barriadas y ciudad. critica de la razon urbana - Universidad ...

Jornada académica internacional, Escuela del Hábitat 30 años
Escuela del Hábitat – Cehap
Maestría en Hábitat - Facultad de Arquitectura
Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín
Octubre 1, 2 y 3 de 2012
Wiley Ludeña Urquizo
PONENCIA
BARRIADAS Y CIUDAD. CRITICA DE LA RAZON URBANA
La actual 13ava Bienal de Arquitectura de Venecia ha premiado con el León de Oro al
proyecto Torre David/Gran Horizonte presentado por el colectivo venezolano Urban-Think
Tank. Se trata de una instalación que retrata y evoca una insólita barriada vertical de 45
pisos: un ex edificio de lujo construido a principios de los noventa en los tiempos de la
bonanza petrolera venezolana. Tras la muerte de su promotor y el colapso de la economía
el edificio fue ocupado o invadido por casi 750 familias. El resultado: una barriada vertical
sin ascensor con viviendas, bodegas, iglesias y otras instalaciones colectivas.
¿Qué extraño que esta “favela vertical”, tal como se le conoce en los pasillos de la Bienal,
alcanza dicho reconocimiento en medio de un panorama europeo social y económico
sombrío?
Tras la resaca de todas las dosis de sobremodernidad o sobreposmodernidad, estirando los
enunciados de Marc Auge, el mensaje de Venecia tal vez sea la constatación de una cultura
que en medio de su inagotable creatividad y cultura innovativa, lo único que aspira es
resolver la ecuación entre comunitarismo individualista revestido de sostenibilidad y
ecologismo fácil. Todo esto con pose contracultural fashion y cool.
En sentido contrario, hace casi medio siglo un grupo variopinto de intelectuales,
arquitectos y activistas jóvenes europeos y americanos, todos militantes por el cambio
social, opositores a la guerra de Vietnam o medio hippies buscando la felicidad con los
Beatles o Woodstock, también se encontraron con la barriada latinoamericana como una
fuente de referencia.
Entonces, la barriada, con todos sus buenos y malos olores, se transformaría —no sólo para
la investigación peruana, sino también internacional— casi en un objeto de culto o
experiencia emblemática para quienes como John Turner, Christopher Alexander o hasta
Charles Jencks y muchos otros, se encontraban a la búsqueda de formas alternativas de
hacer ciudad (contraculturales, comunitarias, libertarias, espontáneas, etcétera) como
respuesta a la crisis del movimiento moderno y los movimientos alternativos que buscaban
libertad, mixturación, situacionismo performático urbano.
Las barriadas de Lima eran el paraíso de experimentación. Informes completos de
Architecture d'aujourd'hui, Progressive Architecture o Architectural Design y otros
medios profesionales del mundo se dedicaron a reseñar la experiencia de la omnipresente
barriada limeña. Había surgido —como referente urbanístico— una especie de anti-
Brasilia latinoamericana popular y crítica.
Mas allá de estos viajes iniciáticos o revisitas de hoy ¿Cuál es la situación de las barriadas
vista desde nuestra propia condición como latinoamericanos? ¿Cómo hemos visto y

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evaluamos la situación de algo al que parece solo volvemos a mirar cuando lo hacen desde
fuera?
¿Cómo comprender de manera sistemática un modo particularizar y extendido de hacer,
pensar y sentir la ciudad que ha dominado el orden urbano latinoamericano en los últimos
50 años?
1. A MODO DE INTRODUCCIÓN
Para el caso de Lima y la ciudad peruana en general, este ha sido un fenómeno dramático
que conseguido sellar de manera indeleble la piel urbana del territorio en el Perú. No es
posible entender el sentido, el ser así singular de la ciudad peruana sin reconocer la
naturaleza compleja y diversa, rizomática o líquida para poner las palabras de Zygmunt
Bauman, del fenómeno de las barriadas.
Pero la influencia de la barriada no solo ha significado una presencia física de interpelación
histórica a los modos tradicionales de producir y pensar la ciudad en el Perú, sino que de
ella y con ella ha surgido nuevos fenómenos que atraviesan –para bien o para mal- casi
todos las dimensiones de la vida social, económica, política y cultural.
No es posible entender la emergencia del llamado capitalismo popular, la pregnacia social
de las políticas neoliberales y neopopulistas, o la expansión de la llamada cultura popular
neoandina, el pop achorado o la estética chicha, así como el surgimiento y expansión de
una nuevas clase media, la llamada “clase media emergente”, distinta a la llamada “clase
media tradicional”, sin la existencia de la barriada en todas sus formas de existencia social
y física.
En suma: no es posible entender el surgimiento de este nuevo “Perú emergente” sin la
proeza de las barriadas, como acaba de sostener José Matos Mar.
¿Qué pasa hoy con la barriada peruana?
La situación no es tan sencilla. Para unos ―como Hernando de Soto― la barriada goza de
buena salud. Para otros ella acaba de concluir un ciclo histórico de vida, dicho por José
Matos Mar, un precursor de los estudios de barriadas en el Perú. Su libro Las barriadas de
Lima 1957 es un clásico latinoamericano.
Para Matos Mar la barriada nace en el año de 1932, con el reconocimiento oficial de la
barriada Leticia por parte del gobierno de entonces. Y concluye su ciclo histórico de
vigencia en la década final del siglo XX, tras la incorporación de la Lima de barriadas bajo
el concepto de una sola Lima oficial.
La cartografía que ilustra su último libro Perú. Estado desbordado y sociedad emergente
(2012) es revelador de una historia que concluye con la desaparición de la barriada vía el
recurso de la expansión y articulación formal de ella en la metrópoli.
Hasta el registro de 1993 la ciudad de barriadas aparece en franca expansión y dominio del
territorio metropolitano. En el registro del 2010 esta ciudad informal desparece para
convertirse con la “ciudad formal” en una sola ciudad.
¿Es pura ficción o es que realmente ya no hay barriadas? ¿Y como o dónde viven los casi
100000 nuevos habitantes que aun llegan a Lima cada año?
Por diversas razones hoy se ha producido una mirada crítica a la barriada, incluso desde
posiciones que antes habían convertido a ella en factor de ilusión política y referente de un
mundo progresista, solidario y participativo. El ocaso de la barriada (2006), un título mas

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que significativo, es el libro de Jorge Burga, quien reconoce que este modo de hacer ciudad
encarna mas problemas que soluciones y que ya no representa un modo sostenible de hacer
y transformar la ciudad.
Sin embargo economistas como Hernando de Soto desde El otro sendero: la revolución
informal (1986) siguen sosteniendo que la barriada es la reserva y actor principal de un
nuevo capitalismo emergente popular, cuyas formas de expresión podrían ser casos como
el del complejo fabril-comercial-cultural Gamarra, el emporio informal mas grande de
América Latina. Una especie de fragmento urbano a modo de afiebrada Hong Kong andina
casi en pleno centro de Lima, con edificios de diseño nada cool que resumen de manera
concluyente el mundo de la tecno barriada y todas sus derivaciones culturales.
Mi impresión es que ni la barriada ha muerto ni ella es depositaria de todos los atributos del
Perú contemporáneo. Lo cierto es que en ella han conseguido galvanizarse las energías mas
contradictorias de lo mejor y lo peor que encarna la sociedad peruana. Desde el invento de
una modernidad popular, hasta el fundamentalismo senderista. Desde el neopopulismo de
Fujimori, hasta el nacimiento de una cultura chicha vital. Pero también desde la legitimación
del desorden sin orden, hasta la glorificación de un individualismo neoliberal que ni los
clásicos del liberalismo económico y político habrían soñado.
Si por un momento admitiéramos que la barriada ha muerto, lo cierto es que la
“barriadización” como verbo desprendido de la barriada se ha instalado para no desaparecer
como imaginario y modo tangible y casi oficial de hacer (y deshacer ciudad). Es la autentica
posbarriada con barriada permanente: hoy se hacen ciudades como barriadas de origen.
Precarias, mal hechas y desprovistas de calidad constructiva y urbana.
El tema de la muerte o cancelación de ciclo de vigencia de la barriada no es un tema
baladí. Detrás se encuentra un autentico desafío para un pensamiento teórico urbano que
tiene que dilucidar sobre la naturaleza ontológica del problema, pero también sobre las
dinámicas que hoy registra la ciudad peruana y latinoamericana sobre el particular. Solo
preguntarnos si lo que acontece en Lima sucede también con la favela brasileña o con la
comuna colombiana, es un tema que provoca su abordaje inmediato.
En Lima el fenómeno tiene los visos de un caso de laboratorio fascinante y francamente
perturbador ¿Por qué se habla de muerte de la barriada? Puede significar dos cosas: que ha
desaparecido realmente como un modo de hacer y usar ciudad. Cosa que niego. O que
Lima se ha convertido en una mega barriada-metrópoli por lo que se hace innecesario
definirla y encontrarla. Como cuando en uno de los cuentos de El Profeta de Kahlil Gibran
el rey tuvo que beber del agua que había convertido en locos a todos sus súbditos. Desde
ese momento el dejaría de ser loco, porque todos ya lo eran. Los limeños hoy viven en una
ciudad barriadizada en extremo, en la que se hace innecesario identificar los límites de la
barriada, porque estos se han hecho difusos o han cubierto con su lógica y presencia todos
los poros de la ciudad
Lima ya no es una ciudad consolidada con un cinturón marginal de barriadas como se
sostenía hace unos 20 años. Hoy es una megabarriada con pequeñas porciones de ciudad
consolidada. Todos los datos estadísticos demográficos y territoriales así lo registran.
La constatación de este hecho supone por ejemplo un enorme desafío teórico porque
implica un replanteamiento de las nociones de orden y desorden urbano, de lo formal y lo
informal, de quien ordena o formaliza que y quien incorpora a quien.
La influencia y expansión del mundo de las barriadas ha sido tal ―para bien o para mal―
que el orden de la ciudad formal que se pretendió imponer desde los años cincuenta del
siglo pasado al desorden y caos de la barriada ha producido un fenómeno al revés.

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El orden urbano encarnado por los signos vigentes de la ciudad colonial y la
transformación neobarroca del siglo XIX terminó siendo subsumido por la lógica del
desorden encarnado por la barriada espontánea e informal, para construir un orden urbano
que todavía nadie sabe que es. La única certeza que tenemos es que con el reajuste
neoliberal la estética y ética emanada ha conseguido legitimar el verbo barriadización
como un modo de hacer ciudad formal de manera extensiva.
Hoy aquella barriada negada física y psicológica por la elite de los años cincuenta del siglo
pasado que pedía su expulsión violenta, luego aceptada e integrada a regañadientes, ha
terminado hoy en menos de cincuenta años en un proceso de completa dilución entre
ciudad formal e informal, produciéndose una especie de extraño “efecto Estocolmo”
urbano.
¿Cómo se ha llegado a esta situación?
En la presente ponencia trataré de hacer un poco de historia y señalar algunos rasgos
característicos desde el punto de vista urbanístico, para concluir con análisis de la situación
actual. Esta mirada histórica puede ayudar a entender la complejidad de un fenómeno
urbano que va mas allá de aplicar con simplicidad categorías como las de mezcla,
mestizaje o hibridación urbana.
Primero es necesario fijar una condición básica. El hecho del por qué Lima se ha
convertido casi en una metrópoli-barriada obedece desde luego a múltiples factores. Sin
embargo es difícil llegar a entender la singularidad cultural, arquitectónica y social de
Lima y sus barriadas sin considerar las particulares condiciones geográficas y
climatológicas de su territorio.
Un rasgo sui generis de Lima es que es una ciudad donde nunca llueve, por lo que vivir
casi a la intemperie no es casi imposible. Solo este hecho, por ejemplo, contribuye a que el
paisaje de la miseria sea aun mas miserable.
En Lima cualquiera puede vivir debajo de un techo de plástico y paredes de cartón. Por
ello es que las barriadas ubicadas en las barriadas de la sierra y selva, donde llueve y las
temperaturas registran cambios importantes, las barriadas son menos precarias desde el
punto de vista constructivo. Estas tienen otra estructura y fisonomía.
Lima ya no es mas una ciudad en medio de un extenso valle de tres ríos. Lima al terminar
de engullirse a este valle, se ha encontrado con el desierto y las montañas como sus
actuales limites. Los terrenos desérticos que rodean Lima al ser de propiedad pública.
Este hecho también ha contribuido de manera especial a que el crecimiento y expansión de
barriadas en Lima registre la tasa más acelerada de las ciudades latinoamericanas. Porque
al no haber intereses privados en conflicto la invasión y ocupación de terrenos desérticos
del Estado no ha sido nunca ningún problema para hacerse gratis de un terreno y hacerse
de un lote.
Son estos rasgos geográficos y ambientales que han convertido a Lima en una ciudad
cubierta de misterio y una curiosa –y para muchos insoportable- melancolía, así como una
monotonía cromática desagradable. El cielo casi siempre gris color panza de burro como
diría Héctor Velarde pone su parte. También el desierto y los cerros eriazos con su piel de
barriadas ponen el matiz extendido de una Lima que a decir de Mario Vargas Llosa tiene
un color oficial: el terroso verdusco similar a la mucosa nasal.
Definición de base
¿Qué entendemos realmente por barriada, por lo menos para el caso peruano?

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La barriada es un fenómeno complejo que rebasa su definición jurídica o sociológica o
urbanística.
El término y noción de barriada aparece convertida en categoría conceptual validada
académicamente en los primeros informes sobre la realidad urbana de Lima producidos por
la Oficina Nacional de Planeamiento y Urbanismo [ONPU] y la Corporación Nacional de
la Vivienda [CNV] ambas instituciones creadas en 1946. Desde entonces su uso se hizo
casi rutinario como lo registran el censo de barrios levantado por la CNV en 1950 y el
informe oficial de la ONPU de 1953 cuyo título reza explícitamente Barriadas de los
alrededores de Lima. Otro documento que asumiría el fenómeno de la barriada como uno
de naturaleza específica y en su dimensión metropolitana es el informe de 1960 Barriadas
de Lima Metropolitana elaborado por el Fondo Nacional de Salud y Bienestar Social
[FNSBS].
El reconocimiento oficial definitivo llegaría en 1957 con la creación de la llamada Oficina
Nacional de Barriadas y, en 1961, con la promulgación de la Ley Nº 13517 denominada
Ley Orgánica de Barrios Marginales, conocida también como la “Ley de barriadas”. En el
artículo 4to. inciso “a” de la Ley se define a la barriada como:
“...zona de terreno de propiedad fiscal, municipal, comunal o privada que se encuentre
dentro de los límites de centros poblados capitales de circunscripción políticoadministrativa,
o en sus respectivas áreas suburbanas o aledañas, en las que, por invasión y
al margen de disposiciones legales sobre propiedad, con autorización municipal o sin ella,
sobre lotes distribuidos sin planes de trazado oficialmente aprobados o hayan constituido
agrupamientos de vivienda de cualquier estructura; careciendo dicha zona en conjunto de
uno más de los siguientes servicios: agua potable, desagüe, alumbrado, veredas, vías de
tránsito vehicular, etc.” (Art. 4º-a) (20 m)
2. LA BARRIADA ESCUDRIÑADA.
Los primeros esquemas de tipologización
Las barriadas convocaron al inicio una serie de estudios cuyo objetivo antes que el de su
historización, era el de su caracterización en tanto fragmento urbano con rasgos que poseen su
propia estructura y funcionamiento. Se produjeron muchos estudios de casos y análisis
comparativos. De esta primera generación de investigaciones se produjeron los primeros
esquemas de tipologización e identificación de variantes e invariantes.
El informe Barriadas de los alrededores de Lima (1953) preparado por la Oficina Nacional
de Planeamiento y Urbanismo, puede considerarse como el primero dedicado específicamente
al tema de las barriadas y su sistematización tipológica en función de criterios como el del
régimen de propiedad de los terrenos invadidos.
Según el tipo de propiedad: 1) En terrenos del Estado. 2) Sobre terrenos de propiedad
particular. 3) Sobre terrenos alquilados por lotes.
Según el tipo de materiales predominantemente empleados, las barriadas se clasifican en: 1)
Predominio del ladrillo. 2) Predominio del adobe. 3) Predominio de la caña. 4) Predominio de
materiales de desecho.
Según el grado de desarrollo y dotación de servicios y equipamiento: 1) Estable o de un lento
desarrollo. 2) Aumento moderado del número de construcciones. 3) Desarrollo violento.
Una propuesta clasificatoria que incluye por primera vez criterios de orden morfológico y
otros que aluden tanto al nivel de integración o aislamiento de las barriadas, como a la

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relación de estas con la ciudad, se encuentra en el Informe presentado por José Matos Mar en
1955 a las Naciones Unidas.
En este caso, la propuesta puede ser resumida del siguiente modo:
1) Ubicación geográfica: Márgenes del río Rímac. Falda de los cerros. En la zona urbana.
Fuera del área urbana.
2) Por la configuración urbana: Barriadas de trazo regular en parrilla. Barriadas de trazo
irregular en parrilla. Barriadas adecuadas al relieve del cerro. Barriadas con callejón
central. Barriadas en forma radiada. Otros tipos.
3) Por el grado de aislamiento-integración y relaciones: Barriadas autónomas. Complejo de
barriadas. Barriadas asimiladas a la ciudad
Estos esquemas de clasificación no son los únicos formulados. Pero si son la base de lo que
se propondría luego hasta la actualidad.
3. HISTORIA DE LAS BARRIADAS
La historia de la barriada limeña ha sido básicamente identificada en su origen con el inicio
del violento proceso de urbanización experimentado por la sociedad peruana a partir de la
segunda mitad del siglo XX.
Sin embargo las primeras barriadas de Lima datan de inicios de este siglo. La primera
barriada registrada se llama Tablada de Lurín de 1913.
Durante las décadas de los años 20 y 30, se produjeron numerosas invasiones que dieron
lugar a barriadas tan importantes en la historia urbana de Lima como las barriadas
Armatambo de 1924, Puerto Nuevo de 1928 o la conocida barriada Casa Huerta de 1930.
Sin embargo, en la historiografía urbana se ha considerado a la barriada Leticia como la
barriada fundacional. La razón: que se trata de la primera barriada reconocida oficialmente
como tal 1932 por parte del gobierno.
Cerros y primeras barriadas
Las primeras barriadas de Lima en sentido moderno se ubicaron en torno al área central
histórica. Un rasgo característico es que casi todas ellas se emplazaron en los cerros que
rodean a esta área central. La mayoría de sus ocupantes fueron migrantes andinos
familiarizados con el hábitat en pendiente. Constituyen lo que podría denominarse como la
etapa de las Barriadas-Cerro. Su vigencia comprende el periodo entre 1930 y 1950.
El urbanismo de estas barriadas-cerro es un urbanismo orgánico y topológico. De una serie
de escenarios y recorridos imprevisibles. Prima el transito peatonal sobre el vehicular. Las
casas son construidas con una adecuación perceptible a los accidentes topográficos del
cerro.
Este urbanismo es uno de los capítulos más interesantes del urbanismo limeño, si
comparamos con el urbanismo en pendiente no solo de la última generación de barriadas
ubicadas en cerros, sino de algunas urbanizaciones privadas ubicadas en este mismo
escenario.
La mencionada barriada Leticia es el ejemplo fundacional de este tipo de barriadas en
pendiente. Se encuentra ubicada en el cerro San Cristóbal, frente al centro histórico de
Lima.

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Otro caso emblemático es la barriada El Agustino de 1947. La barriada Cerro San Cosme
es otro ejemplo conocido. La barriada de Cerro El Pino también es un destacado ejemplo
de estas de estas barriadas históricas.
El origen de esta primera generación de barriadas se debe tanto al creciente flujo
migratorio de la época, cuanto al enorme déficit de vivienda y las deplorables condiciones
de vida de la población obrera y migrante que había sido atraída por el boom modemizador
de inicios del siglo y la fiebre constructiva de los años 20.
Segunda generación de barriadas. Lima plana y desierto
El crecimiento explosivo de las barriadas en Lima tiene lugar a partir de los años 40.
Contribuyó a ello el terremoto de este mismo año que dejo a cientos de miles de limeños
sin techo y con la única alternativa de ocupar cientos de callejones en el centro histórico o
invadir terrenos en la periferie. Solo entre 1940 y 1946 se crearon 26 barriadas.
La otra causa determinante para el crecimiento extraordinario de las barriadas desde la
década de los 50, es sin duda ese cada vez mas enorme contingente de miles y miles de
migrantes andinos atraídos a Lima por el inicio de un proceso de industrialización
capitalista del país.
El ritmo fue impresionante: entre 1948 y 1962 se crearon 188 barriadas.
Esta segunda generación de barriadas tienen un rasgo en común: la mayoría de ellas
empieza a ubicarse en la periferie plana desértica del sur y norte de Lima.
Desde el punto de vista de la ubicación y estructura morfológica las barriadas de este
segundo periodo entre 1950 y 1970 se caracterizan básicamente por constituirse como
“barriadas-damero”.
Son barriadas de un urbanismo que reproduce de modo esquemático la retícula ortogonal
del llamado damero urbanístico. Calles rectas y el máximo numero de lotes: este es la regla
simple que ordena estas barriadas.
Las barriada San Martín de Pórres de 1951 y la Barriada Ciudad de Dios de 1954, son dos
buenos ejemplos de este tipo de barriada. La barriada Comas – Cuevas es otro caso de
barriada plana. Mendocita es un caso excepcional en su relación posterior con la ciudad
formal. La barriada Zarumilla es otro ejemplo de estas barriadas en suelo plano. Lo mismo
acontece con la barriada Mirones.
Otro rasgo característico de esta segunda generación de barriadas es el aumento
considerable del tamaño y número de lotes, facilitado esto por las condiciones del terreno
plano. Lo que generó la aparición de aquello que denomino como las primeras barriadasciudad.
Tercera generación. Barriadas sin fronteras
Las barriadas que surgen durante el período 1970-1990 continúan la dinámica de las
ocupaciones precedentes. La diferencia es que a partir de este período las áreas de invasión
pueden ser los terrenos planos desérticos como la cadena de cerros ubicados más allá del
triángulo histórico Lima-Callao-Chorrillo.
Lo mas relevante de este período lo constituye sin duda la serie de barriadas planificadas
ex novo por arquitectos o ingenieros provenientes de la administración central o municipal.
En muchos casos, las soluciones aquí ensayadas registran una actitud innovadora y crítica a
las visiones convencionales del urbanismo limeño.

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Entre los primeros ejemplos de esta serie de barriadas “experimentales” se puede
mencionar a las barriadas Año Nuevo y San Hilarión, que fueron creadas entre 1968 y
1970.
Desde el punto de vista de la estructura morfológica las barriadas de este período aparecen
muchas de ellas bajo el formato de barriadas-ciudad. Entendido como grandes fragmentos
de ciudad relativamente autónomos ordenados bajo el criterio de una “ciudad” con la
“plaza” principal como es el caso de Villa El Salvador, Huaycán y otros. En realidad se
trata no de una nueva generación de barriadas, sino la continuación de una tradición
urbanística de barriadas digamos planificadas ex novo.
Sin lugar a dudas, uno de los casos mas conocidos, célebres es la barriada Villa El
Salvador, hoy pujante distrito del sur de Lima. Se originó como una comunidad
autogestionaria: una especie de utopía socialista en formación. Esta barriada representa de
algún modo una suerte de anti-Brasilia de Latinoamérica. Fue planificada con 22.000
lotes. La ciudad originaria cuenta con cerca de 300.000 habitantes. Hoy es un distrito de
casi un millón de habitantes.
En esta serie urbanística, el caso de la barriada Huaycán es uno de ejemplos más
innovativos. Fue creada 1983. Se trata aquí de una forma de crítica práctica a la tradición
conceptual y tipológica de las viejas unidades vecinales y su teoría de base. Ello en la
perspectiva de crear un urbanismo coherente con las particulares condiciones de vida de la
población barrial limeña.
Otro interesante ejemplo de esta serie urbanística lo constituye la barriada Laderas del
Chillón. Una versión urbano-andina de los postulados urbanísticos del Team X y correlato
en el PREVI de Lima. Dos ejemplos de barriadas desarrolladas bajo el concepto de de un
planificación ex novo lo constituyen el caso de la barriada José Carlos Mariátegui y la
barriada Pamplona.
Expansión neoliberal y la “nueva” barriada
Luego de superado un periodo doloroso de la historia reciente del Perú, la Lima de los 90 en
medio del reajuste neoliberal fujimorista, es una ciudad que empezó a encontrar ya algunos
límites a su propia expansión. Hoy la ciudad vuelve a reutilizarse y a redensificarse. Y las
barriadas también acusan este fenómeno. En ellas se advierten procesos inéditos de
sobredensificación y tugurización de sus precarias viviendas.
La expansión de las barriadas acompaña a la nueva dinámica urbana de una metrópoli que
en los últimos 20 años se ha extendido hacia el sur como ciudad dualizada en extremo. La
Lima de hoy como ya se ha expresado es una especie de mega barriada con una ciudad
consolidada en proceso de barriadización parece inexorable.
Algo que podría denominarse barriada-híbrida es la que domina el periodo 1990-hasta la
actualidad. Se trata de barriadas cada vez más precarias ubicadas indistintamente en la
falda de los cerros y los planos desérticos. Es un urbanismo que asume la estructura del
damero para emplazarse tanto en pendientes como en los terrenos planos. A diferencia de
las primeras barriadas orgánicas de cerros, en este caso se observa la imposición irracional
del damero sobre la pendiente. Es un urbanismo indiferente al terreno y con códigos de
monotonía espacial. Es la típica barriada configurada con todas las mañas o trucos del más
envilecido urbanismo privado especulativo limeño.
¿Simple urbanismo de conveniencia y economía del menor esfuerzo? ¿Nueva racionalidad
o simple chantaje de las empresas de dotación de instalaciones de agua y energía eléctrica?

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La barriada de hoy ubicada en pendiente ya no representa más esa fase heroica de la
construcción espontánea en los cerros de Lima, tal como se produjo a inicios del siglo XX.
Probablemente una de las razones que explican este fenómeno tenga que ver con los
nuevos “invasores” ya no son mas inmigrantes andinos familiarizados con el hábitat en
laderas, sino descendientes con una única experiencia de vida: la ciudad mal hecha.
Otro fenómeno de este período es el creciente agotamiento de los suelos disponibles para la
ocupación de nuevas barriadas. En este caso las antiguas barriadas se expanden en terrenos
colindantes por lo general francamente inaccesibles y totalmente inadecuados para el
emplazamiento de viviendas.
Cuando este fenómeno se produce al interior de la ciudad, se observa el encuentro físico de
las barriadas con barrios de los estratos altos y medio altos. Los extremos se junta.
Pamplona versus Las casuarinas, es un buen ejemplo.
Otro rasgo que caracteriza a la barriada neoliberal de hoy es el proceso contradictorio de
democratización y exclusión social en el uso y desarrollo del espacio urbano, impulasado por
las fuerzas del mercado neoliberal. Ell ha trarido consigo que muchos servicios y “ventajas”
antes constreñidas a las zonas privilegiadas de la ciudad empiezan a expandirse y ubicarse en
la periferia popular.
Como consecuencia de este proceso la periferie barrial de los noventa empieza a adquirir otro
rostro. Enormes centros comerciales empiezan a ser ubicados en las áreas norte, sur y este de
Lima.
Barriadas “pobre” versus barriada “rica”
A diferencia de las primeras barriadas de Lima dotadas de servicios luego de 10 a 15 años,
en este caso se trata de barriadas que luego de tres a 5 años cuentan con toda la
infraestructura urbana. Son barriadas relativamente prósperas. Sus habitantes son jóvenes
profesionales o burócratas que en poco tiempo pueden construir casas relativamente
grandes y consolidadas.
Construir barriadas en Lima no es un hecho aislado y complejo. Al ser una larga tradición
se ha hecho también una industria, un modo de vivir. Puede observarse en estas imágenes
una ferretería especializada, como hay muchas, en aquellos materiales e instrumentos para
invadir terrenos y construir rápidamente la primera choza.
En los noventa puede afirmarse que concluye un ciclo histórico y empieza otro para la
tradición urbanística de barriadas.
La barriada limeña se ha vuelto vieja y su degradación estructural parece irreversible con
crecientes problemas de hacinamiento, tugurización y degradación física de su base
constructiva.
De otro lado, como consecuencia de esto, algunas barriadas aspiran a convertirse en ciudad.
Temas como el de la renovación, ornato público y la instalación de un equipamiento urbano
pertinente, adquieren sentido de programa social y político. Se inicia así en esta década un
proceso de renovación urbana de la nueva-vieja periferie constituida por cientos de barriadas,
muchas de las cuales aparecen hoy como demasiado viejas sin haber llegado nunca a ser
ciudades nuevas.
Cuando una barriada, como cualquier ciudad, se convierte en objeto de historia y vuelve
ella misma a evocar sus propios orígenes, es que se ha cumplido un ciclo histórico y se
inicia otro en la historia de una ciudad.

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Algo de esta pasando con las primeras barriadas de Lima. El caso de la barriada Leticia y
el plan para una suerte de revalorización de sus estructuras urbanísticas, es un claro
ejemplo.
Hoy algunas barriadas han descubierto que tienen su propio "centro histórico", sus propias
raíces. Sin duda este es un fenómeno absolutamente nuevo para el urbanismo limeño.
La barriada es una forma de existencia permanente de la ciudad sujeta a un permanente
estado de cambio. La barriada Leticia de 1936 es hoy un barrio ad portas de convertirse en
pintoresco objeto turístico.
Otro fenómeno asociado al urbanismo de barriadas de los últimos años. Es el interés cada
vez más creciente de mejorar las condiciones ambientales referidas a los espacios públicos.
Se ha desarrollado un interesante movimiento de algo que se acerca a esa suerte de
"ecología de los pobres" al fomentar un paisajismo pertinente.
En muchas de las barriadas de Lima se observa un interés heroico -si pensamos en las
carencias de agua- de instalar algo de verde en sus espacios domésticos y públicos.
Barriadas y futuro.
Lima ya no es más una ciudad consolidada con una periferia de barriadas que la circundan:
hoy se trata de una especie de una gigantesca barriada con pequeños fragmentos de ciudad
consolidada.
Casi dos terceras partes de la población y el área metropolitana están ocupadas por diversas
formas y grados de constitución de aquello que se designa como barriada.
Lima es hoy, con sus más de 9 millones de habitantes y 2.794 Km 2 de extensión, una
ciudad de “todas las sangres”, pluricultural y multiétnica. En este contexto la barriada
antes estigmatizada se ha convertido en el referente urbano de lo emergente popular. Lo
cholo y la barriada ya no son más la excepción negada: son la realidad asumida, recreada y
extendida más allá de su propia configuración. Su influencia es de tal grado que el paisaje
y color síntesis de la Lima contemporánea no es otro que el de una ciudad “chata” de matiz
terroso y árido que es el paisaje y color de la barriada extendida, estructuralmente precaria
y siempre inacabada. En cincuenta años el infierno parece convertido en rutina urbana o
paraíso elusivo.
4. LIMA Y BARRIADAS. CAMBIOS Y LÍMITES
Históricamente la investigación estadística de las barriadas no había establecido un
levantamiento pormenorizado de las características urbanísticas de cada caso. Ninguna de las
bases de datos anteriormente mencionadas consiguieron registrar información referida, por
ejemplo, a las características dimensionales de los lotes y los aportes de área (vivienda,
equipamiento, vías, área libre, etcétera) correspondientes a cada barriada en particular.
Información imprescindible sin la cual se hace imposible conocer, entre otros indicadores, las
densidades habitacionales y constructivas, el valor asignado a los espacios públicos, o el tipo
de estructura compositiva de la barriada desde el punto de vista urbanístico. En otras palabras:
se vuelve inaplicable el desarrollo de una interpretación urbanística del fenómeno de las
barriadas.
En la base de todos estos impasse se encuentra las señales de una especie de deformación
ideológica por el cual —consiente e inconscientemente— se ha considerado a la barriada
como otra realidad distinta a las otras formas de la producción de la ciudad y el urbanismo,
como las del urbanismo estatal o privado.

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Esta visión producida en el marco de una cultura tradicionalmente discriminatoria, racista y
excluyente, se ha traducido no solo en una barriada infraestudiada en aquellas constantes
estructurales que caracterizan a todo fragmento urbano en tanto constitutivas de una sola
realidad que es la ciudad, sino en una investigación autorreferencial, con el consiguiente
empobrecimiento de la información y el registro de sus principales rasgos morfológicos.
El conocimiento de las múltiples dimensiones de las estructuras morfológicas de la barriada
limeña requiere de un análisis integral e integrador, que se apoye en un registro sistemático de
hechos, así como contemple la dinámica de los procesos de carácter diacrónico y sincrónico
que le competen.
Estos son algunos de los fundamentos de una propuesta formulada por el autor a efectos de
constituir una data histórica de la evolución de la barriada. Se trata de una especie de primer
levantamiento histórico del perfil morfológico de la barriada limeña existente para el período
1930-1970. Los resultados ha sido publicados en Lima: historia y urbanismo en cifras 1821-
1970 (Ludeña, 2004)
La barriada como “barrio urbanístico”. Fundamentos morfológicos
Mas allá de algunas referencias particulares, la encuesta que sirve de base se estructuró a
partir de un conjunto de criterios y variables similares a las empleadas para el estudio de la
ciudad y el urbanismo “formal”. Se trataba de buscar coherencia con la idea de que la barriada
no es “otra” realidad urbanística esencialmente distinta a otros tipos de barrios producidos por
el sector privado o estatal, sino producto de una misma matriz de producción de la ciudad
peruana durante el siglo XX.
Esta premisa parte además en el entendido que la barriada posee, en primer lugar, una
dimensión urbanística como barrio, y, en segundo lugar, que es en última instancia una forma
de “barrio residencial” en los términos en que se entiende por un espacio de la ciudad
(Ludeña, 2004).
Tras la investigación de todo lo construido en materia de barrios residenciales en Lima entre
1821 y 1970, se llegó a detectar que se formaron 1186 barrios entre urbanizaciones privadas
(609), conjuntos habitacionales estatales (149) y barriadas. Durante este período de registro se
formaron 428 barriadas, de las cuales se encuestaron 82 casos (19,16%). Todos los casos
fueron seleccionados proporcionalmente según criterios de antigüedad, ubicación geográfica
y tamaño del área.
La data confeccionada posee una información genérica referida a la identificación de cada
barriada según la antigüedad, el número de población, la función, el status social, la ubicación
geográfica, la procedencia de la población, entre otras variables. Mientras que la
caracterización de la barriada como fenómeno urbanístico y estructura morfológica ha sido
formulada a partir de la identificación de información urbanística de base en relación, por un
lado, a la información cuantitativa referida al número de lotes/vivienda, área del terreno de la
barriada y de cada lote/vivienda, aportes (vivienda, equipamiento, circulaciones, área libre).
Y, por otro, a información cualitativa elaborada a partir de los siguientes criterios:
1) Por la fase de inicio de la habilitación: Invasión. Habilitación ex novo. Habilitación por
renovación.
2) Según el tamaño de la habilitación.
3) Por el grado de habilitación u ocupación del lote urbanístico:
4) Por la configuración morfológica. Los criterios y variables son los siguientes:

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La información recogida sobre las barriadas está ordenada por décadas. De tal suerte que
ha sido posible conocer, por ejemplo, el promedio de área libre o de vías de las barriadas
de la década del cuarenta o sesenta, así como conocer qué barriada tuvo la mayor o menor
cantidad de lotes y los aportes por concepto del área verde y el área construida durante un
período de tiempo, entre otras referencias. La estructuración por años y décadas ha
permitido registrar con objetividad la evolución y las relaciones existentes entre la barriada
y los distintos ciclos de expansión y construcción urbanística de la ciudad, así como las
conexiones con los barrios de las otras tradiciones urbanísticas. (50 m)
Barriada, urbanismo y morfología. Perfil histórico.
Lo primero que resalta de una lectura global de la información sistematizada y evaluada es
que a contracorriente de lo que normalmente se piensa, el urbanismo de barriada posee una
extraordinaria complejidad y diversidad desde el punto de vista de su constitución
morfológica. Se trata sin duda de una tradición que refleja no solo una notoria capacidad de
reestructuración y cambios significativos en cada período de tiempo, sino que su origen,
diversificación y expansión ha significado una radical y profunda transformación del
paisaje urbano de Lima. El solo hecho de representar a un urbanismo que nace en la
pendiente de los cerros aledaños a una Lima tradicionalmente concebida y hecha como
“ciudad plana” supone un cambio esencial de perfil y ámbitos de construcción urbana.
Entre muchos datos obtenidos de la encuesta resulta interesante constatar el crecimiento
exponencial que se advierte en el número de barriadas formadas a partir de la década del
cincuenta (Gráfico 1). Esta es una información que adquiere sentido cuando se
correlaciona con la identificación de las barriadas según la topografía del terreno en el que
se encuentran ubicadas.
La encuesta revela que el 41.46% de las barriadas se ubican en terrenos planos y el 6.1%
en terrenos de pendiente marcada, mientras que el 52.44% se ubica en terrenos semiplanos
o de pendiente media (Gráfico 2). Las condiciones fisiográficas del terreno constituyen un
factor condicionante de primer nivel en la conformación morfológica de la barriada como
es ratificada por otros datos complementarios derivados de la encuesta.
¿Cuáles son los aportes de área históricos en el caso de la barriada limeña? Esta es una
información inexistente hasta antes de la aplicación de la encuesta en mención. El estudio
encuentras que entre las décadas 1930-1940, 1940-1950, 1950-1960 y 1960-1970 el aporte
de área dedicada a la vivienda registraba un 62, 49 %, 61% y 53%, respectivamente. El
área destinada como área libre o “área verde” consignaba para las mismas décadas 10%,
1.25, 1.19% y 2.18%, respectivamente. Respecto al área destinada para la red vial los
registros son los siguientes: 27.76%, 15.33% y 23.94% por los mismos períodos de tiempo.
El área destinada nominalmente al “equipamiento comunal” registró los siguientes
porcentajes: 3.62%, 11.18% y 12.46%, respectivamente (Gráfico 3).
Un dato que revela el significativo nivel de fragmentación y dimensiones relativamente
pequeñas de las unidades barriales, es el referido al número de lotes/vivienda por cada
barriada. Los resultados demuestran que casi 31.7% de las barriadas se ubican en el rango
de entre 50 a 100 lotes/vivienda. Un 37.8% de barriadas se encuentran en el rango de 100 a
500 lotes/vivienda. Solo un 9.8% de barriadas pueden ser calificadas de “grandes” con
registro de 1000 a 2000 lotes/vivienda (Gráfico 4).
Entre otras variables aplicadas al registro morfológico de la barriada limeña, el referido a
la “trama reticular” revela que el 56.1% de barriadas registra una retícula mixta, entre
ortogonal y orgánica. El 18.3% se estructura en base a una retícula orgánica, la mayoría de

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casos referidos a las barriadas en pendiente. Las barriadas conformadas en base a una
trama ortogonal regular constituyen el 17.1% (Gráfico 5).
Los datos y las conclusiones que se desprenden del estudio comparativo en términos
históricos sobre la evolución de la densidad constructiva y de habitantes por hectárea, o
sobre la evolución del promedio de área de lote, o sobre los porcentajes de aporte de área,
por citar algunas variables, destinados en cada caso de barriada, son más que sorprendentes
no sólo en referencia a ciertos tópicos asumidos para el urbanismo barrial, sino en
comparación con el urbanismo residencial privado y estatal.
Por mencionar una caso: la supuesta tugurizada y peatonalizada barriada posee no sólo un
porcentaje histórico de área de lote casi similar al del urbanismo privado, sino que el
porcentaje de área dedicada a la red vial motorizada resulta en determinadas barriadas
sorprendentemente mayor que el de la urbanización limeña. En algunos de los casos, el
urbanismo barrial parecería haber encarnado de manera amplificada los signos perversos
de ese urbanismo privado afirmado en el más acentuado de los individualismos y
consideraciones ambientales.
Barriadas según las tradiciones urbanísticas
La singularidad de la barriada como una forma de producción de la ciudad, puede ser
mejor registrada en su conexión con los otros modelos urbanos implantados en la ciudad
peruana.
El modelo urbano nativo.
El modelo urbano colonial
El modelo urbano neobarroco impulsado por la elite criolla republicana
El modelo de ciudad moderna en su expresiones estatal, privado.
Y la versión de lo moderno popular, en el caso de la barriada.
De otro lado, en referencia al urbanismo del siglo XX, la barriada se ha constituido en una
de las principales formas de construcción de las ciudades en el Perú junto con el urbanismo
estatal y privado.
En un sentido convencional estas tres tradiciones han sido concebidas y estudiadas como
formas de producción urbana completamente autónomas y separadas entre si, casi en la
exacta dimensión de la separación radical entre el mundo de lo formal e informal.
Más allá de las diferencias o equivalencias obvias, aquello que los datos registrados nos
sugieren como lectura inevitable, es que entre estas tres tradiciones existe una red compleja
visible e invisible de conexiones entre la esfera de la barriada comunal, el urbanismo
privado y el urbanismo estatal. Ni la barriada es una experiencia sui generis plena de
signos renovadores, ni es una manifestación elocuente de barbarie urbanística y fuente de
los principales males de la ciudad.
En todo caso, los transvases resultan más frecuentes de lo que se estima: el damero
urbanístico aparece y reaparece en muchas barriadas, así como la estructura topológica y
orgánica de las primeras barriadas en pendiente resultan recreadas por el urbanismo
institucional de la última generación. Entre las tres tradiciones urbanísticas mencionadas,
las vinculaciones tipológicas y productivas son más estrechas de lo que comúnmente se
cree.
En la realidad existen más relaciones y puntos de encuentro entre cada una de las
tradiciones urbanísticas señaladas de lo que usualmente se piensa y teoriza. No solo porque

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de por medio está el hecho de que todas forman parte de una misma matriz productiva: la
producción de la ciudad y el hábitat humano, sino también porque en un sentido ontológico
tanto el conjunto habitacional, la urbanización como la barriada constituyen una misma
realidad: un barrio. Aquí las diferencias entre ellas no se producen en virtud de su
condición de ser un tipo de barrio, sino de las condiciones sociales, materiales y los
diversos intereses políticos, económicos, culturales o ambientales que participan en la
producción de la ciudad y sus distintos barrios.
En suma como en el caso de cualquier urbanización privada o conjunto habitacional
estatal, en la barriada también encontramos una ‘idea de ciudad’ o particular una
determinada ‘forma urbana’, así como edilicia de base y especial, para emplear las
categorías de Gianfranco Caniggia. En la barriada están también reproducidas las Leyes de
Indias, la persistencia precolombina, la avaricia capitalista por el espacio-mercancía, el
individualismo ruralista o el comunitarismo andino. Están convertidos en forma de ciudad
—consciente o inconscientemente asumidas— los grandes tópicos de la cultura urbana
peruana. La diferencia tal vez estriba en que en la barriada todos estos aspectos están
registrados como experiencia límite.
5. CONCLUSIONES
La barriada, por todo lo expuesto, ha sido en toda su complejidad y diversidad no solo ha
significado una transformación dramática de nuestras ciudades, sino una puesta crítica
radical de la razón urbana latinoamericana. Y la crítica continúa.
Por ejemplo un aspecto sensible de la investigación en el ámbito de las barriadas, tiene que
ver con el el análisis morfológico. Esta no puede abstraerse de la actual inquietante
controversia que se procesa desde el punto de vista epistemológico y operativo.
Entre la forma urbana como la forma de la trama básica (objeto preferente de la geografía
alemana de entreguerras), o la forma urbana como la forma del tejido urbano (propio de la
escuela italiana, francesa e inglesa), o la comprensión de la forma y la base edilicia en
vinculación con la red de movimientos en clave de la morfología del space syntax o el
estudio de las morfologías mutantes del neobiologismo y la aplicación de las teorías del
caos o la de los autómatas celulares, la morfología urbana ha venido debatiendo los últimos
50 años los dominios exactos de la ciencia morfológica aplicada a la ciudad. La barriada
como un componente esencial de la ciudad peruana, no puede ni está en su conocimiento al
margen de este proceso y controversia.
Desde luego el desafío de estos estudios es vincular este propósito con las demandas de
una visión morfogenética que debe conceptuar el tema de la forma urbana como una
realidad específica, pero imbricada a los procesos histórico sociales de construcción de la
ciudad.
Barriadas y pensamiento latinoamericano
Luis Mauricio Cuervo, para quien la ciudad es una construcción de hechos materiales e
inmateriales cargados de una pluralidad de sentidos (2012) aboga por una identificación de
la ciudad latinoamericana desde el plano de su singularidad y semejanza múltiple. Ello
porque la experiencia latinoamericana –como cualquier otra sociedad- suponen rasgos
singulares inherentes a ella misma, que se reflejan indubitablemente en un orden urbano
particular pero a la vez semejante o análogo a otros.
La ciudad latinoamericana hoy se encuentra frente al espejo, tratando de encontrar su
propia singularidad. Probablemente este hecho se deba a un rasgo característico de nuestro

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tiempo: la afirmación de las particularidades frente a la creciente globalización
homegenizadora. Pero también, se debe, a la constatación irrefutable de quienes
percibimos que el pensar sobre la ciudad latinoamericana desde Latinoamérica es un
imperativo fundamental a efectos de construir con cierta independencia un pensamiento
teórico propio.
Desde hace mas de medio siglo hacemos referencia a las barriadas del Perú, a las favelas
del Brasil, a las callampas o campamentos en Chile, las “villas” o “villas de emergencia”
en Argentina, las comunas o barrios de invasión en Colombia, categriles o cantes en
Uruguay, entre otras. Mas allá de constataciones siempre obvias, lo que no hemos hecho es
estudiarlas en detalle en sus rasgos particulares, sus procesos históricos y derivaciones
contemporáneas para reconocerlas en sus singularidades y semejanzas. Ni mucho menos
estudiarlas comparativamente entre ellas a efectos de construir modelos teóricos sobre una
de las realidades, paradójicamente, mas característica de la ciudad latinoamericana: esa
ciudad espontánea, informal, o marginal como se quiera denominar, que es uno de los
paisajes mas recurridos cuando se quiere mostrar y hablar de ciudad latinoamericana.
De una u otra forma la barriada ha conseguido interpelar la capacidad del pensamiento
urbano peruano y me atrevería a decir latinoamericano, al poner en evidencia su
incapacidad para entender en realidad el orden inherente a su propia constitución. Ha
demostrado que para leerla no se puede –como se ha hecho tradicionalmente- aplicar en
ella las viejas teorías o formas de ver y entender la ciudad de los “modelos urbanos”
importados como bien anota José Luis Romero para algunas etapas de la ciudad
latinoamericana.
Por suerte las cosas están cambiando. Hay un mejor empoderamiento teórico en nuestros
centros de investigación. Estamos conociéndonos mejor, citándonos entre nosotros y
produciendo estudios transversales de manera consistente. Estos son los ingredientes
básicos para algo que llegará de todos modos pronto: construcciones teóricas sobre la
ciudad latinoamericana mas certeras y convincentes.
La barriada ha significado una puesta crítica radical de la razón urbana latinoamericana.
Pero también conocerla a profundidad puede ser igualmente el inicio de una nueva razón
urbana para el pensamiento latinoamericano.
Casi como La Balanza, una ex barriada de Comas, a su vez hoy distrito y antes una
barriada, que se nutre de ese nuevo color que irradian los grupos de teatro que asisten a su
ya famoso festival internacional del teatro.
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