La pLaza de Las monjas - Servicio de publicaciones - Diputación de ...
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<strong>La</strong> p<strong>La</strong>za <strong>de</strong> <strong>La</strong>s<br />
<strong>monjas</strong><br />
Germán Reguillo simón
LA PLAZA DE LAS<br />
MONJAS<br />
Germán Reguillo Simón<br />
COL·LECCIÓ MEMÒRIES<br />
2008
© De los textos:<br />
Germán Reguillo Simón<br />
De las fotografías:<br />
Los autores<br />
De la ilustración <strong>de</strong> cubierta:<br />
Alberto Guallart<br />
Del diseño <strong>de</strong> portada:<br />
Álvaro Bautista Diseño, S.L.<br />
De la presente edición:<br />
<strong>Servicio</strong> <strong>de</strong> Publicaciones<br />
<strong>Diputación</strong> <strong>de</strong> Castellón, 2008<br />
Edita:<br />
<strong>Servicio</strong> <strong>de</strong> Publicaciones<br />
<strong>Diputación</strong> <strong>de</strong> Castellón<br />
Av. <strong>La</strong> Vall d’Uixó, 25 · 12004 Castellón<br />
Imprime:<br />
Imprenta Sichet, S.L.<br />
ISBN:<br />
978-84-96372-56-6<br />
D.L.:<br />
CS-225-2008
Siempre se ha dicho que la historia la hacen las cosas pequeñas. Esta<br />
afirmación, que pue<strong>de</strong> parecer una perogrullada, no es en absoluto una frase<br />
hueca <strong>de</strong> sentido.<br />
Y no lo es cuando nos afecta directamente, y menos aún cuando se trata<br />
<strong>de</strong> aquellas pequeñas vivencias, recuerdos mínimos, una frase o una diminuta<br />
gesta, lo que nos hace recordar que también hemos tenido infancia, juventud,<br />
plenitud...<br />
Y para que esos maravillosos hechos no escapen a la voracidad <strong>de</strong> los días<br />
y <strong>de</strong> unos tiempos en los que vivimos apresuradamente, es bueno tomar nota <strong>de</strong><br />
ello. Para po<strong>de</strong>r recordar y recordárselo a quienes vendrán en el futuro.<br />
Así, con todo este material, fielmente anotado, y una enorme capacidad<br />
para elaborarlo ha actuado nuestro amigo Germán Reguillo Simón.<br />
Su libro, íntimo libro a la vez que testimonio colectivo, lúcido y sugerente<br />
<strong>de</strong> unos tiempos no <strong>de</strong>masiado lejanos, nos trae a la mente dispuesta un rincón<br />
<strong>de</strong> cualquiera <strong>de</strong> nuestras amadas ciuda<strong>de</strong>s o pueblos <strong>de</strong> esta bella provincia <strong>de</strong><br />
Castellón.<br />
Y el autor todo ello lo <strong>de</strong>scribe ni mas ni menos que a través <strong>de</strong> la Plaza<br />
<strong>de</strong> la Monjas <strong>de</strong> Segorbe. Entorno emblemático para los que son <strong>de</strong>l lugar. Y<br />
tiempos, los <strong>de</strong>scritos, <strong>de</strong> gratos momentos. Lleno <strong>de</strong> los recuerdos personales<br />
que cada uno pueda llevar consigo.<br />
Pero como <strong>de</strong>cíamos, Germán Reguillo Simón ha hecho más, bastante más<br />
que todo eso. A él le ha sido dado el gusto y la gracia para sacarlos a la luz <strong>de</strong><br />
la escritura.<br />
No es su libro, ya nos advierte <strong>de</strong> ello en el prólogo el doctor Henri Bouché,<br />
ni un tratado <strong>de</strong> antropología ni un estudio <strong>de</strong> lingüista. Tampoco una historia<br />
al uso, ni un manual <strong>de</strong> elogios. Aunque sí, un homenaje a sus queridas gentes.<br />
Pero <strong>de</strong> todo ello hay un poco, y más todavía. Y eso lo convierte en todo<br />
un mundo completo. De manera que, ya sea a través <strong>de</strong>l recuerdo <strong>de</strong> algunas<br />
personalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>stacables, <strong>de</strong> un conjunto como los quintos, <strong>de</strong> una señora sin<br />
duda venerable como la tía María, o <strong>de</strong>l sereno, nos acaba retratando todo un<br />
universo que, finalmente, podría ser la representación <strong>de</strong>l mundo. De cualquier<br />
parte <strong>de</strong>l mundo.
8<br />
Añadamos a esta recopilación una bibliografía que sirve <strong>de</strong> ayuda para<br />
aquellos que <strong>de</strong>seen a<strong>de</strong>ntrarse mejor en la vida <strong>de</strong> esta importante ciudad <strong>de</strong><br />
nuestras tierras. Más los relatos <strong>de</strong> infancia y juventud con los que el autor nos<br />
<strong>de</strong>leita.<br />
Ya lo <strong>de</strong>cíamos al principio: la pequeña historia es importante. Y lo es<br />
porque nos retrata, nos hace reconocernos. Pero todavía lo es más si cabe porque<br />
por medio <strong>de</strong> escritos como este, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> saber sobre nosotros, sabemos<br />
igualmente sobre los <strong>de</strong>más. Y aún añadiría que hay otro elemento <strong>de</strong> gran<br />
valor.<br />
No es, el libro, solo un retrato <strong>de</strong> ese mundo, sino que lo es <strong>de</strong> un momento<br />
<strong>de</strong>terminado. De algo, <strong>de</strong> unos tiempos, ya pasados en gran parte. Así que,<br />
con este volumen que la <strong>Diputación</strong> se honra en publicar y presentar, estamos<br />
incrementando el acervo <strong>de</strong> nuestra cultura pasada ya. Y no creamos que por<br />
narrar hechos pequeños sea menos importante, que ya lo han dicho gran<strong>de</strong>s<br />
personajes: «Con pequeños hechos como estos se construyeron gran<strong>de</strong>s<br />
naciones».<br />
<strong>La</strong> ciudad <strong>de</strong> Segorbe pue<strong>de</strong> estar orgullosa <strong>de</strong>l trabajo que uno <strong>de</strong> sus hijos<br />
le ofrece. Sus conciudadanos todos podrán verse retratados en él, y las futuras<br />
generaciones tendrán <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> sacar provechosa lectura.<br />
Demos pues la bienvenida al esfuerzo hecho, y veamos como esta<br />
Corporación, a través <strong>de</strong> su Servei <strong>de</strong> Publicacions, da una muestra más <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> servir a cada uno <strong>de</strong> nuestros pueblos.<br />
Carlos Fabra Carreras<br />
Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Excma. <strong>Diputación</strong> <strong>de</strong> Castellón
LA PLAZA DE LAS MONJAS<br />
Con la mirada escrutadora <strong>de</strong>l niño, que luego <strong>de</strong>viene adolescente, joven y<br />
adulto, Germán Reguillo Simón, doctor en Derecho, se convierte en etnógrafo,<br />
unas veces retrospectivo, otras actual, en el presente libro, <strong>La</strong> Plaza <strong>de</strong> las Monjas.<br />
<strong>La</strong> verdad es que, pensándolo bien, <strong>de</strong>l historiador al etnógrafo no hay más que<br />
un paso. Y Germán Reguillo —con el que hemos compartido amistad y trabajo<br />
durante su dilatada permanencia en nuestra Universidad, la UNED— ha mostrado<br />
con prodigalidad su faceta <strong>de</strong> buscador <strong>de</strong> archivos, <strong>de</strong> compilador, <strong>de</strong> intérprete<br />
<strong>de</strong> hechos pasados y actuales. Tiene, pues, probada experiencia en estas li<strong>de</strong>s.<br />
Pero lo <strong>de</strong> ahora, <strong>La</strong> plaza <strong>de</strong> las Monjas, me ha sorprendido. Es el libro<br />
que a uno le hubiera gustado escribir sobre su pueblo, ya sea <strong>de</strong> nacimiento o <strong>de</strong><br />
adopción como es mi caso. Leyendo el original me i<strong>de</strong>ntificaba plenamente: los<br />
amigos, los maestros, los próceres, la tía María o los quintos o…, tantos y tantos<br />
personajes populares y entrañables que <strong>de</strong>sfilan por sus páginas. Es un libro que<br />
incita, según se mire, a leerlo con voracidad, todo <strong>de</strong> una vez, o reposando como<br />
el buen vino. Cada lector elegirá, sin duda, el método, pero siempre acertará.<br />
No es solo un libro <strong>de</strong> lectura para solazarse con toda la <strong>de</strong>nsa materia<br />
que aquí hay, sino también <strong>de</strong> obligada consulta para los segorbinos y para<br />
los que no lo son. Hay datos comunes a nuestros pueblos, a nuestras historias<br />
comarcales, a hechos universales que marcaron unas épocas. Referencias<br />
estadísticas, personales —<strong>de</strong> personas y personajes—, festivas, religiosas,<br />
artísticas, musicales, sociales, políticas…<br />
Releyendo la introducción recordaba yo mis lecturas infantiles y me vino<br />
a la memoria aquel discurso que dicen pronunció Georg Stephenson cuando<br />
presentó su locomotora. Creo que comenzaba diciendo algo así como: «Yo,<br />
señores, en mi juventud he sido pastor <strong>de</strong> ovejas, sastre, zapatero remendón…» y<br />
seguía una sarta <strong>de</strong> oficios hasta llegar al <strong>de</strong> inventor. Me sonreí cuando el autor,<br />
sin ambages y con una infrecuente dosis <strong>de</strong> sinceridad y buen humor, relata —el<br />
lector lo comprobará— las ocupaciones llevadas a cabo durante su adolescencia<br />
y juventud. Ello es, indudablemente, un mérito poco común.
10<br />
Mi intención primera, al hacerme el honor <strong>de</strong> prologar este interesante libro,<br />
era ir <strong>de</strong>sgranando, paso a paso, los distintos capítulos <strong>de</strong> la obra, con un sucinto<br />
análisis, pero pensé que ésta es una tarea <strong>de</strong>stinada al lector, pues sería como contar<br />
la película y su final antes <strong>de</strong> hora. No, no <strong>de</strong>be ser éste el objetivo <strong>de</strong> nuestras<br />
palabras. El autor ya dice en la introducción que no es un libro <strong>de</strong> antropología<br />
ni <strong>de</strong> sociología ni <strong>de</strong> historia. Es cierto, pero también lo es el hecho <strong>de</strong> que<br />
en su contenido aparecen estos ingredientes <strong>de</strong> manera profusa y entretenida,<br />
no por ello exenta <strong>de</strong> rigor. «Enseñar <strong>de</strong>leitando» hubiera dicho Aristóteles.<br />
¿Qué es, entonces? Yo creo que se trata —aunque el autor no lo pretenda<br />
expresamente— <strong>de</strong> un texto etnográfico, que <strong>de</strong>scribe, observa y participa, que,<br />
pese a la <strong>de</strong>nsa carga sentimental y amorosa, intenta —y creo que lo consigue<br />
la mayoría <strong>de</strong> las veces— una difícil objetividad en la exposición <strong>de</strong> hechos<br />
y análisis. Hay, por supuesto, una labor <strong>de</strong> archivo histórico y social, pero,<br />
esencialmente, la utilización <strong>de</strong> fuentes orales y recuerdos (anamnesis, dirían<br />
los griegos). Términos lingüísticos (interesantes para los filólogos), cantos ya<br />
olvidados para la mayoría, oficios perdidos, personas y personajes <strong>de</strong>saparecidos,<br />
costumbres, fiestas más próximas a los rituales, mercados, asociaciones,<br />
industrias, etc. Cultura popular, en <strong>de</strong>finitiva, pero no solo eso.<br />
Creo que el libro va a constituir un éxito para los segorbinos y para los que<br />
tengan interés en esta peculiar cultura. Prestará, sin lugar a dudas, un servicio<br />
a quienes no conocieron los tiempos que relata el autor, sorprendiéndoles con<br />
lo que en el libro se narra, y para quienes sí los vivieron, que les llenará <strong>de</strong><br />
recuerdos, <strong>de</strong> nostalgia, tal vez, <strong>de</strong> momentos felices, o no tanto, pero siempre<br />
interesantes, aun en la lejanía.<br />
Por ello, consi<strong>de</strong>ro que la obra es, dicho sin ambages, una excelente aportación<br />
a la vida segorbina y un homenaje a sus gentes y a sus entrañables lugares,<br />
cuya tradición oral, presta siempre al olvido, queda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora atrapada para<br />
siempre en tinta in<strong>de</strong>leble.<br />
Henri Bouché<br />
Doctor en Psicología - Profesor titular <strong>de</strong> la UNED<br />
Director <strong>de</strong>l Centro Asociado <strong>de</strong> la UNED (Vila-real)
Dedicatoria:<br />
A mis padres y a todos los segorbinos <strong>de</strong> su generación.<br />
A quienes en nuestras sonrisas <strong>de</strong> niños encontraron la<br />
esperanza que habían perdido durante tres amargos años.<br />
A mis amigos, vivos y muertos.
SUMARIO<br />
01 Introducción ...................................................................................................... 17<br />
02 Barrimoral ......................................................................................................... 25<br />
03 Curiosida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la posguerra ............................................................................ 63<br />
04 Amigos fieles <strong>de</strong> Segorbe ................................................................................. 87<br />
05 Don Romualdo Amigó, don José Carot García,<br />
don Francisco Ruiz Martínez, don Francisco Rubicos Cruz<br />
y don Enrique Garcés Salas .............................................................................. 91<br />
06 Los alguaciles ................................................................................................... 101<br />
07 El sereno ........................................................................................................... 103<br />
08 Servidores públicos ........................................................................................... 107<br />
09 El compañerico ................................................................................................. 111<br />
10 Los mayores ...................................................................................................... 115<br />
11 <strong>La</strong> tía María ....................................................................................................... 119<br />
12 Enrique y Manolo ............................................................................................. 121<br />
13 Hombres y mujeres singulares .......................................................................... 123<br />
14 Los <strong>de</strong> la Artelina .............................................................................................. 133<br />
15 Los quintos y el especial recuerdo <strong>de</strong> los soldados artilleros<br />
José Gil Esteban y José Llop Alayrach, muertos en acto <strong>de</strong><br />
servicio (Mahón, julio 1953) ............................................................................ 135<br />
16 Leopoldo Carrión Morenza: murió con las botas puestas ................................ 145<br />
17 Los amigos que ya se fueron ............................................................................ 147<br />
18 Vicente Fenollosa: el buen gusto por la copla .................................................. 161<br />
19 Don Rafael Velázquez ....................................................................................... 165<br />
20 Juanito ............................................................................................................... 169
21 Un niño <strong>de</strong> la guerra ......................................................................................... 173<br />
22 <strong>La</strong> tía Andrea ..................................................................................................... 181<br />
23 Los divisionarios segorbinos ............................................................................ 185<br />
24 Un segorbino <strong>de</strong>l exilio ..................................................................................... 191<br />
25 Nuestros emigrantes .......................................................................................... 193<br />
26 Manolita Belis ................................................................................................... 199<br />
27 <strong>La</strong> tía Chima: nuestra dama <strong>de</strong> hierro ............................................................... 201<br />
28 Pepito Punter .................................................................................................... 203<br />
29 Luis Calpe Aparicio: Segorbe, lo mejor <strong>de</strong>l orbe ............................................. 205<br />
30 El hombre que veía por <strong>de</strong>ntro .......................................................................... 209<br />
31 Perfiles sociales <strong>de</strong> los segorbinos .................................................................... 211<br />
32 <strong>La</strong> cordá ............................................................................................................ 217<br />
33 <strong>La</strong>s fiestas <strong>de</strong> septiembre .................................................................................. 219<br />
34 El regreso vespertino <strong>de</strong> los labradores ........................................................... 229<br />
35 Radio Andorra y Radio Pirenaica ..................................................................... 233<br />
36 ¡Ave María! ....................................................................................................... 235<br />
37 Festear ............................................................................................................... 237<br />
38 El estraperlo ...................................................................................................... 239<br />
39 Nuestras albás navi<strong>de</strong>ñas .................................................................................. 243<br />
40 <strong>La</strong> montaña mágica ........................................................................................... 247<br />
41 El Pozo <strong>de</strong> la Cua<strong>de</strong>rna ..................................................................................... 253<br />
42 Sábado <strong>de</strong> Gloria .............................................................................................. 255<br />
43 <strong>La</strong>s entradas <strong>de</strong> toros alternativas ..................................................................... 257<br />
44 <strong>La</strong> cita vespertina <strong>de</strong> la juventud ...................................................................... 261<br />
45 Una industria <strong>de</strong> adolescentes ........................................................................... 265<br />
46 <strong>La</strong> Sección Femenina ........................................................................................ 267<br />
47 El Instituto <strong>La</strong>boral ........................................................................................... 277<br />
48 <strong>La</strong> fiel Guardia Civil ......................................................................................... 281<br />
49 <strong>La</strong> benemérita Sociedad Musical ...................................................................... 285<br />
50 El Teatro Serrano .............................................................................................. 299<br />
51 El parque ........................................................................................................... 319<br />
52 El Seminario ..................................................................................................... 339
53 El Frente <strong>de</strong> Juventu<strong>de</strong>s .................................................................................... 359<br />
54 Los comienzos <strong>de</strong>l fútbol segorbino ................................................................. 379<br />
55 El paraíso casi perdido ...................................................................................... 387<br />
56 <strong>La</strong> fábrica .......................................................................................................... 399<br />
57 Comercios perdidos .......................................................................................... 403<br />
58 Los tratantes ...................................................................................................... 437<br />
59 <strong>La</strong> blusa ............................................................................................................. 445<br />
60 Los guarnicioneros ............................................................................................ 449<br />
61 Los carreros ...................................................................................................... 453<br />
62 <strong>La</strong>s aguas potables ............................................................................................ 457<br />
63 <strong>La</strong>s farmacias .................................................................................................... 461<br />
64 <strong>La</strong> sanidad ......................................................................................................... 465<br />
65 Transportes y comunicaciones .......................................................................... 473<br />
66 El mercado <strong>de</strong> los cerdos .................................................................................. 487<br />
67 El último cestero: Antonio Sánchez Peñalver .................................................. 491<br />
68 Don Pablo Barrachina ....................................................................................... 497<br />
69 Volver a empezar .............................................................................................. 501<br />
70 Aquellos primeros días <strong>de</strong>l mes <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1949 ................................... 505<br />
71 <strong>La</strong> cultura .......................................................................................................... 521<br />
72 Alcal<strong>de</strong>s y concejales ........................................................................................ 529<br />
73 Apéndice (colaboración <strong>de</strong> Luis Calpe Aparicio) ............................................. 537<br />
Bibliografía y archivos ..................................................................................... 547
01.- INtRODUccIóN<br />
Día quince <strong>de</strong> septiembre y lunes <strong>de</strong>l año mil novecientos cincuenta y uno,<br />
a eso <strong>de</strong> las doce horas <strong>de</strong> la mañana. <strong>La</strong> tar<strong>de</strong> anterior presencié los toros —<br />
por última vez— <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el terrado <strong>de</strong> mi primica Lolica Ribes, en la casa que<br />
hace chaflán entre la plaza <strong>de</strong> la Cueva Santa y la calle Calvo Lucia. Ahora me<br />
encuentro en la replaceta <strong>de</strong> los Mesones, esperando la salida <strong>de</strong>l autobús <strong>de</strong> la<br />
Expreso Segorbina SL. El viejo vehículo me llevará a Valencia don<strong>de</strong> cogeré<br />
el tren correo con <strong>de</strong>stino a Madrid. Llevo una vieja maleta <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra muy<br />
<strong>de</strong>teriorada —usada por mi tío Julián durante la Guerra Civil— que mi madre ha<br />
disimulado al máximo con una funda <strong>de</strong> lana <strong>de</strong> color gris abrochada con botones.<br />
Mi aspecto personal <strong>de</strong>be aproximarse un poco a los inolvidables personajes<br />
interpretados por José Luis Ozores. Mi padre, en el último momento, se acerca<br />
hasta el autobús, y, entre admonitorio y pedagogo, me dice —escuetamente—:<br />
«A ver qué hacemos...». Es el único consejo paternal recibido durante mi<br />
adolescencia. Pero ese «a ver qué hacemos...», en su aparente parquedad, tiene<br />
una enorme carga <strong>de</strong> cariño. Lo mismo quería <strong>de</strong>cir: «Ten cuidado con las casas<br />
<strong>de</strong> mujeres —y digo <strong>de</strong> mujeres, para eludir la seca y rotunda palabra castellana<br />
que realmente habría pronunciado—, estudia, no gastes mucho dinero, ya sabes<br />
que no somos ricos —nunca habría dicho «somos pobres»—, escribe, come, no<br />
te fíes <strong>de</strong> la gente…». En fin, todo el bagaje que la experiencia <strong>de</strong> una vida muy<br />
difícil había acumulado en el alma <strong>de</strong> un hombre a quien los tristes avatares<br />
<strong>de</strong> la Guerra Civil —como a tantos— había hundido por completo. En el plano<br />
político era uno <strong>de</strong> los vencidos y para ganar el pan <strong>de</strong> los suyos tuvo que partir<br />
<strong>de</strong> cero.<br />
El autobús inicia la marcha; un poco más abajo, al pasar por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la<br />
Aca<strong>de</strong>mia Almi, mi mirada se dirige a las ventanas: allí estudian amigos y<br />
amigas a quienes profeso un especial cariño. Atrás quedan diecisiete años <strong>de</strong><br />
mi vida: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los dos a los cinco sufrí los avatares <strong>de</strong> la contienda —ahora<br />
nos llaman los «niños <strong>de</strong> la guerra»—; aprendí las primeras letras en el colegio<br />
<strong>de</strong>l Parque; trabajé en ocupaciones varias —no puedo <strong>de</strong>cir oficios—: que yo<br />
recuer<strong>de</strong> he sido boñiguero, pastor, trapero y chatarrero; con mi amigo Manolo<br />
17
18<br />
Calpe, vendíamos por cuatro chavos en el almacén <strong>de</strong>l tío Sombrerero —razón<br />
social: hijo <strong>de</strong> Pedro Lázaro—, en la calle <strong>de</strong> la Esperanza n.º 30, nuestra<br />
misérrima mercancía; conozco la dura experiencia <strong>de</strong>l peonaje <strong>de</strong> la construcción<br />
trabajando para el tío Hueco —a su pequeña oficina <strong>de</strong> la calle Obispo Canubio<br />
acudía cada sábado a cobrar mi escaso jornalico—; me tocó limpiar acequias<br />
y recoger aceitunas; he segado hierba para las bestias <strong>de</strong> mi padre y junto con<br />
mi hermano Paco hemos cuidado <strong>de</strong> nuestros bancalicos situados al comienzo<br />
<strong>de</strong>l Santísimo. Acompañé a mi padre muchas veces a coger fruta para la<br />
reventa y a la feria <strong>de</strong> ganado <strong>de</strong> Cedrillas. No pu<strong>de</strong> ingresar como aprendiz<br />
<strong>de</strong> mecánico en la fabrica Almela ni como botones en el Banco <strong>de</strong> Valencia<br />
pese a las buenas recomendaciones <strong>de</strong> mi familia y <strong>de</strong> otros parientes. Y para<br />
colmo me suspendieron el ingreso en la escuela <strong>de</strong> aprendices <strong>de</strong> la RENFE <strong>de</strong><br />
Valencia. Por otra parte, tampoco me apeteció —y a mi padre menos— ingresar<br />
en el noviciado <strong>de</strong> los Hermanos <strong>de</strong> la Salle <strong>de</strong> Monreal <strong>de</strong>l Campo, pese a<br />
algunas insinuaciones en este sentido. En fin, nada <strong>de</strong> extraordinario y todo muy<br />
normal <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los limitados horizontes laborales <strong>de</strong>l Segorbe <strong>de</strong> aquellos<br />
años. Amigos míos vivieron experiencias similares o peores —los hermanos<br />
Marí Pallarés, Luis Calpe, Vicente Fenollosa, Manuel Martín, Agustín Morro,<br />
entre otros— e incluso, algunos —mi hermano Paco, Manolo Calpe, Alejandro<br />
Blay y muchos más— fueron obligados a empren<strong>de</strong>r el ácido e incierto camino<br />
<strong>de</strong> la emigración—. <strong>La</strong> verdad es que en aquel Segorbe tan querido quedaba muy<br />
poco sitio para nosotros.<br />
<strong>La</strong> experiencia profesional <strong>de</strong> mi adolescencia ha sido la mejor universidad<br />
y la mejor escuela <strong>de</strong> formación. Ahora pienso que fue un espléndido regalo <strong>de</strong>l<br />
buen Dios. Por añadidura, mi familia, mis amigos, mis vecinos, mis maestros y<br />
el Frente <strong>de</strong> Juventu<strong>de</strong>s me ayudaron a ser un niño muy feliz. Y pese a todas las<br />
dificulta<strong>de</strong>s, salí <strong>de</strong> la adolescencia con muchas ilusiones.<br />
Aquel 15 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1951 —aparte <strong>de</strong> abrirme caminos nuevos—<br />
tendría una gran repercusión en mi vida. Nunca más volvería a residir en mi<br />
querido Segorbe <strong>de</strong> una manera permanente y estable. A partir <strong>de</strong> entonces,<br />
sería un segorbino ausente que volvería a la ciudad <strong>de</strong> vez en cuando, con<br />
añoranza e ilusión, por dos, tres, cuatro días... Un segorbino que no <strong>de</strong>jará <strong>de</strong>
emocionarse medio siglo más tar<strong>de</strong> —a mi hermano Paco le suce<strong>de</strong> lo mismo<br />
cuando regresa <strong>de</strong> Alemania— al llegar a la Cruz <strong>de</strong> la Media Legua y buscar<br />
con la mirada la montaña mágica —<strong>de</strong>spués explicaré esto <strong>de</strong> la magia— que<br />
en nuestros anales asentó un hermoso alcázar y que fue la cuna natalicia <strong>de</strong> las<br />
primitivas comunida<strong>de</strong>s segorbinas.<br />
Desconectado <strong>de</strong>l tejer y <strong>de</strong>stejer <strong>de</strong>l cada día segorbino, pero siempre<br />
interesado por las cosas <strong>de</strong> mi pueblo. Así pasaron los años, hasta que en el<br />
año 1999, con motivo <strong>de</strong>l reinado festero <strong>de</strong> una sobrina mía, el Ayuntamiento<br />
me propuso como mantenedor <strong>de</strong> las fiestas <strong>de</strong> septiembre. No quise hacer un<br />
discurso sobre nuestro brillante linaje histórico. Preferí a<strong>de</strong>ntrarme por los rieles<br />
que conducían al Segorbe más genuino, al Segorbe popular, al cual pertenezco<br />
por <strong>de</strong>recho propio. Y en ese Segorbe me encontré con el recuerdo <strong>de</strong> muchas<br />
personas egregias cuyo cariño seguía almacenado inédito en mi memoria <strong>de</strong><br />
niño: Pepito Punter, el tío Pepe el alguacil, el Compañerico, la tía Pilar la<br />
Chicha, mis queridos amigos Enrique y Manolo, etc. Personajes intrahistóricos<br />
—en la concepción <strong>de</strong> don Miguel <strong>de</strong> Unamuno—, protagonistas <strong>de</strong>l vivir <strong>de</strong><br />
cada día que tejen los hilos pequeños y sutiles —a veces inadvertidos— <strong>de</strong> la<br />
historia. En el discurso únicamente tracé el análisis <strong>de</strong>l perfil humano <strong>de</strong> los<br />
personajes: como los percibía en mi alma <strong>de</strong> niño.<br />
El discurso gozó <strong>de</strong> la aceptación general entre mis amigos. Muchos me<br />
pidieron copias. Algunos me sugirieron que ampliase la investigación y que<br />
escribiera un libro sobre nuestros años cuarenta. Ésa fue la génesis <strong>de</strong> este libro,<br />
<strong>La</strong> plaza <strong>de</strong> las Monjas. ¿Por qué este título?, podría haberse titulado Recuerdos<br />
<strong>de</strong> nuestra niñez o Aquellos años cuarenta, o también Álbum familiar; todos los<br />
títulos habrían tenido una justificación cargada <strong>de</strong> buena lógica.<br />
<strong>La</strong> plaza <strong>de</strong> las Monjas, a nuestro estilo y manera, representaba el papel <strong>de</strong> un<br />
ágora particular. El lugar <strong>de</strong> encuentro <strong>de</strong> la chiquillería <strong>de</strong>l barrio. Allí jugaban<br />
Lolica la Chima, su vecinico Juanito el <strong>de</strong> las Monjas, Ángeles Soriano Colás<br />
—aquella bonica chiquica que tanta prisa tuvo para irse al Cielo—, Luis Calpe,<br />
Juanito y Luiso Marí, Manolo Calpe, los hermanos Serrano, Lolín y Vicentica<br />
Hervás, Ramón Arnal, Maruja la Oliva, Agustín y Vicente Morro Lázaro, mis<br />
primos Pepe y Antonio...Y muchos, muchos más.<br />
19
20<br />
<strong>La</strong> plaza era nuestro particular observatorio ciudadano. Des<strong>de</strong> nuestra peculiar<br />
visión infantil, sentados en las escaleras <strong>de</strong> entrada a la iglesia <strong>de</strong>l convento,<br />
analizábamos la vida <strong>de</strong>l pueblo, comentábamos el último chisme <strong>de</strong>l colegio,<br />
repetíamos la última canción <strong>de</strong> moda, especialmente aquella que tanto nos<br />
gustaba por lo raro <strong>de</strong> la letra, Rascayú; la gravedad <strong>de</strong> don Agapito nos imponía<br />
admiración; la seriedad <strong>de</strong>l tío Bolas, respeto; los bandos <strong>de</strong>l tío Pepe, silencio<br />
y atención; la valiente y audaz cabalgada <strong>de</strong> Pepito Punter en la entrada, <strong>de</strong>seos<br />
<strong>de</strong> emulación; las jugadas <strong>de</strong> Rubicos o <strong>de</strong> Leopoldo Carrión en los partidos <strong>de</strong><br />
fútbol, envidia; Epi, Mundo, Zarra, Gorostiza —jugadores estelares <strong>de</strong>l fútbol<br />
<strong>de</strong> la época— eran seres <strong>de</strong> otro planeta. En aquellas escaleras, recibimos en<br />
mala hora las terribles confi<strong>de</strong>ncias que <strong>de</strong>struyeron nuestras inocentes visiones<br />
infantiles <strong>de</strong> muchos sueños: los Reyes Magos eran los padres; los niños no<br />
venían <strong>de</strong> París y la cigüeña era un cuento <strong>de</strong> los mayores. Toda la cosmovisión<br />
mágica <strong>de</strong> los niños tenía asiento en aquellas escaleras. Ésta es la razón <strong>de</strong> la<br />
elección <strong>de</strong>l título <strong>de</strong>l libro.<br />
Mi amigo Alberto Guallart —catedrático <strong>de</strong> Bellas Artes, afamado pintor<br />
y ceramista— ha dibujado la portada <strong>de</strong>l libro. Ha eliminado una <strong>de</strong> las dos<br />
acacias <strong>de</strong>l lava<strong>de</strong>ro por razones <strong>de</strong> perspectiva. Pero en lo sustancial intenta<br />
reflejar la semblanza <strong>de</strong> nuestra querida plaza <strong>de</strong> las Monjas. Al ver el dibujo,<br />
mi alma escucha el alegre, ágil y <strong>de</strong>senvuelto tintineo <strong>de</strong> la campanica <strong>de</strong> la<br />
torre <strong>de</strong>l convento, al anunciar la inmediata misa matinal. Otro amigo, Lorenzo<br />
Ramírez, pintor <strong>de</strong> prestigio, me ha dibujado los inocentes dibujos que intentan<br />
adivinar las almas puras <strong>de</strong> Enrique y Manolo.<br />
Por supuesto, éste no es un libro <strong>de</strong> antropología ni <strong>de</strong> sociología. Ni <strong>de</strong><br />
historia. Tampoco es una autobiografía. Lo cual no quiere <strong>de</strong>cir que no contenga<br />
algunos datos antropológicos, sociológicos, históricos y autobiográficos. Es<br />
un libro <strong>de</strong> recuerdos; un álbum familiar. Recuerdos muy personales y muy<br />
subjetivos, que un día quedaron grabados para siempre en nuestras almas <strong>de</strong><br />
niños y <strong>de</strong> adolescentes.<br />
Por esta razón, las fuentes principales <strong>de</strong>l libro son mis recuerdos y vivencias<br />
<strong>de</strong> niño; y los recuerdos y vivencias <strong>de</strong> mis amigos. Son las más importantes<br />
y mollares. Todo lo <strong>de</strong>más son datos complementarios <strong>de</strong> personas y amigos,
mayores que yo, notarios fieles <strong>de</strong> aquellos años. Sin olvidar la consulta, para<br />
datos muy <strong>de</strong>terminados, <strong>de</strong> libros y <strong>de</strong> archivos. Unos y otros refuerzan los<br />
recuerdos, pero no los suplantan ni modifican.<br />
Tuve largas conversaciones con mi tía Pilar sobre los años <strong>de</strong> la guerra en<br />
Segorbe, los avatares <strong>de</strong> la evacuación a Valencia y la inmediata posguerra; he<br />
cotejado datos con Pepe Pau, Ernesto Bonet, Ramón Querol, Pepe Suay, Pachi<br />
Guerrero, Julián Sanmillán, Vicente Palomar y José Luis Arnau; he rebuscado<br />
en los archivos eclesiásticos que gentilmente me facilitó don Herminio; la suerte<br />
estuvo <strong>de</strong> mi parte al po<strong>de</strong>r estudiar los espléndidos documentos gráficos que<br />
posee Rosita Carot sobre <strong>de</strong>terminados acontecimientos segorbinos <strong>de</strong> la época:<br />
inauguración <strong>de</strong> las obras <strong>de</strong> la catedral en el año 1949, consagración episcopal<br />
<strong>de</strong> don Pablo Barrachina y entrada en la diócesis <strong>de</strong> don Ramón Sanahuja (la<br />
aportación cultural <strong>de</strong> su padre todavía espera el merecido reconocimiento<br />
institucional); el director <strong>de</strong> la biblioteca municipal, Rafael Simón, me facilitó<br />
la tarea <strong>de</strong> estudiar todas las actas <strong>de</strong> los plenos municipales ente 1939 y 1951.<br />
Mantuve una cordial conversación sobre los serenos con don Ricardo Alcácer en<br />
su propio domicilio, y mi amigo Fernando <strong>de</strong>l Rosario, sobre el mismo tema, me<br />
contó bonitas anécdotas que a su vez había escuchado <strong>de</strong> su padre y su padre <strong>de</strong> su<br />
abuelo; Agustín Morro Lázaro me facilitó datos sobre nuestra querida quinta <strong>de</strong>l<br />
55 y Vicente Fenollosa me rememoró la vieja coplilla que los quintos cantaban<br />
el día <strong>de</strong> la presentación en sociedad. <strong>La</strong> leyenda <strong>de</strong> aquel joven <strong>de</strong>portista que<br />
murió con las botas puestas en el campo <strong>de</strong> futbol <strong>de</strong>l Sisterre fue completada<br />
por su hermana Trinidad Carrión; Alejandro Blay Picó —viejo amigo <strong>de</strong>l Frente<br />
<strong>de</strong> Juventu<strong>de</strong>s— puso a mi disposición muchos datos sobre el Seminario en sus<br />
comienzos <strong>de</strong> la posguerra y la emigración segorbina.<br />
De una manera particular quiero agra<strong>de</strong>cer a varias personas toda la ayuda<br />
que me han prestado. De tal manera esta ayuda es apreciable que, sin exagerar,<br />
pue<strong>de</strong> afirmarse que son coautores <strong>de</strong>l libro. Manolita Belis confeccionó unos<br />
apuntes muy valiosos sobre la trayectoria <strong>de</strong> la Sección Femenina <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />
tiempos fundacionales. <strong>La</strong> interesante actividad mercantil <strong>de</strong>l ganado porcino en<br />
la plaza <strong>de</strong>l Ángel está reconstruida por Trinitario Royo, hijo <strong>de</strong>l último porcater.<br />
Tere Rodríguez, hija <strong>de</strong>l recordado don Salvador, me ha facilitado muchos datos<br />
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y fotografías sobre sus padres y los maestros <strong>de</strong> Segorbe, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ponerme<br />
en contacto con otras personas. A mi amigo <strong>de</strong> siempre, Julián Sanmillán,<br />
le he cargado <strong>de</strong> trabajo: me ha proporcionado datos, buscado fotografías <strong>de</strong><br />
comunes amigos muertos, me ha facilitado importante documentación para la<br />
reconstrucción histórica <strong>de</strong>l Teatro Serrano en la vida cultural <strong>de</strong> la ciudad; las<br />
hijas <strong>de</strong> don Enrique Garcés han aclarado muchos datos sobre la intervención<br />
<strong>de</strong> su padre en la restauración <strong>de</strong> la catedral. Don Antonio Sánchez —cestero<br />
y músico — ha reconstruido la genealogía <strong>de</strong> los cesteros y la historia <strong>de</strong> la<br />
banda <strong>de</strong> música; con estoica paciencia ha investigado la trayectoria <strong>de</strong>l fútbol<br />
segorbino <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su fundación en 1934 hasta los primeros años cincuenta,<br />
a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> proporcionarme muchos datos y fotografías sobre los carreteros y<br />
los guarnicioneros. Asombrosa la capacidad investigadora <strong>de</strong> este polifacético<br />
artesano. Otro artesano, Manuel Navarrete, ha trabajado y corregido todo<br />
el capítulo que se refiere a los carreros y a los guarnicioneros <strong>de</strong> Segorbe.<br />
El capítulo que se refiere a la huerta está escrito en una gran parte,<br />
sobre las aportaciones <strong>de</strong> Luis Calpe Aparicio —poeta, investigador, labrador—;<br />
su trabajo clasificatorio —taxonómico, dicen los expertos— sobre nuestra<br />
producción agrícola, utilizando la herramienta familiar <strong>de</strong>l lenguaje segorbino,<br />
me pareció <strong>de</strong> tal calidad que está incluido a modo <strong>de</strong> anexo. Rafael Martín y<br />
José Suay han corregido los borradores y han aportado o precisado otros datos.<br />
He mencionado los archivos municipales y <strong>de</strong>l Seminario. Me queda por<br />
reseñar que en los archivos <strong>de</strong> la Consejería <strong>de</strong> Sanidad <strong>de</strong> Castellón y <strong>de</strong> los<br />
colegios oficiales <strong>de</strong> médicos y <strong>de</strong> farmacéuticos pu<strong>de</strong> completar una serie <strong>de</strong><br />
datos académicos y personales sobre los hombres que tuvieron la responsabilidad<br />
<strong>de</strong> la sanidad segorbina durante aquellos años. En la oficina <strong>de</strong> la Consejería<br />
<strong>de</strong> Agricultura <strong>de</strong> Segorbe, Armando Carbó puso a mi disposición todos los<br />
documentos que necesité consultar. En los archivos <strong>de</strong> la Cámara <strong>de</strong> Comercio<br />
<strong>de</strong> Castellón se encuentran los datos sobre la actividad comercial e industrial<br />
segorbina durante los años cuarenta.<br />
<strong>La</strong>s fuentes bibliográficas citadas al final me han servido para cotejar y ubicar<br />
ciertos datos. Particularmente amables para mí han sido las notas obtenidas<br />
<strong>de</strong> esa pequeña joya titulada Leyendas y dijendas, editada por el CEAM. Los
trabajos <strong>de</strong> Luis Calpe, Carmen Martín y Ángeles Tortajada son <strong>de</strong> gran valor<br />
antropológico. <strong>La</strong>s curiosida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la posguerra, en su mayor parte, han sido<br />
sacadas <strong>de</strong>l Boletín Oficial <strong>de</strong> la Provincia entre las ediciones <strong>de</strong> 1939 a 1951. El<br />
análisis <strong>de</strong>l censo electoral <strong>de</strong> 1946 —vaciado, dicen los técnicos— ha servido<br />
para <strong>de</strong>ducir los grupos <strong>de</strong> edad, las ocupaciones profesionales, el estado civil y<br />
el nivel <strong>de</strong> instrucción <strong>de</strong> los segorbinos <strong>de</strong> aquellos años.<br />
No quiero pasar por alto, aunque sus informaciones hayan tenido el valor<br />
<strong>de</strong> complementarias, los trabajos <strong>de</strong> don Jaime Faus sobre los siglos XIX y<br />
XX segorbinos: investigaciones sobre fuentes primarias, sobre documentos<br />
originales. A este investigador le <strong>de</strong>be Segorbe una parte importante <strong>de</strong> la<br />
recuperación <strong>de</strong> su historia. Tampoco quiero olvidar a don José Carot. Y en<br />
estos momentos ya se está consolidando una <strong>de</strong>uda <strong>de</strong> gratitud con dos jóvenes<br />
investigadores que trabajan muy seriamente y con mucho rigor sobre nuestro<br />
pasado histórico. Me refiero a Rafael Martín Artíguez —con toda justicia<br />
nombrado cronista oficial <strong>de</strong> la ciudad— y a Vicente Palomar.<br />
Todos los segorbinos que aparecen en este libro son citados por su importante<br />
condición <strong>de</strong> tales, por su cariño y buen hacer a esta más que milenaria<br />
ciudad. Algunos, en un momento histórico <strong>de</strong>terminado militaron en campos<br />
políticos distintos: CNT, Juventu<strong>de</strong>s Libertarias, Izquierda Republicana, Unión<br />
Republicana, PSOE, Comunión Tradicionalista, Falange Española, Derecha<br />
Regional Agraria, etc. Pero en este libro no se valoran i<strong>de</strong>as políticas —opinables<br />
y discutibles—; únicamente nos interesan las personas que amaron, lucharon y<br />
sintieron a Segorbe.<br />
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