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Los de Abajo Mariano Azuela

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El hombre sonrió amargamente.<br />

—Nomás que tiene una maña —observó Pancracio, boca arriba y mirando el azul <strong>de</strong>l cielo—: apenas<br />

mira un hombre, y luego luego se prepara.<br />

Rieron a carcajadas; pero Venancio, muy grave, indicó la puerta <strong>de</strong> la sacristía al paisano.<br />

Este, tímidamente, entró y expuso a Demetrio su queja. <strong>Los</strong> soldados acababan <strong>de</strong> "limpiarlo". Ni un<br />

grano <strong>de</strong> maíz le habían <strong>de</strong>jado.<br />

— Pos pa qué se <strong>de</strong>jan —le respondió Demetrio con indolencia.<br />

Luego el hombre insistió con lamentos y lloriqueos, y Luis Cervantes se dispuso a echarlo fuera<br />

insolentemente. Pero Camila intervino:<br />

— ¡An<strong>de</strong>, don Demetrio, no sea usté también mal alma; déle una or<strong>de</strong>n pa que le <strong>de</strong>vuelvan su<br />

maíz!...<br />

Luis Cervantes tuvo que obe<strong>de</strong>cer; escribió unos renglones, y Demetrio, al calce, puso un garabato.<br />

— ¡Dios se lo pague, niñal... Dios se lo ha <strong>de</strong> dar <strong>de</strong> su santísima gloria... Diez fanegas <strong>de</strong> maíz,<br />

apenas pa comer este año —clamó el hombre, llorando <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento. Y tomó el papel y a todos<br />

les besó las manos.<br />

Iban llegando ya a Cuquío, cuando Anastasio Montañés se acercó a Demetrio y le dijo:<br />

—An<strong>de</strong>, compadre, ni le he contado... ¡Qué travieso es <strong>de</strong> veras el güero Margarito! ¿Sabe lo que<br />

hizo ayer con ese hombre que vino a darle la queja <strong>de</strong> que le habíamos sacado su maíz para<br />

nuestros caballos? Bueno, pos con la or<strong>de</strong>n que usté le dio fue al cuartel. "Sí, amigo, le dijo el güero;<br />

entra para acá; es muy justo <strong>de</strong>volverte lo tuyo. Entra, entra... ¿Cuántas fanegas te robamos?...<br />

¿Diez? ¿Pero estás seguro <strong>de</strong> que no son más que diez?... Sí, eso es; como quince, poco más o<br />

menos... ¿No serían veinte?... Acuérdate bien... Eres muy pobre, tienes muchos hijos que mantener.<br />

Sí, es lo que digo, como veinte; ésas <strong>de</strong>ben haber sido... Pasa por acá; no te voy a dar quince, ni<br />

veinte. Tú nomás vas contando... Una, dos, tres... Y luego que ya no quieras, me dices: ya." Y saca el<br />

sable y le ha dado una cintareada que lo hizo pedir misericordia.<br />

La Pintada se caía <strong>de</strong> risa.<br />

Y Camila, sin po<strong>de</strong>rse contener, dijo:<br />

—¡Viejo con<strong>de</strong>nado, tan mala entrañal... ¡Con razón no lo puedo ver!<br />

Instantáneamente se <strong>de</strong>mudó el rostro <strong>de</strong> la Pintada. —¿Y a ti te da tos por eso?<br />

Camila tuvo miedo y a<strong>de</strong>lantó su yegua.<br />

La Pintada disparó la suya y rapidísima, al pasar atropellando a Camila, la cogió <strong>de</strong> la cabeza y le<br />

<strong>de</strong>shizo la trenza.<br />

Al empellón, la yegua <strong>de</strong> Camila se encabritó y la muchacha abandonó las riendas por quitarse los<br />

cabellos <strong>de</strong> la cara; vaciló, perdió el equilibrio y cayó en un pedregal, rompiéndose la frente.<br />

Desmorecida <strong>de</strong> risa, la Pintada, con mucha habilidad, galopó a <strong>de</strong>tener la yegua <strong>de</strong>sbocada.<br />

—¡Ándale, curro, ya te cayó trabajo! —dijo Pancracio luego que vio a Camila en la misma silla <strong>de</strong><br />

Demetrio, con la cara mojada <strong>de</strong> sangre.<br />

Luis Cervantes, presuntuoso, acudió con sus materiales <strong>de</strong> curación; pero Camila, <strong>de</strong>jando <strong>de</strong><br />

sollozar, se limpió los ojos y dijo con voz apagada:<br />

—¿De usté?... ¡Aunque me estuviera muriendo! ¡Ni agual...<br />

En Cuquío recibió Demetrio un propio.<br />

—Otra vez a Tepatitlán, mi general —dijo Luis Cervantes pasando rápidamente sus ojos por el<br />

oficio—. Tendrá que <strong>de</strong>jar allí la gente, y usted a Lagos, a tomar el tren <strong>de</strong> Aguascalientes.

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