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El Caleidoscopio - Crisis Energética

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Yo esperaba un cofre lleno de monedas, con cetros , coronas , vellocinos, collares y<br />

diademas ,medallones masónicos de gran maestre… y me da un puñado de moneditas.<br />

• Esto me lo escupe la tragaperras cuando saco tres cerezas ( le dije en tono<br />

circunspecto) es que no me valen ni de amarracos .<br />

• Pues es lo que hay.<br />

Esa frase me sonaba y, como una nana , como un arrullo materno, adormeció mi conciencia y<br />

cuando abrí los ojos ya no estaba él. Como un Gollum/Smeagol me fui a casa moviendo la<br />

cabeza en todas las direcciones como una urraca en el suelo.<br />

Poco duró el breve sosiego del acaudalado. ¿ Dónde esconderlo?<br />

Recorrí toda la casa escrutando rincones , alacenas , recovecos , cornisas…y todos me<br />

parecían inseguros hasta que encontré la solución, el sitio perfecto, la tumba del oro en el<br />

templo de mi propio cuerpo. Me haría una dentadura postiza con el áureo metal que cubriese<br />

desde las cordales hasta los paletos ( el paleto, otro agonías) en ambos maxilares.<br />

Lo primero era hacerse un molde, de modo que pegué un mordisco de tres pares a una bola de<br />

plastilina abandonada a su albur bajo la chaisse longue del salón que ya incluía en su textura<br />

chinas de zapato , pelos desconocidos y pelusas de ombligo.<br />

Tenía que esperar a que endureciese y evitar la humedad de la saliva, así que me fui al aseo ,<br />

cogí el secador y lo dirigí a la boca mientras me sujetaba los belfos con la otra mano haciendo<br />

pinza con los dedos…al rato lo puse a toda potencia y los labios se movían solos pero se me<br />

achicharro la cara de nariz para abajo enrojeciéndose de modo más que perceptible.<br />

Parecía uno de los hermanos Tonetti , pero el molde estaba hecho.<br />

Faltaba fundir el oro. Puse las monedas en un plato , las tapé con su preceptiva cubierta de<br />

plástico y lo metí cinco minutos en el microondas a toda potencia mientras iba al baño a<br />

sacarme los restos de plastilina con hilo dental.<br />

No llevaba ni tres minutos hurgándome los dientes con un clip , pues el hilo dental se había<br />

acabado y nadie tira la caja en esta p**a casa, cuando oí unos ruidos extraños. Salí de najas<br />

como cantaba Ramoncín antes de hacerse el intelectual presentando el Lingo y entré en la<br />

cocina que olía a humo mientras el microondas chisporroteaba y ardía como un pequeño ninot<br />

valenciano.<br />

Saltaron los plomos. Abrí la puertecilla angustiado y agarré las monedas. Grité. Mis manos<br />

hacían juego con mi perilla.<br />

Esto se funde a más de 1000 grados, necesito algo más potente, pensé. Parecía el coyote del<br />

correcaminos. Llamé a Alexandros y le pedí el soplete.<br />

• ¿ Para que lo necesitas?

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