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SOCIALISMO, CÁLCULO ECONÓMICO Y FUNCIÓN EMPRESARIAL

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EL <strong>SOCIALISMO</strong> <strong>SOCIALISMO</strong>, <strong>CÁLCULO</strong> <strong>ECONÓMICO</strong> Y <strong>FUNCIÓN</strong> <strong>EMPRESARIAL</strong><br />

Pues bien, el socialismo es un error intelectual porque no es teóricamente<br />

posible que el órgano encargado de ejercer la agresión institucional<br />

disponga de la información suficiente como para dar un<br />

contenido coordinador a sus mandatos. Este sencillo argumento, en<br />

Nivel «superior»<br />

(agresor institucional)<br />

Nivel «inferior»<br />

(Sociedad)<br />

Órgano Central de Coacción<br />

(Órgano Director del que emanan<br />

MANDATOS<br />

coactivos)<br />

Parcela concreta de la Sociedad sobre la que se ejerce la coacción institucional<br />

Figura III-2<br />

ley establece un marco dentro del cual es posible que cada actor cree y descubra<br />

nuevo conocimiento, y que pueda aprovecharse del mismo persiguiendo sus fines<br />

particulares en cooperación con los demás, y todo ello con independencia de<br />

cuáles sean dichos fines, siempre y cuando se cumpla la ley. Además, las leyes, a<br />

diferencia de los mandatos, no son creaciones deliberadas de la mente humana,<br />

sino que más bien tienen un origen consuetudinario, es decir, son instituciones<br />

que han ido formándose a lo largo de un período muy dilatado de tiempo como<br />

consecuencia de la participación de muchos individuos, cada uno de los cuales,<br />

mediante su comportamiento, ha ido incorporando a las mismas su pequeño acervo<br />

de experiencia e información. Esta clara distinción entre ley y mandato, en muchas<br />

ocasiones pasa desapercibida para la mayoría de las personas, como consecuencia<br />

de la evolución de la legislación estatal que, en su mayor parte, está constituida<br />

casi exclusivamente por mandatos que son promulgados con forma de ley.<br />

Ver F.A. Hayek, Los Fundamentos de la Libertad, obra citada, Capítulo X, pp. 197<br />

a 214. En el cuadro n.º III-1 de este capítulo p. 132-133 detallamos de forma resumida<br />

de qué manera el socialismo corrompe la ley y la justicia, sustituyéndolas<br />

por la arbitraria imposición de mandatos.<br />

el que vamos a ir profundizando con cierto detalle, puede desarrollarse<br />

desde dos puntos de vista distintos pero complementarios: primeramente,<br />

desde el punto de vista del conjunto de los seres humanos<br />

que constituyen la sociedad y que se ven coaccionados; en segundo<br />

lugar, desde la óptica de la organización coactiva que ejerce la agresión<br />

de forma sistemática. A continuación analizaremos por separado<br />

el problema que plantea el socialismo desde cada uno de estos puntos<br />

de vista.<br />

3. LA IMPOSIBILIDAD DEL <strong>SOCIALISMO</strong> DESDE LA ÓPTICA DE LA SOCIEDAD<br />

El argumento «estático»<br />

Primeramente, desde el punto de vista de los seres humanos que<br />

interactúan entre sí constituyendo la sociedad (el denominado nivel<br />

«inferior» en la Figura III-2), es preciso recordar que cada uno de ellos<br />

posee con carácter privativo una información práctica y dispersa que<br />

en su mayor parte es de naturaleza tácita y por tanto no articulable. Esto<br />

hace que sea lógicamente imposible concebir su posible transmisión al<br />

órgano director (el que llamamos nivel «superior» en la Figura III-2). En<br />

efecto, no se trata tan sólo de que el volumen agregado de información<br />

práctica sentida y manejada de forma dispersa por todos los seres<br />

humanos a nivel individual sea de tal magnitud que no quepa concebir<br />

su consciente adquisición por parte del órgano director, sino que,<br />

sobre todo, tal volumen se encuentra disperso en la mente de todos<br />

los hombres en forma de conocimiento tácito no articulable, por lo que<br />

no puede ser expresado de una manera formal ni explícitamente transmitido<br />

a ningún centro director.<br />

Ya vimos en el capítulo anterior que la información relevante para<br />

la vida social se crea y transmite de una forma implícita, descentralizada<br />

y dispersa, es decir, no consciente ni deliberada, de manera que los<br />

diferentes agentes sociales aprenden a disciplinar su comportamiento<br />

en función del prójimo, pero sin darse cuenta explícitamente de que<br />

están siendo protagonistas de dicho proceso de aprendizaje ni de que,<br />

por tanto, están adaptando su comportamiento al de los otros seres<br />

humanos: simplemente son conscientes de que están actuando, es decir,<br />

tratando de conseguir sus particulares fines utilizando para ello los<br />

medios que creen tener a su alcance. Por tanto, el conocimiento del que<br />

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