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1» ENGO la seguridad <strong>de</strong> que hoy<br />

• tropieza usted con la misma dificultad<br />

que yo al iniciar estos paliques.<br />

— Indudablemente. Tengo una objeción<br />

en principio. No sé si coincidirá<br />

con la suya. La mía es que traigo algo<br />

así como las alforjas llenas <strong>de</strong> chismes,<br />

cuentecillos y anécdotas <strong>de</strong>l viaje<br />

<strong>de</strong> los escritores por la Mancha, y<br />

que me parece inoportuno y casi a<br />

trasmano el <strong>de</strong>cirlos.<br />

—Exactamente. Esa es mi dificultad.<br />

Y creo que ambos hacemos b'en<br />

en no remover más el poso anecdótico<br />

<strong>de</strong> la cuestión.<br />

—Sí. Porque somos charlatanes poco<br />

calificados, y no resultaría nada<br />

bien nuestra plática chismosa cuando<br />

tanta y tan buenas pluma está re<strong>de</strong>scubriendo<br />

la ruta cervantina durante<br />

estos días.<br />

—Habrá usted observado la mella<br />

y peso que en esas plumas hizo el<br />

último escritor viajero por lo interior<br />

<strong>de</strong> que disfrutamos.<br />

—Se refiere a Víctor <strong>de</strong> la Serna.<br />

Más <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> esos articulistas se está<br />

acordando, y bastante, <strong>de</strong> aquel<br />

periplo literario <strong>de</strong> Víctor, cuya edición<br />

posterior nos prometieron y aún<br />

estamos esperando.<br />

—En realidad, la mayoría <strong>de</strong> esos<br />

cronistas se acuerdan <strong>de</strong> Víctor, <strong>de</strong><br />

Ortega y Gasset, <strong>de</strong> Azorín e incluso<br />

<strong>de</strong> Ciro Bayo...<br />

—No me parece nada mal acordarse<br />

<strong>de</strong> este último. Si yo hubiese sido<br />

escritor invitado habría tratado <strong>de</strong><br />

contar el viaje a su manera.<br />

— Por otro lado, están quienes no<br />

encuentran ocasión o lugar don<strong>de</strong> escribir.<br />

Ahí tiene usted, por ejemplo,<br />

dos gran<strong>de</strong>s escritores: Juan Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa<br />

y Eusebio García-Luengo,<br />

Ambos querían hacer su resumen<br />

viajero en la revista «índice», <strong>de</strong> la<br />

que son director y subdirector, respectivamente.<br />

Pues bien, en la cortesía<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>jarle uno el lugar al otro, acabarán<br />

no escribiendo sobre la Mancha<br />

ninguno <strong>de</strong> los dos.<br />

— ¿Conoce los versos <strong>de</strong> Pemán<br />

contestando a Rafael Alberti?<br />

—Los conozco. Y creo que incluso<br />

hemos hablado <strong>de</strong> ellos. También sé<br />

un poco la historia <strong>de</strong> esta contestación<br />

lírica, que ya habrá llegado a Rafael.<br />

—Hará usted bien en <strong>de</strong>círmela.<br />

—Resumiendo, naturalmente. Porque<br />

la cosa tiene su pequeña historia.<br />

Rafael Alberti publicó en Buenos Aires<br />

su «Oda marítima>, pensando c-n<br />

el trimilenario <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Cádiz<br />

y acordándose <strong>de</strong> que es gaditano.<br />

Casi al mismo tiempo, en un periódico<br />

<strong>de</strong> Buenos Aires, políticamente<br />

ten<strong>de</strong>ncioso, publicó un poema titulado<br />

«Cádiz, base extranjera». E3 libro<br />

lo mandó Alberti a los grupos literarios<br />

que en Cádiz radican, «Platero»<br />

y «Caleta», con una <strong>de</strong>dicatoria parecida<br />

a ésta: «A los poetas que en Cádiz<br />

se acuer<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mí.> Pemán conoció<br />

el libro y esos <strong>de</strong>satinos instersticiados<br />

a los versos, según los cuales<br />

el lírico, ausente él, supone que en<br />

Cádiz ya nada tienen que cantar los<br />

poetas...<br />

—Y Pem&n se <strong>de</strong>cidió a contestarle.<br />

—Sí. Pero lo hizo con un propósito<br />

privado exclusivamente. Escribió su<br />

poema, «Chufüllas, no», sin ánimo <strong>de</strong><br />

darlo a la publicidad, y lo leyó en Cádiz<br />

a los amigos. Después, llegó el<br />

banquete anual <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia, don<strong>de</strong><br />

cada académico hace o dice algo<br />

a los postres, y don José Mana leyó<br />

su réplica a Alberti. Todos la escucharon<br />

muy satisfechos. Especialmente<br />

el doctor MarañÓn, que la pidió<br />

a Pemán para enviarla a Buenos Aires,<br />

en uno <strong>de</strong> cuyos periódicos fue<br />

publicada...<br />

—Quiere <strong>de</strong>cir que Alberti conoce<br />

ya la réplica pemantina.<br />

—Exactamente. Aquí la conocemos<br />

porque Ginés <strong>de</strong> Albareda, al <strong>de</strong>dicar<br />

su página literaria <strong>de</strong> «Ya» a Pemán,<br />

encontró estos versos inéditos como<br />

los últimos y más representativos <strong>de</strong>l<br />

poeta.<br />

-¿Y no se <strong>de</strong>cía que Alberti <strong>de</strong>seaba<br />

volver a España?<br />

—Así es. Sus libros y sus versos<br />

aparecen llenos <strong>de</strong> nostalgia. Algún<br />

viajero que <strong>de</strong> allá viene recoge esta<br />

misma impresión. No obstante, será<br />

difícil que Rafael vuelva por ahora.<br />

No por él, sino porque le retiene algún<br />

afecto familiar o literario no conforme<br />

con su regreso.<br />

—Pues es pena. Como <strong>de</strong>cía Pemán<br />

en sus versos, con Cádiz y la palabra<br />

Dios, Rafael se salvaría.<br />

— ¿Sabe usted que hubo dos cartas,<br />

realmente interesantes, entre escritores?<br />

— ¿Cartas agresivas?<br />

—Todo lo contrario. Cartas plenas<br />

<strong>de</strong> cordialidad, que valían para enlazar<br />

afectivamente a un joven <strong>de</strong> los<br />

que ya po<strong>de</strong>mos llamar maestro COTÍ<br />

un consagrado juvenil y creador en<br />

su madurez brillante.<br />

—Cuánto mejor sería que diese ya<br />

los nombres.<br />

—Ahí van. ¿Recuerda usted el artículo<br />

<strong>de</strong> Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa. don<strong>de</strong><br />

atacaba a Pemán por haber hecho el<br />

elogio <strong>de</strong> an escritor tremendista?<br />

—Sí, hombre. Aquel don<strong>de</strong> Juanito<br />

hablaba <strong>de</strong> don José María y <strong>de</strong> la<br />

«escolta» <strong>de</strong> sus seguidores.<br />

—Pues bien; <strong>de</strong> un periódico <strong>de</strong> tar<strong>de</strong><br />

le pidieron a Pemán respuesta a<br />

aquel ataque. Don José María no quiso<br />

darla, y le escribió una carta, dolida<br />

y sincera, a Josefina Carabias —la<br />

periodista que solicitó la réplica— en<br />

este sentido. La carta reflejaba un<br />

momento interesante en el ánimo ñe<br />

Pemán, y Josefina hizo todo lo posible<br />

por publicarla, aunque Pemán no se<br />

la mandaba con esa intención. Por<br />

fin, entre ella y Manuel G. Cerezales<br />

alcanzaron la autorización <strong>de</strong> don José<br />

María, quien por entonces ya no<br />

se acordaba siquiera <strong>de</strong> los términos<br />

exactos en que la carta iba concebida.<br />

—Todo eso lo conozco, porgue fue<br />

publico. Ahora bien: ¿dón<strong>de</strong> están<br />

esas otras dos cartas cordiales?<br />

—El exordio era necesario. Pasó el<br />

tiempo, y un día, Juan Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa,<br />

que es un joven lleno <strong>de</strong> nobleza<br />

y honra<strong>de</strong>z intelectual, pensó<br />

que, en algún modo, Pemán se había<br />

sentido agraviado por su artículo. Así<br />

es que escribió al poeta una carta<br />

don<strong>de</strong> le explicaba la tesis <strong>de</strong>l mismo<br />

y lo fuera que ésta se hallaba <strong>de</strong> ninguna<br />

malevolencia especial hacia un<br />

escritor al que siempre admiró por<br />

su línea espiritual, literaria y humana.<br />

Aquel artículo le costó a Figueroa ia<br />

amistad <strong>de</strong>l escritor tremendista aludido.<br />

Ahora le dolía fuese a costarle<br />

el aprecio y amistad <strong>de</strong> don José María.<br />

—Y Pemán contestó:<br />

—Si. Lo hizo en cuanto regresó <strong>de</strong><br />

Cádiz, y advirtiéndolo así en su carta.<br />

La misiva <strong>de</strong> don José María está<br />

llena <strong>de</strong> cordialidad y afecto. Incluso<br />

pi<strong>de</strong> perdón a Juanito por no haberle<br />

nombrado en una carta que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

luego, no estaba <strong>de</strong>stinada a la publicidad.<br />

Recordándole que ambos tienen<br />

amigos comunes, como el señor Pérez<br />

Embid, tíe quien Pemán recibió las<br />

mejores referencias respecto a Figueroa.<br />

—Lástima que no haya usted podido<br />

hacerse con el texto <strong>de</strong> la carta.<br />

—Ya le digo que el sentido es ésto.<br />

También recuerda Pemán cómo su<br />

primera relación con el director <strong>de</strong><br />

«índice» fue la carta que aquél le dirigió,<br />

pidiéndole una recomendación<br />

para los juegos florales <strong>de</strong> la vendimia<br />

jerezana...<br />

— ¿Y no cree usted que, lo mismo<br />

que se dio publicidad a aquella carta<br />

réplica <strong>de</strong> Pemán, no pensada para<br />

el periódico, sería interesante publicar<br />

ahora estas dos cartas, la <strong>de</strong> Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa<br />

a Pemán y la <strong>de</strong> Pemén<br />

a Fernán<strong>de</strong>z-Figueroa?<br />

—Sí, me lo parece. Ellas servirían<br />

para <strong>de</strong>mostrar que algo más que el<br />

disgusto, el vinagre o la envidia alientan<br />

en nuestro mundo literato.<br />

— i Sabe usted que Luis Escobar anda<br />

buscando un teatro?<br />

—Sé que Luis no pue<strong>de</strong> vivir sin el<br />

teatro, y que hay más <strong>de</strong> una persona<br />

cerca <strong>de</strong>l ámbito escénico interesada<br />

en brindar al excelente director esa<br />

oportunidad.<br />

—Aunque el momento no parece ser<br />

el más oportuno. Cuando los locales<br />

se cierran para <strong>de</strong>stinarlos a otros<br />

menesteres o se pasan al cine.<br />

—Alu<strong>de</strong> usted al Fontalba. Dieciocho<br />

millones y los <strong>de</strong>vengos pendientes<br />

<strong>de</strong>l personal dio por él un Banco.<br />

—Yo oí hablar hace unos días a Escobar<br />

<strong>de</strong> esto. Lo más difícil, dice, es<br />

encontrar pare<strong>de</strong>s. Y cada vez los<br />

teatros son menos fructíferos en el<br />

centro, don<strong>de</strong> jamás el espectáculo<br />

pue<strong>de</strong> compensar los ingresos que el<br />

local o edificio pudiera producir <strong>de</strong>stinado<br />

a otro menester cualquiera.<br />

—Pero, y esto es lo interesante,<br />

i forma o no forma Luis?<br />

—Ya le digo que hay gente <strong>de</strong> teatro<br />

interesada en ello. Hace falta que<br />

lo ofrecido interese a Escobar. Puesto<br />

que él no se implicaría en una empresa<br />

que no reuniese evi<strong>de</strong>nte calidad<br />

estética y una regular garantía<br />

do éxito.<br />

—Quien está dispuesto a formar<br />

una agrupación teatral <strong>de</strong> género clásico<br />

es Luis González Robles.<br />

—Conozco a ese sevillano dinámico<br />

e inteligente. Ahora tuvo un éxito rotundo<br />

con las representaciones que organizó<br />

y dirigió en el parque <strong>de</strong> María<br />

Luisa. Todo lo contrario <strong>de</strong> la espectacularidad<br />

hipertrofiada. Allí hubo<br />

sencillez, belleza, plástica teatral<br />

y gracia verbal, musical y poética.<br />

—Tengo entendido que <strong>de</strong> las tres<br />

obras ofrecidas, «La hidalga <strong>de</strong>l valle»,<br />

«El perro <strong>de</strong>l hortelano» y «La dama<br />

duen<strong>de</strong>>, la primera fue un verda<strong>de</strong>ro<br />

primor.<br />

— «La hidalga <strong>de</strong>l valle» es un auto<br />

sacramental que, aun clasificado asi,<br />

resulta un maravilloso auto mañano,<br />

ya que el dogma y misterio <strong>de</strong> la Concepción<br />

<strong>de</strong> María es el que se proclama<br />

en sus versos bellísimos.<br />

—Pues para «La hidalga» hizo Enrique<br />

Franco unas ilustraciones musicales<br />

maravillosas. Inspiradísimas, pie.<br />

ñas <strong>de</strong> gracia y emoción. Todo el mundo<br />

se preguntaba lo mismo: «¿Por qué<br />

este ilustre compositor y musicólogo<br />

no se proyecta a una labor creadora<br />

más frecuente?» Estamos necesitados<br />

<strong>de</strong> inspiración y técnica como la suya.<br />

—Notará usted que estamos perdiendo<br />

la costumbre <strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> concursos.<br />

—Lo noté; pero en mi es algo interesado.<br />

Figúrese que comenzamos a<br />

hablar <strong>de</strong> ellos en los «Paliques», y<br />

íuego los concursos no se resuelven, y<br />

tenemos que repetir una y otra vez<br />

nuestros informes o nuestros <strong>de</strong>spistes.<br />

(Continúa en la página 38.)<br />

DIRECTOR:<br />

Luis Poace <strong>de</strong> León<br />

SUBDIRECTOR;<br />

Faustino G. Sánchez-Marín<br />

REDACTOR-JEFE:<br />

José Javier Aleixandre<br />

SFXRETARIO<br />

DE REDACCIÓN t<br />

José Carlos Pérez junquera<br />

CONFECCIONADOR;<br />

Luis Fernán<strong>de</strong>z-Caneéis<br />

REDACTORES:<br />

Pilar Harrión<br />

; Vicente Cacho<br />

'*" Luis Castillo<br />

José María Jove<br />

Esteban Moran<br />

COLUMNISTAS:<br />

Juan Emilio Aragonés<br />

Julián Ayesta<br />

Pedro Caba<br />

Juan Fernán<strong>de</strong>z F/ saloncülo <strong>de</strong> la revista<br />

ATENEO, Santa Catalina, Jí,<br />

está abierta una exposic'ón<br />

pprm mente <strong>de</strong> artistas pió*ticos<br />

SUSCKIPCIONFS<br />

TV¡mestrai 29 peseta*<br />

Semestral 57 »<br />

Anuef 113 »<br />

REVISTA DE LOS VTENEOS<br />

DE ESPASA<br />

ANO III - NUMERO 60<br />

MADRID. 15- VI- 1954


A que pensar, ciertamente,<br />

este constante<br />

y progresivo interés<br />

<strong>de</strong> los católicos<br />

por el trascen<strong>de</strong>ntal<br />

•tema <strong>de</strong> lo religioso.<br />

I


(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />

vidirse, parte hacia la burguesía y<br />

parte hacia el proletariado.<br />

—Junto a estos pecados, uno bastante<br />

serio, bastante grave. El <strong>de</strong> la<br />

organización. L a superorganización.<br />

Las espléndidas asociaciones ineficaces<br />

y semimuertas. La letra <strong>de</strong>vorando<br />

al espíritu. Los afiliados minando<br />

los mejores <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> la organización<br />

con una sórdida labor <strong>de</strong> zapa, <strong>de</strong><br />

critica negativa, <strong>de</strong> sonrisas escépticas,<br />

r'el no hay nada que hacer. La<br />

organización por y para la organización,<br />

y no para los fines esenciales.<br />

Resultado: el olvido <strong>de</strong>l programa<br />

evangélico, tan escuetamente contenido<br />

en diez breves mandatos.<br />

DIAGNOSTICO<br />

En resumen: el puritanismo, la<br />

crueldad social, la codicia y ese terrible<br />

pecado <strong>de</strong> nuestro tiempo, no<br />

sólo no vencido, sino cada día más<br />

popular y extendido: la soberbia.<br />

Sobre este cuadro clínico, el diagnóstico<br />

es bien claro: la falta <strong>de</strong> caridad.<br />

Nos consume un afán <strong>de</strong> hacer<br />

cosas —el activismo—, <strong>de</strong> resolver<br />

problemas, <strong>de</strong> discutir y <strong>de</strong> pensar<br />

—la inflación religiosa—. El cristianismo<br />

—recordaba también el obispo<br />

<strong>de</strong> Orense— no es un sistema filosófico<br />

construido con aportaciones; no<br />

es un credo político modificable por<br />

plebiscitos. Es un modo <strong>de</strong> ser, es un<br />

estilo, es una verdad. Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio,<br />

tenemos los oídos llenos <strong>de</strong> las<br />

palabras <strong>de</strong> San Pablo, que, al hablar<br />

<strong>de</strong> las tres virtu<strong>de</strong>s teologales,<br />

dice que la más excelente <strong>de</strong> todas<br />

ellas es Za caridad. Y digo caridad en<br />

sentido teológico, y no en sentido político;<br />

o, lo que es lo mismo, hablo<br />

<strong>de</strong> vida divina y no <strong>de</strong> transigencias.<br />

Por eso creo que, en esencia, la misión<br />

<strong>de</strong> los católicos ante los catolícistas<br />

<strong>de</strong>be ser la <strong>de</strong> hacerles vivir<br />

íntegramente la fe recibida en el bautismo.<br />

Creo que todos los problemas<br />

se reducen a ese solo problema. Ni<br />

catolicismo <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechas, cómodo y<br />

panfilo, como el que viven muchos,<br />

ni catolicismo <strong>de</strong> izquierdas, intelectualoi<strong>de</strong><br />

y pedante, como el que viven<br />

otros, especialmente en la juventud.<br />

No hay «catolicismos». Hay un solo<br />

catolicismo, fundado por Cristo, cuya<br />

autoridad —acaba <strong>de</strong> recordarlo<br />

el Papa en un impresionante discurso<br />

¡i los car<strong>de</strong>nales y prelados reunidos<br />

en Roma para la canonización <strong>de</strong><br />

Pío X— se transmite a los obispos,<br />

«sin que naya otros maestros por <strong>de</strong>recho<br />

divino en la Iglesia <strong>de</strong> Cristo».<br />

Un solo catolicismo, al que se entra<br />

por la puerta litúrgica <strong>de</strong>l Bautismo,<br />

al que se pertenece con la voluntad<br />

<strong>de</strong> imitar a Cristo y <strong>de</strong> participar<br />

en los frutos <strong>de</strong> su Re<strong>de</strong>nción,<br />

y en el que todo se reduce a amar a<br />

' Dios sobre todas las cosas y al prójimo<br />

como a nosotros misinos.<br />

JOSÉ MARÍA PÉREZ LOZANO<br />

(1) La reciente Declaración Colectiva<br />

<strong>de</strong> la Asamblea Plenaria <strong>de</strong>l Episcopado<br />

francés (véase «Ecclesia», 671, <strong>de</strong>i 22 <strong>de</strong><br />

mayo <strong>de</strong> 1954) no tiene <strong>de</strong>sperdicio a este<br />

respecto. De alli extraemos esta írase:<br />

«La Iglesia pi<strong>de</strong> a sus hijos que se guar<strong>de</strong>n<br />

tanto <strong>de</strong> una inquietud malsana e<br />

impotente, como <strong>de</strong> una indiferencia culpable.<br />

Les recuerda que está <strong>de</strong>stinada a<br />

proseguir su misión a través <strong>de</strong> las sucesivas<br />

civilizaciones humanas, ya que todas<br />

tienen necesidad <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción.»<br />

(2) No seria Justo ni objetivo ignorar,<br />

sin embargo, algunos avances actuales: la<br />

existencia <strong>de</strong> minorías católicas sanas y<br />

auténticamente preocupadas por el catolicismo,<br />

que antes no existían (Manuel<br />

A. García Lorenzo Gomls, García Escu<strong>de</strong>ro,<br />

Luis Ponce <strong>de</strong> León...); la actividad<br />

<strong>de</strong> esie pequeño grupo <strong>de</strong> pensadores da<br />

enorme vigor a nuestras minorías; la existencia,<br />

también, <strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> caridad<br />

viva, dispuestos a vivir Integramente el<br />

mensaje evangélico, como esos grupos selectísimos<br />

que han <strong>de</strong>sembocado en los<br />

Institutos Seculares —no olvi<strong>de</strong>mos que<br />

el primero <strong>de</strong> ellos, el Opus Dei, fue fundado<br />

por un español- como aportación<br />

magnjíica <strong>de</strong>l laicado a la obra <strong>de</strong> la<br />

Iglesia. Y aún la existencia <strong>de</strong> esos pequeños<br />

grupos <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminadas asociaciones<br />

que siguen llenando nuestros seminarios,<br />

en un verda<strong>de</strong>ro florecer <strong>de</strong> vocaciones<br />

re ti glosas.<br />

¡storia <strong>de</strong> una vergüenza<br />

añoles en<br />

INDOCHINA<br />

Al legendario capitán Ignacio<br />

Fernán<strong>de</strong>z, guien con cien españoles<br />

—cien cuchillos y cien mil<br />

corazones— mantuvo en jaque a<br />

diez mil annamitas frente a la<br />

pagoda <strong>de</strong> los Campaniles.<br />

^ hoy este artículo sin más pre.<br />

A tensiones que recordar a los españoles,<br />

en estos días que tanto se pregonan<br />

los acontecimiento <strong>de</strong> Indochina,<br />

que en aquellas mismas lejanas tierras<br />

no pocas tumbas <strong>de</strong> hermanos<br />

nuestros escon<strong>de</strong>n, entre la inmortalidad<br />

y el olvido, el secreto <strong>de</strong> una <strong>de</strong><br />

las etapas más heroicas y al mismo<br />

tiempo mas vergonzosas <strong>de</strong> la historia<br />

española.<br />

UNA TRISTE EFEMÉRIDES<br />

El 5 <strong>de</strong> junio se cumplieron noventa<br />

y dos años <strong>de</strong> la firma <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los<br />

tratados más lamentables <strong>de</strong> nuestra<br />

historia. El 5 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1862 España<br />

y Francia firmaban la paz con el reino<br />

aonamita, dando por finalizada una<br />

guerra <strong>de</strong> cuatro años. Aquel mismo<br />

5 <strong>de</strong> junio Francia lanzaba uno <strong>de</strong> sus<br />

más típicos y pantagruélicos bocados<br />

sobre la heredad <strong>de</strong>l prójimo. Como en<br />

un sueño, se apropiaba cínicamente <strong>de</strong>l<br />

sur <strong>de</strong> la Indochina. Mientras tanto,<br />

España recibía poco más que ei permiso<br />

para enterrar a sus muertos, los<br />

muertos Que precisamente acababan <strong>de</strong><br />

conquistar ía Cochinchina. Una vez<br />

más, nosotros habíamos puesto la fama.<br />

Y la lana. Francia, en una jugada<br />

<strong>de</strong> gran eotilo, puso los embajadores.<br />

Y salió ganando en el empeño, porque<br />

ios tenía a manadas. Más <strong>de</strong> un<br />

ministro español <strong>de</strong> la época, más <strong>de</strong><br />

un leguyesco y masónico covachuelista<br />

<strong>de</strong> la Corte <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong> guardaba, al servicio<br />

<strong>de</strong> los franceses, tibias añoranzas<br />

versallescas.<br />

Pero están ya, por ventura para los<br />

españoles, lejanas las horas en que legendarios<br />

soldaditos, enjutos y morenos,<br />

muertos <strong>de</strong> hambre y <strong>de</strong> recuerdos, ganaban<br />

combates cuerpo a cuerpo mientras<br />

afrancesados diplomáticos los perdían.<br />

Eran aquéllos los tristes y <strong>de</strong>sangelados<br />

días en que España vivía sin<br />

voluntad <strong>de</strong> imperio, adormilada en el<br />

regazo <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rrotas. La patria más<br />

bella <strong>de</strong>l mundo perdía su aire <strong>de</strong> capitana,<br />

y el riesgo y las galopadas se<br />

habían transformado en unos borceguíes<br />

para tener los pies calientes- Antes,<br />

en épocas más rigurosas y eficaces,<br />

<strong>de</strong>l riesgo se hacían lanzas, y los<br />

pies <strong>de</strong> la patria marchaban al aire<br />

<strong>de</strong> todos los confines, y abrían a su<br />

paso las más temibles rutas marinas,<br />

y calmaban a golpe <strong>de</strong> conquista el ardor<br />

<strong>de</strong> los más inhóspitos <strong>de</strong>siertos, y<br />

las duras y antiguas montañas se ña.<br />

cían terciopelo puro, como el corazón<br />

<strong>de</strong> una doncella, al paso <strong>de</strong> carga <strong>de</strong><br />

los imperiales.<br />

ASI COMENZÓ LA TRAMPA<br />

Corre el año 1857 y el reino <strong>de</strong> Annára<br />

se alborota peligrosamente. El Gobierno<br />

<strong>de</strong> Hué, la vieja capital annamita,<br />

<strong>de</strong>creta la persecución contra las<br />

Misiones católicas establecidas en su territorio.<br />

En poco más <strong>de</strong> veinte días,<br />

a través <strong>de</strong> una espantosa matanza,<br />

mueren más <strong>de</strong> diez mil cristianos, entre<br />

ellos el obispo español fray José<br />

María Díaz, vicario apostólico. España,<br />

a cuya ban<strong>de</strong>ra pertenecen la inmensa<br />

mayoría <strong>de</strong> las Misiones martirizadas,<br />

prepara una expedición militar que, saliendo<br />

<strong>de</strong> Filipinas, se dirigirá a la conquista<br />

<strong>de</strong> la bahía <strong>de</strong> Turana, en pleno<br />

corazón <strong>de</strong> Annánx Mas teniendo en<br />

cuenta que algunas <strong>de</strong> las Misiones perseguidas<br />

son francesas, invita a la na.<br />

ción vecina a tomar parte en la campaña<br />

que se prepara- Los franceses<br />

aceptan. Entre otros motivos, porqus<br />

hace tiempo que buscan la oportunidad<br />

<strong>de</strong> quedarse con la Cochinchina. Por<br />

su parte, España, más atenta a la voz<br />

<strong>de</strong> Cristo que a los gemidos <strong>de</strong>i estómago,<br />

no firma con sus aliados las condiciones<br />

en que la campaña habrá <strong>de</strong><br />

realizarse. Le basta saber que sus mas<br />

íntimos sentimientos han sido atropellados.<br />

Y una mañana <strong>de</strong> agosto Manila<br />

ve partir hacia la aventura a los<br />

dos mil mejores hombres <strong>de</strong> nuestras<br />

tropas coloniales. Al frente <strong>de</strong> ellos va<br />

el coronel Ruiz <strong>de</strong> Lanzarote. Francia,<br />

que tiene en las manos la mejor ocasión<br />

para satisfacer sus ladinos propó.<br />

sitos, se ampara en la ingenuidad <strong>de</strong><br />

los españoles y tampoco habla <strong>de</strong> esta,<br />

blecer condiciones. Es <strong>de</strong>cir, si. Sin saber<br />

por qué, un almirante francés, Rígault<br />

<strong>de</strong> Genouilly, se hace cargo <strong>de</strong>l<br />

mando general <strong>de</strong>l ejército hispanofrancés.<br />

Por arte <strong>de</strong> birlibirloque, <strong>de</strong><br />

invitados han pasado a anfitriones. Es<br />

la ley <strong>de</strong> la eterna habilidad gala y ás<br />

la entonces reiterada estupi<strong>de</strong>z españo.<br />

la. El 31 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1858 los hispanofranceses<br />

atacaban Turana, y las posiciones<br />

annamitas se abaten bajo el em.<br />

puje <strong>de</strong>l ejército aliado. El mando es.<br />

pañol propone la persecución <strong>de</strong>l enemigo,<br />

que huye <strong>de</strong>smoralizado a través<br />

<strong>de</strong> los arrozales que le conducen a Hué.<br />

Ruiz <strong>de</strong> Lanzarote sabe, porque asi lo<br />

presiente su exacto rigor militar, que<br />

la capital annamita caerá si tras <strong>de</strong>l<br />

eficaz asalto a Turana se inicia la persecución.<br />

Pero el mando francés, mando<br />

supremo <strong>de</strong> la expedición, obe<strong>de</strong>ce<br />

en ese momento muy sabias y escondidas<br />

consignas <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> Walewski, ministro<br />

<strong>de</strong> Estado <strong>de</strong> Napoleón III, y or<strong>de</strong>na<br />

la fortificación <strong>de</strong> la recién con.<br />

quistada península <strong>de</strong> Turana. Protesta<br />

Lanzarote, porque aquello va contra<br />

las más elementales leyes <strong>de</strong> la guerra.<br />

Detenerse en Turana es dar tiempo al<br />

enemigo para que se afiance en la ca.<br />

pital annamita. Pero las proposiciones<br />

<strong>de</strong>l coronel español caen en saco roto,<br />

y lo mejor <strong>de</strong>l ejército expedicionario<br />

se hun<strong>de</strong> entre la fiebre, el trabajo y la<br />

fatiga levantando durante meses y meses<br />

muros y barricadas, abriendo tremendas<br />

fosas que inauguran sus propios<br />

cuerpos. Y mientras el ardor y la<br />

ingenuidad <strong>de</strong> los españoles lamentan<br />

la para ellos grave equivocación táctica,<br />

un pequeño <strong>de</strong>talle viene a poner<br />

!as cosas en claro. En una jugada maes.<br />

Ira, ei almirante Rigault <strong>de</strong> Genouilly se<br />

saca <strong>de</strong> la manga un viejo truco pirata y<br />

va explicando, ante los asombrados ojos<br />

<strong>de</strong> los españoles, los motivos por los que<br />

no consi<strong>de</strong>ró oportuna la persecución<br />

hasta Hué. Los soldados <strong>de</strong> España, que<br />

precisamente por haber nacido en España<br />

hicieron siempre un altar <strong>de</strong> la<br />

lealtad y la nobleza, se indignan cuando<br />

el almirante galo les cuenta cómo<br />

hace casi cien años, en tiempos <strong>de</strong><br />

Luis XVI, Francia firmo un tratado<br />

con un príncipe annamita por el cual<br />

el territorio <strong>de</strong> Turana pasaría a manos<br />

francesas a cambio <strong>de</strong>l envío <strong>de</strong><br />

unos barcos, unos batallones y unos TÚ-<br />

Hones <strong>de</strong> francos, que no llegaron a<br />

manos <strong>de</strong>l principe <strong>de</strong>l cuento porque,<br />

entre otras cosas, el tratado se vino<br />

abajo con la llegada <strong>de</strong> la Revolución<br />

francesa.<br />

La trampa fue fabulosa. Tan fabulosa<br />

como para pensar, sin temor 3<br />

ningún error, que lo que menos les preocupó<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio a nuestros ve.<br />

cinos fue la afrente, contra las Misiones<br />

católicas.<br />

La rabia cundió entre los batallones<br />

<strong>de</strong> Filipinas, y pensando Francia, con<br />

muy hábil sentido, que si en <strong>de</strong>squite<br />

a su traición el cuerpo expedicionario<br />

español regresaba a Manila, se les escaparía<br />

<strong>de</strong> las manos el exquisito bocado<br />

<strong>de</strong> la Cochinchina, por no po<strong>de</strong>rlo<br />

conquistar ellos solos, el Gobierno<br />

<strong>de</strong> Napoleón III resolvió la papeleta<br />

enviando a nuestro embajador en<br />

París una nota en la que, entre otras<br />

rotundas - 'urinaciones, se hacía constar<br />

que «no sabía si convendría a Francia<br />

adquirir algún territorio en la Cochinchina,<br />

pero que en el caso <strong>de</strong> convenir<br />

a Francia y a España, las dos<br />

naciones le tendrían igualmente». Esto<br />

parecía palabra <strong>de</strong> caballero y calmó<br />

los exaltados ánimos <strong>de</strong> los españoles.<br />

OTRA VEZ LA TRAICIÓN<br />

Ciertamente que España tenía <strong>de</strong>seos<br />

<strong>de</strong> clavar su ban<strong>de</strong>ra en el Tonkin, extremo<br />

norte <strong>de</strong> la Indochina. Las numerosas<br />

Misiones españoles esparcidas<br />

en aquellas latitu<strong>de</strong>s y el noble <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> ampararlas frente a las rabiosas per.<br />

secuciones, unido a la urgente necesidad<br />

<strong>de</strong> mantener en la Indochina algún<br />

puerto comercial que facilitase a<br />

España la continuación <strong>de</strong> la guerra,<br />

hizo que nuestros hombres propusieran<br />

al mando francés dirigir la campaña<br />

hacia el norte. Corría ya el año 1859,<br />

y los españoles habían calmado su im.<br />

paciencia fortificando para Francia la<br />

península <strong>de</strong> Turana y creyendo honradamente<br />

en las promesas hechas A<br />

nuestro embajador en París. Ruiz <strong>de</strong><br />

Lanzarote creyó llegado el momento en<br />

que la expedición marchara hacia el<br />

Tonkin y así lograr la justa aspiración<br />

española, y manifestó al mando aliado<br />

las razones que aconsejaban dar un<br />

nuevo rumbo a la campaña. Pero Rigault<br />

<strong>de</strong> Genouilly, que aún ostentaba<br />

la jefatura suprema, lejos <strong>de</strong> aten<strong>de</strong>r a<br />

nuestros <strong>de</strong>seos, or<strong>de</strong>na una ofensiva<br />

en toda regla contra Saigón, capital<br />

<strong>de</strong> la Cochinchina. Esto suponía una<br />

serie <strong>de</strong> <strong>de</strong>sembarcos y redoblados esfuerzos<br />

que alejaban mas aún la posibilidad<br />

<strong>de</strong> que España algún día plantara<br />

sus estandartes en el Tonkin. Cos-<br />

<strong>de</strong> ¡unto Ae I o - 1 » !•


tara lo que cosíase, por encima <strong>de</strong> toda<br />

moral, por encima <strong>de</strong> toda lealtad y<br />

justicia, Francia explotaba <strong>de</strong> nuevo la<br />

ingenuidad y la sangre española, a fin<br />

<strong>de</strong> completar su botín. El sucio gesto<br />

se hacía mas insoportable aún porque<br />

el peso <strong>de</strong> la empresa iba a caer <strong>de</strong><br />

lleno sobre nuestros hombros. Las tropas<br />

francesas estaban diezmadas por<br />

las fiebres y las duras jornadas. Prácticamente,<br />

allí no existía el ejército<br />

francés. Solos, con su ímpetu y su glo.<br />

ría, los batallones <strong>de</strong> Filipinas van a<br />

enfrentarse contra ías bandas annamitas<br />

que aullan como perros rabiosos<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las <strong>de</strong>fensas <strong>de</strong> Saigón. En<br />

un espeluznante y veloz <strong>de</strong>sembarco, el<br />

comandante Palanca, segundo jefe <strong>de</strong>l<br />

cuerpo expedicionario español, abre brecha<br />

contra el cerco enemigo. Se lucha<br />

a muerte por llegar a las posiciones<br />

centrales <strong>de</strong> la capital. En los fortines<br />

que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n la entrada a Saigón la<br />

carne española se va quemando en aras<br />

<strong>de</strong> un heroísmo estéril. Todo aquel esfuerzo,<br />

toda aquella, congoja y aquel<br />

coraje por clavar la ban<strong>de</strong>ra en la ciudad<br />

annamita van a servir únicamente<br />

para que Francia, en un gesto avieso,<br />

cometa su segunda traición.<br />

Pero ningún soldado español piensa<br />

en aquella hora más que en <strong>de</strong>jar la<br />

huella <strong>de</strong> su heroísmo. Las viejas y legendarias<br />

ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> Filipinas on<strong>de</strong>an<br />

en la mañana alegre <strong>de</strong>l trópico y tras<br />

<strong>de</strong> ellas vuela la fiel infantería española.<br />

Vuela, canta y cabalga —la infantería<br />

cabalga sobre su ímpetu— bajo la voz<br />

<strong>de</strong> mando <strong>de</strong> Palanca, que les ha prometido<br />

la victoria. En un arranque supremo,<br />

en un limpio y brioso empuje,<br />

los mozos <strong>de</strong> España rompen la resistencia<br />

enemiga, y Saigón cae en po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong> los españoles Huye el enemigo gimiendo<br />

su <strong>de</strong>rrota,<br />

Y tras <strong>de</strong>l heroísmo <strong>de</strong> los que han<br />

abierto brecha con el corazón y el cuchillo<br />

llegan los merca<strong>de</strong>res a contar<br />

el botín. Es a Francia a quien le toca<br />

hablar ahora. Los españoles ya han hecho<br />

bastante con jugarse el tipo. Los<br />

annamitas han <strong>de</strong>jado más <strong>de</strong> doscientas<br />

piezas <strong>de</strong> artillería, treinta mil fu.<br />

siles, varios barcos <strong>de</strong> guerra, centenares<br />

<strong>de</strong> toneladas <strong>de</strong> arroz... Un generoso<br />

botín. Pi<strong>de</strong>n los españoles su parte<br />

—¡ellos, que tenían <strong>de</strong>recho a todo!—,<br />

y el jefe <strong>de</strong> nuestra expedición recibe,<br />

en contestación a su <strong>de</strong>manda, una<br />

nota en la que se dice que «Esoaña n^<br />

tiene <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> ningún género en<br />

Saigón, por ser propiedad exclusiva <strong>de</strong><br />

Francia, que lo posee sin ce<strong>de</strong>r parte,<br />

y que, por tanto, todos los productos<br />

allí obtenidos y los que se sigan obteniendo<br />

son suyos. Y así como Saigón<br />

pertenece a Francia, en Tonkín o en<br />

otro punto <strong>de</strong> la Cochinchina es don<strong>de</strong><br />

España obtendrá las in<strong>de</strong>mnizacio.<br />

nes <strong>de</strong> sus gastos». Otra vez surgía en<br />

la escena el viejo cuento <strong>de</strong>l tratado<br />

francés con el eutrapélico principe annamtta;<br />

<strong>de</strong> nuevo la traición <strong>de</strong> Francia<br />

cubría <strong>de</strong> escarnio el esfuerzo <strong>de</strong><br />

nuestros héroes y el sacrificio <strong>de</strong> nuestros<br />

muertos.<br />

LA MASONERÍA, EN ACCIÓN<br />

Había llegado ya el año 1860, y dos<strong>de</strong><br />

guerra y privaciones habían escrito<br />

sobre el difícil horizonte <strong>de</strong> Indochina<br />

las dos posturas típicas, históricas, <strong>de</strong><br />

dos pueblos vecinos. España continuaba<br />

dando pruebas <strong>de</strong> su lealtad y heroísmo<br />

consustanciales. Francia seguía<br />

medrando. En aquel año, <strong>de</strong> acuerdo<br />

con Inglaterra, su compañera <strong>de</strong> aventuras,<br />

había pensado llevar sus armas<br />

contra China. La situación resultaba<br />

algo difícil para el Gobierno francés,<br />

porque, teniendo que retirar sus tropas<br />

<strong>de</strong> Annám para llevar a cabo su nueva<br />

empresa, temía que al quedar solas<br />

las guarniciones españolas, s e<br />

aprovecharan éstas <strong>de</strong> la ausencia<br />

<strong>de</strong> los franceses y dieran lugar a España<br />

a abrir un período <strong>de</strong> influencia<br />

total en la Cochinchina. El problema<br />

vino a ponerlo en rías <strong>de</strong> solución impensadamente<br />

el propio Gobierno <strong>de</strong><br />

<strong>Madrid</strong>. En aquella época, nuestro embajador<br />

en París había presentado al<br />

ministro <strong>de</strong> Estado trances una nota<br />

<strong>de</strong> protesta por la irregularidad con<br />

que Francia llevaba su campaña en<br />

Indochina. Con una habilidad rayana<br />

en el maleficio diabólico, los franceses<br />

ATENEA<br />

^ A<br />

contestaron ladinamente, <strong>de</strong>jando insinuar<br />

que los annamitas parecían inclinarse<br />

a firmar una paz» y que sería interesante,<br />

en beneficio <strong>de</strong> todos, no<br />

<strong>de</strong>struir aquellos pacíficos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l<br />

enemigo. Más tar<strong>de</strong> retiraba sus tropas,<br />

<strong>de</strong>jando únicamente pequeñas<br />

guarniciones encargadas <strong>de</strong> vigilar el<br />

territorio que ellos usufructuaban y<br />

que el esfuerzo español había conquistado.<br />

Al mismo tiempo que el Ministerio<br />

<strong>de</strong> Estado francés, entraban tn<br />

juego las logias masónicas <strong>de</strong> París, a<br />

fin <strong>de</strong> ganar a espaldas <strong>de</strong>l Gobierno<br />

español un tortuoso tanto. Una leve<br />

presión a los hermanos que arrastraban<br />

la traición en la Capitanía General<br />

<strong>de</strong> Filipinas, y, tras la leve presión<br />

—¡ley tajante <strong>de</strong>l Gran Oriente!—, el<br />

coronel Ruiz <strong>de</strong> Lanzarote recibía or<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Manila <strong>de</strong> que regresaran al<br />

archipiélago la mayoría <strong>de</strong> las tropas<br />

españolas. Y mientras en <strong>Madrid</strong> continuaban<br />

en el mejor <strong>de</strong> los limbos,<br />

gran parte <strong>de</strong> nuestro cuerpo expedicionario<br />

embarcaba rumbo a sus bases<br />

<strong>de</strong> origen. Otra vez los soldaditos <strong>de</strong><br />

España, tatuados <strong>de</strong> cicatrices y heroísmos,<br />

servían <strong>de</strong> guardaespaldas y<br />

burla al egoísmo francés. Nuestros aliados<br />

podían ya dormir tranquilos y preparar<br />

con su comadre Inglaterra la<br />

campaña <strong>de</strong> China.<br />

FRANCIA LEGALIZA SU TRAICIÓN<br />

En 1861 los franceses han solucionado<br />

a satisfacción sus problemas <strong>de</strong><br />

China, y regresan a la Baja Indochina<br />

a finalizar su carrera <strong>de</strong> mezquinda<strong>de</strong>s.<br />

Por entonces, el ya coronel Palanca,<br />

el héroe <strong>de</strong> la conquista <strong>de</strong> Saigón,<br />

ha sido nombrado por el Gobierno<br />

español jefe <strong>de</strong> nuestras tropas ex.<br />

pedicioiiarias, y <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> volcar todo su<br />

esfuerzo para lograr <strong>de</strong> una vez que<br />

España ocupe el Tonkín. Los franceses<br />

le prometen muy seriamente que, tan<br />

pronto como se venzan las últimas resistencias<br />

<strong>de</strong> Cochinchina y se consoli<strong>de</strong><br />

la permanencia gala, Francia pondrá<br />

a disposición <strong>de</strong> España los buques<br />

y tropas necesarios para la expedición<br />

al Tonktn. Mientras tanto, es necesario<br />

que España contenga sus <strong>de</strong>seos,<br />

porque las tropas <strong>de</strong> Filipinas le son<br />

muy necesarias al almirante Bonnard<br />

—nuevo jefe <strong>de</strong>l ejército aliado— para<br />

asentar las colonias francesas. Entre<br />

promesas y dilaciones, van pasando los<br />

meses, y el coronel Palanca, consi<strong>de</strong>rando<br />

que Francia ha consolidado suficientemente<br />

sus territorios, solicita »4<br />

cumplimiento <strong>de</strong> los ofrecimientos <strong>de</strong><br />

nuestros aliados. La ocasión para realizar<br />

una acción militar sobre el norte<br />

<strong>de</strong> Indochina se muestra notablemente<br />

propicia. Precisamente acaba <strong>de</strong> estatuar<br />

en aquella región una revolución<br />

que acaudilla el príncipe Le-Duy-Phuny,<br />

pretendiente al trono <strong>de</strong>l Tonkín y fervoroso<br />

cristiano convertido en el regazo<br />

<strong>de</strong>l vicario apostólico. Reiteradamente<br />

solicita <strong>de</strong> Palanca el protectorado<br />

<strong>de</strong> España, y nuestro cuerpo expedicionario<br />

únicamente necesita para la empresa<br />

la pequeña ayuda <strong>de</strong> un barco<br />

y varias compañías francesas. El almirante<br />

Bonnard se niega en redondo a<br />

satisfacer la <strong>de</strong>manda <strong>de</strong>l jefe español.<br />

No pue<strong>de</strong> justificar su conducta, y por<br />

todos los medios intenta convencer a<br />

Palanca <strong>de</strong> que todavía no ha llegado<br />

la hora <strong>de</strong> España. La verdad es que<br />

Francia quiere impedir a todo trance<br />

que nuestra ban<strong>de</strong>ra on<strong>de</strong>e en ninguna<br />

zona <strong>de</strong> Indochina. Con las Filipinas<br />

enfrente, los españoles pue<strong>de</strong>n<br />

ten<strong>de</strong>r un lazo <strong>de</strong>masiado peligroso.<br />

Estamos ya en pleno 1862, y los hombres<br />

que han conquistado un imperio<br />

para el mas <strong>de</strong>sleal aludo ven con<br />

amargura cómo el TonJcin, la nueva<br />

tierra <strong>de</strong> promisión, se les escapa <strong>de</strong>l<br />

corazón...<br />

Entre tonto engaño y <strong>de</strong>sventura,<br />

una negra fecha se acerca para consumar<br />

la teaición <strong>de</strong> Francia. El 5 <strong>de</strong><br />

junio <strong>de</strong> 1¿62 se firma un tratado <strong>de</strong><br />

paz entre España, Francia y el reino<br />

annamita. Francia se queda con la Cochinchina,<br />

A nosotros nos agra<strong>de</strong>cen<br />

los servicios prestados. Pero con el tratado<br />

no finalizaba la campaña a beneficio<br />

<strong>de</strong> los franceses. Necesitaban<br />

éstos aún los subsidios <strong>de</strong> sangre española,<br />

y febrero <strong>de</strong> 1863 —¡ocho meses<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l pacto!— ve morir soldados<br />

<strong>de</strong> nuestra patria en los combates<br />

<strong>de</strong> Go-Eong y Trai-Cat, nuevos<br />

bastiones para la insaciable ambición<br />

francesa. En abril <strong>de</strong> aquel mismo<br />

año la expedición española abandona-<br />

ría para siempre la rica y exuberante<br />

tierra que la sangre caliente <strong>de</strong> nuestros<br />

hombres había dominado para<br />

servir a la voracidad <strong>de</strong> Francia. Atrás<br />

quedaban, para ser juzgados por la<br />

justicia <strong>de</strong> Dios, los héroes españoles<br />

caídos orgullosamente al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la<br />

más difícil y estéril empresa. Nada suponía<br />

para nuestros escandalosos vecinos<br />

el enérgico empuje <strong>de</strong> unos sóida,<br />

dos nerviosos y morenos que fueron<br />

capaces ellos solos <strong>de</strong> grabar con serena<br />

constancia, con inigualable heroísmo,<br />

un difícil y tremendo camina <strong>de</strong><br />

victorias, una amarga ruta <strong>de</strong> <strong>de</strong>sengaños,<br />

cuyo único paliativo era la seguridad<br />

<strong>de</strong> haber sabido luchar y morir<br />

con alegría, elegancia y generosidad.<br />

Atrás quedaba, para vergüenza <strong>de</strong><br />

Francia y <strong>de</strong> no pocos españoles comprados<br />

al precio <strong>de</strong> la traición, la presencia<br />

<strong>de</strong> los conquistadores hispanos<br />

alzándose con la soberana jerarquía<br />

<strong>de</strong> la muerte frente a Myt-Ho, Vín-<br />

Luong, Saigón, Bien-Roa, Mi-Cui, Tan-<br />

Tiel, Vín-Tong, Níbing, Song-Rai, Lai-<br />

Cong, Trai-Cat. Atrás quedaba, como<br />

un clamoroso testamento <strong>de</strong> dignidad<br />

y coraje, el gesto que sirve <strong>de</strong> amorosa<br />

<strong>de</strong>dicatoria a este artículo, el temple<br />

sobrehumano <strong>de</strong> un capitán <strong>de</strong> viejos<br />

tercios que supo aguantar con sólo<br />

<strong>de</strong>n soldados la rabia insatisfecha <strong>de</strong><br />

diez mil annamitas... Atrás quedaba la<br />

pagoda <strong>de</strong> los Campaniles contándole<br />

a la noche silenciosa el heroísmo <strong>de</strong><br />

unos dioses llegados <strong>de</strong> lejanas tierras.<br />

Atrás quedaban, entre la gloria, el dolor<br />

y la injusticia, una serena lección<br />

<strong>de</strong> bien morir...<br />

Verda<strong>de</strong>ramente que a nosotros, los<br />

españoles, europeos y occi<strong>de</strong>ntales con<br />

más razones y más <strong>de</strong>rechos que nadie,<br />

nos satisface el heroísmo <strong>de</strong>l coronel<br />

Christian la Croix <strong>de</strong> Castries.<br />

Nos satisface porque la sangre y el orgullo<br />

que Dios nos regaló nos han enseñado<br />

a no establecer fronteras en el<br />

heroísmo y la virtud. Nos satisface, y<br />

tal vez a nuestros vecinos <strong>de</strong>l Pirineo<br />

les agradará saberlo, que Francia sepa<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r lo que ni supo ni pudo con.<br />

quistar.


EL OESTE, OTRA VEZ.—El cine<br />

americano es un eine vacío, impersonal<br />

y en serie» sin el arte <strong>de</strong>l cine<br />

europeo; pero es el cine-cine, y,<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> él, el cine <strong>de</strong>l Oeste.<br />

Otros géneros han aparecido <strong>de</strong>spués<br />

y se han agotado antes. Ese<br />

parece capaz <strong>de</strong> aguantarlo todo.<br />

Hasta ganando. El sonoro le añadió<br />

el estampido <strong>de</strong> los eeoltss y el resonar<br />

<strong>de</strong> los cascos <strong>de</strong> los caballos<br />

sobre las rocas; el color le dio el ver<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> las pra<strong>de</strong>ras, el cielo azul y las<br />

nubes <strong>de</strong> polvo sobre el <strong>de</strong>sierto;<br />

hasta con el cinemascopio parece<br />

que el cine <strong>de</strong>l Oeste es más compatible<br />

que cualquier otro, con sus<br />

dilatadas extensiones horizontales.<br />

El género asimila lo que le echen,<br />

precisamente porque ea el eine-cine.<br />

Pero si no pier<strong>de</strong> el favor <strong>de</strong>l público<br />

se <strong>de</strong>be, a mi juicio, a razones<br />

sólo en parte cinematográficas: ai<br />

hecho consolador <strong>de</strong> que el público<br />

pi<strong>de</strong> una épica y el cine <strong>de</strong>l Oeste<br />

es esa épica.<br />

CINE DE GÁNGSTERS; CINE<br />

DEL OESTE.-—La película <strong>de</strong> gángsters<br />

es también cine-cine. Pero aunque<br />

el gángster pase en ella <strong>de</strong><br />

«héroe público» a «enemigo público»<br />

y el héroe sea su perseguidor, el<br />

ambiente sórdido <strong>de</strong> criminales, encubridores,<br />

cómplices, confi<strong>de</strong>ntes,<br />

<strong>de</strong>latores y cobar<strong>de</strong>s, a la larga, repugna<br />

al espectador. La película <strong>de</strong><br />

gángsters es fiel a la ley <strong>de</strong> la novela<br />

policíaca, que Alemán Sáinz<br />

enuncia así: «Todos son sospechosos.»<br />

Y al instintivo sentido <strong>de</strong> nobleza<br />

<strong>de</strong>l espectador le molesta tanto sospechar.<br />

En la película <strong>de</strong>l Oe3te hay sospechosos,<br />

pero en teoría. En la práctica,<br />

sabemos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio<br />

quiénes son los «malos» y quiénes los<br />

«buenos». También ha tenido ese<br />

género sus películas <strong>de</strong> bandidos.<br />

Al eScarfaces, <strong>de</strong> Paul Huni, hacen<br />

pareja los cuatro hermanos Dalton,<br />

mejor todavía que los dos hermanos<br />

James, <strong>de</strong>masiado sublimados cinematográficamente.<br />

Pero falta el ambiente<br />

<strong>de</strong> los bajos fondos, y, a<strong>de</strong>más,<br />

lo que en el cine policiaco es regla,<br />

aquí es excepción. Lo normal os que<br />

la película <strong>de</strong>l Oeste se centre en el<br />

POR JOSÉ MARÍA GARCÍA<br />

héroe, que, a cara <strong>de</strong>scubierta, gallardamente,<br />

empren<strong>de</strong> una lucha<br />

ruda y noble en presencia, no <strong>de</strong><br />

ninguna pistolera oxigenada, sino<br />

<strong>de</strong> una rubia candorosa con la que<br />

al final se casará. El citado Alemán<br />

Sáinz <strong>de</strong>staca el cariz caballeresco<br />

y medieval <strong>de</strong> ese respeto a la mujer<br />

y al amor casto.<br />

Esos elementos forman un mito<br />

que no pier<strong>de</strong> con la repetición y ha<br />

adquirido proporciones universales.<br />

Cuando en su «Melody Cocktail»<br />

Walt Disney parodia graciosamente<br />

al héroe <strong>de</strong>l Oeste, en sn «Pecos<br />

Bill», no hace más que incorporar a<br />

su Olimpo al nuevo dios que ha llegado<br />

a ser para las multitu<strong>de</strong>s el<br />

cow-boy. Ni ei gángster ni su perseguidor<br />

podían, evi<strong>de</strong>ntemente, sustituirlo.<br />

EL «SUPER-WESTERN». — La<br />

película corriente <strong>de</strong>l Oeste necesita<br />

sólo acción y la percha <strong>de</strong> un héroe<br />

para colgar la acción. Sí la percha<br />

sonríe como Tom Mix o Errol Flynn,<br />

mejor. Perchas sin sonrisa son I03<br />

Alan Ladd y Rod Caraeron <strong>de</strong> hoy;<br />

los Hoot Gíbson y Ken Maynard<br />

<strong>de</strong> ayer. Pero era ayer cuando Wiílam<br />

Shakespeare Hart, e 1 «Río<br />

Jim» <strong>de</strong> las películas <strong>de</strong> aquel Hornero<br />

<strong>de</strong>l género, inventor <strong>de</strong>l cine<br />

<strong>de</strong>l Oesto, que fue luce, a<strong>de</strong>lantaba<br />

otro tipo <strong>de</strong> héroe que llegaría a su<br />

madurez con Gary Cooper, y más<br />

precisamente con el Gary Cooper <strong>de</strong><br />

«Solo ante el peligro» (Zinneroan,<br />

1950).<br />

En esta película inolvidable parece<br />

que queda muy poco <strong>de</strong> las leyes <strong>de</strong>l<br />

género. El héroe es un hombre viejo,<br />

que no sonríe y que tiene miedo.<br />

Minuto a minuto le vemos vacilar y<br />

angustiarse; le sorpren<strong>de</strong>mos cuando<br />

prepara el caballo para" escapar;<br />

minuto a minuto 83 <strong>de</strong>smorona la<br />

estatua <strong>de</strong>l héroe mítico, pero en su<br />

lugar se levanta la estatua <strong>de</strong>l hombre<br />

que, porque lo es, vence su miedo<br />

porquo tiene un <strong>de</strong>ber que cumplir.<br />

Lo que parecía <strong>de</strong>sviación resulta<br />

profundización <strong>de</strong> las leyes <strong>de</strong>l<br />

género. Pero hay más. Ese hombre<br />

pi<strong>de</strong> ayuda a sus vecinos. Sólo encuentra<br />

extraños que le vuelven la<br />

espalda. También parece que se<br />

<strong>de</strong>rrumba otra ley <strong>de</strong>l género: la<br />

distinción <strong>de</strong> «buenos» y Í mal os».<br />

No hay tal. Es que, junto a los «malos»<br />

sin equívocos, aparecen, en «Solo<br />

ante el peligro» las «<strong>de</strong>rechas», las<br />

«fuerzas vivas», las gentes «<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n»,<br />

los que todo lo que le pi<strong>de</strong>n al<br />

sheriff es que se vaya; que no se<br />

meta en líoa ni a re<strong>de</strong>ntor, que es lo<br />

que las <strong>de</strong>rechas temen siempre más,<br />

pues lo que a ellas les gusta es discutir,<br />

dar tiempo al tiempo, ser<br />

«razonables» y «pru<strong>de</strong>ntes»; cuando<br />

ocurre, por añadidura, que el sheriff<br />

va poco a la iglesia, se une al escándalo<br />

<strong>de</strong> los que se sienten personalmente<br />

ofendidos porque uno que no<br />

practiea se propone cumplir con su<br />

<strong>de</strong>ber estando allí ellos, los monopolizadores<br />

<strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s. El maniqueUmo<br />

<strong>de</strong>l cine <strong>de</strong>l Oeste se difumina<br />

mucho, ya se ve. En fin, en<br />

«Solo ante el peligro» hay tiros, pero<br />

los precisos y al final. Y aunque el<br />

sheriff vence, se concibe perfectamente<br />

que la película hubiese terminado<br />

con el sheriff tendido en la<br />

calle, asesinado, más que por las<br />

balas <strong>de</strong> los bandidos, por el abandono<br />

<strong>de</strong> «los buenos». Con lo cual se<br />

habría cristianizado enteramente la<br />

película <strong>de</strong>l Oeste al introducir en<br />

ella la posibilidad <strong>de</strong>l fracaso humano.<br />

Parecida profundízación <strong>de</strong>l género<br />

se da en películas anteriores.<br />

En la mejor película <strong>de</strong>! Oeste que<br />

se ha producido nunca, «La diligencia»<br />

(John Ford, 1939; los americanos<br />

no vi eron, sin embargo, la<br />

maravilla que era, acaso porque le<br />

faltaban gran<strong>de</strong>s presupuestos), el<br />

peligro «presente» se sustituye también<br />

por el peligro «esperado» (ocurre<br />

igual en «j'jl correo <strong>de</strong>l infierno») y no<br />

hay «héroe» hasta el final. El protagonista<br />

real es la diligencia, en la que<br />

la cámara se mete para hacer un análisis<br />

sociológico, cuyos resultados son<br />

tan poco convencionales como los <strong>de</strong><br />

Zinneman, en la prostituta que vale<br />

más que las puritanas que la han<br />

expulsado <strong>de</strong> la ciudad y que (al<br />

revés que ocurría en el género) no<br />

necesita que la maten para redimirse,<br />

o en el jugador profesional y en el<br />

módico borrachín. Y en «El forasteros<br />

(Wyler, 1940), quo seguramente<br />

compone con las dos anteriores el trío<br />

<strong>de</strong> ases <strong>de</strong>l cine <strong>de</strong>l 0_>3fce, la compleja<br />

figura <strong>de</strong>l juez Bean, que interpretó<br />

Walter Brennan, escapa a todas las<br />

simplificaciones. Añadiré alguna película<br />

como «El pistoleros, <strong>de</strong> Henry<br />

King, don<strong>de</strong> Gregory Peck, el «hombre<br />

malo», pero cansado y arrepentido,<br />

que sólo busca paz, acaba asesinado<br />

a traición por un mequetrefe.<br />

El fracaso consigue ahí el primer<br />

papel. En las series <strong>de</strong> las galopadas<br />

tradicionales no se le concedía ni el<br />

último.<br />

Que el «Superwestern», como lo<br />

llama Rieupeyrout. satisfaga al espectador<br />

vulgar tanto como las películas<br />

rodadas en una semana y en las que<br />

un quinto <strong>de</strong>! total se saca <strong>de</strong>l archivo<br />

<strong>de</strong>l estudio, pero en las que el «bueno»<br />

gana siempre, es otra cuestión. Pero<br />

tal como es el «Superwesterm ha dado<br />

al cine algunas <strong>de</strong> las películas mejores<br />

<strong>de</strong> todos los tiempos. Su mayor<br />

peligro es que profundice tanto que<br />

pierda <strong>de</strong> vista el cielo, que nazca un<br />

«Western» negro, como hay un cine<br />

negro <strong>de</strong> gángsters. En el mediocre<br />

«Duelo al sol», <strong>de</strong> King Vidor, hay<br />

<strong>de</strong>masiado melodrama, <strong>de</strong>masiada falsedad<br />

y, sobre todo, <strong>de</strong>masiada suciedad<br />

moral. Y si se recuerda «El tesoro<br />

<strong>de</strong> Sierra Madre», <strong>de</strong> Huston, cinematográficamente<br />

magistral, no se podrá<br />

evitar ei significativo recuerdo <strong>de</strong><br />

otra cruda película <strong>de</strong> ex hombres,<br />

como «El salario <strong>de</strong>l miedo», <strong>de</strong><br />

Clouzot, menos ejemplar cinematográficamente,<br />

y no digamos nada<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> otros puntos <strong>de</strong> vista.<br />

EL OESTE, DE UNIFORME<br />

«La legión invencible», estrenada<br />

ahora en <strong>Madrid</strong>, empieza como una<br />

continuación <strong>de</strong> aquel «Fuerte apache»<br />

con que Johr, Ford restableció<br />

la verdad histories <strong>de</strong> ia muerte <strong>de</strong><br />

Cúster frente a la simpática ficción<br />

<strong>de</strong> «Murieron con las botas puestas».<br />

Cúster-Henry Fonda era el real, y no<br />

Cúster-Errol Flynn, aunque hubiera<br />

que cambiarle ai primero su nombre<br />

por el <strong>de</strong> coronel Thursday y trasladar<br />

el territorio sioux al territorio<br />

apache. «La legión invencible» es el<br />

relato, brioso y ágil, <strong>de</strong> la última<br />

misión <strong>de</strong> un capitán <strong>de</strong> la Caballería<br />

<strong>de</strong> los Estados Unidos en el periodo<br />

que siguió a la catástrofe <strong>de</strong> Little<br />

Big Horn. No es una película excepcional,<br />

paro invita a consi<strong>de</strong>rar un<br />

subgénero <strong>de</strong>l cine <strong>de</strong>l Oeste cuya<br />

boga actual me parece significativa:<br />

el subgénero militar.<br />

Hay el cine <strong>de</strong> individuos; hay el<br />

cin9 <strong>de</strong> las epopeyas colectivas (lo<br />

inicia en 1924 Cruze con «La caravana<br />

<strong>de</strong>l Oregón»), y ha habido luego gestas<br />

<strong>de</strong> muchas clases: <strong>de</strong>l ferrocarril, da<br />

las diligencias, <strong>de</strong> los telégrafos y<br />

hasta <strong>de</strong>l ganado y las ovejas (recuér<strong>de</strong>nse<br />

«Unión Pacífico», <strong>de</strong> De<br />

Mille; «Una nación en marcha», <strong>de</strong><br />

Fretnk Lloyd; «Río Rojo», <strong>de</strong> Howard<br />

Hawks, y hasta a Erroí Flynn capitaneando<br />

a los pastores contra los gana<strong>de</strong>ros<br />

en «Montana», <strong>de</strong> fínright);<br />

hay. en fin, el cine militar. Lo abre<br />

Griffith («El nacimiento <strong>de</strong> una nación»,<br />

1914-15), y a él se adscribe resueltamente<br />

et Ford <strong>de</strong> las epopeya3<br />

civiles («El caballo <strong>de</strong> hierro», 1924);<br />

y <strong>de</strong> las individualida<strong>de</strong>s («Tres hombres<br />

malos», 1926; «La diligencia»,<br />

1939; «Pasión <strong>de</strong> los fuertes», 1947);<br />

cuando realiza su trilogía militar<br />

(«Fuerte apache», 1948; «La legión invencible»,<br />

1948; «Río Gran<strong>de</strong>», 1950).<br />

Que los Estados Unidos, cuando<br />

necesitaban una tradición la buscasen<br />

en el Oeste, y que hoy, cuando<br />

necesitan una tradición militar la<br />

busquen en el Oeste también, nada<br />

más natural. Que <strong>de</strong> paso cicatrizan<br />

heridas aún no <strong>de</strong>l todo cerradas, con<br />

una simpatía hábilmante dosificada<br />

hacia la caballerosidad sudista («Entre<br />

dos juramentos», «Cerco <strong>de</strong> fuego»<br />

y algunos toques <strong>de</strong> «La legión invencible»),<br />

natural también. Y si ponen<br />

un poco <strong>de</strong> justicia en la oposición<br />

blancos-pieles rojas, sustituyendo al<br />

indio «criminal* por el indio «victimas<br />

(<strong>de</strong>s<strong>de</strong> «Massacre», <strong>de</strong> Alan Crosland<br />

—1934—, a «La flecha rota», <strong>de</strong> Delmar<br />

Daves —1950—, pasando por<br />

15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954


, (Fuerte apaches, don<strong>de</strong> John Ford<br />

s permite que los indios expongan sus<br />

'• razones antes <strong>de</strong>l exterminio <strong>de</strong> Cúsler<br />

y los suyos), mejor. Y si, indirectamente,<br />

al educarse a sí mismos, los<br />

americanos educan a unos europeos<br />

sometidos a la acción <strong>de</strong> un cine tan<br />

maduro artísticamente como en lo<br />

moral, antiheroieo, lacrimoso o esoépfico,<br />

miel sobre hojuelas. Pues una<br />

épica es lo que tanto o más que los~<br />

americanos necesitan hoy los europeos.<br />

A las películas <strong>de</strong> guerra se les<br />

reprocha, con razón, que <strong>de</strong>forman<br />

propagandísticamente al contrario y<br />

que cultivan el odio con insistencia<br />

escalofriante. Aun así, algo hay en<br />

etSas no censurable: la exaltación <strong>de</strong><br />

las virtu<strong>de</strong>s militares, tanto más estimable<br />

cuanto más <strong>de</strong>liberadamente<br />

se proclamó «civil» hasta entonces la<br />

sociedad norteamericana. La lejanía<br />

histórica permite un cine curado <strong>de</strong><br />

odios y <strong>de</strong>dicado exclusivamente a<br />

pxaltar ese espíritu militar, que Ortega,<br />

con escasa precisión y menos<br />

simpatía, <strong>de</strong>finió como una <strong>de</strong>generación<br />

<strong>de</strong>l espíritu guerrero, y que<br />

Jorge Vígón, con más conocimiento<br />

<strong>de</strong> causa y más amor, por supuesto,<br />

consi<strong>de</strong>ra como e! mismo espíritu<br />

guerrero, pero acendrado por la civilización<br />

y profesando en un or<strong>de</strong>n.<br />

En nuestro caso, como el heroísmo <strong>de</strong><br />

loa viejos caballistas anárquicos metido<br />

en un uniforme azul y encuadrado<br />

en el 7.° Regimiento <strong>de</strong> Caballería.<br />

De ese encuadramiento se <strong>de</strong>rivan<br />

consecuencias muy felices. Por <strong>de</strong><br />

pronto, la autoridad, que en el aheriff<br />

no siempre quedaba dignamente (en<br />

una sociedad sin ley, la ley la impone<br />

el más fuerte, y el sheriff no lo era<br />

siempre), en la película militar pasa<br />

a ser protagonista, como es lógico en<br />

una sociedad que aspira a Estado.<br />

Pero la autoridad exige una jerarquía,<br />

y la jerarquía requiere subordinación,<br />

disciplina y abnegación; no sóío<br />

valor y un sentido elemental <strong>de</strong> la<br />

justicia, sino un sentido muy preciso<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber y <strong>de</strong> la primacía <strong>de</strong>l «servir»<br />

sobre el «exigir*; todo lo que constituye<br />

el espíritu militar, que no es<br />

fácil que lo acepten hombres <strong>de</strong> sangre<br />

revoltosa, como no era fácil un<br />

Estado en un pueblo <strong>de</strong> «self-ma<strong>de</strong>men»,<br />

pero que por eso mismo sustituirá<br />

ventajosamente como problema<br />

a loe típicos problemas <strong>de</strong>l Oeste<br />

(granja hipotecada, <strong>de</strong>rechos controvertidos,<br />

diligencia asaltada, rebaño<br />

robado, autorida<strong>de</strong>s compradas). Ahora<br />

Be tratará <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>sacertada<br />

que hay que cumplir («Murieron con<br />

las botas puestas»), <strong>de</strong> la disciplina<br />

que convierte en héroes a la hez <strong>de</strong><br />

la frontera («Sólo el valiente»), <strong>de</strong>l<br />

conflicto entre el <strong>de</strong>ber militar y el<br />

afecto familiar («Río Gran<strong>de</strong>s), o <strong>de</strong><br />

la ambición purgada con una muerte<br />

heroica (el coronel <strong>de</strong> «Fuerte Apaches<br />

y el comandante <strong>de</strong> «Entre dos<br />

juramentos*). En «La legión invencible»,<br />

el tema es más sencillo; el servicio,<br />

en lo que tiene <strong>de</strong> entrega oscura,<br />

día tras día, hasta que llega el<br />

<strong>de</strong>l retiro forzoso, cuando al militar<br />

ya no !e queda nada por dar, porque<br />

todo lo era para él su profesión.<br />

Que la necesidad sensiblera <strong>de</strong> que<br />

la ley se quiebre para que el viejo<br />

John Wayne continúe cabalgando »<br />

la cabeza <strong>de</strong> sus tropas (y ascendido,<br />

por añadidura) prolongue la película<br />

más allá <strong>de</strong> don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bería terminar,<br />

impi<strong>de</strong> que podamos hablar <strong>de</strong> un<br />

«Superwestern»; podría haberlo sido<br />

«La legión invencible» sin señoritas<br />

con cintas amarillas y sin final feliz.<br />

Pero tal como es queda como una<br />

valiosa muestra <strong>de</strong> un género <strong>de</strong> cine<br />

que está sirviendo a los americanos<br />

para <strong>de</strong>scubrir lo que los europeos<br />

están necesitando ya re<strong>de</strong>scubrir: el<br />

Ejército, ese puñado <strong>de</strong> soldados que<br />

en el último momento lo salvan todo.<br />

Lo <strong>de</strong>cía Spengler, y nada pareoe<br />

quitarle la razón.<br />

ATENEO<br />

MAUPA8SANT<br />

Una escena <strong>de</strong> «La legión invencible»<br />

aupassaitt<br />

el eme<br />

En el prefacio <strong>de</strong> «Pedro y Juan»<br />

establece los principios <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro<br />

guión cinematográfico<br />

A manera <strong>de</strong> contar una historia en<br />

L la pantalla, se base en una novela,<br />

ana pieza <strong>de</strong> terCto o proceda directamente<br />

<strong>de</strong> un guión "«original», no es<br />

nada nuevo. Y lo más chocante y curioso<br />

es que el principio fundamental<br />

fue establecido antes <strong>de</strong> la invención<br />

<strong>de</strong>l cine.<br />

En 1888, Guido <strong>de</strong> Maupassant publicaba<br />

«Pedro y Juan», novfela cuyo prefacio<br />

era una especie <strong>de</strong> manifiesto<br />

sobre la novela, taj y como él la con><br />

cebía. En este estudio, que ha quedad©<br />

como una reliquia <strong>de</strong> la literatura francesa,<br />

se halla el origen <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro<br />

guión cinematográfico. Se pue<strong>de</strong> comprobar,<br />

leyendo algunos extractos <strong>de</strong>l<br />

prefacio, hasta qué punto su autor,<br />

como una premonición asombrosa, lo<br />

había previsto. Es lo que Maupassant<br />

llama en esta época la novela objetiva.<br />

Hablando <strong>de</strong> las diferencias sobre la<br />

(Continúa en la página siguiente.)


Mouloudji v Catherine Erard en ana escena <strong>de</strong> «Mimche», primer «sketch» <strong>de</strong> «Tres mujeres»<br />

f Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />

técnica <strong>de</strong> la novela, escribe: «Hay dos<br />

teorías, sobie ioao, que a menudo üa«<br />

sido flistalidas, oponiéndose una a la<br />

oirá; la <strong>de</strong> la novela <strong>de</strong> análisis paro<br />

y Ja novela objetiva. Los partidarios <strong>de</strong>l<br />

análisis pi<strong>de</strong>n que el esentor se <strong>de</strong>dique<br />

a indicar las menores evoluciones <strong>de</strong>l<br />

espiriiu y los móviles mas secietos que<br />

<strong>de</strong>terminan nuestras acciones, no concediendo<br />

al hecho mismo más que ana<br />

importancia mu; secundaria, lis el punto<br />

<strong>de</strong> partida, un simple límite, el pretexto<br />

<strong>de</strong> la novela. Hacia íaita, pues,<br />

según ellos, escribir estas obras precisas<br />

y soñadas, en que la imaginación se<br />

confun<strong>de</strong> con la observación, a la manera<br />

<strong>de</strong> un filósofo componiendo na<br />

libro <strong>de</strong> psicología; exponer las causas,<br />

tomándolas <strong>de</strong> los orígenes más tejanos,<br />

<strong>de</strong>cir el porqué <strong>de</strong> todos tos quereres<br />

y discernir todas las reacciones<br />

<strong>de</strong>l alma, obrando bajo el impulso <strong>de</strong><br />

los intereses, las pasiones o los instintos.»<br />

Al referirse a la objetividad (palabra<br />

muy significativa para los cineastas,<br />

pues <strong>de</strong> ella viene «objetivo», que <strong>de</strong>signa<br />

el instrumento registrador <strong>de</strong> imágenes<br />

fflmicas), aña<strong>de</strong> que ellos, al<br />

contrario, preten<strong>de</strong>n darnos la representación<br />

exacta <strong>de</strong> lo que suce<strong>de</strong> en<br />

la vida, evitando con cuidado toda explicación<br />

complicada, toda disertación<br />

acerca <strong>de</strong> los motivos, y se ¡imitan a<br />

hacer <strong>de</strong>sfilar bajo nuestros ojos personajes<br />

y acontecimientos.<br />

«Para ellos —continúa, poniendo <strong>de</strong><br />

relieve, sin darse cuenta, las cualida<strong>de</strong>s<br />

intrínsecas <strong>de</strong> un guión <strong>de</strong> película—,<br />

la psicología <strong>de</strong>be estar escondida en el<br />

libro, como escondida está, en realidad,<br />

bajo los hechos <strong>de</strong> la existencia. La<br />

novela concebida <strong>de</strong> esta manera gana<br />

interés, movimiento en el relato, color<br />

<strong>de</strong> vida agitada. Así, pues, en vez <strong>de</strong><br />

explicar ampliamente el estado <strong>de</strong> espirita<br />

<strong>de</strong> nn personaje, los escritores<br />

objetivos buscan 5a acción o los gestos<br />

que el estado <strong>de</strong> alma <strong>de</strong>be hacer cumplir<br />

fatalmente al hombre en una situación<br />

<strong>de</strong>terminada. ¥ le hacen conducirse<br />

<strong>de</strong> tal manera, <strong>de</strong> un extremo<br />

a otro <strong>de</strong>l volumen, que todos sos actos,<br />

todos sus molimientos, sean el reflejo<br />

<strong>de</strong> su naturaleza íntima, <strong>de</strong> todos sus<br />

pensamientos, <strong>de</strong> todas sus volunta<strong>de</strong>s<br />

o todas sos vacilaciones. Ellos escon<strong>de</strong>n,<br />

pues, la psicología en vez <strong>de</strong> mostrarla,<br />

construyen el armazón <strong>de</strong> la<br />

obra como el esqueleto invisible que es<br />

el armazón <strong>de</strong>l cuerpo humano. £1 pintor<br />

que hace nuestro retrato no muestra<br />

nuestro esqueleto.»<br />

Seguidamente, cree que también la<br />

novela, ejecutada <strong>de</strong> esta manera, gana<br />

en sinceridad: «Primero, porque es más<br />

verda<strong>de</strong>ra, paes las gentes que nosotros<br />

vemos obrar alre<strong>de</strong>dor nuestro, no nos<br />

cuentan los móviles a los cuales obe<strong>de</strong>cen.»<br />

Más lejos, afirma que el problema<br />

<strong>de</strong>l novelista (como hoy el <strong>de</strong>l guionís-<br />

_ =JW este momento, es <strong>de</strong>cirse:<br />

«Tal hombre, <strong>de</strong> tal temperamento, en<br />

tal caso, hará esto.»<br />

He aquí resumido, aproximadamente,<br />

lo más esencial qtre merece retenerse<br />

<strong>de</strong>l prefacio <strong>de</strong> «Pedro y Juan», que<br />

cansó gran raido en la época y ahora<br />

brilla eomo una verdad asombrosa,<br />

aplicado al séptimo arte. Tampoco <strong>de</strong>ja<br />

<strong>de</strong> ser curioso el saber que <strong>de</strong> esta novela<br />

se han hecho tres adaptaciones cinematográficas,<br />

dos en Francia y la<br />

otra en Méjico. Una dirigida « interpretada<br />

por Donatien en 1923, que valió<br />

a Sszanne Després mechas felicitaciones,<br />

y otra, mny acertada, <strong>de</strong> André<br />

Cayatte, en ia qae Henee Saint-Cyr era<br />

Atice; Jacques Dcmesnil, el doctor Marchai,<br />

y GÜbert Gil personificaba a Pedro<br />

{1943). La versión mejicana, con el título<br />

<strong>de</strong> «Una mujer sin amor», fn¿ puesta<br />

en fltan por Alfredo B. Cravfenna signaos<br />

años más tar<strong>de</strong>.<br />

Pue<strong>de</strong> advertirse lo que significa Unido<br />

<strong>de</strong> Maupassant en la literatura, la<br />

influencia que ejerce en los escritores<br />

<strong>de</strong> otros países y <strong>de</strong> qué popularidad<br />

goza todavía en Francia, don<strong>de</strong> está<br />

consi<strong>de</strong>rado como un precursor <strong>de</strong>l cine.<br />

Es uno <strong>de</strong> los escritores más franceses<br />

(en esencia y potencia), uno <strong>de</strong> los pocos<br />

en ser rebel<strong>de</strong>s a toda influencia extranjera,<br />

acaso el único que nunca sacó<br />

más que <strong>de</strong> su terruño normando o<br />

«boulevard» parisiense la savia <strong>de</strong> sus<br />

obras.<br />

Aunque <strong>de</strong> «Pedro y Juan» se conocen<br />

tres adaptaciones para la pantalla,<br />

son numerosas las obras <strong>de</strong> Maupassant,<br />

incluyendo «Bel Aml», «Bola<br />

<strong>de</strong> Sebo», «Le Rosier <strong>de</strong> Madame Uusson»,<br />

etc., que han merecido también,<br />

repetidas veces, los honores <strong>de</strong> las cámaras<br />

y la luz <strong>de</strong> los «sonüghts»-.<br />

MAM'EL SOMACARRERA<br />

BírturvÜ y ¿acqueiine Pagnoi en «Le Rosier <strong>de</strong> Madmne Husson», basada twttbtén<br />

en una obra <strong>de</strong> Maajmasaat<br />

POCA COSA YA<br />

CON estos calores la temporada<br />

teatral madrileña entra en la<br />

agonía. Ya no hay clima <strong>de</strong> tev<br />

tro. La calle, al anochecer, está<br />

<strong>de</strong>liciosa. Surgen por todas partes<br />

muchachas estrenando vestidos<br />

<strong>de</strong> verano, sonríen más que nunca<br />

entre perfumes <strong>de</strong> acacia, albahaca<br />

y césped recién regado y la luz se <strong>de</strong>rrumba<br />

en un azul violáceo para olvidarlo<br />

todo.<br />

Meterse en un teatro es pecado mortal.<br />

Porque ahora está muy bonito SH.<br />

drid con los anuncios encendidos y las<br />

fuentes y el arco <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

con reflectores por un lado y neones<br />

por el otro. Está lleno <strong>de</strong> automóviles<br />

lujosos, <strong>de</strong> terrazas, <strong>de</strong> señoras elegantísimas<br />

en los restaurantes caros. Hay<br />

mucha luz en los escaparates y están<br />

abiertas <strong>de</strong> par en par las puertas <strong>de</strong><br />

los bares iluminando las aceras.<br />

Se ven por todas partes parejas <strong>de</strong><br />

enamorados.<br />

Ahora son los exámenes, y al pasar<br />

frente a las resi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> estudiantes<br />

se los ve frente a los libros con las<br />

ventanas abiertas e iluminadas.<br />

Los cómicos preparan sus campañas<br />

veraniegas por provincias y algunos autores<br />

leen comedias pensando en la proxima<br />

temporada. ¡La esperanza es »<br />

último que se pier<strong>de</strong>!<br />

Meterse en el teatro es —otra vezpecado<br />

mortal.<br />

Por esta quincena no vale la pena<br />

hablar <strong>de</strong>l teatro en <strong>Madrid</strong>. En cambio,<br />

el corral <strong>de</strong> Almagro merece una<br />

crónica entera. Y tal vez más. (Aunque<br />

no las haré.)<br />

PREPARACIÓN<br />

Hubo gente que í directamente <strong>de</strong>a.<br />

<strong>de</strong> <strong>Madrid</strong> a Almagro a ver «La hidalga<br />

d:l valle». No creo que la hayan<br />

gozado tanto como los jornadistas por<br />

la Mancha. El corral <strong>de</strong> Almagro era<br />

un salto tan tremendo, que exigía cier.<br />

ta preparación. Viniendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>,<br />

la representación en aquel corral <strong>de</strong><br />

comedias podía no pasar <strong>de</strong> una curiosidad<br />

aiqueologizante. Después <strong>de</strong> tras<br />

días por ia Mancha se la entendía mu.<br />

cho mejor. Todos I03 escritores Jorn'v<br />

disias —con la posible excepción <strong>de</strong> La<br />

ren— habíamos adquirido aire <strong>de</strong> cómicos<br />

<strong>de</strong> legua. Teníamos los ojos llenos<br />

<strong>de</strong> luz y polvo <strong>de</strong> eras, las camisas su.<br />

dadas, sombreros <strong>de</strong> segador, estómagos<br />

<strong>de</strong> vino. Llevábamos lo mejor <strong>de</strong> España<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l alma.<br />

Para los que venían directamente <strong>de</strong><br />

<strong>Madrid</strong>, Almagro era un pueblo pinto,<br />

resco; para nosotros era una gran ciudad.<br />

Ellos iban a ver un auto <strong>de</strong> Cal.<br />

<strong>de</strong>rón en un corral <strong>de</strong> comedias reconstruido;<br />

nosotros íbamos al teatro a ver<br />

la función. Si Cal<strong>de</strong>rón sale a taludar<br />

al íinal, no nos hubiera sorprendido<br />

nada.<br />

Quiero que inis lectores vean «La hidalga<br />

<strong>de</strong>l valle», como yo. Y para eso..<br />

VIAJE DE ORO<br />

Salga el lector una mañana <strong>de</strong> hojas<br />

ver<strong>de</strong>s y fresco azul celeste <strong>de</strong> 1» cuesta<br />

<strong>de</strong> Moyano en un autobús rojo con cincuenta<br />

escritores.<br />

Salida <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>. Estepa. Ocaña (Pe.<br />

nal. ¿Cuántos lo visitaremos? Meditación<br />

breve sobre la vanidad <strong>de</strong> la fortuna<br />

humana. No hay bomba atómica.)<br />

¡Puerto Lápiche! Nombre italiano. José<br />

María <strong>de</strong>l Moral repartiendo vino,<br />

¡Gran gobernador, irradiante como un<br />

sol 1 Una venta sombreada con patio j<br />

•carros y pozo y mulos. Vino maravilloso<br />

en frescas jarras <strong>de</strong> barro. Más vina<br />

maravilloso. Más sol. Más vino extraordinario.<br />

Niños. Viejos sentados a la<br />

sombra nos miran.


to gusta en Buenos Aires. Es una Hallura<br />

ondulada y amena para sentarse<br />

enamorados y... ¡Viñedos, trigales, oh><br />

rosf ¡Esencia botánica <strong>de</strong> España! Oro<br />

<strong>de</strong> trigos, ver<strong>de</strong>s (cientos <strong>de</strong>), tierras,<br />

rosas, azul <strong>de</strong> cielo. Polvo. •<br />

Alcázar <strong>de</strong> San Juan. El pueblo más<br />

feo. Petulancia <strong>de</strong> nudo ferroviario, olor<br />

a esíación, viajantes con c" Uo duro<br />

tomando cerveza ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> perros.<br />

¡Campo <strong>de</strong> Criptana al caer la tar<strong>de</strong>!<br />

Tres molinos, blancos, zurra, chicas<br />

simpatiquísimas, (^n una cueva, un<br />

niño castigado por su padre.) Al fondo,<br />

la llanura anaranjada y violeta. Por<br />

la llanura, el tren <strong>de</strong> Alicante. «Me gustaría<br />

quedarme sentado aquí contigo y<br />

que miraras el tren con esos ojos.»<br />

Pedro Muñoz, ya anochecido. Más<br />

zurra. ¡Y un bailarín sensacional! (Toca<br />

la banda bajo los árboles ilumina.<br />

dos por bombillas ro<strong>de</strong>adas <strong>de</strong> mariposas<br />

nocturnas. Aire ligeramente levan.<br />

tino. ¿Ull<strong>de</strong>cona, Requena, Vinároü,<br />

Santa Pola? Al final <strong>de</strong>l pueblo, So¡-<br />

ATENEO<br />

<strong>de</strong>vila, solo, medita cara al cielo, oliendo<br />

el mar lejano <strong>de</strong> los trigos. Si.)<br />

Y noche en Tomelloso. En casa <strong>de</strong><br />

los suegros <strong>de</strong> Paco García Pavón. Ducha<br />

y baño emj. irado. ¡Lujos asiáticos!<br />

Un alto en la excursión para contemplar<br />

ia belleza mozárabe <strong>de</strong> Cristi.<br />

na: blanca, ojos rasgados, ver<strong>de</strong>s y<br />

tímidos tras las porras <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sayuno.<br />

Temo que si realmente me quisiera gobernar...<br />

(Pero me limito a fotografiar,<br />

la en colores.)<br />

¡Mañana fresca, plaza ver<strong>de</strong> umbría,<br />

brisa <strong>de</strong> Argamasilla <strong>de</strong> Alba! Bailan<br />

—otra vez— seguidillas y jotas manchegas.<br />

Son preciosas. ¿Para qué más nomenaje<br />

a Cervantes? Eí gobernador<br />

—muy bien— se indigna porque traen<br />

cerveza. «¡Vino...!», exige <strong>de</strong> un puñetazo.<br />

Y el camarero, azorado, vuelve<br />

con vino blanco para todos. Y bebemos<br />

a la sombra fresca y clara míentras<br />

las chicas bailan. ¿Por qué no<br />

nos quedamos allí siempre?<br />

E<br />

JULIÁN A ¥ ESTA<br />

Baño en las lagunas <strong>de</strong> Rui<strong>de</strong>ra. Cruzamos<br />

la laguna Chuchi, Jove y yo.<br />

Luego se come bajo los pinos. Di.<br />

rige el servicio una señorita con pantalones<br />

blancos. Lo insólito nos suspen<strong>de</strong><br />

un momento. Al atar<strong>de</strong>cer, Infantes,<br />

que fue más <strong>de</strong> lo que es. Calles<br />

largas que acaban en la melancolía serena<br />

<strong>de</strong> un crepúsculo <strong>de</strong> piedra y polvo.<br />

Hemos llegado a la hora justa:<br />

cuando vuelven <strong>de</strong>l campo las galeras.<br />

(¿Por qué dan en Infantes ganas <strong>de</strong><br />

hablar en latín?)<br />

Noche en Val<strong>de</strong>peñas. Cena en la bo<strong>de</strong>ga.<br />

Hotel Cervantes. Tabaco rubio a<br />

18 pesetas la cajetilla. (Y una mujer,<br />

ya vieja, que canta soleares y serranas<br />

como hacia mucho tiempo que yo no<br />

las oía. Pero no diré dón<strong>de</strong>..., «sino a<br />

(jalen conmigo iba»)<br />

Viso <strong>de</strong>l Marqués. Museo naval er<br />

plena Mancha. Italia en plena Man.<br />

cha. Julio Guillen en plena Mancha.<br />

Flota Dalí en el aire y el sol muele.<br />

Carral <strong>de</strong> comedias <strong>de</strong> Almagro, único en España<br />

Y, por fin, Almagro. Extraña plaza<br />

ver<strong>de</strong> con aire anglosajón; conv la en<br />

el convento y siests en ef salón (<strong>de</strong>l<br />

casino). «¡Cómo comen los frailes!»,<br />

medita Car<strong>de</strong>nal. Y ¡el


fi<br />

Va a comenzar la tragedia. Suenan las trompas <strong>de</strong> anuncio. El heraldo,<br />

con todos los colores a mitad, sale al centro <strong>de</strong>l escenario <strong>de</strong>l<br />

teatro en ruinas y dice el<br />

Vais a escuchar la historia lastimera<br />

<strong>de</strong> un pueblo que entre bosques rumorosos<br />

y viñas sonrientes,<br />

cerca <strong>de</strong>l mar celeste que nievan las sirenas,<br />

fue alegre y dulce cuando Dios quería...<br />

jAh <strong>de</strong>l castillo, España!... ¡Ah <strong>de</strong>l castillo!<br />

(Escucha al trovador, que canta la tragedia<br />

[<strong>de</strong>Sagunto!<br />

Era un pueblo riente. Los hornos <strong>de</strong> sus<br />

[campos<br />

daban al barro gracias <strong>de</strong> doncella.<br />

Tejían en sus playas los marineros re<strong>de</strong>s.<br />

Y cantaba en sus cántaros el mosto<br />

como un mancebo rubio.<br />

jAh <strong>de</strong>l castillo, España!... ¡Ah <strong>de</strong>l castillo!<br />

¡Escucha los <strong>de</strong>sastres <strong>de</strong>l rencor y la en,<br />

[vidia'<br />

España, España... ¡La florida España!<br />

¡qué fuerte sí te aprietas<br />

como los dientes contra el frío!<br />

¡Qué torrentes <strong>de</strong> sangres y dolores<br />

si tú misma <strong>de</strong>sgarras tus entrañas!<br />

¡Ah <strong>de</strong>l castillo, España!... ¡Ah <strong>de</strong>l castillo!<br />

Tien<strong>de</strong> sobre estas piedras ma] heridas<br />

el laurel <strong>de</strong> la gloria y el ciprés <strong>de</strong> la pena.<br />

Tien<strong>de</strong> un silencio pensativo... España;<br />

escucha la tragedia<br />

y el dolor <strong>de</strong> estos campos sin ventura,<br />

don<strong>de</strong> una vez —~¡ay, pena <strong>de</strong>l mal que-<br />

[rcr!-— no tuvo<br />

una piedra el Amor don<strong>de</strong> posarse...<br />

Ha transcurrido toda la primera jornada, en la que se ha visto cómo<br />

los pueblos <strong>de</strong> Türbula y Sagunto, separados por el río Palanca, que<br />

<strong>de</strong>ja una orilla estéril para dar toda la fertilidad a la otra, están también<br />

separados por pleitos <strong>de</strong> aguas y pastos. Pero Besási<strong>de</strong>s, el turbuleta,<br />

ama a la sagiratina Diana y aunque se <strong>de</strong>clara la guerra entre<br />

los dos pueblos ellos siguen amurallados en su amor. Besási<strong>de</strong>s pasa<br />

al campo enemigo para ver a su amada y es <strong>de</strong>scubierto a su vuelta-<br />

He aquí la escena, en la jornada segunda <strong>de</strong> «La <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Sagunto»,<br />

SOL-DADO<br />

(A cerca a BEsAsiDESaMíf Bu DAR<br />

y sus consejeros.)<br />

Le sorprendimos<br />

en el vado. Volvía <strong>de</strong> Sagunto.<br />

BESÁSIDES<br />

Volvía <strong>de</strong> Sagunto, No lo niego...<br />

(Pausa. Todos miran a BUDAR.<br />

HANÓN se acerca a él.)<br />

¿Tú le preguntarás?<br />

HANÓN<br />

BUDAR<br />

¿Por qué lo dudas?<br />

HANÓN<br />

Es tu hijo , mi señor,<br />

10<br />

tener hijo ninguno,<br />

BUDAR<br />

BESÁSIDES<br />

Yo no recuerdo<br />

Si es tu sangre<br />

valiente y generosa, y es tu pecho<br />

gran<strong>de</strong> y noble, señor, nunca tuviste<br />

hijo más fie! ni mas fiel here<strong>de</strong>ro.<br />

TEUCRO<br />

¡Palabras todavia! Y a escuchamos bastantes<br />

palabras, orgullosas... ¡Prestó el fuego<br />

<strong>de</strong> las exeqaias <strong>de</strong>i difunto Murro!<br />

¿Des<strong>de</strong> cuándo es ian débil este pueblo<br />

ijue ya le asustan hasta las exequias.<br />

hasta las honras <strong>de</strong> un soldado muerta?<br />

TEUCRO<br />

Esta guerra es a sangre y muerte...<br />

BESASIDES<br />

Niños<br />

me parecéis, soldados, aprendiendo<br />

ia lección <strong>de</strong> Carta go. Letra a letra<br />

repetís su rencor en vuestros pechos.<br />

Tajo a tajo se rompe un pueblo gran<strong>de</strong><br />

y arena a arena se hacen los <strong>de</strong>siertos.<br />

MAHARBAL<br />

¡Es mucha su insolencia! ¡No es costumbre<br />

entre nosotros tanto hablar!<br />

BUDAR<br />

Espero<br />

que tengáis más paciencia... Juzgo a un hijo<br />

<strong>de</strong> Túrbula y a un hijo y here<strong>de</strong>ro<br />

<strong>de</strong> mi sangre. Dejad que mis palabras<br />

sean lentas y pru<strong>de</strong>ntes...<br />

f Breve pausa. A BESASIDES.)<br />

No comprendo<br />

que te fuera preciso, en ningún caso,<br />

pasar a la ciudad que está en asedio<br />

a honrar al jefe que murió...<br />

¿Quién dijo<br />

que yo he pasado a hacer tales obsequios. 1 '<br />

BUDAR<br />

Explícate mejor... ¿A qué pasaste?<br />

BESÁSIDES<br />

Padre y señor, estos amigos nuestros<br />

quieren pocas palabras... y Besási<strong>de</strong>s<br />

no quiere disgustarlos. Los guerreros<br />

<strong>de</strong> Túrbula también hacen sus juicios<br />

muy cortos <strong>de</strong> palabras, y con menos<br />

que usará vuestro fallo en la sentencia<br />

que ya adivino y que con gozo espero,<br />

os diré que íuí al campo saguntino<br />

a ver a una mujer... Se está muriendo<br />

<strong>de</strong> sed y <strong>de</strong> hambre... y le llevaba apenas<br />

un cestillo... y un poco <strong>de</strong> consuelo.<br />

Habla igual que nosotros. Tiene sangre<br />

il ¿rea en sus venas. Sus abuelos<br />

quizá mezclaron con la saguntina.<br />

la fangre turbuleta. Sus serenos<br />

ojos <strong>de</strong> niña conocieron siempre<br />

juntos sus ver<strong>de</strong>s prados y.los nuestros<br />

y un mismo sol sobre las dos ciuda<strong>de</strong>s<br />

y en sus torres un mismo y solo viento.<br />

Fui a resumir esa hermandad <strong>de</strong> siglos<br />

en la postrera levedad <strong>de</strong> un beso.<br />

ISste ha sido el <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> Besási<strong>de</strong>s.<br />

No lo niego ni escondo. Y ahora espero<br />

vuestra sentencia... Mas contad al África,<br />

vosotros los soldados <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto,<br />

que Besási<strong>de</strong>s, hijo y rama joven<br />

<strong>de</strong>l tronco añoso <strong>de</strong> Budar, ha muerto<br />

por algo más hermoso que esta guerra<br />

y algo más digno que este sucio pleito<br />

<strong>de</strong> pastos y <strong>de</strong> ríos... ¡Mi armadura<br />

pongo en la tierra... y os <strong>de</strong>snudo el pecho!<br />

Con mi mano, yo mismo, si es que os tiera-<br />

[blan<br />

las vuestras, tensaré el arco flechero...<br />

¡Disparad sobre el último soldado<br />

que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> el amor <strong>de</strong> estos dos pueblos!<br />

15 He junio <strong>de</strong> I95i


JCCION DE SA<br />

UN MARAVILLOSO ESPECTÁCULO DE<br />

LUZ, COLOR Y RITMO<br />

IEN me valló la pena meterme en el cuerpo unos cuantos cientos <strong>de</strong> kiló-<br />

B metros para ir hasta Sagunto. Pu<strong>de</strong> contemplar un grandioso espectáculo en<br />

un escenario maravilloso, don<strong>de</strong> el aire está en calma, sosegado por la serenidad<br />

<strong>de</strong> las piedras seculares.<br />

La tragedia que na escrito en verso blanco José María Peinan, sobre datos<br />

<strong>de</strong>l catedrático <strong>de</strong> Literatura Sánciiez Castañer y con ilustraciones musicales <strong>de</strong>'<br />

maestro Rodrigo, es, ante todo, eso: un grandioso espectáculo <strong>de</strong> luz, color y ritmo.<br />

La luz. Es un personaje mas <strong>de</strong> la tragedia. Un personaje que, en cierto modo,<br />

ha venido a sustituir en esta ocasión al coro clásico <strong>de</strong> la tragedia. Porque si<br />

el coro tiene a su cargo proporcionar el clima propicio para encajar en un tona<br />

preciso y en una circunstancia dada la acción que se va a <strong>de</strong>sarrollar, no caos<br />

duda que en la representación <strong>de</strong> La <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Sagunto la luz cumple a la<br />

perfección este cometido.<br />

En las primeias escenas <strong>de</strong> la tragedia todas las clarida<strong>de</strong>s son para el pueblo<br />

fértil <strong>de</strong> Sagunto, que canta gozoso a las fiestas <strong>de</strong>l verano, en las que tas<br />

doncellas coronan <strong>de</strong> pámpanos a ios mancebos. Y la penumbra es para el pueble<br />

<strong>de</strong> Túrbula, óe suelo estéril y pastores pobres, que miran codiciosos a la otra<br />

orilla <strong>de</strong>l Palancia. V acu<strong>de</strong> la luz a la postrada figura solitaria en las gradas<br />

para calificarla con todo su valor plástico. Y acu<strong>de</strong>, <strong>de</strong>smandada, a la llegada<br />

vistosísima <strong>de</strong> ías ¿ropas cartaginesas que traen a Túrbula la esperanza <strong>de</strong> una<br />

victoria con la que soñaron mucho tiempo. Y acu<strong>de</strong>, hecha fuego vivo, a 'as<br />

antorchas para el entierro <strong>de</strong>l caudillo saguntino Murro, y a las gigantes hogueras,<br />

allá en lo alto, tras las murallas <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> la ciudad antigua, cuando<br />

el fin trágico <strong>de</strong>l sacrificio llega.<br />

Y hay todavía otra luz: la verda<strong>de</strong>ra luz <strong>de</strong> las estrellas, que no son <strong>de</strong> pega,<br />

y <strong>de</strong> la luna, que está ahí, en el cielo mediterráneo, sin truco <strong>de</strong> papel <strong>de</strong> pista.<br />

El color. Cí/iiSecueucia directa <strong>de</strong> la luz bien manejada o aprovechada <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

su fuente natural <strong>de</strong>l aire es el color. Un color indómito, sin encerrona <strong>de</strong> bambalinas<br />

que ¿esfigure su natural pujanza en los brillantes uniformes cartagineses,<br />

en el pardo atavio <strong>de</strong> los turbulelas, en el gayo atavio <strong>de</strong> los saguntinos.<br />

El ritmo. Combinados la luz y el color con el movimiento preciso, surge el<br />

ritmo. Y por sí la luz y el color y el movimiento a<strong>de</strong>cuado a cada escena fuera<br />

poco, la ilustración musical, protagonista a veces <strong>de</strong>l momento, consigue que el<br />

total trágico se or<strong>de</strong>ne en una perfecta armonía para el gozo, el anuncio, la pre<strong>de</strong>stinación,<br />

la súplica frontera <strong>de</strong> la fe, el grito <strong>de</strong>l héroe y la muerte.<br />

Estos son los elementos fundamentales <strong>de</strong> la tragedia que he visto en 6a.<br />

gunto. Reunidos todos por la habilidad artesana <strong>de</strong> un director, un gran director<br />

—Tamayo—-, dan cauce al propósito <strong>de</strong> los autores <strong>de</strong> libro y música, que<br />

indudablemente buscaron el camino más idóneo para que los efectos plásticos<br />

fueran norma umstflnie en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la tragedia. Porque La <strong>de</strong>stracción<br />

<strong>de</strong> Sagunto iba a ser representada no en un teatro corriente, lleno <strong>de</strong> ahogos<br />

para tan amplio campo, sino en el inigualable escenario <strong>de</strong>l teatro romano saguntino,<br />

que pi<strong>de</strong> un culto primordial a la plástica por razón <strong>de</strong> su misma naturaleza.<br />

Y es curioso Que, encontrándonos ante la más elevada fórmula <strong>de</strong> teatro —la<br />

tragedia—, y siendo el recinto teatro puro, si los hay, constantemente se me viniera<br />

al recuerdo el cine al contemplar el espectáculo. Pero no el cine en blanco<br />

y negro, <strong>de</strong> una dimensión plana y pantalla cuadrada, sino el último que nos<br />

ha—llegado: en tres dimensiones, en<br />

color y con pantalla <strong>de</strong> cinemascopio.<br />

Lo que me hace pensar, no que hasta<br />

e! más puro teatro está contagiado<br />

inevitablemente <strong>de</strong> nuestro tiempo cinematográfico,<br />

sino todo lo contrario:<br />

cada día es más rápido el paso con<br />

que camina el cine hacia el teatro.<br />

En resumen, el triunfo ha sido claro.<br />

Y el empeño era gran<strong>de</strong>. Sagunto,<br />

que ya tenia una buena historia, se ha<br />

apuntado para el primer puesto <strong>de</strong> otra<br />

que también se va haciendo épica en<br />

nuestros días: la historia <strong>de</strong>l teatro.<br />

Ha acertado Sánchez Castañer con<br />

el tema y la ocasión. Ha acertado Pe.<br />

man —un acierto más al saco, que ya<br />

se le <strong>de</strong>be <strong>de</strong> estar rompiendo <strong>de</strong> He.<br />

no— con sus versos, que adquieren en<br />

ocasiones una extraordinaria belleza.<br />

También el maestro Rodrigo se ha<br />

apuntado un nuevo tanto con sus composiciones<br />

apretadas al tema, entre las<br />

que, para mi gusto, pongo en primer<br />

lugar el himno al verano.<br />

Y junto a la labor magnífica" <strong>de</strong><br />

Adolfo Marsillaeh. <strong>de</strong> un valor nuevo,<br />

que vrae gran<strong>de</strong>s esperanzas y se llama<br />

Julio Núñez, y el puntual cometí,<br />

do <strong>de</strong> toda la compañía, ha acertado<br />

rotundamente, con toda la cuerda <strong>de</strong><br />

gran actriz que en ella hay, Mary Carrillo.<br />

Tal vez fuera posible que esta representación<br />

volviera todos los años a Sagunto.<br />

Lo merece,<br />

ATENEO<br />

JAVIER ALEESANTiRS


v loncierto<br />

REDACTOR *MJS1CAL: FERNANDO RUIZ COCA<br />

E ba hablado mucho <strong>de</strong>l excesivo<br />

S cerebralismo <strong>de</strong> la música contemporánea,<br />

a la que se ha supuesto enredada<br />

en problemas <strong>de</strong> pura técnica formal<br />

sin una verda<strong>de</strong>ra razón artística<br />

para ello. El bien o mal llamado atona-<br />

Üsmo, sobre todo, ha <strong>de</strong>bido <strong>de</strong> sufrir<br />

ataques que podrían haber sido justos<br />

si se hubieran basado en una comprensión<br />

profunda, no ya <strong>de</strong>l sistema técnicamente<br />

consi<strong>de</strong>rado, sino <strong>de</strong>l proposito<br />

estético que le había dado origen.<br />

Pero no ha sido así, ni aun hoy lo es,<br />

por gran parte <strong>de</strong> los oyentes o estudiosos<br />

<strong>de</strong> estas músicas. Se acusa <strong>de</strong><br />

" ¿<br />

fríamente cerebrales, experimentos<br />

<strong>de</strong> laboratorio, etcé<br />

tera, a obras que, sin embargo,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> una opuesta<br />

vertiente, son calüícadas paradójicamente<br />

como expresionistas.<br />

Y esto último me<br />

parece más justo. Para un<br />

oyente imparcial y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

luego, con una sensibilidad<br />

educada, el problema que se<br />

le presenta ante un estreno<br />

<strong>de</strong> este género —por ejemplo,<br />

la «Suite lírica», <strong>de</strong> Alban<br />

Berg— es <strong>de</strong> índole puramente<br />

estética (ya que las<br />

cuestiones técnicas no tienen<br />

por qué preocupar a un contemplador<br />

<strong>de</strong> arte más que<br />

<strong>de</strong> un modo secundario). Las<br />

preguntas ante esta música<br />

versarán sobre su sentido;<br />

sobre el arquetipo que haya<br />

movido al autor; su intuición<br />

<strong>de</strong> valor plasmada o<br />

fallida; su lucha con la materia<br />

—sonido y tiempo— en<br />

que la obra se hace realidad.<br />

Consi<strong>de</strong>ro que, a gran<strong>de</strong>s<br />

rasgos, la música con<br />

temporánea se mueve entre<br />

dos polos: la objetividad, obediente a<br />

normas externas, con noble ambición y<br />

nodtalgia <strong>de</strong> un nuevo clasicismo —sentires<br />

<strong>de</strong> la razón que pue<strong>de</strong> conducir<br />

a un arte <strong>de</strong>s o sobrehumanlzado— y<br />

el expresionismo, atento sobre todo al<br />

fluir <strong>de</strong>l canto más intimo y personal<br />

—raasonei <strong>de</strong>l corazón, que llevan en último<br />

término a un arte infrahumano<br />

(recor<strong>de</strong>mos el dada y el mecanicismo)—,<br />

recreando continuamente un lenguaje<br />

que se quiere cada vez mas amplio,<br />

generoso y flexible. Estos dos mo-<br />

El Cuarteto Berg<br />

dos <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r nuestro arte, ninguno<br />

<strong>de</strong> los cuales, naturalmente, se da nunca<br />

puro, vienen a resumir, una vez más<br />

y en términos actuales, la vieja dualidad<br />

<strong>de</strong> la expresión y la forma. Se nos<br />

dirá, con Bene<strong>de</strong>tto Croce, que no tiene<br />

sentido la separación <strong>de</strong> estro términos;<br />

que ]a expresión sólo a través<br />

<strong>de</strong> la forma se manifiesta; que la forma<br />

en si no es más que un receptáculo<br />

para un contenido; que sólo existe un<br />

término en función <strong>de</strong>l otro. Pero todo<br />

eso, que podrá ser o no cierto, no viene<br />

al caso, pues ya he comenzado por<br />

<strong>de</strong>cir que ninguno <strong>de</strong> los dos modos<br />

—objetivismo y expresionismo— se dan,<br />

ni pue<strong>de</strong>n darse, puros. No me refiero<br />

a separación, sino a distinción. Al hecho<br />

<strong>de</strong> que en cualquier obra pue<strong>de</strong><br />

observarse una proporción distinta en<br />

la combinación ineludible <strong>de</strong> los dos elementos:<br />

cuando dominan las razones<br />

formales, <strong>de</strong>cimos que estamos ante<br />

una obra clásica o clasicista; cuando<br />

es la expresión <strong>de</strong>l yo la que impera,<br />

juzgaremos estar ante una creación romántica.<br />

Strawinsky —-p i e n s o, sobre<br />

todo, en su «Sinfonía en tres tiempos»—<br />

es el mejor ejemplo actual <strong>de</strong>l primer<br />

caso; Schoenberg o Alban Berg, <strong>de</strong>i segundo.<br />

Tenemos, pues, a Schoenberg y a<br />

Berg <strong>de</strong>l lado romántico. Toda su música<br />

que se engarza en la tradición<br />

europea a través <strong>de</strong>l «Tristán» wagneriano,<br />

quiere ser la Ubre expresión <strong>de</strong>i<br />

yo más íntimo. No ya las formas tradicionales<br />

—que con tanto equilibrio<br />

asumieron sus antecesores <strong>de</strong>l XIX—<br />

les estorban. El mismo organismo tonal,<br />

base <strong>de</strong> todo el edificio barroco <strong>de</strong><br />

la música mo<strong>de</strong>rna, quieren superarlo,<br />

abandonando su lógica. No es éste momento<br />

<strong>de</strong> señalar cómo eñ la técnica<br />

esta supuesta libertad pue<strong>de</strong> conducir<br />

a una mayor esclavitud. En todo caso,<br />

se ha llegado a un mundo inédito, con<br />

posibilida<strong>de</strong>s estéticas insospechadas. Y<br />

eso era, en <strong>de</strong>finitiva, lo que buscaban<br />

estos compositores, obligados siempre a<br />

renovar su lenguaje. Y ante este lenguaje<br />

podríamos plantearnos la que yo<br />

estimo pregunta fundamental: ¿Qué<br />

nuevo valor sustancial han intuido estos<br />

músicos que tes ha obligado a crearse<br />

esta nueva manera para expresarlo?<br />

Hasta ahora, el canto personal, el yo<br />

que aspira a manifestarse integramen-<br />

te, contaba para ello con un repertorio<br />

<strong>de</strong> formas —juego <strong>de</strong> ritmos, clima rao<br />

dal, organismo tonálico— coherente y<br />

convencionalmente lógico, que bastaba<br />

a satisfacer las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo<br />

a expresar. Este repertorio se ha ido<br />

haciendo insuficiente y, lo que es peor,<br />

tópico, en la medida <strong>de</strong> su uso y abuso,<br />

Hoy difícilmente pue<strong>de</strong> satisfacer los<br />

<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> un creador con personalidad<br />

propia. Pero es que, a<strong>de</strong>más, este acotamiento<br />

<strong>de</strong> las formas tradicionales se<br />

ha prodycido en un momento en que<br />

se <strong>de</strong>scubría todo un nuevo paisaje a<br />

expresar. Freud, Adler, Jung, con sus<br />

investigaciones sobre el subconsciente,<br />

al incorporarlo a la personalidad <strong>de</strong>l<br />

artista, la han enriquecido en ferina fabulosa.<br />

El P. Sertillanges podrá <strong>de</strong>cir:<br />

«La parte iluminada <strong>de</strong>l alma no es<br />

más que una zona estrecha; en el resto<br />

todo es penumbra y oscuridad- Y, no<br />

obstante, <strong>de</strong> allí surgen i<strong>de</strong>as y sentimientos.<br />

Por la lógica, comunicamos<br />

sólo con la parte más abierta a la luz;<br />

el resto es inaccesible. Pero allí está el<br />

principal valor <strong>de</strong> nuestra riqueza y es<br />

accesible al arte.»<br />

Con unas formas hechas tópico y con<br />

un mensaje casi infinito que <strong>de</strong>cir, la<br />

necesidad <strong>de</strong> ampliar los medios <strong>de</strong> expresión<br />

era angustiosa, sobre todo para<br />

aquellas sensibilida<strong>de</strong>s que, por su tradición<br />

góticogermánica, eran más propicias<br />

a la nueva faceta <strong>de</strong>l arte. E¡ órgano,<br />

pues, nació <strong>de</strong> la nueva función.<br />

No al contrario, como gratuitamente<br />

han querido suponer algunos. Naturalmente<br />

que, al <strong>de</strong>cir esto, me refiero a<br />

aquellos compositores, músicos ante<br />

todo, que saben ver en la técnica un<br />

medio y no un fin. Que crean el sistema<br />

y lo utilizan a la medida <strong>de</strong> tu necesidad,<br />

y que, en un ultimo término,<br />

saben ironizar sobre la «ortodoxia» <strong>de</strong><br />

sus propias composiciones. El artículo<br />

que, en el número anterior <strong>de</strong> ATENEO,<br />

recogíamos <strong>de</strong> Arr;;old Schoenberg, pue<strong>de</strong><br />

ser buen aviso para incautes navegante!,<br />

sin puerto ni brújula y Que tan<br />

grotescamente hacen cuestión bizantina,<br />

per fusa más o menos, ds la «pureza»<br />

<strong>de</strong> alguna obra, que, acaso, cor<br />

toda su fi<strong>de</strong>lidad al sistema, no pase<br />

<strong>de</strong> ser una ingeniosa fórmula s\n clor,<br />

color, ni sabor. De Schoenberg, que dio<br />

el paso <strong>de</strong>cisivo, o <strong>de</strong> Alban Berg no<br />

pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse —como se ha dicho— que<br />

fueron meros ingenieros <strong>de</strong> química so- •<br />

ñora. Si es cierto que lo han sido, también<br />

lo es, indudablemente, que eJlo<br />

ocurre como paso imprescindible para<br />

la construcción <strong>de</strong> sus inverosímiles<br />

puentes tendidos a un insospechado infinito.<br />

También es cierto que muchos<br />

seguidores <strong>de</strong> esta escuela —los «hinchas»<br />

que más gritan— toman el rabano<br />

por las hojas, confundiendo el or !<br />

<strong>de</strong>n con su esplendor, o el guarismo COK<br />

lo que el P. Sopeña diría «sangre c"el<br />

alma». Pero esto, sobre no hacer daño<br />

a nadie, a nadie regularmente avisado<br />

engaña.<br />

* • •<br />

El sistema do<strong>de</strong>cafónico, vecino, pues,<br />

<strong>de</strong>l surrealismo. He aquí un tema incitante<br />

para una ciencia <strong>de</strong> la cultura<br />

en que la música sea celestial en el mejor<br />

sentido <strong>de</strong> la palabra; también lo<br />

es para una musicología con vocación •<br />

universitaria. i<br />

Nuestros críticos han hablado ante la f<br />

«Suite Lírica» <strong>de</strong> alucinación, sueño,<br />

misterio. Precisamente por la presencia<br />

ante el sobrecogedor misterio po<strong>de</strong>mos<br />

hablar <strong>de</strong> obra <strong>de</strong> arte, que el i»rte es,<br />

por uno u otro camino, alusión constante<br />

a alo otro». Un panorama sonoro<br />

<strong>de</strong> murmullos, voces como dispersas,<br />

susurro <strong>de</strong> alas, gritos apasionados ¡<br />

y una presencia inquietante fie cosas<br />

muy familiares y como olvidadas que<br />

necesita una ejecución perfecta. La<br />

obra es leve como una pluma y sólida<br />

como un teorema. El cuarteto Vegh,<br />

con amor, pasión y conocimiento, sobre<br />

una técnica inverosímilmente dominada,<br />

ha sido el vehículo insustituible<br />

que ha hecho patente y luminosa<br />

esta música y otras que por su enorms<br />

<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za están reñidas con toda<br />

rutina y prejuicio <strong>de</strong> escuela.<br />

El Conservatorio, organizador <strong>de</strong> estas<br />

excepcionales sesiones, amplia asi<br />

su difícil magisterio <strong>de</strong> hacer música al<br />

más difícil aún <strong>de</strong> escucharla.<br />

15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954 ,


FEDERICO<br />

RODRIGU<br />

O soy <strong>de</strong> los que creen que<br />

el espíritu burgués sea una<br />

especie <strong>de</strong> infierno terrenal<br />

en el que concurran todos<br />

los males sin mezcla <strong>de</strong> bien alguno.<br />

Creo, por el contrario, que encierra<br />

verda<strong>de</strong>ras virtu<strong>de</strong>s, como, por<br />

ejemplo, su amor al trabajo y, en general,<br />

su honestidad individual, poco<br />

discutida, por lo menos, respecto a<br />

los verda<strong>de</strong>ros burgueses <strong>de</strong> nuestro<br />

país. Creo también que, algo <strong>de</strong> lo que<br />

se le achaca como <strong>de</strong>fecto no lo es<br />

en realidad; así, me parece que su<br />

sentido <strong>de</strong> la medida y <strong>de</strong> los límites,<br />

su pon<strong>de</strong>ración, su equilibrio, no pue<strong>de</strong><br />

consi<strong>de</strong>rarse más que <strong>de</strong>fecto si<br />

<strong>de</strong>l plano social se traspasa al plano<br />

íntimo <strong>de</strong> la perfección personal, don<strong>de</strong><br />

toda ambición está justificada y<br />

toda limitación es pecaminosa; porque,<br />

por lo <strong>de</strong>más, practicar en la<br />

vida social <strong>de</strong> cada uno cierta mo<strong>de</strong>ración,<br />

una cierta renuncia, no <strong>de</strong>jarse<br />

roer por la prisa, ni por la ambición<br />

<strong>de</strong>smedida, no parece que sea,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista social, <strong>de</strong>fecto,<br />

sino más bien virtud. Más aún si,<br />

como acontece con nuestra burguesía,<br />

se sabe hacer compatible esa pon<strong>de</strong>ración<br />

y esa medida con un cierto<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> superación profesional que<br />

pocas clases saben ostentar como ella.<br />

Y aún creo que algunas otras sombras<br />

con las que se intenta entenebrecer<br />

1 su perfil no existen realmente<br />

en la burguesía. Así, se dice <strong>de</strong> ella<br />

que es clase antiheroica, y Schumpeter<br />

insiste sabrosamente en que la Bolsa,<br />

como i<strong>de</strong>al, no tiene la misma gallardía<br />

heroica que el Grial. Naturalmente<br />

que no. Pero no parece que sea<br />

heroísmo <strong>de</strong> baja calidad él heroísmo<br />

<strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> cada día y el <strong>de</strong> cumplir<br />

honradamente con los <strong>de</strong>beres<br />

profesionales. Pensar que no es heroico^<br />

más que el que cumple objetivos<br />

<strong>de</strong> barba y espada me parece que es<br />

un criterio radicalmente equivocado<br />

y, a<strong>de</strong>más, sumamente dañoso para la<br />

vida colectiva; que, en <strong>de</strong>finitiva, sale<br />

altamente beneficiada con esos otros<br />

heroísmos silenciosos <strong>de</strong>l trabajo y <strong>de</strong><br />

Ja profesión. No se trata, por otra parte,<br />

<strong>de</strong> saber si la Bolsa y. el Santo<br />

Grial son o no comparables, ni siquiera<br />

es preciso llegar a puntualizar cuál<br />

<strong>de</strong> los dos heroísmos tiene un más alto<br />

nivel humano; cualquiera diría que el<br />

heroísmo militante <strong>de</strong> las comunida<strong>de</strong>s<br />

mo<strong>de</strong>rnas se mueve precisamente tras<br />

el Santo Grial. Lo que se trata es<br />

<strong>de</strong> saber si ha <strong>de</strong> con<strong>de</strong>narse sin más<br />

el heroísmo callado y gris <strong>de</strong> la jornada<br />

<strong>de</strong> ocho horas, <strong>de</strong> la puntualidad<br />

en la oficina o en el <strong>de</strong>spacho, <strong>de</strong> la<br />

exactitud técnica, <strong>de</strong>l rigor profesional;<br />

valores todos que el burgués —el<br />

verda<strong>de</strong>ro burgués, no el estraperlista—<br />

ha cultivado morosamente. Y no<br />

creo que quepa ni siquiera discusión<br />

sobre la materia. .<br />

Pero si la burguesía tiene bastante<br />

y verda<strong>de</strong>ras virtu<strong>de</strong>s sociales, creo<br />

que, sin ánimo <strong>de</strong> crítica, sino más<br />

bien en plan <strong>de</strong> examen <strong>de</strong> conciencia<br />

—yo, lector, soy burgués, y tú, posiblemente,<br />

también lo eres— es necesario<br />

examinar otros <strong>de</strong>fectos que se<br />

le" imputan y que son más graves y<br />

más reales que los dichos.<br />

Para unos se trata <strong>de</strong> una monstruosa<br />

insinceridad; porque la burguesía,<br />

integrada por gentes que habitual<br />

y personalmente son honradas y hacen<br />

incluso <strong>de</strong> la observancia <strong>de</strong> la<br />

justicia —a la conmutativa me refiero;<br />

la que Aristóteles, con finísimo<br />

sentido y no sé si con ironía, <strong>de</strong>cía:<br />

«Justici aentre iguales»— el mayor <strong>de</strong><br />

sus timbres sociales, resulta como<br />

grupo <strong>de</strong> una honestidad discutible.<br />

Se ha señalado que la inmensa mayoría<br />

<strong>de</strong> los burgueses serían incapaces<br />

<strong>de</strong> apropiarse <strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>sto duro<br />

olvidado en una mesa; pero también<br />

se ha dicho que esos mismos hombres,<br />

en cuanto el grupo los engloba y diluye,<br />

no tienen el más mínimo escrúpulo<br />

en adueñarse <strong>de</strong> cantida<strong>de</strong>s sobre<br />

cuyos orígenes cabe alguna razonable<br />

sospecha si se piensa que en más <strong>de</strong><br />

una ocasión pue<strong>de</strong>n ser consecuencia<br />

<strong>de</strong> precios que esquilman al consumidor<br />

o <strong>de</strong> salarios que esquilman al<br />

obrero.<br />

Mas obsérvese que no es-fácil culpar<br />

al burgués individual, también en esto<br />

Nuestros majores —dice un emperador <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> los Tang—•<br />

tenían la máxima <strong>de</strong> que si había algún hombre que no arase, alguna mujer<br />

que no se ocupase en hilar, era señal <strong>de</strong> que alguien pa<strong>de</strong>cía frío ó<br />

hambre en el Imperio. • _<br />

(Montesquieu: «Del espíritu-<strong>de</strong> las leyes». Libro VI, capitulo VI.) '-'<br />

distinto <strong>de</strong>l estraperlista: como personas<br />

aisladas los burgueses no fijan los<br />

precios ni los salarios, no crean. los<br />

monopolios ni abusan más que otros<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> propiedad privada sobre<br />

los bienes capitales. Se limitan a<br />

hacer lo que hacen todos. Y lo que<br />

todos hacen, lo que hace el grupo, es<br />

forjar una concepción jurídica <strong>de</strong> la<br />

propiedad, una versión equivocada <strong>de</strong><br />

sUs <strong>de</strong>rechos, unas leyes económicas<br />

intangibles, <strong>de</strong> las que <strong>de</strong>rivan casi<br />

automáticamente la <strong>de</strong>predación y la<br />

injusticia para las <strong>de</strong>más clases sociales,<br />

sin que sea ya necesario que ningún<br />

burgués singularice su conducta<br />

ni manche su conciencia con actos que<br />

individualmente sería incapaz <strong>de</strong> realizar..<br />

• • ¡i<br />

En esta contradicción entre lo qué<br />

proclama y aun lo "que es individualmente,<br />

y lo que hace como clase social,<br />

es don<strong>de</strong> muchos encuentran el<br />

testimonio <strong>de</strong> una lamentable insinceridad.<br />

Pero es claro que todo ello es<br />

algo más que insinceridad: al burgués<br />

se le imputa también una falta radical<br />

<strong>de</strong> solidaridad con las otras clases<br />

sociales, concretamente con la clase<br />

baja. Es egoísta, se aisla en su propio<br />

bienestar y se niega a pensar en ia<br />

situación <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más; si acaso, lleva<br />

tan a<strong>de</strong>lante su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> comodidad<br />

que hasta sé permite el regalo <strong>de</strong> hacer,<br />

en los días más sonados para su<br />

sensibilidad religiosa, unos cuantos<br />

donativos que le <strong>de</strong>jen cenar tranquilamente<br />

en Nochebuena sin el remordimiento<br />

<strong>de</strong> que esa misma noche<br />

otros no tendrán qué comer.<br />

Pero, en realidad, tampoco podría<br />

señalarse ese <strong>de</strong>fecto en ningún burgués<br />

individualizado; es <strong>de</strong>fecto <strong>de</strong> la<br />

clase, no <strong>de</strong>l individuo. La tranquila<br />

ingenuidad con que ellos —nosotros,<br />

los burgueses— dan esos días, y siempre<br />

que dan sus donativos muestra<br />

a las claras que no se hace por <strong>de</strong>ber<br />

<strong>de</strong> restitución, por la conciencia <strong>de</strong><br />

haber <strong>de</strong>fraudado antes a los que ahora<br />

reciben. Hasta se habla con la máxima<br />

candi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> «socorrer a los pobres»,<br />

sin pensar si tiene uno, o el<br />

grupo al que uno pertenece, algo que<br />

ver con la existencia <strong>de</strong> esa misma<br />

pobreza.<br />

En todo eso que se dice <strong>de</strong> los burgueses<br />

y <strong>de</strong> la burguesía se señalan<br />

faltas <strong>de</strong> análoga naturaleza. Se apunta<br />

con ello, por ejemplo, al caso <strong>de</strong>l<br />

burgués que siendo responsable, único<br />

o colegiado, <strong>de</strong> una empresa económica,<br />

paga salarios injustos. Es claro<br />

que en este caso existe, por <strong>de</strong> pronro,<br />

un responsable —o varios— personal<br />

e indívidualizable; mas también es slaro<br />

que el montaje económicosocial <strong>de</strong><br />

la burguesía crea no ya una cierta<br />

neblina que suavizaría las responsabilida<strong>de</strong>s,<br />

sino, más que eso, una concatenación<br />

<strong>de</strong> fenómenos que las hace<br />

ir a per<strong>de</strong>rse, por carambola, en el<br />

in<strong>de</strong>finido anonimato <strong>de</strong> un numeroso<br />

grupo social. Así, el Consejo <strong>de</strong> Administración<br />

se ve obligado por sus capitalistas<br />

a pagar los más altos divi<strong>de</strong>ndos<br />

posibles a sus inversiones; pero<br />

los capitalistas son los burgueses<br />

De don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>duce que si la empresa<br />

falta a la justicia al pagar injustamente<br />

a sus trabajadores, con el fin<br />

<strong>de</strong> dar el divi<strong>de</strong>ndo más alto posible<br />

(Pasa a la página siguiente.)<br />

ATENEO 13


"CUERDA DE PRESOS"<br />

Por TOMAS SALVADOR<br />

USEBIO García Luengo es un<br />

E hombre bondadoso, inteligentí'<br />

simo, gran escritor,, ligeramente<br />

Jiipobúlico y <strong>de</strong> mucha luci<strong>de</strong>z<br />

crítica. Hombre lento y dulce, <strong>de</strong><br />

impulsos lacios o frenados, suele<br />

<strong>de</strong>cir a todos sus amigos qué a él<br />

le cuesta mucho hacer un artículo<br />

<strong>de</strong> prensa, redactar una novela o<br />

construir (ya que los entendidos<br />

hablan <strong>de</strong> «carpintería» y «albañilería»<br />

teatrales) una comedia. Y el<br />

caso es que todo ello lo hace muy<br />

bien y a<strong>de</strong>más, yo, al leerlo, lo<br />

encuentro hermoso, fácil y fluido.<br />

No me parece escritor duro ni difícil,<br />

sino <strong>de</strong> sosegada andadura y<br />

saboreadas lentitu<strong>de</strong>s, bañadas las<br />

palabras <strong>de</strong> su prosa en propios<br />

resplandores y no en halos o nimbos<br />

<strong>de</strong> autorida<strong>de</strong>s ajenas. Y creo<br />

que sólo pue<strong>de</strong> llamarse autor el que da «autoridad», <strong>de</strong>jes y lumbres<br />

propios a lo que dice o hace.<br />

En sus artículos, críticos o no, noto esto: García Luengo escribe con<br />

mucho punto y aparte, lo cual en sí .no parece cosa importante, pero<br />

quita flui<strong>de</strong>z y da, a veces, la impresión <strong>de</strong> q'ae su pensamiento, saltando<br />

sobre sus párrafos, es algo cuántico, discontinuo, con el tartamu<strong>de</strong>o <strong>de</strong> la<br />

ametralladora, sólo que con menos nerviosa celeridad. Como si se interrumpiera<br />

en la redacción y luego, al continuar, se olvidara <strong>de</strong> lo que venía<br />

diciendo o, al menos, lo recordara sin fuerza ni vivacidad. Y así, el nuevo<br />

párrafo parece algo totalmente, distinto respecto <strong>de</strong>l anterior.<br />

Aqui, en ATENEO, García Luengo ha juzgado la novela <strong>de</strong> Tomás Sal<br />

vador «Cuerda <strong>de</strong> presos», y ha señalado cierto «simplismo» o «esquematismo<br />

psicológico» en la narración y ha dicho que la no^fela «resulta forzada<br />

en algunos capítulos rellenos <strong>de</strong> párrafos, no mal escritos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

luego, pero insistidos y monótonos»; que los personajes quedan apenas<br />

esbozados «con aspavientos ¡ y caracterizaciones excesivamente externas»,<br />

y a<strong>de</strong>más «son tipos entrevistos en lejanía», por lo que el personaje «queda<br />

sin caracterizar por la vaguedad expresiva que emplea el novelista». Por<br />

eso, él crítico nota que, mientras en el relato <strong>de</strong> «Cuerda <strong>de</strong> presos» hay<br />

«mucha precisión geográfica y paisajista», el novelista en los trazos y diseños<br />

<strong>de</strong> los tipos y las criaturas que allí se mueven «echa mano <strong>de</strong> una<br />

cierta retórica <strong>de</strong>scriptiva y <strong>de</strong> unas incertidumbres psicológicas que <strong>de</strong>jan<br />

a los personajes apenas apuntados».<br />

También dice que «el autor abusa <strong>de</strong> los puntos suspensivos y los soliloquios»,<br />

y aíirmr. que el «mérito principal estriba en el esfuerza <strong>de</strong>scriptivo<br />

<strong>de</strong> unas tierras, y unos tipos españoles», aunque no cree que ello sea<br />

bastante para «emparentaría (la novela) con nuestra literatura <strong>de</strong>l 98».<br />

Insiste en hallar reparos a «estas novelas dé estudio y documentación»<br />

qué dan «ambigüedad a los personajes en sus rasgos psicológicos» y cree<br />

que <strong>de</strong>be ser consi<strong>de</strong>rada, no una novela realista sino impresionista, «por<br />

la bruma <strong>de</strong> la distancia y por el abultamiento <strong>de</strong> muchos rasgos que resaltan<br />

esencialmente como un retablo <strong>de</strong> figuras un poco burdas y elementales».<br />

En suma; Eusebio García Luengo está a punto <strong>de</strong> creer que el<br />

novelista Tomás Salvador «no ha encontrado su manera <strong>de</strong>finitiva», señalando<br />

en su novela un acento <strong>de</strong> guiñol en las escenas, poca y borrosa<br />

caracterización en los personajes, amaneramiento en la frase, pretensos<br />

arcaísmos en la prosa, «<strong>de</strong>masiado afán <strong>de</strong> pintorequismos», «figuras burdas<br />

y elementales», «lucha con el lenguaje» y truculencias <strong>de</strong> «ficha judicial».<br />

Es más, hasta en 1$ <strong>de</strong>scripción- y reconstrucción <strong>de</strong>l paisaje castellano,<br />

en don<strong>de</strong> estriba, según el crítico¿ el mérito principal <strong>de</strong> la novela,<br />

halla «qué en ocasiones, toma un aire, harto convencional». *<br />

Pero... (sin este «pero» esta. Sección ,dé «Crítica sobre crítica» no tendría<br />

razón <strong>de</strong> ser) todo lo que he transcrito <strong>de</strong> García Luengo es discutible,<br />

por eso_ es crítica; mas es indudable que cuánto ha dicho es claro, noble<br />

y <strong>de</strong>cisivo. No hay ambigüedad, ni vacilación ni retención <strong>de</strong> juicio. En las<br />

observaciones hechas, sean o no aceptadas, hay agu<strong>de</strong>za, agilidad, visión<br />

profunda <strong>de</strong> lo literario y talento artístico <strong>de</strong> altura. Pero al final <strong>de</strong> todo<br />

lo que lleva dicho, aña<strong>de</strong>: «Buena novela, sin duda; «Cuerda <strong>de</strong> presos»<br />

coloca a su autor en un dignísimo lugar entre los actuales narradores españoles.»<br />

Y éste es el «pero»; ¿•cómo pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>spués: <strong>de</strong> lo dicho calificarse<br />

a ésta <strong>de</strong> «buena novela» y á su autor <strong>de</strong> dignísimo narrador?<br />

Cree ¿iue hay que achacarlo, <strong>de</strong> una parte, á la generosidad <strong>de</strong> García<br />

Luengo, y <strong>de</strong> otra, á esa lentitud cuántica <strong>de</strong>: su redacción, qué le hace escribir<br />

fragmentariamente en puntos y aparte hasta parecer que olvida lo que<br />

antes dijo.. Es el «barojismo» <strong>de</strong> García Luengo.<br />

Un barojismo que le ha permitido simpatizar mucho con ei «barojismo»<br />

tie Tomás Salvador en su relato. Y que no le ha "<strong>de</strong>jado estimar el lenguaje<br />

.vivo y real, nada literario, escolástico ni libresco, <strong>de</strong> este autor.<br />

García Luengo no ha apreciado <strong>de</strong>bidamente, a mi juicio, esa prosa* jugosa,<br />

fuerte y elemental, que <strong>de</strong>nuncia un gran temperamento y un «estilo»,<br />

todo un estilo, que es más que «estilete» ó pluma. No faltan, claro, como<br />

en todo buen barojiahe, negligencias, disonancias, malos hilvanes y allegamientos<br />

gálicos, pero es mucho más presente e: importante la fuerza<br />

expresiva, la sintaxis <strong>de</strong> su prosa, cargada <strong>de</strong> resonancias tradicionales no<br />

buscadas y <strong>de</strong> relampagueos y someridá<strong>de</strong>s. Es la sabrosa prosa avellanada<br />

y digna <strong>de</strong> una geografía histórica <strong>de</strong> Ordoños y Berenguelas e itinerarios<br />

cídianús y quijotiles. La acción, es lineal y simple, las psicologías<br />

-elementales, y en eso tiene razón García Luengo; pero eso «s también<br />

alta tradición literaria española. Es novela bronca y dura <strong>de</strong> mucha hombría<br />

literaria, si» <strong>de</strong>sleimientos ni <strong>de</strong>liquios. Sus temas y cuadros son <strong>de</strong><br />

primera mano. Una respiración <strong>de</strong> fuerte' personalidad literaria suena ahí.<br />

(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />

% sus accionistas, faltan también éstos<br />

al reclamar mayores divi<strong>de</strong>ndos<br />

qué los que podrían darse si los trabajadores<br />

fuesen justamente pagados.<br />

Pero ¿quiénes son los capitalistas?<br />

¿Cuándo han pedido divi<strong>de</strong>ndos' tales<br />

que ocasionen la injusticia en los salarios?<br />

En realidad^ es un grupo anónimo<br />

y es una voz colectiva quienes<br />

así .actúan f"y para mayor tranquilidad<br />

<strong>de</strong> conciencia, ni siquiera suelen pedir<br />

expresamente *— salvo el accionista<br />

<strong>de</strong> turno en las Juntas generales—<br />

que se le suba el divi<strong>de</strong>ndo. Se limi¿<br />

tan más,,sencillamente ,,a <strong>de</strong>dicar sus<br />

14'<br />

'bienes .exce<strong>de</strong>ntes al consumo en lugar<br />

, <strong>de</strong> <strong>de</strong>dicarlos, a la inversión! Si" hay<br />

una cierta responsabilidad en quienes,<br />

en sus <strong>de</strong>cisiones'económicas, ce<strong>de</strong>n a<br />

la voz <strong>de</strong>l mercado <strong>de</strong> capitales, hay<br />

otra responsabilidad, no menos cierta,<br />

.pero mucho más in<strong>de</strong>finida, en ése<br />

ente colectivo que es la clase burguesa,<br />

que con su conducta, acaso'inconsciente<br />

y. minea formalmente expresada,<br />

induce a tomar aquellas <strong>de</strong>cisiones.<br />

Esta segunda responsabilidad, ¿a<br />

quién se ha <strong>de</strong> exigir? Porque a<strong>de</strong>más<br />

cada uno <strong>de</strong> ios-miembros <strong>de</strong> ]a sburguesía<br />

se comporta' exactamente igual<br />

qué los <strong>de</strong>más, y aunque se trate <strong>de</strong><br />

una asociación <strong>de</strong>l más puro corte re-<br />

ligioso, colocará lógicamente sus inversiones,<br />

don<strong>de</strong> le rindan más con<br />

mayor seguridad. No es fácil, pu¿s,<br />

encontrar un responsable individualizado.<br />

En realidad, lo único que cabe<br />

<strong>de</strong>cir, aunque en el fondq no sea más<br />

que un modo <strong>de</strong> expresión, es que la<br />

clase burguesa tiene tales i<strong>de</strong>as y tales<br />

exigencias sobre lo que cree que<br />

es <strong>de</strong>bido a sus inversiones, que provoca<br />

en otros <strong>de</strong>cisiones injustas.<br />

El caso pue<strong>de</strong> generalizarse: en casi<br />

todos los cauces por los que la burguesía<br />

obtiene sus ingresos, al lado <strong>de</strong><br />

unas conductas personales, como tal,<br />

responsables, existe una presión social<br />

que obliga, por ejemplo, al profesional<br />

a multiplicar por un coeficiente cualquiera<br />

sus minutas, no tanto por é!<br />

mismo cuanto porque en otro c*aso<br />

quedaría profesionalmente <strong>de</strong>scalificado.<br />

Esa misma presión obliga al funcionario<br />

a intentar elevar sus remuneraciones<br />

para evitar que los representantes<br />

<strong>de</strong> ¡a «res pública» que<strong>de</strong>n<br />

socialmente por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> los representantes<br />

<strong>de</strong> la «res privata».<br />

En <strong>de</strong>finitiva, si nos alejamos mentalmente<br />

lo bastante, en el tiempo y<br />

en el espacio, para ver qué es lo que<br />

pasa entre los hombres <strong>de</strong> una colectividad,<br />

burgueses y proletarios, a lo<br />

largo <strong>de</strong> varias semanas, se vería trabajar<br />

a bastantes burgueses; se vería<br />

trabajar a los obreros; veríamos surgir,<br />

por el esfuerzo combinado <strong>de</strong> ambas<br />

clases sociales, proyectado sobre<br />

los bienes capital que aportaban otros<br />

burgueses, la renta bruta <strong>de</strong> esa colectividad,<br />

los bienes y servicios producidos<br />

por los hombres y por el capital.<br />

Pero veríamos también cómo se<br />

hace <strong>de</strong> hecho el reparto' <strong>de</strong> esa renta<br />

nacional: al trabajador apenas se Je<br />

<strong>de</strong>ja lo suficiente para reparar y reconstituir<br />

sus fuerzas. No soy yo<br />

quien lo dice;, ni tampoco es Carlos<br />

Marx. Es Pío XI, aunque no se refería<br />

al presente, sino al pasado. Pudo<br />

equivocarse al <strong>de</strong>scribir así los hechos,<br />

y también puedo equivocarme yo<br />

al aplicar a la actualidad lo que él refería<br />

a tiempos pretéritos. Pero por<br />

<strong>de</strong>sgracia sobran en el mundo estadísticas<br />

para confirmar, lo que el Papa<br />

vio y lo que tú y yo y cualquiera pue<strong>de</strong><br />

ver aún en el tiempo presenté, si<br />

gira la vista en torno.<br />

Y no es fácil buscar al burgués individualmente<br />

responsable <strong>de</strong> la injusticia:<br />

pocas veces lo hay. La injusticia<br />

se produce casi mecánicamente<br />

por el montaje <strong>de</strong>l sistema y <strong>de</strong> las<br />

instituciones que el grupo se ha empeñado<br />

en hacer funcionar <strong>de</strong>fectuosa-<br />

'mente. Individualmente cada -uno <strong>de</strong><br />

.los burgueses se limita a meterse en<br />

el bolsillo lo que le dicen —¿y quién<br />

se lo dice?...— que le toca en el reharto.<br />

Como por otra parte él ha trabajado<br />

realmente o por lo menos ha<br />

aportado sus bienes capital al. trabajo<br />

<strong>de</strong> otros (lo que ciertamente no es<br />

lo mismo), no se le ocurre pensar que<br />

.el Montante <strong>de</strong> su ganancia <strong>de</strong>be ("'e<br />

tener alguna relación con la «no ganancia»<br />

<strong>de</strong> otros. Aquí radica, me parece,<br />

uno <strong>de</strong> los nudos <strong>de</strong>l problema.<br />

Sin embargo, puesto que el pastel<br />

dé la renta nacional, aunque variable<br />

a lo; largo d"el tiempo, tiene en cada<br />

momento un tamaño dado, todo lo que<br />

uno. <strong>de</strong> la comunidad percibe <strong>de</strong> más,<br />

perciben otros <strong>de</strong> nienos. Pero el burgués<br />

no suele establecer relación ninguna<br />

entre sus autos, sus pieles y sus<br />

viajes —por hablar sólo <strong>de</strong> cosas.honestas<br />

-^" y la miseria, la mugre, las<br />

CúeVas y los harapos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. La<br />

. macroeconqmía pue<strong>de</strong> ser una exposi-<br />

' cíón científica. contemporánea, aunque<br />

ya algún emperador <strong>de</strong> la dinastía <strong>de</strong><br />

los Tang mostrase su conocimiento <strong>de</strong><br />

ella; lo que no hay duda es que, el<br />

burgués ignora que, como hecho, existió<br />

y existe. " .<br />

Claro está que no hay una Correlación<br />

necesaria entre la riqueza <strong>de</strong>. unos<br />

yla miseria <strong>de</strong> otros. Marx cíeyó qué,<br />

sí la había; pero los hechos y la- investigación<br />

posterior a él han contradicho<br />

en este punto su doctrina; ahí<br />

está Norteamérica, don<strong>de</strong> el alto bienestar<br />

<strong>de</strong>l noventa por ciento <strong>de</strong> tu<br />

población no reconoce como origen el<br />

escaso confort <strong>de</strong>l. décimo restante. Sí<br />

será cierto siempre que todo lo que<br />

unos -sobrepasen la. media aritmética<br />

<strong>de</strong> renta nacional que toca á cada ciudadano<br />

le faltará a otros para alcanzar<br />

esa medía; pero ello es perfectamente<br />

correcto, porque el igualitarismo<br />

absoluto ni pue<strong>de</strong> ni <strong>de</strong>be existir.<br />

Lo que es inadmisible es que esas divergencias<br />

en torno a la línea <strong>de</strong> ingreso<br />

medio, sean tales que sepulten<br />

a un grupo en la miseria; y tanto<br />

más grave será la incorrección cuanto<br />

más numeroso sea el grupo maltratado.<br />

Pue<strong>de</strong> esto ocurrir por varias causas.<br />

Acaso el pastel <strong>de</strong> la renta nacional<br />

sea tan menguado que la cuota<br />

i<strong>de</strong>al aritmética que tocaría a cada<br />

uno roza ya los limites <strong>de</strong> la indigencia;<br />

en este caso, si algún grupo<br />

social percibe unas simples migajas<br />

más, ello bastará para hacer caer al<br />

resto <strong>de</strong> la colectividad en la miseria.<br />

Lo cual quiere <strong>de</strong>cir que cuando loa<br />

pueblos son pobres, realmente pobres,<br />

no hay mérito social que justifique un<br />

solo grano <strong>de</strong> riqueza, porque primero<br />

ha <strong>de</strong> darse a todos lo estrictamente<br />

necesario antes <strong>de</strong> que ninguno<br />

tenga ló' supérfluo.<br />

' Pue<strong>de</strong> ocurrir también que la me- •<br />

día i<strong>de</strong>ar sea elevada; pero que, al<br />

mismo tiempo, sea tan cuantiosa la<br />

parte que los ricos se atribuyen que<br />

necesariamente empujan a los más al<br />

nivel <strong>de</strong> la miseria. En cualquiera <strong>de</strong>,<br />

estos dos supuestos, la riqueza <strong>de</strong> los<br />

unos está ligada a la escasez <strong>de</strong> los<br />

otros. Y para los dos casos es válido<br />

el severo juicio <strong>de</strong> aquel inteligente<br />

emperador <strong>de</strong> la dinastía <strong>de</strong> los Tang.<br />

Pero con todo ello sigue siendo imposible,<br />

en términos generales, buscar<br />

un solo burgués al que hacer, en justicia,<br />

individualmente responsable <strong>de</strong><br />

que las cosas pasen así. El burgués se<br />

limita a seguir el compás que le. marca<br />

anónimamente su grupo social. Comienza<br />

por ignorar el problema, porque<br />

todos lo ignoran. Para ello acota<br />

cuidadosamente en sus ciuda<strong>de</strong>s las<br />

zonas en que ha <strong>de</strong> vivir él y las que<br />

han <strong>de</strong> vivir los proletarios. No han<br />

<strong>de</strong> mezclarse esos distintos niveles<br />

sociales, porque la comunión <strong>de</strong> vida<br />

traería consigo el conocimiento <strong>de</strong><br />

unas necesida<strong>de</strong>s que se prefieren ignorar.<br />

Sigue con 'un aséptico aislamiento<br />

<strong>de</strong> ambas clases sociales en la<br />

enseñanza. Y termina por practicar el<br />

más rígido hermetismo matrimonial.<br />

Se ignora —se quiere ignorar— el<br />

problema. Pero como el problema está<br />

ahí y los suburbios se ven <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el auto, a pesar <strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>sviaciones<br />

<strong>de</strong>l camino, y como los miserables<br />

limosnean cuando les <strong>de</strong>jan a las<br />

puertas <strong>de</strong> aquí y <strong>de</strong> allá, es preciso<br />

tergiversar el problema: son ellos,<br />

que no quieren trabajar, los culpables;<br />

como sí un <strong>de</strong>creto divino hubiera<br />

impuesto que cada proletario que<br />

ya trabaja <strong>de</strong>be trabajar sin tasa, pero<br />

que aquellos burgueses que no trabajan<br />

nada <strong>de</strong>ben seguir en su reposo,<br />

o como si la economía <strong>de</strong>l país hubiera<br />

<strong>de</strong> llevarse, como en tiempo <strong>de</strong><br />

los faraones, a golpe <strong>de</strong> músculo, y no<br />

<strong>de</strong>biera el burgués <strong>de</strong> preocuparse por<br />

incrementar los bienes capitales <strong>de</strong> su<br />

país con lo que le sobre <strong>de</strong> lo necesario;<br />

que son los vicios <strong>de</strong>l proletariado,<br />

cuando no sus <strong>de</strong>litos, los culpables,<br />

como si los vicios fuesen patrimonio<br />

<strong>de</strong> una clase social y no triste<br />

herencia común <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Adán.<br />

Existe a<strong>de</strong>más un amplio margen<br />

<strong>de</strong> incomprensión, nacida <strong>de</strong> la separación<br />

<strong>de</strong> los dos grupos y que se manifiesta<br />

en la mentalidad burguesa por<br />

una ten<strong>de</strong>ncia inconsciente a transformar<br />

en dogmas todo su pequeño mundo,<br />

sus criterios, sus valores. Ignoran,<br />

como Marcelo, que hay un mundo mucho<br />

más amplio <strong>de</strong>l que cabe en su<br />

propia filosofía. Pero si Marcelo creyó<br />

a Hamlet que así se lo afirmaba, los<br />

burgueses no suelen admitir tan fácilmente<br />

lecciones <strong>de</strong> este tipo.<br />

Se ignora el problema, se tergiversa<br />

el problema. Existe incomprensión<br />

radical. Pero lo peor está en que acaso<br />

todo ello no sea más 1 que cortinas<br />

<strong>de</strong> humo con las que el burgués quie-<br />

. re encubrir su incapacidad para poner<br />

remedio al problema mismo'.<br />

¿Qué pasaría, en efecto, si un burgués<br />

quisiera romper el mol<strong>de</strong> <strong>de</strong> su<br />

15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1951


clase social? Pagaría a sus trabajadores<br />

un justo salario, se negaría a<br />

cobrar por su trabajo el exceso sobre<br />

una retribución media antes <strong>de</strong> que<br />

los <strong>de</strong>más tuviesen lo necesario, usaría<br />

sus bienes propios «como comunes»,<br />

como quería Santo Tomás. Pues<br />

bien: sería dado automáticamente <strong>de</strong><br />

baja en las filas <strong>de</strong> la burguesía militante,<br />

se arrumaría y hasta es posible<br />

que sus propios trabajadores le<br />

tuviesen por loco. Su conducta serviría<br />

<strong>de</strong> muestra eficacísima <strong>de</strong> lo que<br />

no <strong>de</strong>be hacerse.<br />

Quiere esto <strong>de</strong>cir, que salvo casos<br />

heroicos o circunstancias excepcíonalmente<br />

favorables, el burgués está<br />

prisionero <strong>de</strong> su propia clase social;<br />

no pue<strong>de</strong> librarse individualmente <strong>de</strong><br />

golpe <strong>de</strong> todas las limitaciones que su<br />

grupo le impone. Ha <strong>de</strong> resignarse a<br />

ser burgués, a hacer lo que hacen Jos<br />

otros y, por tanto, ha <strong>de</strong> resignarse<br />

también a ser uno <strong>de</strong> esos «otross> que<br />

servirán <strong>de</strong> ejemplo a los que vengan<br />

<strong>de</strong>spués. Ha <strong>de</strong> resignarse también a<br />

ser insincero: Pensará todo esto y nó<br />

lo hará.<br />

Si en vez <strong>de</strong> uno fuesen muchos los<br />

burgueses que inaugurasen el nuevo<br />

camino, la cosa cambiaría; pero socialmente<br />

es muy difícil que pueda<br />

surgir un movimiento <strong>de</strong> este tipo. Ya<br />

sería dificultoso, en primer lugar, encontrar<br />

la vía media que liberase a<br />

los burgueses como clase <strong>de</strong> aquellos<br />

<strong>de</strong>fectos, sin comportar la <strong>de</strong>strucción<br />

<strong>de</strong> la clase misma; dificultad no teórica<br />

—nada hay esencialmente malo en<br />

la burguesía ni en sus instituciones—,<br />

pero sí práctica. Sería también difícil<br />

hallar el motor y el clima preciso.<br />

Y, a<strong>de</strong>más y sobre todo, no sólo sería<br />

cuestión <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r; es también<br />

problema <strong>de</strong> querer: en general la burguesía<br />

no ha llegado aún ha compren<strong>de</strong>r<br />

la necesidad <strong>de</strong> la evolución consciente.<br />

Prefiere aceptar el relativo automatismo<br />

<strong>de</strong> los hechos sociales que<br />

la llevan a parecer lentamente, como<br />

perecen los minerales radioactivos,<br />

transmutándose poco a poco en otra<br />

clase, la clase proletaria, y emitiendo<br />

radiaciones malsanas <strong>de</strong> egoísmo.<br />

Socialmente hablando ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>scartarse<br />

la posibilidad <strong>de</strong> una evolución<br />

autónoma y controlada <strong>de</strong> la burguesía<br />

<strong>de</strong>fectuosa, que es la que realmente<br />

existe; con ello se pier<strong>de</strong>, al<br />

mismo tiempo, la posibilidad <strong>de</strong> salvarla<br />

como clase. El problema se <strong>de</strong>splaza<br />

a liberar cuanto antes a los burgueses<br />

• como individuos <strong>de</strong> las máculas<br />

que una burguesía <strong>de</strong>fectuosa les<br />

imprime, y a salvar la justicia en lavida<br />

social —entre <strong>de</strong>siguales— lesionada<br />

por esa misma burguesía.<br />

Creo que el primer paso para ]a<br />

salvación <strong>de</strong>l burgués sería la consi<strong>de</strong>ración<br />

reflexiva <strong>de</strong> su función profesional,<br />

económica y humana, en la<br />

órbita <strong>de</strong> la vida colectiva. «Si un<br />

hombre no ara, alguien pa<strong>de</strong>ce hambre<br />

en el Imperio.» Alto pensamiento<br />

que, en cristiano,, fue formulado así<br />

por León XIII: «Los que mayor abundancia<br />

<strong>de</strong> bienes han recibido <strong>de</strong> Dios,ya<br />

sean esos bienes corporales y externos<br />

o espirituales e internos,, para<br />

' esto los han recibido, para que con<br />

ellos atiendan a su perfección propia,<br />

y, al mismo tiempo, como ministros<br />

<strong>de</strong> la Divina Provi<strong>de</strong>ncia al provecho<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>más.»<br />

El sol no se ha puesto todavía en<br />

Occi<strong>de</strong>nte; las i<strong>de</strong>as conservan aún<br />

su eficacia conformadora <strong>de</strong> la vida<br />

colectiva. Fueron i<strong>de</strong>as, en <strong>de</strong>finitiva,<br />

las que hicieron <strong>de</strong> la burguesía lo que<br />

hoy es, en lo bueno y en .lo malo. I<strong>de</strong>as<br />

hondamente asimiladas, en las que se<br />

subrayase el papel que a cada uno en<br />

la salvación humana <strong>de</strong> los otros significarían,<br />

por <strong>de</strong> pronto, la liberación<br />

mental <strong>de</strong> los burgueses les ahorraría<br />

esa suficiencia con que, inconscientemente,<br />

obran mal. Caerían en la cuenta<br />

<strong>de</strong>l eco gran<strong>de</strong> que levantan sus<br />

más leves pisadas. Abrir las puertas a<br />

la reflexión honda es abrir las puertas<br />

<strong>de</strong> la libertad. Las. instituciones<br />

vendrían <strong>de</strong>spués...<br />

En cuanto a la sociedad, son mu-<br />

CÍIQS los que sé encargan <strong>de</strong> salvarla.<br />

Esperemos. .<br />

ATENEO<br />

FEDERICO RODRÍGUEZ<br />

POR MANUEL<br />

R l&< JT%. 1^1 jT^. 1^1 U E&aj AB<br />

AL V A R E..Z<br />

fines <strong>de</strong> 1553, hace, pues, <strong>de</strong><br />

esto cuatrocientos años, un<br />

^personaje flamenco <strong>de</strong>sembarcaba<br />

en las costas inglesas.<br />

Era Antonio Moro, el famoso<br />

pintor <strong>de</strong> cámara <strong>de</strong> la Corte<br />

<strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s, y uno <strong>de</strong> los más celebrados<br />

retratistas <strong>de</strong> aquellos tiempos. Iba en comisión,<br />

mandado por aquella notable mujer,<br />

María, la que íué hermana <strong>de</strong>l Emperador<br />

Carlos V, pru<strong>de</strong>nte Gobernadora <strong>de</strong><br />

los Países Bajos.<br />

El encargo que llevaba Antonio Moro<br />

era una consecuencia <strong>de</strong> los radicales<br />

cambios políticos que habían ocurrido en<br />

Inglaterra en él año 1553. Pues habiendo<br />

fallecido el joven rey Eduardo VT había<br />

correspondido la corona a la princesa María<br />

Tudor, por cuyas venas circulaba la<br />

generosa sangre española, como nieta que<br />

era <strong>de</strong> los Reyes Católicos. Aquella infortunada<br />

mujer, que <strong>de</strong> los más altos<br />

<strong>de</strong>stinos, como prometida <strong>de</strong> su primo el<br />

César, había pasado a ser la arrojada <strong>de</strong><br />

palacio, la bastarda María, hija <strong>de</strong> un<br />

matrimonio ilegítimo, la víctima propiciatoria<br />

<strong>de</strong>l cadalso, que durante un<br />

cuarto <strong>de</strong> siglo había vivido con la zozobra<br />

<strong>de</strong>l con<strong>de</strong>nado a muerte, a merced <strong>de</strong>l<br />

capricho <strong>de</strong> un rey <strong>de</strong>spótico, cruel por<br />

naturaleza, almacén <strong>de</strong> todos los vicios y<br />

<strong>de</strong> todas las arbitrarieda<strong>de</strong>s, ei rijoso Enrique<br />

VIH; aquella infeliz mujer, que había<br />

visto su juventud ajada por las privaciones<br />

y ias <strong>de</strong>sgracias, cercada por la<br />

traición y la apostasía, a la que parecían<br />

estar negados el menor <strong>de</strong> los consuelos,<br />

se había convertido <strong>de</strong> improviso, como<br />

si fuera un personaje <strong>de</strong> leyenda, en reina<br />

y señora <strong>de</strong> Inglaterra. Era cuando líi<br />

situación en el Continente se agravaba<br />

para el viejo Emperador, el antiguo prometido<br />

<strong>de</strong> la nueva soberana. Pues a la<br />

traición <strong>de</strong> Mauricio <strong>de</strong> Sajorna, que le<br />

"Geotle Prínce of Spain, .<br />

come, o! come again."<br />

(De una antigua balada inglesa.)<br />

había obligado a la precipitada huida <strong>de</strong> ,<br />

Insbruk en 1552, habla que unir el Iracaso<br />

<strong>de</strong> su Ejército ante los muros <strong>de</strong> la<br />

perdida villa imperial <strong>de</strong> Metz, arteramente<br />

ganada por Enrique II <strong>de</strong> Francia<br />

y <strong>de</strong>fendida <strong>de</strong>spués con fortuna . por la .<br />

pericia <strong>de</strong>l duque <strong>de</strong> Guisa. No es <strong>de</strong> ex- '<br />

trañar que, ante el inesperado cambio <strong>de</strong><br />

posiciones ocurrido en Inglaterra, el César<br />

recordara las negociaciones' iniciadas<br />

en su juventud y que movilizara <strong>de</strong> nuevo<br />

su diplomacia para estrechar matrimonial<br />

alianza entre las Casas <strong>de</strong> Habs- .<br />

burgo y <strong>de</strong>. Tudor; pero, sintiéndose ya<br />

viejo a sus cincuenta y tres años, or<strong>de</strong>nó<br />

a su embajador especial, el borgoñón Simón<br />

Renard, que fuera su hijo, Felipe II,<br />

el presentado como candidato. Para el ca- .<br />

tólico corazón <strong>de</strong> aquella noble mujer, a<br />

quien constaba que en los peores momentos<br />

<strong>de</strong> su -<strong>de</strong>sgraciada existencia sólo la<br />

sombra protectora <strong>de</strong> Carlos V la había<br />

salvado <strong>de</strong>l cadalso, se aparecía. España '<br />

como la cuna <strong>de</strong> la hidalguía,., y pronto<br />

Felipe II íué, entre todos los pretendlen-<br />

. tes, el que ella eligió como .el más digno<br />

<strong>de</strong> obtener su confianza. Lo que en.el Emperador<br />

era razón <strong>de</strong> Estado, se convertía<br />

en la reina inglesa en razón vital. Al<br />

í'in, la sofocada ansia <strong>de</strong> querer, sin recelos<br />

ni temores, a quien se le mostrara<br />

leal, podía verse libre. Para la pobre princesa<br />

María había llegado la hora dorada<br />

<strong>de</strong>l triunfo, la hora <strong>de</strong> que todas las compensaciones<br />

se vieran cumplidas.<br />

Sino que aquella hora se había marcado<br />

<strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Así lo vio el implacable<br />

ojo <strong>de</strong> artista <strong>de</strong> Antonio Moro, cuyo<br />

pincel había <strong>de</strong> hacer su retrato para<br />

ser enviado a la lejana Corte <strong>de</strong> España;<br />

que ya a Londres había llegado el <strong>de</strong> Felipe<br />

II, compuesto por Ticiano, y nadie, .<br />

ni en Bruselas ni en Valladolid, sabía cómo<br />

era la reina María, la que entoncessustentaba<br />

la rosa roja <strong>de</strong> los Tudor, la<br />

simbólica rosa.<br />

La mujer <strong>de</strong> la rosa roja: hela aquí,<br />

tn una olvidada sala <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong>l Prado,<br />

Sentada en un sillón <strong>de</strong> terciopelo<br />

rojo, con el busto erguido, la mirada tímida,<br />

las manos inertes. Esta mujer, <strong>de</strong><br />

cuerpo menudo y rostro'macilento,- vestida<br />

con gusto severo, con amplia toca que<br />

escon<strong>de</strong> casi por completo sus pajizos cabellos;<br />

esta mujer, que con infantil orgullo<br />

sostiene la rosa <strong>de</strong> su Casa, que ha<br />

posado ante Antonio Moro para sei» conocida<br />

en la distante España, se torna ahora<br />

documento vivo <strong>de</strong> aquel pasado. Su<br />

boca es <strong>de</strong> labios finos, sus ojos grises parecen<br />

más in<strong>de</strong>fensos, porque sus cejas<br />

son ralas. La cerrada boca y la mirada<br />

sesgada —'pues su busto está un poco<br />

vuelto, no <strong>de</strong> frente— marcan al tiempo<br />

timi<strong>de</strong>z y sentido <strong>de</strong> ia responsabilidad<br />

<strong>de</strong> los propios actos. Aunque bastante<br />

adornada <strong>de</strong> joyas, su traje oscuro, acuchillado,<br />

no da la sensación <strong>de</strong> recargado.<br />

Una especie <strong>de</strong> dia<strong>de</strong>ma vuelve" luego so- -<br />

bre su pecho, en forma <strong>de</strong> collar, <strong>de</strong>l que<br />

cuelga un «pendantif», con gruesa piedra<br />

azu! y perla, en forma.<strong>de</strong>. pera. .Se .entalla<br />

con cinturón <strong>de</strong> oro y perlas y piedras<br />

lilas-, <strong>de</strong>l que pen<strong>de</strong> grueso medallón <strong>de</strong>corado;<br />

las mangas van esmaltadas <strong>de</strong><br />

piedras preciosas, y la reina lleva brazar<br />

tetes análogos, <strong>de</strong> perlas pareadas con<br />

zafiros, y en. sus manos, gruesos anillos.<br />

Pese a todo este adorno, que podría pa- •<br />

recer incluso recargado y excesivo, la •<br />

realidad es que el conjunto tiene.algo <strong>de</strong><br />

severidad y <strong>de</strong> discreción. Quizá sea por<br />

(Pasa a la página siguiente.)


el oscuro tono <strong>de</strong>l vestido, quizá. por ei<br />

aire digno <strong>de</strong> esta mujer, que yargue altivamente<br />

su busto <strong>de</strong> soberana; quizá<br />

por.la mirada que en ella se advierte, la<br />

mirada <strong>de</strong> quien, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucho sufrir,<br />

se halla entre la ^esperanza y la' incertidumbre<br />

<strong>de</strong> estar enamorada. Pues<br />

pronto habla <strong>de</strong> ver al que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> sei<br />

su esposo. En julio <strong>de</strong> 1554, Felipe -II embarcaba<br />

para Inglaterra. «Su Alteza. — nos<br />

refiere el cronista Juan <strong>de</strong> Verona — se<br />

embarcó en La Coruña el 12 <strong>de</strong> juno<br />

<strong>de</strong> 1554, y viernes, a las once <strong>de</strong> la mañana,<br />

se hizo a la vela.» Era uu, gallardo<br />

mozo, <strong>de</strong> veintisiete años, <strong>de</strong>l que Juan<br />

<strong>de</strong> Figueroa diría al Emperador, <strong>de</strong>sen<br />

biendo su llegada a Inglaterra: Está muy<br />

gentilhombre; aún más cuando V. M. se<br />

partió; e iba alegre, y a caballo parece<br />

muy bien.» «Satisfizo muy mucho su vista<br />

a los ingleses —aña<strong>de</strong> Figueroa — , que<br />

se le tenían pintado <strong>de</strong> muy distinta manera...»<br />

No satisfizo menos Felipe II a María<br />

Tudor. Cuáles fueron los sentimientos <strong>de</strong>l<br />

entonces joven rey <strong>de</strong> Ñapóles ante su<br />

nueva esposa, transformada por los sur<br />

frimientos a los treinta y ocho años en<br />

una mujer vencida, lo po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>ducir<br />

por un fragmento <strong>de</strong> una carta <strong>de</strong>l que<br />

fue su compañero <strong>de</strong> juegos juveniles y<br />

acompañante y confi<strong>de</strong>nte suyo en aquellas<br />

horas; pues el príncipe <strong>de</strong> Eboli, a<br />

quien me refiero, mantuvo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Londres<br />

correspon<strong>de</strong>ncia con el secretario Eraso<br />

en aquel año <strong>de</strong> 1554, que pue<strong>de</strong> leerse en<br />

la «Colección <strong>de</strong> Documentos Inéditos»:<br />

«Para hablar verdad con Vuestra Merced<br />

— escribe Ruy Gómez <strong>de</strong> Silva— mucho<br />

Dios es menester para tragar este cáliz...»<br />

Y en la misma carta, y <strong>de</strong>jando traslucir<br />

la acongojada confi<strong>de</strong>ncia regia, prosigue:<br />

«... y lo mejor <strong>de</strong> este negocio- es<br />

que el Rey lo ve y entien<strong>de</strong>, que no por la<br />

carne se hizo este casamiento, sino por<br />

el remedio <strong>de</strong>ste Reino y conservación<br />

<strong>de</strong>stós Estados.»<br />

Esa era la <strong>de</strong>snuda verdad: un matrimonio<br />

<strong>de</strong> Estado. Pero no por ello el hidalgo<br />

comportamiento <strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong>jó <strong>de</strong><br />

enamorar a su esposa. Ya el mismo príncipe<br />

<strong>de</strong> Eboli pudo observar que Maria<br />

Tudor casi requebraba en publico a su<br />

esposo, «y él respondía por las consonantes».<br />

Por poco tiempo, pues el 26 <strong>de</strong> agosto<br />

<strong>de</strong> 1555 Felipe II era llamado por su<br />

padre, Carlos V, para asistir a la emocionante<br />

escena <strong>de</strong> su abdicación en Bruselas.<br />

Y en Flan<strong>de</strong>s iba a verse <strong>de</strong>tenido<br />

Felipe II por la guerra, nuevamente encendida,<br />

con Francia, durante cerca <strong>de</strong><br />

dos años. Sólo volvió a Inglaterra en<br />

marzo <strong>de</strong> 1557, para marcharse a los tres<br />

meses, pues eri julio <strong>de</strong> aquel mismo año<br />

abandonaba, ya para siempre, la tierra<br />

inglesa. Esa marcha <strong>de</strong>finitiva, y la cercana<br />

muerte, presentida por Maria Tudor,<br />

<strong>de</strong>jó a la mujer que en ella había en<br />

un estado <strong>de</strong> melancolía invencible. Así<br />

se io advertía el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Feria <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

Londres a su señor: «... está buena —escribía<br />

en enero <strong>de</strong> 1558 — , aunque algunos<br />

días se queja <strong>de</strong>-la melancolía natural<br />

que suele tener.» Diagnóstico <strong>de</strong> cortesano<br />

fiel, que ha <strong>de</strong> repetir meses más<br />

tar<strong>de</strong>, escribiendo en mayo: «S. M. está<br />

algo mejor que estos «lias pasados;/ pero<br />

duerme muy mal y anda flaca y en sus<br />

melancolías...» Ella misma confiesa a<br />

Carlos V ésa dolorida ausencia, cuando,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> hacer votos por su salud, le<br />

aña<strong>de</strong>, en palabras en. las que se adivina<br />

infinita tristeza: «... la quelle chose,<br />

aprés la bone santé et presence du Roy,<br />

vostre fils et mon seigneur, ma seront<br />

les plus agréables nouv.elles -en ce<br />

mon<strong>de</strong>...»<br />

Aquella melancólica estampa <strong>de</strong> ia Reina<br />

consumiéndose <strong>de</strong> amor no podía menos<br />

<strong>de</strong> reflejarla el ambiente popular <strong>de</strong>l<br />

tiempo. Y, efectivamente, ha quedado<br />

vertida en unas <strong>de</strong>liciosas baladas <strong>de</strong> entonces,<br />

editadas en Londres a principios<br />

<strong>de</strong>l siglo pasado, algunos <strong>de</strong> euyos fragmentos<br />

dicen así:<br />

María se queja; • .•"""" '/.<br />

«Damas, conmoveros " , • .<br />

.con mis lamentaciones -y<br />

mis amargos sollozos.<br />

Yo, infeliz Reina,<br />

<strong>de</strong>jada aquí en plena <strong>de</strong>solación.<br />

Sobre nuestras playas inglesas<br />

nunca más contemplaré'<br />

tu grata figura.<br />

Gentil príncipe <strong>de</strong> España,<br />

vuelve, ¡oh.', vuelve <strong>de</strong> nuevo, .<br />

que yo te llenaré <strong>de</strong> felicidad.<br />

¡Oh, mi corazón está sin vida!<br />

Dolor, cuidados y penas<br />

habitan <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi pecho gimiente.<br />

Dejadme mostrar mi amor,<br />

-por cuya causa me•siento .morir.» -<br />

Esa fue Maria Tudor, la reina que. se<br />

consumió <strong>de</strong> amor, y que hace cuatrocientos<br />

años se esposó con Felipe II <strong>de</strong><br />

España. La mujer <strong>de</strong> la rosa roja, cuyo<br />

retrato pue<strong>de</strong> verse hoy en día en una sala<br />

tranquila <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong>l Prado.<br />

MANUEL FERNANDEZ ALVAREZ<br />

POR JOSÉ LUIS TAFUR GARANDE<br />

ON Santiago miraba<br />

la amplia nave <strong>de</strong><br />

la escuela. Sobre<br />

el encerado, aquel<br />

letrero «¡¡Bien venido,<br />

señor Gobernador!!»,<br />

aquel letrero<br />

que él había<br />

pintado cuidadosamente<br />

con tizas<br />

v • '• " <strong>de</strong> colores, aquel<br />

letrero qué llevaron a la plaza los dos niños<br />

mayores <strong>de</strong> la clase, ya no servía <strong>de</strong> nada.<br />

Avanzaba <strong>de</strong>spacio por el pasillo abierto<br />

entre los bancos, miraba todas las cosas<br />

como <strong>de</strong>scubriéndolas, y al pasar el <strong>de</strong>do<br />

por encima <strong>de</strong> los pupitres,' <strong>de</strong>jaba el rastro<br />

<strong>de</strong> una raya inadvertida eij la <strong>de</strong>lgada capa<br />

<strong>de</strong> polvo. . i.<br />

Por la ventana abierta entraba el primer<br />

aire <strong>de</strong> la mañana y movía suavemente las<br />

dos ban<strong>de</strong>ras colocadas a los pies <strong>de</strong>l<br />

crucifijo. •<br />

Igual que otro día cualquiera, la mesa,<br />

el sillón con los cojines para que su cabeza<br />

asomara por encima <strong>de</strong>l tablero, el mapa <strong>de</strong><br />

España <strong>de</strong>splegado, el puntero apoyado en la<br />

pared... Todo igual que otjo dia cualquiera.<br />

—... este punto más gordo es la capital<br />

<strong>de</strong> la nación. Los. otros, con un circulito<br />

blanco, son "capitales <strong>de</strong> provincias...<br />

Igual que otro día cualquiera.<br />

—... los más pequeños son los partidos...<br />

Igual que otro día cualquiera.<br />

—... las líneas azules../ _<br />

—... las líneas negras...<br />

—... las líneas rojas... - ' .<br />

Todojgual que otro día cualquiera.<br />

Don Santiago era un pobre hombre,<br />

menguado <strong>de</strong> cuerpo, con cara <strong>de</strong> niño<br />

sabelotodo.<br />

Había llegado al pueblo unos' meses<br />

antes para ocupar el puesto que el viejo<br />

maestro, cansado <strong>de</strong> explicar lo que era<br />

una vertiente, <strong>de</strong>jara vacío.<br />

Los <strong>de</strong>socupados subían cada-tar<strong>de</strong> a<br />

Ja plaza cuando se acercaba la hora <strong>de</strong><br />

pasar el autobús <strong>de</strong> línea. Paraba sólo<br />

un momento, el tiempo justo, para <strong>de</strong>jar<br />

la valija <strong>de</strong> la correspon<strong>de</strong>ncia. Ellos,<br />

apoyados en la pared <strong>de</strong> la iglesia, miraban<br />

a la cara <strong>de</strong> los viajeros como si quisieran<br />

adivinar el sitio adon<strong>de</strong> irían, y siempre<br />

<strong>de</strong>seaban que bajase alguien. Aquella<br />

tar<strong>de</strong>, cuando don Santiago se apeó, echaron<br />

los cuerpos hacia a<strong>de</strong>lante, como para<br />

convencerse <strong>de</strong> que era cierto, y luego se<br />

<strong>de</strong>jaron caer, <strong>de</strong>cepcionados, sobre el<br />

muro <strong>de</strong> la parroquia. El, embutido en su<br />

viejo abrigo gris que casi le arrastraba,<br />

con el flexible <strong>de</strong> alta copa calado hasta<br />

las cejas, la abultada cartera pesándole<br />

<strong>de</strong>masiado y la maleta con funda <strong>de</strong> tela<br />

que llevaba bordadas sus iniciales a puntos<br />

<strong>de</strong> cruz, se había quedado solo en medio<br />

<strong>de</strong> la plaza, mientras el coche se alejaba<br />

calle arriba.<br />

. En la pared <strong>de</strong> la iglesia reían los <strong>de</strong>s-<br />

. oficiados.<br />

• —¡Euenasl ¿Es usted el maestro?<br />

?. El «municitíal», <strong>de</strong>masiado gordo para<br />

el uniforme. ileno <strong>de</strong> manchas, las manos<br />

en los bolsillos, la gorra la<strong>de</strong>ada hacia la<br />

sien y un palillo entre los dientes, se le había<br />

acercado sin advertirlo y preguntó.<strong>de</strong> nuevo:<br />

-—¿Es usted el maestro?<br />

—Sí, yo soy —don .Santiago levantaba<br />

la voz al hablar; era la única cosa que había<br />

podido levantar en la vida.<br />

—Sí, yo soy —repetía, a<strong>de</strong>lantando la<br />

barbilla en un gesto <strong>de</strong> infantil enfa<strong>de</strong>n—,<br />

¿Por qué no se acercó antes?<br />

—¿Y quién sabía que era usted el<br />

maestro?<br />

—¿No vio cómo bajaba?<br />

—No se ponga así, hombre, que no es<br />

para tanto. Después <strong>de</strong> todo, ya estoy<br />

aquí. Bueno, venga conmigo. Lo llevaré<br />

a la escuela; luego tiene usted que ir a que<br />

lo vea el alcal<strong>de</strong>.<br />

La maleta pesaba <strong>de</strong>masiado. Eí asa<br />

se le clavaba a don Santiago en la palma<br />

y a duras penas seguía los pasos <strong>de</strong>l «municipal».<br />

—¡Oiga! ¿No podría ¡levar aíguien esta<br />

maleta,?<br />

-— ¡Quico! —llamaba sin respon<strong>de</strong>r—.<br />

¡Quico! Ven a llevar la maleta <strong>de</strong> aquí...,<br />

el maestro.<br />

Quico, sin moverse <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba,<br />

bostezó.<br />

—¿ Pesa mucho?<br />

-—-Venga, hombre. Medio litro nunca<br />

viene mal.<br />

Una vez <strong>de</strong>sahogado <strong>de</strong> aquel peso,<br />

pudo don Santiago andar al compás <strong>de</strong><br />

su acompañante.<br />

-—Esto es la escuela —explicaba el<br />

«municipal». Detrás <strong>de</strong> aquella puerta está<br />

su casa, dos habitaciones y la cocina. Eso<br />

es el patio. Ya está; ya lo sabe todo. Deje<br />

sus cosas aquí y venga conmigo. El alcal<strong>de</strong><br />

le espera.<br />

—Pero... antes quiero lavarme. Mi aspecto<br />

no es muy agradable -—se excusaba—.<br />

Debo cambiarme, <strong>de</strong> ropa para esta primera<br />

presentación ante el señor alcal<strong>de</strong>.<br />

—¡Báh! Más sucio está él y no se queja.<br />

Así está bien. Venga.<br />

Mientras caminaban, le explicó:<br />

—Don<strong>de</strong> usted se bajó . era la plaza<br />

gran<strong>de</strong>. Esa otra es la plaza chica. Esta<br />

calle es la. principal; se llama la calle <strong>de</strong><br />

las Tiendas... Aquí vive el cura —señalaba<br />

con el palillo una casa pintada <strong>de</strong> rojo—,<br />

Al alcal<strong>de</strong> le dicen el señor José, «el Carpínterón».'<br />

pero quiere que todo el mundo<br />

le diga el alcal<strong>de</strong>.<br />

—Gracias, muchas gracias. Le agra<strong>de</strong>zco<br />

mucho sus explicaciones.<br />

—No tiene importancia. Me dijeron que<br />

le informara <strong>de</strong> todo y yo hago lo que<br />

puedo.<br />

—Es usted muy amable.<br />

—Bueno, suba. Esto es el casino. Arriba<br />

está el señor José, esperando.<br />

Arriba, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la camilla cubierta<br />

con una manta a cuadros, varios hombres<br />

jugaban a las cartas.<br />

De espaldas a la puerta, con la pelliza<br />

sobre los hombros y la boina inclinada<br />

hacia la frente, el señor José, «el Carpinterón»,<br />

miraba el pico .<strong>de</strong> los naipes.<br />

—¡Señor José!<br />

Don Santiago daba vueltas al sombrero<br />

entre las manos. El «municipal» volvía a<br />

tocar el hombro <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong>.<br />

—¡Señor . José I . • • /."-.._<br />

—¿Qué pasa?<br />

—Aquí —señalaba con el <strong>de</strong>do—, el<br />

maestro, que ha venido en el «correo»,<br />

y como me dijo que lo trajese...<br />

—¡Hombre, el maestro! Muy bien,<br />

hombre, muy bien —sin levantarse, volviéndose<br />

apenas en, la silla, le tendió la<br />

mano—. ¿Qué, cómo ha ido ese viaje?<br />

—Bien, bien. Muchas gracias.<br />

Don Santiago sentía cómo le crujían los.<br />

huesos entre la palma callosa <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong><br />

—Bueno,' hombre, bueno. Y qué, ¿con<br />

muchas ganas <strong>de</strong> trabajar?<br />

Todos se habían vuelto para mirar al<br />

nuevo maestro, y don Santiago notaba<br />

la sangre subiéndole a la cara, mientras el<br />

alcal<strong>de</strong> repetía:<br />

—¿Qué, con muchas ganas <strong>de</strong> trabajar?<br />

—Sí, señor alcai<strong>de</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego.<br />

-—Bueno, hombre, bueno. Le voy a presentar.<br />

Aquí,., unos amigos.<br />

Hizo con la mano un amplio semicírculo<br />

señalando a los que jugaban, y don<br />

Santiago fue repitiendo:<br />

—Santiago Alba, para servirle...<br />

—Santiago Alba, para servirle...<br />

—Santiago Aíba...<br />

—Siéntese usted aquí —<strong>de</strong>cía el alcal<strong>de</strong>,<br />

dando un golpe en el hondón <strong>de</strong> la silia.<br />

Luego don Santiago estuvo toda la<br />

tar<strong>de</strong>, insignificante, 'menudo, sentado<br />

junto a él y sonriendo tímidamente cada<br />

vez que el señor José, «el- Garpinterón».<br />

se volvía 'para <strong>de</strong>cir:<br />

—Bueno, hombre., bueno.<br />

En verdad que fue <strong>de</strong>soladora aquella<br />

primera tar<strong>de</strong> en el pueblo. Habían quitado<br />

las bombillas <strong>de</strong> la escuela y la pequeña<br />

palmatoria se consumió <strong>de</strong>masiado aprisa.<br />

Le dolía la. cabeza <strong>de</strong>' contener el frió<br />

qu& entraba por la ventana sin cristal,<br />

y la puerta <strong>de</strong> la cocina golpeaba constantemente,<br />

batida por el viento.<br />

Don Santiago pensaba en la noche anterior,<br />

cuando imaginó que irían todos los<br />

niños <strong>de</strong> la escuela a esperarle, y e! cura,<br />

y el. alcal<strong>de</strong>, y la escuela sería limpia<br />

y agradable, y los pupitres estarían recién<br />

barnizados...<br />

Luego recordó su llegada al pueblo.<br />

Vio la escuela sucia, los bancos amontonados<br />

en un rincón, y los niños, que estaban<br />

en la era, cuando pasó el autobús, atando<br />

una lata vacía al rabo <strong>de</strong> un perro.<br />

Dejó las gafas sobre el mármol <strong>de</strong> la<br />

mesa <strong>de</strong> noche y se limpió una lágrima<br />

en la manga <strong>de</strong>l pijama.<br />

Al quedarse dormido, aún golpeaba la<br />

puerta <strong>de</strong> la cocina.<br />

Pero aquellas cosas tenían arreglo.<br />

El alcal<strong>de</strong>, a fin <strong>de</strong> cuentas, era un buen<br />

hombre, y no resultaba difícil para don<br />

Santiago sacarle cuanto quería; .bastaba<br />

con tener <strong>de</strong> su parte a Perico.<br />

Perico era. el hijo <strong>de</strong>l señor José, «el<br />

Carpinterón». Tenía once años, ia cara<br />

llena <strong>de</strong> pecas, y era igual a su padre<br />

hasta en la forma <strong>de</strong> echarse la boina<br />

sobre los ojos.<br />

Cuando vio a don Santiago por primera<br />

vez se le quedó mirando:<br />

—¡Ay, qué tío más chico!<br />

Herido don<strong>de</strong> más le dolía, le reprendió<br />

ásperamente, y el niño se marchó llorando.<br />

Luego, el padre:<br />

—¡Hombre, maestro! Que el chico es<br />

muy sensible. Usted verá lo que hace.<br />

—Perdóneme, señor alcal<strong>de</strong>, perdóneme.<br />

No sabía que fuera su hijo. No volverá<br />

a ocurrir, se lo prometo. No volverá<br />

a ocurrir. . .. v<br />

—Hombre... Hombre.<br />

—-No volverá a ocurrir —repetía don<br />

Santiago, compungido.<br />

Y. no volvió a ocurrir.<br />

No importaba que Perico ignorase dón<strong>de</strong><br />

estaba la cordillera Carpetovetónica; no<br />

importaba que escondiese los cojines <strong>de</strong>í<br />

1,5 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1951


sillón para que el maestro hubiera <strong>de</strong> dar<br />

la clase sentado sobre la pierna doblada;<br />

no importaba que pusiera ranas en los<br />

pupitres <strong>de</strong> los compañeros. No; lo importante<br />

era que iban a blanquear la escuela,<br />

que ya habían puesto los cristales en las<br />

ventanas y que el carpintero se pasó las<br />

vacaciones reparando ' los bancos.<br />

Perico, consciente <strong>de</strong> su fuerza, jugaba<br />

a ser tirano <strong>de</strong> la escuela, y el maestro<br />

hacía <strong>de</strong> víctima propiciatoria.<br />

Una mañana:<br />

—El que me ha coigado este monigote<br />

—gritaba don Santiago— es un <strong>de</strong>svergonzado<br />

que <strong>de</strong>sconoce ía dignidad que represento.<br />

—He sido yo, señor maestro.<br />

Don Santiago <strong>de</strong>sahogaba su enfado estrujando<br />

el monigote entre las manos.<br />

—Perico, hijo, no lo hagas. En fin,<br />

en fin. No vale la pena.<br />

Un niño se quejaba: •<br />

—-Don Santiago, otra vez le ha dado<br />

usted el premio <strong>de</strong> la semana a Perico<br />

y él no se sabe los ríos. Yo, sí.<br />

—Otra vez te tocará a ti, hijo. No vale<br />

la pena.<br />

—Don Santiago, Perico me ha pegado.<br />

—Los niños no son acusicas. Si vuelves<br />

a hacerlo, te castigaré. Y... no te habrá<br />

hecho tanto daño. No vale la pena.<br />

—Perico, ¿qué es un verbo? -<br />

•—Verbo... Verbo... Verbo...<br />

. —Déjalo. No vale la pena.<br />

Nada valía la pena, porque él era sólo<br />

el maestro y Perico el hijo <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong>,<br />

y tan bruto el uno como el otro, y hacía<br />

falta que comprasen un encerado nuevo.<br />

Y si alguna vez lo encontraba en la plaza:<br />

—¿Qué hay, maestro?<br />

—Lo que usted man<strong>de</strong>, señor alcal<strong>de</strong>,<br />

lo que usted man<strong>de</strong> —contestaba don<br />

Santiago, frotándose las manos.<br />

—Y el chico, ¿cómo va?<br />

—Bien, muy bien —-y se alegraba <strong>de</strong> que<br />

el alcal<strong>de</strong> tampoco supiese dón<strong>de</strong> estaba<br />

ia cordillera aquella.<br />

—Bueno, hombre, bueno. Le voy a<br />

mandar una quesadita para que pruebe,<br />

que este año me han salido <strong>de</strong> primera.<br />

—Muchas gracias, señor alcal<strong>de</strong>. Muchas<br />

gracias.<br />

Así eran todos los días, y la vida no resultaba<br />

difícil, y Perico y el alcal<strong>de</strong>, y a<br />

veces también él, estaban satisfechos.<br />

ATENEO<br />

No era Perico la única <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> don<br />

Santiago. Toñín también tenía parte en<br />

sus favores.<br />

Toñín, el reverso <strong>de</strong> la medalla, muy pá- 1<br />

lido y con el pelo rubio, casi cano, parecía<br />

recién salido <strong>de</strong> una esterilizadora. No<br />

hacía travesuras., no cogía moscas para<br />

meterles las patas en el tintero, no jugaba.<br />

Sentado en el poyó <strong>de</strong> piedra que había<br />

en el patio, miraba con ojos acuosos y expresión<br />

estúpida cuanto hacían los <strong>de</strong>más.<br />

Pero así como Perico era el yugo impuesto<br />

por la necesidad, Toñín representaba<br />

para don Santiago el yugo al cual se.<br />

había sometido voluntariamente. Y es 'que<br />

Toñín tenía una hermana, María Ascensión,<br />

alta y rubia, <strong>de</strong>svaída, con más años<br />

<strong>de</strong> los que <strong>de</strong>seara.<br />

Cuando en los solitarios paseos por la<br />

carretera o en la calle <strong>de</strong> las Tiendas, o en<br />

la plaza, la veía llegar, el corazón le palpitaba<br />

más aprisa, y, al cruzarse, la saludaba<br />

ceremoniosamente, <strong>de</strong>scubriéndose, y<br />

guardaba la sonrisa <strong>de</strong> ella en el rincón<br />

<strong>de</strong> los recuerdos agradables.<br />

Toñín se le acercó al terminar las clases:<br />

—Que me ha dicho mi hermana que<br />

como usted dice que sabe francés, que si<br />

quería escribirle ío que pone en el figurín<br />

<strong>de</strong>l vestido este, el <strong>de</strong> la cruz.<br />

—Sí, hijo, sí —se lo arrebató—, no faltaba<br />

más.<br />

Mientras escribía «las mangas hasta el<br />

codo... dos pinzas en la cintura que...»,<br />

pensaba que tenía a María Ascensión entre<br />

las manos.<br />

Aquella noche en la plaza:<br />

—Muchas gracias, don Santiago.<br />

—Te lo mereces todo, María Ascensión.<br />

—¡Ay! Por Dios, don Santiago —reía<br />

ella, apoyada en el brazo <strong>de</strong> su amiga.<br />

—No me llames don Santiago.<br />

—Como usted .quiera, don Santiago.<br />

Siguió paseando con ellas, una vez<br />

junto a María Ascensión y, al* volver,<br />

junto a su amiga.<br />

Ella presidía todas las noches <strong>de</strong>l maestro,<br />

y él, alentado por aquella complacencia<br />

con que María Ascensión escuchaba<br />

las cosas <strong>de</strong> cuando vivió tres meses en la<br />

capital, se animó a escribirle.<br />

Hubo <strong>de</strong> rompsr muchas cuartillas hasta<br />

conseguir la carta que <strong>de</strong>seaba, llena <strong>de</strong> adjetivos,<br />

don<strong>de</strong> le. confesó su amor, «eterno<br />

como la virtud y belleza que tú posees».<br />

Ella sabía <strong>de</strong> la callada admiración <strong>de</strong>l<br />

maestro, y cuando Toñín volvió <strong>de</strong> la escuela<br />

con la carta, no se sorprendió mucho.<br />

Por la tar<strong>de</strong>, en el Ropero <strong>de</strong> San Vicente,<br />

todas las amigas rieron mientras<br />

ella la leía en alta voz.<br />

—¿Qué pisnsas hacer?<br />

—¿Qué le dirás?<br />

—¿Vas a contestarle?<br />

—¿Qué queréis que haga? ¿Qué le dirías<br />

tú?<br />

—Mujer... ni pensarlo. Que no.<br />

-—Y yo...<br />

—Y yo...<br />

—Pobrecülo —mediaba Pilar, «ia <strong>de</strong>l<br />

sargento»—. No se lo digas <strong>de</strong> pronto.<br />

No está para muchos disgustos.<br />

—Tan pequeño... ' .<br />

—No le digas nada claramente. Ni que<br />

sí, ni que no. —recomendaba otra—.<br />

Piensa que, a lo mejor..., ¿quién sabe?<br />

—Sí, tienes razón. Por si me hago otro<br />

vestido <strong>de</strong> aquel figurín francés —-<strong>de</strong>cía<br />

ella sin recoger la indirecta.<br />

En una cuartilla rosa escribió: «Mi corta<br />

edad no me permite <strong>de</strong>vaneos tan prematuros.»<br />

El hombre se liaUa siempre en una magnífica<br />

disposición para interpretar cualquier<br />

noticia dudosa en el sentido que más le<br />

favorezca. Cree aquello que quiere creer.<br />

Para el maestro, las dos líneas <strong>de</strong> María<br />

Ascensión fueron una palabra <strong>de</strong> esperanza.<br />

Toñín avanzó en la escuela los puestos<br />

que aún le separaban <strong>de</strong> Perico y don<br />

Santiago permitió que mirase por el cristal<br />

<strong>de</strong> aumento tanto tiempo como el otro.<br />

En el Ropero dé San Vicente continuaban<br />

riendo cada tar<strong>de</strong>.<br />

Aquel domingo, a la salida <strong>de</strong> misa<br />

mayor, se acercó el «municipal»:<br />

—El señor José, que vaya usted al Ayuntamiento,<br />

que lo está esperando.<br />

Don Santiago <strong>de</strong>seaba que el alcal<strong>de</strong> le<br />

indicase una silla,<br />

—Bueno, hombre, bueno. ¿Sabe usted<br />

las noticias?<br />

—ÍKo, señor alcal<strong>de</strong> —se excusaba—.<br />

Ignoro a qué se refiere.<br />

—¿A qué me voy a referir, hombre?'<br />

¿A qué me voy a referir? A que viene el<br />

gobernador. Tiene gracia el hombre. ¿Es<br />

que usted sabe alguna noticia?<br />

—No, no, señor. Usted compren<strong>de</strong>rá.<br />

Yo... nú mundo... con mis niños...<br />

—Y alguna otra cosa más que yo rae sé<br />

—reía el alcal<strong>de</strong>, guiñándole el ojo—<br />

Que uno no está en las musarañas como<br />

usted. Tiene gracia el hombre.<br />

• Don Santiago componía la cara para \"<br />

que el señor José comprendiese que sí,<br />

que era cierto, que siempre tenía razón<br />

y que cuando él lo <strong>de</strong>cía...<br />

—En fin, ya lo sabe. El próximo domingo<br />

viene el gobernador a entregar<br />

las casas:<br />

—¿Qué casas?<br />

—¿Qué casas van a ser? Las que yo<br />

entregué el verano pasado. Lo que ocurre<br />

es que este señor no ha podido venir antes;<br />

estaba muy ocupado, y ahora, como.. le<br />

coge <strong>de</strong> camino...,.ya ve usted. Bueno, a. •<br />

lo que vamos. Lo he. llamado para que lo<br />

"sepa y para que se ponga <strong>de</strong> acuerdo conmigo,<br />

sobre todo para esto último.. El<br />

gobernador tiene .que llevarse un buen '<br />

recuerdo. Cada uno hará lo que pueda.<br />

Usted., con sus niños, vamos a ver, ¿qué<br />

se le ocurre?<br />

—Así... <strong>de</strong> repente...<br />

Don Santiago torcía la cabeza como<br />

para excusarse porque, no se le ocurría<br />

nada, y luego miraba la punta <strong>de</strong> sus<br />

zapatos.<br />

—-Pero, hombre; • pero, hombre, mire<br />

usted: el gobernador llegará por la tar<strong>de</strong>,<br />

a las cuatro; entrega las casas y <strong>de</strong>spués<br />

le damos unas copas en él casino; lo <strong>de</strong><br />

siempre, vino y jamón.<br />

—¡Ya! Ya tengo una i<strong>de</strong>a —gritaba<br />

el maestro, alborozado.<br />

—Vamos a ver, vamos a ver —<strong>de</strong>cía -<br />

el alcal<strong>de</strong>, retrepándose en. el sillón.<br />

—Los niños formarán a. un lado y a<br />

otro <strong>de</strong> "la calle, agitando ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> colores.<br />

En el encerado que usted acaba <strong>de</strong><br />

comprar, yo escribiré una leyenda dándole<br />

nuestra bienvenida.<br />

—Muy bien, muy bien.<br />

—Luego, durante el «ágapes, el niño<br />

más aplicado <strong>de</strong> la escuela recitará una<br />

poesía alusiva. ¿Qué le parece?<br />

—Muy bonito. Eso <strong>de</strong> la poesía le gustará<br />

mucho al gobernador. Está bien.<br />

¡Hale! A trabajar según lo acordado.<br />

Don Santiago salió <strong>de</strong>l Ayuntamiento<br />

(Pasa a la página siguiente.) •


(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />

satisfecho, y más satisfecho que hubo <strong>de</strong><br />

sentirse luego, cuando en la plaza encontró<br />

a María Ascensión. . - . -^<br />

—¿Sabes la nueva? - - •<br />

—No.<br />

•—¡Viene el gobernador a visitarnos!<br />

—¡•No!<br />

—Sí. Y acaba <strong>de</strong> encomendarme el alcal<strong>de</strong><br />

una parte en la organización <strong>de</strong> los<br />

festejos.<br />

—Tú lo harás muy bien.<br />

—Es una gran responsabilidad. Una gran<br />

responsabilidad. Quisiera quedarme con<br />

vosotras, y ya ves, el <strong>de</strong>ber es el <strong>de</strong>ber.<br />

Tengo que ocuparme <strong>de</strong> los primeros <strong>de</strong>talles.<br />

Será, un gran día.<br />

Y mientras marchaba calle abajo, pensó<br />

en los niños «agitando las ban<strong>de</strong>ras al paso<br />

<strong>de</strong>l coche, y en él mismo, con su traje<br />

azul —habría que limpiarlo un poco, sólo<br />

un poco—,. estrechando la mano <strong>de</strong>l gobernador<br />

y hablando <strong>de</strong> los problemas <strong>de</strong><br />

la enseñanza». '<br />

—Sí, será un gran día.<br />

«Lo <strong>de</strong> las ban<strong>de</strong>ritas —continuaba pensando—<br />

es fácil. Pero aquello <strong>de</strong> la poesía...<br />

Yo puedo escribirla, mas ¿quién la recitará?<br />

¡Perico! ¿Perico? ¿Podrá apren<strong>de</strong>rla<br />

<strong>de</strong> memoria? A su padre le gustaría, si;<br />

le gustaría mucho; pero... ¿no soltará<br />

cualquier barbaridad ? ¿Y Toñjn ? No;<br />

Toñín, con esa voz... María Ascensión disfrutará<br />

si yo distingo a su hermano <strong>de</strong> ese<br />

modo, y pue<strong>de</strong> que ella me lo pida...;<br />

y aunque no me lo pida, yo también quisiera<br />

que Toñín lo hiciese... por su hermana,<br />

clara. ¿Toñín? ¿Perico? ¿Y Alfredo? Alfredo<br />

tiene buena voz, es listo, el tercero<br />

<strong>de</strong> la clase... Quizá él pueda hacerlo.<br />

¿Alfredo? ¿Toñín? ¿Perico? Más vale no<br />

pensar en eso por ahora. *<br />

Acodado sobre la mesa, hilvanaba cuarteto<br />

tras cuarteto.<br />

El lunes, al terminar las clases, pidió<br />

a Perico, Toñín y Alfredo que se quedaran<br />

en la escuela. . .<br />

—El próximo domingo vendrá el gobernador...<br />

—¡^Heno! —cortaba Perico, <strong>de</strong>silusionado—.<br />

Eso ya lo sabía. Me lo ha dicho<br />

mi padre.<br />

—Vendrá el gobernador —seguía el<br />

maestro pacientemente—, y en el banquete<br />

que le ofreceremos,.,<br />

—¿Qué banquete? Mi padre ha dicho que<br />

sólo sería un «copeo».<br />

—¡Haz el favor, Perico! En el banquete<br />

que le ofreceremos, uno <strong>de</strong> vosotros recitará<br />

la poesía que yo he compuesto para el<br />

acto.<br />

—Oiga usted, maestro. El que diga la<br />

poesía esa, ¿entrará allí a comer igual que<br />

un hombre?<br />

—Sí, hijo, sí. A más <strong>de</strong> ello, yo le conce<strong>de</strong>ré<br />

un día <strong>de</strong> vacación. Si lo hace<br />

bien, el lunes estará dispensado <strong>de</strong> asistir<br />

a clase. Tomad, estudiadla en casa; ya<br />

veremos quién <strong>de</strong> vosotros es el mejor.<br />

Aquella agitación, que había nacido<br />

al anuncio <strong>de</strong> la inesperada visita.<strong>de</strong>l gobernador,<br />

fue creciendo y creciendo hasta<br />

envolverlo todo.<br />

La modista se convirtió en la mujer más<br />

solicitada <strong>de</strong>l pueblo; Perico hubo <strong>de</strong> ir a<br />

la peluquería y María Ascensión presumía<br />

en el Ropero <strong>de</strong> San Vicente, y el sábado<br />

se marchó .-a la capital para comprar a su<br />

hermano unos zapatos.<br />

El sábado era un día <strong>de</strong> mucho ajetreo<br />

para todos; también para don Santiago.<br />

Perico y Toñín <strong>de</strong>cían los versos <strong>de</strong>l<br />

maestro como Dios les daba a enten<strong>de</strong>r.<br />

—Es la última prueba. Veamos, Perico;<br />

tú primero.<br />

Perico no había conseguido apren<strong>de</strong>r ni<br />

la primera estrofa, y pronunciaba «perfeto»<br />

y «gobernaos. Don Santiago, apoyado<br />

en el respaldo <strong>de</strong> la silla, hacía fuerzas<br />

cerrando los ojos, como si quisiera olvidarlo<br />

todo. ^ \. '• •<br />

Toñín, con su vocecita atiplada, que casi<br />

hería ei tímpano, iba dicíéndolo todo muy<br />

aprisa, sin respirar, sin oír a don Santiago:<br />

—Más <strong>de</strong>spacio, Toñín, más <strong>de</strong>spacio.<br />

Y poniéndose colorado cuando advertía<br />

que lo estaban mirando. , .^<br />

Alfredo la sabía totalmente. ..'<br />

—Más bajo, Alfredo. . ;-• , .••:._.<br />

Y Alfredo bajaba la voz, • ;' •>•,•, *" •,<br />

—Párate ¡ ahí. .. • " v<br />

Y Alfredo se paraba. • -~' •<br />

«Este niño —pensaba don Santiago—*<br />

este niño... En fin, son <strong>de</strong>masiadas cosas.»<br />

—Volved mañana, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> misa. Ya<br />

veremos lo que se pue<strong>de</strong> hacer.<br />

Daba vueltas en la cama y no podía conciliar<br />

el sueño.<br />

«¿Quién lo hará? —pensaba— ¡Debe ser<br />

Alfredo! Pero ¿y el alcal<strong>de</strong>? Aunque Pe-<br />

rico es un animal; sí, lo es. Pero ¿cómo<br />

puedo <strong>de</strong>cir eso ahora, si antes he dicho<br />

cada día lo contrario? ¡Debe ser Alfredo!<br />

Y si Perico llega a recitarla, ¿qué conjeturas<br />

hará el gobernador? No, no pue<strong>de</strong><br />

ser. Y Toñín... María Ascensión. Sí, claro,<br />

es su hermano. ¡Debe ser Alfredo! Nadie<br />

querrá compren<strong>de</strong>r nada, pero el gobernador...<br />

Y. Toñín, con esa voz,... ¡Debe<br />

ser Alfredo! ¿Perico? ¿Toñín? ¡Debo ser<br />

Alfredo! Sí; Alfredo lo hará.»<br />

Luego el maestro se quedó dormido.<br />

Dieron las cinco en el reloj <strong>de</strong> la iglesia<br />

y el gobernador aún no había llegado. Los<br />

niños <strong>de</strong> la escuela, a un lado y a otro <strong>de</strong><br />

la calle, aguardaban el aviso <strong>de</strong> don Santiago<br />

para levantar las ban<strong>de</strong>ritas.<br />

El sacristán tenía agarrada la cuerda <strong>de</strong><br />

las campanas y esperaba ¡a señal <strong>de</strong>l<br />

monaguillo, encaramado en lo más alto<br />

<strong>de</strong>l campanario, para repicar. Los músicos,<br />

con los • instrumentos recién limpios, confiaban<br />

que alguien les indicara el comienzo<br />

<strong>de</strong> aquella marcha que habían ensayado<br />

durante toda la semana.<br />

Alfredo, junto a don Santiago, preguntó:<br />

—¿Cuándo recito yo la poesía?<br />

—Espera, hijo, espera. Ya te avisaré.<br />

Todo el pueblo estaba esperando al gobernador,<br />

y el gobernador...<br />

—¡Ya vienen!<br />

—¡Ya vienen! , , •* ,<br />

El murmullo fue extendiéndose por la<br />

plaza, los niños levantaron las ban<strong>de</strong>ritas,<br />

el sacristán comenzó a repicar, los músicos<br />

soplaron aquella marcha y el alcal<strong>de</strong> se<br />

abría paso entre.la gente con el bastón <strong>de</strong><br />

mando.<br />

El gobernador, sin apearse <strong>de</strong>l coche:<br />

¿Están muy iejos esas casas?<br />

—No, señor. Aquí mismo/ a un paso.<br />

—Vamo's allá. Tengo prisa.<br />

Los niños continuaron agitando en el<br />

aire, inútiles, las ban<strong>de</strong>ritas <strong>de</strong> colores. Alfredo,<br />

cogido a la mano <strong>de</strong>l maestro, <strong>de</strong>cía:<br />

—¿Cuándo recito yo la poesia?<br />

—Luego, hijo, luego.<br />

En el salón <strong>de</strong>l casino, don Santiago<br />

arrastraba a Alfredo entre los grupos,<br />

—¿Cuándo digo la poesía?<br />

•—-Ahora, hijo, ahora. •<br />

El alcal<strong>de</strong> hablaba con el gobernador.<br />

El maestro se acercó:<br />

—¡Señor alcal<strong>de</strong>!<br />

El señor José, «el Carpinterón», como le<br />

<strong>de</strong>cía el «municipal», se volvió bruscamente,<br />

la copa tropezó en el hombro <strong>de</strong> don San-tiago<br />

y el vino se vertió por las solapas <strong>de</strong>l<br />

traje azul.<br />

•—¡Vaya, hombre, vaya! —<strong>de</strong>cía el alcal<strong>de</strong>,<br />

enfadado.<br />

—No tiene importancia. No sé preocupe<br />

—lo excusaba don Santiago, limpiándose<br />

con un pañuelo.<br />

—Usted tenía que ser. Usted tenía que<br />

estar <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí.<br />

—Es que.., quería preguntarle: ¿cuándo<br />

<strong>de</strong>cimos la poesía?<br />

—¡Déjese usted ahora <strong>de</strong> poesías ni tie<br />

monsergas! Buena está la cosa para poesías.<br />

¡Vaya con el hombre!<br />

•—Como usted quiera, señor alcal<strong>de</strong>.<br />

En una esquina, María Ascensión reía<br />

oyendo a uno <strong>de</strong> los secretarios.<br />

—María Ascensión...<br />

.—¡Ah! ¿Eres tú? —<strong>de</strong>cía, displicente.<br />

•—Yo... quería <strong>de</strong>cirte...<br />

—No; no es preciso que digas nada.<br />

.Y no me interrumpas. ¿No ves que estoy<br />

hablando con este señor? —le volvió la<br />

espalda—. Siga usted con eso tan gracioso...<br />

—-Perdona... Creía...<br />

Don Santiago bajó la cabeza y se. alejó<br />

<strong>de</strong>l grupo Al pasar junto al gobernador<br />

oyó como <strong>de</strong>cía:<br />

—Muy bueno este jamón. Muy bien<br />

curado. Y muchas mujeres guapas. Lástima<br />

que <strong>de</strong>ba marcharme tan pronto.<br />

En la calle, Alfredo volvió a preguntar:<br />

-'•—¿Cuándo digo la poesía?<br />

—Ya no hace falta. Anda, vete a jugar<br />

por ahí.<br />

—Diga usted, maestro: ¿mañana tendré<br />

el día <strong>de</strong> vacación que me prometió?<br />

—No, Alfredo. Mañana <strong>de</strong>bes ir a la<br />

escuela. Como un día cualquiera'.<br />

Comenzaba a oscurecer. Hacia frío.<br />

Don Santiago sintió un estremecimiento.<br />

Hundió las manos en los bolsillos y cruzó<br />

la plaza hacia su casa. La farola ya estaba<br />

encendida. Arriba y abajo paseaba la<br />

gente. Lo mismo <strong>de</strong> siempre. Como un<br />

día cualquiera.<br />

JOSÉ LUIS TAFUR<br />

Quizá experimentas la profunda necesidad<br />

<strong>de</strong> dar salida a todo lo que<br />

piensas y sientes. Quizá la máscara so-<br />

¿oca toda tu Vida, y tú quieres ser íú<br />

mismo...<br />

. —cualquiera diría que mi pulso tiembla<br />

—se le ocurrió a don Camilo—. Pero<br />

no, es cosa <strong>de</strong> la vista; tendrá uno<br />

que afeitarse con las gafas puestas.<br />

Y bruscamente apartó el papelito<br />

cuanto ei largo <strong>de</strong>l brazo consentía. La<br />

hoja siguió temblando. Miró don Camilo<br />

en su otra mano la brocha, y distraídamente<br />

acertó con la jabonera. Libre,<br />

se cambió <strong>de</strong>.mano la hojita, re-cién<br />

quitada <strong>de</strong>l taco, y la mantuvo a<br />

distancia, el brazo <strong>de</strong>recho rígido, inmóvil<br />

;<br />

-—La hoja no «é mobile»...—-susurró,<br />

satisfecho, y como si a<strong>de</strong>más acabara<br />

<strong>de</strong> abatir al duque en el <strong>de</strong>safío <strong>de</strong><br />

«Rigoletto». Sus razones tendría para<br />

emular a Rigoletto...<br />

Entonces aizo la mirada y persiguió<br />

el revés <strong>de</strong>l papelito sobre el espejo:<br />

un l, <strong>de</strong> confuso perfil, negro par<strong>de</strong>ante,<br />

<strong>de</strong>masiado ancho, boca abajo.<br />

—¿Eh?<br />

Acercó al espejo el papel, y el 1 fue<br />

<strong>de</strong>sdoblándose en los dos palos <strong>de</strong>l 11.<br />

Pero no lograba leer los santos <strong>de</strong>l día,<br />

y yéndose hacia el balcón, se entretuvo<br />

en los <strong>de</strong>talles precisos: «Febrero 42,<br />

1.9...—323/Sol: 7,12 a 17,46. Luna: llena<br />

el 17/1 I/Meditación <strong>de</strong>l día: Tenga la<br />

esposa dulzura apasionada y una mo<strong>de</strong>stia<br />

<strong>de</strong> servicio infinitamente variable,<br />

por lo infinitamente aplicable: la<br />

verda<strong>de</strong>ra variabilidad <strong>de</strong> la mujer...»<br />

—La tiene —dijo, porque pensaba en<br />

Adhelma—. En ese gran sentiüo, «la<br />

donna é mobile». Y prosiguió: Jueves/Nuestra<br />

Señora <strong>de</strong> Lour<strong>de</strong>s. SS. Desi<strong>de</strong>rio,<br />

Calócero, obs. Dativo, Ampclio,<br />

mártires...<br />

—¡Hombre! Ampelio. Me hubieran<br />

puesto Ampelio... Ampelio Peña. Aunque...,<br />

naturalmente, 12: mi santo es<br />

hoy. ¿A ver?<br />

Con la rapi<strong>de</strong>z que sus piernas, cortas,<br />

y el albornos permitían, se encaminó<br />

al calendario. ¡Qué hermosa, Catalina<br />

<strong>de</strong> Siena en la tabla <strong>de</strong> sus Desposorios!<br />

¿No es un Morales? O un<br />

Rafael... Lo. había enviado por Pascuas...<br />

Ahora, lo <strong>de</strong> ráenos, esa plancha<br />

<strong>de</strong> la que el bloque <strong>de</strong> fechas colgaba<br />

: 12 febrero, Viernes... Melecio,<br />

Cau<strong>de</strong>neío, Humbelina...<br />

—Amonio... Bien: Amonio. Me pudieron<br />

poner Amonio. O por la víspera,<br />

Ampelio. Eso es..., la hoja é mobile, la...<br />

don Ampelio, dona'm, clonann, donna...<br />

De nuevo en el tocador, enjabonando<br />

la brocha, le llegó el piar <strong>de</strong> las perdices<br />

enjauladas, al sol, en la terraza<br />

<strong>de</strong>l entresuelo. Se contempló en el espejo,<br />

tomó el suavizador, y agitándolo<br />

en el cansado aire <strong>de</strong>l dormitorio, alzó<br />

los puntos que impostaban el «vibrato»<br />

dramático <strong>de</strong> su voz, no <strong>de</strong> Duque, aunque<br />

romanceara:<br />

—La donna é mobile... Qtial piúm, ai<br />

vento...<br />

Por la puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho se colaban<br />

las campanadas <strong>de</strong> un reloj. Se<br />

interrumpió don Camilo: tres, cuatro,<br />

seis, siete... Pero no había empezado<br />

a tiempo., ¿Las nueve? O serían las<br />

diez... Sobre el último acor<strong>de</strong> le pareció<br />

advertir la cercanía <strong>de</strong> Adhelma,<br />

afanosa, en el trajín <strong>de</strong> la mañana.<br />

Oyó pasos menuditos a la puerta; sí,<br />

su portazo, y en la escalera, el silbato.<br />

Don Camilo, media faz rasurada, se<br />

asomó.<br />

—El cartero.<br />

Buscándole un sitio no enjabonado,<br />

le besó Adhelma:<br />

—Felicida<strong>de</strong>s. Habrá sorpresa. Pero<br />

•no, a mediodía, cuando esté libre.<br />

Entre las cartas se apresuró a elegir<br />

con pulso seguro, no <strong>de</strong> pintor, no <strong>de</strong><br />

cirujano, <strong>de</strong> padre enamorado. Tornó<br />

al dormitorio con Adhelma.<br />

—Ve leyendo.<br />

—¡Qué preciosa tarjeta! ¡Anda, si es<br />

<strong>de</strong> la hija! ' .<br />

—Sí;.., las acuarelas <strong>de</strong> Eve.<br />

Y como Adhelma se la acercó, don<br />

Camilo miraba. En vano miraba su<br />

atención en el laberinto <strong>de</strong> las con<strong>de</strong>naciones<br />

interiores: conservaría la máscara.<br />

Un hombre conserva la máscara<br />

cuando el valor <strong>de</strong> quitársela acarrea<br />

daño <strong>de</strong> inocentes. ¿Y eso es pureaa?<br />

Lastimaría a. quienes ama. La felicitación<br />

<strong>de</strong> Eve, nada: el convenido texto,<br />

cuatro palabras. La acuarela, sí,<br />

hermosa. Don Camilo fue reparando en<br />

la acuarela, concentrando en ella su<br />

mirada, poco a poco recuperando el empleo<br />

<strong>de</strong>.su pensamiento. Veía esa figura:<br />

el vagabundo que Eve pintó, y no<br />

era eso. Lo que entonces don Camilo<br />

veía era una Eve acuarelista, su estudio<br />

en la calle <strong>de</strong> Fortuny, acariciando pergaminos,<br />

marfiles, sedas, papeles como<br />

ese tarjetón.<br />

—¿A ver? R. W. S. ¡Pobre mía! Verda<strong>de</strong>ramente,<br />

por la filigrana, continúa<br />

anglofila.<br />

Recordaba aquella amada voz: ¡Papá!<br />

No lo hay mejor; a la tina. ¿Ves?<br />

La marca, en agua: «Britísh Royal<br />

15 <strong>de</strong> junio-<strong>de</strong> 1954


Society oí Painters in Water-Colours.»<br />

Pero, sobre todo, es este prensado, frío,<br />

y la textura. Toca: abierta, áspera. No<br />

le falta <strong>de</strong>talle: el grano," medio; mira<br />

esos bor<strong>de</strong>s: irregulares, sin corte, rebajados,<br />

traslúcidos...<br />

—¡Pobrecita! ' ••• • .<br />

Y es que compa<strong>de</strong>cía la insistencia<br />

<strong>de</strong> Eve, su tenacídad^perniciosa. El arte<br />

peligra <strong>de</strong> tenacidad; los efectos se<br />

agrisaban, se empastaban. Requiere la<br />

acuarela cualida<strong>de</strong>s diáfanas, una técnica<br />

rápida, <strong>de</strong> fácil resolución. Eve<br />

era víctima porque no se paraba a<br />

discernir entre arte y espejismo. Todavía<br />

las flores, los bo<strong>de</strong>gones... Pero ¡esto!<br />

¿Y cómo se le ocurre? ¡Pero si esto<br />

es rigurosa pintura social! Adhelma<br />

dijo:<br />

—Camilo, el agua se té enfría... Trae,<br />

yo te leo: «„. por estas fechas,» ahí, la<br />

cañada se llenaba <strong>de</strong> lirios; papá, nos<br />

llevabas a codornices; luego, no había<br />

codornices, pero volvíamos calados <strong>de</strong><br />

febrero, zurriando Violetas, henchidos <strong>de</strong><br />

fatiga y <strong>de</strong> felicidad...»<br />

Don Camilo se corta una verruga;<br />

sangra; teme per<strong>de</strong>r los nervios, porque<br />

don Camilo se manifiesta por el po<strong>de</strong>r...,<br />

y Adhelma sale un instante, sin<br />

casi pretexto...; se manifestaba, ¿es esa<br />

la máscara? Ya don Camilo no escucha.<br />

No quiere, no, que la i<strong>de</strong>a «codornices»<br />

se le enzarce en bellas palabras,<br />

entre emociones <strong>de</strong> membranza, tras ia<br />

. máscara <strong>de</strong>l lirismo.' Preten<strong>de</strong> enjabonarse<br />

por segunda vez; el jabón no<br />

se encrespa ni casi espumea, irisante,<br />

blanqueando el agua. Se acerca a los<br />

cristales, aparta el visillo; no, pero. no<br />

basta: entreabre las ma<strong>de</strong>ras y mira<br />

abajo las perdices <strong>de</strong> don Fabián, en<br />

el entresuelo. Es un momento. En seguida<br />

pone los ojos en el horizonte, sobre<br />

la Sierrilla. Y sin advertir que<br />

Adhelma ha salido, le encarga:<br />

—La red. Ya está encima la prima-?<br />

.vera. Hay que arreglar la red, a ver<br />

si este año...<br />

Suaviza la navaja" y piensa en las<br />

codornices.<br />

—... a ver si se nos dan<<br />

Con fruición <strong>de</strong> oficiante en barbería,<br />

tensa la tira sin fin <strong>de</strong> su vaqueta<br />

corinto, pasa y repasa la hoja, templando<br />

el filo, agudísimo, hasta no <strong>de</strong>jarle<br />

raya <strong>de</strong> vaciado; escarda en el<br />

caucho <strong>de</strong> su navajero unos tejones<br />

escapados <strong>de</strong> la brocha, y dice:<br />

—Se escandalizarán.<br />

Porque le absorta no el mecánico subir<br />

y bajar la hoja barbera, a los extremos<br />

leve, rehundida en el comedio<br />

<strong>de</strong>l suavizador; lo que le sume * ausente,<br />

como en el café cuando da vueltas,<br />

vueltas, vueltas a la cucharilla, aunque<br />

el azúcar se halle totalmente diluida<br />

en la mezcla, porque lo toma con<br />

leche, en la tibia mezcla que al subir<br />

por los cortadillos <strong>de</strong>l estuchado no habría<br />

ni podido probar como numeabá<br />

<strong>de</strong> caliente, es que, ¡mientras afila su<br />

navaja, don Camilo, va pensando en lo<br />

que esta tar<strong>de</strong>, o si hoy no, mañana<br />

por la tar<strong>de</strong>, expondrá en la tertulia a<br />

propósito <strong>de</strong> la caza. Y don Camilo<br />

sabe, a don Camilo «le consta», que<br />

sus i<strong>de</strong>as serán oídas, en el salón, y<br />

aun sensiblemente escuchadas; que<br />

atraen por eso, por la sola <strong>de</strong>licia cazadora<br />

<strong>de</strong> traspasar los límites, arroílador<br />

él <strong>de</strong> lin<strong>de</strong>s en el espacio y en el<br />

tiempo. - .v . :, •-.<br />

ATENEO<br />

Ahí es, atropeliar a la ciase más encumbrada,<br />

no acatar la veda, el cercado<br />

ajeno... ¡Cazar en coto, señores!<br />

—Bueno, los gatos, no.<br />

• Habla solo, y a veces las palabras se<br />

le sobresaltan. «Bueno, los gatos, no»,<br />

resume largos y contradictorios parlamentos<br />

<strong>de</strong> don Camilo:<br />

{—Los gatos no me gustan. La gente<br />

se divi<strong>de</strong> en amigos <strong>de</strong>l agua y amigos<br />

<strong>de</strong>l vino... ¡Qué gracia: «se divi<strong>de</strong>»!...<br />

Porque el hombre, aburrido, se<br />

hace cuestión, y hasta vida, elegir:<br />

¿gato...?)<br />

Entre el perro y el gato, don. Camilo<br />

se apuntaría al agua. Nunca salió con<br />

perros, y su gozo se le colmaba <strong>de</strong><br />

cazar en sembradío, hollando la propiedad.<br />

¡Qué <strong>de</strong>lirio, aquellas cédulas personales,<br />

apenas si recibos <strong>de</strong>l Fisco, porqué,<br />

i<strong>de</strong>ntificar.,.. Pero en las qíxe podía<br />

leerse: «Profesión, propietario», y<br />

en la. cédula consorte,- rellenando la casilla<br />

<strong>de</strong> profesiones,. «su sexo»! .<br />

—¿Es que Usted se figura que yo salgo<br />

a- la ganancia? —les diría—. La pura<br />

acción. Entonces, ellos se alarman:<br />

«¡Ah, por lo que venga!» Sobre todo,<br />

cuando les chille, enmascarando negramente<br />

la broma: «¡Trogloditas!» «Eso,<br />

usted.» ¿y si le replican?: «Usted, que<br />

caza como uno <strong>de</strong> las cavernas, a la<br />

trampa,. a la trampa.» No tampoco se<br />

les. ocurriría... ¡Esta tar<strong>de</strong>! *<br />

tes atrás, y ahora, campo a<strong>de</strong>ntro... Declinaba<br />

el sol y eran leguas <strong>de</strong> cañada,<br />

entre las altas hierbas. Acamparon;<br />

aquí, el monte bajo, y aquí, los pastos<br />

<strong>de</strong> la umbría. Ya los bandos no quedarían<br />

lejos; quizá enfrente, quizá ese<br />

calvejar. Don Fabián le invitaba que<br />

escogiera: el canchal pizarroso, alfombrado<br />

<strong>de</strong> liqúenes; la pequeña mancha<br />

<strong>de</strong> chaparra y lentiscos... Se metería a<br />

la <strong>de</strong>recha, cosa <strong>de</strong> tiro y medio; nada,<br />

en el primer puesto. Principiaron a extasiarle<br />

los ejercicios <strong>de</strong>l reclamo, el<br />

virtuosismo <strong>de</strong> don Fabián. ,<br />

—¡Triste vida! Aquí está un hombre;<br />

aquí, soportando a ese. monstruo, corre<br />

<strong>de</strong> su madriguera, achantado y hasta<br />

bajo el <strong>de</strong>leite <strong>de</strong> con qué <strong>de</strong>streza tien<strong>de</strong><br />

lazos mortales al amor...<br />

Des<strong>de</strong> su puesto seguía los <strong>de</strong>vaneos<br />

<strong>de</strong>l pülpitillo, el perdigón en jaula sin<br />

sayuela, tras el ver<strong>de</strong> embosque alto<br />

<strong>de</strong> los escobones; recortado, el horizonte<br />

se esmaltaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el proyector <strong>de</strong><br />

la aspillera, como en el teatro cuando<br />

se da foco al divo para realzar la trágica<br />

belleza <strong>de</strong> la escena; ya el telón<br />

acababa <strong>de</strong> alzarse, y <strong>de</strong>' lejos venía la<br />

brega <strong>de</strong>l macho, un canto por bajo y<br />

otro por alto, <strong>de</strong> tres golpes, encelada<br />

la pájara con el • <strong>de</strong>safío.<br />

—¡Tal cual, pero sin Rigoletto! —tabulaba—.<br />

«Le Roí s'amuse»... Había su<br />

«dorma mobile» y no faltaba el galán<br />

O DE LORENZO<br />

Tierra prohibida, se le <strong>de</strong>spertaba el<br />

encanto <strong>de</strong> atravesarla y, campeándola,<br />

porque.a nadie se tropezaba, la soñaba<br />

tierra <strong>de</strong> nadie, en la que mi extrafiado<br />

¡ya podría! ¿Cazar? ¡Bueno! Otra<br />

noche, en el salón, don Narciso --¿o<br />

fue don Isaías?—, saliéndose <strong>de</strong> casillas,<br />

<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> soslayarle como acostumbraba,<br />

y bruscamente:<br />

—¿Cómo se le ocurre? ¿A qué llama<br />

usted cazar si no tira?<br />

Le' impresionó. Cierto que no tiraba;<br />

don Camilo se nombró la persona cabalmente<br />

incruenta. Aunque, i<strong>de</strong>ándose<br />

progresivo, combatiera a loa fuertes<br />

y acosara el último reducto <strong>de</strong> sus cotos,<br />

y cuando se echaba a la cara la<br />

-tablilla <strong>de</strong> fondo lila, cimera en el hincado<br />

palo, con las blancas letras ya<br />

muy <strong>de</strong>sdibujadas y como raídas por la<br />

intemperie, y que le conminaban a alejarse<br />

<strong>de</strong> la flecha con su imperativo<br />

«Prohibido cazar», don Gamilo abatía<br />

el indicador y, pentrando en el coto, se<br />

apresuraba a exten<strong>de</strong>r la red.<br />

Afirmó el suavizador contra la piedra<br />

<strong>de</strong>l lavabo; recordó los bandos <strong>de</strong><br />

la veda, todavía frescos en las fachadas,<br />

y que había ido calle a<strong>de</strong>lante,<br />

viéndolos pegar. Le pareció una provocación<br />

y hería en su recuerdo tumultuosamente.<br />

Jamás, <strong>de</strong> San Miguel a<br />

las Can<strong>de</strong>las, sintió la tentación <strong>de</strong>l<br />

monte: era tiempo <strong>de</strong> caza, ¿habría por<br />

qué? Lo malo es que la codorniz inverna.<br />

Ea, lo malo... Saldría a codornices<br />

con red: ¡Ca! El no tiraba; no era<br />

tonto como para cargarse el albur <strong>de</strong>l<br />

tiro, dar, fallar... Sí, codornices; pero<br />

¿cuándo- se le acusaría <strong>de</strong> haber cobra<br />

do pieza?<br />

¿Acusar? Su inepcia le con<strong>de</strong>naban. Y<br />

también salió a perdices aquella tar<strong>de</strong>.<br />

Era otoño y le acompañaba don Fabián.<br />

—Lá perdiz se caza con piernas---había<br />

ironizado, al saludarse, don Fabián.<br />

C—¿Piernas? ¡Piernas! Ya Is diría<br />

él...)<br />

Calle y calle charlando, les dosinon-<br />

celoso; en fin, había el duque burlador,<br />

cruel y romancesco. Sólo que en<br />

esta adaptación para el caza<strong>de</strong>ro, el Duque<br />

atraía; aceptaba su reto el macho,<br />

viniéndose a plaza encrespado, hueco,<br />

las alas rastras, henchido <strong>de</strong> espolones,<br />

buscador <strong>de</strong>l pretencioso enrejado.<br />

Y al momento, pólvora, polvo, gramas<br />

aleteadas, sangre, vuelcos <strong>de</strong> agonía.<br />

Hasta que un nuevo amago <strong>de</strong>l perdí-gón,<br />

victorioso, recosía el cristal <strong>de</strong> la<br />

tar<strong>de</strong> tiroteada, y el cazador sonreía<br />

porque no iba a tardar en insinuarse,<br />

melosa y cantarína, acercándole su aria<br />

<strong>de</strong> seducida, Gilda, la « d o n n a », la<br />

perdiz...<br />

Sudó. Pero se entendían. Don Fabián<br />

cazaba por <strong>de</strong>porte, atenuante y cualificada<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> don<br />

Camilo:, su indiferencia al aprovechamiento.<br />

Cazador <strong>de</strong> corazón, se presentaba<br />

humanamente sociable, pero a cazar<br />

iba solo; fumaba, pero - en pipa.<br />

Más <strong>de</strong> una cargó cuando...<br />

Quince, veinte perdices alzaion, y era<br />

hermoso verlas, como en un rito griego,<br />

seguras, camino dé la muerte. Seguras,<br />

porque las precedía el macho rector.<br />

—¡Torre!—oyó gritar, y don Camilo<br />

se irguió, y lo menos qué. sospechaba<br />

es a don Fabián jugando y a sí mismo<br />

disputándose apasionadas partidas <strong>de</strong><br />

ajedrez: su emoción relampagueante en<br />

ese brinco <strong>de</strong> júbilo:<br />

—¡ Torre!—y no le salpicaba la iracunda<br />

grita <strong>de</strong> don Fabián," <strong>de</strong> verle<br />

asomado en el puesto, porque le estremeció<br />

el estruendo <strong>de</strong> las <strong>de</strong>tonaciones.<br />

Súbito se agarbó y alcanzó a toda .su<br />

inocencia: una perdía surgía y fulguraba,<br />

ascen<strong>de</strong>nte, vertical; y <strong>de</strong> pronto,<br />

clavada en el aire, se <strong>de</strong>scolgó, las alas<br />

replegadas, a plomo contra el suelo. .<br />

—¡Qué disparate!<br />

'Y lo razonaría, si no fuera que entonces<br />

a don Fabián le dio por acabar<br />

el rececho, como si más que la" caza<br />

le interesara el magisterio entra enojado<br />

y feliz o proselitismo <strong>de</strong> quien,<br />

no sin motivos, sé veía novicio en arte<br />

menor...<br />

- —No, hombre, no; lo <strong>de</strong> menos es<br />

la pieza; yo no tengo vocación <strong>de</strong> lebrel-<br />

Don Fabián, en cuya lógica no enea<br />

jaban los razonamientos <strong>de</strong>l vecino, temó<br />

a honesta broma sus palabras, y<br />

entre carcajadas que el eco a<strong>de</strong>mentó, .<br />

le reía como a infeliz incapacitado por<br />

compasión. Pero ajudiando el regreso,<br />

no se privó <strong>de</strong> aleccionarle, para • propio<br />

gozo y enriquecimiento <strong>de</strong>l inusitado<br />

léxico <strong>de</strong> don Camilo.<br />

—Torre, cuando se hace tiro en la -<br />

cabeza. Usted ya ganaría aficionándose<br />

•más. ¿Va un sorbito?<br />

—¡Qué disparate! '<br />

—Bueno, mire usted: sin aguardiente<br />

o sin orujo, madrugada y tabaco,<br />

no hay ma<strong>de</strong>ra... No hay cazador —proseguía—.<br />

Ahora, da gusto. ¿Eh, y en<br />

febrero? Lo malo es febrero, que la<br />

perdiz <strong>de</strong>ja el bando; porque se juntan,<br />

pero por parejas. Claro, y se prohibe<br />

el pájaro, que es la caza <strong>de</strong> verdad.<br />

—«Ipso facto» —se animó para los<br />

a<strong>de</strong>ntros don Camilo, porque ya veía<br />

la prohibición a saltarse—, en cuanto<br />

que febrero...<br />

Y no escuchaba ni palabra <strong>de</strong> don<br />

Fabián. ¿A qué más sosadas, tan espúreos<br />

vocablos: «torre», «carambola»... o,<br />

como diez pasos a<strong>de</strong>lante, cuando el vecino<br />

insistía y condicionaba los requisitos<br />

<strong>de</strong>l «tiro real»? Por sí,, no se llamaba<br />

a culpa. Y la <strong>de</strong>satención crecía,<br />

y es qué don Camilo -se venía viendo,<br />

río abajo, andando y pensando en el<br />

agua caminera, raseada, mordida por<br />

las ^agujas <strong>de</strong>l fondo, por el alto cauce<br />

<strong>de</strong> arroyuelo en pedregal, mientras don<br />

Fabián avanzaba y hendía las veredas<br />

<strong>de</strong>l bodonal, revenido, atollando sus botas<br />

que lo hollaban y mol<strong>de</strong>aban, marcándose<br />

a tresbolillo, y en don<strong>de</strong> pron- .<br />

to el relente perlaría-.<strong>de</strong>'roció y los. -<br />

. helores empezarían a costrear el vacia-<br />

"do: más firme hacia <strong>de</strong>ntrój rehundido<br />

en los relejes por sus caras internas<br />

Opuestas y cercanas, con las palas <strong>de</strong>sbocándose,<br />

<strong>de</strong>staconadas. Oyéndole, don<br />

Camilo se distraía, celoso <strong>de</strong> las pisadas,<br />

<strong>de</strong> no borrar el rastro <strong>de</strong>l vecino.<br />

No le <strong>de</strong>cían cosa las africanas brínca<strong>de</strong>ras,<br />

cortas <strong>de</strong>., vuelo, .ni el arranque<br />

"•'•dé la roja perdiz arisca. Lo más, tornaba<br />

a la dramática, belleza <strong>de</strong> esta<br />

tar<strong>de</strong>, sobre el campo <strong>de</strong> tiro, patética,<br />

arrebatadora como un dúo en la Soala<br />

<strong>de</strong> Milano. Luego...<br />

Ño; él no era- cazador <strong>de</strong> alforjas;<br />

para él, cada hora sé le llenaba <strong>de</strong> caza,<br />

no <strong>de</strong> pasado; evocaba, y ardido<br />

<strong>de</strong> mocedad,^ aquel <strong>Madrid</strong> a caballo<br />

<strong>de</strong> dos siglos,-señor y picaro, <strong>de</strong> parla<br />

cortesana, alta, cortada, con su majo<br />

repique <strong>de</strong> codorniz. Y sí, luego," los<br />

cremados campos <strong>de</strong>l Oeste, solares, bulliciosos<br />

cuando' se. baja . a la vega y<br />

en la cañada secretas aguas cabrillean,<br />

solapándose, para que la hierba suba<br />

y apriete... Le ro<strong>de</strong>an los recuerdos, le<br />

asedian, y don Camilo camina con su<br />

caza mejor, cobrándolos, afanoso, en<br />

caza<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la memoria, don<strong>de</strong> ya<br />

tantas cosechas fueron levantadas y<br />

ahora se remueven y .relacionan, con<br />

. menos casualidad que voluntad <strong>de</strong> acarreo<br />

: ya no. hay paraísos <strong>de</strong> teatro<br />

Real, ni a. la. vieja ciudad estremecen<br />

la «impostazione» y «fiorituras» <strong>de</strong> nó-<br />

. madas Rigolettos; ya no es la «donna,<br />

mobile»: hoy la «donna» se llamaría<br />

Moussia;: pero lejana, bohemia, gusta<br />

. <strong>de</strong> firmar acuarelas con su apellido paterno<br />

y este breve nombre: Eve... -<br />

Y apenas ha comenzado a- raer en<br />

segunda" pasada, apurando, don Camilo<br />

da con la motivación remota <strong>de</strong> sus<br />

evocaciones: que estamos en febrero.<br />

—¡Torna,.por eso me acuerdo!<br />

Y le sorpren<strong>de</strong> oírse la voz, su tono<br />

<strong>de</strong> voz/ que se ha endurecido, ligeramente,<br />

agudizándose. Pero calmo, con<br />

a<strong>de</strong>mán suave, repasa la navaja por la<br />

piel <strong>de</strong>l cuello, <strong>de</strong> puntitos enrojecidos,<br />

levantados; se acerca, .se mete en el<br />

espejo, la<strong>de</strong>a la cabeza, la eleva, tirándose<br />

<strong>de</strong> la-nariz, y rebusca la imperfección<br />

mínima, bizcando los ojos en violento<br />

escozor, que requiere toda su atención,<br />

pero que no le priva <strong>de</strong> volver a<br />

' ver, figurándosela, sobre las aguas <strong>de</strong>l<br />

azogue, niña, a Eve pensativa a su es-<br />

; palda. Le escuece la verruguita; no ha<br />

parado <strong>de</strong> sangrar; quemándola, piensa<br />

en la hija ausente, aduendada en<br />

el arte, y va poco a poco inoculándose<br />

la ensoñación <strong>de</strong> su propia ternura. Eve<br />

aquí, y acabarían por llorar juntos, hipando,<br />

como dos crios... A ver, a ver<br />

esa máscara, ese hombre recio, polémico,<br />

<strong>de</strong>scontento y cazador... Y como<br />

don Camilo juraría que el velo <strong>de</strong> sus<br />

ojos se anublaba por el cauterio <strong>de</strong> la<br />

piel herida, se vuelve y estampa er. la.<br />

oscura pared la estrella <strong>de</strong> la piedra<br />

, alumbre, ,... , . . -r . .


LA SUBLEVACIÓN<br />

AUNQUE ningún autor esté conforme<br />

con su verda<strong>de</strong>ro nombre, no hay duda<br />

que el <strong>de</strong> Quijano cuenta con más<br />

probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> veracidad. Cuestión, por<br />

otra parte, que no es esencial, pues Quijano<br />

ha <strong>de</strong> morir muy pronto.<br />

Cuenta Ci<strong>de</strong> Hameté Benengeli que Quijano<br />

(o Quejana el Bueno), a solas en su<br />

casa manchega, se lanzó a sonar con 3a<br />

misma facilidad con que luego habría <strong>de</strong><br />

echarse al mundo para <strong>de</strong>senfaeer entuertos<br />

y vengar agravios.<br />

El sueño <strong>de</strong> Quijano tiene la forma <strong>de</strong><br />

un negro telón <strong>de</strong> fondo en el que se encuentran<br />

bordadas todas las injusticias <strong>de</strong><br />

este mundo: el débil atropellado por su <strong>de</strong>bilidad,<br />

la viuda <strong>de</strong>samparada en su dolor,<br />

el agravio sin venganza y el entuerto cociéndose<br />

en todos los'hornos. Es un sueño<br />

y es una realidad, porque Quijano veía al<br />

mundo a través <strong>de</strong> su sueño y, puntilloso<br />

(«nimiamente puntilloso» es igual en el<br />

Diccionario a Quijote), se hallaba muy lejos<br />

<strong>de</strong> admitirlo-<br />

Nada sabíamos <strong>de</strong> la juventud <strong>de</strong> Quijano<br />

hasta Papíni. Papini ha <strong>de</strong>scubierto<br />

esa juventud perdida, y nos la traduce en<br />

uno <strong>de</strong> sus últimos libros. («El libro negro».)<br />

Quijano ya es un <strong>de</strong>sengañado cuando<br />

comienza la historia <strong>de</strong> Benengeli, y Papini<br />

explica: <strong>de</strong> familia noble venida a menos;<br />

estudiante en Salamanca, abandona<br />

los libros por el amor <strong>de</strong> una doncella; la<br />

doncella le abandona a él por un matrimonio<br />

ventajoso. Novicio en un convento<br />

<strong>de</strong> Carmelitas, se exclaustra al comprobar<br />

la licenciosa vida <strong>de</strong> sus hermanos. Gentilhombre<br />

<strong>de</strong> Cámara en la Corte <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>,<br />

la corrupción, la avi<strong>de</strong>z y la abyección le<br />

empujan al Nuevo Mundo, y es soldado <strong>de</strong>l<br />

virrey; pero Quijano no está <strong>de</strong> acuerdo<br />

con los conquistadores ni con sus métodos,<br />

y vuelve <strong>de</strong> las Indias. Ha visto cuanto el<br />

mundo le podia ofrecer, y Quijano no ha<br />

tomado nada.<br />

Su sueño, pues, se engendra en una visión<br />

<strong>de</strong>l mundo y crece en un terreno que<br />

po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>nominar social. Porque los sueños<br />

y las visiones necesitan como base para<br />

sustentarse, como claustro materno para<br />

nacer, un concepto particular <strong>de</strong>l mundo<br />

que los ro<strong>de</strong>a. Y Quijano —no sabemos<br />

por qué motivo, a pesar <strong>de</strong> Papini— es un<br />

visionario en el sentido <strong>de</strong> vi<strong>de</strong>nte.<br />

Es un visionario, y a<strong>de</strong>más, un pesimista.<br />

El optimista suele ser resignado; el pesimista<br />

encuentra en su pesimismo una razón<br />

para sublevarse. Quijano, por, tanto, es<br />

un pesimista y se va a sublevar.<br />

Mientras limpia su espada <strong>de</strong> orín y limpia<br />

malamente su celada, Quijano se ha<br />

convencido ya <strong>de</strong> que la vida ha perdido<br />

su verda<strong>de</strong>ro sentido, y, lo que es mejor, <strong>de</strong><br />

que hay que en<strong>de</strong>rezarla.<br />

LA MUERTE DE QUIJANO<br />

Hay un momento oculto en la vida <strong>de</strong><br />

Quijano, un momento que es como un<br />

20<br />

5- /-••<br />

merge en su sueño (Surrealismo) y se<br />

va con su fantasía.<br />

Don Quijote necesita nuevos<br />

nuevos tirantes para las alas <strong>de</strong> su<br />

zón, y se lanza a soñar. Se sueña él miii<br />

mo, él mismo se ve en lontananza, y paifc<br />

verse se ha <strong>de</strong>sprendido <strong>de</strong> si mismo -sj|<br />

ha separado—; su sueño corporaliza psp<br />

su boca, y Don Quijote sueña en voz altor<br />

«Apenas había el rubicundo Apolo tendldi'<br />

por la faz <strong>de</strong> la ancha y espaciosa tiertv<br />

las doradas hebras <strong>de</strong> sus hermosos cató<br />

líos..., cuando el famoso caballero Don Qui<br />

jote <strong>de</strong> la Mancha, <strong>de</strong>jando las ociosa<br />

plumas, subió sobre su famoso caballo sülcíñante»<br />

y comenzó a caminar por el ai!<br />

tiguo y conocido campo <strong>de</strong> Montiel,<br />

(Cap. II <strong>de</strong> la 1.» parte.)<br />

LA AVENTURA DE LOS GIGANTES<br />

I Los vio! Los vio Don Quijote, mientra<br />

Sancho, todavía <strong>de</strong>screído, se encomendad<br />

a todos los santos. Contempló Don Quijo!<br />

te el grupo <strong>de</strong> gigantes, que parecían mollinos,<br />

y se afirmó en los estribos. \<br />

Si el Surrealismo busca la realidad esen- 1<br />

cial <strong>de</strong> las cosas por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>' la realidad<br />

aparente <strong>de</strong> las mismas,, Don Quijote dio U| .<br />

primera lección <strong>de</strong> esta asignatura. Molí- •<br />

nos para Sancho, molinos hasta para su;<br />

historiador, Ci<strong>de</strong> Hamete Benengeli; molinos<br />

para todos, era necesaria la venida <strong>de</strong><br />

un héroe que supiera ver don<strong>de</strong> los <strong>de</strong><br />

más se contentaban con mirar.<br />

Lanza en ristre, «Rocinante» a medio<br />

lope (pues enteros no los sabia dar), Dof<br />

Quijote se abalanza contra su primer eiv<br />

sueño. Aquí llegó aún más allá que el Su- •<br />

realismo oficial. Provocar el sueño y saciarse<br />

en su contemplación era poco, mu¿<br />

poco, para Don Quijote; tenía que abrazar-fe<br />

lo, palparlo, combatir con él.<br />

Don Quijote, <strong>de</strong> paso, <strong>de</strong>mostró en<br />

ocasión el consi<strong>de</strong>rable valor <strong>de</strong> la metálora.<br />

No, no eran molinos como gigantes,<br />

sino gigantes que, <strong>de</strong> lejos, parecían molí- ~<br />

nos. No existió retorsión <strong>de</strong> los conceptos,;<br />

ni siquiera retruécano, ni tomar «el cor.ti<br />

nente por el contenido o el contenido poi<br />

el continente» <strong>de</strong> la Retórica al uso. Fue<br />

sencillamente, metáfora, y más que metáfo :<br />

ra, parábola. Parábola explicativa para lo<br />

POR JUAN IGNACIO FERRERAS TASCOIN<br />

rompimiento y un nacer al mismo tiempo.<br />

En el mismo cuerpo <strong>de</strong> Quijano comienza<br />

a vivir un nuevo ser: un surrealista. Un<br />

verda<strong>de</strong>ro y auténtico surrealista que crece<br />

sin uesar y comienza —cómo no— a negar.<br />

Quijano empieza por negar, y se niega<br />

a sí mismo; no se llamará Quijano, sino<br />

Don Quijote; no quiere ser Quijano, sino<br />

ser Don Quijote. El cambio <strong>de</strong> patronímicos<br />

no obe<strong>de</strong>ce a una necesidad estética, ni<br />

siquiera acomodaticia; es, simplemente, un<br />

<strong>de</strong>ber metaíísico <strong>de</strong> negación, y el primer<br />

tajo <strong>de</strong>scomunal que Don Quijote infiere<br />

al gigante <strong>de</strong> la vida. Es la primera batalla<br />

que gana la fuerza <strong>de</strong> su brazo. Quijano<br />

ha muerto, ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser a manos<br />

<strong>de</strong> ese tremendo surrealista que se llama<br />

Don Quijote, y Don Quijote empren<strong>de</strong> su<br />

nuevo camino pisando las ruinas necesarias,<br />

in<strong>de</strong>fectibles, <strong>de</strong> todo reformador. Ha<br />

cometido su primer homicidio en nombre<br />

<strong>de</strong> un i<strong>de</strong>al; la repulsa, la rebelión hacia<br />

un concepto <strong>de</strong> la vida.<br />

Quijano ha muerto, y con él se <strong>de</strong>rrumban<br />

por el suelo las existencias inútiles y<br />

cómodas. Ha sido una buena batalla, y<br />

más que una batalla, el trazo <strong>de</strong> una linea<br />

y el levantar <strong>de</strong> una muralla. De un lado,<br />

con Quijano muerto, la realidad; <strong>de</strong>l otro,<br />

con el recién nacido y ya vencedor Don<br />

Quijote, lof. sueños, el i<strong>de</strong>al, el amor y la<br />

gloria. Entre Quijano y Don Quijote se<br />

yergue, nierática,. la efigie <strong>de</strong> la voluntad<br />

heroica y <strong>de</strong> la sed <strong>de</strong> fama.<br />

El hombre sin aguijón, el hombre sin espíritu<br />

esforzado, ha quedado con Quijano;<br />

sólo ha saltado la cerca Don Quijote en<br />

alas <strong>de</strong> un ensueño.<br />

¡Cómo lloraría la Lógica en aquel tran-<br />

ce! Si el sueño es el enemigo <strong>de</strong> la Razón,<br />

Don Quijote —sueño materializado, espíritu<br />

puro, que sólo en contadas' ocasiones<br />

necesitará <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> Sancho— es la<br />

irrealidad que se encarna dándose <strong>de</strong> puñadas,<br />

como en la Venta, con la Lógica.<br />

Don Quijote se dio cuenta a tiempo <strong>de</strong><br />

lo que significaba Quijano para él; personificaba<br />

su primer vencido aquel mundo<br />

don<strong>de</strong> toda Injusticia tenía su asiento y<br />

toda afrenta su cuna. Era Quijano aquel<br />

negro telón bordado <strong>de</strong> agravios que la<br />

airada mano <strong>de</strong> Don Quijote arra,nca <strong>de</strong> un<br />

violento tirón para <strong>de</strong>jar al <strong>de</strong>scubierto el<br />

impensado y nunca visto espectáculo <strong>de</strong> la<br />

existencia soñada.<br />

Don Quijote, primero pesimista, luego sofiador,<br />

tenia que acabar en revolucionario.<br />

Le oprimió la vida, la soñó mejor y se. <strong>de</strong>cidió<br />

a reformarla.<br />

LA PRIMERA SALIDA •<br />

Ancho el mundo, sin límites a los ojos;<br />

infinito el cielo, no le bastan a Don Quijote,<br />

porque tierra y cielo caben en su espíritu<br />

y aun le resta mucho espacio libre.<br />

Su alma es tan llena e iluminada como los<br />

campos manchegos y más, más profunda<br />

aún que su infinito cielo. Don Quijote, sediento,<br />

hambriento <strong>de</strong> i<strong>de</strong>al, ha <strong>de</strong> sumergirse<br />

en sus sueños para saciarse.<br />

Es el primer surrealista mo<strong>de</strong>rno, y quizá<br />

el único; comienza a imaginar no con<br />

el fin <strong>de</strong> vagar por recónditos sen<strong>de</strong>ros,<br />

sino para alimentarse imaginando, para<br />

vivir <strong>de</strong>.su fantasía. No quiere <strong>de</strong>scubrir,<br />

ni siquiera explorar; <strong>de</strong>sea vivir. La vida<br />

real no le basta, tien<strong>de</strong> más allá, y se su-<br />

,it 3<br />

que tienen ojos para ver y no ven, ;<br />

oidos para oír y no oyen. Parecían molí<br />

nos, pero eran furiosos gigantes que ame<br />

nazaban moviendo los brazos. Por <strong>de</strong>bajts<br />

<strong>de</strong> aquellas torres y <strong>de</strong> aquellas aspas, Don.<br />

Quijote adivina claramente los nervios y<br />

la sangre <strong>de</strong> Briareo; fue el único que lo<br />

supo ver y el único que se atrevió a combatir.<br />

¡Qué importa luego la crueldad <strong>de</strong> Ci<strong>de</strong><br />

Hamete, que le hace <strong>de</strong>spertar maltrecho y<br />

con la lanza rota! Los gigantes continuaren<br />

allí, y allí continúan, enmascarando su na-¡<br />

tu raleza <strong>de</strong> monstruos con la <strong>de</strong> molinos.<br />

LOS DOS MOMENTOS SURREALISTAS<br />

Hay dos momentos típicamente surrealistas<br />

en la historia <strong>de</strong> Don Quijote <strong>de</strong> la Mancha.<br />

Dos momentos que son como las dos<br />

puertas más anchas abiertas al infinito campo<br />

<strong>de</strong> la irrealidad. La Gran Inmersión y la<br />

Ascensión, para hablar en términos pare-<br />

-cidos al Surrealismo. La Gran Inmersión<br />

correspon<strong>de</strong> a los capítulos XKII y XXIIl<br />

<strong>de</strong> la segunda parte, y la Ascensión, al XLI<br />

<strong>de</strong> la misma parte. Montesinos y Clavilefio.<br />

La gruta y el Pegaso. Subir y bajar: en ei<br />

medio, la realidad se ha quedado chica.<br />

El Surrealismo es ambivalente o tien<strong>de</strong> a<br />

serlo en todas sus manifestaciones, y esta<br />

ambivalencia se le plantea como una obligación<br />

constante. De este constante <strong>de</strong>ber<br />

se <strong>de</strong>riva, por cauces más o menos ocultos<br />

(más bien ocultos), la contradicción. Si el<br />

Surrealismo ha <strong>de</strong> avanzar, ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir,<br />

su dirección ha <strong>de</strong> ser doble y contradictoria.<br />

La horizontal es única, pero la vertical<br />

pue<strong>de</strong> ser ascen<strong>de</strong>nte o, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>nte y<br />

15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 195-1


ambas —línea ascen<strong>de</strong>nte y línea <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>nte<br />

- son contradictorias, antinóm i c a s<br />

más que antagónicas y convienen al Surrealismo,<br />

que, en ultimo término, no significa<br />

otra cosa que un rompimiento <strong>de</strong> cauces,<br />

un extravasarse, un <strong>de</strong>seo esforzado y sostenido<br />

por conquistar nuevos horizontes,<br />

por vivir más y más auténticamente.<br />

LA CKAN INMERSIÓN • •<br />

Hay que bajar, bajar a lo profundo, para<br />

arrancar y aflorar secretos subterráneos.<br />

El Surrealismo llama a esta excursión aigo<br />

así como «exploración <strong>de</strong>l subconsciente»;<br />

Don Quijote, más exacto, Cueva <strong>de</strong> Montesinos.<br />

No necesita el caballero hipnosis, ni<br />

siquiera los tan traídos y llevados «estados<br />

intermedios»; con una cuerda <strong>de</strong> cáñamo y<br />

im poco <strong>de</strong> ánimo consigue lo mismo. Y<br />

baja; y abajo —según Benengeli — sueña;<br />

pero no es así; ocurre que baja al sueño,<br />

no ál soñar; <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> a un nuevo mundo<br />

y vive y palpa una nuevo existencia que<br />

iia encontrado él solo.<br />

Cuando sube no le creen; nunca <strong>de</strong>bió <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> subir, nunca <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> exponer el <strong>de</strong>licado<br />

tejido <strong>de</strong> su sueño a las <strong>de</strong>ntelladas dé<br />

la vida real. Viva, viva siempre el señor<br />

Don Quijote, con su parlero Montesinos, su<br />

adormecido Durandarte, su encantada Belerma<br />

y aquellas «dos hileras <strong>de</strong> hermosas<br />

doncellas». Un mundo nuevo al que Sancho<br />

y el primo llaman infierno. Pero Don Quijote<br />

replica, <strong>de</strong>fendiéndolo: «¿Infierno lo<br />

llamáis?, pues no le llaméis ansí, porque no<br />

lo merece»,<br />

Y en verdad, ¿lo merecía? ¿Habla Don<br />

Quijote asesinado a Quijano, abandonado<br />

su hacienda y echado al mundo para dar<br />

en el infierno?<br />

Los griegos llamaban infiernos, en plural,<br />

a todos los lugares que habitaban las<br />

almas <strong>de</strong> los muertos. Y asi, había infiernos<br />

y cielos (Campos Elíseos).<br />

La inmersión <strong>de</strong> Don Quijote, más cristiana<br />

en su medida, sólo <strong>de</strong>scubrió un Purgatorio;<br />

un lugar don<strong>de</strong> se sufría con dulce<br />

esperanza. Un lugar don<strong>de</strong> el sufrir era<br />

dulce, porque aguardaban la venida <strong>de</strong><br />

Don Quijote <strong>de</strong> la Mancha.<br />

No se pue<strong>de</strong> pedir más a una inmersión<br />

surrealista, y ninguna <strong>de</strong> las posteriores lo-<br />

grará mejores frutos, más estupendas noveda<strong>de</strong>s<br />

que ésta <strong>de</strong> Don Quijote a la, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

entonces famosa, Cueva <strong>de</strong> Montesinos.<br />

LA ASCENSIÓN NO CONTADA<br />

La Inmersión y la Ascensión,- dos ventanas<br />

horadadas en el muro <strong>de</strong> la Razón para<br />

recibir las altas luces <strong>de</strong>l infinito irreal.<br />

Trifaldi, la Dueña Dolorida, con su escu<strong>de</strong>ro<br />

y el gritesco séquito, son la disculpa<br />

que unos duques imbéciles y ciegos proporcionan<br />

a Don Quijote para volar.<br />

La Inmersión en la Cueva <strong>de</strong> Montesinos<br />

necesitaba un complemento aéreo, que se<br />

llamó Montesinos. Jamás con un caballo se<br />

ha recorrido tanto espacio, jamás —entre<br />

los hombres— se enalteció tanto un ma<strong>de</strong>ro..<br />

«Clavileño», caballo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, bajel<br />

en el mar <strong>de</strong> las nubes, que pudo hacer<br />

escala en el sol y recorrer singladuras <strong>de</strong><br />

luceros. Ma<strong>de</strong>ra sola y, sin embargo, alas.<br />

Sólo nos cuenta Benengeli lo que los duques<br />

— los ciegos idiotas— vieron; pero las<br />

sensaciones íntimas, el arrobo final <strong>de</strong> Don<br />

Quijote, sólo Don Quijote lo pue<strong>de</strong> contar.<br />

Subir, subir sin límite en el espacio, surcar<br />

el aire, <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> la Tierra, trascen<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong> la materia para volar (quizá a<br />

un «inmortal seguro»), sólo Don Quijote<br />

ímístico en esta ocasión) lo logró realizar.<br />

En el cap. XLT <strong>de</strong> la segunda parte,<br />

Don Quijote supera al Surrealismo una vez<br />

más: no solamente por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la realidad<br />

<strong>de</strong> las cosas, no por <strong>de</strong>bajo solamente<br />

en el.sueño y en la urdimbre, Sino también<br />

— él es un héroe— por encima. Por<br />

encima, porque ; no basta ser buzo, hay que<br />

llegar a ser pájaro.<br />

Algún día un nuevo Ci<strong>de</strong> Hamete Benengeli<br />

completará este cap. XLI, y ha <strong>de</strong> contarnos,<br />

no a qué inauditos extremos liego<br />

la <strong>de</strong>scomunal locura <strong>de</strong>l buen caballero,<br />

sino qué nuevos mundos incorporó al suyo.<br />

Pero, mientras tanto, respetemos la pluma,<br />

la antigua y-portentosa pluma, repitiendo<br />

aquel romancillo que empezaba:<br />

Tate, tale, follándoos,<br />

<strong>de</strong> ninguno sea tocada;<br />

- que ésta empresa, buen rey,<br />

•para mí estaba guardada.<br />

Et, ainsi, en fin <strong>de</strong> compte, appartient <strong>de</strong> juger le talent á un public<br />

iñcapable <strong>de</strong> le reconnaítre.<br />

BERNARD GRASSET<br />

- , • - - - ' . - ' ' - •<br />

(Y así, a fin <strong>de</strong> cuentas, correspon<strong>de</strong> juzgar ál talento a un público incapaz<br />

<strong>de</strong> reconocerlo.)<br />

FS la antiquísima cuestión <strong>de</strong> las<br />

*-* minorías y las mayorías <strong>de</strong>l «arte<br />

verda<strong>de</strong>ro» y la simulación <strong>de</strong>l<br />

arte asequible a las masas. Pero es<br />

muy significativo que sea precisamente<br />

un editor, el famoso Bernard<br />

Grasset, quien consi<strong>de</strong>re incapaz al<br />

público para <strong>de</strong>cidir si un escritor<br />

tiene o no talento literario. Esas palabras<br />

arriba citadas pertenecen al<br />

prólogo que escribió para su libro<br />

«Sur le plansir». Grasset posee la<br />

suficiente experiencia para dar su<br />

opinión en estas cosas y conoce muy<br />

bien lo que Sainte Beuve llamaba «el<br />

hombre <strong>de</strong> letras como especie». En<br />

Francia, como en todas partes, la literatura<br />

la hacían los buenos aficionados<br />

—¡y los matos!— apoyados en<br />

bienes propios <strong>de</strong> fortuna, comprensivos<br />

mecenas o fáciles activida<strong>de</strong>s<br />

marginales que les <strong>de</strong>jasen tiempo<br />

libre. Ya en el siglo XIX vemos casos<br />

profesionales muy claros: Balzac¡<br />

en Francia, Larra en España,<br />

Dickens en Inglaterra... La nueva<br />

profesión empezaba a montar su<br />

«tinglado», y no lo digo en sentido<br />

peyorativo, puesto que he citado a<br />

ilustrísimos ejemplos. Pero la producción<br />

literaria en amplia escala,<br />

imprescindible para que sus cultivadores<br />

puedan vivir <strong>de</strong> ella, necesita<br />

vina cierta dosis <strong>de</strong> organización,<br />

captación <strong>de</strong> un público, contacto seguido<br />

con los lectores... En fin, que<br />

la profesionalidg-d literaria había <strong>de</strong><br />

unirse estrechamente con la periodística,<br />

así como luego enlazaría sólidas<br />

ramas con la radiodifusión y<br />

el cine. -<br />

Ahora bien, si el «hombre <strong>de</strong> letras<br />

como especie» —es <strong>de</strong>cir, el hombre<br />

que vive <strong>de</strong> su pluma e inmerso<br />

continuamente en lo literario— necesita<br />

<strong>de</strong>l público, es lógico que sea<br />

el público su juez «práctico». Le quedará<br />

el recurso <strong>de</strong> la crítica. Pero,<br />

por mi parte, estoy convencido <strong>de</strong><br />

que la crítica no pue<strong>de</strong> sustraerse<br />

por completo al complejo <strong>de</strong> prejuicios<br />

que incapacitan al público —como<br />

dice con razón Grasset— para<br />

reconocer el talento literario. Se habla<br />

mucho <strong>de</strong> perspectiva y <strong>de</strong> que<br />

los juicios <strong>de</strong> hoy tienen muy pocas<br />

probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> coincidir con los<br />

<strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la literatura que<br />

se escriba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un siglo. Esto<br />

es cierto y son célebres los errores<br />

cometidos por Sainte Beuve respecto<br />

a Stendhal («ese pequeño señor<br />

Beyle»), a Flaubert («hijo <strong>de</strong> un<br />

eminente médico <strong>de</strong> Rouen») e incluso<br />

a Bau<strong>de</strong>laire, y la falsa visión<br />

que tuvo Anatole France <strong>de</strong> Proust<br />

(«el cual es, sin embargo; hijo <strong>de</strong><br />

nn higienista muy notable»), y la<br />

precipitación <strong>de</strong> André Gi<strong>de</strong> rechazando<br />

a Proust para <strong>de</strong>spués pedirle<br />

perdón... Ejemplos todos ellos elegidos<br />

en la literatura francesa para<br />

no herir susceptibilida<strong>de</strong>s tomando<br />

otros <strong>de</strong> la nuestra. Y, por supuesto,<br />

sería abundantísima la recolección<br />

<strong>de</strong>. «casos fallidos», es <strong>de</strong>cir, genios<br />

anunciados y luego evaporados como<br />

por arte <strong>de</strong> encantamiento. Pero<br />

esto es siempre mejor. Nada se<br />

pier<strong>de</strong> cuando la crítica <strong>de</strong> medio siglo<br />

<strong>de</strong>spués, o el propio público, <strong>de</strong>scubren<br />

que el presentado como bomba<br />

era sólo un pequeño fósforo. La<br />

crítica, a la larga, no pue<strong>de</strong> engañar<br />

a nadie. Y nada importa, tampoco,<br />

que el público sea incapaz <strong>de</strong><br />

reconocer a un. escritor <strong>de</strong> talento.<br />

Esto sólo significa que dicho escritor<br />

empezó <strong>de</strong>sambientado, <strong>de</strong> lo<br />

cual no pue<strong>de</strong> ser culpado el público,<br />

aunque para él ese «escribir para<br />

el futuro» constituya algunas vteces<br />

la gloria.<br />

Pero, entendámonos bien, el hecno<br />

<strong>de</strong> que el público rechace a un escritor<br />

que logra una aceptación minoritaria<br />

<strong>de</strong> calidad no equivale forzosamente<br />

a una consagración <strong>de</strong>finitiva.<br />

Este es un error muy arraigado.<br />

El público no siente ni compren<strong>de</strong><br />

a <strong>de</strong>terminado autor. Unos<br />

grupos, quizá por afinida<strong>de</strong>s i<strong>de</strong>ológicas<br />

o <strong>de</strong> clan, lo exaltan. Entonces<br />

se dictamina que ese autor es un<br />

genio incomprendido y que vale precisamente<br />

porque el gran público no<br />

lo acepta. Bastaría repasar la pequeña<br />

historia <strong>de</strong> la literatura (o sea<br />

la que no está sino en los periódicos<br />

y en libros <strong>de</strong> ensayos) para cerciorarnos<br />

<strong>de</strong> la inmensa cantidad <strong>de</strong><br />

veces que hg fallado esa teoría.<br />

Hemos <strong>de</strong> aceptar resignadamente<br />

que «el hombre <strong>de</strong> letras como<br />

especie» viva sometido a un caos <strong>de</strong><br />

opiniones y <strong>de</strong> gustos, <strong>de</strong> entusiasmos<br />

sin mancha o ataques <strong>de</strong>moledores,<br />

<strong>de</strong> incomprensiones críticas y<br />

<strong>de</strong> afinida<strong>de</strong>s extraliterarias... Es inútil<br />

culpar a la crítica, ni al público,<br />

ni a nadie.<br />

No es cierto, M. Bernard Grasset,<br />

que el público sea. sistemáticamente<br />

incapaz <strong>de</strong> juzgar los libros que Ice.<br />

En el propio catálogo <strong>de</strong> su editorial<br />

hay muchos títulos que <strong>de</strong>muestran<br />

lo contrario. Lo que suce<strong>de</strong>, sencillamente,<br />

es que el público tiene<br />

«sus» limitaciones específicas, aunque,<br />

pensándolo bien, quizá no sean<br />

tan específicas, pues coinci<strong>de</strong>n con<br />

las <strong>de</strong> una buena <strong>de</strong>mocracia. Y, como<br />

la <strong>de</strong>mocracia, tiene sus virtu<strong>de</strong>s,<br />

sobre todo porque lo que podríamos<br />

llamar' «<strong>de</strong>mocracia lectora» se<br />

forma <strong>de</strong> un modo distinto para ca*<br />

da clase <strong>de</strong> libro. La mayoría <strong>de</strong>l publico<br />

que ha leído <strong>de</strong>terminada obra<br />

suele estar capacitada para opinar<br />

sobre ella, no <strong>de</strong> un modo <strong>de</strong>finitivo,<br />

claro está, y los motivos por los<br />

cuales guste <strong>de</strong> esa obra pue<strong>de</strong>n ser<br />

precisamente los que a un sector <strong>de</strong><br />

opinión más .preparada le <strong>de</strong>cidan<br />

a con<strong>de</strong>narla. Pero también es un<br />

buen servicio el que presta entonces<br />

el público reconociendo el talento <strong>de</strong>l<br />

que no lo tiene si ello ha <strong>de</strong> servir<br />

para que el día <strong>de</strong> mañana se vea<br />

claramente por qué ese autor no tenía<br />

talento literario.


PNTONOES llega un muchacho,<br />

• J cumple veinte años, termina <strong>de</strong><br />

leer una novela <strong>de</strong> Gi<strong>de</strong>, asiste a la<br />

representación <strong>de</strong> una obra <strong>de</strong> O'Neill,<br />

escucha una tar<strong>de</strong> el «Cuarteto en<br />

sol menor», <strong>de</strong> Debussy; ve dos reproducciones<br />

<strong>de</strong> Ficeaso, le suspen<strong>de</strong>n<br />

en Derecho Romano y dice: «Porque<br />

nosotros, las minorías.» Eí chico erece,<br />

algunas veces hasta termina la carrera,<br />

en ocasiones hasta lee <strong>de</strong>tenidamente<br />

a Gracián, con frecuencia incíuso<br />

viaja por Europa y ve, entre<br />

«bolte y boíte» algún Museo y varias<br />

galerías <strong>de</strong> arte; lo que difícilmente<br />

corrige es su frase: «Porque nosotros,<br />

ías minorías.» 5T se habla, y se escribe,<br />

y se pontifica <strong>de</strong> teatro <strong>de</strong> minorías,<br />

música <strong>de</strong> minorías, pintura <strong>de</strong><br />

minorías, poesía <strong>de</strong> minorías..., dando<br />

a estas minoritarias minorías un como<br />

microscópico significado; una llega a<br />

pensar que en cada provincia existe<br />

un solo y único representante <strong>de</strong> la<br />

minoría, como existe un solo y imico<br />

gobernador civil; el resto —dicen<br />

«¡los— son «snobs»,' que í>plau<strong>de</strong>n,<br />

como la mona, <strong>de</strong> ver aplaudir al genio<br />

local, para ponerse a la altura <strong>de</strong><br />

él, por subrayarle sn talento.<br />

Brahms, Cal<strong>de</strong>rón, Beethovert, tope<br />

son bocados exquisitos, aptos únicamente<br />

para el <strong>de</strong>licado paladar <strong>de</strong> ia<br />

exquisita minoría. Pilar López, Argenta,<br />

Antonio, Mariemma, son artistas<br />

<strong>de</strong>masiado completos para que ta<br />

masa pueda captar su perfecto mensaje<br />

<strong>de</strong> arte*<br />

Y... una mañana, a una emisora <strong>de</strong><br />

radio, la <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r, llega una pescadora<br />

<strong>de</strong> Puerto Chico, saca un duro<br />

<strong>de</strong> su faltriquera, un hermoso duro<br />

con fuerte olor a sardinas <strong>de</strong>l Cantábrico,<br />

y solicita la radiación <strong>de</strong> la<br />

«N o v e n a Sinfonía» para <strong>de</strong>dicarla,<br />

como homenaje en su onomástica a su<br />

marido, un rudo pescador pegado a las<br />

re<strong>de</strong>s. ¿Qué clase <strong>de</strong> locura es ésta?,<br />

pregunta, asustado, don Minorías.; Que<br />

nos roban! ;Que nos saquean! ¡Q«e<br />

nos reparten a Beethoven! ;Que aquí<br />

hay una equivocación! ; í¿ue esto es<br />

un fenómeno!<br />

Ni robo, ni saqueo, ni equivocación,<br />

ni fenómeno; simplemente Festivales<br />

Populares <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r. La pescadora<br />

lo explicó, cargada <strong>de</strong> lógica.<br />

— Lo escuché en la plaza Porticada,<br />

me ' gustó y quiero <strong>de</strong>dicárselo a mi<br />

marido.<br />

Los Festivales <strong>de</strong> Murcia y <strong>de</strong> primavera<br />

<strong>de</strong> Sevilla han barrido vigorosamente<br />

los tópicos en pie respecte a<br />

las minorías. Si aplaudir y escuchar<br />

fervorosamente al cuarteto Veglx es<br />

hazaña cultural <strong>de</strong> minorías, alegre,<br />

mos nuestros corazones al comprobar<br />

que toda una ciudad es lisa y llanamente<br />

minoría. Si compren<strong>de</strong>r la hondura<br />

filosófica y teológica <strong>de</strong> «El gran<br />

teatro <strong>de</strong>l mundo» es hazaña <strong>de</strong> sabios,<br />

habremos <strong>de</strong> confesar que Sevilla<br />

está poblada <strong>de</strong> ellos. Si compenetrarse<br />

con la íirmeza moral <strong>de</strong> Pedro<br />

Crespo es hazaña <strong>de</strong> elegidos, y enten<strong>de</strong>r<br />

el mito <strong>de</strong> Edipo es genialidad,<br />

5' saborear los discursos <strong>de</strong> Crispan es<br />

señal <strong>de</strong> lucidas enten<strong>de</strong><strong>de</strong>ras, ¡albricias!,<br />

los sevillanos son doctores <strong>de</strong> nacimiento.<br />

Creo que estos sucesivos Festivales<br />

<strong>de</strong>l Ministerio <strong>de</strong> Información están<br />

explicándonos muy limpiamente usía<br />

lección. A la obra <strong>de</strong> arte se llega en<br />

directo vuelo <strong>de</strong> intuición, sin libros,<br />

sin textos, sin explicaciones <strong>de</strong> por<br />

medio. Nada dijo Argenta en Sevilla<br />

<strong>de</strong> corcheas, andantinos ni <strong>de</strong> «trasparencia<br />

en la dicción <strong>de</strong>l conjunto y<br />

empaste perfecto»; sencillamente, al?o<br />

la batuta y Baveí, Brahms, Falla, Terina<br />

o Debussy fueron ovacionados<br />

clamorosamente. Sí, por ejemplo, a,<br />

Brahms, en su «Primera sinfonía en<br />

do menor» le aplaudieron con un entusiasmo<br />

inolvidable tranviarios <strong>de</strong> la<br />

Macarena, cocheros <strong>de</strong> Triana, comet-<br />

RAZÓN<br />

AS<br />

ciantes <strong>de</strong> San Bernardo, marquesas,<br />

notarios, médicos, camareros, bailaoras,<br />

catedráticos, canónigos. Sevilla.,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Torre <strong>de</strong>l Oro a la punta <strong>de</strong><br />

enfrente.<br />

Alegraba comprobar la «psicosis <strong>de</strong><br />

Festival» que reinaba en la ciudad;<br />

alegraba ver cómo había barrido un<br />

poco la psicosis <strong>de</strong> fútbol; se hablaba,<br />

naturalmente, <strong>de</strong>l Sevilla-Español,<br />

pero mostrando al mismo tiempo orgullosamente<br />

las entradas para la función<br />

<strong>de</strong> la noche en el parque <strong>de</strong><br />

María Luisa, milagrosamente conseguidas<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> largas colas. Porque,<br />

lo siento por el berrinché <strong>de</strong> don<br />

Minorías; pero <strong>de</strong>bo informar que «La<br />

dama duen<strong>de</strong>», «La estrella <strong>de</strong> Sevilla»<br />

o «La hidalga <strong>de</strong>l valle» han <strong>de</strong>mostrado<br />

ser tan taquilleras como<br />

Marilyn Monroe.<br />

Hemos <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cer a los Festivales<br />

organizados por la Dirección General<br />

<strong>de</strong> Información esta nueva versión<br />

<strong>de</strong> Sevilla sin pan<strong>de</strong>reta, una<br />

ciudad recoleta que asomaba la gracia<br />

<strong>de</strong> la Giralda a los Reales Alcázares<br />

para que aquel «prisma puro <strong>de</strong><br />

Sevilla» engalanase aún más a la otra<br />

«Estrella <strong>de</strong> Sevilla».<br />

PILAR NARVION<br />

IN alegar —cosa inverosímil— la<br />

escasez <strong>de</strong> temas, unos distinguidos<br />

investigadores <strong>de</strong> las letras<br />

se han dado a hurgar en el barroco,<br />

para encontrarle un estilo literario<br />

y gente que lo haya cultivado.<br />

Pero el barroco se ha <strong>de</strong>sentendido <strong>de</strong><br />

tales pretensiones y se mantiene como<br />

un estilo <strong>de</strong> ornamentación arquitectural<br />

por sus volutas, sus roleos y ese<br />

predominio <strong>de</strong> la línea curva que es<br />

su característica principal.<br />

Se han empeñado en que es, al propio<br />

tiempo, un estilo literario e incluso<br />

una doctrina filosófica, eso sí,<br />

sin encontrar en las letras mundiales<br />

un solo exponente <strong>de</strong> cierta notoriedad<br />

a quien aplicarle el sambenito. El estilo<br />

barroco proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l siglo XVI y<br />

culminó en el siguiente sin que, en eí<br />

área literaria, aparezca ninguna celebridad<br />

o, por lo menos, notoriedad. A<br />

nadie, absolutamente a nadie, pue<strong>de</strong><br />

culpársele <strong>de</strong> adherir con sus composiciones<br />

<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n literario o filosófico,<br />

a lo que es <strong>de</strong> la competencia'exclusiva<br />

<strong>de</strong> los maestros <strong>de</strong> la talla <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra,<br />

arquitectos y escultores. Si nos atenemos<br />

a la etimología <strong>de</strong> la palabra,<br />

vemos que es <strong>de</strong> raíz latina y significa<br />

«verruga». De ahí viene que se le crea<br />

hijo <strong>de</strong>l «barrueco».<br />

Lo ha estudiado en España Eugenio<br />

d'Ors, consagrándole magníficos ensayos,<br />

y es comodísimo atribuir al barroco<br />

una influencia directa en el<br />

teatro <strong>de</strong> fines <strong>de</strong>l siglo XVI y presentarnos,<br />

como autor barroco, a don<br />

Pedro Cal<strong>de</strong>rón <strong>de</strong> la Barca, por sus<br />

comedias pastorales y sus autos sacramentales.<br />

Los manes <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong><br />

«La vida es sueño» se estremece- .<br />

rían en su tumba... «Yo, barroco»...<br />

No, lo barroco es lo que vemos en<br />

muchos sitios, en la plaza italiana <strong>de</strong><br />

Navona, en las obras <strong>de</strong> Bernini, sin<br />

que tengan nada que ver con la mística<br />

española, nuestra gloria inmortal. Nada<br />

en literatura, mucho menos en filosofía.<br />

En pintura, sería también comodísimo'<br />

aplicar el m,ote a los que<br />

dibujaron sus personajes con excesivos<br />

movimientos, partiendo 1 o s<br />

paños.<br />

Hemos <strong>de</strong> contentarnos —y que nos<br />

perdonen los eruditos empalagosos<br />

(«coupeurs <strong>de</strong> cheveux en quatre») —<br />

contemplando, sin salir <strong>de</strong> casa, el<br />

campanario <strong>de</strong> Santa Catalina <strong>de</strong> Valencia,<br />

la fachada en la calle <strong>de</strong> Fuencarral,<br />

<strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>, <strong>de</strong>l antiguo Hospicio<br />

—hoy Biblioteca Municipal—, los objetos<br />

inanimados y elocuentes (jarrones<br />

<strong>de</strong> 'porcelana, columnas salomónicas,<br />

entablamientos, dinteles <strong>de</strong> puerta,<br />

sillas .y retablos). Ello nos basta<br />

para poner las cosas en .su punto y<br />

no buscarle postizos y añadiduras<br />

fantásticas.<br />

El barroco literario en el siglo XVII<br />

es una invención <strong>de</strong> un erudito <strong>de</strong>socupado<br />

que se llamó A. Adam, en<br />

su obra «La literatura <strong>de</strong>l arte barroco<br />

en Francia», don<strong>de</strong> se habla mucho<br />

<strong>de</strong> estilo, pero sin citar ninguno <strong>de</strong> los<br />

que lo aplicaron en sus libros. En arquitectura,<br />

el. barroco es rey y no<br />

cabe regatearle nuestra admiración.<br />

Sabemos qué triunfó, primero en Italia,<br />

y no ..nos hará mentir, la iglesia :<br />

<strong>de</strong> Jesús <strong>de</strong> Roma, las fuentes <strong>de</strong>l<br />

Tritón y la <strong>de</strong> Trevi (i), la <strong>de</strong>coración<br />

acuática <strong>de</strong> la Villa <strong>de</strong> Este, obras<br />

maestras imperece<strong>de</strong>ras. Se introdujo<br />

también en Alemania y existen ejemplares<br />

magníficos en Dres<strong>de</strong>, Viena<br />

y Praga. El autor francés<br />

ha creído ver vestigios<br />

<strong>de</strong>l barroco hasta<br />

en los jardines <strong>de</strong> Versalles,<br />

y que nos perdone<br />

M. Jean Rousset, pues<br />

conocemos bastante las<br />

avenidas, jardinillos <strong>de</strong>l<br />

Palacio <strong>de</strong> Luis XIV,<br />

para dudar que el barroco<br />

exista allí.<br />

Sentemos esta afirmación:<br />

no cuenta el arte<br />

barroco ningún escritor<br />

<strong>de</strong> fama o <strong>de</strong> medía<br />

fama. Posee, en cambio,<br />

sus arquitectos, sus escultores<br />

y sus pintores<br />

(Borromin, Bernin, Tintoreto,<br />

Rubens, y si se<br />

quiere, el Greco. Es posible<br />

que en literatura haya<br />

habido alguna ten<strong>de</strong><br />

n c i a personalísima,<br />

un <strong>de</strong>scoyuntamiento <strong>de</strong>l<br />

estilo y <strong>de</strong> las situaciones,<br />

pero el paciente <strong>de</strong>scubridor<br />

<strong>de</strong> lo ignoto<br />

rehuye la etimología <strong>de</strong><br />

la palabra, repugnándole<br />

acusar a un escritor <strong>de</strong><br />

establecer construcciones<br />

irregulares, con «verrugas».<br />

En su propio país,<br />

el barroco (como todo)<br />

ha <strong>de</strong>generado en el pesadísimo<br />

e hilarante «rococó»,<br />

que el vulgo traduce<br />

por «ridículo». La mezcla <strong>de</strong> materiales,<br />

formas y colores es lo propio<br />

<strong>de</strong>l barroco y se nos antojan las fachadas<br />

imágenes <strong>de</strong>formadas, vistas a través<br />

<strong>de</strong> un espejo <strong>de</strong> aguas movidas. Los<br />

balcones parecen caerse, la pintura<br />

<strong>de</strong> las bóvedas no se contenta <strong>de</strong> su<br />

espacio y nos <strong>de</strong>ja fuera una trompeta,<br />

las alas o los brazos <strong>de</strong>l ángel; temblotean<br />

las estatuas en su zócalo, como<br />

pue<strong>de</strong> comprobarse en la maravillosa<br />

catedral <strong>de</strong> San Nicolás <strong>de</strong> Praga. El<br />

barroco es movimiento, cambio, símbolos,<br />

metamorfosis, en una palabra,<br />

ostentación.<br />

. A todo esto, leyendo y releyendo los<br />

librotes <strong>de</strong> los eruditos, no vemos<br />

rastro <strong>de</strong> literatos y filósofos <strong>de</strong> esta<br />

escuela. En compilaciones <strong>de</strong> versos<br />

antiguos, en estrofas <strong>de</strong> poetas ignorados,<br />

el autor nos cita nombres que<br />

no pasaron a la posteridad. Tampoco<br />

en filosofía no hay sombra <strong>de</strong> revoltijo<br />

barroco... Insinúa, no sabemos si<br />

Rousset o Adam, que quizá Montaigne...<br />

¡Santo Dios, qué diría Azorín<br />

si lo supiera!... Por su po<strong>de</strong>r evocador,<br />

su fuerza inventiva, el barroco es bello<br />

y su variedad <strong>de</strong> formas le asegura su<br />

perennidad. Creemos que el <strong>de</strong>bate no<br />

hace más que iniciarse; se recurrirá a<br />

las comedías <strong>de</strong> magia <strong>de</strong>l Chatelet<br />

<strong>de</strong> París, a las que se representaron<br />

en España en siglos no lejanos, porque<br />

el caso es buscarle un añadido al<br />

barroco. Su preciosismo le convierte<br />

en un arte sólido, potente, membrudo;<br />

el preciosismo es una <strong>de</strong>coración <strong>de</strong><br />

salón, pero el barroco y el preciosismo<br />

a veces coinci<strong>de</strong>n y se conjugan. Lo<br />

•mismo que barroquismo y romanticismo<br />

pue<strong>de</strong>n parecerse en una época<br />

<strong>de</strong>terminada. Es clásico, eso sí, ¿quién<br />

lo niega? No es barroco lo que se<br />

quiere. Hay páginas antiguas, evocadoras<br />

<strong>de</strong> un ensueño a orillas <strong>de</strong> un<br />

estanque, en la soledad <strong>de</strong>l campo,<br />

adormecida la razón, los sentidos amodorrados...<br />

Pero no es barroco, no.<br />

No, mil veces no.<br />

JUAN PEDRO LUNA<br />

(i) Madame <strong>de</strong> Stael, hablando <strong>de</strong> la<br />

naente <strong>de</strong> Trevi, escribió:<br />

«Si <strong>de</strong>jase <strong>de</strong>. manar esta fuente, caería<br />

sobre Roma un silencio opresor.»<br />

15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954


VICENTE ALEIXANDRE: «Historia<br />

<strong>de</strong>l corazón»<br />

1VT UNCA la poesía <strong>de</strong> Vicente Aleixandre<br />

ha sido ajena al hombre;<br />

es más, se pudiera asegurar que siempre<br />

ha existido on la poesía aleixanctrina<br />

una preocupación por lo humano,<br />

pese a sus hermosas exaltaciones<br />

<strong>de</strong> la Naturaleza, en la que sumido<br />

el hombre no es nada, según el poeta,<br />

sino barro que al barro ha <strong>de</strong> yolver,<br />

mientras que la tierra o el mar<br />

serán «ios inmortales», porque «sin<br />

tiempo, el mar existe», como ha escrito<br />

el poeta. AJeixandre nos ha presentado<br />

al hombre en su obra anteror<br />

a «Historia <strong>de</strong>l corazón» como a<br />

un sor que ama, que goza <strong>de</strong> la !uz<br />

y <strong>de</strong> la vida cuando se halla en estado<br />

<strong>de</strong> pureza paradisíaca, en estado<br />

elementa] <strong>de</strong> gracia, o nos lo ha mostrado<br />

sufriendo, gimiendo cuando ha<br />

perdido su gozosa elementalidad. Por<br />

esta razón, creo que sufren un error<br />

aquellos críticos que tan sóio se. han<br />

fijado en lo puramente telúrico o panteísta<br />

<strong>de</strong> la poesía aleixandrina anterior<br />

a «Historia <strong>de</strong>l corazón». No<br />

cabe duda <strong>de</strong> que Aleixandre siempre<br />

se ha preocupado <strong>de</strong>l elemento humano,<br />

aunque éste, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su temporalidad,<br />

le haya parecido inferior a<br />

la Naturaleza perenne y triunfal.<br />

Y ya puestos a observar la poesía<br />

<strong>de</strong> Aleixandre anterior a «Historia<br />

<strong>de</strong>l corazón», cosa que creemos necesaria<br />

antes <strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> esta obra,<br />

añadiremos también que en aquélla,<br />

dada la exaltación <strong>de</strong> lo elemental y<br />

primario, rechazaba nuestro poeta el<br />

tema ciudadano y acusaba a los hombres<br />

<strong>de</strong> falsedad; sus obras le parecían<br />

efímeras y censuraba a él y a<br />

la ciudad su <strong>de</strong>sconocimiento, su ignorancia<br />

<strong>de</strong> las alas <strong>de</strong>l poeta, aba-<br />

, tidas en un mundo prosaico:<br />

ATENEO ,<br />

La ciudad, sus espejos,<br />

su voz blanca, su fría<br />

crueldad sin sepulcro,<br />

<strong>de</strong>sconoce esas alas.<br />

Eso escribió Aleixandre en «Sombra<br />

<strong>de</strong>l paraíso». Su poesía, magnífica, espléndida,<br />

rechazaba todo lo artificioso<br />

<strong>de</strong> las calles ciudadanas; el poeta era<br />

un ángel <strong>de</strong>sterrado entre tranvías,<br />

escaparates e indiferencias. Pero he<br />

aquí que Vicente Aleixandre, en «Historia<br />

<strong>de</strong>l corazón», no aleja su mirada<br />

<strong>de</strong> los hombres; esta vez la extien<strong>de</strong><br />

sobre ellos, y los busca, los ama con<br />

sus <strong>de</strong>fectos y sus ciuda<strong>de</strong>s; él, el poeta,<br />

es uno más, carne <strong>de</strong> todos los<br />

hombres, unidad "total <strong>de</strong> todos que<br />

con él pasan:<br />

No es bueno<br />

quedarse en la orilla<br />

como él malecón o como el molusco<br />

[que quiere calcáreamente imitar<br />

[a la roca.<br />

Fino que es puro y sereno arrasarse<br />

[en la dicha <strong>de</strong> fluir y per<strong>de</strong>rse,<br />

encontrándose en el movimiento con<br />

[que el gran corazón <strong>de</strong> los hom-<br />

[bres palpita extendido.<br />

Y ahora, los ojos <strong>de</strong>l poeta ven !a<br />

ciudad con amor, porque es el reino<br />

<strong>de</strong>l hombre don<strong>de</strong> sufre, don<strong>de</strong> ama v<br />

sueña. Si buscamos en los distintos<br />

poemas <strong>de</strong> este gran libró último <strong>de</strong><br />

Aleixandre no hallaremos ningún. vocablo<br />

peyorativo, ningún <strong>de</strong>sprecio a<br />

la ciudad: el poeta la ama, porque en<br />

ella está la vida misma, y así escribe:<br />

Era una gran plaza abierta, y foa-<br />

[bía olor <strong>de</strong> existencia.<br />

Un olor a gran sol <strong>de</strong>scubierto, a<br />

[viento rizándolo,<br />

un gran viento que Sobre las cabezas<br />

[pasaba su mano,<br />

su gran mano, que rozaba las frentes<br />

[unidas y las reconfortaba.<br />

Ya no es el poeta uña especie <strong>de</strong><br />

ángel <strong>de</strong>sterrado, arrojado <strong>de</strong>l cielo<br />

platónico; es el hombre confundido<br />

en el hombre, y él canta por todos:<br />

Todos están pasando. Hay niños,<br />

[mujeres. Hombres serios. Luto<br />

¿cierto; miradas.<br />

Y una masa sola,, un único ser, re-<br />

[concentradamente, <strong>de</strong>sfila.<br />

Y tú, con el corazón apretado, con-<br />

[vulso <strong>de</strong> tu solitario dolor, en un<br />

[último esfuerzo, te sumes.<br />

Y es la voz <strong>de</strong>l poeta «la que les<br />

expresa», y el «cielo hace ahora con<br />

majestad el eco entero <strong>de</strong>l hombre».<br />

Pero «Historia <strong>de</strong>l corazón» no es<br />

un libro que se limite a este canto <strong>de</strong>l<br />

hombre, particularmente expresado<br />

por el poeta en el apartado que titula<br />

«La mirada extendida». No. La nueva<br />

obra <strong>de</strong> Aleixandre es la historia <strong>de</strong><br />

un hombre, y • el dicho apartado nos<br />

le presenta entre los <strong>de</strong>más; perc<br />

también en su' infancia, en su juventud<br />

plena, <strong>de</strong>-amor, en su madurez y<br />

en los confines <strong>de</strong> la muerte, claro<br />

es que todo ello en relación con un<br />

mundo humanísimo y real.<br />

También renueva aquí nuestro poeta<br />

su vocabulario anterior, dando amplia<br />

entrada a muchos vocablos que<br />

son necesarios para la expresión cíe<br />

un mundo distinto en gran parte al<br />

<strong>de</strong> su poesía anterior. Otra renovación<br />

que acusa Aleixandre en esta<br />

obra plena <strong>de</strong> humanidad es la <strong>de</strong><br />

una limpia, sencilla expresión, hacia<br />

la que se le ha visto caminar <strong>de</strong> libro<br />

en libro, y que logra en «Historia<br />

<strong>de</strong>l corazón» su remate feliz.<br />

Los poemas amorosos <strong>de</strong> este libro<br />

tienen una honda ternura, superior,<br />

quizá, a la <strong>de</strong> la obra anterior, don<strong>de</strong><br />

prevalecía más la exaltación, que<br />

ahora tampoco falta. Es ternísimo el<br />

poema en que el poeta nos habla <strong>de</strong>l<br />

nombre <strong>de</strong> su amada, <strong>de</strong> ese nombre<br />

que le habita vivísimo:<br />

Mía eres. Pero otro<br />

•JS aparentemente tu dueño. Por eso,<br />

cuando digo tu nombre,<br />

algo oculto se agita en mi alma.<br />

Tu nombre suave, apenas] pasado <strong>de</strong>licadamente<br />

por mi labio.<br />

Pasa, se <strong>de</strong>tiene, en el bor<strong>de</strong> un<br />

[instante se queda,<br />

y luego vuela, ligero, ¿quién lo cre-<br />

[yeraf: hecho puro sonido.<br />

Deliciosos son los poemas en que<br />

el poeta recuerda su infancia: el colegio,<br />

la clase, la hermanilla, el niño<br />

raro. Un mundo feliz pasa por estos<br />

versos, girando entre las ruedas <strong>de</strong><br />

la bicicleta o posándose sobre los pupitres,<br />

<strong>de</strong> la clase. Pero ya nos falta<br />

Selraa, cuya personalidad litera.<br />

* ria —discutible y original— se ha<br />

dado ya a conocer por dos libros anteriores,<br />

empren<strong>de</strong> <strong>de</strong> nuevo una labor <strong>de</strong><br />

crítica. El libro que comentamos recoge<br />

dos capítulos <strong>de</strong> la extensa tesis doctoral<br />

<strong>de</strong>l autor. El mismo nos dice en su<br />

introducción que no piensa <strong>de</strong>mostrar<br />

nada. Se trata, sencillamente, <strong>de</strong> un<br />

estudio sobre la novelística <strong>de</strong>l venezolano<br />

Rómulo Gallegos con unas i<strong>de</strong>as<br />

directrices que sirven para recoger y<br />

matizar los textos literarios suministrados<br />

por la lectura <strong>de</strong> las diversas novelas.<br />

Su labor es, por tanto, trabajosa<br />

y difícil, y <strong>de</strong> ella sale con pleno éxito<br />

Vila Selma.<br />

El método <strong>de</strong> trabajo seguido en ei<br />

volumen Que comentamos requiere una<br />

especial vibración e inquietud i<strong>de</strong>ológica<br />

en el investigador, capaz <strong>de</strong> captar<br />

un difuso mensaje literario y humano.<br />

Ei mensaje -<strong>de</strong>be or<strong>de</strong>narse en el momento<br />

<strong>de</strong> agrupar las conclusiones con<br />

minuciosa técnica <strong>de</strong> disección que nace<br />

que todo él, pese a su i<strong>de</strong>alista punto<br />

<strong>de</strong> partida, se torne secamente positivista.<br />

Cuanto más rigor científico se<br />

<strong>de</strong>sarrolle en la elaboración <strong>de</strong>finitiva<br />

<strong>de</strong>l libro, tanto más se producirá, por<br />

consiguiente, una fría acumulación <strong>de</strong><br />

textos y el fenómeno «humano» latente<br />

en lo- literario permanecerá —es cierto—,<br />

pero apresado, diseccionado y estrangulado.<br />

Otro importante aspecto que<br />

hay que tener en cuenta en el momento<br />

<strong>de</strong> or<strong>de</strong>nar "-la,s papeletas es la exactitud<br />

y <strong>de</strong>limitación, porque el escoger<br />

fenómenos psicológicos y literarios cen<br />

una terminología equívoca y amplia<br />

pue<strong>de</strong> ofrecer, en muchos casos, impresión<br />

<strong>de</strong> superficial comodidad y gratuitismo<br />

en Jas afirmaciones.<br />

espacio para exten<strong>de</strong>rnos en más comentarios.<br />

Sin embargo, no he <strong>de</strong><br />

acabar estas líneas sin referirme a<br />

la parte final <strong>de</strong> «Historia <strong>de</strong>l cora^<br />

zón», la que lleva por título general<br />

«Los términos», parte conmovedora,<br />

don<strong>de</strong> el poeta mira ia vida que ya<br />

ha gozado, el tiempo lejano que aún<br />

le impregna con el recuerdo <strong>de</strong> una<br />

enternecedora emoción que todo hace<br />

presente; pero la vida sigue:<br />

Muchas veces he visto<br />

esas hcyrnvgas, las bcs^ezuelas tena-<br />

[ees, viviendo,<br />

y he visto una gran bota caer y sal-<br />

[varse muy pocas.<br />

Y he visto y he contado las que se-<br />

[guían, y su divina indiferencia.<br />

La vida sigue, sigue imperturbable;<br />

el amor permanece:<br />

Y aquí estamos, en lo alto <strong>de</strong> la<br />

[montaña, con cabellos blancos y<br />

[puros como la nieve-<br />

Todo es serenidad en la cumbre. So-<br />

[pía un viento sensible, <strong>de</strong>snudo<br />

[<strong>de</strong> olor, transparente.<br />

Y la "silenciosa nieve que nos ro<strong>de</strong>a<br />

augustamente nos sostiene, mientras<br />

[estrechamente abrazados<br />

miramos el vasto paisaje, <strong>de</strong>splegado<br />

[todo él ante nuestra vista.<br />

Todo él iluminado por él permanente<br />

[sol que aún alumbra nuestras<br />

[cabezas.<br />

Y luego, la «Mirada final», estremecedor<br />

poema en que el poeta siente<br />

le muerte y aún ama.<br />

RAFAEL MORALES<br />

DE ROMULO GALLEGOS<br />

JOSÉ VILA<br />

SELMA<br />

GALLEGOS<br />

Vila Selma nos ofrece un libro relativamente<br />

claro, trabajado, inteligente<br />

y útilísimo, para penetrar directa y profundamente<br />

en el mundo <strong>de</strong> Rómulo<br />

Gallegos. No siempre pue<strong>de</strong> sortear con<br />

absoluto triunfó los peligros señalados<br />

en esta clase <strong>de</strong> trabajo, y en este sentido<br />

cabría poner algunos reparos sobre<br />

fenómenos agrupados en excesiva, y fácil<br />

al mismo tiempo, ambición terminológica.<br />

Una tónica general que observamos<br />

en sus páginas es la ausencia <strong>de</strong><br />

(Pasa a la página siguiente.)


(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />

retoque y lima, que hubieran evitado<br />

algunos errores, aunque <strong>de</strong> importancia<br />

marginal. Así, por ejemplo —y en este<br />

caso alu<strong>de</strong> a los peligros que entraña<br />

una terminología poco rigurosa—, se<br />

nos dice en la página 98: «Por endo.<br />

patía subjetiva enten<strong>de</strong>remos aquella<br />

cuya influencia para la acción <strong>de</strong> la<br />

novela queda reducida a un instante»;<br />

no se ve la relación que pue<strong>de</strong> tener lo<br />

instantáneo con lo subjetivo. En este<br />

sentido podría señalarse otros <strong>de</strong>scui.<br />

dos, accesorios por supuesto, al <strong>de</strong>nso<br />

fondo <strong>de</strong> la obra.<br />

En este libro se ven los conocimientos<br />

que posee el autor sobre literatura<br />

francesa aprovechados en el capítulo<br />

<strong>de</strong> «Referencias literarias». De todas<br />

formas, su afán bibliográfico e informativo,<br />

aunque muy útil para los lee.<br />

tores, se separa un poco <strong>de</strong>l propósito<br />

concreto que <strong>de</strong>bieran tener aquellas<br />

páginas, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>stacar unos simples<br />

paralelismos con Rómulo Gallegos.<br />

El libro <strong>de</strong> Víla Selma viene a incidir<br />

sobre la indiferencia bibliográfica<br />

en torno a la vigorosa individualidad<br />

literaria <strong>de</strong> Rómulo Gallegos, que mantiene<br />

una personal actitud en la literatura<br />

hispanoamericana.<br />

A. PORQUERAS MAYO<br />

VILA SELMA, JOSÉ: Procedimientos<br />

y técnicas en Rómulo Gallegos, Sevilla.<br />

Escuela <strong>de</strong> Estudios Hispanoaméricanos,<br />

1954. 194 páginas. Colección Mar<br />

A<strong>de</strong>ntro.<br />

"CON LA MUERTE<br />

«Con la muerte al hombro es un relato<br />

alucinante y singular, recuento <strong>de</strong> una<br />

vida abrumadora y angustiosa, en el que<br />

se fusionan pasado y presente en escenas<br />

que logran unidad en la extraña persolidad<br />

<strong>de</strong>l protagonista. Sin embargo, aun<br />

en las páginas más <strong>de</strong>soladoras y en los<br />

momentos <strong>de</strong> mas <strong>de</strong>sgarradora visión,<br />

hay siempre escapatorias amables para el<br />

humor y la ternura.»<br />

Estas palabras, prendidas en la solapa<br />

<strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> José Luis Castillo Puche, pregonan<br />

una simple verdad. La muerte no<br />

es protagonista. La muerte va con el protagonista,<br />

ro<strong>de</strong>a al protagonista. Pero Julio,<br />

el protagonista, ni ]a teme, ni la <strong>de</strong>sprecia,<br />

ni la ama.<br />

«Mi madre tenia una gran experiencia<br />

en agonías y no podía engañarse. Yo sabia<br />

que tampoco ella quería, <strong>de</strong> ningún<br />

modo, morir en Hécula. Su muerte seria<br />

allí un espectáculo <strong>de</strong> primera, sobre todo,<br />

porque los heculanos se habían consi<strong>de</strong>rado<br />

<strong>de</strong>fraudados con las muertes distantes<br />

<strong>de</strong> Pablo y Emilio...»<br />

Julio siente el peso, la <strong>de</strong>nsidad, n a resonancia<br />

*3e la muerte. Y la responsabilidad.<br />

Por eso, al recordar los vecinos <strong>de</strong><br />

Hécula, a! <strong>de</strong>scribir el ambiente y el paisaje<br />

<strong>de</strong> Hécula, nos transmite íntegra toaa<br />

su emoción. Des<strong>de</strong> las primeras páginas<br />

<strong>de</strong>l libro, el lector se convierte en here<strong>de</strong>ro<br />

y dueño a la vez <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> Julio.<br />

Soporta y- comparte su aventura.<br />

Compren<strong>de</strong> y perdona su actitud.<br />

Escrito en primera persona, sin una<br />

mínima caída <strong>de</strong> tensión, nadie podrá encontrar<br />

en el libro <strong>de</strong> Castillo Puche una<br />

sombra <strong>de</strong> reportaje. Con la muerte al<br />

hombro es, sencillamente, una novela.<br />

Una novela real, un documento <strong>de</strong>jado por<br />

un escritor <strong>de</strong> ahora que tanto se habla<br />

<strong>de</strong> la muerte.<br />

Y, cosa rarísima, no es una novela triste.<br />

No tiene la frialdad <strong>de</strong> los documentos,<br />

ia contumaz molestia <strong>de</strong> las cifras.<br />

Es una novela sin números y sin alegría.<br />

Pero la alegría está ausente en toda la<br />

novela española contemporánea... ¿Qué es,<br />

en resumen, esta novela <strong>de</strong> Castillo Puche?<br />

Es una esquina <strong>de</strong> nuestra guerra<br />

civil. Y es, sobre todo, una novela <strong>de</strong><br />

amor.<br />

La profunda impresión, el vigor narrativo<br />

con que nos fue inculcado el pueblo<br />

<strong>de</strong> Hécula, no <strong>de</strong>smerece en nada con la<br />

gracia-y la soltura que Julio emplea jara<br />

darnos cuenta <strong>de</strong> su peripecia madrileña.<br />

Pasapoga, Chicote, las brillantes barras<br />

don<strong>de</strong> Elvira hace su carrera, la vida<br />

urbana, el amor alquilado, y traspasado,<br />

y revendido...<br />

Elvira vive la paz y recuerda., aunque<br />

no quiere recordar, su primera <strong>de</strong>rrota<br />

sentimental. Sus relaciones con Julio jamás<br />

caen en el comercialismo. Elvira, como<br />

casi todos los personajes <strong>de</strong> la novela,<br />

no ha sido elegida para ponerla <strong>de</strong> contraste.<br />

Tiene en sí misma los contrastes<br />

que la humanizan. Y tampoco se nos hace<br />

antipática. El mismo doctor Val...<br />

Pero observo que estoy comentando esta<br />

novela como si diera por sentado que<br />

todos los lectores la conocen. Y no era<br />

esto lo que yo pretendía. Kra una noticia,<br />

una escueta noticia, lo que quise dar. A<br />

quienes hablan <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> novelistas<br />

que puedan relevar a los maestros <strong>de</strong>l 98,<br />

ya se les pue<strong>de</strong> señalar uno: José Luis<br />

Castillo Puche. Uno entre ios pocos nove-<br />

PRÓLOGOS Y AUTOCRÍTICAS<br />

tf I, origen <strong>de</strong> este libro parte.<strong>de</strong> una<br />

^ convicción. La necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>volver<br />

al documento el puesto <strong>de</strong> honor<br />

que le correspon<strong>de</strong> en la historiografía<br />

española. Porque, a nuestro enten<strong>de</strong>r,<br />

ésta, en los últimos lustros, lia<br />

pasado, <strong>de</strong> un exceso, a otro igualmente<br />

dañino. El primero, cuyos típicos<br />

exponentes han sido los historiadores<br />

<strong>de</strong>l XIX, especialmente Toreno,<br />

Lafuente, Várela, Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los<br />

Ríos, Pirala, era creer que no se podía<br />

afirmar nada si no se apoyaba en<br />

los textos. En sus páginas, pues, los<br />

comentarios seguían rigurosamente a<br />

los documentos, en un intento <strong>de</strong> seriedad<br />

que muchas veces, a pesar <strong>de</strong><br />

todo, no disfrazaba la intención política<br />

<strong>de</strong>l autor. Era una falsa imparcialidad,<br />

que lo único que conseguía<br />

era recargar el libro y hacer difícilmente<br />

digerible su contenido.<br />

De ahí se pasó al extremo contrario.<br />

Los historiadores, poco a poco, se entregaron<br />

a la tarea, más amena, <strong>de</strong><br />

interpretar la Historia, dándola por<br />

sabida. La cita documental se hacía<br />

basándose en el criterio ajeno, y la<br />

escuela prolificó curiosamente en una<br />

escalera sin fin. Cada historiador recordaba<br />

lo ocurrido a través <strong>de</strong> otro,<br />

sin tomarse el trabajo <strong>de</strong> comprobar<br />

si éste, efectivamente, había bebido en<br />

las fuentes auténticas. De ahí que un<br />

error podía transmitirse alegremente<br />

<strong>de</strong> libro en libro, cada uno fiándose<br />

<strong>de</strong>l anterior. El documento se ha olvidado<br />

—me refiero al <strong>de</strong> la historia<br />

general, no la que cae en la órbita <strong>de</strong>l<br />

especialista — , y el estudioso no tiene<br />

oportunidad ni facilidad <strong>de</strong> encontrarlo<br />

cuando, como a menudo suce<strong>de</strong>, topa<br />

con una afirmación que sería interesante<br />

contrastar con la fuente <strong>de</strong><br />

don<strong>de</strong>, oficialmente, proce<strong>de</strong>.<br />

Estas razones me han movido a preparar<br />

un «corpus» documental <strong>de</strong> la<br />

Historia <strong>de</strong> España en su Edad Mo<strong>de</strong>rna.<br />

Para mayor facilidad <strong>de</strong> manejo<br />

lo he dividido en siglos, entre los<br />

cuales, por posibilida<strong>de</strong>s inmediatas <strong>de</strong><br />

trabajo, sale primero el correspondien_<br />

te al XIX. Utilizo la división en centurias,<br />

con un criterio absolutamente<br />

práctico, a sabiendas <strong>de</strong> lo poco que<br />

la historia se divi<strong>de</strong> cuando llega al<br />

fin <strong>de</strong> un siglo. Valga esto sobre todo<br />

para el XIX, <strong>de</strong>l cual tantas veces se<br />

ha dicho que se inicia en el 1808 (literariamente,<br />

incluso podría <strong>de</strong>cirse en<br />

1830), pero al que se estudia <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

1800, don<strong>de</strong> terminará el estudio <strong>de</strong>l<br />

XVffl.<br />

Como el lector pue<strong>de</strong> ver, se consi<strong>de</strong>ra<br />

documento toda manifestación<br />

oral o escrita referente a la historia<br />

política <strong>de</strong> España. Van incluidos en<br />

esta clasificación, pues, Tratados internacionales,<br />

arengas militares, discursos<br />

parlamentarios, cartas particulares,<br />

artículos <strong>de</strong> periódicos, especialmente<br />

editoriales; poesías alusivas a<br />

circunstancias <strong>de</strong>terminadas, Decretos,<br />

Leyes, etc., todo lo


sos, turísticos— que han presidido su<br />

creación. Consi<strong>de</strong>rándose hoy superado<br />

el viejo esquema <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s cuadriculadas,<br />

con sus bloques <strong>de</strong> casas<br />

trazados geométricamente, sin tener en<br />

cuenta el clima, la orientación, etc., se<br />

<strong>de</strong>dica una particular atención a todos<br />

los intentos <strong>de</strong> buscar una organización<br />

nueva más racional.<br />

El libro, como ya se ha dicho, se basa<br />

principalmente en la experiencia directa<br />

<strong>de</strong>l autor, que, por lo visto, no conoce<br />

<strong>de</strong> España más que Burgos y Avila.<br />

De Sudamérica se estudia sólo Santa<br />

Marta, <strong>de</strong> Colombia, como eiempío<br />

<strong>de</strong> una antigua ciudad virreinal que ha<br />

encontrado nuevo esplendor con la industria<br />

platanera, en manos <strong>de</strong> una<br />

Compañía norteamericana.—C. V.<br />

Otro valor muy <strong>de</strong>stacable en este<br />

magnífico estudio es el sobrio estilo<br />

empleado por el historiador, pues <strong>de</strong><br />

forma concisa y clara expone y analiza<br />

toda la obra <strong>de</strong> Isabel la Católica,<br />

a quien vemos viva y perfectamente enmarcada<br />

en su ambiente. Creemos que<br />

ésta es la única manera <strong>de</strong> no aburrir<br />

al público no especialista que se interesa<br />

por nuestra historia.<br />

Ballesteros Gaibrois cumple con esta<br />

su nueva obra una doble misión: la<br />

<strong>de</strong> mostrar a la reina tal como fue,<br />

no sólo al erudito, sino también a todos<br />

los que <strong>de</strong>seen conocer una figura<br />

tan señera en la historia <strong>de</strong>l mundo<br />

como la castellana Isabel.<br />

Ballesteros Gaibrois analiza documentos,<br />

estudia los hechos y los somete a<br />

juicios, a nuestro parecer, acertados.<br />

Las referencias bibliográficas son numerosas.<br />

También es muy interesante<br />

AS<br />

el Apéndice documental que Ballesteros<br />

Gaibrois reúne en estas páginas.<br />

No importa que los documentos publi.<br />

cados sean ya conocidos, pues Ballesteros<br />

no busca efectismos ni dar a eonocer<br />

lo insospechado. Lo que hace con<br />

acierto es presentar al lector muchos<br />

<strong>de</strong> los documentos necesarios para la<br />

comprobación <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> la genial<br />

reina y <strong>de</strong> los juicios expuestos por el<br />

historiador. Un itinerario <strong>de</strong> la reina,<br />

también incluido en este logradísimo<br />

estudio, nos muestra la gran actividad<br />

<strong>de</strong> aquella extraordinaria mujer.<br />

Muchos plácemes merece no sólo Ballesteros<br />

Gaibrois, sino también Marín<br />

Pérez, director <strong>de</strong> estas valiosas publicaciones<br />

segovianas, y la Excelentísima<br />

Diputación Provincial <strong>de</strong> Segovia, que<br />

da un alto . ejemplo cultural editando<br />

obras <strong>de</strong> tan acusado interés nacional.—R.<br />

M. .<br />

Hoy, por ventura, la música está saliendo<br />

<strong>de</strong>l aislamiento cultural en que<br />

tradicionalmente se ha movido entre<br />

nosotros. Un principal reducto, hasta<br />

ahora inaccesible a este arte, está a<br />

punto <strong>de</strong> ser conquistado por él. Con<br />

ello, el divorcio <strong>de</strong> nuestros intelectuales<br />

con lo musical —y <strong>de</strong>l que no eran<br />

solamente culpables los intelectualesparece<br />

llevar camino <strong>de</strong> terminar. Son<br />

muchos los universitarios que están<br />

<strong>de</strong>scubriendo un insospechado mundo<br />

nuevo que hasta añora les había quedado<br />

oculto por múltiples motivos. Uno<br />

muy principal, la ausencia <strong>de</strong> todo ri-<br />

COLECCIÓN<br />

O-CRECE-O-MUERE<br />

Director: FLORENTINO PÉREZ EMBID<br />

ÚLTIMOS NÚMEROS PUBLICADOS<br />

il.—La obra <strong>de</strong> William Faulkner,<br />

por F. Indurain.<br />

48. —Sermón <strong>de</strong> las Siete Palabras,<br />

por F. Sopeña.<br />

49.—Jesús Leoz, por Antonio Fernán<strong>de</strong>z-Cid.<br />

50.— Tres lemas <strong>de</strong> la sociedad futura,<br />

por Rafael Gambra.<br />

51.—Cristianismo y libertad, por<br />

Gustave Thibon.<br />

52.—El novelista ante el mundo,<br />

por José María Gironella.<br />

—EsiUas dx vivir y modos <strong>de</strong><br />

enfermar, por Juan José Ló.<br />

pez Ibor.<br />

54. —El problema <strong>de</strong> la libertad en<br />

el Islam, por Juan M. Ab<strong>de</strong>l-Jalil.<br />

55. - Or<strong>de</strong>n y jerarquía en la estructura<br />

social, por Santiago<br />

Galindo Herrero.<br />

)6. El cine y el espectador, por<br />

Miguel Siguan.<br />

57. La cultura en una <strong>de</strong>mocracia<br />

industrializada, por John T.<br />

CADA TITULO UN ÉXITO<br />

8 PESETAS EJEMPLAR<br />

BALLESTEROS GAIBROIS, MANUEL:<br />

La, obra <strong>de</strong> Isabel la Católica. Publieaciones<br />

Históricas <strong>de</strong> la Excelentísi-<br />

Vacaciones en el extranjero,' Unesco,<br />

ma Diputación Provincial <strong>de</strong> SegoVia.<br />

París, 1954.<br />

Segovia, 1953. 459 páginas.<br />

Por vez primera publica la Unesco<br />

Un acierto indudable y <strong>de</strong> gran valor la versión española <strong>de</strong> Vacaciones en el<br />

son estas Publicaciones Históricas <strong>de</strong> extranjero, un manual <strong>de</strong>stinado a dar<br />

la Excelentísima Diputación Provincial a conocer las facilida<strong>de</strong>s existentes. en<br />

<strong>de</strong> Segovia, dirigidas con hondo senti- cursos <strong>de</strong> vacaciones para extranjeros,<br />

do por Pascual Marín Pérez, actual-<br />

viajes <strong>de</strong> estudio y campos internaciomente<br />

al frente <strong>de</strong>l Gobierno Civil d^<br />

nales <strong>de</strong> trabajo voluntario. En esta<br />

Segovia, don<strong>de</strong> realiza una muy elogia-<br />

lista figuran más <strong>de</strong> trescientas organizaciones:<br />

Universida<strong>de</strong>s, Asociaciones<br />

ble labor cultural.<br />

obreras y entida<strong>de</strong>s juveniles que <strong>de</strong><br />

La obra <strong>de</strong> Isabel la Católica, últi- una y otra forma participan en los inmo<br />

libro <strong>de</strong> Ballesteros Gaibrois, que tercambios <strong>de</strong> maestros, profesores, es-<br />

hoy comentamos, obtuvo el Premio Napecialistas y estudiantes en treinta y<br />

cional <strong>de</strong> la Jefatura Provincial <strong>de</strong>l siete Estados.<br />

Movimiento <strong>de</strong> Segovia.<br />

Esta nueva edición ofrece un campo<br />

Tan interesante estudio <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> cada vez más amplio, y los países <strong>de</strong><br />

la máxima reina española reunía la América española. Argentina, Chile, Co-<br />

primera dificultad ya en el intento <strong>de</strong> lombia, Cuba, Ecuador, dan a enten-<br />

hacerlo, pues el pasar revista y enjui<strong>de</strong>r los esfuerzos, cada vez más imporciar<br />

obra tan colosal como la <strong>de</strong> .-.a tantes, que se realizan en los países <strong>de</strong><br />

reina Isabel es tarea dificultosa en ex- nuestra habla para favorecer los estutremo.<br />

Las interpretaciones <strong>de</strong> los hedios y la comunicación con las naciochos<br />

históricos, y mucho más los <strong>de</strong>l nes vecinas.<br />

caso que nos ocupa, tanto por la obra En 125 páginas se presenta una in-<br />

ingente <strong>de</strong> la reina católica como por formación sobre trescientas organiza-<br />

la gran cantidad <strong>de</strong> juicios anteriores, ciones universitarias, obreras y juveni-<br />

también obligan al historiador a un esles, excelente para quienes <strong>de</strong>seen aprofuerzo<br />

excepcional, máxime si dichas vechar las vacaciones y estudiar un<br />

interpretaciones aportan aspectos nue- país <strong>de</strong>terminado, sus modos <strong>de</strong> vida,<br />

vos, como en este estudio <strong>de</strong>l profe- sus instituciones <strong>de</strong> cultura y <strong>de</strong> edusor<br />

Ballesteros Gaibrois, quien se apocación.ya sólidamente, como correspon<strong>de</strong> a su La Unesco espera completar el ma-<br />

hondo conocimiento histórico, en los nual en años posteriores con los datos<br />

numerosos documentos <strong>de</strong>l extraordina- que le suministren los países que todario<br />

reinado, que es raíz <strong>de</strong> nuestra Esvía no han enviado información.—A. G.<br />

paña, árbol bien plantado que aún sigue<br />

dando frutos.<br />

SOPESA, FEDERICO: Historia <strong>de</strong> la<br />

Música. 2. a gor en el planteamiento radical <strong>de</strong> los bien trazada, en la que no <strong>de</strong>ja entre-<br />

problemas estéticos musicales, que llever al lector las soluciones y le obliga<br />

gaban al público envueltos en frivoli. a interesarse en la trama. Corren por<br />

dad y ridiculas vanida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> divos. estas páginas vientos <strong>de</strong> neorromanti-<br />

Todo esto se intenta superar. En esta<br />

cismo, que se confun<strong>de</strong>n con un rea-<br />

salvación <strong>de</strong> la música es capital la<br />

lismo empleado en los momentos que<br />

figura <strong>de</strong>l P. Sopeña. En sus innume-<br />

lo exige la acción. Sin embargo, y a<br />

rables trabajos periodísticos, en sus pesar <strong>de</strong> los muchos méritos <strong>de</strong> la obra,-<br />

libros y conferencias, ha buscado siemtiene<br />

ésta un <strong>de</strong>fecto esencial: el aupre<br />

la atención <strong>de</strong> quienes, en <strong>de</strong>finitor<br />

no se ha parado a pensar qué lentiva,<br />

importaban más, porque pue<strong>de</strong>n<br />

guaje convenía al joven estudiante <strong>de</strong><br />

aportar al juicio y goce <strong>de</strong> la obra,<br />

bachillerato que nos cuenta su intere-<br />

tras una sensibilidad <strong>de</strong>purada en la<br />

sante historia amorosa, y le hace ha-<br />

frecuentación <strong>de</strong> otras artes, mayor<br />

blar a lo largo <strong>de</strong> toda la obra, <strong>de</strong> la<br />

peso y medida, como fruto <strong>de</strong> una más que es personaje principalísimo, <strong>de</strong> for-<br />

profunda vida cultural: los universitama<br />

algo afectada, impropia <strong>de</strong> su edad<br />

rios. El libro cuya segunda edición co-<br />

y formación.—R. M. <<br />

mentamos está pensado para ellos, lo<br />

que significa que plantea todas las<br />

cuestiones <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la música<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> puntos <strong>de</strong> vista y con criterios<br />

CANSDALE, G. S.: Animales y hom-<br />

familiares al hombre culto, soslayando bres. Barcelona, 1954. Ayma. 254 pá-<br />

las cuestiones técnicas, que <strong>de</strong>ben ocuginas. Colección Los caminos <strong>de</strong> la<br />

par muy secundario lugar en obra <strong>de</strong> vida.<br />

este tipo. «Encuadrar la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> concierto<br />

en un mundo <strong>de</strong> cultura» —la El autor, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1948 dirige el<br />

tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> concierto; el rincón casero<br />

Zoo <strong>de</strong> Londres, examina el problema<br />

apacible con disco, libro o partitura; <strong>de</strong> las relaciones entre el hombre y los<br />

hasta la lectura recoleta, con <strong>de</strong>cios ter-<br />

animales <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todos los puntos <strong>de</strong><br />

pes, en el piano familiar, <strong>de</strong> la obra<br />

vista posibles. Se hace primero historia<br />

predilecta o discutida— es como el le-<br />

<strong>de</strong> la lucha mantenida por el hombre<br />

ma <strong>de</strong> este libro, que da la clave <strong>de</strong><br />

para alcanzar su predominio, muchas<br />

un justo entendimiento <strong>de</strong> lo musical, veces mediante la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> cier-<br />

como eslabón insustituible en la comtas<br />

especies. Con una mentalidad muy<br />

prensión <strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong> cada época. inglesa, Cansdale no parece estar muy<br />

¿Pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse el barroco sin Bach?<br />

seguro <strong>de</strong> que la victoria <strong>de</strong>l hombre<br />

¿Qué queda <strong>de</strong>l romanticismo sin la<br />

sea <strong>de</strong>l todo legítima. Partiendo <strong>de</strong>l<br />

música alemana?<br />

equilibrio natural entre la Naturaleza<br />

Con este capítulo musical en la his- y la fauna, se consi<strong>de</strong>ra la introducción<br />

toria <strong>de</strong> la cultura —mejor diría, con <strong>de</strong> nuevas especies como una altera-<br />

la presencia <strong>de</strong> la música en cada uno ción que con frecuencia trae malas con-<br />

<strong>de</strong> sus capítulos— se encuentra algo <strong>de</strong> secuencias, como ha podido verse en<br />

la ternura y comprensión que tanto ne- casos como las plagas <strong>de</strong> conejos en<br />

cesitamos.<br />

Australia. Se estudian <strong>de</strong>spués todos los<br />

servicios que los animales pue<strong>de</strong>n pres-<br />

Conservando los cuadros sinópticos <strong>de</strong> tar al hombre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> darle alimento y<br />

la primera edición, agotada hace tiem- vestido hasta hacerle compañía. El libro<br />

po, la obra ha sido revisada, añadién- resulta muy interesante y está todo él<br />

dosele un capítulo en que se recoge lo imbuido <strong>de</strong> cariño y comprensión por<br />

edición. Epesa. <strong>Madrid</strong>, más interesante y significativo <strong>de</strong> estos los animales.<br />

1954. 147 páginas.<br />

años. Creemos que esta Historia <strong>de</strong> la<br />

Música es <strong>de</strong>cisiva para esta nueva di-<br />

C. V.<br />

mensión que pue<strong>de</strong> suponer la música<br />

en nuestra cultura.—R. C.<br />

CLARASO, NOEL: Tres poetas junto<br />

al mar. Colección Literaria. Aguiiar,<br />

S. A. <strong>de</strong> Ediciones. <strong>Madrid</strong>, 1954.<br />

355 págs. 50 ptS.<br />

ATENEO<br />

AUNOS, EDUARDO: El jardín <strong>de</strong> los<br />

muertos. Editorial Planeta. Barcelona,<br />

1954. 213 págs. 50 pts.<br />

Nos presenta Eduardo Aunós en El<br />

jardín <strong>de</strong> los muertos una novela muy<br />

Es verda<strong>de</strong>ramente asombrosa la fecundidad<br />

<strong>de</strong> Noel Clarasó. Cuando queremos<br />

hablar <strong>de</strong>l que suponemos su<br />

último libro, nos dicen que acaba <strong>de</strong><br />

publicar uno nuevo, que inmediatamen-<br />

(Pasa a la página siguiente.)


(Viene <strong>de</strong> la página anterior.)<br />

le se convierte en el penúltimo, y es<br />

que este gran humorista trabaja muy<br />

en serio. Pero lo más sorpren<strong>de</strong>nte ni<br />

siquiera es su fecundidad, sino el elevado<br />

tono humorístico que sostiene, sin<br />

agotamiento,, libxo tras libro. Su última<br />

novela —¿será ya la penúltima?—<br />

es una historia <strong>de</strong> tres poetas que pasan<br />

una temporada en una playa. El<br />

asunto es sencillo, elemental, y toda la<br />

gracia —<strong>de</strong> muy buen cuño— resi<strong>de</strong> en<br />

las situaciones diversas por las que<br />

van pasando los personajes. Añadamos<br />

a esto el ingenioso diálogo, así corrió<br />

la disposición <strong>de</strong> la narración, que empieza<br />

por lo que lógicamente <strong>de</strong>biera<br />

ser lo último. Todo le sirve a Noel Clarasó<br />

para mostrarnos su vivo ingenio<br />

infatigable.—R. M.<br />

DUTOURD, JEAN: A. la buena mantequilla.<br />

Luis Miracle, editor. Barce<br />

lona- Í954. 301 págs. 5fi pts.<br />

A la buena mantequilla es una divertida<br />

novela, Premio Interaliado <strong>de</strong><br />

1952, en la que se satiriza con humor<br />

a los comerciantes que, aprovechando<br />

la escasez originada por la guerra, se<br />

enriquecieron a manos llenas en la vecina<br />

nación francesa. En un ambiente<br />

<strong>de</strong> humor, sátira y a veces caricatura,<br />

campea una censura acre contra los explotadores<br />

<strong>de</strong>l hambre y las situaciones<br />

anómalas. El realismo <strong>de</strong>l lenguaje<br />

bor<strong>de</strong>a frecuentemente un peligroso<br />

neonaturalismo que está rebrotando en<br />

diversos países. A veces, en medio <strong>de</strong><br />

un humor hiriente brilla en estas páginas<br />

una consoladora ternura—R. M.<br />

FERNANDEZ - FLOREZ, W.: Fuegos<br />

artificiales. Colección <strong>de</strong> Autores Españoies<br />

Contemporáneos. Editorial<br />

Planeta. Barcelona, 1954. 311 páginas.<br />

50 pts.<br />

Wenceslao Fernán<strong>de</strong>z-Plórez, la gran<br />

figura señera <strong>de</strong> nuestros novelistas <strong>de</strong><br />

humor, ha recogido en un tomo una<br />

<strong>de</strong>liciosa serie <strong>de</strong> narraciones breves,<br />

don<strong>de</strong> resaltan su aguda, penetrante<br />

ironía, y su característico humorismo.<br />

La amenidad <strong>de</strong> estas páginas es una<br />

prueba más <strong>de</strong> la perennidad <strong>de</strong> nuestro<br />

prestigioso y gran escritor. Destacan<br />

entre estas narraciones, por nombrar<br />

sólo algunas, El bacilo <strong>de</strong> Puig<br />

y Los reportajes <strong>de</strong> Leónidas Cadaval.<br />

i¿s verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong>stacable también<br />

el cuento titulado El último «.metro»,.<br />

don<strong>de</strong> Fernán<strong>de</strong>z-Flórez se aparta <strong>de</strong>l<br />

humorismo para penetrar con hondura<br />

en un tono más filosófico y dramático.—R.<br />

M.<br />

ROBERTS, CECIL: ün año <strong>de</strong> mi vida.<br />

Colección La v'ida vivida. Luis <strong>de</strong> Caralt,<br />

editor. Barcelona, 1954. 31G páginas.<br />

60 pts.<br />

Un año <strong>de</strong> mi vida, <strong>de</strong>l famoso escritor<br />

inglés Cecil Roberts, es un <strong>de</strong>licioso<br />

diario en el que el novelista<br />

nos cuenta los sucesos más <strong>de</strong>stacarles<br />

vividos por él a lo largo <strong>de</strong>l año 1950.<br />

La aguda penetración psicológica <strong>de</strong><br />

Roberts, sus dotes <strong>de</strong> observación y<br />

su ameno estilo hacen <strong>de</strong> Un año <strong>de</strong><br />

mi vida una obra verda<strong>de</strong>ramente interesante,<br />

que es, a la vez, un buen<br />

libro <strong>de</strong> viajes. España, Inglaterra, ¿3scocia,<br />

Italia, Francia, Austria y Estados<br />

Unidos fueron visitadas por el escritor,<br />

y <strong>de</strong> ellas nos habla, <strong>de</strong>leitándonos<br />

con sus apreciaciones <strong>de</strong> paisajes,<br />

ciuda<strong>de</strong>s, y hombres. La parte <strong>de</strong>dicada<br />

a España es muy <strong>de</strong>stacable no sólo<br />

• por tocarnos <strong>de</strong> cerca, sino también<br />

por los valiosos juicios que el escritor<br />

hace <strong>de</strong> nuestra patria, a la que ensalza<br />

con cariño no sólo en sus pelíezas,<br />

sino en sus orientaciones. Figuras<br />

conocidas <strong>de</strong> nuestra vida "cultural<br />

y nacional aparecen con frecuencia a<br />

lo largo <strong>de</strong> estas páginas, que se lee-acon<br />

verda<strong>de</strong>ro interés.—R. M.<br />

FERRAN, JAIME: Poemas <strong>de</strong>l viajero.<br />

Ediciones Laye. Barcelona, 1054. 64 páginas.<br />

30 pts.<br />

Apenas si hace dos años que Jaime<br />

Ferrán publicó su primer libro <strong>de</strong> versos,<br />

y ya goza <strong>de</strong> gran prestigio, siendo<br />

su nombre uno <strong>de</strong> los más valorauos<br />

entre los muchos e interesantes <strong>de</strong><br />

la que llamaríamos novísima generación.<br />

Su nueva obra, Poemas <strong>de</strong>l vidriero,<br />

ha obtenido el Premio Ciudad <strong>de</strong><br />

Barcelona 1953, uno <strong>de</strong> los galardones<br />

más preciados que actualmente se otorgan<br />

a la poesía.<br />

Es Poemas <strong>de</strong>l viajero un bello libro<br />

situado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la nueva corriente<br />

iniciada en España durante la posguerra,<br />

que atien<strong>de</strong> primordialmente a la<br />

poesía <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a, la cual se transforma<br />

en esencia <strong>de</strong>l poema, en entraña<br />

<strong>de</strong>l verso, <strong>de</strong>jando en segundo plano<br />

la brillantez <strong>de</strong> la imagen o <strong>de</strong> la metáfora.<br />

A las diversas formas <strong>de</strong> neoculteranismo<br />

que trajo la llamada ¡í-neración<br />

<strong>de</strong> la Dictadura, en las que<br />

se incluyen todos los ismos <strong>de</strong> la primera<br />

posguerra europea, se han unido<br />

ahora otras corrientes <strong>de</strong> índole clasvcista<br />

o romántica que enriquecen nuestra<br />

lírica, y también, algo más tardía,<br />

una dirección que llamaríamos conceptista,<br />

ajena al quevedismo, pero valorativa<br />

en extremo <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a, <strong>de</strong>l pensamiento,<br />

sobre las otras importantes<br />

cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l poema. Está todavía pui<br />

hacer un estudio <strong>de</strong> la gran riqueza<br />

<strong>de</strong> direcciones que se manifiestan en<br />

la gran poesía española <strong>de</strong> hoy. Jaime<br />

Ferrán, como <strong>de</strong>cimos, se nos presenta<br />

en su nuevo libro inmerso en el nuevo<br />

conceptismo. No le importa al poeta<br />

manejar elementos no tradicionales <strong>de</strong><br />

la lírica o sublimados por la expresión<br />

poética, sino que atien<strong>de</strong> esencialmente<br />

a que los vocablos sean <strong>de</strong> la vida<br />

común y cotidiana, expresión <strong>de</strong> ía vida<br />

real:<br />

Como una liana que con el árbol<br />

[crece,<br />

siento crecer en mí todo mi tiempo<br />

pasado, siento su abraso cada noche;<br />

aquella mañana que me escapé <strong>de</strong> casa<br />

porque quería marcharme con el circo,<br />

y mi traje encarnado <strong>de</strong> seda, con bordados<br />

blancos-, que me daba vergüenza porque<br />

[me parecía<br />

un traje <strong>de</strong> muchacha, y todas las hisítorias<br />

que mamá me contaba, y todos mit<br />

[hermanos,<br />

todos, sin olvidarme <strong>de</strong> ninguno.<br />

Lamentamos que la falta <strong>de</strong> espacio<br />

nos obligue a reducir nuestro comentario<br />

a lo esencial; pero no queremos<br />

<strong>de</strong>jar sin señalar la ternura que a veces<br />

<strong>de</strong>stella este último libro <strong>de</strong> Jaime<br />

Ferrán y el latido cristiano y amoroso<br />

que late en sus páginas.—R. M.<br />

REQUENA, JOSÉ MARÍA: Cua<strong>de</strong>rnos<br />

<strong>de</strong> poesía Agora. <strong>Madrid</strong>, 1954. 14 pá<br />

Aunque estos Cua<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> poesía<br />

Agora <strong>de</strong>ben ser calificados como revista<br />

<strong>de</strong> verso, reseñamos en esta ocasión<br />

el número <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1954, por<br />

estar <strong>de</strong>dicado íntegramente a un poeta,<br />

el joven José María Requena. Sus<br />

versos están en la línea que valora<br />

más la i<strong>de</strong>a, el pensamiento, que la<br />

metáfora sorpren<strong>de</strong>nte o la imagen;<br />

pero no par esto Requena <strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />

gustar <strong>de</strong> cierto neopopulansmo culto<br />

—valga la paradoja—, como en su poema<br />

Para cantar en primavera:<br />

Por las calles largas <strong>de</strong> mis ansiedano<br />

Quedan ventanas [<strong>de</strong>s<br />

por las que asomarme. _ '<br />

' ' • • ' • • - • R . M . •<br />

PREMIO JOSÉ MARÍA PEMAN<br />

A UN LIBRO DE POESÍAS<br />

El <strong>Ateneo</strong> <strong>de</strong> Cádiz convoca un<br />

concurso poético con ¡as siguientes<br />

bases:<br />

1.* Podrán concurrir a dicho<br />

premio todos los poetas españoles H<br />

hispanoamericanos.<br />

2.* Los libros presentados serán<br />

rigurosamente originales e inéditos.<br />

Los temas, métrica, etc., quedan a<br />

la libre elección <strong>de</strong>l autor, que sólo<br />

tendrá que someterse al límite <strong>de</strong><br />

la extensión, que será <strong>de</strong> ochocientos<br />

versos.<br />

3." Cada concursante podrá remitir<br />

cuantos libros originales e<br />

inéditos <strong>de</strong>see.<br />

4. 4 Los libros serán enviados,<br />

escritos a máquina por una sola,<br />

cara y a doble espacio, al señor<br />

vicepresi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l <strong>Ateneo</strong> <strong>de</strong> Oádiz,<br />

calle Duque <strong>de</strong> Tetuán, 13, sin<br />

firma y con lema. El concursante<br />

incluirá un sobre cerrado, en cuyo<br />

exterior se repetirá el título <strong>de</strong>l libro<br />

y en cuyo interior se consisrnesi<br />

su nombüft, apellidos y domicilio.<br />

5. ¥ La cuantía <strong>de</strong>l premio es <strong>de</strong><br />

3.000 pesetas, quedando e! libro a<br />

disposición <strong>de</strong>l <strong>Ateneo</strong>, que conservará<br />

su propiedad, reservándose el<br />

<strong>de</strong>recho <strong>de</strong> publicarlo o <strong>de</strong> conce<strong>de</strong>r<br />

al autor la facultad <strong>de</strong> haeefto<br />

por sí mismo, previa la solicitud<br />

correspondiente, hasta el 31 <strong>de</strong> diciembre<br />

<strong>de</strong> 1954. Pasada esta fecha<br />

sin haberse editado el autor<br />

podrá disponer libremente <strong>de</strong>l original.<br />

Igualmente el Jurado otorgará<br />

cuantas pensiones honoríficas<br />

crea oportunas.<br />

6.^ El plazo <strong>de</strong> admisión finalizará<br />

el domingo 15 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong><br />

1954. El fallo se hará público el 15<br />

<strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong>l mismo año, dándose<br />

a conocer la composición <strong>de</strong>l<br />

Jurado.<br />

CONCURSO DE GUIONES<br />

CINEMATOGRÁFICOS<br />

La revista «Incunable», en colaboración<br />

con el Cineclub Universitario<br />

<strong>de</strong> Salamanca, convoca un<br />

concurso <strong>de</strong> guiones cinematográficos,<br />

que se regirá por las siguientes<br />

bases:<br />

l. if Los trabajos presentados<br />

consistirán en la narración <strong>de</strong> un<br />

asunto <strong>de</strong> interés cinematográfico<br />

<strong>de</strong> ambiente español y preferentemente<br />

universitario, en forma literaria,<br />

no técnica.<br />

2, ? Se conce<strong>de</strong>rá un premio<br />

único, que no podrá <strong>de</strong>clararse <strong>de</strong>sierto,<br />

<strong>de</strong> 50.000 pesetas, ofrecido<br />

por don Ángel Martínez <strong>de</strong> OIcoz,<br />

quien adquirirá la propiedad <strong>de</strong>l<br />

guión premiado.<br />

3." Los trabajos <strong>de</strong>berán tener<br />

una extensión aproximada <strong>de</strong> SO<br />

a 100 folios a máquina, a una sola<br />

cara y a dos espacios.<br />

4." Los guiones <strong>de</strong>berán ser enviados<br />

a la Administración <strong>de</strong> «Incunable»,<br />

Compañía, 3, Salamanca.<br />

5.' Ei plazo <strong>de</strong> admisión se cerrara<br />

e) 31 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong>l corriente<br />

año.<br />

6. 9 El Jurado estará formado<br />

pov un representante <strong>de</strong> la revista<br />

«Incunable», otro <strong>de</strong>l Cineclub Universitario,<br />

el director <strong>de</strong> la productora<br />

Marco Furas o persona nombrada<br />

por él y un director español<br />

cuyo nombre se anunciará oportunamente.<br />

Salamanca, 1 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1954.<br />

Firman la convocatoria Ángel<br />

Martínez <strong>de</strong> Olcoz, director <strong>de</strong><br />

Marro Film; B. M. Patino, director<br />

<strong>de</strong>l Cineclub Universitario; Lamió<br />

e r t o <strong>de</strong> Echeverría, director <strong>de</strong><br />

«Incunable».<br />

DIECIOCHO MIL PESETAS EN<br />

PREMIOS PARA ALUMNOS DEL<br />

BACHILLERATO<br />

Los Padres agustinos <strong>de</strong>l Keul<br />

Colegio Alfonso XII, <strong>de</strong> El Escoria!,<br />

convocan un concurso literario para<br />

conmemorar ei XVI centenario<br />

<strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> San Agustín. Podrán<br />

concurrir a él todos los alumnos<br />

y alumnas que acrediten cursar<br />

e! Bachillerato español en la fecha<br />

<strong>de</strong> esta' convocatoria.<br />

Se estipulan tres temas: «San<br />

Agustín escolar y San Agustín profesor»,<br />

según sus «Confesiones»;<br />

«Mapa geográfico <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> San<br />

Agustín, con una breve ' explicación»;<br />

«Amor <strong>de</strong> San Agustín a su<br />

madre», según sus «Confesiones»,<br />

y una poesía <strong>de</strong> tema libre <strong>de</strong>dicada<br />

á San Agustín.<br />

Se otorgarán cuatro premios, indistintamente,<br />

por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> méri-<br />

' tos. Dichos premios consisten en<br />

una beca <strong>de</strong> interno en el Real Colegio<br />

<strong>de</strong> El Escorial durante un<br />

año ó 10.000 pesetas, media beca o<br />

5.000 pesetas, 2.000 y 1.000 pesetas.<br />

Si resultase premiada una alumna<br />

tendría que optar por el premio en<br />

metálico.<br />

Los trabajos tendrán una extensión<br />

mínima <strong>de</strong> 20 cuartillas y 100<br />

versos en rima libre la poesía, anviándose<br />

a «Concurso escolar pro<br />

centenario <strong>de</strong> San Agustín. Keaí<br />

Colegio <strong>de</strong> Alfonso XII. El Escorial»,<br />

antes <strong>de</strong>l 15 <strong>de</strong> septiembre<br />

próximo, en sobre cerrado, bajo Jema<br />

y en sobre aparte nombre y<br />

dirección.<br />

15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954 j


ATALAYA SOBRE EL MUND<br />

QUITO: X ANIVERSARIO DE LA<br />

CASA DE LA CULTURA<br />

ECUATORIANA<br />

La Casa <strong>de</strong> la Cultura Ecuatoriana<br />

celebra en este año el X aniversario<br />

<strong>de</strong> su fundación. Con este<br />

motivo dicha institución ha<br />

preparado un amplio programa <strong>de</strong><br />

actos, según nos informa «E! Comercio»,<br />

<strong>de</strong> Quito, <strong>de</strong> 16 <strong>de</strong> marzo<br />

pasado, entre los que tendrá lugar<br />

una serie <strong>de</strong> «mesas redondas»<br />

referentes a temas <strong>de</strong> interés palpitante<br />

para Iberoamérica y para<br />

el Ecuador. Las reuniones citadas<br />

se extien<strong>de</strong>n entre el 24 <strong>de</strong> marzo<br />

y el 6 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong>l año en curso.<br />

Hasta ahora han tenido lugar<br />

las <strong>de</strong> «El Premio Nobel <strong>de</strong> Literatura<br />

y la América Española», a<br />

cargo <strong>de</strong> don Benjamín Carrión,<br />

director <strong>de</strong> la propia entidad; «Reformas<br />

a la educación secundaria»,<br />

a cargo <strong>de</strong>l doctor Emilio Uzcátegui;<br />

«Bases para el establecimiento<br />

<strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong>l hombre ecuatoriano<br />

y los museos correspondientes»,<br />

por don Carlos Manuel Larrea;<br />

«Cómo se pue<strong>de</strong> llegar a hacer<br />

arte americano», por don José<br />

Enrique Guerrero, * y «Reformas a<br />

la educación primaria», dirigida por<br />

el profesor Edmundo Cabo. Entre<br />

otras intervenciones, el profesor<br />

Osear Efrén Reyes tratará el tema<br />

«Si los orígenes <strong>de</strong> la nacionalidad<br />

ecuatoriana <strong>de</strong>berían <strong>de</strong>terminarse<br />

en el reino <strong>de</strong> Quito o en<br />

la colonización española» el 11 íle<br />

agosto; y el 22 <strong>de</strong> septiembre, el<br />

doctor Luis Bossano hablará sobre<br />

«Perspectivas generales en torno a<br />

la solución <strong>de</strong>l problema indígena».<br />

Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que en el conjunto<br />

<strong>de</strong> los actos previstos, un porcentaje<br />

importante <strong>de</strong> las más <strong>de</strong>stacadas<br />

figuras <strong>de</strong> la intelectualidad<br />

y el Gobierno ecuatorianos tomarán<br />

parte activa en los <strong>de</strong>bates, bien<br />

como ponentes, bien como directores.<br />

El grupo intelectual integrado en<br />

esta institución y en la revista que<br />

lleva su mismo título, es <strong>de</strong> los que<br />

más personalidad cultural han alcanzado<br />

en el momento actual <strong>de</strong><br />

Iberoamérica. En general hemos<br />

podido percibir en varios colaboradores<br />

<strong>de</strong> la revista «Casa <strong>de</strong> ¡a<br />

Cultura Ecuatoriana» una marcada<br />

ten<strong>de</strong>ncia a izquierda, entreverada<br />

con ese matiz laicista que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace siglo y medio tanto ha<br />

contribuido a empobrecer el patrimonio<br />

espiritual y cristiano <strong>de</strong> todo<br />

el mundo ibérico. Es difícil que<br />

una labor <strong>de</strong> <strong>de</strong>slealtad al cristianismo<br />

y <strong>de</strong> materialización espiritual<br />

<strong>de</strong> nuestros pueblos como ia<br />

que ha dado origen al ambiente en<br />

que se han formado las actuales<br />

minorías cultas iberoamericanas<br />

— y, por supuesto, enormes contingentes<br />

<strong>de</strong> la población— pueda ce<strong>de</strong>r<br />

hoy el paso a Ja nueva actitud<br />

creadora y cristiana que está<br />

reservada al mundo ibérico en el<br />

actual conflicto mundial <strong>de</strong> fuerzas.<br />

Es difícil que esos hombres<br />

puedan dar hoy con el verda<strong>de</strong>ro<br />

camino don<strong>de</strong> se dibuja la única<br />

renovación juvenil y esperanzadora<br />

posible <strong>de</strong> la Humanidad. Mucho<br />

más fácil es atrincherarse en<br />

las cómodas posiciones <strong>de</strong> la reacción,<br />

laicista y anticristiana <strong>de</strong> cuño<br />

liberal, o en sus posiciones gemelas<br />

<strong>de</strong> cuño marxista. Pero sí<br />

<strong>de</strong>searíamos que los hombres más<br />

limpios y generosos <strong>de</strong> grupos tan<br />

<strong>de</strong>stacados como este al que nos<br />

venimos refiriendo, se plantearan<br />

su responsabilidad personal y colectiva<br />

frente al <strong>de</strong>stino cristiano<br />

<strong>de</strong> Iberoamérica, sin abandonar,<br />

por supuesto, cuanto pueda haber<br />

<strong>de</strong> legítimo en or<strong>de</strong>n a lo. avanzado<br />

<strong>de</strong> sus principios intelectuales<br />

y sociales, porque hoy, como siempre,<br />

sólo podrá la Iglesia Católica<br />

realizar con eficacia su misión <strong>de</strong><br />

salud en el seno <strong>de</strong> la sociedad hu- ¡<br />

mana, en la medida en que los<br />

cristianos lo sean auténticamente<br />

y sepan respon<strong>de</strong>r con inteligencia<br />

y osadía a las angustias <strong>de</strong> su tiempo.<br />

No hay que <strong>de</strong>cir que en esta<br />

dimensión el programa <strong>de</strong> actos sobre<br />

temas <strong>de</strong> interés palpitante<br />

para Iberoamérica y el Ecuador,<br />

elaborado por los directivos <strong>de</strong> la<br />

Casa <strong>de</strong> la Cultura, nos parece inexplicablemente<br />

mezquino. Precisamente<br />

en el punto esencial que ha<br />

<strong>de</strong> encarar constructivamente la<br />

incitante aventura histórica <strong>de</strong><br />

nuestros pueblos hacia el futuro.<br />

Entre los libros editados en fecha<br />

reciente, o que están a punto<br />

<strong>de</strong> ser publicados por la Casa <strong>de</strong> la<br />

Cultura Ecuatoriana, <strong>de</strong>stacan:<br />

«Historia <strong>de</strong> la Literatura Ecuatoriana»,<br />

<strong>de</strong> Isaac J. Barreras; «San<br />

Miguel <strong>de</strong> Unamuno»r <strong>de</strong> Banjamín<br />

Carrión; «Plata y bronce», <strong>de</strong> Fernando<br />

Chaves; «Viento amarrado»,<br />

<strong>de</strong> Mirtha Gandolfo; «Fundamentos<br />

<strong>de</strong>l Derecho Civil Ecuatoriano»,<br />

<strong>de</strong> Alfredo Pérez Guerrero; «En los<br />

surcos <strong>de</strong> la ciencia», <strong>de</strong> Alberto<br />

Semanate, O. P.; «El indio ecuatoriano»<br />

(cuarta edición), <strong>de</strong> Pío -íaramillo<br />

Alvaraclo; «La isla virgen»<br />

(segunda edición), <strong>de</strong> Demetrio<br />

Aguilera Malta, y «José Martí», <strong>de</strong><br />

Augusto Arias.<br />

LA HABANA: UN NUEVO<br />

PREMIO CULTURAL PARA<br />

AMERICA<br />

Un poeta y escritor uruguayo,<br />

Edgardo Ubaldo Genta, ha publica •<br />

do en el número <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong><br />

«América», revista <strong>de</strong> la Asociación<br />

<strong>de</strong> Escritores y Artistas Americanos<br />

que se edita en La Habana,<br />

unas notas en las que contribuye<br />

a la corriente <strong>de</strong> opinión que está<br />

tratando <strong>de</strong> dar realidad a la i istitución<br />

<strong>de</strong> un Premio América<br />

que venga a suponer algo así como<br />

una réplica al Premio Nobel, cuya<br />

parcialidad a favor <strong>de</strong> los valores<br />

europeos viene dándose por averiguada<br />

en algunas círculos intelectuales<br />

hispanoamericanos.<br />

A juicio <strong>de</strong> Edgardo Ubaldo Genta,<br />

este nuevo premio internacional<br />

<strong>de</strong>bería otorgarse anualmente<br />

a obras americanistas <strong>de</strong> cualquier<br />

género literario o científico que<br />

fueran constituyendo cuerpos especiales<br />

<strong>de</strong> volúmenes referidos a<br />

la escuela <strong>de</strong> América, a su historia,<br />

a su novela, poesía, arquitectura,<br />

arqueología y a las diversas<br />

ciencias. Se trataría sólo, en <strong>de</strong>finitiva,<br />

<strong>de</strong> organizar un estímulo intelectual<br />

específicamente americano<br />

que pudiera alcanzar la máxima<br />

resonancia universal y contribuyese<br />

a vigorizar el servicio que<br />

los hombres <strong>de</strong> América han <strong>de</strong><br />

aportar a la noble causa <strong>de</strong> una<br />

humanidad mejor.<br />

SAN JUAN DE PUERTO RICO:<br />

LA BATALLA POR LA PUREZA<br />

DEL IDIOMA<br />

En el diario «El Imparcial», úe<br />

San Juan, pudimos leer el 14 <strong>de</strong><br />

febrero una enérgica protesta contra<br />

quienes, teniendo la responsabilidad<br />

<strong>de</strong> informar, educar y divertir<br />

a diario <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los micrófonos<br />

al pueblo portorriqueño, «asesinan<br />

la sintaxis, mutilan la prosodia<br />

y pueblan el aire <strong>de</strong> frases<br />

burdas y conceptos vulgares». La<br />

nota, suscrita por J. Amoldo Meyners,<br />

atacaba con indignación los<br />

«casos <strong>de</strong>plorables en que el austero<br />

instrumento <strong>de</strong> expresión que<br />

nos legaron nuestros mayores, el<br />

idioma castellano, se proyecta al<br />

exterior <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Puerto Rico con giros<br />

híbridos y resabios disonantes».<br />

Más a<strong>de</strong>lante añadía: «Es cierto<br />

que son muy pocos los rincones <strong>de</strong>l<br />

mundo don<strong>de</strong> —el castellano— se<br />

habla con toda corrección. En la<br />

misma España sólo hay unas pocas<br />

regiones don<strong>de</strong> el español se<br />

emplea con todo su esplendor y<br />

belleza. Pero en la radio <strong>de</strong>be exigirse<br />

una razonable capacidad para<br />

pronunciar y construir el idioma.»<br />

Y termina pidiendo que se legisle<br />

para corregir tales abusos.<br />

Pueblos como Puerto Rico, enclavado<br />

en pleno cruce .<strong>de</strong> culturas,<br />

es bien cierto que necesitan estar<br />

sobre sí mismos en continua vigilancia<br />

para que el tesoro vivo y<br />

preciado <strong>de</strong> su lenguaje no se convierta<br />

' al cabo <strong>de</strong> unas generaciones<br />

en jerga <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte y sin alma,<br />

reveladora <strong>de</strong> la renuncia colectiva<br />

<strong>de</strong> una comunidad política a su<br />

propia personalidad histórica. M<br />

camino que lleva Puerto Rico para<br />

orgullo suyo y nuestro, no es<br />

éste, sino que su pujante Universidad<br />

es dé las más <strong>de</strong>stacadas <strong>de</strong><br />

Iberoamérica; en ella se mantiene<br />

patente su entera filiación hispá-<br />

nica, y el nivel cultural <strong>de</strong>l pueblo<br />

compite también -ventajosamente<br />

con el <strong>de</strong> sus vecinos pueblos hermanos.<br />

Sin embargo, la progresiva<br />

corrupción idiomática que se extien<strong>de</strong><br />

en aígunos sectores <strong>de</strong>l<br />

mundo ibérico, no como síntoma <strong>de</strong><br />

renovación y crecimiento expresivo<br />

<strong>de</strong>l lenguaje, sino <strong>de</strong> irresponsable<br />

dimisión colectiva ante lo extraño,<br />

merece, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, la repulsa<br />

cívica <strong>de</strong> todos los hombres que<br />

recibimos <strong>de</strong> nuestros antepasados<br />

un tesoro que hemos <strong>de</strong> transmitir<br />

a nuestros <strong>de</strong>scendientes, y a<strong>de</strong>más<br />

la represión <strong>de</strong>cidida <strong>de</strong> los Gobiernos<br />

que tengan confiado nuestro<br />

bien común.<br />

También es conveniente que se<br />

pronuncien con claridad las orientaciones<br />

<strong>de</strong> la opinión pública acerca<br />

<strong>de</strong>l contenido mismo <strong>de</strong> los programas<br />

<strong>de</strong> radiodifusión en nuestros<br />

distintos países. El sostenimiento<br />

comercial <strong>de</strong> casi todas las<br />

emisoras y el escaso sentido <strong>de</strong> responsabilidad<br />

pública, espiritual, cultural<br />

e histórica <strong>de</strong> muchos directores<br />

<strong>de</strong> programas radiofónicos,<br />

pue<strong>de</strong>n contribuir peligrosamente<br />

a acelerar la masificación embrutecedora,<br />

la grosería mental y la pérdida<br />

<strong>de</strong> la conciencia inteligente y<br />

patriótica <strong>de</strong> nuestra gran comunidad<br />

intercontinental en extensos<br />

sectores <strong>de</strong> las muchedumbres <strong>de</strong><br />

nuestros pueblos.<br />

BUENOS AIRES: ESTUDIOS<br />

SOBRE EL MARXISMO<br />

La revista «Dinámica Social»,<br />

que sirve <strong>de</strong> portavoz al Centro <strong>de</strong><br />

Estudios Económico - Sociales <strong>de</strong><br />

Buenos Aires, al cual está vinculada<br />

también la Editorial <strong>de</strong> Autores,<br />

está preparando para septiembre<br />

u octubre un importante número<br />

especial, <strong>de</strong>dicado al análisis<br />

crítico <strong>de</strong> la teoría y <strong>de</strong> la realidad<br />

política marxista, reuniendo estudios<br />

<strong>de</strong> los más <strong>de</strong>stacados especialistas<br />

en la materia para presentar<br />

un panorama total <strong>de</strong> las proyecciones<br />

<strong>de</strong> dicha concepción <strong>de</strong>l<br />

mundo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento <strong>de</strong> su<br />

formulación hasta nuestros días, así<br />

como un acabado análisis <strong>de</strong> sus tesis<br />

fundamentales.<br />

El rigor científico que progresivamente<br />

ha ido adquiriendo esta<br />

revista, así como la indiscutible<br />

calidad <strong>de</strong> no pocos <strong>de</strong> los trabajos<br />

en ella aparecidos, nos permiten esperar<br />

que este próximo número<br />

especial responda enteramente al<br />

interés y a la oportunidad <strong>de</strong>l tema.<br />

ATENEO 27


«LA VIE INTELECTUELLE»:<br />

PROMETEO T LA AMENAZA<br />

ATÓMICA<br />

VJOS ha hecho reflexionar el ecütorial<br />

<strong>de</strong>l número <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong><br />

«La Vie Intelectuelle». Se titula<br />

«El drama <strong>de</strong> Prometeo». Recoge<br />

la coinci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> ia crisis .interior<br />

<strong>de</strong> Oppenheimer, el sabio que parece<br />

haber sido artífice <strong>de</strong> las gigantescas<br />

explosiones nucleares recientes<br />

y, consiguientemente, <strong>de</strong>l<br />

po<strong>de</strong>río universal norteamericano,<br />

con el mensaje <strong>de</strong> Pascua <strong>de</strong>l Soberano<br />

Pontífice, en el cual, empleando<br />

un tono <strong>de</strong> <strong>de</strong>sacostumbrada<br />

dureza, el Papa rompía el silencio<br />

<strong>de</strong> su grave enfermedad para<br />

con<strong>de</strong>nar la guerra atómica ante<br />

los jefes <strong>de</strong> pueblos <strong>de</strong>l Occi<strong>de</strong>nte<br />

y <strong>de</strong>l Oriente.<br />

El panorama <strong>de</strong> una aniquilación<br />

sin prece<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> las poblaciones<br />

<strong>de</strong>l planeta parece haber movido a<br />

una coínei<strong>de</strong>nte repulsa, tanto al<br />

sabio agnóstico, que ha llegado a<br />

dudar <strong>de</strong> su obra y <strong>de</strong> sí mismo,<br />

y a algunos <strong>de</strong> sus colaboradores,<br />

como al Jefe religioso <strong>de</strong> la Humanidad,<br />

que ha rehusado así, una<br />

ve» más, enfeudarse a ninguna <strong>de</strong><br />

las dos fuerzas en pugna. Oppenheimer<br />

se ha convertido <strong>de</strong> golpe<br />

en sospechoso, y ha sido relevado<br />

<strong>de</strong> las funciones oficiales, que hacían<br />

<strong>de</strong> él «un ingeniero <strong>de</strong>l infierno»;<br />

y con él, parece que por escrúpulos,<br />

o quizá por remordimientos,<br />

se ha conmovido en sus convicciones<br />

una élite <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s intelectuales<br />

que militaban en la zona<br />

más avanzada <strong>de</strong> la ciencia mo<strong>de</strong>rna.<br />

El editorial <strong>de</strong> «La, Vie Intelectuelle»<br />

plantea una <strong>de</strong>licada, cuestión<br />

<strong>de</strong> fondo ai advertir que, junto<br />

a la con<strong>de</strong>na religiosa y moral<br />

<strong>de</strong>l terror atómico, se encuentra<br />

planteado el problema práctico <strong>de</strong><br />

encontrar una política, una actitud<br />

temporal, que nos libre <strong>de</strong> participar<br />

en esa mentalidad <strong>de</strong> guerra<br />

y <strong>de</strong> miedo recíproco que acaba <strong>de</strong><br />

con<strong>de</strong>narse precisamente. Porque<br />

ante una llamada tan conmovedora,<br />

tan convincente y tan afín con<br />

nuestra propia sensibilidad como la<br />

<strong>de</strong> Pío XII, no es posible disimular<br />

que todos los aspectos <strong>de</strong>l asunto,<br />

que correspon<strong>de</strong>n al or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>t<br />

pensamiento y <strong>de</strong> la acción, permanecen<br />

trágicamente en suspenso.<br />

La revista se pregunta si la <strong>de</strong>strucción<br />

atómica ha pasado a ser<br />

el mal absoluto que convenga evitar<br />

a cualquier precio; si ello no<br />

sería dar a cualquier tirano que<br />

dispusiera <strong>de</strong>l monopolio atómico<br />

el dominio absoluto sobre las almas<br />

y sobre los cuerpos, en toda la extensión<br />

<strong>de</strong> la tierra, <strong>de</strong> modo que<br />

para rechazar el Apocalipsis se viniera<br />

a colaborar al advenimiento<br />

<strong>de</strong>l Anticristo; si no tiene ya razón<br />

<strong>de</strong> ser el viejo heroísmo que estimaba<br />

la muerte preferible a la servidumbre;<br />

si la situación actual<br />

<strong>de</strong>scubre, en <strong>de</strong>finitiva, una nueva<br />

dimensión <strong>de</strong> la guerra, porque esta<br />

vez es la humanidad entera la<br />

que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer, o si ocurre<br />

sólo que las armas nucleares nos<br />

permiten conocer mejor el verda<strong>de</strong>ro<br />

semblante <strong>de</strong> la guerra, tradicionalmente<br />

enmascarado con<br />

apariencias convencionales y tranquilizadoras;<br />

si la guerra ha terminado<br />

por <strong>de</strong>rramar el inftierno sobre<br />

la tierra, o ha sido siempre,<br />

sencillamente, el infierno. Cuestiones<br />

todas que filósofos y teólogos<br />

EN SUS VISTAS<br />

están comprometidos a esclarecer<br />

ante los hombres <strong>de</strong> nuestro tiempo,<br />

en relación con el hecho <strong>de</strong> la<br />

guerra, el cual ha <strong>de</strong> ser afrontado<br />

y pensado <strong>de</strong> una vez por la<br />

inteligencia humana, que ha solido<br />

recurrir a menudo, en su presencia,<br />

á técnicas <strong>de</strong> huida.<br />

Termina el editorial por <strong>de</strong>jar<br />

formulados algunos <strong>de</strong>sgarradores<br />

ilogismos <strong>de</strong> Ia~ situación en que se<br />

<strong>de</strong>bate el mundo contemporáneo;<br />

por ejemplo, para prohibir las armas<br />

atómicas hay que restablecer<br />

una confianza que nadie podrá sentir<br />

mientras subsistan dichos armamentos;<br />

o también, dado que,<br />

<strong>de</strong> buen o mal grado, el hombre<br />

occi<strong>de</strong>ntal está emplazado en un<br />

campo, geográfica o i<strong>de</strong>ológicamente,<br />

¿cómo relacionar la con<strong>de</strong>na <strong>de</strong><br />

la bomba atómica como mal absoluto<br />

con la afirmación, al parecer<br />

nada dudosa, <strong>de</strong> que sólo lá superioridad<br />

nuclear <strong>de</strong> Norteamérica<br />

ha impedido que Europa fuera sovietizada<br />

en los primeros años que<br />

siguieron a la guerra mundial?<br />

Bueno es que Prometeo se pregunte<br />

si no ha cometido un sacrilegio<br />

ro"bando el fuego <strong>de</strong>l cielo. Pero el<br />

ciudadano o el gobernante cristiano,<br />

que saben que lo merecedor <strong>de</strong><br />

maldición no es la nueva energía,<br />

sino, una vez más, el odio humano,<br />

no pue<strong>de</strong>n eludir ni el absoluto <strong>de</strong><br />

la caridad ni el <strong>de</strong>ber político. Sólo<br />

quienes sean capaces <strong>de</strong> sufrir en<br />

todo su rigor tales <strong>de</strong>sgarramientos<br />

podrían inventar un día los pensamientos<br />

y las acciones que nos<br />

liberten. Porque se ve bien bajo<br />

qué inspiraciones podrá reconciliarse<br />

el espíritu prometeico con las<br />

verda<strong>de</strong>s eternas <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> ia<br />

paz; pero no se ve por qué caminos.<br />

Abandonamos ahora el trabajo,<br />

cuyo contenido hemos venido siguiendo<br />

hasta aquí muy <strong>de</strong> cerca,<br />

para añadir una doble consi<strong>de</strong>ración,<br />

que está, a nuestro juicio, en<br />

la raíz <strong>de</strong> la solución al magno<br />

problema planteado.<br />

En cuanto a su dimensión religiosa,<br />

está claro para un cristiano<br />

que siempre ha sido el azote <strong>de</strong> \i<br />

guerra lo que era en el ánimo Je<br />

Dios, cuando en los libros proféticos<br />

<strong>de</strong>l Antiguo Testamento le<br />

anunciaba con reiteración a su pueblo<br />

sus estragos; «Echaré sobre ti<br />

tus obras y pondré en tu seno' tus<br />

abominaciones» (Ez., 7, 9); «Yo les<br />

echaré sus obras sobre la cabeza»<br />

(Ibíd-, 11, 21); «Cuando por haberse<br />

rebelado pérfidamente contra -VIí<br />

!a tierra, tienda Yo mi brazo contra<br />

ella...» (Ibíd., 14, 13); «Echaré<br />

tus caminos sobre tu cabeza» (Ibí<strong>de</strong>m,<br />

16, 43); porque «recorred las<br />

calles <strong>de</strong> Jerusalén; ved e informaos;<br />

buscad por sus plazas, a ver<br />

si halláis un varón, uno sólo, que<br />

obre según justicia, que guar<strong>de</strong><br />

fi<strong>de</strong>lidad, y lo perdonaré» (Jer., 5,<br />

1); pero «¡ay <strong>de</strong> la ciudad frivola!,<br />

¡ <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ella todo es injusticia!,<br />

¡como mana el agua <strong>de</strong> los pozos,<br />

así mana en ella la iniquidad!»<br />

(Ibíd., 6 6); por eso «tropezó el<br />

fuerte con el fuerte, y ambos juntamente<br />

cayeron» (Ibíd.', 46, 12);<br />

«He aquí que lo que yo había edificado<br />

lo <strong>de</strong>struyó, lo que había<br />

plantado lo arranco» (Ibíd., 45, 4);<br />

«Olivo siempre ver<strong>de</strong> y hermoso te<br />

quiso Yavé; pero he pegado a tu<br />

copa fuego, que abrasó tu ramaje»<br />

(Ibíd., 11, 16). Sencillamente, cuando<br />

no hay otra salida, Dios <strong>de</strong>ja<br />

que la corrupción colectiva <strong>de</strong> las<br />

yocieda<strong>de</strong>s se compense con su mismo<br />

sufrimiento colectivo, en el secreto<br />

<strong>de</strong> la contabilidad <strong>de</strong>l gran<br />

Sacrificio, que sólo Dios conoce, y<br />

que culmina en el <strong>de</strong> la propia divina<br />

Inteligencia Encarnada sobre<br />

la cruz. Esta es la única y venerable<br />

explicación <strong>de</strong>l dolor humano:<br />

niños infelices, seres enfermos,<br />

angustiados, muchedumbres exterminadas.<br />

Ahí está la espantosa responsabilidad<br />

<strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Dios,<br />

ios que recibimos la vida sólo para<br />

que en, nuestra ciudad hubiera menos<br />

dolor y más claridad <strong>de</strong> Dios,<br />

si el dolor siguiera rugiendo y las<br />

tinieblas fueran cada vez mayores<br />

en torno nuestro. Sólo una nación<br />

con un espíritu cristiano viviente<br />

en sus muchedumbres podría entrar<br />

con verda<strong>de</strong>ro aplomo interior en<br />

un conflicto exterminador y apocalíptico<br />

como el que se barrunta en<br />

el horizonte.<br />

Los que formen parte <strong>de</strong> los equipos<br />

responsables <strong>de</strong>l gobierno o <strong>de</strong><br />

la opinión <strong>de</strong> los pueblos necesitan<br />

extraordinaria inteligencia, especial<br />

buena voluntad y una presencia <strong>de</strong><br />

ánimo también excepcional. Sólo<br />

países cristianos y dirigentes xristianos<br />

así entendidos podrán merecer<br />

<strong>de</strong> Dios la clarivi<strong>de</strong>ncia y la<br />

fortaleza suficientes para rectificar<br />

los propios caminos <strong>de</strong> su colectividad,<br />

quizá en beneficio <strong>de</strong> todos.<br />

Lo que hoy ocurre en el mundo es<br />

que, más que nunca, es la hora di?<br />

los pueblos cristianos, si saben hacer<br />

gravitar su rico patrimonio espiritual,<br />

tanto en el vigor interno<br />

<strong>de</strong> sus estructuras como en los caminos<br />

<strong>de</strong> la Humanidad. Cierto,<br />

pues, que a los hombres <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte<br />

no nos queda otra alternativa<br />

sino estar con nuestro tipo <strong>de</strong><br />

humanidad occi<strong>de</strong>ntal, pero a conciencia<br />

<strong>de</strong> que este Occi<strong>de</strong>nte no<br />

pasará <strong>de</strong> ser —si Dios quiere que<br />

lo sea— la mera posibilidad histórica<br />

<strong>de</strong> inventar en el futuro esa<br />

sociedad cristiana, civilización <strong>de</strong><br />

justicia y <strong>de</strong> amor, que el mismo<br />

Occi<strong>de</strong>nte corrompió en su propio<br />

pasado y que Oriente quiere ahora<br />

eliminar para siempre <strong>de</strong> las posibilida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>l porvenir.<br />

«FRANKFURTER HEFTE»: LU-<br />

CHA CULTURAL EN POLONIA<br />

Coincidiendo con las noticias sobre<br />

intensificación <strong>de</strong> la lucha contra<br />

el catolicismo polaco por parte<br />

<strong>de</strong>l régimen <strong>de</strong> Varsovia, que culminan<br />

últimamente en el presagio<br />

<strong>de</strong> la pronta clausura <strong>de</strong>finitiva <strong>de</strong><br />

la Universidad Católica <strong>de</strong> Lublín,<br />

única que había podido resistir la<br />

presión oficial atea, hemos encontrado<br />

en el número <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong><br />

«Frankfurter Hef te» la primera<br />

parte <strong>de</strong> un trabajo <strong>de</strong> Ta<strong>de</strong>usz Poraj-Kobielski<br />

acerca <strong>de</strong> la «Kulturkampf<br />

en Polonia». Partiendo <strong>de</strong> la<br />

arraigada tradición eclesiástica nacional,<br />

<strong>de</strong> marcada ten<strong>de</strong>ncia conservadora,<br />

en la que hasta la última<br />

güera mundial los grupos jóvenes<br />

<strong>de</strong> vanguardia social, por ejemplo,<br />

apenas pudieron ejercer influencia,<br />

el autor <strong>de</strong>scribe, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

punto <strong>de</strong> vista católico, la tragedia<br />

<strong>de</strong> las dos invasiones sucesivas y la<br />

impresionante evolución <strong>de</strong>l actual<br />

régimen comunista, que hasta el<br />

año 1948 tomó parte oficial, coa<br />

sus altos dignatarios y sus milicias,<br />

en todas las ceremonias públicas<br />

y solemnes <strong>de</strong> la Iglesia, tales como<br />

festivida<strong>de</strong>s religiosas nacionales,<br />

procesiones <strong>de</strong>l Corpus, etc.<br />

Ya en los años posteriores, el Gobierno<br />

comunista ha ido sintiéndose<br />

más seguro, y el asedio al catoli.<br />

cismo —profesado por la totalidad<br />

<strong>de</strong> la nación y dueño anteriormente<br />

<strong>de</strong> toda la vida cultural— se ha Ido<br />

haciendo asfixiante.<br />

«TEMOIGNAGE CHRETIEN»: LA<br />

EDUCACIÓN DE LA INFANCIA<br />

EN ORIENTE Y OCCIDENTE<br />

Del 21 al 26 <strong>de</strong> abril se han celebrado<br />

en París las «Jornadas Internacionales<br />

<strong>de</strong> Psicología <strong>de</strong>l Niño».<br />

Más <strong>de</strong> 40 <strong>de</strong>legaciones y centenares<br />

<strong>de</strong> congresistas. Han sido<br />

objeto <strong>de</strong> estudio todas las perturbaciones<br />

infantiles, en cuanto a carácter,<br />

"comportamiento, afectivL<br />

dad, escolaridad. J. Albert-Lambert<br />

<strong>de</strong>staca a este propósito un aspecto<br />

muy interesante en su artículo:<br />

«¿Es el Este b el Oeste quien pier<strong>de</strong><br />

el norte a propósito <strong>de</strong> la infancia?»,<br />

publicado en el número <strong>de</strong>l<br />

14 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> «Temoignage Chretien».<br />

Se trata <strong>de</strong> la oposición absoluta<br />

manifestada entre las dos concepciones<br />

<strong>de</strong> la psicología <strong>de</strong>l niño: la<br />

<strong>de</strong> los. <strong>de</strong>legados <strong>de</strong>l Oeste, entre<br />

los que figuraban miembros españo-<br />

, les, y los <strong>de</strong> V. B. S. S., Polonia,<br />

Checoslovaquia, etc. Mientras los<br />

<strong>de</strong> acá subrayaban numerosos aspectos<br />

y causas <strong>de</strong> angustias e inadaptaciones,<br />

infantiles y juveniles,<br />

los científicos <strong>de</strong>l Este, sin que pu-<br />

diera dudarse <strong>de</strong> su veracidad, constatada<br />

también por testimonios directos,<br />

se aplicaron a probar que en<br />

su sociedad no existen «inadaptados»,<br />

como no fueran, por ejemplo,<br />

retrasados mentales.<br />

Lo ocurrido, en <strong>de</strong>finitiva, según<br />

opina el autor <strong>de</strong> este artículo con<br />

gran acierto a nuestro juicio, es<br />

que los niños «inadaptados», cuyo<br />

número aumenta en Occi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong><br />

año en año al mismo ritmo que disminuye<br />

en las socieda<strong>de</strong>s marxistas,<br />

no son los mismos tipos <strong>de</strong> niños.<br />

Occi<strong>de</strong>nte sigue pensando que un<br />

niño <strong>de</strong>be educar y realizar todas<br />

las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su personalidad.<br />

Allá el «hombre futuro» es <strong>de</strong> la<br />

colectividad y para la colectividad,<br />

en cuyo favor ha <strong>de</strong> abdicar, sin saberlo,<br />

lo que para nosotros sigue<br />

siendo razón <strong>de</strong> ser fundamental.<br />

15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1951


un m<br />

escr<br />

UNQUE el título en la edición<br />

A española es el <strong>de</strong> «Franco frente<br />

a Hítler» (1), el tema <strong>de</strong>sarrollado en<br />

su texto es mucho más amplio, consi<strong>de</strong>rando<br />

a este respecto bastante<br />

más acertado el original «Spain Reeurgent».<br />

Dividido el libro en dos gran<strong>de</strong>s<br />

partes, analiza en la primera, con una<br />

certera visión, a la que nos tienen<br />

<strong>de</strong>sacostumbrados los británicos • que<br />

sobre España escriben, las causas<br />

<strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> la monarquía y los<br />

años agitados <strong>de</strong> la Segunda República;<br />

la iniciación <strong>de</strong> la Guerra <strong>de</strong><br />

Liberación española, su <strong>de</strong>sarrollo<br />

y su final. En la segunda parte hace<br />

una no menos acertada exposición<br />

<strong>de</strong> la política española <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la iniciación<br />

<strong>de</strong> la Segunda Guerra Mundial<br />

hasta el momento en que España<br />

y Estados Unidos se disponen a<br />

firmar su pacto <strong>de</strong> alianza. Pasando,<br />

naturalmente, por las promesas británicas<br />

a España, las presiones en<br />

pro <strong>de</strong> una beligerancia por' parte <strong>de</strong>l<br />

nacionalsocialismo alemán y la famosa<br />

<strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> la ONU <strong>de</strong> diciembre<br />

<strong>de</strong> 1946.<br />

Quizá sea en la primera parte <strong>de</strong>l<br />

libro don<strong>de</strong> sir Robert Hodgson,<br />

primer representante <strong>de</strong> Inglaterra<br />

cerca <strong>de</strong>l Gobierno Nacional <strong>de</strong> Burgos,<br />

ha estado más feliz, sin que al<br />

<strong>de</strong>cir esto señalemos como <strong>de</strong>sacertada<br />

la segunda. Quizá sean para<br />

nuestro gusto particular los años <strong>de</strong><br />

la vida española comprendidos entre<br />

el 1920 y el 1940 los más interesantes<br />

y movidos <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong><br />

España en muchos siglos atrás. Lo<br />

cierto es que este diplomático inglés,<br />

ayudado por la una extensa bibliografía<br />

<strong>de</strong>tallada al final <strong>de</strong>l libro<br />

y <strong>de</strong> su fino instinto <strong>de</strong> percepción<br />

para los sentimiento populares, nos<br />

ofrece una completa y rápida visión<br />

<strong>de</strong>l transcurso <strong>de</strong> unos años que es<br />

necesario no olvidar para compren<strong>de</strong>r<br />

y analizar el momento que vivimos.<br />

Pudiera extrañar este párrafo anterior<br />

cuando es motivado por la lectura<br />

<strong>de</strong> un libro escrito por un diplomático<br />

extranjero, y más aún si<br />

éste es inglés. Sin embargo hemos <strong>de</strong><br />

reconocer que en este caso nos hallamos<br />

ante la ob_ra <strong>de</strong> una persona objetiva<br />

y <strong>de</strong>sapasionada.<br />

Los capítulos <strong>de</strong>dicados a la participación<br />

extranjera en nuestra Guerra<br />

<strong>de</strong> Liberación, a los últimos momentos<br />

<strong>de</strong>l Gobierno rojo y el concepto<br />

que le merecen las diversas<br />

personalida<strong>de</strong>s españolas que hubo<br />

<strong>de</strong> tratar durante su estancia en Burgos,<br />

constituyen, junto con su certera<br />

visión <strong>de</strong> la Dictadura <strong>de</strong> Primo<br />

<strong>de</strong> Rivera y <strong>de</strong> la personalidad <strong>de</strong><br />

Alfonso XIII, lo más <strong>de</strong>stacado <strong>de</strong><br />

la primera parte <strong>de</strong>l libro, la cual,<br />

repetimos, ofrece toda ella gran interés.<br />

Comienza la parte segunda con un<br />

capítulo titulado «El episodio <strong>de</strong><br />

Tánger», para pasar seguidamente<br />

al análisis <strong>de</strong> las relaciones españolas<br />

durante la segunda guerra mundial<br />

y los años <strong>de</strong> la Guerra d© Liberación,<br />

con Inglaterra, Alemania, Estados<br />

Unidos e Italia, haciendo también<br />

frecuentes referencias a las<br />

mantenidas con Portugal.<br />

Por su palpitante actualidad son<br />

as relaciones con Inglaterra laa que<br />

ATENEO<br />

ofrecen mayor interés. Aunque arrimando<br />

el ascua a su sardina, sir<br />

Robert Hodgson nos da una cabal<br />

historia <strong>de</strong> las mismas sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

señalar la visita —puño en alto—<br />

<strong>de</strong> Mr. Atlee a las ciuda<strong>de</strong>s en<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Gobierno rojo, ni tampoco<br />

el famoso telegrama <strong>de</strong>l duque <strong>de</strong><br />

Alba a <strong>Madrid</strong>, en que da cuenta <strong>de</strong><br />

las promesas <strong>de</strong> Inglaterra si España<br />

negaba —como negó— el paso por<br />

su territorio a los ejércitos <strong>de</strong>l Eje.<br />

Tampoco olvida la postura, siempre<br />

partidista, do la prensa británica para<br />

con la España nacional ni las repercusiones<br />

que esta postura tuvo en<br />

la prensa española.<br />

1&3 relaciones con Alemania y la<br />

serie <strong>de</strong> alternativas que éstas tuvieron<br />

para lograr mantener a España<br />

fuera <strong>de</strong>l conflicto; los ruegos<br />

<strong>de</strong> los dirigentes alemanés e italianos,<br />

las <strong>de</strong>sabridas peticiones <strong>de</strong> Von<br />

Ribbentrop y la hábil política <strong>de</strong>l<br />

Gobierno español en unos momentos<br />

en que una negativa rotunda podía<br />

representar la invasión <strong>de</strong>l suelo<br />

patrio, ocupan una buena parte <strong>de</strong>l<br />

libro, siendo estas páginas, si no las<br />

<strong>de</strong> una mayor actualidad, si las más<br />

interesantes en la segunda parte <strong>de</strong>l<br />

libro, como lo <strong>de</strong>muestra el título<br />

dado por los editores en la edición<br />

que nos ocupa.<br />

En todo momento, y a través <strong>de</strong> las<br />

extensas páginas <strong>de</strong>l libro, <strong>de</strong>staca<br />

y enaltece la figura <strong>de</strong>l general Jordana.<br />

Teniendo <strong>de</strong> Serrano Súñer<br />

la opinión convencida <strong>de</strong> que, por<br />

encima <strong>de</strong> sus inclinaciones particulares<br />

y su gran admiración por Italia<br />

y BU Buce, obró siempre como su leal<br />

juicio le dictaba en la consecación<br />

<strong>de</strong> un mayor bien para España.<br />

Al referirse a las relaciones con la<br />

Italia fascista y, sobre todo, al mencionar<br />

los sentimientos populares<br />

hacia las tropas voluntarias italianas<br />

quizá exagere un poco la nota, no<br />

sabemos si en su afán <strong>de</strong> halagar a los<br />

españoles o por error <strong>de</strong> apreciación.<br />

Pue<strong>de</strong> que este pero, con el que ya<br />

nos tienen acostumbrados los libros<br />

escritos por políticos, <strong>de</strong> falta <strong>de</strong> un<br />

or<strong>de</strong>n metódico en la narración, sea<br />

el único que cabe señalar en este<br />

libro, cuya lectura nosotros recomendaríamos<br />

a todo español y a la<br />

mayoría <strong>de</strong> los ingleses.<br />

Abre el volumen un prólogo <strong>de</strong>l<br />

con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Selborne, seguido <strong>de</strong> una<br />

introducción <strong>de</strong>l mismo autor en que<br />

pbñVá ylí f i i d<br />

en el proceso <strong>de</strong> Nurenberg, que había<br />

sido dada por Jodl, jefe <strong>de</strong>l Estado<br />

Mayor alemán <strong>de</strong>l Oeste, en la que<br />

se especificaron las tres razones <strong>de</strong>l<br />

fracaso <strong>de</strong> Hítler para conseguir la<br />

victoria, siendo la tercera <strong>de</strong> ellas el<br />

que España hubiese rehusado la beligerancia.<br />

Y lo cierra un capítulo titulado<br />

«Ayer, hoy y mañana», en que<br />

hace un breve resumen <strong>de</strong> la postura<br />

<strong>de</strong>l mundo occi<strong>de</strong>ntal ante España<br />

y en el que intenta vislumbrar el<br />

porvenir político <strong>de</strong> España.<br />

Salpicado <strong>de</strong> numerosas anécdotas<br />

y escrito en una prosa agradable, ~a<br />

la que sin duda ha contribuido don<br />

Luis Solano Costa, con su cuidada<br />

traducción, el libro, pulcramente editado,<br />

es francamente recomendable.<br />

MANUEL LOMBARDERO<br />

(1) Franco frente a Sítler.^-Sit<br />

Robert Hodgson.—Editorial AHR.—<br />

Barcelona, 1954. -


ai<br />

Museo Nacional <strong>de</strong> La Habana, edificio que se ha inaugurado con la II Bienal Hispanoamericana <strong>de</strong> Arte<br />

píe<br />

OS mismos que fuimos a la<br />

L Bienal íe La Habana habíamos<br />

bautizado con el nombre <strong>de</strong> «an ti bienal*<br />

{tan atenta cerno exagerado) a la<br />

muestra áe algunos artistas cubanos<br />

que para exponer sus obras se volvieron<br />

re espaldas al Palacio <strong>de</strong> Bellas<br />

Artes y colgaron unos cuantos cuatros<br />

sayos en una sala baja <strong>de</strong> la<br />

Facultad <strong>de</strong> Derecho. Los <strong>de</strong> la antibienal,<br />

acogiéndose al nombre con<br />

tora ingenuidad y codicia, hicieron<br />

circular unas octavillas en cíelostil<br />

que nes calificaban íe sierrics <strong>de</strong> la<br />

venenosa propaganda falangista. Ellos<br />

y nosotros nos quedamos tan a gusto.<br />

Luego se abrió la Bienal, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

haber í'ieho el embajador Lojen


artistas <strong>de</strong> habla española <strong>de</strong> ultramar,<br />

que reunían sus lienzos con los<br />

<strong>de</strong> la madre patria europea en el edificio<br />

museal más mo<strong>de</strong>rno <strong>de</strong>l Nuevi<br />

Mundo, inaugurado con esta causa;<br />

López Isa, ¿frcctor general <strong>de</strong> Cultura<br />

<strong>de</strong> Cuba, llegaba a la alegría <strong>de</strong>l logro<br />

ostentando aún las fatigas <strong>de</strong>l esfuerzo,<br />

y el presi<strong>de</strong>nte Batista <strong>de</strong>claró<br />

inaugurada la II Bienal Hispanoamericana.<br />

Cuarenta y ocho horas <strong>de</strong>spués,<br />

30.000 personas habían visitado<br />

la Bienal. X entonces las cosas cambiaron.<br />

«Nosotros» seguimos tan a<br />

gusto y «ellos» (los <strong>de</strong> la antibienal)<br />

<strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> encontrarse tan a gusto<br />

por tres razones que intentaré explicar.<br />

La primera razón, que nuestra venenosa<br />

propaganda política no ge<br />

hizo presente más que en un sitio,<br />

el más insospechado: las antena s<br />

<strong>de</strong> Ka» ¡o Moscú, que aquella uoche,<br />

en sus emisiones para Sudamériea,<br />

batieron el cobre a propósito <strong>de</strong> la<br />

Bienal. La conducta española había<br />

sido todo lo contrario <strong>de</strong> ostentos»;<br />

unas horas anees <strong>de</strong> inaugurarse la<br />

muestra, todavía andábamos <strong>de</strong>scolgando<br />

cuadros nuestros para <strong>de</strong>jar<br />

sitio a los envíos postreros <strong>de</strong> Venezuela<br />

y Jamaica; nos pasmábamos<br />

<strong>de</strong> admiraciones corteses ante todo<br />

lo que presentaban ios <strong>de</strong>más; no respondíamos<br />

a los adversarios (¡inefable<br />

señora que me dijo: «¿A marido<br />

es grado 33, y puedo asegurar a asíeti<br />

que la masonería es lo más hermoso<br />

<strong>de</strong>l mando»!) con otra cosa que con<br />

una atención <strong>de</strong> buena crianza sumí»<br />

meuíe chocante para ellos; nos <strong>de</strong>scuajaringábamos<br />

<strong>de</strong> mo<strong>de</strong>stia, y lo<br />

único que allí tenia un cierto aire <strong>de</strong><br />

superioridad, qué se le va a hacer,<br />

eran Jos mudos óleos, las mudas estatuas,<br />

los mudos t ¡bujes y cerámicas<br />

y acuarelas. De esta manera, cuando<br />

los compadres <strong>de</strong> Moseú y sus compadres<br />

<strong>de</strong>l Caribe se liaron a gritar<br />

que aquellas obras eran obras <strong>de</strong> la<br />

dictadura franco falangista, opresora<br />

<strong>de</strong> la cultura, etc., etc., nuestros ingenuos<br />

y queridos «antis» se encontraron<br />

gravemente perplejos y comentaban<br />

cosas parecidas a ésta:<br />

vPues no está mal eso <strong>de</strong> la opresión,<br />

chico.» Cosa que no habrían comentado<br />

si los buenazos <strong>de</strong> la FEO (que<br />

es allá lo que acá fue la FUE), patrocinadores<br />

<strong>de</strong> la antibieml, no hubieran<br />

puesto el acento político don<strong>de</strong><br />

menos cuenta les traía.<br />

—Porque —y ésta es la segunda<br />

razón— las soflamas <strong>de</strong> los meses anteriores,<br />

a cargo <strong>de</strong> los mismos<br />

«agitropss, se habían cuidado <strong>de</strong>


ANA MASÍA OANTHAL: «Retrato» (<strong>de</strong>talle)<br />

y herida <strong>de</strong>l que pocos escultores se<br />

salvan. En realidad, y fuera <strong>de</strong> ello,<br />

ftpenas hay salvación.<br />

Entre las obras presentadas hay<br />

varias <strong>de</strong> toreros. Son las que menos<br />

nos gustan; duro el paño y forzada la<br />

postura. Por el contrario, ese boceto<br />

<strong>de</strong> niña saltando a la coraba es ua<br />

acierto <strong>de</strong> movimiento y ángel, y la<br />

talla en ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> una muchacha<br />

<strong>de</strong>snuda —la titulada «En el río»—(<br />

algo perfectamente conseguido; sin<br />

duda, lo mejor <strong>de</strong> lo expuesto.<br />

Veintiocho óleos, todos ellos con<br />

motivos <strong>de</strong> Haití-<br />

Hay telas como «La calle», con tipos<br />

negros <strong>de</strong> las islas, <strong>de</strong> composición<br />

vivaz y alegre y en la técnica un lejano<br />

aire aí simple Rousseau. Pero<br />

no se trata en este caso <strong>de</strong> un puerilismo<br />

adre<strong>de</strong>, <strong>de</strong> un infanttlizar el<br />

dibujo buscando un efecto <strong>de</strong> ingenuidad<br />

cuando el pintor está estragado<br />

y <strong>de</strong> vuelta <strong>de</strong> otras cosas. Se trata<br />

<strong>de</strong> una verda<strong>de</strong>ra sencillez y pureza,<br />

<strong>de</strong> una manera <strong>de</strong> hacer que<br />

respon<strong>de</strong> a una sensibilidad y un<br />

temperamento.<br />

Puestos a señalar entre los cuadros<br />

aquí colgados, señalaríamos iMtchaet»,<br />

un precioso retrato <strong>de</strong> negrito con<br />

vestido rojo, y dos apuntes <strong>de</strong> paisaje:<br />

«Las caobas*, árboles y mar con<br />

un primer término <strong>de</strong> flores tocado en<br />

manchas impresionistas, pintado con<br />

soltura y sin retoque, y *La mani-<br />

ANA MARÍA CANTHAI*:<br />

«Composición»<br />

gua» en una. suave gama <strong>de</strong> ver<strong>de</strong>s<br />

azulados.<br />

Exposición poco madura, un tanto<br />

mezclada, COK altibajos <strong>de</strong> calidad,<br />

llega, no obafiante, por su pureza y<br />

buen sentido <strong>de</strong>l color.<br />

DETRAS DEL LIENZO<br />

ECOS DE LA NACIONAL Ciertos<br />

comentarios señalan que en la concesión<br />

<strong>de</strong> los galardones se notan macho<br />

las alternativas manos <strong>de</strong> cal y <strong>de</strong> arena<br />

y que aún abunda la arena con<br />

exceso,<br />

A! parecer, Pancho Cossío se ha que*<br />

jado porque pier<strong>de</strong> dinero con el otorgamiento<br />

<strong>de</strong> la primera medalla. Hubiese<br />

podido ven<strong>de</strong>r más caros sos cuadros.<br />

Una frase: «Esta Nacional ha sido el<br />

Waterloo <strong>de</strong> Joan Antonio Morales.»<br />

Claro es que esta frase ftté dicha antes<br />

<strong>de</strong> qne a J. A. Morales le fuese dada<br />

*n* primera medalla, cread» «ad hoc».<br />

HACIA VENECIA^-Han sido <strong>de</strong>signados<br />

los artistas que <strong>de</strong>ben represen'<br />

tar a nuestro país en la Bienal veneciana.<br />

Pero machos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>signados<br />

están <strong>de</strong>scontentos. Ya es tar<strong>de</strong>; casi<br />

no habrá tiempo ni para llegar a la<br />

clausura. Por otra parte, falta an criterio<br />

<strong>de</strong>finido en la selección. Y. no hay<br />

confianza en la suerte que puedan correr<br />

los envíos. Se piensa, pues, que las<br />

inhibiciones serán muy numerosas.<br />

FERRANT EN SU TALLER,—Ángel<br />

Ferrant ha ejecutado un San Gabriel<br />

para la fachada <strong>de</strong> la nueva Escuela<br />

Diplomática <strong>de</strong> la Ciudad Universitaria.<br />

El mo<strong>de</strong>lo, ya terminado, irá realizado<br />

en cemento, en un tamaño <strong>de</strong><br />

unos tres metros. Ferrant se ocupa ahora<br />

en la restauración <strong>de</strong> una estatua<br />

SOLANA EN PARÍS—Como se sabe,<br />

nuestra embajada en París ha abierto,<br />

en la avenida Marcean, una exposición<br />

<strong>de</strong> obras <strong>de</strong> J. Gutiérrez Solana, Los<br />

críticos han quedado satisfechos.<br />

A. Warnod, en «Le Fígaro», dice que<br />

Solana es un magnifico pintor al que<br />

es preciso conocer; <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong> vasos<br />

y botellas que aparece sobre la<br />

mesa en «La tertulia <strong>de</strong> Pombo», dice<br />

que es una obra maestra. Pero, en general,<br />

parece ser que el público encuentra<br />

a Solana anticuado.<br />

LA XVII BIENAL DE VENECIA<br />

Dentro <strong>de</strong> muy pocos días será inaugurado<br />

este gran certamen mundial, que<br />

este año registra el número más alto<br />

<strong>de</strong> países participantes: treinta, incluyendo<br />

al joven Estado <strong>de</strong> Indonesia,<br />

que aco<strong>de</strong> por primera vez. Acu<strong>de</strong>n<br />

también Israel y Sudáfrica.<br />

GALERÍAS DE VIENA*-A1 cabo <strong>de</strong><br />

quince años y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una total restauración,<br />

han sido ofrecidas al público<br />

parte <strong>de</strong> las salas <strong>de</strong>l gran «Kunsthistoriches<br />

,Museum», aquéllas en que<br />

se guardan obras <strong>de</strong> Velázquez, Ticiano,<br />

Giorgtone, etc., que también han<br />

sido restauradas y limpias. Para el próximo<br />

año, por estas fechas, se espera<br />

reabrir las salas que cobijan las colecciones<br />

holan<strong>de</strong>sas, flamencas, alemanas,<br />

etc.<br />

•<br />

EL DEJLACROIX DEL SIGLO XX^-<br />

En las galerías Leicester, <strong>de</strong> Londres,<br />

ESPAÑA<br />

EXTRANJERO<br />

barroca <strong>de</strong> la Fe, <strong>de</strong>l siglo XVIII. perteneciente<br />

a un templo, monumento<br />

nacional, <strong>de</strong> Oríhuela.<br />

PERCEVAL POR ANDALUCIA_En<br />

la Sala «Municipal <strong>de</strong> Arte <strong>de</strong> Córdoba,<br />

Jesús <strong>de</strong> Perceval ha expuesto un conjunto<br />

<strong>de</strong> cincuenta y dos obras, óleos<br />

y encáusticas.<br />

MURALES EN SANTIAGO ^-Cuando<br />

se publiquen estas líneas, probablemen*<br />

te estará resuelto ya el concurso <strong>de</strong> bocetos<br />

para murales convocado por la<br />

Industria Gestora <strong>de</strong>l Turismo, con <strong>de</strong>s.<br />

tino al parador <strong>de</strong>l Hospital <strong>de</strong>l Rey,<br />

<strong>de</strong> Santiago <strong>de</strong> Compostela. La obra <strong>de</strong>finitiva,<br />

con tema jacobeo, será monumental.<br />

Entre otros, han concurrido<br />

Mampaso, Pedro Mozos y Moreno Galván.<br />

Es digna <strong>de</strong> todo encomio la actividad<br />

<strong>de</strong>sarrollada por este <strong>de</strong>partamen.<br />

to <strong>de</strong>l I. N. $., en el que se hallan los<br />

arquitectos Cano Laso y Moreno Barbera,<br />

y que está proporcionando trabajo<br />

a, buen número <strong>de</strong> nuestros artistas.<br />

FESTIVALES DE GRANADA. —Con<br />

ocasión <strong>de</strong>l Festival <strong>de</strong> Música y Danza<br />

qne este mes se celebrará en Granada,<br />

se han anunciado exposiciones<br />

<strong>de</strong> Alonso Cano, Salvador Dalí y Antonio<br />

Moscoso (figuras <strong>de</strong> «ballet»). Por<br />

su parte, acudirá también el grupo Artistas<br />

<strong>de</strong> Hoy, que tiene su se<strong>de</strong> en la<br />

galena Fernando Fe, <strong>de</strong> la Puerta <strong>de</strong>l<br />

Sol.<br />

están siendo exhibidas obras <strong>de</strong>l francés<br />

Charles Dufresne, muerto en 1938<br />

y menos conocido <strong>de</strong> lo que merece,<br />

Dnfresne pasó dos años en África <strong>de</strong>l<br />

Norte, en 1910, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces su<br />

inspiración adquirió un giro romántico<br />

y heroico que le valió el que algunos<br />

críticos le llamasen el Del&croix <strong>de</strong>l siglo<br />

XX.<br />

EL TESORO DE LOS CÓDICES^<br />

En la Biblioteca Nacional francesa ha<br />

sido reunida una sensacional colección<br />

<strong>de</strong> códices y manuscritos miniados proce<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong> numerosas bibliotecas <strong>de</strong>l<br />

país y que abarca <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo VII<br />

al XII. Entre otros libros extraordinarios<br />

figuran el sacracnentarío llamado<br />

<strong>de</strong> Gellone, el misterioso Pentateuco <strong>de</strong><br />

Tonrs y el E\ítngela.rio <strong>de</strong> Carlomagno.<br />

La pintura <strong>de</strong> estos tempranos siglos<br />

aparece en toda su variedad.<br />

UNA SUBASTA,—El día <strong>de</strong> la Ascensión<br />

se celebró, en la galería Charpentier,<br />

París, una subasta <strong>de</strong> objetos <strong>de</strong> arte:<br />

cuadros, muebles, tapices, etc. He aquí<br />

algunos <strong>de</strong> los precios alcanzados: un<br />

Braqne, 1.350.000 francos; un Bonnard,<br />

2.000.000; un Marquet, 1J9O.O0O; una<br />

sanguina <strong>de</strong> Renoir, 650.000; un Brueghel<br />

<strong>de</strong> Velours, 1.100.000; un Koets «el<br />

Viejo», 905.000; una cómoda Luis XVI,<br />

1.506.000; ana tapicería <strong>de</strong> los Gobelt<br />

nos, según Boucher, 600.000. Total producido<br />

por la venta, 40.000.000 <strong>de</strong> francos.<br />

C.<br />

32 15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954


Estas memorias tjuc<br />

A<br />

L llegar a los sesenta y cinco'<br />

años <strong>de</strong> su edad, José María <strong>de</strong><br />

Sagarra ha sentido la necesidad <strong>de</strong><br />

«buscar los argumentos <strong>de</strong>ntro», y<br />

se ha puesto a escribir sus memorias.<br />

Pienso en el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> esta frase<br />

que el poeta acaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirme:<br />

buscar los argumentos <strong>de</strong>ntro. Dentro<br />

<strong>de</strong> sí, <strong>de</strong> su historia, <strong>de</strong> su sangre,<br />

<strong>de</strong> todo el acervo <strong>de</strong> vida y experiencia<br />

que sesenta años en la tierra<br />

<strong>de</strong>jan a un hombre <strong>de</strong> sensibilidad.<br />

Y aquí está Sagarra con este libro<br />

a más <strong>de</strong> medio escribir, este libro<br />

que tiene que salir este año, con<br />

BUS setecientas páginas y qué sé yo<br />

cuántas personas vivas y vivientes en<br />

su texto.<br />

Hay libros <strong>de</strong> memorias que se escriben<br />

para los viejos, o al menos<br />

para los que pasaron ya la mitad <strong>de</strong>l<br />

ccmino y vivieron y recuerdan lo<br />

que en las memorias se revive y se<br />

recuerda. Esas memorias son, pues,<br />

un suplemento <strong>de</strong> memoria para uso<br />

tan sólo <strong>de</strong> los que saben <strong>de</strong> qué va<br />

y a qué viene lo que en el libro se<br />

cuenta. Memorias que son pretexto<br />

para recordar y para revivir lo que<br />

ya se vio y se vivió. Memorias clausuradas<br />

para los que no vivieron el<br />

tiempo que se <strong>de</strong>scribe, tiempo y cosas<br />

y personas que no les dicen liada,<br />

ni sin memorias ni aun con memorias.<br />

Pero existe otra posibilidad, que<br />

algunas raras vecas ha sido realidad,<br />

y que uno se está oliendo que pue<strong>de</strong><br />

serlo <strong>de</strong> nuevo, ante esas hojas vivaces<br />

y agilísimas, encerradas en una<br />

carpeta que es la cuadra <strong>de</strong> esa prosa<br />

pura sangre dispuesta a una larga<br />

carrera y a una rotunda victoria.<br />

Estas memorias <strong>de</strong> Sagarra, por los<br />

fragmentos que <strong>de</strong> ellas acabo <strong>de</strong><br />

conocer, serán memorias <strong>de</strong> tiempo<br />

vivo, vivo para todos, los que lo vieron<br />

y los que no lo vimos. Vivo, porque<br />

alguien le da <strong>de</strong> nuevo el aliento,<br />

el soplo mágico <strong>de</strong> vida. Puedo <strong>de</strong>cir<br />

<strong>de</strong> mí que estoy con curiosidad <strong>de</strong><br />

ver y <strong>de</strong> leer historia, esa historia a<br />

ras <strong>de</strong> hombre que el libro <strong>de</strong> Sagarra<br />

pue<strong>de</strong> ser. Historia que ponga<br />

en pie <strong>de</strong> nuevo y al alcance emocional<br />

<strong>de</strong> todos tal comedor <strong>de</strong> fonda<br />

en tal ciudad catalana, adon<strong>de</strong> el pequeño<br />

Sagarra, con diez años <strong>de</strong> vida<br />

en el cuerpo y en el alma, ha ido a<br />

examinarse, y, <strong>de</strong> paso, a ver y a vivir<br />

una <strong>de</strong> sus primeras aventuras.<br />

Aventura que pue<strong>de</strong> consistir en cosas<br />

tan absolutamente mágicas y legendarias<br />

como una larga comida,<br />

con sopa y tres o cuatro platos, en<br />

un comedor don<strong>de</strong>, como en el arca<br />

bíblica, se han reunido algunos <strong>de</strong> los<br />

ejemplares más diversos y representativos<br />

que pasaron por la tierra un<br />

dia, y que ahora vuelven, y ya para<br />

quedarse, por obra y milagro <strong>de</strong> unos<br />

ojos y una memoria que les <strong>de</strong>vuelve<br />

la vida que tuvieron y, lo que casi<br />

es más, les permiten aparecer y permanecer<br />

a los ojos <strong>de</strong> múltiples lectores<br />

con el mismo prestigio con que<br />

los vieron, <strong>de</strong> una vez para siempre,<br />

unos ojos <strong>de</strong> niño.<br />

Este libro, pienso yo, no será, en<br />

realidad, unas, memorias, sino una<br />

memoria, algo unitario y homogéneo,<br />

una visión entera, una memoria<br />

entera, en la que todo se conjuga y<br />

en que unas cosas vienen a apoyar<br />

a las otras, y todas juntas producen<br />

un resultado, una emoción, una experiencia<br />

entera al alcance <strong>de</strong>l lector.<br />

Porque este libro es obra <strong>de</strong><br />

creación, no relajamiento <strong>de</strong>l esfuerzo<br />

creador. Obra <strong>de</strong> creación acometida<br />

con fe, con empeño. No para pa-<br />

ATENEO<br />

escribe<br />

sar el rato, sino para salvar el tiempo.<br />

Que son dos cosas radicalmente<br />

distintas.<br />

«No he querido hacer unas confesiones»,<br />

me dice Sagarra.<br />

No será tampoco este libro Una<br />

sátira. Ni una elegía.<br />

El autor prefiere hablar <strong>de</strong> confi<strong>de</strong>ncia<br />

amable.<br />

Confi<strong>de</strong>ncia, si, pue<strong>de</strong> hablarse <strong>de</strong><br />

confi<strong>de</strong>ncia, porque se trata <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />

cosas, <strong>de</strong> confiar cosas, no <strong>de</strong><br />

divagar o sobrevolar un período al<br />

son <strong>de</strong> una melancolía superficial y<br />

elegiaca. Decir cosas, emplearse a<br />

fondo, dar lo que la memoria dé, situar,<br />

exponer, quizá exponerse. No<br />

le ha faltado a Sagarra la potencia<br />

para obras <strong>de</strong> aliento y <strong>de</strong> empeño. No<br />

ha <strong>de</strong> faltarle ahora. Obra <strong>de</strong> una<br />

pieza <strong>de</strong>be ser ésta, un todo vigoroso,<br />

rico, trabado. La entrega <strong>de</strong> algo<br />

entero, un tiempo, un mundo, una experiencia.<br />

Pero la sustancial confi<strong>de</strong>ncia se<br />

adjetiva <strong>de</strong> amabilidad. Con ese tono<br />

quiere hacerse. Y si la confi<strong>de</strong>ncia se<br />

hace en serio, no por eso se quiere<br />

que <strong>de</strong>je <strong>de</strong> resultar divertida. El<br />

sentido <strong>de</strong>l color, <strong>de</strong>l relieve, esa pincelada,<br />

enérgica y rápida, que pone<br />

en pie y en carácter hombres y cosas,<br />

se encargarán <strong>de</strong> ello.<br />

Pero, con todo, no sé yo si confi<strong>de</strong>ncia<br />

amable, si esa expresión, da<br />

bien la dimensión y el alcance <strong>de</strong> este<br />

libro. Da, eso si, el tono.<br />

Estas memorias van a contener,<br />

en sus cien primeras páginas, la historia<br />

<strong>de</strong> una familia. Des<strong>de</strong> 1540, nada<br />

menos. Paso por paso, punto por<br />

punto, generación por generación.<br />

Una familia catalana, con enérgico<br />

arraigo eu la tierra <strong>de</strong> su Verdú originario;<br />

el enriquecimiento sucesivo,<br />

el ennoblecimiento sucesivo, el <strong>de</strong>sarraigo<br />

casi inevitable: traslado a<br />

Valls, primero; a Barcelona, <strong>de</strong>spués.<br />

De «hereu» en «hereu» y <strong>de</strong> boda en<br />

boda, toda una historia, en la que se<br />

explican y se encuentran las razones<br />

<strong>de</strong> mucha historia y <strong>de</strong> muchas historias.<br />

Y en esas peripecias familiares,<br />

y entre la ceniza y las almas<br />

—«Cendra i animes» es el titulo <strong>de</strong><br />

esta primera parte— que encuentra<br />

en la historia <strong>de</strong> sus antepasados, Sagarra<br />

se encuentra y explica, también<br />

en buena parte, a sí mismo. Encuentra<br />

al primero que hace versos<br />

en su familia, al primero que siente<br />

intensamente la Naturaleza, al prir<br />

mero que hace viajes. El valor histórico<br />

y social se conjuga con el valor<br />

psicológico. Y si esta parte tiene valor<br />

por sí misma, lo tiene también<br />

porque <strong>de</strong>ja expedito y preparado el<br />

paso para la segunda —«La matinada»-~,<br />

que es la infancia <strong>de</strong>l poeta,<br />

<strong>de</strong>l hombre Sagarra, infancia que logra,<br />

no ya reconstruir, sino reinventar,<br />

es <strong>de</strong>cir, re<strong>de</strong>scubrir, reencontrar.<br />

Infancia y adolescencia. Y luego<br />

viene la Universidad, el viaje a<br />

Ttalia, el período <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>, la estancia<br />

en Berlín, la vuelta. Todo esto<br />

se reparte en las dos secciones siguientes:<br />

«Entre Ariel i Caliban» y<br />

«Del 19 al 23». Y con el año 23 termina<br />

este libro, esta primera entrega<br />

<strong>de</strong> sus memorias.<br />

He hablado con Sagarra. He visto<br />

sus carpetas. El escritor ha <strong>de</strong>stapado,<br />

ante mi olfato <strong>de</strong> lector,<br />

las ollas en que se cuece este libro<br />

concentrado y sabroso. Pero le<br />

he visto, sobre todo, la Intima convicción<br />

<strong>de</strong> estar haciendo «algo», y<br />

hacerlo seriamente, con ese entusiasmo<br />

interior — y reservado—, sin el<br />

que no se pone en pie nada que valga<br />

la pena. Y me ha quedado una<br />

comezón insistente <strong>de</strong> leer este libro<br />

en seguida que salga, y un gozo <strong>de</strong><br />

presentirlo, <strong>de</strong> preverlo, <strong>de</strong> preaplaudirlo,<br />

<strong>de</strong> apostar por él.<br />

A pesar <strong>de</strong>l homenaje que este año<br />

se tributa a José María <strong>de</strong> Sagarra,<br />

con ocasión <strong>de</strong> sus sesenta años, estoy<br />

viendo que él nos entregará este<br />

libro, y nuestra <strong>de</strong>uda, en vez <strong>de</strong> disminuir,<br />

se acrecentará escandalosamente.<br />

LORENZO GOMXS


-> - f l r<br />

MARÍA SANMARTÍ: Oovache<br />

EXPOSICIONES DE<br />

FIN<br />

A temporada <strong>de</strong> exposiciones se<br />

está terminando. Pero todavía<br />

queda <strong>de</strong> qué hablar. Esta quincena,<br />

por ejemplo. Un gran éxito <strong>de</strong><br />

público: la exposición «Cuatre gats»,<br />

que ha organizado «Revista». Un interesante<br />

fenómeno <strong>de</strong> sensibilidad<br />

artística: la exposición <strong>de</strong> María Sanmartí<br />

en la Sala Gaspar. Y la presencia<br />

<strong>de</strong> un grabador <strong>de</strong> primera línea:<br />

el americano Lasansky en el círculo<br />

Artístico. Digamos algo <strong>de</strong> cada uno.<br />

«QUATRE GATS»<br />

En la Sala Pares, ía exposición <strong>de</strong><br />

homenaje y recuerdo al cenáculo <strong>de</strong>l<br />

café «Quatre gats». Rusiñol, Casas,<br />

Nonell, Picasso. Nombres que bastan<br />

para justificar cualquier recuerdo. Y<br />

la colección <strong>de</strong> obras que <strong>de</strong> ellos y<br />

<strong>de</strong> otros se ha reunido atrae cada<br />

tar<strong>de</strong> eso que en arte no suele ser<br />

frecuente: una multitud <strong>de</strong> personas.<br />

Sí, nada <strong>de</strong> minorías, nada <strong>de</strong> cuatro<br />

gatos; sea la curiosidad, los recuerdos<br />

p la calidad <strong>de</strong>l conjunto expuesto,<br />

lo cierto es que la gente acu<strong>de</strong> y<br />

se interesa.<br />

Algunas observaciones, al paso.<br />

Rusiñol. Quizá sorprenda un poco<br />

a algunos esas telas <strong>de</strong> RusiñoL Hay<br />

en ellas el espíritu agudo y vivaz <strong>de</strong><br />

sus anécdotas, ausente, en cambio, <strong>de</strong><br />

algunos <strong>de</strong> sus jardines más conocidos.<br />

Casas. Atrae la amplia representación<br />

<strong>de</strong> Ramón Casas. Hay algunos<br />

blancos <strong>de</strong> una sensibilidad admirable.<br />

Facilidad, gusto y un exquisito<br />

sentido <strong>de</strong> la atmósfera son algunas<br />

<strong>de</strong> sus cualida<strong>de</strong>s mejores. Y hay un<br />

aspecto que tiene su cara y su cruz y<br />

que nos hace reflexionar: el sentido<br />

<strong>de</strong> época que se nos impone ante sus<br />

telas. La moda se muda. La pintura<br />

<strong>de</strong> Casas nos pone <strong>de</strong>lante un tnuadtí<br />

<strong>de</strong>saparecido. Hay pasto para los recuerdos<br />

y para las evocaciones, pero...<br />

el que se note tanto esto, ¿no es un<br />

mal? Ahí está Nonell, con sus gita-<br />

nas y sus viejas, salvado, actual, con<br />

su fuerza intacta. Ahí está Picasso,<br />

con su ciego, sus mujeres, sus bohemios:<br />

vivo. Casas, o la exquisita sensibilidad<br />

aplicada a un mundo <strong>de</strong>licuescente.<br />

Nonell. Ya hemos aludido a su impresionante<br />

presencia. A su vigencia.<br />

Y a la <strong>de</strong> Picasso, tan joven entonces,<br />

tan seguro ya.<br />

La exposoción es muy amplia. Muchos<br />

nombres importantes quedarían<br />

por citar. Esta nota es simplemente<br />

eso, una nota. Pero no queremos terminarla<br />

sin añadir el nombre <strong>de</strong> Regoyos.<br />

MARÍA SANMARTI<br />

María Sanmartí, madre <strong>de</strong>l pintor<br />

Clavé, expone unas muestras <strong>de</strong> su<br />

sensibilidad para el color. Esta es, nos<br />

parece, la base que sostiene sólidamente<br />

este caso <strong>de</strong> vocación tardía<br />

para la pintura. Después <strong>de</strong> una vida<br />

larga y trabajada, María Sanmartí<br />

<strong>de</strong>scubre, <strong>de</strong> pronto, su sensibilidad<br />

pictórica. Y empieza a pintar los objetos<br />

que ve: una silla, frutas, un gato<br />

O lo que imagina: una cacería, con<br />

unos perros <strong>de</strong>liciosamente excitados,<br />

eléctricos. Pero lo que predomina es la<br />

realidad casera, cercana, tratada con<br />

cariño y atención, y con cierta amable<br />

libertad. Las virtu<strong>de</strong>s poéticas <strong>de</strong><br />

esa pintura son evi<strong>de</strong>ntes, pero-Jo más<br />

sólido y sorpren<strong>de</strong>nte ie esta e


MAURICIO LASANSKY: Autorretrato<br />

(Grabado)<br />

3. —De que existe una institución, la<br />

<strong>de</strong> las Visitadoras Sociales Psiquíatras,<br />

cuya misión es doble: por una<br />

parte, establecer un diagnóstico social<br />

que ayu<strong>de</strong> al psiquiatra; y por<br />

otra, seguir las normas <strong>de</strong>l psiquíatra<br />

para aplicar una terapéutica social.<br />

4.—De que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que la<br />

neurosis, como causa psíquica en sen-<br />

tido estricto, afecta a los españoles<br />

en la proporción <strong>de</strong> un 5 por 100.<br />

5.-De que no sólo los inteligentes<br />

llegan a locos. La posibilidad <strong>de</strong> la<br />

locura llega a todos, incluso a los imbéciles.<br />

Pue<strong>de</strong> haber locuras extraordinarias,<br />

<strong>de</strong> impulso creador <strong>de</strong>sbordante,<br />

Pero el retrasado mental hace<br />

la locura que pue<strong>de</strong>, la que está a su<br />

alcance.<br />

6. —De que ir al fútbol y no gritar<br />

al arbitro, como todo lo que sea no<br />

exteriorizar un sentimiento agresivo,<br />

es bueno para la higiene mental.<br />

7.—De que ha aumentado aterradoramente<br />

el alcoholismo en la mujer,<br />

y lo vemos en todas las clases sociales.<br />

8.— De que un tratamiento mental<br />

técnico pue<strong>de</strong> hacer <strong>de</strong>saparecer hábitos<br />

pecaminosos.<br />

9.—De Que en los manicomios hay<br />

más mujeres que hombres; pero que<br />

las neurosis, <strong>de</strong>bidas a las dificulta<strong>de</strong>s<br />

actuales, se dan más en el hombre.<br />

10. —De que la locura es algo completamente<br />

extraño a la personalidad.<br />

Los locos no son simples exagerados<br />

mentales.<br />

11. —De que la emoción, reflejada<br />

gráficamente por el llamado <strong>de</strong>tector<br />

<strong>de</strong> mentiras, no prueba nada.<br />

12. —De que la morriña y la añoranza,<br />

en cuanto neurosis, van <strong>de</strong>sapareciendo.<br />

Hoy nos ambientamos a todo.<br />

De todo esto y <strong>de</strong> otras cosas nos<br />

hemos enterado o hemos creído enterarnos.<br />

Y le hemos cogido el gusto a Ja<br />

Higiene Mental.<br />

Lo que pue<strong>de</strong> una Semana, cuando<br />

se escribe con mayúscula.<br />

H1TMO Y RECUERDO<br />

EN "CÓMICO<br />

II A acertado Bar<strong>de</strong>m con sus «Có-<br />

" micos». Nos ha dado un mundo<br />

— el <strong>de</strong> los cómicos— tratado y trabajado<br />

con gusto. Con gusto y a gusto<br />

está hecha toda la película. Muchos<br />

primeros planos. La vida <strong>de</strong>l cómico<br />

vivida <strong>de</strong> cerca, vista <strong>de</strong> cerca.<br />

Muchos actores teatrales en eí reparto:<br />

otro acierto. Un ritmo llevado con<br />

la necesaria lentitud, pero sin pausas.<br />

Con la necesaria lentitud, digo. Porque<br />

es un lugar común, y <strong>de</strong> los más<br />

transitados, el <strong>de</strong> pronunciar siempre<br />

la palabra lentitud como un reproche.<br />

Cada obra tiene su ritmo i<strong>de</strong>al, suyo,<br />

el que le conviene. Y tan malo es<br />

precipitarlo como retrasarlo. Rapi<strong>de</strong>z<br />

y lentitud son ritmos que correspon<strong>de</strong>n<br />

a distintos estados <strong>de</strong> ánimo, a<br />

distintas situaciones. Hay que saber<br />

encontrar el ritmo propio y respetarlo.<br />

Si «Cómicos» fuera una sátira, bien<br />

le iría un ritmo rápido. Pero, no es<br />

una sátira. ¿Qué es? Es un documento,<br />

pero, sobre todo, es una evocación. Esta<br />

película está hecha a paso <strong>de</strong> recuerdos.<br />

Tiene un enca<strong>de</strong>namiento vagamente<br />

sonámbulo, recordado. Muy<br />

bifena y oportuna la entrada, la previa<br />

presentación <strong>de</strong>l tema y los personajes,<br />

antes <strong>de</strong> darnos título, reparto<br />

y <strong>de</strong>más letras y nombres iniciales.<br />

Y es —subrayémoslo— un acierto <strong>de</strong><br />

ritmo; llamar obertura a esas secuencias<br />

no sería ningún <strong>de</strong>spropósito. Como<br />

otro acierto <strong>de</strong> ritmo, y <strong>de</strong> ritmo<br />

evocado, soñado, recordado, es el final,<br />

ese final lentísimo, <strong>de</strong>morado,<br />

casi musical, esos aplausos insistentes<br />

en el teatro vacío, eso que es la<br />

coda <strong>de</strong> esta espléndida película.<br />

Y los <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> la cinta —que los<br />

tiene, naturalmente— son también, a<br />

nuestro juicio, equivocaciones <strong>de</strong> ritmo.<br />

Por ejemplo, esa escena en que<br />

la muchacha y su pretendiente, el actor<br />

ocasional —el personaje menos interesante<br />

<strong>de</strong> la einta, quizá porque<br />

sólo ocasionalmente es actor, y, por<br />

tanto, está menos en su mundo—,<br />

en un café <strong>de</strong> una ciudad provinciana<br />

hablan <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> los cómicos, <strong>de</strong><br />

su monotonía y <strong>de</strong> que todas las capitales<br />

<strong>de</strong> provincias son iguales. Pues<br />

bien: la escena resulta pesada y, sin<br />

ATENEO<br />

embargo, los dos interlocutores dicen<br />

con rapi<strong>de</strong>z sus respuestas, con <strong>de</strong>masiada<br />

rapi<strong>de</strong>z precisamente, con una<br />

rapi<strong>de</strong>z que nos hace ver que no<br />

es posible que estén pensando lo que<br />

dicen, y sintiéndolo, que en una escena<br />

melancólica el ingenio no funciona<br />

tan <strong>de</strong> prisa, que aquello es, en suma,<br />

diálogo, «literatura», que lo están<br />

recitando, simplemente, y <strong>de</strong> ahí ia<br />

sensación <strong>de</strong> falsedad, <strong>de</strong> incomodidad.<br />

A «Cómicos» le iba la lentitud, el<br />

ritmo <strong>de</strong>morado, la suave flui<strong>de</strong>z en<br />

la evocación, en el ensueño. Pero su<br />

paso por la cartelera ha sido, por el<br />

Kn el tren <strong>de</strong> «Cómicos»<br />

PICASSO: Retrato <strong>de</strong> Sebastián Junyer Vidal<br />

contrario, incómodamente rápido. Son<br />

bastantes los que no han tenido tiempo<br />

<strong>de</strong> verla y <strong>de</strong> gustarla. ¿Causas?<br />

No nos sentimos con datos para esclarecerlas.<br />

¿ Falta <strong>de</strong> público? No<br />

nos lo pareció el dia que la vimos.<br />

Pero tampoco nos atrevemos a <strong>de</strong>scartar<br />

esa causa. ¿Poca confianza inicial<br />

en su éxito? ¿Esos «compromisos<br />

<strong>de</strong> programación» que se invocan<br />

a veces en los anuncios? Lo que sea.<br />

Pero ha sido una lástima. «Cómicos»<br />

tuvo éxito en Cannes. También lo ha<br />

tenido aquí, creo, entre los pocos que<br />

la vieron. Hay películas que duran en<br />

ias carteleras, pero no en el recuerdo.<br />

Otras duran en el recuerdo, aunque no<br />

duren en las carteleras. De éstas es<br />

«Cómicos».<br />

NEÓN<br />

MÚSICA ALEMANA<br />

I A Orquesta Municipal <strong>de</strong>dicó su<br />

tercer concierto <strong>de</strong> primavera a la<br />

música alemana. A la música alemana,<br />

digámoslo así en alemán. Porque<br />

dirigió la Orquesta, en esta ocasión,<br />

el doctor Hans Schmidt Isserstedt,<br />

alemán <strong>de</strong> nacimiento y sensibilidad.<br />

Gracias a él pudimos penetrar a pleno<br />

pulmón en el bosque encantado <strong>de</strong> la<br />

Segunda Sinfonía <strong>de</strong> Brahms. ¿Será<br />

mucho <strong>de</strong>cir que no recordamos una<br />

audición mejor <strong>de</strong> esa Sinfonía? Is-*<br />

serstedt nos naturalizó en el clima <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>nsidad poética, <strong>de</strong> milagrosa claridad<br />

por <strong>de</strong>ntro, propio <strong>de</strong> ese «<strong>de</strong>spliegue<br />

<strong>de</strong> alma» que son las sinfonías<br />

<strong>de</strong> Brahms. ¡Qué interpretación<br />

tan precisa, tan sensible, tan po<strong>de</strong>rosa<br />

c iluminadora!<br />

Una obra nueva para nosotros: la<br />

Música <strong>de</strong> Concierto para Cuerda y<br />

Metal, <strong>de</strong> Hin<strong>de</strong>mith. Música sólidamente<br />

musical, música nacida <strong>de</strong> si<br />

misma, en ningún momento <strong>de</strong>sencarnada,<br />

teórica, tío se compren<strong>de</strong> bien<br />

el silencioso conato <strong>de</strong> dignidad ofendida<br />

<strong>de</strong> algunos. Pue<strong>de</strong> gustar más o<br />

menos, pero es tan música <strong>de</strong> concierto<br />

como cualquier otra. Y tan alemana.<br />

La Incompleta <strong>de</strong> Schubert y la<br />

Obertura Leonora número 3 <strong>de</strong><br />

Beethoven encontraron una muy a<strong>de</strong>cuada<br />

interpretación. ¿ Diremos que<br />

tal vez no ocurrió lo mismo con la<br />

Sinfonía en mi bemol <strong>de</strong> Mozart? Interpretación<br />

correcta, matizada, segura,<br />

pero escasamente inspirada. El<br />

vuelo se convertía en subida regular,<br />

y en vez <strong>de</strong> saltar milagrosamente,<br />

diríamos que el ritmo botaba. Mozart,<br />

sí, pero cuadriculado. Un genio alemán,<br />

Mozart, pasado por el genio específicamente<br />

alemán más reposado,<br />

más lento, má"s serio y solemne.<br />

Por eso el mejor servicio que nos<br />

prestó Hans Schmidt Hisserstedt fue<br />

la audición rica, clara, inolvidable <strong>de</strong><br />

una Segunda <strong>de</strong> Brahms que guardaremos<br />

en nuestro álbum <strong>de</strong> experiencias.<br />

Y digamos también que la Orquesta<br />

se mostró exquisitamente maleable.


| I Mancha, región siempre <strong>de</strong>jada UQ<br />

*•* po.o a trasmano por les turistas<br />

urgentes y los españolístas <strong>de</strong> boquilla,<br />

recibió <strong>de</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong> la visita <strong>de</strong><br />

un escritor: algún curiosón que se mitía<br />

en la empresa con el mismo aire<br />

heroico <strong>de</strong>l que iba a las Indias; tal vez<br />

otro que se <strong>de</strong>spistó <strong>de</strong> carretera, y ya<br />

entre cales entrevistas, hizo unos trazos.<br />

Sacado el famoso libro <strong>de</strong> «Azorín» y<br />

algunos artículos <strong>de</strong> Víctor <strong>de</strong> la Serna,<br />

la bibliografía sobre la Mancha es poca<br />

y <strong>de</strong> compromiso. Hemos sido, como los<br />

pobres, poco visitados y disimulados en<br />

los encuentros; puente casi aéreo entre<br />

el <strong>Madrid</strong> que manda y la Andalucía<br />

que halaga: algo así como nna atierra<br />

<strong>de</strong> nadie que los viajeros aprovechaban<br />

para dormir o para consultar temerosos<br />

sus mapas y guías. Hasta el Vino<br />

nos han negado siempre. Parecía que<br />

ésta era ana zona <strong>de</strong> servidumbre española<br />

sin <strong>de</strong>rechos normales. Hoy, gracias<br />

a la enorme categoría humana e<br />

intelectual <strong>de</strong> José María <strong>de</strong>l Moral y<br />

Pérez <strong>de</strong> Zayas, la vida espiritual y material<br />

<strong>de</strong> esta región manchega está virando<br />

hacia los vientos más propicios<br />

<strong>de</strong> sa historia. El día que se publique<br />

el completo arancel <strong>de</strong> los bienes <strong>de</strong><br />

toda índole recibidos por Ciudad Real<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que la gobierna Del Moral, a muchos<br />

les resoltará increíble. En estos<br />

momentos, en los que más <strong>de</strong> sesenta<br />

-escritores acaban <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedirse emocionados<br />

<strong>de</strong>l gobernador <strong>de</strong> mi provincia,<br />

pue<strong>de</strong> uno <strong>de</strong>cir estas cosas sin temor<br />

a que algunas agudas sensibilida<strong>de</strong>s las<br />

echen a mala- parte. No hago con ellas<br />

más que una menguada justicia.<br />

por eso, cuando en Puerto Lapice,<br />

término ae la provincia, José María<br />

<strong>de</strong>l Moral iba abrazando a cada uno<br />

<strong>de</strong> los sesenta escritores que venían a<br />

recorrer durante eoatro días estas tierras<br />

casi inéditas, no hacía otra cosa<br />

que escribir un capítulo sin prece<strong>de</strong>ntes<br />

en toda la historia <strong>de</strong> La ¿4ancha.<br />

Como un jornadista más, • y como el<br />

primero e indiscutible «cicerone» <strong>de</strong><br />

Ciudad Real, siguió paso a paso el itinerario<br />

<strong>de</strong> estas «Jornadas», atendiendo<br />

la más mínima curiosidad <strong>de</strong>l último<br />

<strong>de</strong>mandante.<br />

Bajo el ala ancha <strong>de</strong> los sombreros<br />

<strong>de</strong> trillador con que obligó el recio sol<br />

<strong>de</strong> mayo a cubrirse a los peregrinos,<br />

fueron <strong>de</strong>sgrsnáSMose ano a ano tes<br />

pueblos más famosos y <strong>de</strong> obligada visita<br />

<strong>de</strong> esta excursión. En el mismo<br />

Puerto Lapice, bajo el fresco porche <strong>de</strong><br />

La Venta <strong>de</strong> los Templarios, entre cates<br />

y zarzos <strong>de</strong> carrizo, corrieron los<br />

primeros vinos en jarros <strong>de</strong> barro. Allí<br />

se inauguró «i molino <strong>de</strong>l «Bachiller<br />

Sansón Carrasco». Ya que el gobernador<br />

quiere que no haya pueblo sin molino,<br />

ni molino sin breve exposición arqueológica,<br />

pictórica a bibliográfica.<br />

tas, sin más asi<strong>de</strong>ro que sus aspas; aspas<br />

COR velas marineras. Entramos.<br />

Una pina escalera <strong>de</strong> caracol conduce<br />

a la «.aueza oe gruesos utaueros; ma<strong>de</strong>ros<br />

que crujen y retiemblan cuando<br />

las aspas giran. Des<strong>de</strong> et más alto ventanuco<br />

<strong>de</strong> un molino vemos el pueblo<br />

encalado, que casa a casa cae hacia<br />

abajo, había la plaza, don<strong>de</strong> están construyendo<br />

una iglesia nueva. Coamiga<br />

ha subido García Luengo. El molinero<br />

está muy enfadado porque su molino no<br />

pue<strong>de</strong> moverse aquel día. Tiene moa<br />

pieza rota. Un poco celoso porque nadie<br />

viene a él, dice que es más capaz<br />

que los <strong>de</strong>más. Un guia espontáneo nos<br />

lleva a nna <strong>de</strong> las machas cuevas que<br />

allí hay convertidas en viviendas. ¡Qué<br />

cuevas! En ellas, la cal relumbra hasta<br />

cegar. Todo fresco y pulcro. La ancha<br />

y alta cama <strong>de</strong> la dueña con tres colchones;<br />

en la pared, el retrato <strong>de</strong> nn<br />

soldado <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong> África. Una<br />

ancha banca con cobertor rojo. Alguno<br />

<strong>de</strong>sea quedarse a escribir allí. Una parra<br />

trepa pujante y <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> tierno<br />

sobre el fondo restallante <strong>de</strong> la cal. No<br />

se oye otra cosa que el piar <strong>de</strong> mil pájaros.<br />

En la plaza unas chicas, acompañadas<br />

<strong>de</strong> pocos instrumentos <strong>de</strong> viento,<br />

cantas unos «mayos». Con los cánticos,<br />

el vino y las chicas, el tiempo corre y<br />

llegamos a Tomelloso con retraso. Los<br />

sesenta anfitriones que han <strong>de</strong> hospedar<br />

en sus casas particulares a los se 1<br />

senta escritores, aguardan en la puerta<br />

<strong>de</strong>l Ayuntamiento. Mediante una rápida<br />

y eficaz organización, a los diez minutos<br />

<strong>de</strong> bajar <strong>de</strong>l coche, a cada escritor<br />

le ha sido presentado su «tallo»,<br />

como <strong>de</strong>cía Delibes, refiriéndose a la<br />

antigua usanza marinera. Media hora<br />

<strong>de</strong>spués, cada escritor con su acompañante<br />

estaba en la bo<strong>de</strong>ga don<strong>de</strong> se<br />

daba la cena, limpio y alipizado. Las<br />

mesas están entre las ringlas <strong>de</strong> tinajas<br />

<strong>de</strong> barro <strong>de</strong> una inmensa bo<strong>de</strong>ga.<br />

Las panzas sonrosadas <strong>de</strong> las tinajas<br />

cubren la carrera <strong>de</strong>l improvisado comedor.<br />

No está mal comer entre tinajas<br />

vinateras: su bonachona configuración<br />

es compañía apacible. Cada escritor se<br />

sentó junto a su «tallo» para irse co-<br />

ver<strong>de</strong> azulada) otra, sonrosada aquélla.<br />

Aguas quedas, límpidas, reflejando el<br />

monte bajo y los pinares, los serrijones<br />

<strong>de</strong> roja arcilla; el cielo y sus pájaros<br />

se copian sobre el agua intacta. Bajo<br />

los pinos están preparadas las mesas<br />

para el almuerzo. Unos cuantos nos bañamos<br />

en la laguna <strong>de</strong>l Rey. El primer<br />

baño <strong>de</strong> la temporada. Las aguas son<br />

muy profundas y los no nadadores miran<br />

con envidia.<br />

Ignacio Al<strong>de</strong>coa cojea, apoyándose en<br />

una garrota <strong>de</strong> pastor. Fragoso <strong>de</strong>l Toro<br />

lleva cuarenta y ocho horas seguidas<br />

diciendo chistes. Sebastián Juan Arbó,<br />

un poco melancólico, con sn aspecto <strong>de</strong><br />

hombre campero y pensativo, charla<br />

con Sol<strong>de</strong>vüa, el veterano escritor catalán.<br />

El hombre que no ha perdido<br />

jamás su compostura es Acquaroni. Va<br />

impecable, como si se cambiase <strong>de</strong> ropa<br />

cada media hora. Siempre peinada y<br />

con la camisa limpia. Castillo Puche<br />

no ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> reír en iodo el viaje.<br />

Castresana andulea solo y pensativo <strong>de</strong><br />

acá para allá~. Salimos camino <strong>de</strong> Infantes,<br />

el viejo pueblo don<strong>de</strong> murió<br />

4)nevedo. Paramos ante la iglesia <strong>de</strong><br />

piedra roja, como incendiada por el<br />

sol. Cada cual echa por don<strong>de</strong> quiere.<br />

No hay casa sin blasón, ni calle sin<br />

palacio, ni palacio sin forjas pesadas y<br />

artísticas. Sobran palacios y caserones<br />

en Infantes. Al siglo actual le sobra espació.»<br />

en .Infantes. Se incorporan a<br />

las «Jornadas» la escritora peruana Elvira<br />

Miró Quesada y Regino Saiz <strong>de</strong> la<br />

Maza. Vienen en coche particular. En<br />

la parroquia visitamos la capilla don<strong>de</strong><br />

estuvo enterrado Quevedo. Luego, Marcelo<br />

Arroita, más gordo que nunca, lee<br />

anos versos <strong>de</strong> don Francisco como homenaje<br />

simbólico. Salvador Jiménez,<br />

que parece recién traído <strong>de</strong> Méjico con<br />

su cara <strong>de</strong> indio y su sombrero <strong>de</strong> trillador,<br />

anda mirando blasones. Fe<strong>de</strong>rico<br />

Muelas ríe como siempre y dice sus<br />

chistes confi<strong>de</strong>nciales. El antiguo cuartel<br />

general <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Calatrava<br />

es ahora un caserón <strong>de</strong> vecinos. Queda<br />

su patio maravilloso, con columnas <strong>de</strong><br />

piedra que llevan por sombrero enormes<br />

zapatas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra. Otro antiguo<br />

palacio es un cine ahora.<br />

o/re..<br />

nía escritores en autocar por las tierras <strong>de</strong> Don Quijote...<br />

El campo ahora, en su mejor tiempo,<br />

cabría la llanura <strong>de</strong> ver<strong>de</strong>s cambiantes.<br />

Los viñedos en hileras, trepando y retrepando<br />

por los suavísimos alcores,<br />

iter<strong>de</strong> clara la pámpana y roja la tierra.<br />

Los sembrados, ya en flor <strong>de</strong> siega,<br />

suavemente rizados, bor<strong>de</strong>aban la carretera,<br />

cercaban el nsoliso, salpicados <strong>de</strong><br />

amapolas. Alcázar <strong>de</strong> San Juan a la<br />

vista. Unos segadores sos saludan, levantando<br />

las hoces jubilosos. Son hoces<br />

<strong>de</strong> paz. Y ya en Alcázar, una fresca<br />

bo<strong>de</strong>ga. Entre dos ringlas <strong>de</strong> pipas <strong>de</strong><br />

roble, las mesas para el a^tiuerzo. Hay<br />

flores entre el vino y el queso. Se oyen<br />

lejanas las bandurrias <strong>de</strong> ana rondalla<br />

que ameniza. Los comensales, con sombreros<br />

<strong>de</strong> paja, flores y espigas, llevan<br />

el polvo <strong>de</strong>l camino sobre las ropas, el<br />

mismo polvo? qae enterragó a Don Quijote<br />

tantas veces; pero esta vez el polvo<br />

cae sobre manteles blancos y no<br />

sobre la recia piel <strong>de</strong> cabra, sobre la<br />

que yantaban tas pastores. Después <strong>de</strong>l<br />

almuerzo hay seguidillas mane&egas en<br />

el jarais. García Serrano va vestido <strong>de</strong><br />

«ful infantería». Car<strong>de</strong>nal Iracheta lleva<br />

ana calabaza colgada <strong>de</strong>l cinto <strong>de</strong>l<br />

pantalón. Cañábate fama un puro, su<br />

puro <strong>de</strong> siempre.<br />

Ahora vamos hacia Campo <strong>de</strong> Crlptana.<br />

Es media tar<strong>de</strong>. Hace un calor<br />

sofocante. En el autocar todos van en<br />

mangas <strong>de</strong> camisa. Sobre la sierra mo<strong>de</strong>rada,<br />

el pueblo <strong>de</strong> Criptana trepa con<br />

las encamas <strong>de</strong> sos casitas pulquérrimas,<br />

que no en bal<strong>de</strong> es el pueblo más<br />

limpio <strong>de</strong> España. Sobre la sierra, los<br />

tres molinos; más arriba, mucho más<br />

arriba <strong>de</strong> la iglesia, como aviones encabritados,<br />

como casas con hélice. Entramos<br />

ea el pueblo. Allá arriba, junto<br />

a los molinos, nos aguardan las chicas<br />

más guapas <strong>de</strong> la provincia vestidas <strong>de</strong><br />

manchetas, con jarras <strong>de</strong> «zurra* y platos<br />

con «tacos» <strong>de</strong> queso. Los molinos,<br />

<strong>de</strong>slumbrantes <strong>de</strong> cal, son torres exen-<br />

nociendo. La cena transcurre entre risas<br />

y conversaciones. El vino, como<br />

siempre, corre incansable. En las primeras<br />

horas <strong>de</strong> la madrugada los comensales<br />

comienzan a dispersarse. Van<br />

hacia los bares, hacia el casino, a ver<br />

el pueblo. Un grupo entra a ver una<br />

cueva o bo<strong>de</strong>ga subterránea. Todo Tomelloso<br />

tiene los pies metidos en vino.<br />

Apenas hay casa sisa cueva. El suelo,<br />

calizo, permite que puedan construirse<br />

solamente ea\*ando, sin bóvedas ni columnas.<br />

Hacf las doce <strong>de</strong>l día 28 llegamos a<br />

Argamasilla <strong>de</strong> Alba. El hidalgo pae-<br />

Mo, siempre silencioso para mejor escachar<br />

el pasar <strong>de</strong>l menguado Guadiana,<br />

en esta mañana ha salido a la calle.<br />

Vamos a la «Cueva <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> Medrano»<br />

para rendir nn breve homenaje a<br />

Cervantes. Es un homenaje simbólico.<br />

Angeles VÜlarta abre al arbitrio un tomo<br />

<strong>de</strong> la famosa edición <strong>de</strong> Rivb<strong>de</strong>neira<br />

y lee nnas líneas.<br />

—Así escribía Cervantes—dijo alguien.<br />

—T mejor—contestó un ehasco.<br />

En la glorieta <strong>de</strong>l pueblo se ha hecho<br />

un corro con sitias y mesas, sobre las<br />

cuales han puesto los primeros vinos<br />

<strong>de</strong> aquella mañana. Se bailan seguidillas.<br />

Un viejo graciosísimo las canta al<br />

son <strong>de</strong> la guitarra:<br />

Zapatitos <strong>de</strong> lona<br />

lleva la dama.<br />

Yo conozco al borrego<br />

que da la lana.<br />

El ritmo nervioso y labriego <strong>de</strong> las seguidillas,<br />

la sombra codicia<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> los<br />

árboles y el vino amenguado con gaseosa,<br />

no <strong>de</strong>jan ganas <strong>de</strong> continuar el<br />

viaje.<br />

Las dos <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. Rui<strong>de</strong>ra. La llanura<br />

ha escamoteado su sequedad y nivel<br />

y abre su seno para formar 'a pequeña<br />

Suiza <strong>de</strong> La Mancha. Cada laguna<br />

tiene un color. Ver<strong>de</strong> esmeralda,<br />

Alguien a mi lado recuerda una seguidilla<br />

que oyó en Argamasilla <strong>de</strong><br />

Alba:<br />

Dicen qae no me quieres<br />

porque soy sordo.<br />

Y yo a ti no te quiero<br />

por lo que oigo.<br />

En una glorieta espaciosa hay mesas<br />

y vino, vino con tropezones. Allí vamos<br />

acudiendo. Toca una rondalla. Las chicas<br />

pi<strong>de</strong>n autógrafos. Zunzunegoi, en<br />

mangas <strong>de</strong> camisa y también con sombrero,<br />

es el más asediado. Aiqaien pregunta<br />

si ha venido Lope <strong>de</strong> Vega.<br />

«Chuchi» le dice que no; que se ha<br />

quedado en <strong>Madrid</strong> para casar, a ana<br />

hija. García Luengo sigue vivo. Figueroa,<br />

con sus ojos claros y las cejas<br />

blanqueadas por el poK*o <strong>de</strong> la carrete'<br />

ra, bebe vino a sorbos pequeños. Comienzan<br />

las chicas a cantar los famosos<br />

«mayos» <strong>de</strong> Infantes:<br />

Mayo mayo, mayo<br />

bien venido seas,<br />

por esos caminos<br />

sendas y veredas.<br />

En el alto cielo<br />

se cría la rosa.<br />

dichosa es el alma<br />

que vaya y la coja.<br />

Salimos hacia Val<strong>de</strong>peñas. Es tar<strong>de</strong><br />

y no nos da tiempo a quedarnos más<br />

tiempo en Infantes, como nos hubiese<br />

gastado. El chofer <strong>de</strong>l autocar se <strong>de</strong>spista<br />

<strong>de</strong> carretera y paramos ante un<br />

centro <strong>de</strong> inseminación artificial. Una<br />

hora <strong>de</strong> chistes a costa <strong>de</strong> la inseminación.<br />

Muelas compone ana redondilla<br />

qae no hay forma <strong>de</strong> transcribir.<br />

Vamos <strong>de</strong>rechos a las bo<strong>de</strong>gas don<strong>de</strong><br />

hemos <strong>de</strong> cenar. La gente está cansada<br />

y la sobremesa es corta. Allí leo yo una<br />

cuartilla en homenaje a Joan Alcai<strong>de</strong>.<br />

Merlo Delgado, unos poemas <strong>de</strong>l malogrado<br />

poeta manchego.<br />

316 15 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1954


A las doce <strong>de</strong>l día 29 sétimos hacia<br />

Viso oel marqués. En ei autocar y<br />

otras partes, Luis Alonso <strong>de</strong> Vega<br />

due.me, y naola en voz baja entre sueños.<br />

Vamos a ver el palacio <strong>de</strong> don Alvaro<br />

<strong>de</strong> tsazán, primer marqués <strong>de</strong> Santa<br />

uruz y primer marino <strong>de</strong> España. En<br />

la panoquia se reza un responso an*e<br />

su sepultura. Entramos en el palacio.<br />

Imponente fábrica muy <strong>de</strong>l Kenacimiento<br />

italiano. Todos sus muros y techumbres<br />

tienen pinturas al fresco <strong>de</strong><br />

muy vivos colores. Don Julio Goillén<br />

nos enseña el archivo <strong>de</strong> la Marina<br />

española que allí se está Instalando.<br />

Múltiples anaqueles con legajos que habían<br />

<strong>de</strong>l m;>- entre las secas tierras <strong>de</strong><br />

La Macha, a muchas leguas <strong>de</strong>l litoral.<br />

Gran<strong>de</strong>s estancias, anchos corredores,<br />

muebles <strong>de</strong> la época, versos <strong>de</strong> Lope <strong>de</strong><br />

Vega alusivos al marqués grabados en<br />

mármol; panoplias con aguijones y<br />

aceros toledanos. Unos marineros sirven<br />

«zurra» <strong>de</strong> vino tinto y almendras.<br />

A Carmen NonelJ, Elvira Miró y 3 mí,<br />

Regípo Sáiz <strong>de</strong> la Maza nos enseña los<br />

<strong>de</strong>dos <strong>de</strong> su mano izquierda encallecí*<br />

dos por las cuerdas <strong>de</strong> la guitarra; callos<br />

redondos, breves y acanalados por<br />

la cnerda. En la bóveda ine cubre el<br />

rellano <strong>de</strong> La majestuosa escalera, alguien<br />

ba <strong>de</strong>scubierto unas pisturas al<br />

fresco muy mitológicas y todo lo qne usted<br />

quiera, pero poco eticantes. Los<br />

curiosos acu<strong>de</strong>n a ponía. Revuelan<br />

unas palomas blancas sobre_ el_ patio<br />

renacentista y bajo el cielo límpido <strong>de</strong><br />

La Mancha. Los jornadistas van para<br />

uno y otro lado <strong>de</strong>l palacio. Salimos<br />

hacia Almagro, don<strong>de</strong> pasaremos el resto<br />

<strong>de</strong>l aquel día. Bajamos en la plaza<br />

<strong>de</strong>l pueblo. Una <strong>de</strong> las más impresionantes<br />

<strong>de</strong> España. Plaza cuadrilonga,<br />

<strong>de</strong> soportales larguísimos. Sobre ellos,<br />

ma<strong>de</strong>ras \tr<strong>de</strong>s y cristales. «Primavera<br />

<strong>de</strong> ver<strong>de</strong>s y cristales» le llamé el poeta<br />

Alcai<strong>de</strong> Sánchez. Flaza marinera, con<br />

sabor <strong>de</strong> vieja carabela. Vamos a comer<br />

al patio <strong>de</strong> los dominicos <strong>de</strong> Almagro.<br />

Precioso patio renacentista y gótico. En<br />

sus atrios abundan los escudos <strong>de</strong> los<br />

Padilla y Girón, maestres famosos <strong>de</strong><br />

las Or<strong>de</strong>nes Militares. Entre cada dos o<br />

tres escritores hay un fraile: blancas<br />

las tocas y blanca la palabra entre tanto<br />

dicharachero y moreno. Casi todos<br />

los dominicos son asturianos, ya se sabe.<br />

Uno <strong>de</strong> ellos se parece mucho al<br />

artista Fernán-Gómez. La comida es suculenta,<br />

más todavía que la. <strong>de</strong> Tome*<br />


do en la cátedra! granadina contra la<br />

Concepción Inmculada <strong>de</strong> María, estuvo<br />

finamente representada en la Qlorieta<br />

Azul. Merecieron asimismo los<br />

aplausos <strong>de</strong>l público las ilustraciones<br />

musicales —tan acertadas, tan bellamente<br />

ajustadas al asuntó y la época—<br />

<strong>de</strong> Enrique Franco, especialmente<br />

en el «ballet» introducido en la obra<br />

como preludio <strong>de</strong>l Nacimiento <strong>de</strong> la<br />

Virgen.<br />

CONCIERTOS DEL. CUARTETO<br />

VEGJH Y LA ORQUESTA NA-<br />

CIONAL<br />

Pocas veces se encuentra la crítica<br />

ante el caso excepcional, ante el hecho<br />

artístico que rara vez se tiene la<br />

oportunidad <strong>de</strong> disfrutar. Tal ha sucedido<br />

con la presentación en Sevilla<br />

<strong>de</strong>l Cuarteto Vegh. La música <strong>de</strong> cámara<br />

es propia <strong>de</strong> selección, <strong>de</strong> muy<br />

reducidas minorías. Estas minorías, en<br />

clima musicalmente frío como el sevillano,<br />

parecen exigentes y no son tan<br />

fáciles ai arrebatado entusiasmo. Pues<br />

bien; los dos conciertos <strong>de</strong> esta famosa<br />

agrupación consiguieron arrebatar auténticamente<br />

al público que asistió a<br />

ellos en el Patio <strong>de</strong> Caríos V <strong>de</strong>l Alcázar.<br />

El primer concierto consistió en<br />

los cuartetos en do mayor <strong>de</strong> Haydn,<br />

en sol <strong>de</strong> Debussy y en mi menor <strong>de</strong><br />

Beethoven. Las ovaciones <strong>de</strong>l auditorio,<br />

que había acogido con entusiasmo<br />

la espléndida ejecución <strong>de</strong> los artistas,<br />

su inigualable sonoridad, acoplamiento<br />

y compenetración con el sentido <strong>de</strong> las<br />

composiciones, ¡legó a un punto culminante<br />

cuando terminó la interpretación<br />

<strong>de</strong>l Cuarteto <strong>de</strong> Debussy, con su<br />

estructura mo<strong>de</strong>rnísima y la resonancia<br />

española <strong>de</strong>l segundo tiempo.<br />

En ia segunda audición figuraban<br />

«cuartetos» ae Mozart, Ravel y ürahms.<br />

Conocidos los <strong>de</strong>l primero y último,<br />

el <strong>de</strong> ttavel en fa —únicQ que compuso<br />

el célebre músico francés, por los<br />

años 1902-3— había <strong>de</strong>spertado honda<br />

curiosidad en el público. Y verda<strong>de</strong>ramente<br />

no <strong>de</strong>fraudó a los. oyentes, que<br />

llenaban por completo el hermoso patio.<br />

La precisión espléndida <strong>de</strong> Maurice<br />

Ravel no pudo encontrar mejores<br />

intérpretes que estos cuatro virtuosos,<br />

<strong>de</strong> condiciones raras veces reunidas, como<br />

solistas^ y como conjunto.<br />

La Orquesta Nacional, bajo la dirección<br />

<strong>de</strong> Ataúlfo Argenta, ofreció otros<br />

dos conciertos en el Patio <strong>de</strong> la Montería<br />

<strong>de</strong> los Reales Alcázares. Hemos<br />

encontrado a esta agrupación más hecha,<br />

más madura aún que en otras ocasiones.<br />

Argenta logró sacar un enorme<br />

partido <strong>de</strong> ias posibilida<strong>de</strong>s que ofrece<br />

esta numerosa entidad instrumental. El<br />

bello sonido <strong>de</strong> la cuerda —tan poco logrado<br />

en grupos semejantes— es pastoso<br />

y <strong>de</strong> timbre agradabilísimo. Lo<br />

mismo pue<strong>de</strong> asegurarse <strong>de</strong> los instrumentos<br />

<strong>de</strong> metal y ma<strong>de</strong>ra. Un ajuste<br />

espléndido logró realizar una inolvidable<br />

versión <strong>de</strong> la «Séptima sinfonía»<br />

<strong>de</strong>l «coloso <strong>de</strong> Bonn»; la gracia, la brillante<br />

jocundidad <strong>de</strong> sus compases, fueron<br />

interpretadas con arte exquisito.<br />

Por eso, a nadie extrañó que en el segundo<br />

concierto, la «Primera sinfonía»<br />

<strong>de</strong> Brahms rayase a la altura que el<br />

director y su orquesta supieron imprimirle;<br />

máxime si se tiene en cuenta<br />

que escuchábamos a un especialista en<br />

el famoso compositor <strong>de</strong> Harr.burgo.<br />

«Iberia», <strong>de</strong> Debussy, fue expresada<br />

en toda su <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, así como lució<br />

la maravilla orquestal <strong>de</strong> la «Alborada<br />

<strong>de</strong>l gracioso», raveliana. De música española<br />

escuchamos unas espléndidas<br />

interpretaciones <strong>de</strong> «Evocación» y<br />

«Tríana», <strong>de</strong> Albéniz; «La procesión <strong>de</strong>l<br />

Rocío», <strong>de</strong> Joaquín Turina —propia <strong>de</strong><br />

estos días ro<strong>de</strong>ros que vive la ciudad—,<br />

y KEI amor brujo» y «El sombrero <strong>de</strong><br />

tres picos», <strong>de</strong> Manuel <strong>de</strong> Falla. La<br />

insistencia <strong>de</strong>l auditorio, que ovacionaba<br />

durante varios minutos a la orquesta,<br />

obligo a dar, fuera <strong>de</strong> programa,<br />

el Intermedio <strong>de</strong> «Goyescas», en<br />

el primer concierto, y la danza <strong>de</strong> «La<br />

vida breve», en el segundo. De verda<strong>de</strong>ro<br />

acontecimiento artístico, no realizado<br />

en Sevilla <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace muchísimo<br />

tiempo, pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse el ciclo<br />

musical <strong>de</strong> los festivales.<br />

Y una lección pue<strong>de</strong> servir <strong>de</strong> estimulo<br />

a la Dirección General <strong>de</strong> Información<br />

y al Ayuntamiento <strong>de</strong> la ciudad,<br />

organizadores <strong>de</strong> los espectáculos.<br />

Sevilla ansiaba ardientemente esta<br />

campaña artística. Para corroborarlo<br />

están ahí las estadísticas. Más <strong>de</strong> 4X00<br />

personas han asistido a las ^presentaciones<br />

<strong>de</strong> «ballet» y teatro; alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong> un millar asistió a los conc\ert?s <strong>de</strong><br />

música <strong>de</strong> cámara, y unas 3.000 al con<br />

eierto popular <strong>de</strong> la Orquesta madreña.<br />

De haber dispuesto <strong>de</strong> más espae'o,<br />

no cabe iluda se hub'ese podido duplicar<br />

estas cifras, porgue las entradas se<br />

terminaban en ta'j'Ua varias horas<br />

antes <strong>de</strong> comenzar el acto. Este es el<br />

balance alentador.<br />

ENRIQUE SÁNCHEZ PEBKOTE<br />

RMAS Y LAS LETRAS<br />

EXPOSICIÓN BIBLIOGRÁFICA MILITAR ESPAÑOLA<br />

EN LA BIBLIOTECA NACIONAL<br />

E. acontecimiento singular en el cam-<br />

D po cultural e histórico Demos ae<br />

calificar la valiosa Exposición Bibliográfica<br />

Militar Española que el Ministerio<br />

<strong>de</strong> Educación Nacional y sa Dirección<br />

General <strong>de</strong> Archivos y Bibliotecas<br />

han organizado coa evi<strong>de</strong>nte acierto<br />

como homenaje al Ejército español,<br />

al que no sólo hay que alabar apasionadamente<br />

por sus seculares hazañas y<br />

virtu<strong>de</strong>s militares y patrióticas, sino<br />

también, como <strong>de</strong>muestra claramente<br />

esta afortunadísima Exposición, por haber<br />

sido portador basta las más lejanas<br />

tierras áel temple <strong>de</strong> una raza, <strong>de</strong> su<br />

lengua, <strong>de</strong> su cultura y <strong>de</strong> las eternas<br />

Verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Cristo. A todo ello hay<br />

que añadir los gran<strong>de</strong>s poetas, artistas<br />

y escritores que las armas dieron a la<br />

Patria. Milicia y Letras es, pues, la divisa<br />

que correspon<strong>de</strong> a esta gran Exposición,<br />

inaugurada recientemente por<br />

el Caudillo, cuyo busto la presi<strong>de</strong>, junto<br />

a dos símbolos gloriosos: el códice<br />

<strong>de</strong>l «Poema <strong>de</strong>l Cid y un ejemplar <strong>de</strong><br />

la primera edición <strong>de</strong>l «Quijote», abierto<br />

por el folio en que comienza el «Discurso<br />

<strong>de</strong> las Armas y <strong>de</strong> las Letras».<br />

Hacer un resumen <strong>de</strong> los valiosos documentos,<br />

miniaturas, planos, mapas,<br />

grabados, pinturas, dibujos, armas,<br />

obras literarias y tratados técnicos e<br />

históricos que se hallan en la Exposición<br />

es imposible en una breve noticia,<br />

a pesar <strong>de</strong> que se expone simplemente<br />

una especie <strong>de</strong> antología esquemática<br />

<strong>de</strong>l riquísimo «Catálogo <strong>de</strong> los fondos<br />

militares» que poseen los archivos y las<br />

bibliotecas españolas al cuidado <strong>de</strong>l especializado<br />

e inteligente Cuerpo <strong>de</strong> Ar<br />

chiveros y Bibliotecarios.<br />

Han hecho posible la gran Exposición<br />

que comentamos .los fondos <strong>de</strong> la<br />

Biblioteca Nacional, <strong>de</strong> los Archivos <strong>de</strong><br />

Simancas y <strong>de</strong> Indias, <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong><br />

América y <strong>de</strong> otros organismos oficiales,<br />

unidos a valiosas aportaciones <strong>de</strong> particulares.<br />

La sala I sería suficiente por sí sola<br />

pgra mostrarnos la gran<strong>de</strong>za militar<br />

española a través <strong>de</strong> l< 9 sigios. Según<br />

po<strong>de</strong>mos apreciar, está <strong>de</strong>dicada prin -<br />

cipalmente a las más famosas batallas<br />

<strong>de</strong> nuestra Historia, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Reconquista<br />

hasta los comienzos <strong>de</strong>l siglo<br />

XIX, incluyendo, a<strong>de</strong>más, autógrafos,<br />

documentos personales y expedientes<br />

<strong>de</strong> gloriosos militares hispanos. Por<br />

citar algo <strong>de</strong> lo mucho qae aquí se encierra,<br />

mencionaremos un privilegio <strong>de</strong><br />

Alfonso Vil, otro <strong>de</strong> Fernando li, otro<br />

<strong>de</strong> Alfonso VIH, en que el monarca<br />

habla <strong>de</strong> la batalla <strong>de</strong> las NaVus <strong>de</strong><br />

Tolosa; otro <strong>de</strong> Fernando «el Santo»,<br />

escrito en el cerco <strong>de</strong> Sevilla; otro <strong>de</strong><br />

Alfonso XI, escrito en el campamento<br />

real durante el cerco <strong>de</strong> Gibraltar. También<br />

se hallan en la Sala I las famosas<br />

cuentas <strong>de</strong>l Gran Capitán (15 <strong>de</strong> julio<br />

<strong>de</strong> 19)2) y una carta autógrafa <strong>de</strong> Fernando<br />

«el Católico» al abad <strong>de</strong> Poblet,<br />

comunicándole la conquista <strong>de</strong> Granada.<br />

Hay que añadir a lo anterior los do><br />

cumentos que reflejan la época <strong>de</strong> Carlos<br />

I y Felipe II, <strong>de</strong> las que sólo mencionaremos,<br />

por falta <strong>de</strong> espacio, el relato<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sastre <strong>de</strong> la «Invencible*,<br />

hecho por el contador <strong>de</strong> la flota. Entre<br />

las numerosas cartas, autógrafos y<br />

expedientes personales nos encontramos<br />

los nombres <strong>de</strong> Hernán Cortés, duque<br />

<strong>de</strong> Alba, Spínola j- el autógrafo y expediente<br />

personal <strong>de</strong> Garcilaso <strong>de</strong> la<br />

Vega para su ingreso en la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

Santiago con fecha <strong>de</strong> 1523. Añadamos<br />

a es;to otros documentos <strong>de</strong> los si'<br />

glos XVII, XVIII y <strong>de</strong> principios <strong>de</strong>l<br />

XIX. especialmeníe <strong>de</strong>stacables los referentes<br />

a Trafalgar y a la Guerra <strong>de</strong><br />

la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia.<br />

La Sala II está consagrada a manuscritos<br />

en que <strong>de</strong>stacan la parte gráfica<br />

y la bibliográfica, propiamente dicha.<br />

Por no exten<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong>masiado, haremos<br />

tan sólo referencia a la magnífica<br />

^ itela mineada <strong>de</strong> 90 metros por 45 centímetros,<br />

que representa el «Triunfo <strong>de</strong><br />

Maximiliano». Es sorpren<strong>de</strong>nte aquí Ja<br />

<strong>de</strong>tallaba ejecución y el colorido. Por<br />

sí sol?» hay que consi<strong>de</strong>rar esta precia*<br />

ob-a "orno el documento más completo<br />

<strong>de</strong> arte militar <strong>de</strong> los siglos XVI y<br />

XVII. Por su larga teoría <strong>de</strong>sfilan toda<br />

clase <strong>de</strong> símbolos guerreros, <strong>de</strong> arman,<br />

<strong>de</strong> soldados, <strong>de</strong> gente <strong>de</strong>l pueblo, o"e<br />

bufones, <strong>de</strong> cortesanos, <strong>de</strong> batallas y <strong>de</strong><br />

heráldica, junto al emperador y sa familia.<br />

La Sala III recoge ediciones príncipes<br />

<strong>de</strong> incalculable valor <strong>de</strong> las crónicas<br />

<strong>de</strong> la conquista <strong>de</strong> América, poemas<br />

y otras obras literarias y gráficas inspiradas<br />

en aquella gigantesca empresa.<br />

Hay que añadir aquí diversos manuscritos<br />

acerca <strong>de</strong> las Or<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Caballería.<br />

Llaman extraordinariamente la<br />

atención'las figuras <strong>de</strong> los conquistadores<br />

a través ele los dibajos <strong>de</strong> los indios.<br />

La Sala IV se consagra a la teoría y<br />

y técnica militar española. Libros y tratados<br />

interesantísimos, escritos por<br />

nuestros soldados <strong>de</strong> los siglos XVI y<br />

XVII principalmente, y <strong>de</strong> siglos posteriores<br />

completan esta Sala, don<strong>de</strong> se<br />

encierran ejemplares rarísimos. También<br />

se pue<strong>de</strong>n ver algunos tratados <strong>de</strong><br />

esgrima, entre ellos el <strong>de</strong>l célebre Pacheco.<br />

En la Sala V se exponen mapas y pianos,<br />

entre éstos los <strong>de</strong> los fuertes que<br />

se hallaban en las rutas <strong>de</strong> nuestros<br />

galeones. Merece mención especial an<br />

cartón para tapiz que representa la<br />

ruta <strong>de</strong> Carlos I, camino <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s,<br />

probablemente original <strong>de</strong> Barbalunga,<br />

pintor <strong>de</strong>l emperador.<br />

Hallamos en la Sala VI una vitrina<br />

que nos evoca la acción española en el<br />

Mediterráneo a partir <strong>de</strong> los Keyes Ca-<br />

fContinuación <strong>de</strong> la página 2)<br />

-Usted dice eso por el Fastenraht.<br />

— Por ése o por cualesquiera otros<br />

concursos. Debía imponerse la moda<br />

<strong>de</strong>l concurso a fecha fija.<br />

— En esto quien lo hace bien es el<br />

Nadal. Todos saben que el día <strong>de</strong> Reyes<br />

hay premio.<br />

-En cuanto al Fastenrath, escuché<br />

el otro día algo muy pintoresco: una<br />

escritora afirmaba, con toda seguridad,<br />

que este año no se concedía.<br />

— El paso a que vamos parece indicarlo<br />

así; pero conviene diga usted a<br />

esa señora que eso no es posible. Habría<br />

que <strong>de</strong>clararlo <strong>de</strong>sierto, ¿ y cómo<br />

pue<strong>de</strong> hacerse eso, existiendo un acuerdo<br />

<strong>de</strong> la ponencia encargada <strong>de</strong> fallar,<br />

en la que se asigna obra para el premio<br />

y se dan títulos <strong>de</strong> otras tantas<br />

que podrían también merecerlo?<br />

— Eso pensé yo; pero ¡ cualquiera<br />

contradice a una dama cuando aparece<br />

convencida!<br />

• * •<br />

— Tenemos nueva novela <strong>de</strong> Ruano.<br />

— Sí. Ha corregido pruebas <strong>de</strong> «Nati,<br />

la <strong>de</strong>licada». Se ía publica Exíto,<br />

<strong>de</strong> Barcelona. En esa colección don<strong>de</strong><br />

apareció la biografía <strong>de</strong>l pintor


~\M UY ele mañana, el 13 <strong>de</strong> junio, día<br />

i *-* <strong>de</strong> San Antonio, bajaban, y siguen<br />

l)ajamio, a ía ermiU <strong>de</strong>l samo, juut.> al<br />

Manzanares, las mocitas p.nln^eras a rezar<br />

al ermitaño en la madjugada, oírle<br />

ana misa tempranera y <strong>de</strong>jar caer en la<br />

pila <strong>de</strong>l agoa bendita un alfiler —<strong>de</strong>voción<br />

y superstición <strong>de</strong> este <strong>Madrid</strong>—, todo<br />

por mor <strong>de</strong> que el Santo l;.s dé bien<br />

plantado novio, que pronto sea maríJo,<br />

que es, hoy como ayer, la meta <strong>de</strong>finitiva'<br />

y verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> las hijas <strong>de</strong> Eva.<br />

Después, ya cumplidos loa <strong>de</strong>beres espirituales,<br />

y quizá para dar ocasión <strong>de</strong><br />

obrar milagros al Santo casamentero,<br />

vienen el baile en el meren<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la<br />

verbena, las vueltas en ios caballitos o el<br />

| vaivén <strong>de</strong> las barc?s, que impulsa muy<br />

| alto un brazo varonil, entre chillidos nra-<br />

! jeriles y revoloteos <strong>de</strong> falda». Y es nei<br />

cesa rio comprar el botijo que ba <strong>de</strong> refrescar<br />

el agua en los calores <strong>de</strong>l verano<br />

y mercar un tiesto <strong>de</strong> hortensias o mejor<br />

<strong>de</strong> albahaca, que f|ner en el balcón, ya<br />

florido en los geranios y los guisantes <strong>de</strong><br />

olor y tal cual enclenque mata <strong>de</strong> claveles<br />

empobrecidos.<br />

Ya no es —realmente no lo fue nunca—<br />

San Antonio la primera verbena que<br />

Dios envía, pero sí <strong>de</strong> las más sonadas<br />

<strong>de</strong>l ciclo verbenero, y, sobre todo, la que<br />

tiene la gracia única <strong>de</strong> darse cita junto<br />

a las pinturas magníficas que tragara la<br />

mano maestra <strong>de</strong>l a Sordo», don Francisco<br />

<strong>de</strong> Goya, el <strong>de</strong> los Toros.<br />

Y con ser bien conocida la ermita y<br />

los frescos, literaturizada hasta la saciedad<br />

empalagosa la verbena y sus festejos<br />

y harto popular la romería, con rnaiitoncillos<br />

negros, entre las jovencitas madrileñas,<br />

no lo es tanto la propia historia,<br />

bien movida y trasladada <strong>de</strong> la etmita<br />

verbenera, final <strong>de</strong> la romería polvorienta<br />

que las márgenes <strong>de</strong>l Manzanares<br />

ven cada año entre igual olor <strong>de</strong> fritanga<br />

<strong>de</strong> churros y polvo <strong>de</strong> caminos resecos.<br />

El nacimiento <strong>de</strong> la ac*,ual ermita <strong>de</strong><br />

San Antonio, don<strong>de</strong> Gaya <strong>de</strong>jara el prodigio<br />

<strong>de</strong> sus pinturas, está en una ermita<br />

que los vecinos <strong>de</strong> <strong>Madrid</strong>, habitantes<br />

en la inmediaciones, levantaron a finales<br />

<strong>de</strong>l siglo XVIII, junto a la puerta <strong>de</strong> San<br />

Vicente vieja, <strong>de</strong>dicada a Nuestra Scñota<br />

<strong>de</strong> Gracia, que ya tenía, como es sabido,<br />

en <strong>Madrid</strong> un Humilla<strong>de</strong>ro situado<br />

en la Plaza <strong>de</strong> la Cebada.<br />

Estaba la puerta vieja <strong>de</strong> San Vicente<br />

situada a mitad <strong>de</strong>l actual paseo que boy<br />

se llama <strong>de</strong> Onésimo Redondo, y era <strong>de</strong><br />

piedra, con tres arces, <strong>de</strong> los que el uno<br />

daba entrada al Campo <strong>de</strong>l Moro y los<br />

otros dos a <strong>Madrid</strong>. En 1770 se <strong>de</strong>molió<br />

y levantó nueva más abajo, en la actual<br />

plaza <strong>de</strong> Ramiro Le<strong>de</strong>sma y por don<strong>de</strong><br />

hoy la fuente <strong>de</strong>dicada a Villanneva y<br />

obra <strong>de</strong>l arquitecto D'Ors. Esta segunda<br />

- puerta la dirigió Sabatini y duró hasta<br />

3890, que fue <strong>de</strong>smontada y perdida, pese<br />

a su belleza, terminando sus piedras<br />

por convertirse en grava, que fue empleada<br />

en el firme <strong>de</strong> la carretera genetal.<br />

Divertido fin <strong>de</strong> una obra monumental.<br />

Volviendo a nuestra ermita, diremos que<br />

<strong>de</strong>bía <strong>de</strong> estar situada por las cercanías<br />

<strong>de</strong> la Estación <strong>de</strong>l Norte. La primitiva<br />

pobre edificación subsistió hasta que en<br />

1731 el Guarda Mayor <strong>de</strong>l Rey Felipe V,<br />

don Francisco <strong>de</strong>l Olmo, o el Resguardo<br />

<strong>de</strong> Rentas Reales —antece<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> los<br />

Carabineros—, que la cosa no parece <strong>de</strong>masiado<br />

clara, acuerda la edificación <strong>de</strong><br />

una nueva capilla, que se realiza dirigida<br />

por el arquitecto Alberto <strong>de</strong> Churriguera<br />

y se acaba en 1732.<br />

Es en esta segunda ermita don<strong>de</strong> se<br />

coloca una imagen <strong>de</strong> San Antonio úe<br />

Padua, que realizó el escultor Juan <strong>de</strong><br />

Villanueva, padre <strong>de</strong>l que había <strong>de</strong> ser<br />

célebre arquitecto matritense. Pronto tuvo<br />

fama <strong>de</strong> milagrosa en <strong>Madrid</strong> la imagen<br />

en cuestión, con lo que creció la fama<br />

<strong>de</strong> la ermita, que por esta causa vino a<br />

ATKINEO •<br />

per<strong>de</strong>r su antiguo y piimltivo titulo para<br />

<strong>de</strong>dicarse a la advocación <strong>de</strong>l santo paduauo.<br />

Quedó esta ermita al cuidado y at:n«<br />

ción <strong>de</strong> la cununíd^d <strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong><br />

San Martín, célebre convento madrileño,<br />

que estaba don<strong>de</strong> boy la plaza <strong>de</strong> su nombre,<br />

frente a las Descalzas Reales, y todo<br />

parecía anunciar a esta ermita <strong>de</strong> extramuros<br />

larga vida y numerosos <strong>de</strong>votos,<br />

cuando en 1768 piensa Carlos III, en su<br />

tarea <strong>de</strong> hermosear <strong>Madrid</strong>, en la regularizaeión<br />

<strong>de</strong>l paseo que se llamaba <strong>de</strong><br />

San Vicente. Para ensancharlo hubo que<br />

tirar la ermita <strong>de</strong> Churriguera, trasladándose<br />

la imagen tan célebre <strong>de</strong> San<br />

Antonio a la iglesia <strong>de</strong> San Martín, mientras<br />

se construía nueva ermita, tercera<br />

<strong>de</strong> la serie, que fue encargada esta vez<br />

al arquitecto don Francisco S b tini.<br />

Pero, como es <strong>de</strong> suponer, dada la causa<br />

que motivara su <strong>de</strong>molición, la nueva<br />

ermita no pudo ya levantarse en el logar<br />

<strong>de</strong> la anterior, sino más al norte.<br />

Si no duró mucho la segunda, menos<br />

había <strong>de</strong> permanecer la tercera en pie.<br />

En 1792, Carlos IV adquirió la poses' ón<br />

<strong>de</strong> «La Florida» y otros terrenos, entre<br />

los que se contaba el solar <strong>de</strong> la nueva<br />

capilla, y como el rey había pagado casi<br />

dos millones <strong>de</strong> reales <strong>de</strong> vellón para tener<br />

unos bellos jardines, que pedía la<br />

reina María Luisa <strong>de</strong> Parras, fue* necesario<br />

volver a <strong>de</strong>moler la capilla y trasladar<br />

<strong>de</strong> nuevo el Santo a la iglesia <strong>de</strong><br />

San Martín hasta que vinieran más favorables<br />

momentos.<br />

La cuarta ermita fue obra <strong>de</strong>l italiano<br />

Carlos Fontana, por encargo <strong>de</strong> Car<br />

los IV, y es la que existe en la actualidad.<br />

El propio rey puso la primera piedra<br />

<strong>de</strong> la nueva edificación, que se abrió<br />

al culto en 1798, embellecida por el pincel<br />

<strong>de</strong> Goya, que dignificó con sus frescos<br />

una arquitectura vulgar y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego inferior,<br />

por los datos que poseemos, a las<br />

que en la historia la habían antecedido.<br />

Pudiera creerse que ya I do h bía<br />

quedado tranquilo y vuelto a su priniílívo<br />

ser. Y no fue así. A la nueva ermi.<br />

la ya no volvió la célebre y milagrera<br />

imagen <strong>de</strong> San Antonio que labrara Juan<br />

<strong>de</strong> Villanueva y cuyo para<strong>de</strong>ro se ignora,<br />

si es que existe aún y no pereció en<br />

las trágicas quemas <strong>de</strong> iglesias y conventos<br />

que arruinaron tantas joyas artísticas.<br />

En esta nueva iglesia se pus», al<br />

inaugurarse, en el altar mayor una imagen<br />

obra <strong>de</strong> José Gínés, el escultor \alenciabo<br />

que lo fue <strong>de</strong> cámara <strong>de</strong> Carlos<br />

IV, autor, entre otras obras, <strong>de</strong>l célebre<br />

Nacimiento llamado <strong>de</strong>l Príncipe.<br />

Este es el San Antonio que, <strong>de</strong><strong>de</strong> el retablo<br />

<strong>de</strong> la ermita, escucha las peticiones<br />

casamenteras <strong>de</strong> las mocitas <strong>de</strong>l mantoncillo<br />

se<strong>de</strong>ño.<br />

En 1919 recibió la ermita los restos<br />

<strong>de</strong>l pintor aragonés que hiciera célebre<br />

su existencia y que venían trasladados<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cementerio <strong>de</strong> la Archicofradía<br />

Sacramental <strong>de</strong> San Andrés, San Pedro,<br />

San Isidro y Animas Benditas <strong>de</strong>l Purgatorio,<br />

situado junto a la ermita <strong>de</strong> Sun<br />

Isidro <strong>de</strong>l Campo, y don<strong>de</strong> estaba en<br />

panteón común con Donoso Cortas, Leandro<br />

Fernán<strong>de</strong>z Moratín y Juan Melcn<strong>de</strong>z<br />

V al<strong>de</strong>a. Por cierto que en este panteón ni<br />

se ha ocultado el nombre <strong>de</strong> Goya ní se<br />

ha retirado su retrato en bajorrelieve,<br />

haciendo suponer al paseante que allí se<br />

encuentran sus restos mortales.<br />

En 1928 fue <strong>de</strong>clarada Monumento Artístico<br />

Nacional, ni> por la obra <strong>de</strong> Fontana,<br />

sino por las goyescas pinturas, y<br />

fue entonces cuando se construyó la otra<br />

ermita, gemela <strong>de</strong> ella, que hoy srstiene<br />

el culto Tetirado <strong>de</strong> la original para librar<br />

a los frescos <strong>de</strong>l humo <strong>de</strong> las veías.<br />

Últimamente fueron estes restaurados<br />

por el pintor señor Groético<br />

español —que, según las malas<br />

lenguas, sto son otros que<br />

los propios poetas—, el nombre<br />

<strong>de</strong> Salvador Jiménez, poeta<br />

murciano, sonó por primera<br />

vez junto a «La orilla <strong>de</strong>l milagro». Tal es su Inicial titulo poético,<br />

y el libro así llamado obtuvo en 1945 el premio Fe&s <strong>de</strong> Medina, en so<br />

Murcia natal. Tres años <strong>de</strong>spués hizo una segrenasJ|Utreg» <strong>de</strong> poemas,<br />

publicando «Alabanza <strong>de</strong> ti», en los cua<strong>de</strong>rnos que aparecían por entonces<br />

— 1948 — , patrocinados por la revista «Azarbe». V<br />

Salvador Jiménez, licenciado en Filosofía y Letras, traslado su resi<strong>de</strong>ncia<br />

a <strong>Madrid</strong> en 1950. Apenas llegado fundó y dirigió u revista universitaria<br />

«Bengala», en la que, junto a los temas <strong>de</strong> mÍ|||sa actualidad<br />

juvenil, tenia siempre reservado un espacio a la poesía/^f|árante algún<br />

tiempo se impuso un silencio voluntario en sus quehaceresfíoétieos, porque,<br />

superado <strong>de</strong>l todo su primer libro -<strong>de</strong>l que no por e§£&preseia<strong>de</strong>,<br />

como parte suya e intransferible que es—, quiso imponerse una «ct^a<br />

<strong>de</strong> reposos, para iniciar su nueva etapa poética, sin que pudiera verse<br />

entorpecida en su <strong>de</strong>sarrollo y <strong>de</strong>finitiva orientación por lastre alguna,<br />

Tras este lapso, Salvador Jiménez na vuelto a escribir versos, y hace<br />

solamente unos meses su poema «La casa» obtuvo el premio Juventud<br />

1953 <strong>de</strong> poesía, al tiempo que, como en esta misma página se dice,<br />

Al<strong>de</strong>coa lograba el <strong>de</strong> cuentos.<br />

«Como el llanto o la lluvia», según un verso <strong>de</strong> Miguel Hernán<strong>de</strong>z,<br />

es el título <strong>de</strong> un libro Inédito <strong>de</strong> Salvador Jiménez.<br />

En la actualidad viene realizando una intensa labor periodística, concretada<br />

especialmente en las páginas <strong>de</strong> «Juventud» —revista <strong>de</strong> la que<br />

es redactor—, «Arriba» y «Haz», y proyecta para este verano un viaje<br />

a Italia, con el Inevitable retorno por París, invirtíendo en ello la Bolsa<br />

<strong>de</strong> Viaje que le ha sido otorgada en el concurso convocado por el Ministerio<br />

<strong>de</strong> Educación Nacional para escritores y artistas jóvenes.<br />

Salvador Jiménez no es un poeta aséptico, ni tampoco está adscrito<br />

a «israo» <strong>de</strong> ningún género. Escribe con pasión y con fervor, y hay en<br />

sus poemas, en sus artículos, en cuanto hace, mucho mas que una simple<br />

expresión estética. Salvador Jiménez no es sólo un magniflco poeta, sino<br />

también un poeta militante; lo cual no impi<strong>de</strong> que a la vez esté tan<br />

distante <strong>de</strong>l oficialismo servil como <strong>de</strong> la inhibición culpable.<br />

JUAN EMILIO ARAGONÉS<br />

EN NUESTRA<br />

PORTADA:<br />

A los catorce añ«s> empecé a pintar en Sadaba, que es don<strong>de</strong> nací.<br />

Pasé en Zaragoza unos meses antes <strong>de</strong> venir a Sfafiria, Estudié en la<br />

Escuela <strong>de</strong> Bellas Artes <strong>de</strong> San Fernando y tuve tres años usa beca<strong>de</strong><br />

la Diputación <strong>de</strong> Zaragoza. Al terminar los estudios en San Fernando<br />

me <strong>de</strong>diqué, principalmente, a la pintura mural; tengo <strong>de</strong>corada ana<br />

ermita en la provincia <strong>de</strong> Segovía y frescos en una resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> SEarXgoza<br />

y ea un edificio escolar en Méutrida. Siento una gran predüeéeidm<br />

por esta cíase <strong>de</strong> pintora, •<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Padua a Lisboa, para librar a su<br />

padre <strong>de</strong> la acusación <strong>de</strong> asesinato que<br />

sobre él pesaba. El Santo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

pasar milagrosamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Italia a Por-'<br />

tugal, realiza otro milagro para <strong>de</strong>mostrar<br />

la inocencia <strong>de</strong> su padre: resucita<br />

al asesinado para que <strong>de</strong>clare cuál fue<br />

su matador.<br />

Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> este «Sema central se reúnen<br />

figuras y ángeles que parecen <strong>de</strong>s*<br />

eorrer unas cortinas para <strong>de</strong>jar ver la carena.<br />

Las gentes colocadas en las pinturas<br />

están vestidas a la moda <strong>de</strong>l momento<br />

en que se pintaba y son verda<strong>de</strong>ros<br />

retratos <strong>de</strong> nombres y mujeres <strong>de</strong> la época.<br />

La barandilla pintada que recorre los<br />

frescos es pretexto para apoyar figuras<br />

que salen <strong>de</strong>l plano en que están pintadas,<br />

y hasta para servir a unos chicuelos<br />

revoltosos y ajenos al milagro <strong>de</strong> Antonio,<br />

<strong>de</strong> percha <strong>de</strong> acrobacias callejeras.<br />

Dos meses llevaron al pintor <strong>de</strong> Fuen<strong>de</strong>todos<br />

las tareas <strong>de</strong> estas pinturas que<br />

no son realmente frescos, aun cuando así<br />

acostumbremos a llamarlas. Y esos do»<br />

meses <strong>de</strong> tarea produjeron una obra que<br />

parece que en tan breve tiempo no ea<br />

posible ni siquiera haber manchado.<br />

Las ocho semanas <strong>de</strong> tarea rápida, nerviosa,<br />

proporcionaron a don Francisco<br />

seis mil reales, que por honorarios le<br />

pareció al buen a 20 <strong>de</strong> Carlos IV el precio<br />

justo otorgar a su pintor <strong>de</strong> cámara.<br />

Es fama que Goya empleó en estas pinturas<br />

esponjas, más que pinceles, para<br />

exten<strong>de</strong>r y diluir los colores, y que, cargado<br />

<strong>de</strong> ellas, iba diariamente al cochecillo<br />

en el qne, al trote <strong>de</strong> dos caballejos,<br />

acudía diariamente a la ermita a pintar.<br />

A la ermita que, a la orilla <strong>de</strong>l Manzanares,<br />

había <strong>de</strong> ser panteón <strong>de</strong> su propia<br />

sepultura.<br />

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