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REFLEXIONES ACERCA DE LA IDENTIDAD DE ... - Instituto del Perú

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<strong>REFLEXIONES</strong> <strong>ACERCA</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> I<strong>DE</strong>NTIDAD <strong>DE</strong> LOS HIJOS <strong>DE</strong> INMIGRANTES<br />

Giovanni Bonfiglio<br />

Artículo publicado en “Discover Nikkey”, el 3 diciembre 2009:<br />

http://www.discovernikkei.org/en/journal/2009/12/3/comentarios-augusto-higa/<br />

El excelente artículo de Augusto Higa, “Dos visiones sobre los nisei: Watanabe y Matayoshi” 1 ,<br />

despierta reflexiones acerca de un tema de fondo que está en la mente de quienes hemos<br />

estudiado el fenómeno de la inmigración y nos hemos hecho varias veces las preguntas: ¿Cuál<br />

es la identidad de los hijos de inmigrantes? ¿Qué queda de la identidad de sus padres en estos<br />

nuevos peruanos?<br />

Los testimonios que Higa reseña, el de José Watanabe y el de Nicolás Matayoshi, pueden ser<br />

considerados como testimonios ejemplares de la identidad de hijos de inmigrantes. La primera<br />

reflexión que me surge es que los sentimientos y las ideas que expresan Watanabe y<br />

Matayoshi acerca de su identidad peruana podrían ser suscritos por los hijos de todos los<br />

inmigrantes que han venido al <strong>Perú</strong>.<br />

Ambos autores comentados, Watanabe y Matayoshi son excelentes escritores y expresan muy<br />

bien sus sentimientos, cosa que pocos saben hacer. No es casualidad que se trate de poetas y<br />

literatos, pues el tema de las identidades pertenece al campo de los sentimientos y de los<br />

afectos, cosa que los científicos sociales no sabemos manejar tan bien, pues las teorías sociales<br />

se ocupan poco de estos temas (en realidad nunca los han tratado).<br />

Pocos son los escritores, hijos de inmigrantes, que se atreven a reflexionar, expresar y sobre<br />

todo a escribir sobre sus sentimientos de pertenencia y sobre su identidad. Además de los<br />

casos ya mencionados puedo recordar un ejemplo que me gusta mucho, es el libro de la<br />

tacneña Gabriella De Ferrari, hija de inmigrantes italianos, y que actualmente reside en<br />

Estados Unidos 2 . Ella escribe con mucha solvencia sobre su identidad peruana, el peso de la<br />

influencia de la cultura de sus padres inmigrantes italianos e incluso trata de cómo esa<br />

identidad es percibida por el ambiente norteamericano donde actualmente reside, por eso ella<br />

se considera una “gringa latina”.<br />

Volviendo a los testimonios de Watanabe y Matayoshi, hijos de inmigrantes japoneses, vemos<br />

que ellos expresan supuestamente dos visiones distintas de su identidad. La visión de<br />

Watanabe aparece claramente integrada a la identidad peruana, para él la nacionalidad básica<br />

<strong>del</strong> nisei es la peruana. En cambio, el testimonio de Matayoshi visiona una identidad todavía<br />

en tránsito. Se podría decir que esta última visión expresa un sentimiento de dolor y de<br />

desgarro producido por el sentimiento de encontrarse entre dos culturas que no domina<br />

totalmente. Como dice Higa: “el caso Matayoshi se puede explicar en un doble frente. Ante lo<br />

peruano, somos discriminados y eso nos hace sentir extranjeros. Ante lo japonés, sentimos la<br />

lejanía, la extrañeza, la cual nos llega a cuenta gotas”.<br />

En realidad creo que no hay contradicción entre la visión de Watanabe y la de Matayoshi,<br />

considero que ambas son expresión <strong>del</strong> mismo camino, solo que se ubican en distintos puntos<br />

1 http://www.discovernikkei.org/en/journal/2009/10/19/dos-visiones/<br />

2 De Ferrari Gabriella. Gringa latina. Emecé, Buenos Aires, 1998.<br />

1


<strong>del</strong> camino hacia la asunción de la identidad peruana. Este camino se cumple al cabo de una<br />

generación, aunque no en todos los casos se da con la misma velocidad ni intensidad. Las<br />

diferencias pueden obedecer a diversa causas: las distintas sensibilidades personales y hasta el<br />

contexto social y cultural<br />

El caso de Watanabe se ubica al final de ese camino. Sin duda en él ha influido el contexto<br />

costeño de la zona rural de Laredo, en Lambayeque: un ambiente acogedor y proclive a la<br />

integración cultural; el carácter alegre y bonachón de los campesinos norteños; el clima cálido<br />

y la naturaleza pródiga. El ambiente donde nace Matayoshi, el Huancayo de mediados <strong>del</strong><br />

siglo XX, quizás ha retardado la integración total de los hijos de inmigrantes. Sin embargo no<br />

puedo dejar de pensar en casos de otros nisei serranos, completamente integrados. Me refiero<br />

a Angélica Harada, la popular “Princesita de Yungay”; y a Makino, el “Samuray <strong>del</strong> Huayno”.<br />

Dos nisei serranos altamente integrados al ambiente local al punto de ser notables cultores <strong>del</strong><br />

folklore. De modo que el elemento subjetivo puede acelerar o retardar procesos de<br />

integración, mas no eliminarlos. En cada caso individual encontramos una casuística diversa,<br />

pero dentro de un patrón común, que es la integración cultural; la asimilación a la cultura<br />

peruana, local y nacional; la adopción de una clara identidad nacional y un indiscutido sentido<br />

de pertenencia al <strong>Perú</strong>. Son muchos los ejemplos que se pueden mencionar, descendientes de<br />

inmigrantes de todas partes que al cabo de una generación asumen una identidad peruana.<br />

En algunos casos esta identificación afectiva y este sentido de pertenencia se da incluso<br />

durante la vida de los mismos inmigrantes. Ello sucede en casos de prolongada residencia en el<br />

lugar de adopción, y que por especiales motivaciones personales o por especiales condiciones<br />

de acogida favorable, que hacen que se dé en ellos cambios profundos en su sentimiento de<br />

pertenencia. Uno de estos casos es el de Antonio Raimondi. El estudio realizado sobre la<br />

biografía y la obra de este personaje 3 me ha llevado a la conclusión que Raimondi nació<br />

italiano pero murió peruano. El tránsito en sus sentimientos de pertenencia no implicó cambio<br />

de nacionalidad jurídica, pues Raimondi no tomó la ciudadanía peruana ni dejó de ser<br />

formalmente italiano. He leído sus escritos y es notable el hecho de que, en sus primeros años<br />

de su estadía en <strong>Perú</strong> se refería a él en tercera persona, como cuando escribió su famoso<br />

mensaje a los jóvenes peruanos: “consagraos a hace conocer vuestro país y los inmensos<br />

recursos que tiene”. Pero al final de sus días, cuando asesoraba al Ministerio de Relaciones<br />

Exteriores en asuntos de límites escribía “nuestro país”. En efecto, Raimondi se identificó con<br />

el <strong>Perú</strong>, a tal punto de sacrificar su vida por él además de militar a favor de una opción política<br />

peruana. Sin duda este es un caso extremo, pero más común de lo que se suele creer.<br />

La idea de fondo que está detrás de esta discusión es: ¿Hasta qué punto se conservan las<br />

identidades de los inmigrantes? Yo sostengo que las identidades de las colonias de inmigrantes<br />

desaparecen en la primera generación. Las hubo en los años en que cada colonia de<br />

inmigrante formaba un cuerpo social a parte, pero fueron identidades efímeras en el tiempo,<br />

pues todas terminaron por languidecer al cumplirse el ciclo de la primera generación de<br />

inmigrantes. La fuerza y la personalidad de la identidad peruana las ha dejado de lado y las ha<br />

integrado. El proceso de integración no ha sido uniforme y a veces ha sido condicionado por el<br />

nativismo imperante en el siglo XX 4 , pero en la mayoría de los casos ha sido una integración<br />

3 Bonfiglio, Giovanni. Antonio Raimondi. El mensaje vigente. Universidad de Lima. Lima, 2004.<br />

4 Hay que agregar las fuertes tendencias <strong>del</strong> nativismo y <strong>del</strong> nacionalismo que a lo largo <strong>del</strong> siglo XX se<br />

encargaron de integrar a la identidad peruana a los hijos de inmigrantes. Este fue un proceso de<br />

asimilación conducido desde el Estado, con la participación activa no solo de las elites peruanas sino de<br />

la población nativa en su conjunto. Al respecto, ver mi artículo “Nativismo, nacionalismo étnico e<br />

indigenismo en el <strong>Perú</strong> durante el siglo XX.<br />

http://www.discovernikkei.org/en/journal/2007/11/13/nativismo-nacionalismo/<br />

2


voluntaria y activa. Todos los descendientes de inmigrantes se han asimilado a la cultura<br />

peruana. Algunos más tarde que otros, pero todos lo han hecho. Por eso creo que ya no se<br />

puede hablar de “colonias” de inmigrantes en el <strong>Perú</strong> de hoy. Las colonias de inmigrantes en<br />

<strong>Perú</strong> ya desaparecieron hace buen tiempo: tanto la china, la japonesa, la italiana, la inglesa, la<br />

alemana, etc. son expresiones <strong>del</strong> pasado. Hoy los descendientes de inmigrantes no forman un<br />

cuerpo a parte <strong>del</strong> resto de la identidad y de la nacionalidad peruana. Lo que queda en ellos de<br />

sus antepasados no es una identidad, sino a lo sumo algunos rasgos culturales.<br />

Los casos de Watanabe y Matayoshi demuestran que existe la identidad peruana<br />

Quienes abogan por la existencia de diversas “identidades” en el <strong>Perú</strong>, creen ver en la<br />

presencia de inmigrantes (y de sus descendientes) una “contradicción” en la nacionalidad<br />

peruana. Considero que esta es una visión infundada y que más bien al revés: la presencia de<br />

hijos de inmigrantes no debilita la identidad nacional, al contrario la refuerza.<br />

En vez de ser un elemento disgregante, la identidad de los hijos de inmigrantes es un elemento<br />

aglutinante de la identidad peruana, pues los hijos de inmigrantes son portadores de una<br />

fuerte necesidad de “tener raíces”. Si nos fijamos bien, en los hijos de inmigrantes<br />

encontramos numerosos ejemplos de sano nacionalismo, de patriotismo y de clara<br />

identificación nacional. Para mencionar los casos más saltantes, recordemos que Bolognesi y<br />

Grau eran hijos de extranjeros. Eso pasó no solo en el siglo XIX sino también en el siglo XX, hay<br />

muchos ejemplos y casos al respecto.<br />

La otra tesis que me parece importante discutir es aquella que viene de los defensores <strong>del</strong><br />

posmodernismo, según los cuales no existen identidades nacionales sino individuales. Un<br />

pensador que ha influido en esta corriente de pensamiento es el sociólogo Zygmunt Bauman,<br />

un sociólogo polaco que cree que la modernidad inevitablemente lleva a perversiones sociales.<br />

Una de esta perversión sería el nacionalismo. La obra de este autor está influida por el<br />

holocausto nazista y tiene una visión negativa de los sentimientos de identidad nacional, por lo<br />

que él se manifiesta un partidario <strong>del</strong> supra nacionalismo y cae en el individualismo. De ahí<br />

que Bauman haya dejado de lado su nacionalidad polaca y se considere un “cosmopolita”<br />

proclive al “supranacionalismo” de la supuesta globalización, que llevaría a sentimientos<br />

“líquidos”. La realidad peruana muestra todo lo contrario, los sentimientos de los hijos de<br />

inmigrantes no se licúan, sino se solidifican.<br />

Quizás en esta discusión hay un problema de confusión de términos: si consideramos que la<br />

identidad nacional es algo que uniformiza a la gente (como si fuera un parámetro igual para<br />

todos) y les quita libertad de acción, evidentemente es algo negativo. Igualmente, se puede<br />

decir que la existencia de identidades nacionales no necesariamente significa agredir a las<br />

identidades de otras naciones. El sentirse parte de un “nosotros” no implica necesariamente<br />

pelear con los “otros”. En el pasado las guerras entre países se daban por razones de<br />

supremacía o de ocupación de territorios, pero con la modernidad, que ofrece múltiples<br />

mecanismos de dirimir pacíficamente diferencias entre países y de hacer que la competencia<br />

se dé a través de mecanismos de mercado y no de dominación política, las identidades<br />

nacionales pueden y deben ser elementos positivos para la coexistencia pacífica de las<br />

naciones. La concepción según la cual las identidades nacionales llevan inevitablemente al<br />

conflicto entre los pueblos es una concepción restringida y peyorativa de la identidad de una<br />

nación. La clave para salir de esta confusión es plantear el tema de identificación en términos<br />

de afecto por una nación, que siempre es plural en cuanto a sus componentes, pues ninguna<br />

nación es homogénea culturalmente hablando. En última instancia es una cuestión de dónde<br />

uno afinca y dónde satisface la necesidad que todos tenemos de tener raíces.<br />

3


El afecto por la nación a la que se pertenece no implica odio por las otras naciones. El hecho<br />

que antiguamente predominaba el conflicto antes que la convivencia pacífica entre las<br />

naciones, no significa que las identidades nacionales sean vistas hoy como algo negativo. En el<br />

actual período histórico, de predomino de la democracia y en el cual las naciones están<br />

formadas, permite la convivencia pacífica entre las naciones. La competencia entre naciones se<br />

da en el terreno <strong>del</strong> comercio internacional y en el terreno <strong>del</strong> deporte. Justamente es la<br />

modernidad la que nos da la posibilidad de vivir las identidades nacionales en un contexto de<br />

respeto por las otras identidades. Los conflictos entre naciones se dan en contextos de<br />

autoritarismo y de falta de democracia. Los analistas internacionales señalan que hoy día las<br />

guerras se dan entre países gobernados por dictaduras.<br />

El hecho que algunos descendientes de inmigrantes conserven rasgos culturales de sus<br />

antepasados no les quita nada en su identidad peruana. Enriquece esa identidad, no la pone<br />

en peligro. Lo que queda en los hijos de inmigrantes, de la cultura de sus padres extranjeros<br />

son elementos culturales secundarios: algo de gastronomía; algo de música; algo de idioma;<br />

algo de las preferencias literarias; incluso se puede hablar de ciertos rasgos de personalidad<br />

cultural. Pero todas estas cosas son superficiales frente a la profundidad de la identidad<br />

peruana presente en todos los descendientes de inmigrantes.<br />

Me parece importante insistir en este aspecto, porque hoy día surgen voces que hablan de<br />

“distintas” identidades al interior <strong>del</strong> <strong>Perú</strong>. Algunos llegan a hablar de “la verdadera identidad”<br />

o de “la identidad profunda”, como si hubiera identidades “superficiales”. Incluso algunos<br />

llegan a contar desde cuántas generaciones uno es peruano, lo que es un absurdo y esconde<br />

una visión “cronologista” de la identidad nacional, que es ofensiva para aquellos que tienen<br />

una familia con poca historia en el país. Las identidades nacionales son o no son, las<br />

situaciones de tránsito son pasajeras. Las visiones de Watanabe y Matayoshi, a pesar de sus<br />

diferencias y peculiaridades, son la de dos hijos de inmigrantes que han enriquecido y<br />

fortalecido la identidad peruana.<br />

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