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1» ENGO la seguridad <strong>de</strong> que hoy<br />
• tropieza usted con la misma dificultad<br />
que yo al iniciar estos paliques.<br />
— Indudablemente. Tengo una objeción<br />
en principio. No sé si coincidirá<br />
con la suya. La mía es que traigo algo<br />
así como las alforjas llenas <strong>de</strong> chismes,<br />
cuentecillos y anécdotas <strong>de</strong>l viaje<br />
<strong>de</strong> los escritores por la Mancha, y<br />
que me parece inoportuno y casi a<br />
trasmano el <strong>de</strong>cirlos.<br />
—Exactamente. Esa es mi dificultad.<br />
Y creo que ambos hacemos b'en<br />
en no remover más el poso anecdótico<br />
<strong>de</strong> la cuestión.<br />
—Sí. Porque somos charlatanes poco<br />
calificados, y no resultaría nada<br />
bien nuestra plática chismosa cuando<br />
tanta y tan buenas pluma está re<strong>de</strong>scubriendo<br />
la ruta cervantina durante<br />
estos días.<br />
—Habrá usted observado la mella<br />
y peso que en esas plumas hizo el<br />
último escritor viajero por lo interior<br />
<strong>de</strong> que disfrutamos.<br />
—Se refiere a Víctor <strong>de</strong> la Serna.<br />
Más <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> esos articulistas se está<br />
acordando, y bastante, <strong>de</strong> aquel<br />
periplo literario <strong>de</strong> Víctor, cuya edición<br />
posterior nos prometieron y aún<br />
estamos esperando.<br />
—En realidad, la mayoría <strong>de</strong> esos<br />
cronistas se acuerdan <strong>de</strong> Víctor, <strong>de</strong><br />
Ortega y Gasset, <strong>de</strong> Azorín e incluso<br />
<strong>de</strong> Ciro Bayo...<br />
—No me parece nada mal acordarse<br />
<strong>de</strong> este último. Si yo hubiese sido<br />
escritor invitado habría tratado <strong>de</strong><br />
contar el viaje a su manera.<br />
— Por otro lado, están quienes no<br />
encuentran ocasión o lugar don<strong>de</strong> escribir.<br />
Ahí tiene usted, por ejemplo,<br />
dos gran<strong>de</strong>s escritores: Juan Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa<br />
y Eusebio García-Luengo,<br />
Ambos querían hacer su resumen<br />
viajero en la revista «índice», <strong>de</strong> la<br />
que son director y subdirector, respectivamente.<br />
Pues bien, en la cortesía<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>jarle uno el lugar al otro, acabarán<br />
no escribiendo sobre la Mancha<br />
ninguno <strong>de</strong> los dos.<br />
— ¿Conoce los versos <strong>de</strong> Pemán<br />
contestando a Rafael Alberti?<br />
—Los conozco. Y creo que incluso<br />
hemos hablado <strong>de</strong> ellos. También sé<br />
un poco la historia <strong>de</strong> esta contestación<br />
lírica, que ya habrá llegado a Rafael.<br />
—Hará usted bien en <strong>de</strong>círmela.<br />
—Resumiendo, naturalmente. Porque<br />
la cosa tiene su pequeña historia.<br />
Rafael Alberti publicó en Buenos Aires<br />
su «Oda marítima>, pensando c-n<br />
el trimilenario <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Cádiz<br />
y acordándose <strong>de</strong> que es gaditano.<br />
Casi al mismo tiempo, en un periódico<br />
<strong>de</strong> Buenos Aires, políticamente<br />
ten<strong>de</strong>ncioso, publicó un poema titulado<br />
«Cádiz, base extranjera». E3 libro<br />
lo mandó Alberti a los grupos literarios<br />
que en Cádiz radican, «Platero»<br />
y «Caleta», con una <strong>de</strong>dicatoria parecida<br />
a ésta: «A los poetas que en Cádiz<br />
se acuer<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mí.> Pemán conoció<br />
el libro y esos <strong>de</strong>satinos instersticiados<br />
a los versos, según los cuales<br />
el lírico, ausente él, supone que en<br />
Cádiz ya nada tienen que cantar los<br />
poetas...<br />
—Y Pem&n se <strong>de</strong>cidió a contestarle.<br />
—Sí. Pero lo hizo con un propósito<br />
privado exclusivamente. Escribió su<br />
poema, «Chufüllas, no», sin ánimo <strong>de</strong><br />
darlo a la publicidad, y lo leyó en Cádiz<br />
a los amigos. Después, llegó el<br />
banquete anual <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia, don<strong>de</strong><br />
cada académico hace o dice algo<br />
a los postres, y don José Mana leyó<br />
su réplica a Alberti. Todos la escucharon<br />
muy satisfechos. Especialmente<br />
el doctor MarañÓn, que la pidió<br />
a Pemán para enviarla a Buenos Aires,<br />
en uno <strong>de</strong> cuyos periódicos fue<br />
publicada...<br />
—Quiere <strong>de</strong>cir que Alberti conoce<br />
ya la réplica pemantina.<br />
—Exactamente. Aquí la conocemos<br />
porque Ginés <strong>de</strong> Albareda, al <strong>de</strong>dicar<br />
su página literaria <strong>de</strong> «Ya» a Pemán,<br />
encontró estos versos inéditos como<br />
los últimos y más representativos <strong>de</strong>l<br />
poeta.<br />
-¿Y no se <strong>de</strong>cía que Alberti <strong>de</strong>seaba<br />
volver a España?<br />
—Así es. Sus libros y sus versos<br />
aparecen llenos <strong>de</strong> nostalgia. Algún<br />
viajero que <strong>de</strong> allá viene recoge esta<br />
misma impresión. No obstante, será<br />
difícil que Rafael vuelva por ahora.<br />
No por él, sino porque le retiene algún<br />
afecto familiar o literario no conforme<br />
con su regreso.<br />
—Pues es pena. Como <strong>de</strong>cía Pemán<br />
en sus versos, con Cádiz y la palabra<br />
Dios, Rafael se salvaría.<br />
— ¿Sabe usted que hubo dos cartas,<br />
realmente interesantes, entre escritores?<br />
— ¿Cartas agresivas?<br />
—Todo lo contrario. Cartas plenas<br />
<strong>de</strong> cordialidad, que valían para enlazar<br />
afectivamente a un joven <strong>de</strong> los<br />
que ya po<strong>de</strong>mos llamar maestro COTÍ<br />
un consagrado juvenil y creador en<br />
su madurez brillante.<br />
—Cuánto mejor sería que diese ya<br />
los nombres.<br />
—Ahí van. ¿Recuerda usted el artículo<br />
<strong>de</strong> Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa. don<strong>de</strong><br />
atacaba a Pemán por haber hecho el<br />
elogio <strong>de</strong> an escritor tremendista?<br />
—Sí, hombre. Aquel don<strong>de</strong> Juanito<br />
hablaba <strong>de</strong> don José María y <strong>de</strong> la<br />
«escolta» <strong>de</strong> sus seguidores.<br />
—Pues bien; <strong>de</strong> un periódico <strong>de</strong> tar<strong>de</strong><br />
le pidieron a Pemán respuesta a<br />
aquel ataque. Don José María no quiso<br />
darla, y le escribió una carta, dolida<br />
y sincera, a Josefina Carabias —la<br />
periodista que solicitó la réplica— en<br />
este sentido. La carta reflejaba un<br />
momento interesante en el ánimo ñe<br />
Pemán, y Josefina hizo todo lo posible<br />
por publicarla, aunque Pemán no se<br />
la mandaba con esa intención. Por<br />
fin, entre ella y Manuel G. Cerezales<br />
alcanzaron la autorización <strong>de</strong> don José<br />
María, quien por entonces ya no<br />
se acordaba siquiera <strong>de</strong> los términos<br />
exactos en que la carta iba concebida.<br />
—Todo eso lo conozco, porgue fue<br />
publico. Ahora bien: ¿dón<strong>de</strong> están<br />
esas otras dos cartas cordiales?<br />
—El exordio era necesario. Pasó el<br />
tiempo, y un día, Juan Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa,<br />
que es un joven lleno <strong>de</strong> nobleza<br />
y honra<strong>de</strong>z intelectual, pensó<br />
que, en algún modo, Pemán se había<br />
sentido agraviado por su artículo. Así<br />
es que escribió al poeta una carta<br />
don<strong>de</strong> le explicaba la tesis <strong>de</strong>l mismo<br />
y lo fuera que ésta se hallaba <strong>de</strong> ninguna<br />
malevolencia especial hacia un<br />
escritor al que siempre admiró por<br />
su línea espiritual, literaria y humana.<br />
Aquel artículo le costó a Figueroa ia<br />
amistad <strong>de</strong>l escritor tremendista aludido.<br />
Ahora le dolía fuese a costarle<br />
el aprecio y amistad <strong>de</strong> don José María.<br />
—Y Pemán contestó:<br />
—Si. Lo hizo en cuanto regresó <strong>de</strong><br />
Cádiz, y advirtiéndolo así en su carta.<br />
La misiva <strong>de</strong> don José María está<br />
llena <strong>de</strong> cordialidad y afecto. Incluso<br />
pi<strong>de</strong> perdón a Juanito por no haberle<br />
nombrado en una carta que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
luego, no estaba <strong>de</strong>stinada a la publicidad.<br />
Recordándole que ambos tienen<br />
amigos comunes, como el señor Pérez<br />
Embid, tíe quien Pemán recibió las<br />
mejores referencias respecto a Figueroa.<br />
—Lástima que no haya usted podido<br />
hacerse con el texto <strong>de</strong> la carta.<br />
—Ya le digo que el sentido es ésto.<br />
También recuerda Pemán cómo su<br />
primera relación con el director <strong>de</strong><br />
«índice» fue la carta que aquél le dirigió,<br />
pidiéndole una recomendación<br />
para los juegos florales <strong>de</strong> la vendimia<br />
jerezana...<br />
— ¿Y no cree usted que, lo mismo<br />
que se dio publicidad a aquella carta<br />
réplica <strong>de</strong> Pemán, no pensada para<br />
el periódico, sería interesante publicar<br />
ahora estas dos cartas, la <strong>de</strong> Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa<br />
a Pemán y la <strong>de</strong> Pemén<br />
a Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa?<br />
—Sí, me lo parece. Ellas servirían<br />
para <strong>de</strong>mostrar que algo más que el<br />
disgusto, el vinagre o la envidia alientan<br />
en nuestro mundo literato.<br />
— i Sabe usted que Luis Escobar anda<br />
buscando un teatro?<br />
—Sé que Luis no pue<strong>de</strong> vivir sin el<br />
teatro, y que hay más <strong>de</strong> una persona<br />
cerca <strong>de</strong>l ámbito escénico interesada<br />
en brindar al excelente director esa<br />
oportunidad.<br />
—Aunque el momento no parece ser<br />
el más oportuno. Cuando los locales<br />
se cierran para <strong>de</strong>stinarlos a otros<br />
menesteres o se pasan al cine.<br />
—Alu<strong>de</strong> usted al Fontalba. Dieciocho<br />
millones y los <strong>de</strong>vengos pendientes<br />
<strong>de</strong>l personal dio por él un Banco.<br />
—Yo oí hablar hace unos días a Escobar<br />
<strong>de</strong> esto. Lo más difícil, dice, es<br />
encontrar pare<strong>de</strong>s. Y cada vez los<br />
teatros son menos fructíferos en el<br />
centro, don<strong>de</strong> jamás el espectáculo<br />
pue<strong>de</strong> compensar los ingresos que el<br />
local o edificio pudiera producir <strong>de</strong>stinado<br />
a otro menester cualquiera.<br />
—Pero, y esto es lo interesante,<br />
i forma o no forma Luis?<br />
—Ya le digo que hay gente <strong>de</strong> teatro<br />
interesada en ello. Hace falta que<br />
lo ofrecido interese a Escobar. Puesto<br />
que él no se implicaría en una empresa<br />
que no reuniese evi<strong>de</strong>nte calidad<br />
estética y una regular garantía<br />
do éxito.<br />
—Quien está dispuesto a formar<br />
una agrupación teatral <strong>de</strong> género clásico<br />
es Luis González Robles.<br />
—Conozco a ese sevillano dinámico<br />
e inteligente. Ahora tuvo un éxito rotundo<br />
con las representaciones que organizó<br />
y dirigió en el parque <strong>de</strong> María<br />
Luisa. Todo lo contrario <strong>de</strong> la espectacularidad<br />
hipertrofiada. Allí hubo<br />
sencillez, belleza, plástica teatral<br />
y gracia verbal, musical y poética.<br />
—Tengo entendido que <strong>de</strong> las tres<br />
obras ofrecidas, «La hidalga <strong>de</strong>l valle»,<br />
«El perro <strong>de</strong>l hortelano» y «La dama<br />
duen<strong>de</strong>>, la primera fue un verda<strong>de</strong>ro<br />
primor.<br />
— «La hidalga <strong>de</strong>l valle» es un auto<br />
sacramental que, aun clasificado asi,<br />
resulta un maravilloso auto mañano,<br />
ya que el dogma y misterio <strong>de</strong> la Concepción<br />
<strong>de</strong> María es el que se proclama<br />
en sus versos bellísimos.<br />
—Pues para «La hidalga» hizo Enrique<br />
Franco unas ilustraciones musicales<br />
maravillosas. Inspiradísimas, pie.<br />
ñas <strong>de</strong> gracia y emoción. Todo el mundo<br />
se preguntaba lo mismo: «¿Por qué<br />
este ilustre compositor y musicólogo<br />
no se proyecta a una labor creadora<br />
más frecuente?» Estamos necesitados<br />
<strong>de</strong> inspiración y técnica como la suya.<br />
—Notará usted que estamos perdiendo<br />
la costumbre <strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> concursos.<br />
—Lo noté; pero en mi es algo interesado.<br />
Figúrese que comenzamos a<br />
hablar <strong>de</strong> ellos en los «Paliques», y<br />
íuego los concursos no se resuelven, y<br />
tenemos que repetir una y otra vez<br />
nuestros informes o nuestros <strong>de</strong>spistes.<br />
(Continúa en la página 38.)<br />
DIRECTOR:<br />
Luis Poace <strong>de</strong> León<br />
SUBDIRECTOR;<br />
Faustino G. Sánchez-Marín<br />
REDACTOR-JEFE:<br />
José Javier Aleixandre<br />
SFXRETARIO<br />
DE REDACCIÓN t<br />
José Carlos Pérez junquera<br />
CONFECCIONADOR;<br />
Luis Fernán<strong>de</strong>z-Caneéis<br />
REDACTORES:<br />
Pilar Harrión<br />
; Vicente Cacho<br />
'*" Luis Castillo<br />
José María Jove<br />
Esteban Moran<br />
COLUMNISTAS:<br />
Juan Emilio Aragonés<br />
Julián Ayesta<br />
Pedro Caba<br />
Juan Fernán<strong>de</strong>z F/ saloncülo <strong>de</strong> la revista<br />
ATENEO, Santa Catalina, Jí,<br />
está abierta una exposic'ón<br />
pprm mente <strong>de</strong> artistas pió*ticos<br />
SUSCKIPCIONFS<br />
TV¡mestrai 29 peseta*<br />
Semestral 57 »<br />
Anuef 113 »<br />
REVISTA DE LOS VTENEOS<br />
DE ESPASA<br />
ANO III - NUMERO 60<br />
MADRID. 15- VI- 1954
A que pensar, ciertamente,<br />
este constante<br />
y progresivo interés<br />
<strong>de</strong> los católicos<br />
por el trascen<strong>de</strong>ntal<br />
•tema <strong>de</strong> lo religioso.<br />
I
(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />
vidirse, parte hacia la burguesía y<br />
parte hacia el proletariado.<br />
—Junto a estos pecados, uno bastante<br />
serio, bastante grave. El <strong>de</strong> la<br />
organización. L a superorganización.<br />
Las espléndidas asociaciones ineficaces<br />
y semimuertas. La letra <strong>de</strong>vorando<br />
al espíritu. Los afiliados minando<br />
los mejores <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> la organización<br />
con una sórdida labor <strong>de</strong> zapa, <strong>de</strong><br />
critica negativa, <strong>de</strong> sonrisas escépticas,<br />
r'el no hay nada que hacer. La<br />
organización por y para la organización,<br />
y no para los fines esenciales.<br />
Resultado: el olvido <strong>de</strong>l programa<br />
evangélico, tan escuetamente contenido<br />
en diez breves mandatos.<br />
DIAGNOSTICO<br />
En resumen: el puritanismo, la<br />
crueldad social, la codicia y ese terrible<br />
pecado <strong>de</strong> nuestro tiempo, no<br />
sólo no vencido, sino cada día más<br />
popular y extendido: la soberbia.<br />
Sobre este cuadro clínico, el diagnóstico<br />
es bien claro: la falta <strong>de</strong> caridad.<br />
Nos consume un afán <strong>de</strong> hacer<br />
cosas —el activismo—, <strong>de</strong> resolver<br />
problemas, <strong>de</strong> discutir y <strong>de</strong> pensar<br />
—la inflación religiosa—. El cristianismo<br />
—recordaba también el obispo<br />
<strong>de</strong> Orense— no es un sistema filosófico<br />
construido con aportaciones; no<br />
es un credo político modificable por<br />
plebiscitos. Es un modo <strong>de</strong> ser, es un<br />
estilo, es una verdad. Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio,<br />
tenemos los oídos llenos <strong>de</strong> las<br />
palabras <strong>de</strong> San Pablo, que, al hablar<br />
<strong>de</strong> las tres virtu<strong>de</strong>s teologales,<br />
dice que la más excelente <strong>de</strong> todas<br />
ellas es Za caridad. Y digo caridad en<br />
sentido teológico, y no en sentido político;<br />
o, lo que es lo mismo, hablo<br />
<strong>de</strong> vida divina y no <strong>de</strong> transigencias.<br />
Por eso creo que, en esencia, la misión<br />
<strong>de</strong> los católicos ante los catolícistas<br />
<strong>de</strong>be ser la <strong>de</strong> hacerles vivir<br />
íntegramente la fe recibida en el bautismo.<br />
Creo que todos los problemas<br />
se reducen a ese solo problema. Ni<br />
catolicismo <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechas, cómodo y<br />
panfilo, como el que viven muchos,<br />
ni catolicismo <strong>de</strong> izquierdas, intelectualoi<strong>de</strong><br />
y pedante, como el que viven<br />
otros, especialmente en la juventud.<br />
No hay «catolicismos». Hay un solo<br />
catolicismo, fundado por Cristo, cuya<br />
autoridad —acaba <strong>de</strong> recordarlo<br />
el Papa en un impresionante discurso<br />
¡i los car<strong>de</strong>nales y prelados reunidos<br />
en Roma para la canonización <strong>de</strong><br />
Pío X— se transmite a los obispos,<br />
«sin que naya otros maestros por <strong>de</strong>recho<br />
divino en la Iglesia <strong>de</strong> Cristo».<br />
Un solo catolicismo, al que se entra<br />
por la puerta litúrgica <strong>de</strong>l Bautismo,<br />
al que se pertenece con la voluntad<br />
<strong>de</strong> imitar a Cristo y <strong>de</strong> participar<br />
en los frutos <strong>de</strong> su Re<strong>de</strong>nción,<br />
y en el que todo se reduce a amar a<br />
' Dios sobre todas las cosas y al prójimo<br />
como a nosotros misinos.<br />
JOSÉ MARÍA PÉREZ LOZANO<br />
(1) La reciente Declaración Colectiva<br />
<strong>de</strong> la Asamblea Plenaria <strong>de</strong>l Episcopado<br />
francés (véase «Ecclesia», 671, <strong>de</strong>i 22 <strong>de</strong><br />
mayo <strong>de</strong> 1954) no tiene <strong>de</strong>sperdicio a este<br />
respecto. De alli extraemos esta írase:<br />
«La Iglesia pi<strong>de</strong> a sus hijos que se guar<strong>de</strong>n<br />
tanto <strong>de</strong> una inquietud malsana e<br />
impotente, como <strong>de</strong> una indiferencia culpable.<br />
Les recuerda que está <strong>de</strong>stinada a<br />
proseguir su misión a través <strong>de</strong> las sucesivas<br />
civilizaciones humanas, ya que todas<br />
tienen necesidad <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción.»<br />
(2) No seria Justo ni objetivo ignorar,<br />
sin embargo, algunos avances actuales: la<br />
existencia <strong>de</strong> minorías católicas sanas y<br />
auténticamente preocupadas por el catolicismo,<br />
que antes no existían (Manuel<br />
A. García Lorenzo Gomls, García Escu<strong>de</strong>ro,<br />
Luis Ponce <strong>de</strong> León...); la actividad<br />
<strong>de</strong> esie pequeño grupo <strong>de</strong> pensadores da<br />
enorme vigor a nuestras minorías; la existencia,<br />
también, <strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> caridad<br />
viva, dispuestos a vivir Integramente el<br />
mensaje evangélico, como esos grupos selectísimos<br />
que han <strong>de</strong>sembocado en los<br />
Institutos Seculares —no olvi<strong>de</strong>mos que<br />
el primero <strong>de</strong> ellos, el Opus Dei, fue fundado<br />
por un español- como aportación<br />
magnjíica <strong>de</strong>l laicado a la obra <strong>de</strong> la<br />
Iglesia. Y aún la existencia <strong>de</strong> esos pequeños<br />
grupos <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminadas asociaciones<br />
que siguen llenando nuestros seminarios,<br />
en un verda<strong>de</strong>ro florecer <strong>de</strong> vocaciones<br />
re ti glosas.<br />
¡storia <strong>de</strong> una vergüenza<br />
añoles en<br />
INDOCHINA<br />
Al legendario capitán Ignacio<br />
Fernán<strong>de</strong>z, guien con cien españoles<br />
—cien cuchillos y cien mil<br />
corazones— mantuvo en jaque a<br />
diez mil annamitas frente a la<br />
pagoda <strong>de</strong> los Campaniles.<br />
^ hoy este artículo sin más pre.<br />
A tensiones que recordar a los españoles,<br />
en estos días que tanto se pregonan<br />
los acontecimiento <strong>de</strong> Indochina,<br />
que en aquellas mismas lejanas tierras<br />
no pocas tumbas <strong>de</strong> hermanos<br />
nuestros escon<strong>de</strong>n, entre la inmortalidad<br />
y el olvido, el secreto <strong>de</strong> una <strong>de</strong><br />
las etapas más heroicas y al mismo<br />
tiempo mas vergonzosas <strong>de</strong> la historia<br />
española.<br />
UNA TRISTE EFEMÉRIDES<br />
El 5 <strong>de</strong> junio se cumplieron noventa<br />
y dos años <strong>de</strong> la firma <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los<br />
tratados más lamentables <strong>de</strong> nuestra<br />
historia. El 5 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1862 España<br />
y Francia firmaban la paz con el reino<br />
aonamita, dando por finalizada una<br />
guerra <strong>de</strong> cuatro años. Aquel mismo<br />
5 <strong>de</strong> junio Francia lanzaba uno <strong>de</strong> sus<br />
más típicos y pantagruélicos bocados<br />
sobre la heredad <strong>de</strong>l prójimo. Como en<br />
un sueño, se apropiaba cínicamente <strong>de</strong>l<br />
sur <strong>de</strong> la Indochina. Mientras tanto,<br />
España recibía poco más que ei permiso<br />
para enterrar a sus muertos, los<br />
muertos Que precisamente acababan <strong>de</strong><br />
conquistar ía Cochinchina. Una vez<br />
más, nosotros habíamos puesto la fama.<br />
Y la lana. Francia, en una jugada<br />
<strong>de</strong> gran eotilo, puso los embajadores.<br />
Y salió ganando en el empeño, porque<br />
ios tenía a manadas. Más <strong>de</strong> un<br />
ministro español <strong>de</strong> la época, más <strong>de</strong><br />
un leguyesco y masónico covachuelista<br />
<strong>de</strong> la Corte <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong> guardaba, al servicio<br />
<strong>de</strong> los franceses, tibias añoranzas<br />
versallescas.<br />
Pero están ya, por ventura para los<br />
españoles, lejanas las horas en que legendarios<br />
soldaditos, enjutos y morenos,<br />
muertos <strong>de</strong> hambre y <strong>de</strong> recuerdos, ganaban<br />
combates cuerpo a cuerpo mientras<br />
afrancesados diplomáticos los perdían.<br />
Eran aquéllos los tristes y <strong>de</strong>sangelados<br />
días en que España vivía sin<br />
voluntad <strong>de</strong> imperio, adormilada en el<br />
regazo <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rrotas. La patria más<br />
bella <strong>de</strong>l mundo perdía su aire <strong>de</strong> capitana,<br />
y el riesgo y las galopadas se<br />
habían transformado en unos borceguíes<br />
para tener los pies calientes- Antes,<br />
en épocas más rigurosas y eficaces,<br />
<strong>de</strong>l riesgo se hacían lanzas, y los<br />
pies <strong>de</strong> la patria marchaban al aire<br />
<strong>de</strong> todos los confines, y abrían a su<br />
paso las más temibles rutas marinas,<br />
y calmaban a golpe <strong>de</strong> conquista el ardor<br />
<strong>de</strong> los más inhóspitos <strong>de</strong>siertos, y<br />
las duras y antiguas montañas se ña.<br />
cían terciopelo puro, como el corazón<br />
<strong>de</strong> una doncella, al paso <strong>de</strong> carga <strong>de</strong><br />
los imperiales.<br />
ASI COMENZÓ LA TRAMPA<br />
Corre el año 1857 y el reino <strong>de</strong> Annára<br />
se alborota peligrosamente. El Gobierno<br />
<strong>de</strong> Hué, la vieja capital annamita,<br />
<strong>de</strong>creta la persecución contra las<br />
Misiones católicas establecidas en su territorio.<br />
En poco más <strong>de</strong> veinte días,<br />
a través <strong>de</strong> una espantosa matanza,<br />
mueren más <strong>de</strong> diez mil cristianos, entre<br />
ellos el obispo español fray José<br />
María Díaz, vicario apostólico. España,<br />
a cuya ban<strong>de</strong>ra pertenecen la inmensa<br />
mayoría <strong>de</strong> las Misiones martirizadas,<br />
prepara una expedición militar que, saliendo<br />
<strong>de</strong> Filipinas, se dirigirá a la conquista<br />
<strong>de</strong> la bahía <strong>de</strong> Turana, en pleno<br />
corazón <strong>de</strong> Annánx Mas teniendo en<br />
cuenta que algunas <strong>de</strong> las Misiones perseguidas<br />
son francesas, invita a la na.<br />
ción vecina a tomar parte en la campaña<br />
que se prepara- Los franceses<br />
aceptan. Entre otros motivos, porqus<br />
hace tiempo que buscan la oportunidad<br />
<strong>de</strong> quedarse con la Cochinchina. Por<br />
su parte, España, más atenta a la voz<br />
<strong>de</strong> Cristo que a los gemidos <strong>de</strong>i estómago,<br />
no firma con sus aliados las condiciones<br />
en que la campaña habrá <strong>de</strong><br />
realizarse. Le basta saber que sus mas<br />
íntimos sentimientos han sido atropellados.<br />
Y una mañana <strong>de</strong> agosto Manila<br />
ve partir hacia la aventura a los<br />
dos mil mejores hombres <strong>de</strong> nuestras<br />
tropas coloniales. Al frente <strong>de</strong> ellos va<br />
el coronel Ruiz <strong>de</strong> Lanzarote. Francia,<br />
que tiene en las manos la mejor ocasión<br />
para satisfacer sus ladinos propó.<br />
sitos, se ampara en la ingenuidad <strong>de</strong><br />
los españoles y tampoco habla <strong>de</strong> esta,<br />
blecer condiciones. Es <strong>de</strong>cir, si. Sin saber<br />
por qué, un almirante francés, Rígault<br />
<strong>de</strong> Genouilly, se hace cargo <strong>de</strong>l<br />
mando general <strong>de</strong>l ejército hispanofrancés.<br />
Por arte <strong>de</strong> birlibirloque, <strong>de</strong><br />
invitados han pasado a anfitriones. Es<br />
la ley <strong>de</strong> la eterna habilidad gala y ás<br />
la entonces reiterada estupi<strong>de</strong>z españo.<br />
la. El 31 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1858 los hispanofranceses<br />
atacaban Turana, y las posiciones<br />
annamitas se abaten bajo el em.<br />
puje <strong>de</strong>l ejército aliado. El mando es.<br />
pañol propone la persecución <strong>de</strong>l enemigo,<br />
que huye <strong>de</strong>smoralizado a través<br />
<strong>de</strong> los arrozales que le conducen a Hué.<br />
Ruiz <strong>de</strong> Lanzarote sabe, porque asi lo<br />
presiente su exacto rigor militar, que<br />
la capital annamita caerá si tras <strong>de</strong>l<br />
eficaz asalto a Turana se inicia la persecución.<br />
Pero el mando francés, mando<br />
supremo <strong>de</strong> la expedición, obe<strong>de</strong>ce<br />
en ese momento muy sabias y escondidas<br />
consignas <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> Walewski, ministro<br />
<strong>de</strong> Estado <strong>de</strong> Napoleón III, y or<strong>de</strong>na<br />
la fortificación <strong>de</strong> la recién con.<br />
quistada península <strong>de</strong> Turana. Protesta<br />
Lanzarote, porque aquello va contra<br />
las más elementales leyes <strong>de</strong> la guerra.<br />
Detenerse en Turana es dar tiempo al<br />
enemigo para que se afiance en la ca.<br />
pital annamita. Pero las proposiciones<br />
<strong>de</strong>l coronel español caen en saco roto,<br />
y lo mejor <strong>de</strong>l ejército expedicionario<br />
se hun<strong>de</strong> entre la fiebre, el trabajo y la<br />
fatiga levantando durante meses y meses<br />
muros y barricadas, abriendo tremendas<br />
fosas que inauguran sus propios<br />
cuerpos. Y mientras el ardor y la<br />
ingenuidad <strong>de</strong> los españoles lamentan<br />
la para ellos grave equivocación táctica,<br />
un pequeño <strong>de</strong>talle viene a poner<br />
!as cosas en claro. En una jugada maes.<br />
Ira, ei almirante Rigault <strong>de</strong> Genouilly se<br />
saca <strong>de</strong> la manga un viejo truco pirata y<br />
va explicando, ante los asombrados ojos<br />
<strong>de</strong> los españoles, los motivos por los que<br />
no consi<strong>de</strong>ró oportuna la persecución<br />
hasta Hué. Los soldados <strong>de</strong> España, que<br />
precisamente por haber nacido en España<br />
hicieron siempre un altar <strong>de</strong> la<br />
lealtad y la nobleza, se indignan cuando<br />
el almirante galo les cuenta cómo<br />
hace casi cien años, en tiempos <strong>de</strong><br />
Luis XVI, Francia firmo un tratado<br />
con un príncipe annamita por el cual<br />
el territorio <strong>de</strong> Turana pasaría a manos<br />
francesas a cambio <strong>de</strong>l envío <strong>de</strong><br />
unos barcos, unos batallones y unos TÚ-<br />
Hones <strong>de</strong> francos, que no llegaron a<br />
manos <strong>de</strong>l principe <strong>de</strong>l cuento porque,<br />
entre otras cosas, el tratado se vino<br />
abajo con la llegada <strong>de</strong> la Revolución<br />
francesa.<br />
La trampa fue fabulosa. Tan fabulosa<br />
como para pensar, sin temor 3<br />
ningún error, que lo que menos les preocupó<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio a nuestros ve.<br />
cinos fue la afrente, contra las Misiones<br />
católicas.<br />
La rabia cundió entre los batallones<br />
<strong>de</strong> Filipinas, y pensando Francia, con<br />
muy hábil sentido, que si en <strong>de</strong>squite<br />
a su traición el cuerpo expedicionario<br />
español regresaba a Manila, se les escaparía<br />
<strong>de</strong> las manos el exquisito bocado<br />
<strong>de</strong> la Cochinchina, por no po<strong>de</strong>rlo<br />
conquistar ellos solos, el Gobierno<br />
<strong>de</strong> Napoleón III resolvió la papeleta<br />
enviando a nuestro embajador en<br />
París una nota en la que, entre otras<br />
rotundas - 'urinaciones, se hacía constar<br />
que «no sabía si convendría a Francia<br />
adquirir algún territorio en la Cochinchina,<br />
pero que en el caso <strong>de</strong> convenir<br />
a Francia y a España, las dos<br />
naciones le tendrían igualmente». Esto<br />
parecía palabra <strong>de</strong> caballero y calmó<br />
los exaltados ánimos <strong>de</strong> los españoles.<br />
OTRA VEZ LA TRAICIÓN<br />
Ciertamente que España tenía <strong>de</strong>seos<br />
<strong>de</strong> clavar su ban<strong>de</strong>ra en el Tonkin, extremo<br />
norte <strong>de</strong> la Indochina. Las numerosas<br />
Misiones españoles esparcidas<br />
en aquellas latitu<strong>de</strong>s y el noble <strong>de</strong>seo<br />
<strong>de</strong> ampararlas frente a las rabiosas per.<br />
secuciones, unido a la urgente necesidad<br />
<strong>de</strong> mantener en la Indochina algún<br />
puerto comercial que facilitase a<br />
España la continuación <strong>de</strong> la guerra,<br />
hizo que nuestros hombres propusieran<br />
al mando francés dirigir la campaña<br />
hacia el norte. Corría ya el año 1859,<br />
y los españoles habían calmado su im.<br />
paciencia fortificando para Francia la<br />
península <strong>de</strong> Turana y creyendo honradamente<br />
en las promesas hechas A<br />
nuestro embajador en París. Ruiz <strong>de</strong><br />
Lanzarote creyó llegado el momento en<br />
que la expedición marchara hacia el<br />
Tonkin y así lograr la justa aspiración<br />
española, y manifestó al mando aliado<br />
las razones que aconsejaban dar un<br />
nuevo rumbo a la campaña. Pero Rigault<br />
<strong>de</strong> Genouilly, que aún ostentaba<br />
la jefatura suprema, lejos <strong>de</strong> aten<strong>de</strong>r a<br />
nuestros <strong>de</strong>seos, or<strong>de</strong>na una ofensiva<br />
en toda regla contra Saigón, capital<br />
<strong>de</strong> la Cochinchina. Esto suponía una<br />
serie <strong>de</strong> <strong>de</strong>sembarcos y redoblados esfuerzos<br />
que alejaban mas aún la posibilidad<br />
<strong>de</strong> que España algún día plantara<br />
sus estandartes en el Tonkin. Cos-<br />
<strong>de</strong> ¡unto Ae I o - 1 » !•
tara lo que cosíase, por encima <strong>de</strong> toda<br />
moral, por encima <strong>de</strong> toda lealtad y<br />
justicia, Francia explotaba <strong>de</strong> nuevo la<br />
ingenuidad y la sangre española, a fin<br />
<strong>de</strong> completar su botín. El sucio gesto<br />
se hacía mas insoportable aún porque<br />
el peso <strong>de</strong> la empresa iba a caer <strong>de</strong><br />
lleno sobre nuestros hombros. Las tropas<br />
francesas estaban diezmadas por<br />
las fiebres y las duras jornadas. Prácticamente,<br />
allí no existía el ejército<br />
francés. Solos, con su ímpetu y su glo.<br />
ría, los batallones <strong>de</strong> Filipinas van a<br />
enfrentarse contra ías bandas annamitas<br />
que aullan como perros rabiosos<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las <strong>de</strong>fensas <strong>de</strong> Saigón. En<br />
un espeluznante y veloz <strong>de</strong>sembarco, el<br />
comandante Palanca, segundo jefe <strong>de</strong>l<br />
cuerpo expedicionario español, abre brecha<br />
contra el cerco enemigo. Se lucha<br />
a muerte por llegar a las posiciones<br />
centrales <strong>de</strong> la capital. En los fortines<br />
que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n la entrada a Saigón la<br />
carne española se va quemando en aras<br />
<strong>de</strong> un heroísmo estéril. Todo aquel esfuerzo,<br />
toda aquella, congoja y aquel<br />
coraje por clavar la ban<strong>de</strong>ra en la ciudad<br />
annamita van a servir únicamente<br />
para que Francia, en un gesto avieso,<br />
cometa su segunda traición.<br />
Pero ningún soldado español piensa<br />
en aquella hora más que en <strong>de</strong>jar la<br />
huella <strong>de</strong> su heroísmo. Las viejas y legendarias<br />
ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> Filipinas on<strong>de</strong>an<br />
en la mañana alegre <strong>de</strong>l trópico y tras<br />
<strong>de</strong> ellas vuela la fiel infantería española.<br />
Vuela, canta y cabalga —la infantería<br />
cabalga sobre su ímpetu— bajo la voz<br />
<strong>de</strong> mando <strong>de</strong> Palanca, que les ha prometido<br />
la victoria. En un arranque supremo,<br />
en un limpio y brioso empuje,<br />
los mozos <strong>de</strong> España rompen la resistencia<br />
enemiga, y Saigón cae en po<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong> los españoles Huye el enemigo gimiendo<br />
su <strong>de</strong>rrota,<br />
Y tras <strong>de</strong>l heroísmo <strong>de</strong> los que han<br />
abierto brecha con el corazón y el cuchillo<br />
llegan los merca<strong>de</strong>res a contar<br />
el botín. Es a Francia a quien le toca<br />
hablar ahora. Los españoles ya han hecho<br />
bastante con jugarse el tipo. Los<br />
annamitas han <strong>de</strong>jado más <strong>de</strong> doscientas<br />
piezas <strong>de</strong> artillería, treinta mil fu.<br />
siles, varios barcos <strong>de</strong> guerra, centenares<br />
<strong>de</strong> toneladas <strong>de</strong> arroz... Un generoso<br />
botín. Pi<strong>de</strong>n los españoles su parte<br />
—¡ellos, que tenían <strong>de</strong>recho a todo!—,<br />
y el jefe <strong>de</strong> nuestra expedición recibe,<br />
en contestación a su <strong>de</strong>manda, una<br />
nota en la que se dice que «Esoaña n^<br />
tiene <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> ningún género en<br />
Saigón, por ser propiedad exclusiva <strong>de</strong><br />
Francia, que lo posee sin ce<strong>de</strong>r parte,<br />
y que, por tanto, todos los productos<br />
allí obtenidos y los que se sigan obteniendo<br />
son suyos. Y así como Saigón<br />
pertenece a Francia, en Tonkín o en<br />
otro punto <strong>de</strong> la Cochinchina es don<strong>de</strong><br />
España obtendrá las in<strong>de</strong>mnizacio.<br />
nes <strong>de</strong> sus gastos». Otra vez surgía en<br />
la escena el viejo cuento <strong>de</strong>l tratado<br />
francés con el eutrapélico principe annamtta;<br />
<strong>de</strong> nuevo la traición <strong>de</strong> Francia<br />
cubría <strong>de</strong> escarnio el esfuerzo <strong>de</strong><br />
nuestros héroes y el sacrificio <strong>de</strong> nuestros<br />
muertos.<br />
LA MASONERÍA, EN ACCIÓN<br />
Había llegado ya el año 1860, y dos<strong>de</strong><br />
guerra y privaciones habían escrito<br />
sobre el difícil horizonte <strong>de</strong> Indochina<br />
las dos posturas típicas, históricas, <strong>de</strong><br />
dos pueblos vecinos. España continuaba<br />
dando pruebas <strong>de</strong> su lealtad y heroísmo<br />
consustanciales. Francia seguía<br />
medrando. En aquel año, <strong>de</strong> acuerdo<br />
con Inglaterra, su compañera <strong>de</strong> aventuras,<br />
había pensado llevar sus armas<br />
contra China. La situación resultaba<br />
algo difícil para el Gobierno francés,<br />
porque, teniendo que retirar sus tropas<br />
<strong>de</strong> Annám para llevar a cabo su nueva<br />
empresa, temía que al quedar solas<br />
las guarniciones españolas, s e<br />
aprovecharan éstas <strong>de</strong> la ausencia<br />
<strong>de</strong> los franceses y dieran lugar a España<br />
a abrir un período <strong>de</strong> influencia<br />
total en la Cochinchina. El problema<br />
vino a ponerlo en rías <strong>de</strong> solución impensadamente<br />
el propio Gobierno <strong>de</strong><br />
<strong>Madrid</strong>. En aquella época, nuestro embajador<br />
en París había presentado al<br />
ministro <strong>de</strong> Estado trances una nota<br />
<strong>de</strong> protesta por la irregularidad con<br />
que Francia llevaba su campaña en<br />
Indochina. Con una habilidad rayana<br />
en el maleficio diabólico, los franceses<br />
ATENEA<br />
^ A<br />
contestaron ladinamente, <strong>de</strong>jando insinuar<br />
que los annamitas parecían inclinarse<br />
a firmar una paz» y que sería interesante,<br />
en beneficio <strong>de</strong> todos, no<br />
<strong>de</strong>struir aquellos pacíficos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l<br />
enemigo. Más tar<strong>de</strong> retiraba sus tropas,<br />
<strong>de</strong>jando únicamente pequeñas<br />
guarniciones encargadas <strong>de</strong> vigilar el<br />
territorio que ellos usufructuaban y<br />
que el esfuerzo español había conquistado.<br />
Al mismo tiempo que el Ministerio<br />
<strong>de</strong> Estado francés, entraban tn<br />
juego las logias masónicas <strong>de</strong> París, a<br />
fin <strong>de</strong> ganar a espaldas <strong>de</strong>l Gobierno<br />
español un tortuoso tanto. Una leve<br />
presión a los hermanos que arrastraban<br />
la traición en la Capitanía General<br />
<strong>de</strong> Filipinas, y, tras la leve presión<br />
—¡ley tajante <strong>de</strong>l Gran Oriente!—, el<br />
coronel Ruiz <strong>de</strong> Lanzarote recibía or<strong>de</strong>n<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Manila <strong>de</strong> que regresaran al<br />
archipiélago la mayoría <strong>de</strong> las tropas<br />
españolas. Y mientras en <strong>Madrid</strong> continuaban<br />
en el mejor <strong>de</strong> los limbos,<br />
gran parte <strong>de</strong> nuestro cuerpo expedicionario<br />
embarcaba rumbo a sus bases<br />
<strong>de</strong> origen. Otra vez los soldaditos <strong>de</strong><br />
España, tatuados <strong>de</strong> cicatrices y heroísmos,<br />
servían <strong>de</strong> guardaespaldas y<br />
burla al egoísmo francés. Nuestros aliados<br />
podían ya dormir tranquilos y preparar<br />
con su comadre Inglaterra la<br />
campaña <strong>de</strong> China.<br />
FRANCIA LEGALIZA SU TRAICIÓN<br />
En 1861 los franceses han solucionado<br />
a satisfacción sus problemas <strong>de</strong><br />
China, y regresan a la Baja Indochina<br />
a finalizar su carrera <strong>de</strong> mezquinda<strong>de</strong>s.<br />
Por entonces, el ya coronel Palanca,<br />
el héroe <strong>de</strong> la conquista <strong>de</strong> Saigón,<br />
ha sido nombrado por el Gobierno<br />
español jefe <strong>de</strong> nuestras tropas ex.<br />
pedicioiiarias, y <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> volcar todo su<br />
esfuerzo para lograr <strong>de</strong> una vez que<br />
España ocupe el Tonkín. Los franceses<br />
le prometen muy seriamente que, tan<br />
pronto como se venzan las últimas resistencias<br />
<strong>de</strong> Cochinchina y se consoli<strong>de</strong><br />
la permanencia gala, Francia pondrá<br />
a disposición <strong>de</strong> España los buques<br />
y tropas necesarios para la expedición<br />
al Tonktn. Mientras tanto, es necesario<br />
que España contenga sus <strong>de</strong>seos,<br />
porque las tropas <strong>de</strong> Filipinas le son<br />
muy necesarias al almirante Bonnard<br />
—nuevo jefe <strong>de</strong>l ejército aliado— para<br />
asentar las colonias francesas. Entre<br />
promesas y dilaciones, van pasando los<br />
meses, y el coronel Palanca, consi<strong>de</strong>rando<br />
que Francia ha consolidado suficientemente<br />
sus territorios, solicita »4<br />
cumplimiento <strong>de</strong> los ofrecimientos <strong>de</strong><br />
nuestros aliados. La ocasión para realizar<br />
una acción militar sobre el norte<br />
<strong>de</strong> Indochina se muestra notablemente<br />
propicia. Precisamente acaba <strong>de</strong> estatuar<br />
en aquella región una revolución<br />
que acaudilla el príncipe Le-Duy-Phuny,<br />
pretendiente al trono <strong>de</strong>l Tonkín y fervoroso<br />
cristiano convertido en el regazo<br />
<strong>de</strong>l vicario apostólico. Reiteradamente<br />
solicita <strong>de</strong> Palanca el protectorado<br />
<strong>de</strong> España, y nuestro cuerpo expedicionario<br />
únicamente necesita para la empresa<br />
la pequeña ayuda <strong>de</strong> un barco<br />
y varias compañías francesas. El almirante<br />
Bonnard se niega en redondo a<br />
satisfacer la <strong>de</strong>manda <strong>de</strong>l jefe español.<br />
No pue<strong>de</strong> justificar su conducta, y por<br />
todos los medios intenta convencer a<br />
Palanca <strong>de</strong> que todavía no ha llegado<br />
la hora <strong>de</strong> España. La verdad es que<br />
Francia quiere impedir a todo trance<br />
que nuestra ban<strong>de</strong>ra on<strong>de</strong>e en ninguna<br />
zona <strong>de</strong> Indochina. Con las Filipinas<br />
enfrente, los españoles pue<strong>de</strong>n<br />
ten<strong>de</strong>r un lazo <strong>de</strong>masiado peligroso.<br />
Estamos ya en pleno 1862, y los hombres<br />
que han conquistado un imperio<br />
para el mas <strong>de</strong>sleal aludo ven con<br />
amargura cómo el TonJcin, la nueva<br />
tierra <strong>de</strong> promisión, se les escapa <strong>de</strong>l<br />
corazón...<br />
Entre tonto engaño y <strong>de</strong>sventura,<br />
una negra fecha se acerca para consumar<br />
la teaición <strong>de</strong> Francia. El 5 <strong>de</strong><br />
junio <strong>de</strong> 1¿62 se firma un tratado <strong>de</strong><br />
paz entre España, Francia y el reino<br />
annamita. Francia se queda con la Cochinchina,<br />
A nosotros nos agra<strong>de</strong>cen<br />
los servicios prestados. Pero con el tratado<br />
no finalizaba la campaña a beneficio<br />
<strong>de</strong> los franceses. Necesitaban<br />
éstos aún los subsidios <strong>de</strong> sangre española,<br />
y febrero <strong>de</strong> 1863 —¡ocho meses<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l pacto!— ve morir soldados<br />
<strong>de</strong> nuestra patria en los combates<br />
<strong>de</strong> Go-Eong y Trai-Cat, nuevos<br />
bastiones para la insaciable ambición<br />
francesa. En abril <strong>de</strong> aquel mismo<br />
año la expedición española abandona-<br />
ría para siempre la rica y exuberante<br />
tierra que la sangre caliente <strong>de</strong> nuestros<br />
hombres había dominado para<br />
servir a la voracidad <strong>de</strong> Francia. Atrás<br />
quedaban, para ser juzgados por la<br />
justicia <strong>de</strong> Dios, los héroes españoles<br />
caídos orgullosamente al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la<br />
más difícil y estéril empresa. Nada suponía<br />
para nuestros escandalosos vecinos<br />
el enérgico empuje <strong>de</strong> unos sóida,<br />
dos nerviosos y morenos que fueron<br />
capaces ellos solos <strong>de</strong> grabar con serena<br />
constancia, con inigualable heroísmo,<br />
un difícil y tremendo camina <strong>de</strong><br />
victorias, una amarga ruta <strong>de</strong> <strong>de</strong>sengaños,<br />
cuyo único paliativo era la seguridad<br />
<strong>de</strong> haber sabido luchar y morir<br />
con alegría, elegancia y generosidad.<br />
Atrás quedaba, para vergüenza <strong>de</strong><br />
Francia y <strong>de</strong> no pocos españoles comprados<br />
al precio <strong>de</strong> la traición, la presencia<br />
<strong>de</strong> los conquistadores hispanos<br />
alzándose con la soberana jerarquía<br />
<strong>de</strong> la muerte frente a Myt-Ho, Vín-<br />
Luong, Saigón, Bien-Roa, Mi-Cui, Tan-<br />
Tiel, Vín-Tong, Níbing, Song-Rai, Lai-<br />
Cong, Trai-Cat. Atrás quedaba, como<br />
un clamoroso testamento <strong>de</strong> dignidad<br />
y coraje, el gesto que sirve <strong>de</strong> amorosa<br />
<strong>de</strong>dicatoria a este artículo, el temple<br />
sobrehumano <strong>de</strong> un capitán <strong>de</strong> viejos<br />
tercios que supo aguantar con sólo<br />
<strong>de</strong>n soldados la rabia insatisfecha <strong>de</strong><br />
diez mil annamitas... Atrás quedaba la<br />
pagoda <strong>de</strong> los Campaniles contándole<br />
a la noche silenciosa el heroísmo <strong>de</strong><br />
unos dioses llegados <strong>de</strong> lejanas tierras.<br />
Atrás quedaban, entre la gloria, el dolor<br />
y la injusticia, una serena lección<br />
<strong>de</strong> bien morir...<br />
Verda<strong>de</strong>ramente que a nosotros, los<br />
españoles, europeos y occi<strong>de</strong>ntales con<br />
más razones y más <strong>de</strong>rechos que nadie,<br />
nos satisface el heroísmo <strong>de</strong>l coronel<br />
Christian la Croix <strong>de</strong> Castries.<br />
Nos satisface porque la sangre y el orgullo<br />
que Dios nos regaló nos han enseñado<br />
a no establecer fronteras en el<br />
heroísmo y la virtud. Nos satisface, y<br />
tal vez a nuestros vecinos <strong>de</strong>l Pirineo<br />
les agradará saberlo, que Francia sepa<br />
<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r lo que ni supo ni pudo con.<br />
quistar.
EL OESTE, OTRA VEZ.—El cine<br />
americano es un eine vacío, impersonal<br />
y en serie» sin el arte <strong>de</strong>l cine<br />
europeo; pero es el cine-cine, y,<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> él, el cine <strong>de</strong>l Oeste.<br />
Otros géneros han aparecido <strong>de</strong>spués<br />
y se han agotado antes. Ese<br />
parece capaz <strong>de</strong> aguantarlo todo.<br />
Hasta ganando. El sonoro le añadió<br />
el estampido <strong>de</strong> los eeoltss y el resonar<br />
<strong>de</strong> los cascos <strong>de</strong> los caballos<br />
sobre las rocas; el color le dio el ver<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong> las pra<strong>de</strong>ras, el cielo azul y las<br />
nubes <strong>de</strong> polvo sobre el <strong>de</strong>sierto;<br />
hasta con el cinemascopio parece<br />
que el cine <strong>de</strong>l Oeste es más compatible<br />
que cualquier otro, con sus<br />
dilatadas extensiones horizontales.<br />
El género asimila lo que le echen,<br />
precisamente porque ea el eine-cine.<br />
Pero si no pier<strong>de</strong> el favor <strong>de</strong>l público<br />
se <strong>de</strong>be, a mi juicio, a razones<br />
sólo en parte cinematográficas: ai<br />
hecho consolador <strong>de</strong> que el público<br />
pi<strong>de</strong> una épica y el cine <strong>de</strong>l Oeste<br />
es esa épica.<br />
CINE DE GÁNGSTERS; CINE<br />
DEL OESTE.-—La película <strong>de</strong> gángsters<br />
es también cine-cine. Pero aunque<br />
el gángster pase en ella <strong>de</strong><br />
«héroe público» a «enemigo público»<br />
y el héroe sea su perseguidor, el<br />
ambiente sórdido <strong>de</strong> criminales, encubridores,<br />
cómplices, confi<strong>de</strong>ntes,<br />
<strong>de</strong>latores y cobar<strong>de</strong>s, a la larga, repugna<br />
al espectador. La película <strong>de</strong><br />
gángsters es fiel a la ley <strong>de</strong> la novela<br />
policíaca, que Alemán Sáinz<br />
enuncia así: «Todos son sospechosos.»<br />
Y al instintivo sentido <strong>de</strong> nobleza<br />
<strong>de</strong>l espectador le molesta tanto sospechar.<br />
En la película <strong>de</strong>l Oe3te hay sospechosos,<br />
pero en teoría. En la práctica,<br />
sabemos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio<br />
quiénes son los «malos» y quiénes los<br />
«buenos». También ha tenido ese<br />
género sus películas <strong>de</strong> bandidos.<br />
Al eScarfaces, <strong>de</strong> Paul Huni, hacen<br />
pareja los cuatro hermanos Dalton,<br />
mejor todavía que los dos hermanos<br />
James, <strong>de</strong>masiado sublimados cinematográficamente.<br />
Pero falta el ambiente<br />
<strong>de</strong> los bajos fondos, y, a<strong>de</strong>más,<br />
lo que en el cine policiaco es regla,<br />
aquí es excepción. Lo normal os que<br />
la película <strong>de</strong>l Oeste se centre en el<br />
POR JOSÉ MARÍA GARCÍA<br />
héroe, que, a cara <strong>de</strong>scubierta, gallardamente,<br />
empren<strong>de</strong> una lucha<br />
ruda y noble en presencia, no <strong>de</strong><br />
ninguna pistolera oxigenada, sino<br />
<strong>de</strong> una rubia candorosa con la que<br />
al final se casará. El citado Alemán<br />
Sáinz <strong>de</strong>staca el cariz caballeresco<br />
y medieval <strong>de</strong> ese respeto a la mujer<br />
y al amor casto.<br />
Esos elementos forman un mito<br />
que no pier<strong>de</strong> con la repetición y ha<br />
adquirido proporciones universales.<br />
Cuando en su «Melody Cocktail»<br />
Walt Disney parodia graciosamente<br />
al héroe <strong>de</strong>l Oeste, en sn «Pecos<br />
Bill», no hace más que incorporar a<br />
su Olimpo al nuevo dios que ha llegado<br />
a ser para las multitu<strong>de</strong>s el<br />
cow-boy. Ni ei gángster ni su perseguidor<br />
podían, evi<strong>de</strong>ntemente, sustituirlo.<br />
EL «SUPER-WESTERN». — La<br />
película corriente <strong>de</strong>l Oeste necesita<br />
sólo acción y la percha <strong>de</strong> un héroe<br />
para colgar la acción. Sí la percha<br />
sonríe como Tom Mix o Errol Flynn,<br />
mejor. Perchas sin sonrisa son I03<br />
Alan Ladd y Rod Caraeron <strong>de</strong> hoy;<br />
los Hoot Gíbson y Ken Maynard<br />
<strong>de</strong> ayer. Pero era ayer cuando Wiílam<br />
Shakespeare Hart, e 1 «Río<br />
Jim» <strong>de</strong> las películas <strong>de</strong> aquel Hornero<br />
<strong>de</strong>l género, inventor <strong>de</strong>l cine<br />
<strong>de</strong>l Oesto, que fue luce, a<strong>de</strong>lantaba<br />
otro tipo <strong>de</strong> héroe que llegaría a su<br />
madurez con Gary Cooper, y más<br />
precisamente con el Gary Cooper <strong>de</strong><br />
«Solo ante el peligro» (Zinneroan,<br />
1950).<br />
En esta película inolvidable parece<br />
que queda muy poco <strong>de</strong> las leyes <strong>de</strong>l<br />
género. El héroe es un hombre viejo,<br />
que no sonríe y que tiene miedo.<br />
Minuto a minuto le vemos vacilar y<br />
angustiarse; le sorpren<strong>de</strong>mos cuando<br />
prepara el caballo para" escapar;<br />
minuto a minuto 83 <strong>de</strong>smorona la<br />
estatua <strong>de</strong>l héroe mítico, pero en su<br />
lugar se levanta la estatua <strong>de</strong>l hombre<br />
que, porque lo es, vence su miedo<br />
porquo tiene un <strong>de</strong>ber que cumplir.<br />
Lo que parecía <strong>de</strong>sviación resulta<br />
profundización <strong>de</strong> las leyes <strong>de</strong>l<br />
género. Pero hay más. Ese hombre<br />
pi<strong>de</strong> ayuda a sus vecinos. Sólo encuentra<br />
extraños que le vuelven la<br />
espalda. También parece que se<br />
<strong>de</strong>rrumba otra ley <strong>de</strong>l género: la<br />
distinción <strong>de</strong> «buenos» y Í mal os».<br />
No hay tal. Es que, junto a los «malos»<br />
sin equívocos, aparecen, en «Solo<br />
ante el peligro» las «<strong>de</strong>rechas», las<br />
«fuerzas vivas», las gentes «<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n»,<br />
los que todo lo que le pi<strong>de</strong>n al<br />
sheriff es que se vaya; que no se<br />
meta en líoa ni a re<strong>de</strong>ntor, que es lo<br />
que las <strong>de</strong>rechas temen siempre más,<br />
pues lo que a ellas les gusta es discutir,<br />
dar tiempo al tiempo, ser<br />
«razonables» y «pru<strong>de</strong>ntes»; cuando<br />
ocurre, por añadidura, que el sheriff<br />
va poco a la iglesia, se une al escándalo<br />
<strong>de</strong> los que se sienten personalmente<br />
ofendidos porque uno que no<br />
practiea se propone cumplir con su<br />
<strong>de</strong>ber estando allí ellos, los monopolizadores<br />
<strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s. El maniqueUmo<br />
<strong>de</strong>l cine <strong>de</strong>l Oeste se difumina<br />
mucho, ya se ve. En fin, en<br />
«Solo ante el peligro» hay tiros, pero<br />
los precisos y al final. Y aunque el<br />
sheriff vence, se concibe perfectamente<br />
que la película hubiese terminado<br />
con el sheriff tendido en la<br />
calle, asesinado, más que por las<br />
balas <strong>de</strong> los bandidos, por el abandono<br />
<strong>de</strong> «los buenos». Con lo cual se<br />
habría cristianizado enteramente la<br />
película <strong>de</strong>l Oeste al introducir en<br />
ella la posibilidad <strong>de</strong>l fracaso humano.<br />
Parecida profundízación <strong>de</strong>l género<br />
se da en películas anteriores.<br />
En la mejor película <strong>de</strong>! Oeste que<br />
se ha producido nunca, «La diligencia»<br />
(John Ford, 1939; los americanos<br />
no vi eron, sin embargo, la<br />
maravilla que era, acaso porque le<br />
faltaban gran<strong>de</strong>s presupuestos), el<br />
peligro «presente» se sustituye también<br />
por el peligro «esperado» (ocurre<br />
igual en «j'jl correo <strong>de</strong>l infierno») y no<br />
hay «héroe» hasta el final. El protagonista<br />
real es la diligencia, en la que<br />
la cámara se mete para hacer un análisis<br />
sociológico, cuyos resultados son<br />
tan poco convencionales como los <strong>de</strong><br />
Zinneman, en la prostituta que vale<br />
más que las puritanas que la han<br />
expulsado <strong>de</strong> la ciudad y que (al<br />
revés que ocurría en el género) no<br />
necesita que la maten para redimirse,<br />
o en el jugador profesional y en el<br />
módico borrachín. Y en «El forasteros<br />
(Wyler, 1940), quo seguramente<br />
compone con las dos anteriores el trío<br />
<strong>de</strong> ases <strong>de</strong>l cine <strong>de</strong>l 0_>3fce, la compleja<br />
figura <strong>de</strong>l juez Bean, que interpretó<br />
Walter Brennan, escapa a todas las<br />
simplificaciones. Añadiré alguna película<br />
como «El pistoleros, <strong>de</strong> Henry<br />
King, don<strong>de</strong> Gregory Peck, el «hombre<br />
malo», pero cansado y arrepentido,<br />
que sólo busca paz, acaba asesinado<br />
a traición por un mequetrefe.<br />
El fracaso consigue ahí el primer<br />
papel. En las series <strong>de</strong> las galopadas<br />
tradicionales no se le concedía ni el<br />
último.<br />
Que el «Superwestern», como lo<br />
llama Rieupeyrout. satisfaga al espectador<br />
vulgar tanto como las películas<br />
rodadas en una semana y en las que<br />
un quinto <strong>de</strong>! total se saca <strong>de</strong>l archivo<br />
<strong>de</strong>l estudio, pero en las que el «bueno»<br />
gana siempre, es otra cuestión. Pero<br />
tal como es el «Superwesterm ha dado<br />
al cine algunas <strong>de</strong> las películas mejores<br />
<strong>de</strong> todos los tiempos. Su mayor<br />
peligro es que profundice tanto que<br />
pierda <strong>de</strong> vista el cielo, que nazca un<br />
«Western» negro, como hay un cine<br />
negro <strong>de</strong> gángsters. En el mediocre<br />
«Duelo al sol», <strong>de</strong> King Vidor, hay<br />
<strong>de</strong>masiado melodrama, <strong>de</strong>masiada falsedad<br />
y, sobre todo, <strong>de</strong>masiada suciedad<br />
moral. Y si se recuerda «El tesoro<br />
<strong>de</strong> Sierra Madre», <strong>de</strong> Huston, cinematográficamente<br />
magistral, no se podrá<br />
evitar ei significativo recuerdo <strong>de</strong><br />
otra cruda película <strong>de</strong> ex hombres,<br />
como «El salario <strong>de</strong>l miedo», <strong>de</strong><br />
Clouzot, menos ejemplar cinematográficamente,<br />
y no digamos nada<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> otros puntos <strong>de</strong> vista.<br />
EL OESTE, DE UNIFORME<br />
«La legión invencible», estrenada<br />
ahora en <strong>Madrid</strong>, empieza como una<br />
continuación <strong>de</strong> aquel «Fuerte apache»<br />
con que Johr, Ford restableció<br />
la verdad histories <strong>de</strong> ia muerte <strong>de</strong><br />
Cúster frente a la simpática ficción<br />
<strong>de</strong> «Murieron con las botas puestas».<br />
Cúster-Henry Fonda era el real, y no<br />
Cúster-Errol Flynn, aunque hubiera<br />
que cambiarle ai primero su nombre<br />
por el <strong>de</strong> coronel Thursday y trasladar<br />
el territorio sioux al territorio<br />
apache. «La legión invencible» es el<br />
relato, brioso y ágil, <strong>de</strong> la última<br />
misión <strong>de</strong> un capitán <strong>de</strong> la Caballería<br />
<strong>de</strong> los Estados Unidos en el periodo<br />
que siguió a la catástrofe <strong>de</strong> Little<br />
Big Horn. No es una película excepcional,<br />
paro invita a consi<strong>de</strong>rar un<br />
subgénero <strong>de</strong>l cine <strong>de</strong>l Oeste cuya<br />
boga actual me parece significativa:<br />
el subgénero militar.<br />
Hay el cine <strong>de</strong> individuos; hay el<br />
cin9 <strong>de</strong> las epopeyas colectivas (lo<br />
inicia en 1924 Cruze con «La caravana<br />
<strong>de</strong>l Oregón»), y ha habido luego gestas<br />
<strong>de</strong> muchas clases: <strong>de</strong>l ferrocarril, da<br />
las diligencias, <strong>de</strong> los telégrafos y<br />
hasta <strong>de</strong>l ganado y las ovejas (recuér<strong>de</strong>nse<br />
«Unión Pacífico», <strong>de</strong> De<br />
Mille; «Una nación en marcha», <strong>de</strong><br />
Fretnk Lloyd; «Río Rojo», <strong>de</strong> Howard<br />
Hawks, y hasta a Erroí Flynn capitaneando<br />
a los pastores contra los gana<strong>de</strong>ros<br />
en «Montana», <strong>de</strong> fínright);<br />
hay. en fin, el cine militar. Lo abre<br />
Griffith («El nacimiento <strong>de</strong> una nación»,<br />
1914-15), y a él se adscribe resueltamente<br />
et Ford <strong>de</strong> las epopeya3<br />
civiles («El caballo <strong>de</strong> hierro», 1924);<br />
y <strong>de</strong> las individualida<strong>de</strong>s («Tres hombres<br />
malos», 1926; «La diligencia»,<br />
1939; «Pasión <strong>de</strong> los fuertes», 1947);<br />
cuando realiza su trilogía militar<br />
(«Fuerte apache», 1948; «La legión invencible»,<br />
1948; «Río Gran<strong>de</strong>», 1950).<br />
Que los Estados Unidos, cuando<br />
necesitaban una tradición la buscasen<br />
en el Oeste, y que hoy, cuando<br />
necesitan una tradición militar la<br />
busquen en el Oeste también, nada<br />
más natural. Que <strong>de</strong> paso cicatrizan<br />
heridas aún no <strong>de</strong>l todo cerradas, con<br />
una simpatía hábilmante dosificada<br />
hacia la caballerosidad sudista («Entre<br />
dos juramentos», «Cerco <strong>de</strong> fuego»<br />
y algunos toques <strong>de</strong> «La legión invencible»),<br />
natural también. Y si ponen<br />
un poco <strong>de</strong> justicia en la oposición<br />
blancos-pieles rojas, sustituyendo al<br />
indio «criminal* por el indio «victimas<br />
(<strong>de</strong>s<strong>de</strong> «Massacre», <strong>de</strong> Alan Crosland<br />
—1934—, a «La flecha rota», <strong>de</strong> Delmar<br />
Daves —1950—, pasando por<br />
15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954
, (Fuerte apaches, don<strong>de</strong> John Ford<br />
s permite que los indios expongan sus<br />
'• razones antes <strong>de</strong>l exterminio <strong>de</strong> Cúsler<br />
y los suyos), mejor. Y si, indirectamente,<br />
al educarse a sí mismos, los<br />
americanos educan a unos europeos<br />
sometidos a la acción <strong>de</strong> un cine tan<br />
maduro artísticamente como en lo<br />
moral, antiheroieo, lacrimoso o esoépfico,<br />
miel sobre hojuelas. Pues una<br />
épica es lo que tanto o más que los~<br />
americanos necesitan hoy los europeos.<br />
A las películas <strong>de</strong> guerra se les<br />
reprocha, con razón, que <strong>de</strong>forman<br />
propagandísticamente al contrario y<br />
que cultivan el odio con insistencia<br />
escalofriante. Aun así, algo hay en<br />
etSas no censurable: la exaltación <strong>de</strong><br />
las virtu<strong>de</strong>s militares, tanto más estimable<br />
cuanto más <strong>de</strong>liberadamente<br />
se proclamó «civil» hasta entonces la<br />
sociedad norteamericana. La lejanía<br />
histórica permite un cine curado <strong>de</strong><br />
odios y <strong>de</strong>dicado exclusivamente a<br />
pxaltar ese espíritu militar, que Ortega,<br />
con escasa precisión y menos<br />
simpatía, <strong>de</strong>finió como una <strong>de</strong>generación<br />
<strong>de</strong>l espíritu guerrero, y que<br />
Jorge Vígón, con más conocimiento<br />
<strong>de</strong> causa y más amor, por supuesto,<br />
consi<strong>de</strong>ra como e! mismo espíritu<br />
guerrero, pero acendrado por la civilización<br />
y profesando en un or<strong>de</strong>n.<br />
En nuestro caso, como el heroísmo <strong>de</strong><br />
loa viejos caballistas anárquicos metido<br />
en un uniforme azul y encuadrado<br />
en el 7.° Regimiento <strong>de</strong> Caballería.<br />
De ese encuadramiento se <strong>de</strong>rivan<br />
consecuencias muy felices. Por <strong>de</strong><br />
pronto, la autoridad, que en el aheriff<br />
no siempre quedaba dignamente (en<br />
una sociedad sin ley, la ley la impone<br />
el más fuerte, y el sheriff no lo era<br />
siempre), en la película militar pasa<br />
a ser protagonista, como es lógico en<br />
una sociedad que aspira a Estado.<br />
Pero la autoridad exige una jerarquía,<br />
y la jerarquía requiere subordinación,<br />
disciplina y abnegación; no sóío<br />
valor y un sentido elemental <strong>de</strong> la<br />
justicia, sino un sentido muy preciso<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber y <strong>de</strong> la primacía <strong>de</strong>l «servir»<br />
sobre el «exigir*; todo lo que constituye<br />
el espíritu militar, que no es<br />
fácil que lo acepten hombres <strong>de</strong> sangre<br />
revoltosa, como no era fácil un<br />
Estado en un pueblo <strong>de</strong> «self-ma<strong>de</strong>men»,<br />
pero que por eso mismo sustituirá<br />
ventajosamente como problema<br />
a loe típicos problemas <strong>de</strong>l Oeste<br />
(granja hipotecada, <strong>de</strong>rechos controvertidos,<br />
diligencia asaltada, rebaño<br />
robado, autorida<strong>de</strong>s compradas). Ahora<br />
Be tratará <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>sacertada<br />
que hay que cumplir («Murieron con<br />
las botas puestas»), <strong>de</strong> la disciplina<br />
que convierte en héroes a la hez <strong>de</strong><br />
la frontera («Sólo el valiente»), <strong>de</strong>l<br />
conflicto entre el <strong>de</strong>ber militar y el<br />
afecto familiar («Río Gran<strong>de</strong>s), o <strong>de</strong><br />
la ambición purgada con una muerte<br />
heroica (el coronel <strong>de</strong> «Fuerte Apaches<br />
y el comandante <strong>de</strong> «Entre dos<br />
juramentos*). En «La legión invencible»,<br />
el tema es más sencillo; el servicio,<br />
en lo que tiene <strong>de</strong> entrega oscura,<br />
día tras día, hasta que llega el<br />
<strong>de</strong>l retiro forzoso, cuando al militar<br />
ya no !e queda nada por dar, porque<br />
todo lo era para él su profesión.<br />
Que la necesidad sensiblera <strong>de</strong> que<br />
la ley se quiebre para que el viejo<br />
John Wayne continúe cabalgando »<br />
la cabeza <strong>de</strong> sus tropas (y ascendido,<br />
por añadidura) prolongue la película<br />
más allá <strong>de</strong> don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bería terminar,<br />
impi<strong>de</strong> que podamos hablar <strong>de</strong> un<br />
«Superwestern»; podría haberlo sido<br />
«La legión invencible» sin señoritas<br />
con cintas amarillas y sin final feliz.<br />
Pero tal como es queda como una<br />
valiosa muestra <strong>de</strong> un género <strong>de</strong> cine<br />
que está sirviendo a los americanos<br />
para <strong>de</strong>scubrir lo que los europeos<br />
están necesitando ya re<strong>de</strong>scubrir: el<br />
Ejército, ese puñado <strong>de</strong> soldados que<br />
en el último momento lo salvan todo.<br />
Lo <strong>de</strong>cía Spengler, y nada pareoe<br />
quitarle la razón.<br />
ATENEO<br />
MAUPA8SANT<br />
Una escena <strong>de</strong> «La legión invencible»<br />
aupassaitt<br />
el eme<br />
En el prefacio <strong>de</strong> «Pedro y Juan»<br />
establece los principios <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro<br />
guión cinematográfico<br />
A manera <strong>de</strong> contar una historia en<br />
L la pantalla, se base en una novela,<br />
ana pieza <strong>de</strong> terCto o proceda directamente<br />
<strong>de</strong> un guión "«original», no es<br />
nada nuevo. Y lo más chocante y curioso<br />
es que el principio fundamental<br />
fue establecido antes <strong>de</strong> la invención<br />
<strong>de</strong>l cine.<br />
En 1888, Guido <strong>de</strong> Maupassant publicaba<br />
«Pedro y Juan», novfela cuyo prefacio<br />
era una especie <strong>de</strong> manifiesto<br />
sobre la novela, taj y como él la con><br />
cebía. En este estudio, que ha quedad©<br />
como una reliquia <strong>de</strong> la literatura francesa,<br />
se halla el origen <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro<br />
guión cinematográfico. Se pue<strong>de</strong> comprobar,<br />
leyendo algunos extractos <strong>de</strong>l<br />
prefacio, hasta qué punto su autor,<br />
como una premonición asombrosa, lo<br />
había previsto. Es lo que Maupassant<br />
llama en esta época la novela objetiva.<br />
Hablando <strong>de</strong> las diferencias sobre la<br />
(Continúa en la página siguiente.)
Mouloudji v Catherine Erard en ana escena <strong>de</strong> «Mimche», primer «sketch» <strong>de</strong> «Tres mujeres»<br />
f Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />
técnica <strong>de</strong> la novela, escribe: «Hay dos<br />
teorías, sobie ioao, que a menudo üa«<br />
sido flistalidas, oponiéndose una a la<br />
oirá; la <strong>de</strong> la novela <strong>de</strong> análisis paro<br />
y Ja novela objetiva. Los partidarios <strong>de</strong>l<br />
análisis pi<strong>de</strong>n que el esentor se <strong>de</strong>dique<br />
a indicar las menores evoluciones <strong>de</strong>l<br />
espiriiu y los móviles mas secietos que<br />
<strong>de</strong>terminan nuestras acciones, no concediendo<br />
al hecho mismo más que ana<br />
importancia mu; secundaria, lis el punto<br />
<strong>de</strong> partida, un simple límite, el pretexto<br />
<strong>de</strong> la novela. Hacia íaita, pues,<br />
según ellos, escribir estas obras precisas<br />
y soñadas, en que la imaginación se<br />
confun<strong>de</strong> con la observación, a la manera<br />
<strong>de</strong> un filósofo componiendo na<br />
libro <strong>de</strong> psicología; exponer las causas,<br />
tomándolas <strong>de</strong> los orígenes más tejanos,<br />
<strong>de</strong>cir el porqué <strong>de</strong> todos tos quereres<br />
y discernir todas las reacciones<br />
<strong>de</strong>l alma, obrando bajo el impulso <strong>de</strong><br />
los intereses, las pasiones o los instintos.»<br />
Al referirse a la objetividad (palabra<br />
muy significativa para los cineastas,<br />
pues <strong>de</strong> ella viene «objetivo», que <strong>de</strong>signa<br />
el instrumento registrador <strong>de</strong> imágenes<br />
fflmicas), aña<strong>de</strong> que ellos, al<br />
contrario, preten<strong>de</strong>n darnos la representación<br />
exacta <strong>de</strong> lo que suce<strong>de</strong> en<br />
la vida, evitando con cuidado toda explicación<br />
complicada, toda disertación<br />
acerca <strong>de</strong> los motivos, y se ¡imitan a<br />
hacer <strong>de</strong>sfilar bajo nuestros ojos personajes<br />
y acontecimientos.<br />
«Para ellos —continúa, poniendo <strong>de</strong><br />
relieve, sin darse cuenta, las cualida<strong>de</strong>s<br />
intrínsecas <strong>de</strong> un guión <strong>de</strong> película—,<br />
la psicología <strong>de</strong>be estar escondida en el<br />
libro, como escondida está, en realidad,<br />
bajo los hechos <strong>de</strong> la existencia. La<br />
novela concebida <strong>de</strong> esta manera gana<br />
interés, movimiento en el relato, color<br />
<strong>de</strong> vida agitada. Así, pues, en vez <strong>de</strong><br />
explicar ampliamente el estado <strong>de</strong> espirita<br />
<strong>de</strong> nn personaje, los escritores<br />
objetivos buscan 5a acción o los gestos<br />
que el estado <strong>de</strong> alma <strong>de</strong>be hacer cumplir<br />
fatalmente al hombre en una situación<br />
<strong>de</strong>terminada. ¥ le hacen conducirse<br />
<strong>de</strong> tal manera, <strong>de</strong> un extremo<br />
a otro <strong>de</strong>l volumen, que todos sos actos,<br />
todos sus molimientos, sean el reflejo<br />
<strong>de</strong> su naturaleza íntima, <strong>de</strong> todos sus<br />
pensamientos, <strong>de</strong> todas sus volunta<strong>de</strong>s<br />
o todas sos vacilaciones. Ellos escon<strong>de</strong>n,<br />
pues, la psicología en vez <strong>de</strong> mostrarla,<br />
construyen el armazón <strong>de</strong> la<br />
obra como el esqueleto invisible que es<br />
el armazón <strong>de</strong>l cuerpo humano. £1 pintor<br />
que hace nuestro retrato no muestra<br />
nuestro esqueleto.»<br />
Seguidamente, cree que también la<br />
novela, ejecutada <strong>de</strong> esta manera, gana<br />
en sinceridad: «Primero, porque es más<br />
verda<strong>de</strong>ra, paes las gentes que nosotros<br />
vemos obrar alre<strong>de</strong>dor nuestro, no nos<br />
cuentan los móviles a los cuales obe<strong>de</strong>cen.»<br />
Más lejos, afirma que el problema<br />
<strong>de</strong>l novelista (como hoy el <strong>de</strong>l guionís-<br />
_ =JW este momento, es <strong>de</strong>cirse:<br />
«Tal hombre, <strong>de</strong> tal temperamento, en<br />
tal caso, hará esto.»<br />
He aquí resumido, aproximadamente,<br />
lo más esencial qtre merece retenerse<br />
<strong>de</strong>l prefacio <strong>de</strong> «Pedro y Juan», que<br />
cansó gran raido en la época y ahora<br />
brilla eomo una verdad asombrosa,<br />
aplicado al séptimo arte. Tampoco <strong>de</strong>ja<br />
<strong>de</strong> ser curioso el saber que <strong>de</strong> esta novela<br />
se han hecho tres adaptaciones cinematográficas,<br />
dos en Francia y la<br />
otra en Méjico. Una dirigida « interpretada<br />
por Donatien en 1923, que valió<br />
a Sszanne Després mechas felicitaciones,<br />
y otra, mny acertada, <strong>de</strong> André<br />
Cayatte, en ia qae Henee Saint-Cyr era<br />
Atice; Jacques Dcmesnil, el doctor Marchai,<br />
y GÜbert Gil personificaba a Pedro<br />
{1943). La versión mejicana, con el título<br />
<strong>de</strong> «Una mujer sin amor», fn¿ puesta<br />
en fltan por Alfredo B. Cravfenna signaos<br />
años más tar<strong>de</strong>.<br />
Pue<strong>de</strong> advertirse lo que significa Unido<br />
<strong>de</strong> Maupassant en la literatura, la<br />
influencia que ejerce en los escritores<br />
<strong>de</strong> otros países y <strong>de</strong> qué popularidad<br />
goza todavía en Francia, don<strong>de</strong> está<br />
consi<strong>de</strong>rado como un precursor <strong>de</strong>l cine.<br />
Es uno <strong>de</strong> los escritores más franceses<br />
(en esencia y potencia), uno <strong>de</strong> los pocos<br />
en ser rebel<strong>de</strong>s a toda influencia extranjera,<br />
acaso el único que nunca sacó<br />
más que <strong>de</strong> su terruño normando o<br />
«boulevard» parisiense la savia <strong>de</strong> sus<br />
obras.<br />
Aunque <strong>de</strong> «Pedro y Juan» se conocen<br />
tres adaptaciones para la pantalla,<br />
son numerosas las obras <strong>de</strong> Maupassant,<br />
incluyendo «Bel Aml», «Bola<br />
<strong>de</strong> Sebo», «Le Rosier <strong>de</strong> Madame Uusson»,<br />
etc., que han merecido también,<br />
repetidas veces, los honores <strong>de</strong> las cámaras<br />
y la luz <strong>de</strong> los «sonüghts»-.<br />
MAM'EL SOMACARRERA<br />
BírturvÜ y ¿acqueiine Pagnoi en «Le Rosier <strong>de</strong> Madmne Husson», basada twttbtén<br />
en una obra <strong>de</strong> Maajmasaat<br />
POCA COSA YA<br />
CON estos calores la temporada<br />
teatral madrileña entra en la<br />
agonía. Ya no hay clima <strong>de</strong> tev<br />
tro. La calle, al anochecer, está<br />
<strong>de</strong>liciosa. Surgen por todas partes<br />
muchachas estrenando vestidos<br />
<strong>de</strong> verano, sonríen más que nunca<br />
entre perfumes <strong>de</strong> acacia, albahaca<br />
y césped recién regado y la luz se <strong>de</strong>rrumba<br />
en un azul violáceo para olvidarlo<br />
todo.<br />
Meterse en un teatro es pecado mortal.<br />
Porque ahora está muy bonito SH.<br />
drid con los anuncios encendidos y las<br />
fuentes y el arco <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />
con reflectores por un lado y neones<br />
por el otro. Está lleno <strong>de</strong> automóviles<br />
lujosos, <strong>de</strong> terrazas, <strong>de</strong> señoras elegantísimas<br />
en los restaurantes caros. Hay<br />
mucha luz en los escaparates y están<br />
abiertas <strong>de</strong> par en par las puertas <strong>de</strong><br />
los bares iluminando las aceras.<br />
Se ven por todas partes parejas <strong>de</strong><br />
enamorados.<br />
Ahora son los exámenes, y al pasar<br />
frente a las resi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> estudiantes<br />
se los ve frente a los libros con las<br />
ventanas abiertas e iluminadas.<br />
Los cómicos preparan sus campañas<br />
veraniegas por provincias y algunos autores<br />
leen comedias pensando en la proxima<br />
temporada. ¡La esperanza es »<br />
último que se pier<strong>de</strong>!<br />
Meterse en el teatro es —otra vezpecado<br />
mortal.<br />
Por esta quincena no vale la pena<br />
hablar <strong>de</strong>l teatro en <strong>Madrid</strong>. En cambio,<br />
el corral <strong>de</strong> Almagro merece una<br />
crónica entera. Y tal vez más. (Aunque<br />
no las haré.)<br />
PREPARACIÓN<br />
Hubo gente que í directamente <strong>de</strong>a.<br />
<strong>de</strong> <strong>Madrid</strong> a Almagro a ver «La hidalga<br />
d:l valle». No creo que la hayan<br />
gozado tanto como los jornadistas por<br />
la Mancha. El corral <strong>de</strong> Almagro era<br />
un salto tan tremendo, que exigía cier.<br />
ta preparación. Viniendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>,<br />
la representación en aquel corral <strong>de</strong><br />
comedias podía no pasar <strong>de</strong> una curiosidad<br />
aiqueologizante. Después <strong>de</strong> tras<br />
días por ia Mancha se la entendía mu.<br />
cho mejor. Todos I03 escritores Jorn'v<br />
disias —con la posible excepción <strong>de</strong> La<br />
ren— habíamos adquirido aire <strong>de</strong> cómicos<br />
<strong>de</strong> legua. Teníamos los ojos llenos<br />
<strong>de</strong> luz y polvo <strong>de</strong> eras, las camisas su.<br />
dadas, sombreros <strong>de</strong> segador, estómagos<br />
<strong>de</strong> vino. Llevábamos lo mejor <strong>de</strong> España<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l alma.<br />
Para los que venían directamente <strong>de</strong><br />
<strong>Madrid</strong>, Almagro era un pueblo pinto,<br />
resco; para nosotros era una gran ciudad.<br />
Ellos iban a ver un auto <strong>de</strong> Cal.<br />
<strong>de</strong>rón en un corral <strong>de</strong> comedias reconstruido;<br />
nosotros íbamos al teatro a ver<br />
la función. Si Cal<strong>de</strong>rón sale a taludar<br />
al íinal, no nos hubiera sorprendido<br />
nada.<br />
Quiero que inis lectores vean «La hidalga<br />
<strong>de</strong>l valle», como yo. Y para eso..<br />
VIAJE DE ORO<br />
Salga el lector una mañana <strong>de</strong> hojas<br />
ver<strong>de</strong>s y fresco azul celeste <strong>de</strong> 1» cuesta<br />
<strong>de</strong> Moyano en un autobús rojo con cincuenta<br />
escritores.<br />
Salida <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>. Estepa. Ocaña (Pe.<br />
nal. ¿Cuántos lo visitaremos? Meditación<br />
breve sobre la vanidad <strong>de</strong> la fortuna<br />
humana. No hay bomba atómica.)<br />
¡Puerto Lápiche! Nombre italiano. José<br />
María <strong>de</strong>l Moral repartiendo vino,<br />
¡Gran gobernador, irradiante como un<br />
sol 1 Una venta sombreada con patio j<br />
•carros y pozo y mulos. Vino maravilloso<br />
en frescas jarras <strong>de</strong> barro. Más vina<br />
maravilloso. Más sol. Más vino extraordinario.<br />
Niños. Viejos sentados a la<br />
sombra nos miran.
to gusta en Buenos Aires. Es una Hallura<br />
ondulada y amena para sentarse<br />
enamorados y... ¡Viñedos, trigales, oh><br />
rosf ¡Esencia botánica <strong>de</strong> España! Oro<br />
<strong>de</strong> trigos, ver<strong>de</strong>s (cientos <strong>de</strong>), tierras,<br />
rosas, azul <strong>de</strong> cielo. Polvo. •<br />
Alcázar <strong>de</strong> San Juan. El pueblo más<br />
feo. Petulancia <strong>de</strong> nudo ferroviario, olor<br />
a esíación, viajantes con c" Uo duro<br />
tomando cerveza ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> perros.<br />
¡Campo <strong>de</strong> Criptana al caer la tar<strong>de</strong>!<br />
Tres molinos, blancos, zurra, chicas<br />
simpatiquísimas, (^n una cueva, un<br />
niño castigado por su padre.) Al fondo,<br />
la llanura anaranjada y violeta. Por<br />
la llanura, el tren <strong>de</strong> Alicante. «Me gustaría<br />
quedarme sentado aquí contigo y<br />
que miraras el tren con esos ojos.»<br />
Pedro Muñoz, ya anochecido. Más<br />
zurra. ¡Y un bailarín sensacional! (Toca<br />
la banda bajo los árboles ilumina.<br />
dos por bombillas ro<strong>de</strong>adas <strong>de</strong> mariposas<br />
nocturnas. Aire ligeramente levan.<br />
tino. ¿Ull<strong>de</strong>cona, Requena, Vinároü,<br />
Santa Pola? Al final <strong>de</strong>l pueblo, So¡-<br />
ATENEO<br />
<strong>de</strong>vila, solo, medita cara al cielo, oliendo<br />
el mar lejano <strong>de</strong> los trigos. Si.)<br />
Y noche en Tomelloso. En casa <strong>de</strong><br />
los suegros <strong>de</strong> Paco García Pavón. Ducha<br />
y baño emj. irado. ¡Lujos asiáticos!<br />
Un alto en la excursión para contemplar<br />
ia belleza mozárabe <strong>de</strong> Cristi.<br />
na: blanca, ojos rasgados, ver<strong>de</strong>s y<br />
tímidos tras las porras <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sayuno.<br />
Temo que si realmente me quisiera gobernar...<br />
(Pero me limito a fotografiar,<br />
la en colores.)<br />
¡Mañana fresca, plaza ver<strong>de</strong> umbría,<br />
brisa <strong>de</strong> Argamasilla <strong>de</strong> Alba! Bailan<br />
—otra vez— seguidillas y jotas manchegas.<br />
Son preciosas. ¿Para qué más nomenaje<br />
a Cervantes? Eí gobernador<br />
—muy bien— se indigna porque traen<br />
cerveza. «¡Vino...!», exige <strong>de</strong> un puñetazo.<br />
Y el camarero, azorado, vuelve<br />
con vino blanco para todos. Y bebemos<br />
a la sombra fresca y clara míentras<br />
las chicas bailan. ¿Por qué no<br />
nos quedamos allí siempre?<br />
E<br />
JULIÁN A ¥ ESTA<br />
Baño en las lagunas <strong>de</strong> Rui<strong>de</strong>ra. Cruzamos<br />
la laguna Chuchi, Jove y yo.<br />
Luego se come bajo los pinos. Di.<br />
rige el servicio una señorita con pantalones<br />
blancos. Lo insólito nos suspen<strong>de</strong><br />
un momento. Al atar<strong>de</strong>cer, Infantes,<br />
que fue más <strong>de</strong> lo que es. Calles<br />
largas que acaban en la melancolía serena<br />
<strong>de</strong> un crepúsculo <strong>de</strong> piedra y polvo.<br />
Hemos llegado a la hora justa:<br />
cuando vuelven <strong>de</strong>l campo las galeras.<br />
(¿Por qué dan en Infantes ganas <strong>de</strong><br />
hablar en latín?)<br />
Noche en Val<strong>de</strong>peñas. Cena en la bo<strong>de</strong>ga.<br />
Hotel Cervantes. Tabaco rubio a<br />
18 pesetas la cajetilla. (Y una mujer,<br />
ya vieja, que canta soleares y serranas<br />
como hacia mucho tiempo que yo no<br />
las oía. Pero no diré dón<strong>de</strong>..., «sino a<br />
(jalen conmigo iba»)<br />
Viso <strong>de</strong>l Marqués. Museo naval er<br />
plena Mancha. Italia en plena Man.<br />
cha. Julio Guillen en plena Mancha.<br />
Flota Dalí en el aire y el sol muele.<br />
Carral <strong>de</strong> comedias <strong>de</strong> Almagro, único en España<br />
Y, por fin, Almagro. Extraña plaza<br />
ver<strong>de</strong> con aire anglosajón; conv la en<br />
el convento y siests en ef salón (<strong>de</strong>l<br />
casino). «¡Cómo comen los frailes!»,<br />
medita Car<strong>de</strong>nal. Y ¡el
fi<br />
Va a comenzar la tragedia. Suenan las trompas <strong>de</strong> anuncio. El heraldo,<br />
con todos los colores a mitad, sale al centro <strong>de</strong>l escenario <strong>de</strong>l<br />
teatro en ruinas y dice el<br />
Vais a escuchar la historia lastimera<br />
<strong>de</strong> un pueblo que entre bosques rumorosos<br />
y viñas sonrientes,<br />
cerca <strong>de</strong>l mar celeste que nievan las sirenas,<br />
fue alegre y dulce cuando Dios quería...<br />
jAh <strong>de</strong>l castillo, España!... ¡Ah <strong>de</strong>l castillo!<br />
(Escucha al trovador, que canta la tragedia<br />
[<strong>de</strong>Sagunto!<br />
Era un pueblo riente. Los hornos <strong>de</strong> sus<br />
[campos<br />
daban al barro gracias <strong>de</strong> doncella.<br />
Tejían en sus playas los marineros re<strong>de</strong>s.<br />
Y cantaba en sus cántaros el mosto<br />
como un mancebo rubio.<br />
jAh <strong>de</strong>l castillo, España!... ¡Ah <strong>de</strong>l castillo!<br />
¡Escucha los <strong>de</strong>sastres <strong>de</strong>l rencor y la en,<br />
[vidia'<br />
España, España... ¡La florida España!<br />
¡qué fuerte sí te aprietas<br />
como los dientes contra el frío!<br />
¡Qué torrentes <strong>de</strong> sangres y dolores<br />
si tú misma <strong>de</strong>sgarras tus entrañas!<br />
¡Ah <strong>de</strong>l castillo, España!... ¡Ah <strong>de</strong>l castillo!<br />
Tien<strong>de</strong> sobre estas piedras ma] heridas<br />
el laurel <strong>de</strong> la gloria y el ciprés <strong>de</strong> la pena.<br />
Tien<strong>de</strong> un silencio pensativo... España;<br />
escucha la tragedia<br />
y el dolor <strong>de</strong> estos campos sin ventura,<br />
don<strong>de</strong> una vez —~¡ay, pena <strong>de</strong>l mal que-<br />
[rcr!-— no tuvo<br />
una piedra el Amor don<strong>de</strong> posarse...<br />
Ha transcurrido toda la primera jornada, en la que se ha visto cómo<br />
los pueblos <strong>de</strong> Türbula y Sagunto, separados por el río Palanca, que<br />
<strong>de</strong>ja una orilla estéril para dar toda la fertilidad a la otra, están también<br />
separados por pleitos <strong>de</strong> aguas y pastos. Pero Besási<strong>de</strong>s, el turbuleta,<br />
ama a la sagiratina Diana y aunque se <strong>de</strong>clara la guerra entre<br />
los dos pueblos ellos siguen amurallados en su amor. Besási<strong>de</strong>s pasa<br />
al campo enemigo para ver a su amada y es <strong>de</strong>scubierto a su vuelta-<br />
He aquí la escena, en la jornada segunda <strong>de</strong> «La <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Sagunto»,<br />
SOL-DADO<br />
(A cerca a BEsAsiDESaMíf Bu DAR<br />
y sus consejeros.)<br />
Le sorprendimos<br />
en el vado. Volvía <strong>de</strong> Sagunto.<br />
BESÁSIDES<br />
Volvía <strong>de</strong> Sagunto, No lo niego...<br />
(Pausa. Todos miran a BUDAR.<br />
HANÓN se acerca a él.)<br />
¿Tú le preguntarás?<br />
HANÓN<br />
BUDAR<br />
¿Por qué lo dudas?<br />
HANÓN<br />
Es tu hijo , mi señor,<br />
10<br />
tener hijo ninguno,<br />
BUDAR<br />
BESÁSIDES<br />
Yo no recuerdo<br />
Si es tu sangre<br />
valiente y generosa, y es tu pecho<br />
gran<strong>de</strong> y noble, señor, nunca tuviste<br />
hijo más fie! ni mas fiel here<strong>de</strong>ro.<br />
TEUCRO<br />
¡Palabras todavia! Y a escuchamos bastantes<br />
palabras, orgullosas... ¡Prestó el fuego<br />
<strong>de</strong> las exeqaias <strong>de</strong>i difunto Murro!<br />
¿Des<strong>de</strong> cuándo es ian débil este pueblo<br />
ijue ya le asustan hasta las exequias.<br />
hasta las honras <strong>de</strong> un soldado muerta?<br />
TEUCRO<br />
Esta guerra es a sangre y muerte...<br />
BESASIDES<br />
Niños<br />
me parecéis, soldados, aprendiendo<br />
ia lección <strong>de</strong> Carta go. Letra a letra<br />
repetís su rencor en vuestros pechos.<br />
Tajo a tajo se rompe un pueblo gran<strong>de</strong><br />
y arena a arena se hacen los <strong>de</strong>siertos.<br />
MAHARBAL<br />
¡Es mucha su insolencia! ¡No es costumbre<br />
entre nosotros tanto hablar!<br />
BUDAR<br />
Espero<br />
que tengáis más paciencia... Juzgo a un hijo<br />
<strong>de</strong> Túrbula y a un hijo y here<strong>de</strong>ro<br />
<strong>de</strong> mi sangre. Dejad que mis palabras<br />
sean lentas y pru<strong>de</strong>ntes...<br />
f Breve pausa. A BESASIDES.)<br />
No comprendo<br />
que te fuera preciso, en ningún caso,<br />
pasar a la ciudad que está en asedio<br />
a honrar al jefe que murió...<br />
¿Quién dijo<br />
que yo he pasado a hacer tales obsequios. 1 '<br />
BUDAR<br />
Explícate mejor... ¿A qué pasaste?<br />
BESÁSIDES<br />
Padre y señor, estos amigos nuestros<br />
quieren pocas palabras... y Besási<strong>de</strong>s<br />
no quiere disgustarlos. Los guerreros<br />
<strong>de</strong> Túrbula también hacen sus juicios<br />
muy cortos <strong>de</strong> palabras, y con menos<br />
que usará vuestro fallo en la sentencia<br />
que ya adivino y que con gozo espero,<br />
os diré que íuí al campo saguntino<br />
a ver a una mujer... Se está muriendo<br />
<strong>de</strong> sed y <strong>de</strong> hambre... y le llevaba apenas<br />
un cestillo... y un poco <strong>de</strong> consuelo.<br />
Habla igual que nosotros. Tiene sangre<br />
il ¿rea en sus venas. Sus abuelos<br />
quizá mezclaron con la saguntina.<br />
la fangre turbuleta. Sus serenos<br />
ojos <strong>de</strong> niña conocieron siempre<br />
juntos sus ver<strong>de</strong>s prados y.los nuestros<br />
y un mismo sol sobre las dos ciuda<strong>de</strong>s<br />
y en sus torres un mismo y solo viento.<br />
Fui a resumir esa hermandad <strong>de</strong> siglos<br />
en la postrera levedad <strong>de</strong> un beso.<br />
ISste ha sido el <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> Besási<strong>de</strong>s.<br />
No lo niego ni escondo. Y ahora espero<br />
vuestra sentencia... Mas contad al África,<br />
vosotros los soldados <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto,<br />
que Besási<strong>de</strong>s, hijo y rama joven<br />
<strong>de</strong>l tronco añoso <strong>de</strong> Budar, ha muerto<br />
por algo más hermoso que esta guerra<br />
y algo más digno que este sucio pleito<br />
<strong>de</strong> pastos y <strong>de</strong> ríos... ¡Mi armadura<br />
pongo en la tierra... y os <strong>de</strong>snudo el pecho!<br />
Con mi mano, yo mismo, si es que os tiera-<br />
[blan<br />
las vuestras, tensaré el arco flechero...<br />
¡Disparad sobre el último soldado<br />
que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> el amor <strong>de</strong> estos dos pueblos!<br />
15 He junio <strong>de</strong> I95i
JCCION DE SA<br />
UN MARAVILLOSO ESPECTÁCULO DE<br />
LUZ, COLOR Y RITMO<br />
IEN me valló la pena meterme en el cuerpo unos cuantos cientos <strong>de</strong> kiló-<br />
B metros para ir hasta Sagunto. Pu<strong>de</strong> contemplar un grandioso espectáculo en<br />
un escenario maravilloso, don<strong>de</strong> el aire está en calma, sosegado por la serenidad<br />
<strong>de</strong> las piedras seculares.<br />
La tragedia que na escrito en verso blanco José María Peinan, sobre datos<br />
<strong>de</strong>l catedrático <strong>de</strong> Literatura Sánciiez Castañer y con ilustraciones musicales <strong>de</strong>'<br />
maestro Rodrigo, es, ante todo, eso: un grandioso espectáculo <strong>de</strong> luz, color y ritmo.<br />
La luz. Es un personaje mas <strong>de</strong> la tragedia. Un personaje que, en cierto modo,<br />
ha venido a sustituir en esta ocasión al coro clásico <strong>de</strong> la tragedia. Porque si<br />
el coro tiene a su cargo proporcionar el clima propicio para encajar en un tona<br />
preciso y en una circunstancia dada la acción que se va a <strong>de</strong>sarrollar, no caos<br />
duda que en la representación <strong>de</strong> La <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Sagunto la luz cumple a la<br />
perfección este cometido.<br />
En las primeias escenas <strong>de</strong> la tragedia todas las clarida<strong>de</strong>s son para el pueblo<br />
fértil <strong>de</strong> Sagunto, que canta gozoso a las fiestas <strong>de</strong>l verano, en las que tas<br />
doncellas coronan <strong>de</strong> pámpanos a ios mancebos. Y la penumbra es para el pueble<br />
<strong>de</strong> Túrbula, óe suelo estéril y pastores pobres, que miran codiciosos a la otra<br />
orilla <strong>de</strong>l Palancia. V acu<strong>de</strong> la luz a la postrada figura solitaria en las gradas<br />
para calificarla con todo su valor plástico. Y acu<strong>de</strong>, <strong>de</strong>smandada, a la llegada<br />
vistosísima <strong>de</strong> ías ¿ropas cartaginesas que traen a Túrbula la esperanza <strong>de</strong> una<br />
victoria con la que soñaron mucho tiempo. Y acu<strong>de</strong>, hecha fuego vivo, a 'as<br />
antorchas para el entierro <strong>de</strong>l caudillo saguntino Murro, y a las gigantes hogueras,<br />
allá en lo alto, tras las murallas <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> la ciudad antigua, cuando<br />
el fin trágico <strong>de</strong>l sacrificio llega.<br />
Y hay todavía otra luz: la verda<strong>de</strong>ra luz <strong>de</strong> las estrellas, que no son <strong>de</strong> pega,<br />
y <strong>de</strong> la luna, que está ahí, en el cielo mediterráneo, sin truco <strong>de</strong> papel <strong>de</strong> pista.<br />
El color. Cí/iiSecueucia directa <strong>de</strong> la luz bien manejada o aprovechada <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
su fuente natural <strong>de</strong>l aire es el color. Un color indómito, sin encerrona <strong>de</strong> bambalinas<br />
que ¿esfigure su natural pujanza en los brillantes uniformes cartagineses,<br />
en el pardo atavio <strong>de</strong> los turbulelas, en el gayo atavio <strong>de</strong> los saguntinos.<br />
El ritmo. Combinados la luz y el color con el movimiento preciso, surge el<br />
ritmo. Y por sí la luz y el color y el movimiento a<strong>de</strong>cuado a cada escena fuera<br />
poco, la ilustración musical, protagonista a veces <strong>de</strong>l momento, consigue que el<br />
total trágico se or<strong>de</strong>ne en una perfecta armonía para el gozo, el anuncio, la pre<strong>de</strong>stinación,<br />
la súplica frontera <strong>de</strong> la fe, el grito <strong>de</strong>l héroe y la muerte.<br />
Estos son los elementos fundamentales <strong>de</strong> la tragedia que he visto en 6a.<br />
gunto. Reunidos todos por la habilidad artesana <strong>de</strong> un director, un gran director<br />
—Tamayo—-, dan cauce al propósito <strong>de</strong> los autores <strong>de</strong> libro y música, que<br />
indudablemente buscaron el camino más idóneo para que los efectos plásticos<br />
fueran norma umstflnie en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la tragedia. Porque La <strong>de</strong>stracción<br />
<strong>de</strong> Sagunto iba a ser representada no en un teatro corriente, lleno <strong>de</strong> ahogos<br />
para tan amplio campo, sino en el inigualable escenario <strong>de</strong>l teatro romano saguntino,<br />
que pi<strong>de</strong> un culto primordial a la plástica por razón <strong>de</strong> su misma naturaleza.<br />
Y es curioso Que, encontrándonos ante la más elevada fórmula <strong>de</strong> teatro —la<br />
tragedia—, y siendo el recinto teatro puro, si los hay, constantemente se me viniera<br />
al recuerdo el cine al contemplar el espectáculo. Pero no el cine en blanco<br />
y negro, <strong>de</strong> una dimensión plana y pantalla cuadrada, sino el último que nos<br />
ha—llegado: en tres dimensiones, en<br />
color y con pantalla <strong>de</strong> cinemascopio.<br />
Lo que me hace pensar, no que hasta<br />
e! más puro teatro está contagiado<br />
inevitablemente <strong>de</strong> nuestro tiempo cinematográfico,<br />
sino todo lo contrario:<br />
cada día es más rápido el paso con<br />
que camina el cine hacia el teatro.<br />
En resumen, el triunfo ha sido claro.<br />
Y el empeño era gran<strong>de</strong>. Sagunto,<br />
que ya tenia una buena historia, se ha<br />
apuntado para el primer puesto <strong>de</strong> otra<br />
que también se va haciendo épica en<br />
nuestros días: la historia <strong>de</strong>l teatro.<br />
Ha acertado Sánchez Castañer con<br />
el tema y la ocasión. Ha acertado Pe.<br />
man —un acierto más al saco, que ya<br />
se le <strong>de</strong>be <strong>de</strong> estar rompiendo <strong>de</strong> He.<br />
no— con sus versos, que adquieren en<br />
ocasiones una extraordinaria belleza.<br />
También el maestro Rodrigo se ha<br />
apuntado un nuevo tanto con sus composiciones<br />
apretadas al tema, entre las<br />
que, para mi gusto, pongo en primer<br />
lugar el himno al verano.<br />
Y junto a la labor magnífica" <strong>de</strong><br />
Adolfo Marsillaeh. <strong>de</strong> un valor nuevo,<br />
que vrae gran<strong>de</strong>s esperanzas y se llama<br />
Julio Núñez, y el puntual cometí,<br />
do <strong>de</strong> toda la compañía, ha acertado<br />
rotundamente, con toda la cuerda <strong>de</strong><br />
gran actriz que en ella hay, Mary Carrillo.<br />
Tal vez fuera posible que esta representación<br />
volviera todos los años a Sagunto.<br />
Lo merece,<br />
ATENEO<br />
JAVIER ALEESANTiRS
v loncierto<br />
REDACTOR *MJS1CAL: FERNANDO RUIZ COCA<br />
E ba hablado mucho <strong>de</strong>l excesivo<br />
S cerebralismo <strong>de</strong> la música contemporánea,<br />
a la que se ha supuesto enredada<br />
en problemas <strong>de</strong> pura técnica formal<br />
sin una verda<strong>de</strong>ra razón artística<br />
para ello. El bien o mal llamado atona-<br />
Üsmo, sobre todo, ha <strong>de</strong>bido <strong>de</strong> sufrir<br />
ataques que podrían haber sido justos<br />
si se hubieran basado en una comprensión<br />
profunda, no ya <strong>de</strong>l sistema técnicamente<br />
consi<strong>de</strong>rado, sino <strong>de</strong>l proposito<br />
estético que le había dado origen.<br />
Pero no ha sido así, ni aun hoy lo es,<br />
por gran parte <strong>de</strong> los oyentes o estudiosos<br />
<strong>de</strong> estas músicas. Se acusa <strong>de</strong><br />
" ¿<br />
fríamente cerebrales, experimentos<br />
<strong>de</strong> laboratorio, etcé<br />
tera, a obras que, sin embargo,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> una opuesta<br />
vertiente, son calüícadas paradójicamente<br />
como expresionistas.<br />
Y esto último me<br />
parece más justo. Para un<br />
oyente imparcial y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
luego, con una sensibilidad<br />
educada, el problema que se<br />
le presenta ante un estreno<br />
<strong>de</strong> este género —por ejemplo,<br />
la «Suite lírica», <strong>de</strong> Alban<br />
Berg— es <strong>de</strong> índole puramente<br />
estética (ya que las<br />
cuestiones técnicas no tienen<br />
por qué preocupar a un contemplador<br />
<strong>de</strong> arte más que<br />
<strong>de</strong> un modo secundario). Las<br />
preguntas ante esta música<br />
versarán sobre su sentido;<br />
sobre el arquetipo que haya<br />
movido al autor; su intuición<br />
<strong>de</strong> valor plasmada o<br />
fallida; su lucha con la materia<br />
—sonido y tiempo— en<br />
que la obra se hace realidad.<br />
Consi<strong>de</strong>ro que, a gran<strong>de</strong>s<br />
rasgos, la música con<br />
temporánea se mueve entre<br />
dos polos: la objetividad, obediente a<br />
normas externas, con noble ambición y<br />
nodtalgia <strong>de</strong> un nuevo clasicismo —sentires<br />
<strong>de</strong> la razón que pue<strong>de</strong> conducir<br />
a un arte <strong>de</strong>s o sobrehumanlzado— y<br />
el expresionismo, atento sobre todo al<br />
fluir <strong>de</strong>l canto más intimo y personal<br />
—raasonei <strong>de</strong>l corazón, que llevan en último<br />
término a un arte infrahumano<br />
(recor<strong>de</strong>mos el dada y el mecanicismo)—,<br />
recreando continuamente un lenguaje<br />
que se quiere cada vez mas amplio,<br />
generoso y flexible. Estos dos mo-<br />
El Cuarteto Berg<br />
dos <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r nuestro arte, ninguno<br />
<strong>de</strong> los cuales, naturalmente, se da nunca<br />
puro, vienen a resumir, una vez más<br />
y en términos actuales, la vieja dualidad<br />
<strong>de</strong> la expresión y la forma. Se nos<br />
dirá, con Bene<strong>de</strong>tto Croce, que no tiene<br />
sentido la separación <strong>de</strong> estro términos;<br />
que ]a expresión sólo a través<br />
<strong>de</strong> la forma se manifiesta; que la forma<br />
en si no es más que un receptáculo<br />
para un contenido; que sólo existe un<br />
término en función <strong>de</strong>l otro. Pero todo<br />
eso, que podrá ser o no cierto, no viene<br />
al caso, pues ya he comenzado por<br />
<strong>de</strong>cir que ninguno <strong>de</strong> los dos modos<br />
—objetivismo y expresionismo— se dan,<br />
ni pue<strong>de</strong>n darse, puros. No me refiero<br />
a separación, sino a distinción. Al hecho<br />
<strong>de</strong> que en cualquier obra pue<strong>de</strong><br />
observarse una proporción distinta en<br />
la combinación ineludible <strong>de</strong> los dos elementos:<br />
cuando dominan las razones<br />
formales, <strong>de</strong>cimos que estamos ante<br />
una obra clásica o clasicista; cuando<br />
es la expresión <strong>de</strong>l yo la que impera,<br />
juzgaremos estar ante una creación romántica.<br />
Strawinsky —-p i e n s o, sobre<br />
todo, en su «Sinfonía en tres tiempos»—<br />
es el mejor ejemplo actual <strong>de</strong>l primer<br />
caso; Schoenberg o Alban Berg, <strong>de</strong>i segundo.<br />
Tenemos, pues, a Schoenberg y a<br />
Berg <strong>de</strong>l lado romántico. Toda su música<br />
que se engarza en la tradición<br />
europea a través <strong>de</strong>l «Tristán» wagneriano,<br />
quiere ser la Ubre expresión <strong>de</strong>i<br />
yo más íntimo. No ya las formas tradicionales<br />
—que con tanto equilibrio<br />
asumieron sus antecesores <strong>de</strong>l XIX—<br />
les estorban. El mismo organismo tonal,<br />
base <strong>de</strong> todo el edificio barroco <strong>de</strong><br />
la música mo<strong>de</strong>rna, quieren superarlo,<br />
abandonando su lógica. No es éste momento<br />
<strong>de</strong> señalar cómo eñ la técnica<br />
esta supuesta libertad pue<strong>de</strong> conducir<br />
a una mayor esclavitud. En todo caso,<br />
se ha llegado a un mundo inédito, con<br />
posibilida<strong>de</strong>s estéticas insospechadas. Y<br />
eso era, en <strong>de</strong>finitiva, lo que buscaban<br />
estos compositores, obligados siempre a<br />
renovar su lenguaje. Y ante este lenguaje<br />
podríamos plantearnos la que yo<br />
estimo pregunta fundamental: ¿Qué<br />
nuevo valor sustancial han intuido estos<br />
músicos que tes ha obligado a crearse<br />
esta nueva manera para expresarlo?<br />
Hasta ahora, el canto personal, el yo<br />
que aspira a manifestarse integramen-<br />
te, contaba para ello con un repertorio<br />
<strong>de</strong> formas —juego <strong>de</strong> ritmos, clima rao<br />
dal, organismo tonálico— coherente y<br />
convencionalmente lógico, que bastaba<br />
a satisfacer las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo<br />
a expresar. Este repertorio se ha ido<br />
haciendo insuficiente y, lo que es peor,<br />
tópico, en la medida <strong>de</strong> su uso y abuso,<br />
Hoy difícilmente pue<strong>de</strong> satisfacer los<br />
<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> un creador con personalidad<br />
propia. Pero es que, a<strong>de</strong>más, este acotamiento<br />
<strong>de</strong> las formas tradicionales se<br />
ha prodycido en un momento en que<br />
se <strong>de</strong>scubría todo un nuevo paisaje a<br />
expresar. Freud, Adler, Jung, con sus<br />
investigaciones sobre el subconsciente,<br />
al incorporarlo a la personalidad <strong>de</strong>l<br />
artista, la han enriquecido en ferina fabulosa.<br />
El P. Sertillanges podrá <strong>de</strong>cir:<br />
«La parte iluminada <strong>de</strong>l alma no es<br />
más que una zona estrecha; en el resto<br />
todo es penumbra y oscuridad- Y, no<br />
obstante, <strong>de</strong> allí surgen i<strong>de</strong>as y sentimientos.<br />
Por la lógica, comunicamos<br />
sólo con la parte más abierta a la luz;<br />
el resto es inaccesible. Pero allí está el<br />
principal valor <strong>de</strong> nuestra riqueza y es<br />
accesible al arte.»<br />
Con unas formas hechas tópico y con<br />
un mensaje casi infinito que <strong>de</strong>cir, la<br />
necesidad <strong>de</strong> ampliar los medios <strong>de</strong> expresión<br />
era angustiosa, sobre todo para<br />
aquellas sensibilida<strong>de</strong>s que, por su tradición<br />
góticogermánica, eran más propicias<br />
a la nueva faceta <strong>de</strong>l arte. E¡ órgano,<br />
pues, nació <strong>de</strong> la nueva función.<br />
No al contrario, como gratuitamente<br />
han querido suponer algunos. Naturalmente<br />
que, al <strong>de</strong>cir esto, me refiero a<br />
aquellos compositores, músicos ante<br />
todo, que saben ver en la técnica un<br />
medio y no un fin. Que crean el sistema<br />
y lo utilizan a la medida <strong>de</strong> tu necesidad,<br />
y que, en un ultimo término,<br />
saben ironizar sobre la «ortodoxia» <strong>de</strong><br />
sus propias composiciones. El artículo<br />
que, en el número anterior <strong>de</strong> ATENEO,<br />
recogíamos <strong>de</strong> Arr;;old Schoenberg, pue<strong>de</strong><br />
ser buen aviso para incautes navegante!,<br />
sin puerto ni brújula y Que tan<br />
grotescamente hacen cuestión bizantina,<br />
per fusa más o menos, ds la «pureza»<br />
<strong>de</strong> alguna obra, que, acaso, cor<br />
toda su fi<strong>de</strong>lidad al sistema, no pase<br />
<strong>de</strong> ser una ingeniosa fórmula s\n clor,<br />
color, ni sabor. De Schoenberg, que dio<br />
el paso <strong>de</strong>cisivo, o <strong>de</strong> Alban Berg no<br />
pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse —como se ha dicho— que<br />
fueron meros ingenieros <strong>de</strong> química so- •<br />
ñora. Si es cierto que lo han sido, también<br />
lo es, indudablemente, que eJlo<br />
ocurre como paso imprescindible para<br />
la construcción <strong>de</strong> sus inverosímiles<br />
puentes tendidos a un insospechado infinito.<br />
También es cierto que muchos<br />
seguidores <strong>de</strong> esta escuela —los «hinchas»<br />
que más gritan— toman el rabano<br />
por las hojas, confundiendo el or !<br />
<strong>de</strong>n con su esplendor, o el guarismo COK<br />
lo que el P. Sopeña diría «sangre c"el<br />
alma». Pero esto, sobre no hacer daño<br />
a nadie, a nadie regularmente avisado<br />
engaña.<br />
* • •<br />
El sistema do<strong>de</strong>cafónico, vecino, pues,<br />
<strong>de</strong>l surrealismo. He aquí un tema incitante<br />
para una ciencia <strong>de</strong> la cultura<br />
en que la música sea celestial en el mejor<br />
sentido <strong>de</strong> la palabra; también lo<br />
es para una musicología con vocación •<br />
universitaria. i<br />
Nuestros críticos han hablado ante la f<br />
«Suite Lírica» <strong>de</strong> alucinación, sueño,<br />
misterio. Precisamente por la presencia<br />
ante el sobrecogedor misterio po<strong>de</strong>mos<br />
hablar <strong>de</strong> obra <strong>de</strong> arte, que el i»rte es,<br />
por uno u otro camino, alusión constante<br />
a alo otro». Un panorama sonoro<br />
<strong>de</strong> murmullos, voces como dispersas,<br />
susurro <strong>de</strong> alas, gritos apasionados ¡<br />
y una presencia inquietante fie cosas<br />
muy familiares y como olvidadas que<br />
necesita una ejecución perfecta. La<br />
obra es leve como una pluma y sólida<br />
como un teorema. El cuarteto Vegh,<br />
con amor, pasión y conocimiento, sobre<br />
una técnica inverosímilmente dominada,<br />
ha sido el vehículo insustituible<br />
que ha hecho patente y luminosa<br />
esta música y otras que por su enorms<br />
<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za están reñidas con toda<br />
rutina y prejuicio <strong>de</strong> escuela.<br />
El Conservatorio, organizador <strong>de</strong> estas<br />
excepcionales sesiones, amplia asi<br />
su difícil magisterio <strong>de</strong> hacer música al<br />
más difícil aún <strong>de</strong> escucharla.<br />
15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954 ,
FEDERICO<br />
RODRIGU<br />
O soy <strong>de</strong> los que creen que<br />
el espíritu burgués sea una<br />
especie <strong>de</strong> infierno terrenal<br />
en el que concurran todos<br />
los males sin mezcla <strong>de</strong> bien alguno.<br />
Creo, por el contrario, que encierra<br />
verda<strong>de</strong>ras virtu<strong>de</strong>s, como, por<br />
ejemplo, su amor al trabajo y, en general,<br />
su honestidad individual, poco<br />
discutida, por lo menos, respecto a<br />
los verda<strong>de</strong>ros burgueses <strong>de</strong> nuestro<br />
país. Creo también que, algo <strong>de</strong> lo que<br />
se le achaca como <strong>de</strong>fecto no lo es<br />
en realidad; así, me parece que su<br />
sentido <strong>de</strong> la medida y <strong>de</strong> los límites,<br />
su pon<strong>de</strong>ración, su equilibrio, no pue<strong>de</strong><br />
consi<strong>de</strong>rarse más que <strong>de</strong>fecto si<br />
<strong>de</strong>l plano social se traspasa al plano<br />
íntimo <strong>de</strong> la perfección personal, don<strong>de</strong><br />
toda ambición está justificada y<br />
toda limitación es pecaminosa; porque,<br />
por lo <strong>de</strong>más, practicar en la<br />
vida social <strong>de</strong> cada uno cierta mo<strong>de</strong>ración,<br />
una cierta renuncia, no <strong>de</strong>jarse<br />
roer por la prisa, ni por la ambición<br />
<strong>de</strong>smedida, no parece que sea,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista social, <strong>de</strong>fecto,<br />
sino más bien virtud. Más aún si,<br />
como acontece con nuestra burguesía,<br />
se sabe hacer compatible esa pon<strong>de</strong>ración<br />
y esa medida con un cierto<br />
<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> superación profesional que<br />
pocas clases saben ostentar como ella.<br />
Y aún creo que algunas otras sombras<br />
con las que se intenta entenebrecer<br />
1 su perfil no existen realmente<br />
en la burguesía. Así, se dice <strong>de</strong> ella<br />
que es clase antiheroica, y Schumpeter<br />
insiste sabrosamente en que la Bolsa,<br />
como i<strong>de</strong>al, no tiene la misma gallardía<br />
heroica que el Grial. Naturalmente<br />
que no. Pero no parece que sea<br />
heroísmo <strong>de</strong> baja calidad él heroísmo<br />
<strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> cada día y el <strong>de</strong> cumplir<br />
honradamente con los <strong>de</strong>beres<br />
profesionales. Pensar que no es heroico^<br />
más que el que cumple objetivos<br />
<strong>de</strong> barba y espada me parece que es<br />
un criterio radicalmente equivocado<br />
y, a<strong>de</strong>más, sumamente dañoso para la<br />
vida colectiva; que, en <strong>de</strong>finitiva, sale<br />
altamente beneficiada con esos otros<br />
heroísmos silenciosos <strong>de</strong>l trabajo y <strong>de</strong><br />
Ja profesión. No se trata, por otra parte,<br />
<strong>de</strong> saber si la Bolsa y. el Santo<br />
Grial son o no comparables, ni siquiera<br />
es preciso llegar a puntualizar cuál<br />
<strong>de</strong> los dos heroísmos tiene un más alto<br />
nivel humano; cualquiera diría que el<br />
heroísmo militante <strong>de</strong> las comunida<strong>de</strong>s<br />
mo<strong>de</strong>rnas se mueve precisamente tras<br />
el Santo Grial. Lo que se trata es<br />
<strong>de</strong> saber si ha <strong>de</strong> con<strong>de</strong>narse sin más<br />
el heroísmo callado y gris <strong>de</strong> la jornada<br />
<strong>de</strong> ocho horas, <strong>de</strong> la puntualidad<br />
en la oficina o en el <strong>de</strong>spacho, <strong>de</strong> la<br />
exactitud técnica, <strong>de</strong>l rigor profesional;<br />
valores todos que el burgués —el<br />
verda<strong>de</strong>ro burgués, no el estraperlista—<br />
ha cultivado morosamente. Y no<br />
creo que quepa ni siquiera discusión<br />
sobre la materia. .<br />
Pero si la burguesía tiene bastante<br />
y verda<strong>de</strong>ras virtu<strong>de</strong>s sociales, creo<br />
que, sin ánimo <strong>de</strong> crítica, sino más<br />
bien en plan <strong>de</strong> examen <strong>de</strong> conciencia<br />
—yo, lector, soy burgués, y tú, posiblemente,<br />
también lo eres— es necesario<br />
examinar otros <strong>de</strong>fectos que se<br />
le" imputan y que son más graves y<br />
más reales que los dichos.<br />
Para unos se trata <strong>de</strong> una monstruosa<br />
insinceridad; porque la burguesía,<br />
integrada por gentes que habitual<br />
y personalmente son honradas y hacen<br />
incluso <strong>de</strong> la observancia <strong>de</strong> la<br />
justicia —a la conmutativa me refiero;<br />
la que Aristóteles, con finísimo<br />
sentido y no sé si con ironía, <strong>de</strong>cía:<br />
«Justici aentre iguales»— el mayor <strong>de</strong><br />
sus timbres sociales, resulta como<br />
grupo <strong>de</strong> una honestidad discutible.<br />
Se ha señalado que la inmensa mayoría<br />
<strong>de</strong> los burgueses serían incapaces<br />
<strong>de</strong> apropiarse <strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>sto duro<br />
olvidado en una mesa; pero también<br />
se ha dicho que esos mismos hombres,<br />
en cuanto el grupo los engloba y diluye,<br />
no tienen el más mínimo escrúpulo<br />
en adueñarse <strong>de</strong> cantida<strong>de</strong>s sobre<br />
cuyos orígenes cabe alguna razonable<br />
sospecha si se piensa que en más <strong>de</strong><br />
una ocasión pue<strong>de</strong>n ser consecuencia<br />
<strong>de</strong> precios que esquilman al consumidor<br />
o <strong>de</strong> salarios que esquilman al<br />
obrero.<br />
Mas obsérvese que no es-fácil culpar<br />
al burgués individual, también en esto<br />
Nuestros majores —dice un emperador <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> los Tang—•<br />
tenían la máxima <strong>de</strong> que si había algún hombre que no arase, alguna mujer<br />
que no se ocupase en hilar, era señal <strong>de</strong> que alguien pa<strong>de</strong>cía frío ó<br />
hambre en el Imperio. • _<br />
(Montesquieu: «Del espíritu-<strong>de</strong> las leyes». Libro VI, capitulo VI.) '-'<br />
distinto <strong>de</strong>l estraperlista: como personas<br />
aisladas los burgueses no fijan los<br />
precios ni los salarios, no crean. los<br />
monopolios ni abusan más que otros<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> propiedad privada sobre<br />
los bienes capitales. Se limitan a<br />
hacer lo que hacen todos. Y lo que<br />
todos hacen, lo que hace el grupo, es<br />
forjar una concepción jurídica <strong>de</strong> la<br />
propiedad, una versión equivocada <strong>de</strong><br />
sUs <strong>de</strong>rechos, unas leyes económicas<br />
intangibles, <strong>de</strong> las que <strong>de</strong>rivan casi<br />
automáticamente la <strong>de</strong>predación y la<br />
injusticia para las <strong>de</strong>más clases sociales,<br />
sin que sea ya necesario que ningún<br />
burgués singularice su conducta<br />
ni manche su conciencia con actos que<br />
individualmente sería incapaz <strong>de</strong> realizar..<br />
• • ¡i<br />
En esta contradicción entre lo qué<br />
proclama y aun lo "que es individualmente,<br />
y lo que hace como clase social,<br />
es don<strong>de</strong> muchos encuentran el<br />
testimonio <strong>de</strong> una lamentable insinceridad.<br />
Pero es claro que todo ello es<br />
algo más que insinceridad: al burgués<br />
se le imputa también una falta radical<br />
<strong>de</strong> solidaridad con las otras clases<br />
sociales, concretamente con la clase<br />
baja. Es egoísta, se aisla en su propio<br />
bienestar y se niega a pensar en ia<br />
situación <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más; si acaso, lleva<br />
tan a<strong>de</strong>lante su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> comodidad<br />
que hasta sé permite el regalo <strong>de</strong> hacer,<br />
en los días más sonados para su<br />
sensibilidad religiosa, unos cuantos<br />
donativos que le <strong>de</strong>jen cenar tranquilamente<br />
en Nochebuena sin el remordimiento<br />
<strong>de</strong> que esa misma noche<br />
otros no tendrán qué comer.<br />
Pero, en realidad, tampoco podría<br />
señalarse ese <strong>de</strong>fecto en ningún burgués<br />
individualizado; es <strong>de</strong>fecto <strong>de</strong> la<br />
clase, no <strong>de</strong>l individuo. La tranquila<br />
ingenuidad con que ellos —nosotros,<br />
los burgueses— dan esos días, y siempre<br />
que dan sus donativos muestra<br />
a las claras que no se hace por <strong>de</strong>ber<br />
<strong>de</strong> restitución, por la conciencia <strong>de</strong><br />
haber <strong>de</strong>fraudado antes a los que ahora<br />
reciben. Hasta se habla con la máxima<br />
candi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> «socorrer a los pobres»,<br />
sin pensar si tiene uno, o el<br />
grupo al que uno pertenece, algo que<br />
ver con la existencia <strong>de</strong> esa misma<br />
pobreza.<br />
En todo eso que se dice <strong>de</strong> los burgueses<br />
y <strong>de</strong> la burguesía se señalan<br />
faltas <strong>de</strong> análoga naturaleza. Se apunta<br />
con ello, por ejemplo, al caso <strong>de</strong>l<br />
burgués que siendo responsable, único<br />
o colegiado, <strong>de</strong> una empresa económica,<br />
paga salarios injustos. Es claro<br />
que en este caso existe, por <strong>de</strong> pronro,<br />
un responsable —o varios— personal<br />
e indívidualizable; mas también es slaro<br />
que el montaje económicosocial <strong>de</strong><br />
la burguesía crea no ya una cierta<br />
neblina que suavizaría las responsabilida<strong>de</strong>s,<br />
sino, más que eso, una concatenación<br />
<strong>de</strong> fenómenos que las hace<br />
ir a per<strong>de</strong>rse, por carambola, en el<br />
in<strong>de</strong>finido anonimato <strong>de</strong> un numeroso<br />
grupo social. Así, el Consejo <strong>de</strong> Administración<br />
se ve obligado por sus capitalistas<br />
a pagar los más altos divi<strong>de</strong>ndos<br />
posibles a sus inversiones; pero<br />
los capitalistas son los burgueses<br />
De don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>duce que si la empresa<br />
falta a la justicia al pagar injustamente<br />
a sus trabajadores, con el fin<br />
<strong>de</strong> dar el divi<strong>de</strong>ndo más alto posible<br />
(Pasa a la página siguiente.)<br />
ATENEO 13
"CUERDA DE PRESOS"<br />
Por TOMAS SALVADOR<br />
USEBIO García Luengo es un<br />
E hombre bondadoso, inteligentí'<br />
simo, gran escritor,, ligeramente<br />
Jiipobúlico y <strong>de</strong> mucha luci<strong>de</strong>z<br />
crítica. Hombre lento y dulce, <strong>de</strong><br />
impulsos lacios o frenados, suele<br />
<strong>de</strong>cir a todos sus amigos qué a él<br />
le cuesta mucho hacer un artículo<br />
<strong>de</strong> prensa, redactar una novela o<br />
construir (ya que los entendidos<br />
hablan <strong>de</strong> «carpintería» y «albañilería»<br />
teatrales) una comedia. Y el<br />
caso es que todo ello lo hace muy<br />
bien y a<strong>de</strong>más, yo, al leerlo, lo<br />
encuentro hermoso, fácil y fluido.<br />
No me parece escritor duro ni difícil,<br />
sino <strong>de</strong> sosegada andadura y<br />
saboreadas lentitu<strong>de</strong>s, bañadas las<br />
palabras <strong>de</strong> su prosa en propios<br />
resplandores y no en halos o nimbos<br />
<strong>de</strong> autorida<strong>de</strong>s ajenas. Y creo<br />
que sólo pue<strong>de</strong> llamarse autor el que da «autoridad», <strong>de</strong>jes y lumbres<br />
propios a lo que dice o hace.<br />
En sus artículos, críticos o no, noto esto: García Luengo escribe con<br />
mucho punto y aparte, lo cual en sí .no parece cosa importante, pero<br />
quita flui<strong>de</strong>z y da, a veces, la impresión <strong>de</strong> q'ae su pensamiento, saltando<br />
sobre sus párrafos, es algo cuántico, discontinuo, con el tartamu<strong>de</strong>o <strong>de</strong> la<br />
ametralladora, sólo que con menos nerviosa celeridad. Como si se interrumpiera<br />
en la redacción y luego, al continuar, se olvidara <strong>de</strong> lo que venía<br />
diciendo o, al menos, lo recordara sin fuerza ni vivacidad. Y así, el nuevo<br />
párrafo parece algo totalmente, distinto respecto <strong>de</strong>l anterior.<br />
Aqui, en ATENEO, García Luengo ha juzgado la novela <strong>de</strong> Tomás Sal<br />
vador «Cuerda <strong>de</strong> presos», y ha señalado cierto «simplismo» o «esquematismo<br />
psicológico» en la narración y ha dicho que la no^fela «resulta forzada<br />
en algunos capítulos rellenos <strong>de</strong> párrafos, no mal escritos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
luego, pero insistidos y monótonos»; que los personajes quedan apenas<br />
esbozados «con aspavientos ¡ y caracterizaciones excesivamente externas»,<br />
y a<strong>de</strong>más «son tipos entrevistos en lejanía», por lo que el personaje «queda<br />
sin caracterizar por la vaguedad expresiva que emplea el novelista». Por<br />
eso, él crítico nota que, mientras en el relato <strong>de</strong> «Cuerda <strong>de</strong> presos» hay<br />
«mucha precisión geográfica y paisajista», el novelista en los trazos y diseños<br />
<strong>de</strong> los tipos y las criaturas que allí se mueven «echa mano <strong>de</strong> una<br />
cierta retórica <strong>de</strong>scriptiva y <strong>de</strong> unas incertidumbres psicológicas que <strong>de</strong>jan<br />
a los personajes apenas apuntados».<br />
También dice que «el autor abusa <strong>de</strong> los puntos suspensivos y los soliloquios»,<br />
y aíirmr. que el «mérito principal estriba en el esfuerza <strong>de</strong>scriptivo<br />
<strong>de</strong> unas tierras, y unos tipos españoles», aunque no cree que ello sea<br />
bastante para «emparentaría (la novela) con nuestra literatura <strong>de</strong>l 98».<br />
Insiste en hallar reparos a «estas novelas dé estudio y documentación»<br />
qué dan «ambigüedad a los personajes en sus rasgos psicológicos» y cree<br />
que <strong>de</strong>be ser consi<strong>de</strong>rada, no una novela realista sino impresionista, «por<br />
la bruma <strong>de</strong> la distancia y por el abultamiento <strong>de</strong> muchos rasgos que resaltan<br />
esencialmente como un retablo <strong>de</strong> figuras un poco burdas y elementales».<br />
En suma; Eusebio García Luengo está a punto <strong>de</strong> creer que el<br />
novelista Tomás Salvador «no ha encontrado su manera <strong>de</strong>finitiva», señalando<br />
en su novela un acento <strong>de</strong> guiñol en las escenas, poca y borrosa<br />
caracterización en los personajes, amaneramiento en la frase, pretensos<br />
arcaísmos en la prosa, «<strong>de</strong>masiado afán <strong>de</strong> pintorequismos», «figuras burdas<br />
y elementales», «lucha con el lenguaje» y truculencias <strong>de</strong> «ficha judicial».<br />
Es más, hasta en 1$ <strong>de</strong>scripción- y reconstrucción <strong>de</strong>l paisaje castellano,<br />
en don<strong>de</strong> estriba, según el crítico¿ el mérito principal <strong>de</strong> la novela,<br />
halla «qué en ocasiones, toma un aire, harto convencional». *<br />
Pero... (sin este «pero» esta. Sección ,dé «Crítica sobre crítica» no tendría<br />
razón <strong>de</strong> ser) todo lo que he transcrito <strong>de</strong> García Luengo es discutible,<br />
por eso_ es crítica; mas es indudable que cuánto ha dicho es claro, noble<br />
y <strong>de</strong>cisivo. No hay ambigüedad, ni vacilación ni retención <strong>de</strong> juicio. En las<br />
observaciones hechas, sean o no aceptadas, hay agu<strong>de</strong>za, agilidad, visión<br />
profunda <strong>de</strong> lo literario y talento artístico <strong>de</strong> altura. Pero al final <strong>de</strong> todo<br />
lo que lleva dicho, aña<strong>de</strong>: «Buena novela, sin duda; «Cuerda <strong>de</strong> presos»<br />
coloca a su autor en un dignísimo lugar entre los actuales narradores españoles.»<br />
Y éste es el «pero»; ¿•cómo pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>spués: <strong>de</strong> lo dicho calificarse<br />
a ésta <strong>de</strong> «buena novela» y á su autor <strong>de</strong> dignísimo narrador?<br />
Cree ¿iue hay que achacarlo, <strong>de</strong> una parte, á la generosidad <strong>de</strong> García<br />
Luengo, y <strong>de</strong> otra, á esa lentitud cuántica <strong>de</strong>: su redacción, qué le hace escribir<br />
fragmentariamente en puntos y aparte hasta parecer que olvida lo que<br />
antes dijo.. Es el «barojismo» <strong>de</strong> García Luengo.<br />
Un barojismo que le ha permitido simpatizar mucho con ei «barojismo»<br />
tie Tomás Salvador en su relato. Y que no le ha "<strong>de</strong>jado estimar el lenguaje<br />
.vivo y real, nada literario, escolástico ni libresco, <strong>de</strong> este autor.<br />
García Luengo no ha apreciado <strong>de</strong>bidamente, a mi juicio, esa prosa* jugosa,<br />
fuerte y elemental, que <strong>de</strong>nuncia un gran temperamento y un «estilo»,<br />
todo un estilo, que es más que «estilete» ó pluma. No faltan, claro, como<br />
en todo buen barojiahe, negligencias, disonancias, malos hilvanes y allegamientos<br />
gálicos, pero es mucho más presente e: importante la fuerza<br />
expresiva, la sintaxis <strong>de</strong> su prosa, cargada <strong>de</strong> resonancias tradicionales no<br />
buscadas y <strong>de</strong> relampagueos y someridá<strong>de</strong>s. Es la sabrosa prosa avellanada<br />
y digna <strong>de</strong> una geografía histórica <strong>de</strong> Ordoños y Berenguelas e itinerarios<br />
cídianús y quijotiles. La acción, es lineal y simple, las psicologías<br />
-elementales, y en eso tiene razón García Luengo; pero eso «s también<br />
alta tradición literaria española. Es novela bronca y dura <strong>de</strong> mucha hombría<br />
literaria, si» <strong>de</strong>sleimientos ni <strong>de</strong>liquios. Sus temas y cuadros son <strong>de</strong><br />
primera mano. Una respiración <strong>de</strong> fuerte' personalidad literaria suena ahí.<br />
(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />
% sus accionistas, faltan también éstos<br />
al reclamar mayores divi<strong>de</strong>ndos<br />
qué los que podrían darse si los trabajadores<br />
fuesen justamente pagados.<br />
Pero ¿quiénes son los capitalistas?<br />
¿Cuándo han pedido divi<strong>de</strong>ndos' tales<br />
que ocasionen la injusticia en los salarios?<br />
En realidad^ es un grupo anónimo<br />
y es una voz colectiva quienes<br />
así .actúan f"y para mayor tranquilidad<br />
<strong>de</strong> conciencia, ni siquiera suelen pedir<br />
expresamente *— salvo el accionista<br />
<strong>de</strong> turno en las Juntas generales—<br />
que se le suba el divi<strong>de</strong>ndo. Se limi¿<br />
tan más,,sencillamente ,,a <strong>de</strong>dicar sus<br />
14'<br />
'bienes .exce<strong>de</strong>ntes al consumo en lugar<br />
, <strong>de</strong> <strong>de</strong>dicarlos, a la inversión! Si" hay<br />
una cierta responsabilidad en quienes,<br />
en sus <strong>de</strong>cisiones'económicas, ce<strong>de</strong>n a<br />
la voz <strong>de</strong>l mercado <strong>de</strong> capitales, hay<br />
otra responsabilidad, no menos cierta,<br />
.pero mucho más in<strong>de</strong>finida, en ése<br />
ente colectivo que es la clase burguesa,<br />
que con su conducta, acaso'inconsciente<br />
y. minea formalmente expresada,<br />
induce a tomar aquellas <strong>de</strong>cisiones.<br />
Esta segunda responsabilidad, ¿a<br />
quién se ha <strong>de</strong> exigir? Porque a<strong>de</strong>más<br />
cada uno <strong>de</strong> ios-miembros <strong>de</strong> ]a sburguesía<br />
se comporta' exactamente igual<br />
qué los <strong>de</strong>más, y aunque se trate <strong>de</strong><br />
una asociación <strong>de</strong>l más puro corte re-<br />
ligioso, colocará lógicamente sus inversiones,<br />
don<strong>de</strong> le rindan más con<br />
mayor seguridad. No es fácil, pu¿s,<br />
encontrar un responsable individualizado.<br />
En realidad, lo único que cabe<br />
<strong>de</strong>cir, aunque en el fondq no sea más<br />
que un modo <strong>de</strong> expresión, es que la<br />
clase burguesa tiene tales i<strong>de</strong>as y tales<br />
exigencias sobre lo que cree que<br />
es <strong>de</strong>bido a sus inversiones, que provoca<br />
en otros <strong>de</strong>cisiones injustas.<br />
El caso pue<strong>de</strong> generalizarse: en casi<br />
todos los cauces por los que la burguesía<br />
obtiene sus ingresos, al lado <strong>de</strong><br />
unas conductas personales, como tal,<br />
responsables, existe una presión social<br />
que obliga, por ejemplo, al profesional<br />
a multiplicar por un coeficiente cualquiera<br />
sus minutas, no tanto por é!<br />
mismo cuanto porque en otro c*aso<br />
quedaría profesionalmente <strong>de</strong>scalificado.<br />
Esa misma presión obliga al funcionario<br />
a intentar elevar sus remuneraciones<br />
para evitar que los representantes<br />
<strong>de</strong> ¡a «res pública» que<strong>de</strong>n<br />
socialmente por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> los representantes<br />
<strong>de</strong> la «res privata».<br />
En <strong>de</strong>finitiva, si nos alejamos mentalmente<br />
lo bastante, en el tiempo y<br />
en el espacio, para ver qué es lo que<br />
pasa entre los hombres <strong>de</strong> una colectividad,<br />
burgueses y proletarios, a lo<br />
largo <strong>de</strong> varias semanas, se vería trabajar<br />
a bastantes burgueses; se vería<br />
trabajar a los obreros; veríamos surgir,<br />
por el esfuerzo combinado <strong>de</strong> ambas<br />
clases sociales, proyectado sobre<br />
los bienes capital que aportaban otros<br />
burgueses, la renta bruta <strong>de</strong> esa colectividad,<br />
los bienes y servicios producidos<br />
por los hombres y por el capital.<br />
Pero veríamos también cómo se<br />
hace <strong>de</strong> hecho el reparto' <strong>de</strong> esa renta<br />
nacional: al trabajador apenas se Je<br />
<strong>de</strong>ja lo suficiente para reparar y reconstituir<br />
sus fuerzas. No soy yo<br />
quien lo dice;, ni tampoco es Carlos<br />
Marx. Es Pío XI, aunque no se refería<br />
al presente, sino al pasado. Pudo<br />
equivocarse al <strong>de</strong>scribir así los hechos,<br />
y también puedo equivocarme yo<br />
al aplicar a la actualidad lo que él refería<br />
a tiempos pretéritos. Pero por<br />
<strong>de</strong>sgracia sobran en el mundo estadísticas<br />
para confirmar, lo que el Papa<br />
vio y lo que tú y yo y cualquiera pue<strong>de</strong><br />
ver aún en el tiempo presenté, si<br />
gira la vista en torno.<br />
Y no es fácil buscar al burgués individualmente<br />
responsable <strong>de</strong> la injusticia:<br />
pocas veces lo hay. La injusticia<br />
se produce casi mecánicamente<br />
por el montaje <strong>de</strong>l sistema y <strong>de</strong> las<br />
instituciones que el grupo se ha empeñado<br />
en hacer funcionar <strong>de</strong>fectuosa-<br />
'mente. Individualmente cada -uno <strong>de</strong><br />
.los burgueses se limita a meterse en<br />
el bolsillo lo que le dicen —¿y quién<br />
se lo dice?...— que le toca en el reharto.<br />
Como por otra parte él ha trabajado<br />
realmente o por lo menos ha<br />
aportado sus bienes capital al. trabajo<br />
<strong>de</strong> otros (lo que ciertamente no es<br />
lo mismo), no se le ocurre pensar que<br />
.el Montante <strong>de</strong> su ganancia <strong>de</strong>be ("'e<br />
tener alguna relación con la «no ganancia»<br />
<strong>de</strong> otros. Aquí radica, me parece,<br />
uno <strong>de</strong> los nudos <strong>de</strong>l problema.<br />
Sin embargo, puesto que el pastel<br />
dé la renta nacional, aunque variable<br />
a lo; largo d"el tiempo, tiene en cada<br />
momento un tamaño dado, todo lo que<br />
uno. <strong>de</strong> la comunidad percibe <strong>de</strong> más,<br />
perciben otros <strong>de</strong> nienos. Pero el burgués<br />
no suele establecer relación ninguna<br />
entre sus autos, sus pieles y sus<br />
viajes —por hablar sólo <strong>de</strong> cosas.honestas<br />
-^" y la miseria, la mugre, las<br />
CúeVas y los harapos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. La<br />
. macroeconqmía pue<strong>de</strong> ser una exposi-<br />
' cíón científica. contemporánea, aunque<br />
ya algún emperador <strong>de</strong> la dinastía <strong>de</strong><br />
los Tang mostrase su conocimiento <strong>de</strong><br />
ella; lo que no hay duda es que, el<br />
burgués ignora que, como hecho, existió<br />
y existe. " .<br />
Claro está que no hay una Correlación<br />
necesaria entre la riqueza <strong>de</strong>. unos<br />
yla miseria <strong>de</strong> otros. Marx cíeyó qué,<br />
sí la había; pero los hechos y la- investigación<br />
posterior a él han contradicho<br />
en este punto su doctrina; ahí<br />
está Norteamérica, don<strong>de</strong> el alto bienestar<br />
<strong>de</strong>l noventa por ciento <strong>de</strong> tu<br />
población no reconoce como origen el<br />
escaso confort <strong>de</strong>l. décimo restante. Sí<br />
será cierto siempre que todo lo que<br />
unos -sobrepasen la. media aritmética<br />
<strong>de</strong> renta nacional que toca á cada ciudadano<br />
le faltará a otros para alcanzar<br />
esa medía; pero ello es perfectamente<br />
correcto, porque el igualitarismo<br />
absoluto ni pue<strong>de</strong> ni <strong>de</strong>be existir.<br />
Lo que es inadmisible es que esas divergencias<br />
en torno a la línea <strong>de</strong> ingreso<br />
medio, sean tales que sepulten<br />
a un grupo en la miseria; y tanto<br />
más grave será la incorrección cuanto<br />
más numeroso sea el grupo maltratado.<br />
Pue<strong>de</strong> esto ocurrir por varias causas.<br />
Acaso el pastel <strong>de</strong> la renta nacional<br />
sea tan menguado que la cuota<br />
i<strong>de</strong>al aritmética que tocaría a cada<br />
uno roza ya los limites <strong>de</strong> la indigencia;<br />
en este caso, si algún grupo<br />
social percibe unas simples migajas<br />
más, ello bastará para hacer caer al<br />
resto <strong>de</strong> la colectividad en la miseria.<br />
Lo cual quiere <strong>de</strong>cir que cuando loa<br />
pueblos son pobres, realmente pobres,<br />
no hay mérito social que justifique un<br />
solo grano <strong>de</strong> riqueza, porque primero<br />
ha <strong>de</strong> darse a todos lo estrictamente<br />
necesario antes <strong>de</strong> que ninguno<br />
tenga ló' supérfluo.<br />
' Pue<strong>de</strong> ocurrir también que la me- •<br />
día i<strong>de</strong>ar sea elevada; pero que, al<br />
mismo tiempo, sea tan cuantiosa la<br />
parte que los ricos se atribuyen que<br />
necesariamente empujan a los más al<br />
nivel <strong>de</strong> la miseria. En cualquiera <strong>de</strong>,<br />
estos dos supuestos, la riqueza <strong>de</strong> los<br />
unos está ligada a la escasez <strong>de</strong> los<br />
otros. Y para los dos casos es válido<br />
el severo juicio <strong>de</strong> aquel inteligente<br />
emperador <strong>de</strong> la dinastía <strong>de</strong> los Tang.<br />
Pero con todo ello sigue siendo imposible,<br />
en términos generales, buscar<br />
un solo burgués al que hacer, en justicia,<br />
individualmente responsable <strong>de</strong><br />
que las cosas pasen así. El burgués se<br />
limita a seguir el compás que le. marca<br />
anónimamente su grupo social. Comienza<br />
por ignorar el problema, porque<br />
todos lo ignoran. Para ello acota<br />
cuidadosamente en sus ciuda<strong>de</strong>s las<br />
zonas en que ha <strong>de</strong> vivir él y las que<br />
han <strong>de</strong> vivir los proletarios. No han<br />
<strong>de</strong> mezclarse esos distintos niveles<br />
sociales, porque la comunión <strong>de</strong> vida<br />
traería consigo el conocimiento <strong>de</strong><br />
unas necesida<strong>de</strong>s que se prefieren ignorar.<br />
Sigue con 'un aséptico aislamiento<br />
<strong>de</strong> ambas clases sociales en la<br />
enseñanza. Y termina por practicar el<br />
más rígido hermetismo matrimonial.<br />
Se ignora —se quiere ignorar— el<br />
problema. Pero como el problema está<br />
ahí y los suburbios se ven <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
el auto, a pesar <strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>sviaciones<br />
<strong>de</strong>l camino, y como los miserables<br />
limosnean cuando les <strong>de</strong>jan a las<br />
puertas <strong>de</strong> aquí y <strong>de</strong> allá, es preciso<br />
tergiversar el problema: son ellos,<br />
que no quieren trabajar, los culpables;<br />
como sí un <strong>de</strong>creto divino hubiera<br />
impuesto que cada proletario que<br />
ya trabaja <strong>de</strong>be trabajar sin tasa, pero<br />
que aquellos burgueses que no trabajan<br />
nada <strong>de</strong>ben seguir en su reposo,<br />
o como si la economía <strong>de</strong>l país hubiera<br />
<strong>de</strong> llevarse, como en tiempo <strong>de</strong><br />
los faraones, a golpe <strong>de</strong> músculo, y no<br />
<strong>de</strong>biera el burgués <strong>de</strong> preocuparse por<br />
incrementar los bienes capitales <strong>de</strong> su<br />
país con lo que le sobre <strong>de</strong> lo necesario;<br />
que son los vicios <strong>de</strong>l proletariado,<br />
cuando no sus <strong>de</strong>litos, los culpables,<br />
como si los vicios fuesen patrimonio<br />
<strong>de</strong> una clase social y no triste<br />
herencia común <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Adán.<br />
Existe a<strong>de</strong>más un amplio margen<br />
<strong>de</strong> incomprensión, nacida <strong>de</strong> la separación<br />
<strong>de</strong> los dos grupos y que se manifiesta<br />
en la mentalidad burguesa por<br />
una ten<strong>de</strong>ncia inconsciente a transformar<br />
en dogmas todo su pequeño mundo,<br />
sus criterios, sus valores. Ignoran,<br />
como Marcelo, que hay un mundo mucho<br />
más amplio <strong>de</strong>l que cabe en su<br />
propia filosofía. Pero si Marcelo creyó<br />
a Hamlet que así se lo afirmaba, los<br />
burgueses no suelen admitir tan fácilmente<br />
lecciones <strong>de</strong> este tipo.<br />
Se ignora el problema, se tergiversa<br />
el problema. Existe incomprensión<br />
radical. Pero lo peor está en que acaso<br />
todo ello no sea más 1 que cortinas<br />
<strong>de</strong> humo con las que el burgués quie-<br />
. re encubrir su incapacidad para poner<br />
remedio al problema mismo'.<br />
¿Qué pasaría, en efecto, si un burgués<br />
quisiera romper el mol<strong>de</strong> <strong>de</strong> su<br />
15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1951
clase social? Pagaría a sus trabajadores<br />
un justo salario, se negaría a<br />
cobrar por su trabajo el exceso sobre<br />
una retribución media antes <strong>de</strong> que<br />
los <strong>de</strong>más tuviesen lo necesario, usaría<br />
sus bienes propios «como comunes»,<br />
como quería Santo Tomás. Pues<br />
bien: sería dado automáticamente <strong>de</strong><br />
baja en las filas <strong>de</strong> la burguesía militante,<br />
se arrumaría y hasta es posible<br />
que sus propios trabajadores le<br />
tuviesen por loco. Su conducta serviría<br />
<strong>de</strong> muestra eficacísima <strong>de</strong> lo que<br />
no <strong>de</strong>be hacerse.<br />
Quiere esto <strong>de</strong>cir, que salvo casos<br />
heroicos o circunstancias excepcíonalmente<br />
favorables, el burgués está<br />
prisionero <strong>de</strong> su propia clase social;<br />
no pue<strong>de</strong> librarse individualmente <strong>de</strong><br />
golpe <strong>de</strong> todas las limitaciones que su<br />
grupo le impone. Ha <strong>de</strong> resignarse a<br />
ser burgués, a hacer lo que hacen Jos<br />
otros y, por tanto, ha <strong>de</strong> resignarse<br />
también a ser uno <strong>de</strong> esos «otross> que<br />
servirán <strong>de</strong> ejemplo a los que vengan<br />
<strong>de</strong>spués. Ha <strong>de</strong> resignarse también a<br />
ser insincero: Pensará todo esto y nó<br />
lo hará.<br />
Si en vez <strong>de</strong> uno fuesen muchos los<br />
burgueses que inaugurasen el nuevo<br />
camino, la cosa cambiaría; pero socialmente<br />
es muy difícil que pueda<br />
surgir un movimiento <strong>de</strong> este tipo. Ya<br />
sería dificultoso, en primer lugar, encontrar<br />
la vía media que liberase a<br />
los burgueses como clase <strong>de</strong> aquellos<br />
<strong>de</strong>fectos, sin comportar la <strong>de</strong>strucción<br />
<strong>de</strong> la clase misma; dificultad no teórica<br />
—nada hay esencialmente malo en<br />
la burguesía ni en sus instituciones—,<br />
pero sí práctica. Sería también difícil<br />
hallar el motor y el clima preciso.<br />
Y, a<strong>de</strong>más y sobre todo, no sólo sería<br />
cuestión <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r; es también<br />
problema <strong>de</strong> querer: en general la burguesía<br />
no ha llegado aún ha compren<strong>de</strong>r<br />
la necesidad <strong>de</strong> la evolución consciente.<br />
Prefiere aceptar el relativo automatismo<br />
<strong>de</strong> los hechos sociales que<br />
la llevan a parecer lentamente, como<br />
perecen los minerales radioactivos,<br />
transmutándose poco a poco en otra<br />
clase, la clase proletaria, y emitiendo<br />
radiaciones malsanas <strong>de</strong> egoísmo.<br />
Socialmente hablando ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>scartarse<br />
la posibilidad <strong>de</strong> una evolución<br />
autónoma y controlada <strong>de</strong> la burguesía<br />
<strong>de</strong>fectuosa, que es la que realmente<br />
existe; con ello se pier<strong>de</strong>, al<br />
mismo tiempo, la posibilidad <strong>de</strong> salvarla<br />
como clase. El problema se <strong>de</strong>splaza<br />
a liberar cuanto antes a los burgueses<br />
• como individuos <strong>de</strong> las máculas<br />
que una burguesía <strong>de</strong>fectuosa les<br />
imprime, y a salvar la justicia en lavida<br />
social —entre <strong>de</strong>siguales— lesionada<br />
por esa misma burguesía.<br />
Creo que el primer paso para ]a<br />
salvación <strong>de</strong>l burgués sería la consi<strong>de</strong>ración<br />
reflexiva <strong>de</strong> su función profesional,<br />
económica y humana, en la<br />
órbita <strong>de</strong> la vida colectiva. «Si un<br />
hombre no ara, alguien pa<strong>de</strong>ce hambre<br />
en el Imperio.» Alto pensamiento<br />
que, en cristiano,, fue formulado así<br />
por León XIII: «Los que mayor abundancia<br />
<strong>de</strong> bienes han recibido <strong>de</strong> Dios,ya<br />
sean esos bienes corporales y externos<br />
o espirituales e internos,, para<br />
' esto los han recibido, para que con<br />
ellos atiendan a su perfección propia,<br />
y, al mismo tiempo, como ministros<br />
<strong>de</strong> la Divina Provi<strong>de</strong>ncia al provecho<br />
<strong>de</strong> los <strong>de</strong>más.»<br />
El sol no se ha puesto todavía en<br />
Occi<strong>de</strong>nte; las i<strong>de</strong>as conservan aún<br />
su eficacia conformadora <strong>de</strong> la vida<br />
colectiva. Fueron i<strong>de</strong>as, en <strong>de</strong>finitiva,<br />
las que hicieron <strong>de</strong> la burguesía lo que<br />
hoy es, en lo bueno y en .lo malo. I<strong>de</strong>as<br />
hondamente asimiladas, en las que se<br />
subrayase el papel que a cada uno en<br />
la salvación humana <strong>de</strong> los otros significarían,<br />
por <strong>de</strong> pronto, la liberación<br />
mental <strong>de</strong> los burgueses les ahorraría<br />
esa suficiencia con que, inconscientemente,<br />
obran mal. Caerían en la cuenta<br />
<strong>de</strong>l eco gran<strong>de</strong> que levantan sus<br />
más leves pisadas. Abrir las puertas a<br />
la reflexión honda es abrir las puertas<br />
<strong>de</strong> la libertad. Las. instituciones<br />
vendrían <strong>de</strong>spués...<br />
En cuanto a la sociedad, son mu-<br />
CÍIQS los que sé encargan <strong>de</strong> salvarla.<br />
Esperemos. .<br />
ATENEO<br />
FEDERICO RODRÍGUEZ<br />
POR MANUEL<br />
R l&< JT%. 1^1 jT^. 1^1 U E&aj AB<br />
AL V A R E..Z<br />
fines <strong>de</strong> 1553, hace, pues, <strong>de</strong><br />
esto cuatrocientos años, un<br />
^personaje flamenco <strong>de</strong>sembarcaba<br />
en las costas inglesas.<br />
Era Antonio Moro, el famoso<br />
pintor <strong>de</strong> cámara <strong>de</strong> la Corte<br />
<strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s, y uno <strong>de</strong> los más celebrados<br />
retratistas <strong>de</strong> aquellos tiempos. Iba en comisión,<br />
mandado por aquella notable mujer,<br />
María, la que íué hermana <strong>de</strong>l Emperador<br />
Carlos V, pru<strong>de</strong>nte Gobernadora <strong>de</strong><br />
los Países Bajos.<br />
El encargo que llevaba Antonio Moro<br />
era una consecuencia <strong>de</strong> los radicales<br />
cambios políticos que habían ocurrido en<br />
Inglaterra en él año 1553. Pues habiendo<br />
fallecido el joven rey Eduardo VT había<br />
correspondido la corona a la princesa María<br />
Tudor, por cuyas venas circulaba la<br />
generosa sangre española, como nieta que<br />
era <strong>de</strong> los Reyes Católicos. Aquella infortunada<br />
mujer, que <strong>de</strong> los más altos<br />
<strong>de</strong>stinos, como prometida <strong>de</strong> su primo el<br />
César, había pasado a ser la arrojada <strong>de</strong><br />
palacio, la bastarda María, hija <strong>de</strong> un<br />
matrimonio ilegítimo, la víctima propiciatoria<br />
<strong>de</strong>l cadalso, que durante un<br />
cuarto <strong>de</strong> siglo había vivido con la zozobra<br />
<strong>de</strong>l con<strong>de</strong>nado a muerte, a merced <strong>de</strong>l<br />
capricho <strong>de</strong> un rey <strong>de</strong>spótico, cruel por<br />
naturaleza, almacén <strong>de</strong> todos los vicios y<br />
<strong>de</strong> todas las arbitrarieda<strong>de</strong>s, ei rijoso Enrique<br />
VIH; aquella infeliz mujer, que había<br />
visto su juventud ajada por las privaciones<br />
y ias <strong>de</strong>sgracias, cercada por la<br />
traición y la apostasía, a la que parecían<br />
estar negados el menor <strong>de</strong> los consuelos,<br />
se había convertido <strong>de</strong> improviso, como<br />
si fuera un personaje <strong>de</strong> leyenda, en reina<br />
y señora <strong>de</strong> Inglaterra. Era cuando líi<br />
situación en el Continente se agravaba<br />
para el viejo Emperador, el antiguo prometido<br />
<strong>de</strong> la nueva soberana. Pues a la<br />
traición <strong>de</strong> Mauricio <strong>de</strong> Sajorna, que le<br />
"Geotle Prínce of Spain, .<br />
come, o! come again."<br />
(De una antigua balada inglesa.)<br />
había obligado a la precipitada huida <strong>de</strong> ,<br />
Insbruk en 1552, habla que unir el Iracaso<br />
<strong>de</strong> su Ejército ante los muros <strong>de</strong> la<br />
perdida villa imperial <strong>de</strong> Metz, arteramente<br />
ganada por Enrique II <strong>de</strong> Francia<br />
y <strong>de</strong>fendida <strong>de</strong>spués con fortuna . por la .<br />
pericia <strong>de</strong>l duque <strong>de</strong> Guisa. No es <strong>de</strong> ex- '<br />
trañar que, ante el inesperado cambio <strong>de</strong><br />
posiciones ocurrido en Inglaterra, el César<br />
recordara las negociaciones' iniciadas<br />
en su juventud y que movilizara <strong>de</strong> nuevo<br />
su diplomacia para estrechar matrimonial<br />
alianza entre las Casas <strong>de</strong> Habs- .<br />
burgo y <strong>de</strong>. Tudor; pero, sintiéndose ya<br />
viejo a sus cincuenta y tres años, or<strong>de</strong>nó<br />
a su embajador especial, el borgoñón Simón<br />
Renard, que fuera su hijo, Felipe II,<br />
el presentado como candidato. Para el ca- .<br />
tólico corazón <strong>de</strong> aquella noble mujer, a<br />
quien constaba que en los peores momentos<br />
<strong>de</strong> su -<strong>de</strong>sgraciada existencia sólo la<br />
sombra protectora <strong>de</strong> Carlos V la había<br />
salvado <strong>de</strong>l cadalso, se aparecía. España '<br />
como la cuna <strong>de</strong> la hidalguía,., y pronto<br />
Felipe II íué, entre todos los pretendlen-<br />
. tes, el que ella eligió como .el más digno<br />
<strong>de</strong> obtener su confianza. Lo que en.el Emperador<br />
era razón <strong>de</strong> Estado, se convertía<br />
en la reina inglesa en razón vital. Al<br />
í'in, la sofocada ansia <strong>de</strong> querer, sin recelos<br />
ni temores, a quien se le mostrara<br />
leal, podía verse libre. Para la pobre princesa<br />
María había llegado la hora dorada<br />
<strong>de</strong>l triunfo, la hora <strong>de</strong> que todas las compensaciones<br />
se vieran cumplidas.<br />
Sino que aquella hora se había marcado<br />
<strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Así lo vio el implacable<br />
ojo <strong>de</strong> artista <strong>de</strong> Antonio Moro, cuyo<br />
pincel había <strong>de</strong> hacer su retrato para<br />
ser enviado a la lejana Corte <strong>de</strong> España;<br />
que ya a Londres había llegado el <strong>de</strong> Felipe<br />
II, compuesto por Ticiano, y nadie, .<br />
ni en Bruselas ni en Valladolid, sabía cómo<br />
era la reina María, la que entoncessustentaba<br />
la rosa roja <strong>de</strong> los Tudor, la<br />
simbólica rosa.<br />
La mujer <strong>de</strong> la rosa roja: hela aquí,<br />
tn una olvidada sala <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong>l Prado,<br />
Sentada en un sillón <strong>de</strong> terciopelo<br />
rojo, con el busto erguido, la mirada tímida,<br />
las manos inertes. Esta mujer, <strong>de</strong><br />
cuerpo menudo y rostro'macilento,- vestida<br />
con gusto severo, con amplia toca que<br />
escon<strong>de</strong> casi por completo sus pajizos cabellos;<br />
esta mujer, que con infantil orgullo<br />
sostiene la rosa <strong>de</strong> su Casa, que ha<br />
posado ante Antonio Moro para sei» conocida<br />
en la distante España, se torna ahora<br />
documento vivo <strong>de</strong> aquel pasado. Su<br />
boca es <strong>de</strong> labios finos, sus ojos grises parecen<br />
más in<strong>de</strong>fensos, porque sus cejas<br />
son ralas. La cerrada boca y la mirada<br />
sesgada —'pues su busto está un poco<br />
vuelto, no <strong>de</strong> frente— marcan al tiempo<br />
timi<strong>de</strong>z y sentido <strong>de</strong> ia responsabilidad<br />
<strong>de</strong> los propios actos. Aunque bastante<br />
adornada <strong>de</strong> joyas, su traje oscuro, acuchillado,<br />
no da la sensación <strong>de</strong> recargado.<br />
Una especie <strong>de</strong> dia<strong>de</strong>ma vuelve" luego so- -<br />
bre su pecho, en forma <strong>de</strong> collar, <strong>de</strong>l que<br />
cuelga un «pendantif», con gruesa piedra<br />
azu! y perla, en forma.<strong>de</strong>. pera. .Se .entalla<br />
con cinturón <strong>de</strong> oro y perlas y piedras<br />
lilas-, <strong>de</strong>l que pen<strong>de</strong> grueso medallón <strong>de</strong>corado;<br />
las mangas van esmaltadas <strong>de</strong><br />
piedras preciosas, y la reina lleva brazar<br />
tetes análogos, <strong>de</strong> perlas pareadas con<br />
zafiros, y en. sus manos, gruesos anillos.<br />
Pese a todo este adorno, que podría pa- •<br />
recer incluso recargado y excesivo, la •<br />
realidad es que el conjunto tiene.algo <strong>de</strong><br />
severidad y <strong>de</strong> discreción. Quizá sea por<br />
(Pasa a la página siguiente.)
el oscuro tono <strong>de</strong>l vestido, quizá. por ei<br />
aire digno <strong>de</strong> esta mujer, que yargue altivamente<br />
su busto <strong>de</strong> soberana; quizá<br />
por.la mirada que en ella se advierte, la<br />
mirada <strong>de</strong> quien, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucho sufrir,<br />
se halla entre la ^esperanza y la' incertidumbre<br />
<strong>de</strong> estar enamorada. Pues<br />
pronto habla <strong>de</strong> ver al que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> sei<br />
su esposo. En julio <strong>de</strong> 1554, Felipe -II embarcaba<br />
para Inglaterra. «Su Alteza. — nos<br />
refiere el cronista Juan <strong>de</strong> Verona — se<br />
embarcó en La Coruña el 12 <strong>de</strong> juno<br />
<strong>de</strong> 1554, y viernes, a las once <strong>de</strong> la mañana,<br />
se hizo a la vela.» Era uu, gallardo<br />
mozo, <strong>de</strong> veintisiete años, <strong>de</strong>l que Juan<br />
<strong>de</strong> Figueroa diría al Emperador, <strong>de</strong>sen<br />
biendo su llegada a Inglaterra: Está muy<br />
gentilhombre; aún más cuando V. M. se<br />
partió; e iba alegre, y a caballo parece<br />
muy bien.» «Satisfizo muy mucho su vista<br />
a los ingleses —aña<strong>de</strong> Figueroa — , que<br />
se le tenían pintado <strong>de</strong> muy distinta manera...»<br />
No satisfizo menos Felipe II a María<br />
Tudor. Cuáles fueron los sentimientos <strong>de</strong>l<br />
entonces joven rey <strong>de</strong> Ñapóles ante su<br />
nueva esposa, transformada por los sur<br />
frimientos a los treinta y ocho años en<br />
una mujer vencida, lo po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>ducir<br />
por un fragmento <strong>de</strong> una carta <strong>de</strong>l que<br />
fue su compañero <strong>de</strong> juegos juveniles y<br />
acompañante y confi<strong>de</strong>nte suyo en aquellas<br />
horas; pues el príncipe <strong>de</strong> Eboli, a<br />
quien me refiero, mantuvo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Londres<br />
correspon<strong>de</strong>ncia con el secretario Eraso<br />
en aquel año <strong>de</strong> 1554, que pue<strong>de</strong> leerse en<br />
la «Colección <strong>de</strong> Documentos Inéditos»:<br />
«Para hablar verdad con Vuestra Merced<br />
— escribe Ruy Gómez <strong>de</strong> Silva— mucho<br />
Dios es menester para tragar este cáliz...»<br />
Y en la misma carta, y <strong>de</strong>jando traslucir<br />
la acongojada confi<strong>de</strong>ncia regia, prosigue:<br />
«... y lo mejor <strong>de</strong> este negocio- es<br />
que el Rey lo ve y entien<strong>de</strong>, que no por la<br />
carne se hizo este casamiento, sino por<br />
el remedio <strong>de</strong>ste Reino y conservación<br />
<strong>de</strong>stós Estados.»<br />
Esa era la <strong>de</strong>snuda verdad: un matrimonio<br />
<strong>de</strong> Estado. Pero no por ello el hidalgo<br />
comportamiento <strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong>jó <strong>de</strong><br />
enamorar a su esposa. Ya el mismo príncipe<br />
<strong>de</strong> Eboli pudo observar que Maria<br />
Tudor casi requebraba en publico a su<br />
esposo, «y él respondía por las consonantes».<br />
Por poco tiempo, pues el 26 <strong>de</strong> agosto<br />
<strong>de</strong> 1555 Felipe II era llamado por su<br />
padre, Carlos V, para asistir a la emocionante<br />
escena <strong>de</strong> su abdicación en Bruselas.<br />
Y en Flan<strong>de</strong>s iba a verse <strong>de</strong>tenido<br />
Felipe II por la guerra, nuevamente encendida,<br />
con Francia, durante cerca <strong>de</strong><br />
dos años. Sólo volvió a Inglaterra en<br />
marzo <strong>de</strong> 1557, para marcharse a los tres<br />
meses, pues eri julio <strong>de</strong> aquel mismo año<br />
abandonaba, ya para siempre, la tierra<br />
inglesa. Esa marcha <strong>de</strong>finitiva, y la cercana<br />
muerte, presentida por Maria Tudor,<br />
<strong>de</strong>jó a la mujer que en ella había en<br />
un estado <strong>de</strong> melancolía invencible. Así<br />
se io advertía el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Feria <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
Londres a su señor: «... está buena —escribía<br />
en enero <strong>de</strong> 1558 — , aunque algunos<br />
días se queja <strong>de</strong>-la melancolía natural<br />
que suele tener.» Diagnóstico <strong>de</strong> cortesano<br />
fiel, que ha <strong>de</strong> repetir meses más<br />
tar<strong>de</strong>, escribiendo en mayo: «S. M. está<br />
algo mejor que estos «lias pasados;/ pero<br />
duerme muy mal y anda flaca y en sus<br />
melancolías...» Ella misma confiesa a<br />
Carlos V ésa dolorida ausencia, cuando,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> hacer votos por su salud, le<br />
aña<strong>de</strong>, en palabras en. las que se adivina<br />
infinita tristeza: «... la quelle chose,<br />
aprés la bone santé et presence du Roy,<br />
vostre fils et mon seigneur, ma seront<br />
les plus agréables nouv.elles -en ce<br />
mon<strong>de</strong>...»<br />
Aquella melancólica estampa <strong>de</strong> ia Reina<br />
consumiéndose <strong>de</strong> amor no podía menos<br />
<strong>de</strong> reflejarla el ambiente popular <strong>de</strong>l<br />
tiempo. Y, efectivamente, ha quedado<br />
vertida en unas <strong>de</strong>liciosas baladas <strong>de</strong> entonces,<br />
editadas en Londres a principios<br />
<strong>de</strong>l siglo pasado, algunos <strong>de</strong> euyos fragmentos<br />
dicen así:<br />
María se queja; • .•"""" '/.<br />
«Damas, conmoveros " , • .<br />
.con mis lamentaciones -y<br />
mis amargos sollozos.<br />
Yo, infeliz Reina,<br />
<strong>de</strong>jada aquí en plena <strong>de</strong>solación.<br />
Sobre nuestras playas inglesas<br />
nunca más contemplaré'<br />
tu grata figura.<br />
Gentil príncipe <strong>de</strong> España,<br />
vuelve, ¡oh.', vuelve <strong>de</strong> nuevo, .<br />
que yo te llenaré <strong>de</strong> felicidad.<br />
¡Oh, mi corazón está sin vida!<br />
Dolor, cuidados y penas<br />
habitan <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi pecho gimiente.<br />
Dejadme mostrar mi amor,<br />
-por cuya causa me•siento .morir.» -<br />
Esa fue Maria Tudor, la reina que. se<br />
consumió <strong>de</strong> amor, y que hace cuatrocientos<br />
años se esposó con Felipe II <strong>de</strong><br />
España. La mujer <strong>de</strong> la rosa roja, cuyo<br />
retrato pue<strong>de</strong> verse hoy en día en una sala<br />
tranquila <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong>l Prado.<br />
MANUEL FERNANDEZ ALVAREZ<br />
POR JOSÉ LUIS TAFUR GARANDE<br />
ON Santiago miraba<br />
la amplia nave <strong>de</strong><br />
la escuela. Sobre<br />
el encerado, aquel<br />
letrero «¡¡Bien venido,<br />
señor Gobernador!!»,<br />
aquel letrero<br />
que él había<br />
pintado cuidadosamente<br />
con tizas<br />
v • '• " <strong>de</strong> colores, aquel<br />
letrero qué llevaron a la plaza los dos niños<br />
mayores <strong>de</strong> la clase, ya no servía <strong>de</strong> nada.<br />
Avanzaba <strong>de</strong>spacio por el pasillo abierto<br />
entre los bancos, miraba todas las cosas<br />
como <strong>de</strong>scubriéndolas, y al pasar el <strong>de</strong>do<br />
por encima <strong>de</strong> los pupitres,' <strong>de</strong>jaba el rastro<br />
<strong>de</strong> una raya inadvertida eij la <strong>de</strong>lgada capa<br />
<strong>de</strong> polvo. . i.<br />
Por la ventana abierta entraba el primer<br />
aire <strong>de</strong> la mañana y movía suavemente las<br />
dos ban<strong>de</strong>ras colocadas a los pies <strong>de</strong>l<br />
crucifijo. •<br />
Igual que otro día cualquiera, la mesa,<br />
el sillón con los cojines para que su cabeza<br />
asomara por encima <strong>de</strong>l tablero, el mapa <strong>de</strong><br />
España <strong>de</strong>splegado, el puntero apoyado en la<br />
pared... Todo igual que otjo dia cualquiera.<br />
—... este punto más gordo es la capital<br />
<strong>de</strong> la nación. Los. otros, con un circulito<br />
blanco, son "capitales <strong>de</strong> provincias...<br />
Igual que otro día cualquiera.<br />
—... los más pequeños son los partidos...<br />
Igual que otro día cualquiera.<br />
—... las líneas azules../ _<br />
—... las líneas negras...<br />
—... las líneas rojas... - ' .<br />
Todojgual que otro día cualquiera.<br />
Don Santiago era un pobre hombre,<br />
menguado <strong>de</strong> cuerpo, con cara <strong>de</strong> niño<br />
sabelotodo.<br />
Había llegado al pueblo unos' meses<br />
antes para ocupar el puesto que el viejo<br />
maestro, cansado <strong>de</strong> explicar lo que era<br />
una vertiente, <strong>de</strong>jara vacío.<br />
Los <strong>de</strong>socupados subían cada-tar<strong>de</strong> a<br />
Ja plaza cuando se acercaba la hora <strong>de</strong><br />
pasar el autobús <strong>de</strong> línea. Paraba sólo<br />
un momento, el tiempo justo, para <strong>de</strong>jar<br />
la valija <strong>de</strong> la correspon<strong>de</strong>ncia. Ellos,<br />
apoyados en la pared <strong>de</strong> la iglesia, miraban<br />
a la cara <strong>de</strong> los viajeros como si quisieran<br />
adivinar el sitio adon<strong>de</strong> irían, y siempre<br />
<strong>de</strong>seaban que bajase alguien. Aquella<br />
tar<strong>de</strong>, cuando don Santiago se apeó, echaron<br />
los cuerpos hacia a<strong>de</strong>lante, como para<br />
convencerse <strong>de</strong> que era cierto, y luego se<br />
<strong>de</strong>jaron caer, <strong>de</strong>cepcionados, sobre el<br />
muro <strong>de</strong> la parroquia. El, embutido en su<br />
viejo abrigo gris que casi le arrastraba,<br />
con el flexible <strong>de</strong> alta copa calado hasta<br />
las cejas, la abultada cartera pesándole<br />
<strong>de</strong>masiado y la maleta con funda <strong>de</strong> tela<br />
que llevaba bordadas sus iniciales a puntos<br />
<strong>de</strong> cruz, se había quedado solo en medio<br />
<strong>de</strong> la plaza, mientras el coche se alejaba<br />
calle arriba.<br />
. En la pared <strong>de</strong> la iglesia reían los <strong>de</strong>s-<br />
. oficiados.<br />
• —¡Euenasl ¿Es usted el maestro?<br />
?. El «municitíal», <strong>de</strong>masiado gordo para<br />
el uniforme. ileno <strong>de</strong> manchas, las manos<br />
en los bolsillos, la gorra la<strong>de</strong>ada hacia la<br />
sien y un palillo entre los dientes, se le había<br />
acercado sin advertirlo y preguntó.<strong>de</strong> nuevo:<br />
-—¿Es usted el maestro?<br />
—Sí, yo soy —don .Santiago levantaba<br />
la voz al hablar; era la única cosa que había<br />
podido levantar en la vida.<br />
—Sí, yo soy —repetía, a<strong>de</strong>lantando la<br />
barbilla en un gesto <strong>de</strong> infantil enfa<strong>de</strong>n—,<br />
¿Por qué no se acercó antes?<br />
—¿Y quién sabía que era usted el<br />
maestro?<br />
—¿No vio cómo bajaba?<br />
—No se ponga así, hombre, que no es<br />
para tanto. Después <strong>de</strong> todo, ya estoy<br />
aquí. Bueno, venga conmigo. Lo llevaré<br />
a la escuela; luego tiene usted que ir a que<br />
lo vea el alcal<strong>de</strong>.<br />
La maleta pesaba <strong>de</strong>masiado. Eí asa<br />
se le clavaba a don Santiago en la palma<br />
y a duras penas seguía los pasos <strong>de</strong>l «municipal».<br />
—¡Oiga! ¿No podría ¡levar aíguien esta<br />
maleta,?<br />
-— ¡Quico! —llamaba sin respon<strong>de</strong>r—.<br />
¡Quico! Ven a llevar la maleta <strong>de</strong> aquí...,<br />
el maestro.<br />
Quico, sin moverse <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba,<br />
bostezó.<br />
—¿ Pesa mucho?<br />
-—-Venga, hombre. Medio litro nunca<br />
viene mal.<br />
Una vez <strong>de</strong>sahogado <strong>de</strong> aquel peso,<br />
pudo don Santiago andar al compás <strong>de</strong><br />
su acompañante.<br />
-—Esto es la escuela —explicaba el<br />
«municipal». Detrás <strong>de</strong> aquella puerta está<br />
su casa, dos habitaciones y la cocina. Eso<br />
es el patio. Ya está; ya lo sabe todo. Deje<br />
sus cosas aquí y venga conmigo. El alcal<strong>de</strong><br />
le espera.<br />
—Pero... antes quiero lavarme. Mi aspecto<br />
no es muy agradable -—se excusaba—.<br />
Debo cambiarme, <strong>de</strong> ropa para esta primera<br />
presentación ante el señor alcal<strong>de</strong>.<br />
—¡Báh! Más sucio está él y no se queja.<br />
Así está bien. Venga.<br />
Mientras caminaban, le explicó:<br />
—Don<strong>de</strong> usted se bajó . era la plaza<br />
gran<strong>de</strong>. Esa otra es la plaza chica. Esta<br />
calle es la. principal; se llama la calle <strong>de</strong><br />
las Tiendas... Aquí vive el cura —señalaba<br />
con el palillo una casa pintada <strong>de</strong> rojo—,<br />
Al alcal<strong>de</strong> le dicen el señor José, «el Carpínterón».'<br />
pero quiere que todo el mundo<br />
le diga el alcal<strong>de</strong>.<br />
—Gracias, muchas gracias. Le agra<strong>de</strong>zco<br />
mucho sus explicaciones.<br />
—No tiene importancia. Me dijeron que<br />
le informara <strong>de</strong> todo y yo hago lo que<br />
puedo.<br />
—Es usted muy amable.<br />
—Bueno, suba. Esto es el casino. Arriba<br />
está el señor José, esperando.<br />
Arriba, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la camilla cubierta<br />
con una manta a cuadros, varios hombres<br />
jugaban a las cartas.<br />
De espaldas a la puerta, con la pelliza<br />
sobre los hombros y la boina inclinada<br />
hacia la frente, el señor José, «el Carpinterón»,<br />
miraba el pico .<strong>de</strong> los naipes.<br />
—¡Señor José!<br />
Don Santiago daba vueltas al sombrero<br />
entre las manos. El «municipal» volvía a<br />
tocar el hombro <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong>.<br />
—¡Señor . José I . • • /."-.._<br />
—¿Qué pasa?<br />
—Aquí —señalaba con el <strong>de</strong>do—, el<br />
maestro, que ha venido en el «correo»,<br />
y como me dijo que lo trajese...<br />
—¡Hombre, el maestro! Muy bien,<br />
hombre, muy bien —sin levantarse, volviéndose<br />
apenas en, la silla, le tendió la<br />
mano—. ¿Qué, cómo ha ido ese viaje?<br />
—Bien, bien. Muchas gracias.<br />
Don Santiago sentía cómo le crujían los.<br />
huesos entre la palma callosa <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong><br />
—Bueno,' hombre, bueno. Y qué, ¿con<br />
muchas ganas <strong>de</strong> trabajar?<br />
Todos se habían vuelto para mirar al<br />
nuevo maestro, y don Santiago notaba<br />
la sangre subiéndole a la cara, mientras el<br />
alcal<strong>de</strong> repetía:<br />
—¿Qué, con muchas ganas <strong>de</strong> trabajar?<br />
—Sí, señor alcai<strong>de</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego.<br />
-—Bueno, hombre, bueno. Le voy a presentar.<br />
Aquí,., unos amigos.<br />
Hizo con la mano un amplio semicírculo<br />
señalando a los que jugaban, y don<br />
Santiago fue repitiendo:<br />
—Santiago Alba, para servirle...<br />
—Santiago Alba, para servirle...<br />
—Santiago Aíba...<br />
—Siéntese usted aquí —<strong>de</strong>cía el alcal<strong>de</strong>,<br />
dando un golpe en el hondón <strong>de</strong> la silia.<br />
Luego don Santiago estuvo toda la<br />
tar<strong>de</strong>, insignificante, 'menudo, sentado<br />
junto a él y sonriendo tímidamente cada<br />
vez que el señor José, «el- Garpinterón».<br />
se volvía 'para <strong>de</strong>cir:<br />
—Bueno, hombre., bueno.<br />
En verdad que fue <strong>de</strong>soladora aquella<br />
primera tar<strong>de</strong> en el pueblo. Habían quitado<br />
las bombillas <strong>de</strong> la escuela y la pequeña<br />
palmatoria se consumió <strong>de</strong>masiado aprisa.<br />
Le dolía la. cabeza <strong>de</strong>' contener el frió<br />
qu& entraba por la ventana sin cristal,<br />
y la puerta <strong>de</strong> la cocina golpeaba constantemente,<br />
batida por el viento.<br />
Don Santiago pensaba en la noche anterior,<br />
cuando imaginó que irían todos los<br />
niños <strong>de</strong> la escuela a esperarle, y e! cura,<br />
y el. alcal<strong>de</strong>, y la escuela sería limpia<br />
y agradable, y los pupitres estarían recién<br />
barnizados...<br />
Luego recordó su llegada al pueblo.<br />
Vio la escuela sucia, los bancos amontonados<br />
en un rincón, y los niños, que estaban<br />
en la era, cuando pasó el autobús, atando<br />
una lata vacía al rabo <strong>de</strong> un perro.<br />
Dejó las gafas sobre el mármol <strong>de</strong> la<br />
mesa <strong>de</strong> noche y se limpió una lágrima<br />
en la manga <strong>de</strong>l pijama.<br />
Al quedarse dormido, aún golpeaba la<br />
puerta <strong>de</strong> la cocina.<br />
Pero aquellas cosas tenían arreglo.<br />
El alcal<strong>de</strong>, a fin <strong>de</strong> cuentas, era un buen<br />
hombre, y no resultaba difícil para don<br />
Santiago sacarle cuanto quería; .bastaba<br />
con tener <strong>de</strong> su parte a Perico.<br />
Perico era. el hijo <strong>de</strong>l señor José, «el<br />
Carpinterón». Tenía once años, ia cara<br />
llena <strong>de</strong> pecas, y era igual a su padre<br />
hasta en la forma <strong>de</strong> echarse la boina<br />
sobre los ojos.<br />
Cuando vio a don Santiago por primera<br />
vez se le quedó mirando:<br />
—¡Ay, qué tío más chico!<br />
Herido don<strong>de</strong> más le dolía, le reprendió<br />
ásperamente, y el niño se marchó llorando.<br />
Luego, el padre:<br />
—¡Hombre, maestro! Que el chico es<br />
muy sensible. Usted verá lo que hace.<br />
—Perdóneme, señor alcal<strong>de</strong>, perdóneme.<br />
No sabía que fuera su hijo. No volverá<br />
a ocurrir, se lo prometo. No volverá<br />
a ocurrir. . .. v<br />
—Hombre... Hombre.<br />
—-No volverá a ocurrir —repetía don<br />
Santiago, compungido.<br />
Y. no volvió a ocurrir.<br />
No importaba que Perico ignorase dón<strong>de</strong><br />
estaba la cordillera Carpetovetónica; no<br />
importaba que escondiese los cojines <strong>de</strong>í<br />
1,5 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1951
sillón para que el maestro hubiera <strong>de</strong> dar<br />
la clase sentado sobre la pierna doblada;<br />
no importaba que pusiera ranas en los<br />
pupitres <strong>de</strong> los compañeros. No; lo importante<br />
era que iban a blanquear la escuela,<br />
que ya habían puesto los cristales en las<br />
ventanas y que el carpintero se pasó las<br />
vacaciones reparando ' los bancos.<br />
Perico, consciente <strong>de</strong> su fuerza, jugaba<br />
a ser tirano <strong>de</strong> la escuela, y el maestro<br />
hacía <strong>de</strong> víctima propiciatoria.<br />
Una mañana:<br />
—El que me ha coigado este monigote<br />
—gritaba don Santiago— es un <strong>de</strong>svergonzado<br />
que <strong>de</strong>sconoce ía dignidad que represento.<br />
—He sido yo, señor maestro.<br />
Don Santiago <strong>de</strong>sahogaba su enfado estrujando<br />
el monigote entre las manos.<br />
—Perico, hijo, no lo hagas. En fin,<br />
en fin. No vale la pena.<br />
Un niño se quejaba: •<br />
—-Don Santiago, otra vez le ha dado<br />
usted el premio <strong>de</strong> la semana a Perico<br />
y él no se sabe los ríos. Yo, sí.<br />
—Otra vez te tocará a ti, hijo. No vale<br />
la pena.<br />
—Don Santiago, Perico me ha pegado.<br />
—Los niños no son acusicas. Si vuelves<br />
a hacerlo, te castigaré. Y... no te habrá<br />
hecho tanto daño. No vale la pena.<br />
—Perico, ¿qué es un verbo? -<br />
•—Verbo... Verbo... Verbo...<br />
. —Déjalo. No vale la pena.<br />
Nada valía la pena, porque él era sólo<br />
el maestro y Perico el hijo <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong>,<br />
y tan bruto el uno como el otro, y hacía<br />
falta que comprasen un encerado nuevo.<br />
Y si alguna vez lo encontraba en la plaza:<br />
—¿Qué hay, maestro?<br />
—Lo que usted man<strong>de</strong>, señor alcal<strong>de</strong>,<br />
lo que usted man<strong>de</strong> —contestaba don<br />
Santiago, frotándose las manos.<br />
—Y el chico, ¿cómo va?<br />
—Bien, muy bien —-y se alegraba <strong>de</strong> que<br />
el alcal<strong>de</strong> tampoco supiese dón<strong>de</strong> estaba<br />
ia cordillera aquella.<br />
—Bueno, hombre, bueno. Le voy a<br />
mandar una quesadita para que pruebe,<br />
que este año me han salido <strong>de</strong> primera.<br />
—Muchas gracias, señor alcal<strong>de</strong>. Muchas<br />
gracias.<br />
Así eran todos los días, y la vida no resultaba<br />
difícil, y Perico y el alcal<strong>de</strong>, y a<br />
veces también él, estaban satisfechos.<br />
ATENEO<br />
No era Perico la única <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> don<br />
Santiago. Toñín también tenía parte en<br />
sus favores.<br />
Toñín, el reverso <strong>de</strong> la medalla, muy pá- 1<br />
lido y con el pelo rubio, casi cano, parecía<br />
recién salido <strong>de</strong> una esterilizadora. No<br />
hacía travesuras., no cogía moscas para<br />
meterles las patas en el tintero, no jugaba.<br />
Sentado en el poyó <strong>de</strong> piedra que había<br />
en el patio, miraba con ojos acuosos y expresión<br />
estúpida cuanto hacían los <strong>de</strong>más.<br />
Pero así como Perico era el yugo impuesto<br />
por la necesidad, Toñín representaba<br />
para don Santiago el yugo al cual se.<br />
había sometido voluntariamente. Y es 'que<br />
Toñín tenía una hermana, María Ascensión,<br />
alta y rubia, <strong>de</strong>svaída, con más años<br />
<strong>de</strong> los que <strong>de</strong>seara.<br />
Cuando en los solitarios paseos por la<br />
carretera o en la calle <strong>de</strong> las Tiendas, o en<br />
la plaza, la veía llegar, el corazón le palpitaba<br />
más aprisa, y, al cruzarse, la saludaba<br />
ceremoniosamente, <strong>de</strong>scubriéndose, y<br />
guardaba la sonrisa <strong>de</strong> ella en el rincón<br />
<strong>de</strong> los recuerdos agradables.<br />
Toñín se le acercó al terminar las clases:<br />
—Que me ha dicho mi hermana que<br />
como usted dice que sabe francés, que si<br />
quería escribirle ío que pone en el figurín<br />
<strong>de</strong>l vestido este, el <strong>de</strong> la cruz.<br />
—Sí, hijo, sí —se lo arrebató—, no faltaba<br />
más.<br />
Mientras escribía «las mangas hasta el<br />
codo... dos pinzas en la cintura que...»,<br />
pensaba que tenía a María Ascensión entre<br />
las manos.<br />
Aquella noche en la plaza:<br />
—Muchas gracias, don Santiago.<br />
—Te lo mereces todo, María Ascensión.<br />
—¡Ay! Por Dios, don Santiago —reía<br />
ella, apoyada en el brazo <strong>de</strong> su amiga.<br />
—No me llames don Santiago.<br />
—Como usted .quiera, don Santiago.<br />
Siguió paseando con ellas, una vez<br />
junto a María Ascensión y, al* volver,<br />
junto a su amiga.<br />
Ella presidía todas las noches <strong>de</strong>l maestro,<br />
y él, alentado por aquella complacencia<br />
con que María Ascensión escuchaba<br />
las cosas <strong>de</strong> cuando vivió tres meses en la<br />
capital, se animó a escribirle.<br />
Hubo <strong>de</strong> rompsr muchas cuartillas hasta<br />
conseguir la carta que <strong>de</strong>seaba, llena <strong>de</strong> adjetivos,<br />
don<strong>de</strong> le. confesó su amor, «eterno<br />
como la virtud y belleza que tú posees».<br />
Ella sabía <strong>de</strong> la callada admiración <strong>de</strong>l<br />
maestro, y cuando Toñín volvió <strong>de</strong> la escuela<br />
con la carta, no se sorprendió mucho.<br />
Por la tar<strong>de</strong>, en el Ropero <strong>de</strong> San Vicente,<br />
todas las amigas rieron mientras<br />
ella la leía en alta voz.<br />
—¿Qué pisnsas hacer?<br />
—¿Qué le dirás?<br />
—¿Vas a contestarle?<br />
—¿Qué queréis que haga? ¿Qué le dirías<br />
tú?<br />
—Mujer... ni pensarlo. Que no.<br />
-—Y yo...<br />
—Y yo...<br />
—Pobrecülo —mediaba Pilar, «ia <strong>de</strong>l<br />
sargento»—. No se lo digas <strong>de</strong> pronto.<br />
No está para muchos disgustos.<br />
—Tan pequeño... ' .<br />
—No le digas nada claramente. Ni que<br />
sí, ni que no. —recomendaba otra—.<br />
Piensa que, a lo mejor..., ¿quién sabe?<br />
—Sí, tienes razón. Por si me hago otro<br />
vestido <strong>de</strong> aquel figurín francés —-<strong>de</strong>cía<br />
ella sin recoger la indirecta.<br />
En una cuartilla rosa escribió: «Mi corta<br />
edad no me permite <strong>de</strong>vaneos tan prematuros.»<br />
El hombre se liaUa siempre en una magnífica<br />
disposición para interpretar cualquier<br />
noticia dudosa en el sentido que más le<br />
favorezca. Cree aquello que quiere creer.<br />
Para el maestro, las dos líneas <strong>de</strong> María<br />
Ascensión fueron una palabra <strong>de</strong> esperanza.<br />
Toñín avanzó en la escuela los puestos<br />
que aún le separaban <strong>de</strong> Perico y don<br />
Santiago permitió que mirase por el cristal<br />
<strong>de</strong> aumento tanto tiempo como el otro.<br />
En el Ropero dé San Vicente continuaban<br />
riendo cada tar<strong>de</strong>.<br />
Aquel domingo, a la salida <strong>de</strong> misa<br />
mayor, se acercó el «municipal»:<br />
—El señor José, que vaya usted al Ayuntamiento,<br />
que lo está esperando.<br />
Don Santiago <strong>de</strong>seaba que el alcal<strong>de</strong> le<br />
indicase una silla,<br />
—Bueno, hombre, bueno. ¿Sabe usted<br />
las noticias?<br />
—ÍKo, señor alcal<strong>de</strong> —se excusaba—.<br />
Ignoro a qué se refiere.<br />
—¿A qué me voy a referir, hombre?'<br />
¿A qué me voy a referir? A que viene el<br />
gobernador. Tiene gracia el hombre. ¿Es<br />
que usted sabe alguna noticia?<br />
—No, no, señor. Usted compren<strong>de</strong>rá.<br />
Yo... nú mundo... con mis niños...<br />
—Y alguna otra cosa más que yo rae sé<br />
—reía el alcal<strong>de</strong>, guiñándole el ojo—<br />
Que uno no está en las musarañas como<br />
usted. Tiene gracia el hombre.<br />
• Don Santiago componía la cara para \"<br />
que el señor José comprendiese que sí,<br />
que era cierto, que siempre tenía razón<br />
y que cuando él lo <strong>de</strong>cía...<br />
—En fin, ya lo sabe. El próximo domingo<br />
viene el gobernador a entregar<br />
las casas:<br />
—¿Qué casas?<br />
—¿Qué casas van a ser? Las que yo<br />
entregué el verano pasado. Lo que ocurre<br />
es que este señor no ha podido venir antes;<br />
estaba muy ocupado, y ahora, como.. le<br />
coge <strong>de</strong> camino...,.ya ve usted. Bueno, a. •<br />
lo que vamos. Lo he. llamado para que lo<br />
"sepa y para que se ponga <strong>de</strong> acuerdo conmigo,<br />
sobre todo para esto último.. El<br />
gobernador tiene .que llevarse un buen '<br />
recuerdo. Cada uno hará lo que pueda.<br />
Usted., con sus niños, vamos a ver, ¿qué<br />
se le ocurre?<br />
—Así... <strong>de</strong> repente...<br />
Don Santiago torcía la cabeza como<br />
para excusarse porque, no se le ocurría<br />
nada, y luego miraba la punta <strong>de</strong> sus<br />
zapatos.<br />
—-Pero, hombre; • pero, hombre, mire<br />
usted: el gobernador llegará por la tar<strong>de</strong>,<br />
a las cuatro; entrega las casas y <strong>de</strong>spués<br />
le damos unas copas en él casino; lo <strong>de</strong><br />
siempre, vino y jamón.<br />
—¡Ya! Ya tengo una i<strong>de</strong>a —gritaba<br />
el maestro, alborozado.<br />
—Vamos a ver, vamos a ver —<strong>de</strong>cía -<br />
el alcal<strong>de</strong>, retrepándose en. el sillón.<br />
—Los niños formarán a. un lado y a<br />
otro <strong>de</strong> "la calle, agitando ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> colores.<br />
En el encerado que usted acaba <strong>de</strong><br />
comprar, yo escribiré una leyenda dándole<br />
nuestra bienvenida.<br />
—Muy bien, muy bien.<br />
—Luego, durante el «ágapes, el niño<br />
más aplicado <strong>de</strong> la escuela recitará una<br />
poesía alusiva. ¿Qué le parece?<br />
—Muy bonito. Eso <strong>de</strong> la poesía le gustará<br />
mucho al gobernador. Está bien.<br />
¡Hale! A trabajar según lo acordado.<br />
Don Santiago salió <strong>de</strong>l Ayuntamiento<br />
(Pasa a la página siguiente.) •
(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />
satisfecho, y más satisfecho que hubo <strong>de</strong><br />
sentirse luego, cuando en la plaza encontró<br />
a María Ascensión. . - . -^<br />
—¿Sabes la nueva? - - •<br />
—No.<br />
•—¡Viene el gobernador a visitarnos!<br />
—¡•No!<br />
—Sí. Y acaba <strong>de</strong> encomendarme el alcal<strong>de</strong><br />
una parte en la organización <strong>de</strong> los<br />
festejos.<br />
—Tú lo harás muy bien.<br />
—Es una gran responsabilidad. Una gran<br />
responsabilidad. Quisiera quedarme con<br />
vosotras, y ya ves, el <strong>de</strong>ber es el <strong>de</strong>ber.<br />
Tengo que ocuparme <strong>de</strong> los primeros <strong>de</strong>talles.<br />
Será, un gran día.<br />
Y mientras marchaba calle abajo, pensó<br />
en los niños «agitando las ban<strong>de</strong>ras al paso<br />
<strong>de</strong>l coche, y en él mismo, con su traje<br />
azul —habría que limpiarlo un poco, sólo<br />
un poco—,. estrechando la mano <strong>de</strong>l gobernador<br />
y hablando <strong>de</strong> los problemas <strong>de</strong><br />
la enseñanza». '<br />
—Sí, será un gran día.<br />
«Lo <strong>de</strong> las ban<strong>de</strong>ritas —continuaba pensando—<br />
es fácil. Pero aquello <strong>de</strong> la poesía...<br />
Yo puedo escribirla, mas ¿quién la recitará?<br />
¡Perico! ¿Perico? ¿Podrá apren<strong>de</strong>rla<br />
<strong>de</strong> memoria? A su padre le gustaría, si;<br />
le gustaría mucho; pero... ¿no soltará<br />
cualquier barbaridad ? ¿Y Toñjn ? No;<br />
Toñín, con esa voz... María Ascensión disfrutará<br />
si yo distingo a su hermano <strong>de</strong> ese<br />
modo, y pue<strong>de</strong> que ella me lo pida...;<br />
y aunque no me lo pida, yo también quisiera<br />
que Toñín lo hiciese... por su hermana,<br />
clara. ¿Toñín? ¿Perico? ¿Y Alfredo? Alfredo<br />
tiene buena voz, es listo, el tercero<br />
<strong>de</strong> la clase... Quizá él pueda hacerlo.<br />
¿Alfredo? ¿Toñín? ¿Perico? Más vale no<br />
pensar en eso por ahora. *<br />
Acodado sobre la mesa, hilvanaba cuarteto<br />
tras cuarteto.<br />
El lunes, al terminar las clases, pidió<br />
a Perico, Toñín y Alfredo que se quedaran<br />
en la escuela. . .<br />
—El próximo domingo vendrá el gobernador...<br />
—¡^Heno! —cortaba Perico, <strong>de</strong>silusionado—.<br />
Eso ya lo sabía. Me lo ha dicho<br />
mi padre.<br />
—Vendrá el gobernador —seguía el<br />
maestro pacientemente—, y en el banquete<br />
que le ofreceremos,.,<br />
—¿Qué banquete? Mi padre ha dicho que<br />
sólo sería un «copeo».<br />
—¡Haz el favor, Perico! En el banquete<br />
que le ofreceremos, uno <strong>de</strong> vosotros recitará<br />
la poesía que yo he compuesto para el<br />
acto.<br />
—Oiga usted, maestro. El que diga la<br />
poesía esa, ¿entrará allí a comer igual que<br />
un hombre?<br />
—Sí, hijo, sí. A más <strong>de</strong> ello, yo le conce<strong>de</strong>ré<br />
un día <strong>de</strong> vacación. Si lo hace<br />
bien, el lunes estará dispensado <strong>de</strong> asistir<br />
a clase. Tomad, estudiadla en casa; ya<br />
veremos quién <strong>de</strong> vosotros es el mejor.<br />
Aquella agitación, que había nacido<br />
al anuncio <strong>de</strong> la inesperada visita.<strong>de</strong>l gobernador,<br />
fue creciendo y creciendo hasta<br />
envolverlo todo.<br />
La modista se convirtió en la mujer más<br />
solicitada <strong>de</strong>l pueblo; Perico hubo <strong>de</strong> ir a<br />
la peluquería y María Ascensión presumía<br />
en el Ropero <strong>de</strong> San Vicente, y el sábado<br />
se marchó .-a la capital para comprar a su<br />
hermano unos zapatos.<br />
El sábado era un día <strong>de</strong> mucho ajetreo<br />
para todos; también para don Santiago.<br />
Perico y Toñín <strong>de</strong>cían los versos <strong>de</strong>l<br />
maestro como Dios les daba a enten<strong>de</strong>r.<br />
—Es la última prueba. Veamos, Perico;<br />
tú primero.<br />
Perico no había conseguido apren<strong>de</strong>r ni<br />
la primera estrofa, y pronunciaba «perfeto»<br />
y «gobernaos. Don Santiago, apoyado<br />
en el respaldo <strong>de</strong> la silla, hacía fuerzas<br />
cerrando los ojos, como si quisiera olvidarlo<br />
todo. ^ \. '• •<br />
Toñín, con su vocecita atiplada, que casi<br />
hería ei tímpano, iba dicíéndolo todo muy<br />
aprisa, sin respirar, sin oír a don Santiago:<br />
—Más <strong>de</strong>spacio, Toñín, más <strong>de</strong>spacio.<br />
Y poniéndose colorado cuando advertía<br />
que lo estaban mirando. , .^<br />
Alfredo la sabía totalmente. ..'<br />
—Más bajo, Alfredo. . ;-• , .••:._.<br />
Y Alfredo bajaba la voz, • ;' •>•,•, *" •,<br />
—Párate ¡ ahí. .. • " v<br />
Y Alfredo se paraba. • -~' •<br />
«Este niño —pensaba don Santiago—*<br />
este niño... En fin, son <strong>de</strong>masiadas cosas.»<br />
—Volved mañana, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> misa. Ya<br />
veremos lo que se pue<strong>de</strong> hacer.<br />
Daba vueltas en la cama y no podía conciliar<br />
el sueño.<br />
«¿Quién lo hará? —pensaba— ¡Debe ser<br />
Alfredo! Pero ¿y el alcal<strong>de</strong>? Aunque Pe-<br />
rico es un animal; sí, lo es. Pero ¿cómo<br />
puedo <strong>de</strong>cir eso ahora, si antes he dicho<br />
cada día lo contrario? ¡Debe ser Alfredo!<br />
Y si Perico llega a recitarla, ¿qué conjeturas<br />
hará el gobernador? No, no pue<strong>de</strong><br />
ser. Y Toñín... María Ascensión. Sí, claro,<br />
es su hermano. ¡Debe ser Alfredo! Nadie<br />
querrá compren<strong>de</strong>r nada, pero el gobernador...<br />
Y. Toñín, con esa voz,... ¡Debe<br />
ser Alfredo! ¿Perico? ¿Toñín? ¡Debo ser<br />
Alfredo! Sí; Alfredo lo hará.»<br />
Luego el maestro se quedó dormido.<br />
Dieron las cinco en el reloj <strong>de</strong> la iglesia<br />
y el gobernador aún no había llegado. Los<br />
niños <strong>de</strong> la escuela, a un lado y a otro <strong>de</strong><br />
la calle, aguardaban el aviso <strong>de</strong> don Santiago<br />
para levantar las ban<strong>de</strong>ritas.<br />
El sacristán tenía agarrada la cuerda <strong>de</strong><br />
las campanas y esperaba ¡a señal <strong>de</strong>l<br />
monaguillo, encaramado en lo más alto<br />
<strong>de</strong>l campanario, para repicar. Los músicos,<br />
con los • instrumentos recién limpios, confiaban<br />
que alguien les indicara el comienzo<br />
<strong>de</strong> aquella marcha que habían ensayado<br />
durante toda la semana.<br />
Alfredo, junto a don Santiago, preguntó:<br />
—¿Cuándo recito yo la poesía?<br />
—Espera, hijo, espera. Ya te avisaré.<br />
Todo el pueblo estaba esperando al gobernador,<br />
y el gobernador...<br />
—¡Ya vienen!<br />
—¡Ya vienen! , , •* ,<br />
El murmullo fue extendiéndose por la<br />
plaza, los niños levantaron las ban<strong>de</strong>ritas,<br />
el sacristán comenzó a repicar, los músicos<br />
soplaron aquella marcha y el alcal<strong>de</strong> se<br />
abría paso entre.la gente con el bastón <strong>de</strong><br />
mando.<br />
El gobernador, sin apearse <strong>de</strong>l coche:<br />
¿Están muy iejos esas casas?<br />
—No, señor. Aquí mismo/ a un paso.<br />
—Vamo's allá. Tengo prisa.<br />
Los niños continuaron agitando en el<br />
aire, inútiles, las ban<strong>de</strong>ritas <strong>de</strong> colores. Alfredo,<br />
cogido a la mano <strong>de</strong>l maestro, <strong>de</strong>cía:<br />
—¿Cuándo recito yo la poesia?<br />
—Luego, hijo, luego.<br />
En el salón <strong>de</strong>l casino, don Santiago<br />
arrastraba a Alfredo entre los grupos,<br />
—¿Cuándo digo la poesía?<br />
•—-Ahora, hijo, ahora. •<br />
El alcal<strong>de</strong> hablaba con el gobernador.<br />
El maestro se acercó:<br />
—¡Señor alcal<strong>de</strong>!<br />
El señor José, «el Carpinterón», como le<br />
<strong>de</strong>cía el «municipal», se volvió bruscamente,<br />
la copa tropezó en el hombro <strong>de</strong> don San-tiago<br />
y el vino se vertió por las solapas <strong>de</strong>l<br />
traje azul.<br />
•—¡Vaya, hombre, vaya! —<strong>de</strong>cía el alcal<strong>de</strong>,<br />
enfadado.<br />
—No tiene importancia. No sé preocupe<br />
—lo excusaba don Santiago, limpiándose<br />
con un pañuelo.<br />
—Usted tenía que ser. Usted tenía que<br />
estar <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí.<br />
—Es que.., quería preguntarle: ¿cuándo<br />
<strong>de</strong>cimos la poesía?<br />
—¡Déjese usted ahora <strong>de</strong> poesías ni tie<br />
monsergas! Buena está la cosa para poesías.<br />
¡Vaya con el hombre!<br />
•—Como usted quiera, señor alcal<strong>de</strong>.<br />
En una esquina, María Ascensión reía<br />
oyendo a uno <strong>de</strong> los secretarios.<br />
—María Ascensión...<br />
.—¡Ah! ¿Eres tú? —<strong>de</strong>cía, displicente.<br />
•—Yo... quería <strong>de</strong>cirte...<br />
—No; no es preciso que digas nada.<br />
.Y no me interrumpas. ¿No ves que estoy<br />
hablando con este señor? —le volvió la<br />
espalda—. Siga usted con eso tan gracioso...<br />
—-Perdona... Creía...<br />
Don Santiago bajó la cabeza y se. alejó<br />
<strong>de</strong>l grupo Al pasar junto al gobernador<br />
oyó como <strong>de</strong>cía:<br />
—Muy bueno este jamón. Muy bien<br />
curado. Y muchas mujeres guapas. Lástima<br />
que <strong>de</strong>ba marcharme tan pronto.<br />
En la calle, Alfredo volvió a preguntar:<br />
-'•—¿Cuándo digo la poesía?<br />
—Ya no hace falta. Anda, vete a jugar<br />
por ahí.<br />
—Diga usted, maestro: ¿mañana tendré<br />
el día <strong>de</strong> vacación que me prometió?<br />
—No, Alfredo. Mañana <strong>de</strong>bes ir a la<br />
escuela. Como un día cualquiera'.<br />
Comenzaba a oscurecer. Hacia frío.<br />
Don Santiago sintió un estremecimiento.<br />
Hundió las manos en los bolsillos y cruzó<br />
la plaza hacia su casa. La farola ya estaba<br />
encendida. Arriba y abajo paseaba la<br />
gente. Lo mismo <strong>de</strong> siempre. Como un<br />
día cualquiera.<br />
JOSÉ LUIS TAFUR<br />
Quizá experimentas la profunda necesidad<br />
<strong>de</strong> dar salida a todo lo que<br />
piensas y sientes. Quizá la máscara so-<br />
¿oca toda tu Vida, y tú quieres ser íú<br />
mismo...<br />
. —cualquiera diría que mi pulso tiembla<br />
—se le ocurrió a don Camilo—. Pero<br />
no, es cosa <strong>de</strong> la vista; tendrá uno<br />
que afeitarse con las gafas puestas.<br />
Y bruscamente apartó el papelito<br />
cuanto ei largo <strong>de</strong>l brazo consentía. La<br />
hoja siguió temblando. Miró don Camilo<br />
en su otra mano la brocha, y distraídamente<br />
acertó con la jabonera. Libre,<br />
se cambió <strong>de</strong>.mano la hojita, re-cién<br />
quitada <strong>de</strong>l taco, y la mantuvo a<br />
distancia, el brazo <strong>de</strong>recho rígido, inmóvil<br />
;<br />
-—La hoja no «é mobile»...—-susurró,<br />
satisfecho, y como si a<strong>de</strong>más acabara<br />
<strong>de</strong> abatir al duque en el <strong>de</strong>safío <strong>de</strong><br />
«Rigoletto». Sus razones tendría para<br />
emular a Rigoletto...<br />
Entonces aizo la mirada y persiguió<br />
el revés <strong>de</strong>l papelito sobre el espejo:<br />
un l, <strong>de</strong> confuso perfil, negro par<strong>de</strong>ante,<br />
<strong>de</strong>masiado ancho, boca abajo.<br />
—¿Eh?<br />
Acercó al espejo el papel, y el 1 fue<br />
<strong>de</strong>sdoblándose en los dos palos <strong>de</strong>l 11.<br />
Pero no lograba leer los santos <strong>de</strong>l día,<br />
y yéndose hacia el balcón, se entretuvo<br />
en los <strong>de</strong>talles precisos: «Febrero 42,<br />
1.9...—323/Sol: 7,12 a 17,46. Luna: llena<br />
el 17/1 I/Meditación <strong>de</strong>l día: Tenga la<br />
esposa dulzura apasionada y una mo<strong>de</strong>stia<br />
<strong>de</strong> servicio infinitamente variable,<br />
por lo infinitamente aplicable: la<br />
verda<strong>de</strong>ra variabilidad <strong>de</strong> la mujer...»<br />
—La tiene —dijo, porque pensaba en<br />
Adhelma—. En ese gran sentiüo, «la<br />
donna é mobile». Y prosiguió: Jueves/Nuestra<br />
Señora <strong>de</strong> Lour<strong>de</strong>s. SS. Desi<strong>de</strong>rio,<br />
Calócero, obs. Dativo, Ampclio,<br />
mártires...<br />
—¡Hombre! Ampelio. Me hubieran<br />
puesto Ampelio... Ampelio Peña. Aunque...,<br />
naturalmente, 12: mi santo es<br />
hoy. ¿A ver?<br />
Con la rapi<strong>de</strong>z que sus piernas, cortas,<br />
y el albornos permitían, se encaminó<br />
al calendario. ¡Qué hermosa, Catalina<br />
<strong>de</strong> Siena en la tabla <strong>de</strong> sus Desposorios!<br />
¿No es un Morales? O un<br />
Rafael... Lo. había enviado por Pascuas...<br />
Ahora, lo <strong>de</strong> ráenos, esa plancha<br />
<strong>de</strong> la que el bloque <strong>de</strong> fechas colgaba<br />
: 12 febrero, Viernes... Melecio,<br />
Cau<strong>de</strong>neío, Humbelina...<br />
—Amonio... Bien: Amonio. Me pudieron<br />
poner Amonio. O por la víspera,<br />
Ampelio. Eso es..., la hoja é mobile, la...<br />
don Ampelio, dona'm, clonann, donna...<br />
De nuevo en el tocador, enjabonando<br />
la brocha, le llegó el piar <strong>de</strong> las perdices<br />
enjauladas, al sol, en la terraza<br />
<strong>de</strong>l entresuelo. Se contempló en el espejo,<br />
tomó el suavizador, y agitándolo<br />
en el cansado aire <strong>de</strong>l dormitorio, alzó<br />
los puntos que impostaban el «vibrato»<br />
dramático <strong>de</strong> su voz, no <strong>de</strong> Duque, aunque<br />
romanceara:<br />
—La donna é mobile... Qtial piúm, ai<br />
vento...<br />
Por la puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho se colaban<br />
las campanadas <strong>de</strong> un reloj. Se<br />
interrumpió don Camilo: tres, cuatro,<br />
seis, siete... Pero no había empezado<br />
a tiempo., ¿Las nueve? O serían las<br />
diez... Sobre el último acor<strong>de</strong> le pareció<br />
advertir la cercanía <strong>de</strong> Adhelma,<br />
afanosa, en el trajín <strong>de</strong> la mañana.<br />
Oyó pasos menuditos a la puerta; sí,<br />
su portazo, y en la escalera, el silbato.<br />
Don Camilo, media faz rasurada, se<br />
asomó.<br />
—El cartero.<br />
Buscándole un sitio no enjabonado,<br />
le besó Adhelma:<br />
—Felicida<strong>de</strong>s. Habrá sorpresa. Pero<br />
•no, a mediodía, cuando esté libre.<br />
Entre las cartas se apresuró a elegir<br />
con pulso seguro, no <strong>de</strong> pintor, no <strong>de</strong><br />
cirujano, <strong>de</strong> padre enamorado. Tornó<br />
al dormitorio con Adhelma.<br />
—Ve leyendo.<br />
—¡Qué preciosa tarjeta! ¡Anda, si es<br />
<strong>de</strong> la hija! ' .<br />
—Sí;.., las acuarelas <strong>de</strong> Eve.<br />
Y como Adhelma se la acercó, don<br />
Camilo miraba. En vano miraba su<br />
atención en el laberinto <strong>de</strong> las con<strong>de</strong>naciones<br />
interiores: conservaría la máscara.<br />
Un hombre conserva la máscara<br />
cuando el valor <strong>de</strong> quitársela acarrea<br />
daño <strong>de</strong> inocentes. ¿Y eso es pureaa?<br />
Lastimaría a. quienes ama. La felicitación<br />
<strong>de</strong> Eve, nada: el convenido texto,<br />
cuatro palabras. La acuarela, sí,<br />
hermosa. Don Camilo fue reparando en<br />
la acuarela, concentrando en ella su<br />
mirada, poco a poco recuperando el empleo<br />
<strong>de</strong>.su pensamiento. Veía esa figura:<br />
el vagabundo que Eve pintó, y no<br />
era eso. Lo que entonces don Camilo<br />
veía era una Eve acuarelista, su estudio<br />
en la calle <strong>de</strong> Fortuny, acariciando pergaminos,<br />
marfiles, sedas, papeles como<br />
ese tarjetón.<br />
—¿A ver? R. W. S. ¡Pobre mía! Verda<strong>de</strong>ramente,<br />
por la filigrana, continúa<br />
anglofila.<br />
Recordaba aquella amada voz: ¡Papá!<br />
No lo hay mejor; a la tina. ¿Ves?<br />
La marca, en agua: «Britísh Royal<br />
15 <strong>de</strong> junio-<strong>de</strong> 1954
Society oí Painters in Water-Colours.»<br />
Pero, sobre todo, es este prensado, frío,<br />
y la textura. Toca: abierta, áspera. No<br />
le falta <strong>de</strong>talle: el grano," medio; mira<br />
esos bor<strong>de</strong>s: irregulares, sin corte, rebajados,<br />
traslúcidos...<br />
—¡Pobrecita! ' ••• • .<br />
Y es que compa<strong>de</strong>cía la insistencia<br />
<strong>de</strong> Eve, su tenacídad^perniciosa. El arte<br />
peligra <strong>de</strong> tenacidad; los efectos se<br />
agrisaban, se empastaban. Requiere la<br />
acuarela cualida<strong>de</strong>s diáfanas, una técnica<br />
rápida, <strong>de</strong> fácil resolución. Eve<br />
era víctima porque no se paraba a<br />
discernir entre arte y espejismo. Todavía<br />
las flores, los bo<strong>de</strong>gones... Pero ¡esto!<br />
¿Y cómo se le ocurre? ¡Pero si esto<br />
es rigurosa pintura social! Adhelma<br />
dijo:<br />
—Camilo, el agua se té enfría... Trae,<br />
yo te leo: «„. por estas fechas,» ahí, la<br />
cañada se llenaba <strong>de</strong> lirios; papá, nos<br />
llevabas a codornices; luego, no había<br />
codornices, pero volvíamos calados <strong>de</strong><br />
febrero, zurriando Violetas, henchidos <strong>de</strong><br />
fatiga y <strong>de</strong> felicidad...»<br />
Don Camilo se corta una verruga;<br />
sangra; teme per<strong>de</strong>r los nervios, porque<br />
don Camilo se manifiesta por el po<strong>de</strong>r...,<br />
y Adhelma sale un instante, sin<br />
casi pretexto...; se manifestaba, ¿es esa<br />
la máscara? Ya don Camilo no escucha.<br />
No quiere, no, que la i<strong>de</strong>a «codornices»<br />
se le enzarce en bellas palabras,<br />
entre emociones <strong>de</strong> membranza, tras ia<br />
. máscara <strong>de</strong>l lirismo.' Preten<strong>de</strong> enjabonarse<br />
por segunda vez; el jabón no<br />
se encrespa ni casi espumea, irisante,<br />
blanqueando el agua. Se acerca a los<br />
cristales, aparta el visillo; no, pero. no<br />
basta: entreabre las ma<strong>de</strong>ras y mira<br />
abajo las perdices <strong>de</strong> don Fabián, en<br />
el entresuelo. Es un momento. En seguida<br />
pone los ojos en el horizonte, sobre<br />
la Sierrilla. Y sin advertir que<br />
Adhelma ha salido, le encarga:<br />
—La red. Ya está encima la prima-?<br />
.vera. Hay que arreglar la red, a ver<br />
si este año...<br />
Suaviza la navaja" y piensa en las<br />
codornices.<br />
—... a ver si se nos dan<<br />
Con fruición <strong>de</strong> oficiante en barbería,<br />
tensa la tira sin fin <strong>de</strong> su vaqueta<br />
corinto, pasa y repasa la hoja, templando<br />
el filo, agudísimo, hasta no <strong>de</strong>jarle<br />
raya <strong>de</strong> vaciado; escarda en el<br />
caucho <strong>de</strong> su navajero unos tejones<br />
escapados <strong>de</strong> la brocha, y dice:<br />
—Se escandalizarán.<br />
Porque le absorta no el mecánico subir<br />
y bajar la hoja barbera, a los extremos<br />
leve, rehundida en el comedio<br />
<strong>de</strong>l suavizador; lo que le sume * ausente,<br />
como en el café cuando da vueltas,<br />
vueltas, vueltas a la cucharilla, aunque<br />
el azúcar se halle totalmente diluida<br />
en la mezcla, porque lo toma con<br />
leche, en la tibia mezcla que al subir<br />
por los cortadillos <strong>de</strong>l estuchado no habría<br />
ni podido probar como numeabá<br />
<strong>de</strong> caliente, es que, ¡mientras afila su<br />
navaja, don Camilo, va pensando en lo<br />
que esta tar<strong>de</strong>, o si hoy no, mañana<br />
por la tar<strong>de</strong>, expondrá en la tertulia a<br />
propósito <strong>de</strong> la caza. Y don Camilo<br />
sabe, a don Camilo «le consta», que<br />
sus i<strong>de</strong>as serán oídas, en el salón, y<br />
aun sensiblemente escuchadas; que<br />
atraen por eso, por la sola <strong>de</strong>licia cazadora<br />
<strong>de</strong> traspasar los límites, arroílador<br />
él <strong>de</strong> lin<strong>de</strong>s en el espacio y en el<br />
tiempo. - .v . :, •-.<br />
ATENEO<br />
Ahí es, atropeliar a la ciase más encumbrada,<br />
no acatar la veda, el cercado<br />
ajeno... ¡Cazar en coto, señores!<br />
—Bueno, los gatos, no.<br />
• Habla solo, y a veces las palabras se<br />
le sobresaltan. «Bueno, los gatos, no»,<br />
resume largos y contradictorios parlamentos<br />
<strong>de</strong> don Camilo:<br />
{—Los gatos no me gustan. La gente<br />
se divi<strong>de</strong> en amigos <strong>de</strong>l agua y amigos<br />
<strong>de</strong>l vino... ¡Qué gracia: «se divi<strong>de</strong>»!...<br />
Porque el hombre, aburrido, se<br />
hace cuestión, y hasta vida, elegir:<br />
¿gato...?)<br />
Entre el perro y el gato, don. Camilo<br />
se apuntaría al agua. Nunca salió con<br />
perros, y su gozo se le colmaba <strong>de</strong><br />
cazar en sembradío, hollando la propiedad.<br />
¡Qué <strong>de</strong>lirio, aquellas cédulas personales,<br />
apenas si recibos <strong>de</strong>l Fisco, porqué,<br />
i<strong>de</strong>ntificar.,.. Pero en las qíxe podía<br />
leerse: «Profesión, propietario», y<br />
en la. cédula consorte,- rellenando la casilla<br />
<strong>de</strong> profesiones,. «su sexo»! .<br />
—¿Es que Usted se figura que yo salgo<br />
a- la ganancia? —les diría—. La pura<br />
acción. Entonces, ellos se alarman:<br />
«¡Ah, por lo que venga!» Sobre todo,<br />
cuando les chille, enmascarando negramente<br />
la broma: «¡Trogloditas!» «Eso,<br />
usted.» ¿y si le replican?: «Usted, que<br />
caza como uno <strong>de</strong> las cavernas, a la<br />
trampa,. a la trampa.» No tampoco se<br />
les. ocurriría... ¡Esta tar<strong>de</strong>! *<br />
tes atrás, y ahora, campo a<strong>de</strong>ntro... Declinaba<br />
el sol y eran leguas <strong>de</strong> cañada,<br />
entre las altas hierbas. Acamparon;<br />
aquí, el monte bajo, y aquí, los pastos<br />
<strong>de</strong> la umbría. Ya los bandos no quedarían<br />
lejos; quizá enfrente, quizá ese<br />
calvejar. Don Fabián le invitaba que<br />
escogiera: el canchal pizarroso, alfombrado<br />
<strong>de</strong> liqúenes; la pequeña mancha<br />
<strong>de</strong> chaparra y lentiscos... Se metería a<br />
la <strong>de</strong>recha, cosa <strong>de</strong> tiro y medio; nada,<br />
en el primer puesto. Principiaron a extasiarle<br />
los ejercicios <strong>de</strong>l reclamo, el<br />
virtuosismo <strong>de</strong> don Fabián. ,<br />
—¡Triste vida! Aquí está un hombre;<br />
aquí, soportando a ese. monstruo, corre<br />
<strong>de</strong> su madriguera, achantado y hasta<br />
bajo el <strong>de</strong>leite <strong>de</strong> con qué <strong>de</strong>streza tien<strong>de</strong><br />
lazos mortales al amor...<br />
Des<strong>de</strong> su puesto seguía los <strong>de</strong>vaneos<br />
<strong>de</strong>l pülpitillo, el perdigón en jaula sin<br />
sayuela, tras el ver<strong>de</strong> embosque alto<br />
<strong>de</strong> los escobones; recortado, el horizonte<br />
se esmaltaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el proyector <strong>de</strong><br />
la aspillera, como en el teatro cuando<br />
se da foco al divo para realzar la trágica<br />
belleza <strong>de</strong> la escena; ya el telón<br />
acababa <strong>de</strong> alzarse, y <strong>de</strong>' lejos venía la<br />
brega <strong>de</strong>l macho, un canto por bajo y<br />
otro por alto, <strong>de</strong> tres golpes, encelada<br />
la pájara con el • <strong>de</strong>safío.<br />
—¡Tal cual, pero sin Rigoletto! —tabulaba—.<br />
«Le Roí s'amuse»... Había su<br />
«dorma mobile» y no faltaba el galán<br />
O DE LORENZO<br />
Tierra prohibida, se le <strong>de</strong>spertaba el<br />
encanto <strong>de</strong> atravesarla y, campeándola,<br />
porque.a nadie se tropezaba, la soñaba<br />
tierra <strong>de</strong> nadie, en la que mi extrafiado<br />
¡ya podría! ¿Cazar? ¡Bueno! Otra<br />
noche, en el salón, don Narciso --¿o<br />
fue don Isaías?—, saliéndose <strong>de</strong> casillas,<br />
<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> soslayarle como acostumbraba,<br />
y bruscamente:<br />
—¿Cómo se le ocurre? ¿A qué llama<br />
usted cazar si no tira?<br />
Le' impresionó. Cierto que no tiraba;<br />
don Camilo se nombró la persona cabalmente<br />
incruenta. Aunque, i<strong>de</strong>ándose<br />
progresivo, combatiera a loa fuertes<br />
y acosara el último reducto <strong>de</strong> sus cotos,<br />
y cuando se echaba a la cara la<br />
-tablilla <strong>de</strong> fondo lila, cimera en el hincado<br />
palo, con las blancas letras ya<br />
muy <strong>de</strong>sdibujadas y como raídas por la<br />
intemperie, y que le conminaban a alejarse<br />
<strong>de</strong> la flecha con su imperativo<br />
«Prohibido cazar», don Gamilo abatía<br />
el indicador y, pentrando en el coto, se<br />
apresuraba a exten<strong>de</strong>r la red.<br />
Afirmó el suavizador contra la piedra<br />
<strong>de</strong>l lavabo; recordó los bandos <strong>de</strong><br />
la veda, todavía frescos en las fachadas,<br />
y que había ido calle a<strong>de</strong>lante,<br />
viéndolos pegar. Le pareció una provocación<br />
y hería en su recuerdo tumultuosamente.<br />
Jamás, <strong>de</strong> San Miguel a<br />
las Can<strong>de</strong>las, sintió la tentación <strong>de</strong>l<br />
monte: era tiempo <strong>de</strong> caza, ¿habría por<br />
qué? Lo malo es que la codorniz inverna.<br />
Ea, lo malo... Saldría a codornices<br />
con red: ¡Ca! El no tiraba; no era<br />
tonto como para cargarse el albur <strong>de</strong>l<br />
tiro, dar, fallar... Sí, codornices; pero<br />
¿cuándo- se le acusaría <strong>de</strong> haber cobra<br />
do pieza?<br />
¿Acusar? Su inepcia le con<strong>de</strong>naban. Y<br />
también salió a perdices aquella tar<strong>de</strong>.<br />
Era otoño y le acompañaba don Fabián.<br />
—Lá perdiz se caza con piernas---había<br />
ironizado, al saludarse, don Fabián.<br />
C—¿Piernas? ¡Piernas! Ya Is diría<br />
él...)<br />
Calle y calle charlando, les dosinon-<br />
celoso; en fin, había el duque burlador,<br />
cruel y romancesco. Sólo que en<br />
esta adaptación para el caza<strong>de</strong>ro, el Duque<br />
atraía; aceptaba su reto el macho,<br />
viniéndose a plaza encrespado, hueco,<br />
las alas rastras, henchido <strong>de</strong> espolones,<br />
buscador <strong>de</strong>l pretencioso enrejado.<br />
Y al momento, pólvora, polvo, gramas<br />
aleteadas, sangre, vuelcos <strong>de</strong> agonía.<br />
Hasta que un nuevo amago <strong>de</strong>l perdí-gón,<br />
victorioso, recosía el cristal <strong>de</strong> la<br />
tar<strong>de</strong> tiroteada, y el cazador sonreía<br />
porque no iba a tardar en insinuarse,<br />
melosa y cantarína, acercándole su aria<br />
<strong>de</strong> seducida, Gilda, la « d o n n a », la<br />
perdiz...<br />
Sudó. Pero se entendían. Don Fabián<br />
cazaba por <strong>de</strong>porte, atenuante y cualificada<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> don<br />
Camilo:, su indiferencia al aprovechamiento.<br />
Cazador <strong>de</strong> corazón, se presentaba<br />
humanamente sociable, pero a cazar<br />
iba solo; fumaba, pero - en pipa.<br />
Más <strong>de</strong> una cargó cuando...<br />
Quince, veinte perdices alzaion, y era<br />
hermoso verlas, como en un rito griego,<br />
seguras, camino dé la muerte. Seguras,<br />
porque las precedía el macho rector.<br />
—¡Torre!—oyó gritar, y don Camilo<br />
se irguió, y lo menos qué. sospechaba<br />
es a don Fabián jugando y a sí mismo<br />
disputándose apasionadas partidas <strong>de</strong><br />
ajedrez: su emoción relampagueante en<br />
ese brinco <strong>de</strong> júbilo:<br />
—¡ Torre!—y no le salpicaba la iracunda<br />
grita <strong>de</strong> don Fabián," <strong>de</strong> verle<br />
asomado en el puesto, porque le estremeció<br />
el estruendo <strong>de</strong> las <strong>de</strong>tonaciones.<br />
Súbito se agarbó y alcanzó a toda .su<br />
inocencia: una perdía surgía y fulguraba,<br />
ascen<strong>de</strong>nte, vertical; y <strong>de</strong> pronto,<br />
clavada en el aire, se <strong>de</strong>scolgó, las alas<br />
replegadas, a plomo contra el suelo. .<br />
—¡Qué disparate!<br />
'Y lo razonaría, si no fuera que entonces<br />
a don Fabián le dio por acabar<br />
el rececho, como si más que la" caza<br />
le interesara el magisterio entra enojado<br />
y feliz o proselitismo <strong>de</strong> quien,<br />
no sin motivos, sé veía novicio en arte<br />
menor...<br />
- —No, hombre, no; lo <strong>de</strong> menos es<br />
la pieza; yo no tengo vocación <strong>de</strong> lebrel-<br />
Don Fabián, en cuya lógica no enea<br />
jaban los razonamientos <strong>de</strong>l vecino, temó<br />
a honesta broma sus palabras, y<br />
entre carcajadas que el eco a<strong>de</strong>mentó, .<br />
le reía como a infeliz incapacitado por<br />
compasión. Pero ajudiando el regreso,<br />
no se privó <strong>de</strong> aleccionarle, para • propio<br />
gozo y enriquecimiento <strong>de</strong>l inusitado<br />
léxico <strong>de</strong> don Camilo.<br />
—Torre, cuando se hace tiro en la -<br />
cabeza. Usted ya ganaría aficionándose<br />
•más. ¿Va un sorbito?<br />
—¡Qué disparate! '<br />
—Bueno, mire usted: sin aguardiente<br />
o sin orujo, madrugada y tabaco,<br />
no hay ma<strong>de</strong>ra... No hay cazador —proseguía—.<br />
Ahora, da gusto. ¿Eh, y en<br />
febrero? Lo malo es febrero, que la<br />
perdiz <strong>de</strong>ja el bando; porque se juntan,<br />
pero por parejas. Claro, y se prohibe<br />
el pájaro, que es la caza <strong>de</strong> verdad.<br />
—«Ipso facto» —se animó para los<br />
a<strong>de</strong>ntros don Camilo, porque ya veía<br />
la prohibición a saltarse—, en cuanto<br />
que febrero...<br />
Y no escuchaba ni palabra <strong>de</strong> don<br />
Fabián. ¿A qué más sosadas, tan espúreos<br />
vocablos: «torre», «carambola»... o,<br />
como diez pasos a<strong>de</strong>lante, cuando el vecino<br />
insistía y condicionaba los requisitos<br />
<strong>de</strong>l «tiro real»? Por sí,, no se llamaba<br />
a culpa. Y la <strong>de</strong>satención crecía,<br />
y es qué don Camilo -se venía viendo,<br />
río abajo, andando y pensando en el<br />
agua caminera, raseada, mordida por<br />
las ^agujas <strong>de</strong>l fondo, por el alto cauce<br />
<strong>de</strong> arroyuelo en pedregal, mientras don<br />
Fabián avanzaba y hendía las veredas<br />
<strong>de</strong>l bodonal, revenido, atollando sus botas<br />
que lo hollaban y mol<strong>de</strong>aban, marcándose<br />
a tresbolillo, y en don<strong>de</strong> pron- .<br />
to el relente perlaría-.<strong>de</strong>'roció y los. -<br />
. helores empezarían a costrear el vacia-<br />
"do: más firme hacia <strong>de</strong>ntrój rehundido<br />
en los relejes por sus caras internas<br />
Opuestas y cercanas, con las palas <strong>de</strong>sbocándose,<br />
<strong>de</strong>staconadas. Oyéndole, don<br />
Camilo se distraía, celoso <strong>de</strong> las pisadas,<br />
<strong>de</strong> no borrar el rastro <strong>de</strong>l vecino.<br />
No le <strong>de</strong>cían cosa las africanas brínca<strong>de</strong>ras,<br />
cortas <strong>de</strong>., vuelo, .ni el arranque<br />
"•'•dé la roja perdiz arisca. Lo más, tornaba<br />
a la dramática, belleza <strong>de</strong> esta<br />
tar<strong>de</strong>, sobre el campo <strong>de</strong> tiro, patética,<br />
arrebatadora como un dúo en la Soala<br />
<strong>de</strong> Milano. Luego...<br />
Ño; él no era- cazador <strong>de</strong> alforjas;<br />
para él, cada hora sé le llenaba <strong>de</strong> caza,<br />
no <strong>de</strong> pasado; evocaba, y ardido<br />
<strong>de</strong> mocedad,^ aquel <strong>Madrid</strong> a caballo<br />
<strong>de</strong> dos siglos,-señor y picaro, <strong>de</strong> parla<br />
cortesana, alta, cortada, con su majo<br />
repique <strong>de</strong> codorniz. Y sí, luego," los<br />
cremados campos <strong>de</strong>l Oeste, solares, bulliciosos<br />
cuando' se. baja . a la vega y<br />
en la cañada secretas aguas cabrillean,<br />
solapándose, para que la hierba suba<br />
y apriete... Le ro<strong>de</strong>an los recuerdos, le<br />
asedian, y don Camilo camina con su<br />
caza mejor, cobrándolos, afanoso, en<br />
caza<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la memoria, don<strong>de</strong> ya<br />
tantas cosechas fueron levantadas y<br />
ahora se remueven y .relacionan, con<br />
. menos casualidad que voluntad <strong>de</strong> acarreo<br />
: ya no. hay paraísos <strong>de</strong> teatro<br />
Real, ni a. la. vieja ciudad estremecen<br />
la «impostazione» y «fiorituras» <strong>de</strong> nó-<br />
. madas Rigolettos; ya no es la «donna,<br />
mobile»: hoy la «donna» se llamaría<br />
Moussia;: pero lejana, bohemia, gusta<br />
. <strong>de</strong> firmar acuarelas con su apellido paterno<br />
y este breve nombre: Eve... -<br />
Y apenas ha comenzado a- raer en<br />
segunda" pasada, apurando, don Camilo<br />
da con la motivación remota <strong>de</strong> sus<br />
evocaciones: que estamos en febrero.<br />
—¡Torna,.por eso me acuerdo!<br />
Y le sorpren<strong>de</strong> oírse la voz, su tono<br />
<strong>de</strong> voz/ que se ha endurecido, ligeramente,<br />
agudizándose. Pero calmo, con<br />
a<strong>de</strong>mán suave, repasa la navaja por la<br />
piel <strong>de</strong>l cuello, <strong>de</strong> puntitos enrojecidos,<br />
levantados; se acerca, .se mete en el<br />
espejo, la<strong>de</strong>a la cabeza, la eleva, tirándose<br />
<strong>de</strong> la-nariz, y rebusca la imperfección<br />
mínima, bizcando los ojos en violento<br />
escozor, que requiere toda su atención,<br />
pero que no le priva <strong>de</strong> volver a<br />
' ver, figurándosela, sobre las aguas <strong>de</strong>l<br />
azogue, niña, a Eve pensativa a su es-<br />
; palda. Le escuece la verruguita; no ha<br />
parado <strong>de</strong> sangrar; quemándola, piensa<br />
en la hija ausente, aduendada en<br />
el arte, y va poco a poco inoculándose<br />
la ensoñación <strong>de</strong> su propia ternura. Eve<br />
aquí, y acabarían por llorar juntos, hipando,<br />
como dos crios... A ver, a ver<br />
esa máscara, ese hombre recio, polémico,<br />
<strong>de</strong>scontento y cazador... Y como<br />
don Camilo juraría que el velo <strong>de</strong> sus<br />
ojos se anublaba por el cauterio <strong>de</strong> la<br />
piel herida, se vuelve y estampa er. la.<br />
oscura pared la estrella <strong>de</strong> la piedra<br />
, alumbre, ,... , . . -r . .
LA SUBLEVACIÓN<br />
AUNQUE ningún autor esté conforme<br />
con su verda<strong>de</strong>ro nombre, no hay duda<br />
que el <strong>de</strong> Quijano cuenta con más<br />
probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> veracidad. Cuestión, por<br />
otra parte, que no es esencial, pues Quijano<br />
ha <strong>de</strong> morir muy pronto.<br />
Cuenta Ci<strong>de</strong> Hameté Benengeli que Quijano<br />
(o Quejana el Bueno), a solas en su<br />
casa manchega, se lanzó a sonar con 3a<br />
misma facilidad con que luego habría <strong>de</strong><br />
echarse al mundo para <strong>de</strong>senfaeer entuertos<br />
y vengar agravios.<br />
El sueño <strong>de</strong> Quijano tiene la forma <strong>de</strong><br />
un negro telón <strong>de</strong> fondo en el que se encuentran<br />
bordadas todas las injusticias <strong>de</strong><br />
este mundo: el débil atropellado por su <strong>de</strong>bilidad,<br />
la viuda <strong>de</strong>samparada en su dolor,<br />
el agravio sin venganza y el entuerto cociéndose<br />
en todos los'hornos. Es un sueño<br />
y es una realidad, porque Quijano veía al<br />
mundo a través <strong>de</strong> su sueño y, puntilloso<br />
(«nimiamente puntilloso» es igual en el<br />
Diccionario a Quijote), se hallaba muy lejos<br />
<strong>de</strong> admitirlo-<br />
Nada sabíamos <strong>de</strong> la juventud <strong>de</strong> Quijano<br />
hasta Papíni. Papini ha <strong>de</strong>scubierto<br />
esa juventud perdida, y nos la traduce en<br />
uno <strong>de</strong> sus últimos libros. («El libro negro».)<br />
Quijano ya es un <strong>de</strong>sengañado cuando<br />
comienza la historia <strong>de</strong> Benengeli, y Papini<br />
explica: <strong>de</strong> familia noble venida a menos;<br />
estudiante en Salamanca, abandona<br />
los libros por el amor <strong>de</strong> una doncella; la<br />
doncella le abandona a él por un matrimonio<br />
ventajoso. Novicio en un convento<br />
<strong>de</strong> Carmelitas, se exclaustra al comprobar<br />
la licenciosa vida <strong>de</strong> sus hermanos. Gentilhombre<br />
<strong>de</strong> Cámara en la Corte <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>,<br />
la corrupción, la avi<strong>de</strong>z y la abyección le<br />
empujan al Nuevo Mundo, y es soldado <strong>de</strong>l<br />
virrey; pero Quijano no está <strong>de</strong> acuerdo<br />
con los conquistadores ni con sus métodos,<br />
y vuelve <strong>de</strong> las Indias. Ha visto cuanto el<br />
mundo le podia ofrecer, y Quijano no ha<br />
tomado nada.<br />
Su sueño, pues, se engendra en una visión<br />
<strong>de</strong>l mundo y crece en un terreno que<br />
po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>nominar social. Porque los sueños<br />
y las visiones necesitan como base para<br />
sustentarse, como claustro materno para<br />
nacer, un concepto particular <strong>de</strong>l mundo<br />
que los ro<strong>de</strong>a. Y Quijano —no sabemos<br />
por qué motivo, a pesar <strong>de</strong> Papini— es un<br />
visionario en el sentido <strong>de</strong> vi<strong>de</strong>nte.<br />
Es un visionario, y a<strong>de</strong>más, un pesimista.<br />
El optimista suele ser resignado; el pesimista<br />
encuentra en su pesimismo una razón<br />
para sublevarse. Quijano, por, tanto, es<br />
un pesimista y se va a sublevar.<br />
Mientras limpia su espada <strong>de</strong> orín y limpia<br />
malamente su celada, Quijano se ha<br />
convencido ya <strong>de</strong> que la vida ha perdido<br />
su verda<strong>de</strong>ro sentido, y, lo que es mejor, <strong>de</strong><br />
que hay que en<strong>de</strong>rezarla.<br />
LA MUERTE DE QUIJANO<br />
Hay un momento oculto en la vida <strong>de</strong><br />
Quijano, un momento que es como un<br />
20<br />
5- /-••<br />
merge en su sueño (Surrealismo) y se<br />
va con su fantasía.<br />
Don Quijote necesita nuevos<br />
nuevos tirantes para las alas <strong>de</strong> su<br />
zón, y se lanza a soñar. Se sueña él miii<br />
mo, él mismo se ve en lontananza, y paifc<br />
verse se ha <strong>de</strong>sprendido <strong>de</strong> si mismo -sj|<br />
ha separado—; su sueño corporaliza psp<br />
su boca, y Don Quijote sueña en voz altor<br />
«Apenas había el rubicundo Apolo tendldi'<br />
por la faz <strong>de</strong> la ancha y espaciosa tiertv<br />
las doradas hebras <strong>de</strong> sus hermosos cató<br />
líos..., cuando el famoso caballero Don Qui<br />
jote <strong>de</strong> la Mancha, <strong>de</strong>jando las ociosa<br />
plumas, subió sobre su famoso caballo sülcíñante»<br />
y comenzó a caminar por el ai!<br />
tiguo y conocido campo <strong>de</strong> Montiel,<br />
(Cap. II <strong>de</strong> la 1.» parte.)<br />
LA AVENTURA DE LOS GIGANTES<br />
I Los vio! Los vio Don Quijote, mientra<br />
Sancho, todavía <strong>de</strong>screído, se encomendad<br />
a todos los santos. Contempló Don Quijo!<br />
te el grupo <strong>de</strong> gigantes, que parecían mollinos,<br />
y se afirmó en los estribos. \<br />
Si el Surrealismo busca la realidad esen- 1<br />
cial <strong>de</strong> las cosas por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>' la realidad<br />
aparente <strong>de</strong> las mismas,, Don Quijote dio U| .<br />
primera lección <strong>de</strong> esta asignatura. Molí- •<br />
nos para Sancho, molinos hasta para su;<br />
historiador, Ci<strong>de</strong> Hamete Benengeli; molinos<br />
para todos, era necesaria la venida <strong>de</strong><br />
un héroe que supiera ver don<strong>de</strong> los <strong>de</strong><br />
más se contentaban con mirar.<br />
Lanza en ristre, «Rocinante» a medio<br />
lope (pues enteros no los sabia dar), Dof<br />
Quijote se abalanza contra su primer eiv<br />
sueño. Aquí llegó aún más allá que el Su- •<br />
realismo oficial. Provocar el sueño y saciarse<br />
en su contemplación era poco, mu¿<br />
poco, para Don Quijote; tenía que abrazar-fe<br />
lo, palparlo, combatir con él.<br />
Don Quijote, <strong>de</strong> paso, <strong>de</strong>mostró en<br />
ocasión el consi<strong>de</strong>rable valor <strong>de</strong> la metálora.<br />
No, no eran molinos como gigantes,<br />
sino gigantes que, <strong>de</strong> lejos, parecían molí- ~<br />
nos. No existió retorsión <strong>de</strong> los conceptos,;<br />
ni siquiera retruécano, ni tomar «el cor.ti<br />
nente por el contenido o el contenido poi<br />
el continente» <strong>de</strong> la Retórica al uso. Fue<br />
sencillamente, metáfora, y más que metáfo :<br />
ra, parábola. Parábola explicativa para lo<br />
POR JUAN IGNACIO FERRERAS TASCOIN<br />
rompimiento y un nacer al mismo tiempo.<br />
En el mismo cuerpo <strong>de</strong> Quijano comienza<br />
a vivir un nuevo ser: un surrealista. Un<br />
verda<strong>de</strong>ro y auténtico surrealista que crece<br />
sin uesar y comienza —cómo no— a negar.<br />
Quijano empieza por negar, y se niega<br />
a sí mismo; no se llamará Quijano, sino<br />
Don Quijote; no quiere ser Quijano, sino<br />
ser Don Quijote. El cambio <strong>de</strong> patronímicos<br />
no obe<strong>de</strong>ce a una necesidad estética, ni<br />
siquiera acomodaticia; es, simplemente, un<br />
<strong>de</strong>ber metaíísico <strong>de</strong> negación, y el primer<br />
tajo <strong>de</strong>scomunal que Don Quijote infiere<br />
al gigante <strong>de</strong> la vida. Es la primera batalla<br />
que gana la fuerza <strong>de</strong> su brazo. Quijano<br />
ha muerto, ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser a manos<br />
<strong>de</strong> ese tremendo surrealista que se llama<br />
Don Quijote, y Don Quijote empren<strong>de</strong> su<br />
nuevo camino pisando las ruinas necesarias,<br />
in<strong>de</strong>fectibles, <strong>de</strong> todo reformador. Ha<br />
cometido su primer homicidio en nombre<br />
<strong>de</strong> un i<strong>de</strong>al; la repulsa, la rebelión hacia<br />
un concepto <strong>de</strong> la vida.<br />
Quijano ha muerto, y con él se <strong>de</strong>rrumban<br />
por el suelo las existencias inútiles y<br />
cómodas. Ha sido una buena batalla, y<br />
más que una batalla, el trazo <strong>de</strong> una linea<br />
y el levantar <strong>de</strong> una muralla. De un lado,<br />
con Quijano muerto, la realidad; <strong>de</strong>l otro,<br />
con el recién nacido y ya vencedor Don<br />
Quijote, lof. sueños, el i<strong>de</strong>al, el amor y la<br />
gloria. Entre Quijano y Don Quijote se<br />
yergue, nierática,. la efigie <strong>de</strong> la voluntad<br />
heroica y <strong>de</strong> la sed <strong>de</strong> fama.<br />
El hombre sin aguijón, el hombre sin espíritu<br />
esforzado, ha quedado con Quijano;<br />
sólo ha saltado la cerca Don Quijote en<br />
alas <strong>de</strong> un ensueño.<br />
¡Cómo lloraría la Lógica en aquel tran-<br />
ce! Si el sueño es el enemigo <strong>de</strong> la Razón,<br />
Don Quijote —sueño materializado, espíritu<br />
puro, que sólo en contadas' ocasiones<br />
necesitará <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> Sancho— es la<br />
irrealidad que se encarna dándose <strong>de</strong> puñadas,<br />
como en la Venta, con la Lógica.<br />
Don Quijote se dio cuenta a tiempo <strong>de</strong><br />
lo que significaba Quijano para él; personificaba<br />
su primer vencido aquel mundo<br />
don<strong>de</strong> toda Injusticia tenía su asiento y<br />
toda afrenta su cuna. Era Quijano aquel<br />
negro telón bordado <strong>de</strong> agravios que la<br />
airada mano <strong>de</strong> Don Quijote arra,nca <strong>de</strong> un<br />
violento tirón para <strong>de</strong>jar al <strong>de</strong>scubierto el<br />
impensado y nunca visto espectáculo <strong>de</strong> la<br />
existencia soñada.<br />
Don Quijote, primero pesimista, luego sofiador,<br />
tenia que acabar en revolucionario.<br />
Le oprimió la vida, la soñó mejor y se. <strong>de</strong>cidió<br />
a reformarla.<br />
LA PRIMERA SALIDA •<br />
Ancho el mundo, sin límites a los ojos;<br />
infinito el cielo, no le bastan a Don Quijote,<br />
porque tierra y cielo caben en su espíritu<br />
y aun le resta mucho espacio libre.<br />
Su alma es tan llena e iluminada como los<br />
campos manchegos y más, más profunda<br />
aún que su infinito cielo. Don Quijote, sediento,<br />
hambriento <strong>de</strong> i<strong>de</strong>al, ha <strong>de</strong> sumergirse<br />
en sus sueños para saciarse.<br />
Es el primer surrealista mo<strong>de</strong>rno, y quizá<br />
el único; comienza a imaginar no con<br />
el fin <strong>de</strong> vagar por recónditos sen<strong>de</strong>ros,<br />
sino para alimentarse imaginando, para<br />
vivir <strong>de</strong>.su fantasía. No quiere <strong>de</strong>scubrir,<br />
ni siquiera explorar; <strong>de</strong>sea vivir. La vida<br />
real no le basta, tien<strong>de</strong> más allá, y se su-<br />
,it 3<br />
que tienen ojos para ver y no ven, ;<br />
oidos para oír y no oyen. Parecían molí<br />
nos, pero eran furiosos gigantes que ame<br />
nazaban moviendo los brazos. Por <strong>de</strong>bajts<br />
<strong>de</strong> aquellas torres y <strong>de</strong> aquellas aspas, Don.<br />
Quijote adivina claramente los nervios y<br />
la sangre <strong>de</strong> Briareo; fue el único que lo<br />
supo ver y el único que se atrevió a combatir.<br />
¡Qué importa luego la crueldad <strong>de</strong> Ci<strong>de</strong><br />
Hamete, que le hace <strong>de</strong>spertar maltrecho y<br />
con la lanza rota! Los gigantes continuaren<br />
allí, y allí continúan, enmascarando su na-¡<br />
tu raleza <strong>de</strong> monstruos con la <strong>de</strong> molinos.<br />
LOS DOS MOMENTOS SURREALISTAS<br />
Hay dos momentos típicamente surrealistas<br />
en la historia <strong>de</strong> Don Quijote <strong>de</strong> la Mancha.<br />
Dos momentos que son como las dos<br />
puertas más anchas abiertas al infinito campo<br />
<strong>de</strong> la irrealidad. La Gran Inmersión y la<br />
Ascensión, para hablar en términos pare-<br />
-cidos al Surrealismo. La Gran Inmersión<br />
correspon<strong>de</strong> a los capítulos XKII y XXIIl<br />
<strong>de</strong> la segunda parte, y la Ascensión, al XLI<br />
<strong>de</strong> la misma parte. Montesinos y Clavilefio.<br />
La gruta y el Pegaso. Subir y bajar: en ei<br />
medio, la realidad se ha quedado chica.<br />
El Surrealismo es ambivalente o tien<strong>de</strong> a<br />
serlo en todas sus manifestaciones, y esta<br />
ambivalencia se le plantea como una obligación<br />
constante. De este constante <strong>de</strong>ber<br />
se <strong>de</strong>riva, por cauces más o menos ocultos<br />
(más bien ocultos), la contradicción. Si el<br />
Surrealismo ha <strong>de</strong> avanzar, ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir,<br />
su dirección ha <strong>de</strong> ser doble y contradictoria.<br />
La horizontal es única, pero la vertical<br />
pue<strong>de</strong> ser ascen<strong>de</strong>nte o, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>nte y<br />
15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 195-1
ambas —línea ascen<strong>de</strong>nte y línea <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>nte<br />
- son contradictorias, antinóm i c a s<br />
más que antagónicas y convienen al Surrealismo,<br />
que, en ultimo término, no significa<br />
otra cosa que un rompimiento <strong>de</strong> cauces,<br />
un extravasarse, un <strong>de</strong>seo esforzado y sostenido<br />
por conquistar nuevos horizontes,<br />
por vivir más y más auténticamente.<br />
LA CKAN INMERSIÓN • •<br />
Hay que bajar, bajar a lo profundo, para<br />
arrancar y aflorar secretos subterráneos.<br />
El Surrealismo llama a esta excursión aigo<br />
así como «exploración <strong>de</strong>l subconsciente»;<br />
Don Quijote, más exacto, Cueva <strong>de</strong> Montesinos.<br />
No necesita el caballero hipnosis, ni<br />
siquiera los tan traídos y llevados «estados<br />
intermedios»; con una cuerda <strong>de</strong> cáñamo y<br />
im poco <strong>de</strong> ánimo consigue lo mismo. Y<br />
baja; y abajo —según Benengeli — sueña;<br />
pero no es así; ocurre que baja al sueño,<br />
no ál soñar; <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> a un nuevo mundo<br />
y vive y palpa una nuevo existencia que<br />
iia encontrado él solo.<br />
Cuando sube no le creen; nunca <strong>de</strong>bió <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong> subir, nunca <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> exponer el <strong>de</strong>licado<br />
tejido <strong>de</strong> su sueño a las <strong>de</strong>ntelladas dé<br />
la vida real. Viva, viva siempre el señor<br />
Don Quijote, con su parlero Montesinos, su<br />
adormecido Durandarte, su encantada Belerma<br />
y aquellas «dos hileras <strong>de</strong> hermosas<br />
doncellas». Un mundo nuevo al que Sancho<br />
y el primo llaman infierno. Pero Don Quijote<br />
replica, <strong>de</strong>fendiéndolo: «¿Infierno lo<br />
llamáis?, pues no le llaméis ansí, porque no<br />
lo merece»,<br />
Y en verdad, ¿lo merecía? ¿Habla Don<br />
Quijote asesinado a Quijano, abandonado<br />
su hacienda y echado al mundo para dar<br />
en el infierno?<br />
Los griegos llamaban infiernos, en plural,<br />
a todos los lugares que habitaban las<br />
almas <strong>de</strong> los muertos. Y asi, había infiernos<br />
y cielos (Campos Elíseos).<br />
La inmersión <strong>de</strong> Don Quijote, más cristiana<br />
en su medida, sólo <strong>de</strong>scubrió un Purgatorio;<br />
un lugar don<strong>de</strong> se sufría con dulce<br />
esperanza. Un lugar don<strong>de</strong> el sufrir era<br />
dulce, porque aguardaban la venida <strong>de</strong><br />
Don Quijote <strong>de</strong> la Mancha.<br />
No se pue<strong>de</strong> pedir más a una inmersión<br />
surrealista, y ninguna <strong>de</strong> las posteriores lo-<br />
grará mejores frutos, más estupendas noveda<strong>de</strong>s<br />
que ésta <strong>de</strong> Don Quijote a la, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
entonces famosa, Cueva <strong>de</strong> Montesinos.<br />
LA ASCENSIÓN NO CONTADA<br />
La Inmersión y la Ascensión,- dos ventanas<br />
horadadas en el muro <strong>de</strong> la Razón para<br />
recibir las altas luces <strong>de</strong>l infinito irreal.<br />
Trifaldi, la Dueña Dolorida, con su escu<strong>de</strong>ro<br />
y el gritesco séquito, son la disculpa<br />
que unos duques imbéciles y ciegos proporcionan<br />
a Don Quijote para volar.<br />
La Inmersión en la Cueva <strong>de</strong> Montesinos<br />
necesitaba un complemento aéreo, que se<br />
llamó Montesinos. Jamás con un caballo se<br />
ha recorrido tanto espacio, jamás —entre<br />
los hombres— se enalteció tanto un ma<strong>de</strong>ro..<br />
«Clavileño», caballo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, bajel<br />
en el mar <strong>de</strong> las nubes, que pudo hacer<br />
escala en el sol y recorrer singladuras <strong>de</strong><br />
luceros. Ma<strong>de</strong>ra sola y, sin embargo, alas.<br />
Sólo nos cuenta Benengeli lo que los duques<br />
— los ciegos idiotas— vieron; pero las<br />
sensaciones íntimas, el arrobo final <strong>de</strong> Don<br />
Quijote, sólo Don Quijote lo pue<strong>de</strong> contar.<br />
Subir, subir sin límite en el espacio, surcar<br />
el aire, <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> la Tierra, trascen<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong> la materia para volar (quizá a<br />
un «inmortal seguro»), sólo Don Quijote<br />
ímístico en esta ocasión) lo logró realizar.<br />
En el cap. XLT <strong>de</strong> la segunda parte,<br />
Don Quijote supera al Surrealismo una vez<br />
más: no solamente por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la realidad<br />
<strong>de</strong> las cosas, no por <strong>de</strong>bajo solamente<br />
en el.sueño y en la urdimbre, Sino también<br />
— él es un héroe— por encima. Por<br />
encima, porque ; no basta ser buzo, hay que<br />
llegar a ser pájaro.<br />
Algún día un nuevo Ci<strong>de</strong> Hamete Benengeli<br />
completará este cap. XLI, y ha <strong>de</strong> contarnos,<br />
no a qué inauditos extremos liego<br />
la <strong>de</strong>scomunal locura <strong>de</strong>l buen caballero,<br />
sino qué nuevos mundos incorporó al suyo.<br />
Pero, mientras tanto, respetemos la pluma,<br />
la antigua y-portentosa pluma, repitiendo<br />
aquel romancillo que empezaba:<br />
Tate, tale, follándoos,<br />
<strong>de</strong> ninguno sea tocada;<br />
- que ésta empresa, buen rey,<br />
•para mí estaba guardada.<br />
Et, ainsi, en fin <strong>de</strong> compte, appartient <strong>de</strong> juger le talent á un public<br />
iñcapable <strong>de</strong> le reconnaítre.<br />
BERNARD GRASSET<br />
- , • - - - ' . - ' ' - •<br />
(Y así, a fin <strong>de</strong> cuentas, correspon<strong>de</strong> juzgar ál talento a un público incapaz<br />
<strong>de</strong> reconocerlo.)<br />
FS la antiquísima cuestión <strong>de</strong> las<br />
*-* minorías y las mayorías <strong>de</strong>l «arte<br />
verda<strong>de</strong>ro» y la simulación <strong>de</strong>l<br />
arte asequible a las masas. Pero es<br />
muy significativo que sea precisamente<br />
un editor, el famoso Bernard<br />
Grasset, quien consi<strong>de</strong>re incapaz al<br />
público para <strong>de</strong>cidir si un escritor<br />
tiene o no talento literario. Esas palabras<br />
arriba citadas pertenecen al<br />
prólogo que escribió para su libro<br />
«Sur le plansir». Grasset posee la<br />
suficiente experiencia para dar su<br />
opinión en estas cosas y conoce muy<br />
bien lo que Sainte Beuve llamaba «el<br />
hombre <strong>de</strong> letras como especie». En<br />
Francia, como en todas partes, la literatura<br />
la hacían los buenos aficionados<br />
—¡y los matos!— apoyados en<br />
bienes propios <strong>de</strong> fortuna, comprensivos<br />
mecenas o fáciles activida<strong>de</strong>s<br />
marginales que les <strong>de</strong>jasen tiempo<br />
libre. Ya en el siglo XIX vemos casos<br />
profesionales muy claros: Balzac¡<br />
en Francia, Larra en España,<br />
Dickens en Inglaterra... La nueva<br />
profesión empezaba a montar su<br />
«tinglado», y no lo digo en sentido<br />
peyorativo, puesto que he citado a<br />
ilustrísimos ejemplos. Pero la producción<br />
literaria en amplia escala,<br />
imprescindible para que sus cultivadores<br />
puedan vivir <strong>de</strong> ella, necesita<br />
vina cierta dosis <strong>de</strong> organización,<br />
captación <strong>de</strong> un público, contacto seguido<br />
con los lectores... En fin, que<br />
la profesionalidg-d literaria había <strong>de</strong><br />
unirse estrechamente con la periodística,<br />
así como luego enlazaría sólidas<br />
ramas con la radiodifusión y<br />
el cine. -<br />
Ahora bien, si el «hombre <strong>de</strong> letras<br />
como especie» —es <strong>de</strong>cir, el hombre<br />
que vive <strong>de</strong> su pluma e inmerso<br />
continuamente en lo literario— necesita<br />
<strong>de</strong>l público, es lógico que sea<br />
el público su juez «práctico». Le quedará<br />
el recurso <strong>de</strong> la crítica. Pero,<br />
por mi parte, estoy convencido <strong>de</strong><br />
que la crítica no pue<strong>de</strong> sustraerse<br />
por completo al complejo <strong>de</strong> prejuicios<br />
que incapacitan al público —como<br />
dice con razón Grasset— para<br />
reconocer el talento literario. Se habla<br />
mucho <strong>de</strong> perspectiva y <strong>de</strong> que<br />
los juicios <strong>de</strong> hoy tienen muy pocas<br />
probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> coincidir con los<br />
<strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la literatura que<br />
se escriba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un siglo. Esto<br />
es cierto y son célebres los errores<br />
cometidos por Sainte Beuve respecto<br />
a Stendhal («ese pequeño señor<br />
Beyle»), a Flaubert («hijo <strong>de</strong> un<br />
eminente médico <strong>de</strong> Rouen») e incluso<br />
a Bau<strong>de</strong>laire, y la falsa visión<br />
que tuvo Anatole France <strong>de</strong> Proust<br />
(«el cual es, sin embargo; hijo <strong>de</strong><br />
nn higienista muy notable»), y la<br />
precipitación <strong>de</strong> André Gi<strong>de</strong> rechazando<br />
a Proust para <strong>de</strong>spués pedirle<br />
perdón... Ejemplos todos ellos elegidos<br />
en la literatura francesa para<br />
no herir susceptibilida<strong>de</strong>s tomando<br />
otros <strong>de</strong> la nuestra. Y, por supuesto,<br />
sería abundantísima la recolección<br />
<strong>de</strong>. «casos fallidos», es <strong>de</strong>cir, genios<br />
anunciados y luego evaporados como<br />
por arte <strong>de</strong> encantamiento. Pero<br />
esto es siempre mejor. Nada se<br />
pier<strong>de</strong> cuando la crítica <strong>de</strong> medio siglo<br />
<strong>de</strong>spués, o el propio público, <strong>de</strong>scubren<br />
que el presentado como bomba<br />
era sólo un pequeño fósforo. La<br />
crítica, a la larga, no pue<strong>de</strong> engañar<br />
a nadie. Y nada importa, tampoco,<br />
que el público sea incapaz <strong>de</strong><br />
reconocer a un. escritor <strong>de</strong> talento.<br />
Esto sólo significa que dicho escritor<br />
empezó <strong>de</strong>sambientado, <strong>de</strong> lo<br />
cual no pue<strong>de</strong> ser culpado el público,<br />
aunque para él ese «escribir para<br />
el futuro» constituya algunas vteces<br />
la gloria.<br />
Pero, entendámonos bien, el hecno<br />
<strong>de</strong> que el público rechace a un escritor<br />
que logra una aceptación minoritaria<br />
<strong>de</strong> calidad no equivale forzosamente<br />
a una consagración <strong>de</strong>finitiva.<br />
Este es un error muy arraigado.<br />
El público no siente ni compren<strong>de</strong><br />
a <strong>de</strong>terminado autor. Unos<br />
grupos, quizá por afinida<strong>de</strong>s i<strong>de</strong>ológicas<br />
o <strong>de</strong> clan, lo exaltan. Entonces<br />
se dictamina que ese autor es un<br />
genio incomprendido y que vale precisamente<br />
porque el gran público no<br />
lo acepta. Bastaría repasar la pequeña<br />
historia <strong>de</strong> la literatura (o sea<br />
la que no está sino en los periódicos<br />
y en libros <strong>de</strong> ensayos) para cerciorarnos<br />
<strong>de</strong> la inmensa cantidad <strong>de</strong><br />
veces que hg fallado esa teoría.<br />
Hemos <strong>de</strong> aceptar resignadamente<br />
que «el hombre <strong>de</strong> letras como<br />
especie» viva sometido a un caos <strong>de</strong><br />
opiniones y <strong>de</strong> gustos, <strong>de</strong> entusiasmos<br />
sin mancha o ataques <strong>de</strong>moledores,<br />
<strong>de</strong> incomprensiones críticas y<br />
<strong>de</strong> afinida<strong>de</strong>s extraliterarias... Es inútil<br />
culpar a la crítica, ni al público,<br />
ni a nadie.<br />
No es cierto, M. Bernard Grasset,<br />
que el público sea. sistemáticamente<br />
incapaz <strong>de</strong> juzgar los libros que Ice.<br />
En el propio catálogo <strong>de</strong> su editorial<br />
hay muchos títulos que <strong>de</strong>muestran<br />
lo contrario. Lo que suce<strong>de</strong>, sencillamente,<br />
es que el público tiene<br />
«sus» limitaciones específicas, aunque,<br />
pensándolo bien, quizá no sean<br />
tan específicas, pues coinci<strong>de</strong>n con<br />
las <strong>de</strong> una buena <strong>de</strong>mocracia. Y, como<br />
la <strong>de</strong>mocracia, tiene sus virtu<strong>de</strong>s,<br />
sobre todo porque lo que podríamos<br />
llamar' «<strong>de</strong>mocracia lectora» se<br />
forma <strong>de</strong> un modo distinto para ca*<br />
da clase <strong>de</strong> libro. La mayoría <strong>de</strong>l publico<br />
que ha leído <strong>de</strong>terminada obra<br />
suele estar capacitada para opinar<br />
sobre ella, no <strong>de</strong> un modo <strong>de</strong>finitivo,<br />
claro está, y los motivos por los<br />
cuales guste <strong>de</strong> esa obra pue<strong>de</strong>n ser<br />
precisamente los que a un sector <strong>de</strong><br />
opinión más .preparada le <strong>de</strong>cidan<br />
a con<strong>de</strong>narla. Pero también es un<br />
buen servicio el que presta entonces<br />
el público reconociendo el talento <strong>de</strong>l<br />
que no lo tiene si ello ha <strong>de</strong> servir<br />
para que el día <strong>de</strong> mañana se vea<br />
claramente por qué ese autor no tenía<br />
talento literario.
PNTONOES llega un muchacho,<br />
• J cumple veinte años, termina <strong>de</strong><br />
leer una novela <strong>de</strong> Gi<strong>de</strong>, asiste a la<br />
representación <strong>de</strong> una obra <strong>de</strong> O'Neill,<br />
escucha una tar<strong>de</strong> el «Cuarteto en<br />
sol menor», <strong>de</strong> Debussy; ve dos reproducciones<br />
<strong>de</strong> Ficeaso, le suspen<strong>de</strong>n<br />
en Derecho Romano y dice: «Porque<br />
nosotros, las minorías.» Eí chico erece,<br />
algunas veces hasta termina la carrera,<br />
en ocasiones hasta lee <strong>de</strong>tenidamente<br />
a Gracián, con frecuencia incíuso<br />
viaja por Europa y ve, entre<br />
«bolte y boíte» algún Museo y varias<br />
galerías <strong>de</strong> arte; lo que difícilmente<br />
corrige es su frase: «Porque nosotros,<br />
ías minorías.» 5T se habla, y se escribe,<br />
y se pontifica <strong>de</strong> teatro <strong>de</strong> minorías,<br />
música <strong>de</strong> minorías, pintura <strong>de</strong><br />
minorías, poesía <strong>de</strong> minorías..., dando<br />
a estas minoritarias minorías un como<br />
microscópico significado; una llega a<br />
pensar que en cada provincia existe<br />
un solo y único representante <strong>de</strong> la<br />
minoría, como existe un solo y imico<br />
gobernador civil; el resto —dicen<br />
«¡los— son «snobs»,' que í>plau<strong>de</strong>n,<br />
como la mona, <strong>de</strong> ver aplaudir al genio<br />
local, para ponerse a la altura <strong>de</strong><br />
él, por subrayarle sn talento.<br />
Brahms, Cal<strong>de</strong>rón, Beethovert, tope<br />
son bocados exquisitos, aptos únicamente<br />
para el <strong>de</strong>licado paladar <strong>de</strong> ia<br />
exquisita minoría. Pilar López, Argenta,<br />
Antonio, Mariemma, son artistas<br />
<strong>de</strong>masiado completos para que ta<br />
masa pueda captar su perfecto mensaje<br />
<strong>de</strong> arte*<br />
Y... una mañana, a una emisora <strong>de</strong><br />
radio, la <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r, llega una pescadora<br />
<strong>de</strong> Puerto Chico, saca un duro<br />
<strong>de</strong> su faltriquera, un hermoso duro<br />
con fuerte olor a sardinas <strong>de</strong>l Cantábrico,<br />
y solicita la radiación <strong>de</strong> la<br />
«N o v e n a Sinfonía» para <strong>de</strong>dicarla,<br />
como homenaje en su onomástica a su<br />
marido, un rudo pescador pegado a las<br />
re<strong>de</strong>s. ¿Qué clase <strong>de</strong> locura es ésta?,<br />
pregunta, asustado, don Minorías.; Que<br />
nos roban! ;Que nos saquean! ¡Q«e<br />
nos reparten a Beethoven! ;Que aquí<br />
hay una equivocación! ; í¿ue esto es<br />
un fenómeno!<br />
Ni robo, ni saqueo, ni equivocación,<br />
ni fenómeno; simplemente Festivales<br />
Populares <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r. La pescadora<br />
lo explicó, cargada <strong>de</strong> lógica.<br />
— Lo escuché en la plaza Porticada,<br />
me ' gustó y quiero <strong>de</strong>dicárselo a mi<br />
marido.<br />
Los Festivales <strong>de</strong> Murcia y <strong>de</strong> primavera<br />
<strong>de</strong> Sevilla han barrido vigorosamente<br />
los tópicos en pie respecte a<br />
las minorías. Si aplaudir y escuchar<br />
fervorosamente al cuarteto Veglx es<br />
hazaña cultural <strong>de</strong> minorías, alegre,<br />
mos nuestros corazones al comprobar<br />
que toda una ciudad es lisa y llanamente<br />
minoría. Si compren<strong>de</strong>r la hondura<br />
filosófica y teológica <strong>de</strong> «El gran<br />
teatro <strong>de</strong>l mundo» es hazaña <strong>de</strong> sabios,<br />
habremos <strong>de</strong> confesar que Sevilla<br />
está poblada <strong>de</strong> ellos. Si compenetrarse<br />
con la íirmeza moral <strong>de</strong> Pedro<br />
Crespo es hazaña <strong>de</strong> elegidos, y enten<strong>de</strong>r<br />
el mito <strong>de</strong> Edipo es genialidad,<br />
5' saborear los discursos <strong>de</strong> Crispan es<br />
señal <strong>de</strong> lucidas enten<strong>de</strong><strong>de</strong>ras, ¡albricias!,<br />
los sevillanos son doctores <strong>de</strong> nacimiento.<br />
Creo que estos sucesivos Festivales<br />
<strong>de</strong>l Ministerio <strong>de</strong> Información están<br />
explicándonos muy limpiamente usía<br />
lección. A la obra <strong>de</strong> arte se llega en<br />
directo vuelo <strong>de</strong> intuición, sin libros,<br />
sin textos, sin explicaciones <strong>de</strong> por<br />
medio. Nada dijo Argenta en Sevilla<br />
<strong>de</strong> corcheas, andantinos ni <strong>de</strong> «trasparencia<br />
en la dicción <strong>de</strong>l conjunto y<br />
empaste perfecto»; sencillamente, al?o<br />
la batuta y Baveí, Brahms, Falla, Terina<br />
o Debussy fueron ovacionados<br />
clamorosamente. Sí, por ejemplo, a,<br />
Brahms, en su «Primera sinfonía en<br />
do menor» le aplaudieron con un entusiasmo<br />
inolvidable tranviarios <strong>de</strong> la<br />
Macarena, cocheros <strong>de</strong> Triana, comet-<br />
RAZÓN<br />
AS<br />
ciantes <strong>de</strong> San Bernardo, marquesas,<br />
notarios, médicos, camareros, bailaoras,<br />
catedráticos, canónigos. Sevilla.,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Torre <strong>de</strong>l Oro a la punta <strong>de</strong><br />
enfrente.<br />
Alegraba comprobar la «psicosis <strong>de</strong><br />
Festival» que reinaba en la ciudad;<br />
alegraba ver cómo había barrido un<br />
poco la psicosis <strong>de</strong> fútbol; se hablaba,<br />
naturalmente, <strong>de</strong>l Sevilla-Español,<br />
pero mostrando al mismo tiempo orgullosamente<br />
las entradas para la función<br />
<strong>de</strong> la noche en el parque <strong>de</strong><br />
María Luisa, milagrosamente conseguidas<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> largas colas. Porque,<br />
lo siento por el berrinché <strong>de</strong> don<br />
Minorías; pero <strong>de</strong>bo informar que «La<br />
dama duen<strong>de</strong>», «La estrella <strong>de</strong> Sevilla»<br />
o «La hidalga <strong>de</strong>l valle» han <strong>de</strong>mostrado<br />
ser tan taquilleras como<br />
Marilyn Monroe.<br />
Hemos <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cer a los Festivales<br />
organizados por la Dirección General<br />
<strong>de</strong> Información esta nueva versión<br />
<strong>de</strong> Sevilla sin pan<strong>de</strong>reta, una<br />
ciudad recoleta que asomaba la gracia<br />
<strong>de</strong> la Giralda a los Reales Alcázares<br />
para que aquel «prisma puro <strong>de</strong><br />
Sevilla» engalanase aún más a la otra<br />
«Estrella <strong>de</strong> Sevilla».<br />
PILAR NARVION<br />
IN alegar —cosa inverosímil— la<br />
escasez <strong>de</strong> temas, unos distinguidos<br />
investigadores <strong>de</strong> las letras<br />
se han dado a hurgar en el barroco,<br />
para encontrarle un estilo literario<br />
y gente que lo haya cultivado.<br />
Pero el barroco se ha <strong>de</strong>sentendido <strong>de</strong><br />
tales pretensiones y se mantiene como<br />
un estilo <strong>de</strong> ornamentación arquitectural<br />
por sus volutas, sus roleos y ese<br />
predominio <strong>de</strong> la línea curva que es<br />
su característica principal.<br />
Se han empeñado en que es, al propio<br />
tiempo, un estilo literario e incluso<br />
una doctrina filosófica, eso sí,<br />
sin encontrar en las letras mundiales<br />
un solo exponente <strong>de</strong> cierta notoriedad<br />
a quien aplicarle el sambenito. El estilo<br />
barroco proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l siglo XVI y<br />
culminó en el siguiente sin que, en eí<br />
área literaria, aparezca ninguna celebridad<br />
o, por lo menos, notoriedad. A<br />
nadie, absolutamente a nadie, pue<strong>de</strong><br />
culpársele <strong>de</strong> adherir con sus composiciones<br />
<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n literario o filosófico,<br />
a lo que es <strong>de</strong> la competencia'exclusiva<br />
<strong>de</strong> los maestros <strong>de</strong> la talla <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra,<br />
arquitectos y escultores. Si nos atenemos<br />
a la etimología <strong>de</strong> la palabra,<br />
vemos que es <strong>de</strong> raíz latina y significa<br />
«verruga». De ahí viene que se le crea<br />
hijo <strong>de</strong>l «barrueco».<br />
Lo ha estudiado en España Eugenio<br />
d'Ors, consagrándole magníficos ensayos,<br />
y es comodísimo atribuir al barroco<br />
una influencia directa en el<br />
teatro <strong>de</strong> fines <strong>de</strong>l siglo XVI y presentarnos,<br />
como autor barroco, a don<br />
Pedro Cal<strong>de</strong>rón <strong>de</strong> la Barca, por sus<br />
comedias pastorales y sus autos sacramentales.<br />
Los manes <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong><br />
«La vida es sueño» se estremece- .<br />
rían en su tumba... «Yo, barroco»...<br />
No, lo barroco es lo que vemos en<br />
muchos sitios, en la plaza italiana <strong>de</strong><br />
Navona, en las obras <strong>de</strong> Bernini, sin<br />
que tengan nada que ver con la mística<br />
española, nuestra gloria inmortal. Nada<br />
en literatura, mucho menos en filosofía.<br />
En pintura, sería también comodísimo'<br />
aplicar el m,ote a los que<br />
dibujaron sus personajes con excesivos<br />
movimientos, partiendo 1 o s<br />
paños.<br />
Hemos <strong>de</strong> contentarnos —y que nos<br />
perdonen los eruditos empalagosos<br />
(«coupeurs <strong>de</strong> cheveux en quatre») —<br />
contemplando, sin salir <strong>de</strong> casa, el<br />
campanario <strong>de</strong> Santa Catalina <strong>de</strong> Valencia,<br />
la fachada en la calle <strong>de</strong> Fuencarral,<br />
<strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>, <strong>de</strong>l antiguo Hospicio<br />
—hoy Biblioteca Municipal—, los objetos<br />
inanimados y elocuentes (jarrones<br />
<strong>de</strong> 'porcelana, columnas salomónicas,<br />
entablamientos, dinteles <strong>de</strong> puerta,<br />
sillas .y retablos). Ello nos basta<br />
para poner las cosas en .su punto y<br />
no buscarle postizos y añadiduras<br />
fantásticas.<br />
El barroco literario en el siglo XVII<br />
es una invención <strong>de</strong> un erudito <strong>de</strong>socupado<br />
que se llamó A. Adam, en<br />
su obra «La literatura <strong>de</strong>l arte barroco<br />
en Francia», don<strong>de</strong> se habla mucho<br />
<strong>de</strong> estilo, pero sin citar ninguno <strong>de</strong> los<br />
que lo aplicaron en sus libros. En arquitectura,<br />
el. barroco es rey y no<br />
cabe regatearle nuestra admiración.<br />
Sabemos qué triunfó, primero en Italia,<br />
y no ..nos hará mentir, la iglesia :<br />
<strong>de</strong> Jesús <strong>de</strong> Roma, las fuentes <strong>de</strong>l<br />
Tritón y la <strong>de</strong> Trevi (i), la <strong>de</strong>coración<br />
acuática <strong>de</strong> la Villa <strong>de</strong> Este, obras<br />
maestras imperece<strong>de</strong>ras. Se introdujo<br />
también en Alemania y existen ejemplares<br />
magníficos en Dres<strong>de</strong>, Viena<br />
y Praga. El autor francés<br />
ha creído ver vestigios<br />
<strong>de</strong>l barroco hasta<br />
en los jardines <strong>de</strong> Versalles,<br />
y que nos perdone<br />
M. Jean Rousset, pues<br />
conocemos bastante las<br />
avenidas, jardinillos <strong>de</strong>l<br />
Palacio <strong>de</strong> Luis XIV,<br />
para dudar que el barroco<br />
exista allí.<br />
Sentemos esta afirmación:<br />
no cuenta el arte<br />
barroco ningún escritor<br />
<strong>de</strong> fama o <strong>de</strong> medía<br />
fama. Posee, en cambio,<br />
sus arquitectos, sus escultores<br />
y sus pintores<br />
(Borromin, Bernin, Tintoreto,<br />
Rubens, y si se<br />
quiere, el Greco. Es posible<br />
que en literatura haya<br />
habido alguna ten<strong>de</strong><br />
n c i a personalísima,<br />
un <strong>de</strong>scoyuntamiento <strong>de</strong>l<br />
estilo y <strong>de</strong> las situaciones,<br />
pero el paciente <strong>de</strong>scubridor<br />
<strong>de</strong> lo ignoto<br />
rehuye la etimología <strong>de</strong><br />
la palabra, repugnándole<br />
acusar a un escritor <strong>de</strong><br />
establecer construcciones<br />
irregulares, con «verrugas».<br />
En su propio país,<br />
el barroco (como todo)<br />
ha <strong>de</strong>generado en el pesadísimo<br />
e hilarante «rococó»,<br />
que el vulgo traduce<br />
por «ridículo». La mezcla <strong>de</strong> materiales,<br />
formas y colores es lo propio<br />
<strong>de</strong>l barroco y se nos antojan las fachadas<br />
imágenes <strong>de</strong>formadas, vistas a través<br />
<strong>de</strong> un espejo <strong>de</strong> aguas movidas. Los<br />
balcones parecen caerse, la pintura<br />
<strong>de</strong> las bóvedas no se contenta <strong>de</strong> su<br />
espacio y nos <strong>de</strong>ja fuera una trompeta,<br />
las alas o los brazos <strong>de</strong>l ángel; temblotean<br />
las estatuas en su zócalo, como<br />
pue<strong>de</strong> comprobarse en la maravillosa<br />
catedral <strong>de</strong> San Nicolás <strong>de</strong> Praga. El<br />
barroco es movimiento, cambio, símbolos,<br />
metamorfosis, en una palabra,<br />
ostentación.<br />
. A todo esto, leyendo y releyendo los<br />
librotes <strong>de</strong> los eruditos, no vemos<br />
rastro <strong>de</strong> literatos y filósofos <strong>de</strong> esta<br />
escuela. En compilaciones <strong>de</strong> versos<br />
antiguos, en estrofas <strong>de</strong> poetas ignorados,<br />
el autor nos cita nombres que<br />
no pasaron a la posteridad. Tampoco<br />
en filosofía no hay sombra <strong>de</strong> revoltijo<br />
barroco... Insinúa, no sabemos si<br />
Rousset o Adam, que quizá Montaigne...<br />
¡Santo Dios, qué diría Azorín<br />
si lo supiera!... Por su po<strong>de</strong>r evocador,<br />
su fuerza inventiva, el barroco es bello<br />
y su variedad <strong>de</strong> formas le asegura su<br />
perennidad. Creemos que el <strong>de</strong>bate no<br />
hace más que iniciarse; se recurrirá a<br />
las comedías <strong>de</strong> magia <strong>de</strong>l Chatelet<br />
<strong>de</strong> París, a las que se representaron<br />
en España en siglos no lejanos, porque<br />
el caso es buscarle un añadido al<br />
barroco. Su preciosismo le convierte<br />
en un arte sólido, potente, membrudo;<br />
el preciosismo es una <strong>de</strong>coración <strong>de</strong><br />
salón, pero el barroco y el preciosismo<br />
a veces coinci<strong>de</strong>n y se conjugan. Lo<br />
•mismo que barroquismo y romanticismo<br />
pue<strong>de</strong>n parecerse en una época<br />
<strong>de</strong>terminada. Es clásico, eso sí, ¿quién<br />
lo niega? No es barroco lo que se<br />
quiere. Hay páginas antiguas, evocadoras<br />
<strong>de</strong> un ensueño a orillas <strong>de</strong> un<br />
estanque, en la soledad <strong>de</strong>l campo,<br />
adormecida la razón, los sentidos amodorrados...<br />
Pero no es barroco, no.<br />
No, mil veces no.<br />
JUAN PEDRO LUNA<br />
(i) Madame <strong>de</strong> Stael, hablando <strong>de</strong> la<br />
naente <strong>de</strong> Trevi, escribió:<br />
«Si <strong>de</strong>jase <strong>de</strong>. manar esta fuente, caería<br />
sobre Roma un silencio opresor.»<br />
15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954
VICENTE ALEIXANDRE: «Historia<br />
<strong>de</strong>l corazón»<br />
1VT UNCA la poesía <strong>de</strong> Vicente Aleixandre<br />
ha sido ajena al hombre;<br />
es más, se pudiera asegurar que siempre<br />
ha existido on la poesía aleixanctrina<br />
una preocupación por lo humano,<br />
pese a sus hermosas exaltaciones<br />
<strong>de</strong> la Naturaleza, en la que sumido<br />
el hombre no es nada, según el poeta,<br />
sino barro que al barro ha <strong>de</strong> yolver,<br />
mientras que la tierra o el mar<br />
serán «ios inmortales», porque «sin<br />
tiempo, el mar existe», como ha escrito<br />
el poeta. AJeixandre nos ha presentado<br />
al hombre en su obra anteror<br />
a «Historia <strong>de</strong>l corazón» como a<br />
un sor que ama, que goza <strong>de</strong> la !uz<br />
y <strong>de</strong> la vida cuando se halla en estado<br />
<strong>de</strong> pureza paradisíaca, en estado<br />
elementa] <strong>de</strong> gracia, o nos lo ha mostrado<br />
sufriendo, gimiendo cuando ha<br />
perdido su gozosa elementalidad. Por<br />
esta razón, creo que sufren un error<br />
aquellos críticos que tan sóio se. han<br />
fijado en lo puramente telúrico o panteísta<br />
<strong>de</strong> la poesía aleixandrina anterior<br />
a «Historia <strong>de</strong>l corazón». No<br />
cabe duda <strong>de</strong> que Aleixandre siempre<br />
se ha preocupado <strong>de</strong>l elemento humano,<br />
aunque éste, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su temporalidad,<br />
le haya parecido inferior a<br />
la Naturaleza perenne y triunfal.<br />
Y ya puestos a observar la poesía<br />
<strong>de</strong> Aleixandre anterior a «Historia<br />
<strong>de</strong>l corazón», cosa que creemos necesaria<br />
antes <strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> esta obra,<br />
añadiremos también que en aquélla,<br />
dada la exaltación <strong>de</strong> lo elemental y<br />
primario, rechazaba nuestro poeta el<br />
tema ciudadano y acusaba a los hombres<br />
<strong>de</strong> falsedad; sus obras le parecían<br />
efímeras y censuraba a él y a<br />
la ciudad su <strong>de</strong>sconocimiento, su ignorancia<br />
<strong>de</strong> las alas <strong>de</strong>l poeta, aba-<br />
, tidas en un mundo prosaico:<br />
ATENEO ,<br />
La ciudad, sus espejos,<br />
su voz blanca, su fría<br />
crueldad sin sepulcro,<br />
<strong>de</strong>sconoce esas alas.<br />
Eso escribió Aleixandre en «Sombra<br />
<strong>de</strong>l paraíso». Su poesía, magnífica, espléndida,<br />
rechazaba todo lo artificioso<br />
<strong>de</strong> las calles ciudadanas; el poeta era<br />
un ángel <strong>de</strong>sterrado entre tranvías,<br />
escaparates e indiferencias. Pero he<br />
aquí que Vicente Aleixandre, en «Historia<br />
<strong>de</strong>l corazón», no aleja su mirada<br />
<strong>de</strong> los hombres; esta vez la extien<strong>de</strong><br />
sobre ellos, y los busca, los ama con<br />
sus <strong>de</strong>fectos y sus ciuda<strong>de</strong>s; él, el poeta,<br />
es uno más, carne <strong>de</strong> todos los<br />
hombres, unidad "total <strong>de</strong> todos que<br />
con él pasan:<br />
No es bueno<br />
quedarse en la orilla<br />
como él malecón o como el molusco<br />
[que quiere calcáreamente imitar<br />
[a la roca.<br />
Fino que es puro y sereno arrasarse<br />
[en la dicha <strong>de</strong> fluir y per<strong>de</strong>rse,<br />
encontrándose en el movimiento con<br />
[que el gran corazón <strong>de</strong> los hom-<br />
[bres palpita extendido.<br />
Y ahora, los ojos <strong>de</strong>l poeta ven !a<br />
ciudad con amor, porque es el reino<br />
<strong>de</strong>l hombre don<strong>de</strong> sufre, don<strong>de</strong> ama v<br />
sueña. Si buscamos en los distintos<br />
poemas <strong>de</strong> este gran libró último <strong>de</strong><br />
Aleixandre no hallaremos ningún. vocablo<br />
peyorativo, ningún <strong>de</strong>sprecio a<br />
la ciudad: el poeta la ama, porque en<br />
ella está la vida misma, y así escribe:<br />
Era una gran plaza abierta, y foa-<br />
[bía olor <strong>de</strong> existencia.<br />
Un olor a gran sol <strong>de</strong>scubierto, a<br />
[viento rizándolo,<br />
un gran viento que Sobre las cabezas<br />
[pasaba su mano,<br />
su gran mano, que rozaba las frentes<br />
[unidas y las reconfortaba.<br />
Ya no es el poeta uña especie <strong>de</strong><br />
ángel <strong>de</strong>sterrado, arrojado <strong>de</strong>l cielo<br />
platónico; es el hombre confundido<br />
en el hombre, y él canta por todos:<br />
Todos están pasando. Hay niños,<br />
[mujeres. Hombres serios. Luto<br />
¿cierto; miradas.<br />
Y una masa sola,, un único ser, re-<br />
[concentradamente, <strong>de</strong>sfila.<br />
Y tú, con el corazón apretado, con-<br />
[vulso <strong>de</strong> tu solitario dolor, en un<br />
[último esfuerzo, te sumes.<br />
Y es la voz <strong>de</strong>l poeta «la que les<br />
expresa», y el «cielo hace ahora con<br />
majestad el eco entero <strong>de</strong>l hombre».<br />
Pero «Historia <strong>de</strong>l corazón» no es<br />
un libro que se limite a este canto <strong>de</strong>l<br />
hombre, particularmente expresado<br />
por el poeta en el apartado que titula<br />
«La mirada extendida». No. La nueva<br />
obra <strong>de</strong> Aleixandre es la historia <strong>de</strong><br />
un hombre, y • el dicho apartado nos<br />
le presenta entre los <strong>de</strong>más; perc<br />
también en su' infancia, en su juventud<br />
plena, <strong>de</strong>-amor, en su madurez y<br />
en los confines <strong>de</strong> la muerte, claro<br />
es que todo ello en relación con un<br />
mundo humanísimo y real.<br />
También renueva aquí nuestro poeta<br />
su vocabulario anterior, dando amplia<br />
entrada a muchos vocablos que<br />
son necesarios para la expresión cíe<br />
un mundo distinto en gran parte al<br />
<strong>de</strong> su poesía anterior. Otra renovación<br />
que acusa Aleixandre en esta<br />
obra plena <strong>de</strong> humanidad es la <strong>de</strong><br />
una limpia, sencilla expresión, hacia<br />
la que se le ha visto caminar <strong>de</strong> libro<br />
en libro, y que logra en «Historia<br />
<strong>de</strong>l corazón» su remate feliz.<br />
Los poemas amorosos <strong>de</strong> este libro<br />
tienen una honda ternura, superior,<br />
quizá, a la <strong>de</strong> la obra anterior, don<strong>de</strong><br />
prevalecía más la exaltación, que<br />
ahora tampoco falta. Es ternísimo el<br />
poema en que el poeta nos habla <strong>de</strong>l<br />
nombre <strong>de</strong> su amada, <strong>de</strong> ese nombre<br />
que le habita vivísimo:<br />
Mía eres. Pero otro<br />
•JS aparentemente tu dueño. Por eso,<br />
cuando digo tu nombre,<br />
algo oculto se agita en mi alma.<br />
Tu nombre suave, apenas] pasado <strong>de</strong>licadamente<br />
por mi labio.<br />
Pasa, se <strong>de</strong>tiene, en el bor<strong>de</strong> un<br />
[instante se queda,<br />
y luego vuela, ligero, ¿quién lo cre-<br />
[yeraf: hecho puro sonido.<br />
Deliciosos son los poemas en que<br />
el poeta recuerda su infancia: el colegio,<br />
la clase, la hermanilla, el niño<br />
raro. Un mundo feliz pasa por estos<br />
versos, girando entre las ruedas <strong>de</strong><br />
la bicicleta o posándose sobre los pupitres,<br />
<strong>de</strong> la clase. Pero ya nos falta<br />
Selraa, cuya personalidad litera.<br />
* ria —discutible y original— se ha<br />
dado ya a conocer por dos libros anteriores,<br />
empren<strong>de</strong> <strong>de</strong> nuevo una labor <strong>de</strong><br />
crítica. El libro que comentamos recoge<br />
dos capítulos <strong>de</strong> la extensa tesis doctoral<br />
<strong>de</strong>l autor. El mismo nos dice en su<br />
introducción que no piensa <strong>de</strong>mostrar<br />
nada. Se trata, sencillamente, <strong>de</strong> un<br />
estudio sobre la novelística <strong>de</strong>l venezolano<br />
Rómulo Gallegos con unas i<strong>de</strong>as<br />
directrices que sirven para recoger y<br />
matizar los textos literarios suministrados<br />
por la lectura <strong>de</strong> las diversas novelas.<br />
Su labor es, por tanto, trabajosa<br />
y difícil, y <strong>de</strong> ella sale con pleno éxito<br />
Vila Selma.<br />
El método <strong>de</strong> trabajo seguido en ei<br />
volumen Que comentamos requiere una<br />
especial vibración e inquietud i<strong>de</strong>ológica<br />
en el investigador, capaz <strong>de</strong> captar<br />
un difuso mensaje literario y humano.<br />
Ei mensaje -<strong>de</strong>be or<strong>de</strong>narse en el momento<br />
<strong>de</strong> agrupar las conclusiones con<br />
minuciosa técnica <strong>de</strong> disección que nace<br />
que todo él, pese a su i<strong>de</strong>alista punto<br />
<strong>de</strong> partida, se torne secamente positivista.<br />
Cuanto más rigor científico se<br />
<strong>de</strong>sarrolle en la elaboración <strong>de</strong>finitiva<br />
<strong>de</strong>l libro, tanto más se producirá, por<br />
consiguiente, una fría acumulación <strong>de</strong><br />
textos y el fenómeno «humano» latente<br />
en lo- literario permanecerá —es cierto—,<br />
pero apresado, diseccionado y estrangulado.<br />
Otro importante aspecto que<br />
hay que tener en cuenta en el momento<br />
<strong>de</strong> or<strong>de</strong>nar "-la,s papeletas es la exactitud<br />
y <strong>de</strong>limitación, porque el escoger<br />
fenómenos psicológicos y literarios cen<br />
una terminología equívoca y amplia<br />
pue<strong>de</strong> ofrecer, en muchos casos, impresión<br />
<strong>de</strong> superficial comodidad y gratuitismo<br />
en Jas afirmaciones.<br />
espacio para exten<strong>de</strong>rnos en más comentarios.<br />
Sin embargo, no he <strong>de</strong><br />
acabar estas líneas sin referirme a<br />
la parte final <strong>de</strong> «Historia <strong>de</strong>l cora^<br />
zón», la que lleva por título general<br />
«Los términos», parte conmovedora,<br />
don<strong>de</strong> el poeta mira ia vida que ya<br />
ha gozado, el tiempo lejano que aún<br />
le impregna con el recuerdo <strong>de</strong> una<br />
enternecedora emoción que todo hace<br />
presente; pero la vida sigue:<br />
Muchas veces he visto<br />
esas hcyrnvgas, las bcs^ezuelas tena-<br />
[ees, viviendo,<br />
y he visto una gran bota caer y sal-<br />
[varse muy pocas.<br />
Y he visto y he contado las que se-<br />
[guían, y su divina indiferencia.<br />
La vida sigue, sigue imperturbable;<br />
el amor permanece:<br />
Y aquí estamos, en lo alto <strong>de</strong> la<br />
[montaña, con cabellos blancos y<br />
[puros como la nieve-<br />
Todo es serenidad en la cumbre. So-<br />
[pía un viento sensible, <strong>de</strong>snudo<br />
[<strong>de</strong> olor, transparente.<br />
Y la "silenciosa nieve que nos ro<strong>de</strong>a<br />
augustamente nos sostiene, mientras<br />
[estrechamente abrazados<br />
miramos el vasto paisaje, <strong>de</strong>splegado<br />
[todo él ante nuestra vista.<br />
Todo él iluminado por él permanente<br />
[sol que aún alumbra nuestras<br />
[cabezas.<br />
Y luego, la «Mirada final», estremecedor<br />
poema en que el poeta siente<br />
le muerte y aún ama.<br />
RAFAEL MORALES<br />
DE ROMULO GALLEGOS<br />
JOSÉ VILA<br />
SELMA<br />
GALLEGOS<br />
Vila Selma nos ofrece un libro relativamente<br />
claro, trabajado, inteligente<br />
y útilísimo, para penetrar directa y profundamente<br />
en el mundo <strong>de</strong> Rómulo<br />
Gallegos. No siempre pue<strong>de</strong> sortear con<br />
absoluto triunfó los peligros señalados<br />
en esta clase <strong>de</strong> trabajo, y en este sentido<br />
cabría poner algunos reparos sobre<br />
fenómenos agrupados en excesiva, y fácil<br />
al mismo tiempo, ambición terminológica.<br />
Una tónica general que observamos<br />
en sus páginas es la ausencia <strong>de</strong><br />
(Pasa a la página siguiente.)
(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />
retoque y lima, que hubieran evitado<br />
algunos errores, aunque <strong>de</strong> importancia<br />
marginal. Así, por ejemplo —y en este<br />
caso alu<strong>de</strong> a los peligros que entraña<br />
una terminología poco rigurosa—, se<br />
nos dice en la página 98: «Por endo.<br />
patía subjetiva enten<strong>de</strong>remos aquella<br />
cuya influencia para la acción <strong>de</strong> la<br />
novela queda reducida a un instante»;<br />
no se ve la relación que pue<strong>de</strong> tener lo<br />
instantáneo con lo subjetivo. En este<br />
sentido podría señalarse otros <strong>de</strong>scui.<br />
dos, accesorios por supuesto, al <strong>de</strong>nso<br />
fondo <strong>de</strong> la obra.<br />
En este libro se ven los conocimientos<br />
que posee el autor sobre literatura<br />
francesa aprovechados en el capítulo<br />
<strong>de</strong> «Referencias literarias». De todas<br />
formas, su afán bibliográfico e informativo,<br />
aunque muy útil para los lee.<br />
tores, se separa un poco <strong>de</strong>l propósito<br />
concreto que <strong>de</strong>bieran tener aquellas<br />
páginas, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>stacar unos simples<br />
paralelismos con Rómulo Gallegos.<br />
El libro <strong>de</strong> Víla Selma viene a incidir<br />
sobre la indiferencia bibliográfica<br />
en torno a la vigorosa individualidad<br />
literaria <strong>de</strong> Rómulo Gallegos, que mantiene<br />
una personal actitud en la literatura<br />
hispanoamericana.<br />
A. PORQUERAS MAYO<br />
VILA SELMA, JOSÉ: Procedimientos<br />
y técnicas en Rómulo Gallegos, Sevilla.<br />
Escuela <strong>de</strong> Estudios Hispanoaméricanos,<br />
1954. 194 páginas. Colección Mar<br />
A<strong>de</strong>ntro.<br />
"CON LA MUERTE<br />
«Con la muerte al hombro es un relato<br />
alucinante y singular, recuento <strong>de</strong> una<br />
vida abrumadora y angustiosa, en el que<br />
se fusionan pasado y presente en escenas<br />
que logran unidad en la extraña persolidad<br />
<strong>de</strong>l protagonista. Sin embargo, aun<br />
en las páginas más <strong>de</strong>soladoras y en los<br />
momentos <strong>de</strong> mas <strong>de</strong>sgarradora visión,<br />
hay siempre escapatorias amables para el<br />
humor y la ternura.»<br />
Estas palabras, prendidas en la solapa<br />
<strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> José Luis Castillo Puche, pregonan<br />
una simple verdad. La muerte no<br />
es protagonista. La muerte va con el protagonista,<br />
ro<strong>de</strong>a al protagonista. Pero Julio,<br />
el protagonista, ni ]a teme, ni la <strong>de</strong>sprecia,<br />
ni la ama.<br />
«Mi madre tenia una gran experiencia<br />
en agonías y no podía engañarse. Yo sabia<br />
que tampoco ella quería, <strong>de</strong> ningún<br />
modo, morir en Hécula. Su muerte seria<br />
allí un espectáculo <strong>de</strong> primera, sobre todo,<br />
porque los heculanos se habían consi<strong>de</strong>rado<br />
<strong>de</strong>fraudados con las muertes distantes<br />
<strong>de</strong> Pablo y Emilio...»<br />
Julio siente el peso, la <strong>de</strong>nsidad, n a resonancia<br />
*3e la muerte. Y la responsabilidad.<br />
Por eso, al recordar los vecinos <strong>de</strong><br />
Hécula, a! <strong>de</strong>scribir el ambiente y el paisaje<br />
<strong>de</strong> Hécula, nos transmite íntegra toaa<br />
su emoción. Des<strong>de</strong> las primeras páginas<br />
<strong>de</strong>l libro, el lector se convierte en here<strong>de</strong>ro<br />
y dueño a la vez <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> Julio.<br />
Soporta y- comparte su aventura.<br />
Compren<strong>de</strong> y perdona su actitud.<br />
Escrito en primera persona, sin una<br />
mínima caída <strong>de</strong> tensión, nadie podrá encontrar<br />
en el libro <strong>de</strong> Castillo Puche una<br />
sombra <strong>de</strong> reportaje. Con la muerte al<br />
hombro es, sencillamente, una novela.<br />
Una novela real, un documento <strong>de</strong>jado por<br />
un escritor <strong>de</strong> ahora que tanto se habla<br />
<strong>de</strong> la muerte.<br />
Y, cosa rarísima, no es una novela triste.<br />
No tiene la frialdad <strong>de</strong> los documentos,<br />
ia contumaz molestia <strong>de</strong> las cifras.<br />
Es una novela sin números y sin alegría.<br />
Pero la alegría está ausente en toda la<br />
novela española contemporánea... ¿Qué es,<br />
en resumen, esta novela <strong>de</strong> Castillo Puche?<br />
Es una esquina <strong>de</strong> nuestra guerra<br />
civil. Y es, sobre todo, una novela <strong>de</strong><br />
amor.<br />
La profunda impresión, el vigor narrativo<br />
con que nos fue inculcado el pueblo<br />
<strong>de</strong> Hécula, no <strong>de</strong>smerece en nada con la<br />
gracia-y la soltura que Julio emplea jara<br />
darnos cuenta <strong>de</strong> su peripecia madrileña.<br />
Pasapoga, Chicote, las brillantes barras<br />
don<strong>de</strong> Elvira hace su carrera, la vida<br />
urbana, el amor alquilado, y traspasado,<br />
y revendido...<br />
Elvira vive la paz y recuerda., aunque<br />
no quiere recordar, su primera <strong>de</strong>rrota<br />
sentimental. Sus relaciones con Julio jamás<br />
caen en el comercialismo. Elvira, como<br />
casi todos los personajes <strong>de</strong> la novela,<br />
no ha sido elegida para ponerla <strong>de</strong> contraste.<br />
Tiene en sí misma los contrastes<br />
que la humanizan. Y tampoco se nos hace<br />
antipática. El mismo doctor Val...<br />
Pero observo que estoy comentando esta<br />
novela como si diera por sentado que<br />
todos los lectores la conocen. Y no era<br />
esto lo que yo pretendía. Kra una noticia,<br />
una escueta noticia, lo que quise dar. A<br />
quienes hablan <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> novelistas<br />
que puedan relevar a los maestros <strong>de</strong>l 98,<br />
ya se les pue<strong>de</strong> señalar uno: José Luis<br />
Castillo Puche. Uno entre ios pocos nove-<br />
PRÓLOGOS Y AUTOCRÍTICAS<br />
tf I, origen <strong>de</strong> este libro parte.<strong>de</strong> una<br />
^ convicción. La necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>volver<br />
al documento el puesto <strong>de</strong> honor<br />
que le correspon<strong>de</strong> en la historiografía<br />
española. Porque, a nuestro enten<strong>de</strong>r,<br />
ésta, en los últimos lustros, lia<br />
pasado, <strong>de</strong> un exceso, a otro igualmente<br />
dañino. El primero, cuyos típicos<br />
exponentes han sido los historiadores<br />
<strong>de</strong>l XIX, especialmente Toreno,<br />
Lafuente, Várela, Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los<br />
Ríos, Pirala, era creer que no se podía<br />
afirmar nada si no se apoyaba en<br />
los textos. En sus páginas, pues, los<br />
comentarios seguían rigurosamente a<br />
los documentos, en un intento <strong>de</strong> seriedad<br />
que muchas veces, a pesar <strong>de</strong><br />
todo, no disfrazaba la intención política<br />
<strong>de</strong>l autor. Era una falsa imparcialidad,<br />
que lo único que conseguía<br />
era recargar el libro y hacer difícilmente<br />
digerible su contenido.<br />
De ahí se pasó al extremo contrario.<br />
Los historiadores, poco a poco, se entregaron<br />
a la tarea, más amena, <strong>de</strong><br />
interpretar la Historia, dándola por<br />
sabida. La cita documental se hacía<br />
basándose en el criterio ajeno, y la<br />
escuela prolificó curiosamente en una<br />
escalera sin fin. Cada historiador recordaba<br />
lo ocurrido a través <strong>de</strong> otro,<br />
sin tomarse el trabajo <strong>de</strong> comprobar<br />
si éste, efectivamente, había bebido en<br />
las fuentes auténticas. De ahí que un<br />
error podía transmitirse alegremente<br />
<strong>de</strong> libro en libro, cada uno fiándose<br />
<strong>de</strong>l anterior. El documento se ha olvidado<br />
—me refiero al <strong>de</strong> la historia<br />
general, no la que cae en la órbita <strong>de</strong>l<br />
especialista — , y el estudioso no tiene<br />
oportunidad ni facilidad <strong>de</strong> encontrarlo<br />
cuando, como a menudo suce<strong>de</strong>, topa<br />
con una afirmación que sería interesante<br />
contrastar con la fuente <strong>de</strong><br />
don<strong>de</strong>, oficialmente, proce<strong>de</strong>.<br />
Estas razones me han movido a preparar<br />
un «corpus» documental <strong>de</strong> la<br />
Historia <strong>de</strong> España en su Edad Mo<strong>de</strong>rna.<br />
Para mayor facilidad <strong>de</strong> manejo<br />
lo he dividido en siglos, entre los<br />
cuales, por posibilida<strong>de</strong>s inmediatas <strong>de</strong><br />
trabajo, sale primero el correspondien_<br />
te al XIX. Utilizo la división en centurias,<br />
con un criterio absolutamente<br />
práctico, a sabiendas <strong>de</strong> lo poco que<br />
la historia se divi<strong>de</strong> cuando llega al<br />
fin <strong>de</strong> un siglo. Valga esto sobre todo<br />
para el XIX, <strong>de</strong>l cual tantas veces se<br />
ha dicho que se inicia en el 1808 (literariamente,<br />
incluso podría <strong>de</strong>cirse en<br />
1830), pero al que se estudia <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
1800, don<strong>de</strong> terminará el estudio <strong>de</strong>l<br />
XVffl.<br />
Como el lector pue<strong>de</strong> ver, se consi<strong>de</strong>ra<br />
documento toda manifestación<br />
oral o escrita referente a la historia<br />
política <strong>de</strong> España. Van incluidos en<br />
esta clasificación, pues, Tratados internacionales,<br />
arengas militares, discursos<br />
parlamentarios, cartas particulares,<br />
artículos <strong>de</strong> periódicos, especialmente<br />
editoriales; poesías alusivas a<br />
circunstancias <strong>de</strong>terminadas, Decretos,<br />
Leyes, etc., todo lo
sos, turísticos— que han presidido su<br />
creación. Consi<strong>de</strong>rándose hoy superado<br />
el viejo esquema <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s cuadriculadas,<br />
con sus bloques <strong>de</strong> casas<br />
trazados geométricamente, sin tener en<br />
cuenta el clima, la orientación, etc., se<br />
<strong>de</strong>dica una particular atención a todos<br />
los intentos <strong>de</strong> buscar una organización<br />
nueva más racional.<br />
El libro, como ya se ha dicho, se basa<br />
principalmente en la experiencia directa<br />
<strong>de</strong>l autor, que, por lo visto, no conoce<br />
<strong>de</strong> España más que Burgos y Avila.<br />
De Sudamérica se estudia sólo Santa<br />
Marta, <strong>de</strong> Colombia, como eiempío<br />
<strong>de</strong> una antigua ciudad virreinal que ha<br />
encontrado nuevo esplendor con la industria<br />
platanera, en manos <strong>de</strong> una<br />
Compañía norteamericana.—C. V.<br />
Otro valor muy <strong>de</strong>stacable en este<br />
magnífico estudio es el sobrio estilo<br />
empleado por el historiador, pues <strong>de</strong><br />
forma concisa y clara expone y analiza<br />
toda la obra <strong>de</strong> Isabel la Católica,<br />
a quien vemos viva y perfectamente enmarcada<br />
en su ambiente. Creemos que<br />
ésta es la única manera <strong>de</strong> no aburrir<br />
al público no especialista que se interesa<br />
por nuestra historia.<br />
Ballesteros Gaibrois cumple con esta<br />
su nueva obra una doble misión: la<br />
<strong>de</strong> mostrar a la reina tal como fue,<br />
no sólo al erudito, sino también a todos<br />
los que <strong>de</strong>seen conocer una figura<br />
tan señera en la historia <strong>de</strong>l mundo<br />
como la castellana Isabel.<br />
Ballesteros Gaibrois analiza documentos,<br />
estudia los hechos y los somete a<br />
juicios, a nuestro parecer, acertados.<br />
Las referencias bibliográficas son numerosas.<br />
También es muy interesante<br />
AS<br />
el Apéndice documental que Ballesteros<br />
Gaibrois reúne en estas páginas.<br />
No importa que los documentos publi.<br />
cados sean ya conocidos, pues Ballesteros<br />
no busca efectismos ni dar a eonocer<br />
lo insospechado. Lo que hace con<br />
acierto es presentar al lector muchos<br />
<strong>de</strong> los documentos necesarios para la<br />
comprobación <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> la genial<br />
reina y <strong>de</strong> los juicios expuestos por el<br />
historiador. Un itinerario <strong>de</strong> la reina,<br />
también incluido en este logradísimo<br />
estudio, nos muestra la gran actividad<br />
<strong>de</strong> aquella extraordinaria mujer.<br />
Muchos plácemes merece no sólo Ballesteros<br />
Gaibrois, sino también Marín<br />
Pérez, director <strong>de</strong> estas valiosas publicaciones<br />
segovianas, y la Excelentísima<br />
Diputación Provincial <strong>de</strong> Segovia, que<br />
da un alto . ejemplo cultural editando<br />
obras <strong>de</strong> tan acusado interés nacional.—R.<br />
M. .<br />
Hoy, por ventura, la música está saliendo<br />
<strong>de</strong>l aislamiento cultural en que<br />
tradicionalmente se ha movido entre<br />
nosotros. Un principal reducto, hasta<br />
ahora inaccesible a este arte, está a<br />
punto <strong>de</strong> ser conquistado por él. Con<br />
ello, el divorcio <strong>de</strong> nuestros intelectuales<br />
con lo musical —y <strong>de</strong>l que no eran<br />
solamente culpables los intelectualesparece<br />
llevar camino <strong>de</strong> terminar. Son<br />
muchos los universitarios que están<br />
<strong>de</strong>scubriendo un insospechado mundo<br />
nuevo que hasta añora les había quedado<br />
oculto por múltiples motivos. Uno<br />
muy principal, la ausencia <strong>de</strong> todo ri-<br />
COLECCIÓN<br />
O-CRECE-O-MUERE<br />
Director: FLORENTINO PÉREZ EMBID<br />
ÚLTIMOS NÚMEROS PUBLICADOS<br />
il.—La obra <strong>de</strong> William Faulkner,<br />
por F. Indurain.<br />
48. —Sermón <strong>de</strong> las Siete Palabras,<br />
por F. Sopeña.<br />
49.—Jesús Leoz, por Antonio Fernán<strong>de</strong>z-Cid.<br />
50.— Tres lemas <strong>de</strong> la sociedad futura,<br />
por Rafael Gambra.<br />
51.—Cristianismo y libertad, por<br />
Gustave Thibon.<br />
52.—El novelista ante el mundo,<br />
por José María Gironella.<br />
—EsiUas dx vivir y modos <strong>de</strong><br />
enfermar, por Juan José Ló.<br />
pez Ibor.<br />
54. —El problema <strong>de</strong> la libertad en<br />
el Islam, por Juan M. Ab<strong>de</strong>l-Jalil.<br />
55. - Or<strong>de</strong>n y jerarquía en la estructura<br />
social, por Santiago<br />
Galindo Herrero.<br />
)6. El cine y el espectador, por<br />
Miguel Siguan.<br />
57. La cultura en una <strong>de</strong>mocracia<br />
industrializada, por John T.<br />
CADA TITULO UN ÉXITO<br />
8 PESETAS EJEMPLAR<br />
BALLESTEROS GAIBROIS, MANUEL:<br />
La, obra <strong>de</strong> Isabel la Católica. Publieaciones<br />
Históricas <strong>de</strong> la Excelentísi-<br />
Vacaciones en el extranjero,' Unesco,<br />
ma Diputación Provincial <strong>de</strong> SegoVia.<br />
París, 1954.<br />
Segovia, 1953. 459 páginas.<br />
Por vez primera publica la Unesco<br />
Un acierto indudable y <strong>de</strong> gran valor la versión española <strong>de</strong> Vacaciones en el<br />
son estas Publicaciones Históricas <strong>de</strong> extranjero, un manual <strong>de</strong>stinado a dar<br />
la Excelentísima Diputación Provincial a conocer las facilida<strong>de</strong>s existentes. en<br />
<strong>de</strong> Segovia, dirigidas con hondo senti- cursos <strong>de</strong> vacaciones para extranjeros,<br />
do por Pascual Marín Pérez, actual-<br />
viajes <strong>de</strong> estudio y campos internaciomente<br />
al frente <strong>de</strong>l Gobierno Civil d^<br />
nales <strong>de</strong> trabajo voluntario. En esta<br />
Segovia, don<strong>de</strong> realiza una muy elogia-<br />
lista figuran más <strong>de</strong> trescientas organizaciones:<br />
Universida<strong>de</strong>s, Asociaciones<br />
ble labor cultural.<br />
obreras y entida<strong>de</strong>s juveniles que <strong>de</strong><br />
La obra <strong>de</strong> Isabel la Católica, últi- una y otra forma participan en los inmo<br />
libro <strong>de</strong> Ballesteros Gaibrois, que tercambios <strong>de</strong> maestros, profesores, es-<br />
hoy comentamos, obtuvo el Premio Napecialistas y estudiantes en treinta y<br />
cional <strong>de</strong> la Jefatura Provincial <strong>de</strong>l siete Estados.<br />
Movimiento <strong>de</strong> Segovia.<br />
Esta nueva edición ofrece un campo<br />
Tan interesante estudio <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> cada vez más amplio, y los países <strong>de</strong><br />
la máxima reina española reunía la América española. Argentina, Chile, Co-<br />
primera dificultad ya en el intento <strong>de</strong> lombia, Cuba, Ecuador, dan a enten-<br />
hacerlo, pues el pasar revista y enjui<strong>de</strong>r los esfuerzos, cada vez más imporciar<br />
obra tan colosal como la <strong>de</strong> .-.a tantes, que se realizan en los países <strong>de</strong><br />
reina Isabel es tarea dificultosa en ex- nuestra habla para favorecer los estutremo.<br />
Las interpretaciones <strong>de</strong> los hedios y la comunicación con las naciochos<br />
históricos, y mucho más los <strong>de</strong>l nes vecinas.<br />
caso que nos ocupa, tanto por la obra En 125 páginas se presenta una in-<br />
ingente <strong>de</strong> la reina católica como por formación sobre trescientas organiza-<br />
la gran cantidad <strong>de</strong> juicios anteriores, ciones universitarias, obreras y juveni-<br />
también obligan al historiador a un esles, excelente para quienes <strong>de</strong>seen aprofuerzo<br />
excepcional, máxime si dichas vechar las vacaciones y estudiar un<br />
interpretaciones aportan aspectos nue- país <strong>de</strong>terminado, sus modos <strong>de</strong> vida,<br />
vos, como en este estudio <strong>de</strong>l profe- sus instituciones <strong>de</strong> cultura y <strong>de</strong> edusor<br />
Ballesteros Gaibrois, quien se apocación.ya sólidamente, como correspon<strong>de</strong> a su La Unesco espera completar el ma-<br />
hondo conocimiento histórico, en los nual en años posteriores con los datos<br />
numerosos documentos <strong>de</strong>l extraordina- que le suministren los países que todario<br />
reinado, que es raíz <strong>de</strong> nuestra Esvía no han enviado información.—A. G.<br />
paña, árbol bien plantado que aún sigue<br />
dando frutos.<br />
SOPESA, FEDERICO: Historia <strong>de</strong> la<br />
Música. 2. a gor en el planteamiento radical <strong>de</strong> los bien trazada, en la que no <strong>de</strong>ja entre-<br />
problemas estéticos musicales, que llever al lector las soluciones y le obliga<br />
gaban al público envueltos en frivoli. a interesarse en la trama. Corren por<br />
dad y ridiculas vanida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> divos. estas páginas vientos <strong>de</strong> neorromanti-<br />
Todo esto se intenta superar. En esta<br />
cismo, que se confun<strong>de</strong>n con un rea-<br />
salvación <strong>de</strong> la música es capital la<br />
lismo empleado en los momentos que<br />
figura <strong>de</strong>l P. Sopeña. En sus innume-<br />
lo exige la acción. Sin embargo, y a<br />
rables trabajos periodísticos, en sus pesar <strong>de</strong> los muchos méritos <strong>de</strong> la obra,-<br />
libros y conferencias, ha buscado siemtiene<br />
ésta un <strong>de</strong>fecto esencial: el aupre<br />
la atención <strong>de</strong> quienes, en <strong>de</strong>finitor<br />
no se ha parado a pensar qué lentiva,<br />
importaban más, porque pue<strong>de</strong>n<br />
guaje convenía al joven estudiante <strong>de</strong><br />
aportar al juicio y goce <strong>de</strong> la obra,<br />
bachillerato que nos cuenta su intere-<br />
tras una sensibilidad <strong>de</strong>purada en la<br />
sante historia amorosa, y le hace ha-<br />
frecuentación <strong>de</strong> otras artes, mayor<br />
blar a lo largo <strong>de</strong> toda la obra, <strong>de</strong> la<br />
peso y medida, como fruto <strong>de</strong> una más que es personaje principalísimo, <strong>de</strong> for-<br />
profunda vida cultural: los universitama<br />
algo afectada, impropia <strong>de</strong> su edad<br />
rios. El libro cuya segunda edición co-<br />
y formación.—R. M. <<br />
mentamos está pensado para ellos, lo<br />
que significa que plantea todas las<br />
cuestiones <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la música<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> puntos <strong>de</strong> vista y con criterios<br />
CANSDALE, G. S.: Animales y hom-<br />
familiares al hombre culto, soslayando bres. Barcelona, 1954. Ayma. 254 pá-<br />
las cuestiones técnicas, que <strong>de</strong>ben ocuginas. Colección Los caminos <strong>de</strong> la<br />
par muy secundario lugar en obra <strong>de</strong> vida.<br />
este tipo. «Encuadrar la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> concierto<br />
en un mundo <strong>de</strong> cultura» —la El autor, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1948 dirige el<br />
tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> concierto; el rincón casero<br />
Zoo <strong>de</strong> Londres, examina el problema<br />
apacible con disco, libro o partitura; <strong>de</strong> las relaciones entre el hombre y los<br />
hasta la lectura recoleta, con <strong>de</strong>cios ter-<br />
animales <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todos los puntos <strong>de</strong><br />
pes, en el piano familiar, <strong>de</strong> la obra<br />
vista posibles. Se hace primero historia<br />
predilecta o discutida— es como el le-<br />
<strong>de</strong> la lucha mantenida por el hombre<br />
ma <strong>de</strong> este libro, que da la clave <strong>de</strong><br />
para alcanzar su predominio, muchas<br />
un justo entendimiento <strong>de</strong> lo musical, veces mediante la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> cier-<br />
como eslabón insustituible en la comtas<br />
especies. Con una mentalidad muy<br />
prensión <strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong> cada época. inglesa, Cansdale no parece estar muy<br />
¿Pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse el barroco sin Bach?<br />
seguro <strong>de</strong> que la victoria <strong>de</strong>l hombre<br />
¿Qué queda <strong>de</strong>l romanticismo sin la<br />
sea <strong>de</strong>l todo legítima. Partiendo <strong>de</strong>l<br />
música alemana?<br />
equilibrio natural entre la Naturaleza<br />
Con este capítulo musical en la his- y la fauna, se consi<strong>de</strong>ra la introducción<br />
toria <strong>de</strong> la cultura —mejor diría, con <strong>de</strong> nuevas especies como una altera-<br />
la presencia <strong>de</strong> la música en cada uno ción que con frecuencia trae malas con-<br />
<strong>de</strong> sus capítulos— se encuentra algo <strong>de</strong> secuencias, como ha podido verse en<br />
la ternura y comprensión que tanto ne- casos como las plagas <strong>de</strong> conejos en<br />
cesitamos.<br />
Australia. Se estudian <strong>de</strong>spués todos los<br />
servicios que los animales pue<strong>de</strong>n pres-<br />
Conservando los cuadros sinópticos <strong>de</strong> tar al hombre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> darle alimento y<br />
la primera edición, agotada hace tiem- vestido hasta hacerle compañía. El libro<br />
po, la obra ha sido revisada, añadién- resulta muy interesante y está todo él<br />
dosele un capítulo en que se recoge lo imbuido <strong>de</strong> cariño y comprensión por<br />
edición. Epesa. <strong>Madrid</strong>, más interesante y significativo <strong>de</strong> estos los animales.<br />
1954. 147 páginas.<br />
años. Creemos que esta Historia <strong>de</strong> la<br />
Música es <strong>de</strong>cisiva para esta nueva di-<br />
C. V.<br />
mensión que pue<strong>de</strong> suponer la música<br />
en nuestra cultura.—R. C.<br />
CLARASO, NOEL: Tres poetas junto<br />
al mar. Colección Literaria. Aguiiar,<br />
S. A. <strong>de</strong> Ediciones. <strong>Madrid</strong>, 1954.<br />
355 págs. 50 ptS.<br />
ATENEO<br />
AUNOS, EDUARDO: El jardín <strong>de</strong> los<br />
muertos. Editorial Planeta. Barcelona,<br />
1954. 213 págs. 50 pts.<br />
Nos presenta Eduardo Aunós en El<br />
jardín <strong>de</strong> los muertos una novela muy<br />
Es verda<strong>de</strong>ramente asombrosa la fecundidad<br />
<strong>de</strong> Noel Clarasó. Cuando queremos<br />
hablar <strong>de</strong>l que suponemos su<br />
último libro, nos dicen que acaba <strong>de</strong><br />
publicar uno nuevo, que inmediatamen-<br />
(Pasa a la página siguiente.)
(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />
le se convierte en el penúltimo, y es<br />
que este gran humorista trabaja muy<br />
en serio. Pero lo más sorpren<strong>de</strong>nte ni<br />
siquiera es su fecundidad, sino el elevado<br />
tono humorístico que sostiene, sin<br />
agotamiento,, libxo tras libro. Su última<br />
novela —¿será ya la penúltima?—<br />
es una historia <strong>de</strong> tres poetas que pasan<br />
una temporada en una playa. El<br />
asunto es sencillo, elemental, y toda la<br />
gracia —<strong>de</strong> muy buen cuño— resi<strong>de</strong> en<br />
las situaciones diversas por las que<br />
van pasando los personajes. Añadamos<br />
a esto el ingenioso diálogo, así corrió<br />
la disposición <strong>de</strong> la narración, que empieza<br />
por lo que lógicamente <strong>de</strong>biera<br />
ser lo último. Todo le sirve a Noel Clarasó<br />
para mostrarnos su vivo ingenio<br />
infatigable.—R. M.<br />
DUTOURD, JEAN: A. la buena mantequilla.<br />
Luis Miracle, editor. Barce<br />
lona- Í954. 301 págs. 5fi pts.<br />
A la buena mantequilla es una divertida<br />
novela, Premio Interaliado <strong>de</strong><br />
1952, en la que se satiriza con humor<br />
a los comerciantes que, aprovechando<br />
la escasez originada por la guerra, se<br />
enriquecieron a manos llenas en la vecina<br />
nación francesa. En un ambiente<br />
<strong>de</strong> humor, sátira y a veces caricatura,<br />
campea una censura acre contra los explotadores<br />
<strong>de</strong>l hambre y las situaciones<br />
anómalas. El realismo <strong>de</strong>l lenguaje<br />
bor<strong>de</strong>a frecuentemente un peligroso<br />
neonaturalismo que está rebrotando en<br />
diversos países. A veces, en medio <strong>de</strong><br />
un humor hiriente brilla en estas páginas<br />
una consoladora ternura—R. M.<br />
FERNANDEZ - FLOREZ, W.: Fuegos<br />
artificiales. Colección <strong>de</strong> Autores Españoies<br />
Contemporáneos. Editorial<br />
Planeta. Barcelona, 1954. 311 páginas.<br />
50 pts.<br />
Wenceslao Fernán<strong>de</strong>z-Plórez, la gran<br />
figura señera <strong>de</strong> nuestros novelistas <strong>de</strong><br />
humor, ha recogido en un tomo una<br />
<strong>de</strong>liciosa serie <strong>de</strong> narraciones breves,<br />
don<strong>de</strong> resaltan su aguda, penetrante<br />
ironía, y su característico humorismo.<br />
La amenidad <strong>de</strong> estas páginas es una<br />
prueba más <strong>de</strong> la perennidad <strong>de</strong> nuestro<br />
prestigioso y gran escritor. Destacan<br />
entre estas narraciones, por nombrar<br />
sólo algunas, El bacilo <strong>de</strong> Puig<br />
y Los reportajes <strong>de</strong> Leónidas Cadaval.<br />
i¿s verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong>stacable también<br />
el cuento titulado El último «.metro»,.<br />
don<strong>de</strong> Fernán<strong>de</strong>z-Flórez se aparta <strong>de</strong>l<br />
humorismo para penetrar con hondura<br />
en un tono más filosófico y dramático.—R.<br />
M.<br />
ROBERTS, CECIL: ün año <strong>de</strong> mi vida.<br />
Colección La v'ida vivida. Luis <strong>de</strong> Caralt,<br />
editor. Barcelona, 1954. 31G páginas.<br />
60 pts.<br />
Un año <strong>de</strong> mi vida, <strong>de</strong>l famoso escritor<br />
inglés Cecil Roberts, es un <strong>de</strong>licioso<br />
diario en el que el novelista<br />
nos cuenta los sucesos más <strong>de</strong>stacarles<br />
vividos por él a lo largo <strong>de</strong>l año 1950.<br />
La aguda penetración psicológica <strong>de</strong><br />
Roberts, sus dotes <strong>de</strong> observación y<br />
su ameno estilo hacen <strong>de</strong> Un año <strong>de</strong><br />
mi vida una obra verda<strong>de</strong>ramente interesante,<br />
que es, a la vez, un buen<br />
libro <strong>de</strong> viajes. España, Inglaterra, ¿3scocia,<br />
Italia, Francia, Austria y Estados<br />
Unidos fueron visitadas por el escritor,<br />
y <strong>de</strong> ellas nos habla, <strong>de</strong>leitándonos<br />
con sus apreciaciones <strong>de</strong> paisajes,<br />
ciuda<strong>de</strong>s, y hombres. La parte <strong>de</strong>dicada<br />
a España es muy <strong>de</strong>stacable no sólo<br />
• por tocarnos <strong>de</strong> cerca, sino también<br />
por los valiosos juicios que el escritor<br />
hace <strong>de</strong> nuestra patria, a la que ensalza<br />
con cariño no sólo en sus pelíezas,<br />
sino en sus orientaciones. Figuras<br />
conocidas <strong>de</strong> nuestra vida "cultural<br />
y nacional aparecen con frecuencia a<br />
lo largo <strong>de</strong> estas páginas, que se lee-acon<br />
verda<strong>de</strong>ro interés.—R. M.<br />
FERRAN, JAIME: Poemas <strong>de</strong>l viajero.<br />
Ediciones Laye. Barcelona, 1054. 64 páginas.<br />
30 pts.<br />
Apenas si hace dos años que Jaime<br />
Ferrán publicó su primer libro <strong>de</strong> versos,<br />
y ya goza <strong>de</strong> gran prestigio, siendo<br />
su nombre uno <strong>de</strong> los más valorauos<br />
entre los muchos e interesantes <strong>de</strong><br />
la que llamaríamos novísima generación.<br />
Su nueva obra, Poemas <strong>de</strong>l vidriero,<br />
ha obtenido el Premio Ciudad <strong>de</strong><br />
Barcelona 1953, uno <strong>de</strong> los galardones<br />
más preciados que actualmente se otorgan<br />
a la poesía.<br />
Es Poemas <strong>de</strong>l viajero un bello libro<br />
situado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la nueva corriente<br />
iniciada en España durante la posguerra,<br />
que atien<strong>de</strong> primordialmente a la<br />
poesía <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a, la cual se transforma<br />
en esencia <strong>de</strong>l poema, en entraña<br />
<strong>de</strong>l verso, <strong>de</strong>jando en segundo plano<br />
la brillantez <strong>de</strong> la imagen o <strong>de</strong> la metáfora.<br />
A las diversas formas <strong>de</strong> neoculteranismo<br />
que trajo la llamada ¡í-neración<br />
<strong>de</strong> la Dictadura, en las que<br />
se incluyen todos los ismos <strong>de</strong> la primera<br />
posguerra europea, se han unido<br />
ahora otras corrientes <strong>de</strong> índole clasvcista<br />
o romántica que enriquecen nuestra<br />
lírica, y también, algo más tardía,<br />
una dirección que llamaríamos conceptista,<br />
ajena al quevedismo, pero valorativa<br />
en extremo <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a, <strong>de</strong>l pensamiento,<br />
sobre las otras importantes<br />
cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l poema. Está todavía pui<br />
hacer un estudio <strong>de</strong> la gran riqueza<br />
<strong>de</strong> direcciones que se manifiestan en<br />
la gran poesía española <strong>de</strong> hoy. Jaime<br />
Ferrán, como <strong>de</strong>cimos, se nos presenta<br />
en su nuevo libro inmerso en el nuevo<br />
conceptismo. No le importa al poeta<br />
manejar elementos no tradicionales <strong>de</strong><br />
la lírica o sublimados por la expresión<br />
poética, sino que atien<strong>de</strong> esencialmente<br />
a que los vocablos sean <strong>de</strong> la vida<br />
común y cotidiana, expresión <strong>de</strong> ía vida<br />
real:<br />
Como una liana que con el árbol<br />
[crece,<br />
siento crecer en mí todo mi tiempo<br />
pasado, siento su abraso cada noche;<br />
aquella mañana que me escapé <strong>de</strong> casa<br />
porque quería marcharme con el circo,<br />
y mi traje encarnado <strong>de</strong> seda, con bordados<br />
blancos-, que me daba vergüenza porque<br />
[me parecía<br />
un traje <strong>de</strong> muchacha, y todas las hisítorias<br />
que mamá me contaba, y todos mit<br />
[hermanos,<br />
todos, sin olvidarme <strong>de</strong> ninguno.<br />
Lamentamos que la falta <strong>de</strong> espacio<br />
nos obligue a reducir nuestro comentario<br />
a lo esencial; pero no queremos<br />
<strong>de</strong>jar sin señalar la ternura que a veces<br />
<strong>de</strong>stella este último libro <strong>de</strong> Jaime<br />
Ferrán y el latido cristiano y amoroso<br />
que late en sus páginas.—R. M.<br />
REQUENA, JOSÉ MARÍA: Cua<strong>de</strong>rnos<br />
<strong>de</strong> poesía Agora. <strong>Madrid</strong>, 1954. 14 pá<br />
Aunque estos Cua<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> poesía<br />
Agora <strong>de</strong>ben ser calificados como revista<br />
<strong>de</strong> verso, reseñamos en esta ocasión<br />
el número <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1954, por<br />
estar <strong>de</strong>dicado íntegramente a un poeta,<br />
el joven José María Requena. Sus<br />
versos están en la línea que valora<br />
más la i<strong>de</strong>a, el pensamiento, que la<br />
metáfora sorpren<strong>de</strong>nte o la imagen;<br />
pero no par esto Requena <strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />
gustar <strong>de</strong> cierto neopopulansmo culto<br />
—valga la paradoja—, como en su poema<br />
Para cantar en primavera:<br />
Por las calles largas <strong>de</strong> mis ansiedano<br />
Quedan ventanas [<strong>de</strong>s<br />
por las que asomarme. _ '<br />
' ' • • ' • • - • R . M . •<br />
PREMIO JOSÉ MARÍA PEMAN<br />
A UN LIBRO DE POESÍAS<br />
El <strong>Ateneo</strong> <strong>de</strong> Cádiz convoca un<br />
concurso poético con ¡as siguientes<br />
bases:<br />
1.* Podrán concurrir a dicho<br />
premio todos los poetas españoles H<br />
hispanoamericanos.<br />
2.* Los libros presentados serán<br />
rigurosamente originales e inéditos.<br />
Los temas, métrica, etc., quedan a<br />
la libre elección <strong>de</strong>l autor, que sólo<br />
tendrá que someterse al límite <strong>de</strong><br />
la extensión, que será <strong>de</strong> ochocientos<br />
versos.<br />
3." Cada concursante podrá remitir<br />
cuantos libros originales e<br />
inéditos <strong>de</strong>see.<br />
4. 4 Los libros serán enviados,<br />
escritos a máquina por una sola,<br />
cara y a doble espacio, al señor<br />
vicepresi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l <strong>Ateneo</strong> <strong>de</strong> Oádiz,<br />
calle Duque <strong>de</strong> Tetuán, 13, sin<br />
firma y con lema. El concursante<br />
incluirá un sobre cerrado, en cuyo<br />
exterior se repetirá el título <strong>de</strong>l libro<br />
y en cuyo interior se consisrnesi<br />
su nombüft, apellidos y domicilio.<br />
5. ¥ La cuantía <strong>de</strong>l premio es <strong>de</strong><br />
3.000 pesetas, quedando e! libro a<br />
disposición <strong>de</strong>l <strong>Ateneo</strong>, que conservará<br />
su propiedad, reservándose el<br />
<strong>de</strong>recho <strong>de</strong> publicarlo o <strong>de</strong> conce<strong>de</strong>r<br />
al autor la facultad <strong>de</strong> haeefto<br />
por sí mismo, previa la solicitud<br />
correspondiente, hasta el 31 <strong>de</strong> diciembre<br />
<strong>de</strong> 1954. Pasada esta fecha<br />
sin haberse editado el autor<br />
podrá disponer libremente <strong>de</strong>l original.<br />
Igualmente el Jurado otorgará<br />
cuantas pensiones honoríficas<br />
crea oportunas.<br />
6.^ El plazo <strong>de</strong> admisión finalizará<br />
el domingo 15 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong><br />
1954. El fallo se hará público el 15<br />
<strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong>l mismo año, dándose<br />
a conocer la composición <strong>de</strong>l<br />
Jurado.<br />
CONCURSO DE GUIONES<br />
CINEMATOGRÁFICOS<br />
La revista «Incunable», en colaboración<br />
con el Cineclub Universitario<br />
<strong>de</strong> Salamanca, convoca un<br />
concurso <strong>de</strong> guiones cinematográficos,<br />
que se regirá por las siguientes<br />
bases:<br />
l. if Los trabajos presentados<br />
consistirán en la narración <strong>de</strong> un<br />
asunto <strong>de</strong> interés cinematográfico<br />
<strong>de</strong> ambiente español y preferentemente<br />
universitario, en forma literaria,<br />
no técnica.<br />
2, ? Se conce<strong>de</strong>rá un premio<br />
único, que no podrá <strong>de</strong>clararse <strong>de</strong>sierto,<br />
<strong>de</strong> 50.000 pesetas, ofrecido<br />
por don Ángel Martínez <strong>de</strong> OIcoz,<br />
quien adquirirá la propiedad <strong>de</strong>l<br />
guión premiado.<br />
3." Los trabajos <strong>de</strong>berán tener<br />
una extensión aproximada <strong>de</strong> SO<br />
a 100 folios a máquina, a una sola<br />
cara y a dos espacios.<br />
4." Los guiones <strong>de</strong>berán ser enviados<br />
a la Administración <strong>de</strong> «Incunable»,<br />
Compañía, 3, Salamanca.<br />
5.' Ei plazo <strong>de</strong> admisión se cerrara<br />
e) 31 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong>l corriente<br />
año.<br />
6. 9 El Jurado estará formado<br />
pov un representante <strong>de</strong> la revista<br />
«Incunable», otro <strong>de</strong>l Cineclub Universitario,<br />
el director <strong>de</strong> la productora<br />
Marco Furas o persona nombrada<br />
por él y un director español<br />
cuyo nombre se anunciará oportunamente.<br />
Salamanca, 1 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1954.<br />
Firman la convocatoria Ángel<br />
Martínez <strong>de</strong> Olcoz, director <strong>de</strong><br />
Marro Film; B. M. Patino, director<br />
<strong>de</strong>l Cineclub Universitario; Lamió<br />
e r t o <strong>de</strong> Echeverría, director <strong>de</strong><br />
«Incunable».<br />
DIECIOCHO MIL PESETAS EN<br />
PREMIOS PARA ALUMNOS DEL<br />
BACHILLERATO<br />
Los Padres agustinos <strong>de</strong>l Keul<br />
Colegio Alfonso XII, <strong>de</strong> El Escoria!,<br />
convocan un concurso literario para<br />
conmemorar ei XVI centenario<br />
<strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> San Agustín. Podrán<br />
concurrir a él todos los alumnos<br />
y alumnas que acrediten cursar<br />
e! Bachillerato español en la fecha<br />
<strong>de</strong> esta' convocatoria.<br />
Se estipulan tres temas: «San<br />
Agustín escolar y San Agustín profesor»,<br />
según sus «Confesiones»;<br />
«Mapa geográfico <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> San<br />
Agustín, con una breve ' explicación»;<br />
«Amor <strong>de</strong> San Agustín a su<br />
madre», según sus «Confesiones»,<br />
y una poesía <strong>de</strong> tema libre <strong>de</strong>dicada<br />
á San Agustín.<br />
Se otorgarán cuatro premios, indistintamente,<br />
por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> méri-<br />
' tos. Dichos premios consisten en<br />
una beca <strong>de</strong> interno en el Real Colegio<br />
<strong>de</strong> El Escorial durante un<br />
año ó 10.000 pesetas, media beca o<br />
5.000 pesetas, 2.000 y 1.000 pesetas.<br />
Si resultase premiada una alumna<br />
tendría que optar por el premio en<br />
metálico.<br />
Los trabajos tendrán una extensión<br />
mínima <strong>de</strong> 20 cuartillas y 100<br />
versos en rima libre la poesía, anviándose<br />
a «Concurso escolar pro<br />
centenario <strong>de</strong> San Agustín. Keaí<br />
Colegio <strong>de</strong> Alfonso XII. El Escorial»,<br />
antes <strong>de</strong>l 15 <strong>de</strong> septiembre<br />
próximo, en sobre cerrado, bajo Jema<br />
y en sobre aparte nombre y<br />
dirección.<br />
15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954 j
ATALAYA SOBRE EL MUND<br />
QUITO: X ANIVERSARIO DE LA<br />
CASA DE LA CULTURA<br />
ECUATORIANA<br />
La Casa <strong>de</strong> la Cultura Ecuatoriana<br />
celebra en este año el X aniversario<br />
<strong>de</strong> su fundación. Con este<br />
motivo dicha institución ha<br />
preparado un amplio programa <strong>de</strong><br />
actos, según nos informa «E! Comercio»,<br />
<strong>de</strong> Quito, <strong>de</strong> 16 <strong>de</strong> marzo<br />
pasado, entre los que tendrá lugar<br />
una serie <strong>de</strong> «mesas redondas»<br />
referentes a temas <strong>de</strong> interés palpitante<br />
para Iberoamérica y para<br />
el Ecuador. Las reuniones citadas<br />
se extien<strong>de</strong>n entre el 24 <strong>de</strong> marzo<br />
y el 6 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong>l año en curso.<br />
Hasta ahora han tenido lugar<br />
las <strong>de</strong> «El Premio Nobel <strong>de</strong> Literatura<br />
y la América Española», a<br />
cargo <strong>de</strong> don Benjamín Carrión,<br />
director <strong>de</strong> la propia entidad; «Reformas<br />
a la educación secundaria»,<br />
a cargo <strong>de</strong>l doctor Emilio Uzcátegui;<br />
«Bases para el establecimiento<br />
<strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong>l hombre ecuatoriano<br />
y los museos correspondientes»,<br />
por don Carlos Manuel Larrea;<br />
«Cómo se pue<strong>de</strong> llegar a hacer<br />
arte americano», por don José<br />
Enrique Guerrero, * y «Reformas a<br />
la educación primaria», dirigida por<br />
el profesor Edmundo Cabo. Entre<br />
otras intervenciones, el profesor<br />
Osear Efrén Reyes tratará el tema<br />
«Si los orígenes <strong>de</strong> la nacionalidad<br />
ecuatoriana <strong>de</strong>berían <strong>de</strong>terminarse<br />
en el reino <strong>de</strong> Quito o en<br />
la colonización española» el 11 íle<br />
agosto; y el 22 <strong>de</strong> septiembre, el<br />
doctor Luis Bossano hablará sobre<br />
«Perspectivas generales en torno a<br />
la solución <strong>de</strong>l problema indígena».<br />
Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que en el conjunto<br />
<strong>de</strong> los actos previstos, un porcentaje<br />
importante <strong>de</strong> las más <strong>de</strong>stacadas<br />
figuras <strong>de</strong> la intelectualidad<br />
y el Gobierno ecuatorianos tomarán<br />
parte activa en los <strong>de</strong>bates, bien<br />
como ponentes, bien como directores.<br />
El grupo intelectual integrado en<br />
esta institución y en la revista que<br />
lleva su mismo título, es <strong>de</strong> los que<br />
más personalidad cultural han alcanzado<br />
en el momento actual <strong>de</strong><br />
Iberoamérica. En general hemos<br />
podido percibir en varios colaboradores<br />
<strong>de</strong> la revista «Casa <strong>de</strong> ¡a<br />
Cultura Ecuatoriana» una marcada<br />
ten<strong>de</strong>ncia a izquierda, entreverada<br />
con ese matiz laicista que<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace siglo y medio tanto ha<br />
contribuido a empobrecer el patrimonio<br />
espiritual y cristiano <strong>de</strong> todo<br />
el mundo ibérico. Es difícil que<br />
una labor <strong>de</strong> <strong>de</strong>slealtad al cristianismo<br />
y <strong>de</strong> materialización espiritual<br />
<strong>de</strong> nuestros pueblos como ia<br />
que ha dado origen al ambiente en<br />
que se han formado las actuales<br />
minorías cultas iberoamericanas<br />
— y, por supuesto, enormes contingentes<br />
<strong>de</strong> la población— pueda ce<strong>de</strong>r<br />
hoy el paso a Ja nueva actitud<br />
creadora y cristiana que está<br />
reservada al mundo ibérico en el<br />
actual conflicto mundial <strong>de</strong> fuerzas.<br />
Es difícil que esos hombres<br />
puedan dar hoy con el verda<strong>de</strong>ro<br />
camino don<strong>de</strong> se dibuja la única<br />
renovación juvenil y esperanzadora<br />
posible <strong>de</strong> la Humanidad. Mucho<br />
más fácil es atrincherarse en<br />
las cómodas posiciones <strong>de</strong> la reacción,<br />
laicista y anticristiana <strong>de</strong> cuño<br />
liberal, o en sus posiciones gemelas<br />
<strong>de</strong> cuño marxista. Pero sí<br />
<strong>de</strong>searíamos que los hombres más<br />
limpios y generosos <strong>de</strong> grupos tan<br />
<strong>de</strong>stacados como este al que nos<br />
venimos refiriendo, se plantearan<br />
su responsabilidad personal y colectiva<br />
frente al <strong>de</strong>stino cristiano<br />
<strong>de</strong> Iberoamérica, sin abandonar,<br />
por supuesto, cuanto pueda haber<br />
<strong>de</strong> legítimo en or<strong>de</strong>n a lo. avanzado<br />
<strong>de</strong> sus principios intelectuales<br />
y sociales, porque hoy, como siempre,<br />
sólo podrá la Iglesia Católica<br />
realizar con eficacia su misión <strong>de</strong><br />
salud en el seno <strong>de</strong> la sociedad hu- ¡<br />
mana, en la medida en que los<br />
cristianos lo sean auténticamente<br />
y sepan respon<strong>de</strong>r con inteligencia<br />
y osadía a las angustias <strong>de</strong> su tiempo.<br />
No hay que <strong>de</strong>cir que en esta<br />
dimensión el programa <strong>de</strong> actos sobre<br />
temas <strong>de</strong> interés palpitante<br />
para Iberoamérica y el Ecuador,<br />
elaborado por los directivos <strong>de</strong> la<br />
Casa <strong>de</strong> la Cultura, nos parece inexplicablemente<br />
mezquino. Precisamente<br />
en el punto esencial que ha<br />
<strong>de</strong> encarar constructivamente la<br />
incitante aventura histórica <strong>de</strong><br />
nuestros pueblos hacia el futuro.<br />
Entre los libros editados en fecha<br />
reciente, o que están a punto<br />
<strong>de</strong> ser publicados por la Casa <strong>de</strong> la<br />
Cultura Ecuatoriana, <strong>de</strong>stacan:<br />
«Historia <strong>de</strong> la Literatura Ecuatoriana»,<br />
<strong>de</strong> Isaac J. Barreras; «San<br />
Miguel <strong>de</strong> Unamuno»r <strong>de</strong> Banjamín<br />
Carrión; «Plata y bronce», <strong>de</strong> Fernando<br />
Chaves; «Viento amarrado»,<br />
<strong>de</strong> Mirtha Gandolfo; «Fundamentos<br />
<strong>de</strong>l Derecho Civil Ecuatoriano»,<br />
<strong>de</strong> Alfredo Pérez Guerrero; «En los<br />
surcos <strong>de</strong> la ciencia», <strong>de</strong> Alberto<br />
Semanate, O. P.; «El indio ecuatoriano»<br />
(cuarta edición), <strong>de</strong> Pío -íaramillo<br />
Alvaraclo; «La isla virgen»<br />
(segunda edición), <strong>de</strong> Demetrio<br />
Aguilera Malta, y «José Martí», <strong>de</strong><br />
Augusto Arias.<br />
LA HABANA: UN NUEVO<br />
PREMIO CULTURAL PARA<br />
AMERICA<br />
Un poeta y escritor uruguayo,<br />
Edgardo Ubaldo Genta, ha publica •<br />
do en el número <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong><br />
«América», revista <strong>de</strong> la Asociación<br />
<strong>de</strong> Escritores y Artistas Americanos<br />
que se edita en La Habana,<br />
unas notas en las que contribuye<br />
a la corriente <strong>de</strong> opinión que está<br />
tratando <strong>de</strong> dar realidad a la i istitución<br />
<strong>de</strong> un Premio América<br />
que venga a suponer algo así como<br />
una réplica al Premio Nobel, cuya<br />
parcialidad a favor <strong>de</strong> los valores<br />
europeos viene dándose por averiguada<br />
en algunas círculos intelectuales<br />
hispanoamericanos.<br />
A juicio <strong>de</strong> Edgardo Ubaldo Genta,<br />
este nuevo premio internacional<br />
<strong>de</strong>bería otorgarse anualmente<br />
a obras americanistas <strong>de</strong> cualquier<br />
género literario o científico que<br />
fueran constituyendo cuerpos especiales<br />
<strong>de</strong> volúmenes referidos a<br />
la escuela <strong>de</strong> América, a su historia,<br />
a su novela, poesía, arquitectura,<br />
arqueología y a las diversas<br />
ciencias. Se trataría sólo, en <strong>de</strong>finitiva,<br />
<strong>de</strong> organizar un estímulo intelectual<br />
específicamente americano<br />
que pudiera alcanzar la máxima<br />
resonancia universal y contribuyese<br />
a vigorizar el servicio que<br />
los hombres <strong>de</strong> América han <strong>de</strong><br />
aportar a la noble causa <strong>de</strong> una<br />
humanidad mejor.<br />
SAN JUAN DE PUERTO RICO:<br />
LA BATALLA POR LA PUREZA<br />
DEL IDIOMA<br />
En el diario «El Imparcial», úe<br />
San Juan, pudimos leer el 14 <strong>de</strong><br />
febrero una enérgica protesta contra<br />
quienes, teniendo la responsabilidad<br />
<strong>de</strong> informar, educar y divertir<br />
a diario <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los micrófonos<br />
al pueblo portorriqueño, «asesinan<br />
la sintaxis, mutilan la prosodia<br />
y pueblan el aire <strong>de</strong> frases<br />
burdas y conceptos vulgares». La<br />
nota, suscrita por J. Amoldo Meyners,<br />
atacaba con indignación los<br />
«casos <strong>de</strong>plorables en que el austero<br />
instrumento <strong>de</strong> expresión que<br />
nos legaron nuestros mayores, el<br />
idioma castellano, se proyecta al<br />
exterior <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Puerto Rico con giros<br />
híbridos y resabios disonantes».<br />
Más a<strong>de</strong>lante añadía: «Es cierto<br />
que son muy pocos los rincones <strong>de</strong>l<br />
mundo don<strong>de</strong> —el castellano— se<br />
habla con toda corrección. En la<br />
misma España sólo hay unas pocas<br />
regiones don<strong>de</strong> el español se<br />
emplea con todo su esplendor y<br />
belleza. Pero en la radio <strong>de</strong>be exigirse<br />
una razonable capacidad para<br />
pronunciar y construir el idioma.»<br />
Y termina pidiendo que se legisle<br />
para corregir tales abusos.<br />
Pueblos como Puerto Rico, enclavado<br />
en pleno cruce .<strong>de</strong> culturas,<br />
es bien cierto que necesitan estar<br />
sobre sí mismos en continua vigilancia<br />
para que el tesoro vivo y<br />
preciado <strong>de</strong> su lenguaje no se convierta<br />
' al cabo <strong>de</strong> unas generaciones<br />
en jerga <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte y sin alma,<br />
reveladora <strong>de</strong> la renuncia colectiva<br />
<strong>de</strong> una comunidad política a su<br />
propia personalidad histórica. M<br />
camino que lleva Puerto Rico para<br />
orgullo suyo y nuestro, no es<br />
éste, sino que su pujante Universidad<br />
es dé las más <strong>de</strong>stacadas <strong>de</strong><br />
Iberoamérica; en ella se mantiene<br />
patente su entera filiación hispá-<br />
nica, y el nivel cultural <strong>de</strong>l pueblo<br />
compite también -ventajosamente<br />
con el <strong>de</strong> sus vecinos pueblos hermanos.<br />
Sin embargo, la progresiva<br />
corrupción idiomática que se extien<strong>de</strong><br />
en aígunos sectores <strong>de</strong>l<br />
mundo ibérico, no como síntoma <strong>de</strong><br />
renovación y crecimiento expresivo<br />
<strong>de</strong>l lenguaje, sino <strong>de</strong> irresponsable<br />
dimisión colectiva ante lo extraño,<br />
merece, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, la repulsa<br />
cívica <strong>de</strong> todos los hombres que<br />
recibimos <strong>de</strong> nuestros antepasados<br />
un tesoro que hemos <strong>de</strong> transmitir<br />
a nuestros <strong>de</strong>scendientes, y a<strong>de</strong>más<br />
la represión <strong>de</strong>cidida <strong>de</strong> los Gobiernos<br />
que tengan confiado nuestro<br />
bien común.<br />
También es conveniente que se<br />
pronuncien con claridad las orientaciones<br />
<strong>de</strong> la opinión pública acerca<br />
<strong>de</strong>l contenido mismo <strong>de</strong> los programas<br />
<strong>de</strong> radiodifusión en nuestros<br />
distintos países. El sostenimiento<br />
comercial <strong>de</strong> casi todas las<br />
emisoras y el escaso sentido <strong>de</strong> responsabilidad<br />
pública, espiritual, cultural<br />
e histórica <strong>de</strong> muchos directores<br />
<strong>de</strong> programas radiofónicos,<br />
pue<strong>de</strong>n contribuir peligrosamente<br />
a acelerar la masificación embrutecedora,<br />
la grosería mental y la pérdida<br />
<strong>de</strong> la conciencia inteligente y<br />
patriótica <strong>de</strong> nuestra gran comunidad<br />
intercontinental en extensos<br />
sectores <strong>de</strong> las muchedumbres <strong>de</strong><br />
nuestros pueblos.<br />
BUENOS AIRES: ESTUDIOS<br />
SOBRE EL MARXISMO<br />
La revista «Dinámica Social»,<br />
que sirve <strong>de</strong> portavoz al Centro <strong>de</strong><br />
Estudios Económico - Sociales <strong>de</strong><br />
Buenos Aires, al cual está vinculada<br />
también la Editorial <strong>de</strong> Autores,<br />
está preparando para septiembre<br />
u octubre un importante número<br />
especial, <strong>de</strong>dicado al análisis<br />
crítico <strong>de</strong> la teoría y <strong>de</strong> la realidad<br />
política marxista, reuniendo estudios<br />
<strong>de</strong> los más <strong>de</strong>stacados especialistas<br />
en la materia para presentar<br />
un panorama total <strong>de</strong> las proyecciones<br />
<strong>de</strong> dicha concepción <strong>de</strong>l<br />
mundo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento <strong>de</strong> su<br />
formulación hasta nuestros días, así<br />
como un acabado análisis <strong>de</strong> sus tesis<br />
fundamentales.<br />
El rigor científico que progresivamente<br />
ha ido adquiriendo esta<br />
revista, así como la indiscutible<br />
calidad <strong>de</strong> no pocos <strong>de</strong> los trabajos<br />
en ella aparecidos, nos permiten esperar<br />
que este próximo número<br />
especial responda enteramente al<br />
interés y a la oportunidad <strong>de</strong>l tema.<br />
ATENEO 27
«LA VIE INTELECTUELLE»:<br />
PROMETEO T LA AMENAZA<br />
ATÓMICA<br />
VJOS ha hecho reflexionar el ecütorial<br />
<strong>de</strong>l número <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong><br />
«La Vie Intelectuelle». Se titula<br />
«El drama <strong>de</strong> Prometeo». Recoge<br />
la coinci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> ia crisis .interior<br />
<strong>de</strong> Oppenheimer, el sabio que parece<br />
haber sido artífice <strong>de</strong> las gigantescas<br />
explosiones nucleares recientes<br />
y, consiguientemente, <strong>de</strong>l<br />
po<strong>de</strong>río universal norteamericano,<br />
con el mensaje <strong>de</strong> Pascua <strong>de</strong>l Soberano<br />
Pontífice, en el cual, empleando<br />
un tono <strong>de</strong> <strong>de</strong>sacostumbrada<br />
dureza, el Papa rompía el silencio<br />
<strong>de</strong> su grave enfermedad para<br />
con<strong>de</strong>nar la guerra atómica ante<br />
los jefes <strong>de</strong> pueblos <strong>de</strong>l Occi<strong>de</strong>nte<br />
y <strong>de</strong>l Oriente.<br />
El panorama <strong>de</strong> una aniquilación<br />
sin prece<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> las poblaciones<br />
<strong>de</strong>l planeta parece haber movido a<br />
una coínei<strong>de</strong>nte repulsa, tanto al<br />
sabio agnóstico, que ha llegado a<br />
dudar <strong>de</strong> su obra y <strong>de</strong> sí mismo,<br />
y a algunos <strong>de</strong> sus colaboradores,<br />
como al Jefe religioso <strong>de</strong> la Humanidad,<br />
que ha rehusado así, una<br />
ve» más, enfeudarse a ninguna <strong>de</strong><br />
las dos fuerzas en pugna. Oppenheimer<br />
se ha convertido <strong>de</strong> golpe<br />
en sospechoso, y ha sido relevado<br />
<strong>de</strong> las funciones oficiales, que hacían<br />
<strong>de</strong> él «un ingeniero <strong>de</strong>l infierno»;<br />
y con él, parece que por escrúpulos,<br />
o quizá por remordimientos,<br />
se ha conmovido en sus convicciones<br />
una élite <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s intelectuales<br />
que militaban en la zona<br />
más avanzada <strong>de</strong> la ciencia mo<strong>de</strong>rna.<br />
El editorial <strong>de</strong> «La, Vie Intelectuelle»<br />
plantea una <strong>de</strong>licada, cuestión<br />
<strong>de</strong> fondo ai advertir que, junto<br />
a la con<strong>de</strong>na religiosa y moral<br />
<strong>de</strong>l terror atómico, se encuentra<br />
planteado el problema práctico <strong>de</strong><br />
encontrar una política, una actitud<br />
temporal, que nos libre <strong>de</strong> participar<br />
en esa mentalidad <strong>de</strong> guerra<br />
y <strong>de</strong> miedo recíproco que acaba <strong>de</strong><br />
con<strong>de</strong>narse precisamente. Porque<br />
ante una llamada tan conmovedora,<br />
tan convincente y tan afín con<br />
nuestra propia sensibilidad como la<br />
<strong>de</strong> Pío XII, no es posible disimular<br />
que todos los aspectos <strong>de</strong>l asunto,<br />
que correspon<strong>de</strong>n al or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>t<br />
pensamiento y <strong>de</strong> la acción, permanecen<br />
trágicamente en suspenso.<br />
La revista se pregunta si la <strong>de</strong>strucción<br />
atómica ha pasado a ser<br />
el mal absoluto que convenga evitar<br />
a cualquier precio; si ello no<br />
sería dar a cualquier tirano que<br />
dispusiera <strong>de</strong>l monopolio atómico<br />
el dominio absoluto sobre las almas<br />
y sobre los cuerpos, en toda la extensión<br />
<strong>de</strong> la tierra, <strong>de</strong> modo que<br />
para rechazar el Apocalipsis se viniera<br />
a colaborar al advenimiento<br />
<strong>de</strong>l Anticristo; si no tiene ya razón<br />
<strong>de</strong> ser el viejo heroísmo que estimaba<br />
la muerte preferible a la servidumbre;<br />
si la situación actual<br />
<strong>de</strong>scubre, en <strong>de</strong>finitiva, una nueva<br />
dimensión <strong>de</strong> la guerra, porque esta<br />
vez es la humanidad entera la<br />
que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer, o si ocurre<br />
sólo que las armas nucleares nos<br />
permiten conocer mejor el verda<strong>de</strong>ro<br />
semblante <strong>de</strong> la guerra, tradicionalmente<br />
enmascarado con<br />
apariencias convencionales y tranquilizadoras;<br />
si la guerra ha terminado<br />
por <strong>de</strong>rramar el inftierno sobre<br />
la tierra, o ha sido siempre,<br />
sencillamente, el infierno. Cuestiones<br />
todas que filósofos y teólogos<br />
EN SUS VISTAS<br />
están comprometidos a esclarecer<br />
ante los hombres <strong>de</strong> nuestro tiempo,<br />
en relación con el hecho <strong>de</strong> la<br />
guerra, el cual ha <strong>de</strong> ser afrontado<br />
y pensado <strong>de</strong> una vez por la<br />
inteligencia humana, que ha solido<br />
recurrir a menudo, en su presencia,<br />
á técnicas <strong>de</strong> huida.<br />
Termina el editorial por <strong>de</strong>jar<br />
formulados algunos <strong>de</strong>sgarradores<br />
ilogismos <strong>de</strong> Ia~ situación en que se<br />
<strong>de</strong>bate el mundo contemporáneo;<br />
por ejemplo, para prohibir las armas<br />
atómicas hay que restablecer<br />
una confianza que nadie podrá sentir<br />
mientras subsistan dichos armamentos;<br />
o también, dado que,<br />
<strong>de</strong> buen o mal grado, el hombre<br />
occi<strong>de</strong>ntal está emplazado en un<br />
campo, geográfica o i<strong>de</strong>ológicamente,<br />
¿cómo relacionar la con<strong>de</strong>na <strong>de</strong><br />
la bomba atómica como mal absoluto<br />
con la afirmación, al parecer<br />
nada dudosa, <strong>de</strong> que sólo lá superioridad<br />
nuclear <strong>de</strong> Norteamérica<br />
ha impedido que Europa fuera sovietizada<br />
en los primeros años que<br />
siguieron a la guerra mundial?<br />
Bueno es que Prometeo se pregunte<br />
si no ha cometido un sacrilegio<br />
ro"bando el fuego <strong>de</strong>l cielo. Pero el<br />
ciudadano o el gobernante cristiano,<br />
que saben que lo merecedor <strong>de</strong><br />
maldición no es la nueva energía,<br />
sino, una vez más, el odio humano,<br />
no pue<strong>de</strong>n eludir ni el absoluto <strong>de</strong><br />
la caridad ni el <strong>de</strong>ber político. Sólo<br />
quienes sean capaces <strong>de</strong> sufrir en<br />
todo su rigor tales <strong>de</strong>sgarramientos<br />
podrían inventar un día los pensamientos<br />
y las acciones que nos<br />
liberten. Porque se ve bien bajo<br />
qué inspiraciones podrá reconciliarse<br />
el espíritu prometeico con las<br />
verda<strong>de</strong>s eternas <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> ia<br />
paz; pero no se ve por qué caminos.<br />
Abandonamos ahora el trabajo,<br />
cuyo contenido hemos venido siguiendo<br />
hasta aquí muy <strong>de</strong> cerca,<br />
para añadir una doble consi<strong>de</strong>ración,<br />
que está, a nuestro juicio, en<br />
la raíz <strong>de</strong> la solución al magno<br />
problema planteado.<br />
En cuanto a su dimensión religiosa,<br />
está claro para un cristiano<br />
que siempre ha sido el azote <strong>de</strong> \i<br />
guerra lo que era en el ánimo Je<br />
Dios, cuando en los libros proféticos<br />
<strong>de</strong>l Antiguo Testamento le<br />
anunciaba con reiteración a su pueblo<br />
sus estragos; «Echaré sobre ti<br />
tus obras y pondré en tu seno' tus<br />
abominaciones» (Ez., 7, 9); «Yo les<br />
echaré sus obras sobre la cabeza»<br />
(Ibíd-, 11, 21); «Cuando por haberse<br />
rebelado pérfidamente contra -VIí<br />
!a tierra, tienda Yo mi brazo contra<br />
ella...» (Ibíd., 14, 13); «Echaré<br />
tus caminos sobre tu cabeza» (Ibí<strong>de</strong>m,<br />
16, 43); porque «recorred las<br />
calles <strong>de</strong> Jerusalén; ved e informaos;<br />
buscad por sus plazas, a ver<br />
si halláis un varón, uno sólo, que<br />
obre según justicia, que guar<strong>de</strong><br />
fi<strong>de</strong>lidad, y lo perdonaré» (Jer., 5,<br />
1); pero «¡ay <strong>de</strong> la ciudad frivola!,<br />
¡ <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ella todo es injusticia!,<br />
¡como mana el agua <strong>de</strong> los pozos,<br />
así mana en ella la iniquidad!»<br />
(Ibíd., 6 6); por eso «tropezó el<br />
fuerte con el fuerte, y ambos juntamente<br />
cayeron» (Ibíd.', 46, 12);<br />
«He aquí que lo que yo había edificado<br />
lo <strong>de</strong>struyó, lo que había<br />
plantado lo arranco» (Ibíd., 45, 4);<br />
«Olivo siempre ver<strong>de</strong> y hermoso te<br />
quiso Yavé; pero he pegado a tu<br />
copa fuego, que abrasó tu ramaje»<br />
(Ibíd., 11, 16). Sencillamente, cuando<br />
no hay otra salida, Dios <strong>de</strong>ja<br />
que la corrupción colectiva <strong>de</strong> las<br />
yocieda<strong>de</strong>s se compense con su mismo<br />
sufrimiento colectivo, en el secreto<br />
<strong>de</strong> la contabilidad <strong>de</strong>l gran<br />
Sacrificio, que sólo Dios conoce, y<br />
que culmina en el <strong>de</strong> la propia divina<br />
Inteligencia Encarnada sobre<br />
la cruz. Esta es la única y venerable<br />
explicación <strong>de</strong>l dolor humano:<br />
niños infelices, seres enfermos,<br />
angustiados, muchedumbres exterminadas.<br />
Ahí está la espantosa responsabilidad<br />
<strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Dios,<br />
ios que recibimos la vida sólo para<br />
que en, nuestra ciudad hubiera menos<br />
dolor y más claridad <strong>de</strong> Dios,<br />
si el dolor siguiera rugiendo y las<br />
tinieblas fueran cada vez mayores<br />
en torno nuestro. Sólo una nación<br />
con un espíritu cristiano viviente<br />
en sus muchedumbres podría entrar<br />
con verda<strong>de</strong>ro aplomo interior en<br />
un conflicto exterminador y apocalíptico<br />
como el que se barrunta en<br />
el horizonte.<br />
Los que formen parte <strong>de</strong> los equipos<br />
responsables <strong>de</strong>l gobierno o <strong>de</strong><br />
la opinión <strong>de</strong> los pueblos necesitan<br />
extraordinaria inteligencia, especial<br />
buena voluntad y una presencia <strong>de</strong><br />
ánimo también excepcional. Sólo<br />
países cristianos y dirigentes xristianos<br />
así entendidos podrán merecer<br />
<strong>de</strong> Dios la clarivi<strong>de</strong>ncia y la<br />
fortaleza suficientes para rectificar<br />
los propios caminos <strong>de</strong> su colectividad,<br />
quizá en beneficio <strong>de</strong> todos.<br />
Lo que hoy ocurre en el mundo es<br />
que, más que nunca, es la hora di?<br />
los pueblos cristianos, si saben hacer<br />
gravitar su rico patrimonio espiritual,<br />
tanto en el vigor interno<br />
<strong>de</strong> sus estructuras como en los caminos<br />
<strong>de</strong> la Humanidad. Cierto,<br />
pues, que a los hombres <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte<br />
no nos queda otra alternativa<br />
sino estar con nuestro tipo <strong>de</strong><br />
humanidad occi<strong>de</strong>ntal, pero a conciencia<br />
<strong>de</strong> que este Occi<strong>de</strong>nte no<br />
pasará <strong>de</strong> ser —si Dios quiere que<br />
lo sea— la mera posibilidad histórica<br />
<strong>de</strong> inventar en el futuro esa<br />
sociedad cristiana, civilización <strong>de</strong><br />
justicia y <strong>de</strong> amor, que el mismo<br />
Occi<strong>de</strong>nte corrompió en su propio<br />
pasado y que Oriente quiere ahora<br />
eliminar para siempre <strong>de</strong> las posibilida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong>l porvenir.<br />
«FRANKFURTER HEFTE»: LU-<br />
CHA CULTURAL EN POLONIA<br />
Coincidiendo con las noticias sobre<br />
intensificación <strong>de</strong> la lucha contra<br />
el catolicismo polaco por parte<br />
<strong>de</strong>l régimen <strong>de</strong> Varsovia, que culminan<br />
últimamente en el presagio<br />
<strong>de</strong> la pronta clausura <strong>de</strong>finitiva <strong>de</strong><br />
la Universidad Católica <strong>de</strong> Lublín,<br />
única que había podido resistir la<br />
presión oficial atea, hemos encontrado<br />
en el número <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong><br />
«Frankfurter Hef te» la primera<br />
parte <strong>de</strong> un trabajo <strong>de</strong> Ta<strong>de</strong>usz Poraj-Kobielski<br />
acerca <strong>de</strong> la «Kulturkampf<br />
en Polonia». Partiendo <strong>de</strong> la<br />
arraigada tradición eclesiástica nacional,<br />
<strong>de</strong> marcada ten<strong>de</strong>ncia conservadora,<br />
en la que hasta la última<br />
güera mundial los grupos jóvenes<br />
<strong>de</strong> vanguardia social, por ejemplo,<br />
apenas pudieron ejercer influencia,<br />
el autor <strong>de</strong>scribe, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
punto <strong>de</strong> vista católico, la tragedia<br />
<strong>de</strong> las dos invasiones sucesivas y la<br />
impresionante evolución <strong>de</strong>l actual<br />
régimen comunista, que hasta el<br />
año 1948 tomó parte oficial, coa<br />
sus altos dignatarios y sus milicias,<br />
en todas las ceremonias públicas<br />
y solemnes <strong>de</strong> la Iglesia, tales como<br />
festivida<strong>de</strong>s religiosas nacionales,<br />
procesiones <strong>de</strong>l Corpus, etc.<br />
Ya en los años posteriores, el Gobierno<br />
comunista ha ido sintiéndose<br />
más seguro, y el asedio al catoli.<br />
cismo —profesado por la totalidad<br />
<strong>de</strong> la nación y dueño anteriormente<br />
<strong>de</strong> toda la vida cultural— se ha Ido<br />
haciendo asfixiante.<br />
«TEMOIGNAGE CHRETIEN»: LA<br />
EDUCACIÓN DE LA INFANCIA<br />
EN ORIENTE Y OCCIDENTE<br />
Del 21 al 26 <strong>de</strong> abril se han celebrado<br />
en París las «Jornadas Internacionales<br />
<strong>de</strong> Psicología <strong>de</strong>l Niño».<br />
Más <strong>de</strong> 40 <strong>de</strong>legaciones y centenares<br />
<strong>de</strong> congresistas. Han sido<br />
objeto <strong>de</strong> estudio todas las perturbaciones<br />
infantiles, en cuanto a carácter,<br />
"comportamiento, afectivL<br />
dad, escolaridad. J. Albert-Lambert<br />
<strong>de</strong>staca a este propósito un aspecto<br />
muy interesante en su artículo:<br />
«¿Es el Este b el Oeste quien pier<strong>de</strong><br />
el norte a propósito <strong>de</strong> la infancia?»,<br />
publicado en el número <strong>de</strong>l<br />
14 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> «Temoignage Chretien».<br />
Se trata <strong>de</strong> la oposición absoluta<br />
manifestada entre las dos concepciones<br />
<strong>de</strong> la psicología <strong>de</strong>l niño: la<br />
<strong>de</strong> los. <strong>de</strong>legados <strong>de</strong>l Oeste, entre<br />
los que figuraban miembros españo-<br />
, les, y los <strong>de</strong> V. B. S. S., Polonia,<br />
Checoslovaquia, etc. Mientras los<br />
<strong>de</strong> acá subrayaban numerosos aspectos<br />
y causas <strong>de</strong> angustias e inadaptaciones,<br />
infantiles y juveniles,<br />
los científicos <strong>de</strong>l Este, sin que pu-<br />
diera dudarse <strong>de</strong> su veracidad, constatada<br />
también por testimonios directos,<br />
se aplicaron a probar que en<br />
su sociedad no existen «inadaptados»,<br />
como no fueran, por ejemplo,<br />
retrasados mentales.<br />
Lo ocurrido, en <strong>de</strong>finitiva, según<br />
opina el autor <strong>de</strong> este artículo con<br />
gran acierto a nuestro juicio, es<br />
que los niños «inadaptados», cuyo<br />
número aumenta en Occi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong><br />
año en año al mismo ritmo que disminuye<br />
en las socieda<strong>de</strong>s marxistas,<br />
no son los mismos tipos <strong>de</strong> niños.<br />
Occi<strong>de</strong>nte sigue pensando que un<br />
niño <strong>de</strong>be educar y realizar todas<br />
las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su personalidad.<br />
Allá el «hombre futuro» es <strong>de</strong> la<br />
colectividad y para la colectividad,<br />
en cuyo favor ha <strong>de</strong> abdicar, sin saberlo,<br />
lo que para nosotros sigue<br />
siendo razón <strong>de</strong> ser fundamental.<br />
15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1951
un m<br />
escr<br />
UNQUE el título en la edición<br />
A española es el <strong>de</strong> «Franco frente<br />
a Hítler» (1), el tema <strong>de</strong>sarrollado en<br />
su texto es mucho más amplio, consi<strong>de</strong>rando<br />
a este respecto bastante<br />
más acertado el original «Spain Reeurgent».<br />
Dividido el libro en dos gran<strong>de</strong>s<br />
partes, analiza en la primera, con una<br />
certera visión, a la que nos tienen<br />
<strong>de</strong>sacostumbrados los británicos • que<br />
sobre España escriben, las causas<br />
<strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> la monarquía y los<br />
años agitados <strong>de</strong> la Segunda República;<br />
la iniciación <strong>de</strong> la Guerra <strong>de</strong><br />
Liberación española, su <strong>de</strong>sarrollo<br />
y su final. En la segunda parte hace<br />
una no menos acertada exposición<br />
<strong>de</strong> la política española <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la iniciación<br />
<strong>de</strong> la Segunda Guerra Mundial<br />
hasta el momento en que España<br />
y Estados Unidos se disponen a<br />
firmar su pacto <strong>de</strong> alianza. Pasando,<br />
naturalmente, por las promesas británicas<br />
a España, las presiones en<br />
pro <strong>de</strong> una beligerancia por' parte <strong>de</strong>l<br />
nacionalsocialismo alemán y la famosa<br />
<strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> la ONU <strong>de</strong> diciembre<br />
<strong>de</strong> 1946.<br />
Quizá sea en la primera parte <strong>de</strong>l<br />
libro don<strong>de</strong> sir Robert Hodgson,<br />
primer representante <strong>de</strong> Inglaterra<br />
cerca <strong>de</strong>l Gobierno Nacional <strong>de</strong> Burgos,<br />
ha estado más feliz, sin que al<br />
<strong>de</strong>cir esto señalemos como <strong>de</strong>sacertada<br />
la segunda. Quizá sean para<br />
nuestro gusto particular los años <strong>de</strong><br />
la vida española comprendidos entre<br />
el 1920 y el 1940 los más interesantes<br />
y movidos <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong><br />
España en muchos siglos atrás. Lo<br />
cierto es que este diplomático inglés,<br />
ayudado por la una extensa bibliografía<br />
<strong>de</strong>tallada al final <strong>de</strong>l libro<br />
y <strong>de</strong> su fino instinto <strong>de</strong> percepción<br />
para los sentimiento populares, nos<br />
ofrece una completa y rápida visión<br />
<strong>de</strong>l transcurso <strong>de</strong> unos años que es<br />
necesario no olvidar para compren<strong>de</strong>r<br />
y analizar el momento que vivimos.<br />
Pudiera extrañar este párrafo anterior<br />
cuando es motivado por la lectura<br />
<strong>de</strong> un libro escrito por un diplomático<br />
extranjero, y más aún si<br />
éste es inglés. Sin embargo hemos <strong>de</strong><br />
reconocer que en este caso nos hallamos<br />
ante la ob_ra <strong>de</strong> una persona objetiva<br />
y <strong>de</strong>sapasionada.<br />
Los capítulos <strong>de</strong>dicados a la participación<br />
extranjera en nuestra Guerra<br />
<strong>de</strong> Liberación, a los últimos momentos<br />
<strong>de</strong>l Gobierno rojo y el concepto<br />
que le merecen las diversas<br />
personalida<strong>de</strong>s españolas que hubo<br />
<strong>de</strong> tratar durante su estancia en Burgos,<br />
constituyen, junto con su certera<br />
visión <strong>de</strong> la Dictadura <strong>de</strong> Primo<br />
<strong>de</strong> Rivera y <strong>de</strong> la personalidad <strong>de</strong><br />
Alfonso XIII, lo más <strong>de</strong>stacado <strong>de</strong><br />
la primera parte <strong>de</strong>l libro, la cual,<br />
repetimos, ofrece toda ella gran interés.<br />
Comienza la parte segunda con un<br />
capítulo titulado «El episodio <strong>de</strong><br />
Tánger», para pasar seguidamente<br />
al análisis <strong>de</strong> las relaciones españolas<br />
durante la segunda guerra mundial<br />
y los años <strong>de</strong> la Guerra d© Liberación,<br />
con Inglaterra, Alemania, Estados<br />
Unidos e Italia, haciendo también<br />
frecuentes referencias a las<br />
mantenidas con Portugal.<br />
Por su palpitante actualidad son<br />
as relaciones con Inglaterra laa que<br />
ATENEO<br />
ofrecen mayor interés. Aunque arrimando<br />
el ascua a su sardina, sir<br />
Robert Hodgson nos da una cabal<br />
historia <strong>de</strong> las mismas sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />
señalar la visita —puño en alto—<br />
<strong>de</strong> Mr. Atlee a las ciuda<strong>de</strong>s en<br />
po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Gobierno rojo, ni tampoco<br />
el famoso telegrama <strong>de</strong>l duque <strong>de</strong><br />
Alba a <strong>Madrid</strong>, en que da cuenta <strong>de</strong><br />
las promesas <strong>de</strong> Inglaterra si España<br />
negaba —como negó— el paso por<br />
su territorio a los ejércitos <strong>de</strong>l Eje.<br />
Tampoco olvida la postura, siempre<br />
partidista, do la prensa británica para<br />
con la España nacional ni las repercusiones<br />
que esta postura tuvo en<br />
la prensa española.<br />
1&3 relaciones con Alemania y la<br />
serie <strong>de</strong> alternativas que éstas tuvieron<br />
para lograr mantener a España<br />
fuera <strong>de</strong>l conflicto; los ruegos<br />
<strong>de</strong> los dirigentes alemanés e italianos,<br />
las <strong>de</strong>sabridas peticiones <strong>de</strong> Von<br />
Ribbentrop y la hábil política <strong>de</strong>l<br />
Gobierno español en unos momentos<br />
en que una negativa rotunda podía<br />
representar la invasión <strong>de</strong>l suelo<br />
patrio, ocupan una buena parte <strong>de</strong>l<br />
libro, siendo estas páginas, si no las<br />
<strong>de</strong> una mayor actualidad, si las más<br />
interesantes en la segunda parte <strong>de</strong>l<br />
libro, como lo <strong>de</strong>muestra el título<br />
dado por los editores en la edición<br />
que nos ocupa.<br />
En todo momento, y a través <strong>de</strong> las<br />
extensas páginas <strong>de</strong>l libro, <strong>de</strong>staca<br />
y enaltece la figura <strong>de</strong>l general Jordana.<br />
Teniendo <strong>de</strong> Serrano Súñer<br />
la opinión convencida <strong>de</strong> que, por<br />
encima <strong>de</strong> sus inclinaciones particulares<br />
y su gran admiración por Italia<br />
y BU Buce, obró siempre como su leal<br />
juicio le dictaba en la consecación<br />
<strong>de</strong> un mayor bien para España.<br />
Al referirse a las relaciones con la<br />
Italia fascista y, sobre todo, al mencionar<br />
los sentimientos populares<br />
hacia las tropas voluntarias italianas<br />
quizá exagere un poco la nota, no<br />
sabemos si en su afán <strong>de</strong> halagar a los<br />
españoles o por error <strong>de</strong> apreciación.<br />
Pue<strong>de</strong> que este pero, con el que ya<br />
nos tienen acostumbrados los libros<br />
escritos por políticos, <strong>de</strong> falta <strong>de</strong> un<br />
or<strong>de</strong>n metódico en la narración, sea<br />
el único que cabe señalar en este<br />
libro, cuya lectura nosotros recomendaríamos<br />
a todo español y a la<br />
mayoría <strong>de</strong> los ingleses.<br />
Abre el volumen un prólogo <strong>de</strong>l<br />
con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Selborne, seguido <strong>de</strong> una<br />
introducción <strong>de</strong>l mismo autor en que<br />
pbñVá ylí f i i d<br />
en el proceso <strong>de</strong> Nurenberg, que había<br />
sido dada por Jodl, jefe <strong>de</strong>l Estado<br />
Mayor alemán <strong>de</strong>l Oeste, en la que<br />
se especificaron las tres razones <strong>de</strong>l<br />
fracaso <strong>de</strong> Hítler para conseguir la<br />
victoria, siendo la tercera <strong>de</strong> ellas el<br />
que España hubiese rehusado la beligerancia.<br />
Y lo cierra un capítulo titulado<br />
«Ayer, hoy y mañana», en que<br />
hace un breve resumen <strong>de</strong> la postura<br />
<strong>de</strong>l mundo occi<strong>de</strong>ntal ante España<br />
y en el que intenta vislumbrar el<br />
porvenir político <strong>de</strong> España.<br />
Salpicado <strong>de</strong> numerosas anécdotas<br />
y escrito en una prosa agradable, ~a<br />
la que sin duda ha contribuido don<br />
Luis Solano Costa, con su cuidada<br />
traducción, el libro, pulcramente editado,<br />
es francamente recomendable.<br />
MANUEL LOMBARDERO<br />
(1) Franco frente a Sítler.^-Sit<br />
Robert Hodgson.—Editorial AHR.—<br />
Barcelona, 1954. -
ai<br />
Museo Nacional <strong>de</strong> La Habana, edificio que se ha inaugurado con la II Bienal Hispanoamericana <strong>de</strong> Arte<br />
píe<br />
OS mismos que fuimos a la<br />
L Bienal íe La Habana habíamos<br />
bautizado con el nombre <strong>de</strong> «an ti bienal*<br />
{tan atenta cerno exagerado) a la<br />
muestra áe algunos artistas cubanos<br />
que para exponer sus obras se volvieron<br />
re espaldas al Palacio <strong>de</strong> Bellas<br />
Artes y colgaron unos cuantos cuatros<br />
sayos en una sala baja <strong>de</strong> la<br />
Facultad <strong>de</strong> Derecho. Los <strong>de</strong> la antibienal,<br />
acogiéndose al nombre con<br />
tora ingenuidad y codicia, hicieron<br />
circular unas octavillas en cíelostil<br />
que nes calificaban íe sierrics <strong>de</strong> la<br />
venenosa propaganda falangista. Ellos<br />
y nosotros nos quedamos tan a gusto.<br />
Luego se abrió la Bienal, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
haber í'ieho el embajador Lojen
artistas <strong>de</strong> habla española <strong>de</strong> ultramar,<br />
que reunían sus lienzos con los<br />
<strong>de</strong> la madre patria europea en el edificio<br />
museal más mo<strong>de</strong>rno <strong>de</strong>l Nuevi<br />
Mundo, inaugurado con esta causa;<br />
López Isa, ¿frcctor general <strong>de</strong> Cultura<br />
<strong>de</strong> Cuba, llegaba a la alegría <strong>de</strong>l logro<br />
ostentando aún las fatigas <strong>de</strong>l esfuerzo,<br />
y el presi<strong>de</strong>nte Batista <strong>de</strong>claró<br />
inaugurada la II Bienal Hispanoamericana.<br />
Cuarenta y ocho horas <strong>de</strong>spués,<br />
30.000 personas habían visitado<br />
la Bienal. X entonces las cosas cambiaron.<br />
«Nosotros» seguimos tan a<br />
gusto y «ellos» (los <strong>de</strong> la antibienal)<br />
<strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> encontrarse tan a gusto<br />
por tres razones que intentaré explicar.<br />
La primera razón, que nuestra venenosa<br />
propaganda política no ge<br />
hizo presente más que en un sitio,<br />
el más insospechado: las antena s<br />
<strong>de</strong> Ka» ¡o Moscú, que aquella uoche,<br />
en sus emisiones para Sudamériea,<br />
batieron el cobre a propósito <strong>de</strong> la<br />
Bienal. La conducta española había<br />
sido todo lo contrario <strong>de</strong> ostentos»;<br />
unas horas anees <strong>de</strong> inaugurarse la<br />
muestra, todavía andábamos <strong>de</strong>scolgando<br />
cuadros nuestros para <strong>de</strong>jar<br />
sitio a los envíos postreros <strong>de</strong> Venezuela<br />
y Jamaica; nos pasmábamos<br />
<strong>de</strong> admiraciones corteses ante todo<br />
lo que presentaban ios <strong>de</strong>más; no respondíamos<br />
a los adversarios (¡inefable<br />
señora que me dijo: «¿A marido<br />
es grado 33, y puedo asegurar a asíeti<br />
que la masonería es lo más hermoso<br />
<strong>de</strong>l mando»!) con otra cosa que con<br />
una atención <strong>de</strong> buena crianza sumí»<br />
meuíe chocante para ellos; nos <strong>de</strong>scuajaringábamos<br />
<strong>de</strong> mo<strong>de</strong>stia, y lo<br />
único que allí tenia un cierto aire <strong>de</strong><br />
superioridad, qué se le va a hacer,<br />
eran Jos mudos óleos, las mudas estatuas,<br />
los mudos t ¡bujes y cerámicas<br />
y acuarelas. De esta manera, cuando<br />
los compadres <strong>de</strong> Moseú y sus compadres<br />
<strong>de</strong>l Caribe se liaron a gritar<br />
que aquellas obras eran obras <strong>de</strong> la<br />
dictadura franco falangista, opresora<br />
<strong>de</strong> la cultura, etc., etc., nuestros ingenuos<br />
y queridos «antis» se encontraron<br />
gravemente perplejos y comentaban<br />
cosas parecidas a ésta:<br />
vPues no está mal eso <strong>de</strong> la opresión,<br />
chico.» Cosa que no habrían comentado<br />
si los buenazos <strong>de</strong> la FEO (que<br />
es allá lo que acá fue la FUE), patrocinadores<br />
<strong>de</strong> la antibieml, no hubieran<br />
puesto el acento político don<strong>de</strong><br />
menos cuenta les traía.<br />
—Porque —y ésta es la segunda<br />
razón— las soflamas <strong>de</strong> los meses anteriores,<br />
a cargo <strong>de</strong> los mismos<br />
«agitropss, se habían cuidado <strong>de</strong>
ANA MASÍA OANTHAL: «Retrato» (<strong>de</strong>talle)<br />
y herida <strong>de</strong>l que pocos escultores se<br />
salvan. En realidad, y fuera <strong>de</strong> ello,<br />
ftpenas hay salvación.<br />
Entre las obras presentadas hay<br />
varias <strong>de</strong> toreros. Son las que menos<br />
nos gustan; duro el paño y forzada la<br />
postura. Por el contrario, ese boceto<br />
<strong>de</strong> niña saltando a la coraba es ua<br />
acierto <strong>de</strong> movimiento y ángel, y la<br />
talla en ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> una muchacha<br />
<strong>de</strong>snuda —la titulada «En el río»—(<br />
algo perfectamente conseguido; sin<br />
duda, lo mejor <strong>de</strong> lo expuesto.<br />
Veintiocho óleos, todos ellos con<br />
motivos <strong>de</strong> Haití-<br />
Hay telas como «La calle», con tipos<br />
negros <strong>de</strong> las islas, <strong>de</strong> composición<br />
vivaz y alegre y en la técnica un lejano<br />
aire aí simple Rousseau. Pero<br />
no se trata en este caso <strong>de</strong> un puerilismo<br />
adre<strong>de</strong>, <strong>de</strong> un infanttlizar el<br />
dibujo buscando un efecto <strong>de</strong> ingenuidad<br />
cuando el pintor está estragado<br />
y <strong>de</strong> vuelta <strong>de</strong> otras cosas. Se trata<br />
<strong>de</strong> una verda<strong>de</strong>ra sencillez y pureza,<br />
<strong>de</strong> una manera <strong>de</strong> hacer que<br />
respon<strong>de</strong> a una sensibilidad y un<br />
temperamento.<br />
Puestos a señalar entre los cuadros<br />
aquí colgados, señalaríamos iMtchaet»,<br />
un precioso retrato <strong>de</strong> negrito con<br />
vestido rojo, y dos apuntes <strong>de</strong> paisaje:<br />
«Las caobas*, árboles y mar con<br />
un primer término <strong>de</strong> flores tocado en<br />
manchas impresionistas, pintado con<br />
soltura y sin retoque, y *La mani-<br />
ANA MARÍA CANTHAI*:<br />
«Composición»<br />
gua» en una. suave gama <strong>de</strong> ver<strong>de</strong>s<br />
azulados.<br />
Exposición poco madura, un tanto<br />
mezclada, COK altibajos <strong>de</strong> calidad,<br />
llega, no obafiante, por su pureza y<br />
buen sentido <strong>de</strong>l color.<br />
DETRAS DEL LIENZO<br />
ECOS DE LA NACIONAL Ciertos<br />
comentarios señalan que en la concesión<br />
<strong>de</strong> los galardones se notan macho<br />
las alternativas manos <strong>de</strong> cal y <strong>de</strong> arena<br />
y que aún abunda la arena con<br />
exceso,<br />
A! parecer, Pancho Cossío se ha que*<br />
jado porque pier<strong>de</strong> dinero con el otorgamiento<br />
<strong>de</strong> la primera medalla. Hubiese<br />
podido ven<strong>de</strong>r más caros sos cuadros.<br />
Una frase: «Esta Nacional ha sido el<br />
Waterloo <strong>de</strong> Joan Antonio Morales.»<br />
Claro es que esta frase ftté dicha antes<br />
<strong>de</strong> qne a J. A. Morales le fuese dada<br />
*n* primera medalla, cread» «ad hoc».<br />
HACIA VENECIA^-Han sido <strong>de</strong>signados<br />
los artistas que <strong>de</strong>ben represen'<br />
tar a nuestro país en la Bienal veneciana.<br />
Pero machos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>signados<br />
están <strong>de</strong>scontentos. Ya es tar<strong>de</strong>; casi<br />
no habrá tiempo ni para llegar a la<br />
clausura. Por otra parte, falta an criterio<br />
<strong>de</strong>finido en la selección. Y. no hay<br />
confianza en la suerte que puedan correr<br />
los envíos. Se piensa, pues, que las<br />
inhibiciones serán muy numerosas.<br />
FERRANT EN SU TALLER,—Ángel<br />
Ferrant ha ejecutado un San Gabriel<br />
para la fachada <strong>de</strong> la nueva Escuela<br />
Diplomática <strong>de</strong> la Ciudad Universitaria.<br />
El mo<strong>de</strong>lo, ya terminado, irá realizado<br />
en cemento, en un tamaño <strong>de</strong><br />
unos tres metros. Ferrant se ocupa ahora<br />
en la restauración <strong>de</strong> una estatua<br />
SOLANA EN PARÍS—Como se sabe,<br />
nuestra embajada en París ha abierto,<br />
en la avenida Marcean, una exposición<br />
<strong>de</strong> obras <strong>de</strong> J. Gutiérrez Solana, Los<br />
críticos han quedado satisfechos.<br />
A. Warnod, en «Le Fígaro», dice que<br />
Solana es un magnifico pintor al que<br />
es preciso conocer; <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong> vasos<br />
y botellas que aparece sobre la<br />
mesa en «La tertulia <strong>de</strong> Pombo», dice<br />
que es una obra maestra. Pero, en general,<br />
parece ser que el público encuentra<br />
a Solana anticuado.<br />
LA XVII BIENAL DE VENECIA<br />
Dentro <strong>de</strong> muy pocos días será inaugurado<br />
este gran certamen mundial, que<br />
este año registra el número más alto<br />
<strong>de</strong> países participantes: treinta, incluyendo<br />
al joven Estado <strong>de</strong> Indonesia,<br />
que aco<strong>de</strong> por primera vez. Acu<strong>de</strong>n<br />
también Israel y Sudáfrica.<br />
GALERÍAS DE VIENA*-A1 cabo <strong>de</strong><br />
quince años y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una total restauración,<br />
han sido ofrecidas al público<br />
parte <strong>de</strong> las salas <strong>de</strong>l gran «Kunsthistoriches<br />
,Museum», aquéllas en que<br />
se guardan obras <strong>de</strong> Velázquez, Ticiano,<br />
Giorgtone, etc., que también han<br />
sido restauradas y limpias. Para el próximo<br />
año, por estas fechas, se espera<br />
reabrir las salas que cobijan las colecciones<br />
holan<strong>de</strong>sas, flamencas, alemanas,<br />
etc.<br />
•<br />
EL DEJLACROIX DEL SIGLO XX^-<br />
En las galerías Leicester, <strong>de</strong> Londres,<br />
ESPAÑA<br />
EXTRANJERO<br />
barroca <strong>de</strong> la Fe, <strong>de</strong>l siglo XVIII. perteneciente<br />
a un templo, monumento<br />
nacional, <strong>de</strong> Oríhuela.<br />
PERCEVAL POR ANDALUCIA_En<br />
la Sala «Municipal <strong>de</strong> Arte <strong>de</strong> Córdoba,<br />
Jesús <strong>de</strong> Perceval ha expuesto un conjunto<br />
<strong>de</strong> cincuenta y dos obras, óleos<br />
y encáusticas.<br />
MURALES EN SANTIAGO ^-Cuando<br />
se publiquen estas líneas, probablemen*<br />
te estará resuelto ya el concurso <strong>de</strong> bocetos<br />
para murales convocado por la<br />
Industria Gestora <strong>de</strong>l Turismo, con <strong>de</strong>s.<br />
tino al parador <strong>de</strong>l Hospital <strong>de</strong>l Rey,<br />
<strong>de</strong> Santiago <strong>de</strong> Compostela. La obra <strong>de</strong>finitiva,<br />
con tema jacobeo, será monumental.<br />
Entre otros, han concurrido<br />
Mampaso, Pedro Mozos y Moreno Galván.<br />
Es digna <strong>de</strong> todo encomio la actividad<br />
<strong>de</strong>sarrollada por este <strong>de</strong>partamen.<br />
to <strong>de</strong>l I. N. $., en el que se hallan los<br />
arquitectos Cano Laso y Moreno Barbera,<br />
y que está proporcionando trabajo<br />
a, buen número <strong>de</strong> nuestros artistas.<br />
FESTIVALES DE GRANADA. —Con<br />
ocasión <strong>de</strong>l Festival <strong>de</strong> Música y Danza<br />
qne este mes se celebrará en Granada,<br />
se han anunciado exposiciones<br />
<strong>de</strong> Alonso Cano, Salvador Dalí y Antonio<br />
Moscoso (figuras <strong>de</strong> «ballet»). Por<br />
su parte, acudirá también el grupo Artistas<br />
<strong>de</strong> Hoy, que tiene su se<strong>de</strong> en la<br />
galena Fernando Fe, <strong>de</strong> la Puerta <strong>de</strong>l<br />
Sol.<br />
están siendo exhibidas obras <strong>de</strong>l francés<br />
Charles Dufresne, muerto en 1938<br />
y menos conocido <strong>de</strong> lo que merece,<br />
Dnfresne pasó dos años en África <strong>de</strong>l<br />
Norte, en 1910, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces su<br />
inspiración adquirió un giro romántico<br />
y heroico que le valió el que algunos<br />
críticos le llamasen el Del&croix <strong>de</strong>l siglo<br />
XX.<br />
EL TESORO DE LOS CÓDICES^<br />
En la Biblioteca Nacional francesa ha<br />
sido reunida una sensacional colección<br />
<strong>de</strong> códices y manuscritos miniados proce<strong>de</strong>ntes<br />
<strong>de</strong> numerosas bibliotecas <strong>de</strong>l<br />
país y que abarca <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo VII<br />
al XII. Entre otros libros extraordinarios<br />
figuran el sacracnentarío llamado<br />
<strong>de</strong> Gellone, el misterioso Pentateuco <strong>de</strong><br />
Tonrs y el E\ítngela.rio <strong>de</strong> Carlomagno.<br />
La pintura <strong>de</strong> estos tempranos siglos<br />
aparece en toda su variedad.<br />
UNA SUBASTA,—El día <strong>de</strong> la Ascensión<br />
se celebró, en la galería Charpentier,<br />
París, una subasta <strong>de</strong> objetos <strong>de</strong> arte:<br />
cuadros, muebles, tapices, etc. He aquí<br />
algunos <strong>de</strong> los precios alcanzados: un<br />
Braqne, 1.350.000 francos; un Bonnard,<br />
2.000.000; un Marquet, 1J9O.O0O; una<br />
sanguina <strong>de</strong> Renoir, 650.000; un Brueghel<br />
<strong>de</strong> Velours, 1.100.000; un Koets «el<br />
Viejo», 905.000; una cómoda Luis XVI,<br />
1.506.000; ana tapicería <strong>de</strong> los Gobelt<br />
nos, según Boucher, 600.000. Total producido<br />
por la venta, 40.000.000 <strong>de</strong> francos.<br />
C.<br />
32 15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954
Estas memorias tjuc<br />
A<br />
L llegar a los sesenta y cinco'<br />
años <strong>de</strong> su edad, José María <strong>de</strong><br />
Sagarra ha sentido la necesidad <strong>de</strong><br />
«buscar los argumentos <strong>de</strong>ntro», y<br />
se ha puesto a escribir sus memorias.<br />
Pienso en el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> esta frase<br />
que el poeta acaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirme:<br />
buscar los argumentos <strong>de</strong>ntro. Dentro<br />
<strong>de</strong> sí, <strong>de</strong> su historia, <strong>de</strong> su sangre,<br />
<strong>de</strong> todo el acervo <strong>de</strong> vida y experiencia<br />
que sesenta años en la tierra<br />
<strong>de</strong>jan a un hombre <strong>de</strong> sensibilidad.<br />
Y aquí está Sagarra con este libro<br />
a más <strong>de</strong> medio escribir, este libro<br />
que tiene que salir este año, con<br />
BUS setecientas páginas y qué sé yo<br />
cuántas personas vivas y vivientes en<br />
su texto.<br />
Hay libros <strong>de</strong> memorias que se escriben<br />
para los viejos, o al menos<br />
para los que pasaron ya la mitad <strong>de</strong>l<br />
ccmino y vivieron y recuerdan lo<br />
que en las memorias se revive y se<br />
recuerda. Esas memorias son, pues,<br />
un suplemento <strong>de</strong> memoria para uso<br />
tan sólo <strong>de</strong> los que saben <strong>de</strong> qué va<br />
y a qué viene lo que en el libro se<br />
cuenta. Memorias que son pretexto<br />
para recordar y para revivir lo que<br />
ya se vio y se vivió. Memorias clausuradas<br />
para los que no vivieron el<br />
tiempo que se <strong>de</strong>scribe, tiempo y cosas<br />
y personas que no les dicen liada,<br />
ni sin memorias ni aun con memorias.<br />
Pero existe otra posibilidad, que<br />
algunas raras vecas ha sido realidad,<br />
y que uno se está oliendo que pue<strong>de</strong><br />
serlo <strong>de</strong> nuevo, ante esas hojas vivaces<br />
y agilísimas, encerradas en una<br />
carpeta que es la cuadra <strong>de</strong> esa prosa<br />
pura sangre dispuesta a una larga<br />
carrera y a una rotunda victoria.<br />
Estas memorias <strong>de</strong> Sagarra, por los<br />
fragmentos que <strong>de</strong> ellas acabo <strong>de</strong><br />
conocer, serán memorias <strong>de</strong> tiempo<br />
vivo, vivo para todos, los que lo vieron<br />
y los que no lo vimos. Vivo, porque<br />
alguien le da <strong>de</strong> nuevo el aliento,<br />
el soplo mágico <strong>de</strong> vida. Puedo <strong>de</strong>cir<br />
<strong>de</strong> mí que estoy con curiosidad <strong>de</strong><br />
ver y <strong>de</strong> leer historia, esa historia a<br />
ras <strong>de</strong> hombre que el libro <strong>de</strong> Sagarra<br />
pue<strong>de</strong> ser. Historia que ponga<br />
en pie <strong>de</strong> nuevo y al alcance emocional<br />
<strong>de</strong> todos tal comedor <strong>de</strong> fonda<br />
en tal ciudad catalana, adon<strong>de</strong> el pequeño<br />
Sagarra, con diez años <strong>de</strong> vida<br />
en el cuerpo y en el alma, ha ido a<br />
examinarse, y, <strong>de</strong> paso, a ver y a vivir<br />
una <strong>de</strong> sus primeras aventuras.<br />
Aventura que pue<strong>de</strong> consistir en cosas<br />
tan absolutamente mágicas y legendarias<br />
como una larga comida,<br />
con sopa y tres o cuatro platos, en<br />
un comedor don<strong>de</strong>, como en el arca<br />
bíblica, se han reunido algunos <strong>de</strong> los<br />
ejemplares más diversos y representativos<br />
que pasaron por la tierra un<br />
dia, y que ahora vuelven, y ya para<br />
quedarse, por obra y milagro <strong>de</strong> unos<br />
ojos y una memoria que les <strong>de</strong>vuelve<br />
la vida que tuvieron y, lo que casi<br />
es más, les permiten aparecer y permanecer<br />
a los ojos <strong>de</strong> múltiples lectores<br />
con el mismo prestigio con que<br />
los vieron, <strong>de</strong> una vez para siempre,<br />
unos ojos <strong>de</strong> niño.<br />
Este libro, pienso yo, no será, en<br />
realidad, unas, memorias, sino una<br />
memoria, algo unitario y homogéneo,<br />
una visión entera, una memoria<br />
entera, en la que todo se conjuga y<br />
en que unas cosas vienen a apoyar<br />
a las otras, y todas juntas producen<br />
un resultado, una emoción, una experiencia<br />
entera al alcance <strong>de</strong>l lector.<br />
Porque este libro es obra <strong>de</strong><br />
creación, no relajamiento <strong>de</strong>l esfuerzo<br />
creador. Obra <strong>de</strong> creación acometida<br />
con fe, con empeño. No para pa-<br />
ATENEO<br />
escribe<br />
sar el rato, sino para salvar el tiempo.<br />
Que son dos cosas radicalmente<br />
distintas.<br />
«No he querido hacer unas confesiones»,<br />
me dice Sagarra.<br />
No será tampoco este libro Una<br />
sátira. Ni una elegía.<br />
El autor prefiere hablar <strong>de</strong> confi<strong>de</strong>ncia<br />
amable.<br />
Confi<strong>de</strong>ncia, si, pue<strong>de</strong> hablarse <strong>de</strong><br />
confi<strong>de</strong>ncia, porque se trata <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />
cosas, <strong>de</strong> confiar cosas, no <strong>de</strong><br />
divagar o sobrevolar un período al<br />
son <strong>de</strong> una melancolía superficial y<br />
elegiaca. Decir cosas, emplearse a<br />
fondo, dar lo que la memoria dé, situar,<br />
exponer, quizá exponerse. No<br />
le ha faltado a Sagarra la potencia<br />
para obras <strong>de</strong> aliento y <strong>de</strong> empeño. No<br />
ha <strong>de</strong> faltarle ahora. Obra <strong>de</strong> una<br />
pieza <strong>de</strong>be ser ésta, un todo vigoroso,<br />
rico, trabado. La entrega <strong>de</strong> algo<br />
entero, un tiempo, un mundo, una experiencia.<br />
Pero la sustancial confi<strong>de</strong>ncia se<br />
adjetiva <strong>de</strong> amabilidad. Con ese tono<br />
quiere hacerse. Y si la confi<strong>de</strong>ncia se<br />
hace en serio, no por eso se quiere<br />
que <strong>de</strong>je <strong>de</strong> resultar divertida. El<br />
sentido <strong>de</strong>l color, <strong>de</strong>l relieve, esa pincelada,<br />
enérgica y rápida, que pone<br />
en pie y en carácter hombres y cosas,<br />
se encargarán <strong>de</strong> ello.<br />
Pero, con todo, no sé yo si confi<strong>de</strong>ncia<br />
amable, si esa expresión, da<br />
bien la dimensión y el alcance <strong>de</strong> este<br />
libro. Da, eso si, el tono.<br />
Estas memorias van a contener,<br />
en sus cien primeras páginas, la historia<br />
<strong>de</strong> una familia. Des<strong>de</strong> 1540, nada<br />
menos. Paso por paso, punto por<br />
punto, generación por generación.<br />
Una familia catalana, con enérgico<br />
arraigo eu la tierra <strong>de</strong> su Verdú originario;<br />
el enriquecimiento sucesivo,<br />
el ennoblecimiento sucesivo, el <strong>de</strong>sarraigo<br />
casi inevitable: traslado a<br />
Valls, primero; a Barcelona, <strong>de</strong>spués.<br />
De «hereu» en «hereu» y <strong>de</strong> boda en<br />
boda, toda una historia, en la que se<br />
explican y se encuentran las razones<br />
<strong>de</strong> mucha historia y <strong>de</strong> muchas historias.<br />
Y en esas peripecias familiares,<br />
y entre la ceniza y las almas<br />
—«Cendra i animes» es el titulo <strong>de</strong><br />
esta primera parte— que encuentra<br />
en la historia <strong>de</strong> sus antepasados, Sagarra<br />
se encuentra y explica, también<br />
en buena parte, a sí mismo. Encuentra<br />
al primero que hace versos<br />
en su familia, al primero que siente<br />
intensamente la Naturaleza, al prir<br />
mero que hace viajes. El valor histórico<br />
y social se conjuga con el valor<br />
psicológico. Y si esta parte tiene valor<br />
por sí misma, lo tiene también<br />
porque <strong>de</strong>ja expedito y preparado el<br />
paso para la segunda —«La matinada»-~,<br />
que es la infancia <strong>de</strong>l poeta,<br />
<strong>de</strong>l hombre Sagarra, infancia que logra,<br />
no ya reconstruir, sino reinventar,<br />
es <strong>de</strong>cir, re<strong>de</strong>scubrir, reencontrar.<br />
Infancia y adolescencia. Y luego<br />
viene la Universidad, el viaje a<br />
Ttalia, el período <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>, la estancia<br />
en Berlín, la vuelta. Todo esto<br />
se reparte en las dos secciones siguientes:<br />
«Entre Ariel i Caliban» y<br />
«Del 19 al 23». Y con el año 23 termina<br />
este libro, esta primera entrega<br />
<strong>de</strong> sus memorias.<br />
He hablado con Sagarra. He visto<br />
sus carpetas. El escritor ha <strong>de</strong>stapado,<br />
ante mi olfato <strong>de</strong> lector,<br />
las ollas en que se cuece este libro<br />
concentrado y sabroso. Pero le<br />
he visto, sobre todo, la Intima convicción<br />
<strong>de</strong> estar haciendo «algo», y<br />
hacerlo seriamente, con ese entusiasmo<br />
interior — y reservado—, sin el<br />
que no se pone en pie nada que valga<br />
la pena. Y me ha quedado una<br />
comezón insistente <strong>de</strong> leer este libro<br />
en seguida que salga, y un gozo <strong>de</strong><br />
presentirlo, <strong>de</strong> preverlo, <strong>de</strong> preaplaudirlo,<br />
<strong>de</strong> apostar por él.<br />
A pesar <strong>de</strong>l homenaje que este año<br />
se tributa a José María <strong>de</strong> Sagarra,<br />
con ocasión <strong>de</strong> sus sesenta años, estoy<br />
viendo que él nos entregará este<br />
libro, y nuestra <strong>de</strong>uda, en vez <strong>de</strong> disminuir,<br />
se acrecentará escandalosamente.<br />
LORENZO GOMXS
-> - f l r<br />
MARÍA SANMARTÍ: Oovache<br />
EXPOSICIONES DE<br />
FIN<br />
A temporada <strong>de</strong> exposiciones se<br />
está terminando. Pero todavía<br />
queda <strong>de</strong> qué hablar. Esta quincena,<br />
por ejemplo. Un gran éxito <strong>de</strong><br />
público: la exposición «Cuatre gats»,<br />
que ha organizado «Revista». Un interesante<br />
fenómeno <strong>de</strong> sensibilidad<br />
artística: la exposición <strong>de</strong> María Sanmartí<br />
en la Sala Gaspar. Y la presencia<br />
<strong>de</strong> un grabador <strong>de</strong> primera línea:<br />
el americano Lasansky en el círculo<br />
Artístico. Digamos algo <strong>de</strong> cada uno.<br />
«QUATRE GATS»<br />
En la Sala Pares, ía exposición <strong>de</strong><br />
homenaje y recuerdo al cenáculo <strong>de</strong>l<br />
café «Quatre gats». Rusiñol, Casas,<br />
Nonell, Picasso. Nombres que bastan<br />
para justificar cualquier recuerdo. Y<br />
la colección <strong>de</strong> obras que <strong>de</strong> ellos y<br />
<strong>de</strong> otros se ha reunido atrae cada<br />
tar<strong>de</strong> eso que en arte no suele ser<br />
frecuente: una multitud <strong>de</strong> personas.<br />
Sí, nada <strong>de</strong> minorías, nada <strong>de</strong> cuatro<br />
gatos; sea la curiosidad, los recuerdos<br />
p la calidad <strong>de</strong>l conjunto expuesto,<br />
lo cierto es que la gente acu<strong>de</strong> y<br />
se interesa.<br />
Algunas observaciones, al paso.<br />
Rusiñol. Quizá sorprenda un poco<br />
a algunos esas telas <strong>de</strong> RusiñoL Hay<br />
en ellas el espíritu agudo y vivaz <strong>de</strong><br />
sus anécdotas, ausente, en cambio, <strong>de</strong><br />
algunos <strong>de</strong> sus jardines más conocidos.<br />
Casas. Atrae la amplia representación<br />
<strong>de</strong> Ramón Casas. Hay algunos<br />
blancos <strong>de</strong> una sensibilidad admirable.<br />
Facilidad, gusto y un exquisito<br />
sentido <strong>de</strong> la atmósfera son algunas<br />
<strong>de</strong> sus cualida<strong>de</strong>s mejores. Y hay un<br />
aspecto que tiene su cara y su cruz y<br />
que nos hace reflexionar: el sentido<br />
<strong>de</strong> época que se nos impone ante sus<br />
telas. La moda se muda. La pintura<br />
<strong>de</strong> Casas nos pone <strong>de</strong>lante un tnuadtí<br />
<strong>de</strong>saparecido. Hay pasto para los recuerdos<br />
y para las evocaciones, pero...<br />
el que se note tanto esto, ¿no es un<br />
mal? Ahí está Nonell, con sus gita-<br />
nas y sus viejas, salvado, actual, con<br />
su fuerza intacta. Ahí está Picasso,<br />
con su ciego, sus mujeres, sus bohemios:<br />
vivo. Casas, o la exquisita sensibilidad<br />
aplicada a un mundo <strong>de</strong>licuescente.<br />
Nonell. Ya hemos aludido a su impresionante<br />
presencia. A su vigencia.<br />
Y a la <strong>de</strong> Picasso, tan joven entonces,<br />
tan seguro ya.<br />
La exposoción es muy amplia. Muchos<br />
nombres importantes quedarían<br />
por citar. Esta nota es simplemente<br />
eso, una nota. Pero no queremos terminarla<br />
sin añadir el nombre <strong>de</strong> Regoyos.<br />
MARÍA SANMARTI<br />
María Sanmartí, madre <strong>de</strong>l pintor<br />
Clavé, expone unas muestras <strong>de</strong> su<br />
sensibilidad para el color. Esta es, nos<br />
parece, la base que sostiene sólidamente<br />
este caso <strong>de</strong> vocación tardía<br />
para la pintura. Después <strong>de</strong> una vida<br />
larga y trabajada, María Sanmartí<br />
<strong>de</strong>scubre, <strong>de</strong> pronto, su sensibilidad<br />
pictórica. Y empieza a pintar los objetos<br />
que ve: una silla, frutas, un gato<br />
O lo que imagina: una cacería, con<br />
unos perros <strong>de</strong>liciosamente excitados,<br />
eléctricos. Pero lo que predomina es la<br />
realidad casera, cercana, tratada con<br />
cariño y atención, y con cierta amable<br />
libertad. Las virtu<strong>de</strong>s poéticas <strong>de</strong><br />
esa pintura son evi<strong>de</strong>ntes, pero-Jo más<br />
sólido y sorpren<strong>de</strong>nte ie esta e
MAURICIO LASANSKY: Autorretrato<br />
(Grabado)<br />
3. —De que existe una institución, la<br />
<strong>de</strong> las Visitadoras Sociales Psiquíatras,<br />
cuya misión es doble: por una<br />
parte, establecer un diagnóstico social<br />
que ayu<strong>de</strong> al psiquiatra; y por<br />
otra, seguir las normas <strong>de</strong>l psiquíatra<br />
para aplicar una terapéutica social.<br />
4.—De que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que la<br />
neurosis, como causa psíquica en sen-<br />
tido estricto, afecta a los españoles<br />
en la proporción <strong>de</strong> un 5 por 100.<br />
5.-De que no sólo los inteligentes<br />
llegan a locos. La posibilidad <strong>de</strong> la<br />
locura llega a todos, incluso a los imbéciles.<br />
Pue<strong>de</strong> haber locuras extraordinarias,<br />
<strong>de</strong> impulso creador <strong>de</strong>sbordante,<br />
Pero el retrasado mental hace<br />
la locura que pue<strong>de</strong>, la que está a su<br />
alcance.<br />
6. —De que ir al fútbol y no gritar<br />
al arbitro, como todo lo que sea no<br />
exteriorizar un sentimiento agresivo,<br />
es bueno para la higiene mental.<br />
7.—De que ha aumentado aterradoramente<br />
el alcoholismo en la mujer,<br />
y lo vemos en todas las clases sociales.<br />
8.— De que un tratamiento mental<br />
técnico pue<strong>de</strong> hacer <strong>de</strong>saparecer hábitos<br />
pecaminosos.<br />
9.—De Que en los manicomios hay<br />
más mujeres que hombres; pero que<br />
las neurosis, <strong>de</strong>bidas a las dificulta<strong>de</strong>s<br />
actuales, se dan más en el hombre.<br />
10. —De que la locura es algo completamente<br />
extraño a la personalidad.<br />
Los locos no son simples exagerados<br />
mentales.<br />
11. —De que la emoción, reflejada<br />
gráficamente por el llamado <strong>de</strong>tector<br />
<strong>de</strong> mentiras, no prueba nada.<br />
12. —De que la morriña y la añoranza,<br />
en cuanto neurosis, van <strong>de</strong>sapareciendo.<br />
Hoy nos ambientamos a todo.<br />
De todo esto y <strong>de</strong> otras cosas nos<br />
hemos enterado o hemos creído enterarnos.<br />
Y le hemos cogido el gusto a Ja<br />
Higiene Mental.<br />
Lo que pue<strong>de</strong> una Semana, cuando<br />
se escribe con mayúscula.<br />
H1TMO Y RECUERDO<br />
EN "CÓMICO<br />
II A acertado Bar<strong>de</strong>m con sus «Có-<br />
" micos». Nos ha dado un mundo<br />
— el <strong>de</strong> los cómicos— tratado y trabajado<br />
con gusto. Con gusto y a gusto<br />
está hecha toda la película. Muchos<br />
primeros planos. La vida <strong>de</strong>l cómico<br />
vivida <strong>de</strong> cerca, vista <strong>de</strong> cerca.<br />
Muchos actores teatrales en eí reparto:<br />
otro acierto. Un ritmo llevado con<br />
la necesaria lentitud, pero sin pausas.<br />
Con la necesaria lentitud, digo. Porque<br />
es un lugar común, y <strong>de</strong> los más<br />
transitados, el <strong>de</strong> pronunciar siempre<br />
la palabra lentitud como un reproche.<br />
Cada obra tiene su ritmo i<strong>de</strong>al, suyo,<br />
el que le conviene. Y tan malo es<br />
precipitarlo como retrasarlo. Rapi<strong>de</strong>z<br />
y lentitud son ritmos que correspon<strong>de</strong>n<br />
a distintos estados <strong>de</strong> ánimo, a<br />
distintas situaciones. Hay que saber<br />
encontrar el ritmo propio y respetarlo.<br />
Si «Cómicos» fuera una sátira, bien<br />
le iría un ritmo rápido. Pero, no es<br />
una sátira. ¿Qué es? Es un documento,<br />
pero, sobre todo, es una evocación. Esta<br />
película está hecha a paso <strong>de</strong> recuerdos.<br />
Tiene un enca<strong>de</strong>namiento vagamente<br />
sonámbulo, recordado. Muy<br />
bifena y oportuna la entrada, la previa<br />
presentación <strong>de</strong>l tema y los personajes,<br />
antes <strong>de</strong> darnos título, reparto<br />
y <strong>de</strong>más letras y nombres iniciales.<br />
Y es —subrayémoslo— un acierto <strong>de</strong><br />
ritmo; llamar obertura a esas secuencias<br />
no sería ningún <strong>de</strong>spropósito. Como<br />
otro acierto <strong>de</strong> ritmo, y <strong>de</strong> ritmo<br />
evocado, soñado, recordado, es el final,<br />
ese final lentísimo, <strong>de</strong>morado,<br />
casi musical, esos aplausos insistentes<br />
en el teatro vacío, eso que es la<br />
coda <strong>de</strong> esta espléndida película.<br />
Y los <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> la cinta —que los<br />
tiene, naturalmente— son también, a<br />
nuestro juicio, equivocaciones <strong>de</strong> ritmo.<br />
Por ejemplo, esa escena en que<br />
la muchacha y su pretendiente, el actor<br />
ocasional —el personaje menos interesante<br />
<strong>de</strong> la einta, quizá porque<br />
sólo ocasionalmente es actor, y, por<br />
tanto, está menos en su mundo—,<br />
en un café <strong>de</strong> una ciudad provinciana<br />
hablan <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> los cómicos, <strong>de</strong><br />
su monotonía y <strong>de</strong> que todas las capitales<br />
<strong>de</strong> provincias son iguales. Pues<br />
bien: la escena resulta pesada y, sin<br />
ATENEO<br />
embargo, los dos interlocutores dicen<br />
con rapi<strong>de</strong>z sus respuestas, con <strong>de</strong>masiada<br />
rapi<strong>de</strong>z precisamente, con una<br />
rapi<strong>de</strong>z que nos hace ver que no<br />
es posible que estén pensando lo que<br />
dicen, y sintiéndolo, que en una escena<br />
melancólica el ingenio no funciona<br />
tan <strong>de</strong> prisa, que aquello es, en suma,<br />
diálogo, «literatura», que lo están<br />
recitando, simplemente, y <strong>de</strong> ahí ia<br />
sensación <strong>de</strong> falsedad, <strong>de</strong> incomodidad.<br />
A «Cómicos» le iba la lentitud, el<br />
ritmo <strong>de</strong>morado, la suave flui<strong>de</strong>z en<br />
la evocación, en el ensueño. Pero su<br />
paso por la cartelera ha sido, por el<br />
Kn el tren <strong>de</strong> «Cómicos»<br />
PICASSO: Retrato <strong>de</strong> Sebastián Junyer Vidal<br />
contrario, incómodamente rápido. Son<br />
bastantes los que no han tenido tiempo<br />
<strong>de</strong> verla y <strong>de</strong> gustarla. ¿Causas?<br />
No nos sentimos con datos para esclarecerlas.<br />
¿ Falta <strong>de</strong> público? No<br />
nos lo pareció el dia que la vimos.<br />
Pero tampoco nos atrevemos a <strong>de</strong>scartar<br />
esa causa. ¿Poca confianza inicial<br />
en su éxito? ¿Esos «compromisos<br />
<strong>de</strong> programación» que se invocan<br />
a veces en los anuncios? Lo que sea.<br />
Pero ha sido una lástima. «Cómicos»<br />
tuvo éxito en Cannes. También lo ha<br />
tenido aquí, creo, entre los pocos que<br />
la vieron. Hay películas que duran en<br />
ias carteleras, pero no en el recuerdo.<br />
Otras duran en el recuerdo, aunque no<br />
duren en las carteleras. De éstas es<br />
«Cómicos».<br />
NEÓN<br />
MÚSICA ALEMANA<br />
I A Orquesta Municipal <strong>de</strong>dicó su<br />
tercer concierto <strong>de</strong> primavera a la<br />
música alemana. A la música alemana,<br />
digámoslo así en alemán. Porque<br />
dirigió la Orquesta, en esta ocasión,<br />
el doctor Hans Schmidt Isserstedt,<br />
alemán <strong>de</strong> nacimiento y sensibilidad.<br />
Gracias a él pudimos penetrar a pleno<br />
pulmón en el bosque encantado <strong>de</strong> la<br />
Segunda Sinfonía <strong>de</strong> Brahms. ¿Será<br />
mucho <strong>de</strong>cir que no recordamos una<br />
audición mejor <strong>de</strong> esa Sinfonía? Is-*<br />
serstedt nos naturalizó en el clima <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>nsidad poética, <strong>de</strong> milagrosa claridad<br />
por <strong>de</strong>ntro, propio <strong>de</strong> ese «<strong>de</strong>spliegue<br />
<strong>de</strong> alma» que son las sinfonías<br />
<strong>de</strong> Brahms. ¡Qué interpretación<br />
tan precisa, tan sensible, tan po<strong>de</strong>rosa<br />
c iluminadora!<br />
Una obra nueva para nosotros: la<br />
Música <strong>de</strong> Concierto para Cuerda y<br />
Metal, <strong>de</strong> Hin<strong>de</strong>mith. Música sólidamente<br />
musical, música nacida <strong>de</strong> si<br />
misma, en ningún momento <strong>de</strong>sencarnada,<br />
teórica, tío se compren<strong>de</strong> bien<br />
el silencioso conato <strong>de</strong> dignidad ofendida<br />
<strong>de</strong> algunos. Pue<strong>de</strong> gustar más o<br />
menos, pero es tan música <strong>de</strong> concierto<br />
como cualquier otra. Y tan alemana.<br />
La Incompleta <strong>de</strong> Schubert y la<br />
Obertura Leonora número 3 <strong>de</strong><br />
Beethoven encontraron una muy a<strong>de</strong>cuada<br />
interpretación. ¿ Diremos que<br />
tal vez no ocurrió lo mismo con la<br />
Sinfonía en mi bemol <strong>de</strong> Mozart? Interpretación<br />
correcta, matizada, segura,<br />
pero escasamente inspirada. El<br />
vuelo se convertía en subida regular,<br />
y en vez <strong>de</strong> saltar milagrosamente,<br />
diríamos que el ritmo botaba. Mozart,<br />
sí, pero cuadriculado. Un genio alemán,<br />
Mozart, pasado por el genio específicamente<br />
alemán más reposado,<br />
más lento, má"s serio y solemne.<br />
Por eso el mejor servicio que nos<br />
prestó Hans Schmidt Hisserstedt fue<br />
la audición rica, clara, inolvidable <strong>de</strong><br />
una Segunda <strong>de</strong> Brahms que guardaremos<br />
en nuestro álbum <strong>de</strong> experiencias.<br />
Y digamos también que la Orquesta<br />
se mostró exquisitamente maleable.
| I Mancha, región siempre <strong>de</strong>jada UQ<br />
*•* po.o a trasmano por les turistas<br />
urgentes y los españolístas <strong>de</strong> boquilla,<br />
recibió <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong> la visita <strong>de</strong><br />
un escritor: algún curiosón que se mitía<br />
en la empresa con el mismo aire<br />
heroico <strong>de</strong>l que iba a las Indias; tal vez<br />
otro que se <strong>de</strong>spistó <strong>de</strong> carretera, y ya<br />
entre cales entrevistas, hizo unos trazos.<br />
Sacado el famoso libro <strong>de</strong> «Azorín» y<br />
algunos artículos <strong>de</strong> Víctor <strong>de</strong> la Serna,<br />
la bibliografía sobre la Mancha es poca<br />
y <strong>de</strong> compromiso. Hemos sido, como los<br />
pobres, poco visitados y disimulados en<br />
los encuentros; puente casi aéreo entre<br />
el <strong>Madrid</strong> que manda y la Andalucía<br />
que halaga: algo así como nna atierra<br />
<strong>de</strong> nadie que los viajeros aprovechaban<br />
para dormir o para consultar temerosos<br />
sus mapas y guías. Hasta el Vino<br />
nos han negado siempre. Parecía que<br />
ésta era ana zona <strong>de</strong> servidumbre española<br />
sin <strong>de</strong>rechos normales. Hoy, gracias<br />
a la enorme categoría humana e<br />
intelectual <strong>de</strong> José María <strong>de</strong>l Moral y<br />
Pérez <strong>de</strong> Zayas, la vida espiritual y material<br />
<strong>de</strong> esta región manchega está virando<br />
hacia los vientos más propicios<br />
<strong>de</strong> sa historia. El día que se publique<br />
el completo arancel <strong>de</strong> los bienes <strong>de</strong><br />
toda índole recibidos por Ciudad Real<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que la gobierna Del Moral, a muchos<br />
les resoltará increíble. En estos<br />
momentos, en los que más <strong>de</strong> sesenta<br />
-escritores acaban <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedirse emocionados<br />
<strong>de</strong>l gobernador <strong>de</strong> mi provincia,<br />
pue<strong>de</strong> uno <strong>de</strong>cir estas cosas sin temor<br />
a que algunas agudas sensibilida<strong>de</strong>s las<br />
echen a mala- parte. No hago con ellas<br />
más que una menguada justicia.<br />
por eso, cuando en Puerto Lapice,<br />
término ae la provincia, José María<br />
<strong>de</strong>l Moral iba abrazando a cada uno<br />
<strong>de</strong> los sesenta escritores que venían a<br />
recorrer durante eoatro días estas tierras<br />
casi inéditas, no hacía otra cosa<br />
que escribir un capítulo sin prece<strong>de</strong>ntes<br />
en toda la historia <strong>de</strong> La ¿4ancha.<br />
Como un jornadista más, • y como el<br />
primero e indiscutible «cicerone» <strong>de</strong><br />
Ciudad Real, siguió paso a paso el itinerario<br />
<strong>de</strong> estas «Jornadas», atendiendo<br />
la más mínima curiosidad <strong>de</strong>l último<br />
<strong>de</strong>mandante.<br />
Bajo el ala ancha <strong>de</strong> los sombreros<br />
<strong>de</strong> trillador con que obligó el recio sol<br />
<strong>de</strong> mayo a cubrirse a los peregrinos,<br />
fueron <strong>de</strong>sgrsnáSMose ano a ano tes<br />
pueblos más famosos y <strong>de</strong> obligada visita<br />
<strong>de</strong> esta excursión. En el mismo<br />
Puerto Lapice, bajo el fresco porche <strong>de</strong><br />
La Venta <strong>de</strong> los Templarios, entre cates<br />
y zarzos <strong>de</strong> carrizo, corrieron los<br />
primeros vinos en jarros <strong>de</strong> barro. Allí<br />
se inauguró «i molino <strong>de</strong>l «Bachiller<br />
Sansón Carrasco». Ya que el gobernador<br />
quiere que no haya pueblo sin molino,<br />
ni molino sin breve exposición arqueológica,<br />
pictórica a bibliográfica.<br />
tas, sin más asi<strong>de</strong>ro que sus aspas; aspas<br />
COR velas marineras. Entramos.<br />
Una pina escalera <strong>de</strong> caracol conduce<br />
a la «.aueza oe gruesos utaueros; ma<strong>de</strong>ros<br />
que crujen y retiemblan cuando<br />
las aspas giran. Des<strong>de</strong> et más alto ventanuco<br />
<strong>de</strong> un molino vemos el pueblo<br />
encalado, que casa a casa cae hacia<br />
abajo, había la plaza, don<strong>de</strong> están construyendo<br />
una iglesia nueva. Coamiga<br />
ha subido García Luengo. El molinero<br />
está muy enfadado porque su molino no<br />
pue<strong>de</strong> moverse aquel día. Tiene moa<br />
pieza rota. Un poco celoso porque nadie<br />
viene a él, dice que es más capaz<br />
que los <strong>de</strong>más. Un guia espontáneo nos<br />
lleva a nna <strong>de</strong> las machas cuevas que<br />
allí hay convertidas en viviendas. ¡Qué<br />
cuevas! En ellas, la cal relumbra hasta<br />
cegar. Todo fresco y pulcro. La ancha<br />
y alta cama <strong>de</strong> la dueña con tres colchones;<br />
en la pared, el retrato <strong>de</strong> nn<br />
soldado <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong> África. Una<br />
ancha banca con cobertor rojo. Alguno<br />
<strong>de</strong>sea quedarse a escribir allí. Una parra<br />
trepa pujante y <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> tierno<br />
sobre el fondo restallante <strong>de</strong> la cal. No<br />
se oye otra cosa que el piar <strong>de</strong> mil pájaros.<br />
En la plaza unas chicas, acompañadas<br />
<strong>de</strong> pocos instrumentos <strong>de</strong> viento,<br />
cantas unos «mayos». Con los cánticos,<br />
el vino y las chicas, el tiempo corre y<br />
llegamos a Tomelloso con retraso. Los<br />
sesenta anfitriones que han <strong>de</strong> hospedar<br />
en sus casas particulares a los se 1<br />
senta escritores, aguardan en la puerta<br />
<strong>de</strong>l Ayuntamiento. Mediante una rápida<br />
y eficaz organización, a los diez minutos<br />
<strong>de</strong> bajar <strong>de</strong>l coche, a cada escritor<br />
le ha sido presentado su «tallo»,<br />
como <strong>de</strong>cía Delibes, refiriéndose a la<br />
antigua usanza marinera. Media hora<br />
<strong>de</strong>spués, cada escritor con su acompañante<br />
estaba en la bo<strong>de</strong>ga don<strong>de</strong> se<br />
daba la cena, limpio y alipizado. Las<br />
mesas están entre las ringlas <strong>de</strong> tinajas<br />
<strong>de</strong> barro <strong>de</strong> una inmensa bo<strong>de</strong>ga.<br />
Las panzas sonrosadas <strong>de</strong> las tinajas<br />
cubren la carrera <strong>de</strong>l improvisado comedor.<br />
No está mal comer entre tinajas<br />
vinateras: su bonachona configuración<br />
es compañía apacible. Cada escritor se<br />
sentó junto a su «tallo» para irse co-<br />
ver<strong>de</strong> azulada) otra, sonrosada aquélla.<br />
Aguas quedas, límpidas, reflejando el<br />
monte bajo y los pinares, los serrijones<br />
<strong>de</strong> roja arcilla; el cielo y sus pájaros<br />
se copian sobre el agua intacta. Bajo<br />
los pinos están preparadas las mesas<br />
para el almuerzo. Unos cuantos nos bañamos<br />
en la laguna <strong>de</strong>l Rey. El primer<br />
baño <strong>de</strong> la temporada. Las aguas son<br />
muy profundas y los no nadadores miran<br />
con envidia.<br />
Ignacio Al<strong>de</strong>coa cojea, apoyándose en<br />
una garrota <strong>de</strong> pastor. Fragoso <strong>de</strong>l Toro<br />
lleva cuarenta y ocho horas seguidas<br />
diciendo chistes. Sebastián Juan Arbó,<br />
un poco melancólico, con sn aspecto <strong>de</strong><br />
hombre campero y pensativo, charla<br />
con Sol<strong>de</strong>vüa, el veterano escritor catalán.<br />
El hombre que no ha perdido<br />
jamás su compostura es Acquaroni. Va<br />
impecable, como si se cambiase <strong>de</strong> ropa<br />
cada media hora. Siempre peinada y<br />
con la camisa limpia. Castillo Puche<br />
no ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> reír en iodo el viaje.<br />
Castresana andulea solo y pensativo <strong>de</strong><br />
acá para allá~. Salimos camino <strong>de</strong> Infantes,<br />
el viejo pueblo don<strong>de</strong> murió<br />
4)nevedo. Paramos ante la iglesia <strong>de</strong><br />
piedra roja, como incendiada por el<br />
sol. Cada cual echa por don<strong>de</strong> quiere.<br />
No hay casa sin blasón, ni calle sin<br />
palacio, ni palacio sin forjas pesadas y<br />
artísticas. Sobran palacios y caserones<br />
en Infantes. Al siglo actual le sobra espació.»<br />
en .Infantes. Se incorporan a<br />
las «Jornadas» la escritora peruana Elvira<br />
Miró Quesada y Regino Saiz <strong>de</strong> la<br />
Maza. Vienen en coche particular. En<br />
la parroquia visitamos la capilla don<strong>de</strong><br />
estuvo enterrado Quevedo. Luego, Marcelo<br />
Arroita, más gordo que nunca, lee<br />
anos versos <strong>de</strong> don Francisco como homenaje<br />
simbólico. Salvador Jiménez,<br />
que parece recién traído <strong>de</strong> Méjico con<br />
su cara <strong>de</strong> indio y su sombrero <strong>de</strong> trillador,<br />
anda mirando blasones. Fe<strong>de</strong>rico<br />
Muelas ríe como siempre y dice sus<br />
chistes confi<strong>de</strong>nciales. El antiguo cuartel<br />
general <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Calatrava<br />
es ahora un caserón <strong>de</strong> vecinos. Queda<br />
su patio maravilloso, con columnas <strong>de</strong><br />
piedra que llevan por sombrero enormes<br />
zapatas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra. Otro antiguo<br />
palacio es un cine ahora.<br />
o/re..<br />
nía escritores en autocar por las tierras <strong>de</strong> Don Quijote...<br />
El campo ahora, en su mejor tiempo,<br />
cabría la llanura <strong>de</strong> ver<strong>de</strong>s cambiantes.<br />
Los viñedos en hileras, trepando y retrepando<br />
por los suavísimos alcores,<br />
iter<strong>de</strong> clara la pámpana y roja la tierra.<br />
Los sembrados, ya en flor <strong>de</strong> siega,<br />
suavemente rizados, bor<strong>de</strong>aban la carretera,<br />
cercaban el nsoliso, salpicados <strong>de</strong><br />
amapolas. Alcázar <strong>de</strong> San Juan a la<br />
vista. Unos segadores sos saludan, levantando<br />
las hoces jubilosos. Son hoces<br />
<strong>de</strong> paz. Y ya en Alcázar, una fresca<br />
bo<strong>de</strong>ga. Entre dos ringlas <strong>de</strong> pipas <strong>de</strong><br />
roble, las mesas para el a^tiuerzo. Hay<br />
flores entre el vino y el queso. Se oyen<br />
lejanas las bandurrias <strong>de</strong> ana rondalla<br />
que ameniza. Los comensales, con sombreros<br />
<strong>de</strong> paja, flores y espigas, llevan<br />
el polvo <strong>de</strong>l camino sobre las ropas, el<br />
mismo polvo? qae enterragó a Don Quijote<br />
tantas veces; pero esta vez el polvo<br />
cae sobre manteles blancos y no<br />
sobre la recia piel <strong>de</strong> cabra, sobre la<br />
que yantaban tas pastores. Después <strong>de</strong>l<br />
almuerzo hay seguidillas mane&egas en<br />
el jarais. García Serrano va vestido <strong>de</strong><br />
«ful infantería». Car<strong>de</strong>nal Iracheta lleva<br />
ana calabaza colgada <strong>de</strong>l cinto <strong>de</strong>l<br />
pantalón. Cañábate fama un puro, su<br />
puro <strong>de</strong> siempre.<br />
Ahora vamos hacia Campo <strong>de</strong> Crlptana.<br />
Es media tar<strong>de</strong>. Hace un calor<br />
sofocante. En el autocar todos van en<br />
mangas <strong>de</strong> camisa. Sobre la sierra mo<strong>de</strong>rada,<br />
el pueblo <strong>de</strong> Criptana trepa con<br />
las encamas <strong>de</strong> sos casitas pulquérrimas,<br />
que no en bal<strong>de</strong> es el pueblo más<br />
limpio <strong>de</strong> España. Sobre la sierra, los<br />
tres molinos; más arriba, mucho más<br />
arriba <strong>de</strong> la iglesia, como aviones encabritados,<br />
como casas con hélice. Entramos<br />
ea el pueblo. Allá arriba, junto<br />
a los molinos, nos aguardan las chicas<br />
más guapas <strong>de</strong> la provincia vestidas <strong>de</strong><br />
manchetas, con jarras <strong>de</strong> «zurra* y platos<br />
con «tacos» <strong>de</strong> queso. Los molinos,<br />
<strong>de</strong>slumbrantes <strong>de</strong> cal, son torres exen-<br />
nociendo. La cena transcurre entre risas<br />
y conversaciones. El vino, como<br />
siempre, corre incansable. En las primeras<br />
horas <strong>de</strong> la madrugada los comensales<br />
comienzan a dispersarse. Van<br />
hacia los bares, hacia el casino, a ver<br />
el pueblo. Un grupo entra a ver una<br />
cueva o bo<strong>de</strong>ga subterránea. Todo Tomelloso<br />
tiene los pies metidos en vino.<br />
Apenas hay casa sisa cueva. El suelo,<br />
calizo, permite que puedan construirse<br />
solamente ea\*ando, sin bóvedas ni columnas.<br />
Hacf las doce <strong>de</strong>l día 28 llegamos a<br />
Argamasilla <strong>de</strong> Alba. El hidalgo pae-<br />
Mo, siempre silencioso para mejor escachar<br />
el pasar <strong>de</strong>l menguado Guadiana,<br />
en esta mañana ha salido a la calle.<br />
Vamos a la «Cueva <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> Medrano»<br />
para rendir nn breve homenaje a<br />
Cervantes. Es un homenaje simbólico.<br />
Angeles VÜlarta abre al arbitrio un tomo<br />
<strong>de</strong> la famosa edición <strong>de</strong> Rivb<strong>de</strong>neira<br />
y lee nnas líneas.<br />
—Así escribía Cervantes—dijo alguien.<br />
—T mejor—contestó un ehasco.<br />
En la glorieta <strong>de</strong>l pueblo se ha hecho<br />
un corro con sitias y mesas, sobre las<br />
cuales han puesto los primeros vinos<br />
<strong>de</strong> aquella mañana. Se bailan seguidillas.<br />
Un viejo graciosísimo las canta al<br />
son <strong>de</strong> la guitarra:<br />
Zapatitos <strong>de</strong> lona<br />
lleva la dama.<br />
Yo conozco al borrego<br />
que da la lana.<br />
El ritmo nervioso y labriego <strong>de</strong> las seguidillas,<br />
la sombra codicia<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> los<br />
árboles y el vino amenguado con gaseosa,<br />
no <strong>de</strong>jan ganas <strong>de</strong> continuar el<br />
viaje.<br />
Las dos <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. Rui<strong>de</strong>ra. La llanura<br />
ha escamoteado su sequedad y nivel<br />
y abre su seno para formar 'a pequeña<br />
Suiza <strong>de</strong> La Mancha. Cada laguna<br />
tiene un color. Ver<strong>de</strong> esmeralda,<br />
Alguien a mi lado recuerda una seguidilla<br />
que oyó en Argamasilla <strong>de</strong><br />
Alba:<br />
Dicen qae no me quieres<br />
porque soy sordo.<br />
Y yo a ti no te quiero<br />
por lo que oigo.<br />
En una glorieta espaciosa hay mesas<br />
y vino, vino con tropezones. Allí vamos<br />
acudiendo. Toca una rondalla. Las chicas<br />
pi<strong>de</strong>n autógrafos. Zunzunegoi, en<br />
mangas <strong>de</strong> camisa y también con sombrero,<br />
es el más asediado. Aiqaien pregunta<br />
si ha venido Lope <strong>de</strong> Vega.<br />
«Chuchi» le dice que no; que se ha<br />
quedado en <strong>Madrid</strong> para casar, a ana<br />
hija. García Luengo sigue vivo. Figueroa,<br />
con sus ojos claros y las cejas<br />
blanqueadas por el poK*o <strong>de</strong> la carrete'<br />
ra, bebe vino a sorbos pequeños. Comienzan<br />
las chicas a cantar los famosos<br />
«mayos» <strong>de</strong> Infantes:<br />
Mayo mayo, mayo<br />
bien venido seas,<br />
por esos caminos<br />
sendas y veredas.<br />
En el alto cielo<br />
se cría la rosa.<br />
dichosa es el alma<br />
que vaya y la coja.<br />
Salimos hacia Val<strong>de</strong>peñas. Es tar<strong>de</strong><br />
y no nos da tiempo a quedarnos más<br />
tiempo en Infantes, como nos hubiese<br />
gastado. El chofer <strong>de</strong>l autocar se <strong>de</strong>spista<br />
<strong>de</strong> carretera y paramos ante un<br />
centro <strong>de</strong> inseminación artificial. Una<br />
hora <strong>de</strong> chistes a costa <strong>de</strong> la inseminación.<br />
Muelas compone ana redondilla<br />
qae no hay forma <strong>de</strong> transcribir.<br />
Vamos <strong>de</strong>rechos a las bo<strong>de</strong>gas don<strong>de</strong><br />
hemos <strong>de</strong> cenar. La gente está cansada<br />
y la sobremesa es corta. Allí leo yo una<br />
cuartilla en homenaje a Joan Alcai<strong>de</strong>.<br />
Merlo Delgado, unos poemas <strong>de</strong>l malogrado<br />
poeta manchego.<br />
316 15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954
A las doce <strong>de</strong>l día 29 sétimos hacia<br />
Viso oel marqués. En ei autocar y<br />
otras partes, Luis Alonso <strong>de</strong> Vega<br />
due.me, y naola en voz baja entre sueños.<br />
Vamos a ver el palacio <strong>de</strong> don Alvaro<br />
<strong>de</strong> tsazán, primer marqués <strong>de</strong> Santa<br />
uruz y primer marino <strong>de</strong> España. En<br />
la panoquia se reza un responso an*e<br />
su sepultura. Entramos en el palacio.<br />
Imponente fábrica muy <strong>de</strong>l Kenacimiento<br />
italiano. Todos sus muros y techumbres<br />
tienen pinturas al fresco <strong>de</strong><br />
muy vivos colores. Don Julio Goillén<br />
nos enseña el archivo <strong>de</strong> la Marina<br />
española que allí se está Instalando.<br />
Múltiples anaqueles con legajos que habían<br />
<strong>de</strong>l m;>- entre las secas tierras <strong>de</strong><br />
La Macha, a muchas leguas <strong>de</strong>l litoral.<br />
Gran<strong>de</strong>s estancias, anchos corredores,<br />
muebles <strong>de</strong> la época, versos <strong>de</strong> Lope <strong>de</strong><br />
Vega alusivos al marqués grabados en<br />
mármol; panoplias con aguijones y<br />
aceros toledanos. Unos marineros sirven<br />
«zurra» <strong>de</strong> vino tinto y almendras.<br />
A Carmen NonelJ, Elvira Miró y 3 mí,<br />
Regípo Sáiz <strong>de</strong> la Maza nos enseña los<br />
<strong>de</strong>dos <strong>de</strong> su mano izquierda encallecí*<br />
dos por las cuerdas <strong>de</strong> la guitarra; callos<br />
redondos, breves y acanalados por<br />
la cnerda. En la bóveda ine cubre el<br />
rellano <strong>de</strong> La majestuosa escalera, alguien<br />
ba <strong>de</strong>scubierto unas pisturas al<br />
fresco muy mitológicas y todo lo qne usted<br />
quiera, pero poco eticantes. Los<br />
curiosos acu<strong>de</strong>n a ponía. Revuelan<br />
unas palomas blancas sobre_ el_ patio<br />
renacentista y bajo el cielo límpido <strong>de</strong><br />
La Mancha. Los jornadistas van para<br />
uno y otro lado <strong>de</strong>l palacio. Salimos<br />
hacia Almagro, don<strong>de</strong> pasaremos el resto<br />
<strong>de</strong>l aquel día. Bajamos en la plaza<br />
<strong>de</strong>l pueblo. Una <strong>de</strong> las más impresionantes<br />
<strong>de</strong> España. Plaza cuadrilonga,<br />
<strong>de</strong> soportales larguísimos. Sobre ellos,<br />
ma<strong>de</strong>ras \tr<strong>de</strong>s y cristales. «Primavera<br />
<strong>de</strong> ver<strong>de</strong>s y cristales» le llamé el poeta<br />
Alcai<strong>de</strong> Sánchez. Flaza marinera, con<br />
sabor <strong>de</strong> vieja carabela. Vamos a comer<br />
al patio <strong>de</strong> los dominicos <strong>de</strong> Almagro.<br />
Precioso patio renacentista y gótico. En<br />
sus atrios abundan los escudos <strong>de</strong> los<br />
Padilla y Girón, maestres famosos <strong>de</strong><br />
las Or<strong>de</strong>nes Militares. Entre cada dos o<br />
tres escritores hay un fraile: blancas<br />
las tocas y blanca la palabra entre tanto<br />
dicharachero y moreno. Casi todos<br />
los dominicos son asturianos, ya se sabe.<br />
Uno <strong>de</strong> ellos se parece mucho al<br />
artista Fernán-Gómez. La comida es suculenta,<br />
más todavía que la. <strong>de</strong> Tome*<br />
do en la cátedra! granadina contra la<br />
Concepción Inmculada <strong>de</strong> María, estuvo<br />
finamente representada en la Qlorieta<br />
Azul. Merecieron asimismo los<br />
aplausos <strong>de</strong>l público las ilustraciones<br />
musicales —tan acertadas, tan bellamente<br />
ajustadas al asuntó y la época—<br />
<strong>de</strong> Enrique Franco, especialmente<br />
en el «ballet» introducido en la obra<br />
como preludio <strong>de</strong>l Nacimiento <strong>de</strong> la<br />
Virgen.<br />
CONCIERTOS DEL. CUARTETO<br />
VEGJH Y LA ORQUESTA NA-<br />
CIONAL<br />
Pocas veces se encuentra la crítica<br />
ante el caso excepcional, ante el hecho<br />
artístico que rara vez se tiene la<br />
oportunidad <strong>de</strong> disfrutar. Tal ha sucedido<br />
con la presentación en Sevilla<br />
<strong>de</strong>l Cuarteto Vegh. La música <strong>de</strong> cámara<br />
es propia <strong>de</strong> selección, <strong>de</strong> muy<br />
reducidas minorías. Estas minorías, en<br />
clima musicalmente frío como el sevillano,<br />
parecen exigentes y no son tan<br />
fáciles ai arrebatado entusiasmo. Pues<br />
bien; los dos conciertos <strong>de</strong> esta famosa<br />
agrupación consiguieron arrebatar auténticamente<br />
al público que asistió a<br />
ellos en el Patio <strong>de</strong> Caríos V <strong>de</strong>l Alcázar.<br />
El primer concierto consistió en<br />
los cuartetos en do mayor <strong>de</strong> Haydn,<br />
en sol <strong>de</strong> Debussy y en mi menor <strong>de</strong><br />
Beethoven. Las ovaciones <strong>de</strong>l auditorio,<br />
que había acogido con entusiasmo<br />
la espléndida ejecución <strong>de</strong> los artistas,<br />
su inigualable sonoridad, acoplamiento<br />
y compenetración con el sentido <strong>de</strong> las<br />
composiciones, ¡legó a un punto culminante<br />
cuando terminó la interpretación<br />
<strong>de</strong>l Cuarteto <strong>de</strong> Debussy, con su<br />
estructura mo<strong>de</strong>rnísima y la resonancia<br />
española <strong>de</strong>l segundo tiempo.<br />
En ia segunda audición figuraban<br />
«cuartetos» ae Mozart, Ravel y ürahms.<br />
Conocidos los <strong>de</strong>l primero y último,<br />
el <strong>de</strong> ttavel en fa —únicQ que compuso<br />
el célebre músico francés, por los<br />
años 1902-3— había <strong>de</strong>spertado honda<br />
curiosidad en el público. Y verda<strong>de</strong>ramente<br />
no <strong>de</strong>fraudó a los. oyentes, que<br />
llenaban por completo el hermoso patio.<br />
La precisión espléndida <strong>de</strong> Maurice<br />
Ravel no pudo encontrar mejores<br />
intérpretes que estos cuatro virtuosos,<br />
<strong>de</strong> condiciones raras veces reunidas, como<br />
solistas^ y como conjunto.<br />
La Orquesta Nacional, bajo la dirección<br />
<strong>de</strong> Ataúlfo Argenta, ofreció otros<br />
dos conciertos en el Patio <strong>de</strong> la Montería<br />
<strong>de</strong> los Reales Alcázares. Hemos<br />
encontrado a esta agrupación más hecha,<br />
más madura aún que en otras ocasiones.<br />
Argenta logró sacar un enorme<br />
partido <strong>de</strong> ias posibilida<strong>de</strong>s que ofrece<br />
esta numerosa entidad instrumental. El<br />
bello sonido <strong>de</strong> la cuerda —tan poco logrado<br />
en grupos semejantes— es pastoso<br />
y <strong>de</strong> timbre agradabilísimo. Lo<br />
mismo pue<strong>de</strong> asegurarse <strong>de</strong> los instrumentos<br />
<strong>de</strong> metal y ma<strong>de</strong>ra. Un ajuste<br />
espléndido logró realizar una inolvidable<br />
versión <strong>de</strong> la «Séptima sinfonía»<br />
<strong>de</strong>l «coloso <strong>de</strong> Bonn»; la gracia, la brillante<br />
jocundidad <strong>de</strong> sus compases, fueron<br />
interpretadas con arte exquisito.<br />
Por eso, a nadie extrañó que en el segundo<br />
concierto, la «Primera sinfonía»<br />
<strong>de</strong> Brahms rayase a la altura que el<br />
director y su orquesta supieron imprimirle;<br />
máxime si se tiene en cuenta<br />
que escuchábamos a un especialista en<br />
el famoso compositor <strong>de</strong> Harr.burgo.<br />
«Iberia», <strong>de</strong> Debussy, fue expresada<br />
en toda su <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, así como lució<br />
la maravilla orquestal <strong>de</strong> la «Alborada<br />
<strong>de</strong>l gracioso», raveliana. De música española<br />
escuchamos unas espléndidas<br />
interpretaciones <strong>de</strong> «Evocación» y<br />
«Tríana», <strong>de</strong> Albéniz; «La procesión <strong>de</strong>l<br />
Rocío», <strong>de</strong> Joaquín Turina —propia <strong>de</strong><br />
estos días ro<strong>de</strong>ros que vive la ciudad—,<br />
y KEI amor brujo» y «El sombrero <strong>de</strong><br />
tres picos», <strong>de</strong> Manuel <strong>de</strong> Falla. La<br />
insistencia <strong>de</strong>l auditorio, que ovacionaba<br />
durante varios minutos a la orquesta,<br />
obligo a dar, fuera <strong>de</strong> programa,<br />
el Intermedio <strong>de</strong> «Goyescas», en<br />
el primer concierto, y la danza <strong>de</strong> «La<br />
vida breve», en el segundo. De verda<strong>de</strong>ro<br />
acontecimiento artístico, no realizado<br />
en Sevilla <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace muchísimo<br />
tiempo, pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse el ciclo<br />
musical <strong>de</strong> los festivales.<br />
Y una lección pue<strong>de</strong> servir <strong>de</strong> estimulo<br />
a la Dirección General <strong>de</strong> Información<br />
y al Ayuntamiento <strong>de</strong> la ciudad,<br />
organizadores <strong>de</strong> los espectáculos.<br />
Sevilla ansiaba ardientemente esta<br />
campaña artística. Para corroborarlo<br />
están ahí las estadísticas. Más <strong>de</strong> 4X00<br />
personas han asistido a las ^presentaciones<br />
<strong>de</strong> «ballet» y teatro; alre<strong>de</strong>dor<br />
<strong>de</strong> un millar asistió a los conc\ert?s <strong>de</strong><br />
música <strong>de</strong> cámara, y unas 3.000 al con<br />
eierto popular <strong>de</strong> la Orquesta madreña.<br />
De haber dispuesto <strong>de</strong> más espae'o,<br />
no cabe iluda se hub'ese podido duplicar<br />
estas cifras, porgue las entradas se<br />
terminaban en ta'j'Ua varias horas<br />
antes <strong>de</strong> comenzar el acto. Este es el<br />
balance alentador.<br />
ENRIQUE SÁNCHEZ PEBKOTE<br />
RMAS Y LAS LETRAS<br />
EXPOSICIÓN BIBLIOGRÁFICA MILITAR ESPAÑOLA<br />
EN LA BIBLIOTECA NACIONAL<br />
E. acontecimiento singular en el cam-<br />
D po cultural e histórico Demos ae<br />
calificar la valiosa Exposición Bibliográfica<br />
Militar Española que el Ministerio<br />
<strong>de</strong> Educación Nacional y sa Dirección<br />
General <strong>de</strong> Archivos y Bibliotecas<br />
han organizado coa evi<strong>de</strong>nte acierto<br />
como homenaje al Ejército español,<br />
al que no sólo hay que alabar apasionadamente<br />
por sus seculares hazañas y<br />
virtu<strong>de</strong>s militares y patrióticas, sino<br />
también, como <strong>de</strong>muestra claramente<br />
esta afortunadísima Exposición, por haber<br />
sido portador basta las más lejanas<br />
tierras áel temple <strong>de</strong> una raza, <strong>de</strong> su<br />
lengua, <strong>de</strong> su cultura y <strong>de</strong> las eternas<br />
Verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Cristo. A todo ello hay<br />
que añadir los gran<strong>de</strong>s poetas, artistas<br />
y escritores que las armas dieron a la<br />
Patria. Milicia y Letras es, pues, la divisa<br />
que correspon<strong>de</strong> a esta gran Exposición,<br />
inaugurada recientemente por<br />
el Caudillo, cuyo busto la presi<strong>de</strong>, junto<br />
a dos símbolos gloriosos: el códice<br />
<strong>de</strong>l «Poema <strong>de</strong>l Cid y un ejemplar <strong>de</strong><br />
la primera edición <strong>de</strong>l «Quijote», abierto<br />
por el folio en que comienza el «Discurso<br />
<strong>de</strong> las Armas y <strong>de</strong> las Letras».<br />
Hacer un resumen <strong>de</strong> los valiosos documentos,<br />
miniaturas, planos, mapas,<br />
grabados, pinturas, dibujos, armas,<br />
obras literarias y tratados técnicos e<br />
históricos que se hallan en la Exposición<br />
es imposible en una breve noticia,<br />
a pesar <strong>de</strong> que se expone simplemente<br />
una especie <strong>de</strong> antología esquemática<br />
<strong>de</strong>l riquísimo «Catálogo <strong>de</strong> los fondos<br />
militares» que poseen los archivos y las<br />
bibliotecas españolas al cuidado <strong>de</strong>l especializado<br />
e inteligente Cuerpo <strong>de</strong> Ar<br />
chiveros y Bibliotecarios.<br />
Han hecho posible la gran Exposición<br />
que comentamos .los fondos <strong>de</strong> la<br />
Biblioteca Nacional, <strong>de</strong> los Archivos <strong>de</strong><br />
Simancas y <strong>de</strong> Indias, <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong><br />
América y <strong>de</strong> otros organismos oficiales,<br />
unidos a valiosas aportaciones <strong>de</strong> particulares.<br />
La sala I sería suficiente por sí sola<br />
pgra mostrarnos la gran<strong>de</strong>za militar<br />
española a través <strong>de</strong> l< 9 sigios. Según<br />
po<strong>de</strong>mos apreciar, está <strong>de</strong>dicada prin -<br />
cipalmente a las más famosas batallas<br />
<strong>de</strong> nuestra Historia, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Reconquista<br />
hasta los comienzos <strong>de</strong>l siglo<br />
XIX, incluyendo, a<strong>de</strong>más, autógrafos,<br />
documentos personales y expedientes<br />
<strong>de</strong> gloriosos militares hispanos. Por<br />
citar algo <strong>de</strong> lo mucho qae aquí se encierra,<br />
mencionaremos un privilegio <strong>de</strong><br />
Alfonso Vil, otro <strong>de</strong> Fernando li, otro<br />
<strong>de</strong> Alfonso VIH, en que el monarca<br />
habla <strong>de</strong> la batalla <strong>de</strong> las NaVus <strong>de</strong><br />
Tolosa; otro <strong>de</strong> Fernando «el Santo»,<br />
escrito en el cerco <strong>de</strong> Sevilla; otro <strong>de</strong><br />
Alfonso XI, escrito en el campamento<br />
real durante el cerco <strong>de</strong> Gibraltar. También<br />
se hallan en la Sala I las famosas<br />
cuentas <strong>de</strong>l Gran Capitán (15 <strong>de</strong> julio<br />
<strong>de</strong> 19)2) y una carta autógrafa <strong>de</strong> Fernando<br />
«el Católico» al abad <strong>de</strong> Poblet,<br />
comunicándole la conquista <strong>de</strong> Granada.<br />
Hay que añadir a lo anterior los do><br />
cumentos que reflejan la época <strong>de</strong> Carlos<br />
I y Felipe II, <strong>de</strong> las que sólo mencionaremos,<br />
por falta <strong>de</strong> espacio, el relato<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sastre <strong>de</strong> la «Invencible*,<br />
hecho por el contador <strong>de</strong> la flota. Entre<br />
las numerosas cartas, autógrafos y<br />
expedientes personales nos encontramos<br />
los nombres <strong>de</strong> Hernán Cortés, duque<br />
<strong>de</strong> Alba, Spínola j- el autógrafo y expediente<br />
personal <strong>de</strong> Garcilaso <strong>de</strong> la<br />
Vega para su ingreso en la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />
Santiago con fecha <strong>de</strong> 1523. Añadamos<br />
a es;to otros documentos <strong>de</strong> los si'<br />
glos XVII, XVIII y <strong>de</strong> principios <strong>de</strong>l<br />
XIX. especialmeníe <strong>de</strong>stacables los referentes<br />
a Trafalgar y a la Guerra <strong>de</strong><br />
la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia.<br />
La Sala II está consagrada a manuscritos<br />
en que <strong>de</strong>stacan la parte gráfica<br />
y la bibliográfica, propiamente dicha.<br />
Por no exten<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong>masiado, haremos<br />
tan sólo referencia a la magnífica<br />
^ itela mineada <strong>de</strong> 90 metros por 45 centímetros,<br />
que representa el «Triunfo <strong>de</strong><br />
Maximiliano». Es sorpren<strong>de</strong>nte aquí Ja<br />
<strong>de</strong>tallaba ejecución y el colorido. Por<br />
sí sol?» hay que consi<strong>de</strong>rar esta precia*<br />
ob-a "orno el documento más completo<br />
<strong>de</strong> arte militar <strong>de</strong> los siglos XVI y<br />
XVII. Por su larga teoría <strong>de</strong>sfilan toda<br />
clase <strong>de</strong> símbolos guerreros, <strong>de</strong> arman,<br />
<strong>de</strong> soldados, <strong>de</strong> gente <strong>de</strong>l pueblo, o"e<br />
bufones, <strong>de</strong> cortesanos, <strong>de</strong> batallas y <strong>de</strong><br />
heráldica, junto al emperador y sa familia.<br />
La Sala III recoge ediciones príncipes<br />
<strong>de</strong> incalculable valor <strong>de</strong> las crónicas<br />
<strong>de</strong> la conquista <strong>de</strong> América, poemas<br />
y otras obras literarias y gráficas inspiradas<br />
en aquella gigantesca empresa.<br />
Hay que añadir aquí diversos manuscritos<br />
acerca <strong>de</strong> las Or<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Caballería.<br />
Llaman extraordinariamente la<br />
atención'las figuras <strong>de</strong> los conquistadores<br />
a través ele los dibajos <strong>de</strong> los indios.<br />
La Sala IV se consagra a la teoría y<br />
y técnica militar española. Libros y tratados<br />
interesantísimos, escritos por<br />
nuestros soldados <strong>de</strong> los siglos XVI y<br />
XVII principalmente, y <strong>de</strong> siglos posteriores<br />
completan esta Sala, don<strong>de</strong> se<br />
encierran ejemplares rarísimos. También<br />
se pue<strong>de</strong>n ver algunos tratados <strong>de</strong><br />
esgrima, entre ellos el <strong>de</strong>l célebre Pacheco.<br />
En la Sala V se exponen mapas y pianos,<br />
entre éstos los <strong>de</strong> los fuertes que<br />
se hallaban en las rutas <strong>de</strong> nuestros<br />
galeones. Merece mención especial an<br />
cartón para tapiz que representa la<br />
ruta <strong>de</strong> Carlos I, camino <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s,<br />
probablemente original <strong>de</strong> Barbalunga,<br />
pintor <strong>de</strong>l emperador.<br />
Hallamos en la Sala VI una vitrina<br />
que nos evoca la acción española en el<br />
Mediterráneo a partir <strong>de</strong> los Keyes Ca-<br />
fContinuación <strong>de</strong> la página 2)<br />
-Usted dice eso por el Fastenraht.<br />
— Por ése o por cualesquiera otros<br />
concursos. Debía imponerse la moda<br />
<strong>de</strong>l concurso a fecha fija.<br />
— En esto quien lo hace bien es el<br />
Nadal. Todos saben que el día <strong>de</strong> Reyes<br />
hay premio.<br />
-En cuanto al Fastenrath, escuché<br />
el otro día algo muy pintoresco: una<br />
escritora afirmaba, con toda seguridad,<br />
que este año no se concedía.<br />
— El paso a que vamos parece indicarlo<br />
así; pero conviene diga usted a<br />
esa señora que eso no es posible. Habría<br />
que <strong>de</strong>clararlo <strong>de</strong>sierto, ¿ y cómo<br />
pue<strong>de</strong> hacerse eso, existiendo un acuerdo<br />
<strong>de</strong> la ponencia encargada <strong>de</strong> fallar,<br />
en la que se asigna obra para el premio<br />
y se dan títulos <strong>de</strong> otras tantas<br />
que podrían también merecerlo?<br />
— Eso pensé yo; pero ¡ cualquiera<br />
contradice a una dama cuando aparece<br />
convencida!<br />
• * •<br />
— Tenemos nueva novela <strong>de</strong> Ruano.<br />
— Sí. Ha corregido pruebas <strong>de</strong> «Nati,<br />
la <strong>de</strong>licada». Se ía publica Exíto,<br />
<strong>de</strong> Barcelona. En esa colección don<strong>de</strong><br />
apareció la biografía <strong>de</strong>l pintor
~\M UY ele mañana, el 13 <strong>de</strong> junio, día<br />
i *-* <strong>de</strong> San Antonio, bajaban, y siguen<br />
l)ajamio, a ía ermiU <strong>de</strong>l samo, juut.> al<br />
Manzanares, las mocitas p.nln^eras a rezar<br />
al ermitaño en la madjugada, oírle<br />
ana misa tempranera y <strong>de</strong>jar caer en la<br />
pila <strong>de</strong>l agoa bendita un alfiler —<strong>de</strong>voción<br />
y superstición <strong>de</strong> este <strong>Madrid</strong>—, todo<br />
por mor <strong>de</strong> que el Santo l;.s dé bien<br />
plantado novio, que pronto sea maríJo,<br />
que es, hoy como ayer, la meta <strong>de</strong>finitiva'<br />
y verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> las hijas <strong>de</strong> Eva.<br />
Después, ya cumplidos loa <strong>de</strong>beres espirituales,<br />
y quizá para dar ocasión <strong>de</strong><br />
obrar milagros al Santo casamentero,<br />
vienen el baile en el meren<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la<br />
verbena, las vueltas en ios caballitos o el<br />
| vaivén <strong>de</strong> las barc?s, que impulsa muy<br />
| alto un brazo varonil, entre chillidos nra-<br />
! jeriles y revoloteos <strong>de</strong> falda». Y es nei<br />
cesa rio comprar el botijo que ba <strong>de</strong> refrescar<br />
el agua en los calores <strong>de</strong>l verano<br />
y mercar un tiesto <strong>de</strong> hortensias o mejor<br />
<strong>de</strong> albahaca, que f|ner en el balcón, ya<br />
florido en los geranios y los guisantes <strong>de</strong><br />
olor y tal cual enclenque mata <strong>de</strong> claveles<br />
empobrecidos.<br />
Ya no es —realmente no lo fue nunca—<br />
San Antonio la primera verbena que<br />
Dios envía, pero sí <strong>de</strong> las más sonadas<br />
<strong>de</strong>l ciclo verbenero, y, sobre todo, la que<br />
tiene la gracia única <strong>de</strong> darse cita junto<br />
a las pinturas magníficas que tragara la<br />
mano maestra <strong>de</strong>l a Sordo», don Francisco<br />
<strong>de</strong> Goya, el <strong>de</strong> los Toros.<br />
Y con ser bien conocida la ermita y<br />
los frescos, literaturizada hasta la saciedad<br />
empalagosa la verbena y sus festejos<br />
y harto popular la romería, con rnaiitoncillos<br />
negros, entre las jovencitas madrileñas,<br />
no lo es tanto la propia historia,<br />
bien movida y trasladada <strong>de</strong> la etmita<br />
verbenera, final <strong>de</strong> la romería polvorienta<br />
que las márgenes <strong>de</strong>l Manzanares<br />
ven cada año entre igual olor <strong>de</strong> fritanga<br />
<strong>de</strong> churros y polvo <strong>de</strong> caminos resecos.<br />
El nacimiento <strong>de</strong> la ac*,ual ermita <strong>de</strong><br />
San Antonio, don<strong>de</strong> Gaya <strong>de</strong>jara el prodigio<br />
<strong>de</strong> sus pinturas, está en una ermita<br />
que los vecinos <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>, habitantes<br />
en la inmediaciones, levantaron a finales<br />
<strong>de</strong>l siglo XVIII, junto a la puerta <strong>de</strong> San<br />
Vicente vieja, <strong>de</strong>dicada a Nuestra Scñota<br />
<strong>de</strong> Gracia, que ya tenía, como es sabido,<br />
en <strong>Madrid</strong> un Humilla<strong>de</strong>ro situado<br />
en la Plaza <strong>de</strong> la Cebada.<br />
Estaba la puerta vieja <strong>de</strong> San Vicente<br />
situada a mitad <strong>de</strong>l actual paseo que boy<br />
se llama <strong>de</strong> Onésimo Redondo, y era <strong>de</strong><br />
piedra, con tres arces, <strong>de</strong> los que el uno<br />
daba entrada al Campo <strong>de</strong>l Moro y los<br />
otros dos a <strong>Madrid</strong>. En 1770 se <strong>de</strong>molió<br />
y levantó nueva más abajo, en la actual<br />
plaza <strong>de</strong> Ramiro Le<strong>de</strong>sma y por don<strong>de</strong><br />
hoy la fuente <strong>de</strong>dicada a Villanneva y<br />
obra <strong>de</strong>l arquitecto D'Ors. Esta segunda<br />
- puerta la dirigió Sabatini y duró hasta<br />
3890, que fue <strong>de</strong>smontada y perdida, pese<br />
a su belleza, terminando sus piedras<br />
por convertirse en grava, que fue empleada<br />
en el firme <strong>de</strong> la carretera genetal.<br />
Divertido fin <strong>de</strong> una obra monumental.<br />
Volviendo a nuestra ermita, diremos que<br />
<strong>de</strong>bía <strong>de</strong> estar situada por las cercanías<br />
<strong>de</strong> la Estación <strong>de</strong>l Norte. La primitiva<br />
pobre edificación subsistió hasta que en<br />
1731 el Guarda Mayor <strong>de</strong>l Rey Felipe V,<br />
don Francisco <strong>de</strong>l Olmo, o el Resguardo<br />
<strong>de</strong> Rentas Reales —antece<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> los<br />
Carabineros—, que la cosa no parece <strong>de</strong>masiado<br />
clara, acuerda la edificación <strong>de</strong><br />
una nueva capilla, que se realiza dirigida<br />
por el arquitecto Alberto <strong>de</strong> Churriguera<br />
y se acaba en 1732.<br />
Es en esta segunda ermita don<strong>de</strong> se<br />
coloca una imagen <strong>de</strong> San Antonio úe<br />
Padua, que realizó el escultor Juan <strong>de</strong><br />
Villanueva, padre <strong>de</strong>l que había <strong>de</strong> ser<br />
célebre arquitecto matritense. Pronto tuvo<br />
fama <strong>de</strong> milagrosa en <strong>Madrid</strong> la imagen<br />
en cuestión, con lo que creció la fama<br />
<strong>de</strong> la ermita, que por esta causa vino a<br />
ATKINEO •<br />
per<strong>de</strong>r su antiguo y piimltivo titulo para<br />
<strong>de</strong>dicarse a la advocación <strong>de</strong>l santo paduauo.<br />
Quedó esta ermita al cuidado y at:n«<br />
ción <strong>de</strong> la cununíd^d <strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong><br />
San Martín, célebre convento madrileño,<br />
que estaba don<strong>de</strong> boy la plaza <strong>de</strong> su nombre,<br />
frente a las Descalzas Reales, y todo<br />
parecía anunciar a esta ermita <strong>de</strong> extramuros<br />
larga vida y numerosos <strong>de</strong>votos,<br />
cuando en 1768 piensa Carlos III, en su<br />
tarea <strong>de</strong> hermosear <strong>Madrid</strong>, en la regularizaeión<br />
<strong>de</strong>l paseo que se llamaba <strong>de</strong><br />
San Vicente. Para ensancharlo hubo que<br />
tirar la ermita <strong>de</strong> Churriguera, trasladándose<br />
la imagen tan célebre <strong>de</strong> San<br />
Antonio a la iglesia <strong>de</strong> San Martín, mientras<br />
se construía nueva ermita, tercera<br />
<strong>de</strong> la serie, que fue encargada esta vez<br />
al arquitecto don Francisco S b tini.<br />
Pero, como es <strong>de</strong> suponer, dada la causa<br />
que motivara su <strong>de</strong>molición, la nueva<br />
ermita no pudo ya levantarse en el logar<br />
<strong>de</strong> la anterior, sino más al norte.<br />
Si no duró mucho la segunda, menos<br />
había <strong>de</strong> permanecer la tercera en pie.<br />
En 1792, Carlos IV adquirió la poses' ón<br />
<strong>de</strong> «La Florida» y otros terrenos, entre<br />
los que se contaba el solar <strong>de</strong> la nueva<br />
capilla, y como el rey había pagado casi<br />
dos millones <strong>de</strong> reales <strong>de</strong> vellón para tener<br />
unos bellos jardines, que pedía la<br />
reina María Luisa <strong>de</strong> Parras, fue* necesario<br />
volver a <strong>de</strong>moler la capilla y trasladar<br />
<strong>de</strong> nuevo el Santo a la iglesia <strong>de</strong><br />
San Martín hasta que vinieran más favorables<br />
momentos.<br />
La cuarta ermita fue obra <strong>de</strong>l italiano<br />
Carlos Fontana, por encargo <strong>de</strong> Car<br />
los IV, y es la que existe en la actualidad.<br />
El propio rey puso la primera piedra<br />
<strong>de</strong> la nueva edificación, que se abrió<br />
al culto en 1798, embellecida por el pincel<br />
<strong>de</strong> Goya, que dignificó con sus frescos<br />
una arquitectura vulgar y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego inferior,<br />
por los datos que poseemos, a las<br />
que en la historia la habían antecedido.<br />
Pudiera creerse que ya I do h bía<br />
quedado tranquilo y vuelto a su priniílívo<br />
ser. Y no fue así. A la nueva ermi.<br />
la ya no volvió la célebre y milagrera<br />
imagen <strong>de</strong> San Antonio que labrara Juan<br />
<strong>de</strong> Villanueva y cuyo para<strong>de</strong>ro se ignora,<br />
si es que existe aún y no pereció en<br />
las trágicas quemas <strong>de</strong> iglesias y conventos<br />
que arruinaron tantas joyas artísticas.<br />
En esta nueva iglesia se pus», al<br />
inaugurarse, en el altar mayor una imagen<br />
obra <strong>de</strong> José Gínés, el escultor \alenciabo<br />
que lo fue <strong>de</strong> cámara <strong>de</strong> Carlos<br />
IV, autor, entre otras obras, <strong>de</strong>l célebre<br />
Nacimiento llamado <strong>de</strong>l Príncipe.<br />
Este es el San Antonio que, <strong>de</strong><strong>de</strong> el retablo<br />
<strong>de</strong> la ermita, escucha las peticiones<br />
casamenteras <strong>de</strong> las mocitas <strong>de</strong>l mantoncillo<br />
se<strong>de</strong>ño.<br />
En 1919 recibió la ermita los restos<br />
<strong>de</strong>l pintor aragonés que hiciera célebre<br />
su existencia y que venían trasladados<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cementerio <strong>de</strong> la Archicofradía<br />
Sacramental <strong>de</strong> San Andrés, San Pedro,<br />
San Isidro y Animas Benditas <strong>de</strong>l Purgatorio,<br />
situado junto a la ermita <strong>de</strong> Sun<br />
Isidro <strong>de</strong>l Campo, y don<strong>de</strong> estaba en<br />
panteón común con Donoso Cortas, Leandro<br />
Fernán<strong>de</strong>z Moratín y Juan Melcn<strong>de</strong>z<br />
V al<strong>de</strong>a. Por cierto que en este panteón ni<br />
se ha ocultado el nombre <strong>de</strong> Goya ní se<br />
ha retirado su retrato en bajorrelieve,<br />
haciendo suponer al paseante que allí se<br />
encuentran sus restos mortales.<br />
En 1928 fue <strong>de</strong>clarada Monumento Artístico<br />
Nacional, ni> por la obra <strong>de</strong> Fontana,<br />
sino por las goyescas pinturas, y<br />
fue entonces cuando se construyó la otra<br />
ermita, gemela <strong>de</strong> ella, que hoy srstiene<br />
el culto Tetirado <strong>de</strong> la original para librar<br />
a los frescos <strong>de</strong>l humo <strong>de</strong> las veías.<br />
Últimamente fueron estes restaurados<br />
por el pintor señor Groético<br />
español —que, según las malas<br />
lenguas, sto son otros que<br />
los propios poetas—, el nombre<br />
<strong>de</strong> Salvador Jiménez, poeta<br />
murciano, sonó por primera<br />
vez junto a «La orilla <strong>de</strong>l milagro». Tal es su Inicial titulo poético,<br />
y el libro así llamado obtuvo en 1945 el premio Fe&s <strong>de</strong> Medina, en so<br />
Murcia natal. Tres años <strong>de</strong>spués hizo una segrenasJ|Utreg» <strong>de</strong> poemas,<br />
publicando «Alabanza <strong>de</strong> ti», en los cua<strong>de</strong>rnos que aparecían por entonces<br />
— 1948 — , patrocinados por la revista «Azarbe». V<br />
Salvador Jiménez, licenciado en Filosofía y Letras, traslado su resi<strong>de</strong>ncia<br />
a <strong>Madrid</strong> en 1950. Apenas llegado fundó y dirigió u revista universitaria<br />
«Bengala», en la que, junto a los temas <strong>de</strong> mÍ|||sa actualidad<br />
juvenil, tenia siempre reservado un espacio a la poesía/^f|árante algún<br />
tiempo se impuso un silencio voluntario en sus quehaceresfíoétieos, porque,<br />
superado <strong>de</strong>l todo su primer libro -<strong>de</strong>l que no por e§£&preseia<strong>de</strong>,<br />
como parte suya e intransferible que es—, quiso imponerse una «ct^a<br />
<strong>de</strong> reposos, para iniciar su nueva etapa poética, sin que pudiera verse<br />
entorpecida en su <strong>de</strong>sarrollo y <strong>de</strong>finitiva orientación por lastre alguna,<br />
Tras este lapso, Salvador Jiménez na vuelto a escribir versos, y hace<br />
solamente unos meses su poema «La casa» obtuvo el premio Juventud<br />
1953 <strong>de</strong> poesía, al tiempo que, como en esta misma página se dice,<br />
Al<strong>de</strong>coa lograba el <strong>de</strong> cuentos.<br />
«Como el llanto o la lluvia», según un verso <strong>de</strong> Miguel Hernán<strong>de</strong>z,<br />
es el título <strong>de</strong> un libro Inédito <strong>de</strong> Salvador Jiménez.<br />
En la actualidad viene realizando una intensa labor periodística, concretada<br />
especialmente en las páginas <strong>de</strong> «Juventud» —revista <strong>de</strong> la que<br />
es redactor—, «Arriba» y «Haz», y proyecta para este verano un viaje<br />
a Italia, con el Inevitable retorno por París, invirtíendo en ello la Bolsa<br />
<strong>de</strong> Viaje que le ha sido otorgada en el concurso convocado por el Ministerio<br />
<strong>de</strong> Educación Nacional para escritores y artistas jóvenes.<br />
Salvador Jiménez no es un poeta aséptico, ni tampoco está adscrito<br />
a «israo» <strong>de</strong> ningún género. Escribe con pasión y con fervor, y hay en<br />
sus poemas, en sus artículos, en cuanto hace, mucho mas que una simple<br />
expresión estética. Salvador Jiménez no es sólo un magniflco poeta, sino<br />
también un poeta militante; lo cual no impi<strong>de</strong> que a la vez esté tan<br />
distante <strong>de</strong>l oficialismo servil como <strong>de</strong> la inhibición culpable.<br />
JUAN EMILIO ARAGONÉS<br />
EN NUESTRA<br />
PORTADA:<br />
A los catorce añ«s> empecé a pintar en Sadaba, que es don<strong>de</strong> nací.<br />
Pasé en Zaragoza unos meses antes <strong>de</strong> venir a Sfafiria, Estudié en la<br />
Escuela <strong>de</strong> Bellas Artes <strong>de</strong> San Fernando y tuve tres años usa beca<strong>de</strong><br />
la Diputación <strong>de</strong> Zaragoza. Al terminar los estudios en San Fernando<br />
me <strong>de</strong>diqué, principalmente, a la pintura mural; tengo <strong>de</strong>corada ana<br />
ermita en la provincia <strong>de</strong> Segovía y frescos en una resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> SEarXgoza<br />
y ea un edificio escolar en Méutrida. Siento una gran predüeéeidm<br />
por esta cíase <strong>de</strong> pintora, •<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Padua a Lisboa, para librar a su<br />
padre <strong>de</strong> la acusación <strong>de</strong> asesinato que<br />
sobre él pesaba. El Santo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
pasar milagrosamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Italia a Por-'<br />
tugal, realiza otro milagro para <strong>de</strong>mostrar<br />
la inocencia <strong>de</strong> su padre: resucita<br />
al asesinado para que <strong>de</strong>clare cuál fue<br />
su matador.<br />
Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> este «Sema central se reúnen<br />
figuras y ángeles que parecen <strong>de</strong>s*<br />
eorrer unas cortinas para <strong>de</strong>jar ver la carena.<br />
Las gentes colocadas en las pinturas<br />
están vestidas a la moda <strong>de</strong>l momento<br />
en que se pintaba y son verda<strong>de</strong>ros<br />
retratos <strong>de</strong> nombres y mujeres <strong>de</strong> la época.<br />
La barandilla pintada que recorre los<br />
frescos es pretexto para apoyar figuras<br />
que salen <strong>de</strong>l plano en que están pintadas,<br />
y hasta para servir a unos chicuelos<br />
revoltosos y ajenos al milagro <strong>de</strong> Antonio,<br />
<strong>de</strong> percha <strong>de</strong> acrobacias callejeras.<br />
Dos meses llevaron al pintor <strong>de</strong> Fuen<strong>de</strong>todos<br />
las tareas <strong>de</strong> estas pinturas que<br />
no son realmente frescos, aun cuando así<br />
acostumbremos a llamarlas. Y esos do»<br />
meses <strong>de</strong> tarea produjeron una obra que<br />
parece que en tan breve tiempo no ea<br />
posible ni siquiera haber manchado.<br />
Las ocho semanas <strong>de</strong> tarea rápida, nerviosa,<br />
proporcionaron a don Francisco<br />
seis mil reales, que por honorarios le<br />
pareció al buen a 20 <strong>de</strong> Carlos IV el precio<br />
justo otorgar a su pintor <strong>de</strong> cámara.<br />
Es fama que Goya empleó en estas pinturas<br />
esponjas, más que pinceles, para<br />
exten<strong>de</strong>r y diluir los colores, y que, cargado<br />
<strong>de</strong> ellas, iba diariamente al cochecillo<br />
en el qne, al trote <strong>de</strong> dos caballejos,<br />
acudía diariamente a la ermita a pintar.<br />
A la ermita que, a la orilla <strong>de</strong>l Manzanares,<br />
había <strong>de</strong> ser panteón <strong>de</strong> su propia<br />
sepultura.<br />
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