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EPISTEMOLOGIA III - El Desarrollo Humano

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EL DESARROLLO HUMANO<br />

<strong>EPISTEMOLOGIA</strong> <strong>III</strong><br />

2. La conciencia egocéntrica<br />

La noción del pensamiento<br />

Versión 1.0<br />

Jose Manuel González Calderón<br />

Madrid, 2012<br />

Esta obra se publica bajo la licencia<br />

Reconocimiento – No comercial – Sin obras derivadas 3.0 España<br />

de Creative Commons: http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/


Piaget ha trabajado las distintas concepciones de los niños sobre el pensamiento, y ha<br />

estudiado el proceso a través del cual los niños van tomando conciencia de su<br />

pensamiento, diferenciándolo de las cosas mismas. Es decir, la falta de conciencia<br />

primigenia sobre el pensamiento como tal y el proceso que recorren los niños hasta<br />

adquirir una conciencia que distingue lo que es el pensamiento de las cosas pensadas.<br />

En un principio los niños no tienen ninguna noción de lo mental, de un elemento o<br />

medio que sea distinto de las cosas a las que representa, y cuando empiezan a tomar<br />

conciencia de de ello están aún lejos de considerar este fenómeno como algo distinto a<br />

las cosas materiales que pueden observar, algo inmaterial.<br />

En este sentido ha descubierto varias fases que recorren los niños de forma general e<br />

invariable, pasando por las distintas fases de forma consecutiva. Antes de entrar en una<br />

explicación de por qué los niños recorren estas fases, y si acaso las mismas fases y la<br />

misma explicación son válidas para el surgimiento de la conciencia sobre el<br />

pensamiento en los orígenes del pensamiento en el mundo griego, veamos primero<br />

cuáles son esas fases.<br />

En una primera etapa no hay ninguna noción del pensamiento, no existe la más<br />

mínima apreciación de lo que sea el pensamiento. En una segunda etapa, hacia los seis<br />

años, en los momentos finales del pensamiento preoperacional, el pensamiento es<br />

visualizado o representado como una voz, como un aliento. Hacia los ocho años, una<br />

vez iniciado el proceso de formación de las estructuras concretas, surgen concepciones<br />

del pensamiento como aire, sangre, como una bola muy grande, como tubos que hay<br />

en la cabeza. Por último, a los once o doce años, al final del pensamiento concreto y<br />

comienzos del pensamiento formal, aparece la desmaterialización del pensamiento.<br />

Esta desmaterialización del pensamiento es detectada por varios criterios, entre los<br />

cuales Piaget sitúa que, el niño sea capaz de localizar el pensamiento en la cabeza, y<br />

declararlo invisible e impalpable. En segundo lugar, que pueda distinguir las palabras<br />

de las cosas: Palabras (equivalentes a pensamiento) distintas de las cosas (equivalentes<br />

a los objetos exteriores que representan esas palabras).<br />

Todas estas etapas están descritas y documentadas magistralmente por Piaget 1 , y<br />

sorprende al principio escuchar a los niños decir cómo imaginan el pensamiento, sobre<br />

todo si lo comparamos después con lo que dijeron los filósofos presocráticos sobre lo<br />

que imaginaban que era, lo que para nosotros hoy es el pensamiento.<br />

En la primera etapa descrita por Piaget no hay ninguna conciencia de subjetividad, no<br />

hay ningún elemento subjetivo en el pensar: pensar es como decir algo, como ver algo,<br />

está asociado a una percepción y al mismo tiempo a un objeto: no hay separación aún<br />

entre lo subjetivo de la acción de percibir o pensar y lo objetivo del objeto percibido o<br />

1 Piaget, La representación del mundo en el niño. Morata, Madrid, 1993.<br />

Piaget, La causalidad en el niño, Espasa-Calpe, Madrid, 1934.<br />

Piaget, Seis estudios de psicología, Barral-Labor, Barcelona, 1981<br />

Piaget / Inhelder, Psicología del niño, Morata, Madrid, 1993.<br />

… entre otros estudios de Piaget.


pensado, todo está confusamente unido. 2<br />

<strong>El</strong> pensamiento está confundido con las cosas hasta tal punto que las percepciones o<br />

las frases dichas por otros se imponen con una necesidad absoluta, mágica. Todo es<br />

verdadero desde el momento en que todo es. No existe el “no ser”, que supone una<br />

construcción racional.<br />

“En cuanto al segundo aspecto del pensamiento, el aspecto interno, que consiste<br />

esencialmente, para el niño, en una articulación de la palabra, intentemos ahora<br />

demostrar que es también material y que participa igualmente, cosa curiosa, del mundo<br />

exterior. En verdad, la mayor parte de los niños no han observado esta actividad<br />

interna. Pensar es hablar, y el hablar se produce por sí solo; pero algunos niños han<br />

notado la existencia de la voz, y entonces, en esta primera etapa, asimilan esta voz al<br />

“aire”, aire tanto interior como externo, tanto respiración como viento” 3<br />

Notemos como el niño identifica la respiración con el viento, el aire es algo que se<br />

mueve en el exterior de igual forma que sale de su boca, el aire tiene vida propia, no es<br />

algo que forme parte de él, de su propia naturaleza interna.<br />

“Lo que caracteriza la segunda etapa, por oposición a la tercera, es que el pensamiento,<br />

aunque situado en la cabeza, permanece siendo material. O bien (primer tipo) el niño<br />

continúa simplemente creyendo que es una voz o un soplo. O (segundo tipo) intenta<br />

comprender las palabras “cerebro”, “inteligencia”, etc., y se figura bolas, tubos,<br />

vientos, etc.” 4<br />

Recordemos de nuevo que lo que nos muestra Piaget no son las respuestas de algunos<br />

niños, sino la tendencia general y las respuestas comunes que se extraen de los cientos<br />

de niños entrevistados. Entre todas las respuestas se pueden encontrar algunas muy<br />

atractivas por su originalidad y la espontaneidad que muestran:<br />

“<strong>El</strong> pensamiento atrae el viento y el humo y se mezclan” 5<br />

“... el pensamiento es “mi inteligencia”. Es lo que “nos hace pensar, que nos hace<br />

buscar. - ¿Quién te ha dicho esto? No me lo han dicho, pero yo lo sé”. Ahora bien: no<br />

puede tocarse esta “inteligencia, porque está llena de sangre.”” 6<br />

Vemos, pues, que aunque el niño empieza a tener conciencia del pensamiento, éste es<br />

ubicado entre lo exterior y lo interior, no es algo inmaterial, pero sin embargo es algo<br />

que permite darse cuenta de las cosas. Es algo material, pero al mismo tiempo entra y<br />

sale del cuerpo.<br />

En estas concepciones nos encontramos, en primer lugar, los primeros pensamientos<br />

2 Este punto ya ha sido expuesto en el artículo: Epistemología II - 1. Falta de conciencia primigenia.<br />

3 Piaget, La representación del mundo en el niño. Ob. cit., pág 48<br />

4 Piaget, La representación del mundo en el niño. Ob. cit., pág 51<br />

5 Piaget, La representación del mundo en el niño. Ob. cit., pág 51<br />

6 Piaget, La representación del mundo en el niño. Ob. cit., pág 53


espontáneos en los que no se es capaz de distinguir entre lo interno y lo externo.<br />

Intuición espontánea significa las primeras tomas de conciencia y notamos en ellas la<br />

toma de conciencia egocéntrica del ser humano indiferenciado de la naturaleza. Pero<br />

también comprobamos cómo estos pensamientos espontáneos están mezclados con<br />

elucubraciones de la más diversa índole, mezcladas con la imaginación o las<br />

observaciones propias de cada niño.<br />

La tercera etapa se diferencia de la segunda porque el sujeto tratar de explicarse<br />

experiencias que hasta entonces no había tratado de identificar propiamente. Tal y<br />

como nos dice Piaget, el niño empieza a tratar de descubrir elementos como la<br />

inteligencia, el pensar, y hace un esfuerzo activo por tratar de explicarse los fenómenos<br />

que experimenta, fenómenos de los que empieza a tomar conciencia como algo que<br />

aún no sitúa como internos o mentales, pero sí como distintos a las experiencias de ver<br />

o de tocar, a las percepciones. Está apareciendo algo en su interior y trata de<br />

explicarlo, de definirlo. De esta manera se imagina el pensamiento como bolas, tubos,<br />

sangre, fuego.<br />

Si pasamos a comprobar ahora, a través de los fragmentos que conservamos, las<br />

concepciones del pensamiento en los Presocráticos, nos vamos a encontrar unos<br />

procesos muy similares. Salvando las diferencias, que para nada queremos entrar en<br />

analogías para atribuir a los Presocráticos una mentalidad “infantil”. Lo que<br />

pretendemos demostrar es cómo en la configuración y la toma de conciencia de la<br />

realidad humana, los primeros hombres que acometieron una tarea de reflexión sobre<br />

sí mismos tuvieron que llevar a cabo una construcción similar a la que tienen que<br />

llevar a cabo los niños, de forma activa, para comprender la realidad que les rodea,<br />

incluida su propia naturaleza. Y esto es debido a que contaban con el mismo tipo de<br />

estructuras cognitivas y con el mismo tipo de estructuras de conciencia, lo que les<br />

determinaba a llegar a similares conclusiones, salvando las diferencias entre unos<br />

niños que apenas dicen lo que se les ocurre cuando se les pregunta, y unos hombres<br />

que dedicaron largas horas de sus vidas a tratar de entenderse a sí mismos.<br />

HOMERO<br />

Recordamos cómo en Homero no existía una conciencia de las acciones humanas<br />

como subjetivas, que se reflejaba en la inexistencia de verbos que se refiriesen<br />

exclusivamente a acciones humanas, como “ver”, y que lo que constatábamos era que<br />

los términos que utiliza Homero incluyen una referencia a los objetos vistos, fusionan<br />

el modo de ver humano y el objeto visto, sin distinción del hecho de ver, del objeto<br />

visto.<br />

Aún más, no se encuentran en Homero términos que hagan referencia a las<br />

capacidades cognitivas o epistemológicas, como “pensar”, “recordar”, “expresar”, etc.,<br />

atribuidos a un sujeto humano.<br />

Los términos que encontramos en Homero, como thimos, psyque, menos, hacen


eferencia a aspectos demasiado confusos entre lo exterior y lo interior, a percepciones<br />

demasiado centradas en las sensaciones o sentimientos básicos, sin estar situadas en un<br />

contexto objetivo o subjetivo.<br />

A lo más nos encontramos en Homero ciertos verbos que indican un reconocer algo,<br />

una sensación o una representación 7 , que para nada se reconoce como interno o<br />

externo, simplemente se reconoce. No hay ningún tipo de reflexión interna, sólo un<br />

reconocimiento de lo que para nosotros es una representación, que para Homero es la<br />

realidad que es capaz de aprehender, de forma confusa en una mezcla de algo interno y<br />

externo.<br />

Por supuesto, ello significa que Homero no tenía ningún tipo de conciencia de la<br />

representación como tal. No hay una reflexión interna sobre lo que son y pueden<br />

significar las representaciones, los pensamientos, los recuerdos, las memorias. Toda la<br />

actividad mental que se daba no era algo que perteneciese al individuo y se<br />

reconociese como tal, sino que no era reconocido para nada, ni como interno ni como<br />

externo, en el sentido de que no había conciencia de la representación como algo<br />

distinto de la realidad, sino que la representación que se experimentaba era la realidad<br />

misma, sin conciencia de ningún elemento mental, de ninguna actividad intelectual<br />

que no fuese la actividad de los sentidos mismos, y ésta ni siquiera que perteneciese al<br />

sujeto, sino que era algo confuso, absoluto. La representación era adoptada como la<br />

realidad misma, sin conciencia de ella como un fenómeno mental que media entre la<br />

realidad conocida y el sujeto que conoce. Al no tener conciencia de la representación<br />

como algo distinto de la realidad que se presenta a los sentidos, la representación es la<br />

realidad misma que se presenta de forma inmediata e incuestionable.<br />

En el caso de que algún fenómeno fuese reconocido, como la memoria o el recuerdo,<br />

no era algo que perteneciese al sujeto, sino que pertenecía tanto a los dioses como al<br />

individuo, su pertenencia era puesta tanto en la experiencia interna como en la realidad<br />

externa.<br />

LA NOCIÓN DEL PENSAMIENTO EN HERÁCLITO<br />

“Inhalando, según Heráclito, mediante la respiración esta divina razón (logos), nos<br />

hacemos inteligentes; nos olvidamos mientras dormimos, pero recuperamos de nuevo<br />

nuestros sentidos al despertar. Pues, al estar cerrados, durante el sueño, los canales<br />

de la percepción, nuestra mente se separa de su parentesco con lo circundante,<br />

conservando su única vinculación a través de la respiración, como si fuera una<br />

especie de raíz y, por esta causa, pierde la capacidad de memoria que antes tenía.<br />

Mas, durante la vigilia, se asoma de nuevo a través de sus canales perceptivos como<br />

si fueran ventanas y tomando contacto con lo circundante se reviste de su poder de<br />

razón ...” KR 237<br />

En este fragmento se muestra claramente la concepción del logos heraclíteo, y su<br />

7 Snell, <strong>El</strong> descubrimiento del espíritu, ob. cit., pág 39


interacción con el mundo, una interacción y una vinculación física. Una concepción<br />

del logos como algo material, físico, que tanto está fuera como entra dentro del<br />

hombre al ser inhalado. Esta expresado de forma evidente que es la respiración el<br />

elemento que sostiene el logos, o pensamiento, y por el cual entra y sale del cuerpo.<br />

Anaxímenes había afirmado que el alma era aire o aliento. Aire o aliento, en cuanto<br />

había una identificación entre el viento exterior y el aliento interior como un mismo<br />

elemento, de igual forma que dotaba al alma de la misma extensión omnipresente. En<br />

Heráclito nos vamos a encontrar una tendencia similar, atribuyendo al logos una<br />

naturaleza física que está en los hombres y en los dioses. Ya sea aire como aliento, o<br />

éter como fuego divino, el logos participa de esa naturaleza confusa en la que se<br />

fusionan los elementos naturales con las primeras intuiciones racionales.<br />

En esta época el pensamiento es considerado como algo eminentemente material entre<br />

otras cosas porque no se dispone de capacidad formal, todo el pensamiento es<br />

pensamiento concreto, que se limita y se refiere a las cosas concretas meramente, y si<br />

no hay capacidad formal, capacidad de abstracción, no hay capacidad de imaginar algo<br />

que no sea concreto.<br />

EL PENSAMIENTO EN PARMÉNIDES<br />

“Parménides no definió nada con claridad, sino que afirmó simplemente que, por<br />

haber sólo dos elementos el conocimiento depende del predominio del uno sobre el<br />

otro: “<strong>El</strong> pensamiento varía según que prevalezca lo caliente o lo frío, el que procede<br />

de lo caliente es mejor y más puro, si bien necesita una cierta compensación<br />

(equilibrio) pues dice: según es la mezcla que cada uno tiene en sus miembros<br />

vagabundos, así se presenta el pensamiento a los hombres, pues lo que piensa es la<br />

naturaleza de los miembros en todos y cada uno de los hombres. Porque lo más<br />

abundante constituye el pensamiento” - pues considera igual la percepción y el<br />

pensamiento -. También la memoria y el olvido surgen, por tanto, de estas causas,<br />

debido a la mezcla; nunca clarificó si habrá pensamiento o no en el caso de que haya<br />

igualdad de mezcla y cuál será su índole. Pero que considera que la percepción nace<br />

de lo opuesto resulta claro de su afirmación de que un cadáver no percibe la luz, el<br />

calor o el sonido, debido a su deficiencia de fuego, si bien percibe sus opuestos, el<br />

frío, el silencio, etc. Y añade que, en general, todo lo que existe posee un cierto<br />

conocimiento.” KR 357<br />

Teofrasto nos da a entender que Parménides consideraba el fuego, o lo caliente,<br />

existente en los cuerpos como el elemento continente del pensamiento, de igual<br />

manera que en Heráclito era el aire que entraba por la respiración. <strong>El</strong> pensamiento así,<br />

entra y sale del cuerpo, y no sólo está en el cuerpo humano, sino incluso en los<br />

cadáveres, y en general, como dice el fragmento, todo posee conocimiento. Como el<br />

aire que es viento en el cielo y respiración en el hombre, el fuego que es éter en el<br />

cielo y lo caliente en el cuerpo, todo está traspasado por estos elementos sin estar<br />

limitados entre una objetividad y una subjetividad. <strong>El</strong> sujeto se confunde con lo


exterior, como los objetos externos son parte del sujeto mismo.<br />

Teofrasto ya es capaz de distinguir lo que es la percepción de lo que es el<br />

pensamiento 8 , sin embargo para Parménides el pensar sigue unido a las sensaciones, a<br />

lo físico, todavía no tiene conciencia de un elemento mental de naturaleza diferente a<br />

las cosas mismas. Cuando se descubre, se toma conciencia de la naturaleza mental del<br />

pensamiento, distinta de la naturaleza física propia de los objetos, cuando se distancia<br />

el pensamiento lo suficiente de los objetos se puede reconocer que las representaciones<br />

mentales no son los objetos mismos, son un elemento distinto, se constituye un<br />

elemento que media entre el hombre y los objetos, que son las representaciones<br />

mentales.<br />

Al igual que en Heráclito, vemos que en Parménides el pensamiento está vinculado a<br />

elementos físicos, externos, no son elementos mentales propiamente dichos todavía. <strong>El</strong><br />

pensamiento es aire, fuego, sangre, tubos, bolas. Todas estas respuestas nos recuerdan<br />

a las de los niños de la segunda etapa, en el pensamiento concreto, tal como las definió<br />

Piaget.<br />

EL PENSAMIENTO EN EMPÉDOCLES<br />

En Empédocles nos encontramos una plasmación explícita de su concepción del<br />

pensamiento. Para él, el pensamiento sigue siendo eminentemente material.<br />

Empédocles identifica el pensamiento como tubos, e imagina los cuerpos llenos de<br />

tubos por donde pasa la sangre y el aire llenos de sabiduría o de ignorancia, como si<br />

éstas dos fuesen las cosas cuando son iguales o las cosas cuando son distintas, por<br />

medio de la percepción por efluvios (KR 453, KR 459).<br />

Para Parménides el pensamiento era igualmente algo que entraba y salía del cuerpo. En<br />

Heráclito los canales de la respiración por donde entraba el pensamiento se cerraban<br />

cuando se dormía y se abrían cuando se estaba despierto. Ahora vemos que el<br />

pensamiento es la sangre misma para Empédocles, que se mueve por los tubos del<br />

cuerpo, y al mezclarse con el aire y los demás elementos, hacen aparecer la sabiduría,<br />

pues todos los elementos al estar mezclados en la sangre son conocidos a través de<br />

ésta. En el sentido de que todas las cosas piensan, identificando la cosa con su<br />

pensamiento sin atribuir todavía una subjetividad al pensamiento, sino concibiendo<br />

que son las cosas las que piensan, que son las cosas las que poseen la capacidad de ser<br />

conocidas.<br />

No puede ser de otra manera, el objeto y el sujeto están mezclados y fundidos en las<br />

representaciones que se dan en el individuo, apenas capaz, aunque cada vez un poco<br />

mas, de distinguir el pensamiento propio, las representaciones de su mente como<br />

propias frente a las representaciones de los demás.<br />

¿Por qué son tubos, o por qué sangre? La imaginación recoge lo que tiene a mano, lo<br />

8 Teofrasto fue contemporáneo de Aristóteles, el cual lo designó como su sucesor al cargo del Liceo.


que se le muestra de la realidad cotidiana. Busca la respuesta más adecuada a sus<br />

preguntas, pero tiene sus límites y en ellos se detiene. Hemos comprobado que las<br />

respuestas de los niños de nueve y diez años son demasiado iguales a las de los<br />

Presocráticos como para cerrar los ojos y no querer ver algún mecanismo similar o<br />

igual funcionando en sus estructuras cognitivas. En su momento tendremos que dar<br />

cuenta de estas similitudes y situar cada cosa en su sitio, en la medida en que nos sea<br />

posible. Por ahora, sin tratar de explicar un pensamiento, el presocrático, por el otro, el<br />

infantil, sí queremos aducir estas similitudes por ser suficientemente evidentes en sí<br />

mismas como para no hacerlo.<br />

En todo caso, nuestra tarea es recoger las manifestaciones del pensamiento<br />

presocrático y tratar de explicarlas por sí mismas, esta es nuestra tarea científica, que<br />

no olvidamos en ningún momento, y para nada se trata de establecer analogías que se<br />

expliquen por sí mismas, porque la analogía no demuestra nada, no es un método<br />

científico. Sin embargo, tampoco hemos de olvidarnos que vamos avanzando<br />

apoyados en los trabajos científicos de uno de los fundadores de la ciencia cognitiva y<br />

la epistemología, como es Jean Piaget, y de las leyes científicas que él estableció.<br />

Una vez recogidas las manifestaciones de los presocráticos, y este es el proceso que<br />

pretendemos seguir, se trata de advertir las estructuras que subyacen a esas<br />

manifestaciones. Por un lado las estructuras cognitivas, cómo se van formando las<br />

leyes del pensamiento, que en un principio habíamos notado que no existían, y por otro<br />

lado las estructuras epistemológicas, cómo se va formando la conciencia de una<br />

subjetividad, lo que supone recíproca y necesariamente, la formación de la conciencia<br />

de una objetividad, que igualmente en un principio hemos observado que no existía.<br />

LA MENTE DE ANAXÁGORAS<br />

No es que la mente, como el pensamiento, o el alma, sean elementos puramente<br />

materiales, en clara contraposición a lo inmaterial: si decimos esto no estamos<br />

entendiendo a estos filósofos. La cuestión es que estos elementos no son ni materiales<br />

ni inmateriales tal y como entendemos estos términos hoy en día. Si Anaxágoras, o<br />

cualquiera de estos autores que estamos tratando hubiese postulado un elemento en su<br />

materialidad pura, ello significaría que habría reconocido igualmente la inmaterialidad<br />

en su conceptualización plena, y no es así 9 .<br />

Por ello, cuando Empédocles dice que el pensamiento es la sangre, o el alma una<br />

mezcla de los elementos, esa sangre o ese alma no son meros elementos materiales,<br />

físicos, aunque evidentemente se les atribuye una esencialidad material, sino que son<br />

elementos a los que se les atribuye otras representaciones, no muy lejos del animismo<br />

de Tales de Mileto que atribuía vida a todas las cosas, o de la concepción de los dioses<br />

presentes en todo, tal y como Empédocles sigue atribuyendo aún cierto parentesco y<br />

características divinas al Amor y la Discordia.<br />

9 Si aún hoy, nosotros seguimos envueltos en cierta confusión entre la realidad material y la mental, podemos<br />

tratar de imaginar la confusión primigenia rotunda de estos autores.


De esta forma, la sangre, o el aliento, o el fuego caliente, son elementos semidivinos,<br />

seminaturales, son éteres que lo circundan todo, en los cuales no hay aún una<br />

separación entre lo material y lo inmaterial, lo exterior o lo interior, lo físico o lo<br />

racional. Estas distinciones no existen, no hay conciencia alguna de separación entre<br />

estas instancias. Sólo a partir del Realismo, cuando se conciba por primera vez el<br />

dualismo de lo subjetivo y lo objetivo, cuando se tome conciencia del pensamiento<br />

como algo separado y distinto del objeto pensado. <strong>El</strong>lo se reflejara en diversas<br />

dualidades, como alma y cuerpo platónicos, o como las ideas y las sombras platónicas,<br />

igualmente. Mientras tanto, el alma es alma del hombre y del mundo, el logos, la<br />

esfera, el fuego, la respiración, y en el caso de Anaxágoras, la mente es mente del<br />

hombre y del mundo.<br />

Para Anaxágoras la Mente es la que produce ciertos efectos significativos, como el<br />

movimiento de los planetas:<br />

“Todas las demás cosas tienen una porción del todo, pero la Mente es infinita,<br />

autónoma y no está mezclada con ninguna, sino que ella sola es por sí misma.”; “Es<br />

en efecto, la más sutil y la más pura de todas; tiene el conocimiento todo sobre cada<br />

cosa y el máximo poder. La Mente gobierna todas las cosas que tienen vida, tanto las<br />

más grandes como las más pequeñas. La Mente gobernó también toda la rotación, de<br />

tal manera que comenzó a girar en el comienzo.”; “Lo denso se separa de lo raro, lo<br />

cálido de lo frío, lo brillante de lo tenebroso y lo seco de lo húmedo. Hay muchas<br />

porciones de muchas cosas, pero ninguna está separada ni dividida completamente de<br />

la otra salvo la Mente.” KR 503<br />

En Anaxágoras empezamos a encontrar características novedosas sobre la concepción<br />

de la "Mente": Está separada de todas las cosas, como representando una categoría<br />

distinta de lo demás. Empieza a dotar a la mente de una distinción que no tenía hasta<br />

ahora, que es una separación de las cosas, una ruptura con el mundo de los objetos,<br />

aunque sea simplemente espacial, y aunque ella misma siga siendo una entidad<br />

material.<br />

Sin duda la "mente" de Anaxágoras es la misma intuición que subyace a la espera de<br />

Parménides o la sangre de Empédocles, lo único que sus características propias nos<br />

hacen pensar que se está dando un paso hacia la separación clara de las cosas y el<br />

pensamiento. Aunque evidentemente todavía al pensamiento se le atribuye una<br />

materialidad y un poder directamente proporcional al finalismo que se atribuye a las<br />

cosas materiales.<br />

EL PENSAMIENTO Y LA PERCEPCIÓN EN LOS ATOMISTAS<br />

“Demócrito explica la visión mediante la imagen visual, que describe de un modo<br />

particular; no surge ésta directamente en la pupila, sino que el aire existente entre el<br />

ojo y el objeto de la visión es comprimido y queda marcado por el objeto visto y por el


vidente, pues todas las cosas emiten siempre alguna clase de efluvio. Después este<br />

aire, que es sólido y de variados colores, aparece en los ojos, húmedos; estos no<br />

admiten la parte densa, pero lo húmedo pasa a su través” KR 587<br />

Habíamos encontrado antes la teoría de los efluvios en Empédocles, y la volvemos a<br />

encontrar en los atomistas. <strong>El</strong> pensamiento es parte de las cosas que vienen del<br />

exterior. Una de las características que establecía Piaget para declarar el pensamiento<br />

inmaterial era que estuviese dentro de la cabeza y que si se abría la cabeza de una<br />

persona (esto es una contraprueba de Piaget bastante expresiva) no se pudiesen ver<br />

dentro los pensamientos, pues éstos han de ser invisibles. Ante este presupuesto,<br />

Leucipo y Demócrito aún fallan, pues el pensamiento son los efluvios de las cosas,<br />

provenientes del exterior, y como tales, visibles y físicos.<br />

No hay una conciencia de un sujeto que percibe un objeto, no en el sentido de que hay<br />

una clara conciencia de un sujeto que percibe y un objeto percibido. No hay conciencia<br />

de la percepción como una acción de un individuo, de un sujeto que aprehende una<br />

cosa, un objeto. Las imágenes o los sonidos entran en el cuerpo por los sentidos y<br />

pasan a formar parte de él, pues las imágenes y los sonidos son algo que ni es objetivo<br />

ni subjetivo, no hay diferenciación clara. Entran a formar parte del individuo y salen a<br />

formar parte del mundo, sin una clara diferenciación entre lo que es el individuo y el<br />

mundo exterior.<br />

Notemos en el fragmento anterior que el uso de términos como objeto de la visión, y<br />

sujeto que ve, son de Teofrasto, transmisor de este fragmento. Para Leucipo y<br />

Demócrito, como para los autores de la etapa egocéntrica, las representaciones son<br />

absolutas, y por ello no hay conciencia de ellas como tales, sino dejarían de ser<br />

absolutas. Los ojos, las manos, los oídos, que recogen los fragmentos de las cosas que<br />

se ven, se tocan, se oyen, son representaciones absolutas, y que por ello mismo<br />

también, no pertenecen a un sujeto o a una realidad externa, sino que están presentes y<br />

pertenecen a todo y a todos.<br />

“Demócrito afirma que el aire se rompe en cuerpos de la misma forma y que andan<br />

rodando de un sitio para otro en compañía de los fragmentos de la voz.” KR 592<br />

Todo esto no anula la posibilidad de la intuición de algo que va más allá de los<br />

sentidos:<br />

“Hay dos formas de conocimiento, la una genuina y la otra oscura. A la oscura<br />

pertenece todo lo siguiente: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. La otra es<br />

genuina y totalmente distinta de ésta … Cuando la forma oscura no puede seguir<br />

viendo con mayor detalle ni oír, ni oler, ni gustar, ni percibir a través del tacto, sino<br />

más sutilmente ...” KR 590<br />

Cada vez es más manifiesta la intuición de un conocimiento distinto al sensorial.<br />

Desde las dos vías de conocimiento de Parménides se va haciendo patente que los<br />

sentidos no son la única vía de conocimiento, y se empieza a buscar la naturaleza y el


origen del conocimiento. En Homero esto no se había manifestado, las<br />

representaciones se imponían de forma absoluta y no era necesario buscar<br />

explicaciones para ellas, desde el momento en que no eran conscientes de ellas. A<br />

partir de los presocráticos, la realidad empieza a organizarse, y surge la necesidad de<br />

contrastar las representaciones que se dan al individuo, no ya asimilarlas de forma<br />

ingenua. Con las primeras apreciaciones del pensamiento, aunque sea en sus formas<br />

más simples, empieza a tomarse conciencia igualmente del conocimiento. Se empieza<br />

a buscar una explicación para ello, y surge así la teoría de los efluvios. <strong>El</strong><br />

conocimiento no depende ya únicamente de las percepciones no organizadas, sino que<br />

había de haber una fuente de éste distinta a las meras representaciones sensoriales. La<br />

intuición del pensamiento como una fuente de conocimiento distinto a los sentidos se<br />

va imponiendo de forma clara.

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