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<strong>Por</strong> <strong>eso</strong> <strong>sé</strong> <strong>de</strong> <strong>amor</strong> \ 13<br />
alta exigencia formal y lírica. Es también un libro, permítanme <strong>de</strong>cirlo, lleno <strong>de</strong><br />
un <strong>amor</strong> casi tan franciscano por las cosas <strong>de</strong> todos que incluye en su inventario<br />
hasta el <strong>de</strong>s<strong>amor</strong>, hasta los goles <strong>de</strong> su equipo, hasta los escolapios, hasta la<br />
<strong>de</strong>mocracia. Amor por los calendarios, por los an<strong>de</strong>nes, por los padres, por los hijos<br />
(sobre todo si son <strong>de</strong> vecino), por las ciuda<strong>de</strong>s, por los amigos, por las <strong>de</strong>rrotas,<br />
por la angustia, por la esperanza, por Almu<strong>de</strong>na, por Almu<strong>de</strong>na, por Almu<strong>de</strong>na. Y<br />
todo contado, quiero <strong>de</strong>cir cantado, con el primor y el mimo <strong>de</strong> esa voz tan suya y<br />
tan limpia que le sube las persianas a la memoria y disfruta colocando en el altar<br />
mayor <strong>de</strong> la poesía unos viejos calcetines o unas gafas con los cristales rotos o el<br />
asiento roído <strong>de</strong> un taxi.<br />
¿Vista cansada? Ojo <strong>de</strong> lince diría yo. Pupila solidaria y encendida. Voz que llama<br />
a las cosas por su nombre más nuestro. Este libro es el mejor <strong>de</strong> García Montero,<br />
como todos los anteriores, porque su verso crece y crece sin oxidarse nunca. Qué<br />
orgullosos estamos <strong>de</strong> abrazarlo y <strong>de</strong> leerlo los que nos quedamos tan cortos<br />
esperando tantísimo <strong>de</strong> él. Lo ha clavado el lápiz sin botox <strong>de</strong> Juan Vida, en el<br />
retrato que se publica en el libro, con su cara <strong>de</strong> sabio adolescente renacentista y<br />
esa mirada entre certera y compasiva que se queda agarrada al corazón. Bendito<br />
sea porque si, como él dice, los años hablan mucho y mienten más que hablan, y si<br />
(como dice también, en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> Rafael Alberti) los que han amado mucho no<br />
<strong>de</strong>smienten su <strong>amor</strong> con una mala boda, es urgente volver a pasear por nuestra<br />
infancia a través <strong>de</strong> su infancia, por nuestros primeros versos a través <strong>de</strong> sus<br />
versos, por nuestro primer <strong>amor</strong> a través <strong>de</strong> sus <strong>amor</strong>es, por los <strong>de</strong>sengaños, por<br />
las maldiciones, por las esquinas y las lluvias y las noches imposibles que tuvo mi<br />
Granada, su Granada.<br />
Cómo no voy a quererlo si me sacó <strong>de</strong> una nube negrísima con el viejo paraguas<br />
cómplice <strong>de</strong> la amistad y la poesía. Los bares son la patria <strong>de</strong>l que ha sido muy<br />
joven, dicen también en otro verso que <strong>de</strong>biera ser mío. Le ha tocado arrastrar<br />
a Luis, a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong> hotel en hotel, <strong>de</strong> estación en estación, <strong>de</strong> antología en<br />
antología, la pesada maleta <strong>de</strong> ser cabeza y referente poético y generacional,<br />
<strong>eso</strong> que llaman crear escuela. Me refiero a la nueva sentimentalidad, la poesía<br />
<strong>de</strong> la experiencia y ese catálogo <strong>de</strong> etiquetas que entusiasman o enfurecen<br />
a los críticos y avinagran la vida a los postergados en el escalafón. Y lleva<br />
ese equipaje, doy fe, con una elegancia muy suya, nunca <strong>de</strong>sprovista <strong>de</strong> una<br />
imprescindible, piadosa y saludable dosis <strong>de</strong> sorna. Él se lo ha buscado y al que<br />
no le guste que se joda. Como anda ya por los cuarenta y diez, y ahora, como<br />
dicen que <strong>de</strong>cía Francisco Ayala con razón, casi todo el mundo vive ciento<br />
quince o ciento veinte años, emociona pensar a la vera <strong>de</strong> mis cuarenta y<br />
dieci<strong>de</strong>masiados lo que po<strong>de</strong>mos esperar en el futuro <strong>de</strong> esa pluma, con perdón,<br />
lo que le queda por <strong>de</strong>cirnos todavía. Que uste<strong>de</strong>s y yo lo veamos.