Untitled - Servicio de publicaciones - Diputación de Castellón

TEXTO DE:
Roberto Pérez de Heredia Valle

SUMARIO
9 Presentación institucional
15 Prólogo
23 Biografía
115 Obra

Tenemos personajes en Castellón de aquellos que, solo tras su desaparición, comprendemos
lo que han signifi cado. Que nos conmueven y aleccionan con su trayectoria vital y con el
ejemplo que nos han dado.
Tasio, el Tasio cuyo nombre casi desconocíamos era Eustasio Flors Meliá. Pero tras su
nombre artístico se arremolinaba no solo el artista sino una manera de vivir bien nuestra,
bien mediterránea si se quiere.
Y justo es que a personas de la talla de nuestro estimado pintor se le dedique un volumen
publicado por nuestro Servei de Publicacions. Obra que no hace, con el aporte sustancial
de dos colaboradores excelentes como son Roberto Perez de Heredia y Pascual Mercé, más
que resaltar parte, por lo menos una parte, de la fecunda obra de Tasio.
El primero de estos autores ha conseguido, con su buena memoria y erudición, recopilar
aquellos datos que enmarcan y perfi lan perfectamente la obra de uno de nuestros grandes
acuarelistas. El segundo, a través de sus fotografías, nos permite admirar una vez más, en
un solo volumen y de consulta agradable, la casi totalidad de la obra de Tasio.
Porque es bien cierto que el conjunto de su obra es enorme, intensa y extensa a la par.
¿Quién que sea de nuestra ciudad, o que viva en ella unos años, no ha visto alguna de sus
realizaciones? No hablemos ya de sus cuadros que, en el seno de una familia u otra fi guran
en lugar notable, sino de sus trabajos mayores: especialmente murales, tanto públicos como
privados. Murales para empresas pioneras o instituciones bien arraigadas en nuestra tierra.
Resulta evidente que su vida y su obra han ido jalonando nuestro Castellón de manera
continua casi. Desde sus inicios hasta una vez ya alcanzada la madurez. Porque la vida
de Tasio ha sido un continuo dedicarse a su gran pasión: la pintura, el dominio de la luz,
como dicen los críticos. El empleo de la acuarela como medio de expresión. Y realizado con
la maestría que solo los grandes poseen. Su profesión era su arte aun cuando tampoco
desatendió sus trabajos más mundanos.
La vida artística de Tasio no nació como pudiera pensarse por generación espontánea. Si
bien es cierto que sin inspiración y dotes naturales no hay obra de arte, la verdad es que a
él ya le venía de tradición familiar puesto que su padre ya modelaba el mármol en el taller
familiar.
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Presentación institucional
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Pero hacía falta que la primera inclinación fuera potenciada y mejorada por el estudio,
la técnica. Y para ello Tasio pasó por las escuelas pertinentes hasta llegar a obtener el
título de profesor de dibujo amén de realizar el recorrido habitual en aquellos años de las
grandes ciudades europeas de la cultura. Desde el Niu d’Art a París, el recorrido fue largo
y provechoso.
Su camino hacia la perfección en la acuarela y el dibujo fue constante. Y lógicamente
jalonado con los premios y medallas, recompensas y reconocimientos a que daba lugar su
constante dedicación. Si su manera de ver la propia pintura era sencilla y espontánea, tal
vez fue por ello por lo que llegó fácilmente a tantos y tantos admiradores como ha tenido
y tiene. Pero es evidente que por regla general, solo se es reconocido como talento en la
propia tierra si antes no se ha sido tocado por el reconocimiento del mundo lejano. Así fue
en su caso, y su obra ha quedado igualmente esparcida en numerosas ciudades del mundo
donde otros ojos, que no los de su tierra, pueden admirar.
Con el conjunto formado por el sustancioso texto de Heredia y las fotos de Mercé, creemos
haber hecho, desde esta Corporación que me honro en presidir, una aportación sustancial
al acervo de las artes plásticas y cultural de nuestra casa. Dar a conocer su obra por otra
vía como es este libro nos parecía un deber tanto con nuestra ciudadanía como con nuestro
querido Tasio. Un pintor, un excelente acuarelista como han dicho los que de ello entienden,
que retrató su tierra como pocos han sabido hacer.
Que quede pues este volumen como nuestro reconocimiento a su vida y a su obra. La
Diputación no podía faltar en este empeño, ya que personas de su talla humana y artística
han de ser merecedores del cariño que les profesamos.
Carlos Fabra Carreras
Presidente de la Excma. Diputación de Castellón

A LA MEMORIA DE AMELIETA
Y DE TASIET, ENTRAÑABLES
AMIGOS DEL ALMA, YA NUNCA
JAMÁS OLVIDADOS

El Tío de los sobrinos.
Retrato de Roberto
Dibujo a carboncillo. 20 x 17 cm.
1991.
A MODO DE PRÓLOGO, AGRADECIMIENTO Y OBLIGADA JUSTIFICACIÓN:
Amable lector:
Desde que el 6 de marzo de 2007, la Junta de Gobierno de la Excelentísima
Diputación Provincial de Castellón, con su Presidente D. Carlos Fabra al frente,
tomó el acuerdo de editar el libro que usted tiene en sus manos, dedicado a
nuestro estimado Eustasio Flors Meliá (q. e. p. d.), de todos conocido por TASIO,
pintor castellonense, destacado en el mundo de la acuarela y al que, precisamente,
ya en diciembre de 1954 dicha Corporación Provincial le concediera una bolsa para
ampliar sus estudios de pintura en Roma, cual dio detallada cuenta el Número 1 de
la revista Penyagolosa, se imponía expresar, públicamente, el más sincero de los
agradecimientos.
Y, siendo así que sus hijos, Magdalena, Carmen, Amelia Cristina, Miguel, Ignacio
y Nicolás, así como su hermana Amalia, mi esposa, han exigido, amorosamente,
pero sin excusa ni pretexto alguno, que fuera yo quien escribiera el texto del libro,
una vez cumplida ya tan ardua tarea, según me ha dado a entender el imborrable
recuerdo que guardo de Tasio, en principio, en nombre de dichos familiares y en
el mío propio, me cumple aquí proceder a expresar a todos y cada uno de los
miembros de aquella Junta nuestro agradecimiento, de corazón y con notoriedad,
por el inapreciable gesto que han tenido para con él. Gratitud que es forzoso
y de justicia hacerla extensiva al Servicio de Publicaciones de la Corporación
Provincial que tan efi cientemente dirige María Jesús Gimeno fi gurando al frente de
esta edición proporcionándonos su valiosa ayuda y consejo; a la cuidada labor de
reproducción de los recuerdos y obras de Tasio, llevada a cabo por el fotógrafo D.
Pascual Mercé; al responsable del diseño y maquetación del libro, Álvaro Bautista
diseño, S.L. que con tanta profesionalidad como éxito las ha encajado y distribuido
en la obra, poniendo su broche de oro en la portada; al experto corrector de todo
el texto; a la Imprenta Sichet, S.L. de Vila-real y, cómo no, a cuantos amigos nos
han facilitado imágenes aptas para ser incorporadas como ilustraciones del tomo.
15

Prólogo
16
La exigente imposición de componer el texto del libro presentaba, para mí, dos
aspectos diferentes que afectaban de manera directa a su mejor realización.
Uno, evidentemente negativo, pues tratándose, en cierto modo, de dar a conocer
tanto la trayectoria vital y artística como la obra de un pintor castellonense,
famoso ya desde su juventud y maestro de la acuarela, chocaba con el hecho
de que yo ni era un experto en arte ni siquiera un crítico en la materia. De otro
lado, éste a mi juicio positivo, Tasio había sido, durante medio siglo largo, uno
de mis amigos más grandes y estimados; tanto es así que durante ese tiempo fui
el padrino de una de sus hijas, me casé con su hermana, con él como padrino,
convirtiéndome en cuñado y, en defi nitiva, familiar allegado que ya nunca dejaría
de serlo; acompañándole en todos sus triunfos artísticos, alegrías y no pocas
penas (los accidentes de sus hijos, el suyo propio que tanto le afectó a sus piernas
y cadera, la muerte del hijo mayor, el fallecimiento de su amada esposa Amelia
y, al fi nal, el suyo propio).
En esos tiempos en que nuestra relación se iba haciendo casi permanente y
cotidiana, tuve ocasión de viajar en su compañía, en busca de paisajes y motivos
para su pintura; iniciados en 1956 con un periplo sobre su Lambretta por Europa,
llegando hasta Copenhague y un desplazamiento a Vitoria, en su coche, para
preparar una exposición que frustró su grave accidente. Más adelante, ya en su
coche adaptado a sus condiciones físicas o en el mío, rindiendo visita a distintos
lugares de España: dos hasta Andalucía, uno llegando a las Alpujarras y el Parador de
Cazorla y, el segundo, hasta Ayamonte, en Huelva, recorriendo los pueblos blancos
andaluces; uno más hasta Port de la Selva en Gerona, visitando Perpiñán y otro a
la Isla de Menorca; sin mengua de varias excursiones por Els Ports y el Maestrazgo;
estancias en Morella (allí, bajo los porches en el Bar Blasco, pergeñó mi retrato
durante una Semana Local de la Juventud) y demás pueblos de sus alrededores,
sin olvidar alguna que otra salida por la costa mediterránea con escalas en sus
deslumbrantes puertos deportivos o pesqueros. Viajes y convivencias que me
sirvieron para adentrarme en el conocimiento de sus gustos artísticos, percatarme
de los cambios que experimentaba su obra y comprobar el hallazgo de escenas
favoritas y adecuadas a sus apetencias pictóricas que él incorporaba a sus trabajos,
las cuales, a partir de la década de los 70, propiciaron el boom de sus famosas y
codiciadas acuarelas blancas, por las que Xifré Morrós, su incondicional y sabio
amigo, llegó a denominarle, afectuosamente, pintor de parets o emblanquinador.

No es que, hasta entonces, Tasio no hubiera conseguido notorios y verdaderos
éxitos como acuarelista. La verdad es que, partiendo de su natural talento, su inicial
visión de la pintura, su aprovechada formación primaria más su incansable trabajo y
dedicación, a sus 22 años, habiendo iniciado ya sus estudios superiores en la Escuela
de Bellas Artes de San Fernando, tenía acreditada una acusada aptitud cuando se
presentó ante el público en su Primera Exposición individual, mostrándose, según
palabras del insigne escultor y profesor, D. Juan Adsuara, nada menos que como
autentico «valor local en el resurgimiento nacional de la acuarela», considerándole,
rotunda y premonitoriamente «llamado a formar en primera fi la de los acuarelistas
españoles». E, incluso, unos años después, en el verano de 1953, acabados con
éxito sus estudios superiores, al colgar sus obras en una exposición individual en la
ciudad de Ámsterdam, mereció que le fuera concedido el importante y loable título
de Mago de la Acuarela (Plakatverf Meester).
Además, tras su muerte y contra lo que pudiera pensarse, Tasio sorprendió a
todos comprobándose que, de una forma u otra, había conservado y guardado,
más o menos cuidadosamente, toda la documentación concerniente a su labor
artística: desde las libretas del diario escolar con los primeros dibujos de cada
jornada; los cuadernos con ejercicios de dibujo ciertamente espectaculares; los
catálogos de la casi totalidad de sus exposiciones individuales o colectivas; su
expediente académico; su hoja de servicio militar; las tarjetas postales que casi
a diario y durante sus viajes al extranjero mandaba a casa (con las que el cartero
podía anunciar a sus destinatarios en qué lugar se hallaba); las cartas escritas a
su familia o recibidas de los suyos, de sus amigos, incluso de sus famosas novias;
los carteles o fotografía de ellos; los comentario de prensa sobre su participación
en exposiciones, alguno con su caricatura hecha por él mismo; las entrevistas
personales que le hicieron críticos de arte en periódicos y revistas interesadas
por su obra; los títulos y galardones recibidos a lo largo de su vida por diferentes
motivos; las fotos de no pocas de sus acuarelas y de obras de arte de las distintas
modalidades que también practicó, todo lo cual suponía un cúmulo de material
apropiado para repasar y conocer al completo y de primera mano la trayectoria
de su vida y su arte.
Pues bien, para cumplir con mi cometido en el presente libro lo que me he
limitado a hacer, ha sido: sobre un esqueleto de su vida, de principio a fi n,
17

Prólogo
Rotulación de la plaza de Tasio en Castellón de la Plana.
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seguir cronológicamente, paso a paso, las principales vicisitudes, aprovechando
y utilizando aquel material y conjunto de pruebas y rastros de la existencia y
carrera de Tasio, dándole preferencia a esta, obviando, desde luego, comentarios
personales míos sobre su arte y poniendo el énfasis en los que el propio pintor iba
haciendo en cada comparecencia pública documentada, así como, principalmente,
en las reseñas que, sobre cada muestra de su obra y sus resultados o acto cara al
público, hicieron los periodistas y críticos que las dieron a conocer y juzgaron en
su respectivo medio de comunicación.
Sin embargo, independientemente de su condición de pintor consagrado, que
siempre triunfó en todo su quehacer artístico, especialmente en la pintura
aguada, no está demás constatar aquí que nuestro pintor vino al mundo con
innata predisposición para el arte y, convencido de ello, bien pronto, por los
caminos de su perfeccionamiento y formación personal, soslayó cualquiera
otra profesión o rama del saber, dedicando todo su empeño en ahondar al
máximo en el conocimiento de todas las técnicas artísticas que llegó a dominar
a la perfección, ya fuera la básica de dibujar (describir o representar en una
superfi cie, de modo lineal o en claro oscuro, con la mayor minuciosidad y con
las proporciones que debe tener, en todas sus partes y medidas, la fi gura de
un cuerpo u objeto, utilizando el carbón, el lápiz y la pluma); o la de pintar,
con pincel, (añadiendo al dibujo las líneas o colores convenientes, sobre los
habituales soportes —tabla, lienzo, lámina, papel o cartón— valiéndose de los
distintos materiales que le darían su nombre —al óleo, a la aguada, al fresco,
al temple o a la cera—); sin olvidar las que tenían como soporte el azulejo
cerámico, o la llamada pintura embutida con bellos mosaicos, ni tampoco los
grabados sobre plancha de cobre que Tasio realizaba a punta de buril y que,
en su día, lucieron por nuestra ciudad en diversas decoraciones o fabricando
personalmente objetos artísticos y de regalo.
Muy pronto, antes incluso de terminar sus estudios superiores, Tasio se había
percatado de que podía ganarse la vida con la pintura trabajando como venía
haciéndolo, con constancia y sin desmayo, pues en ello radicaba la mayor
superación y el mejor aprendizaje. Y a ello se dedicó de lleno, con humildad. Con
un criterio de simple y adaptable conformidad, ya que, como decía: «cuando
tengo dinero y soy rico, soy feliz; cuando no lo tengo y soy pobre, también soy

feliz». Porque, en defi nitiva y como máximo, a lo que él aspiró siempre fue a «ser
un bon xiquet», teniendo como norma «no hacer daño a nadie; ir siempre con el
corazón en la mano» e, incluso, tal cual aconsejaba a sus hijos, «si os engañan, es
igual, continuad, adelante, y así triunfaréis en la vida a pesar de los reveses que la
misma os dé». Pero defendiendo a toda costa su independencia y su libertad en el
ejercicio de lo que fue su profesión o mejor dicho su trayectoria artística. Y aquel
joven castellonense, apuesto, inquieto, avanzado a su época y lanzado a ganarse
un puesto incluso en el ambiente artístico europeo, pronto fue un referente en su
ciudad, en muchas capitales de España e incluso de Europa, en buena parte de la
cual gracias a él, durante la década de los años 50 se tuvieron noticias y se conoció
algo de Castellón de la Plana.
Cautivados por su arte, Tasio se fue ganando, a pulso, la admiración de sus
convecinos. Aun más, la verdad es que en su mayoría todos ellos, pronto, fueron
pasando, irremediablemente, de admiradores, clientes o fans suyos, a verdaderos
amigos para toda la vida; amistad que se extendía a sus familias, ascendientes
e hijos. No recuerdo haber conocido a nadie con tan gran cantidad de amigos:
de infancia, de juventud, de estudios, de vecindad, de profesión, de trabajo en
sus tiempos de decorador o mueblista, de tertulia, de viajes, de buena mesa,
nacionales, de otras provincias, extranjeros, etc., gozando del aprecio sincero
de gran número de artistas famosos de todos los tiempos. Para todos ellos la
casa de Tasio tuvo siempre sus puertas abiertas de par en par. La lista resultaba
interminable. Buena prueba de lo que decimos era la asistencia masiva a la
inauguración de sus exposiciones individuales, tuvieran lugar ya en Castellón,
Barcelona, Madrid, Valencia o en cualquiera otra localidad o la celebración de
sus cumpleaños. Hubo hasta épocas en que la villa de Tasio se convertía en club
o casino de juventud e, incluso, el viejo estudio —la caseta bajo los pinos—, no
sin las protestas del vecindario, pasó a ser mucho tiempo cotidiano y ruidoso
local de ensayos del conjunto rockero promovido por Nacho. Todo ese conjunto
de entrañables e incondicionales amigos de nuestro acuarelista presagian un
más que probable agotamiento de esta edición con la que se intenta perpetuar
su memoria y la excelencia de su arte.
Aparte de que las aptitudes de Tasio eran las de un manitas, ante mí aparecía,
ciertamente, como una especie de Genio excepcional, cuyo cerebro, gracias a su
19

Prólogo
20
experiencia vital, funcionaba como fuente inagotable de creatividad que llegó a
dominar en cualquier ámbito. No pocas de sus ideas geniales las había concebido
y visto en sueños, por más que algunas las había olvidado al despertar. A la simple
vista de un rostro y en un instante vislumbraba el detalle a resaltar en su caricatura;
con la misma facilidad veía en la realidad del paisaje la imagen adecuada para
crear una gran acuarela; sin ninguna difi cultad hacia una demostración de un
clásico juego de magia o, al despertarse, escribía un gracioso cuento corto (La
mosca, El lazo negro, etc.) que había soñado; dominaba la mecánica y en plena
campiña francesa, durante nuestro viaje a Copenhague, desmontó el motor
de la Lambretta con el consiguiente susto por mi parte; lo mismo cocinaba
sabrosos espaguetis al all i olio que preparaba un exquisito Steak tartar; en la
fabricación de muebles, su natural ingenio condujo a la solución de problemas
de ensamblaje con una guía de cola de milano o de decoración de paneles por
medio de rodillos de impresión; en cinco minutos diseñó un magnífi co trono con
dosel utilizable tanto para el acto de proclamación de su hija Perla como Reina
Violante de Hungría como en su carroza del Pregón de la Magdalena de 1979;
etc., etc., etc.
El 20 de marzo de 1987, adhiriéndome a la concesión a Tasio del honorífi co título
de Moro de l’Any por parte de una asociación festera castellonense, intenté resumir
su biografía dedicándole el siguiente Zéjel:
A TASIO, “MORO DE L’ANY 1987”
Mèrits n’apila un grapat
El “Moro” enguany nomenat.
Adalil de bonhomia,
Genial, buit d’egolatria,
Just, després, TASIO és, hui en día,
Alfaquim de la Ciutat.
D’aigües, fa llamps de claror,
De sa Llar, cau d’escalfor,
És pare acomboiador,
De mí amic, més que cunyat.

También es de destacar aquí el amor que Tasio sintió siempre por la ciudad que le
vio nacer: Castellón de la Plana y su provincia. Tanto los organismos ofi ciales, como
las entidades promotoras de la cultura o el arte, la misma Iglesia, las ONG y toda
clase de organizaciones de carácter benéfi co, social, popular, de barrio o festivo, en
todo momento, gozaron de su desinteresada colaboración, ayuda y, desde luego,
de su presencia personal en los actos y celebraciones que organizaron, siempre que
le fue solicitada y su estado de salud se lo permitió, sin exigir nunca nada.
Precisamente, cuando en los comienzos del verano escribo estas líneas, por esas
mismas fechas el Excmo. Ayuntamiento de Castellón de la Plana ha decidido, en
reconocimiento y honor suyo dar el nombre de Plaça-Plaza del Pintor Tasio Flors
Meliá, al jardincillo emplazado en el cruce de las calles Carcagente, Luis Revest y La
Luna, teniendo colocada ya allí la placa que lo corrobora, como puede verse en la
fotografía que aportamos, de momento, pendiente de su inauguración ofi cial.
Roberto Pérez de Heredia Valle
Julio de 2008
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Biografía
Tasio

Eustasio fue el menor de los hijos nacidos del matrimonio formado por Vicenta
Meliá Puig (1897-1990) y Eustasio Flors de la Cruz (1894-1974), naturales y vecinos
de Castellón de la Plana que ya, antes de 1930, tenían su domicilio en la casa n.º
20 de la calle Pi y Margall (hoy día calle de la Trinidad), con fachada también, por
su otra salida, a la calle Salmerón, n.º 80 (hoy calle Navarra), sobre cuyo solar, y
otros contiguos, se construyó mucho más adelante el actual edifi cio en el que se
estableció la entidad bancaria BBVA de la calle Trinidad n.º 14, esquina con la de
Navarra.
El cabeza de familia, Eustasio, trabajaba de cantero y marmolista, especializado
en lápidas de arte, y tenía su taller en el n.º 1 de la plaza del Progreso (hoy plaza
Escuelas Pías) con el correspondiente despacho en su domicilio de la mentada
casa n.º 80 de la calle Salmerón. En ese entorno familiar, al matrimonio le habían
nacido cuatro hijos, a saber: el primero, que tomó el nombre del padre (Eustasio),
al cumplir los diez años falleció a causa de una meningitis en 1924 y la bella lápida
de mármol blanco que cierra su nicho en el cementerio de San José de Castellón,
obra personal de su padre, reproduce su joven y expresivo rostro; después llegarían
José, en 1920, Vicenta, en 1922 y Amalia, en 1926. Por último, el 29 de julio de 1928,
vino al mundo el pequeño de la casa, nuestro protagonista, a quien, como publicó
el Heraldo de Castellón del 4 de agosto en su sección de Natalicios, se impondría
también el nombre de Eustasio, para toda la familia, muy pronto, Tasiet.
El padre, en abril de 1930, cambió de negocio y trabajo y montó, en su propio
domicilio de Pi y Margall, un nuevo establecimiento, Auto-accesorios Flors (con
número de teléfono 283), en el que ofrecía el suministro de un «completo Stock
de toda clase de piezas de recambio y accesorios para automóviles europeos
y americanos de todas las marcas»; incluso llegó a tener tres taxis de servicio
público.
Al iniciarse el curso académico 1934-35, el niño Eustasio, a sus 5 años, inició su
vida escolar ingresando como párvulo en el grupo escolar Castelló, sito en su
antigua sede de la calle Herrero, donde en régimen de Graduada se impartían las
primeras enseñanzas. Sus estudios primarios no tuvieron la adecuada y necesaria
normalidad, sobre todo a partir del 18 de julio de 1936 cuando, al fi nal de su
segundo año de escolaridad, se inició la Guerra Civil y sufriría los avatares de
la contienda, en muchos momentos de la cual ni hubo escuela ni hubo sosiego.
Como todos los niños de Castellón, los de su barrio vivían en la calle (casi libre
de circulación), dedicados a sus juegos infantiles, o en las obras sin terminar del
Savoy o de la casa de la Marquesa, a menudo sin escuela, interrumpida por los
Recuerdo del Grupo Escolar Castelló.
1934.
25

Al llegar 1989, su afección pulmonar y la tos se recrudecieron obligándole a
cuidarse más de lo normal; pero esto no le impidió que, al llegar la primavera,
del 26 de abril al 20 de mayo, presentase cuarenta de sus acuarelas en la
exposición de la Galerie Florimont de Lausanne (Suiza), califi cada de notable
triunfo en Castellón Diario y en el rotativo suizo 24 Heures. En mayo de dicho
año la periodista Amparo Panadero comentaba con nuestro pintor que aunque su
mundo parecía estancado en los blancos y en la pureza de las líneas, no existían
dos acuarelas iguales en la imaginación y la realidad de Tasio, y este le aclaraba:
«Siempre me ha gustado crear pueblos con los que sueño, porque pintar mi casa,
Castellón, o cualquier rincón típico me parece solo una anécdota... Yo si pinto una
vez Lidón [cuyo ermitorio fue el tema de una gran acuarela de 1975] o cualquier
rincón de mi ciudad, ya no tiene sentido que lo repita. Esto solo es, para mí, pura
anécdota». Y le dolía Castellón ya que: «Aquí no hay nada bonito en la ciudad,
excepto alguna casa de la Farola».
A poco, el 10 de junio, la familia sufrió una terrible pérdida con el fallecimiento
de Tatón, el hijo varón mayor, en un trágico accidente de tráfi co, cuando con la
satisfacción de todos estaba lanzado con personalidad por los caminos del arte.
Por ese motivo, el día 17 no pudo asistir a la clausura de la exposición «Castellón,
un Pintor, un Barrio», en la que Tasio y otros trece artistas locales aportaron
una obra (en el caso de Tasio una acuarela de la fachada de la Casa n.º 23 de la
calle San Miguel del castellonense barrio de San Félix), de las que se dedujeron
litografías regaladas por el suplemento Vecinos del periódico Mediterráneo.
Pero del 1 al 20 de septiembre, por las fi estas de Villarreal, Tasio presentaba su
nueva exposición en la galería Estudi, con inconfundibles acuarelas y amplio
conjunto de sus temas más queridos (M. Godoy, de Mediterráneo), en las que el
autor no copia sus motivos de la realidad sino que imagina a partir de esta (V.
Usó, de Mediterráneo); aguadas ricas en gamas, estallantes de blancos, que no
precisan fi rma (Y. Bonson, de Levante); acuarela, en fi n, límpida, de transparente
luz, depurada y perfectísima (R. Rodríguez Culebras de Castellón Diario). Y en
la primera quincena de diciembre, nueva serie de acuarelas blancas y varias
estampas marineras muy sugestivas, fi guraban en la siguiente exposición de la
Galeria d’Art Grifé & Escoda, de Barcelona, cuya jornada inaugural constituyó
un acontecimiento social sonado y multitudinario, con muchos amigos y colegas
de arte, como Agustín Río o Manolo Bordallo, para el que «nadie como Tasio era
capaz de pintar acuarelas como éstas; pintar blanco sobre blanco; por ello ver una
de ellas es saber enseguida quién las hizo porque solo él puede hacerlas». Y, el día
21, con ocasión del X Aniversario del Monumento al Niño, que organizó la UNICEF
de Castellón, Nicolás Flors (con 11 años) dio lectura al manifi esto.
Fachada Roja.
Acuarela sobre papel. 70 x 50 cm.
1994.
101

Biografía
Puertecilla del Paso de Agua.
Acuarela sobre papel. 45 x 35 cm.
1991.
102
Al llegar 1990 las acuarelas de Tasio regresaron a Castellón en otra exposición en la
sala Derenzi, abierta durante los días 2 al 13 de enero. «Obra madura y depurada,
en la plenitud de un gran artista, pintando las cosas como son a través de cómo
las ve» (M. Godoy en Mediterráneo); «Sin recurrir a las grandes perspectivas, en la
soledad de un primer y único plano, logra transmitir esa poesía elocuente del silencio
inherente a esos rincones solitarios en los que no hay épocas» (A. Gascó en Castellón
Diario). Y, del 20 al 31 de enero, aporta también obra suya a una nueva exposición
colectiva de la sala Estudi de Villarreal. El 10 de julio, desde Génova, la Dra. Mónica
Knofl er responsable de Art & Desing de la UNICEF, hacía saber a Tasio que su acuarela
Fachada había sido seleccionada para editarse como tarjeta postal y ser puesta a la
venta en Europa durante el año 1991. Del 31 de agosto al 19 de septiembre ofrece
otra importante exposición en la galería Estudi de Villarreal que, al decir de A. Gascó,
«siendo tradicional por su conocida temática, invita a la refl exión para encontrarnos
con otra acuarela: la acuarela de la luz pura, de la blancura frente a los colorismos y
efectismos, de la austeridad frente a las temáticas plurales, del plano único frente a las
perspectivas convencionales, del silencio frente a la algarabía». En septiembre, Tasio y
familia trasladaron el domicilio y estudio de pintura de la avenida de Lidón de Castellón
a su chalet de la urbanización Las Palmas, de Benicasim, municipio donde quedaron
defi nitivamente empadronados. El día de Navidad, a los 93 años de edad, falleció allí
la madre del pintor, D.ª Vicenta Meliá Puig y, en medio del consiguiente dolor, al día
siguiente, se inauguraba otra exposición en la sala Derenzi castellonense, abierta hasta
el 5 de enero de 1991, en la que Tasio ofreció un conjunto de acuarelas en las que
A. Gascó notó una cierta evolución al ver incluidos en ellas: «Detalles de color más
intencional, por más que no típico, pero sí representativo de algunas construcciones,
lo cual supone, igual que en el natural, un expresivo y hasta violento contraste»; y M.
Hernández advirtió que «la visión del ambiente rural con sus albas fachadas y la de sus
marinas plasmadas en sus aguadas barcas varadas en un mar en calma, que las mima,
arropa y mece con unas transparencias animadas por las reverberaciones ofrecidas por
los cielos mediterráneos, rebosantes de luz y cromatismo».
Y aun cuando la salud de Tasio sufrió diversas crisis que le imponían periodos de
recuperación sanitaria —lo que interrumpía sus habituales e incansables trabajos
de pintura— a primeros de septiembre presentó otra exposición en la galería
Estudi, de Villarreal, clausurada el día 18, con los elogios de M. Hernández, el cual
destacaba el apreciado sello emocional impreso en su obra: «Gracias al toque de
“facilidad aparente” con el que resuelve sus temas, la difícil simplicidad de quien
domina absolutamente el arte» y de A. Gascó, para quien sus acuarelas eran «refl ejo
de su romanticismo popular». El 26 de noviembre, UNICEF Castellón presentó la
tarjeta postal con la acuarela Fachada de Tasio, como medio de felicitación en