El santo de la Ramona..pdf

EL SANTO DE LA RAMONA
- 1 -
El Santo de la Ramona
Dedicado a María Marín, la Bienvenida,
a quien tanto aprecié y de la que tanto aprendí.
Mª Amparo Garrigós Cerdan
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
DECORADO. Se trata de una casa enguerina normal, ni muy antigua, ni muy moderna: un
comedor con mesa grande, siete sillas y alguna planta, cuadro, etc. en donde se va a
celebrar un santo. Imprescindible un mantel para la mesa con puntilla de ganchillo o similar.
Por supuesto, en la mesa, tramuzos, cacahuetes, mejillones, pastas, cerveza, anís, coñac, un
bizcocho y, si se quiere, algún detalle más. Además dos puertas: una que lleva hacia el
interior de la casa y otra a la calle.
VESTUARIO. Es consonancia, también dentro de la normalidad según el personaje.
PERSONAJES. Son siete:
MADRE. Frisa casi en los ochenta pero, lejos de ser una anciana al uso, tiene una vitalidad
envidiable.
VICENTE. Es el hijo mayor. Más cerca de los sesenta que de los cincuenta es, como su madre,
muy vital. Soltero por vocación, le gusta la broma y el cachondeo.
MARUJA. La segunda de la familia, ya no cumple los cincuenta. Tiene un genio de mil
demonios, pero en el fondo, es una mujer muy ingenua. A su hermana pequeña, le
tiene un poco de pelusilla.
RAMONA. La más pequeña, tendrá unos cuarenta y cinco años. Es muy mujer de su casa y lo
quiere todo perfecto. También tiene su carácter pero es más reposada que su
hermana y, como su hermano, de vez en cuando, es muy ocurrente.
EL TÍO SEVERINO. Hermano de la madre, ya ha cumplido los 88 y, por eso, tiene muchos
achaques. Está sordo como una tapia y parece que tiembla a causa del Parkinson. Es
el padrino de la Ramoneta y tanto ella como sus hermanos lo quieren mucho.
SALVADOR. Marido de la Ramona y más o menos de su edad. Trabaja en el campo y tiene un
carácter bonachón pero si lo buscan lo encuentran. Le gusta dejar bien claro quién es
el que manda en casa.
PACO. Marido de la Maruja e igualmente, de edad parecida a la de su mujer. También
campiñero y algo tacaño, tiene un carácter fuerte por lo que pelea constantemente
con la Maruja. Le gusta la poesía y el cantautor Joaquín Sabina.
OTROS DETALLES. Unos calzoncillos blancos normales y corrientes con un agujero en la
parte trasera. Un tanga de hombre. Una bata de baño con bolsillos para Salvador y una toalla
de lavabo. Un paño de cocina y servilletas de papel. Un delantal con dos bolsillos para
Ramona. Un garrote y una boina para el tío Severino. Para Paco, paquete de tabaco, mechero
y cenicero.
- 2 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
(El comedor de una casa enguerina. En el centro, una mesa con un mantel blanco que lleva
una puntilla de ganchillo, surtida con bebida y viandas para celebrar una onomástica. La
Ramona y su madre se afanan en terminar de arreglarla, mientras Salvador, el marido de la
Ramona, se está duchando en el interior de la casa)
RAMONA (Saliendo con un bizcocho). ¡Madre! ¿Ha puesto ya los mejillones?
MADRE (Con una botella de anís en la mano). Sí.
RAMONA. ¿Y los tramuzos y los cacaus?
MADRE. Ya están en la mesa.
RAMONA. ¿Y el bizcocho?
MADRE. ¡Ramona! Si lo acabas de poner tú ahí en medio, filla megua…
RAMONA. (Nerviosa). Tiene razón, madre. No m´haga mucho caso que no sé ni ande
estoy.
MADRE. A mí me lo dirás, prenda, que to los años la mateixa. Ni que fueran éstas las
bodas de Luis Alonso, en cuenta de la convidá de S. Ramón Nonato en una
casa d‘Engra, ¡collons, con la moñaca!
RAMONA. Es que ya sabe usté como soy yo, madre.
MADRE. Sí, bonica, mu fina y mu reperfilá: to apunto y to de punta en blanc.
¡Menuda murga los 31 d’Agosto! Si me l’allego a barruntar, en cuenta de
Ramona, te pongo Remedios.
RAMONA. ¿Remedios, madre? ¿Y por qué?
MADRE. Pa ver si así te las apañabas sola, salá. Que m’haces pegar más vueltas que
un dolçainer y yo ya no estoy pa estos trotes.
RAMONA (Ilusionada). ¡Ay, madre! ¿Ha visto qué preciosa está la mesa con el mantel?
Parece un altar.
MADRE (Aparte). Pos cuando lo vea tu hermanica. (A Ramona) Sí, hija mía, un altar y
más, que me va her la puntilla la tía María la Bienvenida y no hay otra
mejor en to la contorná. ¡Qué manos tenía ixa mujer p’al punto gancho! ¿Y
pa enmidonar?
To como el armiño. Como ella no en d´había dos.
RAMONA. Bien se ve, madre, bien se ve.
- 3 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
MADRE. Y ahora la tiene el Señor en la Gloria y es de verdá aquello el Paraíso,
Ramoneta: los angelicos con sus baberetes de ganchillo, las santas con sus
mantos blancos de hilo fino que parece bronda, los altares pa que te
cuento… No había dos como ella, no en d’había.
RAMONA. ¿Y los santos, madre?
MADRE. Como alguno tenía que acabar como el gato, en el Purgatorio están tos.
RAMONA. ¿Qué dice? Y ¿por qué?
MADRE. Porque s’ha encabotau la tía María en enmidonarles los cansoncillos y los
enfelices van tos escaldaus.
RAMONA. Ya m’estrañaba a mí que no sonara la flauta ¡con el genio que tenía la
paisana!
MADRE. Y ahora ha mandau S. Pedro un recau pa dir que no lleven flores a las
iglesias pa ellos, que les hagan ramicos d’ixas carchofetas de monte que se
ponen bajo la cama pa curar las almorranas, a ver si asina s’ alivian una
mejica.
RAMONA. Madre, y usté ¿cómo sabe to ixo?
MADRE (Haciéndose la remolona). Pos, pos…porque lo sé.
RAMONA. Madre, por casualidá no estarán usté y sus vecinas hendo otra vez el
palancanero, ¿verdá?
MADRE. Tuma, pos claro que no. Después del cagachín que vamos pasar la última
vez, cuando se va poner a blincar la palancana y no va parar de botar hasta
que se va asclar, ¡ni pensarlo! No vamos cagar mierda buena en medio año.
RAMONA. Menos mal, que no me fío yo de la metá de la cuadrilla…
MADRE (Bajando la voz con mucho misterio). Ahora, Ramoneta, hacemos la Pija.
RAMONA. ¿La Pija? ¡Ay, Señor! Pero ixo ¿qué es?
MADRE. Pos mira, en un cartonet cuadrau, hay un redondel con to las letras, y
tamién, están tos los números. Ponemos un vasico en el medio bocabajo y
ca una le pone un dedo en el culo al vaso. Después, llamamos a algún
espéritu, le preguntamos algo y el vaso se va meneando de letra en letra
hasta que nos contesta lo que toca.
RAMONA. ¡Mira si lo sabía yo! La Pija, la Pija… Madre, ¡que eso es la Ouija, y dicen
qu’es mu peligroso!
- 4 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
MADRE. Lo peligroso, chiqueta, es que s’ajuntemos seis mujeres a chugar al Burro to
las tardes.
RAMONA. No me diga…
MADRE. Sí, porque, entre baza y baza, l’hacemos el traje a mida a medio pueblo y si
m’apuras, ¡hasta al cura! Ven una tarde, Ramoneta, y charrarás con el
padre…
RAMONA. ¡No lo mande Dios! Menudo entretenimiento, astorar a los defuntos.
¡Cómo si no tuviéramos prau con los vivos! Ya quisiera yo saber quién de
toas es la espabilá que le pega espentetas al vasico, ¡seréis yongos!
MADRE. Pos has lo que te dé la gana y que t’aproveche, hija. Yo m’en voy y ya vendré
luego con el tío Severino.
(Sale)
SALVADOR (Dentro). Ramona, ¿S’ha ido ya tu madre?
RAMONA. Sí, Salvador. Y tú, ¿ya has acabau de mudarte?
SALVADOR. Pos más bien no.
(Sale Salvador con la bata de la ducha y secándose el pelo)
RAMONA. Y, ¿qué esperas, que vaya yo a ponerte la bolcá?
SALVADOR. ¡Menuda bolcá si to fuera como ésto! (Se saca unos calzoncillos del bolsillo
de la bata y se los enseña a su mujer. Llevan un enorme agujero en la parte de
detrás) ¿Qué les ha pasau a estos cansoncillos?
RAMONA (Titubeando) Pos, pos… (se rehace) que no pasándoles na del otro mundo, los
pobretes, s’han pasau.
SALVADOR. Con lo que yo me los estimaba, ¡los últimos de la dote que me va her mi
madre! Mercaus, en aquellos tiempos, en ca Perelló…
RAMONA. Ahí es onde va pegar tu madre la becá: que se va engañar de tienda.
SALVADOR. Y ¿se pue saber por qué?
RAMONA. Porque con lo Adán que tú eres, tenía que habérselos encargau al tío
Cerezo y, si no, haber ido a c’al llandero.
SALVADOR. ¡Pero, Ramoneta…!
RAMONA. ¿Cómo?, ¿ahora soy Ramoneta? ¿Yo que te digo a tú cuando t’en vas a la
campiña? ¡Que te lleves papel! Pero no, el señor se despacha con una
- 5 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
piedra o un pámpano. Luego como l’entra la picoreta, arrascón p’arriba y arrascón
p’abajo, ¡hala, qu’es de baldes! ¿Y cómo llegan a casa los cansoncillos? Con
un palomino en la culera como un pan bendito.
SALVADOR. Para, Ramoneta, que t’embalas.
RAMONA. ¡En ca que m’estrelle! Asina que, Ramona, aprepara el jabón de sosa y las
dos manos pa restregar. Pos sabes lo que te digo, que ya s´han jubilau y
mejor estarán limpiando polvo que arrascando cascarrias.
SALVADOR (Avergonzado y compungido, mirando los calzoncillos). Es que eran los
últimos que me quedaban, ¡los últimos!
RAMONA (Quitándoselos de las manos). Pos mira, los últimos serán los primeros (se los
mete en el bolsillo del delantal). Pero, como tienes una mujer que vale tos los
dineros del mundo, ¡mira! (se saca un tanga del otro bolsillo del delantal y se lo
enseña) ¿Qué te parece lo que t’ha comprau? Esto sí qu’está asegurau a to
riesgo y de buena marca qu’es.
SALVADOR (Mirándolo con espanto). Ixo, ixo en mi pueblo es un taparrabos, ¡y más roín
qu’el de Tarzán! ¿Y de quina marca tan fanfarrona dices qu’es esto?
RAMONA. De la marca DELMER.
SALVADOR. ¿Quina?
RAMONA. DEL-MER
SALVADOR (Pensativo). Pos en ca no l’ha sentido nombrar yo ixa nunca por la tele.
RAMONA. DEL-MER… ¡Del mercau, abelucho! Asina que arrea p’adentro y te lo
pones o tendrás que ir sin na y con tos los aparejos colgando.
SALVADOR (Suplicando). Ramoneta, ¿por qué m’haces esto? ¿Cómo voy a ir yo con
esta goma por la regateta?
RAMONA. Pos arreando, qu’es gerondio. Y afáñate que ahora mismo empezará a
llegar la gente. Hala, p’adentro.
(Sale Salvador)
(Desde la puerta, se oye a la Maruja, la hermana mayor de la Ramona)
MARUJA (Dentro). ¿Se puede?
RAMONA. Se va pudiendo, se va pudiendo, hermanica.
(Entra)
MARUJA. ¡Ay, mi chica! Dame un beso bonica qu’es el día de tu santo… (se queda
- 6 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
atónita al ver la mesa, abre mucho los ojos y dice) ¡Ay, la mala sota! ¡Ya l’has sacau a la
madre el mantel de la tía Bienvenida!
RAMONA. Mujer…
MARUJA. Ni mujer, ni na. Que yo soy la mayor y a mí la madre me l’ha regateau buen
avío de veces. Y tú, claro, como eres la pequeñica… ¡calla que la
mamprenda!
RAMONA. Maruja, si total tu santo es d’aquí a doce días, yo lo lavo, lo plancho, te lo
llevo y ya está.
MARUJA. ¡Ole, qué bien! ¡To solucionau! Y si d’aquí a allá me muero, ¿qué? Y si hoy
se taca o los tíos estos de la pipanda lo queman con la caparra del cigarro,
¿qué? Y si… ?
RAMONA. Prau, Maruja, prau. Ya iremos con cuenta.
MARUJA. ¡Me río yo de la cuenta con lo brozas que son tos! Pero ya m’encargaré yo
de que no le caiga ninguna lámpara, ni menos que le hagan una botana.
RAMONA. ¡Uy, que te veo venir, Maruja!
MARUJA. Pos cuando allegue, que Dios los coja confesaus ¡y colmugaus por si las
moscas! Y cambiando de conversación, ¿onde está el Salvador?
RAMONA. Está acabando d’endongarse. ¡Salvador, sal, que ya está aquí mi
hermanica!
SALVADOR (Dentro). Ya voy, ya voy…
RAMONA. ¿Y tu marido?
MARUJA. ¿El Paco? Aparcando el coche qu’es onde mejor lo tiene, quetico y sin
menearse del sitio. Mira, ya lo siento entrar.
PACO. ¡Buenas!
(Entra Paco)
MARUJA. ¡Y tan buenas, esposo! Y más que nunca hoy qu’ acabamos de nacer.
PACO (A Ramona). Un par de besos, cuñá. Muchos años que lo celebremos juntos, ¡y
tú que lo pagues! (la besa)
RAMONA (Aparte). Hay que ver el mamandungo, como s’arrasca ande le pica.
PACO. ¡Quina mesa más apañá! Si parece esto La Zarzuela… ¿Has visto, Maruja?
- 7 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

MARUJA. Que va, m’ha quedau ciega de zabucón.
(Sale Salvador, al que, como le molesta el tanga, lo vemos de
vez en cuando llevarse la mano al trasero para estirar la goma)
- 8 -
El Santo de la Ramona
SALVADOR. ¡Ché, ya estamos tos! (A Paco le da la mano y le palmotea la espalda) ¿Cómo
va ixo, fargandán? (A Maruja) Ven aquí que t’arree dos besos, flamenca (la
besa)
RAMONA. Enga, amos a asentarse y a herse el pisicolabis.
(Se sientan y empiezan a comer y beber.
Paco pincha un mejillón y antes de sacarlo del plato…)
MARUJA (Aparte) Ay, la Mare de Deu, ¡que me taca el mantel! (A Paco, dándole una
palmada en la mano) ¿Qué es, que no había otra cosa que punchar? ¡En
cuenta con tocar los mejillones! ¡Come tramuzos!
RAMONA (Aparte).Ya empezamos.
PACO. Pero, ¿qué te pasa hoy, mujer? ¿T’ha picau algún bicho?
MARUJA. Pos sí, antes d’entrar un ardacho y después una sagristana mu espabilá.
PACO (Aparte). Ya sabes quién es el lagarto, Paquito.
RAMONA (Aparte) Ya sabes quién es la lagartija, Ramoneta.
SALVADOR. Y eso, ¿a santo de qué?
MARUJA. Lo segundo al de tu mujer y lo otro, ahora lo sabréis, más que na pa que
estéis avisaus.
PACO (Aparte). Ya empieza la troná.
MARUJA. ¡Pos que casi nos matamos con el coche viniendo p’aquí!
RAMONA (Asustada). ¿Y cómo ha sido eso?
SALVADOR (Alarmado). ¿Qué ha pasau, cuñá?
MARUJA (Señalando a Paco) Aquí, el señor condutor que, en las Cuatro Esquinas en
cuenta de mirar el espejico, s’ha quedau embacorau mirándole el culo a
una jovenacha y, en eso, subía uno por S. Antón a toa castaña y por un
pelico no l’amos estampau contra la casa de Martí.
PACO (Aparte). Ahora vas y lo cascas. (A Maruja) Mujer, ixo son cosas que pasan, gajes
del oficio…
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
MARUJA. ¡Pos que te pasen a tú solo! ¡No tienes tú pocos oficios, matarile! Y cállate,
Paco, que hoy voy atravesá y ya me conoces…
PACO. Pos que yo sepa, en ca en d’hay de peores, que no va ser yo el que va arramblar
con un ganau d’ovejas en la recta el río.
MARUJA. ¡Claro, porque ya se guardan ellas! A aquel li van endosar de mote “El
silencio de los corderos”, pero tú, como sigas la marcha, tú vas a ser
“Laurence d’Arabia”
PACO. ¿Y por qué, señora vidiente?
(La Ramona y Salvador se ríen por lo bajini)
MARUJA. Porque, tal y como veo yo el ajo de mal parau en la boleta de cristal, un día
d’estos, cara a la redonda que hay antes de las Casas Nuevas, t’has
d’encaramitar en la chepa d’uno de los dos camellos ixos qu’han plantau
allí.
PACO (Con condescendencia). Maruja, ya será menos, mujer.
SALVADOR. Ixo, Maruja. No desajeremos tanto. Además, lo que en d’hay en la
rotonda, no son dos camellos…
MARUJA. ¿A no? ¿Y se pue saber qué son, señor menistro?
SALVADOR. Dos bailarines.
MARUJA. ¡Arrea costipau si ves tú el parecido!
RAMONA. Que sí, hermanica, que son dos bailarines.
MARUJA. Ya s’estáis quedando con mí. ¿Que ixos dos armatostes de guierro son dos
bailarines? Y qué bailan el Fred Astaire y la Ginger Rogers (pronuncia tal y
como se escribe), ¿la raspa o el baile S. Vito?
PACO. Qu’es de veras, Maruja, que lo va dir el que los va her, el ascultor.
MARUJA. Pos hay que tener barra pa herlos y pa dirlo. Dos bailarines, ¡ni que
fuéramos más tontos que Pichota por ser de pueblo!
(Paco se saca el paquete de tabaco, se enciende un cigarrillo y deja el paquete y
el mechero en la mesa. La Maruja se lo quita de la boca y lo apaga en el cenicero)
PACO. Pero, ¿qué te pasa hoy, Maruja? ¡No dejas vivir ni a Cristo!
MARUJA. Que me s’han roto toas las tripas de golpe. Que a mí hoy, no hay quien me
taque ni me queme el mantel de la tía Bienvenida por éstas (cruza los dedos
índice y pulgar y los besa)
- 9 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

PACO. ¡Ah, collons! ¿Ixe era el misterio? ¿Por ixo tanto dar faena?
RAMONA (Aparte). ¡Ay, madre!
- 10 -
El Santo de la Ramona
MARUJA. Por ixo y porque no tienes trellat. (Coge el paquete de tabaco de la mesa) ¿No
ves que aquí pone “Fumar puede matar”?
PACO. Mira por onde me sale ahora. Regüegos, Maruja, tamién mata trabajar y no
pone el letrero ixe ni a la entrá de las fábricas, ni en los caminos de las
campiñas, ¡nos ha jodío con la copla!
SALVADOR. Di que sí, Paco, y ¡vivan los fumadores y los tíos bragaus!
MARUJA. Ramona, que s’está rifando una chufa y tu marido lleva tos los numericos…
RAMONA. ¡Salvador, punto en boca y mut!
MARUJA. Déjalo, que le voy a contestar. Mira cuñau, de que vivan no me quejo, pero
que vivan lo que puedan, porque el día que tú y el Paco caduquéis, ¡que los
pague el entierro la Tabacalera!
RAMONA. ¡Ahí, valiente!
PACO. Ves, Salvador, como en ca va estar acertau mi compadre Sabina, “El flaco de
Úbeda”, cuando va dir (recita): “Que el día que yo me muera, la que más
me va a llorar, va a ser la Tabacalera”
SALVADOR. ¡Di que sí, porque éstas…!
MARUJA (Levantando el dedo índice) ¡Y una higa pa los dos! No, pa los tres, mejor. A
buen árbol s’arriman éstos, que no lo hay más perdido, más borrachín y
más rabalero, ¿eh, Ramona?
RAMONA (Asiente con la cabeza)
PACO (Indignado). Maruja, que l’estás faltando a un gran poeta y no te lo consiento.
MARUJA. ¡Ya salió la poesía! Pos mira lo que te digo, déjate de poesías, porque en
una rabotá vais a la calle el tabaco, tú, Martínez Sabina y las calzas de tu
agüela.
RAMONA. Va, Maruja, tengamos el santo en paz, bonica, que t’enciendes como los
mistos de traca…
MARUJA. Ixo, tengamos el santo en paz y mañana ya iremos a la zarpa la greña.
Chiquetes, ¿hais visto cuántos ventilaores han puesto en la sierra?
SALVADOR. Cualquiera no los ve, que ya no se pue her ni un retratico sin que te lo
Mª Amparo Garrigós Cerdán

cague una pala d’ixas blancas.
PACO. Pero siendo la gran custión, la energía, ¡hay que colaborar, Salvador!
SALVADOR. Según sea el precio, concuñau.
- 11 -
El Santo de la Ramona
MARUJA (Entusiasmada). Pero Salvador, tú no te maginas cuando los pongan tos en
marcha, lo fresquicos que vamos a estar en el lugar. To la basca s’en d’irá
pa la Canal y en la Bufera, ¡hasta se podrán tomar baños turcos!
(La Ramona, Salvador y Paco se mondan de risa)
SALVADOR. Quina ocurrencia has tenido, cuñá. Ixo les faltaba a los d’Anna p’ acabar
de redondear el negocio…
PACO. Pero Maruja, bonica, ¿por qué no te callas?
MARUJA. ¿Hais sentido a D. Juan Carlos I? (A Paco) ¿Tú que t´has creído, que soy yo
el pariente ixe que les ha salido a los Chavos en las Américas?
PACO. Pos mira, en el genio ¡hermanicos de leche!
MARUJA. No te digo que no, marido. Y lo que tampoco te voy a dir es de quién eres
tú hermanico, por no ofender más que na, al género animal, amos.
RAMONA. Fin del segundo asalto y de la brega o los trenco el rabo la granera en el
lomo a la una y al otro.
(Llega Vicente, el hermano mayor de la Maruja y la Ramona)
VICENTE (Dentro y pregonando) ¡Pellejero, que me voy! ¡El tío pellejero! ¡Que me voy y
lo merco todo!
RAMONA. Maruja, ¿conoces a ixe qu’entra amotinando?
MARUJA. El bucarán del Vicente es. Ay, Ramona, que cuando lo siento me
da por pensar si la madre no tendría algo con Emilio Estrela.
SALVADOR (Pregonando). ¡Ye chiquetes, carreguéeu qu’el porte molt barat!
PACO (Pregonando). ¡Sal molida!
RAMONA (A Maruja). No ves a éstos, seguro que Estrela hacía horas estraordinarias.
(Entra Vicente)
VICENTE. ¡Bona nit a tutom! (A Ramona) Ven aquí que te felecite el Tete (le da un
achuchón y dos besos).
Mª Amparo Garrigós Cerdán

RAMONA (Quitándoselo de encima). No seas borrego y agarra cahira, Jordi Pujol.
- 12 -
El Santo de la Ramona
MARUJA (Mirando a su hermano con pena). ¡Será esto lástima! Un hermanico tan bien
plantau y que en ca sea fadrí a sus años…
VICENTE. Y a mucha honra y por los años que me queden, Marujín, que aquí al que
piula lo engabiolan. ¿O no, cuñaus? Yo, como el tío Severino, fadrí pa
siempre y “genio y fegura hasta la sepoltura”
MARUJA. Tú y el tío Severino, ay, ¡qué dos patas pa un banco!
VICENTE (Pregonando). ¡Polos, cortes y mantecaus helaus! Che, cuando es verano,
¡cuánto m’acuerdo del Churrero cuando en d’ iba con el carret por las calles
del lugar! Asina salía de S. José, nos hacía a tos los chiquetes unos
desgraciaus.
SALVADOR. Ya pues dirlo, que mentira no es.
VICENTE. Si hubiera habido que ponerle música al traile, la pieza se llamaría “Tocata
y fuga de la espardeña”, oreginal del maestro Chapín.
PACO. Ixo mesmico, ¡y con orquesta y coros!
VICENTE. Si a primeros de setiembre no cabía un alma en ca Olcina pa herse
espardeñas nuevas. ¡To las mujeres del pueblo hendo cola!
SALVADOR. ¡Qué tiempos aquéllos! Los helaus en el carret y el culo bien caliente.
VICENTE (Remedando). “Mama, ¡yo quiero un polo!”, “Mama, cómprame un polo”
Asina tos los moñacos. Hasta que la madre se quitaba la espardeña y pimpam,
pim-pam, no te quedaba por espolsar ni un melímetro del pantalón.
¿Tú no t’acuerdas, Ramoneta?
RAMONA. Pos no mucho.
MARUJA. ¿Cómo se va a acordar, si la tana se la llevábamos siempre yo y tú? Ella,
como era la pequeñica, casi to las tardes sacaba algo de la pancha del
carret, ¡menuda avispa!
(En ese momento Vicente acaba de pinchar otro mejillón y…)
MARUJA. Vicente, deja enseguida el palillo y el mejillón en el plato que como te caiga
una gota en el mantel, t’estampo.
PACO (Aparte). ¡Dará caguera esta mujer!
VICENTE (A Maruja). Pos mira, hermanica, si no es con el palillo, “con la sarpa” que
disen los d‘Anna (lo coge con la mano y se lo come).
Mª Amparo Garrigós Cerdán

MARUJA. Y la sarpa ixa que dises, ¿onde la vas a restregar ahora?
VICENTE. En la figa ta tía qu’es la mía, Marujín.
- 13 -
El Santo de la Ramona
RAMONA. Va, dejarse de bobás. Y tú, Salvador, sácale un trapo pa que se torque mi
hermanico porque estas servilletas (coge una de papel con dos dedos) no
valen na. ¡Ah, y una cerveza! que la que queda ya no está fresca.
(Se levanta Salvador y camina hacia la puerta de la cocina de la manera que ya sabemos)
MARUJA. ¿Y el tío Severino, qué dice la madre, que da malas noches, Vicentín?
VICENTE. Pos na más que vellea, hermanica.
(Entra Salvador con la cerveza y el paño de cocina de la manera
que ya sabemos y se lo da a Vicente)
VICENTE (A Salvador). Che, cuñau, ¿qué te pasa qu’estás tan desficioso?
SALVADOR (Avergonzado). ¿A mí? Na, no me pasa na.
RAMONA (Aguantándose la risa y guiñando un ojo a su hermano). ¿Qué le va a pasar,
Tete? Pos na de na.
VICENTE. Paco, ¿tú no lo encuentras una mijica torbaico?
PACO. Pos ahora que lo dices, sí. Asina como si le punchara algo en salva sea la parte.
MARUJA. Ay, Ramona, que ya has hecho una de las tuyas. ¡Y parecía tonta cuando la
cambiamos por la burra! ¿Eh, Vicente? Pero que mañana salen ésta y el
Salvador en el Pánico enguerino aunque no sé por qué, me lo chugo.
SALVADOR. Mira la hermanica cómo la conoce. Pos sí, ahí o en la página de socesos
del diario. Ya veremos, cuñá.
RAMONA (Aparte). Ramoneta, qu’el que avisa no es traidor…
VICENTE. El tío Severino, ixe es el que va a salir en los piriódicos como un día d’estos
pille a la madre medio alvertida y l’emboque una zamarrá.
RAMONA. No me digas, Vicente.
VICENTE. Pos sí, que la dau la chochera por creerse qu’está en la mili y, como allí era
corneta, en cuanto siente que canta el pollo del gallinero, se pone firme y
hace que toca el “Quinto levanta”. Y to ixo ¡a las cinco la mañana!
(La Maruja, la Ramona y sus maridos, empiezan a reírse)
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
VICENTE. Asina que, álsate Vicente y ahí lo tienes en cansoncillos, en medio el cuarto
(se levanta y hace que toca la corneta) tutu tututu tutu tutu tutu, tutu tututu
tutu tutu tu. Y cuando abro la puerta, se cuadra y me dice: “A sus órdenes,
mi comandante” ¡Me cagüen sos! ¡Quin polvo!
(Ahora, todos, menos Vicente, ríen a carcajadas)
VICENTE. Sí, reírse, reírse, vosotros que no madrugáis. Pero lo mejor en ca no lo
sabéis: cuando no voy yo y acude la madre, se cuadra tamién y le dice: “¡A
sus órdenes, mi sargento!”
SALVADOR. Asina queda demostrau que en la vejez está la sabeduría, ¿no Paco?
PACO. Sí, señor. T’has espresau como un libro abierto, Salvador.
MARUJA. Ramona, arréale un carchot a tu marido y yo l’arrearé una bascollá al mío,
tanta chufla ya a costa de la suegra.
(Ahora son el tío Severino, hermano de la madre de la Ramona, y la madre, los que entran)
MADRE (Dentro). ¡Ramona, que ya amos allegau!
RAMONA. Pasen, madre.
(Entran despacio del bracete)
RAMONA (Yendo hacia el tío Severino). ¡Mira mi padrino! ¡Estará templau! Y qué guapo
es (le da dos besos). Pasen y aséntense, madre.
MARUJA (Se levanta y se le acerca). ¡Tío Severino! Ay, este agüelet, ¡tiene que durar
más que el culo d’un mortero en un bancal! (lo besa). (A su madre) Y con
usté, tengo yo un asuntico, pero ya charraremos d’ixo d’aquí una meaja.
SEVERINO (Poniéndose la mano detrás de la oreja) Mantes, ¿qué decís? Es que no siento
na.
MADRE. ¡Ya vamos! (Gritándole) ¡Que cada día estás más joven! (Aparte) Por la mano
atrás.
SEVERINO (Que sigue sin enterarse). ¿Sí? Ah, pos bueno.
(Se sientan)
RAMONA. ¿Qué quiere comer, tío? ¿Un peacico de bizcocho?
SEVERINO. ¿Quéee? Ah, sí, ya en tengo ochenta y ocho.
RAMONA. Madre, ¿qué dice este hombre?
- 14 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

MADRE. Que ya tiene ochenta y ocho años.
RAMONA. ¡Collins con el tiniente!
MARUJA. ¿Y qué quiere beber? ¿Una copeta d’ anís?
SEVERINO. ¿Quéee? Ah, sí. En abril.
MARUJA. No es menester que diga na, madre, que ya sé: los va cumplir en abril.
- 15 -
El Santo de la Ramona
VICENTE. ¡Cómo se nota que no lo conocéis! Ahora veréis: ¡tío! (con gestos le dice que
qué quiere comer y qué quiere beber) ¿eh?
SEVERINO. ¡Ah…! Pos, ponerme un peacico de bizcocho y una copeta d’ anís.
MARUJA. ¡Recontra! Pa este viaje no necesitaba yo el saquet de la berenda.
RAMONA. Madre, ¿que qué le pasa? ¿No quiere tomarse na?
MADRE. Ramoneta, es que, con estos calores está una algo triá.
MARUJA. A ver si es que la bezoná viene de camino…
RAMONA (A su madre). ¿Quiere que le saque algo?
MADRE. No, Ramoneta, no es menester con to lo qu’en d’hay aquí… Mira, pa que no
digas que te lo desprecio, un par de mejillonetes sí que me comería…
MARUJA (Poniéndose en pie de un bote). Ixo, ¡por encima de mi caláver! Esto qué es
¿S. Ramón o S. Mejillón? Porque qu’estos tres tengan el capricho, es por
enstinto, pero usté, madre… Ramona, quita ixe plato de la mesa, o d’aquí
p’alante, yo no te conozco.
MADRE. Pero, Maruja…
RAMONA (Aparte). Ahora esplota la bomba.
MARUJA. Ni Maruja, ni Marujín, ni Marujeta, ni la madre que me parió qu’es usté. To
la vida plorándole el mantel de la tía Bienvenida ¿y se lo deja a mi
hermanica antes que a mí? Y como en ca no tiene prau, se l’antojan los
mejillones… ¿Y si le cai una chorritera, qué? ¡Que s’esquile la Maruja que
pa su santo no hay mantel!
MADRE. Tienes to la razón, hija mía. No ha estau bien lo que ha hecho la madre. Yo
guardaba esta joya (coge la puntilla del mantel con la mano y hace pucheros) sin
estrenarla pa vosotras. Pero, esta Ramona es tan salamera, que cuando me
lo va pedir, no va saber yo dirle que no, siendo que faltaba tan poco pa tu
santo y tamién lo podías lucir tú.
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
MARUJA. Va madre, no chemeque más que ya s´ha acabau. Pero mire lo que le voy a
dir, cuando la Ramoneta arrime la mesa, me tiene usté que lavar, planchar
y enmidonar el mantel como si no hubiera salido nunca del caixón onde lo
tenía amagau, ¿estamos? Y la prósima vez, ¡cuidaíco con la legétima!
MADRE. ¡Mirar mi Maruja la pólvora que tiene! Es una escupiñá de su padre. Pero así
me gustan a mí las mujeres de mi casa, que sepan defender lo suyo. ¡Mu
bien, hija mía! (Aparte, mirando al cielo) María la Bienvenida, tú qu’estás en
el Cielo ¡aprepárate mañana cuando agarre el palancanero!
RAMONA. Pos así tos conformes y felices. ¡Amos a brindar pa celebrarlo! (levantan
todos los vasos y brindan) ¡Vivan to los de mi sangre y los agregaus!
VICENTE. Amén (apura el vaso).
PACO. Lo mismo digo (apura el vaso).
SALVADOR. Pos si ya está to dicho, arriba, abajo, en el medio y to pa mí (apura el
vaso).
MARUJA. ¡Ay, Paco! Que se está hendo tarde pa ir a ver el teatro.
PACO (Mirando el reloj). Me cagüen la mar, ¡ámonos Maruja!
RAMONA.Pero qué prisa los ha entrau, ¿que qué hay?
MARUJA. ¿Pos no t’has enterau por el bando y por los papeles? Que hacen sainetes
enguerinos en la Casa la Cultura, ¡y hay uno de la Chava!
SALVADOR. ¿Otra vez la Doloretes?
MARUJA. No, éste es nuevo. Se llama “El santo de la Ramona”.
RAMONA. Ay, Salvador, quin comboy ¡Que vamos a salir en el teatro y no me lo
quiero perder! ¿Amos?
SALVADOR. Ixo, no lo tengo yo mu claro.
VICENTE. Antes, amos d’her una porra. Van veinte euros a qu’es Salvador el que se
tira el primer cuesco.
SALVADOR. ¡De eso mismamente depiendía, que no me fío un pelo de l’autora! Yo, pa
ixas cosas soy mu mirau.
RAMONA. Eso será según y con quién, esposo. Que cualquiera diría qu’en la vida has
trencau un plato y menos unos cansoncillos…
VICENTE. Pos los retiro. Veinte y diez más, a que el que se lo tira es Paco.
- 16 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán

El Santo de la Ramona
PACO. Otro, y por qué no te los pones tú, que tamién estás ujerau. Yo tamién voto por
tú, concuñau: cuarenta a qu’es Salvador.
SALVADOR (Perplejo). ¿Tú tamién? ¡Qué bárbaro! (Rehaciéndose) Pos yo no voy a ser
menos espléndido, cincuenta a qu’es Vicente.
VICENTE. Van las diez mil a qu’es el tío Severino.
MADRE. Éste, ¿pobret y sordo, hendo fuerza? Mal asunto pa mí que ya no m’acuerdo
de bolcar moñacos. Ámonos pa casa, Severino, qu’esto es cosa de la
joventut. Hasta mañana, familia (le hace una seña a su hermano).
SEVERINO. ¡Bona nit!
LOS DEMÁS. Hasta mañana.
(Se van del bracete poco a poco)
PACO. Pos ámonos tamién nosotros y a ver quién es el que cobra.
VICENTE. Enga, amos.
SALVADOR. Ir vosotros delante y vais pillando sitio.
MARUJA. Pos no tardar que aquello se pone de bot en bot.
(Se van el Vicente, el Paco y la Maruja)
RAMONA. Pero, ¿por qué no nos vamos nosotros tamién, Salvador?
SALVADOR. Porque me debes una y no te la perdono. Pon atención: yo d’aquí no me
meneo hasta que me saques los cansoncillos de mi madre, que ya está bien
d’her el cabrón.
RAMONA. ¡Pero si están ujeraus!
SALVADOR. ¡Pos mejor! Asina, si se presenta la ocasión, el pedo, esta noche, me lo
tiro yo que lo llevo libre ¡y cuento los cuarenta del roñoso de tu cuñau!
RAMONA. Ixe es mi Salvador. Y ¡que viva el macho ibérico en ca que sea una meaja!
SALVADOR. ¿Me cambio y nos vamos, Ramoneta?
RAMONA. Pero a escape, Salvador, que en acabar aquí, en la Casa de la Cultura…
RAMONA y SALVADOR. ¡Empieza la función!
- 17 -
Mª Amparo Garrigós Cerdán