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Invierno 2005 - Asociación Corea Huntington Española

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Pag. 8 <strong>Invierno</strong> <strong>2005</strong><br />

de preimplantación) en la Fundación Jiménez Díaz. Lo<br />

primero que nos produjo fue “envidia”, por supuesto<br />

una envidia sana, y con ella, fuerzas que tanto<br />

necesitábamos para seguir luchando.<br />

Con estas renovadas ilusiones, solicitamos nuestros<br />

informes en la secretaría de “Reproducción Humana”<br />

en el hospital que nos trataban y con ellos poder<br />

reclamar la derivación a la Fundación Jiménez Díaz,<br />

para allí proseguir con nuestros propósitos. Aquí<br />

apareció una luz en el camino. En la secretaría del<br />

mismo doctor que había llegado a la conclusión de “ser<br />

imposible cumplir nuestro deseo” una persona iba a<br />

impulsarnos considerablemente en nuestro camino, con<br />

la consecuente sorpresa para nosotros. Esta persona nos<br />

indicó como llegar con menos dificultad a la FJD.<br />

Nos aconsejo que aunque pidiéramos el traslado desde<br />

el Gregorio Marañón (tramites que podían durar al<br />

menos un año), fuéramos a dar toda la lástima posible al<br />

instituto Madrileño de la Salud en la C/Sagasta, 6 de<br />

Madrid. En otras palabras, que diéramos el máximo<br />

coñazo para que se aceptara nuestra petición.<br />

Así hicimos y de nuevo la suerte nos acompaño.<br />

Después de rellenar una simple solicitud en la recepción<br />

del Instituto y sin ser persistentes, nos contestaron el día<br />

16 de febrero de 2004 con la aceptación de nuestra<br />

solicitud, habiendo rellenado la misma el 15 de enero.<br />

Nos indican que directamente nos pongamos en<br />

contacto don la FJD, Estábamos cerca, muy cerca de<br />

conseguirlo.<br />

Esta, nuestra historia en cambio, os anticipo, no tubo el<br />

final feliz que se merecía. Después de las pertinentes<br />

pruebas y comprobaciones en la FJD en octubre de<br />

2004 tuvimos que detener drásticamente el tratamiento,<br />

por causas totalmente ajenas a las técnicas del proceso.<br />

La vida nos ha dado después de varias palas de cal y<br />

arena, una última pala que ha enterrado todo lo que<br />

habíamos trabajado tan duramente.<br />

Este final triste, sin embargo, podría cambiar, y ser un<br />

final digno y esperanzador. ¿Por qué no? Si al menos<br />

una pareja con nuestro mismo problema, se motivara o<br />

les ayudara en algo, esta experiencia que os he contado,<br />

para conseguir el mismo fin que nosotros buscábamos,<br />

restará seguramente gran parte de esa tristeza.<br />

Espero y deseo que solo el mero hecho de leer estas<br />

palabras os haga entender que aún siendo el camino<br />

duro y difícil, es posible conseguir un hijo sin el miedo<br />

a que sufra la EH en un futuro y la consecuente<br />

responsabilidad que ello conlleva. Porque en definitiva,<br />

hoy por hoy, es la única forma de vencer a la EH y esta<br />

victoria se puede conseguir si todos luchamos por lo<br />

mismo, el derecho a una vida sin este destino evitable.<br />

PODEMOS ERRADICAR LA<br />

Por Mercedes Almeida<br />

ENFERMEDAD<br />

Hace ya cinco años que diagnosticaron a mi marido la<br />

enfermedad de <strong>Huntington</strong>. Todos vosotros conocéis la<br />

angustia que supone para una familia el saber que esta<br />

enfermedad está en ellos. Lo primero que hicimos,<br />

siguiendo los consejos del neurólogo y del sentido<br />

común, fue informar al resto de familiares. Lo más duro<br />

fue decírselo a nuestros hijos, era una enfermedad de la<br />

que nada sabíamos, aunque ya había habido dos muertes<br />

por esta causa. En aquellos primeros momentos, me<br />

parecía que tenía el deber de informar no solo a la<br />

familia, sino a todos los conocidos de que mi marido<br />

tenía <strong>Huntington</strong>; les explicaba los síntomas y la<br />

evolución de la enfermedad, las consecuencias que tenían<br />

para las generaciones siguientes y lo enormemente<br />

importante que era que todos estuvieran bien informados,<br />

¿Por qué? Así comprenderían al enfermo, sabrían<br />

tratarlo.<br />

Cuando te enteras que es una enfermedad de transmisión<br />

genética y de que no va a saltar nunca una generación<br />

ves algo “bueno” en ella. Me dije enseguida, estupendo,<br />

tenemos el arma para combatirla, basta con no seguir<br />

trayendo hijos al mundo (durísimo) o en todo caso,<br />

contamos actualmente con suficientes medios para<br />

traerlos sanos. Nosotros ya habíamos tenido dos hijos<br />

estupendos. Mi dolor fue en aquel momento (y lo sigue<br />

siendo), la duda de haberles podido transmitir una<br />

enfermedad que con información podíamos haber<br />

evitado. ¿Puedo jugar a la ruleta rusa con mis hijos? Por<br />

supuesto que no, pero creo que por ignorancia, por<br />

miedo, por continuar con una vida normal, por motivos<br />

éticos o religiosos estamos haciéndolo constantemente.<br />

¿Cómo se explica sino el que la enfermedad siga<br />

avanzando?.<br />

En el Congreso de Guadarrama el Dr. D. Justo García de<br />

Yébenes tocó este tema y levantó una viva polémica. Ya<br />

había leído en alguna otra ocasión su opinión y me<br />

parecía tan de sentido común lo que decía (que en una<br />

generación podíamos erradicar la enfermedad) que sigo<br />

sin entender la polémica. Se que hay de fondo muchas<br />

cuestiones religiosas y/o éticas, pero cuando escucho o<br />

leo comparaciones con otras enfermedades (cáncer es la<br />

más recurrida) me llevo las manos a la cabeza; nosotros<br />

estamos dándoles a nuestros hijos un 50% de<br />

posibilidades de tener o no la enfermedad (en la ruleta<br />

rusa es un cargador con una bala contra seis vacías) y

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