EPISTEMOLOGIA III - El Desarrollo Humano

vidente, pues todas las cosas emiten siempre alguna clase de efluvio. Después este
aire, que es sólido y de variados colores, aparece en los ojos, húmedos; estos no
admiten la parte densa, pero lo húmedo pasa a su través” KR 587
Habíamos encontrado antes la teoría de los efluvios en Empédocles, y la volvemos a
encontrar en los atomistas. El pensamiento es parte de las cosas que vienen del
exterior. Una de las características que establecía Piaget para declarar el pensamiento
inmaterial era que estuviese dentro de la cabeza y que si se abría la cabeza de una
persona (esto es una contraprueba de Piaget bastante expresiva) no se pudiesen ver
dentro los pensamientos, pues éstos han de ser invisibles. Ante este presupuesto,
Leucipo y Demócrito aún fallan, pues el pensamiento son los efluvios de las cosas,
provenientes del exterior, y como tales, visibles y físicos.
No hay una conciencia de un sujeto que percibe un objeto, no en el sentido de que hay
una clara conciencia de un sujeto que percibe y un objeto percibido. No hay conciencia
de la percepción como una acción de un individuo, de un sujeto que aprehende una
cosa, un objeto. Las imágenes o los sonidos entran en el cuerpo por los sentidos y
pasan a formar parte de él, pues las imágenes y los sonidos son algo que ni es objetivo
ni subjetivo, no hay diferenciación clara. Entran a formar parte del individuo y salen a
formar parte del mundo, sin una clara diferenciación entre lo que es el individuo y el
mundo exterior.
Notemos en el fragmento anterior que el uso de términos como objeto de la visión, y
sujeto que ve, son de Teofrasto, transmisor de este fragmento. Para Leucipo y
Demócrito, como para los autores de la etapa egocéntrica, las representaciones son
absolutas, y por ello no hay conciencia de ellas como tales, sino dejarían de ser
absolutas. Los ojos, las manos, los oídos, que recogen los fragmentos de las cosas que
se ven, se tocan, se oyen, son representaciones absolutas, y que por ello mismo
también, no pertenecen a un sujeto o a una realidad externa, sino que están presentes y
pertenecen a todo y a todos.
“Demócrito afirma que el aire se rompe en cuerpos de la misma forma y que andan
rodando de un sitio para otro en compañía de los fragmentos de la voz.” KR 592
Todo esto no anula la posibilidad de la intuición de algo que va más allá de los
sentidos:
“Hay dos formas de conocimiento, la una genuina y la otra oscura. A la oscura
pertenece todo lo siguiente: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. La otra es
genuina y totalmente distinta de ésta … Cuando la forma oscura no puede seguir
viendo con mayor detalle ni oír, ni oler, ni gustar, ni percibir a través del tacto, sino
más sutilmente ...” KR 590
Cada vez es más manifiesta la intuición de un conocimiento distinto al sensorial.
Desde las dos vías de conocimiento de Parménides se va haciendo patente que los
sentidos no son la única vía de conocimiento, y se empieza a buscar la naturaleza y el