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Libro de los Encuentros 5 - Nodo 50

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Si eso vale para el mundo <strong>de</strong> <strong>los</strong> mayores, el <strong>de</strong>l trabajo, el <strong>de</strong> las relaciones<br />

vecinales, el <strong>de</strong> las relaciones personales, el <strong>de</strong> las relaciones entre <strong>los</strong><br />

estados... <strong>los</strong> chavales se pue<strong>de</strong>n preguntar: ¿por qué para mi no vale?<br />

Por tanto, <strong>los</strong> chavales conflictivos quizá tendríamos que ver<strong>los</strong> como<br />

sobreadaptados más que como inadaptados. Han aprendido<br />

magníficamente las leyes <strong>de</strong>l mercado y las aplican a su cotidianidad.<br />

Por eso, enten<strong>de</strong>r la violencia escolar en su contexto es darnos cuenta <strong>de</strong><br />

que se trata <strong>de</strong> un síntoma, <strong>de</strong> un indicador <strong>de</strong> que algo no funciona en<br />

nuestro mundo, no <strong>de</strong> que algo no funciona en nuestros niños y niñas.<br />

¿Cómo respon<strong>de</strong> nuestra escuela?<br />

Con sus métodos, sus didácticas, su forma <strong>de</strong> evaluación, <strong>de</strong> relacionarse<br />

con padres, alumnos, <strong>de</strong> formar a sus profesores..., nuestros sistemas<br />

escolares se van convirtiendo en un eficacísimo medio <strong>de</strong> transmisión <strong>de</strong><br />

valores, <strong>de</strong> <strong>los</strong> valores que casan bien con el status quo: individualismo y<br />

competitividad, que con el tiempo y la <strong>de</strong>dicación oportunos, <strong>de</strong>rivarán en<br />

conflicto y éste difícilmente, en ese contexto, se vaya a gestionar <strong>de</strong> forma<br />

no violenta.<br />

Tampoco es trivial el papel <strong>de</strong> <strong>los</strong> medios <strong>de</strong> información, que con su terca<br />

repetición <strong>de</strong> que “tenemos un problema”, acaban creando alarma social<br />

entre padres y madres, vecinos y vecinas, profesores y profesoras, alumnos<br />

y alumnas. Una alarma que, lejos <strong>de</strong> analizar el asunto y abordarlo, queda<br />

paralizada, presa <strong>de</strong>l terror mediáticamente inoculado.<br />

Y al final <strong>de</strong> toda esta ca<strong>de</strong>na, nuestros chicos y chicas, <strong>los</strong> alumnos y<br />

alumnas que dan problemas, <strong>los</strong> disruptivos, <strong>los</strong> conflictivos, <strong>los</strong> agresivos,<br />

<strong>los</strong> violentos..., ¿qué hace mayoritariamente con el<strong>los</strong> el sistema escolar?:<br />

1. Les clasifica. Les etiqueta, les psiquiatriza. El mensaje es: “el<br />

problema es tuyo, chaval porque eres... hiperactivo, agresivo,<br />

<strong>de</strong>smotivado, conflictivo, disrruptivo, asocial...” Se produce un<br />

fenómeno <strong>de</strong> gran violencia psicológica y se adoptan medidas<br />

individuales. Se consi<strong>de</strong>ra al chico o la chica, como problema, no el<br />

sistema social como contexto problematizador.<br />

2. Les expedienta, organizándose todo un sistema judicializado <strong>de</strong><br />

gestión <strong>de</strong>l conflicto, pero sin garantías legales, me refiero<br />

obviamente a la apertura <strong>de</strong> expedientes disciplinarios. La<br />

actuación <strong>de</strong>l centro se legitima a través <strong>de</strong> la ejecución <strong>de</strong> un<br />

protocolo con apariencia <strong>de</strong> <strong>de</strong>mocrático, formalizado y<br />

reglamentado por la administración educativa. Observamos aquí un<br />

episodio <strong>de</strong> enorme violencia institucional, simbólica.<br />

¿Educar para la vida o amaestrar para el mercado?<br />

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3. Si la cosa prospera, como es habitual, se les expulsa. El<br />

muchacho recibe claramente el mensaje “no pue<strong>de</strong>s estar entre<br />

nosotros, impedimos tu convivencia con nosotros”, y aquí la<br />

violencia toma un carácter más físico, puesto que se impi<strong>de</strong><br />

efectivamente la convivencia. La expulsión, a<strong>de</strong>más, explicita una<br />

contradicción latente en el sistema escolar entre el <strong>de</strong>recho a la<br />

educación y la obligación <strong>de</strong> estar escolarizado, ¿cómo es esto<br />

compatible con la expulsión que impi<strong>de</strong> que cumpla la obligación<br />

que se me impone <strong>de</strong> estar escolarizado para supuestamente<br />

disfrutar mi <strong>de</strong>recho a ser educado?<br />

Una salida a este galimatías es que en realidad, la escolarización obligatoria<br />

no está cumpliendo necesariamente con el <strong>de</strong>recho a la educación (educar:<br />

hacer salir) sobre todo con estos chavales “disruptivos”. Tendríamos que<br />

darle la vuelta a esto: el <strong>de</strong>recho a ser educados es <strong>de</strong> las personas, la<br />

obligación <strong>de</strong> dar una a<strong>de</strong>cuada y suficiente educación, que atienda a las<br />

necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cada uno, es <strong>de</strong> <strong>los</strong> estados que regulan la escolarización<br />

como obligatoria.<br />

Como vemos, las “soluciones” mayoritariamente están siendo más punitivas<br />

y estigmatizadoras que educativas, acercándonos en <strong>los</strong> peores casos a un<br />

mo<strong>de</strong>lo policial <strong>de</strong> escuela. En <strong>los</strong> mejores, las propuestas <strong>de</strong> intervención<br />

más interesantes, basadas en la representación <strong>de</strong> conflictos, la mediación<br />

escolar o el aprendizaje cooperativo, están <strong>de</strong>jando <strong>de</strong> lado muchas veces<br />

una interpretación global, integrada en el contexto, <strong>de</strong>l problema, dado que<br />

se suelen limitar a ofrecer estrategias alternativas al uso <strong>de</strong> la violencia para<br />

resolver <strong>los</strong> conflictos, sin preocuparse en profundizar en un análisis <strong>de</strong> la<br />

violencia social, estructural que <strong>los</strong> promueve. No es que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí<br />

queramos criticar todas estas intervenciones bienintencionadas (algunas <strong>de</strong><br />

ellas realmente podrían ser a<strong>de</strong>cuadas e interesantes, otras simplemente<br />

están sirviendo para que un tropel <strong>de</strong> expertos, habitualmente universitarios,<br />

entren en <strong>los</strong> centros escolares impartiendo teoría, incrementando sus<br />

curriculums personales, cuando no consiguiendo cuantiosos beneficios),<br />

pero sí nos parece necesario llamar la atención sobre la necesidad <strong>de</strong> hacer<br />

una lectura social y política <strong>de</strong>l problema y <strong>de</strong> las soluciones que se están<br />

ofreciendo, sin ello, serán una tirita, hermosa y bienpensante tirita en<br />

algunas ocasiones, para una hemorragia.<br />

Des<strong>de</strong> luego, no creemos que sea lícito exigir a la escuela que resuelva por<br />

sí sola <strong>los</strong> problemas <strong>de</strong> toda una sociedad, pero sí pue<strong>de</strong>, y enten<strong>de</strong>mos<br />

que <strong>de</strong>be, respon<strong>de</strong>r <strong>de</strong> forma a<strong>de</strong>cuada cuando tales problemas afectan a<br />

<strong>los</strong> chicos y chicas que son su razón <strong>de</strong> ser. Frente a escurrir el bulto,<br />

reivindicamos la necesidad <strong>de</strong> asumir la responsabilidad que nos toca.<br />

¿Educar para la vida o amaestrar para el mercado?<br />

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