09.05.2013 Views

versión pdf - Observatorio para la Cibersociedad, OCS

versión pdf - Observatorio para la Cibersociedad, OCS

versión pdf - Observatorio para la Cibersociedad, OCS

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CULTURA & POLÍTICA @ CIBERESPACIO<br />

1er Congreso ONLINE del <strong>Observatorio</strong> <strong>para</strong> <strong>la</strong><br />

CiberSociedad<br />

Comunicaciones – Grupo 9<br />

El ciberespacio, ¿un nuevo campo<br />

social <strong>para</strong> <strong>la</strong>s identidades colectivas?<br />

Coordinación: Joan Mayans P<strong>la</strong>nells y Ricard Faura Homedes<br />

(faura@upf.es)<br />

http://cibersociedad.rediris.es/congreso<br />

Interacciones online/offline y visualidad en <strong>la</strong><br />

construcción de comunidades en el ciberespacio: La<br />

asociación juvenil TEB y Ravalnet<br />

Aida Sánchez de Serdio Martín<br />

Universitat de Barcelona<br />

asanchez@trivium.gh.ub.es<br />

Resumen<br />

One way of investigating the re<strong>la</strong>tionships between communities, their urban<br />

contexts, and information and communication technologies, without falling on the<br />

one hand into the rhetoric of the “technological revolution” or “information society”<br />

or on the other into a manichean distinction between “reality” and “virtuality”, is to<br />

study specific instances which by nature challenge these commonp<strong>la</strong>ces. One such<br />

case can be found in the Civic Network of the Raval (Barcelona) which, in addition<br />

to its online existence, maintains close ties with various neighbourhood entities and<br />

associations, making an understanding of how it works as a community impossible<br />

without taking into account both its online and offline dimensions as equally “real”<br />

and engaged in a permanent process of construction.<br />

1. PRESENTACIÓN<br />

Con frecuencia se ha utilizado el desarrollo tecnológico como argumento <strong>para</strong><br />

diversas políticas institucionales orientadas hacia <strong>la</strong> intervención en el espacio<br />

urbano. Barcelona está siendo testimonio de una de estas situaciones: el año<br />

pasado, <strong>la</strong> revista informativa que publica el Ayuntamiento de Barcelona titu<strong>la</strong>ba<br />

uno de sus artículos «Amb el 22@, Barcelona al capdamunt de <strong>la</strong> revolució<br />

tecnològica» (Ajuntament de Barcelona, 2001). Según se afirma en el texto, El


Poble Nou es «el nou barri que ha permetre a Barcelona ser una ciutat líder en<br />

l’aprofitament de les oportunitats que ofereix <strong>la</strong> nova societat tecnològica i millorar<br />

<strong>la</strong> qualitat de vida dels ciutadans» (:6). En otros documentos institucionales, se<br />

recoge <strong>la</strong> misma voluntad, incorporando plenamente <strong>la</strong> retórica de <strong>la</strong> revolución<br />

tecnológica: «Barcelona ha estat sempre entre les ciutats capdavanteres de <strong>la</strong><br />

Mediterrània, tant en l’etapa històrica de <strong>la</strong> revolució comercial com en <strong>la</strong> industrial.<br />

El segle XXI ens presenta <strong>la</strong> possibilitat d'ésser també entre les ciutats<br />

capdavanteres en l’àmbit de <strong>la</strong> nova revolució tecnològica, de <strong>la</strong> nova economia<br />

digital» (García-Bragado, 2001). Estas dos citas ofrecen una muestra del discurso<br />

institucional dominante sobre <strong>la</strong>s tecnologías de <strong>la</strong> información y <strong>la</strong> comunicación<br />

(TIC) como herramientas de progreso y de producción de riqueza. Sin embargo,<br />

parece que este l<strong>la</strong>mamiento a <strong>la</strong> unificación de <strong>la</strong>s voluntades ciudadanas y de <strong>la</strong>s<br />

expectativas de futuro de Barcelona en torno a <strong>la</strong>s tecnologías topa con<br />

discrepancias menos audibles pero persistentes. Las asociaciones vecinales y otros<br />

colectivos se han organizado <strong>para</strong> obligar a <strong>la</strong>s administraciones a modificar al<br />

menos en parte los proyectos urbanísticos iniciales, de manera que se respete <strong>la</strong><br />

historia y el tejido social y económico del barrio (Associació Afectats pel 22@,<br />

2002).<br />

Estas problemáticas acerca de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción que debe establecerse entre<br />

políticas institucionales y asociacionismo ciudadano, evidencian <strong>la</strong> necesidad de<br />

construir un discurso que articule <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre comunidades, espacio urbano y<br />

TIC más allá de <strong>la</strong>s versiones oficialistas-triunfalistas, que consideran a estas<br />

últimas no sólo como imperativo adaptativo sino como medio que conducirá<br />

indefectiblemente a <strong>la</strong> cohesión social definitiva del tejido urbano. Una forma de<br />

indagar con caute<strong>la</strong> en <strong>la</strong>s posibilidades «reales» de estas tecnologías, y en su<br />

interre<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong>s prácticas que se desarrol<strong>la</strong>n en contextos urbanos específicos,<br />

es <strong>la</strong> realización de estudios de caso. Esta aproximación nos brinda <strong>la</strong> posibilidad de<br />

percibir <strong>la</strong> complejidad de <strong>la</strong>s situaciones que se dan en el día a día de <strong>la</strong>s<br />

comunidades, lo cual tiene como saludable consecuencia <strong>la</strong> proscripción de <strong>la</strong><br />

retórica ambigua, hipotética, desencarnada, excesivamente general y<br />

homogeneizadora que caracteriza a los discursos oficiales. Un contexto favorable y<br />

fértil a <strong>la</strong> hora de desarrol<strong>la</strong>r este tipo de discusión son <strong>la</strong>s Redes Ciudadanas<br />

debido a que se encuentran en una posición a caballo entre <strong>la</strong> institucionalización y<br />

<strong>la</strong> gestión independiente por parte de asociaciones ciudadanas (Fernández, 2000),<br />

y además porque son un lugar privilegiado <strong>para</strong> <strong>la</strong> construcción de comunidades en<br />

el ciberespacio que mantienen una re<strong>la</strong>ción compleja con el espacio urbano (no<br />

limitadas por él pero tampoco completamente ajenas a él).<br />

Por lo que respecta a <strong>la</strong> investigación sobre el uso de <strong>la</strong>s TIC (permítaseme<br />

que deje <strong>para</strong> más ade<strong>la</strong>nte <strong>la</strong> discusión de este término, que ahora utilizo por pura<br />

comodidad), ésta parece distribuirse según dos corrientes generales. La primera de<br />

el<strong>la</strong>s considera <strong>la</strong> tecnología principalmente en re<strong>la</strong>ción con los contextos sociales<br />

en que tiene lugar su producción o consumo. Estas investigaciones, pues, se<br />

centran en <strong>la</strong>s prácticas que en <strong>la</strong> «vida real» acompañan y articu<strong>la</strong>n dichas<br />

actividades (Furlong, 1997; Mackay, 1997). La segunda corriente, desarrol<strong>la</strong>da<br />

especialmente desde que fue posible <strong>la</strong> comunicación mediante los ordenadores,<br />

tiene en cuenta los rasgos distintivos de ésta, centrándose en los aspectos al<br />

parecer más específicos de esta supuesta nueva cultura que es <strong>la</strong> cibercultura.<br />

Desde esta perspectiva ha aparecido una creciente bibliografía sobre etnografía en<br />

Internet y sobre identidades virtuales (Baym, 1995; Turkle, 1997; Holmes, 1997;<br />

Chandler, 1998; Markham, 1998; Wellman y Gulia, 1999). Sin embargo, <strong>la</strong>s<br />

perspectivas de otros autores como Miller y S<strong>la</strong>ter (2000) nos pueden ser de ayuda<br />

a <strong>la</strong> hora de buscar una vía que no quede atrapada en divisiones apriorísticas o<br />

maniqueas entre «realidad» y «virtualidad», pero que al mismo tiempo considere<br />

«Internet como algo continuo e inserto en otros espacios sociales que se<br />

encuentran dentro de estructuras y re<strong>la</strong>ciones sociales mundanas a <strong>la</strong>s que pueden


transformar, pero de <strong>la</strong>s que no pueden escapar huyendo hacia una especie de<br />

ciber-ais<strong>la</strong>miento encerrado en sí mismo» (Miller y S<strong>la</strong>ter, 2000:5).<br />

Ahora bien, una característica que sí suelen compartir <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s<br />

investigaciones consultadas es su énfasis en <strong>la</strong> dimensión textual de <strong>la</strong><br />

comunicación mediada por ordenador (CMO). Si bien esta tendencia es<br />

comprensible debido a <strong>la</strong> naturaleza predominantemente escrita de <strong>la</strong> mayoría de<br />

<strong>la</strong>s interacciones que tienen lugar en <strong>la</strong> CMO y a <strong>la</strong> procedencia académica de<br />

muchos de los investigadores, no deja de suponer el abandono de una parce<strong>la</strong><br />

l<strong>la</strong>mada a ser cada vez más importante con <strong>la</strong> mejora en <strong>la</strong> capacidad de<br />

transmisión y almacenamiento de datos: <strong>la</strong> imagen. Muchas veces ésta es<br />

considerada una frivolidad irrelevante, un ornamento o, en el mejor de los casos,<br />

una mera ilustración de <strong>la</strong> información textual. Sin embargo <strong>la</strong>s imágenes colman<br />

Internet, no hay apenas interacción en el ciberespacio en <strong>la</strong> que no intervengan<br />

imágenes (Druckrey, 1996; Walker y Chaplin, 1997; Sturken y Cartwright, 2001) y<br />

los avances técnicos que está experimentando Internet van dirigidos en parte a<br />

aumentar <strong>la</strong> capacidad <strong>para</strong> transmitir documentos gráficos, fijos o en movimiento.<br />

Una investigación sobre <strong>la</strong> «visualidad» de <strong>la</strong>s CMO resultaría un complemento<br />

enriquecedor de <strong>la</strong>s que ya se han realizado y se realizan sobre su «textualidad»,<br />

teniendo siempre en cuenta que <strong>la</strong> imagen no constituye una esfera se<strong>para</strong>da de<br />

<strong>la</strong>s prácticas sociales sino una parte integrante de <strong>la</strong>s mismas.<br />

Así pues, resumiendo lo dicho hasta ahora, el objetivo general del trabajo de<br />

investigación consiste en estudiar <strong>la</strong> emergencia de comunidades en el ciberespacio<br />

y el papel que en este proceso desempeñan <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones online y offline, así como<br />

<strong>la</strong>s características específicas y <strong>la</strong>s diferencias, si <strong>la</strong>s hubiere, entre ambos tipos de<br />

socialidad. Por otro <strong>la</strong>do, a lo <strong>la</strong>rgo del estudio se prestará especial atención a <strong>la</strong><br />

dimensión visual de <strong>la</strong>s comunicaciones e interacciones que dan lugar <strong>la</strong> comunidad<br />

investigada.<br />

He concebido <strong>la</strong> presente comunicación como un lugar de confluencia y como<br />

ejercicio de ordenación de una serie de problemáticas re<strong>la</strong>cionadas con mi proyecto<br />

de tesis, que constituya una herramienta de diálogo con otras miradas (<strong>la</strong>s<br />

vuestras). Es importante contar con foros en los que discutir <strong>la</strong> propia<br />

investigación, especialmente cuando, como es el caso, ésta se lleva a cabo desde<br />

un departamento (Dibujo) de una facultad (Bel<strong>la</strong>s Artes) en <strong>la</strong> que <strong>la</strong> tradición en<br />

este tipo de estudios es escasa, aunque existan grupos de investigación y docencia<br />

que procuran hacer del arte y de lo visual en general un campo de estudio más allá<br />

de los factores puramente estéticos. 1 Las instituciones académicas tienen biografías<br />

complejas y son herederas de múltiples tradiciones a veces incompatibles entre sí.<br />

Quienes nos hemos educado en el<strong>la</strong>s no podemos escapar a esta multifrenia. Yo me<br />

formé dentro de una concepción educativa que se<strong>para</strong>ba nítidamente el pensar del<br />

hacer, tanto de forma explícita como implícita. Cuando se cruza <strong>la</strong> frontera que en<br />

nuestro sistema universitario se<strong>para</strong> el sujeto discente del sujeto docente (e<br />

investigador), <strong>la</strong> tarea de reconstrucción intelectual es ingente. Y, en <strong>la</strong> mayor<br />

parte de los casos, conduce a ocupar un posición dislocada no sólo dentro del<br />

contexto académico de origen, sino también dentro de aquellos a los que nos<br />

acercamos por afinidad, especialmente en esta cultura académica nuestra que tanta<br />

importancia da a <strong>la</strong> licenciatura de procedencia. Sin embargo, esta excentricidad no<br />

comporta sólo desventajas; también puede dar lugar a aproximaciones híbridas, un<br />

tanto heterodoxas que, si se saben salvar los escollos que supone <strong>la</strong> falta de<br />

formación en el campo de llegada, pueden resultar enriquecedoras <strong>para</strong> <strong>la</strong><br />

comunidad de debate e investigación en general. Así pues, <strong>la</strong> discusión que pueda<br />

establecer con <strong>la</strong> parte de esta comunidad que va a compartir este Congreso Online<br />

es bienvenida, además de necesaria.


2. MARCO TEÓRICO<br />

2.1. ¿Lo virtual?<br />

Retomando el hilo que ha quedado suelto acerca de <strong>la</strong>s TIC durante <strong>la</strong><br />

presentación, es el momento de discutir cuestiones conceptuales como <strong>la</strong><br />

denominación del campo. Buena parte de <strong>la</strong> definición del marco teórico de <strong>la</strong><br />

investigación de tesis se ocupa de este tipo de cuestiones debido, sobre todo, a lo<br />

todavía reciente e inestable de <strong>la</strong> materia de estudio. Una de <strong>la</strong>s primeras tareas a<br />

realizar al respecto consiste en reducir al mínimo los términos que favorezcan una<br />

concepción determinista del problema, es decir que lo formulen exclusivamente en<br />

términos de <strong>la</strong>s «máquinas» que se emplean y de los cambios que éstas «causan»<br />

en <strong>la</strong>s prácticas sociales. Por lo tanto, quedarían descartadas nociones como TIC o<br />

lugares comunes como <strong>la</strong> revolución informática o tecnológica, que he empleado en<br />

<strong>la</strong> introducción al presentar <strong>la</strong>s visiones institucionales, <strong>la</strong>s cuales echan mano<br />

frecuentemente de este vocabu<strong>la</strong>rio. Es discutible que <strong>la</strong> tecnología sea causa<br />

exclusiva de los cambios sociales (Hakken, 1999 a y b) y el término TIC sólo se<br />

refiere a un conjunto de máquinas y conexiones y no a <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones sociales que a<br />

través de el<strong>la</strong>s se establecen y que, al fin y al cabo, es lo que <strong>la</strong>s ciencias sociales<br />

se ocupan de estudiar. Otros conceptos como CMO son más aptos, puesto que<br />

designan precisamente <strong>la</strong> comunicación e interacción social que tiene lugar<br />

mediante <strong>la</strong> tecnología.<br />

Por otro <strong>la</strong>do, nos encontramos con el escollo de <strong>la</strong> virtualidad. Tras haber<br />

lidiado con este problema en <strong>la</strong> definición del marco teórico de <strong>la</strong> tesis, durante un<br />

tiempo creí haber llegado a una tregua al hab<strong>la</strong>r de tecnologías de lo virtual por <strong>la</strong><br />

capacidad que tiene Internet de construir realidades sin una existencia física<br />

localizable (Stone, 2000; Wilbur, 2000) o de albergar potencialidades: «el conjunto<br />

problemático, el nudo de tendencias o de fuerzas que acompañan a una situación»<br />

(Lévy, 1999:18). Posteriores lecturas demostraron lo precario de esta tregua: <strong>la</strong><br />

tendencia dominante a considerar lo virtual simplemente como contrario a lo real y,<br />

por lo tanto, como lugar de escape, fantasía y autoengaño era demasiado<br />

acentuada. Además <strong>la</strong> definición como potencialidad de Lévy tal vez resultara<br />

demasiado amplia como <strong>para</strong> serme de ayuda en <strong>la</strong> investigación. Se hacía<br />

necesario salvar el obstáculo que esto representaba <strong>para</strong> <strong>la</strong> comprensión de lo<br />

estudiado como un lugar de interacción social tan «real» como cualquier otro.<br />

Siguiendo los p<strong>la</strong>nteamientos de Hakken, parece que el término ciberespacio es una<br />

forma útil de denominar el territorio investigado ya que «és <strong>la</strong> <strong>para</strong>u<strong>la</strong> que millor<br />

evoca el potencial transformador de <strong>la</strong> tecnologia informàtica sense obligar-nos a<br />

restringir-ne indegudament <strong>la</strong> nostra concepció i, al mateix temps, compta amb una<br />

acceptació popu<strong>la</strong>r considerable» (1999 b:32). Ahora bien, no hay decisión de este<br />

tipo que disipe todas <strong>la</strong>s dudas: me pregunto hasta qué punto, como se desprende<br />

de sus reflexiones, esta noción designa «el conjunt de pràctiques culturals que<br />

s’han creat en re<strong>la</strong>ció amb tots els usos de <strong>la</strong> tecnologia informàtica», es decir una<br />

cultura en su totalidad, o sólo «l’espai nocional en el qual “entren” els que<br />

practiquen <strong>la</strong> comunicació mediata per ordinador» (:32).<br />

La discusión no concluye aquí. L<strong>la</strong>memos como l<strong>la</strong>memos al objeto de<br />

estudio, y le demos <strong>la</strong> «realidad» que le demos, existe todavía el debate acerca de<br />

qué re<strong>la</strong>ción se establece entre <strong>la</strong>s prácticas que tienen lugar en el ciberespacio y<br />

<strong>la</strong>s que se dan en otros lugares. Paul Virilo (1999) sostiene que «a causa de <strong>la</strong>s<br />

tecnologías, estamos perdiendo el cuerpo propio en beneficio del cuerpo espectral,<br />

y el mundo propio en beneficio del mundo virtual. La cuestión que se p<strong>la</strong>ntea es <strong>la</strong><br />

de recuperar el contacto» (:51). Sus advertencias, aunque en ocasiones lo parezca,<br />

no son <strong>la</strong>s de un tecnófobo: «Si me paso un poco es porque casi nadie lo hace [...].<br />

No estoy en absoluto en contra del progreso, pero somos imperdonables, después<br />

de <strong>la</strong>s catástrofes ecológicas y éticas que hemos conocido [...], al habernos dejado


seducir por <strong>la</strong> especie de utopía que pretende hacernos creer que <strong>la</strong> técnica<br />

aportará finalmente <strong>la</strong> felicidad y un mayor sentido humano» (78-79). Sin creer<br />

necesario ya discutir esta noción de tecnología como panacea, pero partiendo de <strong>la</strong><br />

defensa que hace Virilio de <strong>la</strong> distancia como dimensión necesaria <strong>para</strong> <strong>la</strong><br />

construcción de <strong>la</strong> diferencia, el significado y, en definitiva, <strong>para</strong> el aprendizaje<br />

humano, Kevin Robins (1996 a) retoma esta crítica del ciberespacio como búsqueda<br />

de una proximidad tecnológica que anule el «obstáculo» de <strong>la</strong> distancia geográfica.<br />

Concretamente su cuestionamiento se centra en <strong>la</strong> creencia de que mediante <strong>la</strong><br />

telepresencia podemos eliminar toda mediación y encontrar un mundo legible y<br />

transparente (:5). Paradójicamente, este proceso sólo conduce a una alienación<br />

respecto del mundo real y a una negación de <strong>la</strong> alteridad que nos condena a<br />

re<strong>la</strong>cionarnos sólo con aquello afín a nosotros, sumiéndonos así en el infantilismo.<br />

En otro texto algo más esperanzador <strong>para</strong> <strong>la</strong> investigación sobre el<br />

ciberespacio, Robins (1999 b) da a esta reflexión un carácter explícitamente político<br />

al sostener que «<strong>la</strong>s instituciones que promueven y desarrol<strong>la</strong>n <strong>la</strong>s nuevas<br />

tecnologías están sólidamente insta<strong>la</strong>das en este mundo. Debemos darles sentido<br />

en los términos de sus realidades sociales y políticas, y es en este contexto donde<br />

debemos evaluar su significación. Viviendo en un mundo económicamente<br />

empobrecido y socialmente dividido como el nuestro, deberíamos recordar cuánta<br />

necesidad tenemos todavía de <strong>la</strong> política [...]. Si consideramos el ciberespacio y <strong>la</strong><br />

realidad virtual desde este ángulo, podemos intentar resocializar y repolitizar<br />

aquello que ha sido p<strong>la</strong>nteado, en un sentido abstracto y filosófico, como <strong>la</strong><br />

cuestión de <strong>la</strong> tecnología, así como lo que significa ser humano en el mundo de<br />

hoy» (:79). Por lo tanto, a <strong>la</strong> luz de esta reflexión, más que como un lugar de<br />

consenso, el ciberespacio debería ser considerado como un espacio <strong>para</strong> <strong>la</strong><br />

diferencia y el conflicto, profundamente enraizado en los contextos reales en que<br />

emerge y a los que pone en diálogo.<br />

La pregunta que se p<strong>la</strong>ntea una como investigadora es ¿cómo se pueden<br />

tener en cuenta los aspectos positivos de estas críticas, reconociendo a <strong>la</strong> vez <strong>la</strong><br />

especificidad de <strong>la</strong>s prácticas en el ciberespacio, sin establecer distinciones<br />

maniqueas entre el compromiso con una «realidad» políticamente consciente y <strong>la</strong><br />

huida hedonista hacia el «ciberespacio» alienante? Un ejemplo de que este trabajo<br />

es posible lo encontramos en <strong>la</strong> investigación realizada por Miller y S<strong>la</strong>ter (2000)<br />

acerca de el uso de Internet en Trinidad. Como los mismos autores p<strong>la</strong>ntean, si<br />

queremos estudiar <strong>la</strong>s prácticas sociales en Internet, lo mejor es no empezar por<br />

ahí: «el hecho de que algunas personas traten algunas re<strong>la</strong>ciones que tienen lugar<br />

en Internet como si fueran un mundo aparte del resto de sus vidas es algo que<br />

debe explicarse socialmente como un logro práctico más que como un punto de<br />

partida que se da por supuesto en <strong>la</strong> investigación. ¿Cómo, por qué y cuándo<br />

consideran el “ciberespacio” como algo se<strong>para</strong>do? ¿Dónde y cuándo no lo hacen?<br />

[...]. Por lo tanto, más que empezar por “lo virtual” debemos empezar nuestra<br />

investigación dentro de <strong>la</strong> compleja experiencia etnográfica» (:5-6). Así, mientras<br />

que en Trinidad Internet no es un fenómeno particu<strong>la</strong>rmente «virtual», una<br />

investigación etnográfica realizada en otro contexto puede dar un resultado<br />

diferente. En cualquier caso, <strong>la</strong>s aportaciones de estos autores por lo que respecta<br />

a <strong>la</strong> investigación sobre el ciberespacio consisten, en primer lugar, en <strong>la</strong><br />

problematización <strong>la</strong> distinción real-virtual convirtiéndo<strong>la</strong> en objeto de estudio y no<br />

en presupuesto y, en segundo lugar, en <strong>la</strong> defensa de <strong>la</strong> investigación etnográfica<br />

como forma de abordar esta problemática.<br />

2.2. Comunidades en el ciberespacio


Las posiciones respecto a <strong>la</strong>s comunidades en el ciberespacio son diversas, aunque<br />

buena parte del debate sobre <strong>la</strong>s mismas se ha centrado en su defensa en tanto<br />

que entidad social legítima y «real» (Baym, 1995; Holmes, 1997; Kollock y Smith,<br />

1999; Wellman y Gulia, 1999). 2 Frecuentemente esta apología se ha basado en <strong>la</strong><br />

presentación de <strong>la</strong>s comunidades en el ciberespacio como algo potencialmente,<br />

cuando no efectivamente, positivo. En este sentido es ya un clásico citar <strong>la</strong> obra de<br />

Rheingold (1996), puesto que en el<strong>la</strong> encontramos <strong>la</strong> defensa de <strong>la</strong> comunidad<br />

virtual de un firme creyente en su capacidad <strong>para</strong> regenerar el tejido social<br />

democrático y <strong>para</strong> acercar «a los ciudadanos comunes a un costo re<strong>la</strong>tivamente<br />

pequeño poder intelectual, social, comercial y, lo más importante, poder político»<br />

(:19). Consciente de <strong>la</strong> posibilidad muy real de que el gran capital y <strong>la</strong> jerarquía<br />

política se apropien de <strong>la</strong> red, Rheingold hace un l<strong>la</strong>mamiento <strong>para</strong> que entre todos<br />

construyamos el ciberespacio como ágora y no como panóptico (:31-32).<br />

Efectivamente, <strong>la</strong> comunidad virtual e Internet han sido consideradas en<br />

ocasiones como una herramienta ideal <strong>para</strong> <strong>la</strong> acción política colectiva de los grupos<br />

sociales más desfavorecidos (Mele, 1999). Pero, por el contrario, otros autores<br />

abordan <strong>la</strong> comunidad virtual como algo problemático, que p<strong>la</strong>ntea dilemas políticos<br />

y éticos que ninguna «cibercháchara» puede ocultar. Ya hemos visto en el punto<br />

2.1 <strong>la</strong> crítica de Robins a <strong>la</strong> comunidad virtual como Gemeinschaft en <strong>la</strong> que ya sólo<br />

nos re<strong>la</strong>cionaríamos con lo igual, un sueño conservador en el que recuperaríamos<br />

una supuesta unidad primigenia perdida ahora por culpa de <strong>la</strong> «vida moderna».<br />

Este mismo problema es el que p<strong>la</strong>ntea Willson (1997) cuando critica con decisión<br />

<strong>la</strong> idea de comunidad como comunión realmente existente en <strong>la</strong> vida social, de <strong>la</strong><br />

que <strong>la</strong> comunidad virtual sería un reflejo. Por el contrario, se pregunta hasta qué<br />

punto <strong>la</strong> comunidad virtual no fomenta <strong>la</strong> preocupación por uno mismo y no<br />

precisamente una hermandad entre los individuos. La afirmación no puede ser más<br />

c<strong>la</strong>ra: «Deberíamos repetir lo que ya se ha dicho: el distanciamiento que se da en<br />

los procesos desmaterializados (disembodied) de participación en una comunidad<br />

virtual no favorece una actividad política material (embodied), ni tampoco hace que<br />

se preste atención a <strong>la</strong> actividad política que tiene lugar fuera de dicha comunidad»<br />

(:158). Otras críticas de este tipo (Foster, 1997) sostienen más matizadamente que<br />

<strong>la</strong> tensión que se da en <strong>la</strong> comunidad virtual entre Gemeinshaft y Gesellshaft, es lo<br />

que <strong>la</strong> convierte en un espacio privilegiado <strong>para</strong> el estudio de <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong>s<br />

esferas de lo privado y lo público, lo individual y lo colectivo. Finalmente, otro<br />

frente de críticas que se unen a éstas tiene que ver con lo re<strong>la</strong>tivamente limitado<br />

del impacto de <strong>la</strong>s comunidades virtuales, sólo asequibles <strong>para</strong> <strong>la</strong> minoría de<br />

privilegiados que habitan el «suburbio digital» 3 , reduciendo así el alcance y<br />

significación del objeto de estudio (Lockard, 1997).<br />

Retomando <strong>la</strong>s mencionadas propuestas de Miller y S<strong>la</strong>ter al hilo de esta<br />

discusión, es fundamental no dar por sentada <strong>la</strong> existencia de comunidades en el<br />

ciberespacio, puesto que entonces hacemos desaparecer el problema de estudio<br />

convirtiéndolo en un a priori. Si, según <strong>la</strong> expresión de estos autores, «no<br />

empezamos por ahí», podemos estudiar cuándo y mediante qué procesos un grupo<br />

de personas construyen una re<strong>la</strong>ción de pertenencia o un sentido de comunidad en<br />

diferentes ámbitos de su existencia (mediados por ordenador o no). Desde esta<br />

perspectiva también es posible tener en cuenta <strong>la</strong>s críticas recogidas en el párrafo<br />

anterior, puesto que <strong>la</strong> discusión no se centraría en defender <strong>la</strong> bondad o siquiera <strong>la</strong><br />

legitimidad de <strong>la</strong> comunidad en el ciberespacio, sino en problematizar su<br />

emergencia y significado <strong>para</strong> quienes participan en el<strong>la</strong>. Así, más que virtual, es<br />

probable que se trate de una experiencia muy real <strong>para</strong> sus miembros, y que esté<br />

entre<strong>la</strong>zada con muchas otras prácticas que llevan a cabo en otros contextos.<br />

Como he mencionado en <strong>la</strong> presentación, un lugar en el que estudiar estas<br />

re<strong>la</strong>ciones y procesos son <strong>la</strong>s redes ciudadanas, por <strong>la</strong> particu<strong>la</strong>r re<strong>la</strong>ción que en<br />

el<strong>la</strong>s se establece entre contexto urbano y ciberespacio. Como podemos leer en <strong>la</strong>


propia presentación de <strong>la</strong> red ciudadana del barrio del Raval: «Una xarxa ciutadana<br />

és un ambient telemàtic que es proposa promoure i afavorir <strong>la</strong> comunicació, <strong>la</strong><br />

cooperació, els intercanvis, l'organització i l'accés a les noves tecnologies de <strong>la</strong><br />

informació a tots els ciutadans i ciutadanes i associacions que constitueixen una<br />

comunitat local i, alhora, obrir aquesta comunitat local a <strong>la</strong> comunicació via xarxa<br />

amb <strong>la</strong> resta del món». Y también: «Volem crear un portal virtual del barri del<br />

Raval que expressi <strong>la</strong> realitat quotidiana del barri, les activitats i projectes que es<br />

desenvolupen i que milloren dia a dia <strong>la</strong> situació del barri» (Ravalnet, 2002).<br />

C<strong>la</strong>ramente se destaca el papel a <strong>la</strong> vez local y global que puede desempeñar una<br />

red ciudadana; local porque en todo momento se mantiene <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong><br />

comunidad urbana de <strong>la</strong> que emerge y global porque, a partir de esta radicación, se<br />

procura establecer re<strong>la</strong>ciones con otras realidades sociales relevantes <strong>para</strong> dicha<br />

comunidad. La naturaleza híbrida de <strong>la</strong>s redes ciudadanas <strong>la</strong>s convierte en un lugar<br />

propicio <strong>para</strong> <strong>la</strong> realización de investigaciones que no establezcan una distinción<br />

real-virtual a priori, sino que, como sugieren Miller y S<strong>la</strong>ter, se ocupen de estudiar<br />

sobre el terreno <strong>la</strong> construcción de tal diferencia (si es que existe) <strong>para</strong> los actores<br />

sociales que se mueven en él.<br />

2.3. Lo visual<br />

El interés por <strong>la</strong> dimensión visual de <strong>la</strong> CMO no viene determinado exclusivamente<br />

por mi formación académica, sino que tiene que ver sobre todo con <strong>la</strong> constatación<br />

de una ausencia en <strong>la</strong>s investigaciones que se han producido en este campo.<br />

Muchos de los trabajos que se han hecho sobre el terreno (Turkle, 1997; Giese,<br />

1998; Markham, 1998; Donath, Karahalios y Viégas, 1999) se ocupan sobre todo<br />

de los aspectos textuales de <strong>la</strong> CMO, lo cual es comprensible, puesto que buena<br />

parte de <strong>la</strong> interacción es escrita (chats, foros, listas de distribución, BBS), incluso<br />

cuando se describen elementos visuales o espaciales como en los MUD. En<br />

ocasiones, no obstante, es inevitable prestar atención al uso que se hace de <strong>la</strong><br />

imagen en otros tipos de comunicación, como por ejemplo <strong>la</strong>s páginas web<br />

personales, pero los pocos trabajos que he localizado (Cordone, 1998;<br />

Chandler,1998) son excesivamente breves y generalistas o no consideran <strong>la</strong><br />

imagen como una dimensión significativa independiente y con recursos propios no<br />

siempre reductibles a los del lenguaje escrito. Y sin embargo, una búsqueda en<br />

Internet, nos muestra que existen páginas personales sustentadas casi<br />

exclusivamente en el uso de imágenes, 4 hecho que evidencia <strong>la</strong> autonomía<br />

significativa de este recurso. También podemos encontrar lugares dedicados al<br />

intercambio y discusión de imágenes que pueden dar una idea de <strong>la</strong> relevancia que<br />

éstas tienen <strong>para</strong> buena parte de los usuarios de Internet. 5<br />

Es una evidencia percibida cotidianamente que el mundo en que vivimos<br />

está lleno de imágenes, que son un elemento c<strong>la</strong>ve en <strong>la</strong>s formas en que<br />

representamos, damos sentido y nos comunicamos con el mundo que nos rodea.<br />

Como se ha dicho, estas imágenes nunca son enteramente reductibles a<br />

formu<strong>la</strong>ciones lingüísticas, aunque lenguaje e imagen mantienen re<strong>la</strong>ciones<br />

complejas mediante <strong>la</strong>s cuales los significados se ven modificados al influirse<br />

mutuamente. Todo esto nos hace pensar que lo visual desempeña un papel<br />

específico y fundamental en nuestra sociedad, poder que produce a <strong>la</strong> vez<br />

fascinación e inquietud (Sturken y Cartwright, 2001). Pero a pesar de <strong>la</strong> ubicuidad<br />

de <strong>la</strong> imagen en nuestro mundo, todavía quedan preguntas que permanecen en el<br />

aire: «¿Qué son exactamente <strong>la</strong>s imágenes? ¿Cuál es su re<strong>la</strong>ción con el lenguaje?<br />

¿Cómo afectan a los observadores y al mundo? ¿Cómo debemos comprender su<br />

historia? ¿Qué podemos hacer con el<strong>la</strong>s?» La búsqueda de respuestas a estas<br />

preguntas nos lleva a concluir que <strong>la</strong> imagen no es un objeto cerrado en sí mismo,<br />

ni siquiera un conjunto de objetos, sino «una interacción compleja entre


visualidad 6 , a<strong>para</strong>tos, instituciones, cuerpos y figuraciones». (W. J. Mitchell, citado<br />

en Evans y Hall, 1999:4).<br />

Así pues, como sugiere esta última referencia, el estudio de los elementos<br />

visuales de <strong>la</strong> CMO es sólo una parte de <strong>la</strong> investigación que hay que llevar a cabo.<br />

Por un <strong>la</strong>do, <strong>la</strong> reflexión más inmediata es que hay que pensar lo visual como algo<br />

que va más allá de <strong>la</strong> imagen bidimensional. Esto es algo que Emmison y Smith<br />

(2000) observan cuando dicen que el estudio de lo visual debería abarcar todos<br />

aquellos aspectos de <strong>la</strong> sociedad que percibimos y comprendemos<br />

predominantemente de forma visual, es decir <strong>la</strong> visualidad humana en sentido<br />

amplio. Por esto, a <strong>la</strong> hora de enfrentarnos a su estudio, proponen <strong>la</strong> siguiente<br />

ordenación en el índice de su manual: 1) datos visuales bidimensionales (imágenes,<br />

signos y representaciones); 2) datos visuales tridimensionales (escenarios, objetos<br />

e indicios); 3) datos visuales vividos (el entorno construido y sus usos); y 4)<br />

formas vivas de datos visuales: cuerpos, identidades e interacción. Una de <strong>la</strong>s<br />

ventajas evidentes de esta c<strong>la</strong>sificación (a pesar del aroma formalista que podamos<br />

percibir) es que amplía el campo de lo visual más allá de <strong>la</strong>s manifestaciones<br />

tradicionales de <strong>la</strong> fotografía, el vídeo, el cine, <strong>la</strong> pintura, <strong>la</strong> escultura, <strong>la</strong>s<br />

insta<strong>la</strong>ciones, etc., <strong>para</strong> abarcar todas <strong>la</strong>s dimensiones visuales de nuestra<br />

experiencia social. Ahora bien, tal vez porque es un libro dedicado a <strong>la</strong>s<br />

metodologías visuales de investigación, no se p<strong>la</strong>ntea un problematización a fondo<br />

de los regímenes escópicos (Jay, 1988). 7<br />

Pero también es necesario considerar el ciberespacio como un a<strong>para</strong>to que<br />

favorece ciertas c<strong>la</strong>ses de visualidad, que se han vincu<strong>la</strong>do habitualmente con <strong>la</strong><br />

espectacu<strong>la</strong>ridad, <strong>la</strong> simu<strong>la</strong>ción, y el voyeurismo (Druckrey, 1994; Robins, 1996 a;<br />

Marzo, 1996; Virilio, 1999).La investigación debe tener en cuenta estas<br />

prevenciones pero, del mismo modo que con lo «virtual» o <strong>la</strong>s comunidades en el<br />

ciberespacio, es importante estudiar cuándo y cómo se producen estos fenómenos<br />

y hasta que punto son éstos los únicos regímenes escópicos de <strong>la</strong> experiencia<br />

ciberespacial. Podría muy bien suceder que <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones sociales y el consumo de<br />

lo visual en el ciberespacio no estuvieran siempre marcadas por <strong>la</strong> alienación de<br />

una realidad que al parecer damos por supuesta, sino que todas <strong>la</strong>s experiencias<br />

por igual, «ciber» o no, fueran fenómenos «reales» y sujetos a construcción<br />

simultáneamente.<br />

En cualquier caso, urge construir una comprensión de los modos de<br />

visualidad que favorece <strong>la</strong> experiencia ciberespacial. En este sentido, <strong>la</strong> cuestión de<br />

<strong>la</strong> automatización de <strong>la</strong> mirada, <strong>la</strong> se<strong>para</strong>ción entre <strong>la</strong> producción de imágenes y <strong>la</strong><br />

visión humana que fomentan <strong>la</strong>s recnologías digitales, es un tema que ha<br />

preocupado a varios autores (Manovich, 1996; Cubitt, 1998). Pero aunque no<br />

lleguemos al extremo de anunciar <strong>la</strong>s desaparición del observador humano,<br />

debemos reconocer que se está produciendo un proceso que Crary (1999:1)<br />

describe como «una reconfiguración de <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre el sujeto observador y<br />

los modos de representación que [...] anu<strong>la</strong> <strong>la</strong> mayor parte de los significados<br />

culturalmente establecidos de observador y de representación». Para comprender <strong>la</strong><br />

naturaleza de esta reconfiguración, Crary propone reconstruir <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong><br />

«modernización de <strong>la</strong> visión» en re<strong>la</strong>ción con los cambios en los modos de<br />

representación que se materializan en tecnologías como <strong>la</strong> cámara oscura, <strong>la</strong><br />

fotografía o el cinematógrafo, y que sólo se pueden comprender como ejemplo de<br />

«ciertas prácticas, técnicas, instituciones y procedimientos de subjetivación» (:5).<br />

Ahora bien, el campo de lo visual no es de fácil definición y existe el riesgo<br />

constante de que, en busca de una dimensión específica <strong>para</strong> <strong>la</strong> imagen, lo visual y<br />

<strong>la</strong> visualidad, caigamos en su descontextualización y <strong>la</strong> aislemos del conjunto de<br />

prácticas sociales de que forma parte. Evans y Hall parecen conscientes de este<br />

riesgo cuando afirman en <strong>la</strong> introducción de su antología de textos sobre el campo


de estudio que ha dado en l<strong>la</strong>marse Cultura Visual: «Ya hemos expresado antes<br />

nuestra preocupación por cómo el estudio de <strong>la</strong>s imágenes visuales se encuentra<br />

inmerso en afirmaciones frecuentemente insustanciales y metafísicas acerca de los<br />

desarrollos culturales contemporáneos, que operan bajo el estandarte de lo<br />

“postmoderno”, <strong>la</strong> “simu<strong>la</strong>ción” o incluso, más recientemente, <strong>la</strong> cultura<br />

“prostética”, [...] hasta el punto de que es muy posible que <strong>para</strong> muchos <strong>la</strong> noción<br />

de “cultura visual” se haya convertido en algo grandilocuente o incluso fa<strong>la</strong>z» (:5).<br />

Por lo tanto, tampoco será posible estudiar <strong>la</strong> visualidad de <strong>la</strong>s prácticas sociales sin<br />

comprender su incardinación en un entramado de re<strong>la</strong>ciones de poder y sin una<br />

especificación del lugar (ideológico) en el que se coloca el sujeto <strong>para</strong> reflexionar,<br />

investigar o producir. 8 Omitir esta dimensión puede tener como consecuencia <strong>la</strong><br />

frivolización del campo que seña<strong>la</strong>n Evans y Hall. 9<br />

3. LA LOCALIZACIÓN DEL CASO DE ESTUDIO<br />

A <strong>la</strong> hora de seña<strong>la</strong>r posibles líneas de investigación sobre el ciberespacio,<br />

Arturo Escobar (2000:63-68) identifica diversos dominios etnográficos que son<br />

útiles <strong>para</strong> situar <strong>la</strong> propia intervención. La investigación que me propongo realizar<br />

se encuentra a caballo entre dos de los cinco ámbitos que menciona Escobar, el<br />

primero de los cuales es próximo al trabajo realizado por Sherry Turkle (1984,<br />

1997) acerca de «<strong>la</strong> producción de subjetividades que acompaña <strong>la</strong>s nuevas<br />

tecnologías» y del «ordenador como objeto evocativo, un medio proyectivo <strong>para</strong> <strong>la</strong><br />

construcción de una variedad de mundos privados y públicos» (Escobar, 2000:64).<br />

El segundo tiene que ver con <strong>la</strong> emergencia de comunidades mediadas por<br />

ordenador, <strong>para</strong> el cual seña<strong>la</strong> diversas prioridades de investigación, como cuáles<br />

son los «métodos adecuados <strong>para</strong> el estudio de estas comunidades, incluyendo<br />

cuestiones acerca del trabajo de campo online y offline, los límites del grupo a<br />

estudiar, interpretación y ética» (Escobar, 2000:64). También Hakken (1999 b:39-<br />

40) construye un mapa simi<strong>la</strong>r del campo de <strong>la</strong> etnografía del ciberespacio y<br />

propone tres niveles de estudio: <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones sociales íntimas, <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones<br />

sociales intermedias y <strong>la</strong>s macrorre<strong>la</strong>ciones sociales. De nuevo, mi investigación se<br />

sitúa entre los ámbitos primero y segundo, es decir, entre <strong>la</strong> construcción<br />

identitaria individual y <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones interpersonales por un <strong>la</strong>do y <strong>la</strong>s formaciones<br />

sociales más amplias, como <strong>la</strong>s comunidades, por otro.<br />

El interés de situar <strong>la</strong> investigación entre el nivel de lo personal y de lo<br />

colectivo es el de paliar en cierto modo el sesgo del trabajo de Turkle, centrado<br />

predominantemente en <strong>la</strong> esfera individual. Aun valorando <strong>la</strong> aportación que sus<br />

investigaciones han supuesto <strong>para</strong> el estudio de <strong>la</strong> subjetividad y <strong>la</strong> construcción<br />

identitaria en <strong>la</strong>s CMO, <strong>la</strong> teórica feminista de <strong>la</strong> tecnología Judy Wajcman hace una<br />

crítica a mi juicio acertada de <strong>la</strong> discusión de Turkle acerca de <strong>la</strong>s motivaciones<br />

personales de los hackers, que el<strong>la</strong> cifra en <strong>la</strong> necesidad de compensación por una<br />

falta de poder real: «Debido a que sus explicaciones sobre los hackers son en su<br />

mayor parte psicoanalíticas, <strong>la</strong> noción de fracaso de Turkle es muy individualista y<br />

no presta atención al contexto social más amplio en el que los hackers despliegan<br />

su actividad. En particu<strong>la</strong>r, se hace poca mención de hasta qué punto <strong>la</strong> raza, <strong>la</strong><br />

c<strong>la</strong>se o <strong>la</strong> edad intervienen en <strong>la</strong> construcción de lo que puede suponer el fracaso<br />

<strong>para</strong> un hombre» (:144). Efectivamente, en su trabajo se echa de menos una<br />

mayor problematización del contexto social en que realizó sus entrevistas y del que<br />

procedían sus entrevistados, carencia que presta a sus investigaciones el aire de<br />

ser el punto de encuentro de una privilegiada c<strong>la</strong>se media que puede permitirse el<br />

lujo de simu<strong>la</strong>r identidades virtuales durante buena parte de su tiempo.<br />

¿Dónde es posible entonces localizar un terreno en el que estudiar<br />

simultáneamente <strong>la</strong> construcción de identidades individuales y grupales dentro del


marco de una comunidad firmemente inserta en un marco social específico; el<br />

papel que desempeñan <strong>la</strong>s comunicaciones mediadas por ordenador y de otros<br />

tipos en dicha construcción; y <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre textualidad y visualidad que se da<br />

en dichas comunicaciones? Ya he mencionado que <strong>la</strong>s redes ciudadanas suponen un<br />

contexto favorable <strong>para</strong> <strong>la</strong> investigación de <strong>la</strong> emergencia de comunidades en el<br />

ciberespacio de una manera socialmente contextualizada. Y, dado que se trataría<br />

de no limitar <strong>la</strong> tesis a <strong>la</strong>s CMO, sino tener en cuenta <strong>la</strong> interacción de diversas<br />

c<strong>la</strong>ses de comunicaciones, era necesario localizar una comunidad que combinase<br />

una existencia online y offline. Con este objetivo en mente, di con <strong>la</strong> red ciudadana<br />

del Raval 10 y, dentro de el<strong>la</strong>, con <strong>la</strong> Associació per a Joves del Raval TEB, una de <strong>la</strong>s<br />

muchas entidades y organizaciones que forman parte de <strong>la</strong> red ciudadana del<br />

Raval, y <strong>la</strong> que alberga físicamente <strong>la</strong> sede de <strong>la</strong> misma. En su dimensión de centro<br />

de barrio, esta asociación está dedicada además al trabajo con jóvenes con el fin de<br />

paliar situaciones de exclusión social mediante <strong>la</strong> educación en el tiempo de ocio y<br />

<strong>la</strong> orientación <strong>la</strong>boral. Buena parte de sus actividades se desarrol<strong>la</strong>n en ámbitos<br />

como <strong>la</strong> producción videográfica, <strong>la</strong> confección de páginas web, o <strong>la</strong> producción<br />

radiofónica (además de otras actividades como <strong>la</strong> práctica del surf y <strong>la</strong> re<strong>para</strong>ción<br />

de tab<strong>la</strong>s, o <strong>la</strong> cooperación con organizaciones como SOS Racisme e Infància Viva-<br />

Meninos e Meninas da Rúa). Como colectivo que con estas actividades co<strong>la</strong>bora en<br />

<strong>la</strong> producción del portal Ravalmedia de Ravalnet (el «portal mediático de Ravalnet»,<br />

en sí mismo también digno de convertirse en objeto de estudio por lo que a mi tesis<br />

se refiere), el TEB se convierte en un lugar donde estudiar <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones online y<br />

offline que contribuyen a articu<strong>la</strong>r una comunidad, teniendo particu<strong>la</strong>rmente en<br />

cuenta <strong>la</strong> dimensión visual de esta comunicación.<br />

En este sentido, <strong>la</strong>s producciones que se realizan en el TEB/Ravalnet tienen<br />

un fuerte componente visual (reportajes fotográficos, vídeos, páginas web). En<br />

algunos casos incluso, <strong>la</strong> imagen se convierte en una forma privilegiada, cuando no<br />

única, de comunicación <strong>para</strong> los niños y niñas que todavía encuentran dificultades a<br />

<strong>la</strong> hora de expresarse verbalmente en castel<strong>la</strong>no. Pero también son importantes<br />

elementos como <strong>la</strong> regu<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> visibilidad de los chicos y chicas de <strong>la</strong><br />

asociación. El tipo de medios con que trabajan y el hecho de emplearlos <strong>para</strong> hacer<br />

públicos sus trabajos, por ejemplo fotográficos o videográficos (sin olvidar <strong>la</strong><br />

atención de que han sido objeto por parte de los medios de comunicación locales),<br />

tiene como consecuencia <strong>la</strong> difusión de su imagen, lo cual hace necesario pedir <strong>la</strong><br />

autorización expresa de los padres cada vez que un chico o chica se inscribe en el<br />

TEB. Todos estos aspectos, recogidos en apenas dos semanas de seguimiento<br />

regu<strong>la</strong>r de sus actividades, parecen confirmar <strong>la</strong> riqueza del objeto de estudio <strong>para</strong><br />

<strong>la</strong> investigación centrada en <strong>la</strong> visualidad que me propongo realizar.<br />

Ahora bien, establecer un contacto respetuoso con el grupo que se pretende<br />

estudiar es fundamental antes de abordar <strong>la</strong> investigación propiamente dicha,<br />

teniendo siempre en cuenta que todo el mundo tiene derecho a no ser investigado.<br />

Dada <strong>la</strong> naturaleza del grupo, no es posible «aterrizar» como alguien ajeno a su<br />

funcionamiento que busca un caso pintoresco <strong>para</strong> aumentar su prestigio<br />

académico, no sólo por lo poco ético de este proceder, sino porque es <strong>la</strong> mejor<br />

forma de percibir únicamente fenómenos superficiales que seremos incapaces de<br />

interpretar. Así pues, en los primeros contactos me he enfrentado a lo que supone<br />

entrar en un grupo cohesionado y con una <strong>la</strong>rga trayectoria, desde <strong>la</strong> posición algo<br />

incómoda de observadora-participante. Sin tener una posición determinada en el<br />

funcionamiento del centro, debo intentar explicar a <strong>la</strong>s personas que allí trabajan<br />

mis intenciones y calibrar mi margen de acción, lo que puedo y no puedo hacer. Al<br />

mismo tiempo, es necesario empezar a identificar dinámicas relevantes que puedan<br />

orientar los aspectos más específicos de mi investigación. Y todo ello en un marco<br />

complejo que mezc<strong>la</strong> elementos no siempre familiares <strong>para</strong> mí, como son <strong>la</strong><br />

educación social y en tiempo de ocio, <strong>la</strong> inserción profesional, los servicios<br />

comunitarios, los proyectos culturales y <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones institucionales. Esto, que en


ocasiones puede resultar desazonador <strong>para</strong> un doctorando, debe verse como el<br />

rasgo positivo fundamental del caso, puesto que su complejidad va pareja a su<br />

riqueza e interés.<br />

4. ALGUNAS CONCLUSIONES (PROVISIONALES)<br />

Cuando Donna Haraway (1995) describía al ciborg como un nuevo mito político y<br />

b<strong>la</strong>sfemo (:251) acerca <strong>la</strong> desaparición de <strong>la</strong>s fronteras entre animales, humanos y<br />

máquinas, ahora todos conectados en redes de re<strong>la</strong>ciones de producción que<br />

superan al individuo tal y como lo hemos conocido hasta ahora, seña<strong>la</strong>ba que este<br />

nuevo híbrido podía suponer una liberación del dualismo propio del pensamiento<br />

patriarcal y capitalista occidental, <strong>la</strong> cual nos permitiría perder el miedo a «<strong>la</strong>s<br />

identidades permanentemente parciales y los puntos de vista contradictorios»<br />

(:263). Sin embargo, desde otra perspectiva, el ciborg podía ser también «<strong>la</strong> última<br />

imposición de un sistema de control en el p<strong>la</strong>neta» (:263). En su libro Digital<br />

Aesthetics (1998), Sean Cubitt realiza una crítica de esta cara oscura del mito, a <strong>la</strong><br />

que l<strong>la</strong>ma ciborg corporativo (corporate cyborg), desde <strong>la</strong> óptica de <strong>la</strong> producción<br />

cultural dominada por los grandes conglomerados empresariales. Según Cubitt, el<br />

ciborg corporativo es «el ciborg que realmente existe, puesto que <strong>la</strong> corporación no<br />

es un conjunto de personas sino un conjunto-máquina, una concatenación<br />

organizada de información, maquinaria, discursos y prácticas, una estructura de<br />

procesamiento masiva cuyos empleados y consumidores son sus biochips» (:133).<br />

Así pues, <strong>la</strong>s personas hemos desarrol<strong>la</strong>do una subjetividad-red (network<br />

subjectivity) (:122) según <strong>la</strong> cual supeditamos nuestra identidad, y en ocasiones<br />

nuestra propia vida, a los intereses de esta red a <strong>la</strong> vez sobrehumana e<br />

infrahumana per <strong>la</strong> que circu<strong>la</strong>n valores, signos y riqueza: «La corporación<br />

sinérgica, haga lo que haga además, es una industria de <strong>la</strong> conciencia. Produzca lo<br />

que produzca además, produce identidad, principalmente identidad de marca; pero<br />

en el proceso también crea una personalidad sinérgica, una conciencia corporativa»<br />

(:135). Al parecer de Cubitt, <strong>la</strong>s críticas, de corte anarquista según su terminología,<br />

que sitúan el origen de estas dinámicas en el p<strong>la</strong>no del control estatal, están<br />

equivocadas en <strong>la</strong> medida en que <strong>la</strong> propuesta que oponen, una comunidad<br />

anárquica y fluida de «consumidores perfectamente informados» (:132), es del<br />

todo compatible con <strong>la</strong> estructura también flexible y en red de <strong>la</strong>s corporaciones<br />

contemporáneas. De este modo, toda propuesta individualista que no tenga en<br />

cuenta «<strong>la</strong>s conexiones con <strong>la</strong>s otras configuraciones turbulentas de lo social»<br />

(:133) queda reabsorbida automáticamente por <strong>la</strong> lógica del mercado, que ya hace<br />

tiempo que ha superado los límites del estado (:134).<br />

La posibilidad de escape de esta situación, o de cortocircuitar el bucle que<br />

retroalimenta constantemente al ciborg corporativo, podemos encontrar<strong>la</strong> según<br />

Cubitt en <strong>la</strong>s prácticas amateur 11 caracterizadas por <strong>la</strong> ruptura con lo más<br />

característico de <strong>la</strong> producción corporativa, esto es <strong>la</strong> coherencia, <strong>la</strong> compleción y <strong>la</strong><br />

autonomía: «La estética digital necesita aportar algo que sea más interesante que<br />

los sites corporativos y actuar críticamente <strong>para</strong> seña<strong>la</strong>r su suavidad insidiosa y sus<br />

ambiciones globales. En lugar de una sub<strong>versión</strong> de lo dominante, que es una<br />

estrategia inadecuada, es esencial imaginar una obra sin coherencia, sin<br />

compleción y sin autonomía. Tal obra, no obstante, debe ser capaz de alcanzar <strong>la</strong><br />

esca<strong>la</strong> de <strong>la</strong> cultura ciborg, una esca<strong>la</strong> más allá del individuo y fuera del reino del<br />

sujeto hiperindividualizado» (:142-143). Una crítica que se puede hacer a esta<br />

propuesta es, como el propio autor seña<strong>la</strong>, que muchas producciones amateur no<br />

escapan al poder hegemónico de <strong>la</strong>s grandes corporaciones, sino que, todo lo<br />

contrario, son su más fieles servidoras. 12 Ahora bien, el tipo de mirada sobre <strong>la</strong>s<br />

intervenciones amateur de que hab<strong>la</strong> Cubitt es muy específica y está ligada a <strong>la</strong><br />

tradición del anonimato, <strong>la</strong> co<strong>la</strong>boración entre iguales y <strong>la</strong> dispersión. Según Cubitt,


«<strong>la</strong> fuerza del “sistema” amateur estriba en su auténtica falta de sistematicidad,<br />

com<strong>para</strong>da con <strong>la</strong> regu<strong>la</strong>ción sistémica de <strong>la</strong>s infraestructuras de transferencia de<br />

datos y protocolos de <strong>la</strong> red [...]. La lección a aprender, en este contexto, de <strong>la</strong>s<br />

culturas amateur es el movimiento centrífugo de ideas y técnicas» (:144). Desde su<br />

punto de vista, pues, <strong>la</strong> convergencia de medios y <strong>la</strong> comercialización de Internet<br />

amenazan con convertir a sus usuarios en meros consumidores, anu<strong>la</strong>ndo su<br />

dimensión de productores y cerrando definitivamente el bucle al convertir sus<br />

elecciones en información que retroalimenta a <strong>la</strong> corporación (:149).<br />

A pesar del riesgo de idealizar <strong>la</strong>s intervenciones amateur, y de que hasta<br />

cierto punto su crítica al ciborg corporativo es más interesante que <strong>la</strong> propuesta de<br />

alternativas, <strong>la</strong>s consideraciones de Cubitt representan una perspectiva desde <strong>la</strong><br />

que comprender <strong>la</strong> Asociación TEB, Ravalmedia y Ravalnet como lugares de<br />

producción de identidades individuales y colectivas con capacidad <strong>para</strong> sustraerse a<br />

los bucles corporativos, mediante prácticas tan simples como el recic<strong>la</strong>je de<br />

ordenadores que se considerarían anticuados desde el punto de vista del mercado<br />

informático, el uso de software libre, o <strong>la</strong> adopción de estructuras organizativas no<br />

jerárquicas y lo menos institucionalizadas posible. La posibilidad de dispersión,<br />

interferencias y variabilidad en el significado que se produce de este modo abre un<br />

campo <strong>para</strong> el estudio de <strong>la</strong> construcción de re<strong>la</strong>ciones sociales mediante y<br />

alrededor de <strong>la</strong>s CMO, como proponía en <strong>la</strong> introducción, en los márgenes de los<br />

discursos oficiales homogeneizadores.<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

ASSOCIACIÓ AFECTATS PEL 22@ (2002) Associació afectats pel 22@<br />

http://www.forumperjudicats.com [consulta del 01/07/2002]<br />

AJUNTAMENT DE BARCELONA (2001) Barcelona informació. Nº 46, julio-agosto.<br />

BAYM, Nancy K. (1995) «The Emergence of Community in Computer-Mediated<br />

Communication», en JONES, Steven G. (ed.) Cybersociety. Computer-<br />

Mediated Communication and Community. Londres y Nueva York: SAGE.<br />

BERGER, John (2000) Modos de ver. Barcelona: Gustavo Gili. (1ª ed. 1972).<br />

CRARY, Jonathan (1999) Techniques of the Observer. On Vision and Modernity in<br />

the Nineteenth Century. Cambridge, MA: MIT Press. (1ª ed. 1990)<br />

CORDONE, Paolo (1998) «A Short Analysis of Verbal and Visual Elements in the<br />

English of World Wide Web Pages». Firstmonday, Vol. 3, Num. 11<br />

http://www.fristmonday.dk/issues/issue3_11/cordone/index.html<br />

CUBITT, Sean (1998) Digital Aesthetics. Londres y Nueva York: SAGE.<br />

CHANDLER, Daniel (1998) Personal Home Pages and the Construction of Identities<br />

on the Web. http://www.aber.ac.uk/media/Documents/short/webident.html<br />

DONATH, Judith; Karrie KARAHALIOS y Fernanda VIÉGAS (1999) Visualizing<br />

Conversation http://persona.www.media.mit.edu/papers/VisualizeConv.<strong>pdf</strong><br />

DRUCKREY, Timothy (1994) «Introduction». En BENDER, Gretchen y Timothy<br />

DRUCKREY (eds.) Culture on the Brink. Ideologies of Technology. Seattle: Bay<br />

Press.<br />

- (ed.) (1996) Electronic Culture. Technology and Visual Representation. Denville,<br />

NJ: Aperture Foundation.


EMMISON, Michael y Philip SMITH (2000) Researching the Visual. Images, Objects,<br />

Contexts and Interactions in Social and Cultural Inquiry. Londres y Nueva<br />

York: SAGE.<br />

ESCOBAR, Arturo (2000) «Welcome to Cyberia. Notes on the Anthropology of<br />

Cyberculture». En BELL, David y Barbara M. KENNEDY (eds.) The<br />

Cybercultures Reader. Londres y Nueva York: Routledge (1ª ed. 1994).<br />

EVANS, Jessica y Stuart HALL (1999) (eds.) Visual Culture: The Reader. Londres y<br />

Nueva York: Sage y Open University Press.<br />

FERNÁNDEZ, Ángel (2000) «Las redes ciudadanas maduran». En.Red.Ando,<br />

editorial nº 240 http://enredando.com/cas/editorial/enredando240.html<br />

FOSTER, Derk (1997) «Community and Identity in the Electronic Vil<strong>la</strong>ge», en<br />

PORTER, David (ed.) Internet Culture. Londres y Nueva York: Routledge.<br />

FURLONG, Ruth (1997) «Como en casa en ningún sitio». En Martin LISTER (comp.)<br />

La imagen fotográfica en <strong>la</strong> cultura digital. Barcelona: Paidós.<br />

GARCÍA-BRAGADO, Ramon (2001) «La renovació del Poblenou: una aproximació<br />

urbanística al districte d’activitats 22@bcn». Barcelona Metròpolis<br />

Mediterrània. Monogràfic: La ciutat del coneixement, <strong>la</strong> revolució del segle XXI<br />

http://www.bcn.es/publicacions/monografics/01/index.htm<br />

GIESE, Mark (1998) «Self Without Body: Textual Self-Representation in an<br />

Electronic Community». Firstmonday , Vol. 3 Num. 4<br />

http://www.fistmonday.dk/issues/issue3_4/giese/index.html<br />

GREGORY, Steven (1998) B<strong>la</strong>ck Corona. Race and the Politics of P<strong>la</strong>ce in an Urban<br />

Community. Pinceton, NJ: Princeton University Press.<br />

HAKKEN, David (1999 a) Cyborgs@Cyberspace. An Ethnographer Looks to the<br />

Future. Londres y Nueva York: Routledge.<br />

HAKKEN, David (1999 b) «Cap a una antropologia del ciberespai». Revista<br />

d’Etnologia de Catalunya. Nº 14, abril.<br />

HARAWAY, Donna (1995) «Manifiesto <strong>para</strong> cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo<br />

socialista a finales del siglo XX». En Ciencia, cyborgs y mujeres. La<br />

reinvención de <strong>la</strong> naturaleza. Madrid: Cátedra (1ª ed. 1991).<br />

HERNÁNDEZ, Fernando (2000) ) Educación y cultura visual. Barcelona: Octaedro.<br />

HOLMES, David (1997) «Virtual Identity: Communities of Broadcast, Communities<br />

of Interactivity», en HOLMES, David (ed.) Virtual Politics. Identity and<br />

Community in Cyberspace. Londres y Nueva York: SAGE.<br />

JAY, Martin (1988) «Scopic Regimes of Modernity», en FOSTER, Hal (ed.) Vision<br />

and Visuality. Nueva York: Bay Press y DIA Art Foundation.<br />

KOLLOCK, Peter y Marc. A. SMITH, (1999) «Communities in Cyberspace», en<br />

SMITH, Marc A. y Peter KOLLOCK (eds.) Communities in Cyberspace. Londres<br />

y Nueva York: SAGE.<br />

LAZZARATO, Maurizio (1997) Lavoro immateriale. Forme di vita e produzione di<br />

soggetività. Verona: Ombre corte.<br />

LÉVY, Pierre (1999) ¿Qué es lo virtual? Barcelona: Paidós.<br />

LOCKARD, Joseph (1997) «Progressive Politics, Electronic Individualism and the<br />

Myth of Virtual Community». En David PORTER (ed.) Internet Culture.<br />

Londres y Nueva York: Routledge.<br />

MACKAY, Hugh (1997) «Consuming Communicaction Technologies at Home», en<br />

MACKAY, Hugh (ed.) Consumption and Everyday Life. Culture, Media and<br />

Identities. Londres y Nueva York: SAGE/Open University.


MANOVICH, Lev (1996) «The Automation of Sight: From Photography to Computer<br />

Vision». En Timothy DRUCKREY (ed.) Electronic Culture. Technology and<br />

Visual Representation. Denville, NJ: Aperture Foundation.<br />

MARKHAM, Anette (1998) Life Online. Researching Real Experience in Virtual Space.<br />

Walnut Creek: Altamira Press.<br />

MARZO, Jorge Luis (1996) «Ilusión e ideología en <strong>la</strong> máquina de ver». Ponencia<br />

presentada en <strong>la</strong>s I Jornadas sobre Arte y Multimedia, celebradas en junio de<br />

1996 en <strong>la</strong> Fundació “La Caixa” de Barcelona.<br />

MELE, Christopher (1999) «Cyberspace an Disadvantaged Communities. The<br />

Internet as a Tool for Colective Action», en SMITH, Marc A. y Peter KOLLOCK<br />

(eds.) Communities in Cyberspace. Londres y Nueva York: SAGE.<br />

MILLER, Daniel y Don SLATER (2000) The Internet. An Ethnographic Approach.<br />

Oxford y Nueva York: Berg.<br />

MIRZOEFF, N. [1998] The Visual Culture Reader. Londres y Nueva York: Routledge.<br />

RAVALNET (2002) http://www.ravalnet.org [consulta del 02/07/2002].<br />

RHEINGOLD, Howard (1996) La comunidad virtual. Una sociedad sin fronteras.<br />

Barcelona: Gedisa. (1ª ed. 1994).<br />

ROBINS, Kevin (1996 a) «Virtual Technologies and the Meaning of Distance».<br />

Ponencia presentada en <strong>la</strong>s I Jornadas sobre Arte y Multimedia, celebradas en<br />

junio de 1996 en <strong>la</strong> Fundació “La Caixa” de Barcelona.<br />

ROBINS, Kevin (1996 b) «Cyberspace and the World We Live In». Into the Image.<br />

Culture and Politics in the Field of Vision. Londres y Nueva York: Routledge.<br />

STONE, Alluquère-Roseanne (2000) «Will the Real Body Please Stand Up?», en<br />

BELL, David y Barbara KENNEDY (eds.) The Cybercultures Reader. Londres y<br />

Nueva York. Routledge (1ª ed. 1992).<br />

STURKEN, Marita y Lisa CARTWRIGHT (2001) Practices of Looking. An Introduction<br />

to Visual Culture. Oxford y Nueva York: Oxford University Press.<br />

TURKLE, Sherry (1984) The Second Self. Computers and the Human Spirit. Nueva<br />

York: Simon and Schuster.<br />

- (1997) La vida en <strong>la</strong> pantal<strong>la</strong>. La construcción de <strong>la</strong> identidad en <strong>la</strong> era de<br />

Internet. Barcelona: Paidós.<br />

VIRILIO, Paul (1999) El cibermundo, <strong>la</strong> política de lo peor. Madrid: Cátedra.<br />

WAJCMAN, Judy (1991) Feminism Confronts Technology. University Park, PA: The<br />

Pennsylvania State University Press.<br />

WALKER, John A. y Sarah CHAPLIN (1997) «New Technologies». En Visual Culture:<br />

An Introduction. Manchester y Nueva York: Manchester University Press.<br />

WELLMAN, Barry y Milena GULIA (1999) «Virtual Communities as Communities. Net<br />

Surfers Don’t Ride Alone», en SMITH, Marc A. y Peter KOLLOK (eds.)<br />

Communities in Cyberspace. Londres y Nueva York: SAGE.<br />

WILBUR, Shawn P. (2000) «An Archaeology of Cyberspaces: Virtuality, Community,<br />

Identity», en BELL, David y Barbara KENNEDY (eds.) The Cybercultures<br />

Reader. Londres y Nueva York. Routledge (1ª ed. 1997).<br />

WILLSON, Michele (1997) «Community in the Abstract: A Political and Ethical<br />

Dilemma?», en HOLMES, David (ed.) Virtual Politics. Identity and Community in<br />

Cyberspace. Londres y Nueva York: SAGE


NOTAS<br />

1 Esta investigación se enmarca dentro de los programas de investigación del Área de Arte y Educación y<br />

está dirigida por el Dr. Fernando Hernández Hernández.<br />

2 Por supuesto, un punto problemático previo a <strong>la</strong> discusión sobre si <strong>la</strong>s comunidades en el ciberespacio<br />

son tan dignas de estudio como <strong>la</strong>s que existen en el espacio físico sería <strong>la</strong> propia definición de<br />

comunidad. Dejando <strong>la</strong> discusión extensa <strong>para</strong> <strong>la</strong> tesis en sí, puedo apuntar que los p<strong>la</strong>nteamientos de<br />

Gregory (1998:11), pese a referirse al estudio de un objeto tan distinto como el activismo vecinal en un<br />

barrio neoyorquino, seña<strong>la</strong>n en <strong>la</strong> dirección correcta a mi parecer, es decir que una comunidad no es una<br />

entidad estática y homogénea sino que hay que estudiar los procesos mediante los cuales se construye,<br />

ree<strong>la</strong>bora y mantiene tal entidad.<br />

3 Adapto <strong>la</strong> expresión de Maurizio Lazzarato (1997:93): «Dal punto de vista del “consumo”, nel 1994 gli<br />

americani hanno speso più per equipaggiarsi in computers che per <strong>la</strong> televisione. Il che fa dire al<strong>la</strong><br />

stampa americana che il cyberspace diventa “a middle c<strong>la</strong>sses suburb”».<br />

4 Varios ejemplos son http://www.emedinar.8m.com [consulta del 14/05/2002],<br />

http://www.manotas1.8k.com [consulta del 14/05/2002], http://www.galeon.com/cristinafashion<br />

[consulta del 26/06/2001], http://www.terra.es/personal/il.ayal [consulta de 26/06/2001]. También<br />

existen otras que, pese a no estar construidas sólo a partir de <strong>la</strong> imagen, sí que hacen de ésta el centro<br />

de reflexión: http://www.home.fuse.net/mllwyd [consulta del 14/05/2002],<br />

http://users.rcn.com/napier.interport/index.html [consulta del 14/05/2002].<br />

5 Un ejemplo es http://webshots.com, en <strong>la</strong> cual, si elegimos una imagen con tino, podremos seguir<br />

discusiones más o menos articu<strong>la</strong>das sobre temas complejos (como ejemplo, se puede consultar el<br />

debate que emergió a partir de una foto titu<strong>la</strong>da Unity en <strong>la</strong> opción «Read and Post Comments» en<br />

http://www.webshots.com/g/tr/md-sh/16206.html).<br />

6 Walker y C<strong>la</strong>plin (1997) definen «visualidad», por oposición al concepto puramente fisiológico de<br />

«visión», como <strong>la</strong> visión socializada, es decir impregnada y mediada por todas <strong>la</strong>s categorías, re<strong>la</strong>ciones<br />

e identidades sociales en que los sujetos se inscriben (pp. 19-24). A partir de esta concepción de lo<br />

visual es posible considerar cuestiones de significación, ideología y poder en re<strong>la</strong>ción no sólo con <strong>la</strong><br />

imagen sino con los «modos de ver» (Berger, 2000) que condicionan el ámbito y significación de lo<br />

visual.<br />

7 Podemos entender «régimen escópico» como ideología encarnada en un modo de visualidad, es decir<br />

en un modo de ver que produce posiciones subjetivas, re<strong>la</strong>ciones de poder, discursos, prácticas,<br />

saberes, significados... Es en este sentido que podríamos hab<strong>la</strong>r de miradas (o regímenes escópicos)<br />

patriarcales, exotizadoras, etc.<br />

8<br />

Fernando Hernández (2000) siempre ha hecho especial hincapié en <strong>la</strong> necesidad de especificar el<br />

«lugar desde el que se hab<strong>la</strong>».<br />

9 En este sentido, resulta interesante com<strong>para</strong>r los índices de <strong>la</strong>s antologías sobre <strong>la</strong> Cultura Visual<br />

editados por Evans y Hall (1999) y Mirzoeff (1998). Dicho cotejo pone de relieve <strong>la</strong> diferencias de<br />

posición de los compi<strong>la</strong>dores a <strong>la</strong> hora de construir el campo de lo visual, respectivamente, como algo<br />

cargado políticamente y vincu<strong>la</strong>do al desarrollo de <strong>la</strong>s diversas disciplinas que permiten el estudio de<br />

esta dimensión, o como un ámbito <strong>para</strong> <strong>la</strong> simu<strong>la</strong>ción de identidades, <strong>la</strong> virtualidad y <strong>la</strong> fantasía,<br />

perspectiva que, a pesar de ser interesante y también necesaria, puede caer con facilidad en <strong>la</strong><br />

deshistorización y desideologización del campo.<br />

10 http://www.ravalnet.org<br />

11 Esta es una noción ya familiar en <strong>la</strong> discusión sobre el uso de <strong>la</strong>s tecnologías y que, partiendo de <strong>la</strong><br />

obra de Lévi-Strauss El pensamiento salvaje, Turkle (1997) ha trabajado especialmente.<br />

12 Basta echar un vistazo a muchas de <strong>la</strong>s páginas personales que podemos encontrar en Internet,<br />

especialmente <strong>la</strong>s de niños y adolescentes, <strong>para</strong> ver el poder que ejercen <strong>la</strong>s grandes corporaciones<br />

mediáticas en el imaginario de chicos y chicas.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!