.<br />
Los demonios y los días, 1956<br />
CENTÍMETRO A CENTÍMETRO<br />
Centímetro a centímetro<br />
-piel, cabello, ternura, olor, palabras-<br />
mi amor te va tocando.<br />
Voy descubriendo a diario, convenciéndome<br />
de que estás junto a mí, de que es posible<br />
y cierto; que no eres,<br />
ya, la felicidad imaginada,<br />
sino la dicha permanente,<br />
hallada, concretísima; el abierto<br />
aire total en que me pierdo y gano.<br />
Y después, qué delicia<br />
la de ponerme lejos nuevamente.<br />
195
Mirarte como antes<br />
y llamarle de "usted", para que sientas<br />
que no es verdad que te haya conseguido;<br />
que sigues siendo tú, la inalcanzada;<br />
que hay muchas cosas tuyas<br />
que no puedo tener.<br />
Qué delicia delgada, incomprensible,<br />
la de verte lejos,<br />
y soportar los golpes de alegría<br />
que de mi corazón ascienden<br />
al acercarse a ti por vez primera;<br />
siempre por primera, a cada instante.<br />
Y al mismo tiempo, así, juego a perderte<br />
y a descubrirte, y sé que te descubro<br />
siempre mejor de como te he perdido.<br />
Es como si dijeras:<br />
"cuenta hasta diez, y búscame", y a oscuras<br />
yo empezara a buscarte, y torpemente<br />
te preguntara: ¿estás allí?", y salieras<br />
riendo del escondite,<br />
tú misma, sí, en el fondo; pero envuelta<br />
en una luz distinta, en un aroma<br />
nuevo, con un vestido diferente.<br />
AMIGA...<br />
El Manto y la Corona, 1958.<br />
Amiga a la que amo: no envejezcas.<br />
Que se detenga el tiempo sin tocarte;<br />
196
que no te quite el manto<br />
de la perfecta juventud. Inmóvil<br />
junto a tu cuerpo de muchacha dulce<br />
quede, al hallarte, el tiempo<br />
Si tu hermosura ha sido<br />
la llave del amor, si tu hermosura<br />
con el amor me ha dado<br />
la certidumbre de la dicha,<br />
la compañía sin dolor, el vuelo,<br />
guárdate hermosa, joven siempre.<br />
No quiero ni pensar lo que tendría<br />
de soledad mi corazón necesitado,<br />
si la vejez dañina, prejuiciosa<br />
cargara en ti la mano,<br />
y mordiera tu piel, desvencijara<br />
tus dientes, y la música<br />
que mueves, al moverte, deshiciera.<br />
Guárdame siempre en la delicia<br />
de tus dientes parejos, de tus ojos,<br />
de tus olores buenos,<br />
de tus brazos que me enseñas<br />
cuando a solas conmigo te has quedado<br />
desnuda toda, en sombras,<br />
sin más luz que la tuya,<br />
porque tu cuerpo alumbra cuando amas,<br />
más tierna tú que las pequeñas flores<br />
con que te adorno a veces.<br />
197
Guárdame en la alegría de mirarte<br />
ir y venir en ritmo, caminando<br />
y, al caminar, meciéndote<br />
como si regresaras de la llave del agua<br />
llevando un cántaro en el hombro.<br />
Y cuando me haga viejo,<br />
y engorde y quede calvo, no te apiades<br />
de mis ojos hinchados, de mis dientes<br />
postizos, de las canas que me salgan<br />
por la nariz. Aléjame,<br />
no te apiades, destiérrame, te pido;<br />
hermosa entonces, joven como ahora,<br />
no me ames: recuérdame<br />
tal como fui al cantarte, cuando era<br />
yo tu <strong>voz</strong> y tu escudo,<br />
y estabas sola, y te sirvió mi mano.<br />
FUEGO DE POBRES<br />
Nadie sale. Parece<br />
El Manto y la Corona, 1958<br />
que cuando llueve en México, lo único<br />
posible es encerrarse<br />
desajustadamente en guerra mínima,<br />
a pensar los ochenta minutos de la hora<br />
en que es hora de lágrimas.<br />
En que es el tiempo de ponerse,<br />
encenizado de colillas fúnebres,<br />
a velar con cerillos<br />
198
algún recuerdo ya cadáver;<br />
tiempo de aclimatarse al ejercicio<br />
de perder las mañanas<br />
por no saber qué hacerse por las tardes.<br />
Y tampoco es el caso de olvidarse<br />
de que la vida está, de que los perros<br />
como gente se anublan en las calles,<br />
y cornudos cabestros<br />
llevan a su merced tan buenos toros.<br />
No es cosa de olvidarse<br />
de la muela incendiada, o del diamante<br />
engarzado al talón por el camino,<br />
o del aburrimiento.<br />
A la verdad, parece.<br />
Pero sin olvidar, pero acordándose,<br />
pero con lluvia y todo, tan humanas<br />
son las cosas de afuera, tan de filo,<br />
que quisiera que alguna me llamara<br />
sólo por darme el regocijo<br />
de contestar que estoy aquí,<br />
o gritar el quién vive<br />
nada más por ver si me responden.<br />
Pienso: si tú me contestaras:<br />
Si pudiera hablar en calma con mi viuda.<br />
Si algo valiera lo que estoy pensando.<br />
Llueve en México; llueve<br />
como para salir a enchubascarse<br />
199
y a descubrir, como un borracho auténtico,<br />
el secreto más íntimo y humilde<br />
de la fraternidad; poder decirte<br />
hermano mío si te encuentro.<br />
Porque tú eres mi hermano. Yo te quiero.<br />
Acaso sea punto de lenguaje;<br />
de ponerse de acuerdo con el tipo<br />
de cambio de las voces,<br />
y en la señal para soltar la marcha.<br />
Y repetir ardiendo hasta el descanso<br />
que no es para llorar, que no es decente.<br />
Y porque a la verdad, no es para tanto.<br />
Fuego de Pobres, 1961<br />
DEPREDADORAS DE ALEGRÍA<br />
Depredadoras de alegrías<br />
nocturnas, cuerpo que me amaba<br />
con el odio tímido y violado<br />
de sus rincones aburridos.<br />
Hoy que ya haya pasado, ¿me recuerdan,<br />
alguna vez, sin recordarme?<br />
Corales en coro, subcutáneas<br />
navegaciones, luz anclada,<br />
escafandra de asfixia, flechas<br />
lácteas, inmóviles, acuáticas,<br />
desove estéril que en la sangre<br />
desenrolla su espiral transida.<br />
¿Me recuerdan, hoy que ya ha pasado<br />
200
el odiado amor, la carne triste?<br />
Las entretelas del herido<br />
de punta de ausencia, me conminan.<br />
Y el violado cuerpo que me amaba,<br />
a solas calienta y se consume.<br />
El ala del tigre, 1969<br />
A TU PUERTA LLAMÉ. NO ESTABAS<br />
A tu puerta llamé. No estabas.<br />
Aspas de viaje te arrancaron.<br />
¿Quién volverá cuando regreses?<br />
Viento sin recuerdos, en la noche<br />
se envuelve de inútiles presagios.<br />
Dicen que la vida prosigue.<br />
Entre nieves remotas, luces<br />
que desconozco, abro los brazos<br />
-lazarillos a ciegas-; busco.<br />
Desde aquí, junto a la oreja sorda<br />
amo en secreto, y enmudezco.<br />
Dicen que la vida no perdona.<br />
A tu puerta llego, y sin mirarte,<br />
maravillado te contemplo.<br />
¿Regresaste, vives, te escondiste?<br />
Frente a tu casa silenciosa<br />
-pienso que estás-, no llamo. Espero.<br />
Y pasa la vida, y se detiene.<br />
El ala del tigre, 1969<br />
201
DESDE SU NUDO<br />
Desde su nudo a ciegas, desde<br />
su ramazón violeta, suena<br />
encogida en su hervor la sola<br />
fuente del conjuro que te llama.<br />
Tú, palabra antigua, bajo el lirio<br />
del vientre de la noche sabes<br />
lo que no soy; desde lejanos<br />
nombres como ciudades, vienes;<br />
como pueblos de alas retenidas<br />
vienes; como bocas no saciadas.<br />
Mañana espacial entre despojos<br />
nupciales; lecho reviviente<br />
del amor de ramas libertadas<br />
sobre la herrumbre de otras hojas;<br />
juicio universal de cada instante.<br />
Del tiempo matinal emerges<br />
con terrestre peso de estaciones<br />
al sol; en mi cuerpo te alimentas;<br />
orden de vida restableces<br />
en mi corazón desengranado.<br />
La flama en el espejo, 1971<br />
YO SEGUIRÉ CANTANDO. TÚ HABRÁS MUERTO...<br />
Yo seguiré cantando. Tú habrás muerto.<br />
Habré yo muerto y seguiré cantando.<br />
Ha de sonar mi <strong>voz</strong> de vida, cuando<br />
202
la muerte en celo me haya descubierto.<br />
Como surgidas del sepulcro abierto,<br />
mis palabras; en ellas, abrasando,<br />
irá este amor, hoy pasajero y blando;<br />
entonces ya, definitivo y cierto.<br />
Y nosotros, ya entonces, ni siquiera<br />
huesos ni polvo ni recuerdo, juntos<br />
estaremos. Es triste nuestra vida.<br />
Sólo mi <strong>voz</strong> hará la primavera<br />
que quisimos; los cálices difuntos<br />
que arderán con tu nombre y su medida.<br />
Bibliografía poética:<br />
De otro modo lo mismo, 1979<br />
La muerte del ángel, 1945; Poética, 1951; Ofrecimiento romántico, 1951; Imágenes, 1953; Los<br />
demonios y los días, 1956; El manto y la corona, 1958; Canto llano a Simón Bolivar, 1958;El<br />
dolorido sentir, 1959; Fuego de pobres, 1961; Siete de espadas, 1966; El ala de tigre, 1969; La<br />
flama en el espejo, 1971; Tres poemas de antes, 1978.<br />
LO COTIDIANO<br />
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;<br />
este cabello triste que se cae<br />
cuando te estás peinando ante el espejo.<br />
Esos túneles largos<br />
que se atraviesan con jadeo y asfixia,<br />
las paredes sin ojos,<br />
el hueco que resuena<br />
de alguna <strong>voz</strong> oculta y sin sentido.<br />
Para el amor no hay tregua, amor. La noche<br />
no se vuelve, de pronto, respirable.<br />
Y cuando un astro rompe sus cadenas<br />
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,<br />
no por ello la ley suelta sus garfios.<br />
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla<br />
Rosario Castellanos (1925-1974)<br />
203
el sabor de las lágrimas.<br />
Y en el abrazo ciñes<br />
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.<br />
Jaime Sabines (1926)<br />
Lívida luz, 1960<br />
LENTO, AMARGO ANIMAL...<br />
Lento, amargo animal<br />
que soy, que he sido,<br />
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento<br />
que en la primera generación del hombre pedía a Dios.<br />
Amargo como esos minerales amargos<br />
que en las noches de exacta soledad<br />
--maldita y arruinada soledad<br />
sin uno mismo--<br />
trepan a la garganta<br />
y, costras de silencio,<br />
asfixian, matan, resucitan.<br />
Amargo como esa <strong>voz</strong> amarga<br />
prenatal, presubstancial, que dijo<br />
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,<br />
que murió nuestra muerte,<br />
y que en todo momento descubrimos.<br />
Amargo desde dentro,<br />
desde lo que no soy,<br />
--mi piel como mi lengua--<br />
desde el primer viviente,<br />
204
anuncio y profecía.<br />
Lento desde hace siglos,<br />
remoto --nada hay detrás--,<br />
lejano, lejos, desconocido.<br />
Lento, amargo animal<br />
que soy, que he sido.<br />
Horal, 1950<br />
YO NO LO SE DE CIERTO...<br />
Yo no lo sé de cierto, pero supongo<br />
que una mujer y un hombre algún día se quieren,<br />
se van quedando solos poco a poco,<br />
algo en su corazón les dice que están solos,<br />
solos sobre la tierra se penetran,<br />
se van matando el uno al otro.<br />
Todo se hace en silencio. Como<br />
se hace la luz dentro del ojo.<br />
El amor une cuerpos.<br />
En silencio se van llenando el uno al otro.<br />
Cualquier día despiertan, sobre brazos;<br />
piensan entonces que lo saben todo.<br />
Se ven desnudos y lo saben todo.<br />
(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo).<br />
LOS AMOROSOS<br />
Horal, 1950<br />
205
Los amorosos callan.<br />
El amor es el silencio más fino,<br />
el más tembloroso, el más insoportable.<br />
Los amorosos buscan,<br />
los amorosos son los que abandonan,<br />
son los que cambian, los que olvidan.<br />
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,<br />
no encuentran, buscan.<br />
Los amorosos andan como locos<br />
porque están solos, solos, solos,<br />
entregándose, dándose a cada rato,<br />
llorando porque no salvan al amor.<br />
Les preocupa el amor. Los amorosos<br />
viven al día, no pueden hacer más, no saben.<br />
Siempre se están yendo,<br />
siempre, hacia alguna parte.<br />
Esperan,<br />
no esperan nada, pero esperan.<br />
Saben que nunca han de encontrar.<br />
El amor es la prórroga perpetua,<br />
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.<br />
Los amorosos son los insaciables.<br />
Los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.<br />
Los amorosos son la hidra del cuento.<br />
Tienen serpientes en lugar de brazos.<br />
206
las venas del cuello se les hinchan<br />
también como serpientes para asfixiarlos.<br />
Los amorosos no pueden dormir<br />
porque si se duermen se los comen los gusanos.<br />
En la obscuridad abren los ojos<br />
y les cae en ellos el espanto.<br />
Encuentran alacranes bajo la sábana<br />
y su cama flota corno sobre un lago.<br />
Los amorosos son locos, sólo locos,<br />
sin Dios y sin diablo.<br />
Los amorosos salen de sus cuevas<br />
temblorosos, hambrientos,<br />
a cazar fantasmas.<br />
Se ríen de las gentes que lo saben todo,<br />
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,<br />
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.<br />
Los amorosos juegan a coger el agua,<br />
a tatuar el humo, a no irse.<br />
Juegan el largo, el triste juego del amor.<br />
Nadie ha de resignarse.<br />
Dicen que nadie ha de resignarse.<br />
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.<br />
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,<br />
la muerte les fermenta detrás de los ojos,<br />
207
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada<br />
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.<br />
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,<br />
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,<br />
complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas.<br />
Los amorosos se ponen a cantar entre labios<br />
una canción no aprendida.<br />
Y se van llorando, llorando<br />
la hermosa vida.<br />
Horal, 1950<br />
ALGO SOBRE LA MUERTE DEL MAYOR SABINES<br />
PRIMERA PARTE<br />
I<br />
Déjame reposar,<br />
aflojar los músculos del corazón<br />
y poner a dormitar el alma<br />
para poder hablar,<br />
para poder recordar estos días,<br />
los más largos del tiempo.<br />
Convalecemos de la angustia apenas<br />
y estamos débiles, asustadizos,<br />
despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño<br />
para verte en la noche y saber que respiras.<br />
Necesitamos despertar para estar más despiertos<br />
en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.<br />
208
Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,<br />
por eso es que este hachazo nos sacude.<br />
Nunca frente a tu muerte nos paramos<br />
a pensar en la muerte,<br />
ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la<br />
alegría.<br />
No lo sabemos bien, pero de pronto llega<br />
un incesante aviso,<br />
una escapada espada de la boca de Dios<br />
que cae y cae y cae lentamente.<br />
Y he aquí que temblamos de miedo,<br />
que nos ahoga el llanto contenido,<br />
que nos aprieta la garganta el miedo.<br />
Nos echamos a andar y no paramos<br />
de andar jamás, después de medianoche,<br />
en ese pasillo del sanatorio silencioso<br />
donde hay una enfermera despierta de ángel.<br />
Esperar que murieras era morir despacio,<br />
estar goteando del tubo de la muerte,<br />
morir poco, a pedazos.<br />
No ha habido hora más larga que cuando no<br />
dormías,<br />
ni túnel más espeso de horror y de miseria<br />
que el que llenaban tus lamentos,<br />
tu pobre cuerpo herido.<br />
209
II<br />
Del mar, también del mar,<br />
de la tela del mar que nos envuelve,<br />
de los golpes del mar y de su boca,<br />
de su vagina obscura,<br />
de su vómito,<br />
de su pureza tétrica y profunda,<br />
vienen la muerte, Dios, el aguacero<br />
golpeando las persianas,<br />
la noche, el viento.<br />
De la tierra también,<br />
de las raíces agudas de las casas,<br />
del pie desnudo y sangrante de los árboles,<br />
de algunas rocas viejas que no pueden moverse,<br />
de lamentables charcos, ataúdes del agua,<br />
de troncos derribados en que ahora duerme el rayo,<br />
y de la yerba, que es la sombra de las ramas del cielo,<br />
viene Dios, el manco de cien manos,<br />
ciego de tantos ojos,<br />
dulcísimo, impotente.<br />
(Omniausente, lleno de amor,<br />
el viejo sordo, sin hijos,<br />
derrama su corazón en la copa de su vientre.)<br />
De los huesos también,<br />
210
de la sal más entera de la sangre,<br />
del ácido más fiel,<br />
del alma más profunda y verdadera,<br />
del alimento más entusiasmado,<br />
del hígado y del llanto,<br />
viene el oleaje tenso de la muerte,<br />
el frío sudor de la esperanza,<br />
y viene Dios riendo.<br />
Caminan los libros a la hoguera.<br />
Se levanta el telón: aparece el mar.<br />
(Yo no soy el autor del mar.)<br />
III<br />
Siete caídas sufrió el elote de mi mano<br />
antes de que mi hambre lo encontrara,<br />
siete veces mil veces he muerto<br />
y estoy risueño como en el primer día.<br />
Nadie dirá: no supo de la vida<br />
más que los bueyes, ni menos que las golondrinas.<br />
Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro,<br />
hijo de Dios desmemoriado,<br />
hermano del viento.<br />
¡A la chingada las lágrimas!, dije,<br />
y me puse a llorar<br />
como se ponen a parir.<br />
Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras,<br />
211
las mujeres, el tiempo,<br />
me gusta pisar la yerba que crecerá sobre mi tumba<br />
(si es que tengo una tumba algún día).<br />
Me gusta mi rosal de cera<br />
en el jardín que la noche visita.<br />
Me gustan mis abuelos de Totomoste<br />
y me gustan mis zapatos vacíos<br />
esperándome como el día de mañana.<br />
¡A la chingada la muerte!, dije,<br />
sombra de mi sueño,<br />
perversión de los ángeles,<br />
y me entregué a morir<br />
como una piedra al río,<br />
como un disparo al vuelo de los pájaros.<br />
IV<br />
Vamos a hablar del Príncipe Cáncer,<br />
Señor de los Pulmones, Varón de la Próstata,<br />
que se divierte arrojando dardos<br />
a los ovarios tersos, a las vaginas mustias,<br />
a las ingles multitudinarias.<br />
Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer<br />
en la raíz del cuello, sobre la subclavia,<br />
tubérculo del bueno de Dios,<br />
ampolleta de la buena muerte,<br />
y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo.<br />
212
El Señor Cáncer, El Señor Pendejo,<br />
es sólo un instrumento en las manos obscuras<br />
de los dulces personajes que hacen la vida.<br />
En las cuatro gavetas del archivero de madera<br />
guardo los nombres queridos,<br />
la ropa de los fantasmas familiares,<br />
las palabras que rondan<br />
y mis pieles sucesivas.<br />
También están los rostros de algunas mujeres<br />
los ojos amados y solos<br />
y el beso casto del coito.<br />
Y de las gavetas salen mis hijos.<br />
¡Bien haya la sombra del árbol<br />
llegando a la tierra,<br />
porque es la luz que llega!<br />
V<br />
De las nueve de la noche en adelante,<br />
viendo televisión y conversando<br />
estoy esperando la muerte de mi padre.<br />
Desde hace tres meses, esperando.<br />
En el trabajo y en la borrachera,<br />
en la cama sin nadie y en el cuarto de niños,<br />
en su dolor tan lleno y derramado,<br />
su no dormir, su queja y su protesta,<br />
en el tanque de oxígeno y las muelas<br />
del día que amanece, buscando la esperanza.<br />
Mirando su cadáver en los huesos<br />
que es ahora mi padre,<br />
e introduciendo agujas en las escasas venas,<br />
tratando de meterle la vida, de soplarle<br />
en la boca el aire...<br />
213
(Me avergüenzo de mí hasta los pelos<br />
por tratar de escribir estas cosas.<br />
¡Maldito el que crea que esto es un poema!)<br />
Quiero decir que no soy enfermero,<br />
padrote de la muerte,<br />
orador de panteones, alcahuete,<br />
pinche de Dios, sacerdote de penas.<br />
Quiero decir que a mí me sobre el aire...<br />
VI<br />
Te enterramos ayer.<br />
Ayer te enterramos.<br />
Te echamos tierra ayer.<br />
Quedaste en la tierra ayer.<br />
Estás rodeado de tierra<br />
desde ayer.<br />
Arriba y abajo y a los lados<br />
por tus pies y por tu cabeza<br />
está la tierra desde ayer.<br />
Te metimos en la tierra,<br />
te tapamos con tierra ayer.<br />
Perteneces a la tierra<br />
desde ayer.<br />
Ayer te enterramos<br />
en la tierra, ayer.<br />
VII<br />
Madre generosa<br />
de todos los muertos,<br />
214
madre tierra, madre,<br />
vagina del frío,<br />
brazos de intemperie,<br />
regazo del viento,<br />
nido de la noche,<br />
madre de la muerte,<br />
recógelo, abrígalo,<br />
desnúdalo, tómalo,<br />
guárdalo, acábalo.<br />
VIII<br />
No podrás morir.<br />
Debajo de la tierra<br />
no podrás morir.<br />
Sin agua y sin aire<br />
no podrás morir.<br />
Sin azúcar, sin leche,<br />
sin frijoles, sin carne,<br />
sin harina, sin higos,<br />
no podrás morir.<br />
Sin mujer y sin hijos<br />
no podrás morir.<br />
Debajo de la vida<br />
no podrás morir.<br />
En tu tanque de tierra<br />
no podrás morir.<br />
En tu caja de muerto<br />
215
no podrás morir.<br />
En tus venas sin sangre<br />
no podrás morir.<br />
En tu pecho vacío<br />
no podrás morir.<br />
En tu boca sin fuego<br />
no podrás morir.<br />
En tus ojos sin nadie<br />
no podrás morir.<br />
En tu carne sin llanto<br />
no podrás morir.<br />
No podrás morir.<br />
No podrás morir.<br />
No podrás morir.<br />
Enterramos tu traje,<br />
tus zapatos, el cáncer;<br />
no podrás morir.<br />
Tu silencio enterramos.<br />
Tu cuerpo con candados.<br />
Tus canas finas,<br />
tu dolor clausurado.<br />
No podrás morir.<br />
IX<br />
Te fuiste no sé a dónde.<br />
Te espera tu cuarto.<br />
216
Mi mamá, Juan y Jorge<br />
te estamos esperando.<br />
Nos han dado abrazos<br />
de condolencia, y recibimos<br />
cartas, telegramas, noticias<br />
de que te enterramos,<br />
pero tu nieta más pequeña<br />
te busca en el cuarto,<br />
y todos, sin decirlo,<br />
te estamos esperando.<br />
X<br />
Es un mal sueño largo,<br />
una tonta película de espanto,<br />
un túnel que no acaba<br />
lleno de piedras y de charcos.<br />
¡Qué tiempo éste, maldito,<br />
que revuelve las horas y los años,<br />
el sueño y la conciencia,<br />
el ojo abierto y el morir despacio!<br />
XI<br />
Recién parido en el lecho de la muerte,<br />
criatura de la paz, inmóvil, tierno,<br />
recién niño del sol de rostro negro,<br />
arrullado en la cuna del silencio,<br />
mamando obscuridad, boca vacía,<br />
ojo apagado, corazón desierto.<br />
Pulmón sin aire, niño mío, viejo,<br />
217
cielo enterrado y manantial aéreo<br />
voy a volverme un llanto subterráneo<br />
para echarte mis ojos en tu pecho.<br />
XII<br />
Morir es retirarse, hacerse a un lado,<br />
ocultarse un momento, estarse quieto,<br />
pasar el aire de una orilla a nado<br />
y estar en todas partes en secreto.<br />
Morir es olvidar, ser olvidado,<br />
refugiarse desnudo en el discreto<br />
calor de Dios, y en su cerrado<br />
puño, crecer igual que un feto.<br />
Morir es encenderse bocabajo<br />
hacia el humo y el hueso y la caliza<br />
y hacerse tierra y tierra con trabajo.<br />
Apagarse es morir, lento y aprisa<br />
tomar la eternidad como a destajo<br />
y repartir el alma en la ceniza.<br />
XIII<br />
Padre mío, señor mío, hermano mío,<br />
amigo de mi alma, tierno y fuerte,<br />
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,<br />
saca tu cuerpo de la muerte.<br />
218
Saca tu corazón igual que un río,<br />
tu frente limpia en que aprendí a quererte,<br />
tu brazo como un árbol en el frío<br />
saca todo tu cuerpo de la muerte.<br />
Amo tus canas, tu mentón austero,<br />
tu boca firme y tu mirada abierta,<br />
tu pecho vasto y sólido y certero.<br />
Estoy llamando, tirándote la puerta.<br />
Parece que yo soy el que me muero:<br />
¡padre mío, despierta!<br />
XIV<br />
No se ha roto ese vaso en que bebiste,<br />
ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.<br />
Ni se quemó la cama en que moriste,<br />
ni sacrificamos un gato.<br />
Te sobrevive todo. Todo existe<br />
a pesar de tu muerte y de mi flato.<br />
Parece que la vida nos embiste<br />
igual que el cáncer sobre tu omoplato.<br />
Te enterramos, te lloramos, te morimos,<br />
te estás bien muerto y bien jodido y yermo<br />
mientras pensamos en lo que no hicimos<br />
219
y queremos tenerte aunque sea enfermo.<br />
Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos<br />
a no ser habitantes de tu infierno.<br />
XV<br />
Papá por treinta o por cuarenta años,<br />
amigo de mi vida todo el tiempo,<br />
protector de mi miedo, brazo mío,<br />
palabra clara, corazón resuelto,<br />
te has muerto cuando menos falta hacías,<br />
cuando más falta me haces, padre, abuelo,<br />
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,<br />
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.<br />
Te has muerto y me has matado un poco.<br />
Porque no estás, ya no estaremos nunca<br />
completos, en un sitio, de algún modo.<br />
Algo le falta al mundo, y tú te has puesto<br />
a empobrecerlo más, y a hacer a solas<br />
tus gentes tristes y tu Dios contento.<br />
XVI<br />
(Noviembre 27)<br />
¿Será posible que abras los ojos y nos veas<br />
220
ahora?<br />
¿Podrás oírnos?<br />
¿Podrás sacar tus manos un momento?<br />
Estamos a tu lado. Es nuestra fiesta,<br />
tu cumpleaños, viejo.<br />
Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos<br />
venimos a abrazarte, todos, viejo.<br />
¡Tienes que estar oyendo!<br />
No vayas a llorar como nosotros<br />
porque tu muerte no es sino un pretexto<br />
para llorar por todos,<br />
por los que están viviendo.<br />
Una pared caída nos separa,<br />
sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.<br />
XVII<br />
Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo<br />
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.<br />
No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.<br />
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.<br />
Eras, cuando caía, eras mi abismo,<br />
cuando me levantaba, mi fortaleza.<br />
Eras brisa y sudor y cataclismo,<br />
y eras el pan caliente sobre la mesa.<br />
Amputado de ti, a medias hecho<br />
hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,<br />
desmantelada el alma, abierto el pecho,<br />
221
Ofrezco a tu dolor un crucifijo:<br />
te doy un palo, una piedra, un helecho,<br />
mis hijos y mis días, y me aflijo.<br />
SEGUNDA PARTE<br />
I<br />
Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,<br />
poco a poco te acabas.<br />
Yo te he ido mirando a través de las noches<br />
por encima del mármol, en tu pequeña casa.<br />
Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,<br />
otro día sin garganta,<br />
la piel sobre tu frente agrietándose, hundiéndose,<br />
tronchando obscuramente el trigal de tus canas.<br />
Todo tú sumergido en humedad y gases<br />
haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma,<br />
cada vez más igual tu carne que tu traje,<br />
más madera tus huesos y más huesos las tablas.<br />
Tierra mojada donde había tu boca,<br />
aire podrido, luz aniquilada,<br />
el silencio tendido a todo tu tamaño<br />
germinando burbujas bajo las hojas de agua.<br />
(Flores dominicales a dos metros arriba<br />
te quieren pasar besos y no te pasan nada.)<br />
222
II<br />
Mientras los niños crecen y las horas nos hablan<br />
tú, subterráneamente, lentamente, te apagas.<br />
Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,<br />
veta de horror para el que te escarba.<br />
¡Es tan fácil decirte "padre mío"<br />
y es tan difícil encontrarte, larva<br />
de Dios, semilla de esperanza!<br />
Quiero llorar a veces, y no quiero<br />
llorar porque me pasas<br />
como un derrumbe, porque pasas<br />
como un viento tremendo, como un escalofrío<br />
debajo de las sábanas,<br />
como un gusano lento a lo largo del alma.<br />
¡Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,<br />
polvo, cansancio, nada, nada, nada"<br />
!Si con un trago te tragara!<br />
¡Si con este dolor te apuñalara!<br />
¡Si con este desvelo de memorias<br />
-herida abierta, vómito de sangre-<br />
te agarrara la cara!<br />
Yo sé que tú ni yo,<br />
ni un par de valvas,<br />
ni un becerro de cobre, ni unas alas<br />
223
sosteniendo la muerte, ni la espuma<br />
en que naufraga el mar, ni -no- las playas,<br />
la arena, la sumisa piedra con viento y agua,<br />
ni el árbol que es abuelo de su sombra,<br />
ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,<br />
ni la fruta madura, incandescente,<br />
ni la raíz de perlas y de escamas,<br />
ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo,<br />
ni mi locura, y ni tus espaldas,<br />
sabrán del tiempo obscuro que nos corre<br />
desde las venas tibias a las canas.<br />
(Tiempo vacío, ampolla de vinagre,<br />
caracol recordando la resaca.)<br />
He aquí que todo viene, todo pasa,<br />
todo, todo se acaba.<br />
¿Pero tú? ¿pero yo? ¿pero nosotros?<br />
¿para qué levantamos la palabra?<br />
¿de qué sirvió el amor?<br />
¿cuál era la muralla<br />
que detenía la muerte? ¿dónde estaba<br />
el niño negro de tu guarda?<br />
Ángeles degollados puse al pie de tu caja,<br />
y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,<br />
para que ya no salgas, para que no salgas.<br />
224
III<br />
Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo<br />
y van y vienen máscaras.<br />
Amanece el dolor un día tras otro,<br />
nos rodeamos de amigos y fantasmas,<br />
parece a veces que un alambre estira<br />
la sangre, que una flor estalla,<br />
que el corazón da frutas, y el cansancio<br />
canta.<br />
Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago,<br />
apostando a crecer como las plantas,<br />
fijos, inmóviles, girando<br />
en la invisible llama.<br />
Y mientras tú, el fuerte, el generoso,<br />
el limpio de mentiras y de infamias,<br />
guerrero de la paz, juez de victorias<br />
-cedro del Líbano, robledal de Chiapas-<br />
te ocultas en la tierra, te remontas<br />
a tu raíz obscura y desolada.<br />
IV<br />
Un año o dos o tres,<br />
te da lo mismo.<br />
¿Cuál reloj en la muerte?, ¿qué campana<br />
225
incesante, silenciosa, llama y llama?<br />
¿qué subterránea <strong>voz</strong> no pronunciada?<br />
¿qué grito hundido, hundiéndose, infinito<br />
de los dientes atrás, en la garganta<br />
aérea, flotante, pare escamas?<br />
¿Para esto vivir? ¿para sentir prestados<br />
los brazos y las piernas y la cara,<br />
arrendados al hoyo, entretenidos<br />
los jugos en la cáscara?<br />
¿para exprimir los ojos noche<br />
a noche en el temblor obscuro de la cama,<br />
remolino de quietas transparencias,<br />
descendimiento de la náusea?<br />
¿Para esto morir?<br />
¿para inventar el alma,<br />
el vestido de Dios, la eternidad, el agua<br />
del aguacero de la muerte, la esperanza?<br />
¿morir para pescar?<br />
¿para atrapar con su red a la araña?<br />
Estás sobre la playa de algodones<br />
y tu marca de sombras sube y baja.<br />
V<br />
Mi madre sola, en su vejez hundida,<br />
sin dolor y sin lástima,<br />
226
herida de tu muerte y de tu vida.<br />
Esto dejaste. Su pasión enhiesta,<br />
su celo firme, su labor sombría.<br />
Árbol frutal a un paso de la leña,<br />
su curvo sueño que te resucita.<br />
Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.<br />
Pasó el viento. Quedaron de la casa<br />
el pozo abierto y la raíz en ruinas.<br />
Y es en vano llorar. Y si golpeas<br />
las paredes de Dios, y si te arrancas<br />
el pelo o la camisa,<br />
nadie te oye jamás, nadie te mira.<br />
No vuelve nadie, nada. No retorna<br />
el polvo de oro de la vida.<br />
Algo sobre la muerte del Mayor Sabines, 1973<br />
NO ES QUE MUERA DE AMOR, muero de ti.<br />
Muero de ti, amor, de amor de ti,<br />
de urgencia mía de mi piel de ti,<br />
de mi alma de ti y de mi boca<br />
y del insoportable que yo soy sin ti.<br />
Muero de ti y de mí, muero de ambos,<br />
de nosotros, de ese,<br />
desgarrado, partido,<br />
me muero, te muero, lo morimos.<br />
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,<br />
en mi cama en que faltas,<br />
en la calle donde mi brazo va vacío,<br />
en el cine y los parques, los tranvías,<br />
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza<br />
y mi mano tu mano<br />
y todo yo te sé cómo yo mismo.<br />
227
Morimos en el sitio que le he prestado al aire<br />
para que estés fuera de mí,<br />
y en el lugar en que el aire se acaba<br />
cuando te echo mi piel encima<br />
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,<br />
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.<br />
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos<br />
entre los dos, ahora, separados,<br />
del uno al otro, diariamente,<br />
cayéndonos en múltiples estatuas,<br />
en gestos que no vemos,<br />
en nuestras manos que nos necesitan.<br />
Nos morimos, amor, muero en tu vientre<br />
que no muerdo ni beso,<br />
en tus muslos dulcísimos y vivos,<br />
en tu carne sin fin, muero de máscaras,<br />
de triángulos obscuros e incesantes.<br />
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,<br />
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.<br />
En el pozo de amor a todas horas,<br />
Inconsolable, a gritos,<br />
dentro de mí, quiero decir, te llamo,<br />
te llaman los que nacen, los que vienen<br />
de atrás, de ti, los que a ti llegan.<br />
Nos morimos, amor, y nada hacemos<br />
sino morirnos más, hora tras hora,<br />
y escribirnos y hablarnos y morirnos.<br />
Juan Bañuelos (1930)<br />
Palimpsesto<br />
recién despierto<br />
el hombre<br />
inclinado<br />
como un pobre sastre<br />
que hilvana una prenda<br />
rasguea su guitarra.<br />
los sonidos que pasan<br />
Nuevo recuento de poemas, 1977<br />
228
abren la escena iv<br />
que contiene<br />
la mente de cuerpo entero<br />
en diálogo<br />
con las mujeres del tiempo/<br />
las escenas i ii y ii<br />
pertenecen al monstruo<br />
y al espacio.<br />
el final<br />
es el hallazgo<br />
del pensamiento real<br />
inmóvil<br />
en el frío de las variaciones.<br />
ellas sólo dijeron:<br />
"tu guitarra es azul<br />
mas no tocas las cosas<br />
como son."<br />
el ojo despejado/<br />
un puro ver<br />
sin reflexión<br />
el hombre dijo:<br />
"las cosas como son<br />
en mi guitarra son/<br />
de otra manera:<br />
umbilical<br />
el yermo<br />
es una farsa<br />
229
de la lluvia/<br />
en mi guitarra<br />
la montaña camina<br />
y la noche es de piedra."<br />
una de las mujeres<br />
suplicó: "toca un aire<br />
que nos trascienda<br />
y separe la palabra<br />
de las cosas."<br />
el guitarrista<br />
se consagra<br />
a pulsar sus sentidos<br />
y las cuerdas desfloran<br />
el resplandor del alba/<br />
doma al monstruo<br />
indecible<br />
(que nos atañe por dentro)<br />
y despliega su fuerza<br />
hacia un cielo que piensa/<br />
en el instante<br />
en que al final del parecer<br />
el vaso con la flor<br />
el cuadro rojo<br />
el hombre<br />
peinándose a dos espejos<br />
el escritorio y la ventana<br />
son en la guitarra<br />
230
como antes fueron<br />
capturados en la piedra.<br />
los sonidos<br />
transfiguran la mente entera<br />
como un periódico<br />
arrastrado por el viento<br />
cambia las noticias/<br />
así<br />
los muros levantados<br />
son la perfección<br />
del pensamiento/<br />
y la quietud<br />
parte de la página<br />
sin ser observada.<br />
el hombre<br />
vuelve a inclinarse<br />
-como el sastre que cose-<br />
sobre su instrumento/<br />
y es un hombre<br />
en el cuerpo<br />
de una bestia furiosa<br />
sentado en una silla<br />
al sol/<br />
y es una guitarra<br />
monstruosamente azul/<br />
mientras<br />
en la pieza contigua<br />
231
la soprano coloratura<br />
canta el aria<br />
de la realidad<br />
que es un pájaro<br />
que nunca se posa<br />
y deja fluir sus alas<br />
como un río sin cauce.<br />
esa profunda alondra<br />
jamás<br />
calumniará a la muerte.<br />
Pervesidad de la separación<br />
desautorizo<br />
mi ternura/<br />
vuélvanse<br />
mis ojos<br />
turbulencia/<br />
pido castigo ejemplar<br />
a mis palabras.<br />
al alba<br />
quito la escalera<br />
para que ninguna luz<br />
suba a las ventanas/<br />
que sea<br />
irreflexiva<br />
como un perro<br />
mi bondad<br />
que en los charcos<br />
232
sean glorificados<br />
mis instintos<br />
que la vida tropiece<br />
y su pie herido<br />
sea mutilado.<br />
desautorizo<br />
a mi sangre<br />
y a mi sexo/<br />
y para mis oídos<br />
toda mi <strong>voz</strong>/<br />
toda vez<br />
toda sombra<br />
todo siglo<br />
sea mi espalda<br />
una sábana<br />
árida.<br />
la ausencia es una unión definitiva.<br />
todo<br />
tengo prohibido:<br />
incluso la amargura.<br />
Poema interrumpido por un allanamiento<br />
Aquí la sangre, aquí tal si saliera<br />
de una enorme bestia destazada.<br />
La humareda de los siglos ahogándome.<br />
Golpeando atrás del alma, golpeado<br />
en nombre de la puerta custodiada:<br />
"Ten coraje, Bañuelos.<br />
233
Valor, viejo".<br />
Será en la cacería siguiente<br />
cuando mi íngrimo horizonte<br />
caiga bajo la zarpa estrujamiedo.<br />
Será. Será.<br />
Los nervios con sus patas de diarrea.<br />
Será el ciempiés errante de las fosas<br />
abiertas en los rostros.<br />
Y hallándome acosado<br />
parpadeó el espejo<br />
detrás de mi memoria.<br />
Jugué a tener memoria.<br />
Ascendí ensacerdotado de juncia y de cafetos.<br />
Corrí por los llanos de Colón.<br />
Fui huésped a los quince<br />
de aquella cárcel municipal,<br />
y luego él "considera que es tu hijo"<br />
y "o das tu cuota o friegas los excusados"<br />
y ese olor natal de Tuxtla y sus alrededores<br />
cuando, leyendo bajo el puente, el agua era<br />
una ave larga que volaba boca arriba.<br />
Y ahora aquí, entre la producción y el miedo,<br />
"bendito seas entre todos, bendito", "no te eches<br />
a perder", "visita a tus tíos". . .<br />
Avergonzado de gastar todos estos años<br />
en imágenes de aserrín, con los puños cerrados,<br />
como el lagarto al acecho del mosco en la ribera.<br />
234
Necio. El polvo de la persiana cae en mis hombros.<br />
Qué quiere usted. Salmuera en mi ojo izquierdo<br />
que rodea desgarrado el farallón<br />
de lo que he podido soñar, de lo que tú no soñarás:<br />
"la vida práctica es astucia, mi amigo.<br />
Jode, come y bebe. Entra al PRI". . .<br />
Y todavía habrá personas que se asombren<br />
cuando cuentes que las hormigas<br />
rezan su hastío, que el odio nunca está solo,<br />
y que la sombra del durazno<br />
huele lo mismo que su flor.<br />
(Ay pequeño Sabinal de lavanderas<br />
chorreando sol bajo las miradas<br />
de las comadrejas y de la hierba<br />
asustada).<br />
Y hallándome acosado,<br />
en tanto aplaco<br />
mis nervios con sus patas de diarrea,<br />
mientras enloquezco,<br />
mientras muerdo estas paredes,<br />
acuso a la luz<br />
de que al abrir una granada<br />
se despeñó hacia adentro<br />
haciendo saltar su espuma roja<br />
idéntica<br />
a la que expulsa el azteca desollado.<br />
El mapa<br />
235
He mirado la patria largamente.<br />
Se le nota tristeza hasta en el mapa.<br />
Las personas mayores nos explican<br />
que es libre, sin acecho atentísimo de zarpas.<br />
Y a punto estuve de quedarme ciego<br />
porque a la patria la oscurecen llagas,<br />
la pisan botas, se le cierran puertas:<br />
necesaria prisión con calles vigiladas.<br />
Con el sudor de todos levantamos la espera,<br />
pues no hay dolor que dure lo que dura una mancha.<br />
Que sabemos de noches, de sentencias, amigos,<br />
pero también sabemos que llega la mañana.<br />
Despertemos, seamos el metal derretido,<br />
lo que quiera la sed, la tierra trabajada,<br />
lo que quieran las piedras, la sencillez del huerto,<br />
lo que pidan las llamas,<br />
en fin -al fin- la piel abierta en surco.<br />
He visto largamente el mapa.<br />
Pensé en mis hijos. Duele. Y eran todos los niños.<br />
Fui deletreando el nombre de la patria<br />
mientras buscaba dónde, dónde poner los ojos.<br />
Y recordé de pronto algo que sangra:<br />
Mexicano de tierra ensalinada,<br />
desollado haraposo,<br />
comedor de la noche y de las hojas,<br />
catástrofe de costa a costa,<br />
ando buscando a un pueblo,<br />
236
ando buscando a un pueblo.<br />
Habla.<br />
El espejo humeante, 1968<br />
Bibliografia poética:<br />
La espiga amotinada (colectivo), 1959; Ocupación de la palabra (colectivo), 1965; El espejo<br />
humeante, 1968.<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Gabriel Zaid (1934)<br />
Seguimiento, 1964; Campo nudista, 1969; Práctica mortal, 1973;<br />
Cuestionario (poemas 1951-1976), 1976.<br />
ACATA LA HERMOSURA<br />
Acata la hermosura<br />
y ríndete,<br />
corazón duro.<br />
Acata la verdad<br />
y endurécete<br />
contra la marea.<br />
O suéltate, quizá,<br />
como el Espíritu<br />
fiel sobre las aguas.<br />
Seguimiento, 1964<br />
NACIMIENTO DE VENUS<br />
Así surges del agua,<br />
blanquísima,<br />
y tus largos cabellos son del mar todavía,<br />
y los vientos te empujan, las olas te conducen,<br />
como el amanecer, por olas, serenísima.<br />
Así llegas helada como el amanecer.<br />
237
Así la dicha abriga como un manto.<br />
Seguimiento<br />
LA OFRENDA<br />
Mi amada es una tierra agradecida.<br />
Jamás se pierde lo que en ella se siembra.<br />
Toda fe puesta en ella fructifica.<br />
Aun la menor palabra en ella da su fruto.<br />
Todo en ella se cumple, todo llega al verano.<br />
Cargada está de dádivas, pródiga y en sazón.<br />
En sus labios la gracia se siente agradecida.<br />
En sus ojos, su pecho, sus actos, su silencio.<br />
Le he dado lo que es suyo, por eso me lo entrega.<br />
Es el altar, la diosa y el cuerpo de la ofrenda.<br />
Seguimiento<br />
CIRCE<br />
Mi patria está en tus ojos, mi deber en tus labios.<br />
Pídeme lo que quieras menos que te abandone.<br />
Si naufragué en tus playas, si tendido en tu arena<br />
soy un cerdo feliz, soy tuyo, más no importa.<br />
Soy de este sol que eres, mi solar está en ti.<br />
Mis lauros en tu dicha, mi hacienda en tus haberes.<br />
Seguimiento, 1964<br />
OTRA VEZ TARDE<br />
Qué difícil es coordinar<br />
una mano como una aureola<br />
de santo en la cabeza<br />
y otra en un plano<br />
238
perpendicular<br />
en el ombligo.<br />
Sin embargo es ley universal<br />
que la gente empieza por enjabonarse<br />
la barriga, dándoles vueltas<br />
a otro mundo en la cabeza.<br />
Piensa con el estómago,<br />
dice el Buda feliz.<br />
Pero nosotros<br />
rumiamos con la cabeza.<br />
Campo nudista, 1969<br />
José Emilio Pacheco (1939)<br />
LOS ELEMENTOS DE LA NOCHE<br />
Bajo el mínimo imperio que el verano ha roído<br />
se derrumban los días, la fe, las previsiones.<br />
En el último valle la destrucción se sacia<br />
en ciudades vencidas que la ceniza afrenta.<br />
La lluvia extingue<br />
el bosque iluminado por el relámpago.<br />
La noche deja su veneno.<br />
Las palabras se rompen contra el aire.<br />
Nada se restituye, nada otorga<br />
el verdor a los campos calcinados.<br />
Ni el agua en su destierro<br />
sucederá a la fuente<br />
ni los huesos del águila<br />
volverán por sus alas.<br />
ALTA TRAICIÓN<br />
Los elementos de la noche,1963<br />
No amo mi Patria. Su fulgor abstracto<br />
es inasible.<br />
Pero (aunque suene mal) daría la vida<br />
239
por diez lugares suyos, cierta gente,<br />
puertos, bosques de pinos, fortalezas,<br />
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,<br />
varias figuras de su historia,<br />
montañas<br />
(y tres o cuatro ríos).<br />
Francisco Hernández (1946)<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
No me preguntes cómo pasa el tiempo, 1969<br />
Gritar es cosa de mudos, 1974; Portarretratos, 1976;<br />
Cuerpo disperso, 1978; Textos criminales, 1980;<br />
Mar de fondo, 1982; Oscura coincidencia, 1986;<br />
De cómo Robert Shumann fue vencido por los demonios, 1988.<br />
NO HAY UN PAJARO<br />
no hay un pájaro<br />
el árbol canta<br />
ZOO<br />
Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrr...<br />
Tú eres una mona desnuda<br />
cuando no estás vestida.<br />
Eres la más inteligente de las monas.<br />
Tu terso pelaje fraccionado<br />
es de color oscuro y habitualmente<br />
y contra la costumbre, te desplazas<br />
sobre dos de tus delgadas patas.<br />
Guffjj...grr.<br />
Para comer frutas y raíces utilizas<br />
tus manitas negras y cuando recibes demasiadas<br />
visitas te vuelves arisca, gruñes<br />
240
haces señas obscenas y la movilidad<br />
de tu expresión es menos comunicativa.<br />
Eres una hembra joven, codiciada por todos.<br />
Pronto tendrás tu primera dría serás<br />
la grandiosa atracción de los domingos<br />
de algodón de azúcar y sol brillante.<br />
Yo soy un gorila albino<br />
que se ha enamorado de la inmensa<br />
libertad de tus ojos que evocan<br />
selvas cálidas y húmedas.<br />
La sirena en el Espejo, 1990<br />
DESNUDEZ<br />
HOJAS DE ACANTO te cubren.<br />
Tu desnudez es lo contrario de una flor cerrada.<br />
De entre tus dientes brota una letra emanación de yedra.<br />
De la última semilla que pronuncias.<br />
Nace en silencio un roble de cien años.<br />
Sólo donde pisas vuelve a crecer la hierba.<br />
Solo, donde respiras, vuelve a soplar el aire.<br />
Hojas de acanto te cubren.<br />
Ojos de canto te descubren.<br />
La Sirena en el Espejo, 1990<br />
LOS ESTERTORES DEL VERANO<br />
Día de octubre en septiembre<br />
De otoño en los estertores del verano.<br />
El azul, desgarrado. La luz, en fuga<br />
dentro del aire inmenso.<br />
241
Ciegan los deseos de vivir.<br />
Las palabras presienten<br />
su vagar exacto.<br />
De las ramas más altas<br />
caen pájaros maduros.<br />
Mar de fondo, 1982<br />
Francisco Hernández<br />
LABNA<br />
el canto<br />
de los grillos<br />
es agua<br />
entre las piedras<br />
las golondrinas<br />
anidan<br />
en el aire<br />
Labná<br />
es una mariposa<br />
en ruinas<br />
Mar de fondo, 1982<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Algarabía inorgánica, 1979;<br />
Donde conversan los amigos (colectivo), 1982;<br />
¿Hacia dónde es aquí?, 1984.<br />
Papalotes<br />
De la mano de un niño como dioses antiguos<br />
ascienden formas que dan color al viento.<br />
Antonio Del Toro (1947)<br />
242
Un papalote planea tranquilo y solitario<br />
entre dos peligros: la calma y la galerna.<br />
Su piloto, artífice del hilo, tiene los pies en la tierra.<br />
Zarpan silenciosos hacia la altura,<br />
sin quilla ni cubierta, barcos a toda vela.<br />
Ojos de montaña con paciencia marina<br />
descubren a lo lejos naves enemigas:<br />
halcones de papel en el cielo de marzo.<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
Fragmentos de Cuernavaca<br />
En el asfalto húmedo<br />
al lado de la alberca,<br />
en los pequeños charcos,<br />
el agua se asolea.<br />
Marismas silenciosas<br />
ofrecen su tibieza.<br />
*<br />
El silencio no es un rostro sin rasgos<br />
ni un bajo relieve en el ruido.<br />
La nube no lo envuelve, lo dibuja;<br />
es un iceberg que viaja en el olvido.<br />
*<br />
Siempre serán las once:<br />
los zopilotes,<br />
negras alas tranquilas,<br />
borran el tiempo.<br />
*<br />
243
Sombra de agua,<br />
el agua<br />
se eleva.<br />
La sube<br />
realiza<br />
su altura<br />
en la tierra.<br />
*<br />
El mismo sol que decolora<br />
las flores ca<br />
alza la buganvilia.<br />
En el borde del árbol la hoja<br />
abandona su color<br />
y dice sobre la cal del muro su silencio.<br />
Suena el espacio,<br />
vive el insecto en el césped su mundo de espadas.<br />
Pausa de pájaros.<br />
Corren niños y perros.<br />
*<br />
Donde termina el pasto<br />
empieza la barranca:<br />
el misterio que no necesita de la noche;<br />
exuberancia sofocante,<br />
maravilla biológica;<br />
humedad lujuriosa y zumbadora.<br />
*<br />
Duerme el agua entre el pasto<br />
244
sueños de alberca.<br />
Lenta sucesión de perfecciones<br />
que da con el lejano del misterio...<br />
El chirriar de un columpio<br />
roza el silencio.<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Ricardo Yáñez (1948)<br />
Divertimiento, 1972; Divertimientos/Escritura sumaria, 1979;<br />
Ni lo que digo, 1985.<br />
EL POEMA<br />
El poema es una persiana:<br />
por los interespacios<br />
Dios atisba.<br />
Papeles al sol, no. 1. 1973<br />
POEMA<br />
Qué es cantar<br />
sino saberse vivos para siempre<br />
qué reírse<br />
sino florecer desaliñadamente<br />
igual que en los llanos<br />
la manzanilla<br />
la coronilla<br />
el girasol<br />
En fin qué es estar vivos<br />
sino cantar reunidamente<br />
abriendo y cerrando la estrella<br />
245
de la certidumbre.<br />
La gaceta, no. 165, 1984<br />
NI LO QUE DIGO<br />
El amor es esa estrella filosa<br />
y el desamor quién sabe qué carajos<br />
pero yo no soy yo<br />
ni este aire mi aire<br />
Es un tambor el miedo<br />
y la paz un tejido frecuentado<br />
pero en mi corazón hay un cangrejo<br />
y alguien está torciendo mi pescuezo<br />
¿Qué es el atole blanco?<br />
¿Qué los cigarrillos faros?<br />
Pero a quién le interesan esas cosas<br />
cuando uno se muere de sí mismo.<br />
...<br />
¿Qué son los huevos fritos, por ejemplo?<br />
¿Qué son los buenos días?<br />
Los vecinos arrían la bandera<br />
de la felicidad, pero quién se los festeja?<br />
quién se los critica?<br />
Sólo los que se aman los comprenden.<br />
...<br />
Se está tirando el boiler. Hay que apagarle.<br />
Se encordó este reloj. Hay que arreglarlo.<br />
Hizo frío por la noche.<br />
No lo olvides.<br />
246
...<br />
A veces es una araña la palabra amar<br />
una araña en las vigas de la casa<br />
y uno es la mosca la tonta mosca<br />
A veces el amor es una aspirina<br />
vieja olvidada en el botiquín<br />
y uno no el dolor de cabeza sino el aburrimiento<br />
A veces el amor es una botella de tequila<br />
escondida en el fondo del ropero<br />
y uno la mano oscura y el trago rápido.<br />
...<br />
Si me emborracho pienso en ti.<br />
Si me viene el amor a las palabras, a los ojos, al llanto<br />
a los cigarrro alas, al tequila sauza,<br />
¿en quién voy a pensar?<br />
Hay un Ricardo Yáñez que me pega, que todo el día me pega,<br />
y hay un Ricardo Yáñez que te ama. Ese es el bueno.<br />
Ni lo que digo, 1985<br />
NO ME DETENGAS...<br />
No me detengas, Amor, la mano<br />
cuando a la espina de tu rosa acerca<br />
su torpeza impoluta.<br />
Es que quiere sangrar con tu color.<br />
Es que quiere herir de tu esperanza.<br />
Amor, no por su daño temas, se lo busca.<br />
Amor, no la detengas, que es su vida.<br />
Zenzontli, no. 2-3, 1986<br />
247
POEMA DEL LUNES<br />
Ricardo Yáñez<br />
Lunes era y dolía,<br />
como nube dolía, como puerta.<br />
Era lunes y había<br />
una ternura muerta.<br />
Pasaban por las calles los viandantes,<br />
como de sentimientos traficantes.<br />
Iba arriba la luna, muy arriba,<br />
muy en su desnudez Lady Godiva.<br />
Era lunes -acaso medio martes<br />
pero lunes aún -en todas partes.<br />
Lunes fue y no dolía:<br />
fantasía.<br />
Era un lunes feroz pero discreto,<br />
lunes de un amoroso Capuleto.<br />
Era un lunes sin marca, sin esgrima.<br />
Era un lunes cabal, lunes-lastima.<br />
Iba mi <strong>voz</strong> en do, doliente rota<br />
bajo la luna lunes, todavía.<br />
Era lunes. Dolía.<br />
Infame turba. Invierno, 1987. No. 3/4<br />
Universidad Autónoma de Puebla.<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
David Huerta (1949)<br />
El jardín azul, 1972; Cuaderno de noviembre, 1976;<br />
Huellas del civilizado, 1977; Versión, 1979.<br />
248
DAVID HUERTA<br />
DECLARACIONES<br />
¿En qué mina del fantasma recoges un extremo de tu diferencia y conduces la amarga<br />
constatación<br />
a mis lugares y mis colocaciones?<br />
No distingo en ti nada que no sea mi propia semejanza y sin embargo tus ojos esconden toda la<br />
inquietud que deseo<br />
-como deslizarse en un clima de goce detrás de la arenosa postura del tiempo,<br />
como brillar lateralmente sobre la superficie tensa de No Existir, como llenar de polvo el cuerpo,<br />
sereno y horizontal, puesto en lo<br />
profundo de una tarde sangrienta.<br />
Desato estas declaraciones únicamente para escuchar el roce de<br />
las letras<br />
en tu rostro, mientras lees con seca disposición<br />
y te inclinas en las estrías invernales de una luz acercada e indiferente.<br />
Me gustaría entintar los labios del conocimiento y aproximar la<br />
boca, en un frío desmayo,<br />
esa mirada lisa y turbia, a ese mundo de voces tuyas, obsesionadas.<br />
Mi boca tendría entonces marcas tibias, agrias señales para la<br />
distancia que me atraviesa<br />
-esta distancia o espejo, desde mi cara, borrada por una sequía y un emblema,<br />
hasta el otoño de mis pies: distancia como un ídolo en los delgados<br />
nudos de lo que llamo la visibilidad.<br />
En un rincón escribí: "Es tarde en mi boca para desear la blanca<br />
prueba de tu carne,<br />
mi deseo es todas las espinas que sostienen al ojo que te veía<br />
-esa materia dulce, curvada hoy en los arrancados gráficos de su tejido..."<br />
Versión, 1979<br />
249
NOCTURNO<br />
Milímetros de ti convergen ahogándose, bajo la noche, la fantasía<br />
de toda la transparencia empozada en el cuarto.<br />
Tu mirada oscila con un cerrado esplendor,<br />
y en tu saliva surgen pedazos de nombres, alas de quemaduras: la<br />
noche resuena en tu paladar<br />
con paso lentísimo de larva y roce tibio,<br />
de animales numerosos extraviados en el reino de tus ropas,<br />
mezcladas de cualquier modo en la silla sombría,<br />
bajo techos muertos y lúcidos, recogido tú en los dones del sueño<br />
sobre tu cabeza hipnotizada de silencio.<br />
Versión, 1979<br />
TRES ASTERISCOS<br />
a Vicente Rojo<br />
uno<br />
Voltear la cara de los objetos en la puerta del ojo<br />
para atestar las venas de la materia con una pulida penumbra: Esta es<br />
la magia de la otra mirada,<br />
el existir del agua bajo un brillo que desata,<br />
un voraz deslizarse detrás de hurtos diseminados,<br />
desprendimiento de voces que examinaron el cerco de sus partículas y abren ahora bocas en el<br />
muro de la luz más oculta...<br />
dos<br />
Sobre un surco de garganta, la minúscula traza de la sonoridad<br />
-germen de pétalos:<br />
en esa blanca fisura, su cautela obligada es quilla o chispa: en el<br />
silencio<br />
donde cumple sus aproximaciones: ¿oyes, bajo la duda de tus<br />
250
manos,<br />
esta punta de murmullo -escuchas cómo, en el apagarse de la<br />
sombra,<br />
vibra en la raíz del aire esta sospecha?<br />
tres<br />
La imagen intersticial es un lenguaje negro, sin revés,<br />
despierto en la frescura de una placa palabral<br />
donde se interrogan, por su centro posible, las dos respiraciones.<br />
Versión, 1979<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
DECLARACION DE INICIO<br />
Las páginas no sirven.<br />
La poesía no cambia<br />
sino la forma de una página, la emoción,<br />
una meditación ya tan gastada.<br />
Pero, en concreto, señores, nada cambia.<br />
En concreto, cristianos,<br />
no cambia una cruz a nuevos montes,<br />
no arranca, alemanes,<br />
la vergüenza de un tiempo y de su crisis,<br />
no le quita, marxistas,<br />
el pan de la boca al millonario.<br />
La poesía no hace nada.<br />
Y yo escribo estas páginas sabiéndolo.<br />
Marco Antonio Campos<br />
Cada uno de mis poemas pretendió<br />
ser un instrumento útil de trabajo<br />
(Estocolmo, 1971) Pablo Neruda<br />
251
Muertos y Disfraces, 1974<br />
LLEGADA A ROMA<br />
A Isabel Campos<br />
Uno, en ciertos sitios, deferente,<br />
cree -en la lluvia de elogios y palmadas-<br />
ser un hombre a la altura de su siglo.<br />
En fin, a qué decirlo, cree ser alguien.<br />
En otros sitios, en cambio, desolado,<br />
su nombre es igual a un perro enfermo,<br />
a la hojarasca dormida del otoño.<br />
En fin, es nadie.<br />
Quien lo haya vivido lo recuerde.<br />
Muertos y Disfraces, 1974<br />
CONTRADICTIO (1)<br />
El ajedrez de la muerte<br />
se quedó en una pieza<br />
Arrojo los naipes, trémulo, incendiado<br />
y no dicen mi suerte<br />
Y tuve una bestia de orgullo<br />
que arrastró mi bestia<br />
Moribunda,<br />
una mujer pasea triste, descalza en la calle<br />
Y es tarde para ser otro hombre<br />
Salgo de mi casa, pontífice, ajeno,<br />
con el crucifijo -una mujer-<br />
colgado en mi tristeza<br />
Si regreso, señor,<br />
252
quiero ser otro pero no Campos<br />
¿Para qué vivir agarrado como loco al reloj?<br />
Ya la gula de vivir se detuvo en mi garganta<br />
Y mísera mi perra más odiada fue la angustia<br />
Pero, Señor, yo con<strong>verso</strong> en <strong>voz</strong> alta,<br />
Antes, en otro océano,<br />
arrepentí, modifiqué el pasado<br />
Y tus ojos caminaron tristes, inmensos,<br />
en las páginas de mis libros<br />
Mañana partiré, me iré del todo<br />
Aunque hoy puedo decir:<br />
tengo amigos, no amo a mujer alguna,<br />
el tétano del sol duerme en la ciudad de México<br />
Muertos y Disfraces, 1974<br />
CONTRADICTIO (2)<br />
En realidad, muy poco es lo que sé yo de mí mismo<br />
Por ejemplo: tengo horror de ser canonizado<br />
Vendí mi dignidad,<br />
el acto que define, la frase que define,<br />
no para vivir, para sobrevivir, señores<br />
Y mi vida de cadáver la viví<br />
con medio corazón en una ermita<br />
y medio corazón en la ciudad<br />
Fui dios y perro,<br />
mendigo mirando el infinito<br />
Y escribí meditando, meditándome,<br />
el célebre Evangelio según Campos<br />
253
y todos creyeron que era burla<br />
Sin duda mi tiempo fue otro tiempo:<br />
un tiempo de ajedrez con frases griegas<br />
No fue el tiempo de un Cristo indesgarrable<br />
nacido a la mitad del país del siglo más idiotas<br />
No fue el tiempo del mar ni de las vírgenes:<br />
fue tan sólo un espejo inolvidable<br />
Miro al fondo el Coliseo lleno de luces, destruido<br />
El Palatino, destruido<br />
La luna cae sobre esta Roma nuestra<br />
Mil y un mujeres,<br />
poetas muertos y comprados,<br />
el Papa con diez ratas en la boca,<br />
la rata deforme del rey ebrio<br />
empiezan a luchar contra las bestias<br />
Muertos y Disfraces, 1974<br />
CONTRADICTIO (3)<br />
EL Arno se adelgaza entre mis dedos<br />
y dice, al recordarse,<br />
baladas del Duecento:<br />
Fresca rosa novella,<br />
piacente primavera,<br />
per prata e per rivera<br />
gaiamente cantando<br />
vostro fin presio mando -a la verdura<br />
Lentamente<br />
épocas y épocas<br />
254
pasan por<br />
mi vista<br />
Me he mirado<br />
en este Arno<br />
charlando con poetas, siglo XIII,<br />
en América peleando por el oro,<br />
en el África<br />
esclavo de una mina<br />
Me he visto en Delfos,<br />
en fabla, visionario,<br />
venado acostumbrado a ver tortugas,<br />
mirando el humo,<br />
el siglo en que me muero<br />
Oh, estoy lejos, muy lejos de mi patria y mis amigos. Sí,<br />
la vida no fue el mar de los mares que esperaba. Digamos,<br />
en efecto: no espero regresar a Florencia en mucho tiempo.<br />
No espero regresar<br />
Estoy, ahora, mirando en esta orilla,<br />
paisajes de otra época<br />
soñados en mis ojos.<br />
Muertos y Disfraces, 1974<br />
Para qué hablar<br />
del guayacán que guarda la fatiga<br />
o del tambor de cedro donde el hachero toca<br />
Efraín Bartolomé (1950)<br />
CASA DE MONOS<br />
255
A qué nombrar la espuma<br />
en la boca del río Lancajá<br />
Espejo de las hojas Cuna de los lagartos<br />
Fuente de macabiles con ojos asombrados<br />
Quizá si transformara sería mi pecho alegre<br />
Un ojo jaguar daría de pronto certero con la imagen<br />
Pero no pasa nada Sólo el verde silencio<br />
Para qué hablar entonces<br />
Que se caiga este amor de la ceiba más alta<br />
Que vuelve y llore y se arrepienta<br />
Que se ahogue este asombro hasta volverse tierra<br />
Aroma de los jobos<br />
Perro de agua<br />
Hojarasca.<br />
LLUVIA ÁCIDA<br />
Ojo de jaguar, 1982<br />
Miro un agua inclinada que golpea<br />
con sus líquidos lanzas de punta envenenada<br />
el turbio metal sordo de automóviles roncos<br />
el asfalto y las vías condenadas del tren<br />
el techo de las fábricas hostiles<br />
las ventanas más sucias<br />
los muros de tezontle<br />
los techos pobres de la tarde en ruinas<br />
la luz deshilachada de las tiendas<br />
los puestos ambulantes<br />
Para Isabel y Marco Antonio González<br />
256
el uniforme de los policías<br />
los paraguas oscuros<br />
los zapatos oscuros<br />
el interior oscuro de los oficinistas<br />
La lluvia busca grietas en el mundo Tunde el asfalto su<br />
bastón de ciega<br />
Sus puntas de cristal cazan consignas<br />
cansinos pasos de trabajadores<br />
inclusas batallas amorosas<br />
niños drogados con mirada de agua que llevan en sus<br />
párpados dormidos<br />
un rencor turbulento<br />
Golpes enloquecidos de la lluvia que cae taladrando los<br />
puentes los tranvías<br />
y reúne bajo tibias marquesinas grasientas<br />
una dócil centena de humanas humedades:<br />
esbeltas secretarias de estériles afeites<br />
hastiados dependientes de sienes trepanadas<br />
matronas estropeadas del traje hasta la frente<br />
Están los hombres frágiles y los trabajadores<br />
de overoles azules que un silbato dispersa<br />
Y los aparadores vacíos (sin miradas)<br />
La basura en sus botes<br />
Los policías en sus uniformes<br />
Hay un silencio espeso pesado pegajoso<br />
Un silencio total de tacto fresco<br />
que se vuelve más frío cada vez:<br />
257
estilete de hielo en ráfagas furiosas<br />
que traspasa los recios barrotes de la lluvia<br />
y acalla los rumores las voces los pregones:<br />
Me hundo en mí<br />
Y nadie toca este silencio frágil<br />
Nadie rompe esta cápsula<br />
Nadie se mira<br />
Todos han callado<br />
(Qué inmenso grupo de personas sin cara)<br />
Aquí en el lugar que ocupo<br />
No hay realmente nadie<br />
Todos nos hemos ido<br />
Todos fuimos lavados<br />
borrados por el agua<br />
También fue eliminada la ciudad por la niebla<br />
Sólo la lluvia es real<br />
En sus lodosas aguas<br />
miro flotar los últimos residuos de la tarde<br />
Pero una nueva ráfaga me expulsa de mí mismo:<br />
la delirante lluvia<br />
como un licor salvaje que un relámpago agita<br />
El cielo<br />
inmenso tigre de relámpagos ebrios<br />
que sacude de pronto su pesada cabeza<br />
su espesa baba líquida y brutal<br />
y golpea con más fuerza la tarde carcomida<br />
Acida lluvia ciega<br />
258
Acida lluvia en turbios latigazos de sombra.<br />
Bibliografía poética:<br />
Poetas de una generación 1950-1959, 1988<br />
Vivir en la ciudad, 1981; Ojo de jaguar, 1982; Dónde los podemos<br />
observar (co-autor), 1882; Ciudad bajo el relámpago, 1983;<br />
Memorias del segundo encuentro de jóvenes, (colectivo), 1984;<br />
Música solar, 1985; Cuadernos contra el ángel, 1987.<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Eduardo Hurtado (1950)<br />
La gran trampa del tiempo, 1974; Ludibrios y nostalgias, 1978;<br />
Donde conservan los amigos (colectivo), 1985;<br />
Rastro del desmemoriado, 1985.<br />
CANCION PARA UN INSOMNE<br />
a Xavier Villaurrutia<br />
PAJARO y corazón<br />
hoja sin rama<br />
sucumbiendo a un otoño<br />
luminoso<br />
(¿cómo fijar<br />
en dónde<br />
un íntimo estertor<br />
una memoria?<br />
si nunca se alzó espejo<br />
ni muro que no fuera<br />
sino el sinuoso espacio<br />
de su vértigo:<br />
su voluptuosa sombra)<br />
259
Ávido corazón<br />
pardo latido<br />
escindido de todo<br />
desprendido de nada<br />
precariamente alado<br />
-por carecer derrama<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
TOPOS<br />
CADA TOPO cava su propio túnel<br />
Por caminos di<strong>verso</strong>s<br />
miles de topos viajan<br />
tras un solo rizoma suculento<br />
Como breves cometas<br />
sin saberlo se cruzan<br />
en un oscuro cielo subterráneo<br />
No ven trampa que pueda detenerlos<br />
en su jornada ciega y caprichosa<br />
¡Qué admirable bregar destinado!<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
AUSENTE<br />
¿PERO es verdad, ausente, tanta dicha?<br />
Nunca fuiste más real<br />
ni menos próxima<br />
Ya no cruzas el hilo de mis nervios<br />
como una temblorosa equilibrista<br />
Fue un mal sueño tu estúpida fachada<br />
de cosméticos<br />
260
Lejos al fin, ventruda,<br />
plumero, buscabullas<br />
Otra vez el perfecto placer de imaginarte<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
Raúl Aceves (1951)<br />
Los amantes, metáfora de ferretería<br />
Los amantes son<br />
como la tuerca y el tornillo<br />
cuando se enroscan<br />
y Dios es el desamor y las pinzas<br />
que los desenrosca<br />
cuando a causa de la lluvia y el tiempo<br />
los amantes se oxidan<br />
y se quedan irremediablemente pegados,<br />
entonces solamente el diablo y su segueta<br />
los pueden separar.<br />
La amabilidad<br />
Cielo de las cosas devueltas, 1982<br />
¿Alguien tendría la amabilidad<br />
de abrir la llave del agua caliente<br />
prestarme su jabón y su mañana fresca<br />
sus ganas locas y su día de vacación?<br />
¿Alguien tendría la amabilidad<br />
de cortarse mis uñas, lavarse mis dientes<br />
asomarse a verme en el espejo<br />
contar los pelos que le quedan a mi calva<br />
y después masticar mi desayuno?<br />
261
¿Alguien tendría la amabilidad<br />
de morirse por mí, sufrir en mi pellejo<br />
los inauditos tormentos del silencio,<br />
contestar las preguntas indiscretas<br />
o de llevar a cuestas la indigestión?<br />
¿Alguien tendría la amabilidad<br />
de prestarme su cuerpo entero<br />
para realizar una hazaña<br />
o su cuerpo para nacer a través de él<br />
o su alma para tener un lugar<br />
donde resucitar extravagante?<br />
Enramada (antología), 1984<br />
El zapato de Van Gogh<br />
Un día Van Gogh pintó un zapato,<br />
y lo pintó tan bien<br />
que ya nomás faltaba ponérselo.<br />
Van Gogh pintó tan sólo un zapato<br />
porque, como dijo Lucio,<br />
era tan pobre que<br />
tan sólo tenía uno.<br />
Ahora el zapato de Van Gogh<br />
vale tantos millones<br />
que nadie se atreve a ponérselo.<br />
Serpentina, no.1, 1987<br />
Los sueños al poder<br />
Del tiempo nuevo<br />
no veremos sino la sombra<br />
262
como la luz que se presiente<br />
adentro del cuarto cerrado.<br />
Se mezclarán<br />
los ruidos de lo que comienza<br />
con los ruidos de lo que acaba.<br />
No sabremos si nuestro destino<br />
fue el de pasarnos la vida<br />
esperando y presintiendo.<br />
El deseo nos mueve<br />
como plumas en el viento,<br />
nunca si somos plumas<br />
o si somos viento.<br />
Enramada (antología), 1984<br />
Coral Bracho (1951)<br />
DE SUS OJOS ORNADOS DE ARENAS VÍTREAS<br />
Desde la exhalación de estos peces de mármol;<br />
desde la suavidad sedosa<br />
de sus cantos,<br />
de sus ojos ornados<br />
de arenas vítreas,<br />
la quietud de los templos y los jardines<br />
(en sus sombras de acanto, en las piedras<br />
que tocan y reblandecen)<br />
han abierto sus lechos,<br />
han fundado sus cauces<br />
bajo las hojas tibias de los almendros.<br />
263
Dicen del tacto<br />
de sus destellos,<br />
de los juegos tranquilos que deslizan al borde,<br />
a la orilla lenta de los ocasos.<br />
De sus labios de hielo.<br />
Ojos de piedras finas.<br />
De la espuma que arrojan, del aroma que vierten<br />
(En los atrios: las velas, los amarantos.)<br />
sobre el ara lebísima de las siembras.<br />
(Desde el templo:<br />
el perfume de las espigas,<br />
las escamas,<br />
los ciervos. Dicen de sus reflejos.)<br />
En las noches,<br />
el mármol frágil de su silencio,<br />
el preciado tatuaje, los trazos limpios<br />
(han ahogado la luz<br />
a la orilla; en la arena)<br />
sobre la imagen tersa,<br />
sobre la ofrenda inmóvil<br />
de las praderas.<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
Tus lindes: grietas que me develan<br />
We must have died alone,<br />
a long time ago.<br />
D.B.<br />
Has pulsado,<br />
264
has templado mi carne<br />
en tu diafanidad, mis sentidos (hombre de contornos<br />
levísimos, de ojos suaves y limpios);<br />
en la vasta desnudez que derrama,<br />
que desgaja y ofrece;<br />
(Como una esbelta ventana al mar; como el roce delicado,<br />
insistente, de tu <strong>voz</strong>).<br />
Las aguas: sendas que te reflejan (celaje inmerso), tu<br />
afluencia, tus lindes: grietas que me develan.<br />
-Porque un barniz, una palabra espesa, vivos y muertos,<br />
una actitud fungosa, de cordajes,<br />
de limo, de carroña frutal, una baba lechosa nos recorre,<br />
nos pliega, ¿alguien;<br />
alguien hablaba aquí?<br />
Reconozco, como albino, a ese sol:<br />
distancia dolorosa a lo neutro que me mira, que miro.<br />
Ven, acércate; ven a mirar sus manos, gotas recientes en<br />
este fango; ven a rodarme.<br />
(Sabor nocturno, fulgor de tierras erguidas, de pasajes<br />
sedosos, arborescentes, semiocultos; el mar:<br />
sobre esta playa, entre rumores dispersos y vítreos). Has<br />
deslumbrado, reblandecido<br />
¿En quién revienta esta luz?<br />
-Has forjado, delineado mi cuerpo en tus emanaciones,<br />
a sus trazos escuetos. Has colmado<br />
de raíces, de espacios;<br />
has ahondado, desollado, vuelto vulnerable (porque tus<br />
265
yemas tensan y desprenden,<br />
porque tu luz arranca -gubia suavísima- con su lengua,<br />
su roce, mis membranas- en tus aguas; ceiba luminosa de<br />
espesuras abiertas, de parajes fluctuantes, excedidos; tu relente) mis miembros.<br />
Oye; siente en ese fallo luctuoso, en ese intento segado,<br />
delicuescente.<br />
¿A quién unge, a quién refracta, a quién desdobla? en su<br />
miasma<br />
Miro con ojos sin pigmento ese ruido ceroso<br />
que me es ajeno.<br />
(En mi cuerpo tu piel yergue una selva dúctil que fecunda<br />
sus bordes; una pregunta, viña que se interna, que envuelve<br />
los pasillos rastreados.<br />
-De sus tramas, de sus cimas: la afluencia incontenible.<br />
Un cristal que penetra, resinoso, candente, en las vastas<br />
pupilas ocres del deseo, la transparenta; un lenguaje<br />
minucioso.)<br />
Me has preñado, has urdido entre mi piel;<br />
¿y quién desliza por sus dedos?<br />
Bajo esa noche: ¿Quién musita entre tumbas, las zanjas?<br />
Su flama, siempre multiplicada, siempre henchida y secreta,<br />
tus lindes;<br />
Has ahondado, has vertido, me has abierto hasta exhumar;<br />
¿Y quién,<br />
quién lo amortaja aquí?; ¿quién lo besa?<br />
¿Quién lo habita?<br />
266
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Peces de la piel fugaz, 1977; El ser que va a morir, 1982.<br />
CANCIÓN DE JULIO<br />
Las nubes toman la ciudad:<br />
en la banqueta luz de lluvia,<br />
canales por donde bajan<br />
fragmentos de hojas y tierra.<br />
Muros donde las consignas<br />
se deslavan, puentes gastados<br />
con los nombre del amor<br />
que quieren salvar el tiempo.<br />
HOJAS SECAS<br />
Giros de Faros, 1979<br />
Sólo un momento brillan las rocas<br />
en el paisaje que libra el viento:<br />
Las casas confunden sus puertas,<br />
las nubes pintan de cal sus muros.<br />
Bajo los cuervos, las sombras<br />
recorren el camino sin tocarlo,<br />
Los techos vencidos por el agua<br />
donde caen los días lentamente.<br />
LA MESA PUESTA<br />
Giros de Faros, 1979<br />
Alberto Blanco (1951)<br />
267
Reunidos al calor del buen café,<br />
los panes resplandecen con la calma<br />
de las paredes blancas, encendidas,<br />
rebosantes de luz por la ventana.<br />
Ya la paja se extiende entre los pinos,<br />
crece la claridad y forma el cielo,<br />
forma una habitación, forma una jarra<br />
profunda como el ojo del espejo.<br />
Es este mismo mar, el mar de siempre,<br />
llano rectangular de cada cosa,<br />
donde flotan los montes y las nubes<br />
como islas de quietud entre las horas.<br />
Bibliografía poética:<br />
Giros de faros, 1979<br />
Pequeñas historias de misterio ilustradas, 1978<br />
Giros de faros, 1979<br />
El largo camino hacia ti, 1980<br />
Antes de nacer, 1983<br />
Tras el rayo, 1985<br />
Cromos, 1987<br />
Un año de bondad, 1987<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
EDUARDO LANGAGNE<br />
DEFINICIONES<br />
Eduardo Langagne<br />
Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.<br />
Se parece a la noche,<br />
o mejor: a una noche sin ausencias.<br />
Ella es exacta.<br />
268
Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.<br />
Me permite trepar por mis temblores<br />
y agitar su nombre desde la oscuridad.<br />
Ella es irrepetible.<br />
Nació en las piedras donde empieza mi desorden.<br />
Donde Habita el Cangrejo.<br />
DESCUBRIMIENTO<br />
colón no descubrió a esta mujer<br />
ni se parecen sus ojos a las carabelas<br />
jamás hizo Vespucio un mapa de su pelo<br />
nunca un vigía gritó tierra a la vista<br />
-aunque vuelan gaviotas<br />
en las aproximidades<br />
de su cuerpo<br />
y en su continente se amanece cada día-<br />
a esta mujer no la descubrió colón<br />
sin embargo estaba en el oeste<br />
era un lugar desconocido<br />
y para encontrarla<br />
hubo que andar mucho tiempo<br />
con una soledad azul en la cabeza<br />
Donde Habita el Cangrejo.<br />
PIEDRAS<br />
no tenemos la casa todavía,<br />
tenemos piedras; algunas.<br />
trozos de pan, algo de vino tenemos<br />
pero la casa no;<br />
269
sin embargo tenemos oscuridad,<br />
porque luz no tenemos todavía;<br />
tenemos algunas lágrimas o besos,<br />
otras cosas igualmente ridículas tenemos,<br />
pero la casa no. quizá<br />
paredes que se levantan muy despacio,<br />
mas no tenemos casa todavía<br />
donde encontrar el frío, la soledad,<br />
la lluvia,<br />
pero arriba<br />
un cielo como sábanas tenemos<br />
y abajo un infierno delicioso<br />
por donde deambulamos<br />
recogiendo piedras.<br />
"hoy no me llevas, muerte, calavera,<br />
no me voy, no quiero ir.<br />
hoy no voy ni entrego mi barco de papel,<br />
mi brazo, mi guitarra, hoy no,<br />
hoy solamente tiro piedras,<br />
poemas,<br />
muchas piedras contra tu rostro<br />
-no niego, dulce rostro-<br />
tiro piedras,<br />
me arranco el corazón y te lo arrojo.<br />
hoy no, muerte, hoy no voy, no quiero,<br />
necesito hacer la casa".<br />
y estoy vivo<br />
270
cuando arrojo palabras, muchas palabras.<br />
fuego.<br />
Donde Habita el Cangrejo.<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Maldita cólera (colectivo), 1978.<br />
NOCHE DE LAS MAÑANAS<br />
calientes<br />
por la mañanas nos frotamos<br />
las lámparas maravillosas<br />
de nuestros dulces pies con ellos mismos<br />
y en seguida nos acude el misterioso genio<br />
quien sin sacudirnos nos envuelve<br />
deliciosamente<br />
en los residuos de la noche que se enciende<br />
entre las mil y una de nuestros amaneceres.<br />
La hormiga herrante, No.6, 1982<br />
EL JAZZ DEL VAGABUNDO<br />
eres una chava cansadamente<br />
peor que corajuda<br />
a los veinte años<br />
tus callejeras orejas verdes gritan<br />
el terrible monstruo hembra que te habita<br />
soltándose<br />
como cierta alegría en los obreros al salir de<br />
la fábrica<br />
pero sin alegría<br />
Raúl Caballero (1952)<br />
271
las angustias no tienen épocas en la vida<br />
tiene arrugas<br />
pata de gallo<br />
para encontrar adictos<br />
el jazz vaga por toda la casa<br />
sereno se lame las heridas nocturnas<br />
del amor heroico bajo el techo luminoso<br />
de la noche<br />
has madurado a base de inmadurez<br />
te calmas irreflexiva<br />
se te desata el tiempo cuando anda suelta<br />
contracciones de desesperación<br />
y vale madre todo<br />
hasta el jazz.<br />
Maize, No. 3-4, 1981<br />
POEMA<br />
con el café, ¿quieres pan y mantequilla mi amor?<br />
huggg...<br />
qué asquerosa manera y tan estúpida de empezar un día<br />
burguesilandia y sus hot-cakes: ¡Bah!<br />
no hay como amanecer bien crudo<br />
y chingarte una cerveza<br />
o cinco<br />
y hay quienes salen en bikini o en calzones<br />
"a tomar un baño de sol en el jardín"<br />
y se toman un martini leyendo al marqués de sade<br />
valiéndoles madre todo<br />
272
se queman sin camisa<br />
y siempre nunca en sus vidas sabrán el sabor de<br />
un martini en calzoncillos<br />
porque de ahí, del sol callejero<br />
al ¡sool!-sol! de las tardes<br />
o al ¡seeee-bolea! por las noches en las cantinas<br />
después a la fábrica o a la obra<br />
o antes a la cárcel o a san juan<br />
bueno, de san juan nunca se escapan<br />
y aquellos cuando se tuestan ya bien calientes<br />
dejan el libro en cualquier parte<br />
se vuelven a recostar ahora en la cama<br />
de lujosa recámara donde sueñan despiertos<br />
imaginan<br />
se masturban<br />
a sus anchas<br />
algunos degenerando a los perros chancrosos<br />
otros se cogen con simple depravación<br />
y los pobres pobres de todos lados<br />
se hacen la puñeta casi en público<br />
sin necesidad del marqués<br />
se desayunan la necesidad sin mantequilla.<br />
Buril, No.3, 1979<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Vicente Quirarte (1954)<br />
Teatro sobre el viento armado, 1979; "Calle nuestra" en Lejos de las naves (colectivo), 1979;<br />
Vencer a la blancura, 1982;<br />
Fra Filipo Lippi: cancionero de Lucrezia Buti, 1982;<br />
273
Puerta de verano, 1982; Bahía Magdalena, 1984; Fragmentos del mismo discurso, 1986; La luz<br />
que no muere sola, 1987.<br />
CON MUSICA DE WHITMAN<br />
TE CELEBRO y te canto a ti misma,<br />
y lo que ahora diga de ti<br />
lo dirán nuevos enamorados<br />
de otras secretarias como tú,<br />
porque cada herida que en mí dejó<br />
cada buenos días, cada gesto, cada sábana,<br />
mañana volverá a abrirse en ellos.<br />
Vago e invito a mi alma<br />
a subvertir el orden del primer cuadro.<br />
Me detengo a mi antojo en cualquier esquina<br />
para ver cómo en la mañana<br />
ellas pasan todas medias, vestidos y perfumes.<br />
Mi <strong>verso</strong> y cada molécula de mi sangre<br />
nacieron de este tezontle y estos montes,<br />
de padres que engendraron a otros padres<br />
que aquí padecieron.<br />
Cumplidos los veintitrés,<br />
mi salud marcha al ritmo de la ciudad que te recibe,<br />
y en las calles que te ven pasar cada mañana<br />
comienzo a cantarte<br />
con la esperanza de hacerlo hasta la mañana<br />
comienzo a cantarte<br />
con la esperanza de hacerlo hasta la muerte.<br />
No canto ahora las sirenas de aparador,<br />
esas muñecas perfectas que se quebrarían<br />
274
sólo con mirarlas.<br />
Qué nadie olvide, oh poetas,<br />
cantar alguna vez los muslos rubios, elásticos y eternos<br />
de las muchachas judías que montan bicicleta<br />
en las calles de Polanco,<br />
que nadie lo olvide.<br />
Pero ahora canto en este otro lado,<br />
donde al toque de queda del silencio,<br />
presa en su jaula de oro la sonrisa,<br />
asoma su látigo el nuevo día.<br />
Entonces te celebro y canto<br />
porque te arreglas el maquillaje<br />
antes de pedir la parada<br />
y en la puerta del autobús<br />
eres acariciada sin pedirlo;<br />
porque eres la reina ofendida<br />
esperando la alfombra que no llega<br />
mientras caminas rumbo a la oficina<br />
donde sueñan contigo.<br />
Te celebro y te canto a ti misma,<br />
abro de par en par las puertas de este <strong>verso</strong><br />
para que defiendas tu rabioso derecho<br />
a soñar príncipes azules, cielos limpios,<br />
ciudades en las que todos<br />
reconozcan tu monarquía ultrajada.<br />
La Luz No Muere Sola. Poesía (1976-1984)<br />
ULTIMA NOCHE EN COYOACAN<br />
275
A Concha Méndez<br />
ENAMORADO SIEMPRE<br />
y más que nunca vivo, andaría como de paso,<br />
al fin fantasma de un mundo más ajeno<br />
que las propias piedras que pisaba.<br />
Pediría permiso al viento,<br />
su venia a la estación en turno,<br />
mas no esperaría a que la noche<br />
de racimos cargados de perfume,<br />
de gritos infantiles y buñuelos lejanos<br />
invadiera por completo esa otra noche<br />
que sólo transita en ciertos hombres.<br />
Lo dicen sin miedo estas higueras<br />
y estos muros que prolongan su blancura<br />
más allá del alma y la mirada:<br />
amaba la quietud de esta plaza<br />
porque en ella podía verse<br />
en rostro de otros hombres<br />
que en silencio le devolvían la soledad,<br />
como quien por la mañana devuelve buenos días<br />
y sabe que recién empieza la mentira.<br />
Abría un periódico,<br />
leía a la luz de un farol noticias<br />
que hubiera nutrido o halagado a otros.<br />
Ignoraba la noche bulliciosa,<br />
la que obliga a refugiarse en otro cuerpo.<br />
El quizás esperaba la otra noche,<br />
276
aquella en la que nombre y tiempo se confunden:<br />
Creyó firmar sobre arena o sobre el viento,<br />
seguro de que el mar en el crepúsculo<br />
roba todas las huellas y los besos.<br />
Pero la arena no olvidó sus letras<br />
ni el viento olvida a quien ciño su cuerpo.<br />
Por eso sopla, esbelto y doliente, entre sus ramas,<br />
llevando en cada hoja<br />
la sílaba de un nombre:<br />
Luis Cernuda.<br />
La Luz No Muere Sola. (1976-1984)<br />
CARTA AL LOBO<br />
Querido Lobo:<br />
Carmen Boullosa (1954)<br />
Llego aquí después de cruzar el mar abierto del bosque,<br />
el mar vegetal que habitas,<br />
el abierto de ira en la oscuridad y en la luz que lo cruza a<br />
hurtadillas,<br />
en su densa, inhabitable noche de aullidos que impera<br />
incluso de día o en el silencio,<br />
mar de resmas de hojas<br />
que caen y caen y crecen y brotan, todo al mismo tiempo,<br />
de yerbas entrelazadas,<br />
de mareas de pájaros,<br />
de oleadas de animales ocultos.<br />
Llegué aquí cruzando el puente que une al mundo temeroso<br />
277
con tu casa,<br />
este lugar inhóspito,<br />
inhóspito porque está la mar de habitado,<br />
habitado como el mar.<br />
En todo hay traición porque todo está vivo...<br />
Por ejemplo, aquello, si desde aquí parece una sombra,<br />
¿hacia dónde caminará cuando despierte?<br />
Como fiera atacará cuando pase junto a él,<br />
cuando furioso conteste al sonido de mis pasos.<br />
Así todo lo que veo.<br />
En todo hay traición<br />
...era el camino, lobo,<br />
la ruta que me lleva a ti...<br />
Escucha mi delgada <strong>voz</strong>, tan cerca.<br />
Ya estoy aquí.<br />
Escoge de lo que traje<br />
lo que te plazca.<br />
Casi no puedes mirarlo,<br />
insignificante como es,<br />
perdido en la espesura que habitas.<br />
Estoy aquí para ofrecerte mi cuello,<br />
mi frágil cuello de virgen,<br />
un trozo pálido de carne con poco, muy poco que roerle,<br />
tenlo, tenlo.<br />
¡Apresura tu ataque!<br />
¿Te deleitarás con el banquete?<br />
(No puedo, no tengo hacia dónde escapar<br />
278
y no sé si al clavarme los dientes<br />
me mirarás a los ojos).<br />
Reconociéndome presa<br />
y convencida de que no hay mayor grandeza que la del<br />
cuello de virgen entregándose a ti,<br />
ni mayor bondad que aquella inscrita en tu doloroso,<br />
lento,<br />
interminable<br />
y cruel<br />
amoroso ataque,<br />
cierro esta carta.<br />
Sinceramente tuya,<br />
Carmen.<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Poetas de una generación 1950-1959,1988<br />
El hilo olvida, 1978; La memoria vacía, 1979; La <strong>voz</strong> y el método de recreo sin<br />
acompañamiento, 1983.<br />
FICHA BIBLIOGRAFICA:<br />
Víctor Manuel Mendiola (1954)<br />
Poemas, 1980; Sonetos a las cosas, 1982; Triga (colectivo), 1983;<br />
Nubes, 1987.<br />
MAR<br />
TU ESTAS allá,<br />
en la otra silla.<br />
Vives el mundo aparte<br />
del lado opuesto de la mesa.<br />
279
Tus miradas están allá,<br />
tus voces son<br />
pájaros que retornan<br />
del mar de allá,<br />
tus manos juegan<br />
sobre la mesa<br />
como incansables nómadas<br />
en la extensión azul.<br />
Yo escribo en Morse,<br />
lanzo señales de humo,<br />
pongo a la orilla de ese mar<br />
una botella,<br />
mando mis huestes<br />
a conquistar<br />
las santas tierras de allá,<br />
prendo las brasas<br />
del mismo sueño.<br />
Pero tú sigues allá<br />
al fin de tanto mar acumulado.<br />
Nubes, 1987<br />
LA PIEDRA<br />
ME SUBO en una piedra,<br />
pienso sobre la piedra.<br />
Pienso lo duro,<br />
pienso lo impenetrable,<br />
lo que no tiene sexo;<br />
pienso una y otra vez<br />
280
en lo que nada más<br />
puedo tocar por fuera.<br />
Medito en ese afuera tan del aire,<br />
tan del agua corriendo.<br />
Pienso este pensamiento<br />
que se me vuelve<br />
una piedra pesada<br />
entre las manos.<br />
Abro las manos,<br />
cae la piedra.<br />
Nubes, 1987<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Ricardo Castillo (1954)<br />
El pobrecito señor X, 1976; El pobrecito señor X. La oruga, 1980;<br />
Concierto en vivo, 1981; Como agua al regresar, 1982;<br />
Nicolás el Camaleón, 1989.<br />
AUTOGOL<br />
Nací en Guadalajara.<br />
Mis primeros padres fueron Mamá Lupe y Papá Guille.<br />
Crecí como un trébol de jardín,<br />
como moneda de cinco centavos, como tortilla.<br />
Crecí con la realidad desmentida en los riñones,<br />
con cursilerías en el camarote del amor.<br />
Mi mamá lloraba en los resquicios<br />
con el encabronamiento a oscuras, con la violencia a tientas.<br />
Mi papá se moría mirándome a los ojos,<br />
muriéndose en la cama lenta de los años,<br />
281
exigiéndole a la vida.<br />
Y luego la ceguez de mi abuelo, los hermanos,<br />
el desamparo sexual de mis primas,<br />
el barrio en sombras<br />
y luego yo, tan mirón, tan melodramático.<br />
Jamás he servido para nada.<br />
No he hecho sino cronometrar el aniquilamiento.<br />
Como alguien me lo dijo una vez:<br />
Valgo Madre.<br />
El pobrecito señor, X. La oruga, 1980<br />
Pin uno, pin dos<br />
Son las diez de la noche.<br />
De nada sirven los 600 gramos de felicidad<br />
que han ahorrado a mi padre.<br />
Prevalece una agitación de ladrones en el seno familiar<br />
y cada quien declina<br />
con su particular manera de desventuar la sangre.<br />
Parece como si el movimiento fuera la bancarrota,<br />
como si el amor fuera tan sólo cosas de adolescentes.<br />
Mi padre nos quiere,<br />
mi madre nos ama<br />
porque hemos logrado ser una familia unida, amante de la<br />
tranquilidad.<br />
Pero ahora que son las diez de la noche,<br />
ahora que como de costumbre nadie tiene nada que hacer<br />
propongo cerrar puertas y ventanas<br />
y abrir la llave del gas.<br />
282
El pobrecito señor X. La oruga, 1980<br />
El poeta del jardín<br />
Hace tiempo se me ocurrió<br />
que tenía la obligación<br />
como poeta consciente de lo que su trabajo debe ser,<br />
poner un escritorio público<br />
cobrando sólo el papel.<br />
La idea no me dejaba dormir,<br />
así que me instalé en el jardín del Santuario.<br />
Sólo he tenido un cliente,<br />
fue un hombre al que ojalá haya ayudado<br />
a encontrar una solución mejor que el suicidio.<br />
Tímido me dijo de golpe:<br />
"señor poeta, haga un poema de triste pendejo".<br />
Su amargura me hizo hacer gestos.<br />
Escribí:<br />
"no hay tristes que sean pendejos"<br />
y nos fuimos a emborrachar.<br />
El pobrecito señor X. La oruga, 1980<br />
Oda a las ganas<br />
Orinar es la mayor obra de ingeniería<br />
por lo que a drenajes toca.<br />
Además orinar es un placer,<br />
qué decir cuando uno hace chis, chis,<br />
en salud del amor y los amigos,<br />
cuando uno se derrama largamente en la garganta del<br />
mundo<br />
283
para recordarle que somos calientitos, para no desafinar.<br />
Todo esto es importante<br />
ahora que el mundo anda echando reparos,<br />
hipos de intoxicado.<br />
Porque es necesario orinarse, por puro amor a la vida,<br />
en las vajillas de plata,<br />
en los asientos de los coches deportivos,<br />
en las piscinas con luz artificial<br />
que valen, por cierto, 15 o 16 veces más que sus dueños.<br />
Orinar hasta que nos duela la garganta,<br />
hasta las últimas gotitas de sangre.<br />
Orinarse en los que creen que la vida es un vals,<br />
gritarles que viva la Cumbia, señores,<br />
todos a menear la cola<br />
hasta sacudirnos lo misterioso y lo pendejo.<br />
Y que viva también el Jarabe Zapateado<br />
porque la realidad está al fondo a la derecha<br />
donde no se puede llegar de frac.<br />
(La tuberculosis nunca se ha quitado con golpes de pecho.)<br />
Yo orino desde el pesebre de la vida,<br />
yo sólo quiero ser el meón más grande de la existencia,<br />
ay mamá por dios, el meón más grande de la existencia.<br />
El pobrecito señor X. La oruga, 1980<br />
Las nalgas<br />
La mujer también tiene el trasero dividido en dos.<br />
Pero es indudable que las nalgas de una mujer<br />
son incomparablemente mejores que las de un hombre,<br />
284
tiene más vida, más alegría, son pura imaginación;<br />
son más importantes que el sol y dios juntos,<br />
son un artículo de primera necesidad que no afecta la<br />
inflación,<br />
un pastel de cumpleaños en tu cumpleaños,<br />
una bendición de la naturaleza,<br />
el origen de la poesía y del escándalo.<br />
El pobrecito señor X. La oruga, 1980<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Conversaciones, 1979; Piedra en el aire, 1984.<br />
Susana San Juan<br />
A.J.R.<br />
I<br />
en la celda oscura del enfermo<br />
mármol granito hueso de caballo<br />
en el jirón de bandera y su delirio<br />
en la saliente de lluvia y viento erizado<br />
abandono mi estantío en constante desvelo<br />
Rafael Vargas (1954)<br />
los gusanos de la memoria abarrotando el corazón<br />
y a la doliente piedra vecina<br />
a la humedad preñada de labios<br />
al recuerdo de los pasillos y sus plantas de sombra<br />
les pregunto por ti<br />
no pasa día sin que te hagas presente<br />
lo mismo en este portón sólido e intransitado<br />
que en la raíz carcomida de rumores de sal<br />
285
en la reja enmohecida donde se aburre el crespón negro<br />
en los listones del cielo y los cabellos de las santas<br />
en las flores borrosas de los aguamaniles<br />
reverberan las tijeras de tu nombre Susana<br />
aunque tu nombre sin ti sea tan sólo un pretexto<br />
un modo de ir más allá de estos terrones<br />
y sacarle un poco de sol a la sombra<br />
II<br />
sentado frente al camino de la eternidad te espero<br />
inmóvil voy hacia ti en el escalón de la espina<br />
en el lento entretejerse de la hierba te leo<br />
te palpo en la semilla y su porosidad<br />
y hablo de ti como de cosa real<br />
como de rasgo o prenda que pudiera describirse<br />
en un secreto baúl de tierra oculto<br />
en un caracol sin alas te transporto<br />
III<br />
toda la noche me paso entre mis huesos cuidándote<br />
toda la noche puliendo tu sombra con un filo de luna<br />
aquí así untada a mi sudor<br />
a mi aliento y mis oquedades<br />
toda la noche cuidándote<br />
toda la noche el abrazo del abismo<br />
tu bellísimo nombre cortando los labios.<br />
IV<br />
Pero quizá tanto no sea más que nada<br />
todo este cariño picado como bote de hojalata<br />
286
a lo mejor es sólo deseo de hacer perdurar la espuma<br />
defender la llamita de nuestra vela de los capotazos<br />
del viento<br />
no sé te lo digo no sé qué creer<br />
a veces<br />
cuando las cosas se hacen color sin contorno<br />
escucho tus carreras en el tejado del insomnio<br />
tus faldas revoloteando en las copas de los árboles<br />
y recuerdo tu risa revuelta de campanas<br />
tu frente perlada de ganas de llegar al mar<br />
(el mar el mar algunos dicen que existe)<br />
y luego tus sacudidas en la cama maldiciendo la media luna<br />
tu fiebre terrible que sólo la mano del sueño<br />
sabía bien aplacar<br />
V<br />
en las horas en que parece que nada se mueve<br />
pero a mí esas máscaras no logran engañarme<br />
en las horas que tienen oídos y respiración como cualquier<br />
hombre<br />
hay un canto combinado de pájaros y grillos<br />
pequeños guijarros de cal y cobre que cantan<br />
sólo puedes escucharlos si estás muy atenta<br />
pero ahí están siempre susurrando<br />
desgajando una brisa de aire en su comedimiento<br />
Susana dicen Susana Susana<br />
así suenan esos élitros y picos<br />
VI<br />
287
hace mucho calor<br />
las nubes han de estar bajas<br />
tú ya has de andar trepada en las ramas de algún árbol<br />
ya has de andar golpeando en alguna ventana<br />
desparramando tus flores sobre la tierra seca<br />
casi adivino tu boca con su miel de encarnaciones<br />
pródiga<br />
tu fino vello de hierba adolescente y frescura de paja<br />
como si estuviéramos otra vez en aquel verano<br />
otra vez cubiertos de aquellas gotas de agua<br />
aquellas palpitaciones<br />
pero son nada más los dedos de la lluvia<br />
sus delgados dedos tamborileando en nuestros cráneos<br />
Poetas de una generación<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Amor de lejos/Fools`Love, 1986<br />
Cómo desnudar a una mujer<br />
con saxofón<br />
No es fácil.<br />
El aire que sale del estómago<br />
debe traer<br />
la sal del mar.<br />
Las yemas de los dedos<br />
deben hablar<br />
de palmeras<br />
de membrana a surco<br />
Rubén Medina (1954)<br />
288
o de soles que trabajan<br />
de noche.<br />
Los sonidos,<br />
agua y metal,<br />
casi vena,<br />
deben confundir<br />
oído y hombro,<br />
y descender las rodillas<br />
con la misma suavidad<br />
de quien maneja<br />
un chevrolet 53<br />
a 30 millas por hora,<br />
en un freeway de Los Ángeles.<br />
Los ojos deben permanecer<br />
cerrados<br />
hasta que la noche<br />
tenga 24 horas,<br />
la semana más de siete días<br />
y no existe la palabra<br />
desempleo.<br />
Y entonces,<br />
abres los ojos,<br />
y quizá<br />
encuentres la sonrisa<br />
de ella.<br />
Pero esto no significa<br />
más que un categórico<br />
289
saludo de hola,<br />
quihúbole,<br />
wat's going on, ese,<br />
porque también<br />
en la plusvalía<br />
hay<br />
pasión.<br />
Poetas de una generación 1950-1959. 1988<br />
Los poetas ya no van a París<br />
¿Qué hace, París, con los poetas<br />
salidos de las colonias<br />
proletarias?<br />
¿Acaso convierte el odio<br />
en el vino viejo<br />
de la aristocracia<br />
o crece el dolor<br />
en los zapatos,<br />
en los bolsillos del pantalón?<br />
¿Aprenden, los poetas, el mercibocu<br />
o trabajan de extras en películas<br />
de ciencia ficción?<br />
¿Una hembra les toma fotos<br />
en las afueras de un mercado?<br />
¿Miran a Vallejo<br />
caminando por el buolevard Raspail<br />
y sus ojos tristes de burro?<br />
Y aquí, mano, es la casa<br />
290
donde Rimbaud y Verlaine<br />
eran dos sillones fosforescentes.<br />
Los poetas ya no van a París.<br />
Andan de hospital en cantina,<br />
de calle en fábrica,<br />
de dancing en oficina,<br />
de amigo a hembra<br />
buscando el Lunes Padre.<br />
Reanudan el día de conejo,<br />
la noche de elefante en descanso.<br />
Abordan autobuses<br />
de todavía anoche<br />
y no hay tiempo para maldecir el hueso,<br />
el hijo, la hija<br />
-¿quién necesita zapatos, azteca boy?<br />
No hay tiempo para los juegos florales<br />
y aquellos sueños de rimbausitos<br />
a los veinte años<br />
y mujeres que han dicho hasta el nombre.<br />
Los poetas ya no van a París.<br />
Andan en el sur<br />
donde la guerra continúa.<br />
Andan en el norte<br />
donde ha empezado la peste.<br />
para José Peguero<br />
Poetas de una generación 1950-1959. 1988<br />
Blanca Luz Pulido<br />
291
BLANCA LUZ PULIDO<br />
NOCHE<br />
LA NOCHE inmemorial, pródiga noche<br />
de los pactos oscuros, innombrables,<br />
de las siniestras, ocultas voluntades<br />
que a la mención del día empalidecen;<br />
la noche feraz, la noche cómplice<br />
que despliega su sombra como un manto<br />
sigiloso y ambiguo, torva noche<br />
agazapada en las márgenes del día<br />
anticipando su reino silencioso:<br />
pero la noche débil, turbia espera,<br />
aire que corre en el país de nadie,<br />
tierra del eco, junta de fantasmas:<br />
cántaro negro que en la luz se rompe.<br />
ES EL tiempo sin <strong>voz</strong> que en sí florece,<br />
un silencio de muros vegetales,<br />
una sed que en su incendio se consume;<br />
es la sangre precisa y concentrada<br />
de la llama voraz de la granada.<br />
Del libro Raíz de Sombras.<br />
PAISAJE<br />
ACARICIANDO lenta su reposo,<br />
la mirada se abre en el paisaje<br />
creado por la suma de los tonosque<br />
se miran y no se reconocen.<br />
Recoge el espesor de cada nube<br />
292
y la frágil sombra<br />
levemente instalada por su paso.<br />
Serena y suspendida,<br />
la luz va convocando lo que toca.<br />
Las piedras incontadas<br />
los árboles sin dueño<br />
la tierra desnuda y sin noticia<br />
de su nombre y los días<br />
que recorren el paisaje<br />
infinito, invisible, imaginario.<br />
Inhabitado y sin <strong>voz</strong><br />
desaparece cuando se lo olvida<br />
y todos sus tonos se entregan a la noche.<br />
Del libro Raíz de Sombras.<br />
PRESAGIO<br />
NADA en el mundo te alcanza todavía:<br />
son tus labios de sombra,<br />
y tu <strong>voz</strong> un fantasma.<br />
Has surgido a la luz para mis ojos,<br />
y te aumenta mi sangre,<br />
y te encumbran mis venas.<br />
Ya sin saberlo te acercas a tu forma,<br />
y encenderás la llama<br />
en la incesante noche que te espera.<br />
Y sin saberlo escribirás tu nombre,<br />
tu no nacido nombre, entre mis labios.<br />
Del libro Raíz de Sombras.<br />
293
JOSE MARIA ESPINASA<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Son de cartón, 1979; Cronologías, 1980; Aprendizaje, 1981;<br />
Triga (colectivo), 1982; Cuerpos, 1988.<br />
JOSE MARIA ESPINASA<br />
DIBUJO DE UNA CARICIA<br />
RASPA CON las uñas la pared,<br />
araña en el aire una ausencia.<br />
En los dedos quedan huellas<br />
de ese gesto inútil en el muro,<br />
cicatrices en la piel son testimonio<br />
de una ausencia más cruel<br />
y de un silencio que se vuelve distancia.<br />
El hueso y la sangre enamoran<br />
y la carne -oscura alcahueta-<br />
nos va dejando sin su ausencia.<br />
Huella de huellas sigilosas:<br />
se mueve mi cuerpo por el cauce<br />
que al moverse su cuerpo me regala,<br />
me rehúye sin saberlo y me enamora<br />
y en su silencio se rompe mi silencio.<br />
Me enamoro<br />
de su cuerpo y sus ojos y su pelo,<br />
busco en el muro dibujar su mano<br />
y que con un soplo acuda a mi llamado.<br />
Piélago, 1990<br />
Francisco Segovia (1958)<br />
294
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Dos extremos, 1978; Alquimia de la luz, 1979; El error, 1981.<br />
SE ME HACE<br />
SE ME HACE un gentío la garganta<br />
y en las venas se me embalsama un ruido<br />
(el llanto y su mortaja de gangrena<br />
disecando, mortificando sangre<br />
No me quiebra la tristeza<br />
Es su ruido el que me quiebra<br />
el que me abre por la fuerza los dos puños<br />
Es su ruido el que me asienta<br />
(en el sólido tumulto de mi carne)<br />
sobre esta silla del mal endurecido<br />
(Sentado<br />
sobre la silla viva<br />
a punto de implorar de miedo<br />
y tremendamente culpable)<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
HOY TENGO...<br />
HOY TENGO una vena en cada brazo<br />
una vena de sangre fuerte<br />
de vicio intestino<br />
y me circula en cada brazo<br />
este ardor de ganas<br />
este límite<br />
Hoy tengo bien hallado el tope<br />
la lámina atroz del insensible<br />
295
el cristal<br />
en el que me rebasa el mundo<br />
el espacio sólido<br />
esta prisión de tiempo<br />
Y me vuelve a arder por dentro la potencia<br />
y me quedo truncándome en los brazos<br />
como si se me quedara<br />
en las venas<br />
la sangre abierta:<br />
sumando que en la esperanza toda<br />
no alcanza a ver la suma<br />
Hoy no puedo con mis brazos<br />
No puedo con el sobresalto de mi cuerpo<br />
Hoy no encuentro mis dedos en las manos<br />
ni sé decir: mi estómago es mi tierra...<br />
Está tan harto de mí el planeta<br />
y en él<br />
tan de mala gana crece todo...<br />
Tanto me delata el sostén del mundo<br />
y tanto me mueve la voluntad de la materia...<br />
Hoy estoy fundido al odio de las cosas<br />
y me posee tan de frente su rencor...<br />
Hoy no puedo de perfil...:<br />
Desde el mundo<br />
Todo me ha gritado<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
TU ERES...<br />
296
TU ERES mi verga<br />
el cobre ardiente la efigie en llamas<br />
ensoberbecida y ebria<br />
todo aquello que de mí se levanta<br />
Eres tú el golpe de la sangre<br />
el tajo de la carne el sesgo<br />
el andar apilado<br />
ciego<br />
apretado<br />
rompiendo...<br />
Tú eres la rompiente<br />
la marejada verde y sus vegetales<br />
Penétrame tú<br />
que sepa yo lo que me guardas<br />
al fondo de mí mismo<br />
lo que me tienes desde siempre reservado<br />
Préñame tú de nuestras carnes<br />
y que sepa yo de ti mujer<br />
con la torpeza ciega de mi músculo.<br />
La sirena en el espejo, 1990<br />
EL SANTO<br />
Metidos como estamos en el mismísimo,<br />
oscuro, pero art nouvveau<br />
callejón de los madrazos,<br />
con la capa raída<br />
y las botas puestas,<br />
César Benitez (1958)<br />
297
con la máscara secándose<br />
en la luna al revés<br />
y los malditos:<br />
calvos,<br />
hirsutos,<br />
imbéciles y<br />
otras reticencias,<br />
se pudre como el lodo<br />
tu cuerpo, obeso ya,<br />
en el muro íntimo<br />
de nuestros fetiches.<br />
Yo te hacía aún<br />
"persiguiendo a los malvados"<br />
cachondeándote a la muchacha<br />
en turno, con esa torpeza connatural<br />
a nosotros: los héroes.<br />
Yo te hacía venteando<br />
los enseres de otra hazaña<br />
que pidiera paz al uni<strong>verso</strong><br />
inexistente, en el que ubicas<br />
las frustaciones de una vida<br />
que no da para más,<br />
porque se ha agotado,<br />
porque se ha perdido,<br />
porque ya sin por qués<br />
y sin identidad ni nada,<br />
pues vale gorro no hacerse<br />
298
una ilusión para el pasado<br />
que nos aguardara<br />
sentados en la butaca,<br />
donde la matiné<br />
es el campo de batalla,<br />
el coliseo romántico<br />
de nuestra infancia.<br />
Es más,<br />
yo te hacía trasegando<br />
la noche con golpes duros<br />
y salados<br />
(la mar encinta pariendo<br />
entre borbotones de sangre),<br />
en un auto que no es tuyo,<br />
en casa sin puertas ni ventanas,<br />
en un castillo con almenas de cartón,<br />
en una cueva sembrada de oscuridades<br />
donde sólo florece tu miedo, tan nuestro,<br />
en una carretera que lleva a ningún lado<br />
(terminal de enmascarados y poetas)<br />
en un interminable puente<br />
hacia el abismo de la aurora<br />
pero no...<br />
el ring está vacío<br />
y la buenas butacas desiertas,<br />
ni siquiera el eco,<br />
el murmullo<br />
299
que se queda a dormir<br />
entre las sábanas quietas<br />
de la ausencia te reconoce<br />
¡SANTO¡, ¡SANTO¡, ¡SANTO¡<br />
...sólo el silencio incesante<br />
como una sombra,<br />
como tu sombra,<br />
busca un rostro envejecido<br />
en el mismo espejo<br />
en que miraste un día<br />
tu arribo triunfante<br />
¡oh gladiador terrible y lacerado¡<br />
¡oh tritón de barrio bajo¡<br />
oh encordado sudoroso donde<br />
la muerte invicta te recoje¡<br />
y no halla más cosa que una<br />
máscara enjuta y apagada<br />
y sólo eso,<br />
solamente eso.<br />
Una ciudad sin "Santo" que la acoja,<br />
un muladar de meretrices ahogadas<br />
en la tristeza de su vientre corroído<br />
por el desahucio de las horas de plástico<br />
y la entraña,<br />
y la entraña ácida de sus calles<br />
donde el humo y la basura nos dan<br />
los buenos días destos malos días<br />
300
de no vivir con alas<br />
¡oh mariposas¡<br />
mendigas malolientes,<br />
vampiras locas sin más sangre<br />
que esta colmena de oscuridades,<br />
miel nocturna en tres caídas<br />
sin límite de tiempo,<br />
esperando el camión<br />
mientras lees a Nervo o a Martí<br />
y la oquedad<br />
(hoja verde que a su cuerpo de árbol<br />
pone un beso y la mano ahí... ay loba).<br />
Dónde pues el encordado de los años te somete<br />
tú: fazargentino sexagenario,<br />
"Hércules" de a tostón<br />
y va de nuevo:<br />
Dónde tus patadas voladoras,<br />
tus tijeras al aire, tus llaves ensayadas,<br />
de engañoso ropaje, pues ya qué)<br />
el caballo de hierro: (Troya de la Arena México)<br />
la rana, la estrella, la quebradora, la muerte<br />
¡loootería¡<br />
y va de nuevo:<br />
Dónde tu capa se atora, flamígero,<br />
tus botas desgastadas, tus pantalones de lentejuelas,<br />
tu escafandra de plata y tu reloj, chingao,<br />
largo alcance, pantalla integrada, alarma y despertador,<br />
301
pura tecnología mexicana de los sueños,<br />
y entonces:<br />
Dónde el roce suave de los labios<br />
de cristal bajo cabellera de oro,<br />
el cuerpo erguido entre los senos<br />
de la doncella exacta porque<br />
a la hora de la hora pues<br />
amén,<br />
las manos desde allá hasta lontananza,<br />
acariciando el tul brillosos de sus<br />
anchuras, angosturas, recodos y volúmenes<br />
en el deshielo de la historia,<br />
en el eclipse de la escena y la palabra<br />
FIN<br />
yaa<br />
ni que lubricaras el agua de limón,<br />
ni que no fueras un obsceno<br />
con esa vestimenta de marqués<br />
sádico y voyerista,<br />
como si no fuera tu capa<br />
el colchón, la sábana y la estopa<br />
de tus orgías reprimidas,<br />
macho cabrío, Apolo abuelo,<br />
ni que el "blue demon"<br />
te atrinchilara bajo el ring.<br />
Todo eso qué se hizo,<br />
es decir, tu disfraz o segunda piel,<br />
302
y tus historias,<br />
los otros atlantes en calzoncillos:<br />
el Cavernario, el Tarzán,<br />
La Tonina, el Solitario,<br />
el Rayo de Jalisco, el rudo,<br />
el técnico, el chango, el patán,<br />
que se hizo todo eso,<br />
ceniza, moho, polvo,<br />
vive nada más en el celuloide<br />
que se deshace entre las manos<br />
del cácaro dormido: órale, órale,<br />
pura madre tu muerte, pues qué.<br />
Esa es tu historia,<br />
la misma que sobre otros te contaron,<br />
la que otros contarán sobre nosotros,<br />
y diariamente,<br />
frente al espejo,<br />
ceñimos sobre nuestro rostro inexistente<br />
la misma máscara,<br />
y salimos a liarnos con media humanidad<br />
por el pan duro y los frijoles.<br />
No sabes, mi buen santo,<br />
cuántas veces hemos desatado del ropero<br />
la capa y las botas de segunda mano,<br />
y en la oscuridad del cuarto<br />
luchamos también contra nosotros mismos,<br />
y salimos volando deste cuadrilátero de las horas.<br />
303
Cuántas noches como ésta<br />
hemos salido tras la aventura<br />
que no va a ser filmada nunca,<br />
para arrebatarle una esperanza incauta<br />
a las esquinas<br />
y regresamos,<br />
ahítos,<br />
al mismo espacio encadenados,<br />
para llorar nuestra obesidad,<br />
y nuestro olvido<br />
y a desliar de nuevo<br />
las agujetas y los cordones<br />
de la infinita historia<br />
que nos sorprende<br />
como a ti:<br />
con la máscara<br />
puesta en otra muerte<br />
Bibliografía poética:<br />
Poetas de una generación 1950-1959 (antología), 1988<br />
Fuera del calabozo (colectivo), 1983; Tres de nosotros (colectivo), 1985.<br />
BIBLIOGRAFIA POETICA:<br />
Sergio Cordero (1961)<br />
Testimonio del día, 1983; Vivir al margen, 1987.<br />
DESEO DE RAICES<br />
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo<br />
RUBEN DARIO<br />
ESTA MAÑANA algo se detuvo<br />
304
y muy a pesar mío<br />
espero en un sillón,<br />
deseoso de raíces.<br />
Quiero sentirme árbol<br />
no para dormir<br />
ni para morir menos<br />
-bastaría con echar a la basura<br />
mi endeble filosofía de la vida-;<br />
simplemente<br />
me duele la cabeza.<br />
A los árboles nunca<br />
les duele la cabeza,<br />
nada saben<br />
de mis antesalas<br />
en sillones cafés imitación cuero<br />
mientras contemplo la miseria azul<br />
de mis zapatos tenis.<br />
Algún día<br />
-sin embargo-<br />
consumiré el pasillo.<br />
Más vale no correr sobre su banda<br />
sin fin. (Por un tropiezo,<br />
el que tenía bajarse de la cama<br />
saltó del piso diecinueve.)<br />
Dejará de dolerme la cabeza<br />
y volveré a sentir calor o frío<br />
pero emociones no.<br />
305
Terminará esta envidia de raíces<br />
donde el árbol espera para darse<br />
y yo para pedir.<br />
Vivir al margen, 1987<br />
BITACORA DEL REGRESO<br />
¿no es el acto que apresa la ironía<br />
obstinado creador de mis recuerdos?<br />
1<br />
¿dónde están las paredes que viví?<br />
remuevo el barro fresco<br />
de las casas antiguas<br />
y descubro<br />
los rasgos de mi padre<br />
2<br />
porque hay días que no puedo perder<br />
en esta ciudad ciega<br />
yo la amo<br />
aquí la luz se da como los frutos<br />
es un sitio cuidado desde el simple poder<br />
de una mirada<br />
mordiéndose los labios<br />
3<br />
pon las manos en la noche más alta de tu pecho<br />
asómate al abismo<br />
la pregunta<br />
confiesa tu rencor por esta tierra<br />
deseas que vaya al sitio donde el sol<br />
306
ha secado mis pasos<br />
y por eso al tocarte<br />
me acaricio<br />
Vivir al margen, 1987<br />
LA BICICLETA<br />
A Minerva Villarreal<br />
LA BICICLETA<br />
lanza su sombra al pavimento<br />
-interminable cinta-<br />
como sólo ella sabe.<br />
La sombra crece, se estira allá, muy lejos,<br />
y alcanza la otra orilla;<br />
luego viene y me cuenta<br />
o, si no,<br />
desaparece, se pierde en un suspiro<br />
y otra surge despacio<br />
para cubrir la ausencia<br />
de la sombra que somos mi bicicleta y yo.<br />
Continúo pedaleando,<br />
ruedo vertiginoso,<br />
me trago el pavimento de esta noche;<br />
luego miro el reloj: la una quince.<br />
Me hundo lentamente por el paso<br />
a desnivel, desaparezco apenas,<br />
pero vuelvo a surgir del lado opuesto<br />
como si así espantara a una parvada<br />
de pájaros chillones<br />
307
y el mar, atrás, me fuera persiguiendo.<br />
Finalmente, cansado, adolorido,<br />
me detengo a las puertas de la casa.<br />
Dejo la bicicleta en la cochera;<br />
reclino sus manubrios pensativos<br />
-el niquelado brillo de su acero-<br />
y mi propio cansancio<br />
de cara a la pared.<br />
Vivir al margen, 1987<br />
308