El Caleidoscopio - Crisis Energética
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Mediofilete, que era el apodo que habían puesto a Crispín los maulas de sus<br />
colegas en base a la convicción de que ese era el morador de su bóveda craneal<br />
sustitutivo del común cerebro, les dijo a sus viejos que pasaba del instituto y que<br />
se iba a poner a trabajar.<br />
“Si tu no vales ni para enderezar plátanos con el culo” masculló para sus adentros<br />
papá Venancio. Trocó la hipotaxis de este pensamiento por un:” ¿Y de qué? Si<br />
puede saberse.”<br />
“En una obra, pápa, (llana, no aguda), en la costrución”<br />
Los restantes tipos de razonamientos que habían pertenecido a la lógica, a la<br />
filosofía, a la teología, etc. se consideran razonamientos persuasivos que tienden<br />
a establecer argumentos no indiscutibles, y a dirigir al interlocutor a una especie<br />
de consentimiento obtenido con el apoyo, no tanto, de una Razón Absoluta, cuanto<br />
de la concurrencia de elementos emocionales, de valoraciones históricas, de<br />
motivaciones prácticas.<br />
Mil euros, cobró Mediofilete de trompo de obra en el primer mes. Su hermano le<br />
miró con una soterrada envidia cuando coincidieron en el ascensor los tres,<br />
Crispín, él mismo y Carolina, la vecinita del quinto, responsable involuntaria de la<br />
mitad de los granos de su cara y de su incipiente pérdida de visión.<br />
Pero hay diversos grados de razonamiento persuasivo. Hay una serie de<br />
gradaciones que van desde la persuasión honesta y cauta hasta la persuasión<br />
como engaño. O lo que es lo mismo, desde el razonamiento filosófico a las<br />
técnicas de propaganda y de persuasión de masas.<br />
A los seis meses, Mediofilete estaba pagando letras de su Golf 16 Gárgolas,<br />
había señalizado un piso sobre plano y se apretaba regularmente a Carolina, que<br />
trabajaba de dependienta en una tienda de Zara.<br />
Además en el ATP familiar, en el ranking jerárquico, estaba el Nº, era el que más<br />
pasta ingresaba, por ello portaba con desdén y naturalidad la vara del alcalde, el<br />
cetro de poder, el mando a distancia.<br />
Venancio júnior volvió a catear.” Que tu mano derecha no sepa lo que hace la<br />
izquierda”. Con la izquierda pasaba las páginas de los apuntes y con la derecha<br />
pasaba las rijosidades propias de la edad y del aburrimiento pensando en<br />
Carolina.<br />
“No va más” como dicen los croupiers en la ruleta.<br />
Venancio se puso a buscar curro. De lo suyo no había, y para trabajos no<br />
cualificados no querían universitarios, pues tenían que pagarles más, y a ver para<br />
que demonios necesitaban títulos para echar gasolina en un depósito. Puso la<br />
tele:” España va como un cohete”.