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SOCIALISMO, CÁLCULO ECONÓMICO Y FUNCIÓN EMPRESARIAL

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EL <strong>SOCIALISMO</strong> <strong>SOCIALISMO</strong>, <strong>CÁLCULO</strong> <strong>ECONÓMICO</strong> Y <strong>FUNCIÓN</strong> <strong>EMPRESARIAL</strong><br />

director una información que en cada momento le es imprescindible<br />

para coordinar la sociedad, pero que ni siquiera ha sido todavía creada<br />

por el propio proceso empresarial, ni jamás podrá generarse si tal proceso<br />

se ve institucionalmente coaccionado.<br />

Así, por ejemplo, cuando amanece el día con visos de llover o cualquier<br />

otra serie de circunstancias de tipo meteorológico, el agricultor<br />

se da cuenta de que, como consecuencia de tal cambio en la situación,<br />

debe modificar su plan en cuanto a las diferentes labores del campo<br />

que conviene realizar durante ese día; y ello, sin que él sea capaz de<br />

articular formalmente las razones por las que toma dicha decisión. No<br />

es posible, por tanto, transferir esa información, que es resultado de<br />

muchos años de experiencia y de trabajos realizados en el campo, a<br />

un hipotético órgano director (digamos, por ejemplo, a un Ministerio<br />

de Agricultura en la capital) quedando a la espera de recibir instrucciones.<br />

Lo mismo puede decirse de cualquier otra persona que ejerza en<br />

un determinado entorno la función empresarial, sea para decidir si invierte<br />

o no en una determinada empresa o sector, si va a comprar o<br />

vender determinados títulos o acciones, si se decide o no a contratar a<br />

determinadas personas para que colaboren con su trabajo, etc., etc.<br />

Podemos, por tanto, considerar que la información práctica se encuentra<br />

no sólo, como si dijéramos, encapsulada, en el sentido de que no es<br />

accesible al órgano superior que ejerce la agresión institucional, sino<br />

que, además de estar encapsulada, continuamente está modificándose<br />

y generándose de forma nueva, conforme paso a paso se va creando<br />

el futuro por los actores.<br />

Por último, recordemos que, en la medida en que la coacción socialista<br />

se ejerza de forma más continuada y efectiva, imposibilitará la<br />

libre persecución de fines individuales, por lo que éstos no actuarán<br />

como incentivo y no podrá descubrirse o generarse empresarialmente<br />

la información práctica necesaria para coordinar la sociedad. El órgano<br />

director se encuentra, por tanto, ante un dilema inerradicable, pues<br />

necesita absolutamente la información que va generando el proceso<br />

social, información que en ningún caso puede lograr, pues si interviene<br />

coactivamente en tal proceso, destruye su capacidad creadora de<br />

información, y si no interviene, tampoco obtiene información alguna.<br />

En suma, podemos concluir que, desde la óptica del proceso social,<br />

el socialismo es un error intelectual, pues no cabe concebir que el<br />

órgano director encargado de intervenir mediante mandatos pueda<br />

hacerse con la información que es necesaria para coordinar la sociedad,<br />

y ello por los siguientes motivos: primero, por razones de volumen<br />

(es imposible que el órgano de intervención asimile conscientemente<br />

el enorme volumen de información práctica diseminada en las<br />

mentes de los seres humanos); segundo, dado el carácter esencialmente<br />

intransferible al órgano central de la información que se necesita (por<br />

su naturaleza tácita no articulable); tercero, porque, además, no puede<br />

transmitirse la información que aún no se haya descubierto o creado<br />

por los actores y que sólo surge como resultado del libre proceso de<br />

ejercicio de la función empresarial; y cuarto, porque el ejercicio de la<br />

coacción impide que el proceso empresarial descubra y cree la información<br />

necesaria para coordinar la sociedad.<br />

4. IMPOSIBILIDAD DEL <strong>SOCIALISMO</strong> DESDE EL PUNTO DE VISTA<br />

DEL ÓRGANO DIRECTOR<br />

En segundo lugar, y ahora desde la óptica del que hemos denominado<br />

en nuestras figuras nivel «superior», es decir, desde el punto de<br />

vista de aquella persona o grupo de personas, más o menos organizadas,<br />

que de forma sistemática e institucional ejercen la agresión contra<br />

el libre ejercicio de la función empresarial, cabe hacer una serie de<br />

consideraciones que confirman, aún más si cabe, la conclusión de que<br />

el socialismo no es sino un error intelectual.<br />

Partiremos admitiendo a efectos dialécticos, y siguiendo a Mises, 8 que<br />

el órgano director (no importa si se trata de un dictador o caudillo, de<br />

una élite, de un grupo de científicos o intelectuales, de un departamento<br />

ministerial, de un conjunto de diputados elegidos democráticamente<br />

por el «pueblo», o, en suma, de cualquier combinación, más o menos<br />

compleja, de todos o algunos de estos elementos) está dotado de la<br />

máxima capacidad técnica e intelectual, experiencia y sabiduría, así<br />

como de las mejores intenciones, que humanamente quepa concebir<br />

(sin embargo, en seguida veremos cómo estas hipótesis no se dan en<br />

la realidad y por qué motivo). Pero lo que no cabe admitir es que el<br />

8 Ludwig von Mises, Human Action, cit., p. 696.<br />

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