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Peter Pan y los ladrones de sombras - SERLIB

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peter pan y <strong>los</strong> <strong>ladrones</strong> <strong>de</strong> <strong>sombras</strong><br />

quiera que estuviera en el campamento probablemente sabría<br />

dón<strong>de</strong> se encontraba en una isla tan pequeña como<br />

aquélla. Y el chico sabría dón<strong>de</strong> encontrar el polvo <strong>de</strong> estrellas.<br />

Y el polvo <strong>de</strong> estrellas era el motivo <strong>de</strong> su viaje.<br />

Slank asumía que el campamento era <strong>de</strong> <strong>los</strong> piratas<br />

que había <strong>de</strong>jado en la isla, <strong>los</strong> piratas a <strong>los</strong> que había <strong>de</strong>rrotado,<br />

antes <strong>de</strong> que fuera <strong>de</strong>rrotado a su vez por el chico<br />

y esas espantosas y diabólicas sirenas.<br />

Pero no importaba <strong>de</strong> quién fuera el campamento.<br />

Nadie ni nada que se interpusiera en su camino podría<br />

competir con <strong>los</strong> asaltantes <strong>de</strong> Nerezza y su… huésped. Si<br />

el polvo <strong>de</strong> estrellas estaba en la isla, lo conseguirían.<br />

Slank trató <strong>de</strong> no pensar en lo que ocurriría si el polvo<br />

<strong>de</strong> estrellas no estaba en la isla.<br />

«Tiene que estar aquí —se dijo a sí mismo—. Tiene<br />

que estarlo.»<br />

Los hombres estaban echando <strong>los</strong> botes al agua. Slank<br />

miró el agua oscura, y su rostro <strong>de</strong>jó entrever el temor<br />

que sentía.<br />

—¿Qué ocurre? —se burló Nerezza—. ¿Tiene miedo<br />

a <strong>los</strong> peces?<br />

—No tengo miedo —replicó Slank—. Pero tampoco<br />

ardo en <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> volver a encontrarme con las sirenas.<br />

Se estremeció, recordando la última vez que había estado<br />

allí, la sensación <strong>de</strong> <strong>los</strong> dientes <strong>de</strong> las sirenas hundiéndose<br />

en él, recordando cómo su sangre manchaba el<br />

agua.<br />

Nerezza, que no se creía <strong>de</strong>l todo lo <strong>de</strong> esas sirenas, reprimió<br />

una risa tosiendo. No era algo natural, viniendo <strong>de</strong><br />

él; parecía dolerle un poco. Señaló en dirección a la escalera<br />

<strong>de</strong> cámara oscurecida.<br />

—No hay ningún pez ni ninguna criatura viva que<br />

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