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donde aparece un fenómeno que
hay que subrayar: la necesidad,
para pensar la alternativa, de recomponer
lo imaginario social.
Una de las cosas más terribles de
esta crisis de la política es la crisis
de la relación entre los intelectuales
críticos y los trabajadores, con la
derrota espectacular que ha llevado
a esto que se ha llamado el postmodernismo.
Eso ha propiciado lo que
es una de las claves de la derrota de
la izquierda en Europa, el elitismo
de los intelectuales, el desprecio de
los intelectuales a la gente que trabaja,
intelectuales metidos hasta el
tuétano en el neoliberalismo y en
este mundo de estructura consumista
de la que hablaba el viejo
Passolini. La clave de bóveda es que
para pensar la alternativa hay que
recomponer lo imaginario social, las autorrepresentaciones de
la sociedad y eso requiere a mi modo de ver cuatro o cinco
cosas muy sencillas pero que rompen abiertamente con el
paradigma postmoderno. Lo primero es identificar a los enemigos.
Porque tenemos enemigos. Los trabajadores y el pueblo
tienen enemigos: son la oligarquía financiera, inmobiliaria y
mediática. Sin el poder de los medios de comunicación el neoliberalismo
no hubiera funcionado. Hay que denunciar sistemáticamente
que sin cortar el poder que esa minoría oligárquica,
plutocrática tiene, no habrá salida. La segunda cuestión
es decir que esta democracia no es una democracia. Esta es
una democracia recortada, una democracia de apoyo a la oligarquía.
Sin el apoyo de los políticos esta oligarquía no funcionaría,
no se perpetuaría en el poder. Por eso la corrupción ha
sido el fermento del actual modelo político-económico. La
financiación ilegítima de los partidos, el enriquecimiento de
los ayuntamientos, los diversos escándalos que estamos viendo,
y los que veremos conforme vaya pasando la crisis… La
corrupción ha sido el abono que ha perpetuado el modelo. En
tercer lugar, una idea fundamental, que es que la izquierda ha
ido muriendo en este proceso fundamentalmente porque en
España y en Europa lo que falta es el partido de oposición. Lo
decía Naredo en la Transición, y algunos no le hicimos caso, en
un libro que se llama Por una oposición que se oponga… En
Europa lo que falta es una oposición de verdad, una oposición
a este modelo oligárquico que ha favorecido la integración
europea y que ha favorecido la globalización neoliberal. Un
crisis
partido de oposición, y cuando hablo de partido hablo de algo
grande donde quepan muchas cosas, pero que sea una oposición
a este sistema de poder que nos ha estado mangoneando.
Y por último algo fundamental. Todo eso no vale nada si no
hay ejemplaridad. La gente no va a perdonar nunca a la izquierda
que no sea coherente de sus valores… Se dice muchas
veces “¿por qué la gente critica o pone en solfa a la izquierda
cuando se corrompe y no pone en solfa a la derecha?” Pues
porque lo de la derecha lo da por descontado. Ya lo sabe. Lo
que es absurdo es que la izquierda no dé ejemplo moral, ejemplo
ético y que no se convierta en campeona de la lucha por el
trabajo, por los salarios dignos, y sobre todo que se aproveche
para cambiar de estatus cuando llega a ser clase política. En
muchos debates que ha habido en Italia últimamente la gente
reprochaba que aquel era de izquierdas pero acababa ganando
como diputado o cargo público como diez o quince veces
el salario de un obrero. Es verdad que ganan mucho más los
oligarcas y que los bonos de las grandes empresas son mu cho
más grandes… efectivamente, eso es verdad. Pero si tú eres de
izquierdas no puedes vivir la vida que lleva la burguesía, porque
acabarás convirtiéndote en esa clase política que nunca
se baja de su Audi. Esos son elementos que la crisis va a situar
en primer plano. La política como compromiso ético y la
ejemplaridad de los políticos que se llaman de izquierda. Porque
detrás de la crisis de la política está la credibilidad de los
políticos, y si no hay políticos creíbles nunca cuajará una
alternativa■
El Viejo Topo / 75