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versión pdf - Observatorio para la Cibersociedad, OCS

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2. MARCO TEÓRICO<br />

2.1. ¿Lo virtual?<br />

Retomando el hilo que ha quedado suelto acerca de <strong>la</strong>s TIC durante <strong>la</strong><br />

presentación, es el momento de discutir cuestiones conceptuales como <strong>la</strong><br />

denominación del campo. Buena parte de <strong>la</strong> definición del marco teórico de <strong>la</strong><br />

investigación de tesis se ocupa de este tipo de cuestiones debido, sobre todo, a lo<br />

todavía reciente e inestable de <strong>la</strong> materia de estudio. Una de <strong>la</strong>s primeras tareas a<br />

realizar al respecto consiste en reducir al mínimo los términos que favorezcan una<br />

concepción determinista del problema, es decir que lo formulen exclusivamente en<br />

términos de <strong>la</strong>s «máquinas» que se emplean y de los cambios que éstas «causan»<br />

en <strong>la</strong>s prácticas sociales. Por lo tanto, quedarían descartadas nociones como TIC o<br />

lugares comunes como <strong>la</strong> revolución informática o tecnológica, que he empleado en<br />

<strong>la</strong> introducción al presentar <strong>la</strong>s visiones institucionales, <strong>la</strong>s cuales echan mano<br />

frecuentemente de este vocabu<strong>la</strong>rio. Es discutible que <strong>la</strong> tecnología sea causa<br />

exclusiva de los cambios sociales (Hakken, 1999 a y b) y el término TIC sólo se<br />

refiere a un conjunto de máquinas y conexiones y no a <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones sociales que a<br />

través de el<strong>la</strong>s se establecen y que, al fin y al cabo, es lo que <strong>la</strong>s ciencias sociales<br />

se ocupan de estudiar. Otros conceptos como CMO son más aptos, puesto que<br />

designan precisamente <strong>la</strong> comunicación e interacción social que tiene lugar<br />

mediante <strong>la</strong> tecnología.<br />

Por otro <strong>la</strong>do, nos encontramos con el escollo de <strong>la</strong> virtualidad. Tras haber<br />

lidiado con este problema en <strong>la</strong> definición del marco teórico de <strong>la</strong> tesis, durante un<br />

tiempo creí haber llegado a una tregua al hab<strong>la</strong>r de tecnologías de lo virtual por <strong>la</strong><br />

capacidad que tiene Internet de construir realidades sin una existencia física<br />

localizable (Stone, 2000; Wilbur, 2000) o de albergar potencialidades: «el conjunto<br />

problemático, el nudo de tendencias o de fuerzas que acompañan a una situación»<br />

(Lévy, 1999:18). Posteriores lecturas demostraron lo precario de esta tregua: <strong>la</strong><br />

tendencia dominante a considerar lo virtual simplemente como contrario a lo real y,<br />

por lo tanto, como lugar de escape, fantasía y autoengaño era demasiado<br />

acentuada. Además <strong>la</strong> definición como potencialidad de Lévy tal vez resultara<br />

demasiado amplia como <strong>para</strong> serme de ayuda en <strong>la</strong> investigación. Se hacía<br />

necesario salvar el obstáculo que esto representaba <strong>para</strong> <strong>la</strong> comprensión de lo<br />

estudiado como un lugar de interacción social tan «real» como cualquier otro.<br />

Siguiendo los p<strong>la</strong>nteamientos de Hakken, parece que el término ciberespacio es una<br />

forma útil de denominar el territorio investigado ya que «és <strong>la</strong> <strong>para</strong>u<strong>la</strong> que millor<br />

evoca el potencial transformador de <strong>la</strong> tecnologia informàtica sense obligar-nos a<br />

restringir-ne indegudament <strong>la</strong> nostra concepció i, al mateix temps, compta amb una<br />

acceptació popu<strong>la</strong>r considerable» (1999 b:32). Ahora bien, no hay decisión de este<br />

tipo que disipe todas <strong>la</strong>s dudas: me pregunto hasta qué punto, como se desprende<br />

de sus reflexiones, esta noción designa «el conjunt de pràctiques culturals que<br />

s’han creat en re<strong>la</strong>ció amb tots els usos de <strong>la</strong> tecnologia informàtica», es decir una<br />

cultura en su totalidad, o sólo «l’espai nocional en el qual “entren” els que<br />

practiquen <strong>la</strong> comunicació mediata per ordinador» (:32).<br />

La discusión no concluye aquí. L<strong>la</strong>memos como l<strong>la</strong>memos al objeto de<br />

estudio, y le demos <strong>la</strong> «realidad» que le demos, existe todavía el debate acerca de<br />

qué re<strong>la</strong>ción se establece entre <strong>la</strong>s prácticas que tienen lugar en el ciberespacio y<br />

<strong>la</strong>s que se dan en otros lugares. Paul Virilo (1999) sostiene que «a causa de <strong>la</strong>s<br />

tecnologías, estamos perdiendo el cuerpo propio en beneficio del cuerpo espectral,<br />

y el mundo propio en beneficio del mundo virtual. La cuestión que se p<strong>la</strong>ntea es <strong>la</strong><br />

de recuperar el contacto» (:51). Sus advertencias, aunque en ocasiones lo parezca,<br />

no son <strong>la</strong>s de un tecnófobo: «Si me paso un poco es porque casi nadie lo hace [...].<br />

No estoy en absoluto en contra del progreso, pero somos imperdonables, después<br />

de <strong>la</strong>s catástrofes ecológicas y éticas que hemos conocido [...], al habernos dejado

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