4 - Ateneo de Madrid

T
ODO arte es una ambición que
busca la expresión más adecuada
de una realidad o de un
concepto. Cuando éste es abstracto,
la dificultad se acrece, ya que hasta
la misma lengua dista esencialmente
de la naturaleza espiritual
de la idea.
Por ello mo podemos menos de
leiferirnos en este número —página
32—, a uno de tos propósitos más
arduos con qu© la ¡rtStura moderna
española, se ha enfrentado. Miguel
Moya Huertos se ha detenido ante
los cuadros de Cossío y los califica
de • pintura, abstracta, descubriéndonos
la finalidad de su autor: expresar
con los medios plásticos, del
color nada menos que el espacio en
sí. Tal vez los filósofos no estén
muiy de acuerdo con este vocaíbulário
de Moya HuertiS, como no lo
eetá totalmente .el articulista con
les lienzos de Cossío. Reconoce en
ellos méritos y calidades nada, corrientes,
pero no deja de recordarle
que la p'ntura "no es metafísica,
ni por metáfora, sino física, óptica
para Ice sentidos", y juaga que la
obra presente "es una expresión que
carece de significado y que nos produce
li experiencia de sensibilidad
que descubre el ritmo vivo en todo
•ruante yace a los pies del pintor".
LIBROS
LETRAS de España
y letras
sobre España;
en el mundo preocupa
nuestra lite A .
ratura y, literaria- '
mente se enfocan
también temas dSt
nuestra historia, figuras
d e nuestra
intelectualidad, ciclos
más o menos
enteros o comprendidos
del ser hispano.
Hemos reunido
varios juicios críticos
propios sabré
diversos libros extranjeros
volcados
hacia lo español.
Reproducimos aquí(
una. ilustración de
uno de los más in- I
terciantes libros
estudiados, " Les
O o n q u istadoree ",
de Georges Lafond.j
publicado en la serie
"Iiégendfes in-,
montea es", por(
"¡tes pulblications
techniques", con
magníficos y ^originales
dibujob en
color, de Francoise
de la Perriére.
'dos iLof'itaUanos sobre Hernán Cortés y Francisco Piaarro, al
de los que, pintorescamente, se le llama Fernando Cortés,
d diteoadoT también en la página 22 del presente numero de
LA ESTAaW UITIERAKIA, dos libros- sugerentes|''Iiyra aspaba"
r tid l húngaro
sugerentes|Iiyra aspaba
antoría poética española vertida al húngaro, y "D "Donna Rosita Nubi
le" le de García ¡Larca, traducida r y
¡adaptada dtd a la escena italiana, italiana con
un prólogo estudio sobre la figura
del poeta, original de O. Macri,
donde se sitúan dato» biográficos y
áe, la evolución literaria- del mismo.
' Dentro de l'a mayor ofajettividad,
LA ESTlAiFETA LTEERAiRlA, atenta
siempre al tema. España en la literatura
del mundo, analiza estos
líteos que, de cerca, se refieren &
nosotros y que tanto interés tienen
para los lectores españoles, pues s°n
cosas de España, vistas por el extranjero,
es decir, enfocadas desde
un plano que no es el ihablitual.
UN REGIMENTÓ DE Tí GATOS
¿sutil
Antésdépublicarse "Los nombres de
CrUto", de Ffay Luí» de León, aparecieron
en Zamora, a orillas del Duero,
otros diálogos en que se habla de
Cristo Legislador, debidos al fraile za.
maraño Alejo de Salamanca. Este precédante
notable de la obra clásica de
nuestra literatura ofrece en.,'
na ai.* el P, Félix G. Olmedo',
II
ofrecemos en
esteNUMERO
DON VICENTE, el más rastacuero
de los novelistas de
su época. Antonio Valencia,
Federico O arda Sanchiz y
Martín Domínguez, hablan
de Vicente Blasco Ib&ñez.—
Las tres secciones de polémica:
SELLO DE URGENCIA,
A MUERTE y REPARTO
DE MEDIANOCHES-ADIÓS
A LA BOHEMIA, por César
González Ruano. — EL SE-
GUNDO CENTENARIO DE
ECA DE QUEIROZ. — La
bohemia del circo, según
EMILIO CARRERE. — Un
trabajo de Vicente Vega sobre
UN REGIMIENTO DE
LITERATOS EN 1S45. — La
Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando,—¿QUE
LEEN NUESTROS POE-
TAS? — Una original entrevista
ée nuestro redactor
Suárez Caso con DON JAaiNTOBENAVENTE.—Agustín
de Foxá y "BAILE EN
CAPITANÍA". — La nueva
gran Orquesta Municipal de
Barcelona. — Criticas de libros,
por .Francisco Cossío,
Luis Ponce ée León, Miguel
Vülalonga, José María de
Cossío, Ricardo Juan y J. A.
Zunzunegui.—Nuestra habitual
sección de CINE^-LAS
REVISTAS LITERARIAS
durante la Dictadura. — Él
problema del libro visto por
editores. — Noticiario bibliográfico.
— Un antecedente de
LOS NOMBRES DE CRIS-
TO. — Ediciones extranjeras
de LIBROS SOBRE ESPA-
ÑA- — "La Estafeta" en el
Mundo. — Las Provincias en
"La Estafeta". — HABLAR
POR HABLAR y un estudio
de Moya Huertas sobre la pin»
tura de Cossio.
SI como suena. Un regimiento con
su coronel, sus comandantes, capitanes,
tenientes, capellán, médico,
albéitar, clases, soldados y... "patulea",
clasificación esta última muy poco
airosa, pero que los organizadores del singular
regimiento creyeron inexcusable para
la buena disciplina". Vicente Vega,
en la página 7. a cuenta las gestas más curiosas
del tal regimiento, cuyo coronel fue
don Manuel José Quintana, y cuyo Diario
Oficial, "El Cínife", publicaba órdenes
del día, ascensos y degradaciones. Getrudis
Gómez de Avellaneda no quiso ser
cantinera del regimiento y hubo de sufrir
las picaduras de "El Cínife". En esta
primera página aparece un óleo de
Serny, inspirado en la lectura de este artículo.
\ .
Este número 4 enesta DOS PESETAS
DonVicentet
t
novelistas desuépoca
E N
la rueda rueda
de las evocación
e s salta
hoy a la pla-
tin el nombre corpu:nto—s
o n o ro de
1 lí g ría orgánica y
ees dfe disptuta—de
Viente Blasco Ibáñe.
Puente de paso
citre la segunda.
prmoción de la escula
realista del XIX
(lí Pardo, P. Valdés
y 'Clarín") y la geneación
de novelista
del 98, se semiftiiona
con sus predeésores
en dos de-*
noiinadores c o m uM
n s: la inclinación
muralista y el problma
religioso, que
ei Blasco se interfife
con la levadura
pi-letaria de lo social.
E mismo reconoce
qt sus primeras novas
responden en
prte a este signo
esético: Zola. Sin
eibargo, la sugestiti
del medio ambente
inflama en
scollismo verbal su
peta mediterránea
y la envuelve en
ni luz muy distint¡
del tono sombrío
d 1 misántropo de
Ite d á 11. Tampoco
q:da muy cerca del
piciosismo d'annunzho,
aunque el pro_
p Blasco haya crerd
experimentar, "de
u modo indudable",
s influencia.
V, la hora del ba- ',
hce sincero se per- > ' f de la bótenla madffiia y fe da. el último adiós.
-
• /
y copió la dualidad
dorada del mar y las
naranjas levantinas.
B) El Blasco tendencioso
y con imp
u rezas patrióticas,
que tiene su justo
encaje en la columna
del DEBE y boicotea
el principio del
arte por el arte al
poner su talento de
novelista al servicio'
de una propaganda
disolvente. El que
ataca en Toledo al
corazón catolicísimo
de España ("La Ca«
tedral"), y en Bilbao
a la Orden religiosa
más sabia,
militante y castiza
("El intruso"); el
que descendiendo a.
un plano, que ya es
discutible por ser terreno,
solivianta en
ferez de la Frontera
los fermentos sociales
ai atacar a los
3 r oveedores andaluces
de la orgía ("La
Dodega") y aleccionado
por la barojiatia
"La lucha por la
vida" ^1904) escribe
su novela de bajos
fondos sociales madrileños:
"La horda"
(1905).
C) El que univer»
saliza la temática,, y
además de relatar la
vuelta al mundo y
novelar Monte Cario
y la Costa Azul,
evidencia en "Los
argonautas" su vocación
babélica.
D) El que en la
antesala de la muerte
retorna—con un
poco de recuperación patriótica—al tema
histórico, de tozuda y papal evodación española.
Y hay un segundo don Vicente, el de
posturas humanas, y que es la presencia
actuante del Blasco novelista B: un ente
negativo, de acibarado recuerdo. El que
traiciona a España cuando la familia militar
se desangra estoicamente en Marruc
eos; el que años después (quizás llevado
de su desorbitada imaginación de. repórter
de altura) "embarca" (y, empleamos el
verbo en, su acepción maliciosa) a sus paisanos,
para llevarlos a una loca utopía
colonizadora y dejarlos luego en las asta»
del toro; el que se las arregla de manera
tal que en su novela cosmopolita, de
difusión internacional, "Los cuatro jinetes...",
reserva para el perábhaje español
todas las miserias espirituales y todos los
rasgos innobles. ••';.'•
También hizo sus incursiones por la Cri_
tica. Trazó, en especial, semblanzas de novelistas
franceses, pero demostró una ausencia
absoluta de sensibilidad cuando,
contestando a un periodista, afirmó: "De
la poesía lírica es mejor no hablar: acabó
con Campoamor." Pero, por Dios, si ío.
cierto es todo lo contrario. Pongamos la
aseveración al revés y entonces sí tendremos
una verdad estética: "De Campoamor
no hay que hablar: acabó con
la poesia lírica."
Su psicología en cierto modo se fusionaba
a las mil maravillas con lo norteamericano.
Había en él, en potencia, un
supremo Oliver Curwood, un promotor de
"matchs" de boxeo o un buscador de oro
o de petróleo. Le iba bien el nombramiento
de doctor "honoris causa" de una
;;Uníversidad yanqui. En cambio no se con-
Icibe que le pudieran haber concedido esta
(Investidura en una Universidad europea.
De há'ber sido académico y vivir ahora,
no tendría inconveniente en gesticular
conferencias o escribir cuentos para hacer
la propaganda de cualquier establecimiento
de sederías.
Sobre este amador del vértigo cinematográfico-
(novelista excelente y fornido
y español con manchas y eclipses) encontrará
el lector en la página tercera
uña información interesantísima. Antonio
Valencia le estudia como novelista que
"o era regional o era mundial" ; como es»
critor en auge después de la Pequeña
Guerra del 14 y como hombre triunfante
suscitador de envidias literarias. García
Sanchiz, al responder a unas interrogaciones
de Rodríguez Castillo, juzga a su
paisano y ve en él no un cosmopolita,
sino una retina captadora de paisajes internacionales
y al escritor que para salvarse
sacrifica a su región al describirla
literariamente. Y Martín Domínguez le
analiza como novelista que alterna la fidelidad
al medio valenciano con la falsificación
del ambiente levantino.

—Tenemos una idea del arte demasiado extra>va.->
gante. Yo también creía antes, que de no vivir de mi
arte me hundiría. Es esta una concepción de poca
monta. Como el hombre vuligar no puede concebir la
existencia de una otoa. ú& arte, se imagúMba al artista
-como a un ser absurdo, que vive en un mundo de
ensueño,- como a un loco. iLos artistas han hecho todo
lo posible por desvtebuar esta falsa apreciación. No
ee ciento que un poeta, tenga necesariamente que
componer versos, un pintor pintar, un compositor
componer, no es en modo alguno cierto, que necesariamente
haya siempre de hacerlo. Lo debe únicamente
si puede, si las especiales circunstancias
(Continuación)
y lo odioso, has cuidado de la casa y de los hijos,
lo que me ha_ hecho encontrar^ tranquilidad en el , ibutoeó, encontró al fineí hilo d© ía^"inspiración"y co-
e n
que se desenvuelve se lo permiten.
—Sin embargo, Edi, esa es su vida.
¡ —Sí, su vida... ¿Crees que cada, tino tiene tan sólo
una vida? . . •
—¿Qué (quieres deqir? .
—Que es quizá su h propia vida, aljgo como si dijéaramos
su máxima existencia, pero no la única. Durante
dos veces $& torció el rumlbo de la mía, duranfe
la guerra y en el empleo que me vi forzado a
aceptar. También Baumuíller opina que había: ioumplido
con mi deber, y todo ha marchado perfectamente.
(Durante estos tres úlitimos años he dormido
mucho mejor que en mis mejores tiempos de Opera...
—No, Bdi, no... dobea de hablar así.
—Buena un poco fuerte. No sufras con esto, Ana.
Resulta ¡¿sí, porque incluso nosotros nog hemos forjado
una idea errónea del mundo del arte.
i —iElso equivale a ;una renuncia —barbotó ella—.
—¿Renuncia? No, de ningún modo.
Continuó escuchando atentamente al marido.
—Entonces, Ana, yo hubiera sido un simple diletante,
i ¡Renuncia! ¿Qué te hace pensar ¡en ello?
¿Tan hastiada fc'e encuentras? Jamás me he sentido
más atraído por la música, jamás he anhelado con
más ansiedad mi profesión de artista, ¿ufa que soy
ya un viejo? Nós queda la, esperanza,. no he de dejar
nunca de egperair. El artista, que no sabe hacerlo
está perdido. El arte -crece entre nostalgias y
nunca me he sentido como aihoria, tan preso de indefinibles
añoranzas.
Se leviainitó y se .dirigió hacia él magnífico piano de
cola. Tocó en «n principio de una forma dura, desdeñosa,
impelido por un terco e indefinible impulso.
Poco a poco la frase musical fue adquiriendo pasión
y ternura. Repetía inconscientemente los motivos, tidesasosiego
y el impulso necesario para desenvolver- menzó a crear. La pequeña luz veüiada de verde que
me. Esto era nuestra vida. Pero que no nos ha per- servía para iluminar el ¡teclado se, movía bruscamentenecido
durante estos ocho años. Nos mantenemos te, el lapicero volaba sobre el pentagrama. ¡Surgía
con la idea de que pueda volver.
la filigrana del tnalbajo. Ana salió de puntülas de lia
—(Muchas veces has podido continuar trabajando habitación. • .. .
cuando volvías de la oficina a casa.
—Muchas veces. Y día y noche hube de poner en
ello mi empeño; tú lo sabes. La improvisación y el Nunca había pensado demasiado en si misma. Qui-
azar no producen obras de arte. Ahora casi me reso hundirse maquinalmente en el ajetreo de su vida
sulta una osadía hablar de una obra de arte. diaria • que hoy ,lé pareció una cosa: más fría más
—También durante la guerra dudaste de ti. Y en desprovista de sentido que nunca. El canasto de ro-
seguida, aun no habías curado del todo, comenzaste pa retorcida que había junto a lia ventana, goteaba
la sinfonía y escribiste el cuarteto.
monótonamente. Al principio percibió con toda pre-
—Entonces fue cuando tuve que recurrir a Baucisión los gritog de sus pequeñiss jugando; después
mtiller. No podíamos continuar en aquel estado de empezó a aturdirse y a canearse, y, por último, todo
incertidumbre. Me consta, Ana, que has puesto de tu se desvaneció en un soló tono, como el papel de la
parte cuanto tus fuerzas te han permitido.
pared, pe vez en cuando llegaba a sus oídos alguna
—¡Por mi parte! Por mi parte no me hubiera Im- nota musical, escapándose del aumbido general de la
portado vivir en un cuchitril sin ayuda de nadie, si Oüsa, que le nacía pensar cómo su marido no se sen-
hubiese sabido que con estiría
oprimido todavía hasta
to te ayudaba a ¡ti y a los
el silencio.
niños en algo. Son muchos los
Ella, sin embargo, percibía
artistas que han creado sus
una ¡tristeza, una tristeza sin
obras en la pobreza.
«a forma, sin sonido, sin expre-
—Sí, he de confesarlo; no
§| sión, una calidad, una vibra-
sé si es que soy menos fuerción
del ser, una como destite
o es que soy algo distinlación
de pura angustia que
to. Creo que es que soy dife-
parecía irradiar de algún
rente. La indigencia, la. bohe-
centro y difundirse, extenmia,
no son obstáculos para
derse por la habitación im-
el arte; pero un artista, que
perceptiblemente como el pol-
no pertenece a esa clase no
vo que cae. No g»odía perma •
puede ni vivir ni orear en la
necer sentada, no podía sus-
indigencia. Tú me entiendes,
traer a esta indefinible tor-
Ana: no es que crea que mi
itura. Algo se despertaba y
arte tan sólo pueda subsistir
gritaba -en ella que aquella
en un ambiente de determi-
angustia era injusta, que iba
nado lujo. Pero resulte algo
más allá dé toda resistencia
imposible si yo no vivo mi
y que alguien debía trataar de
vida. Esto es ciento. Y no es
apaciguarla.
que sea ni mejor ni superior
Se abstrajo ante el enor-
a otra alguna. ¡Es simplemenme
montón de ropa que tete
la mía, y esto es todo.
nía por repasar. Una por una
Fuera de ella yo no soy ar-
conocía todas las piezas de
itisba. Por eso no considero
ropa blanca y, mientras las
la, obra del artista falto de
arreglaba, ya temía el pró-
recursos ni más ¡meritoria, ni
ximo lavado. Todo estaba ya
más llena, de sacrificios, ni
recosido y ¡rezurcidlo, había
de más altura moral. Es de
que apurar aquellos restos y
envidiar el que puede crear
esto~ representaba un fatigo-
en la miseria.
so trabajo. En tiempos de
—Todo eso lo siento yo a
guerra todo eran dificultades
la par taya.
y algo casi imfposifole encon-
—Nada más que sentirlo,
trar telas con las que fabri-
Ana. ¿No hemos sufrido bascantes
y vendedores hacían
tantes privaciones e incluso
el más escandaloso de los
pasado hambres, para que
negocios.
resulte inútil nuestra re-
Dejó la sábana a la. que
nuncia? Cuando dices, que
estaba poniendo una piste
reducirías & vivir en un cuchitril y que te sien- E'i a máquina. Indigencia... ¿tEs que esto no era indites
capaz de emprender toda clase de trabajos, lo hagencia? ¿Qué otra cosa podía serlo más? ¡Estos zarías
ten sólo por mi arte. Esto sería un sacrificio patbs remendados y vueltos a remendar, con las sue-
inútil, pues mi arte no podría prosperar en un las podridas; estos vestidos descosidos armados de
ambiente de estmedheoes. No fui a pedirle ayuda al nuevo, zurcidos y que aun había que ingeniárselas
viejo Baumuiler antes de que fuese necesario. El res- para usarlos! ¡El carbón, la luz: como si se fuese resto,
lo que nos toa. quedado, nuestras cuatro paredes, ponsable de cada grado de calor perdido., como si se
como lias necesitamos, quiero conseirvarlias así como hubiese de ahorrar cada chispa que disipa la oscu-
tantas otras cosas.
ridad! Aria, CHUZÓ sus manos sclbre el ¡regazo y quedó
{Eduardo se haibía puesto aún pálido, su voz tem- en actitud meditativa. Unas semanas antes ya hablisba,
y sus manos se apretaban convulsamente. Alia bía comenzado el martirio de no saber qué poner de
ae levantó de nuevo y corrió a su lado.
comida., pues su pobre despensa y la carestía de- los
—JHay aun • tanta oosa bella, dijo aún más excitado, oomesfcilbilies no les saicaba de la insípida y extenuan-
tanta Ibelleeta. sin límite posible, tanta altura por este monotonía del mismo plato diario., ¿Esto' era él
oalar que sirva de consuelo al hombre: Beethoven, (proletariado? .¿Soporta el proletario paeienteMente
Mozart, Bruokner... si junto a ellos, o por bajo, muy y en silencio esta cla^e de yidia durante meses y años?
por bajo de ellos, tomase pueiipo la olbra de un Podríj! acabársele la paciencia., lanzarse a lia calle,
JBruns&imeier, esto... ésto íes...
igiritar, lajmenaaar, exigir, desenmascaraír su miseria,
—)¡Bdi, por lo que más quieras, contente! exhibirla pútílicamente, hacer- responsable ál mun-
Ana se había ¡arrodillado junto a lia siüla de Eduardo^Pero no podía, no lio hacia. ¡Existía un miedo codo
estrechando su cabeza contra los faraeos del espoibarde ante la vergüenza que habí?.' penetrado en toso,
sintiendo sobre su írente y scíbre sus ojos la rígidas lais clases sociales, un desistimiento que hacia
da, caricia de los dedos de Eduardo. Quedaron los dos encogerse, de^hombros a los más y que servía de ta-
en un prolongado silencio, como si corriese a borbopadera a todas las desdichas. No hisibía otro remedio
tones la amaiiga sangre de una primer herida. que seguir tirando cj la vidia., sin liberación posible
•El reaccionó primero.
continuas" soportando^ lia canga.
—¡¡Ven, Ana!
Ana s® incorporó y quedó un momento apoyada
La ayudó amorosamente a levantarse, trajo la si- sobre lia mesa.
lla de ella junto a lia suya.
¿Qué es lo que andaba cavilando, en lugar de co-
—Ven, ten bu taza.
fier? SUB pensamientos. ¡Otra vee de nuevo- su? pen-
Ana aleñó lias tazas de nuevo, Eduardo lió un cigasani'erütos! ¿Y si éstos fueran falsos? ¿Y si únicarrillo
y lo fue colocando con teda calma en una pemente ;oiirviiesen para, diámoiliair uní debilidad? ¡Si
quen-;., boquilla de marfil cuidadosamente aeulotadá; en realidad el arte fuese un arte de poco fuste, me-
mientras saboreaba las primeras fumadas, su mirada diocre! ¿ISi hubiese todo de ser en vuiño?
ee hitso más tranquila y acarició suavemente, con
ternura, la, mano de la mujer.
: (Continuará.)
TITULOOklQINAL: FUCA LU($EFKI
TkAOUCíOA POR CAYETANO APARICIO
ILUSTRACIONES Oí SUÁREZ DtL ARBOI
(Continuación)
Sefkí tenía su imaginación en aquel tiempo. Otros
rincones de aquella vida, el sol, bandadas de martínpescadores,
platabandas de adormideras encendidas,
el Danubio con sus vapores, se aclaraban uno tras
otro y se anegan uno en otro. Y de todo, Umurlí se
deshacía la última, mas cercana y más incomprendida,
Por encima de su cabeza daba vueltas de vez en
cuando un gavilán de grandes alas color café. Lo miró.
Lo miró hasta que un escalofrío abrasador como
un punzante aguijón le dejó inmóvil. Una decisión
subió, sola, de sus entrañas. ¡Tenía que ser! ¡Lo quería!
¡En seguida! Según su ser tormentoso, que no reflexionaba,
sino que decidla.
Podía estar muchos días asi, inmóvil como una brisa
de verano sobre las ¡llanuras, hasta que todo se
hundía en un relámpago y el cielo se confundía con
la tierra. Con frecuencia eran pasiones sin consecuencia,
de niño, que si alguien las hubiera conocido hubieran
provocado la risa. Risa tenía que provocar también
esto, sorprendente y dulce. En ella había, en un
mismo sitio, simiente de delicadeza y simiente de seducción,
pero se encontraban
también simientes de muerte
—¿Cuánto dinero os da A
pasajero, Vanci, por los gaviluchos
de la muralla?
—Veinte parale (1) por cada
uno. Y si le llevamos todos,
un jzlat para cada uno.
—Si yo os doy un zlot para
cada uno y veinte parale
por cada gavüuüho, ¿me los
daréis a mí?
Vanci abrió los ojos desmesuradamente,
le miró un
instante y después se inclinnó
sobre el foso, como sobre
el brocal de un {pozo.
—(¿Has oído, Florea? ¡Sube
larriba! i¡Rápido! Ve lo que
. dice Seík. Sefkí nos da ;oor
lo® gaviluchos ocho zloti y
diez parale.
Sefkí deseaba de veras los
gaviluchos. Los necesitaba
hoy, antes de marchar una
semana entera al max. Umurlí
tenía que tenerlos esta
tarde. Tenían que ser por el
león perseguido bacía, alguno»
años en broma en Ostrcv
y tenían que ser también por
el mote de hoy por la mañana.
Hubiera, deseado 'verles
sacando de repente sus cinco
cabezas engrif¡adías, con los
ojos salvajes, del pañuelo,
sobre la mesa de debajo

VERDAD Y FALSEDAD
EN LAS PAGINAS VALENCIANAS DE
BLASCO IBAÑEZ
L OS
años cumplen en toda obra literaria que perdura una labor beneficiosa
de serenidad y tamiz. En el caso de Blasco Ibañez ésta acción del tiempo ha
de ser particularmente eficaz. Porque en Blasco, su biografía tumultuosa y
heterogénea, y más aún el tumulto dé las adoraciones y de los enconos que
'despertó en Valencia su obra politica, habían de contagiar necesariamente—en pro
¡ o en contra—de ese clima pasional, la valoración estrictamente literaria de su proaducción
de novelista.
La obra literaria de Blasco perdurará—se ha dicho muchas veces, y es verdad—
por sus novelas valencianas, por sus cuentos tan de la tierra... Valencia ¡* es, a
través de las novelas de don Vicente, umversalmente conocida. Es, por tanto, de
suma conveniencia que nos preguntemos qué dosis de verdad o de falsedad contiene
la, Valencia de Blasco. Hay que extremar, en un caso como éste, eí deseo y
. los medios de exactitud y de objetividad.
Sentemos un principio básico. Nada de 16 que de algún modo existe es integralmente
falso. Es decir, el hombre es incapaz dé llegar a la falsedad absoluta. En
toda falsificación, aun la más .disparatada y fantástica, existen unos gramos, por lo
menos, de veracidad. En la esfera industrial y comercial se sabe bien que las mayores
falsificaciones son las que contienen mayor número de elementos idénticos
o análogos del producto auténtico. Señalar ,1o verdadero será un camino seguro para
1 obtener, por exclusión, aquellos puntos donde la falsedad radica.
Hay mucha verdad valenciana en la obra de Blasco. Lo decimos no sólo sin
asomo de adulación a nada ni a nadie, sino con el dolor del que comprende qué
gracias a esa gran dosis de verdad pueden vivir los reversos, es decir, las nieblas
¡ o errores que hay en tal obra respecto de la tierra y de las gentes valencianas.
La vigorosa biología de los aciertos, con su superávit de vida, presta vivacidad alos
fallos, rellenando baches y dando a Ib fofo apariencias de turgente realidad.
Acaso a muchos chocará éste 1 reconocimiento previo de la verdad como camino
Estratégico para descubrir la falsedad. Vaya, como escolta, un ejemplo:, en un
hombre de salud incompleta, podemos proclamar que el hígado o cualquier otra
viscera abdominal está francamente estropeada, pero reconociendo que el corazón
se mantiene espléndido. Y gracias a está salud del corazón puede mantenerse^ o
progresar la otra dolencia, porque si todo enfermase, el paciente se extinguiría.
Blasco se habría extinguido, o no habría surgido siquiera literariamente, si en sus
páginas valencianas todo hubiera sido falso o contrahecho. Precisamente lo falso
pudo subsistir y dar la vuelta al 'mundo porque consiguió vivir parasitariamente,
: adosado a esas grandes porciones de verdad.'
¿Verdades en ía obra literaria valenciana de Blasco? Una sobre todo. La sangre.
Hay pocas páginas en la literatura española que tengan la calidad sanguínea
—verdad y temperatura—que encontraréis en los "Cuentos valencianos", por ejemplo.
En la prosa de un novelista, aparte dé otras calidades o valores, podemos intentar
encontrar eso que yo llamaría su peso. Ese peso que en Pereda—por ejemplo—es
producto de lo apretado del detalle y lo denso de un estilo hidalgo, en Blasco
tiene una raíz más biológica, menos mecánica, porque obedece a la abundancia de
¡ sangre cálida que corre por ciertas páginas valencianas del autor de "La Barraca".
Pero un pueblo y una tierra son algo más que un caudal sanguíneo. Y si sólo
' esto, o poco más, se tiene a mano, con ser mucho, podemos tener la^ seguridad de
que la verdad sobre esa tierra y ese pueblo se Ha quebrado^ convirtiéndose en una
mentira franca. Porque, sin duda, el mayor de los engaños es la verdad a medias.
El tema exigiría muchas páginas. Digamos, sintetizando, y para terminar, que
* esta verdad sanguínea se reduce en Blasco—por lo que afecta al espacio geográfico
valenciano—a la ciudad de Valencia y el perímetro, no muy amplio, de su
huerta y su playa: "Cuentos", "Flor de Mayo", "Arroz y Tartana", "La Barraca".
Todo lo más lejos, la Albufera: "Cañas y Barro". Aícira está a menos
de cuarenta kilómetros de Valencia. Y, sin embargo, ésta modesta distincia quiebra
el torrenj^gffinguíriea del novelista. "Entre naranjos" es ya casi tan convencioral
como JBFnovelas "standard" de Ta segunda época, la europeo-americana.
Los naránjo¡>üi Júcar pasan a sus páginas no a través de l'a vibración viva que
delatan sus novelas anteriores, sino como por mediación de un bloc en el que ha
tomado notas un excursionista dominguero de rica paleta /cromática^ y no exigua
fantasía erótica. El excursionista de Alcira se hará luego excursionista del Mundo.
Pero la amplitud y rica variedad del Levante español quedará inédita o inapren-
. sible para l'a p'urna del novelista. Cuando en la última etapa escribió el "Papa del
Mar" pudo haber encontrado, en la peregrinación a Peñíscola, l-i rica veta racial
que, casi paralela al Ebro, baja del interior aragonés, pasa por Morella y, desembocando
en el Mediterráneo, se unlversaliza en esa quilla de piedra, promontorio
sagrado sobre el que se alza el Castillo de los Papas. Excepto en haber mejorado
un tanto su criterio histórico, como novelista, Blasco continúa aún de excursionista
superficial.
Además de esta limitación én el área levantina, tampoco en su predio huertano
o marinero de Valencia Blasco 'ha ido más allá, ni más acá, de lo que es puro
instinto. La sangre, su verdad, es su limitación.
Se le escapan así calidades finas y sutiles dé este pueblo de sed^s, orfebres y
surcos ajardinados. Leéis "La Barraca", de Blasco. Luego leéis "La Barraca",
de Teodoro Llórente. En Blasco hay mucha luz exterior y poca luz en et hondo
misterio que es toda prosa viva. En el novelista y en el poeta están la barraca,
el surco y la acequia. Pero uno es racionalista republicano y heterodoxo; y ve la
huerta a la luz de una antorefoa de llama humeante: su razón. El poeta (patricio
y cristiano) se sirve de la luz dé Dios: et sol.
y MARTIN DOMINQUEZ.
m wmn
BLASCO IBAÑEZ
escritor mundial de la postguerra
E L
Espasa, o mejor dicho, el paso de
veinte años por el Espasa, los qué
separan 'la publicación del' tomo octavo
¡del' segundo de su aéndíce, son
una maravilla de precisión al tratar de
Blasco Ibáñez, tanto, que al reanudar su
biografía parece que se trata de dos distintas,
sincronizadas, montadas o fundidas
según la mejor técnica del cine. En la
mitad de sus primeros cuarenta y cinco
años, una columna y media es bastante
para lá mención de un político panfletario
y revoltoso, que escribió una serie de
novelas regionales, que se movió entre los
bastidores de l la política con ruido y desafíos
y que lucía un semblante magníficamente
berberisco, de nariz aguileña y
barba negrísima. Su segunda mitad, la de
los últimos veinte años de vida, responde
a brújula y meridiano radicalmente
opuesto, en el que si la palabra cosmopolita
no se hubiese inventado ya, habría
que inventarla para el novelista aquel
que se nos ofrecía en los periódicos extranjeros
como una obsesión y— ¿ por qué
no decirlo ?—como un orgullo nacional, sow
lamente no compartido por las peñas literarias
de por aquí, que de no creer en él
y de subestimarle como un pintor de acuarelas
coloristas, como un producto del color
levantino y la música de Wagnér,
o como epígono valenciano del' naturalismo,
habían pasado a denostarle con furia
envidiosa de sus cobros en dólares, de
sus cruceros, •de sus "Cadillac", de su
"Fontana Rosa" y de las fotografías donde
asomaba una fisonomía dé luchador en
reposo o de "self-made man" más o me- ¡
nos genuina, sin barba y con el cuello
poderoso mostrado a la legionaria por la
abertura de una .camisola qué volvía por
encima de la chaqueta. Los círculos literarios
dijeron entonces que sí Ta palabra
rastacuero no contase con algunos años,
hubiese habido que inventaría para él. En
el Espasá hay la biografía del español
vertido hacia adentro, un poco a lo cabíleño,,
y la del ciudadano del mundo. En
medio están. 1 "Sangre y arena", su aventura
argentina y, sobre todo, la guerra
Por Antonio VALENCIA
europea para explicar un tirón tan brusco
que parece haber roto una vida en dos
mitades bastante potentes para dos hombres
distintos.
A estas alturas no se puede negar que
el' viento de la fama y la fortuna empujaron
muy lejos á Blasco Ibáñez. Quizá
sea demasiado decir si este viento sopla á
favor del novelista mejor de España hasta
verlo convertido en uno de los mejores
y más afamados del mundo, pero sí cabe
en cambio pensar que sopló tras él y lo
llevó a los más lejanos límites en razón
de ser quien tenía las velas mejor dispuestas
para la aventura. Porqué en Blasco
Ibañez hay que discernir una resultante
de éxito fabuloso y casi increíble
en una España donde las novelas se pagaban
con pocos billetes y se vendían por
reales. Bien es verdad que la conmoción
de la guerra y de la inmediata postguerra
lo llevó en sus brazos hasta lo
incalculable, quizá porque nadie estuvo
tan bien dotado de un encanto especial
para ser tomado en brazos. Hay niños que
sin ninguna metáfora son tomados en brazas
muchas veces, mientras que otros apenas
por dos o tres más de las necesarias
son alzados del suelo. A lo mejor valen
más o son más guapos, pero el caso no
importa*, porque tal vez la cosa dependa
de una configuración especial, más etérea
o imás roma, que hace que elevemos por
los aires á un pequeñueló, por encontrar
qué elevado del suelo está mejor el niño
o estamos nosotros más en armonía con
el niño o con él mundo. Y así se alzó
Blasco Ibáñez de no ser el primer novelista
español a s'er el mejor novelista mun_
dial en la fama de las gentes, precisamente
porque era un novelista cuyo ámbito no
coincidía con el peninsular. O era regional
o era mundial. Su facundia se diluía en
barracas o en continentes. Su "Sangre y
arena"-^por hablar de un tema de colorido
nacional-—es una vulgar novela española
y una estupenda novela mundial, en
qute sin quererlo, incluso, se ven los toros
desde el ámbito del mundo.
Todas sus calidades son cuerdas que vibran
al ser sonadas de lejos, en una etapa
justa del'mundo. Su aliadofiliá con el
triunfo de los aliados. Su federalismo con
la Sociedad de las. Naciones. Su aventura
argentina con el auge del tango y la
riada de oro qué la guerra llevó al Plata
para desde allí invadir al mundo. Y no se
habla aquí sino de sus cualidades personales,
ocasionales y extraliterarias. Lite-
.rariamente, Blasco Ibáñez escribió sobre
todo la novela de la guerra. Sus famosos
" Cuatro jinetes" son esa novela máxima
de la guerra que sólo un neutral puede
escribir, pero qué las madres, Vas esposas,
las novias, los mifemos combatientes y
hasta los mismos Gobiernos triunfadores
necesitan, y no pueden producir porque los
combatientes escriben en Remarqué, en
Barbusse o en el desgarrador inglés Aldíngton,
no importa sean vencedores o
vencidos. Un neutral práctico, un partida.
rio teórico, un escritor robusto y magnífico
colorista, un optimista de lo que ven-,
drá, un naturalista para que las escenas
no sean un cromo—porque la realidad de
Va guerra a nadie engaña—-y una aureola
política y romántica se precisaban. Una
guerra _ mundial pedía un novelista mundial.
Sí todo ese viento soplaba, ¿a quién
sino a Blasco Ibáñez había de impeler a
las más altas cimas? La de Blasco Ibáñez
ha sido muy alta, pero en su ascensión
no hubo espejismos de ninguna
oíase. La fama tomó exactamente al que
necesitaba y al que la merecía, habida
cuenta deí pliego de condiciones del concurso.
Blasco fue un buen novelista y ejecutor
dé una prosa qué le respondía magníficamente
para los brochazos, como potro
bien domado. Además fue un orecursor
en cosas hoy de moneda corríen&,
desde la novelación de la biografía, én
donde puso lo más español—si bien de
viaje de vuelta—de su obra, hasta la pri-
mera palabra 'de una cuestión que ya
apunta importante, la adecuación de la
novela al cine, el que la novela tenga un
ritmo vital cinematográfico, habida cuenta
que la vida imita ya al cine, como consecuencia
degradada de la paradoja wildeana.
Al cine fue y va mucha obra de
Blasco Ibáñez, no tanto porqoíe fuese un
autor de éxito, sino porque también el
aire del cine—que es el de la vida de ahora—'tomaba
bien sus velas y no las dé
otro, hasta en esa "Vuelta al mundo" como
un documental amplísimo en tecnicolor
dé la escuela de Sorolla. Y digamos
que si Blasco dio la vuelta al mundo era
por ser éste ya ámbito propio, porque sus
novelas la habían dado ya por lo. menos
cinco vetíes.
Blasco Ibáñez no fue tan rastacuero como
su época. Quizá su optimismo al cantarla
a pleno gozo y pulmón, y al' pintarla
de colores como su mejor escritor, sea
la causa del embeleco qué aun persiste
hasta que una luz más nueva y fría deje
las cosas en claro. Es la época, no Blasco
ni Rodolfo Valentino, el bailarín del
tango que interpretó en la pantalla los
"Cuatro jinetes", la que los tiñó asi por
la sola razón de representarla como teñirá
la nuestra al americano Bromfield, que
me recuerda a Blasco obsesionantemente.
La época, que sólo se hace visible efl lo
que' sobrenada, aunque no sea lo más virulento
de matiz. El que en 1924 un concurso
de la Revista Internacional del Libro,
dé Nueva York, proclamase segundo
a Blasco, tras de Heriberto Jorge Wells,
entre los diez autores ^más leídos desde
el_ principio de siglo en eí mundo, no le
añade, pero tampoco &ebe quitarle nada
entre nosotros, iuás debe añadirle, porque,
pesé a lo que pese, hay que añorar algo
la época en que las linotipias mundiales
se resintieron más que nunca de la falta
de enes con tilde para mentar a un
"Mr. Blasco Ibanez, the foremost Spanish
writer" cinco o seis veces al' mes.
Algo de la^ ganga quedaba j>ará España,
que,' por cierto, también se escribe con
eñe.
sínico iBUfiEZ minen FUE cosmopouTR, nunquE su ramn FUERR UIUVERSHL
PUDO SER EL HIJO DE DUSES Y QUEDO SOLO UNA TURBONADA. - LOS RECUERDOS DE FEDERICO GARCÍA SANCHIZ
S US
Targas estancias en el extranjero;
su vida en Francia, Estados Unidos
y varios países de Hispano América,
Argentina, Méjico, Cuba, sus
continuados viajes por los dos hemisferios,
sobresaliendo entre ellos su vuelta
al mundo, hicieron crecer alrededor de
Blasco Ibáñez el mito de un cosmopolitismo
personal. La difusión qué alcanzaron
sus obras a raíz de la postguerra
en 1919, sus innumerables traducciones,
lá circunstancia de que varias de aquéllas
se desenvolvieran en otros países o
se dedicaran exclusivamente, la trama árgumental
era sólo segundo' término, a
describirlos y el hecho de que gran parte
de su popularidad se iniciara en el extranjero
y- nos alcanzara á nosotros por
irradiación, obligando a que algún autor
escribiera: "Antes América nos imponía
sólo sus embutidos y sus máquinas, ahora
también nuestros propios escritores",
labraron para 'la obra literaria de Blasco
Ibáñez el sobrenombre de cosmopolita.
¿Existía, én realidad, en Blasco Ibáñez
aquel cosmopolitismo personal o se
encontró siempre un poco ajeno, extraño,
al internacionalismo en *que desenvolvió
su vida? ¿Es digna, parte de su producción
literaria de este sobrenombre de
• cosmopolita o, en .realidad, no alcanza a
ser más que un dibujo superficial de unos
paisajes y unas costumbres ?
Buscando quien nos dilucidara estas interrogantes,
hemos visitado a Federico
García Sanchiz, en {¡uién se auna la triple
circunstancia de Ibaber tratado al novelista
en la intimidad de sus últimos
años, de haber visitado y habitado los
países que éste describiera y la no menos
importante de ser paisano suyo. Circunstancia
ésta que ha de permitirle enjuiciar,
con ía propiedad que da el amplio conocimiento
de la influencia que tiene el
ambiente levantino en los que en él conviven.
En efecto, la plasticidad valenciana
que es Benlliure en la escultura y
Sorolla en la pintura, es Blasco Ibáñez en
1? literatura y García Sanchiz en 'la palabra»
Nos recibe "El pobrecito hablador" én
el Sancta Sanctorum recoleto de su aislamiento,
entre mil objetos raros y queridos
que son jalones en la pervívencia de
los recuerdos. Su verbo cálido y multiforme,
el ademán preciso que- amplía y
confirma y la rúbrica de su sonrisa engendran
para nosotros una charla amable
de la que entresacamos las contestaciones
que han sido objeto de nuestra visita.
—i Tiene usted, señor García Sanchiz,
algún recuerdo personal, es decir, r directo
de Blasco Ibáñez?
—Sí; varios. Porque le traté repetidamente.
Recuerdo -que cuando Blasco Ibéñeiz
se trasladó de Méjico a Cuba, ya
con ¡ la idea de escribir aquel libro que escribió
contra el militarismo mejicano, rae
encontraba yo en Lá Habana, y a pesar
dé qué yo era un mócete sin importancia,
y él, una figura universal', almorzamos
juntos en la intimidad: el paisanaje
suprimía desniveles de la representación
social, Htéfariá', etc., etc. Como siempre
sucede en estos casos, era yo, el menos
importante, quien invitaba. Gran fumador
que soy, no ignorando que también
Blasco Ibáñez deleitábase quemando vegueros,
y 'hallándonos nada menos que en
Lá Habana, excuso decirle la complacencia
con que a los postres, a tiempo que
servían el' café y el azúcar —todo de la
isla, que es una bandeja para las sobremesas
''sibaríticas—, la complacencia
con que ofrecí a 'don Vicente" unos cigarros.
Pero don Vicente se contentó con
olerlos. No fumaba ya. Le amenazaba una
angina de pecho... Y me reveló sus temores
de que sus facultades de escritor
mermasen, al no contar con el estímulo
de'I tabaco. " No hago más que buscar
nombres de artistas que no fumaban—me
dijo, añadiendo, tras una pausa—: Víctbr
Hugo, Zola, Dickens..." Como yo me echase
a reír, preguntó él, un poco amoscado,
y enfocándome, con el juguete de los
últimos años de su vida, el monóculo, quizá
menos para marcar la diferencia dé
categoría entre nosotros dos, que para
disimular

JUAN1TO iPérez Saint ¡Pieux, licenciado
eon ¡Derecho, había sus-
IpEndido' tres convocatorias seguidas
del Cuerpo Oficial de Aduanas,
cuando decidió —¡¡qué otro re.
medio tenía!— eer preceptor en un¿
familia de rango para "situarse" y
asegurar su (porvenir. Añadamos como
complemento a, nuestro relate,
que era un hombre ya aligo metid»
en años, sin llegar a los 40, pálido,
y exigente ¡para valorar siis propios
méritos, que es lo que en é.
mundo se llama ¡timidez. Con este
baigaj© \y esa ía-chenda pocas podrían
ser sus aspiraciones si no fuera
que su exquisitez y buen tono le
presentaran ante los ojos de loe
demás como un pobre diablo, ánoa-
muene
M~~*STE Pepito Grillo, que Walt
* * Disney nos presenta enchis-
* *< terado y pomposo, con . las
botas desgastadas de transitar -los
caminos de la experiencia y la voz
enronquecida de predicar verdades,
no merece la cesantía ahora qué
Pinocho es ya. hombre por haber
aprendido bien la lección del sa-i
orificio. Pepito Grillo, condecorado
de conciencia de diez y ocho qui-"
lates, reclama empleo más alto que
el de cantar a la noche, como un
grillo cualquiera, añorando la fresca
carnada del tomate. Por desgracia,
falta mano de obra en el raro
oficio del buen consejero, y son
muchos los que malogran obra y
vida por. defecto de un censor que
L
A nostalgia distiende las distancias
y establece sensorialmente
un "hinterland" tocomensurable
entre nuestro contorno
y las orillas por que clamamos. Para
el gallego que dejó su niñez aldeana
en la cima de las Cíes como
ángulo de la, última visión de un
mundo y de una vida, de su linde
moradora en el Orinoco o en el Plata
al valle nativo del Atlántico se
tiende un infinito contra el que
vale poco 'la. teoría del "Clipper".
Ni los años se cuentan cabalmente
ni- el océano se mide por metros,
porque la nostalgia va al sesgo con
la teoría de la relatividad. Para
nuestras abuelas queda más lejos
la era de la polca que el imperio
de la nariz deCIeopatra. Como para
el egiptólogo la justa solución
estética de lo que ya hoy se conforma
con la cirugía facial que el
humano de Neardenthal o siquiera
el mítico Hsia chinesco, a ¡pesar
de que en el Museo Fields, de ese
Chicago que siempre suena a émbolos
y bielas, «I funcionario Harwa
ha sido sometido por la audacia
yanqui a los Rayos X. Por cierto
que Hatwa presenta a la arqueología,
motorizada dos defectos,
que posiblemente no le captaron
sus admiradoras contemporáneas, y
J¿2
JULIA O EL AMOR INCONFESABLE
pa¡z de causar mal a nadie y sí laborioso,
aunque corto de 'inteligencia.
Así lo vio al menos don Tiburcáo
d'Etanges Rodríguez, faibricsnte
de ¡chorizos al per mayor y autor
de algunos negocios no muy
limpios que tabla realizado en
tiempos de la guerra europea, los
cuales hicieron crecer astronómicamente
su capital entre la estúpida
pugna, de muchos ds sus compatriotas
hundidos en la memez de Las
filias y las ícibias. Juanita» manifestó
a don ¡Tiburcio que estaba dispuesto
a al£ccionaar a sus hijas en
tedas las materias que nos pueden
ser útiles en la vida, y en verdad
que el hombre no engañó al ricacho
cuando tal líe dijo. Además pensó
allá paira sus adentros don Tiburcio,
que si ibien en Madrid la co.
sa no tsndría importancia, en Tomelodones
iba a per !"soná" lo de
que las niñas tuvieran un profesor
"ad hoc". Y en una fecha histórica
-rhistórica en el árbol genealógico
de los d'íEtanges Rodríguez—
Juanito hizo su entrada en la casa.
Convénganlos (que lag primeras
lecciones, rígidas y con el reloj a la
vista, las ¡hulbiera elogiado el más
experimenta do pedagogo. Juanito
deslumhró desde el primer momento
a Julia, la hija menor, envolviéndola
en un "rnaremágnum"
de citas, fechas y datos que hubiera
envidiado cualquier de esos ame-
nos —he escrito "amenos" y no
"¡a menos— eruditos. Las otras
—Sofía, Catalina y •Brígida— abandonaron
las lecciones '"porque el
profesor era un pelma inaguantatolie
que no totola iquien lo soportara".
Claro, ¡y esto es justo decirlo,
que de dicha opinión disentía Julia,
.quien, ante sus hermanas, defendía
a, la hora de la cena, acaloradamente,
la sabiduría ds don Juanito
como si el preceptor fuera poco
menos que un Pico de la Mirándola.
Así ipasó un mes, dos meses, tres
meses... Si don fliburcio d'Etanges
Rodríguez supiera todo lo.que sucedía
en el cuarto amarillo —"el
de Las lecclcnes "•— mientras él estafca
¡fuera..- otro gallo le 'hubiera
cantado a don Juanito. Pero don
Tiíburcio, si bien era capaz de hacer
milagros, aiL ibr|a¡n:afoilrn.ar ten
chorizos itoda, clase de felinos, no
suipp prever la desgracia que se
ceñía sobre la familia.
iPero no 03 imaginéis nada malo.
Todo está bien lejos 'de nuestra in.
tención y, por tanto, de los protagonistas
de nuestro relato. Aunque
malas lenguas —la portera y una
criada despedida— dijeron más de
la cuenta, lo cierto es que no pasó
de un beso, un "beso áspero", demasiado
ardiente del que, para colmo,
fue testigo el propio don TSburcio.
En cuanto a lo que él no
vio —¡palabra de heneo 1 !—• no' pasó
de unas fútiles conversacicnEs sobre
las flores, los pajaritos y el.
verbo, amar conjugado en tedas sus
formas y en distintos idiomas. Esto
puede disculparse en un profesor
y en una alumna. aventajada.
Lo del "ibeso áspero"...
Don Tiburcio arrojó de la casa,
de cajas destempladas, al fresco pedagogo
tras increparle exuda y ibrutalmsnts.
Con Juanito abandonó la
casa con resignación, pero con La
eeguridad d!e haber enamorado a
la pregunta heredera que esto era,
en fin de cuentas, £u objetivo. ¿Que
don Tiburcio lo había insultado?
Las palabras se Las lleva el viento.
Y en estas cavilaciones bajaba la
escalera mientras, arriba, ya amortiguada,
se oía aún la voz del f-abri.
cante de chorizos al por mayor,
quien repetía en "ritomella": ¡Y
en mis propias narices! ¡Y en mis
propias narices!", con lo cual los
biógrafos no están de acuerdo al
asegurar algunas que de no haberlo
hecho en sus propias narices, lo hubiera,
consentido. ¡Pero el Señor
nos Ubre de Las discusiones entre
biógrafos, que sólo arrojan oscuridad
el prefelema planteado)
•Desde aquel día, Julia ¡fue una
muchacha infeliz. Leía a Rousseau,
preludiaba, al piano las primeras
notas del "Vals de las olas" y sus-
piraiba hondamente siempre, naturalmente,
que hubiera testigos. Don
Tifourcc:» decidió adoptar una resolución,
tajante para terminar 'con
aquel estado de cosas: entre darle
ricino a La chica en grandes propexcicnes,
que según un sabio' malayo
es la manera de barrar un
mal amor, o casarla con un "hombre
de provecho'" que la hiciera
olvidar su histerismo, aceptó ]ia úlittfma.
Y sin que Julia se, diera cuen.
ta Los primeros 'días, frecuentó la
casa desde entonces con relativa
frecuencia, un joven médico "con
clientela", viejo amigo de la casa,
cuya tarjeta de visita rezaba así:
"Armando Wolmar, especialista en
palitos".
No le pareció maL >a- Julia el pretendiente
ly Armando Wolmar se
pasaba lag veladas jugando con Julia,
y don ITIburcio reñidas partidas
de '"iparelhessi" ante el asombro
de sus colegas, quienes, ya al
saberlo, profetizaron con axiomática
seiguridad sibilina: Un hombre
joven í? no mal' parecido jugando
yariao noches seguidas con una
joven hermosa y no mal parecida,
así como con el papá de ésta, no
puede tener más.que un resultado:
Boda segura.
Y hubieran acertado... si lias cosas
no se complicaran. Alguna ma-
la persona —la portera o la criada
despedida, aunque tampoco en esto
están, de acuerdo los biógrafos—
envió un anónimo al doctor Wolmar,
imputando a, su prometida cocas
que no están bien. El doctor
Wolmar, que era un es'céptioo, no
hizo ca.: ; o al principio.. Luego, ante
otro anónimo, pensó que el nomlbire
de Juanito Pérez Saint' iPreux no
Le era del todo desconocido. Reflexionó
un ¡momento. ¡Ya está! Se dio
un golpe en la frente, señal de que
había dado con el quid. Sí Juanito
¡Pérez Saint Freux, no había dudas,
fue un profesar de Julia, deL cual
lis había hablado, ella misma. Eira
una tarde en el jardín a la hora del
crepúsculo. !E1 doctor Wü'lmar,
hombre inteligente, había expLicado
a su novia las dificultades y
les éxitos con que habla resuelto
un parto triple, cuando ella, sin ve.
nir a colación, le insinuó que su antiguo
profesor pedía vivir con ellos
cuando se casaran. Los tTes —dijo
Julia— seremos buenos amigos.
Ahora comprendía el doctor WoLmar
muchas .cosas. Y sin encomendarse
a, nadie dejó de visitar la casa
de don íl'iburcio. La gente habló
demasiado .en torno' a lia. decisión y
los biógrafos en cuanto a esto ya
se sumergen en un mar de suposiciones'.
:} '.
pepe grillo. - irililo.- el recto comino de lo escoelo
patina raya oportuna a las genialidades
y a los humores.
Pepito Grillo no es un animalucho
dotado íe palabra por facultad
jupltarina, como aquellas bestias de
Evopo que parloteaban sabiondas
sus errores, espejos de los humanes.
, Pepito Grillo e? li magnífica
personificación de la conciencia,
pero no fe la conciencia privada
sino de la conciencia de la Humanidad,
de la, que conserva viva la
lección de las generaciones y enseña
al peregrino de la vida el secreto
de cada prodigio que su mirada
descubre. Gran cosa sería que
todo hombre tuviera al oído la advertencia
divina que el Arcángel
guardián del joven Tobías ponía sobre
las perplejidades de su compañero.
No todos sabemos escuchar
este consejo sutil y excelente. Pero
ya qué somos sordos al angelito
guardián, no sería malo que buscásemos
para nuestra conciencia un
sustitutivo módico y práctico, un
cicerone íi quien podemos creer y
seguir, aunque se nos muestre bajo
la figura de un grillo trotamundos.
' CRITILO
' .! ¡ ' ' '
En la literatura española existe
un personaje que podría encarnar
justamente la personificación del
confidente, del "alter", que altera
la conciencia individual, inspirando
en el privado raciocinio las razones
universales de la ética. El
Critilo de Baltasar Gradan cimsliíuyc
la mejor ventura que pudo
desear la ingenuidad de Andrenio,
perqué si todo nacido catara el consejo
de la experiencia envuelto en
tan persuasiva donosura, menores
yerres habría que llorar y corregir.
Critilo posee el arte difícil de respetar
la intimidad de su acompañante;
ni interfiere sus reacciones
espontáneas ni mediatiza su personalidad,
pero la voz de su experiencia
va siempre adjunta a la sorpresa
de Andrenio y le preserva de
la tentación juvenil de ser autodidacto.
De todas las causas de perdición,
ninguna es tan poderosa como la
soledad que se eriza de desconfianzas.
Un Critilo o un Pepe Grillo, en
permanente vigilancia junto al poeta,'
bastarían para librarle de la
desesperación y del ripio, salvando
a la vez su alma y su renombre. La
reconvención de un mejor criterio
no sólo especifica la noción del
mundo, sino que se proyecta sobre
las obras, haciéndolas más sólidas
y más inteligibles.
Por falta de censor más adicto
HARWA
una bendad: la falta de una costilla,
quizá ya desde antes del nacimiento;
un absceso en un diente
y la. seguridad de que no padeció
de reumatismo. Me parece observar
que esta anatomía no propensa
a la licuefacción es lo que más
extraña a los radiólogos del Museo
Pields, por cuanto el mundo faraónico
—de Harwa sólo se conserva
EU . materia momificada vivía enfaragado
i3, la triple humedad' de la
navegación, de la pesca y del riego.
Además, interesa, a esta distancia,
la vida, burocrática de Harwa,
y se isabe que tenía a su cargo la
custodia, de grandes silos y almacfüi'es
varios de víveres. Esto ya no
lo ha revelado la ¡pantalla fluoroscópica
de los R. X.~, sino urna oportuna
lápida adosada, al ataúd; pero
entonces los arqueólogos del
Flelds trazan una trayectoria de
"prívate detective" y método deductivo
a lo- S. S. Van Diñe y casi
insinúan que la dentadura dañada
está en relación con el abuso
de alimentos, sutileza que implica
ladinamente un atentado a la honorabilidad
de Harwa y al prestigio
de sus silos. La lápida, pues,
es .redundante, superflua. No lo dicen,
los del Pields porque, aunque
han perdido el respeto a. los Faraones,
se prevé en estes cosas de
tumbas orientales cierto destino fatalista,
influjo admisible en un clima
de novela policiaca donde la
posesión de una figulina china acarrea
inevitablemente la muerte violenta.
, '
Esta relación As abuelas,' polca
y Cleopatra va paralela a un confusionismo
que a veces nos gana
para situarnos v. gr. a. "Clarín" a
más atetártela, que [Lope. No es que
4 -
Jos sucedáneos de uno y otro —don
Francisco; Casares y Marquina, por
ejemplo, y que "Clarín" y Lope
nos perdonen y nos perdonen también
Casares y Marquina— establezcan:
la ¡anomalía cronológica y
nos conforme más el reserva de ¡Lope
que el de Alas, sino, que la universalidad
del 'dramaturgo continúa
en la actualidad de nuestro minuto
en tanto que la labor 'crítica de
don Leopoldo' queda ceñida a las
circunstancias literarias que la producen.
Como Novo y Oolsoai —un
señor que estrenó una comedia hace
cincuenta, años^— no nos interesa,
"Clarín" carece de actualidad,
en tanto que sí nos interesa
el nuevo, actual y ausente crítico
que pueda decir del defensor actual
de otro Novo Colson lo que
don Leopoldo dijo al par del Novo
Oolsoin de ayer y del crítico que
elogió por amistad o> confusión el
estreno. (Ks¡to no significa un elogio
¡absoluto de "Clarín" ni mucho
menos una conformidad con
'^Campoamor: genio").
La morriña, apura la distancia y
el plano de una crítica honesta tiene
casi reminiscencias arqueológicas,
cuando esa misma función literaria
traspasa a las inquietudes
lectoras la situación de parentesco
y amistad —o la confianza por una
pronta correlatividad^ que define
cordialmente al crítico y al autor.
Queremos hacer abstracción del
campo teatral y suponer que las
Letras eo-n así una auténtica familia
donde cada cual intenta favorecer
y no fiarjudicar a su parentela.
!La empresa crítica en España
está ligada a la carta, de vecindad
de Madrid y Madrid, contra
todas las estadísticas, es un pequeño
pueblo tafr&difiminuído en el
cenáculo, con autores y críticos en-
tiivo Fausto que apelar al propio
diablo, vendiendo su salvación por
un sucinto cuestionario ú-e paradojas.
Pero hasta de tan torpe hipoteca,
hizo nanga el viejo doctor, que
aquel "confuso torbellino de la imaginación"
de que Mefistófeles le librara,
era, sin duda, más infierno
que el que con su sangre suscribía.
EL RECTO CAMINO
i •.'•.: DE •LA ESCUELA
Es lástima que en esa olla de grillos,
qué arriesgadamente bordea
"El Silencioso" cada quincena, no
haya ninguno que se llame Pepe, que
aprendiera su ciencia del mundo
c^n humildad y método y que pueda
ostentar sobre el pecho un medallón
de oro con leyenda: "Conciencia,
diez y ocho quilates". No
hace falta que junto a cada joven
creador levante un catón severí^
simo su gallear insoportable, pero
interesarían unas tijeras sabias que,
en vez de cortar trajes, cortaran
vueles y dieran a cada aprendiz de
genio el justo patrón de su ignorancia.
Para ser artista hay a¿e ir primero
a la. escuela. Sobre este rumbo
ingrato, precisamos t o d o s que
imponga Pepe Grillo su instancia
y su insistencia. Lo exige el peligro
de muchos, que creen haber descutizrto
el camino más corto de la
fama y van derechos a la isla de
1 les juegas donde les nacerán orejas
de burro.
ÍNDICE DE ESTUPIDEZ
Junto al índice que ha de condenar
ciertas obras por perjudiciales,
o simplemente por malvadas,
precisaría abrir otro índice de muchos
folios, donde incluiríamos todos
los frutos íe mediocridad e ¿raso
I ye ncia literaria, infiltrados a
través de rigurosos criterios por la
scla cualidad de su untuosa estupidez.
. ••-..'
Porque la obra de arte no se exime
de condena por la pureza de la
intención que la creó; precisa que
esté avalorada per la inspiración,
por la habilidad que modeló su estructura,
convirtiéndola en recipiente
de una verdadera angustia
óel espíritu. Realización de menos
fuste no puede merecer categoría
de obra artística. La intención honrada
del autor agrava el desdoro de
la creación innoble, porque si la
intención tiene cualidades distintas
que la obra, seta porque en ésta no
se realizó aquélla y su producción
fue un puro fracaso.
Es así que la obra de arte no pue-
K.
de ser convencional y el matute,
que bajo el nombre de literatura
recreativa, se desliza hasta las
prendas, no pasa de ser una ficción,
inmoral por su propio género, tan
digna del fuego cerno la literatura
proterva. . •.
SUBSTANTIVO Y ADJETIVO
"Recorte", un excelente crítico
taurino, ha actuado de matador en
un reciente festival benéfico. Para
acallar el prejuicio-, irónico de los
profesionales, "Recorte" recibió a
su tora, rodillas en tierra, con unos
faroles temerarios. Luego explicó la
técnica:
—Se hincan las rodillas y se revc.lea
el percal sobre la cabeza; si
sale bien, se sabe pronto per la.
ovación; si sale mal, se sabe más
tardé en la enfermería.
Lo extraño es que quien tan bien
juzga las faenas ajenas sepa tan
poco de las propias.
Ocurre lo mismo a todo artista
que se juega la vida en la obra,
que crea una forma que anima con
«Í propia idea vital.
Esto es lo esencial, lo substantivo
de la creación, lo que más vale
y más cuesta. La, critica es lo ad-!
jetivo. Pero es el adjetivo el que
esclarece, califica *t valora.
•i i :' ' ¡ ¡ . ' B .
LOS RAYOS X
raizados en el apretón de manos y
dispuestos todos, más o menos pasivamente,
a producir algo así como,
una resonancia de "claque".
*
En lo que va de año, sobre 20 o
30 obras —prosa, verso, narración,
biografía, etc.— hemos leído cien
críticas. (La originalidad para la
adjetivación es tan lamentable cómo
el propósito de mostrar el favor.
El adjetivo más comedido es
éste: excelente:
Excelente es easi ya un denuesto.
(La relatividad cobra aquí su
vigencia. También podría hoy decirse
que casi todos los críticos son
excelentes. Ellos, que están en el
secreto, se enfadarían).
Cuando el crítico dice que la obra
"está escrita con, honradez" llegarnos
ta. la culminación del eufemismo
con clave al aire libre.
una vez hecha y ¡publicada la
crítica, el crítico se siemte satisfecho
doblemente: ha desarrollado
una tarea profesional, remuneradora,
y ha conquistado una gratitud.
Después espera la retribución afectiva:
la carta, la- sonrisa, el apretón
de mano o '"la recíproca". El
vehículo es lo de menos.
El crítico salía antes a la calle
oon bastón de cedro. Y con dos'
padrinos en potencia a la espalda.
ESto no pasa, en efecto, de
ser una metáfora; pero hoy tal metáfora
es imposible, porque si en
to¡da metáfora hay una angustia
de verosimilitud, angustia poética,
la ¡poesía se evapora cuando el niño
averigua quiénes son los Magos,
La verdad es así. En este caso,,
excelente.
De vez en vez, para mostrar su
erudición y alcanzar una etapa,
numerada y escalonada, de rigor,
el crítico aplica la pantalla fluoroscópica
de los Rayos X sobre el
cuerpo del consecuente Harwa. Es
preciso, para esto, que Harwa sea
joven, auténticamente joven, y porte
una gracia especial para la creación
literaria o artística. El crítico
se eriza., entonces, aunque guarde
aparentemente su compostura:
a ciertas edades y con un relieve
profesional relativo que se difuminará
con el tránsito se es incompatible
con la honradez que intenta
afincar su arte decidido. Es
la hora de la arqueología y de las
deducciones, terriblemente transcendentales.
Los Bayos X dejan
ver en un pedaeito prescindible de
la anatomía cierto' absceso y el arqueólogo
grita: 'íEste cuerpo es defectuoso:
tiene una. muela careada".
Otras veces, porque se leyó a Menéndez
y Pelayo, se maneja la obsesión
de los antecedentes. Toda
buena obra sobremanera de todo
autor joven ha de tener para el
crítico un precedente; mejor, una
analogía con visos de calco. En el
autor —que quizá no sabe más que
el castellano^— se observa cierta similitud
temática o estilística oon
A. con B. y con C, todos extranjeros.
Después resulta a lo peor que
A, B y C no están traducidos al
español.
Pero nadie debe apenarse por la
existencia de esta hostilidad de viejo
a joven que puede definirse por
"el diente de Harwa". La disección
periódica corre hoy a cargo de graves
señores, que alcanzaron su tronera
batiendo cuando comprendieron
que su intranscendencia literaria
debía ser sustituida por un "slogam"
en piano: "Que nadie pase
a la posteridad". Mentábamos ocasionalmente
a "Clarín", que fue
crítico en línea directa, y que al
par pudo ganarse una gloria literaria
al margen del escalpelo, y la
sugestión llevada a estas fechas
Qzeva, sobre una zona en que el
dómine ha sido, o. es, quien se sien- <
te fracasado, o como dramaturgo, o *
como novelista o como ensayista,
poeta o historiador. Si la etimología
de fracaso nos lleva a deducciones
apropiadas para la virulencia,
intranscendente es ¡palabra más
aceptable y menos ofensiva, aunque
también más exacta y más rotunda
a pesar de su aire innocuo. A
la .postre, el fracaso puede percutir;
la intranscendencia; no. Se trata, en
fin, del Harwa venido a menos, sin
momificar para la Historia. Y de
que a los demás Harwa que surjan
se les puede derribar con la pantalla
fluarosccípica, señalándoles sus
defectos y no sus virtudes. Con menos
intransigencia incluso que Iostécnicos
del Fealds, que frente al
déficit de costillas y el absceso en
la muela celebraron la carencia de
reumatismo en un cuerpo joven que
pudo contra el mal de su tiempo.
Contra las tres humedades de la
navegación, la pesca y el riego.
Aunque dudaban de la contabilidad
de sus silos por mor de las caries
cuando hoy abunda en el mundo la
dientadura postiaa.'
S.

AD
E SCRIBO
"Los recuerdos propios son una
fórmula perfecta de la Historia
Universal." (Pedro de Agüero: "Mi
vida y mis pasiones".)
casi de memoria, frente
al mar de Sitges, casi a
igual distancia del Barrio La-
tino parisién que de la calle Ancha
de San Bernardo, el boulebard
> Saint Michel madrileño. En estos
días algunos de mis libros entrañables—entre
tres bibliotecas perdi-'
• das—están aún en cajones íiue lle-
> gan hasta mi nueva fundación con
aspiraciones de eternidad, como se
pusieron las catorce casas que uno
ha montado hasta el presente creyendo
cada vez que aquélla era la
definitiva. Escribo, hay que situarlo
todo, a los cuarenta y un años recién
caídos de existencia y a los
cien años justos del nacimiento de
Paul Verlaine en la disputada «iudad
de Metz, donde se fabrica uno
i de los mejores aguardientes de
" Francia. Escribo, por fin, a una al-
3 titud de ocho años de ausencia española,
de vagabundeo internacional
en la tercera salida de la patria
y de la estación del Norte, y
sin demasiados síntomas de cansancio,
esto es: dispuesto i a marcharme
en cuanto me aburra idos
, semanas seguidas.
¿Bohemia? Uno no ha sido nuni
ca bohemio, o si lo fui, yo no sabía
que lo era... Verlaine... el ver-
: lenismo... la bohemia... los poetas
; malditos... Para situar este período
i español, bastante flojo pero pintoresco,
hay que limitarlo entre dos
. fechas: 1900 y 1918. Lo anterior pertenece
a otro mundo, el verlenismo
; posterior al diez y ocho es ya puro
í retraso, galvanización de fantasmas.
Por razones de edad yo no
pude conocer de aquella bonemia
española, y principalmente madrileña,
mas que a los supervivientes
de ella. Uno nació a las Letras entre
la agonía del modernismo rubeniano
y los albores de la revolución
ultralsta. Verlaine, aun más
i que Baudelaire, parecía el padre es.
, piritual de los "malditos" españo-
• les. ¿(De dónde venía esta paternidad
si casi nadie leía al francés
ni había estado en París? Los conductos
creo que pueden estudiarse.
Entre fines y principios de siglo,
y aun hasta la fecha que señalo
como tope, 1918, quienes conocían a
Verlaine no eran bohemios y quienes
eran bohemios—de aquella bohemia
llamada dorada—no vivían
en España. Diez Cañedo y Manuel
: Machado pueden citarse entre los
primeros, incluso con Bacarisse;
entre los segundos habrá que acordarse
del metequito Enrique Gómez
Carrillo, el mejor cronista, con Manuel
Bueno, de su tiempo. ¿En
quién había influido Verlaine? Algo
en la primera época de Manuel
Machado, poquísimo en la primera
también de Juan Ramón Jiménez,
que debe más a los ingleses. Del
todo y profundamente en Emilio
Carrere y los bohemios de los últimos
cafés románticos: Xavier Bó-'
beda, Heliodoro Puche, López-IParra,
Martínez Corbalán, Villegas
Estrada... Nombres que a la juventud
actual no deben sonarles a nada.
En otro bohemio curiosísimo,
Rafael Lasso de la Vega—-hoy ex
bohemio, Marqués de Villanova y
viajero de Europa—, influyó muy
al principio porque éste sí sabia
: francés y conoció a tiempo otras in-
- quietudes.
La obra de Verlaine era mal co-
: nocida por la bohemia española a
través de traducciones bastante horribles.
Pero lo que había cundido
más era su fama, sus hospitales y
•• sus cárceles, sus ajenjos, su vida,
• en fin, de desgarrada bohemia. A la
miseria poética de Madrid la biografía
de Verlaine servía de enorme
consuelo. Venía a decirles:
" |Aguantad con la frente alta, cor-
• nejas heridas del Partenón, vampiros
del café con leche, soñadores
de la media tostada, luchadores de
la puerta de Teléfonos, campeones
de las diez horas en el café de la
Reina Victoria, en el Colonial o
en Platerías, porque a un genio
como Verlaine le pasaba lo mismo
y hoy es el más grande poeta de
Francia!"
Claro que no resultó cierto que
Verlaine fuese el más grande poeta
de Francia, pero esto era lo mismo.
Hasta bien terminada la gran
guerra—gran guerra para entonces—las
más sutiles genealogías de
la poesía francesa no se conocieron
entre nosotros, salvo para tres o
cuatro privilegiados.
Verlaine con su vida aun .mejor
que con su obra ha influido, creo
yo, más en España que en Francia.
Circulaba por la calle Ancha de
M¿¿
San Bernardo, la gran arteria de la
bohemia en un barrio de prostíbulos,
cafés, tabernas y librerías^—todo
lo que hacía falta y lo de librería
menos—, el nombre de Verlaine
y también el de Baudelaire, el
de Nerval y el de 5 Poe. Se consideraba
axiomático en la vida literaria
que había que beber vino, tener
trato con las "lobas" de la calle
de Ceres y Tudescos, y decir impertinencias
a "Ssda burgués que se
cruzara en el camino si es que este
burgués no tema la buena costumbre
de convidar a café o "prestar"
un duro.
La bohemia madrileña se movía,
además de en la referida calle Ancha,
con los cafés de la Reina Victoria
y de San Bernardo, y de por
la calle de Preciados—café Varela—,
en la Puerta del Sol, adonde
se iba a la conquista del duro y a
entrar en los cafés Colonial, Universal
y Iásboa, este último—como
el Castilla, de la calle de las Infantas—muy
monopolizado por gentes
de teatro. Los bohemios llegaban
también al café de Platerías,
en la calle Mayor; al Gran Café
Social de Oriente-Mlonde iban Barradas
y Cansinos-Assens—, en Atocha,
ya los cafés de San Míllán y
San Isidro, en la calle de Toledo.
Casi todos estos cafés tenían vica-
ría, que es donde se formaban las
peñas. Otro café de la bohemia fue
el Español, frente al Teatro Real,
donde solían ir ios Machado, y el
de las Salesas, frente a la iglesia
de Santa Bárbara, al que bajaba
Julio Romero de Torres con su galgo
y su amiga de turno.
Pero el gran café de la bohemia
fue el de la Reina Victoria, de la
calle Ancha de San Bernardo. Allí
se pasaba el día entero Emilio Carrere,
que era el bohemio oficial y
el único que en realidad publicaba.
Carrere, lleno de intuición, de gusto
de la época, de evidente maestría
para la crónica entre sentimental
e irónica, escribía siempre
en el velador del café. Venían por
este de la Reina Victoria gentes
ciertamente descomunales, como
aquel viejo Ernesto Bark, medio
anarquista tierno; como Heliodoro
Puche, murciano, que vestido de harapos
llevaba un monocle y era de
una insolencia antiburguesa furibunda;
como Lasso de la Vega, que
hablaba de su antepasado D. Pedro
el Cruel y que se pasaba el día
traduciendo al español los versos
que escribía en francés; como el
terrible Pedro Luis de Gálvez, ex
presidiario de Ocafia, soldado voluntario
en Grecia, hombre que pa-
saba de lo lírico a lo criminal con
una facilidad inesperada; como
Fernando de Villegas Estrada, médico
y poeta, a quien habían impedido
el ejercicio de la primera
profesión porque estando de titular
en Cambronero el Mayor se declaró
una epidemia y abandonó el puesto
diciendo que temía el contagio;
como Xavier de Bóbeda, gallego,
que decía que su padre era carpintero
funerario y él jugaba de niño
con unos ataúdes pequeñitos "de
juguete"; como Juan José Llovet,
que luego se fue a América y se
casó con una negra, no por razones
baudelerianas, sino porque la
negra era dueña de una pensión;/
como Pérez Bojart, cartagenero, qué
escribía versos eróticos; como Martínez
Corbalán, al que miraban mal
porque se sabía que tenía algún
dinero; etc. El benjamín de aquella
bohemia bastante trágica era el
entonces adolescente Armando Buscarini,
que vendía sus libritos por
los cafés y en la calle de Alcalá, en
las verjas del Ministerio de la Guerra.
Este infeliz poeta, discípulo de
Carrere, llevó una existencia infernal,
de hospitales y auténtica hambre.
Más tarde aparecieron nuevos bohemios
tardíos y muy jóvenes: Carranque
de Ríos, Martín Parapar
e Iglesias Figueroa... Carranque era
un guapo mozo al que protegía una
peripatética algo gruesa y entrada
en años. Era hijo de un empleado
de los mataderos. Martín Parapar
quería conquistar los periódicos, 6
Iglesias Figueroa había escrito un
librito sobre Toledo que se vendía
de forma bastante curiosa. Él librito
le llevaba un viejo bohemio muy
limpito, con barba blanca, que había
sido abogado y hombre de buena
familia, dori Manuel Azevedo.
Una tarde, estando yo en casa del
duque de Maura, le vi operar personalmente
a don Manuel Azevedo,
que explicaba así la cosa:
—Señor, yo soy un filántropo.
Lo ¿que ocurre es que soy un filántropo
sin dinero. Protejo a jóvenes
escritores. ¿Quiere usted comprarme
para el autor de este libro sobre
Toledo algunos ejemplares?
Otro "monstruo" de volumen era
el latinista y teólogo don Tirso Alcalde,
que venia al café de Várela
a la mesa donde íbamos el pintor
Manuel de Redondo y yo. Don Tirso
había escrito una obra de teatro
sobre el divorcio y algunos personajes
hablaban en latín. También
venía al Várela un cartero escritor
llamado Arboleda, a quien le
olían los pies de una manera es-
pantosa, y el poeta Uncal, que hacía
bohemia heroica, y Jaime Ibarra,
hombre extraño que se enfurecía
mucho y pedía tabaco de una
. manera casi agresiva. Ibarra iba para
buen escritor, pero demasiado
"enfermo de divinos males"—como
decía D'Annunzio—•, estaba casi enloquecido.
Algún poeta de la bohemia se
moría de vez en cuando. La muerte
más sensible fue la de un adolescente,
Francisco Relio, que escribía
poemas con su hermano Guillermo.
Eran estos Relio como los
violinistas desconocidos de la poesía.
Paseaban por Madrid sus capas
a la italiana y unas melenas
de paje. También iban por Poinbo,
donde la bohemia estaba un tanto
desplazada porque Ramón Gómez
de la Serna era más aficionado a
gastarles bromas que a pagarles cafés,
el líquido misterioso del que vivía
la bohemia española.
Aquel verlenismo bohemio quedó
un tanto desplazado con la
revolución ultraísta, que entre 1919
y 1920 arremetió contra los modernistas,
preciosistas, simbolistas, parnasianos
y demás fantasmas galvanizados.
El ultraísmo fue, en sus
principios, un movimiento de bohemia
y de señoritismo. Si por un
lado Rafael Cansinos-Assens, reclamando
la precursión y el maestrazgo,
era hombre de café, madrugada
y existencia un tanto acrobática, y
también encajaban en la bohemia
como vida, no como participación
finosecular, el dibujante Barradas,
uruguayo, el dibujante polaco Jhal,
los hermanos Humberto Rivas y Rivas
Panedas, había también mucho
señorito sin bohemia alguna en el
movimiento, desde Vicente Huidobro,
Guillermo de Torre, Isaac del
Vando Villar y Juan Larrea hasta
César A. Comet y José de Ciria Escalante,
que murió muy joven.
Huldobro era un hombre internacional,
que viajaba con buenas maletas,
algún dinero y un aire de
cantante de tangos. Guillermo de
Torre era hiJQ creo que de un notario.
Vando valar teñía un hotel de
. viajeros. Larrea era archivero bibliotecario.
Comet, empleado de Correos.
Ciria Escalante, de familia
rica Empezó con éstos a zozobrar
la bohemia. Comenzaron a salir
a la vida de las Letras muchos
jóvenes bastante fríos, un tanto deportivos,
medio universitarios, que
iban a dar otro tono social a la literatura
española. Los últimos héroes
de la bohemia les tenían un
asco atroz y los llamaban mariquitas.
Es verdad que había de todo,
pero, en fin, éste era el grito
de la vieja guardia del hambre, que
estaba dispuesta a morir sin rendirse.
Aun la tozuda sonjbra del verlenismo
indeciso, más de vida que de
obra, se resistió mucho tiempo sin
admitir la presencia de "los niños
góticos". ¡Ay, lo malo es que muchos
de aquellos niños góticos eran
bastante mejores que el pobre l>elian!
De todas maneras, nuestro insobornable
corazón, lleno de debilidades
auténticas y figuradas, no
puede—ni quiere—evitar una insobornable
simpatía por aquellos
"poetas malditos" de la corte de los
milagros española... Y precisamente
por lo que tenía de desesperada
impotencia, por lo que tenía de satanismo
de segunda mano, de paraísos
artificiales sustituidos por el
honrado valdepeñas, porque sus torres
de marfil eran casas de huéspedes
que hubieran dado miedo a
los clientes de la Closerie de Lilas,
• por todo eso y por muchas más
aún... Entre ellas porque cuando
he vuelto después de ocho años
de ausencia a Madrid, he huido de
la Gran Vía por pasear por la terrible
calle de Santa Isabel; por la
alegre Ancha de San Bernardo; por
la pastoril calle de Toledo; por
aquella destrozada y fundida Bombilla
que iluminó, guiñándole un
ojo, al Fornos de Burell, de Cavia,
de Dicenta, del teniente Pepe Sanjurjo,
de Valle-Inclán con dos brazos,
de Manolo Bueno y Fuentes y
Alejandro Shawa—precisamente el
que no se quería lavar la frente
porque le había besado en ella Paul
Verlaine—; por los colmaditos del
Madrid andaluz que vierte sus calles
a la carrera de San Jerónimo
y a la calle del Príncipe; por los
barrios de Progreso abajo—Hoyos y
la Laguna—; por los Chamberiles
de don Pedrito de Répide con sus
zapatos color sangre de toro y tacón
cubano; por la Castellana de
nuestra adolescencia—novias Margot,
María Luisa, Lola y Esperanza—;
por el paseo de Rosales, donde
un quiosco de música daba a
Madrid un auténtico tono provincial...
¡Cuánto fantasma pesa sobre
nuestro corazón! Del tiempo del
Verlaine español, al ultraísmo...
Del ultraísmo, a la Universidad.
De la Universidad, a no conformarse
con ser abogado... De no
conformarse a ser abogado, al periódico...
Del periódico, al Mundo...
Y del Mundo, otra vez a España.
Pongamos punto final á esta antología
nostálgica. Y dirijamos todas
estas líneas a Mariano Rodríguez
de Rivas, cronista jle Madrid. Porque
su nombre es primerísimo en
los crepúsculos de la melancolía...
ECA DE QUEIKOZ (JOSÉ MARÍA). Bing. Célebre novelista
portugués, tí. en Pavoá de -Variún en 25 -fe
Noviembre de 1843 y m. en 16 de Agosto de 1900,
víctima de la tuberculosis,» desempeñando el Gfirgo
de cónsul He Portugal en París; sua
restos tuero ti trasladados á Lisboa en
un buque líe guerra por orden del
gobierno. Estudió derecho eu la uni*
V'gfsidau de Coimbra» v al terminar
la carrera pasó á Leirin á desempeñar "*á»r fn'u»
to abandonó por no poder resistir el f" fB - * VI1I >
educido ambiente intelectual ¿f fc'y'"''""
iquelia pequen» ciudad. Acompañanio
al conde de Rezende marchó á Eyiptn, en la épo-
..•a de la apertura del canal de Suez, y de allí á PaleBtina.
A,! 1 regresará su país dedicóse HI peiiodismo,
alternando loB escritos políticos con algunos cuentos,
orisrinalea hasta la extravagancia, publicados an ¡a
Gacela de Portugal', siendo lino de los mas populares
•el titulado 0 senhor diablo, iíi. 1870,
publicó en ei .Diario de Noticias el
famoso O Mysterio da Estrada de Ciu-,
ira, que intrig-ó á media Lisboa y
que niuchos tomaron por e! relato de
mi hecha real; estn obra fue escrita
.en colaboración con Rsmalho Ortigto,
formando purto amlios, junto
con.Teólilo Braga, Oliveiro Martins
y Guerra Juaqita.ro, del .cenáculo del
poeta Antero de Quental, grupo q'ie
renovó 1»8 letras portuguesa^, en la
segunda mitad del siglo su. Kn
cribió «n los primeros númpros de
la publicación satírica As Farpas.
En 1872 ingresos.» la carrera con- ;V..Ey o. (L«-
Hular, habiendo sido cónsul en la b=ek, ISOG.J
Habana, Newcastlp,. Bristo!, China
y París, lí» 1875 publicó su-primer novela 0 erime
do Padre Amaro, empezada en 1S71 durante ati
estiuicrtien Leiria, _v refundida más tarde al extremo
de convertirla en una obra nueva. Su tituló y argumento
fueron, eauaa de que se llamase al autor el Zola
portugués, aunque hay gran diferencia entre «I romanticismo
arrebatado" de La Fante de VAbbé Afoures
y la' evocación de la vida burguesa de la ciudad
da provincia de 0 crime. En 1878 dio á luz 0 primo
clase media de Lisboa. La crítica le tachó de haber
imitado á Flaubert, diciendo Que la prima de Basi-
perfume oriental, y en A Reliquia presenta un cuatiro
lleno d* hv¿ y coUiriflo de ia Judea eu tiempoe
de U Pasión. Kn ambas obras resulta de un éfacto
Boriirendeme la poesia de las
descripciones .orientales eü
dad vulgar de los persona-
Mdías (18H8), considerada
tnaeBtra, retrata costumbres
de los fldaigos portugueses.
.Lna Cartastde Fradiqu» Meníirr.
(1SS9).están llenas de
predileclas de sus admiradores
por ser la obra en. qqa
más se revela ela sn persona onali-
• dad. En 1897 escribió A Musiré'casa de Sam
rei, y poco antes do morir tern.inó una de sus me
jores obras A cidadt t as Berras, ejemplo clásic
furma la eterna oposición de ¡a ciudad y el campo.
-KCA DE Ql'tfiROZ. más que un escritor realista, fuá un
/minorista que puede colocarse entre la media docena

EVOCACIÓN DE
fURICO KSSHIfil
Y LA TRADICIÓN ECUESTRE
Y MILITAR DEL CIRCO
F UE
por estos días de abril, ahora ha.
ce nueve años. El gran caballista
Eurioo Péssúitti moría trágicamente
en medio del silencio de unas ho-
ras de ensayo. No hubo gritos de angustia
ni desmayos en el público. Nada.
Mientras su caballo giraba loco g>or la
pista, isiis compañeros, a medio vestir,
mitad hombres de la calle y mitad gente
de 3a farándula, lo retiraban tras las cortinas
que separa el redondel de los rincones
-donde se descomponen los secretos
profesionales. Su nuevo intento de ejecutar
una ntueva variación en el salto mortal
había truncado su varonil silueta. Este
número fue único; sólo los ángeles del
cielo circense lo igozaron. Nadie podría
comentarlo a la salida del circo, mientras
los compañeros lloran, meditan y
rezan.
'Con el gran caballista Eurico Pessiutti,
la tradición ecuestre del circo perdió una
gran figura. Para la auténtica afición circense,
un buen jinete es, juntamente con
el clown, la figura central del espectáculo.
Desde su creación, en 1775, el circo
moderno fue una. escuela de equitación,
deporte preferido por la juventud de núes.
tra vieja Europa. El primer circo, fundado
por un antiguo sargento mayor del
decimoquinto regimiento de Caballería ligera
de Su Majestad el Rey de Inglaterra,
presentaba un aspecto totalmente bé_
lico, efectuándose los movimientos de
ataque y defensa que estaban en uso
entre los húsares. Era un maravilloso espectáculo
ecuestre y militar, en el que
los oficiales de Caballería, con sus chaquetas
rojas, sus pantalones de piel blanca
y altas botas con grandes espuelas,
bicornios empenachados, llenos de cordones,
entorchados y cadenetas, ejecutaban
ante un público elegantísimo y aristocrático
el asalto de iun fuerte o la carga
efectuada en un combate.
Más tarde, en París, los imitadores del
sargento Astléy continuaron esta tradición
ecuestre. IDe teste tiempo datan los
ballos grabados de Carie Vernet. En ellos
se ¡nos muestra la gallarda estampa de
unos jinetes, vestidas con guerreras de
amplias solapas, bordadas de agramanes.
Durante más de un >siglo, el circo fue
espectáculo de tradición militar y aristocrática.
Resplandecientes uniformes cuajados
de adornos, cordones y entorchados
bajo las luces circenses. L.a primera música
del circo no era esa alegre y especial,
casi de comparsa, de hoy; sino marchas
militares ¡interpretadas por las bandas
de los ¡regimientos de Caballería.
Esta tradición perdura largo tiempo en
Alemania. Hacia el 1860, un regimiento
prusiano presentaba su banda a un concurso
dis música de un circo de paso por
la capital.
En este arranque primero del circo, cabe
la gloria de ser los primeros y me-'
joros, juntamente con los ingleses, a los
jinetes españoles de aquella época. Ai fusionarse
con los bailarines sobre la cuerda
floja y acróbatas, estos jinetes crearon
el circo moderno con ®u vistoso colorido,
su variedad fy su. música estridente,
que sustituía a la marcha militar de
las bandas de los regimientos.
El predominio ecuestre del espectáculo
continuó hasta los últimos años del siglc
XIX. £n ellos buscaban los reyes a
cus caballerazos. Era el circo mimado por
los monarcas de aquel tiempo, y las funciones
circenses se revestían de una gran
pompa, como más tarde las funciones da
gala de Jos teatros. Inolvidable fue en
París el Gran Circo de Invierno, donde
la belleza de las damas de la Emperatriz
Eugenia lucía el encanto de su coqueteo
con los galanes y caballeros de Napoleón
III.
Poco a poco, el circo fue perdiendo su
prestigio primitivo con la intromisión de
números diversos, algunos de pésimo gusto,
con sabor de "music-hall", recortándose
en un ambiente un tanto ramplón.
¿ Tornarán de nuevo las • viejas glorias
circenses?
A la evocación de esté gentilhombre de
la pista, el gran caballista Eurico Pesslutti,
debe unirse el recuerdo de aquel
maravilloso espectáculo dé otros tiempos.
Fue por estos días de abril, hace mueva
aftos, en el silencio de un circo isin público,
donde, al intentar una nueva variación
en el salto mortal, perdía la vida
Pessiutti.
.
(>'• . . - . /
A VIDA
EL CLOWN
REY DEL CIRCO
La bohemia errabunda del titiritero
y la de círculo estrecho del literato
E STE
Charlando con Emilio Carrere
café parece, una vieja y
sentimental dama peig&dita a
sus recuerdos y a sus nostal-
gias, danzando en la neblina dtel
tiempo con. música de vals, pegajosa,
y triste, melancólicamente ingenua
como la de ÍES olas, o ligeramente
p'ieamtflla como la de la
viuda alegue. Mundo fantasma, romanticón
y quebradizo', de ritmo
lento y conmovedor, propicio al
gracioso balanceo de la cabeza, y
del corazón entre apretados y largos
suspiros, y a la pereza dormilona
de una siesta. Lave rumor, neblina
en tamo a estas sombras,
poesía desvaída ¡reflejada en empatiados
espejos y falsas perversidades
y difíciles complicaciones psicológicas
resueltas a la hora
de cenar pidiendo un duro en
una esquina cualquiera. Cortos
vuelos en todo y en todos y la cu-,
riosidad reducida ,s, la zona qute'
orillea las narices. Pereza, entre el
polvo que desprenden apelillados
divanes d© roijo peluche y lenta coquetería
de mirarse el rostro
sucio de madrugadas y afilado de
¡hambre, en espejos sin azogue. Esto
es humo, pereza, nada. Bohemia
también.
El cronista de estas sombras de
agria melancolía en este mundo
trágicamente pintoresco, burlesco
y cruel, de los viejos cafés madrileños,
nos habla lentamente de la
bohemia, del humor y del- circo.
¿'Lo conocéis? Chamberigo, capa,
cachimba y chalina: nuestro bueno
y cordial Emilio lOarirere.
—¡Usted, don Emilio, usted que
ha vivido la farándula quieta de la
bohemia de café, ¿quiere usted ha-
Iblarme de la f arándula anidante del
circo?
—Oenite buena, de coraaón, que
se juega la vida sin envidia y sin
rencores, con airaternidad que un
a los hombres en la guerra frente
al enemigo, que no es la misma del
café.
—¿Hay algo de bohemia, en esta
gente, errante tajo todos los cielos?
.primera bohemia artística
es el circo, el .titiritero. Yo entiendo
dos .clases dé ¡bohemias: la de*>
rivada de la gitanéiía y ja nteráfei.
La, primara, errs/tíandsk' te segunda
se reduce &1 círculo estrecho de
una provincia, o al círculo aún más
inducido de un café.
—Si entendemos por bohemia
cierta independencia,- -afán de trabajo
solitario ¿se puede considerar
al circo como arranque de la bohetoia
literaria?
—El circo es el padre de la bohemia..
Lois títeres en la plassa pública
son el primer intento del artista
de •toalbajaír sólo.
—!En cuanto al circo como tema
Titarárlo ¿trabo preferencia entre
los bohemios por los motivos circenses?
—El circo es interesantísimo desde
el punto de vista artístico. En
especial, en la literatura, los motivos
circenses son riquísimos en su*
gerencias. Hay en el circo una cosa
cordial, de idioma cordial, lenguaje
de todos los tiempos y para
todos los niños del mundo, que
permite maravillosos contrastes. literarios.
—¿Qué figura es paira usted la
central en el circo?
—El clown. Es el rey del circo.
—>¿lCuál es la nota esencial entre
el artista de circo y el bohemio?
. ,
—La libertad, el afán de libertad.
—¿Quién trató literariamente el
cinco con más vigor?
—Que yo conozca, Ramón Gómez
de la Serna. Oran pasión tuvo este
gren tipo que fue Ramón por
este maravilloso tema.
¿Cómo es para usted el circo
por dentro?
i—Ignoro ila vllda ciirceinse tras matemáticas
las cortinas, sólo he visto el encanto
externo, el que perciben los
niños en el redondel. Tengo una
giran simpatía ipor el circo y he he- en «SF» el «51 ^VFUI/é
oho unos versos y unos artículos
sobre los payasos. En especial, el
Blown, ha sido más de una, vez mi E/ profesor Puig Adam responde a nuestras preguntas
musa inspiradora.
H —'¿Reconoce usted un valor éti-
I I AY armonía matemática en la
—¿Y^otra '¿Y otra clase de valores? _
co al circo? . ,
ordenación de los juegos, pi- —Valores humanos, psicológicos.
—'Una gran figura moral es la del ruetas y trabados circenses? En materia, de equilibrios, yo veo
clcwn, adema;- de literaria y artís- En «tas trabajos, piruetas y juegos más bien problemas de mecánica.
tica. Una admirable enseñanza éti- el pintor encuentra color, forma y Algunos trucos se pueden averiguar
ca, se desprende de su filosofía. planos; el escritor percibe un tem- mediante un ¡razonamiento bien
—¿Y las fieras, don Emilio; le blor emotivo y sugersnte tras es- conducido: tal sucede en el! miste-
parecen a usted interesantes? tes colores, estas formas y planos. rio de la mujer, que queda soste-
¿Como siente espectáculo tan visnida, en el espacio y que presenta
-—No. ino°oreo en las fieras del toso y múltiple como el circo una un problema de carácter casi to-
cinco. No (jireó que los domadores isensMlidad formada en la disciplipológioo. Cosa, parecida ©abe decir
se preocupen de dematrias, y por el na matemática? (La pregunta tiene de multitud de juegos y trucos a
contrario, las compran ya amaes- más hondura y transcendencia de cuál más ingeniosos. En concreto,
tradas en los parques zoológicos. El lio que a primera vista parece. El en el m&labarism© hay una curio-
domador es un señor que ha com- hombre consagrado a, la alita matesa serie de fenómenos mecanices.
prado el número. Y pienso que esmát'ioa es una especie de elegido —¿Reflejos matemáticos de los
te número no es indispensable en par los dioses. Como el. poeta y el números de emoción?
el circo. ¡Bastante fletas se en- filósofo, el matemático tiene una —^Matemáticos? Esto pertenece
cueritra uno en la vida! El último actitud ante la vida, una postura ya a otro orden. Bn un número
león lo cazó Tartarín.
humana eepecialísima. tPitágoras
—'¿Qué otro número le aigrada íué poeta y filósofo. Desde la alta
además del clown?
cumbre de la pura matemática, el
—Me interesan los de emoción, mundo se Ve con la misma serena
en los que intervienen o pueden in- mirada de-(Platón o Goethe.
tervenir la, tragedia. Recuerdo una El hombre en convivencia con
amiga mía, alamlbrista, que s© es- lis puras formas matemáticas, ¡tietrelló
en lag gradas un día y me ne el sello de iluminado que nim-
dejó un saibor amargo de tragedia ba la, existencia del poeta y del
del arreo.
filósofo. El matemático es el hom-
. —¿Y los prestidigitadores? bre que busca el número de oro die
—De ninguna maniera; los pres- las cosas, la fórmula secreta del
tidigitadores mejores que he visto mundo.
no hm sido en el circo, sino en el El profesor Pulg Adam cala de
Casino.
golpe, con la rapidez de un ¡dispa-
Kn este viejo café de la calle de ro, hasta lia. médula de mi tímida
las Infantas, el cronista del Ma- pregunta:
drid ibohsmio y rcmanticón, del Ma- —¿Se puede hablar -de una madrid
de ritmo lento de vals y de temática del circo?
e^pejón em|p|añiadlos, nos ha ha-< —Yo siento el circo con espíritu
forado de la bohemia, del humor y de niño. Cuando voy a él prescin-
del circo.
do de las gafas matemáticas, como
tampoco me las pongo para ver un
Cuadro u oír música.. En ©1. momento
del goce estético, yo no veo materia,
y en este momento, más que
pensar, siento. Eso no quier© decir
que, al analizar después la esencia
del espectáculo, no perciba valores
muy vagamente matemáticos,
—.¿Influye en eillo la formación
matemática?
—El hombre que tiene una formación
matemática, lo mismo que
el que la. tiene filosófica, propende
a la busca • del sentido de lo
esencial de las cosas. Hito sirve a.
veces para- finalizíar una discusión
en la que se partía de una falsa
valoración de las palabras, a las
cuales no se les daba el exacto sentido.
El matemático tiene un concepto
limitado de las palabras.
—¿Cómo (perciba usted ,a, través
de su formación matemática al
cicnco?
—-Ustedes creen que yo por el
' hecho de ser matemático, he de
ver en el circo una serie de conos,
|polígonos..; Esas figuras integran
i los primeras pasos del alumno de
Instituto. La pura matemática busca
más la esencia qu© la, forma.
—'¿Qué números —perdón por mi
insistencia, sobre el mismo tema—,
qué números guardan un paralelismo
más estrecho con la matemática?
—No veo valores transcendentales
con delación a las matemáticas.
En la, prestidigitación puede
que tal vez se encuentren, y al menos,
e'llos me hacen pensar matemáticamente.
En lfos demás, sólo
hay un juego de habilidades y ejercicios.
• ,•'••.
1 peliígTCso
yo no veo más que reflejos
sentimentales. Yo siento aquí como
hombre, y como hombre me
causa pena y me parece inmoral
que unos seres se jueguen la vida
y otros paguen para presenciar tales
juegos.
—Una última pregunta: ¿Imagen
de una figura geométrica con relación
a un número circense?
pregunta, es más bien para
un pintar cubista que para un
matemático; es más, yo no me doy
ni cuenta de la redondeiz de la
pista; lo mismo me daría que fuera
cuadrada.
En torno nuestro, en este des.
pacho del profesor Puig Adam,
hay una inquietud artística. El matemático
consagró parte de sus horas
al goee estético de la pintura.
Suyos son estos cuadros que «man
las paredes.

51 como suena. Un regimiento
con su coronel, sus comandan
tes, capitanes, tenientes,
capellán, médico, albéitar,
clases, soldados y... "patulea", clasificación
esta última muy poco airosa,
pero que los organizadores del
singular regimiento creyeron inexcusable
para la buena disciplina.
No parecía, empresa fácil formar
un grupo organizado con los literatos
de entonces—corría el año
de 1845—, que entonces y siempre
fueron una tropa difícil de llevar;
pero el genio vivo e inquieto de
Calvo Asensio, que tenía a la sazón
veinticinco años, era capaz de
eso y mucho más. Reunió a varios
amigos en un cuarto bajo de la casa
número 9 de la calle de la Espada,
en Madrid, y aquella misma
noche quedó redactado el primer
número de "El Cínife", que habría
de publicarse jueves y domingos, y
que sería entre "Diario Oficial",
clarín y catapulta del "regimiento
de literatos españoles".
El primer número de "El Cínife"
vio la luz el jueves 4 de septiembre.
A su frente y como programa puso
la siguiente octava real del mordacísimo
Martínez Villergas:
Ni -el poeta en sus triunfos adormido,
Ni el coplero ramplón, ni artista humano,
Ni el actor petulante y presumido,.
Ni el editor raquítico y tirano,
Ni el escritor venal y corrompido,
Ni el noble poderoso, ni el villano,
Se librarán de "El Cínife" que avanza
Y en torno suyo bullicioso danza.
El regimiento quedó creado el 7
de septiembre, y en las columnas
de "El Cínife" aparecieron las graduaciones
otorgadas por éste y que
van a continuación, aunque un tanto
extractadas, pues en ellas figuraban
nombres que por no haber alcanzado
más tarde relieve alguno
no vale la pena recordarlos:
Coronel: Don Manuel José Quintana.
Teniente coronel: Don Alberto
Lista. ; ''
Comandantes: Don José Zorrilla,
don Antonio García Gutiérrez, don
Juan Eugenio Hartzenbusch y don.
Gabriel García Tassara.
Capitanes: Don Manuel Bretón
de los Herreros, don Ángel Saavedra,
duque de Rivas; don Bartolomé
José Gallardo y don Juan
Peñalver,
Tenientes: Don Ramón de Campoamor,
don Ramón Mesonero Romanos,
don Juan Arólas, don Miguel
Agustín Príncipe y el duque
de Frías.
Fiscal perpetuo: Don Juan Martínez
Villergas.
Subtenientes: Don Nicolás Pastor
Díaz, don Evaristo San Miguel, don
Salvador Bermúdez de Castro, don
José de la Revilla y don Mariano
Roca de Togores.
Abanderado: Don Tomás Rodríguez
Rubí.
Cadetes: Don Juan Nicasio Gallego
y don Antonio Gil y Zarate.
Con galones de sargento y cabo,
respectivamente, fueron agraciados
Martínez de la Rosa, Francisco Javier
de Burgos y Patricio de la Escosura,
Eduardo Asquerino, Alcalá
Galiano, Ros de Olano y Amador
de los Ríos. Entre los soldados figuraban
Ventura Ruiz Aguilera,
Calvo Asensio, Navarro Villoslada,
Miguel de los Santos Alvarez, Eulogio
Florentino Sanz, Antonio
Trueba, Manuel Fernández y González,
Serafín Estévanez Calderón...
La charanga fue puesta bajo la.
dirección de Ventura de la Vega, y
para tambor mayor se designó al
magnífico Wenceslao Ayguals de Izco.
En la patulea formaban Ovilo
y Otero, Llano y Persi, Antonio Pirala,
González Brabo, Víctor Balaguer
y otros muchos más, quedando,
fuera del batallón algunos individuos,
tan pobres diablos en literatura,
que en vano se discurriría
sitio a propósito para colocarles,
atendido su escaso valor, y ni los
buenos oficios del capellán, "Fray
Gerundio", les valieron para ser
admitidos entre aquella brava
gente.
"El Cínife", además de estas graduaciones,
se reservó el derecho de
ascensos o descensos, según los mé.
ritos que en lo sucesivo contrajesen
los individuos que componían el regimiento.
Este, como incipiente, no
estaba completo; de lo cual, según
anunció el periódico, tenían la culpa
los literatos que no remitieron
sus correspondientes matrículas,
por cuya razón no fueron dados de
alta.
Las armas del regimiento eran
la pluma y el papel. Apenas circuló
por Madrid la lista de graduaciones,
se armó un "tolle toile" de
mil diablos. Los sediciosos y descontentos
acusaban de parcial a "El
Cínife", que se revolvía con ardor
contra sus detractores. Algunos
contraataques pecaban de exce¿ivos
por la débil fuerza que rechazaban;
así, por ejemplo, el'que determinó
un tal don Ramón Adame, aspirante
a literato, que no pudo ingresar
ni aun en la patulea,, "y al
que "enterró" "El Cínife" con estas
líneas:
"¡Cuánto mejor hubiera sido que
al nacer don Ramón Adame le hubiesen
quitado la última letra de su
apellido! De este modo se llamaría
don Ramón Adam, acabado en "m"
para su mayor desventura. Adam,
que así le llamaremos en adelante,
en una composición que dedica a
la señorita doña Manuela Cerezo,
en su viaje de Ciudad Real a Madrid,
se expresa en los siguientes
términos: • .
Aunque me coman las moscas
Y también ios moscardones.
Pegaré con aire tapabocas
Por gozar tus hechizos y dones.
Adiós, rosa la mejor,
Acuérdate de tu amigo,
Pues te dio una flor de olor
En Villarrubia, y un higo.
, Con estas dos estrofas creemos
suficientemente justificado el mal
concepto que de don Ramón Adam
hemos formado. A este individuo,
Por VICENTE VEGA
pues, no sabemos dónde colocarle:
lo único que podemos hacer es fusilarle
literariamente, y después exclamar:
"¡Que la tierra le sea
leve!"
Una de las primeras medidas disciplinarias
que tomó el regimiento
fue la expulsión de Luis González
Brabo, sin que le valiesen los folletines
de "El Guirigay", ni su comedia
"Intrigar para morir". Se
celebraron varios Consejos de guerra,
seguidos de sentencias fulmivnantes,
y prueba de cómo "tiraban
con bala" es la siguiente décima
que dispararon contra uno de los
componentes del regimiento, Eulogio
Florentino Sanz, a propósito de
unas iracundas semblanzas de literatos
en las que éste anunció
pondría de oro y azul a todos los
del gremio:
Florentino Sanz compone
semblanzas de literatos,
y según muestras y datos
.en ridículo se pone. .
Este señor se propone
censurar el pedantismo;
tiemble usted ante ese abismo
no nos oiga con desdén:
para retratarse bien
retrátese usté a sí mismo.
"El Cínife" picaba sin duelo y
nadie se libraba de su aguijón. Gertrudis
Gómez de Avellaneda fue
víctima de la siguiente picadura,
tan mal recibida por ella como por
su protector, don Juan Nicasio Gallego:
Hay en Madrid un ser de alto renombre,
con fama de bonito y de bonita,
que por su calidad de hermafrodita
tan pronto viene a ser hembra como hom-
[bre.
Esta es 'la Avellaneda, no os asombre,
que cuando intenta misteriosa cita,
calándose el sombrero y la levita,
de Felipe Escalada toma el nombre.
Va Felipe al. Liceo, y ahí es nada,
observa que hay quien obsequiarla pueda,
forma cálculos sabios a la entrada,
el sombrero y la levita a, un lado queda,
y el señor D. Felipe de Escalada
se convierte en Madama Avellaneda.
Aludía este mediano soneto al
pseudónimo de la Avellaneda, "Felipe
de ¿a Escalada", con el que firmó
no pocos trabajos literarios, y
a su afición a vestirse de hombre
con frecuencia, imitando así a su
compañera en letras, la famosa Jorge
Sand.
En otro número de "El Cínife"
se lee esta andanada, dedicada a la
misma escritora: "I.a Avellaneda
hace a veces muy malos versos y
otras no tan malos. ¿En qué consiste?
En que hay un vate que se
los corrige y les lima tanto, que
no los conoce Vj, madre que los engendró.
Concedemos que ésta es
una fina galantería, pero que de
este modo cualquiera puede conquistar
la fama de poeta: hasta la
misma Avellaneda." El regimiento
no la perdonaba el que no hubiese
querido formar en sus filas a tí-r
tulo de cantinera.
Antonio Pirala, el futuro historiador,
fue sometido a un Consejo
de guerra literario, con objeto
de darle el premio o castigo que
mereciera por su drama "Las prisiones
de Salamanca", estrenado
en el Teatro Buenavista. El fiscal
(Martínez Villergas) desmenuzó la
endeble producción del que entonces
comenzaba a hacer sus pinitos
dramáticos, poniendo en evidencia,
con toda saña, su fclta de
plan y endeblez de la forma poética.
Pirala había tenido la desdichada
ocurrencia de encomendar
su defensa a cierto abogado sevillano,
Manuel María del Campo, que
recordó a cuantos le escucharon a
aquel abogado que en la Audiencia
de Zaragoza defendió a un reo para
el cual pedía el fiscal cadena
perpetua, y al que condenó la Sala
a ser ahorcado en vista de la. defensa.
Para dar una idea de cómo
se portaría el letrado sevillano, bastará
con el detalle de que, viendo
perdida la causa que defendía y
saliéndose de la cuestión, quiso probar
al Consejo que él no era un
tonto, recitándole un soneto que
había compuesto, y que titulaba de
las catorce "pes", por empezar cada
verso con la citada letra. ¡Floja
la que se armó! Arólas, que presidía,
con la dulzura de lenguaje que
fue siempre propia de sus versos,
llamó al orden al letrado, quien se
picó y terminó su informe de manera
airada. José María Albuerne,
«no de los vocales, solicitó para
Pirala "cincuenta palos a espalda
desnuda", y no precisamente por
haber escrito "Las prisiones de Salamanca",
sino por la candidez de
confiar su defensa a semejante calamidad,
proposición a la que se
adhirió Martínez de la Rosa, otro
de los vocales, siempre y cuandtí
que los cincuenta palos se' diesen
"con hipocresía". Al fin se acordó
la baja del soldado Pirala fy amonestar
a su defensor, Pirala llevó
muy a mal el favor que le hicieron
sus compañeros de entonces vertiendo
ese jarro de agua fría sotar»
sus aficiones dramáticas, y que contribuyó
a que se orientase hacia los
estudios históricos, donde tanta fama,
buena y mala, había de conquistar
más tarde.
De otro interesante Consejo de
guerra trasladaremos íntegra el acta,
que apareció en un número de
"El cínife":
"Se hace saber a todos los individuos
del regimiento de literatos^
españoles que en el Consejo de guerra
formado para dar premio o castigo,
según el mérito o insuficiencia
de las producciones literarias,
se tomaron los siguientes acuerdos:
1.° Don Ventura de la Vega, jefe
de la charanga del regimiento,
será elevado a la clase de teniente
por resolución del Consejo y atendiendo
al mucho mérito de su comedia
"El hombre de mundo". Está
determinación es, en concepto
del Consejo, justísima, porque la
producción del señor Vega és una
perla qué enriquece nuestra literatura
dramática, juzgando por tanto
a su autor digno de la graduación
que se le da. Con esta graduación
adquiere el señor Vega el
derecho a llamarse don Ventura, en
vez de Ventura a secas como antes
se le ha llamado. La vacante
de jefe de la charanga se proveerá
tan luego como se encuentre un sujeto
capaz de desempeñar tan difícil
cargo.
Don Ramón de Campoamor, don
Ramón Mesonero Romanos, don
Juan Arólas, don Miguel Agustín
Príncipe y el Duque de Frías reconocerán
en el señor don Ventura de
lé- Vega un compañero de clase digno
de ocupar el distinguido lugar a
que su mérito le eleva.
Todos los individuos de la charanga
pasarán a felicitar al nuevo
teniente tan luego como lean este
decreto, el cual se publicará en "El
Cínife", periódico oficial del regimiento.
2.° Antonio Neira Mosquera, pri i -
mer patulea del regimiento literario,
íolocado en tan triste posición
por la oscuridad de sus ideas y por
sus ininteligibles metáforas, asciende
a la clase de soldado, porque
en su artículo "Las" ferias de Madrid"
tiene algunos toques felices;
y ascendería tal vez a la de cabo
si no hubiera tenido tanto apego
a sus oscuras comparaciones y tanta
timidez en sus críticas. Este individuo
puede alternar en adelante,
según su última graduación, con
la compañía que todas las noches
se reúne en el Café Nuevo, de feliz
memoria.
3.° Francisco Robello (tío Fidel)
pasa a la clase de soldado distinguido
por su última producción "ILa
criolla". El Consejo celebra que este
muchacho empiece a distinguirse
en tan tierna edad.
4.° Aureliano Fernández Guerra
y Orbe, soldado antes de la representación
de "Alonso Cano", queda
de soldado después de la representación
de "La Torre del Oro",
5.° Manuel María del Campo,
soldado también del regimiento de
literatos, queda dado de baja desde
la publicación de este decreto,
por haberlo así solicitado, bajo pretexto
de irse a llorar a los cementerios.
.
6.° El Consejo levanta su sesión
amonestando seriamente al corneta
Carlos Massa Sanguineti, para que
comprima la elasticidad de su instrumento
tomando la embocadura
con más seguridad, y que de ese
modo sepamos a qué escala pertenecen
sus sonidos.
Lo que se publica en "El Cínife"
para que llegue a conocimiento de
todos."
La vida del regimiento fue tan
breve como accidentada y provechosa
para las Letras. Todo ello
había que esperarlo dada la calidad
de sus componentes. Otro día continuaremos
ojeando la colección de
"El Cínife" y esto nos T«rmitirá
conocer diversas y peregrinas empresas
de los escritores de aquella
énoca, pródiga—como todo el siglo
XIX—en escritores ingenuos y
de buena fe, capaces de hacerse
perdonar por su entusiasmo las faltas
de su inteligencia. Escribían
con toda su alma, sufrían a veces
errores garrafales; pero constituían
un bloque fraterno, lleno de candor
y optimismo, que lo mismo se batía
en las barricadas por una libertad
romántica que abastecía la literatura
española de novelas, dramas y
comedias excelentes, buenas, medianas,
malas y execrables, el caudal
espiritual, en fin, que luego se gastó
entre bromas y veras sin preocuparse
gran cosa de renovarlo.

ACADEMI-A
ACADEMIA
Quienes atacan a las Corporaciones sueñan con el Sillón y la Medalla
§ J ENOVARSE o morir es el lem\
ma de todos los tiempos, es
* *• frase bien conocida, y con
ella por módulo de nuestras preguntas,
nos internamos por el dédalo
de viejos caminos en las viejas
Academias. Nos hemos acostumbrado
a visitar académicos, queremos
establecer contacto é intimidad
respetuosa con los maestros
inmortales, con personalidades que
tienen hoy tratamiento de excelencias.
Y, en verdad, que hasta ahora
tropezamos con genios sencillos
que nos atienden amables. Son los
académicos reflejo fiel de las mismas
Academias; pero no en su vetustez.
Sí, acaso, pudiera impresionar
la solemne ceremonia y el empaque
aparatoso de las Reales Corporaciones.
Pero lo cierto es que
sus componentes, magníficos maestros
de las Letras, las Ciencias y
las Artes, son exponente claro de
la sencillez en la tradición y el rito.
Sonrientes, mundanos, amables,
juveniles en su espíritu, hablan las
Academias por ellos mismos. Nuestra
impresión nunca fue otra y la
hemos confirmado ahora. Pero en
el marco antiguo sobrecargado en
lo. barroco del engolado empaque
de Xas viejas instituciones, donde
tanto pesan las Reales Cédulas de
.su constitución dieciochesca, parecían
desentonar las Juveniles figuras
de los inmortales

E
MILIO ALVAREZ BLAZQUÉZ: El
autor de "Poemas- del amor ingenuo",
el benjamín de los poetas jóvenes
de Galicia, fino temperamento
que se manifiesta ya en una obra
abundante y apasionada —más mediterránea
que atlántica, más amadora de la
clara luz meridional que de las brumas
del Norte—, ^prefiere, entre ios autores
españolas a los de prosa trabajada como
en labor de orfebre, a los de estilo pulido
y. terso. Me cita a Valle IncVán, a
Miró y a Azorín. Dé los extranjeros me
habla con entusiasmo de dos conversos:
Ches.terton y Papini. Y de Maurice Baring
•}• Ega de Queiroz.
—¿Qué libro estás leyendo' en estos
momentos, Emilio ?
— «'Oro", de Hugo Wast. Me interosa,
como documentación, todo lo relacionado
con el judaismo y su influencia.
AQUILINO IGLESIA ALVARIÑO:
Traductor de "Horacio", hondo conocedor
de los autores clásicos griegos y latinos,
Aquilino Iglesia Alvariño, el . de "Corazón
ao vento", de "Contra el ángel y la
noche", es él mismo, ante todo, un clásico.
Por la medida y equilibrio de su
obra, por la dignidad de su contorno y
alcance. Existen, sí, en él, elementos de
raigambre folklor ico-popular (esto mismo
es, en cierto modo, un clasicismo), y
ese vago sentido panteísta de los hombres
del Noroeste. Creo interpretar fielmente
su estética poética —su estética,
ya se ha dicho, en perfecto equilibrio—
resumiéndola en esta frase: " Fundir en
mármoles capitalinos los sol-pores atlánticos".
«.
Hombre de muchas y seleccionadas lecturas,
Aquilino Iglesia Alvariño me cita
como preferidos entre los modernos extranjeros,
a Sthendal, KipiJing y Ec.a de
Queiroz. De los español antiguos, el autor
de " La Celestina" y Juan de Valdes;
actuales, Azorín y Ortega.
—'¿Tu lectura actual?— le pregunto.
—La "Historia de Inglaterra", de MauT
rois.
JOSÉ MARÍA CASTROVIEJO: Más
que en "Altura", la verdadera definición
poética de José María Cas tro viejo
está en su "Mar del Sol". Castroviejo
es la aventura, la atracción de lo desconocido,
ese ansia —metafísica, exactamente—
del más allá, en toda su significación
expresiva. Anclado en la ribera
atlántica, mirando hacia Irlanda, la verde,
toda su alma tira de él hacía el mar.
Como una absoluta dedicación al mar ' s
imposible, Castroviejo guarda del mar su
ingenua mirada perdida y su barba cobriza,
con aire de viejo lobo pescador. Y
sus poemas.
Sus preferencias en la lectura son muy
amplias. Caben eri ellas las más diversas
tendencias y estilos, que se concretan
más en loque a autores españoles se
refiere. Son éstos: Valle Inclán, Pérez
de Ayala y Baroja. En cuanto a los extranjeros,
Balzac, Flaubert, Gira-doux, Ju-
Tes Renard, Paul Moránd, Francis James
y los hermanos Tharaud. De habla
inglesa Shaw, Dickens, Chesterton, H. D.
Lawrence, Y el capitán Mayne Reyd.
Dichos no sé si por orden de preferencias,
pero, desde luego, reveladores de
cierto eclecticismo.
—Y ahora mismo, José María, ¿ qué
libro tienes abierto?
—"Asia misteriosa", de Frederic Prokosch.
I
GNACIO Agusti. Lo encontramos casualmente
al bajar de un taxi. Hablando
de su próxima novela, "Maríona
Rebull", cuyas pruebas está corrigiendo,
nos es fácil preguntarle qué
prosa prefiere.
—Desde luego: la mía.
—¿ Qué libro tienes abierto, actualmente,
en tu mesilla de noche ?
—" Souvenirs de la Re volutíon et de
l'Empire", de Mathieu Moíé.
JUAN PERUCHO. - A Juan Perucho
le llamamos por teléfono, y sin más salutación
le preguntamos:
—Dime: ¿qué obras en prosa lees?
—¿Qué?
—¿Qué obras en prosa lees con más
gusto?
-—•[Hombre! Leo ,a Giraudoux y Eugenio
Montes con placer , verdadero. No sé;
claro que hay otros muchos que me gustan,
pero es que la sorpresa me .hace parecer
aquel' transeúnte que al ser atracado
de la moneda fraccionaria en lugar
de los billetes.
—¿Qué libro lees actualmente?
—El único libro que escribió Miguel
Carreras: el libro de Martí de Rialp. Y
si quieres saber cómo me gusta la prosa,
te diré que la quiero leer acerada,
cortada y cortante,, sin poros.
Y contento de poder contestar concretamente
se pone a hablar como un torbellino
de otras cosas,
NÉSTOR LUJAN. — Néstor Lujan nos
responde que lee con gusto la prosa de
Cervantes, porque es tan sabrosa que es
para dentro de lá boca. También lee a
Quevedo. De moderna, la prosa de Antonio
Machado, por su serenidad, y, en
ocasiones, la de Unamuno.
—¿Y extranjera?
—Sólo quiero recordar que hay un narrador
al cual se le concedió el misterio
de no ser perjudicado ni por la peor traducción:
Stewenson. De España, creo que
el mejor prosista es el Valle In^&« M\
• "Ruedo Ibérico", y, el peor, el Valle
Inclán de las "Sonatas". Sí me preguntases
cómo no se debe escribir, te diría
que como el maravilloso Gabriel 'Miró. YA
no puedo tolerar que su prosa cooule con
su prosa y sé reproduzca en el libro, sirl
que nada tengamos que ver ni nosotros
ni Miró. Esta prodigiosa sexualidad de la
prosa de Miró me íranstorna. No. La
prosa ha de ser sencilla, pobre y hermafrodita.
— ;Qué libro lees ahora?
—El " Pinocho", de Collodi. Con todas
estas tonterías de la literatura lo había
olvidado.
FRANCISCO JOSÉ MAYANS. — A
Francisco José Mayans, luego de hablar
de otras cosas sin importancia, le preguntamos
de pronto:
—• ¿ Que libros en prosa lees con más
placer ?
—¡Hombre, esto es difícil! Por principio
te diré que el Corbacho del Arcipreste
de Taflavera, y trozos de "La Celestina"
; de hoy, la prosa de Baroja *—según
dicen incorrecta—, y, en otro terreno,
Salvador Espriu. Extranjeros, quizá
Giraudot-ix, y Gide, desde luego. Ya sabes
que detesto la prosa barroca, casi
tanto como la poesía barroca. Todo el
barroco clásfto, presente y. sobre _ t~'K
futuro; todo lo demás es bueno, incluso
las notas necrológicas y los ecos de
sociedad.
—¿Qué estás leyendo ahora?
—Un libro de Bl'aise Cendrars, "Hollywood
ou la mecque du cinema".
,. .
PROSA es la circunstancia, la vida
circundante del poeta. De ella ha de
extraer, sin embargo, el juego subjetivo
y lírico. Lástima nos da no
ser _ nosotros también del' gusto decimonónimo
para aludir aquí al choque del
estro con las cosas. Acaso la mejor imagen
comparativa resulte la de la abeja:
•libar y, luego, melificar. Del poeta y la
poesía cabe decir muchas cosas siri* esperanza
de aprehender en ninguna determinada
definición concreta o, al menos,
singular cauce normativo donde hallaría.
1
\
Siguiendo un procedimiento lógico, nos
encaminaríamos en busca de las fuentes
de inspiración. Y éstas, en fin de cue.itas,
pueden ser tales, tan vulgares y oscuras,
que igual nos diese no conocerlas.
í*or lo pronto, se nos ha ocurrido buscar
parte de las fuentes literarias. El
poeta, como todo escritor, ha de leer, v
ha de leer de todo: prosa y verso. Con
técnica de ínterviuvador extemporáneo
nos hemos acercado a un grupo de poetas
jóvenes —grupo por asociación de edades
y acaso por encerrarse todos dentro de
esa denominación de juvenilia creadora del
pórtico garcüasiano, preguntandcHes, aisladamente,
sus lecturas en prosa.
Abajo quedan nombres y libros. A pesar
de nuestro propósito, buscador de la
pregunta imprevista en el interrogado, po
•dríamos señalar un tanto de ¡posse en
alguna de las contestaciones. Acaso, demasiadas
lecturas a un tiempo (cosa que
se justifica en Salvador Pérez Valiente,
por ejercer la crítica en determinada publicación),
y acaso también, demasiada
preferencia por los extranjeros.
No decimos más, porque no somos nosotros
quienes han de decir, sino ellos.
Dudamos que en estas lecturas registradas
en nuestros poetas jóvenes pueda encontrarse
germen, inspiración, base de ía
poesía que ellos —esto es indiscutible—realizan.
POETAS Y ¡LECTURAS
l jOSE GARCÍA NIETO: Meditaciones
de un filósofo, de Keyserling; Obras Selectas,
de Azori n; Madrid nuestro, de
Giménez Caballero.
JESÚS JUAN GARCES: Climas, de
André Mauroís.
ENRIQUE AZCOAGA: Tres Leectancs
de Crítica, de Eugenio D'Ors; Biografía
de París» de Eduardo Aunós; Flusfa» ae
Woolf; Ensayos, de Vinckelman.
SALVADOR PÉREZ VALIENTE: Novelas
ejemplares, de Cervantes; Vaoenka
O!esDw¡na, de Gorki; El- Grillo del Hogar,
de Dickens; Sol en ¡las persianas, de
Julio Trenas; Oscura Noticia, de Dámaso
Alonso,
RICARDO JUAN BLASCO: Contrapunto,
de Aldous Huxley; Veinticuatro
horas, de Louis Bromfield; LALIUS, ,a las 8,
de George S. Kaufman y Edna Ferber.
JOSE JULIO RODRÍGUEZ: Lancelote
28-7, de Agustín Espinosa; Confesiones
de un pecjusfto filósofo, de Azorin.
¿QUE LEEN NUESTROS POETAS?
C
ONSIGNEMOS
por delante que el encargo se formuló con su aire sibilino, porque se trataba de averiguar
\qué leían en prosa nuestros jóvenes poetas y no qué nombres de difícil ortografía quisieran
contabilizar espectacularmente. Pero los encargados de la, investigación fueron, quizá, ráenos
sutiles que sus interlocutores y, sin mayor incredulidad, queremos dejar al margen de las respuestas nuestra
mejor sonrisa. Ese galo "epatar" que tanto solivienta a nuestros puristas puede conjugarse en esta
zona impresionista del arte. Al fin y al cabo, el pavo no se hincha con préstamos, sino con vaporosidad
que le pertenece anatómicamente, y asi el joven escritor o el escritor a secas, puede acudir a
su propio repertorio y suministrar la espectacularidad debidamente dosificada. Un catálogo se maneja
con relativa facilidad. Y su propiedad no es discutible. ,
Pero consignemos también el detalle humano; es decir, lo asequible. Porque algunos han sabido prescindir
de la rebusca de difíciles eufonías—que por ahí, por ahí empieza la novela rose—para confesarse
con nombres más familiares. , r'. : .'•••! í
Quizá estos poetas menos "epatantes" sean hoy o mañana los de mayor hondura y mejores posibilidades.
RAFAEL DUYOS ES UN DEVOTO
DE MIRO.—La pregunta se desliza,
camufada, a lo largo de la conver-
• sación. "¿Qué libro estás leyendo?"
Y he aquí la respue'sta inmediata: "Un
día de la vida", de Orio Vjergani.
Luego, el diálogo se asienta firmementete
sobre el inagotable tema literario.
Duyos proclama su predilección por la
obra de Gabriel Miró, por su prosa esmaltada
de imágenes y por la musical cadencia
de sus periodos.
VERES D'OCON LEE MUCHAS NO-
VELAS Y BIOGRAFÍAS—Veres D'Ocon
es uno de los más jóvenes «poetas valencianos;
viste el uniforme de la Milicia
Universitaria, acata de publicar un libro
de versos— "Páramo"—y conserva íntegra
la ilusión de los recién iniciados en
t'l rito 'poético.
—Estoy leyendo los "Cuadernos 'de Malte
Laurids Bridge", 'dice adelantándose
a nuestra pregunta. Y ajíade: "Rilke es
maravilloso. También, leo novelas, muchas
novelas, y biografías..."
LA PASIÓN DE LUCIO BALLESTE-
ROS JAIME HACIA LA NOVELA PO-
LICIACA.—También Lucio Ballesteros
Jaime es de los que no necesitan ser preguntados.
Ahora, por ejemplo, antes de
que escudriñemos en el mundo de sus
lecturas, ha extraído de su inseparable y
voluminosa cartera un ejemplar de "Los
que vivimos", la novela de la revolución
rusa de Ayn Rand, recién aparecida en
los escaparates de las librerías; y' es
él quien preg*unta: "¿Habéis leído esto?
Creo. que ha de ser apasionante."
También es notoria la afición que Ballesteros
siente por las novelas policíacas,
una de las cuales ha apurado en estos días:
"El caso del ojo de cristal".
Como se ve, sinceridad y sencillez se
alian en la personalidad de este poeta,
que busca en Ta literatura de intriga un
contrapunto para su fina sensibilidad Jírica.
A LUIS GUARNER NO LE GUSTAN
LAS BIOGRAFÍAS NOVELADAS. — Se
habla de biografías noveladas, y Luis
Guarner da su opinión:
-—No, no me gustan las' biografías noveladas;
constituyen un género híbrido de
lo histórico y ! lo novelesco. Me gustan
en cambio, las novelas y las 'biografías sin
adulteraciones:
Después, aclara:
—No por eso dejo de reconocer el mentó
de las biografías de Zweig, por ejemplo,
de tanta dignidad literaria, mas prefiero
otras como la de Alejandro VI, por
Orester Ferrara; la de, Cisneros, por
Starkie, o la de San Francisco, por
Chesterton, que estoy leyendo ahora.
J OSE
lARIA DE MESA, tiene un
apartado literario, muy particular,
que llama el de los "clásico románticos"
, donde dice que preside la
sinceridad, facilidad y efusión sentimenta
1 y una. profunda en el concepto.
.Lee cuanto encuentra de George Eliot,
Erckman-Chartrián; de Benavente "Los
intereses creados" y "La ciudad alegre
y confiada". Ahora está leyendo "Laudin
y los suyos", de Jacov Wassertnan, y
las "Conversaciones con Goethe", de Juan.
Pedro Eckerman.
' VICENTE RAMOS Y PÉREZ, ,lee la.
Biblia, y cuanto encuentra de Miró, Rodenbach
y Azorín. Actualmente tiene
abierto "Años y leguas", de Miró,
MANUEL MOLINA, tiene muy cerca
de sí '—o repasados o a punto de abrir—
a Dostoievski, Tolstoi,' Valle Inclán y Miró.
En estos días está leyendo "ET jardinero",
d'e R. Tagore.
Y RAFAEL AZUAR, tiene a su alrededor
obras de Unamuno, Ortega, Miró y
Azarín.
BLAS DE OTERO Y MUÑOZ, el poe.
ta con más quilates de poeta entre
todos los de su generación (veintiocho
años), y conste que no queremos
limitarnos a Bilbao al hacer esta
afirmación, lucha contra la lectura
y se defiende de ella, sin querer
declarar abiertamente su hostilidad,
pero con una secreta comezón negativa,
en la que adivinamos que su ideal
sería poder vivir sin leer, cosa que, desde
luego, no puede realizar. ¿Cuál es su
lectura habitual? Procediendo por exclusión,
diremos en primer lugar que raramente
lee novelas, como no tengan un
gran contenido de valor puramente literario,
o la suficiente tensión humorística
para satisfacer su afán de agites contrastes,
en que su profunda vena lírica
i ve una liberación de caminos peligrosos.
Ciencia, Historia y Filosofía, jamás: le
parecen frivolas y poco serias. Su alimento
predilecto lo constituyen- los clásicos
españoles, a los que vuelve una y otra
vez, .y su buena voluntad querría hacer
extensiva esta preferencia a nuestros románticos.
También frecuenta a los místicos
y lee sobre ellos.
En este momento tiene en tr*ance de
lectura "San Francisco", de Chesterton;
la tragicomedia lopesca' de "Peribáñez",
y todos los libros de poesía del mundo,
porque Blas, aJ revés que la generalidad
de los poetas, lee, siempre las poesías de
los demás, y nunca las suyas.
JOSE MIGUEL DE AZAOLA, actualmente
afincado en San Sebastián, y verdadero
donostiarra por adopción, es, sin
embargo, él más bi'lbaíno de los poetas
de Bilbao, por la densidad ideológica de
su poesía, que le alinea en la trayectoria
de_ Unamuno y Ramón de Bastcrra.
También como lector es Azaoía un perseguidor
de la idea, a la vez que gozador
superconsciente de la experiencia extética.
La exposición de sus lecturas habituales
vale por lo menos tanto como el
mejor comentario sobre su personalidad.
Veamos: temas histórico?, especialmente
Historia de la Iglesia e Historia del Arte;
novelas, sobre todo anglosajonas y
francesas, evitando en lo posible las traducciones;
Unamuno, Taíne, Goethe, Larra;
comentarios sobre la Sagrada Escritura,
escogidos entre lo más moderno
y al día del campo ortodoxo; los clásicos
castellanos; los originales para la revista
"LAR", que él propio Azrola dirige.
Los libros abiertos actualmente im» le
hemos sorprendido son: "Kirche und Kultur
im Mittelalter", del profesor Schnürer.
Una obra sobre "Rainer María Ríke",
de autora alemana cuyo nombre no
recordamos. ,
RAMÓN ELORDUY, el m'ás salvaje de
los poetas, a quien tras larga peregrinación
encontramos en su casa, que es el
último lugar del mundo donde se podía
esperar semejante hallazgo (la fabulosa
casa de ladrillos rojos de la ribera de
Achecol'anaeta), no está leyendo actualmente
"ningún libro". Para Ramón el
producir y el consumir parecen ser, en
materia de literatura, actividades incompatibles,
y solamente en verano, cuando
su sangre —noruega por línea materna—
- se le adormece en di sopor canicular de
nuestro clima, cuelga la pluma, suspende
su nomadismo habitual y lee: lee a
saltos, sin orden ni concierto aparente,
entresacando lo más inesperado, inconsciente,
inspirado como al escribir. Pero
¿qué es lo que lee? Aquí está su biblioteca
(al decir "aquí" señalo la casa entera,
sin omitir sótano ni chimenea), que
por resumirla de algún modo, la resumiremos
así: poesía española, Prensa inglesa,
teatro francés, filosofía alemana,
novela rusa. Sus autores preferidos son
Chesterton, Bernard Shaw, Kuprin, Andreiev,
Chejov, Schéler, Pascal. De nuestra
literatura prefiere la anterior al Siglo
de Oro. De los contemporáneos lee
exclusivamente a Miró, Ortega y Gasset,
Pío Baroja y José Pía.
PABLO BILBAO ARISTEGUI lee sobre
todo a nuestros clásicos, y constantemente,
como pasto habitual, a ios místicos,
Santa Teresa de jesús y San Juan
de la Cruz. Cervantes, l^os primitivos. «De
decadencia y romanticismo, apenas, con
excepción de Larra. De los modernos,
Unamuno y Gabriel Miró. Y tanto como
todo lo otro junto, el Antiguo y Nuevo
Testamento, con preferencia por Isaías lr
San Pablo. . '
E
NCONTRAMOS a Antonio Adelardo
en su despacho de médico, en plena
hora de visita. Adelardo compagina,
perfectamente, sus" dos tareas. Y
junto a su despacho, tiene el estudio de
pintor. Todavía en un rincón del estudio
—situado en esta sevillanísima calle
de Lerena— posee su pequeña mesa de
'lectura. Adelardo es también poeta. Quizá
no sea demasiado conocido su nombre
en esta nueva, faceta de, su vida artística.
Pero la poseía de Adelardo responde,
exactamente, a su pintura. Andaluz
fino, profundo y colorista. Responde
a nuestras preguntas así:
—Mis lecturas en prosa son una mezcla
extraña. Leo —suelo leer en los ratos
en que no pinto ni receto— a Goethe,
Francis James, Miró, Juan Ramón.
Prosas, como ves, poéticas. Busco en
ellas la placidez que no 1 tengo como pintor.
—¿Qué libro tienes abierto en este momento?—
preguntamos rápido; i .
— "Germán y Dorotea", de Goethe. Me
atrae mucho el capítulo de "La desgracia
compartida", donde se habla —por
voz de un hostelero—'de la clemencia de
Dios.
MANUEL GUTIÉRREZ DE LA
FUENTE, poeta joven, pero de muy de-"
finida personalidad entre los nuevos escritores
de Sevilla, lee mucho teatro y
—a veces— trozos de la "Guía de pecadores
".
En el' instante en que conversamos tiene
sobre el mármol de la mesa —en lectura
que le hemos cortado— "Sombras de
ensueño", de Unamuno.
RAMÓN CHARLO gira alrededor de
temas andaluces. Es el poeta del carite,
dé la luz y de la chispeante gracia gitana
de esta tierra del Sur. No hace mucho
ha publicado "Veleta del aire andaluz",
libro bien escrito, a pesar de que
en él se bordean temas demasiado tentadores
en nuestros ambiente. Ramón Charlo
—es curioso este dato en un poeta tan
enmarcado dentro de Un estilo plenamente
andaluz— lee, con fervor, a, Azorín,, a
Chesterton, a D'Annunzzio.
—¿Qué lees ahora?
—Dos libros: "Cavilar y contar", de
Azorin, y "Cartas a Javier sobre él arte
de escribir", de Hernaut.

EN EL DESPACHO DE DON JACINTO
PASO DE COMEDIA EN UN ACTO Y UN EPILOGO
Personajes, citados a; contrapelo .de su'
aparición en escena; • •
••;'•' Eí. Premio NábsJ.
i;'. . La doncella bonita.
El periodista. '
ACTO ÚNICO
ESCENARIO partido. Lateral de un
pasillo, de izquierda al centro del
escenario: en la misma dirección,
sobre alto pedestal de madera, una
reproducción del San Francisco de Mena,
teñido de marrón el' sayal de la escultura
aproximada; sigue un perchetó»
con gran espejo central, y un arca
de oscura, madera. Al extremo y perdiéndose
en el foro, otro pasillo, con
puerta practicable al final. A la derecha,
pequeña habitación ganada por una
sola tonalidad: granate. Las paredes todas
están cubiertas de estantes y los estantes
cubiertos de libros: con los prismáticos
de una señora que se siente én
Ya fila octava, -deben leerse muchos títulos
en inglés: el treinta por ciento,
cuando menos. Tres sillones, no muy cómodos,
con brazos de madera y tapicería
también granate. Son las ocho de la noche
cuando comienza la escena, y tinas
anémicas bombillas iluminan relativamente
el pasillo—desde un farol de buena
hojalata pintada al duco y procedente
quizá de la baraúnda de Embajadores—y
el pequeño salón biblioteca, tan
pequeño como proporcionado al volumen
de su habitante, al igual que las mesas
de aquellos enanillos de Huxley.
ESCENA ÚNICA
(El periodista en escena, a la vera del
Sari Francisco. Fisga los motivos ornamentales.
Da muestras de alguna extr&üezá,
como si se hubiese equivoca do
de piso. Quizá sospeche que se encuentra
en casa de un jefe de Administración
de Ministerio. Unos segundos y aparece
la doncella, tan bonita como una
doncella de comedia benaventiana, aunque
menos retórica.)
DONCELLA.- -Que pase usted.
PERI ODISTA-~Muchas gracias. (La
doncella recorre eí pasillo, delante del periodista
y bien segura de su estética lineal.
Se detiene ante la puerta de la biblioteca
granate.)
DONCE—Pase.
PERIO.—¡Gracias. (El periodista ya está
bloqueado por los cantos de los mil
Volúmenes.)
DONCE—Siéntese. Ahora viene.
PERIO—.Bien. (La doncella enfila el
pasillo hacia el foro y por eí foro se pierde.
Transcurre un minuto. El periodista
posa. su mirada en los libros y va catalogando
su curiosidad, hasta que, sin que
se sepa de dónde, brota como en una
farsa de magia la figura menuda del Pre_
mío Nobel. Las primeras palabras las lanía
al trasponer la puerta y luego, andando
ingrávidamente a saltítos, como un
japonés de "moviettone", la cabeza gacha
y frotándose las manos, acude hacia
los sillones colocados en la esquina derecha.
No trae ni en la boca ni en la mano
el puro de sus caricaturas.)
PREMIO NOBEL—Perdone si le he
hecho esperar. Creí que vendría ayer. Estoy
a

m foxá y
ÍBÁILE EN CAPITANÍA"
lostalgia del romant¡ásmo.-E) siglo XIX»
ün teatro futuro.-(I cine y el teatro,
(I "guirigay' 1 retórico de los poetas
C ALLE
del Principa adelante,
hacia las Cuatro Calles, en
esta tarde jugosa y contenta
de primavera, marcha, despacio, so.
lo y ensimismado, con la eterna
nostalgia alegre de sus ojos claros,
el conde de Poxá. A través de las
cortinillas que orlan la vidriera de
este café donde me hallo —viejo
café de cómicos, de divanes rojos,
de caprichosa viguería y friso de esípsjitos
biselados—, la figura de
Poxá, sosegada, EJpaeible y joven,
se distingue deliciosamente entre
las gentes presurosas que corren y
recorren esta calle madrileña: calle
antigua de bello nombre, dulcemente
enfático y de pura anécdots
romántica, dispuesta, toda gracia,
a la evocación que tanto en-
«nta al poeta Agustín de Poxá.
Hay que ganar la puerta de la calle
y despertar La atención de este
hombre ensimismado.
—¡Agustín! ¿Quieres que hablemos
unos momentos?
—Encantado... Vamos. Tomaremos
un café.
Y otra vez en el cafeeito antiguo,
bajo el gato negro, el pierrot, el
trovador y la lona de sus candorosas
pinturas murales, junto a ese nnconcito
donde unos actores ancianos
repasan sus viejas glorias, quieá
en la misma mesa, barnizada de
años y disputas donde, noche tras
noche, un joven autor de 1900 escribió
"La noche del sábado",
Agustín de Poxá, el poeta de "Cui.
Puing-Sing", el diplomático, viajero
de todos los Países, el autor de
esas crónicas de encinto de la región
de los "fiords" y de la nieve,
está frente a mí, de espaldas al
ventanal, su silueta recordada por
el contraluz de la calle. Regresa,
esta tarde, del Teatro Español; ailí
se ensaya ahora su comedia "Baile
en Capitanía".
—Díme. Agustín, ¿qué es "Baile
en Capitanía".
—Una comedia romántica. Pero
de un romanticismo un poco de
vuelta... En versos modernos, la
evocación y la nostalgia del tiempo
en que se desarrolla. ¿Comprendes?
Creo que "Baile en Capitanía" será
como el broche de lo que hasta
ahora ha sido el principal motivo
de mi producción poética y literaria:
1.3 evocación. Después de "Baile
en Capitaníi", he de emprender
un nuevo modo, otra estética si
quieres.
—¿Tiene rigor histórico, "Baile
en Capitanía"?
—Sí y no... —contesta Poxár—.
He trasladado sucesos que ocurrieron
en la primera guerra carlista a
la segunda. Hay un principio histórico
que da clima a la acción, pero
muy modificado... "Baile en Capitanía"
es todavía el tiempo de
nusstras abuelas. Aun viven entre
nosotros unas cuantas personas que
pudieron asistir a la acción de mi
comedia. Verás...
Sonríe el poeta:
—H ce unos días, en una reunión,
oí decir a una anciana dama: "¿El
67? ¡Yo me acuerdo muy bien del
año 6?!" Esto es "Baile en Capitanía".
El romanticismo con la ilusión
de los primeros inventos. Las
•'escuras golondrinas", pero ya con
la máquina de vapor, el, telégrafo,
la Exposición de París
—¡Siglo XIX!
—Sí...
Nos deja un poco silenciosos el
sortilegio de la evocación. Un mundo
lindo y brillante, de valses y bujías,
asoma con su gracia de gra- i
bado romántico.
—¿Quieres que hablemos del siglo
XIX?
—Para Europa fue magnifico...
Para España doloroso. Tuvimos in. |
dividualidades maravillosas pero es- I
térilés entre guerras civiles, poli- i
tica pequeña, conjuraciones, dispu- !
tas... Mientras tanto, por el mundo,
Inglaterra hacia su imperio y
Franc'a se engrandecía.
1 —¿A qué atribuyes tú este curio- i
so matiz de la psicología del hombre
contemporáneo que le lleva a
la añoranza del XIX en los más
insospechados trances de su vida
emotiva cotidiana? Los film* de
valses son de un éxito sorprendente.
Se agotan las biografías que
ofrecen un paisaje ochocentista. Los
salones y los cafés se decoran con
la más golosa reminiscencia romántica.
Se coleccionan con verdadero
deleite grabados y estampas. Las
muchachas sueñan con estrenar, ya
casadas, su comedorcito Isabelino...
—Sencillísimo —me interrumpe
Foxá—. El hombre actual tiene nostalgia
del romanticismo... Quiere
ssr romántico.
—Pero —argüímos— ¿no es esto
uní pa-adoja? Nuestro tiempo es
vertiginoso, antirromántico. Todo es
dinamismo y 'velocidad. El hombre
contemporáneo hace deporte. La juventud
sueña con pilotar un
avión...
—¡No importa! —insiste Agustín
de Poxá—. Así es, en efecto, el
hombre actual, durante el día. Pero,
a la noche, en soledad, encerrado
€n su cuarto, sueña. Y sueíia románticamente.
Yo estoy seguro de
que a las representaciones de "Bai-
Don Anselmo.
le en Capitanía" en el Español,
acudirán multitud de chicas "topolino..."
Y añade:
—Hay que comprender todo esto.
Me parece demasiado fácil y cruel
ese humorismo que pone en huecograbado
los retratos de nuestras
abuelas...
—Volvamos al teatro, querido Poxá.
De las dos formas expresivas
del teatro, el verso y la. prosa ¿cuál
crees más eficaz?
—Las dos —responde—. Para es-
cribir una comedia con acción fuera
de nuestro tiempo, una evocaciión
del- pasado o un sueño del
porvenir, creo que el verso sirve
mejor. La obra que refleje, con
nuestros días, nuestros problemas,
debemos escribirla en prosa. Yo
compondría en verso una comedia
cuyo lugar de acción fuese Bizancio,
la Florencia del Renacimiento,
el siglo XVI español o el siglo XXI
en un país imaginario...
—¿Cómo crees tú que será el
teatro futuro?
—¡Ah! Un juego de símbolos.
Problemas de gran altura. La técnica
s«rá una vuelta a nuestros autos
sacramentales... No existirá, en
absoluto, lo que oon tanta propiedad
llamamos ahora, teatro comercial.
Esté concepto elemental del
teatro será absorbido por el cine que
dará a las masas la misma elementalidad
dramática, pero más
perfeccionada y cpn muchísimo más
interés. Muy negro es el porvenir
del teatro comercial... Y de este
modo —«prosigue Foxá— en el futuro
se delimitarán perfectamente las
dos fórmulas dramáticas: las multitudes
acudirán al cine. El teatro
será un arte minoritario, de salones...
—A propósito del cine: ¿Ves tú
en el cinematógrafo posibilidades
para el autor dramático?
—No, ninguna. En el cine, el
guionista pisa detrás del electricista.
Sin embargo, me gustaría ha-,
cer una película.
—¿En qué lugar del mundo orees
tú que se realiza hoy la mejor experiencia
dramática?
Agustín de Foxá contesta decididamente
:
—En Norteamérica.
—En un panorama universal
¿quién es, para ti, el dramaturgo
contemporáneo de más importancia?
—Eugenio O'Neill. Bernard S-haw,
Giraudoux, Pirandello...
Una pregunta rápida:
—¿Cuál de nuestros críticos actuales
te parece más interesante?
—¡Hombre! —ríe Foxá—. Se van
a enfadar los demás...
Reímos los dos.
—Bueno —decide—: Marquerie...
—Por último, Agustín, ¿qué preparas?
—Mira... Una comedia para el
María Guerrero. Se titulará "Otoño
del 3008". El: "6" tiene sentido de
t realidad, de atadura a la tierra.
Una novela "Simplón Oriente Express"
que recoja mis experiencias
de viajes por Rumania, Bulgaria,
Grecia y Yugoeslavia. Otra comedia,
todavía sin título, cuya acción
es desarrolla en Kalamqui, un Biarritz
ruso, a quince kilómetros de
San FetersbUirgo, en el año 17...
—¿Versos?
—No...
—¿Qué tíe parece la poasíj actual?
Agustín de Foxá, sonríe.
—Yo —dice— no estoy ni con el
"gonPiorismo" de los poetas de la
República, ni con el. "queyedismo"
de lOg de hoy. Esto es un guirigay retórico.
Hago mía una frase aeertadísima
de Sánchez Mazas: "La bue.
na poesía hace llorar a las mecanógrafas"...
Te aseguro que si la
"HÍida" y el Evangelio se hub'eran
hecho con retórica, hoy no fratría
poesía griega, ni —salvando la
divinidad, naturalmente— cristianismo..;
Ha terminado la entrevista. Al
viejo café van acudiendo con proeoroeyi
y gravedad, casi de rito, los
contertulios del atardecer. Los viejos
actores, una pareja de enamorados.
El' conde de Foxá, eslíe del
Príncipe adelante, desaparece entre
los ruidos, las luce= y la algarabía
antirromántica y ciudadana de las
Cuatro Calles...
V. RUIZ TRIARTE
UNA GRAN ORQUESTA
HA CREADO EL AYUNTAMIENTO DE BARCELONA
El primer concierto, dirigido por Toldrd, fue un gran éxito
La historia de la orquesta
moderna, con sus invenciones
de nuevos instrumentos y sus
transformaciones de los más
viejos, es, en realidad, la historia
de un universo sonoro
que podría describirse muy
bien con expresiones tomadas
del análisis superior.
Epengler. — " La Decadencia
de Occidente".'
C
IERTAMENTE, para muchos, la
creación de una nueva orquesta les
podrá parecer un hecho trivial y
sin importancia. A nosotros se nos
antoja ser algo de suma trascendencia. Y,
además, algo simbólico. La trascendencia
que actualmente pueda tener la música es,
desde luego, puramente espiritual. Aunque
quién sabe si como en la segunda
rruerra de Mesenia ese arte vuelva a influir
algún día en el curso de la HisjLoría.
La orquesta moderna es una de las
creaciones más características de la cultura,
occidental. El sentido actual de la
orquesta data del barroco. Entonces es
cuando nacen las grandes formas instrumentales.
Y entonces también es cuando
por primera vez se considera a la orquesta
no como la reunión de varios instrumentos,
agrupados por familias, sino
como un único y grandioso instrumento.
Durante el siglo XVTI es cuando surge
la ; dea de la orquesta, como unidad.
H? ata antes del Renacimiento habían
coexistido dos clases de músicas. Una,
cortesana, propia de cierta minoría selecti;
otr?t., popular. En música se da el
m : smo fenómeno que en el' lenguaje, pero
con cinco siglos de retraso.
Si el arte clásico vivió limitado por las
doradas fronteras de los salones barrocos,
el arte romántico nació al aire libre.
Por esto, el Romanticismo es un
estilo artístico esencialmente popular. No
conocemos ninguna historia de la música
en ía que se explique esta transición—de
cortesana a popular—de las formas sonoras.
Los grandes conciertos papulares nacen
cuantía e\ romanticismo. Paradójico
es el hecho de que fueron las minorías
selectas las que, contra la masa, defendieron
un .arte que, en el fondo, les era extraño".
Ludwíg von Béethoven, artista romántico,
fue ayudado por príncipes y
por condes. Hoy, su música es obligada
concesión a la gran masa de oyentes. Con-:
siderada la música bajo su aspecto sociológico,
el sinfonismo del pasado siglo
es la piedra angular de la democratiza»
ción de la música.
i Se entiende ahora por qué al principio
decía que la Orquesta Municipal dé
Barcelona, además de algo trascendental,
se me antojaba ser algo simbólico?
LA ORQUESTA
La Orquesta Municipal de Barcelcma ha
sido creada gracias a los desvelos del alcalde,
señor Mateu; y a la decidida cooperación
del teniente de alcalde, doctor
Carreras Atau.
El número de instrumentos de 1a Orquesta
es el normal en esta clase de conjnntos.
(Primeros víolines, I6-J segundos
•violínes, 14; violas, 12; violpncellos, 10;
contrabajos, 8. Los instrumentos de viento
van. como es costumbre, de tres en
tres. Hay, además, naturalmente, cuatro
trompas.)
Lo mejor de la Orquesta Municipal de
Barcelona es la cuerda. Para ocupar estos
sitios, los instrumentistas han tenido
que ganar reñidísimas oposiciones. Todos
ellos son auténticos profesores; algunos,
concertistas.
En el lugar del violín concertino está
Rafael Ferrer; en el del segundo violín,
Rosa Mas. La fama de ambos concertistas
1 excusa toda presentación. Otro
tanto podemos decir de José Trotta, el
primer violoncellista. Y de_Ponsa, el primer
viola.
Dirigimos nuestras miradas hacia el
resto de los instrumentistas de cuerda. El
nombre de muchos de ellos va unido al
de tríos y cuartetos de gran prestigio. Regino
Sainz de la Maza, el tercer violín;
Bocquet; Benejam; Ferrerons; Llecha y
otros violínes son "cuartetistas". Mercedes
Wird, otra violinista, ha realizado numerosas
jiras por España. A Millet, el
segundo violoncello, también lo hemos oído
tocar en un cuarteto. .Valero, Julíbert,
Agell, Fernández y otros más irían a
engrosar una interminable lista de "cuartetistas
", que para no ' cansar preferimos
omitir.
Los instrumentos de viento proceden de
la antigua Banda Municipal.
EL DIRECTOR
El director de la Orquesta Municipal
se llama Eduardo Tolclrá. El director es
un hombre alto; su faz es rubescente; en
mirar, despierto; los labios, ligeramente
abultados; la barbilla, prominente. "ífoldrá
cuenta cuarenta y nueve años de edad.
Su padre, un modesto músico rural—de
Villanueva y Geltrú—le enseñó las primeras
nociones dé solfeo y de violín, A
los diez años, ToJdrá llega a Barcelona.
Ingresa como alumno en la Escuela Municipal.
A la sazón la Escuela Municipal
la dirigía el ntaestro Millet. Calvez fue
su profesor de violín; Nicolau, de composición.
Toldrá se siente atraído hacia la música
1 de cámara. En 1911 funda el cuarteto
"Renacimiento". La vida de este cuarteto
duró diez años. El cuarteto celebró
doscientos cuarenta y cinco conciertos.
Dio audiciones en París, en Viena y en
Berlín.
En la formación musical de Toldrá, sus
años de "cuartetista" han sido algo decisivo.
En el cuarteto, Toldrá conoció y
1 se familiarizó con la difícil responsabilidad
que incumbe a todo conductor;
En 1921 el cuarteto "Renacimiento" se
disuelve. En el romántico estudio de la
Plaza del Rey ya no volverán a sonar
lo 1 - cuartetos de Beethoven.
Toldrá no tiene un temperamento luchador.
Ante los azares de la vida el
mús'no suele adoptar una actitud pasiva.
Es poco ambicioso. Quizá, hasta aí-
^o abúlico. Se le nombra profesor de la
Escuela Municipal. Los años pasan. Toldrá
compone poco. Si lo hace es porque
alguien le apremia. Cuando se decide se
entrega con tal ardor al trabajo que,
más de una vez, terminada la obra, cae
enfermo.
Las actividades de Toldrá como director
merecen un pequeño comentario aparte.
Durante once años, el maestro dirige
i.ma orquesta de aficionados. El conjunto
instrumental' que bajo su batuta se confía
se llama "Orquesta de Estudios Sinfónicos"
. La Orquesta celebra un ensayo
por semana. Nos hubiera gustado asistir
a esos ensayos. La "Orquesta de Estudios
Sinfónicos" debió ser algo muy
pintoresco. Entre los instrumentistas se
contaban curiosas personalidades. El segundo
trombón era el doctor Alcover—-cé-
Jebre catedrático de la Facultad de Medicina—•
El sitio del violín concertino lo
ocupabí el abogado Nolla, y el del segundo
violín, don Enrique de Sagnier". Un
teniente coronel de Artillería —Font de
Rubinat— tocaba el clarinete. Durante
esos once anos que Toldrá estuvo al frente
de la " Orquesta de Estudios Sinfónicos"
fue realizando su gran aprendizaje
mecánico de director.
Los años van pasando. El nombre de
Toldrá es poco conocido. Varías veces.
Casáis le cede la dirección de su orquesta.
En cierta ocasión, Arbós le ve dirigir.
Inmediatamente le propone ir a Madrid.
Estamos en el año 1933. Toldrá se va
• creando una reputación cada vez más sólida.
Por primera vez en Madrid se da
una digna audición de "La vida breve",
de Falla. En la capital de España, "La
vida breve" fue estrenada en 1915. Fue
representada a continuación de "Príncipe
bohemio". de MÍUán. En la obra de
Falla,, la gente no vio más que una especie
de zarzuela grande. No gustó. Al
cabo de diez y ocho años, Toldrá, al fren-
LA ESCENOGRAFÍA DE "BAILE EN CAPITANÍA"
Boceto de escenografía para el acto tercero de "Baile en Capitan c a*\ original de E. Burgo,

interés crecientes después que he- ••••* t » .MHh. «K AMfe. Wfe «N •>•> MM Wk J^m«ttVMI
i/»viÍj«A IIII1 El HOMBRE Y Sü POESÍA
í < VJHSCjífSiH|H^UI^H^W
!«" ' '4m:!:s
d? su territorio. Pero a pesar
sujeto de es libro aun queda lu- ii L& tíSITA SllICIlilZildfl' 1 , tí© JOSÉ SlláfCZ CíHTCIlO
"•.; ; ':T V- ;• ;, f a ÉijlÍ^ \ V^
r para la exaltación de un valor
:: :i tf/lm 1 c!l Ua Íe a te á |eneriteí ll fl|MnU| A trXWOi^
WVWl^Vlrl^r \ \\Íi%:
?Su^SB I A colección "Adonais" acaba de José Suárez Carreño con "La tie- cu poesfi. Al cabo, al poeta .10 o.ra
que llevaron el mando en lassu- publicar, en su quinto volumen, rra amenazada", vuelven a confe- vida le toca en suerte que la vida
cssivas^campañ&sTiste hombre qu¡ fc A * • •••'-•' 4 W ' " '
IKÍ^W^ A**
Nte-AÉJfcv
«1 libro de José Suárez Garre- nr al paisaje su preponderante so litar a, si quiere aprehender el
queda fíoteSdo en 1 m S S ño "La tierra amenazada". Libro condición vigorosa y expresiva al misterioso curso de la existencia.
ífe^Te*Bí**B«d de poesía desnuda, severamente hu- asociarlo hondamente, a los esta- Qu3 también aquí está aprehendi-
1 --
\
expeliente con no i valor v mana, fue escrito entre 1937 y 1939. dos aél atoa, en una penetrante e do desde el mismo centro del ser
>C ilür
>íT^~T M
m JHtf J^. £ vSS-'-s. S \ )
del Smdíta canta Jos Se Años de dolor para la tierra espa- intima fusión del poeta con el pai- del poeta, cuanto de símbolo del
llamaba^ C^ocotta y dSser cau- ñola, abrasada y dividida por la saje.) _Én, el libro de José Suárez vivir se le ofrece a sus ojos Con-
Ar-ií" T" -Z¿ * \ * 7. mierra pn los aue la vida del hom- Carreño, el paisaje esta presente sidero que el valor mas notable de
|£i I rf$\X % a BSL Smc^él^ofDión Cat bre tan amenazada como Isa ti£ porque íe afecta al encerrar en sí este libro es el de darnos testimo-
*B Ülyk^^A^& ^^UWuJOmMjT ^^Ie^S?«i%uS-eíri°odP rra nuestra, hubo de recluirse en lo al hombre, sus aspiraciones y sus mo inmejorable de una experiencia
^•El|sik V^^*,,.; .
••'-''••^«k^^
¿*F - Augusto v «e? aS a«•-« nombre yO me e'ntreg»,
cuantas inscripciones y noticias ate- como nadie hacer resaltar lo entra- todo su enorme valor. A sus libros W iJTT^Tpjt ;ipn BSJ« • 1 mete ^ se y en su estallante rayo de agonía
serán todos los opulentos "Monu- fiablemente castizo de nuestra cul- hay que acudir a diario para estu- • / 7 / r, „' ÍIJ^ ^fr?, ^ ? ?! Xa obra iim mi corazón, y dentro, mía,
menta" y "Corpora" publicados, tura y el valor de las aportaciones, diar los temas más diversos de la M z Tnítn Íi oirS^ nT w, ^ , esta ****** que lbusca su smie «°han
«ido diestramente maneiados tanto española como extranjeras. literatura de nuestro país, y si al- * W r

VH 1ÍBRO SOBRE
MELLAN
E
L
centenario del nacimiento de don
Gaspar Melohor de Joveilanos fea
pasado entre nosotros apenas advertido.
¿Se conoce verdaderamente a
Joveilanos? A pesar del juicio que sus
obras y au^ vida merecieron a . críticos tan
Autorizados y respetables como Menéndaz
y Ptslayo y Vázquez de Mella, ¿su memoria
se halla debidamente vindicada?
Con este propósito el escritor asturiano, y
más estrictamente jijones, don Joaquín
A. Bonet ha publicado un libro con el
título de "Grandeza y desventura de don
Gaspar Melchor de Joveüanos". No *J
trata propiamente de una biografía, sino
de un alegato «¡vindicador. En este libro,
los enemigos de Joveilanos tienen un
relieve vital mucho más fuerte que el
protagonista, y las imágenes de Carlos IV,
de María Luisa, de Pepita Tudó, de Godoy...
están trazadas con un realismo difamatorio,
que les da una calidad melodramática.
Ño hay matices: o ángel:s o
demonios. Diríase que el señor iBonet, más
que un historiador, es un contemporáneo
que ha tomado partido al lado del ilustre
polígrafo, y lo sigue a través de sus desventuras
con la pasión de un amigo y de
un discípulo. El libro tiene, pues, una
simpatía apasionada, pero está escrito con
claridad, los apoyos documentales están
utilizados con singular sutileza, y el juego
anecdótico es movido e interesante.
En suma, que la aportación que el señor
Bonet hace a la extensa bibliografía jovellanista
es particularmente sutil, en especial
para aquellas personas que no conocen
nada de la vida del gran polígrafo
asturiano, y que, quizá, como consecuencia
de este libro, entren en deseo de leer
su obra. A mí, el libro del señor Bonet
me ha movido, desde luego, a revisar algunas
de mis ideas sobre Joveilanos, y
aun sobre nuestros enciclopedistas de Carlos
III y Carlos IV.
Yo leí de muchacho a don Gaspar 'Melchor
en la edición de sus obras completas
de 1830, impresas por don León Amarita,
en la plazuela de Celengue. Esta
edición se publicó en fascículos, y en la
biblioteca de mi casa se hallaba encua-
dernada en siete tomos, en magnífica
piel española, con tejuelos rojos, verdes
y morados y cantos amarillos. A su lado,
en el mismo estante, estaba Moratín,
con el mismo atuendo, en su edición de
Aguado (1830). Es importante leer los
libros en determinadas ediciones. En ésta
de Jcvellanos, en el último tomo, esta-
ba «u biografía, formada, sobre la» memorias
que escribió para este objeto don
Agustín Cean Bermúdez, y a la cabeza
de la biografía, un busto de don Gaspar
Melchor, así como los bustos de Séneca
o Cicerón, bajo el cual creo racortíw
una inscripción que decía: "Alma
Joveilanos, haec est sapientis imago".
Para mí, entonces, Joveilanos era, esencialmente,
un poeta. Un poeta un poco
frío, contó corresponde a la época, pero
que, aun con su frialdad, me hacía com-
Q
JOAQUIN A. BONET
v /I.
concern»
más allá
IMMNK
prensibles los primeros arranques de núes.
tro romanticismo. Toda la vida de Joveilanos
la veía yo a través de estos versos
llenos de suspiros y de lágrimas. Joveilanos,
en la vida, llora por cualquier
coyuntura, el encontrar a un amigo, el
separarse de él, el abandonar Gijón, el
despedirse de los Cartujos de Valdemora.
Años más tarde, los románticos han de
hacer grandes extremos sentimentales con
la proscripción y el destierro. "Desde
las tristes márgenes del Sena", etcétera,
etcétera. Ya en esta época la literatura
. empieza a vivir a expensas de la vida po_
. lítica. Recuerdo un idilio de Montesquieu,
traducido por Joveilanos.
Pero en Joveilanos lo tiernamente amorosa,
a lo Meléndez Valdés, se veía a
veces detenido por la vena satírica. Dejando
a un lado sus sátiras morales, voy
a^ireccrdar una sátira literaria que nos pone
al corriente de la lucha de aquel momento
entre los seudo casticistas y los
afrancesados. Entonces se podía ir a presidio
por escribir una tragedia. Y esto
le ocurrió a don Vicente García de la
Huerta, autor de la tragedia "La Ra-
quel". Forrar, Iriarte, "El Censor", "El
apologista universal"... momento de gran
pasión literaria en el que a los afrancesados
llamaba García de la Huerta traspirenaicos
follones y malandrines. Joveilanos,
frente a aquellas torpes alusiones
y diatribas, que se distribuían en la librería
de Copín, escribió una "Nueva relación
o romance, en que se cuenta muy
a la larga cómo el valiente caballero Pvnticro
da Arcadia venció, por sí y ante si,
a un ejército entero de follones traspirenaicos".
Mas, sobre esto, la imagen de
Joveilanos se me ofrecía en el recuerdo
cerno la de un hombre poco humano, construido
de fórmulas clásicas, de equilibrio,
de ponderación, de mesura, de elegancia,
con cierta inclinación a lo didáctico. En
Joveilanos no encontramos un momento
de abandono. Sus cartas familiares tienen
el mismo tono que sus informes académicos,
y, sin embargo, detrás de esto descubrimos
una vida accidentada, víctima
de enredos e intrigas palaciegas, con éxodos
interminables a través de las tierras
de España, pidiendo justicia sin que le
oigan, sufriendo los golpes de la arbitrariedad
y los atropellos del favoritismo....
Y, sobre esto, la sabiduría, las largas
lecturas, el estudio de la botánica, los
versos y ese don especialísimo para, dictaminar
de todo, sebre el arte, sobre los
yacimientos de carbón, sobre la agricultu.
ra, sobre los caminos, sobre las posadas,
«obre el teatro, sobre la instrucción pública...
,
Una revisión de Joveilanos nos hace
comprender txn momento en que España
tenía una concepción romana de la vida:
fuentes, obeliscos, arcos de piedra, inscripciones
latinas, estatuas neoclásicas,
academias, sociedades de amigos del país-
Fábulas de Iriarte, comedias de Moratín,
jardines botánicos, museos de Historia Na.
tura!... y, surgiendo de estas formas comedidas,
clásicas, trías, de mármol... un
impulso de rebeldía: Coya.
Pero, divagando, me he apartado del
libro del señor Bonet. Le debo la gratitud
de que haya removido en mí estos
recuerdos. Para entender muchas cosas de
España, hay «jue leer a Joveilanos, y
que conocer la vida de Joveilanos. Es,
desde luego, uno de los hombres que han
influido de manera más decisiva en el
pensamiento español. El señor Bonet, en
su biografía, pone a Joveilanos en el primer
plano de la actualidad literaria.
FRANCISCO DE COSSIO.
DEFICIENCIAS DE NUESTRA
TERMINOLOGÍA FILOSÓFICA
LOS "ESTUDIOS DE HISTORIA DE LA MEDICINA", DE LAIN ENTRALGO
C ON
ia consignación "tomo I"
anuncia el autor (1) su pro-
. sito de b publicando otros en
lo; ( qus Se, mezclen el ens.yo histórico',
el trabajo erudito y la tentativa
de construcción sistemática;
les ulteriores aparecerán paitrocinaidos
por el C S. de I. O., y en 'todos
aspira"'Lata "con toda modestia,
mas también con toda gravedad",
a poner una piedra en lia. reedificación
intelectual de España.
El primer trabajo contenido «n
el volumen es un discurso sobre el
papel del médico en ©1 teatro de
la historia. Analízase el papel del
médico en cuanto uiíjeto del verbo
ourir, en cuantió sujeto de Indagación,
y en cuanto partícipe activo
de la/historia como crítica y como
creación. Examínase el aporte de la
medicina, no ya al almacén de los
conocimientos, sino a la misma organización
del' saber; y en este
punto se plantea nada, menee que
el problema de la dignidad histórica
y validez intemporal del Occidente,
tan debatida en nuestro tiempo
por los cerebros como por las
ametralladoras; Ia cultura, que nos
nutre, nacida en la Bélade, ¿es
realmente un orden supremo, apto
para la inserción permanente
del vivir humano? A este problema,
ee ofrecen en. la ¡pagina 36
y siguientes del volumen algunos
focos de esclarecimiento muy
considerables.
El tercer trabajo del libro considera
las conformaciones que el
concepto "entidad nosologica", O
sea ©I concepto particular de enfermedad
ha sufrido en la mente
de los médicos y de las escuelas;
e intenta poner las toases de una
nomología que en su confrontación
inicial con lia. naturaleza humana
atienda tanto a lo que éste tiene de
naturaleza como a lo que ostenta de
humana. Laín propone una definición
de enfermedad y una descripción
de la misma sobre un notable
esquema, plástico.
El trabajo que ocupa las páginas
centrales del volumen es el
más largo y el que ha de atraer la
atención de un mayor núcleo de
lectores; derrama iluminaciones
magistrales sobre la obra d« S.
Síreud, Comienaa. puntualteando lia
etiología W la patogenia del psicoanálisis,
o sea, el por qué y el cómo
esta escandalosa doctrina sur-
(O Pedro Lain Entralgo: «Estudios de
historia de la Mediana y de Antropología
médica".. Tomo I. Ediciones Escorial,
Madrid. MCMXLHI.
ge y «e propaga epidémicamente a
vanea *e la cultura. Sigu-e a la
parte que hemos ¡llamado etlopatoir:énic:.,
e*ra que bien ipoiede .llamar.
se sintomática,, clínica, o descriptiva,
eg decir, un examen y re-
Fedro l«aín
corrido del psicoanálisis como realidad,
«na exposición de la tesis
freudiana. Concluye el traba jo con
una crítica ampiia, llena de interés
y rebosante de sugestiones. De
ella brota una langa investigación
acerca de la eficacia curativa y liberadora
del hablar "catarsis "exore")
y del oír (catarsis "ex audi-
Pedro Laín Entrabo
ESTUDIOS
DÉLA.
HISTORIA
DÉLA
MEDICINA
fu"), o sea, del diálogo como med'cina
purgadoia, del diálogo co^
mo trascendental acto de limpieza.
Imbricados con ésta, casi atropeliándose
por la rica ipululación de
las ideas, hay estudios que por sí
mismos constituyen ternas de .meditación,
desarrcaiados unos, aludidos
meramente los otros: sebre
la .tragedia, sabre la metáfora, sobro
las relaciones entre poesía y
eaqu'a-f enia, sofera el placar, sotare
lo odiáis», ,etc., pieaa,? de toda una
Antropología cuyos latidos embrionarios
se sienten en todas las páginas
de ¡Laín.
'La crítica de un libro se compone
ás tres partes: noticia, tentativa
de ayuda al lector, tentativa
de ayuda al autor. Aunque ¡mis palabras
ge resientan del exiguo espado
concedido a esta crítica, toe
procurado dar sumarial noticia del
contenido del libro que me ocupa,;
en curato a las otras dos partes,
ya la voz "tentativa" contiene en
sí tedas las explicaciones que la
mr>4sstla y el buen gusto exigen.
¡Pues por lo que mira al lector,
débese recomendar la lectura .y
meditación de €Sts libro a cuantos
médicos quieran vivir su profesión
con un cierto rengo espiritual, y
además * cuantos pretendan conocer
la (historia por todos sus costados,
ya que Laín se acredita una
vez mas como pensador auténtico
y sin trampa., inclinado sobre el
paisaje de la medicina: y sobre el
campo de la historia, cuyos escritos
poseen, además de tantas otras
excelencias, «na inestimable virtud
de invitación al espíritu de catálisis
del pensamiento.
Por lo que tal autor respecta, se
tne ofrecen consideraciones de las
cuales sólo tengo sitio para apuntar
una: en la España presente, el
lenguaje de la filosofía en vigencia
ha si*to hecho por los traductores
de alemán de la ''Revista de
Occidente". Está por bailar una
terminología, una sintaxis, un estilo
y una expresión' que, librándose
a un tiempo de las falseaciones
de la metáfora (mal gálico)
y de las oscuridades de la expresión
directa ifatal tudesco) pueda
representar con «verdad y claridad
Jr, si e» posible con su grano de calor
y emoción, los contenidos de
la conciencia filosófica. Es tarea
especialmente ofrecida a ¡hombres
que, como ¡Lain Enfrailo, llevan su
anclar por la ruta ardua, sllenicosa
y sola dé lae obras definitivas.
LUIS PONCE DE LEÓN
LA PIASTIÜ IMPRESIONISTA
y TÉTRICA DE UNA NOVELA
LITERARIA
BE CAMILO JOSÉ CELA
C
* 0:u>ICrONES.~-La redacción
i de esta crítica debiera atenerse
a las siguientes condiciones
morales ij materiales:
a) No rebasar cinco cuartillas y
• formularse en un plazo de treinta
horas.
b) Versar sobre -un libro español,
publicado durante el bienio
1943-1944.
c) Ser imparciál.
dX Ser rigurosa.
LIMITACIONES Y CONTRA-
DICCIONES. — Las exigencias de
los apartados c) y d) son incompatibles
entre sí y con el crítico
llamado a satisfacerlas, aue abomina
de toda mala suerte de imparcialidades,
rigores y liberalismos. El
requisito del apaftado b) excluye
de este comenta- . J H ^ « ^ ^
rio las dos que
consideramos superiores
novelas
de nuestro tiempo:
"Nasa", de
Pedro Alvares, y
"La Familia de
Pascual Duarte",
por Camilo José
Cela.
LIBRE Y PER-
PLEJO ALBE-
DRIO. — Después
de rápida consulta
al catálogo,
quedaron elegidas,
en primer turno
de escrutinio:
"Italia, mi ventura"
(Luys Santa,
Marina), "Una pi- i
ca en Fland.es" •
(Manuel Vela Jiménez),
"Como el'
amor loco" (José
María García Rodríguez),
("¡Ay!,
estos hijos" (Zunzunegui),
la "Biografía
del 1900"
(Melchor de Al- José Celo.
magro San Martín)
y "Pabellón de reposo" (Camilo
José Cela).
Al segundo turno fueron eliminados
los tres primeros nombres
que anteceden. Sus portadores sabrán
el motivo. Podrá y aun deseará
ser apasionada esta crítica, pero
no irreverente. La no muy sahrrs'ia.
vero sí abundosa pastaflora
del libro de Zunzunegui, carece de
incitación al comentario. Tiene el
insulso valor de esas fotografías banales
destinadas a perpetuar el banquete
de reglamento al funcionario
ascendido, o la campestre merendola
con aquellas señoritas cursis,
que iban para locas y no se sabe
cómo terminaron. §
Más ameno, el libro de Almagro
degusta, a los cuarenta años de
gozado, el estupor de joven provinciano,
bien acogido por la alta sociedad
madrileña, que juzgara inaccesible.
Entre Octavio Fenillet y
Marcel Proust anda el juego. Los
relatos de Almagro son una de tantas
cosas amables y superfinas, a
flor de anécdota, de las que no se
puede prescindir en las viejas civilizaciones.
Qué en ellas no sólo
importan las oportunas malhumoradas,
sino también las amables frivolidades.
Pero a título de "pensum"
crítico, poco lucimiento darían
al Aristarco encargado de disecarlos.
Marchemos, pues, rumbo
a la disecciones, "á la. porsuite du
fnsson", camino de esas clínicas
conejeras que llaman sanatorios y
son los más rumbosos proveedores
de las salas de disecciones y
de la Literatura contemporánea.
CAMILO .TOSE CELA, O EL
ADOLESCENTE SOMBRÍO. — Ceda
aquí la exacta cronología, a la
amplitud del cotejo literario. Pues
sin el horrendo antecedente de
''Pascual Duarte". publicado y celebrado
en 1942, sería imposible justipreciar
la morbosa resultancia del
"Pabellón dé Reposo", más silenciado
que comprendido en 1944,
Para la disección literaria, de Camilo
José Cela dispone esta crítica
de una fotografía ceñudo- aborrascada
y de varios autógrafos del joven
escritor. Los autógrafos nos dicen
que Cela és hombre voluntarioso,
egocéntrico y un tanto despectivo.
No hay sino ver y comprender
los trazos de su estilográfica, espatarrada
hasta el pincel. La caligrafía
de Cela es dibujo al difumino,
y esto dice mucho en apoyo de
nuestras intuiciones. Su retrato nos
presenta un colegial, más o menos
exfordiano, monstruosamente inteligente
y feo. La voluntariosa personalidad
de Camilo José Cela, ya
réueíoda por sus trazos caUgrúfi-
eos, es ahora confirmada por su iconografía
y doblada de hermetismo,
por añadidura.
¿Pascual Duarte? ¿El marino lejano
o el financiero mundano de
Pabellón de Reposo? Imposible discernir
qué cosa es Cela. Y de ahí
su superioridad novelística. El mundo
interior de Camilo resta igualmente
inaccesible al exégeta tiue al
lector. Y no hay por qué aludir al
amigo, pues Cela es la antiamistad
por antonomasia.
SUPERACIÓN O DECADENCIA.
—La arquitectura de Pascual Duarte
es perfecta y sencilla como un
friso griego. El lúgubre "bariolage"
de "Pabellón de Reposo" es una
versión, a lo tétrico, deí impresionismo
pictórico francés del fin de
so . ^mmllí.,, . siglo. "Pabellón de.
Reposo" es un
conjunto de manchas,
coloridas,
bocetos, apuntes y
trazos verdaderamente
geniales,
hechos un batiburrillo
y expresados
en técnica refinadamente
mor-
• bosa. ¿Cómo la
. I prosa de Pascual
I Duarte (1) pudo
I llegar a la de
"Pabellón, de Reposo"?
(2). Cuando
el creador de
estilos y tipos logra
vencer tales
antagonismos, no
cabe dudar de su
genialidad. Podrá
discreparse de él,
pero no pre^cindirse.
La literatrra
española quiéralo
o no—habrá
de contar con ese
joven escritor de
aire despectivo y
trazo fuerte ¿I
servicio de una
egolatría refinada-
mente ahilada. El fracaso arquitectónico
de "Pabellón de Réppso"
es tan genial, que sirve y sobra de
espaldarazo a la definitiva consagración
literaria del creador de
Pascual Duarte.
M. V.
(1) Bs un presidiario condenado
a muerte, un jayán extremeño,
quien escribe sin folklorisinos de alpargatas
y haches aspiradas. A lo-
Camilo José Cela y no a lo Oibriel
y Galán, por fortuna:
"Yo, señor, no soy malo, aunque
Do me faltarían motivos {?ara serlo.
Los mismos cueros tenemos todos
los mortales al nacer 1 y. sin emfoaiigp,
cuando vamos creciendo, el
destino se complace en variarnos
como si fuésemos de cera y en destinarnos
por sendas diferentes al
mismo fin: la muerte."
(2) Ved ahora; son gentes refinadas
que la tuberculosis arrinconó
en Sanatorios; seres desintegrados
por la introversión, con los que
el bacilus de Kocíh no puede deshacer
nada porque ya todo lo deshicieron
ellos mismos, víctimas de
sus propias especulaciones intelectuales:
"Te quiero, amada mía, pequeña
amada mía; té quiero hasta morir,
hasta morir y resucitar; te
quiero hasta el final de los mundos,
hasta, donde se pierde la memoria,
hasta el límite mismo de lo
qué no tiene límite. Te quiero como
nadie quiere a nadie, como jamás
ninguna mujer pudo decir que
la quisieran. Te quiero a toda prisa,
violentamente; el fuego del cariño
que te tengo podría hacer secarse
al mismo mar profundo. Te
quiero arrebaéadoramente, sin que
un solo momento todo lo que te
quiero deje de estar presente ante
mis ojos."
*TT te quiero como te quiero porque
todo el cariño que te tenía reservado
para una larga vida he de
dártelo entero en estos cortos meses
que nos quedan.
Perdóname.
Amada, mía de mi corazón: Hoy
te imagino dentro de mi pecho, escondida
dentro de mi pobre pecho,
pequeña y ¿uaive como «na bella
concha nacarada, dulce y eonrien-;
te, tristemente dulce y sonriente. \
como unr niño abandonado, como ui\
perro enfermo y cariñoso."
tai-caz -
5 a TERESA DE JESÚS
JULIO CARO gAROJA
ALGUNO?
lilTQT
ESPAÑOLES
' • • • • . • . • . ! .
•/J

[I SECRETO
HERICflflO
E
N
el campo del cinematógrafo
&e juega siempre con verdades
claras y precisas. Y una
de ellas es la de que todo film,
como afirma muy bien el director
francés Pierre Chenal, es una "obra
colectiva". Lo cual', aplicado al caso
particular de esa película perfecta
que siempre buscamos para
nuestro solaz y que no siempre los
directores llegan á ofrecernos, es'
tanto como lograr una suma de esfuerzos
acertados, que conduzcan infaliblemente
al resultado apetecido.
Por eso, cualquier país que pretenda
tener una producción de películas
digna y equilibrada, lo primero
que tiene que tener a su servicio
es un bloque más o menos
amplio de especialistas, que sepan
dar a su trabajo en el " plateau"
del estudio o en el laboratorio del
mismo toda la eficacia necesaria para
que la armonía del conjunto nos
dé la sensación de película lograda.
La confección de una película—sea
cual fuere el tema que plantee—supone
el atender debidamente a una
serie de apartados, a los que hay
que dar plena satisfacción si se
quiere triunfar. El guión, que es
como si dijéramos el esqueleto del
film, debe estar planteado y resuelto
en sus píanos y emplazamientos
de cámara del mejor modo posible,
logrando que la ligazón de esce -
ñas sea perfecta y la línea recta
de la acción no se q'uíebre lo más
mínimo en el desarrollo de 1^ proyección.
Se oye decir con frecuencia
que sin un guión bueno no puede
darse una película excelente. Yo
creo que esto es una verdad relativa,
pues en el guión el pulso cinematográfico
de la futura película
tan sólo se adivina levemente, ya
que ha de ser después, cuando el
film se monta en el laboratorio,
cuando hay que tener ese tacto especial
para saber dar a cada escena
la duración precisa, según su importancia
psicológica o aislado matiz,
ayudando también a la tarea
la acertada distribución de los movimientos
de cámara. El alma del
film son los intérpretes, que con sus
gestos, actitudes, tono de voz y movimiento
hacen llegar a nosotros to.
da la emoción humana que se desprende
de la anécdota fotografiada
en imágenes. Tan importante nos
parece este apartado en ,1a construcción
del film, que sólo con actores
de una sensibilidad exquisita y rotunda
naturalidad puede lograrse una
traducción perfecta de estados anímicos,
por difíciles y complicados que
éstos sean. Si esto no se consigue,
todo sería inútil y el film se vendría
abajo inmediatamente, aunque tuviera
otros valores artísticos conseguidos.
También el diálogo a que se entregan
los intérpretes debe tener una
calidad expresiva ^acertada y ser lo
más sintético pqgible, procurando
expresar con las menos frases posibles
aquello que se quiera dar a
entender, con lo cual Va cámara tiene
un campo de acción más libre
y el ritmo normal de la acción se
hace leve y llevadero. El ambiente
o atmósfera del film es también
una carta decisiva a jugar dentro
del todo armónico, teniendo gran
importancia la labor a desarrollar
por el decorador, .que es el que ha
de saber eíegir certeramente los decorados,
de acuerdo con el tema y
los distintos pasajes en que aquél
se desenvuelve.
Si todos estos apartados que hemos
analizado aisladamente—guión,
intérpretes, diálogo, decorado, cámara,
música, montaje y ritmo—aparecen
perfectamente acoplados a lo
largo de cualquier film, es completamente
seguro que éste triunfe y
se imponga por sus valores indudables
ante el público y la crítica
más exigentes. Y este acoplamiento
anhelado que siempre esperamos en
cualquier película que vamos a ver,
no puede ser más que el resultado
inmediato del empleo de un equipo
técnico especializado, que evita siempre
los tropiezos molestos que podrían
echarlo todo a perder. Y esto
es lo que sucede con el cine americano
y sus películas, que siempre
hemos considerado como las mejores,
por la sencilla razón de que en su
ajuste cinematográfico han ínterveni'do
siempre equipos de especialistas
"que saben lo que quieren y
adonde van".
Por eso cuando un cine tiene en
sus manos directores tan geniales
como Vidor, Borzage, Capra, Lubitscíi;
actores y actrices tan excelentes
como Charles Boyer, Ronald
Colman, Spencer Tracy, Greta
Garbo, Irene Dunne, Marlene Dietrich
o Joan Fontaine; guionistas
como Francés Marión, Robert Riskin
y Dudley Níchols; operadores
tan avezados y expertos como Sol
Polito, tíarry Stradling, Joseph Val»
kér y Víctor Müner; músicos tan
inspirados como Max Steiner, Herbert
Stothart, Alfredo Newman y
Charles Previn, y decoradores tan
finos como Cedric Gibbons, Jack
Otterson, Freudeman y Richard Day,
no nos extraña nada que su industria
cinematográfica nos ofrezca para
nuestra diversión y estudio películas
tan acabadas en su fondo y
formx como "Cimarrón", "Las cuatro
hermanitas ", " Sucedió una noche",
"Rebelión a bordo", "Vive
como quieras" y "Rebeca", premia,
das todas ellas por la Academia
Cinematográfica de Hollywood, el
organismo cinematográfico más com_
pétente de América, que aquilata todo
ío que puede al juzgar los valores
constructivos de un film, tanto
espirituales como materiales, a
fin de que sirva de estímulo a
cuantos contribuyen con su esfuerzo*
inteligencia y buen gusto a que
el cine yanqui siga siendo, hoy por
hoy, el mejor del mundo.
Augusto YSERN.
¿IA VIDA El SUEÑO?
NOIAVIDA
ES
LA VIDA Y SU FICCIÓN
Sobre dos conceptos de la
interpretación cinematográfica
F UE
difícil es ver cruzar ,un so-,
pío de vida, animando una
proyección cinematogiránca!
Como el cine es, mas ique un arte,
una especie de suma de ti artes, y
como su franto está
en colmar la
pública apetencia
por lo espectacular,
suele hacer
uso de lo más
asequible para los
públicos: el tópico,
lio cual está
siempre reñ ido
con la vida. El tópico,
o la sal
gruesa, el brochazo,
el folletín o la
sensiblería. ¡Cuan
fácilmente se conmueve
así a esa
multitu di i n a. x i a
mayoría de mecanógrafassentimentales
y jovencites
sin provecho
que sacian su cursilería
en las tinieblas
engustadas
de los cinematógrafos!
Pero, en cambio,
la vida, lo
que hay de más
auténtico, de más
dramático en la
exist e n c i a, ¿se
puede apreciar
muy a menudo en
las películas? No,
porque a ese pútolico
le interesa
bien poco. Apenas si vemos un
destello de tragedia, un soplo, de
vida, cuando una excelente novela
o una pieza teatral de excepción
pasan al celuloide. Y aun así, ¡qué
Labor de tamiz hasta fijar la otea
en la gelatina sensible!; ¡qué interés
tan manifiesto en aligerarla de
lo puro y substantivo, individual,
intelectual, en pro del gusto muelle
de la anónima mayoría ineperante!
Obedeciendo a etta confluencia de
prejuic'os y .spetenciaa, a esta tónica
común a todos los productores
cinematográficos y a todos los públicos,
he aquí adulteradas dos porciones
inequívocas de vida, y una
apasionante historia de amor. La
anécdota vital, de suyo intensa, inmolada
en aras del tópico. Miaría
Walewetoa, Napoleón y sus amores,
con todas las arbitrarias concesio
"nes fáciles y hasta con todos los
defectos de una "biografía popular".
Mas no es por aquí la senda de
mis reflexiones, comienaan éstas al
ver surgir en la pintaila esa maravilla
de genio y sensibilidad que es
Greta Garbo. Concluyen en cuanto
aparece Charles Boyer. Yaya de antemano
mi prevención hacia este
caballero. Siempre le creí lia consagración
de inconfesables ansias femeninas.
Actor mediocre a, quien la
incompetencia, calificadora situaba
muy por encima de sus modestas
dotes. (Puede, quizá, que en esta
prevención influya la saturación
que de su persona padecen las pantallas.)
He de confesjr mi error: se
trata, en efecto, de un actor de tpeueltas
aptitudes. No sé si al posible
lector le importa o no comparar.
Comparemos, no obstante. Es
lo obligado en apoyo d& estas IIneis.
1/ La interpretación que Charles
Boyer verifica de Napoleón, ge nota
es'fcud'ada minuciosamente, elaborada
con paciente escuela. Mérito?
indudable, sobre todo si se coin-
cide en apreciar que, contrariamente
a lo prometido por el título, esta
película es más la exaltación del
"grsn corso", que de la heroína de
su amor. Apóyase en- él, pues, el
nervio —si lo hay— del film. Por
ello había de lograr más su adaptación
al personaje, eu mimético
cuido de aparentar —mediante una
visión peculiar y personalísima—
la figura, aquí brusca y ariscamente
dominadora, del Emperador.
¿'Aparenta Charles Boyer que él
"es" Napoleón? No quiero decir
tanto. Ije basta —no creo que le sotaré—
con aparentar que aparenta
serlo. Con mentirlo. ¡No otra cosa se
le exigía.
Una diferencia radical media entre
él y Greta Garbo. ¡Con qué incomparables
matices se muestra
ella; alegría, y ternura, delicadeza
y sentimiento,, siempre empañados
por un triste poso enigmático y dolorido,
siempre atrayentes por su
mm FILM EN LA QUINCEN-A
"LA LOBA"
Producción norteamericana.- Director, William Wyler
L
A producción cinematográfica del drama "The little fox", de enorme
éxito en los Estados Uínidos, ha sido realizada por su propia autora,
Lilliam. Hellraae. Que la adaptación a la pantalla de -una obra
teatral no es cosa fácil ni sencilla, sino 'tarea importante y de la cual
depende con frecuencia ea éxito o el fracaso de -una cinto, harto lo tenemos
visto en nuestro ctae, que desde un principio sintió la debilidad
de buscar sus argumentos en las obras de teatro die mayor éxito. Debe,
arrebatada expresión! iNo es pa-
pues, tenerse muy en cuenta, da labor adaptadora de Lilliam Hellman,
sión d© devoto. He visto a Greta que ha logrado un ajuste perfecto de su obra, un equilibrio magistral
Garbo en mejores trances que éste, en la sobriedad de las escenas, como en sus momentos más dramáticos,
donde parece haber remado el de- de modo que lo ¡teatral, en su
seo' de limitarla en un estrecha proporción.
Y, sin embargo, reconozco
en esta Greta mínima de hoy a la
gran Greta de siempre. Llega, sin
que sea posible comprender cómo,
a "vivir" sutilmente su personaje,
creándolo con su propio y desgarrador,
esfuerzo. En la, pantalla no está
María Walewska enamorada de
Napoleón, sino Greta Garbo enamorada.
Es aquel pa destino. Emana
de ella Una tal cantidad da vida
propia que sabemos instantáneamente:
si alguna vez cruza: un
auténtico soplo de lo dramático de
la existencia en la oantalla, fluye
esíe soplo de. Greta Garbo.
¡AHÍ, pero charles Boyer! Es cierto:
nos ¡habíamos olvidado de él. Es
justo reconocerle que saitoe interpre.
tar a fe perfección, con el recurso
habilísimo de un actor que ha hecho
acopio de todas sus dotes, l.a figura
que le estuvo encomendada.
Pero... no alcanza- a vivirla. No alcanza
a crearla. Sale él, y la ilusión
se desvanece. (Creo que en
este instante comienza la ilusión
para las damae.) Penque el soplo de
yida que dleva tras de sí Greta, h'éla«e
en cuanto vemos a. Boiyer "representar",
"cepiar" fldelísimamente
de un original
adverti d o.
Aunque, es menester
decirlo, sabe
hacer que la
copia aparente ser
este original. Tiene
el suficiente
talen t o —oficio,
sí— para ello.
Y concluye la
comparación. Con
la memoria puesta
en Ana Chrisitie,
en Cristina de
Sueoia, en Ana
Karenina, en Greta
Garbo la del
arte arquetípieo e
insuperado, en esta
Greta Ganbo a
la que nada empaña,
y hoy torna
a resplandecer,
pensamos. ¡Qué
distintos, qué
•cfTuestos resultados!
De operar
con la vida a operar
con su ficción.
De "existir" en
ajeno destino &
"enfundarse" plácidamente
en él.
.Ds vivir a men
t i r la vida.
¡Cuánta diferencia!
K n Greta
Garbo, el genio. En Charles Boyer,
sólo el ardid interpretativo.
Con perdón de las damas,
1 sentido peyorativo, no aparece en l)x cinta
ni empaña uno solo de¡ sus valores puramente cinematográficos.
Fiero esta adaptación de primer orden ha. encontrado, además, un director,
William Wyler, que con apena® media docena; de obras maestras.
y en muy pocos años, se ha colocado a la .cabeza dé -los directores yanquis.
Wyler es el realizador d© "Mrs. MCnniver" y de""Cuimitee,s borrascosas",
adaptación de la tremenda novela de Kmilia Urente. Y ya en
él primer film ique nosotros le vimos, "Esos tres", cuando su nombre
nos era casi desconocido, pudimos sorprender el toque inconfundible de
un director genfel. SU, labor en "La loba" perdurará como un ejemplo
clásico de cómo debe llevarse a la pantalla una obra, teatral..
Btnitre las virtudes de Wyler como director, no es unai de las menores
el conseguir la expresión sobria y justa, la ponderación' dé tes partes en
el todo, lo que 'da por resultado una perfecta unidad de su® obras, cte
las que, coma en auna novela bien construid», nada, sobra, ni falta. Y téngase
en cuenta que Wyler, por fidelidad ái la obra original, ha tenido
quia mover a? sus personajes casi siempre en ¡interiores, sin un respiro de
paisaje, de aire y cielo libres. Todo el drama está centrado en torno a
la pasión de ¡Regina: la avaricia. Pasión tan insaciable y domdmdora,
que apenas deja que el amor sonría un instante, siempre amenazado: por
su voracidad. Los demás personajes—su propio marido, iní^rpretattto con
exacto gesto por Herbert Marshall—sólo están puestos allí para de-tac;*
y servir de contraste a 1 aquella pasión, que no se detiene ni ante el crimen,
con ¡tal de siatisfacerba a sí misma. El asesinato por omisión que Regina
comete con su marido enfermo, es lai culminación de su inhumano sentimiento
y día; lugar a la escena más tensa y angustiosa del film, pero también
más tniagistralmente conseguida. Tal escena, si se representara en mi
pueblo—flin pueblo pescador y fronterizo de la Baja Andalucí?—ganaría
para Bette Davies el jnás espantoso de lo=. griteríos, y lps insultos más
descamados y (graves, pues m® se representa impunemente ante mis coterráneos
una impiedad semejantes Pero uno, bastante maleado por los
problemas artísticos y la superstición de la técnica, ve "La loca" con la
mirada suspensa dé los maravillosos encuadres, de la equilibrsida rcaUzación,
y del arte extraordinario de Bette Davis, sin que nos quede tiempo
para que nuestros instintos elementales y puros la insulten y protesten
contra su criminal pasión. 3STo hay hueco para la repugnancia en un
film como éste, en que desde la fotografía—prodigiosa— hasta la actuación
del último intérprete, todo está realizado con mano maestra y con
al más certera visión del drama cinematográfico.
Bette Davis en «LA LOBA».
UNA CUESTIÓN DE LIMITES ESTÉTICOS
EL CINE Y EL TEATRO
(Conclusión.)
ser más corriente y posible, precisamente
por su misma movilidad y por la facihaad
de los grandes saltos del presente
al pasado, y a la inversa. Señalemos,
de paso, que en el Cine también se confunden
estos tres momentos, en tanto
que en el Teatro están más separados.
Pero esta consideración no afecta a la
naturaleza de nuestro problema.
Es de cardinal importancia ese otro
elemento común ya señalado, la imagen,
y su distinta función en cada una de las
dos artes bellas. La imagen humana '-s
para el Cine el reflejo de un mundo interno,
psicológico, inaprehensible. El ve
hículo del conocimiento del alma de un
personaje cinematográfico es la imagen.
Por ello puede afirmarse que la imagen
del Cine es la encarnadura fundamental
de todo el relato. Por esta causa el diá^logó,
en el Cine, no es fundamental, es
accesorio y como rebajado "de tonalidad
expresiva ante la imagen. No andan confusos
los directores cuando rechazan un
tema cinematográfico por abundancia de
diálogo y lo califican de teatral. Por más
que esto no se puede mantener sin salvedades.
(Caso de "Romeo y Julieta".
Que no deja de ser interesante traerle
a estas líneas.) El Cine es, ante todo,
imagen; el diálogo puede, servir solamente
para subrayar, reafirmar y comp!e -
tar la expresión del intérprete. Esta
causa explica que una cinta cinematográfica
puede verse con sólo retazos de
diálogo, como ocurría con los letreros
que hace algún tiempo colocaban a las
versiones. de cintas extranjeras. Y pensando
así nos parece descalabrado la
transmisión por radio de una película;
oyendo el diálogo es posible que nos enteremos
de la aventura, pero los puros
valores cinematográficos, . emoción de la
imagen, quedan totalmente ocultos.
El problema de la imagen en el Tea-
PorGOWZALO ANAYA
tro es distinto. La imagen es en él complementaria,
ayuda y completa, pero
nada más. Y el diálogo es lo principal,
en él va contenido todo el problema del
Teatro y de su representación. La imagen
es accesoria, y el diálogo, principal;
caso inverso al del Cine. Por ello la imagen
ya no es soporte total de la emoción,
lo es el diálogo que se ayuda con
la imagen. De ahí que se haya señalado
como el. problema fundamental el de la
construcción del diálogo. í>í tendrá, por
tanto, sentido la retransmisión de una
obra teatral.
Partiendo de la imagen y del diálogo
hemos de establecer las delimitaciones
de cada campo. Estas dos artes han de
expresar sus contenidos espirituales valiéndose
de medios peculiares. Los mayores
cuidados teatrales han de caer del
lado del diálogo, y los cinematográficos,
del de la imagen. Razón por la cual si
ha de haber una plástica afinada' y expresiva,
será cinematográfica. Actualmente
no se destacan los valores plásticos
a} hablar del Cine, porque quizá
aun no se han investigado las categorías
estéticas que rigen en esta »sfera artística.
La jerarquía, decimos, no puede establecerse
en sentido absoluto, sino relativo
a determinada perspectiva. Mas
señalemos que esta perspectiva estética
es la más importante y única en este
problema exclusivamente estético.
A veces se ha entablado la discusión
desde el lado d*. lo belíc, pero los criterios
determínanates no han sido los
valores de lo bello. Asi, por la cantidad
de vida real representada en cada
una de estas artes se decidió sobre su
rango. Se opuso la ficción teatral a la
vida que se encuadraba en el Cine. Pero
la vida no es un valor estético. Eso, sin
contar con que ni Cine ni Teatro son
vida y que uno y otro son juego ficticio.
Ficción imaginativa son ambos a la vez
y no aquél más que éste. Puede antojársenos
que el Teatro es más ficticio
porque es más irreal o porque anda más
apartado de la realidad 'ambiente, o poi"
su incapacidad para representar nubes,
ríos y ciudades, Pero es que en punto
de irrealidad y anxaño imaginativo no
lo es menos el Cine, porque se nutre de
trozos de realidad dispuestos artísticamente,
que es tanto como decir ficticiamente.
Abordada la cuestión desde lo bello,
hemos de preguntarnos cuál de los dos
aporta^ más emoción estética. Nos impresionará
máa profundamente el que encarne
valores estéticos más elevados. Y
el problema por sí solo se nos desplaza
a otro lugar más adecuado y en el cual
la imparcialidad es más neta. El problema
no es el del Teatro y Cine, es el de
sus soportes esenciales, diálogo e imagen,
respectivamente.
El objeto Teatro y el objeto Cine estan
adheridos -de tantas significaciones
ajenas que, además de ser conveniente
operar con estos símbolos—auténticas representaciones
de su esencia y no convencionalismos
fijados—por necesidades
, de cálculo, es adecuado para evitar animosidades
suscitadas por el propio problema.
La solución se reduce a mirar por separado
diálogo e imagen corrió excipientes
de productos anímicos. En las profundidades
del alma calará más hondo
el diálogo que la imagen. El diálogo, la
palabra, está dotado de jágayor flexibilidad
y eficacia para vefWr en ella las
últimas profundidades del alma abismal.
En cambio, la imagen, el gesto, no puede
apurar el último resto psicológico.
que queda como inexpresable poso, por.
que no llega a aflorar en el rostro humano.
La imagen resulta pobre ante la
adaptabilidad de la palabra que puede
ser gobernada con un sentido más hondo
y certero.
Las consideraciones que hemos hecho
del Cine y Teatro han tomado como base
de discusión dos esencias propias y
no los productos que de .estos tipos puros
circulan por ahí. Nos hemos movido
dentro de consideraciones- generales que
afectan, a su índole más pura.

RAFAEL Gli
DIRECTOR Y GUIONISTA
La máxima conquista del cine
por hoy, es la narración
¡lículi I
películas no se hacen en e
fragor de los Estudios, sino en
la cjuietiid del cuarto de trabajo
—Si uno de los problemas más
gravee de nuestro cine es la ausencia
de ai^rumeiitos directamente es.
critos para él, ¿a qué atíbiacar esta
ausencia?
—Ya dije antes que los países que
tienen lias mejores novelas contemporáneas
son los que tienen también
las mejores películas. He aquí
lia razón de la pobreza de nuestros
temas cinematográficos. Guando
hay alguno interesante, es porque
se ha buscado en el pasado. No olvidemos
una cosa; indiscutiblemente
el cine español es mediocre, pero...
¿hasta, qué extremo es superior
el nivel de nuestras novelas y
comedias?... Yo tengo el convencimiento
de que el florecimiento del
cine español coincidirá, por ley implacable,
con el del teatro y la novela.
Antes sería un isuceso extraño
sin razón ni fundiamento. ,
—i¿Qué "fórmulas . de relato"
consideras que aporta el cine actual,
diferentes a lias del cine mudo, por
ejemplo? (¿IEs esencial esta diferen.
cía? -
—El cine mudo contaba con un
medio de expresión, nada cinematográfico
por cierto, pero imprescindible
para, su existencia espectacular:
los rótulos explicativos. En
aquellos tiempos no había grandes
problemas de continuidad ni de relato
pues un simple rótulo nos
trasladaba de lugar y de fecha, y
hasta nos decía del estado animoso
de loa personajes sin que log actores
tuviesen que forzar el gesto.
Que el rótulo explicativo era un
medio demasiado fácil, nos lo demuestra
el hecho de que los grandes
directores tendieron siempre a
mi limitación, hasta Jleiga¡r a anularlo
por completo: señal inequívoca
de que el cine se bastaba y sobraba
con sus imágenes. Las últimas
películas de Mufflw —especialmente
"El ú'ltimo" y "Amanecer"—
son el mejor ejemplo. No
creo, pues, que haya, gran diferencia
entre las fórmulas de relato del
buen cine mudo y del bueno habla,
do, porque en ambos ca-sos la imagen
se ha conjugado como supremo
medio ¡de expresión. Claro está que
hay una gran excepción: la del teatro
norteamericano que ha llegado
,a nosotros a toiavés de magníficas
películas en lias que lia palabra ha
sustituido con largueza a la imagen
como medio expresivo. Estas películas
—desde "Anna Christie" a
"La loba", pasando por "Cena a
las ocho" i — hay veces que parecen
magníficas exclusivamente .por su
teatralidad y otras, en cambio, por
valores autónomos, de auténtico
cine, que surgen espontáneos entre
la fragosidad de sug magníficos diálogos.
PREGUNTAS SOBRE CINE A UN
Un arte capaz de radiografiar tas almas
u Me case con una bruja", una cinta genial
fcj problema del cine español es un problema literario
OPINIONES DE ALFREDO MARQUERIE
—Sí se le compara con el cine
extranjero, el cine español es francamente
malo. Apenas se salvan
media docena de películas. La pregunta
especifica muy bien el momento
actual de su evolución: "fase
inicial dr desarrollo". Las direcciones
qué • ¿be adoptar son las de
mejorar &u técnica, para lo cual la
autoridad competente debería
PROHIBIR —así -como suena— el
funcionamiento de todo estudio que
no reuniera las condiciones exígibles.
id a&aptación de obras teatrales
—o novelescas, ¿por qué no?— puede
ser conveniente si se las sabe
TRADUCIR al idioma de las imágenes.
Pero con esto pasamos a la
cuestión siguiente.
¿Estima usted -que les escritores
«españoles «Saben aportar su talento
a la mxm deJ cine, y pueden
mejorar su

ACDIODIA
Ht VISTA He HVIUA
ANO I
ItíTItMBRt IW
c armen
"Mediodía", "Gallo", «Tobogán?, tres revistas
literarias tres campanas volteando
clamores de expansión bajo el nítido cíelo
de una.s ciudades españolas, símbolos de una
Inquietud y expresión de unas facultades
creadoras que saliéndose del reducido marco
local donde surgieron, han sabido alican»
aar en el tiempo resonancias nacionales.
I al lector no se le ha ocurrido nunca furidar
una revista de poesía, no sabe lo que es bueno.
El primero y peliagudísimo problema es
encontrarle un título grave, sonoro y significativo.
Sin título no hay manera—Don Quijote lo
sabía bien—-de lanzarse a la acción, ni siquiera de
proyectar sobre una muestra de papel convenientc-
' mente plegado la distribución, equilibrio y tipografía
del primer número. Durante sus buenos tliez
años, hasta la llegada de "Los Cuatro Vientos",
i se reunían cada otoño y cada primavera y siem-
' pre—claro está—en vestíbulos de grandes hoteles o
en confortables salones de té, donde hubiera cómodas
butacas para arrellénarse, los más conspicuos
miembros de "la -joven literatura": Pedro Salinas,
Melchor F. Almagro, Antonio Marichalar, Claudio
de la Torre, Dámaso Alonso y alguno más. Dos piovincianos,
si caíamos aquellos días por Madrid, éramos
asimismo invitados a la reunión acolchonada y
misteriosa. Jorge Guillen llegaba con frecuencia de
Valladolid o de su cátedra de Murcia con el último
número de "Commerce" o la última noticia del
más joven pintor, descubierto a orillas del Segura
o del Esgueva. Yo, menos probable, por ser el más
provinciano de todos, fatalmente y deliberadamente
provinciano ("el pobre", que dijo Juan Ramón aludiendo
a ello) en mis gustos, en mis gestos y, i»or
lo visto, hasta en mi paraguas y en mis corbatas.
Este año va de veras. Ahora sale la revista. Fiensen
ustedes un título. Ronda de propuestas, "tidas
rechazadas. "A ver, Gerardo. Piense usted lia., .título
para el domingo". Y Gerardo, sin dormir, en el
cuarto del hotel, haciendo inauditos^ .esfuerzos (le
imaginación en busca del mágico yocablo. Les presentaba
dos, tres títulos. Risa^.-'ilusiones momentáneas,
pero, al fin, también 1 rechazados. Entonces,
yo les echaba la maldición. La revista no saldrá.
Para que salga y viva siquiera seis números, es
necesario que no la haga un grupo, sino uno solo.
El día que yo saque una revista, la haré yo solo.
.' A mi entero riesgo económico, social y literario.
Y un buen día llegó a Madrid, procedente de Santander,
Federico García Lorca. Y trajo la siempre
esperada noticia-fantasía:
—¡No sabéis que Gerardo va a publicar una, mejor
dicho, dos revistas dé poesía? La una se va a
llamar "Carmen", y la otra, "Lola".
Grandes carcajadas, y, naturalmente, nadie le cree.
—Que sí, que no lo invento yo. Ya lo veréis.
Hubo que rendirse a la evidencia. Unos papelitos
rosa profusamente repartidos por mí entre ios
amigos de la poesía anunciaban el suceso. Y como
yo tenía fama de hombre serio, empezaron a. creerme.
Se anunciaba "Carmen" como una revista de
duración limitada: seis únicos números. Esta era
una primera novedad. La otra era el suplemento,
no obligatorio, "Lola".
i Cómo se me ocurrió el título? Pensé primero
en humanizar la revista, bautizándola con un nombre
de muchacha. Fatalmente y con toda felicidad
encontré el insustituible: "Carmen". La'técnica crea»
cionista de la imagen doble y múltiple me proporcionaba
cierta disposición para el hallazgo. Sólo después
me di perfecta cuenta de la "encrucijada de bellezas^—muchacha,
Virgen, poema, Granada, ópera—que
tal nombre evocaba. Sus íntimos gustába-
- mos llamarla, para quitarle toda posible reminiscencia
literaria, en , diminutivo (o plural) "Carmina".
Insisto en esto del' título, porque estoy convencido
de que casi todo el éxito de "Carmen"—tan
superior a todas mis esperanzas—estribó en su
nombre. En cuanto a lo de "Lola", fue un corolario
tan divertido como impepinable. Dos propósitos
esenciales me guiaban. Uno, el más incitante, el
de dotar a mi provincia, mejor dicho, mis provincias,
Santander (naturaleza) y Asturias (residencia)
de la revista regional, con la ilusión de descu-,
brir _ y alumbrar nuevos manantiales dé vocación
poética. Por lo demás, de localismo provinciano la
revista no iba a tener lo más mínimo. La deseaba
totalmente española—"revista chica de poesía española"
se subtitulaba—y universal y eterna de espíritu.
El otro propósito era el de lograr una revista
exclusiva y antológica de poesía. Poesía nada más,
sin cuentos, dibujos ni zarandajas, pero exigente en
los nombres y en la calidad de los originales. Que
figurar en "Carmen" se reputase en lo porvenir
y en el presente como honor, ejecutoria y medalla
de una auténtica academia viva de poesía. (Nota:
Adriano del Valle fue inyitado a colaborar y amablemente
colaboró con un alígero "poema portátil
".) Claro_ está que para tal excelencia se necesitaba
en mí una "assurance" (léase en francés y
en inglés) que me reconozco como pecado capital,
del que todavía no me he arrepentido. Cuando tenía
bastante confianza con el poeta, le pedía varios
originales para yo elegir.
Fueron invitados Antonio Machado y Juan Ramón,
o sea "K. Q. X.". Excusas corteses del primero por
falta de material, y reserva del segundo ante mis
repetidas cartas. "El Cansado de Su Nombre" no
quería entonces colaborar en revistas; ésta fue la
razón o pretexto de su negativa. Después leyó "Lo-
la", y para qué les voy a contar a ustedes. En cambio,
Unamuno autorizó la publicación de una preciosa
carta en prosa y verso, lo único que de él se
publicó en España duranle su destierro, por su negativa
a someterse a la censura. Firmaba "Un poeta
enigmático y solo", pero el estilo y la data
de Hendaya eran inconfundibles.
La revista se tiraba en "Aldus", de Santander, y
colaboro conmigo para lograr la apetecida belleza
tipográfica mi querido amigo y "descubridor" Rafael
Calleja, residente en Santander a la sazón. Y
"Carmen" salió como hermana menor de Un magnífico
"Quijote" de su editorial, bajo el madrinazgo
lV: •/Ó'
de doña Carmen G. Camino de Calleja. El nombre
tenía una razón más de ser y más espiritual y de
más bello y feliz augurio de todas. "Carmen" fue
un gran éxito. Tuvo más de trescientas suscripciones,
a pesar de su corta y voluntariamente limitada
vida. Se prometieron seis húmeros y se dieron
siete. Y el suscriptor, por primera vez en los anales
de las jóvenes revistas, no tuvo derecho a quejarse.
Colaboraron Aleixandre, Alvarez Piñer, Aub,
Cernuda, Cossío, Diego, Fernández, Lorca, Larrea,
Martín, Prados, Quiroga, Romero, Del Valle, Villa-
' lón y otros. Amén de los clásicos por mí antologizados.
Entre los originales de mayor interés pueden
contarse los de Larrea en todos los números, poeta
entonces absolutamente desconocido y, a mi juicio,
incomparable. En el primer número se publicó,
de Luis Cernuda, una "Égloga", de escuela sevillana,
larga en estancias. Cuando se la anuncié
a Federicp, me dijo: "iQué latasol". "Carmen" cele,
bró con un número doble el centenario de Fray Luis
de León. Número que, sin embargo de haber sido
enviado espontáneamente a los Agustinos del Escorial,
no mereció el' honor de ser citado en su
bibliografía del Centenario. Hicieron mal. Porque,
aparte de la poesía viva, espléndida de nuestros
pnetas, por ejemplo, la "Soledad" en liras de Lor-
ca, el bellísimo soneto de Larrea "Espina» cuándo
nieva" y—¡un—soneto- de Aleixandre," se Incluían breves
estudios en prosa de positivo interés, y una
antología de Fray Luis, con una versión, por primera
vez depurada de sus erratas, del soberbio
"Cántico de Habacuc", en la que colaboró conmigo
un especialista en Sagrada Escritura, mi hermana
el Padre Sandalio Diego, S. J.
Bueno. Y de "Lola", ¿qué? Pues que se han
acabado las seis cuartillas que se me pedían y no
quiero comprometer el equilibrio de la mesa revuelta
de revistas. De "Lola" hablaremos otro día, si
a la "Estafeta" le parece. Y, además, no hace demasiada
falta, porque ya ella se lo dijo todo, qué á
eso vino. Y a eso volverá el día menos pensado,
que a algunos ya les tiemblan las carnes y están
como Fernando Villalón ante el anuncio de los originales
de Rogelio Buendía, "que no toe (sic) se des»
pega la camisa del cuerpo".
GERARDO DIEGO.
MIGUf L PRIMO
todo-«
os "periquitos de Fernando Vi Haló
OS siete números de "PÁPSñL DE ALE-
LUYAS" florecieron eD aquel piraíso
de las autopistas y de los "firmes
especiales" qué, con ías dos -grandes Exposiciones
de Sevilla y .Barcelona, marco la
curva más alte en el dialgrama febril de
España. Había remitido la fiebre política, y
todo fue un incesante: ¡Laborar de solícitas
y pacíficas abejas en aquel panal de dulce
miel patriótica Que antee ¡había, sido un. auténtico
'"avispero" de zánganos y caciques
rurales demoliiberales y conservadores e> ul-
tranza. Si aquella fiebre hizo crisis, la juventud
española ¡vivió una convalecencia de
sanatorios poéticos. Rafael lAllbeiti plagió
los dengues y melindres ¡histéricos del gran
poetai de Maguer, reteliuyéndose en el Guadarrama.
La fiebre, poética de Sevilla, se recluyó
en la revista "Mediodía", que fun-
dó Eduardo Ulosent y Marañó»," "Su mensaje
nos llega —¡me decía Aleandfo. Odiantes
de "íerán— por el cielo alto y azul que
se columbra desde este patio sevillano que
es "Mediodía"I No tíos abandone, amigo
Adriano", Yo lies contestaba que "Mediodía*'
tenía gu Santa Sede en el patio de la
casa de Eduardo, Llosent, espléndido patio
á& marañóles blancos, al que yo llamaba "la.
Roma cuadrada de Sevilla". M equipo de,
"Mediodía" estaba formado, así: Eduardo
Llosent, Alejandro Oollantes de Terán, Joaquín
Romero Murufoe, Rafael Parlan, Rafael
(Laiffón, Juan Sierra, Pablo Sebastián,
Fernando ¡Labrador y un etcétera que, a
. manera de ómnibus con plazas escogidas »'
reservadas, ocuparon después los epígonos
Francisco Sajel, Manuel. Halcón, Antonio
QonzáieswMeneses, Garlos García Fernández
Antonio Gardillo y Manuel Díea Crespo.
En aquel grupo afloró el foseóte poético que
aun mantiene en una primeria línea de?
fuego el, elogio permanente a una Sevilla
frágil y área: Joaquín Romero Murube. Pero
brotó también un íaro ejemplar de puri,
y andante vitalidad humana cuyo recuer-'
do ha sobrevivido a su propia abra: Fernán- 1
do Vlllalón-lDaoízi y Halcón, conde de Mira-
. flores d© loe Angeles.
(Cuando saltó al ruedo (hispalense aquella
cuadrilla de niños sevillanos, Villalón era
algo agí como ese picador cuarentón que ha
medido con sus fornidas espaldas de centauro
andaluz los ruedos taurinos d& todas
las plazas de España. Fernando tuvo una
ecloimiáón poética tardía. Su veíanme de San
Martín dio fru ! tos agraces. Le entró la taquicardia
de la poesía conjuntamente cuando-su
gran patrimonio familiar pericliti
ba entre el incesante trajín de sus afanes?
terrícolas. Todo él rezumaba ¡poesía popular,
como ese botijo andaiua que rezuma el
agua- fresquísima del verano. Fernando Vi-:
Halón era ájigo así como el aljibe que resjfoe
el llanto del!, cielo para después lagrimearlo
él por todos sus poros. Y lo mismo qué
rezumaba poesía, Fernando Vülalórí rezumaba,
a veces, tremendos "periquitos" blasfematorios.
Sus iracundias pedían la gran
escenografía del Vailé del Josafat. Alejandro
lüollanites de Terán, el "seise" casi angélico
de la poesía sevillana, forzosamente,
fatalmente, tuvo que mostrar su desagrado
centra aquellas iras bíblicas de Villalón. Y
así nació ;"Papel de Aleluyas", por una es-J
cisión y al borde de un par de bofetadas]
Revista Que tuvo un origen tartessio, en las
que Villalón fue él rey Argantonio, con la
plata de sus buenos veinte duros por cada:
número publicado. Formemos —me gritaba
VillaTón, a lo largo de toda la calle de
Sierpes— un "comité" de tres: Tú, Rogelio:
Buendía y yo. Y que se "mueran los íeos".¡
En "Papel de Aleluyas" publicó Fecundo
Vülalón las primicias de su ingenio ferozmente
popular. Yo fui su primer mentor li
terario. Su vitalidad epistolar se producía;
•a diario en las tres o cuatro cartas suyas ¡
que me llegaban a Huelva de una maneraj
angustiosamente Ininterrumpida. Oonferen-J
cías telefónicas, cartas y más cartas, sofla-j
mas planfletarias contra "los niños de "Me-j
diodía", accidentes y anécdotas qu© yo me]
. eratauahaba, naturalmente, entre . pecho yL
espalda, ein que vieran la luz de la publicidad.
"Joaiquinito Romero —me decía Villallón—
se tía creído que es el Víctor Hugo
del bardo de San Lorenzo".
Esta es la historia anecdótica de "Papelde
Aleluyas". El título fue mío. Villalón proi
puso que se llamase "Cartel de Feria". íbamos
algo de la mano de ese reigusto popula?
de los cuadros verbeneros de Maruja Maule
y de la película; dé "Oecé", "Esencia de
Verbena". "Vllalón, quizá, recordando el libro
'"dárteles", de Ernesto Giménez Caballero,
quise bautizar nuestra revisita con el
tituló de "Cartel de Feria".
"Papel de Aleluyas" publicó seis núme-j
- ros en Huelva, y uno en Sevilla. Ampliamente
espaciados en el tiempo, recogieron toda*
la nómina andante y sonante de la poesía
española de su época, de aquella, época en
que la espada, invicta del general primo de
Rivera, después de (hacer añicos lias urnas
electorales de, í^pafiia, se; cubrió de gloria en."
ei desembarco de Alhücemáe. Entonces o?n-|
taran largo y tendido todas las arpas esps~>
ñolas. Aun aquellas arpas que, embuidas de|
espíritu de Ckín, suenan hoy en el exilio. ¡
Y esto íué todo...
ABRÍ ANO DFX VAIXE

ofiefou*
RIVERA
V 1 nacimiento de "Verso y Prosa" tuvo su
: antecedente inmediato en ©i: "Suplemento
Literario" del periódico de Murcia
^a Vendad, órgano de la Federación C ! atójco-Agraria,
que acogió con benévola complacencia
la idea de 'dar eemanalimente una
página de Ijetrae. El milagro —realizado
principalmente por el fino escritor murciano
Jc&é, Ballester, redactor-jefe entonces—
estuvo en salvar est'a página del amitóente
provinciano del diario, eludiendo los consabidos
compromisos locales, para elevarla
a un ámbito nacional: y moderno donde no
desdeñaran coláiborar, junto a los jóvenes,
algunos maestros consagrados, como Eugenio
íD'Ors, por ejemplo. Milagro «ju© cada -
semana, iiaibíi de renovarse, ya ¡que los originafes
habían de pasar por la censura interna,
tan temible en lo literario, ya que
por todos s© procuraba respetar este aspecto
en tanto que lias novedades literarias
pugnaban casi siempre con los ideales cía-"
sicistas del respetable censor. Difícil tarea
fue mantener durante dos añas, 1924-126,
aquel baluarte juvenil donde publicaron anticipaciones
de sus obras primeras ¡Gerardo
- Diego, Adriano del Valle, Dámaso Alonso,
García ¡Lorca, Vlllalón, Cbssío, Marielular,
Alieixandre, Oiliyer, Cernuda... En eus co-
ÜumnHs apareció por .rarimexa, vez el soneto
de Federico García" Lorca "En la. muerte
de José de Liria y Escalante", ique de
memoria recordamos aquí:
"¿Quién dirá qué te vio y en qué momento?
¡Qué dolor de penumbra iluminada!
Dos voces suenan: el reloj y el viento,
mientras flota sin ti la madrugada.
Un delirio de nardo ceniciento
invade tu cabeza delicada.
¡Hombre! ¡Pasión! ¡Dolor de luz! Memento.
Vuelve hecho luna y corazón de nada.
Vuelve hecho luna: con mi propia mano
lanzaré tu manzana «obre el río
turbio de rojos peces de verano.
Y tú arriba, en Jo alto, verde y frío,
3olvídate! y olvida el mundo vano,
Delicado Giocondo, amigo mío.
Cincuenta números llevaba publicados este
¿uplemento literario en mayo de 1926, feciha
en que se mejoró notablemente, aun
cuando desde sus comienzo* se distribuía
ana tirada aparte, en buen papel, para "líos
Arrugas del Suplemento". Esta, que podemos
¡lámar su "segunda época", dedicó singular
preferencia & Ibg nuevos valores qiüe
destacaban en la literatura de aquellos años..
Baste señalar que junto a los nombres ya
citados podían encontrarse traduccioríes, dignamente
realizadas, de un Francia Jammes
o un Paul' Valéry.
Como rasgo anecdótico de la existencia
funambulesca del Suplemento, recordaremes
que junto al elogio de los lectores cultos
era frecuente recibir en la Hedaoción la
airada protesta de mudhos suscriiptores del
iperiódilco que no se avenían a recibir, juntamente
con el plácido dessyuino del domingo,
tog nuevos modos fcréacionistas de Larrea,
o de Gerardo Diego. Tales protestas
pusieron muidnag veces en riesgo la existen^
cía de nuestra ¡página literaria, que para
salvarla decidimos convertir en unía- revista,
independiente. . . .'.
El,suplemento literario de "La Verdad",
se transformó luego en el '"Boletín de la
Joven Literatura", qu© titulamos "Verso y
Prosa", en homenaje a Manarme. La nueva
pulblicación nació en enero de 1927 y vivió
hasta octubre de 1928, publicando doce nú-.
meros. En los dos primeros se insertaba una
"(Nómina- incompleta de la joven literatura",
debida a la pluma de Melchor Fernández
Almagro, donde trazaba, agilísimas siluetas
de -los principales eolaboiradores. Mencionados
quedan quiénes eran los "jóvenes
creadores" —-como se diría Ihoy— de ¡aquel
movimiento literario que.dio (prueba patente'
de su entusiasmo al (conmemorar el Oen-,
tenorio de iGongora., en mayo de 1027. pero,
¿cuál .era "la juventud" cifrada en a«ños
de "'la, joven liter&jtura"? Vamos -a- dar fechas
exactas que pondrán término a dudas
y discusiones planteadas en torno al naci-
miento de alguno de los "jóvenes"'
destacados. El autor de "Fábula y Signo"
itiene registrada oficialmente su aparición
en la madrileña caüe de Toledo, el 27 de
noviembre de 1881. El cantor del "Cántico"
en VaJladolld, el ¡1S d& enero de 1893,
y el juglar granadino vino al mundo de la
poesía en puente Vaqueros el día 5 de junio
de 1898. 'Podríamos citar otros del grupo
nacido en 1883, cuyos componentes caminan
ahora por la ©dad que> vio morir a
Napoleón y s> Oaibriel Miró: los cincuenta
y

LA CRITICA PRESTA POCA ATENCIÓN A LOS
ESCRITORES NOVELES, dice el Diredor de "Editorial Juventud"
INFLUENCIA DJEl, CINE EN LA VENTA »E LIBROS
M ~) STA tan viva en el aire la
* ' polémica suscitada en la ac-
• •* tualidad sobre las traducciones
de obras extranjeras, sobre
su ingerencia en el campo de la
novelística propia, que consultar
opiniones j¿ pulsar criterios es facilitar
ta disipación de una atmósfera
harto enrarecida por excesivas
"filias" y "fobias".
Entre las opiniones y criterios a
conocer, pocos serán tan interesantes
como los de don José Zendrera,
director de la ''Editorial Juventud",
en quien se reúnen no sólo la capacidad
selectiva, demostrada al frente
de tan importante empresa, sino
la circunstancia de poder aportar a
la polémica un conocimiento profundo
del mercado de la novela,
compulsado a través de una incesante
laboriosidad »/ de un contacto
repetido con todos les problemas,
complicados y difíciles, que se lian
planteado y se plantean alrededor
de la edición y venta de la producción
literaria en España.
En su despacho, crisol de muchas
ilusiones y pórtico obligado de muchos
éxitos, entre un leve temblor
de inquietudes, nos recibe dispuesto
a contestar con amabilidad a nuestras
preguntas: ¿
—¿Cuál es la rasan primordial de
la existencia de las traducciones?
—Las traducciones son un fenómeno
cultural de todas tas épocas.
Se traduce para dar a conocer obras
literarias & técnicas escritas en otro
idioma entre aquellos que lo ignoran.
Quien vosee un idioma extranjero
preferirá la edición original,
excepto en aquellos casos en que la
traducción es ya de por sí una obra
de gran valor estilístico, como,
por ejemplo, la versión de las Odas
de Horacio, por Fray Luis de León.
Las traducciones: permiten explorar
otros ámbitos y otras almas,
además dé los del propio país. Sólo
constituyen un problema cuando se
abusa de ellas. En las actúales circunstancias,
a veces una traducción
española, pone al alcance del
público ilustrado obras extranjeras
escritas en idiomas que conoce, pero
que no haya en el mercado en
su texto original.
—¿Implica la abundancia de éstas
en el mercado una carencia de
autores españoles?
—iVO creo, en general, que exista
la carencia de autores españoles,
pues hay en nuestro país un buen
plantel de excelentes nuevos escritores,
además del grupo de los consagrados.
A pesar de su positivo valor,
buen número de estos autores
tienen una venta algo reducida. Incumbe,
pues, a la critica fomentar
y apoyar la popularidad del autor
español, reservando sus rigores para
lo extranjero. Por desgracia, no
siempre sucede así. Véase lo que
ocurre con la literatura "femenina"
o "blanca", a la cual, desde la Prensa
y la Radio se hace objeto de una
dura campaña de desprestigio. En
vez de exaltar los valores nuevos,
ciertos críticos se dedican a fustigar
un género que responde a una
necesidad del público, tanto en España
como en los demás países. Por
fortuna, en España, la -mayoría de
nuestras madres, hermanas e hijas,
se niegan a leer novelas de crudo
realismo. La juventud debe disponer
de lecturas sanas y amenas;
con la hostilidad hacia la novela de
ambiente moral, dijérase que ciertos
críticos sienten nostalgia de las
"fuertes" novelas de Felipe Trigo
y tantos otros que todos recordamos.
Sería muy conveniente que cierta
crítica abandonara ésta labor negativa
y dedicara sus esfuerzos a
apoyar al autor español. Se publicó
en 1943 una novela histórica de
gran categoría, "Bajo el cielo filipino",
en la cual el señor Alcalá'
López evoca magistralmente la epopeya
de los héroes que defendieron
nuestros últimos baluartes
oceánicos. La crítica ha prestado
escasa atención a esta destacadísima
obra de un autor novel. Para
lograr el interés del público por
nuestros autores sería de desear:
Primero: Que la Prensa dedicara
a las Letras suplementos semanales.
Segundo: Que como ya se hizo
en España hace algunos años, se
concediera trato de favor a la publicidad
dé los libres españoles (antes
de la guerra, cierto diario de
Madrid aplicaba a los anuncios editoriales
una reducción del cincuenta
por ciento de las tarifas corrientes).
Tercero: Que la crítica extreme
su atención a benevolencia en favor
de los autores españoles, guardando
sus exigencias valorativas
para el libro extranjero.
—¿Qué aceptación tienen en el
público las traducciones?
—Las apoyadas por la resonancia
del éxito extranjero y por buenas
películas, tienen asegurada la
venta. Las demás siguen, la marcha
general del mercado, hoy muy deprimida
por la crisis del libro.
Existe una sobreproducción: ha aumentado
en más de un cien por
cien el número de editores en España.
—¿Estima •usted entonces que es
conveniente verter al español obras
extranjeras?
—En general, sí. Lo esencial es
traducir obras de indiscutible va-
lor y no ofrecer al público, con
visas de obra maestra, una producción
de quinto o sexto orden en
Alemania e Inglaterra.
—¿Existen actualmente traductores
de buena calidad?
•"Hay que reconocer que traducir
es mucho más difícil de lo que
parece.. Con frecuencia, buenos traductores
fracasan en esta labor, y
no digamos ya lo que ocurre con
los centenares de personas de una
cultura media reducida, que, en
cuanto piensan en reforzar'sus ingreses,
intentan la traducción. Ño
abundan los buenos traductores que
dominen a la vez el español y la
lengua de que vierte. Afortunadamente,
existe una' minoría de traductores
de escrupulosa honradez y
de fina sensibilidad literaria.
—¿Podría precisar si se nota, en
el mundo, una crisis general de autores?
—Resulta muy difícil aquilatar el
valor de la producción literaria de
la propia época, o su comparación
con el pasado. Pero es indudable,
que en las diversas literaturas del
mundo existen hoy valores de alta
categoría. En estos! momentos se
nota la normal depresión producida
por la guerra. La mayoría de los
autores han tenido que trocar Ut
pluma por el fusil.
—¿Qué diferencia económica existe
para la editora entre la traducción
y ef libro de autor español?
—La diferencia es siempre a favor
del libro de autor español. En
la traducción, además del pago al
traductor, hay que contar, actualmente,
con un pago de porcentajes
al autor, a veces bastante importantes.
Hace unos años ocurría
lo contrario, ya que los derechos
de traducción se pagaban con tan-tos
alzados bastante módicos.
—Y el público, ¿qué diferencia
económica encuentra entre la traducción
y el libro de autor español?
*
—En general, el público paga las
traducciones en precio superior al
del libro español. Hasta ahora son
poquísimos los libros de autor español
—me refiero, especialmente,
a la novele— que se venden a esa^
40, 50 y hasta 75 pesetas a que se
—¿A qué causas puede atribuirse
este aumento en el coste del libro?
—Al alza de Zas primeras mate-,
rías y de la mano de obra. El mismo
papel, que se pagaba antes a
1,30 pesetas el kilo, se paga hoy a
5,30 pesetas. La encuademación ha
sufrido un aumento parecido, y las
imprentas facturan hoy con más
del treinta por ciento de recargo
sobre los precios de 1936. En proporción
al aumento sufrido en el
coste, el precio de venta del libro
ha aumentado poco. La novela en
rústica, que se vendía a 5 pesetas
en 1936, hoy se vende a 10 ó 12. Lo
que ocurre es que, al mejorar la
presentación del libro (encuademaciones
en tela, ilustraciones, ediciones
a dos tintas, mejor papel, etcétera),
el precio de algunas novelas
ha aumentado tan considerablemente
que si en 1936 nos lo hubieran
augurado, lo hubiéramos
creído imposible,
—¿Se ha modificado la estética
editora?
—Sí. En conjunto, ha mejorado
mucho la presentación del libro español.
—¿En qué situación se encuentra
la exportación del libro español?
—Hace unos quince años el cincuenta
por ciento de la producción
editorial española se destinaba a la
exportación a Hispanoamérica. Hoy
\no llega, en la mayoría de los casos,
al cinco por ciento. Los años
de estancamiento de nuestra guerra,
el resurgimiento editorial americano
y el encarecimiento del libro
español son las causas primordiales
de esta caída vertical. La situación
es grave. El tibro se produce
en América mucho más barato que
én nuestro país, v los editores de
allí, en justa reciprocidad, están
enviando sus libros a España. La
industria editorial española debe
prepararse para poder competir con
él libro americano, allí y aquí.
Así queda descrito, con la precisión
conceptual que caracteriza a
den José Zendrera, el alcance del
problema del libro en España y la
conexión de éste con la traducción
de obras extranjeras. Como final
de nuestra entrevista, vaya la frase
con que nos recibió: "Yo les
daré a ustedes mi opinión, pero sin
estimar que ella sea la más exacta,
nt la mejef enjuiciada. Para definir
ésta, doctores tiene la Madre
Iglesia..."
R. ALCÁZAR
BIBLIOTECAS Y BIBLIÓFILOS
LA BIBLIOTKA LOPISTA
Df {NTRAMBÁSÁGUÁS
Unos mil quinientos volúmenes v uno-»
dos mil folletos sobre Lope de Vega
S I
Hioaquín Entramfoasagiuas hu.
toiera de grabar sobre el santa
Eantórum ele su biblioteca, que
es al fin y ai cabo todo su piso, una
divisa, no pondría otra que aqueila
que lord Macaulay, détela a sus amigos:
"Presta todo menos tus libros".
Por esta divisa, ique es realmente
de todas las fijases sobre loe libros
que se han dicho en el mundo, la
nías acertada, y pennque desde sus
lejanos cuatro años, lia, fecha en
que Entrambasaguas aprendió a
leer, y porque desde entonces no ha
dejado pasar un día sin comprar
algún libro, es
.peal lo que hoy el
joven catedrático
de la. Central ve
albergarse en sus
estantes y en
unos grandes archivadores
1 , alrededor
de doce mil
volúmenes y de
cinco mil folletos,
amén de varios
manuscritos y autógrafos.
labros, folletos.
manuscritos y autógraf
Os de los
que fray Félix Lo-
Pe de Vega oaupa
aprioodmadíarnente
(Utioi. tres mil quinientos
«volúmenes
y unos dos mil
folletos, siendo él
¡resto el Arte, la
Filología, ]a His-
**«»****? *
POSTHVMA
A
LA VIDA Y MVERTE
DLL DOCTOR, FREY LOPE FÉLIX
DEVÍGJ CARPIÓ.
Y.fLOTIOS PANEGÍRICOS A
INMOHtALlDAD DE SV NO.VI1ÍRB.
toria y la Literatea quienes 1Q embargan.
Junto al' lema que lord Maeaulay
dictó y del que (ha hecho una norma,
Entramlbasaguas, está otro, esta
vez propiamente suyo, del que
•también ha hecho
otra norma ñel
nuestro topista. Es i
este , "Ningún 11- 1
foro sin encuadernar,
n i ninguna
e n c u a d ernación
d ie sprapesrcionada
a. la importancia
y valor dsi libro".
Así esta; folblio-
*teca que nos encentramosclasificada
de modo
perfecto por los
ayudantes de EntrambiaeagUasseñoritas
Josefina
Roma, Alfonsa de
la Torre y D. Pablo
Cabanas, "los
únicos seres — me
dice Entrambasaguas—.que
tienen
libre acceso a
día, pues yo no
presto un libro ni
anestesiado", es.
t á encuadernada
de perfecto modo
aunque no haya
grandes r-iqu¡=zas
en el ¡arte de la
encuademación.
Fuera, de ILope, nuestro entrevistado
tiene una colección, nada vulgar,
de libros y revistas de poesía
española e hispano-americana de
lia generación del noventa y ocho
hasta acá y en lia cual hemos visto
ejemplares únicos
y cuya reseña haría
inacabable es-
te artículo, como
hace Inacabable el
citar todas las
grandes cosas que
en su biblioteca,
mejor diré, en su
c as a , guarda en
sus estantes él
autor de tantos
libros sobre el Fénix.
Y aquí, puesto
que hemos hablado
de la biblioteca
y de ia casa
de nuestro interviuvado
como una
{misma- cosa, traigamos
-s: colación
esta anécdota: En
una- ocasión, era
Entr ambasaguas
juez de oposiciones
con otros
compañero-!,; s e -
ríos y dignísimos,
a quienes no conocía
ds antes, y
como le preguntaran
la ¡razón de .
tener casa puesta siendo soltero
—con esa idea absurda de que
un soltero ha de vivir hecho un
'desastre—les respondió muy se-
LA
POJILOS MAS ESCLARECIDOS INGENIOS. 4
SOLICITADOS •>
PJRELDOCTOR 1VANPEREZDEMONTALVAN •
Q VE %
AL EXCELENTÍSIMO SEÑOR %
Duque de Scira,Hcroyco,Magnifico,y Soberano »
Mecenas del que Yaze.
OFRECÉ.PRESENTA.SACfUFICA, Y CONSAGRA. .*
d.l lltJ.
RIMAS
SACRAS
DE LOPE DE VEGA
CARPIÓ,
CLÉRIGO PRESBYTERQ.
Concien Oflavas i 1¿ Vida de
LISBOA.
Coa Ucencia ¡le lot Superiores.
M la Oficina de Henriquc Valente
de Olivera. Año ií$8.
irlo iqufe era por tener viviendo con
él al único 'amor de su vida... A
aquellos caballeros catedráticos les
pareció un tanto cínica la respuesta,
que ise asomó a sus rostros una
terrible indignación que sólo se calmó
cuando- añadió 'Entrambasaguas
que el ital amor eran doce mil volúmenes,
que después' visitaron,
comprendiendo de modo- unánime cómo
eran muy dignos de "ponerles
casa".
Como libros ¡raros ©n. materias lampistas
muchos son los de Entrambasaguas,
pero citemos algunos co- -
mo botones da
*?"'***"***;» muestra!. Así,, la
'"Fama postuma"
de Montalván, del
1636; y la primexa
edición de
"Jerusalén conquistada,
", del
1609, también de
¡Madrid. Maravilloso
y único por
su preciosa, encuademaciónitaliana
de la época,
es las "Bssequie
poetiohe de Lope",
de Fabio
Frenchi, en Venecia.,
en el 163í¡
Vamos viendo libroj
y más libros
de sin igual belleza,
y entre las
biografías d¡e Lo-
•^,L,innj,i.M,s,jiu. p8l surge del 1 es-
»t*í***i**»íi» tante la escrita
por lord itiolland, con vestidura inglesa
de su época; a su lado un
ejemplar d]e aas otaras del Fénix
de 'a edición d'e la Risial Academia
Española, en papel Japón, cuyo
ejemplar perteneció al erudito marqués
de Vaümar,
También vemos
allí las contrahechas
en. el siglo
XVIH ipor-el
conde de Saceda,
y en parte desconocidas,
al lado
de las obras con
dedicatorias autógrafas
de casi todos
los topistas
del mundo-, ya; qus
casi todo lo que
sobre éste se ha
escrito se encuentra
en esta: biblioteca,
en "a- que
es algo de singular
valor una co-
Iicoción completísima
de las reproduccionesfotográficas
de todo®
los autógrafos
de Lope y de
mucihias ediciones
suyas; d© las .que
tan sólo existe un
ejemplar conocido.
H;ce días, con
motivo día la- estancia
en Madrid
del profesor Vossl'er,
cuyos trabaj os sotare Lope son
bien conocidos, él mismo se sorprendía
muy gratamente de todo lo
que ailí se guardaba sobre la vida
y la obra asi! Fénix. Hemos terminado
de ver las joyas topistas y Elntrambasaguas
nos
muestra su colección
de libros ma- •
drileños. y tam-
bién la del ¡arte'
gastronómico, e- n
donde el propietario
de tanta riqueza:bibliográfica
es también autoridadindiscutible.
Luego vemos los
diccionarios y las
revistas, las revistas
que van desde
la " 11 u s tnación
Ibérica" hasta
"Vértice" o "Mayo",
ya que En-
'teimbasaguas ad^
quiere todas
aquellas q u e de
tejos o de cerca
toquen a los campos,
literarios.
Y luego, en son
de disculpa, cuando
ya hemos hablado
cerca de
dos hora® sobre
libros., folletos,
manuscritos y au.
tógr.jfos, me dice: "Y baste por hoy
con este tema. Para mí mi biblioteca
ca eg mi punto débil y mi vanidad
de bibliófilo no pjcabaría nunca.

L© que £l vi
MIGÜfL PRIMO Df RIVERA
En mis manos he tenido muchas revistas
que desconocía."En estas revistas escribieron
hombres de los que hasta ahora
yo no había tenido noticia. La mayor
parte de todos estos escritores hoy han
sido olvidados. TRISTAN LA ROSA.
•Revista de
Granada
^Vanguardista if putrefactos'; 4
DALLO" y confragallo
C
ONTINUACIÓN de las dos páginas centrales es ésta, en que
se recoge el movimiento poético de una época un, poco lejana
ya, del Gobierno benigno del general Primo de Rivera.
Ensambladas en el recuerdo, vistas desde la distancia que
matea el tiempo, estas revistas tienen un leve tinte melancólico,
como ¿sas hojas otoñales, tristes y amarillentas, que se dejan
arrastrar por el viento. Y viento es en realidad este del periodismo
que hoy trae" a la actualidad el movimiento lírico que encarnan
estas ingenuas revistas. En. estas páginas se recoge la resonancia
de aquellos días de la suave 1>iet"'nra de don Miguel.
Vida ¿¿ ¿¿muerte
0 Una
imprenta
en la malagueña
calle de San Fernando
PARA la historia de una revista hay Las secciones que mayor prestigio al- N ia casa de Gómez Arboleya, el ani
que tener en cuenta tanto las cosas canzaran fueron la de José María de Se- \f' tiguo gallista que, en 1928, fotografíaque
en ella se publicaron como aquegarra—"El Aperitivo"—, la de Carlos Sol- '¡W? ba con su kodak "ojos color verdei%llas
sobre las que se guardó silendevila—Crítica teatral—y una, anónima, -' telegrama" , yo esperaba encontrar
cio Y además de estas últimas hay que titulada "Mirador indiscret". José Ma- muebles cubistas, luz indirecta y una de-
saber el porqué fueron silenciadas; es dería de Segarra nos contaba sus experiencoración con figuras de manos y de pies
cir qué caSas hicieron que, hijas nonacias en Amsterdam, Toledo, Stad-Park y deformes. Pero charlamos en una salita
tas, ?amás vieran la alba luz de las cuar- La Villete a la hora del aperitivo. A ve- isabelina—dos cornucopias» una araña y
. Mas Naturalmente, el conocimiento de ces, más adecuadamente, el poeta hubie- dos cuadros de flores siglo XIX—. En el
¿ales hechos requiere el. haber "vmdol ra tenido que firmar en la sección titu- despacho, dos grabados: Petrarca y Lau-
revista, como suele decirse. En los archi lada "Mirador indiscret".
ra. Mientras fumamos un cigarrillo habla,,
vos y en las bibliotecas quedan los esque- Segarra lanzaba algunos dardos contra mos de antigüedades, y del piso de arriletos
o, si queréis, las momias, de las re- el autor de "La Ben Plantada". Esto, poba nos llega la música de la última canvistas-
su prístina vida murió una maco más o menos, ocurría en una época ción ("¡Cinco minutos nada más...!") Nosñanita
cualquiera, cuando, en los aires la en que D'Ors atravesaba cierta crisis. otros también teníamos poco tiempo, pero
voz de un vendedor era canto de oro Desde "La Nova Revista" José María sabíamos, por anticipado, aquello de Fe-
Capdevila salió en su defensa. El retrato derico García Lorca, de que en Granada
pé
E?°número de publicaciones literarias espiritual que de Xenius hacía era el si- dos horas y dos horas no son cuatro
que en tiempos de la Dictadura aparecían guiente: "En él se han juntado las in- horas.
en Barcelona era grande. Pasaban de las fluencias de Nietzsche, Barres, Maurrás y Comenzamos nuestra charla:
quince. Las había semanales, quincenales, Stendhal. Rinde culto a Napoleón. Parti-
mensuales y trimestrales. Una de las mecipa del Pragmatismo de Wílliam James; — ¿ Cómo llegasteis a la creación de la
torí¿ era la llamada "La Nova Revista , de la confianza en sí mismo de Emerson revista ?
publicación mensual de Literatura y Arte y de ciertas ideas del imperialismo bri- — "Gallo" respondió a un deseo que sen_
como el subtítulo rezaba. Su director era tánico. " t
tía largamente Granada, ciudad de honda
don José María Junoy., En. esta revista, El "Mirador", semanario de Política, tradición espiritual, de exquisita melan-
además de algunas poesías ««ditas, apa- Literatura y Arte, fue una publicación excolía y, siempre, rica en poesía y anhelo.
recían ensayos de critica lite ar a cotraordinariamente popular. Quizá su po- Desde que, desgraciadamente, murió la re»
mentarios sobre pintura y artículos que pularidad la debió a aquel granito de ma. vista "Andalucía", de la que a mí me ha-
versaban sobre filosofía y estética Las la intención que con tanta sabiduría, se- bló Federico y que yo no llegué a, co-
demás artes-música, danza etcr-apenas
nocer, se empezó a notar la falta dé un
si tenían cabida en ella. La firma de
periódico literario que expresara los ri-
Chesterton solía aparecer con mucha frecos
perfiles espirituales de este original
cuencia. (Una editorial aneja a la «vxs-
y único pedazo de tierra andaluza.
ta fue la que entre nosotros introdujo las
obras del célebre escritor ingles.) Los. poe
Muchas veces, con Federico y Paquito
tas míe mayor número de obras meditas
Lorca, Joaquín Amigo y tu padre, danpublicaban
en «La Nova. Revista» fueron
El cop d'«UI de Strbi» !MIRADOR INOlStRET
Juan Alcover, Fray Xavier He- Olot Manel
Folch y Torras, Alfonso de Maseras
y López-Picó. De todos ellos, Lopez-Pico
era el mejor. Miguel Carreras hacia cnt -
oa literaria y filosófica; Torrendell se ocupaba
de estética; Joaquín Pía enviaba
alguna crónica fechada desde el extranjero.
Gabriel Alomar y Carlos Soldevila
•trataban temas diversos. .
En uno de los primeros números de
«La Nova Revista", López-Pico escribía:
"La nueva curiosidad es e hbro
"Félix Vargas", de Azorin, y el libro
"Cántico", de Jorge Guillen,". Al leer
estas frases tuvimos la sensación de que
tanto el novelista como el poeta a que
López-Picó se" refería son algo ya muy
lejano a nosotros. El hecho de que esta
sensación la haya despertado Azorin hace
que, de pronto, angustiosamente, sintiéramos
el transcurrir del tiempo. .
En otra parte leo un juicio sobre Andre
Maurois. Por su interés y actualidad, no
puedo resistir la tentación de transcribirlo
Dice asi: "Maurois acaba de publicar
"Climats". La.obra no nos aporta ninguna
visión trascendental, ni ninguna
creación definitiva, ni ningún aspecto nuevo'
ni tan sólo aquella novedad que in- S< ••-*•
defectiblemente encuentra quien se encara
con la realidad sin ningún objetivo REVISTA
estético '" Aprendan los papanatas con
de
aires de "snob" lo que de este escritor
dijo, hace más de' quince años, alguien
que sabía qué cosa es literatura. POESÍA
La "La Nova Revista" era una publicación
seria. '
"Flames Noves", a pesar de que en. el
tiempo a que nos referimos los anos, habían
dado veintiocho zancadas a través de
este siglo, "Flames Noves", repetimos,
tenía un inconfundible aire de revista
SUMARI
ochocentista. Del gusto de aquella época
era la ilustración de la portada, la tipografía
de sus páginas, las viñetas; en
tocia itcl iltfloi f.í/,','i,il -\ ÍLr.íiJl ¡ K^LI.'. lut! : l'ütiia fraiiaul
fin, todo. (Me bastará decir que en uno
A.-M. de Sanvedra. P, M1L)UCI d'BspJugucl i O. SalLi
de sus números encontré un poema cuyo ti-
f.( ,..,,:;*.
—Slcphaii Gjor'r,— Contra tfc jtXifí i el lirhntc. ~
tulo rezaba así: "Glosa. [Oh siglo XX! ?
Naturalmente, en una revista de este carácter
no podía faltar una sección titulada
"Los amores literarios". "Manon
Lescaut", "Romeo y Julieta", "Adolohe'
y otros célebres amadores, semanalmente,
asomaban allí su romántico gesto lleno
MARC ISQ6
de trasnochada melancolía.
Había también una "Antología de autores
jóvenes". Me causó espanto ver. el
nombre de tanto poeta joven—las poesías
no me sentí con fuerzas para leerlas— manalmente, sabía administrar. Esto en-
irremisiblemente condenado al olvido. Na. cantaba a sus lectores.
die más sabrá de ellos. Pero, claro, justamente.
Un breve "Momento musical ; un capítulo
de "Las Artes y—¿cómo no?—un "Ginesta" (Retama) era, como anuncia-
apar-tado para la moda femenina—me plaba el subtítulo, una revista para estucen
estos nombres de "satín venus" y diantes y obreros. Con sólo leer esta fra-
"velous beige" porque tras ellos se esse sospechamos su carácter político. La
cande toda una época—completaban esta abrimos al azar. En un lugar tropezamos
revista que por treinta céntimos tantas con las siguientes palabras: " Las pági-
y tan interesantes cosas ofrecía a sus lecnas de " Ginesta" no son exclusivamente
tores.
de sus redactores." (Nuestra sospecha se
* * •
va afirmando.) Unos titulares rezan: "Ac«
cíón y Lectura." (Aquí la duda se con-
Propiamente, el "Mirador" no era una vierte en certeza.)
revista. El "Mirador" era un semanario. "Ginesta" fue demasiado tendenciosa
Pero no fue un semanario dedicado ex- para ser dívertidaí y demasiado divertida
clusivamente a la literatura o al arte, para ser seria.
en general. Su radio de acción también
* * *
abarcaba i'a política. Y muchas veces la
política, más P menos sutilmente, se en- La llamada "Revista de Poesía" era de
tretejía con cuestiones que a ella le eran las más aupadas. Su publicación era tri-
muy ajenas. Más de un crítico hubo que mestral M. Manent la dirigía. Carlos Ri_
con la ayuda—ó el engorro—de puntos de ba, Tomás Garcés y Gutiérrez Gili fue-
vista políticos juzgaba problemas de esron, la trinidad rectora de sus destinos.
tética. Sin embargo, el "Mirador", se- En las páginas de "La Revista de Poemanario
de Literatura, Arte y Política, sía" eí movimiento literario francés—que
fue, en su tiempo, una de las publica- como el pictórico, a finales del pasado siciones
más populares en Barcelona. A deglo, en Cataluña tuvo fuerte resonanciacir
verdad, yo es la única que recuerdo. hallaba frecuente eco.
En su primer editorial, "Mirador", después
de haber dado l'os buenos días—así
* * *
rezaba el título del artículo—, justificaba
su aparición en los términos siguientes:
"Nos hemos juntado—decía—con el propósito
de hablar amablemente con nuestros
lectores, una vez por semana, de todas
aquellas cosas del mundo que despiertan
una inquietud, remueven una idea
y inisilin una emoción..."
1 — ¿Cómo recuerdas aquellos días?
cuadro de l'os escritores españoles
— "Gallo" murió-en su segundo número. " jóvenes" que despegaron ya—unos
El grupo se dispersó más y más.
f
Al despedirme de Arboleya, todavía quema
eí sol de estos primeros días de primavera.
Yo me imagino aquellos tiempos
en que se organizaron una "Noche de gallo
" y una "Noche romántica". La primera
tuvo por escenario una decoración
cubista; en ella, Joaquín Amigo levantó
el telón arrojando su "Arco". López Banús
cantó y gritó su " Invitación al optimismo"
. Fernández Casado habló sobre
"Ingeniería, maqumismo y arquitectura
". García Lorca hizo un " Sketch de
la pintura moderna" con proyecciones, y
Arboleya lanzó, con sus diez y ocho años,
unas palabras sobre los " Modos de ausencia".
Allí, ante lo más viejo y lo más
joven de la intelectualidad granadina, pro,.
clamó cómo un buen día, Mallarmé, Picasso
y Debussy descubrieron el sexto
continente. Era la afirmación de un estilo
deportivo, de una justficación para
todo lo que hubiese dé vital en las acciones
humanas. Y esto lo hacían estrepitosamente,
demasiado estrepitosamente...
En seguida surgió la réplica. Se organizó
una "Noc'he brumario". Decoración:
un salón romántico, sobre cuya mesa central
había un aparato de radio, símbolo
del espíritu dé la generación que se presentaba,
que, teniendo sus raíces en los
finales del XIX, recogía y aceptaba las
aportaciones del momento. Navarro Parto
^ recordó la " Noche de gallo" y la juzgó
do íargos paseos por la vega y las pri- como algo puramente insulso. Hermenemeras
colinas de la sierra, o en su huergildo Lanz habló del " Cubismo". Camta,
con todo el bello cjelo de agosto cabalpos Ara vaca hizo el " Elogio de la pu -
gando sobre nuestras cabezas, hablamos de trefaccíón", y Valentín A. de Cienfuegos
la necesidad de hacer un periódico "que leyó su farsa teatral "Prometeo encadé-
expresara—según decía Federico—-, que nado" y Gallego Baril, aí final, tituló
cantara, que gritara a los cuatro vientos, "Tic tac" sus palabras sobre la nueva
esta belleza viva y sangrante de Grana- y la vieja vida.
da, esta belleza irresistible que tiene es- Recordando estas dos noches he presenpada
y que hiere como la música". Ditido el canto alegre dé un nuevo gallo
cha revista la pensábamos llena de amor a que, quebrantando el alba con su cresta,
Granada, pero con la mirada en Europa. haga imposible, después de él, toda ne-
Revista, por tanto, de Granada para fuegación.ra de Granada, revista alegre, viva, anti-
A. GALLEGO MORELL.
localista, antiprovinciana, del' mundo, como
lo era y lo es Granada. De este pensamiento
y de este largo anhelo salió
"Gallo".
—¿Quiénes lo redactabais?
—El principal inspirador fue Federico.
Junto a él, Paco, su hermano, que, por
necesidades burocráticas fue el director,
andaluz, pero más 'templado, fino e irónico.
Al lado, Joaquín Amigo, filósofo y poeta,
representaba la teoría al lado del entusiasmo,
pero, igualmente, lleno de ilu-,
sióii. De ellos, y de muchos más, salió
"Gallo". .
—¿Cuál fue vuestra aspiración?
— "Gallo" quiso ser la voz más auténtica
de Granada, reunir la tradición poétíel
"Paraíso cerrado para muchos".^ "Jardín
abierto para pocos", de Soto de Rojas;
la "Fábula de Acteón y Diana", de
Mira de Mezcua; una "Antología de los
poetas" árabes de la Alhambra"; una
"Selección^ de poemas líricos",' de Pedro
Espinosa, "y un " Cancionero popular de
Granada", que dirigiría Manuel de Falla.
Pero, sobre todo, fue una revista de su
tiempo, o, como entonces decíamos, una
revista de vanguardia. En sus dos números
colaboraron Federico y Francisco Gar«
cía Lorca, Jorge Guillen, Fernández Almagro,
Bergamín, Dalí, López Banús, Joaquín
Amigo, Sebastián Gasch, Francisco
Ctrre, Navarro Pardo, Ayala y Luis Jiménez.
"Gallo" tuvo en Madrid una gran acogida.
" La Gaceta Literaria" lo saludó
como una revista excepcional cuya aparición
librante daba a entender su aspiración
a gallear, efectivamente.
La edición era bellísima, los tipos de
imprenta, claros y limpios, algunas páginas
en verde o en amarillo—como gustaba
a Juan Ramón—; las ilustraciones eran
de Dalí, y en el segundo número se recogía,
en primera página, el verso del poema
"Apriessa cantan los gallos e quieren
quebrar albores". Los números aparecieron
en los meses de febrero y de abril
de 1928.
Como nota curiosa, llena de vida y alegría,
hay que recordar la publicación de
"PavVj revista irónica contra "Gallo",
hecha por nosotros mismos. Los contrarios
a nuestra revista lo acogieron con
gran entusiasmo y salier-*>"i burlados cuan_
do supieron quiénes lo habían hecho. Por
ello, en el número segundo de "Gallo",
nosotros poníamos: "Desconfiad de toda
propaganda contra Gallo" que no lleve
la ptiaueta de esta Redacción".
FÉNIX
unaselección,
de los mejores
artfcu los,
publicados en los
PERÍÓDIGOS NACIONALES
an *- es cen tres y aun más actitudes estéticas
sucesivas.
» otros después—de los treinta Así, pues, los fenómenos literarios que
años, estaba casi completo en 1924» sé producen en esta época se. pueden
al dar la revista "Intentions" una reducir a tres grandes grupos: "los mo-
antología de la " Jeune littérature esvimientos subversivos", "las formas de
pagnolé". Otras revistas españolas de ca- contención" y "los caminos de la poesía
rácter general— " España ", " La Pluma ", pura".
"Alfar"—contribuyeron en grado notable Entre todas las revistas que hemos ci-
a la "emisión" de esta generación de tado, "Litoral" es un ejemplo eminente
jóvenes, jóvenes en estricto y precario de esas actitudes sucesivas a que antes:
sentido. Después de éstos, vinieron otros, hemos aludido. Hay que partir —previa-
que por haber venido en pleno triunfo mente—, para comprender este parénte-
de la invención científica—aviación, rasis literario, que joven literatura, van*
dio...—«o han conocido el infantil estupor puardia, creacionismo, ultraísmo, son
de las promociones anteriores: las nacidas palabras diversas que 'han rondado, para
cuando los primeros automóviles, entre el apresarla, esta realidad de formación re-
general asombro, cruzaban los paseos de ciente, o han pretendido, al menos, herir-
España, cargando en la trasera miradas la en uno de sus flancos. Demasiado mó-
de cuello vuelto. El haberse destacado envil, el concepto escapa a toda definición,
tre ellos algún predestinado a la maes- quizá porque la empuja ese hondo instría
no prejuzga el sentido general de sus tinto de la Historia que es, ante, todo,
cualidades, en "devenir" incierto aún. voluntad de renovación. De aquí que
Otra aglomeración de revistas preludió en el juego eterno de acciones y reac-
su lanzamiento, no sin ceder £1 paso a los ciones lo inmediato es siempre la vícti-
mayores: revistas provinciales, que, en ma . sacrificada. Y aquellos escritores,
realidad, no lo eran sino por el pie de jóvenes de inspiración, que alzaron sus
imprenta, -supuesto que todas postulaban frentes hacia una luz no usada, se mos-
la colaboración de los concentrados en traron en columna dislocada, sin compo-
Madrid: "Litoral", de Málaga; "Mediosición posible, de la precedente: la
día" , de Sevilla; " Gallo", de Granada; del 98.
"Meseta", "Parábola", Manantial", de La revista "Litoral" fue fundada y
una Castilla trashumante; "Papel' de Ale- dirigida, durante cierto tiempo, por Emiluyas"
, de Huelva... j Ah! y " Carmen" lio Prados, José María Hinojosa y Ma-
con "Lola", bien repartidos los papeles. nuel Altolaguirre. De esta revista se ha-
Y "Verso y Prosa", de Murcia, ya que cía una tirada limitada, y de cada nú-
no es posible silenciar la función servimero se imprimían veinticinco ejemplares
da por aquel progenitor de los días di- en papel "vergé creme de Vidalon", enfíciles:
eí suplemento de "La Verdad". cuadernados en piel de antílope. Aunque
Todas estas revistas forman—podría- "Litoral" no tenía una biblioteca admos
decirlo así—el "catálogo" posible de junta, en su misma imprenta se. publica-
eso que se dio en llamar la " literatura ron algunos libros, como "Canciones del
nueva". Desde estas revistas se abren Farero" y "Vuelta", de Emilio Prados;
paso una serie de tendencias más re- "Signo del alba", de Pedro Pérez Clocientes
que dan a este período un dinatet, y "Conjunto", de José María Soumismo
y una intensidad especialísimos; viront.
estas* revistas y grupos literarios que La revista se iniprimía y confecciona-
colaboran en ellas esparcen los nuevos ba en una modestísima imprenta, sita en
evangelios líricos; las escuelas se suce- la calle de Saii Lorenzo, cerca de la Aladen
con tanta rapidez que, dentro de la meda de Colón, y, generalmente, la con-
producción de algunos poetas, se produfección de la misma la dirigía personalmente
Altolaguirre, y se. editaba en exquisito
papel blanco verjurado, con portada
azul. Asiduamente colaboraban: Vicenta
Aleixandre, José María Hinojosa
y Prados, y dibujaban Francisco Bores
y Joaquín Peinado. Es decir, que, como
apuntamos más arriba, esta. revista, como
todas las otras provincianas, solicifftaba,
la colaboración de los poetas. y
escritores radicados en Madrid. También
—en otros números—aparecieron poemas
de Dámaso Alonso y Gerardo Diego.
"Litoral"—como las otras revistas afines—contribuyó
al homenaje a don Luis
de Góngora con un número extraordina-
A Gaceta Literaria" > con Giménez Cavarez Cerón. Faltaba aún definir el tírio, en el que Gerardo Diego publicó su
ballero al frente, fue la semilla^ de tulo, el significado y la aspiración de "Fábula de Equis y Zeda"—y en la que,
los nuevos giros literarios y poéticos "Manantial", que, según sus progenito- lo mismo que Góngora metáforizaba el
1
que se abrió en una floración exuberes, era esto: "Agua de antes, de ahora, plato de carne, Diego metáforizaba la larante
de revistas provincianas y regiona- de después, de siempre, buena para todos vandera, y Fernando Villalón,_ con su
les, fruto éstas, a su vez, de la joven los recipientes, para todos los catadores "Toriada". De Villalón también se pu-
intelectualidad que en el transcurso del de belleza y horizonte. "Manantial" es blicó en la imprenta de la revista su fa-
tercer decenio del presente siglo irrumpió modesto, humilde, recatado, como que namoso libro "Romances del 8oo"_, que mar-
en el campo del arte y de la literatura, ce entre césped, a los pies del viajero. caron en la lírica contemporánea espa-
amenazando, por un momento, con la ins- Para el viajero mana si el viajero no lo ñola una vuelta a lo popular; a lo potauración
de una reforma a fondo de las ciega." /Conmovedora predicción la conpular quintaesenciado. Este retorno a
fórmulas al uso. Líbreme Dios de la tentenida en las últimas palabras!
lo popular, que inició Villalón, responde
tación de pretender desentrañar aquel La revista era mensual y apareció el a la presencia de la temática y de la .
movimiento poético-Hterario (mezcla de primer número en abril de 1928. Por cier- forma populares precisamente en un mo-
magnífico y de disparatado) y de tratar to que en la portada se iniciaba un tramento en que la poesía parecía haber-
de fijar su alcance o _ señalar las causas bajo de Antonio Machado, en el que cose decidido por el "espectáculo complica-
de su anclaje definitivo en pleno mar menzaba estableciendo su creencia en el do de la vida febril de la ciudad, de la
de ilusiones juveniles. Deseo tan sólo de- porvenir del teatro, "pero hay mucho por máquina o de la guerra. El sentido del
jar aquí constancia de aquel intento re- hacer—-decía—, mucho que continuar. Lo neopopul'arismo en esta poesía, tiene,
novador.
que el porvenir más inmediato aportará primero, un carácter andaluz, porque en
Y el grupo que soñaba y anhelaba al^s sin duda a. la escena es una reintegra- ningún otro folklore sé dan. las posi-
impulsoras se independizó para editar ción de acción y diálogo, una nueva sínbilidades estéticas en relación con ios
"Manantial", que constaría^ normalmente tesis del elemento constructivo del drama nuevos literarios.
de doce páginas, con una hoja central su- en que hoy aisladamente se labora, con Así, como muy de pasada hemos visplementaria—
" Antena " —dedicada a noti- gran ahinco y éxito mediano".
to, la revista "Litoral" forma parte de
cias y comentarios "cuando haya el ma- En seguida hacía la salvedad de Jacinto ese conjunto de publicaciones que. contriterial
neces'ario para ella". Y se formó el Benavente, "nuestro gran dramaturgo acbuyen a la renovación de la poesía lírica
cuadro de Redacción. Serían directores tual". A continuación, Machado afirma- española. En "Litoral"—como en esas
José María Otero, ya fallecido, y Marceba que la acción '^ha sido casi expulsada otras
liano Alvarez Cerón. Integrarían la Re- de la escena y relegada a la pantalla, dondacción
Alfredo Marqueríe, Mariano Grau de alcanza su máxima expresión—y digá-
(que tendría a su cargo la inmensa resmoslo también—, su reducción al absurdo,
ponsabilidad de administrar lo que no ?c- a la ñoñez puramente cinética". Claro es
día administrarse), Mariano Quiñtanilla, que el autor se refería sin duda al cine
Juan Francisco Cáceres, Pablo Andrés Co- mudo, puesto que precisaba: "La acción
bos y algún otro, cuyo recuerdo se ha sin la, palabra, es decir, sin expresión de
llevado el tiempo.
conciencia, es sólo movimiento, y el mo-
En el cuadro de colaboradores había de vimiento no es estéticamente nada." No
figurar Antonio Machado, que conjugaba sabemos si Antonio Machado corrigió
su cátedra de Francés en el Instituto de aquella opinión al ver unidas la. acción y
Segunda Enseñanza con sus lecciones y la palabra en el cine hablado.
orientaciones poéticas y literarias en el "Manantial" continuó apareciendo nor-
círculo de los inspirados vates y literatos malmente en sucesivos meses, hasta llegar
que celebraban animadas tertulias, ora en al sexto número, en el qué encontramos
el taller de cerámica de Fernando He- una nota én negrita que rezuma la más
rranz (actualmente director de la Escuela fina y galana ironía, Veámoslo: "Aten-
de Cerámica de Buenos Aires), ora en el diendo al insistente favor que nos dis-
ambiente acogedor del desaparecido café pensa el público culto, "Manantial" anun-
"La Unión", o en la terraza del café "La cia interesantes reformas que comenzarán
Suiza", en l'a plaza Mayor, junto a la —al iniciarse su segunda época—con el nú-
maravilla gótica que es "la dama de las mero siete." Quienes estaban en el se-
catedrales españolas ".
creto sabían que las alas se plegaban bijo
A don Antonio Machado seguían su her» el peso insoportable de las ilusiones, -único
mano Manuel, el marqués de Lozoya, el tesoro que Grau podía, administrar, y ad-
marqués de Quintanar, Antonio Ibot (hoy ministraba con gran intrepidez, pero que
catedrático del Instituto Español de Lis- no podía traducir a guarismos. Las cuenboa),
Giménez Caballero, José María Altas del impresor no podían ser pagadas
faro, Gerardo de Diego, , Jaime Ibarra, • con poemas. Alvarez Cerón, el generador
Francisco Martín y Gómez (éste, proce- de "energía física", veía exhaustas sus
dente de "Meseta", de Valladolid), Javier finanzas, y el "insistente favor del pú-
de Winthuysen, Teófilo Ortega, Adolfo blico culto" no era suficiente a taponar
Schulten, autor de una espléndida des- las aterradoras brechas que la imprenta
cripción histórica de Cauca (Coca), "Una abría inexorablemente.
ciudad de Tos celtíberos", trabajo dedica- El estado comatoso de "Manantial" hido
" al excelentí simo señor marqués de zo necesaria una inactividad absoluta de
Lozoya", y algunos otros destacados lite- varios meses. Y en uno, hoy indefinido,
ratos y poetas.
del año 1929, apareció el número siete,
¡Ah! Pero las alas son materia, por mu. último de la revista "Manantial", tan
cho que se pretenda idealizarlas, y es in- sensible a las novedades literarias de la
dispensable la energía física para poner- época y espléndida expresión de aquel
las en movimiento, ¿ Quién financiaría la movimiento renovador.
revista ? Y surgió el audaz y generoso
financiero, personificado en Marceliano Al-
j revistas provincianas a que más
arriba aludimos—, el pie. de imprenta no
limita ni reduce. No fue una revista de
provincia, sino una de tantas de carácter
nacional.
En su no muy larga vida, hubo incidencias.
Debemos apuntar que "Litoral"
—como casi todas las publicaciones poéticas
de este tiempo—no aparecía con la
regularidad y puntualidad de otras . publicaciones.
Además, a los pocos números,
se apartó de la dirección José María
Hinojosa.
Después, cuando estas revistas provincianas
empezaron su declive, una de las
que primeramente desaparecieron fue "Litoral".
Así, pues, después de una vida arte-
(sana y laboriosa—podríamoslo decirlo
así—, cesó de aparecer la revista "Litorai",
y no quedó—como -recuerdo prehistórico—más
que la humilde imprentita
de la calle de San Lorenzo.
C. LÓPEZ TRESCASTRO.
La actualidad del
Mundo, se la ofrece
SEMANALMENTE,
Así ES
DE PABLO.
&&¿íz/¿e¿
¿

NOTIC I A
BIBLIOGRÁFICO
LIBROS PUBLICADOS
GRUPO 0
OBRAS
GENERALES
UNA REVOLUCIÓN EN EL CON-
CEPTO FÍSICO DEL MUNDO.—Ernst
Zimmet".—Traducción de la quinta edición
alemana por Juan Petit.—Editorial Gustavo
Gili, S. A., Barcelona.—292 paginas,
56 grabados y 11 laminas.—Tamaño
23 por 15.—Papel Alfa extra.—(04).
AHORA Y SIEMPRE.—Rafael Calleja.
Editorial La Nave, Madrid.—320 páginas.
12 peseta».—"(04).
TEORÍA DE ANDALUCÍA.—José Ortega
y Gasset.—Revista de Occidente, Madrid.—Segunda
edición, 8-III-44.—200 páginas
en cuarto.—Papel "Impresión primera".
— (8*). — Contiene los ensayos:
"Teoría de Andalucia", donde se estudia
la forma debida andaluza, e "Introducción
a un Don Juan", donde se aclara
esta figura simbólica. Se incluyen los ensayos
titulados: "La perfección del prójimo",
"Corazón y cabeza" y "Guillermo
Dilthey y la idea de la vida*.
CANTOS Y CUENTOS DEL ANTI-
GUO EGIPTO.—Tomo II de la colección
"Musas lejanas".—Revista de Occidente,
Madrid.—Segunda edición.—190 páginas en
octavo menor.—Portada a todo color.—10
pesetas,—(98).— Es una antología de los
mitos, cu«ntos y leyendas del antiguo
Egipto. Y unas notas sobre el alma egipcia,
de José Ortega y Gasset.
GRUPO l.o
FILOSOFÍA
SAN ANSELMO Y EL INSENSATO,
Y OTROS ENSAYOS FILOSÓFICOS.—
Julián Marías. — Revista de Occidente,
Madrid,—Primera edición.—280 páginas en.
octavo.—Papel Central de Fabricantes.—
(14). — Contiene tres temas: "Sobre ¡a
cuestión de Dios", "El conocimiento del
raundo" y "El hombre y la Historia".
Reúne este tomo los ensayos dispersos en
revistas.
GRUPO 2.Q
TEOLOGÍA
Y RELIGIÓN
VERSAD Y VIDA. CoíeccfcSa de hecho»
y dichos catequísticos.—P. Ramón J. Mu.
nana, S. I.—Editorial "El Mensajero^ del
Corazón de Jesús", Bilbao.—700 páginas.
En rústica, 14 pesetas; en tela, 16 pesetas.—(21).—Consta
de cuatro tomos. Tomo
I: El Credo y los Novísimos.—Tomo
II: Los Mandamientos de la Ley de
Dios y de la Iglesia.—Tomo III: El Pecado.
La Gracia. Los Sacramentos.—Tomo
IV: La Oración y el Padrenuestro.
Acaba de salir el primero,
EJERCICIOS ESPIRITUALES PARA
NIÑOS.—Fray Manuel gancho, mercedario.—Tip.
Cat. Casáis, Barcelona.—Segunda
edición. — 568 páginas, tamaño í6,s
por 11.—En rústica, 16 pesetas; en tela,
20 pesetas.—(24).
OLMEDO.S.l.
ción
adc
oía.
_ . .ESPASA-CA1P£,S.A.
GRUPO 3.Q
Ciencias sociales
Derecho
PRINCIPIOS DE HACIENDA.—
Ehébrg-Voesler. — Versión de Ja séptima
edición alemana.—Editorial Gustavo Gili,
S. A., Barcelona. — 532 páginas, tamaño
^3,5 por *5>5-—Papel "Impresión segun-
Aa",—En cartoné, 40 pesetas.—•(33).—Contiene
apéndices sobre la Hacienda española,
por Juan Sarda Dexeus y Lucas
Beltrán Flores.
GRUPO 5.Q
CIENCIAS PURAS
FUNDAMENTOS DE LA QUÍMICA
GENERAL, SEGÚN LA TEORÍA DE
VALENCIAS POSITIVAS Y NEGATI-
VAS.—Eugenio Saz, S. I.—Tip. Cat, Casáis,
Barcelona.—Tamaño 25 por 17.—1.026
páginas, más láminas en once colores.—*
Dos volúmenes. — Primera edición. — En
rústica, 104 pesetas; en tela, 120.—(S4),
JOAQUÍN NAHTINEZ FRIERA
PRINCirE
GRUPO 6.0
CIENCIAS
APLICADAS
PATOLOGÍA Y TERAPÉUTICA VE-
TERINARIAS.— E. Frohner y G, Zwick.
Editorial Gustavo Gili, Barcelona.—Tercera
edición.—Tres volúmenes de 25 por 16.
2.198 páginas y 489 grabados, muchos de
ellos en colores.—Papel "Impresión primera"
()
TRATADO GENERAL DE TOPOGRA-
FÍA. — W. Jordán.—Editorial Gustavo
Gili, S. A., Barcelona.—Versión de la novena
edición alemana, por José María
Mantero.—Dos volúmenes de 27 por 18,5.—
1.116 páginas y 966 grabados.—Papel Alfa
extra blanqueado.—En rústica, 220 pesetas;
en tela, 250 pesetas.—

UN PRECEDENTE OLVIDADO de
Los? nombres efe C
DfHAKW
oqitLS? cfon *D1& república, de C
c&no 9jo d

DESDE EL "ROMANCE DEL m RODRIGO"
HASTA NUESTROS DÍAS
"LYRA HISPANA"
ANTOLOGÍA EN HÚNGARO, DE POESÍA ESPAÑOLA
L
A expansión de la literatura española
se ha ensancíhado en
estos últimos años. El prestigio
político suele estar . acompañado
por el artístico, y no es pura casualidad
que la hegemonía literaria
de España haya acabado en Europa
más o menos con la fecha del Tratado
de Westfalia, substituida luego
por la de Francia. Hoy, la atención
del extranjero se dirige otra
vez hacia España en todos los terrenos,
como reserva, moral y fuente
de Artes. Una función diaria, en
término medio, en los escenarios de
Alemania, dedicada al teatro español,
Calderón y Moreto, en Budapest
Los hermanos Quintero en
Londres. Música de Falla, en todas
partes.
Y ahora, una antología de poesía
española en húngaro, desde el "Ro- 500 £V SPANYOL KOLTESZETE
mance del Rey Rodrigo hasta los
contemporáneos". Libro de 260 páginas,
editado con gusto y en buen
papel. Traducción hecha por dos
jóvenes poetas: Endre (Andrés)
Gaspar y Endre Pal. Traducción Mo de Jérica. El sigilo pasado está
perfecta,, asombrosamente fiel, con representado por el duque de Rivas
las mismas rimas y asonancias que ("El faro de Malta"), José ESpron-
en el original. En su prólogo, los ceda ("iEl mendigo", "(La canción
traductores recuerdan la frase de del pirata"); Zorrilla ("Tempes-
Schopehihauer: el francés es el idioma
de la conversación, el alemán
PORTABA 1 10
de la enseñanza, el italiano del
canto y el español de la poesía. El
español apenas necesita la intervención
del poeta para que sea verso.
Es fácil, quizá demasiado fácil,
rimar y asonant'ar, tanto que más
de un poeta ha abusado de tai; facilidad,
produciendo (poemas superficiales,
aunque generalmente muy
sonoros. El idioma húngaro es enteramente
diferente. Resulta muy
1 difícil encontrar rima rica, com- £> Vascello

LOS EDITORES BRITÁNICOS
EN TIEMPO DE GUERRA
Tienen poco papel y molo yn ¡nteresante ^ d¡ d N ^ pj ^ fa ,
L
AB ediciones y ventas de 'libros en Inglaterra, con-
tinúan en estado floreciente, no obstante las rsstr
©cienes de lia guerra en mis feriales, y lia escasez
de personal. Esta es lia primera impresión de mi ¡visita
realizada a Londres.
Desde luego- los libros, Ihcy en Ingliaiterira, no son
lio qaís gEOEíiiJiaentie han sido. Eli papel 63 ésOlas© para
cuilqui'er uso, hasta el ¡punto de ique las gentes ahorran
el papel de periódico y se unen para disfruiíairlio
en común, tal como en Estados Unidos se unen varias
¡psivonas para utilizar un auto. En Inglaterra, cada
periódico es leído por cinco o seis "personas diferentes.
Y cuantío el último de 9a cadena, de lectores
ha ¡terminado 1 de leerlo, se gualda cuidadosamente eli
diario ¡para envolver paquetes o para otros IUBOS. La
tirada de revistas, aún lia 'del mundialmente conocido
"Ttoe Kconomist", es tan reducida, ique los ejemplares
han de reservarse con muoha anticipación pira poder
obtenerlos.
Eli racionamiento de papel para editores es severo
y estrictamente mantenido 1 . Todos los libros nuevos
aparecen en tamaño reducido, estrechamente impresos,
prácticamente sin márgenes. No parece que haya, i,
dificultades en obtener telas para encuadernar, paró ,
litaros ilustrados y decorados son pocos, la calidad de
papel disponible es tan mala, que no. permite uria
buena reproducción. IKn consecuencia los libros ingleses
aliona, no son a trayentes en su presentación.
Los editores no pueden imprimir tantos libros como
lies son pedidos. Una razón es que tos libros son comparativamente
baratos. IL03 precios todavía son (por
término medio como acostumbraban a ser, entre siete
chelines y seis peniques y diez chelines, mientras
que todas lias demás cosas han subido de coste.
Otra, y probablemente más impostante razón, es la
de ¡que ha hisibido un completo cambio en lias costumbres
y en la vida social inglesa, a icausa de los apagones
de noche.
Andar durante el apagón no es agradable. Los teatros
abren y cierran temprano. I>os clubs y bares tienen
poco ique servir. Así, la mayoría de las gentes,
cuando no tienen que hacer ningún (trabajo-, se quedan
en casa, y leen.
Leen todo lio que cae en sus manos. [Novelas y asuntes
de guerra, y sus problemas. Estas «liases áa libros
spjn los preferidos. Los escoliares aparecen menos frecuentemente
entre lias ediciones de las imprentas. Pero,
en todo caso., ¡todo lo Ique se imürime es seguro que
se vende inmediatamente. Ediciones de 10 y 15 mili
ejemplares se agotan en pocos días o al siguiente de
salir a lia calle. • .
Los editores prosperan y están sumamente ocupados.
Nunca trabajaron tanto, según la memoria de todo
eli mundo. Su rutina ha cambiado por completo;
su personal ha sido diezmado uor lia, guerra y el tra-'
bajo para lia, misma. Muchos de sus 'talleres han sido
bombardeados y han perdido su material y sus depósitos.
Sin embargo, con muy pocas excepciones," lias
viejas casas siguen adelante. Loe más de los editores
emplean parte de su, tiempo en algún 'Ministerio o pública
oficina y dedican él resto del día a su labor editorial.
Además muchos tienen que prestar diferentes
servicias complementarios o de ayuda., como ibom-
IXTOS,. guardianes de noche, o cualquier otro trabajo
de lia defensa civil dé la ciudad.
Como quiera que todos los similares tienen lias mismas
ocupaciones, las antiguas horas de oficina han
cambiado por completo'. Los editores para ver a un
autor, por ejemplo, tienen que hacerlo durante eli
tiempo del almuerzo o de cinco a siete de la tarde.
Hay que tener en cuenta que no hay medios de transporte
durante lia noche, y el que yiv© en los alrededores
de Londres, debe hacer una langa caminata para
regresar a su casa. ITodo eli mundo está sobrecargado
de tareas, todo el mundo está cansado, pero todo
eli inundo (trabaja.
Ocn los viejos editores actuando en dichas condiciones,
no sería, de suponer que haya nuevas casas que
comiencen eli negocio. Pero la realidad esta lejos de
esto', por dos razones. ¡Primera porque quienquiera
que pueda imprimir un lilbro, está seguro de venderlo.
La otra razón es que ai paso que los antiguos editores
pueden recibir, por eli racionamiento, un tanto por
ciento del papel que antes empleaban, un editor! nuevo
puede adquirir todo el qu© un Impresos: quiera
darle. Eli resultado es qué desde' que comenzó la ¡guerra
hay unos sesenta nuevos -editores ien Londres. Y
todos iganan pinero. Nadie sabe cuántas de estas nuevas
empresas quedarán en el negocio cuando el racionamiento
del papel termine, pero mi opinión es
que casi todas, si no ¡todas, desaparecerán.
Las ©asas, que imprimen en. francés, que son grupos
emigrados y que conservan lias viejas tradiciones
de los 'editores ¡franceses, seguramente también
desaparecerán tan pronto como puedan volver a
Branda. Los más de estos editores y algunos emigrados
a Nueva York, están haciendo labor de propaganda
de guerra.
Mientras 'Canto, autores que no conseguían, lantes de
lia 'guerra, vender más allá de una edición anual da
'2.800 ejemplares, venden ahora ediciones de 10.000
y mág. 'También van saliendo nuevos escritores. Existe
un gran espíritu creativo .en la Oran Bretaña,- a
pesar del ¡gran número de hombres y mujeres ocupados
en la guerra y >en sus servicios áuxñiis^es, de ¡qus
cada cual está muchas horas ocupado; 'despecho de
lia exasess ele ípspel, y de lir inceutidumbre de cuándo
pueda ees ¡publicado un libro. Un editar- tiene 1.400
contratos firmados para la publicación de otros tantee
manuscritos, y no los puede imprimir por falta de
papel.
situación del movimiento intelectual en dicho país
E N
cierta ocasión se dijo que la expresiün dé 1*
madurez de Chile lo constituyó el hecho de que
el centenario del discurso pronunciado el 3 de
mayo de 1842 por don José V. Lastarria, no hubiese
pasado desapercibido en los principales centros intetelectuales
del país. Y fue
justo esté homenaje recordatorio,
porque este discurso es
considerado como el punto de
partida de una literatura, auténticamente
nacional, y porque
en aquel año tuvieron
lugar varios acontecimientos
de carácter intelectual, de
i n d iscutible trascendencia.
Pero, los discursos y artículos
con que se conmemoraron estos
hechos fueron sucintos e
inorgánicos. JPor eso adquiere
un gran relieve lia publicación
de "La generación Chilena
de 1842", de Norberto Piniilla.
Desde años se ha entregad©
este escritor a la crítica litearia.
"Cinco poetas", es su
obra de mayor consistencia.
Su ensayo "Panorama y significación
del mundo literario
de 1842", obtuvo un primer
premio. Con "La generación
chilena de 1843", i
nülj afirma su categoría
crítico estudioso e informado.
El título no corresponde al
contenido de su libro, y la
misma palabra generación se
presta a equívocos. Sería preferible
que continuáramos
Ñamando esta fecha cumbre
de la literatura chilena, con
el nombre que la han con.
Easrrado los historiadores:
" Movimiento intelectual de
1842".
Inicia Pünilla su libro con
ana, sinopsis de la vida chilena
en sus primeros años de
país independiente. Por este
motiva tiene que referirse a
Portales. A continuación hace
las semblanzas de Andrés
Bello y José Joaquín de Mora, que aparecen retratados
en sus rasgos característicos, con sobriedad y justeza.
"Su estética tes normativa", dice jal referirse a-
Bello. "Ceñida a la tradición clásica de griegos, iromanos
y renacentistas, no siempre sabe comprender Ja
inquietud de la nueva sensibilidad. Con todo, su ma-
EN EL SALÓN DE INDEPENDIENTES DE PARÍS
tos maestro» y los jóvenes eluden su asistencia
O que el! nivel constantemente en taja, de lias exposiciones
de la Sociedad de Artistas Independientes
hacía temer desde hace algunos años, ge
ha. convertido en un Iheetio innegable: tos Independientes
fttan naufragado. No tan sabido conducir su
nave, que, a merced de ¡las tempestades y tormentas,
fracasa atora contra las escarpaduras de la vida moderna.
El 55 Salón de Independientes, que aleaba de abrir
sus puertas en el Museo de Aintie Moderno; no puede
pretender continuar siendo el lugar de cita de la audacia
y el espíritu de vanguardia de lia pintura fran-
cesa, lio que en otros tiempos constituía su .gloria y su v
•verdadera, raizón de ser. IA nadie se le •puede achacar
lia culpa en particular, es una Salta de todos. El mal
arranca desde los orígenes de lia Sociedad de Artistas
Undepsnddsntes; estíriba, sabré todo, en eli espíritu
mezquino y cerrado del Consejo de Administración, del
Salón, ique en la época, de fiu creación constituía Ja única
manifestación artística, del año. Culpa, también
de los raros ccmericiantes. de pimíurae, que tan solio re-
&srvaban íus vitrinas a l' a s elbras marcad; s con el.
"íuera de concurso" y a las galardonadas con las
"medallas" del Salón. . .
Eli importante p?p'eli representado en Ka historia.
id el art» moderno oontemporáaMo por el Salón de Independientes
(al que siguen más; tarde el Salón de
Otoño y el de ¡lias Tuillería?) íué sucesivamente suplantado
poír lia lactividaid de los ¿raflcantes. Desde
entonices, los nuevo-, movimientos de lia pintura, no tenían
lugar precia: mente en el Salón, sino fusta de
¿Es que Ha época de Iios Indepénidiantég os ha ferminado
definitivimente?
PASTÉ UR
HOMBRE D£ FE
Un miembro de su familia acaba
de publicar una colección titulada
"Las más bellas páginas de Pasteur"
M
A pasado medio siglo desde la muerto de Pasteur. £1
mundo no iha dejado de venerar su memoria. Un miembro
de la familia Pasteur, dedicado desde hace mucho
. tiempo a cuidar el luego sagrado de una gloria Justa,
ha publicado una colección intitulada "Las ¡páginas más bellas
de Pastean*. Es sabido tjue, en una ép»ca en qué el materialismo
y el determinismo triunfaban, Pasteur tuvo la originalidad
de creer en Dios, Creador de todas las cosas, teniendo
la "osadía" de decirlo.
Las más bellas páginas entre las bellas reunidas por M. Paateur-Valléry-
Radot, -son precisamente aquellas en que el deísmo
del gran sabio se expresa con una fuerza singular. El
primer testimonio está sacado de un discurso pronunciado por
Pasteur el 8 de agosto de 1874, con motivo de la distribución
de premio® en el Colegio de Arbois, pequeña villa jurasiana
en la üjue vino al mundo ©1 inventor de la vacuna antirrábica:
"El hombre de fe, declaraba Pasteur, al decir de ciertas gentea,
no sabe ni quiere saber de nada. Cree en una palabra
sobrenatural, lo que sería, incompatible con la ¡razón humana,
pero es aun más incompatible con la razón humana creer en
el poder de la razón sobre los problemas del origen y el
fin de las cosas. iLa razón, no lo es todo, existe también el
sentimiento. Y lo que constituirá eternamente la fuerza de
convicción del hombre de fe, es que las enseñanzas de su
creencia están en armonía con los impulsos del corazón, mientras
que la creencia del materialismo impone a la naturaleza
humana invencibles repugnancias." Este lenguaje que quizá
ro llegaron a comprender los jóvenes escolares a quienes iba
dirigido, no pasó desapercibido por el clan de materialistas y
determioiistas, clan de los iMarcelin iBerthelot y otros sabios
tan imbuidos de ateísmo. '
Y he* aquí otra profesión de fe hecha por Pasteur, no anta
en él «raen artístico íes sobrio, valioso y sin-un
auditorio de jóvenes, sino ante el auditorio más refinado
Habna que agregar que su mayor influencia se del mundo, en la recepción de Emest Renán en la Academia
ssta en lia redacción deli Código ¡Civil chileno, Francesa, el 27 de abril de 1882: "¿Más allá de esjta bóveda
ademas de las «fue ejerció como rector de la Universi- estrellada-!—preguntaba Pasteur—qué hay ? ¿ Nuevos cielos esdad
de aquel país.
trellados ? ÍBien. ¿ Y más allá ? El espíritu humano impulsado
por ¡una fuerza invencible, no cesará de preguntarse: ¿ Qué
PinilJa destaca eli espíritu hay más allá? El que proclama la existencia del infinito, acu-
organizador de don Manuel mula en su afirmación mucho más de sobrenatural de lo que
Mont, en cuyo decenio se fun- Etj encierra em todos los milagros de todas las religiones." De
da lia Universidad de Chile y esta forma, Pasteur planteaba el problema de lo sobrenatural
ante un auditorio ultra-crítico en el que figuraban los más
lia, Escuela Normal de Maes- grandes sabios franceses.
tros.
La conclusión que se saca dé la lectura de estas páginas
En mayo de 11842, nos inf or. es

Ha muerto en París
el poeta lituano
JURGIS BALTRUSAITIS
D
EL inundo úe las Letras desaparece otra gran figura. Baltrusaitis,
el igram pceta, muere hace pocos meses, tras de
corta enfermedad, ex?, París, después de haber andado por
los caminos diel mundo, en los que sus ojos se abrieron
curiosos a las mil ¡maravillas tte la tierra y el cielo. 'Es el posta
da las visiones brumosas, de palideces y nostalgias, de rutas de
melancolía; de ese más allá de los «eres y 4el -aanor que cubre
de cenizas ^^ sus obráis, de las
que la mayor paute están en el Museo Thorvaldsen
de Copenhague, hubieran bastado para mantener la
glciTis;:¿je menos fértiles émulos.
Después de RU larga estancia en Roma —desde 1797
13 1838— cortada únicamente por dos ráDidos viajes a
Alemania y a Dinamarca, Bertei Thorvaldsen dej'i
'd«flnWl*afefeete la ciudad papal para instalarae definitivamente
en Copenhague.
El 24 de marzo de 1844, después de unís, representación
en el Teatro Real, muere este gran artista, después
de haber triunfado fuera y dentro de su mis
que reconoció en él a uno de sus hijos predilectos. "

UNA GENERACIÓN QUE
EMPEZÓ A PEDRADAS
Lea
todas las
semanas
EL
ESPAÑOL
Ganivet y el "Greco"
¡CONTINUACIÓN DE LA PAGINA 17 DEL NUMERO ANTERIOR)
U
N nombre queremos destacar: ta, le conté lo sucedido a Rusiñol
el de alguien que por aquel y como 'éste y yo teníamos un
entonces vivió una larga "Chuti" le hicimos buscar teda cla-
temperada en Sitges Ángel Gani- se de antecedentes de aquel hom-
vet. Sigamos para,
bre. Cuan do se
ello, una interviú
iba a terminar la
que con destino a
un periódico ame-
X
ceremonia que
inauguraba la. esricano,
le hicietatua
del "Greco"
ron a mi padre:
•> en Sitges, sabía-
"Canecí a Ánmos
que aquel
gel Ganivet —de-
hombre había lleclaraba—
el día
gado el día antes
que se inauguró
al pueblo ,con cin-
la estatua del
co mujeres y que
" Greco'S en Sit-
se había hospedagas.
Santiago Rudo
en la fonda
eiñol, en una pe-
de Calcolse, enfia
literaria- d e
tonces la msjor
Madrid, que se
de la villa. Ya
reunía en la cer-
con estos datos,
vecería inglesa de
Santiago Rusiñol
la Cara-era de San
y yo nos acerca-
Jerónimo, p a. r a
mos al .citado se-
demostrar la 'Viñor
y le dijimos:
talidad espiritual
"Mire usted, no
de Sitges, afirmó
hemos de moles-
que en él podía
tarle. Tenemos in-
hacer cuanto queterés
eu conocerle
ría y que cual-
a usted porque se
quier i n i c i airea
nos antoja que us-
artística suya seted
debe ser un
ríainmediata- Ramón Casas, según su autorretrato hombre interésate.
mente convertida
pintado en 1886.
Véngale con
en realidad. Los demás compañeros nosotros y charlaremos. Horas des-
de mesa no lo creyeron, y Rusiñol, pués, aquel hombre nos decía
con esa franca decisión que le ca- llamarse Ángel Ganivet, y estuvo
racterizaba, dijo: ved que el asunto toda la santa tarde charlando con
puede apasionar a poca gente y no Rusiñol. con Modesto Sánchez Or-
es propio para lanzar a todo un tiz y conmigo, y para continuar la
pueblo a la calle. Pues bien, para discusión cenamos juntos. Decía
demostraros la inquietud artística cosas intensamente interesantes y
y espiritual de nuestro pueblo, yo extraordinarias. Lo que más nos
voy a, lanzar la iniciativa de que asombró, sin embargo, fue la .ma-
Sitges debe levantar una estatua al' nera de engarzar los comentarios
"Greco" y esta estatua será coloca- y 'de fundamentarlos; y recuerdo
da en su paseo principal. Efecti- que me quedé boquiabierto cuando
vamente, lanzó Ruiseñol la idea y nos dijo: "¡Oh!, Barcelona. ¡Bar-
poco tiempo defjpués los ¡habitancelona puede estar tranquila portes
de 'Sitges tobían cubierto unas que tiene su existencia segura y
Estás da suscripción; y, sin cono- un porvenir maravilloso!"
cer a Dominicus Teotocopoli se levantó
un monumento en Sitges, "¿Por qué? —le preguntamos—.
obra del escultor Reynés.
Y él nos contestó: "Porque su nombre
termina con A. Como Roma".
"Yo no estaba conforme con "Al día siguiente Ganivet y nos-
aquel proyecto —siendo, eso sí, un otros ya éramos amigos., es decir,
entusiasta del '"Greco"— porque yo amigos, amigos, no. Eramos adver-,
no suelo estar conforme con mu- sarios. Yo tengo un libro de Ganichas
cosas, y en vez de (permanevet. "Granada la bella", con esta
cer en las tribunas entre" las per- dedicatoria: A mi querido enemisonalidades
y los artistas quise go Miguel TTtriUo... Y empezamos
confundirme con la multitud. Ha- a discutirlo todo y a combatirlo toblaba
Salmerón, y yo., más que esdo también. El pobre Ganivet era
cucharle observaba a la concurrencia
por si encontraba algún conocido,
cuando me fijé en un hombre
que me pareció algo extraordinario.
Su cabeza desmontesrada
rec rdatoa la de los ¡bustos del Renacimiento.
Su cabellera al vuelo;
sus grandes ojos negros estaban
atentos y sus labios sensuales se
movían nerviosamente. Empujando
a unes y a otros conseguí aproximarme
al tal personaje. Cuando
estuvo cerca de mí, me di cuenta
de que no iba bien vestido y que
. llevaba alpargatas, Al cabo de un
rato de permanecer a su lado le
pregunté:
"-—¿Qué le parece todo esto?, y
él me contestó seca y griamente:
""—¿Y a usted qué le importa?
Me quedé de piedra. No era cuestión
de pelearme allí .por grosería
más o menos y me retiré y espere
otro momento más propicio para
charlar con aquel hombre que yo
no desistía, de conocer y de tratar.
"Poco antes de terminar la fies- *ff
Ángel Ganivet.
un anormal; .discutía con uría vehemencia
que no puede ser igualada
por nadie: cuando defendía un criterio
lo sostenía, ferozmente. Se.
ponía frenético, pálido, desencajado,
babeada y cuando la cosa se
ponía tan 'grave que debía terminarse
lógicamente por vías de hecho,
se levántate del asiento y se
marchaba-. Y así casi todos los
días.
"Cualquier tema político o artístico
era discutido así. Sobre todos
los asuntos que afectaban a la
soberanía de la. autoridad 1 ce
política,
le descomponían. Había' en él un
•africano Heno de grandes pasiones
y odios.
"En el mes y medio que estuvo
Sitgee escribió las "Cartas filandesas",
que se publicaron primero en
"3Ja Vanguardia", antes que en
"El Defensor de Granada". ¡Las escribió
en el '^Cau-Perrat". Ángel
Ganivet,. en Sitges, llevó una vida
de hombre correcto. Comía modestamente
y no Ibebfe. y las dos ve-
1 que Rusiñol o Sánchez Ortiz o.
José M. a "Un día se marchó y, al cabo de
Jordá, le obligaron a be- alaún tiempo, comenzaron a llegar
toar, Is sentaba mal. Se mareaba a Sitges sus cartas desde Finlan-
fácilmente. Nadie sabía sí sus media; cartas que rebosaban optimisdios
de vida eran,
mo. Era jun pe-
muchos o escasos.
cador. Las cinco
No se le vio o no
compañeras de
nos dimos cuenta
viaje constituían
de si, necesitó di-
eu harem sentinero
ni menos de
mental. Sus car-
ningún acto de
tas no dejaban
tacañería. Eso sí,
nunca, traslucir la
Ganivet era un
idea del suicidio.
hombre que vi-
Por eso, cuando
víaabsolutamen- llegó la noticia de
te fuera, de la so-
que se había arrociedad.
No se dajado"
al Neva, en
ba cuenta de na-
Riga, yo estuve
da, ni le intere-
mucho tiempo,
saba nada de
años enteros, sin
cuanto le rodea-
creer en la veraba.
Era un homcidad
del suicidio.
bre de extraordi-
Eso de desnudarnaria
vida, intese
en 'pleno inrior.
De todas mavierno
para echarneras
alguna grase
al río y morir,
ve cuestión mone-
no nos parecía
taria debió de te-
propio de Ganivet
ner porque en j
y, sin embargo,
.cierta ocasión vi §
era una cosa cier-
en una casa par- 1
ta. Se saben ya
ticular de Barce- *
todos los detalles.
lona toda la edi-
"A pesar deque
ción de "Los tra-
era un hombre
bajes del infatigable, creaacr Pío terturado, dolcrosa y trágicamen-
Cid", retenida Dios sabe ,r>or qué.... te torturado, no. creía yo
en fin, Ganivet era un buen compañero
y amigo. 'Cuando, discutíamos
en la. mesa de la fonda donde vivía,
si algún, huésped no estaba de nuestra
parte, entonces todos discutía-"
mos con él hasta, anonadarle; y'
Ganivet «I primero. Era muy divertido.
Además le visitaban con
frecuencia unas señoras misteriosas
y enlutadas. Seguramente eran
las mujeres que aparecen en "Pío"
Cid".
r Santiago Rusiñol, según un dibujo,
de MuMer.
que pudiera
soportar la amargura de no
ver triunfar sus ideales. Porque si
Ángel Ganivet se suicidó, lo hizo
como nuestro amigo Raimundo Caeéllas,
por equivocarse en la expansión
del ideal; .por no ver triunfar,
por no presumir fpróximes los
días del triunfo político por él defendido...
Como fuere y a pesar de
¡todo hay momentos en que creo y
me imagino, que todo ello es una
fantasía y que no hubo tal suicidio.
ESPAÑOLES EN PARÍS
i
M
I padre me decía siempre bres ya hechos y derechos, debie-
que él de joven había queron reanudar, sus amistades y corido
ser pintor; pero que la mo el barrio donde, vivía mi pa-
idea se la quitaron de la cabeza, dre y el de Rusiñol eran demasia-
primero Miguel Carbonell Selva, do distantes, decidieron buscar una
quien, siendo su maestro de dibujo casita ©n donde pudieran vivir jun-
le enseñó a oír poesías; después, tos, y así lo hicieron. Rusiñol pre-
Juan Chía, que, con sus caligrasentó a mi padre al escultor Clafías
de perspectiva, le hizo entrar riassó, a quien, ya conocía, por ser
ganas de saber descriptiva. Y su amigo éste, a su vez, también, de
gran amigo el 'dibujante José Luis C?-rt)enell Selva. Por su parte, Ca-
Pellicer, que, un día, allá por el nudas fue presentado por mi pa-
80, se paró delante de un retrato dre a Rusiñol.
d-a Rochefcrt, pintado por Manet
que para mi padre era entonces
Los cuatro amigos encontraron
el máximo exponente de la pintu-
una casa —que Rusiñol describe en
ra. Pellioer empezó a decir cosas
sus libros "Cartas desde el moli-
terribles, criticando la obra del
no" y "Anant peí mon"— en una
impresionista; y mi padre que no
calle de Montmartre, que jugaba
pensaba cerno él, callaba y movía
al escondite con otra calle que su-
la cabeza,. Ahora resulta —decía
bía fagsta. la cima de la montaña
mi padre— que Pellicer asegura
haciendo curvas. Era un barrio al
que su pintura es buena y yo opi-
parecer tan a la moderna que las
no todo lo contrario.
luces eran de 'uetr'óleo y la calle se
llamaba de L'Orierít,
Este incidente debió de consolar
a mi padre, puesto que ya estaba La. casa era un viejo taller de
en el observatorio de Montsomis y globos de seda y tenía una gale-
¡que a ruegos de m: t^usle y de ría pintada con cristales sucios
¡Valentín Almirall, ya. empezaba a dando, la vuelta, a un jardín, con
estudiar las carreras de ingeniero un solo árbol pero muy grande.
y de arquitecto, según, se puede leer Clarassó traía a la casa fragmen-
©n biografías y enciclopedias al tos escultóricos que servían para
uso. arrsglar la galería, que más debía
Vivía tranquilamente por aquel
recordar las mesas de- la Morgue
entonces a pesair de sus estudios,
que otra cosa.. Ramón' Casas dejó
escribiendo' correspondencias en
una impresión muy buena de aque-
"La Vanguardia", que 16 daba 15
lla casa, Cuenta, en una carta a
pesetas por dos artículos semana-
un amigo, que un día. con una cales
y una colaboración que contibeza
un poco pintada y un poco
¡Duó teda la vida, primero en "La
de hierba y maderos para imitar
Nation Belsue" y después en "Le
un cuerpo y una sábana hicieron
Soir", de Bruselas.
exclamar al gran Forain, amigo del
grupo: C'est la Morgue espagnole.
Vino en eso la guian Exposición
del 89, la más fastuosa, de las de Y fue precisamente en esta ca-
París, y un día, Pellicer, sismip-re sa en donde mi padre reconoció y
amigo' de mi padre, le presentó a dio su nombre a uno de los más
algunos amigos españoles. Entre grandes pintores de Francia: Mau-
ellos se hallaba Santiago Rusiñol. ricio Utrillo. Pero esta historia per-
Se conocían ya de pequeños, por fceneoe al secreto del sumario y no
haberse encentrado seguramente en seré yo, cuando menos, y por aho-
Amelie-les-Bains, en donde sus para, quien abra este paréntesis ni
dres respectivos iban a pasar el ve- menos quien la insinúe; una hiatorano,
y de jóvenes, porque iban a ría 'profundamente iirp.regnada de
la rúa y por haberse encontrado caballerosidad, de bohemia y por-
en algún baile, en el Círculo Arqué de arte.
tístico de la calle de Santo Do- Quedan por ahí, aún. gozando de
mingo del Cali y porque, siendo perfecta salud, hombres como don
mi padre secretario de la Asocia- Ignacio Zuloaga y Francis' Careo,
eión de Excursiones Catalanas, que se cuidarían muy mucho de no
fundada en Fiter y Canibell, San- dejar de mentir y que aprobarán
tiago Rusiñol expuso unos dibujos este silencio mío. ¿No es« así?
de hierro forjado en el local de la
entidad.
MIGUEL TJTBILLO.
Claro está, que en París, hom- Sitges, primavera efe 1941.
;• .'. >'' ,-'' !
P 1 N O D E L M A R
Pilólo rfí" la tierra, hacia los vientos
impulsas tu melena destrenzada,
los marea oleando, y en alada
esperanza pretendes los portentos
del rendido horizonte. Nueves lentos
tus perezosos brazos: madrugada
madurando de.ÍM los reinadus.
En Ig sepulcro.de mil degenerados,
tu corazón senciüo y aldeano no cabe.
mío, ¿y qué ímpuría? si tú eres más: un ave,
un biv nal/enturados,
a ios ánqeies, tus pies tan arañados,
tus rodillas tan sucias, tu acento tan suave.
: de tí Celina, que acarició tu pelo.
. : , ¡ , • • : • • : • • • •
de su puerta y Sus carnes vírgenes y redondas
apretaba en sus dulces Sabios de caramelo,
y después de unas cosas muy tiernas y muy hondas,
meditaba a la sombra de un rabie, cara a! cielo.
JOSÉ LUIS PRADO N0GUE1RA.
A • • ' '• • :•• : r: .7 ¿U- .• : •
EN LA A LAMEDA
DI
¡Gk .surtidor ami,
5o¡ serenado
ta paz estátii*f.it
y liviHiia»
u>zo de 1
EO rumor
¡ué nejaste e1
aire enaromado
y esla arboleda anii£a
y eotidi,- . .
blef ¿C¿ué o
é a t s C . .-3 ••:>.; .-'•¡.'* . '- lento levantado:
-' '. i v; • ' ;•,[..••
i. '. 1 ,- ..
den tú iaun
o ii ando
otar tu i
y e

BILBAO
1?' I- GRUPO LITERARIO "ALEA"~Ea Bilbao no hay
—aparte del "grupo del Suizo", exclusivamente artístico,
y que está én vías de transformarse en una asociación^ o
cosa por el estilo—más que un solo y único grupo literario:
el grupo "Alea". Pero su carácter realmente extraordinario le
hace acreedor a un ireporta¡je miniatura que encaja bien en estas
pagináis.
En primer lugar, el grupo "Alea"

5 *fÍ*:%Sf*S*ftf|aí'í
Si|¡¡|§|
RSs/ >W- :
•;
"Usrciín cae IVlonforte" ól©o de José GÍLJiteras, expuesto en Valencia.
VALENCIA AVILA
1» INTURA En Ja Sala de Arte Mateu, durante los días
•* del 17 al 31 de marzo, tuvo lugar luna «electa exposición
de cuadros sobre el tema "Flores y Bodegones". Había colgados
20 lienzos, sobresaliendo las firmas de Genaro Lahuerta,
Pedro de Valencia, francisco Lozano, Pedro Vilarroig, Salvador
Tuset, Peris Brell y Alfredo Claros. Precedían al Catálogo
unas palabras muy acertadas de Andrés Ochando.
En la misma Sala expondrá durante el mes de abril el pintar
Francisco Soria Aedó.
En la Sala Frats, el pintor bilbaíno Bay-Sala expuso del
13 al 24 de marzo 23 lienzos al óleo, paisajes norteños en su
mayor parte, además de unas cuantas vistas de Barcelona y
1 Valencia.
En la citada Sala Prast presentó paisajes al óleo el pintor
valenciano Peris Aragó, del 25 de marzo al 5 de abril. A este
sigue en el mismo Jugar, en las fecha 8 al 19 de abril, el pintor
catalán López Cabrera con cuadros de figuras.
]W EDITERRANEO" Y "LUCES" El catedrático y poe-
•"-*• ta valenciano Luis Guarner prepara un documentado libro
sobre Mayans, el gran polígrafo valenciano del XVIII.
Arturo Zabafa, bibliotecario de la Diputación Provincial de
Valencia, está terminando un interesante libro de historia con
el título de "Lope de Vega en Valencia".
En ocasión de la estancia en Valencia del profesor Karl
Vossler, le fue entregado por el catedrático señor Castañer el
primer número de la nueva revista literaria "Mediterráneo".
Próximamente aparecerá la revista mensual de espectáculos
y humor "Luces", editada por el periodista Maximiliano
Lloret.
A GRUPACION DE CÁMARA Los solistas y profesores
•^*- municipales de la Orquesta Municipal, bajo la batuta de
su director, señor Lamotte de Grígnón, han formado la agrupación
de Cámara de la misma, entidad que el Ayuntamiento
prc-Eentó a sus invitados de honor, en una magnífica fiesta, la
noche del 19 de marzo en la sala de recepciones del Palacio
del Ayuntamiento. Se interpretaren obras de Bach, Mozart y
Tchaffliowki.
B* L VIOLINISTA ABEL MUS El 22 de marzo se cele-.
•*-^ bró en la agrupación "Amigos de la Música" un concierto
extraordinario, interviniendo Abel Mus (violinista), acompañado
de Enna Mus.—M. DOMÍNGUEZ.
SAN SEBASTIAN
fi ONFERENCIAS.—El ÚÍA 1 de marzo ocupó la tribuna del
^- / Círculo de San Ignacio el redactor diplomático de "La Voz
de España" y licenciado en Ciencias Históricas, José Luis Banús,
quien disertó sobre los orígenes de San Sebastián, exponiendo
una teoría personal muy interesante sobre las luchas
banderizas durante la Edad Media.
El día 7, en el Paraninfo del Instituto Nacional, el profesor
de aquel Centro y director de "El Diario Vasco", José
Bemiezo, pronunció una conferencia sobre "Santo Tomás y la
milicia ántfllléctuaV*.
El día 26, el escritor local José M. a Donosty disertó sobre
el tema "La calle de la Trinidad", exl uno -cíe los "paseos hablados
", organizados por los Amigos del País. Fue la suya
una charla de carácter histórico, complementada con el recorrido,
ail frente de los oyentes, por aquella vía, núcleo originario
del burgo donostiarra.
T ' A GRAN QUINCENA MUSICAL—Tras unas jornadas de
-"-* pleno éxito en Barcelona regresó el Orfeón Donostiarra.
Esta masa coral se trasladó di 26 a fiiarritz, en ?.uyo Teatro
del Casino dio dos audiciones con motivo dé la clausura de la
Gran Quincena Musical, organizada por el Comité Nacional
Francés de Propaganda.
TE* XPOSICIONES.—Gustavo -de Maeztu expone en una sa-
-*-• la comercial una treintena de sus obras —óleos, acuarelas,
grabados, carbones—, unas ya conocidas y otras nuevas.,
En casi tedas se acentúa la nota literaria sobre la puramente
pictórica.
Ricardo Baroja, después de su exposición en Bilbao, donde
—-dicen— vendió ¡ ¡ más de veinte cuadros!!, T-repára otra
en Madrid, en la Sala Macarrón, para el 10 de abril.
"•" TEROS.—Un grupo de amigos * asistimos el pasado día 20
*^ á la lectura de algunos capí tulos de la novela " Cara y
cruz de un millonario", finísima sátira, plena de humor, que
acaba de escribir Mariano Ciriquiáin.
El "Pío Baroja en su rincón", de Miguel Pérez Ferrero, lo
traduce en la actualidad al francés, para Ediciones "Itreriques",
Jean Camp.
Traducido a su vez por Ferrero, la Espasa-Calpe de Argentina
publicará en Coí. Austral el viaje de Joshua Slocum "A
bordo del Spray". . .•')•-
"El Gran Capitán", de Luis M"Ha de Lojendio, lo ha vertido
al francés, para Edic. Tean Vig-nau de París. Gloreet. traductor
de algunas novelas de Valle Inclán.—José de TAFALLA.
*7J L Centro Cultural Abulense es una institución meritísima
M - Á que, dirigida por los RR. PP. Dominicos del Real Monasterio
de Santo Tomás, antigua Universidad de Avila, viene
desarrollando desde ®u constitución una importantísima labor
en el sentido que su nombre revela. Con el apoyo ele las autoridades
y jerarquías del Movimiento presenta periódicamente a
la pública consideración temas interesantes de Filosofía, Historia,
Literatura y Arte en general. La última de las conferencias
pronunciadas estuvo a cargo del inspector jefe de Primera
Enseñanza, camarada Celestino Mingúela, quien desarrolló
el sugestivo tenia de "JLa poesía de la vida", ante (un público
numeroso y selecto.
j . A "JOVEN ACADEMIA ALONSO DE MADRIGAL" ha
M ^ celebrado solemne sesión conmemorativa del acto fundacional
en una de las viejas aulas universitarias del Real Monasterio
de Santo Tomás. Asistieron autoridades, jerarquías y
numeroso público. Se leyó la Memoria -—resumen de actividades
del año—, exponiéndose nuevos planes para el ejercicio
que ha comenzado el primero de abril.
fj ONCIERTO. — El centenario de Tomás Luis de Victoria
^-^ —El Abulense— dio ocasión a un renacimiento de la afición
musical en esta ciudad, reorganizándose la Sociedad Filarmónica,
que en el tercer decenio -del siglo actual tuvo puíante
vida. El día 31 celebrará su XXI concierto la Sociedad
Filarmónica Abulense desde la nueva época, en el Teatro Principal,
estando a cargo de la Agrupación Nacional de Música
d§ Cámara con Aroca (piano), Iniesta y Antón (violines), Meroño
(viola) y Casaux (chelo). En el programa figuran obras
de Arriaga, Dvora'k y Scburaann,
•MX L SUEÑO DEL ANACORETA". — Se ha presentado al
*-^ público abulense el Teatro Español Universitario del distrito
universitario p del S, E. U. salmantino, instrumento de cultura
al" que la crítica estima como "una de las obras

BARCELONA
fS ONCIERTO DE MÚSICA GÓTICA Y DEL RENACIMIEN.
T^ TO. — Organizado por el Instituto Alemán (Je Cultura, en
la Casa dsl Médico se dio un concierto de música Gótica y del
Renacimiento. El concierto comió a cargo del ¡Fiedel-Trío de Mu.
nich. El Ftedél-Trío está compuesto por tres violas. Las viola»
(alto, tenor y contratenor) son copias fidedignas de la época.
En la ejecución de algunas obra», un órgano, también de modelo
antiguo, sustituye a una viola. Los concertistas que totegran
el Fiedel-Trío se llaman Franz Siedersbeck, Beatrice Boh.
me y Erich WiUte. Un barítono —Emst Conrad Hilase— interviene
en algunas obras.
Existe una sensación realmente ^trágica: la de sentir cómo
el tiempo transcurre y como todos nos precipitamos en la nada.
A veces esta sensación nos ¡nace al mirar hacia nuestro interior;
otras, al dirigir la vasta hacia nuestra circunstancia. Si
nuestra circunstancia es el Arte no pódenlos menos que reparar
en la continua mutación de las formas artísticas. Las for-
Reproducción del Cancionero de Heidelberg (siglo XIV).
mas artísticas, como nosotros mismos, nacen y mueren. Cada
cueva modalidad de alguna de estas formas supone la desapa-rición
de la Baleares. En_ curso
de publicación se halla la primera obra. Se trata del célebre
"Nobiliario Mallorquín", de don Joaquín María. Bover y 'de
Rosselló, famoso, minucioso y puntilloso cronista de la -ciudad de
Palma y rival implacable 'del que más tarde fue su sucesor, el
no menos famoso y furioso 'don Vicente Furió. Las polémicási de
arñbos cronistas ocuparon hace un siglo una buena parte de los
muchos e importantes ocios de nuestros abuelos. Al "Nobiliario",
que constará de varios tomos y 'un apéndice, seguirán otras
obras de parecido caletre. Se publica en forma de fascículos.
Así acaba el prólogo a uno de sus libros nuestro formidable
don Joaquín María: "Esta mi confesión me atraiga la indulgencia
de mis compatricios y me será agradable el sudor de mis
tareas". Su fiereza mayoricénse y erudita le hace consignar en
una de sus curiosas misceláneas: "El primer coche que se vio
en MadrM fue el de doña Juana la Loca en 1555, y cuarenta y
cuatro años antes ya los había en la ciudad de Palma, entre los
cuales se contaba por uno : de los mejores el del' caballero don
QUIOD JOSSUMUS LABORAMUS' era su divisa. Corría el
año de agracia de 1936...
f A "CAPELLA CLASSICA". — En el Salón Mallorca de
** Palma, la "Capella Clássica" dio su tradicional concierto,
de Cuaresma. En esta actuación —la 2vj— la Capella ha confirmado
una vez más su calidad, me atrevo a decir, única en
España. Esta agrupación coral, que dirige su creador, el maestra
Juan M. a Thomás, organista y compositor, ha merecido, entre
otros, el honor de estrenar el "O Sacrum Convivium", del
P. Otaño. Conviene puntualizar que la Capella, pese al traje de
antigua payesa mallorquína con que van ataviadas las muchachas
que la integran —los cantores visten "smoking"—, no es
grupo folklórico más, de los muchos que existen en el archipiélago.
La Capella es un órgano humano que se ha fabricado
Mossén Thomás para divulgar algunos aspectos de la buena música.
Una muestra típica de las preferencias de la Capella y de
su tono y nivel artísticos no las da el programa del concierto a
que me refiedo y que transcribo a continuación:
Primera parte.—Estreno de canciones populares mallorquínas
del ilustre maestro José Massot Planes (1876-1943)—!, "Lo
galant" (canción amatoria). II, "El qui se'ga" (tonada de siega).
III, "A la ciutat de Nápols". IV, "Vida trista" (elegía
amatoria). V, "L'infant i la dida" (romance).
Segunda parte.—Primera audición por la Capella del motete
"Jesu meine freude" (Jesús mi alegría), de Juan Sebastián
Bach. , ! I 1 1 j
Después de fallecido, el maestro Massot se nos revela un gran
compositor, de fina sensibilidad para los temas populares, impreenados,
algunos, de dulce melancolía.
El motete de Bach fue cantado con la perfección a que nos
tiene acostumbrados la Capella.
De la Capella han hecho elogios, por escrito o de palabra,
los siguientes señores: Falla, Tansman, Hageman, Copeland,
Kolisch, Labunski, Samper, Nin-Culmell, Garkousova, Rubinsteín,
Liebling, Sokoloff, Arran, Titta Ruffo, etc.
Titta Ruffo escribió lo siguiente: "El más vivo recuerdo que
conservo .de mi breve estancia en Mallorca, Ta más honda emoción
de mi espíritu la recibí al escuchar el maravilloso coro instruido
por el abate Juan M. a Thomás, que ha sabido lograr del
conjunto de sus numerosos y animosos alumnos la máxima
emoción mística a través de una ejecución impecable, no inferior
ciertamente al coro de la Capilla Sixtiná de Roma".
Una paloma con un ramo de olivo en el pico es el emblema
de la "Capella". "Ut suavitate cantüs demulceántur arrími",
su divisa.—G. FUSTER MAYANS.
M U RCI A
f A REVISTA "ARRIXACA".—Está a punto de aparecer
*^ la revista titulada "Arrixaca", de la Delegación de Educación
Popular. El título corresponde a la advocación de la
Patraña dé Murcia, la virgen medieval cuyo nombre árabe
es el del barrio amurallado anejo al recinto de la ciudad, donde
mcraban los cristianos cuando este Reino fue incorporado a
Castilla. A la Virgen de la Arrixaca dedicó una de sus
Cantigas Alfonso X.
La revista tendrá secciones de política nacional e internacional.
Arte, Historia—de modo que dé a conocer y sean exaltados
monumentos y glorias locales—, noticiarios de exposiciones
y de artistas murcianos, folklore, literatura actual y de
autores, crítica de libros, página religiosa, página femenina,
cine, deportes, toros, reportajes, humor y dos páginas dedicadas
en cada número al arte en la provincia. Llevará, en
folletón encuadernadle, una obra clásica murciana.
Son redactores, Gonzalo Aguaron, redactor jefe del diario
local "Línea"; Carlos García Izquierdo, redactor secretario I
de ¿Redacción del mismo, y Pascual Sánchez Moreno.
Portada del primer número de la revista "Arrixaca".
fi ONCURSO.—En una tarea benemérita de exaltación de la
^ vida cultural de la provincia, la Diputación organiza anualmente
una serie de concursos de Economía, Vida Municipal,
Literatura, Arte, Historia y Ciencias. Los que este año se
brindan a los escritores murcianos o a los residentes en la provincia
por un decenio al menos, son los siguientes:
Tres mil pesetas a la mejor obra sobre industrias derivadas
de la Agricultura o sobre el fomento pecuario en Murcia.
Para los Ayuntamientos de menos de diez mil habitantes,
seis mil pesetas al que más se distinga en obras de urbanización
o. mejora de la vivienda campesina; tres mil, por trabajos
contra el analfabetismo; tres mil, por incremento de los
seguros sociales para remedio o alivio del paro forzoso.
Tres mil—premio "Saavedra Fajardo"—a la mejor novela
producida en 1944; tres mil—premio "Polo de Medina"—a
la. mejor obra en verso con libertad de asunto;
mil—premio Martínez García—al mejor artículo periodístico
publica durante el año. , • . " .
Tres mil pesetas—.premio Salzillo—a la mejor escultura
religiosa; tres mil—premio Villa vis—-a la mejor obra pictórica;
tres mil a la mejor obra musical sobre temas regionales
murcianos, para cuarteto de cuerda.
Treses mil para una obra sobre biografía de murcíanos
ilustre»; tres mil al tema Orientaciones sobre posible electrificación
de los medios de transporte en está provincia..—SA-
GITARIO. 1

MARRUECOS G I J O N V I G O
NA "HISTORIA DE MARRUECOS"^—Fr. Manuel P.
Castellanos, O. F. M-, perteneció al grupo intelectual fran-
uciscano que tanto enalteció a España en Marruecos en el úíitimo
tercio del XIX y del que íué figura señera el P. José
Lerchundi. En la gramática árabe de éste aprendieron la lengua
del país muchos españoles y bastantes extranjeros. En la
Historia de Marruecos del P. Castellanos aprendieron también
a conocer un Imperio que está en ©1 área igeográfica a histórica
d¿ España. Conoció esta Historia tres ediciones (Santiago
1878, Orihuela 1884, y Tánger 1898).
Magnífica en su tiempo, hoy está agotada y ' como, además,
la investigación histórica ha avanzado mucho, líos franciscanos
de Marruecos quieren que la cuarta edición cumpla, respecto
a hoy, la misma finalidad que las ediciones anteriores
en su época. Han encomendado la tarea a Fr. Samuel Eiján
Lorenzo, escritor distinguido, antiguo jnisiomero de Tierra Santa.
Fr. Samuel está ya en Marruecos trabajando en los magníficos
archivos de las Misiones Franciscanas de Tánger; es
de esperar que la nueva ¡Historia de Marruecos sea digna
continuadora de la del P. Castellanos.
E
L P. ATANASIO LÓPEZ.—Acaba de morir en Santiago
de Compostela uno de los mejores valores del africanis,-
mo español; cultivó la investigación histórica y deja trabajos
fundamentales. Nació en Boñar (León), en 12 de octubre de
1876; ingresó en la Orden franciscana; trabajó en Archivos y
Bibliotecas de Roma y otras ciudades de Italia; formó parte
de la redacción del Archivum Franciscanum Historum; en España
dirigió, de 1920 a 1931, el Archivo Ibero Americano.
En las páginas de esta revista, en la de Mauritania, de Tánger,
y en las del Eco Franciscano, de Santiago, dejó numerosos
trabajos, todos ellos sobre aspectos de la acción misionera
franciscana en Marruecos. En 1920 publicó la Memoria histórica
de los Obispos de Marruecos desde el siglo XIII, cuya segunda
edición, notablemente aumentada, apareció en 1941 con
el título de Obispos en el África Septentrional desde el siglo
XIII. Había publicado también en 1921 El Vicariato apostólico
de Moruecos. Aclaraciones necesarias. Una selección y
recopilación de sus monografías históricas sé impone como material
indispensable para todo trabajo histórico sobre Marruecos,,
especialmente en este aspecto de la actuación de la Orden
franciscana.
E
XCAVACIONES EN TAMUDA.—Acaba de aparecer en
Tetuán la Memoria número 7 de las publicadas por la
Junta Superior de Monumentos Históricos y Artísticos de Marruecos.
Se trata de la Memoria resumen de las excavaciones
realizadas en Tamuda en el año 1943 y Ja presenta^el Director
del Museo Arqueológico de Tetuán e inspector de excavaciones
de la Zona de nuestro Protectorado marroquí, don
Peisyo Quintero Atauri. Tamuda se encuentra situada a pocos
kilómetros de Tetuán y comprende el primitivo emplazamiento
de ella. Al exterior quedaba una buena parte del campamento
permanente romano; las excavaciones van poniendo de
manifiesto la existencia de «na ciudad primitiva libio-fenicia
(siglos III y I) de efímera vida independiente y que pereció
arrasada por el poderío romano; la de una ciudad romana sobre
la a»tEÓor mucho más amplia que el recinto militar que
constituye la tercera cíe las etapas.
C
ONSERVATORIO OFICIAL DE MÚSICA.—Ha comenzado
a funcionar en Tetuán, con gran éxito, el Conservatorio
oficial de Música. Tiene dos secciones, una de música española
y otra de música arábigo-andaluza; el número de alumnos
de las dos secciones se aproxima a un centenar. Además,
sobre la base del profesorado de ambas secciones, se ha constituido
raí sexteto de música española y otro de música arábigo-andaluza
que dan, alternadamente, conciertos semanales
en el salón de actos del grupo escolar José Antonio de Tetuán.
Ello ha determinado también la organización de la Sociedad
de Amigos de la Música, que ha comenzado ya a actuar con
éxito; en fines de este mes actuará en Ceuta, Tánger y Teéxito;
en fines de este mes actuará en Cauta, Tánger y Tetuán
el Quenista Nacional de Música de Cámara—&• FIGUERAS.
SALAMANCA
< -< ONFERENCIA DE A. SCHULTEN". — Invitado por la ia-
J l
cuitad de Letras, el profesor Adolfo Schulten pronuncio una
conferencia el día 30 de marzo, en el salón de actos de Ja Universidad.
Se expresó en castellano, disertando sobre el tema Una
descripción de España del siglo VI antes de J. O".
1WUSICA. Reintegrado nuevamente a su puesto de direc-
"•" tor de la Sinfónica Salmantina, tras urna temporada de actuaciones
en Madrid, el pianista Gerardo Gombau, que ha sido
el fundador de la misma y uno de los que con mayor empeño, y
más denodadamente, han impulsado las audiciones musicales en
Salamanca, inauguró mía nueva serie de conciertos con el celebrado
el día 1 de abril en el Casino
El Miércoles Santo, la Coral Salmantina dio un concierto
sacro en el Conservatorio Regional de Música, bajo la dirección
del maestro Bernardo García Bernalt. Entre otras obras, interpretó
el "Gran Miserere", a seis voces, de Goicoechea.
E
VOCACIÓN DE SALAMANCA EN 1880".—La Caja Postal
de Ahorros de Salamanca, con ocasión de llegar al
centenar de millones, se propone abrir un concurso literario,
cuyas bases se harán (públicas en breve, para premiar con
5.000 pesetas el mejor trabajo acerca del tema: "Evocación
de Salamanca en 1880".
E
XPOSICION DE JOSEFINA DE LANCEYRO—Once retratos
al pastel y ocho óleos expone esta artista madrileña
en los salones del Casino. Un buen síntoma para el arte
en provincias, y concretamente en Salamanca, es el interés
con que el público acude a estas exposiciones; el interés y
la naciente afición a efectuar adquisiciones y encargos particulares.
En ellos se traduce el éxito de, esta pintora, discípulá
de Julio Moisés, y un tanto en agraz todavía. _
D
ANZAS DE MARIEMMA—Danzas regionales de Mariemma
el día 15, en tel Liceo, patrocinadas por la Asociación
de la Prensa. Ei día 16, en función de homenaje a
la artista, que reaparece ahora, los ¡grupos de Danzas de
Educación y Descanso ofrecieron a Maariemma—quien generosamente
se prestó a actuar para los productores salmantinos—un
recital de danzas charras TORROELLA.
CASTELLÓN
OCIEDAD FILARMÓNICA. — La Sociedad Filarmónica ds
S Castellón, fundada hace más de 20 años, dasan-olla actualmente
el programa establecido para el curso 1943-44. Leopoldo
Querol actuó en un concierto celebrado en el Teatro Principal
el día 22 de marzo.
Los afanies y desvelos de la Sociedad •Filarmónica castellonense,
encaminados con éxito a superar cada año los conciertos,
se dirigen ahora a la organización de tuna función extraordinaria
para honrar la memoria del presbítero y maestro valenciano
dtm Vicente Ripollés Pérez. En este excepcional concierto los
castellonemses podrán oír la parte más interesante de la proctuccióit
musical que nos legó aquel ineritísimo compositor
OLEDAD CASTELLONENSE DE CULTURA. — BOLE-
S TÍN DE LA S. C. DE C. Impreso en los talleres de
H. de J. Armengot; correspondiente a enero-febrero del año
actual, forma el primer cuaderno del tomo XIX. Publica: El
Virrey y ios labradores, E. Martínez Ferrando. Fragmentos del
epistolario de Pedrell, Vicente Ripollés. La música religiosa en
Castellón en el último tercio del sielo XIX, F. Escoin. Pinturas
rupestres arrancadas de Cueva Remigia, Juan Porcar. Carta
puebla de Benioastm y Montornés. El señorío de Yolanda
de Casaídudi en Benicaxim, A. Sánchez Gozálbo. Algunos ejemplares
notables de la colección científica de D. Daniel Jiménez
dé Cisneros, M. Jiménez de Cisneros. Cuándo, dónde y cómo
brotó "La filia del Rei Barbut", Manuel Segarra. El Archivobiblioteca
del Real Monasterio de Vall'digna, J. Toledo Girau.
Notas bibliográficas.—E. JOSÉ.
M
ÚSICA.——La Orquesta de Cámara de Asturias fnié creada
en. 1940 por la Obra Sindical "Educación y Descanso",
con la (subvención de algunos entidades provinciales. En ¡su primera
época cumplió su misión de popularizar la buena música,
celebrando muchos conciertos para las clases productoras.
Reorganizada en 1942 y superadas las naturales deficiencias iniciales
merced al esfuerzo inteligente de su director, señor Muñiz
Toca, tendrá pronto acogida en diversas sociedades musicales
de España.
Su última audición en la Sociedad 'Filarmónica de Gijón señala
un evidente perfeccionamiento. El Concierto en re mayor,
de Haydn, con \A colaboración de la pianista astuariana
Angeles Abruñedo —en constante progreso—, constituyó su
máximo interés. Completaban el [programa Mozart, Corelli y
algunos músicos españoles.
f^ ONFERENCIAS.—Organizada por la Asociación Hispano-
^-^ Germana, el R. P. Fermín Urrutia dio una conferencia
sobre el tema "Arte románico en las iglesias alemanas", ilustrada
con numerosas dispositivas.—F. SORIA HEREDXZ.
ÓLEOS DE DOMINGO GIMENO
"Pescadora", cuadro adquirido por el excelentísimo
Ayuntamfenta de Vigo, pjra el Museo de Cas.relos.
"Otoño", paisaje de Domingo Gimeno, caracterizado
por una correcta perspectiva aérea y un acusado sentido
decorativo.
CACERES
L ARCHIVO HISTÓRICO DE EXTREMADURA SE INS-
E TALARA EN GUADALUPE La idea de instalar el "Arcnivo
de Extremadura", según hemos siempre propugnado, én
o! famoso Monasterio de Guadalupe —mezcla de iglesia y de castillo-—*,
.se [va «abriendo paso en lambas, provincias hermana:»
y va a ser patrocinada por el "CENTRO DE ESTUDIOS EX-
TREMEÑOS", que encauzará las gestiones hasta llevar él anhelo
a feliz realización.
Tres razones poderosas mueven a restígiaría de golpe
el mérito del Archivo, y éste hallaría un cariñoso eco allí
donde más nos importa; en nuestras hijas de América, y así
Kuestro templo de la Sienra de las Villuercas, no sólo sería el
rerto religioso de nuevo Continente, por albergar a la morena
Virgen de Guadalupe J"Señora dé nuestros descubrimientos",
la llamó el Caudillo—, de tan extendido como arraigado culto
nllurdc el ccéano, sirio que constituiría la fuente viva de la histt:ri>.
hispano-tlnericana. Adviértase la importancia que encierra
el "Catálogo de pasajeros a -Indias", «fue publica >:('. Consejo SuperiCT
¿6 Investigaciones Científicas, y piénsese, a guisa de
cccrop'iC', én ta luz que airrojaría el "Archivo de Extremadura"
o. esta respecto. I :
;
n ISCO SE ANTICIPA A SPLENGER. — Vicente Martí-
•** aiez Risco dirige la página literaria de "La Región", de
Orense, donde se registran los principales aconte cimientos de
5a literatura y el arte actuales. Publica una serie de artículos,
con sello muy personal, donde analiza ambientes, personajes
y liaros, entre los que destacan —nos referimos, claro está,
a la labor reciente—. *uno reivindicando la figura de Ruskin
como creador de un pensamiento artístico, y otro sobre el problema
de las decadencias en la cultura, conviniendo indicar á
este respecto que Risco se había anticipado a Spengler en sus
apreciaciones de la "Decadencia de Occidente", "con un libro
que no llegó a publicarse, pero que ¡había ©ido leído en cenáculos
literarios.
Don Ramón Otero' Pedrayo dio a la estampa recientemente
una novela de jugoso lirismo, con título "La Palma del
Convento". El argumento hace referencia a la vida de Juan
Rodríguez del Padrón, autor de la novela sentimental "Siervo
libre del amor" (Siglo XIV), al fin de sus días en el monasterio
franciscano de Erbdn, y a la palma que allí se conserva,
traída, según la voz tradicional, de Palestina por Rodríguez
del Padrón.
. Otero prepara también actualmente otras obras, entre ellas
una nóvenla, una biografía y traducciones de clásicos latinos y
griegos, que estudia con gran devoción. No hace mucho tiempo
publicó una biografía del polígrafo y humánista don Marcelo
Macías, y son frecuentes sus colaboraciones en diarios y
revistas nacionales, con el seudónimo de Santiago de Ama-ral.
Aquilino Iglesia Alvariño, el poeta «fe Mondoñedo, -que recientemente
recogió en el libra "Contra el Ángel y la Noche",
su obra poética inmediata, prepara otros libros de poemas.
Una de sus últimas publicaciones fue una cuidada traducción
del "Carmen Saeculare", de Horacio.
Otro poeta, Antonio Noriegá Várela, poeta del yermo y de
la montaña, el primer posta mariano -de Galicia, prosigue su
labor en su 'silencioso retiro de Has montañas lucenses. Fue
condecorado (recientemente por el Estado con la Gran Cruz de
Alfonso el Sabio. ',
José Filgueira Valverde há dirigido la edición de un Cancitmero
de Música Popular Gallega, trabajando sobre fichas y
datos del fallecido don Casto Sampedro.
En Santiago de Compostela se centran las actividades del
Instituto de Estudios Gallegos "Martín Sairmiento", cuya obra
máxima será la edición del "Codex Calistinus", que saldrá pronto
a la luz y que supone un magnífico esfuerzo.
Fermín Bouza Brey, juez de Primera Instancia de Santiago,
poeta y arqueólogo, prepara en estos momentos un interesante
trabajo de arqueología gallega.
A Franci&oo Leal Insúa se debe el libro "Pastor Díaz, príncipe
del Romanticismo", ensayo ¡sobre la figura del escritor y
poeta, y Ángel Fole, también lucense, como el anterior, prepar;
un libro sobre estampas de la ciudad.
' % •
Fir alíñente, en lo que a labor- literaria sa refiere, es preciro
citar les nombres de Camilo José de Cela, Eugenio Mttnte-,
Á!varo Ruibál, Alvaro Cunqueiro, Dionisio Gamallo Fierros,
.?osé Castro-Arines, «jué bien en el libro o desde las columnas
de la Prensa dan frecuentes muestras de su actividad.
tf~1 ANCIONERO BILINGÜE. — Como nota final, y por cier-
J to de gran trascendencia para la poesía gallega, queVemos
consignar el ambicioso empeño de Dionisio Gamallo Fierros,
que reúne fichas para una antología —"Cancionero bilingüe
de la lí rica gallega", será su tí tulo—. Tarea ardua, por la
enorme cá"htid d de material que es preciso manejar y seleccionar,
ya que el propósito abarca un ciclo tan dilatado como
el comprendido entre Tos . cancioneros y la época actual.
Pero de lograr superar la dificultades que este trabajo supone,
se tratará, sin duda, dé la obra de mayor interés para el
erudito y el profano.
D UNTURA» Pura Vázquez de la Varga há expuesto en
" Vigo, tn la Pala del Casino, por primera vez. Una veintafta
do ól£D3, incluidas cuadros de figura, diversos temas marroquíes
.y algún motivo urbano de iCompost&la.
Destacan las telas sobre ¡Marruecos, en las que los problemas
derivados de aquella "luz absoluta" se afrontan con dscisión y
se

NO podemos Herbamos de viaje
a las gatas, ¿verdad? Senas
razonable y nos ayudares
a tascarles casa urna temporada.
Así argumentaba pacientemente
papá ante el malhumor ide la niña.
Pero la abuela, que es un sol,
dio la solución mas suave y grata:
—Vamos a ver —dijo— yo tampoco
me voy de viaje...
—i¿Y bien?
—Pues que me las llevaré conmigo
a casa de tío Tomás.
—'¡Qué alegría, abuelita! —chilló
la ¡nieta.—. Porque contigo estarán
como conmigo.
—Exacto.
Papá dio un suspiro de alivio, y
se marchó libre ya de cuidados.
También lo iba a hacer Ohismeeita,
cuando recordó:
—Oye atouelita, ¿no tiene tío Tomás
un gato negro muy grande?...
¿Y un. niñito muy chiquitín?
—Sí; pero, ¡bato! No temas por
tus fieras; te las cuidaré bien, descuida.
Las gatas eran dos: 'madre e hija.
Esta, con un. hermano lindísimo,
pertenecía a la primera familia
oreada por Gatina. Tía Gilda,
con humor, bautizó a la parejita
con nombres pomposos: "Abelardo"
y "Eloísa". Crecido el varón fue a
casa de un doctor amigo, excelente
corazón para los felinos. Y la hembra,
bella y coquetuela, se quedó
junto a su mamá". "Eloísa" se fue
haciendo grande y pareciéndose cada
día más a aquélla, como "Abelardo";
hasta los ojos que nacieron
dorados, poco a poco se pintaron
de verde.
Abuelita viajó (hasta casa de Tomás,
con las dos gatas en sendas
cestas. Y allí se celebró el encuentro
de los tres felinos. ("Pito" se
llamaba el gatote negro) y del niñito
recién nacido.
En las cartas cambiadas aquel
mes de ausencia entre la niña y su
abuela., siempre se aludía a la buena
conservación de "Eloísa" y mamá
gata. El día que llegó Chismecita
del mar, con, sus padres, y acudió
a dar un beso a la., abuelita,
per más que miró por todas partes
no halló ni rastro de sus favoritas.
Vio, eso sí, en lugar preferente
y preeminente, a "Pito": negro, casi
azulado, grave, tieso, refunfuñón;
inspiraba respeto. En su cunita
dormitaba el bebé dulcemente. Con
un vago recelo de alguna 'desdicha
ocultada.,a su celo gatuno, Chismecita
fue a ipedir informes en la cocina.
Angelines, oficiosa y complaciente
(ella había enseñado 1 a comer
a "Eloísa" destetándola en día
oportuno), le contó ciertos detalles:
—Verás; están bien las dos. No
creas... Yo las cuido.
—Pero, ¿dónde están las dos?
—¡Ah! Pues en la. buhardilla.
Allí viven.
—«En la buhardilla mis gatas?
—Es que mira, tienen miedo de
que arañen al niño chico. Además...
-H¿Qué? ¿Qué?
—Pues que "Pito" las pegaba, se
comía su comida, fes perseguía...
Entonces, "Eloísa" se fue sola arriba,
y luego la madre. Están muy
miajas. Sube a verlas.
La indignación' de Chismecita. era
inmensa. Aquel gato negro, dueño
de la situación, era un monstruo
inhospitalario. ¿Arañar sus gatas al
niño?, ¡Qué insensato .temor, Dice
Santo! En fin; subió a la buhardilla
y allí fueron los mimos, requiebros,
tepadítas y demás arrumacos
gatunos y ehismecitesoos. La llamaron
a comer entonces y bajó contenta,
casi olvidada de su disgusto.
Era delicioso oír reír al bebé, charlar
a la abuelita... Mas, ¿qué espantosa
degollina, qué infernal estruendo
asaltó aquel apacible piso?
-^¡Señor, venga usted a separarlos!
¡Van a matar al pobre!
—¿Cómo? ¿Qué ocurre ahí?—gritó
el tío Tomás, despavorido.
Casi nada. Que "Eloísa" y BU
madre, confortadas por la presencia
de su dueña, habían resuelto
bajar tras ella, penetrar en el piso
de donde eran viles proscriptas,
¡lanzarse al negro tirano inhospitalario,
y. lo que se dice a conciencia,
propinarle una morrocotuda paliza,
en la cual perdió bigotes y muy
! uence pelos del Ihopo,
¡ Y allí estaban tan tranqullitas
: las dos, al pie de Chismecita, maullándole
dulcemente, como si nada
mi Lrran hecho -de particular ni
• :-¡sívo para "Pito".
:" Cuy que ver la fuerza moral
q . da ÍBI .-. que se tiene cerca a
' . " . • • ' . ¡ i ' .. i . ' « ¡ . i .
cuatro
¥ J NOS llamábanle Conde Sol
t J también. Era muy mozo
^** cuando se publicaron guerras
entre España y Portugal. Entonces
el Rey nombró Capitán General
de sus ejércitos al Conde Flores,
que hacía muy poquito tiempo
SP. había casado con una doncella
rubia de las qué siempre hilaban
junto a los vitrales de los castillos
góticos. Se despidieron llorando:
—¿Cuándo volverás, cuántos días,
cuántos meses tardaremos en reunirnos,
esposo mío?
—Años y no meses contarás, Condesa.
Si a los tres años no he vuelto,
puedes contarte viuda.
Y el Conde Flores se montó en su
caballo lujosamente arreado y brillando
como el oro se perdió, cabalga
que cabalga, hacia la guerra...
Uno, dos, tres, cuatro... ¡Cuántos
años pasaron! Al lado de la
condesita había ya un montón de
lienzos tejidos por ella, tan grande,
que se podía dar la vuelta a
Castilla tirando de un extremo hasta
anudar con el otro. Ni una, carta,
ni un mensajero; ¡nada! Una
tarde llamó a la puerta su padre
y le dijo así:
—¿Por qué llorar tanto siempre,
hija querida? ¡Se te van a secar los
ojos como dos flores! El Conde no
ha escrito. Otros Condes y Duques
quieren casarse contigo.
—¡Padre mío!, dice mi corazón
que mi esposo vive. Dame Ucencia
e iré a buscarle.
—Os doy licencia, hija mía, y mi
bendición también.
La Condesa se fue a su aposento,
llorando, y empezó a mudarse las
ropas que llevaba en su palacio,
pues para él largo peregrinar que
le aguardaba hacían falta medias
de. lana, zapatos de cordobán; pero
se dejó puesto un briol de seda verde
que valía tanto como una ciudad,
y encima se puso un sayal humilde.
Con la esportilla de romera
y el bordón echóse a peregrinar.
Anda que te anda, siete reinados
cristianos y moros recorrióse. ¡Nadie
le decía nada del Conde Flores!
Sentada en una piedra del
campo, miró a lo lejos: un gran
castillo se veía al pie del puerto entre
el valle: "¿Será de moros? Pero
si es de cristianos, me socorrerán.
Bajó cansada, desilusionada, y al
atravesar unos pinares vio gran vacada
en ellos. Un niño silbaba en
su flauta cuidando del ganado.
—; Vaquerito, por la Sania Trinidad
te pido que no me engañes!
¿De quién son estas vaoas, todas
marcadas de igual manera?.
—Son del Conde Flores, señora,
que vive en aquel castillo y manda
en todos nosotros.
—¿Y esos trigos, vaquerito?
—También suyos. Ya vamos a segarlos
pronto.
—¿Y esas ovejas con sus corderos
prendidos a las ubres?
de los
condes
—Del Conde Flores, señora; que
quiso que se criaran.
—el Hidalgo...:
le entenderse referido al Ingenioso nueva, y son los que avisan a la "Acudieron iodos a ver lo que
y seco Hidalgo, o al rechoncho y familia y a. los amigos del Hidalgo. en el carro venia y cuando conocie-
cachazudo Escudero. Acaso, tam- Los retornos de Don Quijote son ron á ®u compatriota quedaron mabién,
al Bachiller, Barbero, Cura, verdadera fiesta para la chiquilleravillados, y un mochacho acudió
Ama, ¡Sobrina, a Dulcinea,, a los ría. ¡Cómo se regocijaban aquellos corriendo a dar las nuevas a su
Duques y ¡a los cabreras. Pero nun- pequeñueles manchegos! Don Alon- Ama y a su Sobrina de que su tío
ca, o muy rara vez, a les Niños. Y. so Quijano, que contra todo arre- y señor venía flaco y amarillo y
sin embargo, en el "Quijote" hay mate, jamás se 'enfurece con los ni- tendido sobre un montón de heno
niños en plenitud de vida. Debió ños, nunca disputa con ellos. AI y sobre un carro de bueyes,"

i \
B UEN
MIAR*
apuro el mío para llenar la presente
plana. Las fiestas religiosas de
primavera h:in desplazado a muchos
de los habituales puntales de las
tertulias literarias de Madrid hacia las
provincias españolas de su nacimiento o
predilección.
"El Silencioso" no ha tenido tanta
suerte, además, y aunque esto sea levantar
un poco el velo de su identidad, él es
madrileño y gusta de vivir aquí todo el
año, aun en la estación canicular y veraniega.
Dando un- poquito aire a los que se fueron,
os diré que Adriano del Valle y
Eduardo Llosent marcharon a Sevilla, in»
vitados como hué spede s de honor y se -
villanos destacados. Adriano y Eduardo
han alternado en las tertulias del Ateneo
de la ciudad hética, recordando el
tiempo en que cabalgaban aventuras poéticas
en compañía de aquel sevillano de
'utopías que fue "Jacinto Ilusión".
Por Madrid quedó, sin embargo, bastante
gente, pero los cafés, superpoblados
por las festividades, han presentado poco
color tertuliante. Yo quería esta vez Haberos
hablado, por ejemplo, de una tertulia
intelectual: la de "Frascatti"; pues,
bien; en este café, más completo de público
que nunca, apenas he podido ver,
y muy rápidamente, al poeta José María
Alfaro, a Pedro Laín Entralgo y a Javier
Conde. »
No sé si esto significará un fracaso de
"El Silencioso x,-4o cierto es que no pude
atisbar palabra de interés alguno, fuera
de las de unas conversaciones rápidas
y suficientes al degusto del café.
Madrid arriba y Madrid abajo (y no
se crea, por el empleo de estos adverbios,
que "El Silencioso" es Samuel Ros),
anduve entre el agua y el sol interferidor,
rato a rato, de las nubes. Poca cosa
os puedo ofrecer. Creedme, siento bastante
pena al verme obligado a confesar
lo mal de ingenio que se" anda por esos
cafés madrileños. Sí, sí; muchas caras
conocidas, mucho humo y bastante conversación,
pero merecedor de inmortalizarse
en esta página... i nada o casi
nada!
Yo no sé si es que la posibilidad de
mi presencia hace a los escritores enmudecer
o que, conocida la fuerza- de difusión
que, merced a mí, adquieren sus palabras,
éstos se sienten en la obligación
de , ser siempre trascendentes, cosa que
les pone estropajosa la lengua y algo asi
como un freno o trabazón mental en ella.
No me creo tan importante como para
haber hecho cambiar, a la cuarta de mis
crónicas, la fisonomía de nuestras tertulias
literarias. Pero de que el hecho apuntado
es completamente verídico, respondo
con cuanto soy y tengo.
DE DON EMILIO A "RASKAYUF"
Lo más feo que hay en el Café de Castilla
son las caricaturas. Con ese gusto
estético de zapatero de portal, paciente
decorador de su taller con recortes de Revistas
donde figuran toreros, artistas y
ases deportivos,* que amenizan las horas
de " tirapié" y "cerote", se ha adornado,
hace mucho tiempo, el ámbito del
café de la calle de las Infantas. A veces,
lo más feo no son las caricaturas, y que
perdonen las actrices y damas que frecuentan
el café, para cuya belleza tiene
" El Silencioso" su más rendido ho-^
menaje. Lo más feo resulta lo que se
habla.
Gente de teatro en su mayoría, parte
de la concurrencia de este café conoce
perfectamente (no quiero ofender a nadie
con este agrupar: entren todos y salga
quién pueda) el' deporte del mal hablar.
Entiéndase de un mal decir sistemático
y sin dolo, de esa crítica que permite
al criticón ser perfectamente amigo
del criticado y releva a éste de la obligación
de masticar la yugular dé aquél.
Aparte de la gente teatral, van al Castilla
muchos periodistas, y algún que otro
literato extranjero atraído por la fama
del café, últimamente fijada en las páginas
de un almanaque literario. Yo he
visto a un periodista peruano, cuyo nombre
no he podido aprehender y que fue
bastante amigo de Santos Chocano, de
íjuien cuenta un interesante anecdotario
inédito. También he tratado a un raro
personaje, llamado " Polo", hombre

E
11¡ vu ix o como
1 N la consabida topografía de
las exposiciones artísticas de
Madrid se otea un alcor inte-
resante que facilita lia. observación
de un panorama de realidades y
posibilidades esténicas, casi siempr©
oculto en otras perspectivas rutinarias.
¡La puntura de gabinete ¡burgués,
incluso id, que bajo pretensión
de dar el grifo de última hora
no hace sino coníonnaiee a la índole
de una habitación de linea simplificada,
se toaría por completo a
los ojcs d'el crítico: ni nos conmueve
ni nos interesa. Tal vez la emoción
dominante e inefable y el interés
ante horizones de creación,
aun cuando con frecuencia no sea
original ni revolucionaria, polarizan
la atención del contemplador y sitúan
al crítico ante el dualismo
crucial de la. teoría. Es ciento que
no hay cuadro o estatua que no lleven
'anejos el incentivo que engendra
reacciones (^nocionales y el estímulo
que provoca la serie ulterior
y autónoma de la consideración
cultural, valbrat'iva, de la obra de
arte. Pero el esfuerzo de extraer de
un lienzo -vulgar la raíz humana y
.estética, que hasta detrás de lo
frustrado- se descubre, no compensa
de las contrariedades del displacer
que tenemos a la vista.
El artista que cifra ai ideal; en lo
copiátivo del mundo exterior merece
escssa -beligerancia mientras
que el ointor que se aventura por
un itinerario personal, que él mismo'
traza al hilo de su fantasía, determina
por lo menos la sorpresa
ante lo inesperado y, acaso, la' confianza
en lo- que podemos esperar.
Así nos hallamos ante 1& pintura
de Coseio, en parte asombrados y
en parte esperanaaBjOS. Aunque debamos,
antes que nada, estar pertrechados.
Un crítico ha de ¡medirse en armas
iguales con el pinto-r para eyi"
tar el clásico "no se ha entera-do",
que graciosamente se nos concede.
Por ello esteno conveniente eludir
la frase literaria, la metáfora y la
greguería que el escritor produce
con ocasión de las 'artes del espacio,
a fin de esclarecer con un criterio
analítico y no descriptivo o
alusivo el sentido de lo que está
pintado ahí, de lo que Cossío ha
pintado. La problemática del pintor
se reduce a verificar lo visible
en función de lo pictórico, esto es,
a discernir la adecuación de la realidad
con loe medios de su lenguaje
plástico, de su manera peculiar de
representación del objeto. En este
primer modo de la ejecución plástica,
el artista es naturalista, realis-
• ta o idealista. Cuando pinta las co.
sae como son, describiéndolas con
pormenor científico y dejando de
lado, su ritmo vital, el pintor es
naturalista (por ejemplo Paolo Ucello),
cuando pinta las cosas tal y coco
aparecen es realista- (ñor ejemplo
-Renoir), cuando pinta no tentó
lo que ve cuanto lo que quiere ver,
el -pintor es idealista (por ejemplo
El "Greco). El último grado de lo
•que podemos llamar distancia del
objeto, grado óptimo de un libre recrear
soltare una sugerencia- del modelo
o una abstracción de sugerencias
plásticas de lo concreto real,
caracteriza a lia. -pintura de Corsío.
En rigor COssíp no p'nta "esta" mesa
ovalada sino toda poSMe mesa
ovalada, o sea, lia. esencia plástica
de "mesa" y de "ovalado", la abstracción
pictórica que le es asequi-
MlGU€L ll MoYA.
ble en su proceso de desmaterializaei-ón,
de construcción, de lo espacial
puro. La pintura de Cossío es,
en efecto, un abstraer deshumanizador
y desmaterializador, carente
de preocupaciones volumétricas y
cromáticas predominantes, del tema
pintado. '
Motivo y forma, composición y
asunto se subordinan a una melodía
decorativa—lio abstracto realizable—
que -concluye por ser en el cuadro
el arabesco, esquema o diagrama de
la última abstracción de las cosas,
de lo que condiciona al objeto y es
condicionado por él, del espacio pictórico
en el que reside la objetividsd
que el pintar aborda.
LA TÉCNICA DE REALIZACIÓN
• Queda, pues, Cósalo encargado de
ejecutar aína abstracción espacial,
de pintar el espacio en sí. A -tan
ambicioso prepósito corresponderá
una clase Tparticular de ejecución
plástica, porque sería insuficiente y
bastardo el recurrir a un método de.
referencia. El pintor difiere del escritor,
y no le -basta con aludir sino
que ha de pintar—objetivación ¡formal—
"algo", un ente pictórico, eii
suma, en el que encarne en especie
orden atole con val'dez artística ese
otro aligo inmaterial que guía el.
ánimo del pintar. Si Cossío trata
de pintar el ee-pa-cio, es preciso ante
todo (véase Perogruilo) que 1° pinte,
y no será licito dé ninguna manera
que lo "¡mencione" por procedimiento
distinto del (jue es propio
de la pintura. Luego veremos si
, Cossío hace pintura del espacio,
denfeo de lo que fatalmente debe
ser pintura,, o si tan solio consigue
•una planimetría pintoresca que no
logra, lia plenitud decisiva del arte.
]Mas de momento vamos a examinar
los resortes técnicos que maneja el
pintar en su adaptación del espacio
puro al idioma, posible del lienzo.
Veamos, pues, los ingredientes de
su fórmula, el intríngulis de este
intelectualismo que desafía a los
pintores que han pintado lia perspectiva
aérea y la lineal, a los que
han "retratado" el espacio de los
tres .términos del cuadro. Cossío.
prescinde en absoluto de la jerar—
quieación habitual y emplea a su
antojo un sistema de valoración temática
que rinda ventajas a su prb-
(pósito espacial. He de acudir a un
tecnicismo 1 de la Meteorología para
definir lia dicción pictórica de Cbsslo,
Según los meteorólogos, lia atmós-
:; fera hasta una alta» de unos diez
kilómetros está dividida en figuras
Fditada Dor la DELEGACIÓN NACIONAL DE PRENSA.—Redacción y Administracdón: Apartado de
Correos A46 Madrid (Central).—Precio del ejemplar: DOS PESETAS. Suscripción; Año, 48 Pfas.
(Extranjero, 601,—Semestre, 24.—Impreso en Talleres Offset. San Sebastián.
gaseosas, cuerpos de aire, cada uno
de los cuales representa relativamente
un conjunto, por así decirlo,
un individuo amonio que, como tal,
está limitado por otra figura contigua.
La zona que separa a un cuerpo
de aire de otro se llama frente,
no estando constituida por una superficie
geométtrica porque los cuerpos
de aire chocan en una capa de
discontinuidad. Lo mismo se diría
de la ibécnica pictórica de Cossío:
se trata aquí de verdaderos espacios
que se entrecruzan, representados
en un conglomerado barroco
de objetos, en "naturaléizas muertas
del espacio", cuya constante
discontinuidad, conserva, cierta individuación
o copjunto susceptible
de perfección, pero desprovisto, como
tos cuerpos del aire, de toda
frontera, que ,JM> sea ese mismo entrelazarse
pictórico «n arabesco de
lia multiforme variedad espacial! que
palpita en las cosas y que las rodea,
demarca y corona,. Eta ciertos
cuadros de Cossío triunfa'el espacio
entre objetos como tema de
dramatismo exclusivo, permaneciendo
el objeto "entre espacios"
cual una zona de interferencia en
la que el pigmento de unía, materia
rica se condensa, cual un "vacío de
espació", cual una excepción corpórea
de ese aire espacial logrado
con medios epuetos a los de la perspectiva
aérea de Velázquea. Kü pintor
Cossío trasca un espacio, como
él gusta, en decir, "metafíisico".
Ello és harto diverso de Ib que pre.
tendió Veláaquez. Aquel su aire iluminado,
su espacio aéreo ¡vital de
ritmos libréis y conmovedores, vibrante
del resplandor del mediodía
y de la fuga gris y aizuli del nuibliado
atardecer -madrileño, es el
antagonista de ¡Oossío-, siempre dispuesto
a una austera y elemental
armonía die líneas que traducen poir
medios más gráficos que pictóricos
la idea del espacio. Por lo que con.
cierne al color, poco se aleja Cossío
del placer cromático, denso de
pasba, de los flamencos y de la gama
típica de whlstler. EL espacio
sbstiracto de su pintura decorativa
y esquemática nada tiene que ver
con el ancho aire libre del colorismo
impresionista ni -con los juegos
de masas de color picasianos y cezanesoos.
Cossío pinta la atmósíer
ra sombría, diríamos neutra, que
requiere su estética. Nota evidente
de su técn'oa. de arabesco y de idea,
lización, son esas "moscas volantes"
o puntos que ayudan a -concebir
él espacio, aunque de nada sirvan
pictóricamente para su percepción
valcrativa. Hay en lia pintura
qu© comentamos todo un clima
irreal y electrizante, un magna, que
reposa su faenvor caótico en un~ orden
barroco. EL plasma de ese espacio
aéreo abstracto, es más bien
un ectbplasma qu© emana de las
cosas y que pone en trance de agitación
—de barroca trascendencia
pictórica de uno-s objetos en otros—
la anatomía, del hombre y el contorno
material del mundo exterior.
Lo emergente en el espacio y el
espacio emergente, resumen en él
lienzo la técnica obsesiva de Cossío,
su arabesco de ambitomaníá.
EL ESTILO
Creo que la formación del! estilo,
sin caer «n un psicoliogismo positivista,,
ge parece mucho a la formación
del síntoma. Hn él estilo no
aparece sólo la facultad, sino que
labe también io reprimido del pintío-r,
la materia, prima de su impulso
estético sometida a la norma de la
estilización. Es algo subjetivo el estilo,
mas en su consciente contex-..
tuna, se adivina el rasgo inicial deformado
% organizado. La clave de,
una pintura se encontraría en muchas
ocasiones dieiéndo-le al pintor
que pintase de otro modo, olvidándose
de su 'manera actual. Salidría..
entonces a relucir lio genético dé
aquel estilo, qu© no es sino la re*
adaptación de Ib esencial por causa
del accidente del oficio a- la tarea
plástica del hacer. EJ estilo de Cossío
es la abstracción geométiica, el
arabesco, un no se qué mudejar que
se columbra tras la ¡cordillera firme
3j,- solemne de sus intelectualismos
melancólicos.
La reacción germánica contra Ib
romano se llamó .gótico, lia segunda
reacción alemana ¡contra lo romano
(lorsnacentista esta vez), se Jlamó
rococó. Así lo afirma en prosa incomparable
el • profesor berlinés
Kurt Breysig ("Vom deutschen
Geist und efeiruer Weseinsart") al
manifestar los contactos entre ¡ambos
estilos en apariencia muy alejados.
Quién sabe cómo pintaría
Cossío, si n© pintase como pinta.
Pero yo me malicio que sería un
barroco ¡fulgurante, preciosista y soñador.
Lo que ocurre es que él ha
safcddo auitoret'enrninarse por una
mística del espacio metafísica, como
él dice. La educación estilística
de un primer natural de espontaneidad,
senisualiroda por lio volu-
métrico y lo cromático, ha dado este,
fruto de amarga concentración
: linear, lia. anotación casi ingrávida
y antípietór-ica de ese barroquismo
subyugado en sus espacios del lujo
formal por una abstracta formalidad
formularia del espacio intuido
intelectualimente. En qué medida
sea esto pintura, lo toemos de vex
en lia. glosa -crítica fina 1 !. •
ESTÉTICA ESPACIAL
¿Gomo gana, espacio abstracto
0CS3ÍO en io corpóreo ¡concreto? Muy
sencillo: por medio de lia exaltación
espacial. Para ello deforma
con intención panegírica la silueta
real de lias cosas, pira ello agranda
lia dimensión yeíd-adera con un
criterio aumentativo- y poético que
revela este afán hacia éí e-spaicio límite
y hacia el perímetro contiguo
de I!os demás objetos pintados en lia
convivencia del cuadro. El orienta.liiEmo
de üossío., qu© corrige su inicial
tendencia barroca, es lia superficie
de esa formación estilística en
la que nemes descubierto un suibs-
trátum de género aparentemente
apuesto. COEEÍO es un barroco que
transforma en diagrama el drama
y en lógica del -espacio el patetismo
del volumen. ¿Pero cuál es
"tu" -estética? Se trata de un pintor
formalista a quien el contenido
real de las cosas no lie sirve ¡más
que como un -pretexto de potenciación
plástitea. Sin duda el pintor se
juaga, en el buen camino de los ritmos
abstractos, de lo decorativo puro,
del espacio deshumaniaado-. Desde
los parapetos de la estética formalista
no le ¡llegarán disparos polémicos
a Cossío, pues pocos son
hoy los que -nropugnan o defienden
el contenido del cuadro frente a !!¿
forma esencial, el asuntto frente a
la intuición pictórica del- ritmo.
Hoy nadie recthazairía de un Museo i
"'El buey desollado", de Remlbrandt,
ponqué ya no vive la "belleza" del
dbjefco pintado, sino la validez emocional
del pintor ¡mismo. Cualiquier
objeto, el más humilde y banal,
puede alcanzar
rango estético ,por
mano del pintor. •
Lo que nos repugna
en la naturaleza
puede impresion-arnosplacenteramente
en el
cuadro o en la
novela. Por eso
no critico a Cossío
con un arsena-l
de argumentos
caducos," sino,
que. me pregunto,
desde el rigor de
una critica formalista,
la validez
• estética de
su obra. Entiendo
que este interesante
pintor vale,.
más por el proyecto
y ¡apetencia
que por lo conseguido.
E arte es
para Oentile "la
forma de un con- ;
tenido", y yo- creo
(modestasmeinte que
el arte, es el ritmo
de una forma.
El secreto está en
la expresión del
ritmo- universal,
que. da unidad a
lo bello- natural y
a lo bello artificial.
Pero Ib contrario
del ritmo es el compás, la medida
abstracta de ese irltmo vital. En
la pintura de Cossío hay intuición
intelectual, pero no existe emoción
vitaFde intltuición eens'ble del ritmo,
filan ¡sólo compás, ritmo en diagrama.,
en esquema, ritmo aludido y
no expresado, dicho en otros tJér- - -
minos, "pintado". Más.que pintura
es aquello de Cossío- una itranscrip-.
ción táctil de lia ordenación formal
nos conmueve, dentro de lios límites
de lias artes plástüicas, por su vivificante
factor sensorial.La,pintuirano
es metafísica, ni por metáfora, sino
física, esto -es, óptica para los
sentidos del espacio y de lia emoción
táctil de la ordenación formal
ritmico-expresiva de los valores visuales.
Si nos fuera permitido albu.
sar del vocabulario fenómenolóigieo,
yo diría que la pintura de Coasío ea
una '"exloresión", rje-ro que carece
de "significado". La faifa lia efectuación
intuitiva, de intuición sensible
en este caso-, la experiencia de
sensibilidad que descubre el ritmo
vivo en todo cuanto yace a los pies
del -pintor. ,