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como quiera el amo. Y aquella justa
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Me dejaba a la puerta de la escuela
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--¡Qué los maten a todos, y que D
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Notas. Claves. Silencios. Alteracio
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¡Noche de la implacable poesía! P
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a mirar como niños maliciosos la t
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No me hallará en la altiplanicie d
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y otra vez terrenal y nuevo paraís
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Hoy suenan sus palabras más helada
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Los huelguistas se arrojan pedradas
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y un viento de ceniza me arrebata t
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volvemos a la tierra, a vivir otra
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cuando yo te adoraba sin que tú lo
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El indio grave que a brazadas llega
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Con las plumas del vuelo del venado
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Del sonido a la piedra y de la voz
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de la tones y níqueles, musical, p
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este cuerpo sin voz ya no es la vid
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de la noche que arrastra fuego frí
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Mi vegetal instinto, mis árboles d
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y se posó a mi lado, entonces quiz
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es como el nacimiento de sollozos q
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que detrás de la carne presiona co
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para cavar, para acabar los muros q
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I Antes de haber nacido, cuando ape
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Se alegra el mar. Siete varas de na
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que arrancan de minúsculos canales
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delante de él en todo tiempo. Prov
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que se agobia de cándidas prisione
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es un estéril repetirse inédito,
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y saca de ellos cintas de sorpresas
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como a un copo de cera sudorosa, y
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única en El, inmaculada, sola en E
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ay, de esmeraldas. El tesón de la
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para mirar el ojo que la mira. En e
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constelada de epítetos esdrújulos
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la forma da en el gozo de la llaga
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los himnos claros y los roncos tren
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que su hermoso lenguaje se le agost
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que se pierde en las nubes, persigu
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se entrega a la delicia de su muert
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ay, esta muerte insultante, procaz,
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Pero amar es también cerrar los oj
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y recordar tu voz cuando te marchas
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porque en estos momentos hay trenes
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Pero este cuerpo tuyo es un dios ex
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mi sombra junto a tu luz y bajo neg
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y luego hacía guardia en la puerta
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enacía la lluvia y la puerta que e
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de las horas futuras que nunca te h
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y de ella enamorada que rehace el s
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lo mismo que del yugo de su paso. O
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e intacto, como cuando se evapora,
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y que no se renueve. Aun el llanto
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Oh, eternidad, la muerte es la medi
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NO ME pidas, Amiga, madrigales; la
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1 Aquel rostro, aquel libro, aquel
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de mis ojos. El trópico en mis hue
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y las felicidades inminentes entre
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alta como el otoño caminaba envuel
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y silenciosamente desemboca en otro
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caer la tarde desde el arrecife? ¿
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en las espaldas del esclavo, el mun
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la mandíbula rota entre las manos
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tu silencio dé paz al pensamiento
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Ah la muchacha ebria, la muchacha d
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la ruta del temor que disminuye y d
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Imágenes, 1953 PARA LOS QUE LLEGAN
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amores; los cuatro besos y las cuat
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que no te quite el manto de la perf
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algún recuerdo ya cadáver; tiempo
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el odiado amor, la carne triste? La
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la muerte en celo me haya descubier
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anuncio y profecía. Lento desde ha
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las venas del cuello se les hinchan
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Tú eres el tronco invulnerable y n
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de la sal más entera de la sangre,
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El Señor Cáncer, El Señor Pendej
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madre tierra, madre, vagina del fr
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Mi mamá, Juan y Jorge te estamos e
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Saca tu corazón igual que un río,
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ahora? ¿Podrás oírnos? ¿Podrás
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II Mientras los niños crecen y las
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III Sigue el mundo su paso, rueda e
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herida de tu muerte y de tu vida. E
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abren la escena iv que contiene la
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como antes fueron capturados en la
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sean glorificados mis instintos que
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Necio. El polvo de la persiana cae
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ando buscando a un pueblo. Habla. E
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perpendicular en el ombligo. Sin em
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haces señas obscenas y la movilida
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Un papalote planea tranquilo y soli
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sueños de alberca. Lenta sucesión
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... A veces es una araña la palabr
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DAVID HUERTA DECLARACIONES ¿En qu
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manos, esta punta de murmullo -escu
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quiero ser otro pero no Campos ¿Pa
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pasan por mi vista Me he mirado en
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el uniforme de los policías los pa
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Acida lluvia en turbios latigazos d
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Lejos al fin, ventruda, plumero, bu
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como la luz que se presiente adentr
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has templado mi carne en tu diafani
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BIBLIOGRAFIA POETICA: Peces de la p
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Cuando la noche escurre, su cuerpo
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cuando arrojo palabras, muchas pala
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se queman sin camisa y siempre nunc
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sólo con mirarlas. Qué nadie olvi
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aquella en la que nombre y tiempo s
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y no sé si al clavarme los dientes
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en lo que nada más puedo tocar por
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El pobrecito señor X. La oruga, 19
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tiene más vida, más alegría, son
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a lo mejor es sólo deseo de hacer
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o de soles que trabajan de noche. L
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donde Rimbaud y Verlaine eran dos s
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y la frágil sombra levemente insta
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BIBLIOGRAFIA POETICA: Dos extremos,
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TU ERES mi verga el cobre ardiente
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una ilusión para el pasado que nos
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de no vivir con alas ¡oh mariposas
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y tus historias, los otros atlantes
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y muy a pesar mío espero en un sil
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ha secado mis pasos y por eso al to