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Centenario de Roberto Arlt, narrador de la marginalidad

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En este contexto <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>marginalidad</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> gran ciudad cosmopolita, se<br />

<strong>de</strong>senvuelven los conflictos humanos con notable intensidad a través <strong>de</strong> personajes<br />

<strong>de</strong> alta tensión dramática. Semejante a Eduardo Mallea y Ernesto Sábato,<br />

a Juan Carlos Onetti y Felisberto Hernán<strong>de</strong>z, <strong>Arlt</strong> pue<strong>de</strong> ser consi<strong>de</strong>rado como<br />

uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s <strong>narrador</strong>es <strong>de</strong> <strong>la</strong> angustia humana que no es una abstracción<br />

simbólica, mucho menos una imagen ejemp<strong>la</strong>rizante, sino el resultado estéticamente<br />

válido <strong>de</strong> <strong>la</strong> vivencia <strong>de</strong> esa <strong>marginalidad</strong>.<br />

En <strong>la</strong> dimensión <strong>de</strong>l pensamento estético, El juguete rabioso alcanza un<br />

punto muy alto en función <strong>de</strong> sus conflictivas figuras, y sobre todo <strong>de</strong>l protagonista,<br />

al ser mostrado en su creciente proceso <strong>de</strong> alienación. En ese sentido, el<br />

pasaje en que Silvio Astier cuenta cómo «Estremecido <strong>de</strong> odio, encendí un<br />

cigarrillo y malignamente arrojé <strong>la</strong> colil<strong>la</strong> encendida encima <strong>de</strong> un bulto humano<br />

que dormía acurrucado en un pórtico; una pequeña l<strong>la</strong>ma onduló en los andrajos,<br />

<strong>de</strong> pronto el miserable se irguió informe como una tinieb<strong>la</strong> y yo eché a correr<br />

amenazado por su enorme puño» (1981:156), constituye uno <strong>de</strong> los momentos<br />

más contradictorios y violentos <strong>de</strong> <strong>la</strong> nove<strong>la</strong>, preludiando su dostoievskiano<br />

final, que osci<strong>la</strong> entre el bien y el mal en una ambigua propuesta esperanzadora.<br />

En verdad, <strong>la</strong> visión <strong>de</strong> <strong>Arlt</strong> no se remite al naturalismo <strong>de</strong> ilusionismo<br />

referencial. Su estética no es representativa, figurativa; <strong>la</strong> intención no es especu<strong>la</strong>r,<br />

sino «creacionista», <strong>de</strong> modo que el <strong>narrador</strong> crea una nueva realidad, no<br />

solo en lo que se refiere a <strong>la</strong> experimentación lingüística, sino en lo que concierne<br />

a una posición óntica, en este caso explorando <strong>la</strong>s zonas más profundas y<br />

oscuras <strong>de</strong>l ser.<br />

Los textos <strong>de</strong> <strong>Arlt</strong> presentan, a través <strong>de</strong> sus imágenes distorsionadas y<br />

<strong>de</strong>lirantes, una realidad compleja, a más <strong>de</strong> altamente explosiva. Sus historias no<br />

son comp<strong>la</strong>cientes, no suavizan <strong>la</strong>s contradicciones, ni crean el mito <strong>de</strong> una<br />

convivencia armónica, cuando <strong>la</strong> sociedad está atravesando una crisis intensa y<br />

generalizada. Al contrario, «livros como Los siete locos ou El juguete rabioso<br />

em nada disfarçam as intenções críticas do autor, constituindo-se numa sátira<br />

cruel à burguesia argentina <strong>de</strong> 1930» (Chaves:147).<br />

La revuelta <strong>de</strong> <strong>Arlt</strong> en re<strong>la</strong>ción con el lenguaje no es menos significativa.<br />

En un artículo que <strong>de</strong>nomina «El idioma <strong>de</strong> los argentinos» (El Mundo, 1930)<br />

asume <strong>la</strong> problemática <strong>de</strong>l lenguaje literario <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una posición en nada canónica:<br />

«Los pueblos que, como el nuestro, están en continua evolución, sacan<br />

pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> todos los ángulos, pa<strong>la</strong>bras que indignan a los profesores [...] Cuando<br />

un ma<strong>la</strong>ndrín que le va a dar una puña<strong>la</strong>da a un consocio le dice: te voy a dar<br />

un puntazo en <strong>la</strong> persinana es mucho más elocuente que si dijera: voy a ubicar<br />

mi daga en el esternón. Señor Monner Sans: si le hiciéramos caso a <strong>la</strong> gramática<br />

tendrían que haber<strong>la</strong> respetado nuestros tatarabuelos, y en progresión<br />

retrogresiva, llegaríamos a <strong>la</strong> conclusión <strong>de</strong> que, <strong>de</strong> haber respetado al idioma<br />

aquellos antepasados, nosotros, hombres <strong>de</strong> <strong>la</strong> radio y <strong>la</strong> ametral<strong>la</strong>dora, hab<strong>la</strong>ríamos<br />

todavía el idioma <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cavernas.» (cit. Mazzone, 2000:4).<br />

En esta misma dirección, Jorge Luis Borges que no es el antípoda <strong>de</strong> <strong>Arlt</strong><br />

como a veces se piensa, reflexiona tiempo <strong>de</strong>spués, pero también a partir <strong>de</strong> su<br />

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