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Entrevista a Valentina Velarde Lizama
Cuéntanos quién eres y cuál es tu formación
Mi nombre es Valentina Velarde Lizama, soy chilena, tengo 32 años y pertenezco a una
familia de cuatro hermanos de los cuales soy la menor. Al igual que mi hermana
mayor, nací con un glaucoma congénito cuya manifestación es ceguera total.
Estudié la licenciatura y pedagogía en Historia en la Pontificia Universidad Católica de
Chile y, tras haber trabajado siete años en un colegio dictando la asignatura de Historia
Contemporánea para el programa del Bachillerato Internacional, a principios del año
2011, partí a Pamplona a cursar el máster Oficial en Gobierno y Cultura de las
Organizaciones que imparte la Universidad de Navarra.
¿Cómo conociste el Programa de ayudas de la Fundación Universia para personas
con discapacidad beneficiarias de una Beca de la Fundación Carolina?
Uno de los temas que debía resolver si viajaba a estudiar a España, era la forma de leer
los textos necesarios durante la formación de máster. Como las personas ciegas
trabajan en el ordenador con Jaws, un lector de pantalla, la forma más fácil de leer un
texto que no esté en formato electrónico es escanearlo puesto que, una vez en
formato digital, lo lee el sintetizador de voz del ordenador. Es por eso que, cuando me
enteré que había obtenido la beca de Fundación Carolina, me puse en contacto con la
ONCE (Organización Nacional de Ciegos de España) solicitando autorización para acudir
a la sucursal de Pamplona y escanear allí mis textos durante el curso académico.
Pese a explicarles que viajaba a España becada por Fundación Carolina, la respuesta de
ONCE fue negativa. De ahí que, al llegar a Madrid a la bienvenida que imparte la
Fundación Carolina, le planteara la situación a la coordinadora de mi programa, Sonia
Gómez, proponiéndole que intercediera ante la ONCE explicando mi caso. Fue ella
quien me habló de Fundación Universia y me dio todas las indicaciones para postular a
la beca de préstamo de materiales para facilitar los estudios de las personas con
discapacidad.

¿Has tenido que enfrentarte a dificultades debido a tu discapacidad para conseguir
desarrollar tus estudios?
Cuando se tiene una discapacidad, el comienzo de una nueva etapa es siempre un
desafío. Esto porque, cada vez que das un paso e ingresas a un nuevo ambiente, tienes
que mostrar que eres capaz de hacer las cosas y de integrarte sin que eso implique
demasiados costos para quien te abre las puertas. Cuando era pequeña, fueron mis
padres quienes se encargaron de esta tarea. Sin embargo, cuando terminé el colegio,
llegó mi turno. De este modo, el ingreso a la universidad significó una serie de
entrevistas y permisos especiales para poder entrar, y una constante búsqueda de
medios técnicos y materiales para responder puntualmente a los requerimientos
académicos —especialmente de lectura— que implica una licenciatura en Historia.
Más tarde, al postular al máster, la situación fue distinta. El haber terminado
exitosamente una carrera de pregrado y haber estado inserta en el mundo laboral
durante siete años han sido una especie de pasaporte que mostraba que no tendría
problemas para cursar las asignaturas del programa. Por otra parte, la Universidad de
Navarra ya había tenido alumnos ciegos y, en ese sentido, mi postulación siguió el
curso normal. En cuanto al proceso mismo de los estudios, la verdad es que el hecho
de que la mayoría de los documentos estuviesen accesibles en formato electrónico en
las páginas web de la Universidad facilitó muchísimo mi participación en los talleres y
requerimientos de cada asignatura. Finalmente, el escáner que me dio en préstamo
Fundación Universia, me permitió leer los libros impresos que no pude encontrar en
formato electrónico.
¿Qué ha supuesto para ti continuar con tu etapa formativa?
La continuación de mis estudios ha significado para mí varias cosas. En primer lugar, un
gran desafío pues irme a Pamplona implicó aprender a vivir fuera de casa, compartir
un piso con otras estudiantes e insertarme en una sociedad que no era la mía. Por otra
parte, ésta respondió a una necesidad personal de ampliar mis conocimientos
incrementando mi formación intelectual humanística y, en tercer término, implicó una
apertura en mi horizonte laboral.
Como mi título de pregrado es de licenciada y profesora de Historia, el único cargo al
que podía postular era en un colegio, cosa que siempre ha supuesto una dificultad
puesto que, prácticamente ningún colegio se atreve a contratar profesores ciegos. De
ahí que, al pensar en estudios de postgrado, intentara algo que me abriera un campo
laboral más amplio. Y así fue, ya que, a los pocos meses de volver de España y entregar
la tesis del máster, encontré trabajo en un banco, habiendo sido fundamental para ello
la conclusión de mis estudios de postgrado.

¿Qué valoración haces de la ayuda?
Es por lo anterior que, junto con valorar y agradecer la ayuda prestada, animo a
Fundación Universia a continuar dándola a otras personas con discapacidad. Esto
porque, incluso más que para las personas sin discapacidad, en el caso de quienes
poseemos algún tipo de diversidad funcional, el contar con estudios superiores es la
única garantía que podemos aducir a la hora de postular a un empleo.
Por otra parte, no quisiera dejar de destacar lo expedito del proceso de postulación a
la beca de Fundación Universia. En efecto, desde el día en que me enteré de la
existencia de la beca hasta aquel en que recibí en mi piso el escáner, no pasaron más
de dos semanas. Bastó escribir un mail a Fundación Universia, completar un formulario
y firmarlo. De la misma manera, los trámites de devolución tampoco implicaron
ninguna dificultad. Sólo fue necesario poner el escáner en su caja, llevarlo al correo y,
por un euro, despacharlo a la dirección indicada.
¿Qué aspectos destacarías de tu experiencia en España? ¿Crees que te puede abrir
el camino a conseguir un empleo de calidad?
Mi experiencia en España fue realmente fantástica. Allí tuve la oportunidad de viajar a
algunos países cercanos como Francia e Italia, además de haber recibido la maravillosa
oportunidad de participar en una peregrinación a Tierra Santa. También conocí muchas
ciudades en el norte y sur de España, como Granada y Valencia, de donde es originaria
mi abuela paterna.
En segundo lugar, Pamplona me dio la oportunidad de conocer gente encantadora,
tanto españoles como extranjeros, incluyendo latinoamericanos, contactos que,
además de haberse convertido en mis amigos durante el semestre pasado allí,
constituyen hoy una gran e interesante red de relaciones que actualmente conservo.
Pero lo que más agradezco de estos encuentros fortuitos es el haberme reencontrado
con una rama de mi familia que nunca había tenido la oportunidad de conocer. Sí,
porque aunque parezca increíble, en la misma Pamplona y a pocos metros de mi piso,
vivía una prima de mi edad que pasó a convertirse en una de mis grandes amigas.
Por último, tanto los estudios del máster —en general— como la tesis realizada —en
particular—, se transformaron en la principal puerta de acceso para mi actual empleo.
En Chile es muy difícil que una persona con discapacidad consiga trabajo, más aún si su
ceguera es total como la mía. Sin embargo, el Máster Oficial en Gobierno y Cultura de
las Organizaciones, por un lado, y la tesis en Integración Social y Laboral de la
Discapacidad, por otro, fueron fundamentales a la hora de conseguir el cargo de
analista de capacitación en el Banco Crédito e Inversiones, institución que, hace unos
años, ha comenzado a practicar políticas de inclusión laboral. De esta forma he logrado
acceder a un trabajo con jornada laboral completa y un sueldo mayor que el que

ganaba antes de mis estudios de Postgrado, aún cuando todavía no es realmente
competitivo con el de un profesional de mi edad que no tenga discapacidad.
¿Cuáles son tus proyectos y retos de futuro?
En el corto plazo, pretendo desarrollarme en el interior del banco pasando al
Departamento de Recursos Humanos. Desde allí me gustaría formar parte de la
“Academia de Líderes”, puesto que pienso que de la formación de un buen líder
depende una inclusión exitosa a la hora de dar trabajo a personas con discapacidad.
Con el tiempo, proyecto trabajar en el servicio público, tal vez en el Ministerio de
Planificación, del cual depende el Servicio Nacional de la Discapacidad. En ese sentido,
no descarto la posibilidad de continuar con los estudios de doctorado que podrían
allanarme el camino para un cargo de mayor calidad.