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NUTRICIÓN DE LA MUJER ADULTA ESTHER CASANUEVA

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<strong>NUTRICIÓN</strong><br />

<strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>MUJER</strong><br />

<strong>ADULTA</strong><br />

Diego Rivera<br />

<strong>ESTHER</strong> <strong>CASANUEVA</strong>


La nutrición de la mujer adulta tiene<br />

ciertas peculiaridades que merecen ser<br />

tratadas en un capítulo específico,<br />

independiente del que se ocupa del<br />

adulto en general.<br />

La primera gran diferencia se refiere<br />

obviamente al proceso reproductivo,<br />

donde con frecuencia el embarazo atrae<br />

toda la atención. No hay que olvidar, sin<br />

embargo, que la edad adulta de la mujer<br />

puede comprender varios procesos<br />

fisiológicos que en forma genérica se<br />

describen como sigue:<br />

• no embarazo<br />

• embarazo<br />

• lactancia<br />

• climaterio<br />

En este capítulo se abordan algunos<br />

aspectos relacionados con la alimentación y la<br />

nutrición en cada una<br />

de estas etapas.<br />

<strong>NUTRICIÓN</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>MUJER</strong> NO EMBARAZADA<br />

Al considerar la evaluación del estado de nutrición<br />

de la mujer, con frecuencia se deja de lado a<br />

la adulta no embarazada, sin tomar en cuenta<br />

que la producción endógena de estrógenos o su<br />

consumo a través de anticonceptivos hormonales<br />

afectan su estado de nutrición. Los cambios que<br />

se producen en el metabolismo de la mujer como<br />

consecuencia de la exposición a estrógenos,<br />

requieren de orientación y tratamiento por parte del<br />

personal de salud.<br />

Efectos de los estrógenos endógenos<br />

Las funciones más importantes de los estrógenos<br />

son: dirigir los cambios del eje hipotálamohipófisis-gónadas,<br />

participar en la síntesis de<br />

factores del crecimiento que promueven el desarrollo<br />

del endometrio del útero, estimular el crecimiento<br />

folicular, promover la síntesis de prostaglandinas<br />

ováricas (que facilitan la ovulación) y<br />

coadyuvar a la formación del cuerpo lúteo en la fase<br />

premenstrual. En forma paralela, los estrógenos<br />

promueven el desarrollo de los caracteres secundarios<br />

femeninos: el depósito de grasa subcutánea en<br />

determinadas regiones, así como el crecimiento<br />

y desarrollo de las mamas y de los genitales externos.<br />

1 Además de estas acciones específicas<br />

relacionadas con la reproducción y el fenotipo femenino,<br />

los estrógenos ejercen efectos sobre la nutrición<br />

y la fisiología en general. A continuación se<br />

indican los más relevantes.<br />

Gasto energético y composición corporal<br />

Es un hecho reconocido que a lo largo del ciclo<br />

menstrual la mujer presenta variaciones tanto en<br />

su consumo de alimentos como en su composición<br />

corporal y, por lo tanto, en su nutrición.<br />

Las primeras determinaciones sobre el gasto<br />

energético en mujeres eumenorreicas (con menstruación<br />

normal) se realizaron a principios del<br />

siglo XX y partir de entonces se ha reconocido<br />

que durante la fase lútea se produce un incremento<br />

que va de 10 a 14 por ciento. Sin embargo,<br />

es importante anotar que este aumento sólo<br />

ocurre cuando la mujer ha ovulado. Las mujeres<br />

en las que se suprime la ovulación por efecto del<br />

empleo de anticonceptivos, no registran un incremento<br />

del gasto energético basal (GEB), pero<br />

si se suspende el uso de aquéllos, se observa<br />

un aumento de 14 por ciento dos semanas después<br />

de la ovulación. Se supone que una frac-ción del incremento<br />

del GEB se debe a la presencia de pro-geste-


ona, que tiende a elevar la temperatura corporal.2<br />

Por otra parte, también se ha notado un aumento<br />

de la excreción urinaria de nitrógeno durante la<br />

fase lútea, que disminuye de manera significativa<br />

al iniciar la menstruación. A la fecha se carece de<br />

información sobre la causa de este incremento pero<br />

se plantea que más que un aumento en la utilización<br />

de proteína muscular, se debe probable-mente<br />

a un mayor recambio de la poza metabólica .3<br />

Debido a lo anterior, durante la fase lútea se<br />

suele observar un incremento en el consumo de<br />

alimentos. Este aumento –registrado por diversos<br />

autores– va de 100 a 500 kilocalorías al día, sin<br />

que exista consenso sobre su magnitud real. Esto<br />

pudiera deberse a problemas metodológicos: no en<br />

todos los casos se cuenta con registros fidedignos<br />

de la ingestión energética o con las determina-ciones<br />

hormonales para establecer con precisión la<br />

fase del ciclo en la que se encuentra la mujer; en<br />

otros, el tama-ño de la muestra no es el adecuado.<br />

Sin perder de vista estas limitaciones, se ha<br />

docu-mentado una relación directa entre las concentraciones<br />

séricas de progesterona y estradiol y<br />

el consumo de energía. 4 De manera hipotética<br />

se plantea que este efecto pudiera estar mediado<br />

por el incremento en el apetito que causa la progesterona;<br />

no obstante, aún no existe acuerdo en<br />

este punto. 2 Es importante mencionar que tampoco<br />

hay unanimidad sobre los sustratos energéticos<br />

responsables de este incremento, ya que se han<br />

encontrado tanto estudios que informan acerca de<br />

un aumento en el consumo de hidratos de carbono<br />

–sobre todo a expensas de bebidas refrescantes y<br />

dulces– como los que registran un incre-mento en<br />

proteínas o lípidos.2-5<br />

Los estrógenos incrementan la concentración<br />

de diversas proteínas circulantes, como la globulina<br />

fijadora de tiroxina, la angiotensina y la proteína<br />

fijadora de aldosterona. Al parecer ello explica<br />

que entre 40 y 90 por ciento de las mujeres muestren<br />

edema de diverso grado en el periodo periovulatorio<br />

y premenstrual. Por otra parte, la presencia<br />

de estrógenos y la retención de líquidos estimulan<br />

la producción de aldosterona, la que a su vez<br />

causa mayor retención de líquidos y crea un<br />

círculo vicioso. En la fase premenstrual, el edema<br />

puede representar entre uno y siete kilogramos<br />

adicionales de peso y constituye uno de los signos<br />

característicos del llamado síndrome pre-menstrual.<br />

Tejido óseo<br />

Los estrógenos tienen un efecto notable sobre<br />

el crecimiento del esqueleto, ya que su presencia<br />

se asocia con el cierre de las epífisis óseas en la<br />

pubertad, y su privación –en el climaterio– se<br />

relaciona con la osteoporosis. De hecho, se ha<br />

observado que durante el climaterio, en ausencia<br />

de estrógenos aumenta la sensibilidad ósea hacia el<br />

efecto de la hormona paratiroidea. Esto provoca a<br />

corto plazo un aumento en la resorción ósea e<br />

hipercalcemia y, a largo plazo, osteoporosis. 6<br />

Cabe mencionar que este efecto es más grave<br />

entre mujeres que consumen dietas con elevado<br />

contenido de fibra (más de 30 gramos al día), como<br />

las que se ingieren en el medio rural o las que<br />

adoptan algunas mujeres que desean disminuir<br />

su peso corporal. El exceso de fibra inhibe la absorción<br />

de calcio y puede provocar un aumento en<br />

la excreción fecal de estrógenos a través de la circulación<br />

enterohepática.<br />

Por lo anterior, es de particular importancia<br />

que se vigile el consumo dietético de calcio y fibra,<br />

y que se promueva la práctica de actividad física<br />

de la mujer en edad reproductiva. De esta manera,<br />

aprovechará el estímulo estrogénico para brindar<br />

una adecuada densidad a sus huesos y estará<br />

mejor preparada para los cambios que se producen<br />

a partir de la menopausia. 7,8<br />

De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional<br />

de Nutrición de 1988, en México el consumo<br />

promedio de calcio entre las mujeres de 12 a<br />

49 años no alcanza a cubrir las recomendaciones.<br />

9 Por ello es preciso que en la consulta médica<br />

se informe y oriente a la mujer para que conozca<br />

las principales fuentes dietéticas de calcio, con el<br />

fin de asegurar una ingestión adecuada de este<br />

nutrimento inorgánico (figura 1).<br />

Es oportuno señalar que una vez que cesa la<br />

menstruación, ingerir suplementos dietéticos de<br />

calcio sin acompañarlos de estrógenos exógenos<br />

no previene la osteoporosis y sí puede condicionar<br />

la formación de cálculos renales. ? En mujeres con<br />

osteoporosis o con riesgo de padecer dicha enfermedad,<br />

se recomienda que el manejo médico<br />

incluya suplementos dietéticos de calcio (200<br />

miligramos al día).<br />

Metabolismo de los lípidos<br />

La acción de los estrógenos sobre el metabolismo<br />

de los lípidos y el sistema circulatorio ha sus-


Figur 1. Contenido de calcio de algunos alimentos<br />

citado interés en relación con el posible papel<br />

protector de estas hormonas contra la afección<br />

arterioesclerótica vascular. Se ha demostrado que<br />

los estrógenos causan en forma específica un aumento<br />

en las lipoproteínas de alta densidad<br />

(<strong>LA</strong>D) y una disminución en las de baja densidad<br />

(LBD).1° Cabe mencionar que las concentraciones<br />

elevadas de colesterol son un factor de riesgo importante<br />

para la cardiopatía isquémica. Este riesgo<br />

es directamente proporcional al aumento de la concentración<br />

en el plasma del colesterol unido a<br />

LBD. 71 Lo anterior significa que en la mujer adulta<br />

se debe vigilar el consumo de lípidos, enparticular el<br />

de colesterol, ya que el efecto protector estrogénico<br />

no es permanente, además de que existen otros fac-tores<br />

de riesgo para el desarrollo de cardio-<br />

FIGURA 2. Valores medios de colesterol para mujeres,<br />

según edad y zona. México y Estados Unidos,<br />

patía isquémica, como son la obesidad, el tabaquismo,<br />

la hiper-tensión y el sedentarismo.14<br />

De acuerdo con la Encuesta Nacional Seroepidemiológica,<br />

entre las mujeres de 20 a 50 años sólo las<br />

habitantes de los estados de Chiapas, Guerrero,<br />

Veracruz, Oaxaca, San Luis Potosí, Michoacán, Colima<br />

y Guanajuato mantuvieron una concentración<br />

de colesterol sérico dentro de límites adecuados<br />

(160 a 190 miligramos por decilitro). 13 De aquí se<br />

deriva la recomendación de que se vigile el consumo<br />

de colesterol en las poblaciones de los estados del<br />

norte de la República Mexicana y, sobre todo, en los<br />

estratos socioeconómicos altos (figura 2).<br />

Efectos de los estrógenos exógenos<br />

Metabolismo de los hidratos de carbono<br />

En ausencia de enfermedad, ninguna droga o<br />

medicamento es utilizado con mayor frecuencia ni<br />

por periodos tan prolongados como los anticonceptivos<br />

hormonales. En México, de acuerdo con la Encuesta<br />

de Planeación Familiar realizada por el Consejo<br />

Nacional de la Población en 1995, 20 y 11 por ciento<br />

de las usuarias activas de anticonceptivos utilizan<br />

el dispositivo intrauterino y anticonceptivos hormonales,<br />

respectivamente, lo que significa que cerca de<br />

una tercera parte de esas mujeres opta por uno de<br />

estos métodos. 14 No se conocen a profundidad los<br />

efectos colaterales que tienen los anovulatorios sobre<br />

la nutrición de la mujer. Algunos de los trastornos<br />

se asocian con variaciones en la concentración sérica<br />

de diversos nutrimentos o sus metabolitos; sin<br />

embargo, no se ha logrado documentar en todos los<br />

casos el significado clínico de estas variaciones. A<br />

continuación se describen algunos de los efectos estrogénicos<br />

con significado clínico.<br />

Se ha documentado que cerca de 10 por ciento de<br />

las mujeres que utilizan anticonceptivos hormonales<br />

desarrollan alteraciones en la tolerancia a la glucosa<br />

después de un año de consumo, y que éstas remiten<br />

tres meses después de suspender el uso de anovulatorios.<br />

15 Los resultados de diversos estudios han<br />

descrito que las concentraciones ele-vadas de estrógenos<br />

incrementan la síntesis de serotonina y niacina<br />

a partir de triptófano. Esta vía metabólica requiere<br />

de la presencia de vitamina B6 como cofactor<br />

y, en ausencia de ésta, en vez de producirse ácido<br />

nicotínico se genera ácido xanturénico, que se<br />

une en forma covalente a la insulina, lo que da<br />

como resultado un compuesto de baja acti-vidad<br />

metabólica y provoca intolerancia a la glu-


cosa en diverso grado (figura 3).16<br />

Cuando existe deficiencia de vitamina<br />

B6, se produce una disminución de la concentración<br />

plasmática de la serotonina, lo que<br />

en forma clínica se puede expresar como<br />

depresión. De hecho, entre cinco y seis por<br />

ciento de las usuarias de anticonceptivos<br />

hormonales presentan cambios psicoafectivos<br />

en los primeros seis meses de utilización<br />

de estos medicamentos. Hay que subrayar,<br />

sin embargo, que esto sólo ocurre<br />

cuando la dieta de la mujer es pobre en piridoxina.6<br />

En este punto es importante mencionar<br />

que en México es frecuente encontrar<br />

poblaciones donde el consumo de vitamina<br />

B6 es marginal o francamente deficien-te (el<br />

consumo nacional promedio es de 0.5 miligramos<br />

al día, en tanto que la recomendación<br />

asciende a 2.0 miligramos al día). 9 Esto<br />

se debe a que las principales fuentes de<br />

este nutrimento son los alimentos de origen<br />

animal (hígado y pollo, entre otros). Cabe<br />

señalar que por su ele-vado consumo en<br />

algunas regiones del país, el plátano y el<br />

aguacate pueden llegar a ser una buena<br />

fuente de vitamina B6.<br />

Se han realizado estudios de suplementación<br />

encaminados a evitar la deficiencia<br />

de esta vitamina en mujeres que<br />

utilizan anticonceptivos hormonales. Sin<br />

embargo, se ha observado que elevadas<br />

concentraciones de piridoxina en el plasma<br />

tienen un efecto antagónico con los estró-<br />

FIGURA 3. Efectos de los estrógenos sobre el metabolismo<br />

del triptófano<br />

genos, lo que cancela su propiedad anticonceptiva.<br />

Por lo anterior, es importante vigilar<br />

que la dieta de la mujer que consume<br />

anticonceptivos hormonales posea fuentes<br />

adecuadas de vitamina B6 para que<br />

sin necesidad de recurrir a suplementos se<br />

evite el síndrome premenstrual y/o las alteraciones<br />

en el metabolismo de la glucosa.<br />

Metabolismo de las proteínas<br />

Algunos estudios longitudinales han<br />

permitido documentar que la elevada concentración<br />

de estrógenos originada por el<br />

uso de anticonceptivos hormonales causa<br />

un aumento en el recambio proteínico —<br />

como ocurre en el embarazo—, y que si éste<br />

se mantiene por lapsos prolongados, puede<br />

llegar a causar daño hepático. Debido a ello<br />

no es recomendable que la mujer consuma<br />

anticonceptivos hormonales por largos periodos.17<br />

Por otra parte, cuando la mujer tiene un<br />

estado de nutrición marginal, el incremento<br />

en el recambio de proteínas puede conducir<br />

a un aumento en el requerimiento de<br />

ellas, que al no estar cubierto a través de la<br />

dieta desencadena cuadros francos de desnutrición.<br />

17 Lo anterior es de particular<br />

importancia si se toma en cuenta que en<br />

México los métodos anticonceptivos más<br />

utilizados en el medio rural, después de la<br />

salpingoclasia, son los hormo-nales tanto<br />

orales como inyectados. Cerca de 10 por<br />

ciento de las mujeres campesinas que<br />

tienen pareja usan anticonceptivos hormonales,<br />

14 que por lo general les son prescritos<br />

sin que exista una valoración previa<br />

de su estado de nutrición.<br />

Vitaminas<br />

Se ha observado que las mujeres que<br />

emplean anticonceptivos hormonales de manera<br />

consistente presentan concentraciones<br />

plasmáticas y eritrocitarias más bajas de<br />

folatos (véase páginas más adelante) e incrementan<br />

su excreción de ácido forminoglutámico,<br />

que es un indicador de deficiencia.<br />

18 En este punto hay que destacar que<br />

el elevado consumo de alcohol puede hacer<br />

más grave la deficiencia al interferir con la absorción<br />

y aumentar el catabolismo de los fola-


tos. 19 Por otra parte, también se ha encontrado<br />

que las usuarias de anticonceptivos hormonales<br />

tienen bajas concentraciones plasmáticas de<br />

vitamina B12; sin embargo, no se ha demostrado<br />

deficiencia clínica en estas mujeres. En apariencia,<br />

los anticonceptivos hormonales incrementan<br />

la avidez de los tejidos por la cobalamina.7<br />

Nutrimentos inorgánicos<br />

Sobre la base de estudios realizados en gemelas<br />

idénticas y no idénticas, se puede señalar que<br />

la magnitud del sangrado menstrual está determinada<br />

genéticamente y es posible que esté asociada<br />

con el tamaño de la superficie del útero. 20 Sin<br />

embargo, el uso de métodos anticoncepti-vos puede<br />

incidir en la cantidad de sangre que se pierde<br />

durante la menstruación.<br />

Se ha reconocido que el empleo de anticonceptivos<br />

hormonales por periodos prolongados tiende<br />

a disminuir hasta en 50 por ciento la cantidad<br />

de sangrado menstrual. 16,21 Al ser menor el volumen<br />

de sangre que se pier-de con la menstruación,<br />

el estado de nutrición en hierro tiende a mejorar<br />

entre las usuarias de este método de regulación<br />

de la fecundidad. De hecho, las pérdidas obligatorias<br />

de hierro pueden descender hasta en 60<br />

por ciento con respecto a las de mujeres que no<br />

utilizan métodos de anticoncepción22 (tabla 1).<br />

Por el contrario, el uso de dispositivos intrauterinos<br />

para la regulación de la fecundidad puede<br />

incrementar hasta en 50 por ciento la magnitud<br />

del sangrado menstrual, con lo que se corre el<br />

riesgo de que se deteriore el estado de nutrición<br />

en hierro. 22 Un estudio realizado en mujeres fin-<br />

landesas mostró que el sangrado abundante incrementó<br />

4.93 veces el riesgo de sufrir anemia<br />

entre las usuarias de dispositivo intrauterino. 23<br />

Con frecuencia se prefiere recomendar el uso de<br />

este método anticonceptivo entre mujeres que no<br />

acuden con regularidad a control médico, por ser<br />

más seguro en esos casos; sin embargo, desde el<br />

punto de vista nutricio no es muy adecuado, por<br />

el riesgo de que se presente anemia (ver el capítulo<br />

Aspectos nutricios de la anemia).<br />

En cuanto al efecto de los anticonceptivos hormo-nales<br />

sobre el metabolismo de los nutrimentos<br />

inorgánicos, en mujeres usuarias se ha observado<br />

una disminución de las concentraciones<br />

plasmáticas de zinc, sin que se haya podido establecer<br />

la causa. En sentido inverso, los hormonales<br />

tienden a mejorar la nutrición en hierro a<br />

expensas de la disminución en la cantidad de sangrado<br />

menstrual. 24,25<br />

Todo lo anterior lleva a concluir que la mujer<br />

adulta no embarazada constituye un sujeto en<br />

riesgo de sufrir carencias nutricias. Estos riesgos<br />

deben ser evaluados con el fin de establecer medidas<br />

preventivas o terapéuticas oportunas encaminadas<br />

a conservar un adecuado estado de nutrición<br />

y, por ende, a preservar la salud.<br />

Alteraciones frecuentes en la mujer en edad<br />

reproductiva que se relacionan con la nutrición<br />

Síndrome premenstrual<br />

La tensión premenstrual fue identificada por<br />

primera vez hace más de 2 600 años. Sin embargo,<br />

no fue sino hasta 1931 cuando se trató de explicarla<br />

mediante el argumento de que era resultado del


TAB<strong>LA</strong> 2. Características del síndrome de tensión premenstrual.<br />

Ansiedad<br />

Irritabilidad<br />

PSICOLÓGICAS FÍSICAS CONDUCTUALES<br />

Insomnio<br />

Disminución en la capacidad de concentración<br />

Migraña<br />

incremento en la circulación de las hormonas femeninas.<br />

En 1953, Greene y Dalton propusieron<br />

el término síndrome premenstrual por considerar<br />

que la tensión sólo era uno de los síntomas de<br />

esta alteración, como puede observarse en la tabla<br />

2. Es importante mencionar que no en todas las<br />

mujeres se presentan todos los síntomas ni todos<br />

los casos tienen la misma intensidad. Algunas<br />

encuestas de población indican que su prevalencia<br />

es cercana a 30 por ciento, y entre estos casos, sólo<br />

de dos a ocho por ciento se clasifican como cuadros<br />

graves 6,26<br />

Dentro de la etiología de este síndrome se<br />

ha mencionado la disminución en la concentración<br />

circulante de opiáceos, progesterona<br />

y prostaglandinas, sin que se conozca el<br />

mecanismo de acción de cada uno ellos. Es<br />

importante reconocer que, además de los aspectos<br />

hormonales, pudieran estar involucrados<br />

aspectos nutricios y psicosomáticos.<br />

En lo que se refiere a los componentes nutricios,<br />

en fechas recientes se ha llamado la<br />

atención sobre cuatro compuestos en particular:<br />

serotonina, magnesio, calcio y vitamina<br />

E. A continuación se comenta brevemente sobre<br />

cada uno.<br />

Serotonina. Se ha observado que las mujeres<br />

que sufren síndrome premenstrual presentan<br />

bajas concentraciones de serotonina,<br />

lo que a su vez se asocia con diver-sos síntomas<br />

(depresión, mastalgia, distensión abdominal,<br />

retención de líquidos, acné y "antojos"). Esta<br />

deficiencia de serotonina pudiera deberse, por<br />

un lado, a la deficiencia subclínica de vitamina<br />

B6 y, por otro, a la deficiencia de triptófano (figura<br />

3).<br />

Mastalgia<br />

Distensión abdominal<br />

Edema periférico<br />

Aumento de peso<br />

Rubor<br />

Calambres abdominales<br />

Náusea<br />

Fatiga<br />

Incremento del apetito<br />

"Antojos" (apetito de dulces y chocolates)<br />

Aumento en el consumo de alcohol<br />

Descenso de las actividades sociales<br />

Incremento y/o disminución de la libido<br />

La piridoxina (vitamina B6) es cofactor para<br />

la síntesis de neurotransmisores, en particular<br />

de la serotonina. En un estudio doble ciego se<br />

observó que la sintomatología dis-minuía de manera<br />

importante al dar un suplemento de 250 miligramos<br />

al día de piridoxina (la recomendación es<br />

de dos miligramos diarios, pero el consumo promedio<br />

en el país es cercano al medio miligramo<br />

al día) 27 Sin embargo, se debe tener precaución<br />

al administrar esta vitamina, ya que una sobredosis<br />

puede causar alteraciones neurológicas en<br />

sujetos susceptibles. Cabe mencionar que por<br />

lo general una dieta adecuada cubre las necesidades<br />

de este nutrimento.<br />

A su vez, el triptófano –principal precursor<br />

de la serotonina– es uno de los aminoácidos<br />

neutros que com-piten por un acarreador<br />

para atravesar la barrera hematoencefálica.<br />

De esta manera, se requiere que exista un<br />

equilibrio entre los aminoácidos neutros para<br />

que el triptófano pueda ser acarreado.<br />

Cuando esto no sucede se produce una disminución<br />

en la síntesis de serotonina<br />

(figura 3). Se ha observado que las mujeres con<br />

síndrome premenstrual presentan concentraciones<br />

plasmáticas más bajas de L-triptófano<br />

en la fase lútea que las mujeres sin este<br />

síndrome. 28 Es importante hacer notar que no<br />

existen estudios controlados de suplementación<br />

con triptófano, dado que en pacientes susceptibles<br />

el consumo de dosis farmacológicas de<br />

este aminoácido puede dar lugar a alte-raciones<br />

hematológicas.<br />

Magnesio. La deficiencia de este nutrimento<br />

inorgánico puede interferir con la<br />

síntesis de dopamina y causar alteraciones<br />

psicológicas y de conducta. 29 Esta deficien-


cia es frecuente entre las mujeres con elevado<br />

consumo de alcohol y problemas crónicos<br />

de diarrea y vómito. Al igual que en el<br />

caso de la piridoxina, un estudio de suplementación<br />

doble ciego mostró efectos benéficos<br />

cuando se administraron 360 miligramos<br />

al día de magnesio a mujeres con historia<br />

de síndrome premenstrual. 30 La recomendación<br />

dietética es de 280 miligramos<br />

diarios, que se alcanza con facilidad a<br />

tra-vés del consumo de una dieta adecuada.<br />

Por ejemplo, medio aguacate contiene<br />

70 miligramos de magnesio; 30 gramos de<br />

cacahuates, 49 miligramos; una tortilla de<br />

maíz, 20 miligramos, y un vaso de leche, 26<br />

miligramos de magnesio.<br />

Calcio. A partir de algunos estudios de<br />

suplementación (1336 miligramos de calcio al<br />

día), se ha propuesto que este nutrimento<br />

puede desempeñar algún papel en el desarrollo<br />

del síndrome premenstrual. Un incremento<br />

en el consumo de calcio se ha asociado a la<br />

disminución tanto de las alteraciones psicosomáticas<br />

como del dolor en el periodo menstrual.<br />

31 Por esta razón es importante vigilar el<br />

consumo de calcio en la mujer. La recomendación<br />

sugerida de este nutrimento inorgánico<br />

es de un gramo al día. Un vaso de leche, 30<br />

gramos de queso, una taza de frijol cocido y<br />

una tortilla de maíz, contienen 290, 170, 130 y 42<br />

miligramos de calcio, respectivamente.<br />

Vitamina E. Algunos estudios sugieren que<br />

el síndrome premenstrual pudiera estar relacionado<br />

con una alteración en el metabolismo<br />

de las prostaglandinas, lo que a su vez<br />

podría ser el resultado de una deficiencia de<br />

vitamina E. Sin embargo, aún no existe evidencia<br />

concluyente al respecto.32<br />

Desde el punto de vista nutricio se han<br />

propuesto diversos tratamientos para el manejo<br />

del síndrome premenstrual, sin que se<br />

conozcan los mecanismos de acción en todos<br />

los casos. Los que han mostrado mejores resultados<br />

son: limitar el consumo de azúcar, cafeína<br />

(refrescos de cola, café, té o chocolate) y sal;<br />

incrementar la ingestión de hidratos de carbono<br />

complejos, vitamina B6, magnesio y fibra (para<br />

evitar el estreñimiento y regular la absorción de<br />

hidratos de carbono simples). Todas estas modificaciones<br />

se pueden lograr a través de una<br />

dieta correcta, sin que sea necesario utilizar dosis<br />

farmacológicas de estos nutrimen-tos. La<br />

práctica del ejercicio aeróbico también se ha<br />

asociado a una disminución del síndrome<br />

premenstrual, sobre todo en lo que se refiere a<br />

la retención de líquidos, las reac-ciones del sistema<br />

nervioso autónomo y el apetito.33<br />

Variaciones en el peso corporal<br />

La presencia de edema debe tomarse en<br />

cuenta al realizar la evaluación del estado de<br />

nutrición, en particular del peso, ya que una<br />

mujer puede ser clasificada con sobrepeso,<br />

cuando en realidad éste se debe a la acumulación<br />

de agua y no de tejido adiposo. Asimismo,<br />

debe considerar-se que la fase lútea no es<br />

el mejor periodo para iniciar una dieta de reducción,<br />

debido a la mayor labilidad emocional<br />

en esta etapa y a que la presencia de edema<br />

pudiera no reflejar los cambios en la composición<br />

corporal. Por otra parte, estudios realizados<br />

en la década de los ochenta han demostrado<br />

que en la fase premenstrual la mujer incrementa<br />

de manera fisiológica su consumo<br />

habitual de energía (entre 300 y 500 kilocalorías),<br />

lo que dificulta aún más el apego a un régimen<br />

de restricción 34.35<br />

Con respecto a las variaciones en el estado<br />

de nutrición durante el ciclo menstrual, hay<br />

que considerar que en esa etapa la mujer tiende<br />

a tener concentraciones más bajas de hemoglobina<br />

y de volumen corpuscular, lo que debe ser<br />

tomado en cuenta para evitar falsos positivos<br />

en el diagnóstico de anemia de mujeres no embarazadas.<br />

Alteraciones fibroquísticas de la mama<br />

Entre los trastornos ginecológicos en los que la<br />

nutrición desempeña un papel importante deben<br />

mencionarse las alteraciones fibroquísticas<br />

de la mama. Se desconoce su causa exacta,<br />

pero se ha considerado que pudieran estar relacionadas<br />

con el exceso relativo de estrógenos.<br />

Se ha señalado que las pacientes con mastalgia<br />

cíclica tienen un aumento en la concentración<br />

plasmática de los ácidos grasos saturados<br />

(palmítico y esteárico) y una disminu-ción<br />

de las concentraciones de los ácidos<br />

grasos polinsa-turados (enoleico y araquidónico).<br />

Por otra parte, aún no se ha esclarecido<br />

el papel que desempeñan las metilxantinas


(presentes en el café, el té y el chocolate) en la<br />

etio-patogenia, pero se sabe que estas sustancias<br />

actúan como inhibidores competitivos de la<br />

enzima que rompe la adenosina monofosfato<br />

cíclica y la guanosinamonofosfato cíclica. Se<br />

considera que un aumento en los monofosfatos<br />

intracelulares estimula la proteína cinasa y<br />

ésta hace proliferar el tejido mamario quístico,<br />

lo que da lugar al cua-dro característico.36<br />

Se ha observado que las mujeres con restricción<br />

estricta de metilxantinas tienen una<br />

disminución de entre 60 y 65 por ciento de<br />

los síntomas (mastalgia). En estos casos<br />

también es recomendable cerciorarse de que<br />

los lípidos no representen más de 15 por<br />

ciento del aporte energético de la dieta, con preferencia<br />

de las grasas polinsaturadas sobre las<br />

saturadas.<br />

Cáncer de mama<br />

En México la principal causa de muerte en<br />

las mujeres en edad productiva son los tumores<br />

malignos; en particular, las neoplasias<br />

ginecológicas y de la mama. Al igual que otras<br />

enfermedades crónicas, éstas tienen un importante<br />

componente nutricio, por lo que vale la<br />

pena hacer una pequeña revisión del tema.<br />

De acuerdo con la información epidemiológica<br />

sobre cáncer de mama, éste se ha<br />

incrementado de mane-ra notable en nuestro<br />

país en los últimos años. Para 1994 se estimó<br />

una tasa de mortalidad de 25 por cada 100<br />

mil mujeres mayores de 50 años, que probable-<br />

FIGURA 4. Mortalidad por cáncer mamario<br />

en México<br />

mente llegaba a 35 en las mayores de 70 años.<br />

En diversas naciones se han realizado<br />

múltiples estudios epidemiológicos para conocer<br />

las causas del cáncer de mama. En ellos<br />

se ha mostrado que tanto el estilo de vida como<br />

algunos aspectos culturales (entre los que<br />

está la alimentación) son responsables de la<br />

aparición de la enfermedad. De esta manera,<br />

Koo y colaboradores37 han encontrado un<br />

incremento significativo en el cáncer de mama<br />

entre las mujeres de Hong Kong, el cual<br />

coincide con el abandono de una dieta rica en<br />

arroz y verduras, que antaño se acompañaba<br />

de pequeñas porciones de carne y pescado.<br />

Algunos estudios de casos y controles indican<br />

que las mujeres que consumen alimentos<br />

fritos (en particular las papas) y lácteos<br />

(excepto la leche) pre-sentan entre 1.6 y 2.6<br />

más riesgo de desarrollar cáncer de mama que<br />

aquellas que no abusan de la ingestión de estos<br />

productos.6<br />

Entre los principales factores dietéticos<br />

que se han asociado con el riesgo de presentar<br />

cáncer de mama se encuentran el consumo<br />

de lípidos, la ingestión de alcohol y el escaso<br />

consumo de antioxidantes naturales. A continuación<br />

se comentan los aspectos más relevantes<br />

de cada uno de ellos.<br />

Consumo de lípidos. 38 Los estudios<br />

etiológicos muestran que las poblaciones con<br />

dietas ricas en lípidos (con un aporte mayor de<br />

30 por ciento de la energía total) registran tasas<br />

de mortalidad más altas por cáncer de mama.<br />

Sin embargo, cuando se realizan estudios<br />

de casos y controles no siempre se encuentra<br />

esta asociación. A la fecha se han identificado<br />

dos tipos de mecanismos para tratar de explicar<br />

esta falta de consistencia:<br />

Es posible que la dieta que se haya ingerido<br />

durante la infancia sea más importante que<br />

la dieta de vida adulta para establecer el<br />

riesgo de cáncer de mama. En apoyo a lo anterior,<br />

se ha observado una asociación direc-ta<br />

entre la estatura (indicador de la historia de<br />

nutrición) y esta modalidad de cáncer; es decir,<br />

a mayor estatura, mayor riesgo.39<br />

También se ha postulado que el consumo<br />

de lípidos por sí mismo no incrementa el riesgo<br />

de sufrir cáncer de mama. Erikson40 propo-


ne que la relación entre el consumo de lípidos<br />

y este padecimiento puede estar media-da<br />

por la respuesta inmune, pues es probable<br />

que los lípidos de la dieta sean capaces de<br />

alterar la capacidad de los macrófagos para eliminar<br />

células cancerosas.<br />

Consumo de alcohol. Este se ha asociado<br />

de manera consistente con el riesgo de desarrollar<br />

cáncer de mama. De acuerdo con el metaanálisis<br />

realizado por Byres38 al revisar cerca<br />

de 25 estudios de casos y controles que incluían<br />

más de 100 pacientes por estudio,<br />

encontró 1.5 veces más riesgo de desarrollar<br />

cáncer de mama entre las mujeres bebedoras<br />

que entre las abstemias. En un estudio multicéntrico<br />

realizado en Canadá, Holanda, Suiza y<br />

Estados Unidos, que incluyó a 322 647 mujeres,<br />

se informó de una relación lineal entre el<br />

consumo de alcohol y el riesgo de padecer esta<br />

enfermedad; más aún, se estimó que el riesgo<br />

se incrementa en forma significativa a partir de un<br />

consumo mayor a los 30 gramos al día (entre dos<br />

y cinco raciones), sin importar el tipo de bebida.<br />

Esto sugiere que las mujeres con alto riesgo<br />

de desarrollar cáncer de mama debido a factores<br />

genéticos, pero con bajo riesgo de desa--<br />

TAB<strong>LA</strong> 3. Contenido de fitoesterol de algunos alimentos<br />

ALIMENTO FITOESTEROL<br />

mg<br />

Aceite de maíz (1 taza) 140<br />

Semillas de girasol (28 g) 152<br />

Frijol soya (1/2 taza) 64<br />

Ajonjolí (9 g) 64<br />

Almendras (28 g) 40<br />

Naranja (1 pieza) 34<br />

Pistaches (28 g) 30<br />

Uvas (100 g) 20<br />

Manzana (1 pieza) 19<br />

Fresas (1 taza)<br />

18<br />

rrollar enfermedades cardiacas, se verían<br />

muy beneficiadas si se abstuvieran de beber alcohol.41<br />

Otros factores dietéticos. En la evaluación<br />

de la dieta también se ha tratado de<br />

encontrar asociación entre el consumo de<br />

vitaminas A, C y E, betacarotenos y fibra con<br />

el riesgo de desarrollar cáncer de mama. En<br />

la mayoría de los casos ha sido posible probar<br />

un efecto protector de dichos nutrimentos<br />

contra esta enfermedad. Pero más que el<br />

consumo de uno de ellos en particular, se<br />

cree que es el tipo de dieta (rica en frutas,<br />

verduras y cereales) lo que realmente protege<br />

contra este cáncer. En este sentido, un estudio<br />

realizado en mujeres mexicanas que viven<br />

en Estados Unidos mostró tasas significativamente<br />

menores de cáncer de mama<br />

que en sus congéneres estadounidenses. 42<br />

Los autores plantean que estas diferencias<br />

pueden ser explicadas porque las mujeres<br />

mexicanas –a diferencia de las estadounidenses–<br />

ingieren una dieta rica en cereales<br />

integrales (tortilla), frijol, frutas y verduras,<br />

con un contenido de fibra cercano a los 20<br />

gramos al día. De manera hipotética se considera<br />

que la fibra puede disminuir la concentración<br />

de estrógenos al modular su reabsorción<br />

en el intestino.<br />

Mención aparte merecen los fitoestrógenos,<br />

un conjunto de sustancias con estructura química<br />

similar a la de los estrógenos, que se<br />

encuentran en cierto tipo de plantas. Se ha<br />

propuesto que este tipo de compuestos tienen<br />

un alto potencial anticarcinogénico, en particular<br />

las isoflavonas. 43 En la tabla 3 se indica<br />

el contenido de fitoeste-rol de algunos alimentos.<br />

Tamaño corporal. Se ha pretendido asociar el<br />

peso corporal con el cáncer de mama, pero<br />

sin que se haya demostrado el mecanismo<br />

de esta relación. Aun así, se sabe que la distribución<br />

de la grasa corporal (central o abdominal),<br />

y no sólo su magnitud, quizá sea<br />

un factor importante. Un estudio realizado en<br />

mujeres chinas, japonesas y filipinas que emigraron<br />

a Estados Unidos mues-tra que tanto<br />

el peso elevado (índice de masa corporal mayor<br />

de 29) como su incremento en la última<br />

década de la vida y la edad (más de 40 años) son


factores de riesgo importantes para sufrir cáncer<br />

de mama.44<br />

Neoplasia intraepitelial cervical<br />

Esta enfermedad representa 11.6 por ciento<br />

de los cánceres en todo el mundo. En<br />

nuestro país ocupa el primer lugar dentro de<br />

los tumores malignos de la mujer y el ter-cero<br />

en la población general. En 1995 se registraron 15<br />

749 nuevos casos de la enfermedad. Diversas investigaciones<br />

muestran que uno de los factores<br />

de mayor riesgo es la infección por el virus<br />

del papiloma humano, junto con la edad<br />

temprana de inicio de la vida sexual, una<br />

cantidad elevada de parejas sexuales, el uso de<br />

anticonceptivos hormonales, los partos frecuentes,<br />

el bajo nivel socioeconómico, el tabaquismo,<br />

la inmunosupresión y la dieta. 46 Por lo<br />

que se refiere a los factores dietéticos, se puede<br />

mencionar que los principales nutrimentos<br />

involucrados en este padecimiento son las vitaminas<br />

A, C y E, y los folatos.<br />

De acuerdo con la literatura actual, aún<br />

no existe consenso sobre el verdadero efecto<br />

protector de las vitaminas A, C, E y los betacarotenos.<br />

La evidencia sugiere que este efecto<br />

pudiera estar mediado por su papel como antio-xidantes<br />

y, en el caso específico de la vitamina<br />

A, por su función en la regulación del crecimiento<br />

y la diferenciación celular. En un estudio<br />

en el que se administró ácido retinoico por<br />

vía tópica en mujeres con neoplasia intraepitelial<br />

cervical tipos II y III se encontró que a los 15 meses<br />

de seguimiento 27 por ciento de las mujeres<br />

que recibieron placebo habían remitido el<br />

cuadro, en comparación con 43 por ciento de<br />

las mujeres a las que se les administró vitamina<br />

A. Sin embargo, en esta investigación no se<br />

evalúo la presencia del virus de papiloma<br />

humano47 Hay que señalar que este tipo de<br />

estudios explora los aspectos farmacológicos<br />

de la vitamina y no su papel como nutrimento<br />

propiamente dicho. La evidencia epidemiológica<br />

muestra que una dieta con un aporte<br />

adecuado de vitamina A, C y carotenos puede<br />

participar en la prevención de la neopla-sia<br />

intraepitelial cervical.<br />

En cuanto a los folatos, se ha observado que<br />

en las mujeres que tienen deficiencia de este<br />

nutrimento el virus del papiloma humano lle-<br />

ga a desarrollarse mejor que en aquellas que<br />

no presentan esa insuficiencia. Por ello se ha propuesto<br />

que los folatos poseen un efecto cocarcinogénico<br />

en presencia de papiloma humano. 6<br />

Por otra parte, los estudios de suplementación<br />

con folatos muestran que en mujeres que no<br />

utilizan anticonceptivos hormonales (que<br />

incrementan la demanda de folatos) y en ausencia<br />

de virus de papiloma humano, una dieta<br />

con fuentes adecuadas de ácido fólico permite<br />

prevenir la neoplasia intraepitelial cervical.<br />

46 La recomendación dietética de folatos es de 180<br />

microgramos al día y puede ser cubierta por<br />

una taza de bróculi o coliflor o dos platos de<br />

frijoles; una ración de hígado de res aporta más<br />

de mil microgramos de folatos.<br />

<strong>NUTRICIÓN</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>MUJER</strong> EMBARAZADA<br />

Durante el embarazo, la mujer adulta recibe<br />

más atención médica que en cualquier otra<br />

etapa de su vida reproductiva. Tal vez por ello<br />

sea tan amplia la información sobre los cambios<br />

que se producen a lo largo de la gestación.<br />

En un apartado anterior se abordó el efecto<br />

de los estrógenos (tanto endógenos como<br />

exógenos) en la determinación del estado de<br />

nutrición de la mujer adulta no embarazada.<br />

Durante la gestación, los estrógenos también desempeñan<br />

un papel muy importante. Intervienen,<br />

junto con la progesterona, en los siguientes<br />

procesos:<br />

TAB<strong>LA</strong> 4. Necesidades de hierro en el embarazo<br />

HIERRO<br />

mg<br />

mediana intervalo<br />

Feto 270 200-450<br />

Placenta y cordón 80 30-170<br />

Pérdida de sangre en el parto 250 90-310<br />

Hemoglobina y expansión de tejidos 200a 130-430<br />

Mantenimiento durante la amenorrea<br />

190 160-220<br />

Subtotal (costo del embarazo) 990 610-1580<br />

Cambios posparto -200 100.180<br />

TOTAL 790- 480-1150<br />

En mujeres que no ingieren suplementos de hierro. En mujeres que sí lo<br />

hacen, el valor es de 450 miligramos.<br />

Fuente: Viteri50


• Preparación del endometrio para la nidación<br />

y el mantenimiento del implante.<br />

• Control relativo sobre las funciones hipofisiarias<br />

y ováricas maternas.<br />

• Ajuste* metabólico materno.<br />

• Preparación para la lactancia.<br />

• Modulación del crecimiento uterino, el tono<br />

miometrial y la contractilidad uterina.<br />

• Participación en el desencadenamiento del<br />

parto.<br />

Cambios fisiológicos durante el embarazo normal<br />

Aumento del volumen sanguíneo<br />

El volumen plasmático se empieza a incrementar<br />

en forma acelerada a partir de las<br />

ocho semanas de gestación, hasta alcanzar un<br />

aumento máximo de entre 1250 y 1500 mililitros<br />

cerca del término del embarazo. Este aumento<br />

representa en promedio un volumen 50 por<br />

ciento mayor que el de las mujeres no embarazadas.<br />

El incremento del volumen plasmático se ve<br />

acompañado por un aumento de cerca de 18<br />

por ciento en la cantidad de eritrocitos 49 La<br />

incapacidad para acrecentar el volumen de<br />

eritrocitos en la misma magnitud que el volu-<br />

TAB<strong>LA</strong> 5. Prevención y tratamiento de la anemia en el<br />

embarazo<br />

• Suplementación rutinaria con 30 miligramos de<br />

sales ferrosas por día a partir de la semana 12 de<br />

la gestación, además de una dieta correcta<br />

• El suplemento no debe ser ingerido junto con<br />

leche o bebidas que contengan cafeína<br />

• De preferencia, el suplemento se debe ingerir<br />

por la noche, antes de irse a dormir<br />

• En forma rutinaria se debe realizar una determinación<br />

de hemoglobina en el primer trimestre de<br />

la gestación. Si los valores son menores de 110<br />

gramos por decilitro se con-sidera que existe<br />

anemia y se inicia un tratamiento con una dosis<br />

de 60 a 120 miligramos de sulfato ferroso,<br />

según la tolerancia<br />

Adaptada de: National Academy of Sciences52<br />

* Se prefiere el término ajuste sobre el de adaptación para<br />

describir los cambios fisiológicos, ya que la adaptación mtiene<br />

un costo en términos metabólicos<br />

FIGURA 5. Componentes del aumento de peso en<br />

el embarazo normal<br />

men plasmático se traduce en una menor concentración<br />

de hemoglobina, lo que durante muchos<br />

años fue calificado como "anemia fisiológica<br />

del embarazo". Sin embargo, es necesario<br />

mencionar que concentraciones de hemoglobina<br />

por debajo de 120 gramos por litro (a nivel<br />

del mar) se deben considerar signos de anemia<br />

verdadera, que requiere ser combatida mediante<br />

la administración de hierro suplementario (ver el<br />

capítulo Aspectos nutricios de la anemia).<br />

En hipótesis, el embarazo no debería representar<br />

una situación de riesgo de deficiencia<br />

de hierro, debido a que al cesar la menstruación<br />

se dejan de perder cerca de 120 miligramos<br />

de este nutrimento a lo largo de la<br />

gestación. No obstante, el embarazo y la lactancia<br />

implican una pérdida de entre 480 y<br />

1150 miligramos (tabla 4), lo que significa una<br />

merma diaria de entre 1.7 y cuatro miligramos<br />

de hierro.5°),<br />

Si la mujer contara con una reserva adecuada<br />

de hierro desde el periodo previo al<br />

embarazo, tal vez podría responder ante las<br />

demandas de la gestación en forma adecuada.<br />

Pero en la realidad, la mayoría de las<br />

mujeres inicia su gestación con reservas insuficientes<br />

de hierro y, en consecuencia, desarrolla<br />

anemia. 50,51<br />

Por lo anterior, es recomendable ofrecer<br />

hierro en forma profiláctica, sobre todo cuando<br />

se carece de apoyo de laboratorio para hacer<br />

análisis. En este sentido, se debe recordar que si<br />

bien durante el embarazo se incrementa la absorción<br />

de hierro, la dieta no es suficiente para<br />

cubrir las necesidades de este periodo. Conviene,<br />

por otro lado, ser cuidadosos con la


TAB<strong>LA</strong> 6. Costo energético del embarazo FIGURA 6. Peso esperado para la estatura y la<br />

edad gestacional<br />

Feto<br />

grasa<br />

proteínas<br />

energía<br />

Placenta<br />

grasa<br />

proteínas<br />

energía<br />

Tejidos maternos<br />

grasa<br />

proteínas<br />

energía<br />

Depósito graso<br />

grasa<br />

energía<br />

Incremento en el<br />

SEGÚN HYITEN SEGÚN DURNIN<br />

g kcal g kcal<br />

477<br />

409<br />

4<br />

98<br />

34<br />

360<br />

2 300<br />

8 100<br />

740<br />

2 900<br />

25 346<br />

373<br />

373<br />

6 700<br />

administración de suplementos de hierro, ya<br />

que suelen causar estreñimiento o náusea.<br />

Se debe recomendar a la mujer embarazada<br />

que consuma el suplemento de hierro<br />

después de los alimentos, junto con fuentes<br />

adecuadas de vitamina C, y que no lo tome<br />

con té o café, pues estas bebidas inhiben la<br />

absorción del nutrimento. Con fines preventivos<br />

se recomienda ingerir alrededor de 300<br />

miligramos de sulfato ferroso por semana en<br />

una sola toma durante el tercer trimestre de<br />

gestación, mientras que con propósitos terapéuticos<br />

se sugiere ese mismo esquema<br />

pero con 600 miligramos de sulfato ferroso<br />

(tabla 5).52<br />

Cambios en la composición corporal<br />

En la figura 5 se puede observar que la<br />

mayor parte del aumento de peso durante el<br />

embarazo es atribuible al pro-ducto de la concepción,<br />

y que éste incrementa su peso en<br />

forma significativa a partir de la segunda mitad<br />

de la gestación. En comparación, las reservas<br />

maternas de grasa se forman con rapidez<br />

antes de la mitad del embarazo y después<br />

aumentan poco, para alcanzar entre<br />

3<br />

79<br />

28<br />

305<br />

1 300<br />

600<br />

2 400<br />

14 300<br />

gasto basal<br />

30 114<br />

21 000<br />

Costo total 67 200 45 000<br />

Fuentes: Hytten, 49 Durnin54<br />

tres y cuatro kilogramos de grasa hacia el<br />

final de la gestación. Esta cantidad de grasa<br />

proporciona alrededor de 35 mil kilocalorías que<br />

son suficientes para ayudar al gasto energéti-co<br />

que demanda la lactancia.53<br />

Según los estudios ya clásicos de Hytten y<br />

Leitch,49 el costo energético de los 280 días de<br />

gestación es cercano a las 70 mil kilocalorías.<br />

Esta estimación considera los requerimientos<br />

para el desarrollo del feto y la placenta, así<br />

como para los cambios en el cuerpo de la madre.<br />

De acuerdo con ese cálculo, durante el<br />

embarazo la mujer requiere cada día de un<br />

aporte adicional de energía de 250 kilocalorías.<br />

Esto, en el entendido de que se consume<br />

una dieta adecuada y suficiente.<br />

Por su parte, la Organización Mundial de la<br />

Salud (OMS) recomienda un aporte energético<br />

adicional diario de 150 kilocalorías durante el<br />

primer trimestre de la gestación, y de 350 kilocalorías<br />

a lo largo de los meses posteriores.<br />

En los años setenta, Durnin54 puso en tela<br />

TAB<strong>LA</strong> 7. Recomendaciones de ganancia de peso en<br />

el embarazo, de acuerdo con el peso pregestaciona<br />

ÍNDICE <strong>DE</strong> MASA CORPORAL GANANCIA <strong>DE</strong> PESO<br />

kg<br />

30.0 6.0<br />

En las mujeres menores de 17 años y en aquéllas con una estatura<br />

menor de 154 centímetros se recomienda el límite superior de ganancia.<br />

Fuente: National Academy of Sciences52


de juicio las recomendaciones citadas. Este investigador<br />

realizó observaciones en países con<br />

diferentes niveles de desarrollo y encontró<br />

que el costo energético del embarazo es menor<br />

al supuesto por Hytten y Leitch. En la tabla<br />

6 se puede ver que existe una discrepancia de<br />

alrededor de 22 mil kilocalorías entre ambos estudios.<br />

Una explicación para esa disparidad es la<br />

variación en la magnitud del depósito de grasa,<br />

ya que las mujeres estudiadas por Durnin depositaron<br />

de manera sistemática menos grasa<br />

que las investigadas por el equipo de Hyt-ten y<br />

Leitch, sin que existieran diferencias significativas<br />

en los pesos de los niños al nacimiento.Así,<br />

de acuerdo con los datos aportados por Durnin,<br />

la recomendación de incrementar en 300 kilocalorías<br />

el consumo energético diario parece ser excesiva,<br />

ya que una ingestión de 150 kilocalorías<br />

adicionales fue suficiente para que las mujeres<br />

estudiadas tuvieran hijos con pesos adecuados<br />

al nacer y depositaran por lo menos un<br />

kilogramo de grasa adicional.<br />

Por otra parte, estudios realizados en poblaciones<br />

de Guatemala con alta prevalencia<br />

de desnutrición mostraron que un suplemento<br />

energético de 150 kilocalorías al día fue suficiente<br />

para que las madres dieran a luz productos<br />

de buen peso. 55 Cabe mencionar que<br />

las recomendaciones mexicanas emitidas<br />

en 1970 aconsejan un consumo energético<br />

adicional de 200 kilocalorías diarias a lo largo<br />

de la gestación.56’<br />

Es importante indicar que las cifras anteriores<br />

se refieren sólo a los requerimientos<br />

durante el embarazo y no consideran otros<br />

factores que pueden modificar el gasto<br />

energético, como el ejercicio intenso. En una<br />

revisión reciente realizada por Prentice y sus<br />

colaboradores, se establece que de acuerdo<br />

con la cantidad de actividad física desarrollada<br />

y con los ajustes metabólicos correspondientes,<br />

en los países en desarrollo se podría<br />

considerar adecuada una ingestión de 255<br />

kilocalorías al día (alrededor de 1.1 mega joules<br />

diarios).57<br />

Ante las dificultades para establecer la recomendación<br />

óptima de energía durante la<br />

gestación, resulta útil guiar la ingestión<br />

dietética con base en la velocidad de ganancia<br />

de peso a lo largo del embarazo. De esta<br />

manera, las mujeres con peso pregestacional<br />

adecuado que mantienen una ganancia<br />

de entre 250 y 300 gramos por semana, no<br />

tendrán que modificar su patrón de alimentación,<br />

siempre y cuando consuman una dieta variada.58<br />

En promedio, se considera deseable que<br />

la mujer que inicia su embarazo con un índice<br />

de masa corporal de entre 21 y 25, gane entre<br />

nueve y 12 kilogramos de peso a lo largo de la<br />

gestación, a una velocidad de 300 gramos<br />

semanales a partir de la vigésima semana<br />

del embarazo (figura 6). Si se trata de mujeres<br />

que inician el embarazo con bajo peso, se<br />

sugiere que aumenten entre 12 y 15 kilo‑gramos,<br />

mientras que quienes comienzan con sobrepeso,<br />

deberán subir entre siete y nueve kilogramos.58<br />

En la tabla 7 se presenta la recomendación<br />

de ganancia de peso del Instituto de<br />

Medicina de Estados Unidos de acuerdo con<br />

el índice de masa corporal pregestacional. Como<br />

se puede observar, los límites superiores<br />

de ganancia de peso son muy elevados y en<br />

fechas recientes han sido. puestos en tela de<br />

juicio, pues se pueden asociar al desarrollo<br />

de estados patológicos gestacionales, como<br />

la enfermedad hipertensiva del embarazo o<br />

la diabetes gestacional, e incluso condicionar<br />

la presencia de obesidad en el posparto,<br />

particularmente en las mujeres de origen hispano<br />

y de raza negra. 59, 60<br />

Por otra parte, se debe tener en cuenta<br />

que la ganancia de peso no necesariamente<br />

significa una determinada composición corporal.<br />

Así por ejemplo, Hytten y Thomson S3<br />

encontraron que las mujeres que al inicio de<br />

la gestación tenían sobrepeso, al término de<br />

ella habían ganado cantidades relativamente<br />

elevadas de agua y, en proporción, poco<br />

"peso seco". En tanto, las mujeres delgadas<br />

ganaron menos agua y más "peso seco". Esto<br />

sugiere que el embarazo puede tener un<br />

efecto compen-sador temporal sobre la cantidad<br />

de grasa corporal y apunta hacia la<br />

necesidad de utilizar otros indicadores,<br />

además del peso y la estatura, para evaluar<br />

el estado de nutrición de gestantes que ini-


ciaron con déficit o exceso de peso (ver el<br />

capítulo Evaluación del estado de nutrición).<br />

En los casos de mujeres con ganancia insuficiente<br />

o excesiva de peso es necesario realizar<br />

una evaluación acuciosa de su historia nutricia.<br />

En primer lugar conviene evaluar su estado<br />

de nutrición pregestacional; si éste es<br />

deficiente, lo recomendable será promover una<br />

ganancia de peso superior a los 300 gramos por<br />

semana, de tal forma que la mujer tenga oportunidad<br />

de aportar al producto cantidades suficientes<br />

de nutrimentos, saturar sus propios<br />

tejidos de nutrimentos inorgánicos y vitaminas,<br />

y cubrir sus reservas, cuando sea el caso.<br />

Además, esto le permitirá formar depósitos de<br />

grasa suficientes no sólo para favorecer la lactancia<br />

sino también para recuperar el déficit<br />

pregestacional. Lo recomendable para las mujeres<br />

con exceso de peso previo al embarazo es que<br />

durante el segundo trimestre de la gestación<br />

ganen entre 250 y 300 gramos por semana, y en<br />

el tercer trimestre –que es el periodo en el que<br />

se deposita más grasa– limiten la ganancia de<br />

peso a no más de 200 gramos semanales. Este<br />

tipo de mujeres no requiere incrementar su depósito<br />

de grasa para disponer de reservas que les<br />

permitan enfrentar de manera adecuada la lactancia.<br />

Aspectos prácticos de la alimentación de la<br />

gestante<br />

Es evidente que los cambios mencionados<br />

líneas atrás requieren modificaciones en la dieta<br />

y en los hábitos de alimentación, a pesar de que<br />

para fines prácticos la distribución de hidratos<br />

de carbono, lípidos y proteínas debe ser la<br />

misma que en una dieta normal.<br />

La cantidad de energía que se consuma<br />

debe ir acorde con la estatura, la edad gestacional<br />

y el peso esperado de cada mujer en particular<br />

(figura 6). Después de la vigésima semana<br />

de gestación, una vez identificado el peso<br />

deseable para cada estatura y edad gestacional,<br />

se debe calcular un consumo de 30 kilocalorías<br />

por kilogramo de peso esperado, y<br />

distribuir la energía resultante de manera que<br />

entre 55 y 65 por ciento provenga de hidratos<br />

de carbono, de 15 a 20 por ciento se origine en<br />

lípidos, y el resto de la energía se derive de<br />

proteínas. En el capítu-lo Plan alimentario para<br />

el individuo sano y el individuo enfermo se ofrecen<br />

recomendaciones generales al respecto.<br />

Amén de las pautas generales, es necesario<br />

reconocer que durante el embarazo la mujer<br />

suele presentar ciertos síntomas que dificultan<br />

o alteran su consumo de alimentos. A<br />

continuación se incluyen algunos consejos<br />

prácticos para prevenir o atenuar esos síntomas.<br />

Náusea y vómito del primer trimestre<br />

La presencia de náusea y vómito al inicio<br />

del embarazo suele afectar a cerca de 50 por<br />

ciento de las gestantes. Por fortuna, esta complicación<br />

casi siempre se autolimita hacia el<br />

final del primer trimestre. En algunas mujeres<br />

el periodo sintomático es intenso y comprende<br />

deshidratación, pérdida de peso y acidosis.<br />

Cuando el cuadro es muy molesto o prolongado<br />

se debe descartar el origen psicosomático<br />

de estos malestares, sobre todo en las casos<br />

donde hay rechazo al embarazo. Desde el<br />

punto de vista fisiológico, la náusea y el<br />

vómito se asocian frecuentemente con el consumo<br />

de dietas hiperproteínicas, por lo que<br />

estos síntomas disminuyen al incrementar la<br />

ingestión de hidratos de carbono complejos.<br />

Asimismo, es recomendable evitar los ayunos<br />

de más de ocho horas, fraccionar la dieta lo<br />

más posible –hacer varias comidas a lo largo<br />

del día–, descansar después de ingerir los alimentos<br />

y mantener ventilado el sitio donde se prepa-ra<br />

y consume la comida. En ocasiones también<br />

resulta útil evitar el consumo de líquidos en las comidas<br />

y tomarlos 30 minutos antes o después de<br />

ingerir los alimentos. En estudios doble ciego se ha<br />

mostrado que un suplemento de 25 miligramos de<br />

piridoxina cada ocho horas durante tres días es útil<br />

en el manejo del vómito persistente 61Se sugiere<br />

incrementar el consumo de fibra insoluble a<br />

través de leguminosas, aunque en casos extremos<br />

se pueden utilizar suplementos de fibra en forma<br />

de medicamento. También es recomendable aumentar<br />

el consumo de líquidos, la actividad física<br />

y, sobre todo, evitar situaciones que provoquen<br />

tensión.<br />

Calambres nocturnos<br />

Son el resultado de la irritabilidad neuromuscular<br />

por efecto de la disminución en la concentración<br />

de calcio sérico. Por lo general, para evitarlos<br />

es suficiente con incluir en la cena un alimento


ico en calcio.<br />

Por último, es importante señalar que, en condicio-nes<br />

normales, la dieta es suficiente para cubrir<br />

las necesidades de vitaminas de la gestante,<br />

por lo que no es necesario prescribir suplementos.<br />

En este sentido, llaman la atención los<br />

datos de la Encuesta Nacional de Adicciones, 62<br />

según los cuales 44.7 por ciento de las embarazadas<br />

informó que consumía suplementos vitamínicos<br />

y en 76.2 por ciento de esos casos el médico se<br />

los había recomendado. Hay que insistir en que se<br />

debe ser muy cuidadoso con la práctica de prescribir<br />

de manera profiláctica el consumo de polivitamínicos,<br />

pues se ha informado que dosis elevadas<br />

de algunas vitaminas (en particular de vitamina<br />

A) son capaces de causar malformaciones fetales.<br />

Factores de riesgo nutricio asociados con el<br />

embarazo<br />

De acuerdo con diversas investigaciones, la<br />

nutrición materna es el principal factor que determina<br />

el bajo peso al nacer. En una revisión realizada<br />

por Kramer, más de 50 por ciento de la variabilidad<br />

del peso al nacer pudo ser explicada<br />

por factores asociados a la nutrición materna. 63 A<br />

continuación se comentan los factores más importantes.<br />

Edad materna<br />

Los subgrupos de población que se deben vigi-<br />

TAB<strong>LA</strong> 8. Estados patológicos perinatales y deficiencias nutricias específicas<br />

lar por el riesgo que implica un embarazo son las<br />

adolescentes (menores de 15 años) y las añosas<br />

(mayores de 35 años). En el primer caso se supone<br />

que existe una competencia entre el feto y la<br />

madre (que aún está creciendo) por la obtención<br />

de nutrimentos. 64 Algunos estudios señalan<br />

que en las adolescentes se da una relación inversa<br />

entre el crecimiento de estatura de la madre y el<br />

peso del producto al nacer, de tal manera que si<br />

la madre adolescente crece durante la gestación,<br />

tiene menos probabilidad de dar a luz un hijo con<br />

peso adecuado al nacer, y viceversa. 65 En el caso<br />

de las madres añosas, es probable que exis-ta un<br />

agotamiento de las reservas y que éste sea el origen<br />

del bajo peso del niño al nacer. 66,67 En cualquiera<br />

de los dos casos, la promoción de una<br />

adecuada ganancia de peso durante la gestación<br />

es la medida más certera para prevenir el bajo<br />

peso al nacer.<br />

Intervalo intergenésico corto63 Cuando las mujeres tienen embarazos sucesivos<br />

en perio dos cortos (menos de dos años entre<br />

un embarazo y otro) es probable que agoten sus<br />

reservas corporales y carezcan del aporte de nutrimentos<br />

necesario para enfrentar un nuevo<br />

embarazo. Evidentemente, lo ideal es evitar las<br />

gestaciones con intervalos intergenésicos cortos,<br />

pero cuando ello no es posible, lo indicado es vigilar<br />

la ganancia de peso, además de poner especial<br />

énfasis en el estado de nutrición con respecto al


hierro.<br />

Peso pregestacional bajo<br />

El peso pregestacional es uno de los indicadores<br />

que se asocian con mayor frecuencia con el<br />

peso del producto al nacer. 63 Lo ideal es que en el<br />

embarazo la mujer tenga una ganancia de peso por<br />

arriba de los 12 kilogramos, sin sobrepasar los 15<br />

kilogramos (tabla 7). Se considera que hay peso<br />

presgestacional bajo cuando éste es menor de 90<br />

por ciento del esperado para la estatura o la mujer<br />

tiene un índice de masa corporal menor de 20. En<br />

las mujeres con bajo peso pregestacional y que<br />

muestren una tendencia pobre de ganancia de<br />

peso se debe considerar la posible presencia de<br />

procesos infecciosos, en especial las infecciones<br />

genitourinarias, que suelen ser asintomáticas<br />

Escasa ganancia de peso<br />

Se considera que hay una ganancia insuficiente<br />

de peso cuando a lo largo del embarazo<br />

el peso corporal de la mujer se incrementa<br />

en menos de 200 gramos por semana. Diversos<br />

estudios han mostrado, por un lado, una<br />

rela-ción directa y significativa entre la ganancia<br />

materna de peso y el peso del producto<br />

al nacer y, por otro, que la dieta materna<br />

es un factor determinante en la ganancia de<br />

peso de la madre. 66 Sin embargo, esta relación no<br />

es nece-sariamente lineal y se deben considerar<br />

otros factores, como las adicciones (alcohol,<br />

café, tabaco) 68-70 el estado emocional de la mujer,<br />

63 su gasto por actividad física y la presencia<br />

de infecciones.<br />

Por lo anterior, es importante brindar a la<br />

embarazada la orientación necesaria para que<br />

suspenda el consumo de alcohol, café y tabaco,<br />

y que en la medida de lo posible no se exponga<br />

a situaciones que le provoquen tensión<br />

emocional. A este respecto, los datos de la Encuesta<br />

Nacional de Adicciones señalan que 16.8<br />

por ciento de las embarazadas consume bebidas<br />

alcohólicas, pudiendo llegar hasta la embriaguez.<br />

Además, las encuestadas indicaron<br />

que su bebida preferida era la cerveza, que<br />

es precisamente la más señalada como causante<br />

de efectos nocivos sobre el feto.62<br />

Otros factores<br />

El bajo peso al nacer también está asociado<br />

a la presencia de deficiencias nutricias especí-<br />

TAB<strong>LA</strong> 9. Incidencia de enfermedad hipertensiva<br />

aguda del embarazo y mortalidad perinatal según<br />

el consumo de cloruro de sodio durante la gestación<br />

INCI<strong>DE</strong>NCIA NaCI < 300mg NaCI > 300 mg<br />

Mortalidad perinatal<br />

Enfermedad hipertensiva<br />

50 /1000 27/1000<br />

37/1000<br />

aguda del embarazo 98/1000<br />

Fuente: Robinson76<br />

ficas, como se puede observar en la tabla 8. En<br />

los países donde hay una elevada contaminación<br />

por plomo (proveniente del empleo de<br />

utensilios de barro vidriado o de la combustión<br />

de la gasolina) se ha observado que la<br />

concentración materna de plomo óseo guarda<br />

una asociación inversa con el peso del recién<br />

nacido.75<br />

Cabe hacer notar que en todos los casos<br />

anteriores los padecimientos no tienen una sola<br />

causa, sino que son multifactoriales Sin embargo,<br />

es importante prevenir las deficiencias específicas<br />

durante el embarazo puesto que pueden<br />

participar en el desarrollo de estados patológicos<br />

que interfieren con el proceso reproductivo.<br />

En este sentido conviene señalar que la<br />

presencia de la pica –proclividad a ingerir sustancias<br />

no comestibles como barro, arena, gis,<br />

crayones, yesos y briznas de pintura– puede<br />

ser un indicador de la presencia de deficiencias<br />

específicas, por lo que es necesario interrogar<br />

a la mujer sobre este punto en particular<br />

durante la gestación.<br />

Estados patológicos agregados al embarazo<br />

Enfermedad hipertensiva aguda<br />

Se conoce muy poco sobre las causas y los<br />

mecanismo de la enfermedad hipertensiva<br />

aguda del embarazo, a pesar de que es uno de<br />

los padecimientos más letales durante la gestación.<br />

En México fue la primera causa de<br />

muerte materna en 1996, con una tasa de<br />

38.6 por cada 100 mil nacidos vivos.<br />

Para los fines de esta breve descripción se<br />

considerará como enfermedad hipertensiva aguda<br />

del embarazo a la hipertensión (tensión arterial<br />

sistólica mayor de 140 o diastólica mayor de 90<br />

milímetros de mercurio) con proteinuria y<br />

edema, que aparece después de la vigésima


semana del embarazo. 53 Se cree que la mujer obesa,<br />

la que aumenta demasiado de peso y la<br />

gestante con bajo peso, tienen mayor probabilidad<br />

de desarrollar este padecimiento.<br />

Sin embargo, se tiende a pensar que es<br />

más importante la forma en que se gana peso<br />

que la ganancia total del mismo; es decir<br />

que una tendencia uniforme de aumento<br />

de peso es más importante que la ganancia<br />

neta 52 Durante mucho tiempo se pensó que la<br />

causa de la enfermedad hipertensiva aguda<br />

del embarazo podría estar asociada con el<br />

consumo insuficiente de proteínas. Ahora se<br />

sabe que las dietas hiperproteínicas no protegen<br />

contra esta enfermedad, por lo que se deben<br />

evitar.<br />

Por otra parte, se ha demostrado que<br />

durante el embarazo se incrementan las necesidades<br />

de sodio, ya que cerca de seis de los<br />

10 kilogramos de peso que se ganan durante<br />

la gestación son líquidos y se requieren entre<br />

19 y 20 gramos de sodio para conservar un<br />

equilibrio hídrico normal. Por ello, la práctica<br />

generalizada de restringir el consumo de sodio,<br />

aun sin evidencia de retención de líquido<br />

o aumento patológico de la tensión arterial,<br />

lejos de evitar complicaciones favorece su<br />

desarrollo, puesto que pone a prueba los sistemas<br />

de ajuste. A este respecto, existe un estudio<br />

clásico76 donde se muestra que un incre-mento<br />

en el consumo de sodio se asocia<br />

con una reducción en la incidencia de enfermedad<br />

hipertensiva aguda del embarazo (tabla<br />

9). Aunado a lo anterior, la costumbre de prescribir<br />

diuréticos y restringir el sodio puede<br />

tener efectos nocivos sobre la secreción de renina.<br />

Se ha tratado de establecer una asociación<br />

causal inversa entre el consumo de calcio y el desarrollo<br />

de esta enfermedad. 77 De hecho, la suplementación<br />

con dosis de 1500 a 2000 miligramos<br />

diarios de calcio fue capaz de reducir<br />

su incidencia, según se indica en dos estudios<br />

rea-lizados hacia el final de la década de los<br />

ochenta. No obstante, esta información aún<br />

se considera preliminar. Es importante mencionar<br />

que la suplementación con calcio reduce<br />

el riesgo de padecer enfermedad hipertensiva<br />

aguda del embarazo pues mantiene la<br />

concentración sérica de calcio iónico dentro<br />

de límites normales, la que resulta crucial<br />

para inducir la producción de óxido nítrico endotelial,<br />

el cual, a su vez, promueve la vasodilatación.<br />

En este mismo sentido, se ha demostrado<br />

que en las mujeres con esta enfermedad existe<br />

una disminución en la síntesis tanto de óxido<br />

nítrico como de guanosinmonofosfato cíclico.74<br />

De cualquier manera, resulta conveniente<br />

promo-ver un adecuado consumo de calcio<br />

(600 miligramos diarios) para evitar la<br />

pérdida acelerada de hueso y la enfermedad<br />

hipertensiva aguda del embarazo. Cabe<br />

mencionar que el consumo apropiado se<br />

puede lograr a través de la ingestión de leche<br />

(un vaso contiene 300 mili-gramos de calcio),<br />

tortillas (seis tortillas de maíz equiva-len en<br />

promedio a 200 miligramos de calcio), pescados<br />

secos que se consumen con todo y esqueleto<br />

(charales, sardinas y boquerones, por<br />

ejemplo) y algunas hojas frescas de uso tradicional<br />

en las zonas rurales de México (las<br />

hojas de la chaya, el chepil y la malva contienen,<br />

respectivamente, 324, 368 y 247 miligramos<br />

de calcio por cada 100 gramos).<br />

Diabetes mellitus<br />

Diversos estudios epidemiológicos han<br />

demostrado que la población mexicana es<br />

más susceptible que otras a padecer diabetes<br />

mellitus. Se considera que la edad, los<br />

embarazos, los antecedentes familiares de<br />

diabetes y el sobrepeso son factores de riesgo<br />

tanto para la diabetes mellitus como para<br />

FIGURA 7. Contenido de fibra de algunos alimentos


la diabetes gestacional. 78 Por ello se debe vigilar<br />

con especial cuidado la ganancia de peso<br />

de las gestantes que tengan los antecedentes<br />

mencionados y procurar que el aumento de<br />

peso oscile entre 200 y 250 gramos por semana.<br />

En el caso de las mujeres que padecen<br />

diabetes mellitus y se quieren embarazar, se<br />

debe lograr un control adecuado de su glucemia<br />

y vigilar que tengan un peso adecuado<br />

para su estatura antes de la gestación<br />

(índice de masa corporal de 20 a 23). Cuando<br />

se utilicen hipoglucemiantes orales, éstos<br />

deben ser sustituidos por insulina. La alimentación<br />

se debe ajustar al esquema de<br />

aplicación de la insulina y conservar la misma<br />

distribución energética que se promueve<br />

para la embarazada normal (ver el capítulo Diabetes<br />

mellitus y nutrición).<br />

La dieta tiene un papel importante en la<br />

diabetes gestacional, pues en ocasiones basta<br />

un manejo dietético adecuado para controlar<br />

la enfermedad. Es recomendable brindar 30<br />

kilocalorías por kilogramo de peso esperado<br />

para la estatura y la edad gestacional.<br />

Además, resulta importante que los hidratos de<br />

carbono simples (azúcares, refrescos, dulces) no<br />

representen más de 10 por ciento de la energía<br />

total de la dieta y que siempre se acompañen<br />

de fuentes adecuadas de fibra (figura 7).<br />

Cuando exista obesidad, la dieta debe calcularse<br />

sobre el peso esperado para la estatura y<br />

la edad gestacional, evitando siempre la pérdida<br />

de peso y la cetosis, pues existe el riesgo<br />

de causar daño neurológico en el producto, sobre<br />

todo en las etapas tempranas de la gestación.79<br />

<strong>NUTRICIÓN</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>MUJER</strong> <strong>LA</strong>CTANTE<br />

Hasta hace relativamente poco tiempo, cuando<br />

se abordaba el tema de la lactancia se hacía<br />

referencia sólo a la cali-dad y cantidad de<br />

leche que se produce y a la salud del niño<br />

lactante. Se dejaba de lado el efecto que la<br />

práctica de la lactancia puede tener sobre la<br />

nutrición y la salud de la madre. En este sentido,<br />

se sabe que el amamantamiento en el<br />

posparto inmediato ayuda a la involución del<br />

útero y disminuye el riesgo de sangrado uterino.<br />

Además, la práctica de la lactancia reduce<br />

el riesgo de cáncer mamario y ayuda a<br />

establecer una adecuada relación entre el<br />

neonato y su madre.<br />

En este apartado se incluyen algunos aspectos<br />

referentes a la capacidad de la mujer<br />

para producir leche y a la repercusión de esta<br />

práctica en su estado de nutrición y, por ende,<br />

en su salud. También se brinda información<br />

sobre la forma de manejar los problemas que<br />

con mayor frecuencia enfrenta la mujer lactante,<br />

ya que la falta de orientación en este<br />

sentido es la causa más común de abandono<br />

de la lactancia.<br />

Factores maternos que determinan la producción<br />

de leche<br />

Al término de la gestación y después de la expulsión<br />

de la placenta, que es la fuente productora<br />

de estrógenos, se inicia la secreción láctea<br />

con la ayuda que brinda el recién nacido al succionar<br />

los pezones. La prolactina materna<br />

que se ha venido produciendo en grandes<br />

cantidades conforme avanza el embarazo,<br />

alcanza su nivel máximo alrededor del momento<br />

del parto, mas su acción sobre las mamas<br />

ha sido bloqueada por los estrógenos circulantes.<br />

Durante el puerperio hay un descenso<br />

progresivo en la producción de prolactina<br />

pero cada vez que el lactante succiona se establece<br />

un reflejo medular que alcanza al hipo-<br />

TAB<strong>LA</strong> 10. Gasto energético de la lactancia<br />

LECHE HUMANA<br />

Valor energético: 70 kcal/100 mL Eficiencia de producción:<br />

90% Gasto energético: 0.9 kcal/100 mL<br />

PRODUCCIÓN DIARIA<br />

Producción: 400 a 600 mL/día<br />

Gasto energético: 0.9 x 500 = 450 kcal al día<br />

RESERVA ENERGÉTICA MATERNA<br />

Reserva materna: 3-4 kg de grasa (36 000 kcal)<br />

Gasto energético: 450 kcal al día<br />

Agotamiento de la reserva en 80 días (36 000/450)<br />

PÉRDIDA <strong>DE</strong> PESO<br />

Por semana: 50 g<br />

Por mes: 200 g<br />

Por trimestre: 600 g


tálamo y desencadena una nueva secreción de<br />

prolactina. Por lo tanto, existe una relación directa<br />

entre la cantidad de leche y el tiempo que<br />

dura la lactancia, con la eficacia del amamantamiento.<br />

La energía y la frecuencia de la succión,<br />

junto con la disposición psicológica de<br />

la madre, determinan la efectividad de la lactancia.<br />

La oxitocina ejerce una acción eyaculadora<br />

de la leche sin que intervenga de manera directa<br />

en su producción. Ocurre con frecuencia<br />

que la leche empieza a salir con el solo<br />

hecho de que la madre escuche el llanto de su<br />

hijo o se ponga en contacto con él; esto es resultado<br />

de un reflejo en el que inter-viene la<br />

oxitocina junto con otras hormonas.8°<br />

En el posparto temprano, cuando ya se ha dado<br />

el fenómeno denominado bajada de la leche,<br />

existe una asociación directa entre la frecuencia<br />

de las tetadas y el consumo de leche. En madres<br />

que llevaron su embarazo a término, 10<br />

tetadas por día –con un margen de tres tetadas<br />

de más o de menos– indican un consumo<br />

adecuado de leche. En las primeras dos semanas<br />

posteriores al parto, un mínimo de ocho<br />

periodos de succión resultan suficientes<br />

para lograr la estimulación hormonal que se requiere81<br />

Estudios transversales realizados en<br />

mujeres bien nutridas han demostrado que<br />

una vez que se estableció la lactancia, el niño<br />

puede lactar entre cuatro y 16 veces por día,<br />

lo que indica que en este periodo no existe<br />

relación entre el número de tetadas y el consumo<br />

de leche 82 Estos hallazgos muestran que las<br />

madres no se deben preocupar por el número<br />

de tetadas sino por la calidad de la succión.<br />

Se ha mencionado que el número de embarazos<br />

es un factor que afecta la cantidad de la<br />

leche producida. Sin embargo, sólo en las primeras<br />

horas posteriores al parto es posible<br />

encontrar diferencias significativas entre la<br />

producción de leche de primigestas y de multigestas.<br />

Una vez establecida la lactancia, se cancelan<br />

las diferencias atribui-bles al número de<br />

embarazos previos. 81<br />

En contra de lo que se pensó durante muchos<br />

años, no existe asociación entre el estado<br />

de nutrición de la madre (evaluado<br />

con métodos antropométricos en el embarazo<br />

y el posparto) y el volumen y la calidad de<br />

la leche, al menos durante los tres primeros<br />

FIGURA 8. Nomograma para estimar las necesidades<br />

de energía en la lactancia según el peso corporal,<br />

la actividad física y la producción de leche<br />

meses después del parto. De esta manera, la<br />

administración de suplementos a mujeres<br />

lactantes desnutridas no tiene efecto sobre<br />

la producción de leche, pero sí sobre el estado<br />

de salud materno, lo que sin lugar a dudas<br />

redunda también en el bienestar infantil.81<br />

Entre los factores que afectan la producción<br />

de leche, cabe mencionar el alcohol, el café<br />

y el tabaco. Se ha observado que el alcohol en<br />

dosis superiores de medio gramo por kilogramo<br />

de peso materno al día es capaz de inhibir<br />

el reflejo de eyección de la leche. Para una<br />

mujer que pese 60 kilogramos, medio gramo de<br />

alcohol por kilogramo de peso corresponde a<br />

media taza de licor, dos vasos de vino o dos<br />

tarros de cerveza. De acuerdo con los resultados<br />

de la Encuesta Nacional de Adicciones, 62 de 72<br />

por ciento de las mujeres que amamantaron<br />

a sus hijos, sólo 11 por ciento refirió que había<br />

ingerido alcohol en esa etapa. La cerveza y el<br />

pulque fueron las bebidas alcohóli-cas más<br />

consumidas.<br />

Conviene aquí retomar la información disponible<br />

acerca de los efectos de la anticoncepción<br />

con métodos hormonales sobre la lactancia.<br />

Diversos estudios demues-tran que los anticonceptivos<br />

basados en mezclas de estró-genos<br />

y progestágenos tienden a disminuir la<br />

cantidad de leche producida, además de que<br />

provocan una menor concentración de nitróge-


no en la leche excretada. No se ha informado<br />

sobre efecto negativo alguno de los anticonceptivos<br />

que sólo contienen progestágenos.80<br />

En este punto es importante mencionar<br />

que para que la lactancia actúe como método<br />

anticonceptivo eficaz es necesario que la madre<br />

ofrezca, en forma exclusiva, el pecho cada<br />

seis horas durante las 24 horas del día.<br />

Evaluación del estado de nutrición de la<br />

mujer que lacta<br />

Por desgracia, se carece de patrones adecuados<br />

para evaluar el estado de nutrición de<br />

la mujer lactante, a pesar de que se reconoce<br />

que no es conveniente utilizar las mismas normas<br />

que se emplean para las mujeres no embarazadas<br />

y mucho menos las que se utilizan para las<br />

gestantes.<br />

Algunos trabajos señalan como deseable<br />

una pér-dida de peso de entre 0.2 y 0.6 kilo-<br />

gramos al mes durante los primeros cuatro a<br />

seis meses posparto (tabla 10). Sin embargo, se<br />

reconoce que hay una gran variabilidad, e<br />

incluso existe un subgrupo de mujeres que<br />

no sólo no pierden peso, sino que lo ganan.<br />

Un comportamiento similar sucede con respecto<br />

a la grasa subcutánea.83<br />

En diversos estudios se ha observado que<br />

hay una relación inversa y significativa entre<br />

el incremento en el consumo de energía durante<br />

la lactancia y la pérdida de peso en los<br />

primeros tres meses después del parto. Se ha encontrado<br />

ahí que el peso se conserva cuando<br />

se consumen cerca de 2.7 kilojoules (640 kilocalorías)<br />

adicionales por día, o bien que sin<br />

incrementar la ingestión de alimentos se pierden<br />

cerca de dos kilogramos de peso por mes84<br />

La figura 8 ilustra el efecto de otras variables<br />

en relación con el consumo de alimentos y la<br />

pérdida de peso durante la lactancia. Como se<br />

TAB<strong>LA</strong> 11. Ejemplo de menú para mujeres de la misma estatura con diferentes actividades<br />

físicas y condiciones fisiológicasa<br />

Desayuno<br />

NO EMBARAZADA EMBARAZADA <strong>LA</strong>CTANTE<br />

OFICINISTA OBRERA<br />

papaya 1 rebanada 1 1/2 rebanada 1 1/2 rebanada<br />

Para una mujer de 156 centímetros de estatura y un índice de masa corporal pregestacional de 2<br />

2 rebanadas<br />

tamal 1 pieza 2 piezas 2 piezas 2 1/2 piezas<br />

frijoles 1 /2 taza 1 taza 1 taza 1 1/2 taza<br />

café, té o agua al gusto al gusto al gusto al menos 1 vaso<br />

Comida<br />

arroz 1/2 taza<br />

1 taza 1 taza 1 1/2 taza<br />

sardinas 2 piezas 2 piezas 2 piezas 2 1/2 piezas<br />

ensalada de calabaza 1 taza 1 taza 1 taza 1 1/2 taza<br />

tortilla 2 piezas 3 piezas 3 piezas 3 piezas<br />

agua de fruta al gusto al gusto al gusto al menos 2 vasos<br />

Cena<br />

leche<br />

1 vaso 1 vaso<br />

frijoles 1/2 taza 1 taza 1 taza 1 1/2 taza<br />

hongos 1/2 plato 1 plato 1 plato 1 plato<br />

tortillas 2 piezas 3 piezas 3 piezas 3 piezas<br />

melón 1 rebanada 1 rebanada 1 rebanada 1 rebanada<br />

té al gusto al gusto al gusto al menos 1 vaso


puede observar, si se conserva un mismo peso<br />

corporal y una misma producción de leche<br />

por día, a la par que se modifica la actividad física,<br />

es posible encontrar diferentes necesidades<br />

energéticas. Así, una mujer de 50 kilogramos<br />

sin gran actividad física, que produce 750 gramos<br />

de leche por día, requerirá cerca de 10 megajoules<br />

(2400 kilocalorías) diarios de energía;<br />

pero si esa misma mujer se somete a una actividad<br />

física intensa, necesitará cerca de 14 megajoules<br />

(3600 kilocalorías) para seguir produciendo<br />

el mismo volumen de leche.<br />

A partir de las relaciones entre consumo de<br />

alimen-tos, actividad física y pérdida de peso, es<br />

posible explicar el hecho de que algunas mujeres<br />

no sólo no pierden peso durante la lactancia,<br />

sino que lo ganan. Tal vez estas mujeres<br />

tienen consumos de energía muy por arriba<br />

de las necesidades impuestas por la lactancia,<br />

o quizás restringen mucho su actividad<br />

física, o reúnen ambos factores.<br />

Por otra parte, en comunidades con alta<br />

prevalencia de desnutrición, las mujeres no<br />

disponen de los medios necesarios para incrementar<br />

su consumo de alimentos durante<br />

la lactancia, tienen que realizar actividad<br />

física intensa y a lo largo del embarazo no<br />

han tenido oportunidad de depositar grasa en<br />

forma suficiente, por lo que sus posibilidades de<br />

tener una lactancia exitosa son muy esca-sas.<br />

Aun en estas condiciones, en determinados<br />

casos es posible identificar a mujeres que logran<br />

lactar sin deteriorar todavía más su estado<br />

de nutrición, gracias a que se pro-ducen<br />

adaptaciones en su gasto energético.<br />

Como es bien sabido, el gasto energético<br />

de un individuo está dado por sus necesidades<br />

basales (gasto en reposo), la termogénesis<br />

alimentaria (o efecto calorigénico de los<br />

TAB<strong>LA</strong> 12. Efecto de la nicotina, el etanol y la cafeína sobre el feto y el neonato<br />

alimentos) y su actividad física. Se han observado<br />

ajustes en esas tres áreas durante la<br />

lactancia, lo que explica la eficiencia materna<br />

en este proceso fisiológico.<br />

Gasto en reposo<br />

Es de esperarse que durante la lactancia<br />

se produzca un incremento en el gasto energético<br />

en reposo, debido al trabajo de síntesis.<br />

De hecho, esto es lo que ocurre en pobla-ciones<br />

con un adecuado estado de nutrición. Sin<br />

embargo, en algunos estudios realizados con<br />

mujeres desnutridas que lactan se ha encontrado<br />

una disminución de cerca de cinco por<br />

ciento en el gasto en reposo, lo que pudiera expli-car<br />

por qué logran lactar sin desnutrirse aún<br />

más 84<br />

Termogénesis<br />

Este rubro representa sólo 10 por ciento del<br />

gasto energético de un individuo, por lo que<br />

ahorros en este renglón son muy poco significativos<br />

con respecto al gasto energético total.<br />

Pese a ello, se han encontrado disminuciones de<br />

entre dos y tres por ciento en el incremento del<br />

gasto en reposo por efecto calorigénico, que representan<br />

un ahorro aproxi-mado de 480 kilocalorías84<br />

Actividad física<br />

Evidentemente, en el rubro de la actividad física<br />

es posible realizar ahorros más significativos<br />

de gasto energético sin poner en peligro la vida<br />

de la mujer. Por ello, se debe procurar que las<br />

mujeres con bajo peso limiten lo más posible su<br />

actividad física durante la lactancia. 84 En cuanto<br />

a los indicadores bioquímicos del estado de<br />

nutrición, por el momento se carece de criterios<br />

de normalidad y ni siquiera se cuenta con<br />

pautas generales para su interpretación, por lo<br />

que en general no proporcionan información valio-


sa.81<br />

Alimentación de la mujer que lacta<br />

Desde el punto de vista nutriológico, la<br />

lactancia es el periodo con mayores demandas<br />

dentro de la vida reproductiva.<br />

Mientras que a lo largo de la gestación se<br />

recomienda un consumo máximo de 350 kilocalorías<br />

adicionales de energía, en la lactancia<br />

la recomendación es de 500 kilocalorías más<br />

al día. 56 A pesar de la diferencia en las necesidades<br />

energéticas, es frecuente que a la gestante<br />

se le brinde más protección y cuidado<br />

que a la mujer en periodo de lactancia. Para<br />

ejemplificar lo anterior, en la tabla 11 se<br />

ilustran las dietas que deben consumir una<br />

mujer no embarazada que no realiza actividad<br />

física, una que realiza mayor actividad,<br />

una embarazada y una lactante.<br />

Hasta hace poco tiempo se reconocía que el<br />

proceso reproductivo en general y la práctica de<br />

la lactancia en particular incrementaban de<br />

manera notable los requerimientos de calcio. Si<br />

bien es un hecho que la mujer requiere com-pensar<br />

el calcio que pierde a través de la leche,<br />

en fechas recientes se ha puesto de manifiesto<br />

que este incremento en las necesidades del<br />

nutrimento no alcanza a influir de manera<br />

significativa en la necesidad de calcio, siempre y<br />

cuando la mujer haya consumido una cantidad<br />

adecuada del nutrimento a lo largo de su<br />

vida reproductiva. Lo anterior no significa que<br />

no se deba brindar una cantidad adi-cional de<br />

calcio (de preferencia de alta biodisponibilidad,<br />

como el de la leche y los productos lácteos)<br />

a las adolescentes que amamantan y a las<br />

mujeres lactantes que habitual-mente consumen<br />

dietas pobres en calcio.86<br />

Hacia la mitad de la década de los<br />

ochenta, se demostró que la mujer con antecedentes<br />

de alergias alimentarias debe evitar<br />

el consumo de los alimentos alerge-nos durante<br />

la gestación y la lactancia, para reducir<br />

en forma significativa los problemas de<br />

alergias alimentarias de sus hijos.85<br />

Se sabe también que el consumo de café y<br />

tabaco puede disminuir la producción de<br />

leche, por lo que se deben evitar el uso de<br />

estos productos durante la lactancia. 87<br />

Además, tanto la cafeína como la nicotina se<br />

excretan a través de la leche y pueden producir<br />

estados de excitación en el bebé. En la<br />

tabla 12 se señalan los efectos indeseables que<br />

tienen el consumo de la nicotina, el alcohol y<br />

la cafeína sobre el feto y el recién nacido.<br />

Enfermedad materna y lactancia<br />

En términos generales, se puede afirmar que el<br />

proceso reproductivo en sí está relacionado<br />

con la salud. Sin embargo, existen mujeres<br />

que padecen enfermedades crónicas y se embarazan,<br />

o bien mujeres embarazadas que<br />

presentan complicaciones durante la gestación.<br />

La presencia de enfermedades no necesariamente<br />

contraindica la práctica de la lactancia;<br />

en esos casos es necesario que, antes<br />

de tomar una decisión, los padres en conjunto con<br />

el personal de salud analicen los riesgos y beneficios<br />

de esta práctica tanto para el neonato<br />

como para la madre 88<br />

Riesgos para la madre<br />

Los riesgos maternos se establecerán básicamente<br />

en función del deterioro que pueda<br />

sufrir la condición de la madre con la práctica<br />

de la lactancia. En este sentido, des-tacan<br />

la diabetes mellitus, el asma, la hipertensión<br />

arterial y la insuficiencia renal, ya que son las<br />

enfermedades crónicas compatibles con la<br />

reproducción que se presentan con mayor frecuencia.88,89<br />

Diabetes mellitus. La lactancia es un factor<br />

anti-diabetógeno. En la madre que lacta,<br />

la glucosa es utilizada de manera preferente<br />

como sustrato energético para la síntesis de<br />

leche y al mismo tiempo es necesaria como<br />

sustrato para la síntesis de lactosa. Esto da como<br />

resultado la disminución de la glucemia materna<br />

sin necesidad de que se aumente la dosis de<br />

insulina. La magnitud de los cambios en la dosificación<br />

de insulina es proporcional a la necesidad<br />

de la madre antes del embarazo y<br />

varía desde unas pocas unidades de insulina<br />

hasta 50 por ciento de las necesidades insulínicas<br />

previas. Durante el destete, si el proceso<br />

es gradual, los ajustes de insulina y de dieta<br />

pueden ser igualmente lentos.<br />

Las diabéticas controladas con hipoglucemiantes<br />

orales también pueden lactar sin<br />

complicaciones, ya que se ha demostrado que<br />

los hipoglucemiantes no pasan a la leche en


cantidades suficientes como para tener efecto<br />

sobre el neonato.<br />

Asma. Aunque las mujeres pueden sufrir diversas<br />

manifestaciones de alergia durante el embarazo,<br />

en este rubro el padecimiento que<br />

requiere tratamiento más enérgico y tiene<br />

más probabilidades de persistir después del<br />

parto es el asma. Otros trastornos alérgicos<br />

(rinitis, dermatitis atópica, urticaria) se pueden<br />

tratar con medicaciones tópicas y dosis bajas,<br />

si es necesario.<br />

La lactancia no tiene efecto sobre el estado<br />

de salud de la mujer asmática. Sin embargo,<br />

los medicamentos que se utilizan para su control<br />

sí pueden tener consecuencias lesivas sobre<br />

el neonato.<br />

Enfermedades renales. En este caso, lo<br />

primero que se deberá establecer es el grado<br />

de afección renal. Las mujeres con función<br />

renal moderada o ligeramente disminuida<br />

antes de la gestación, suelen tener embarazos<br />

normales y no enfrentan problemas para<br />

establecer la lactancia, ya que esta práctica no<br />

afecta la función renal. En el mismo sentido,<br />

las mujeres con enfermedad renal pro-vocada<br />

por el embarazo suelen regresar a su condición<br />

basal una vez terminada la gestación y<br />

también pueden lactar sin complicaciones. Por<br />

TAB<strong>LA</strong> 13. Riesgo de intoxicación por medicamentos<br />

a través de la leche humana<br />

TIPO <strong>DE</strong> RIESGO RIESGO<br />

otra parte, un alto porcentaje de mujeres con<br />

enfermedad renal grave dejan de ovu-lar, por<br />

lo que sus posibilidades de concepción son<br />

remotas. Pese a ello, es posible identificar casos<br />

aislados donde se logra que el embarazo<br />

llegue a término. En estas ocasiones no es<br />

recomendable la práctica de la lactancia, por<br />

el gasto metabólico que supone.<br />

Hipertensión. El tratamiento de la hipertensión<br />

incluye el empleo de diversos agentes<br />

farmacológicos. Sin embargo, éstos no necesariamente<br />

pasan a través de la leche humana,<br />

por lo que la práctica de la lactancia puede ser<br />

compatible con el tratamiento de la hipertensión.<br />

Enfermedades infecciosas. En términos<br />

generales, ante la presencia de enfermedades<br />

infecciosas crónicas en la madre es aventurado<br />

sugerirles que amamanten. Aun-que muchas<br />

de estas infecciones no se transmiten a<br />

través de la leche, sí tienen un efecto negativo<br />

importante sobre la nutrición materna. 90<br />

Riesgos para el infante<br />

Los riesgos del neonato cuya madre sufre<br />

una enfermedad se pueden dividir en dos<br />

categorías: el riesgo de adquirir la enfermedad<br />

materna a través de la leche humana<br />

y el riesgo de sufrir intoxicación debido a<br />

la presencia de fármacos en la leche.<br />

Las enfermedades maternas que se pueden<br />

contagiar a través de la leche son, obviamente,<br />

las infecciosas. Dentro de éstas, por<br />

su mortalidad llama la atención el síndrome<br />

de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).89, 91 En<br />

fecha reciente se ha establecido que entre 12 y<br />

14 por ciento de los casos de SIDA neonatal se<br />

deben a la transmisión vertical del virus a<br />

través de la leche humana; sin embar-go es<br />

menester tomar en cuenta que existen comunidades<br />

donde el riesgo de transmisión del<br />

virus es menor al ries-go de infección, sobre<br />

todo cuando se carece de infraestructura sanitaria.<br />

Es necesario tener presentes también<br />

otras enfermedades infecciosas, que si bien<br />

no son necesariamente mortales, sí afectan de<br />

manera notable el estado de salud tanto de la<br />

madre como del niño. Dentro de estas enfermedades<br />

se deben mencionar a la tuberculosis,<br />

el paludismo y la hepatitis B. En México se


notifican cada año de 15 mil a 20 mil casos<br />

nuevos de tuberculosis, la mayoría (60 por<br />

ciento) entre individuos de 14 a 44 años. El bacilo<br />

responsable de la tuberculosis puede ser<br />

transmitido a través de la leche, por lo que mujeres<br />

infectadas o portadoras no deben lactar. Lo<br />

mismo sucede con el virus de la hepatitis B.90<br />

En lo que se refiere a las enfermedades infecciosas<br />

agudas que se curan en forma<br />

espontánea (como la gripe), hay que considerar<br />

que cuando aparecen mani-festaciones<br />

clínicas en la madre, el neonato ya ha estado<br />

expuesto al agente causal, por lo que la<br />

práctica de la lactancia no añade riesgos. Es<br />

necesario recordar, además, que en esos casos<br />

los anticuerpos presentes en la leche<br />

humana serán beneficiosos para el niño, ya<br />

que le brin-dan protección específica. Una<br />

excepción importante a esta regla es el caso<br />

del cólera, el cual puede ser mortal para la<br />

madre y que contraindica en forma temporal<br />

la práctica de la lactancia, no por el riesgo<br />

de transmisión de la enfermedad al niño,<br />

sino por el ataque al estado general de la madre.<br />

En relación con los medicamentos que pasan<br />

a través de la leche humana, conviene<br />

señalar que las sustancias que se eliminan<br />

con mayor facilidad a través de la leche son:<br />

a) las que tienen bajo peso molecular, son liposolubles<br />

y se encuentran pobremente unidas<br />

a proteínas; b) las que se prescriben en<br />

megadosis, y c) las que se administran para<br />

combatir padecimientos crónicos.<br />

Los factores que determinan posibles riesgos<br />

por fármacos que se eliminan a través de la<br />

leche son: la dosis consumida por el lactante,<br />

la biodisponibilidad del medi-camento, la capacidad<br />

de absorción del neonato y la facilidad<br />

de eliminación del fármaco. Si la administración<br />

de un determinado medicamento es<br />

de crucial importancia para la salud materna,<br />

siempre se debe seleccionar el agente<br />

menos tóxico y dar la dosis eficaz mínima<br />

que pueda administrarse con menor frecuencia.<br />

La tetada ha de tener lugar inmediatamente<br />

antes de tomar el medicamento, y no<br />

repetirse hasta por lo menos cuatro horas después<br />

de que éste se ha administrado (tabla 13).<br />

Preparación para la lactancia y atención de los<br />

problemas más frecuentes<br />

Alrededor de la vigésima semana del embarazo<br />

se debe explorar la erección del-pezón.<br />

Para hacerlo se colocan los dedos índice y pulgar<br />

al margen de la areola y se comprime con<br />

ellos el pezón y los tejidos subyacentes a él<br />

con objeto de observar si se proyectan. De no<br />

ser así, es preciso iniciar maniobras de estimulación<br />

desde ese momento (ver el capítulo<br />

Nutrición en el primer año de la vida).<br />

En el último trimestre de la gestación se<br />

debe instruir a la madre para que estimule<br />

sus pezones ejerciendo cierta presión sobre<br />

ellos con ambos pulgares colocados en sentido<br />

opuesto, primero en el plano horizontal y<br />

des-pués en el plano vertical, durante uno o<br />

dos lapsos de cinco a 10 minutos, todos los<br />

días. Al provocarse la erección del pezón, las<br />

adherencias que pueda tener en su base<br />

van desapareciendo, hasta lograr su máxima<br />

erección. Esta técnica es particularmente<br />

útil en primigestas. Cuando esto no sea suficiente<br />

para lograr el objetivo, se recomendará a<br />

la mujer el uso de "conchas" especiales, que<br />

al colocarse sobre el pezón provocan un vacío<br />

que facilita la erección. Es importante que el<br />

personal de salud instruya a la mujer sobre la<br />

necesidad de restarle sensibilidad a los pezones<br />

mediante la frotación vigorosa con un cepillo<br />

o toalla; de esta manera tolerará en forma<br />

más adecuada la presión que produce el<br />

bebé al succionar, en especial los primeros<br />

días.<br />

Al principio de la lactancia, sobre todo si no<br />

se realizaron ejercicios preparatorios, los pezones<br />

de la madre pueden estar agrietados y<br />

adoloridos. Las dos causas más frecuentes de<br />

esta molestia son, o bien que los pezones no<br />

son lo suficientemente fuertes para resistir la<br />

presión ejercida por las encías del bebé, o bien<br />

que la boca del bebé se esté colocando en una<br />

posición inadecuada.<br />

Para aliviar estas molestias se recomendará<br />

a la mujer hacer lo siguiente:<br />

Dar el pecho por periodos más cortos (cinco a<br />

10 minutos) y con mayor frecuencia (cada dos<br />

o tres horas). De esta manera el bebé tendrá<br />

menos hambre y succionará con más suavidad.


Variar la posición del niño en cada comida.<br />

Esto hace que cambie la posición de la boca<br />

y de esa manera se modifique la presión.<br />

Extraer en forma natural un poco de leche antes<br />

de ofrecer el pecho. Esto iniciará el descenso<br />

de la leche y evitará la succión brusca por<br />

parte del bebé.<br />

Asegurar que la boca del lactante cubra la mayor<br />

parte de la areola. Su labio inferior debe estar<br />

voltea-do hacia afuera y su lengua colocada<br />

debajo del pezón.<br />

Cuando uno de los pezones esté muy adolorido<br />

o agrietado se puede alimentar al bebé con<br />

el otro pecho durante tres o cuatro comidas<br />

y procurar hacer una extracción manual de<br />

leche del pecho lastimado para evitar la congestión.<br />

Dejar secar los pezones al aire después de cada<br />

periodo de succión.<br />

Frotar los senos con hielo después de dar el<br />

pecho para disminuir la sensibilidad y las molestias.<br />

Aplicar aceite vegetal después de cada tetada<br />

con el fin de evitar el agrietamiento de los pezones.<br />

Continuar con la lactancia al seno. Se debe<br />

suspender solamente cuando los pezones<br />

sangran, en cuyo caso será necesario extraer<br />

la leche en forma manual hasta que los pezones<br />

sanen.<br />

Durante los primeros días de la lactancia es<br />

posible también que los pechos se encuentren<br />

sobresaturados, tensos y calientes, como<br />

resultado de la producción de leche. En<br />

etapas posteriores, la hinchazón de los pechos<br />

se puede deber a la acumulación excesiva<br />

de leche. En estos casos resulta difícil para<br />

el bebé sostener de manera adecuada el pezón,<br />

debido a que éste se encuentra extremadamente<br />

duro y poco flexible. Si el pecho no se vacía, la<br />

incomodidad aumenta<br />

Para aliviar estas molestias es conveniente<br />

sugerir a la mujer que haga lo siguiente:<br />

Colocar de manera directa sobre los pechos una<br />

toalla previamente mojada en agua fría para<br />

aliviar el dolor. Esto nunca se debe hacer justo<br />

antes de dar el pecho, pues el frío retarda el des-<br />

FIGURA 9. Consumo y balance de calcio en<br />

mujeres climatéricas<br />

censo de la leche. Colocar una toalla mojada en<br />

agua caliente poco antes de dar el pecho, o tomar<br />

un baño de agua tibia para ayudar al descenso de<br />

la leche.<br />

Después de la aplicación de calor en los senos,<br />

darse un masaje y extraer en forma manual un<br />

pequeño volumen de leche para ayudar aún más a<br />

la bajada de la leche, así como para suavizar el<br />

pezón y la areola, con lo que se facilita que el niño<br />

atrape el pezón.<br />

Ofrecer ambos pechos al bebé en cada comida.<br />

<strong>NUTRICIÓN</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>MUJER</strong> EN EL CLIMATERIO<br />

En los apartados anteriores se ha descrito en forma<br />

somera el efecto de los estrógenos sobre las mujeres<br />

no embarazadas, y lactantes. En este apartado se<br />

comentan los aspectos más relevantes para la nutrición<br />

de las mujeres cuya producción de estrógenos<br />

comienza a declinar.<br />

Se debe entender por climaterio la época fisiológica<br />

de la vida de la mujer que se caracteriza por<br />

la disminución en la función ovárica, seguida de<br />

una serie de ajustes endocrinos que se manifiestan<br />

de manera sucesiva por alteraciones menstruales,<br />

esterilidad y suspensión de la menstruación.<br />

El término menopausia se refiere a la fecha en<br />

que la mujer menstrua por última vez. Para aceptar<br />

que esto ha ocurrido, deben haber transcurrido por<br />

lo menos 12 meses desde la fecha del último sangrado.<br />

La edad en la que ocurre la menopausia oscila<br />

entre los 45 y los 50 años de edad.


En el climaterio existe insuficiencia del cuerpo<br />

lúteo y ausencia de ovulación, con la formación de<br />

un folículo que crece sin llegar a la madurez completa<br />

para posteriormente involucionar. La traducción<br />

clínica de estas manifestaciones fisiopatológicas está<br />

representada por alteraciones menstruales. En esta<br />

época es frecuente la presencia de fenómenos vasomotores<br />

(del tipo de los bochornos) y alteraciones<br />

psí-quicas (como la depresión), aunque éstas dependen<br />

en gran medida de la estabilidad emocional de<br />

cada mujer.<br />

Balance energético y tolerancia a la glucosa<br />

Es bien reconocido que a partir de los 30 años el<br />

metabolismo basal (cantidad mínima de energía necesaria<br />

para man-tener la vida) disminuye a una tasa<br />

de 0.4 por ciento por año de edad. Por ello, para conservar<br />

un balance energético es necesario incrementar<br />

la actividad física o reducir el consumo de alimentos.<br />

Por desgracia, en una gran proporción de<br />

casos, a medida que aumenta la edad se disminuye<br />

la actividad física, a la vez que se continúa consumiendo<br />

la misma cantidad de alimentos, lo que<br />

necesariamente lleva a un balance positivo de<br />

energía y, en consecuencia, a la obesidad.<br />

Aunado a lo anterior, se ha demostrado que<br />

después de los 40 años existe una disminución de<br />

la tolerancia a la glucosa, independiente de la relación<br />

peso/estatura. Con frecuencia, la intolerancia<br />

a la glucosa coexiste con hiperin-sulinemia y no se<br />

ha documentado que la secreción de insulina aminore<br />

con la edad 92 El mecanismo de la alteración en<br />

el metabolismo de los hidratos de carbono aún no<br />

está claro, pero la elevación de la glucemia y la<br />

insulinemia parece sugerir la presencia de una cierta<br />

resistencia a la insulina.<br />

Diversos estudios han confirmado que la tolerancia<br />

a la glucosa mejora, o cuando menos se<br />

estabiliza, cuando existe un aumento en la actividad<br />

muscular. A su vez, algunos experimentos<br />

demuestran que el ejercicio reduce la resistencia a<br />

la insulina 93 De hecho, un estudio realizado entre<br />

mujeres posmenopáusicas a las que se invitó a<br />

realizar 20 minutos de actividad aeróbica tres veces<br />

por semana, demostró que esta sola medida<br />

fue capaz de mejorar su tolerancia a la glucosa94<br />

De esta manera, resulta claro que el personal<br />

de salud debe promover la práctica de la actividad<br />

física en las mujeres adultas –y en especial<br />

en las climatéricas -como una medida efectiva<br />

para mantener el balance energético, así como<br />

para mejorar o conservar la tolerancia a la glucosa<br />

y la capacidad de ventilación 95<br />

Balance de calcio y osteoporosis<br />

La osteoporosis es una enfermedad que afecta<br />

a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza<br />

por la pérdida de tejido óseo y se asocia<br />

con la fragilidad y, por lo tanto, con las fracturas.<br />

Existen dos tipos de osteoporosis. La tipo I ocurre<br />

sobre todo entre los 50 y los 70 años y es más<br />

común en las mujeres que en los hombres (en una<br />

relación de seis a uno) pues la pérdida de hueso<br />

se ve acelerada por la disminución en las concentraciones<br />

de estrógenos, con un incremento relativo<br />

en las concentraciones de la paratohormona<br />

que se acompaña de una reducción en la absorción<br />

de calcio. La osteoporosis tipo II es más frecuente<br />

en sujetos mayores de 70 años y aunque<br />

también se presenta con más frecuencia en las mujeres<br />

que en los hombres, la diferencia es menor<br />

que en el tipo I (la relación mujer/hombre es de<br />

alrededor de dos a uno). Este texto hace referencia<br />

únicamente al primer tipo.<br />

El principal factor determinante del riesgo de<br />

osteo-porosis es la magnitud de la masa mineral<br />

ósea, que en la vida adulta depende de manera<br />

fundamental del tipo de alimentación y la cantidad<br />

de ejercicio físico realizado durante la infancia<br />

y, sobre todo, en los primeros años de la adolescencia.<br />

93 Es importante mencionar, sin embargo,<br />

que también existen factores genéticos que la modulan.<br />

Se ha llamado la atención sobre el papel del<br />

calcio en la osteoporosis que llega a ocurrir en<br />

el climaterio, sobre todo porque se ha mostrado<br />

que existe una asocia-ción entre el consumo de<br />

calcio y la incidencia de fracturas. Matkovic y<br />

sus colaboradores encontraron que las mujeres de<br />

cierta región de Yugoslavia que ingerían dosis elevadas<br />

de calcio (940 miligramos diarios) sufrían<br />

la mitad de fracturas femorales que las mujeres<br />

que consumían poco calcio (470 miligramos al<br />

día). 95 La información epidemiológica apoya el<br />

concepto de que un consumo ele-vado de calcio<br />

durante el crecimiento o en la vida adulta temprana<br />

se asocia con una mayor densidad ósea. 96<br />

Por otra parte, estudios sobre el balance de<br />

calcio han demostrado que el organismo de una


mujer posmenopáusica sin tratamiento estrogénico<br />

no alcanza un balance positivo de calcio -y ni<br />

siquiera un balance cero- a través de la ingestión<br />

de suplementos. Mientras tanto, en las mujeres<br />

premenopáusicas el consumo de un gramo diario<br />

de calcio permite lograr un balance cero, y consumos<br />

por arriba de esta cantidad no dan lugar a<br />

balances positivos (figura 9). 96 Esto sugiere que<br />

una ingestión adecuada de calcio en el climaterio<br />

es útil para evitar la deficiencia de este nutrimento,<br />

pero no necesariamente protege contra la osteoporosis.<br />

Por ello es importante estimular y vigilar el<br />

consumo de calcio -en particular en las mujeresdesde<br />

la infancia y la adolescencia97 Al respecto,<br />

se ha observado que el consumo de una dieta rica<br />

en calcio en el periodo prepuberal se asocia con<br />

un incremento de cerca de uno a cinco por ciento<br />

de masa mineral ósea.<br />

Estudios sobre suplementación con calcio al<br />

inicio de la menopausia han demostrado que esta<br />

medida no contribuye a evitar la pérdida de hueso;<br />

sin embargo, se ha observado que sí se logra<br />

disminuir la velocidad de la pérdida cuando la<br />

suplementación con calcio se acompa-ña por terapia<br />

hormonal de reemplazo. 98 Por otro lado, a<br />

través de estudios agudos de suplementación que<br />

se acompañan de incrementos en la actividad física,<br />

se ha comprobado que este efecto se revierte<br />

una vez que cesa la suplementación y disminuye<br />

el ejercicio, lo que indica que se debe asegurar un<br />

consumo adecuado de calcio y actividad física a lo<br />

largo del ciclo vital 97' 99<br />

Entre los nutrimentos que se han asociado<br />

a la salud ósea o al riesgo de sufrir osteoporosis<br />

están las vitaminas D, K y C, el fósforo, el magnesio,<br />

el cobre y el flúor, dado que todos ellos participan<br />

en la absorción y eliminación del calcio.<br />

También se sabe que las proteínas ricas en azufre<br />

incrementan la excreción de ese nutrimento inorgánico,<br />

mientras que los lípidos, los fitatos y los<br />

oxalatos inhiben su absorción.98<br />

La vitamina K es un nutrimento que ha llamado<br />

recientemente la atención por su posible participación<br />

en la patogénesis de la osteoporosis. Se<br />

sabe que esta vitamina interviene en la síntesis de<br />

diversas proteínas que participan en la coagulación;<br />

entre éstas se encuentra la osteocalcina, que<br />

a su vez está involucrada en el primer paso para<br />

la mineralización de la matriz de colágena del hueso.<br />

En pacientes con osteoporosis y en recién na-<br />

cidos se ha observado una menor concentración<br />

de osteocalcina, que tiende a elevarse cuando se<br />

dan suplementos de vitamina K (un miligramo al<br />

día). En este mismo sentido se ha visto que los<br />

pacientes con deficiencia de vitamina K tienen<br />

mayor riesgo de sufrir fracturas. 97<br />

Es un hecho bien conocido que el consumo de<br />

sodio tiende a incrementar la calciuria; por lo tanto,<br />

el consumo de dietas ricas en sodio contribuye<br />

a acrecentar el riesgo desufrir osteoporosis. A partir<br />

de este conocimiento, se recomienda disminuir<br />

el consumo de sodio de las mujeres posmenopáusicas,<br />

sobre todo cuando ingieren poco calcio.6<br />

El flúor es otro nutrimento de particular relevancia<br />

en el caso de la osteoporosis. Se sabe que<br />

pequeñas concentraciones de él (una parte por<br />

millón en el agua) son capaces de promover un<br />

adecuado desarrollo dental. Sin embargo, un exceso<br />

de flúor puede inducir fracturas al formar cristales<br />

que restan flexibilidad al tejido óseo, por lo<br />

que se deben evitar los excesos.10°<br />

La fibra es un componente de la dieta que participa<br />

en la absorción de calcio, ya que disminuye<br />

la biodisponibilidad de este nutrimento e incrementa<br />

la excreción fecal de estrógenos a través de la<br />

circulación enterohepática. Sin embargo, un consumo<br />

de entre 20 y 30 gramos de fibra al día no<br />

interfiere con la absorción de calcio. 6 Por desgracia,<br />

muchas de las dietas rurales de nuestro país contienen<br />

can-tidades de fibra superiores a la recomendada.<br />

Vale la pena mencionar que los fitoestrógenos<br />

pre-sentes en algunas plantas pueden tener efectos<br />

antagóni-cos sobre los osteoblastos y a través<br />

de este mecanismo, ayudar a conservar la masa<br />

ósea, aunque aún se requiere más investigaciones<br />

al respecto. 101<br />

El consumo de cafeína (café, refrescos de cola,<br />

cho-colate o té) induce un balance negativo de calcio<br />

por incremento en la excreción urinaria de este<br />

nutrimento. Sin embargo, la información sobre la<br />

influencia que guarda el consumo de cafeína con la<br />

masa ósea es limitada. Aun así, se ha demostrado<br />

que las mujeres que consumen café en abundancia<br />

(más de cuatro tazas al día) tienen 3.6 veces<br />

más riesgo de sufrir fracturas por osteoporosis<br />

que las mujeres que no beben café. 102 Sin embargo,<br />

agregar cantidades tan pequeñas como tres<br />

miligramos de calcio (una taza de leche contiene


cerca de 300 miligramos de calcio) a una taza de<br />

café puede inhibir este efecto. Más aún, se ha observado<br />

que el consumo de café no incrementa el<br />

riesgo de osteoporosis en mujeres que ingieren<br />

una dieta con cantidades adecuadas de calcio 97<br />

En cuanto al alcohol, cabe decir que los conoci-mientos<br />

sobre su papel en la osteoporosis son<br />

aún más oscuros. Sin embargo, se ha demostrado<br />

que cuando la mujer consume cantidades superiores<br />

a 25 gramos de etanol por día, tiene 2.3 veces<br />

más riesgo de sufrir fracturas que cuando no lo<br />

hace (un tarro de cerveza, un vaso de vino o una<br />

bebida preparada con licor contienen, respectivamente,<br />

13.2, 10.8 y 15.1 gramos de etanol).<br />

Cabe señalar que el consumo de etanol está<br />

inversamente asociado con el índice de masa corporal,<br />

mientras que la obesidad está asociada positivamente<br />

con el riesgo de fracturas por osteoporosis.<br />

Empero, cuando se analiza la relación entre<br />

el índice de masa corporal y la osteoporosis, se<br />

observa que la asociación con la obesidad es espuria.103<br />

Ante la información precedente, resulta<br />

claro que la mujer adulta –en especial durante el<br />

climaterio– debe asegurar un consumo adecuado<br />

de calcio (consultar la figura1) y moderar el consumo<br />

de alcohol y café. Esto, con el fin de que el<br />

proceso de envejecimiento afecte lo menos posi-ble<br />

a la masa ósea. En este contexto, la actividad física<br />

es una medida preventiva eficaz, indispensable<br />

para desarrollar y mantener la masa ósea. Se ha<br />

observado que los balances negativos de nitrógeno<br />

y calcio aparecen con más rapidez en condiciones<br />

de inmovilidad. Así por ejem-plo, entre<br />

los astronautas del Skylab se demostró que el balance<br />

de calcio comenzaba a ser negativo a razón<br />

de 250 miligramos al día después de 10 semanas<br />

de inmovilidad. El balance de calcio se tomó cero<br />

cuatro semanas después de su retorno a la Tierra,<br />

dentro de un programa de ejercicio intenso. 104<br />

Para la mujer perimenopáusica puede ser suficiente<br />

realizar a diario entre cinco y 10 minutos<br />

de ejercicio aeróbico para prevenir la osteoporosis.<br />

Es importante mencionar, por último, que la<br />

activi-dad física tiene efectos benéficos sobre la<br />

densidad ósea pero no compensa el efecto causado<br />

por la deficiencia de estrógenos. De ahí que la<br />

terapia hormonal sea funda-mental en la prevención<br />

de la osteoporosis.96<br />

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