Impresión de fax de página completa - Guadalajara
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Transcripción <strong>de</strong>:<br />
Comisión Editorial<br />
Aquella Aquella <strong>Guadalajara</strong><br />
<strong>Guadalajara</strong> en la época <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />
10<br />
Luis Pérez Verdía (fragmento)<br />
G1. uadalajara, capital <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Nueva Galicia, en la época en que se proclamó la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia,<br />
era una ciudad <strong>de</strong> 35,000 habitantes (el Escribano Real, don Fernando<br />
Cambre, certificó el 10 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1803, que por los padrones recientemente<br />
hechos, resultaban en el recinto <strong>de</strong> la ciudad 34,697 habitantes), mo<strong>de</strong>sta y bien hallada con el<br />
gobierno colonial porque el atraso intelectual en que se encontraba y su absoluto aislamiento,<br />
habían hecho hasta allí imposible toda aspiración.<br />
Sus casas con muy reducidas excepciones, eran todas <strong>de</strong> un solo piso, con gran<strong>de</strong>s<br />
salones, dos o tres patios y enormes corrales; atendiendo sus constructores a la soli<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l<br />
edificio, <strong>de</strong>scuidaban por completo la simetría, <strong>de</strong> suerte que mientras sus pare<strong>de</strong>s medían uno o<br />
dos metros <strong>de</strong> espesor, rara vez tenían dos puertas a la misma altura. Algunos labrados<br />
churriguerescos en las portadas y un Ave María esculpida en la parte superior, constituían todo el<br />
adorno <strong>de</strong> las fachadas más notables.<br />
Las calles anchas y bien orientadas, carecían en su mayor parte <strong>de</strong> empedrados y aun <strong>de</strong><br />
aceras, y la irregularidad <strong>de</strong> las altas ventanas <strong>de</strong> las habitaciones, casi todas <strong>de</strong>siguales y con<br />
rejas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, les daba un aspecto triste y <strong>de</strong>sagradable. La plaza principal ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong><br />
corpulentos fresnos, toda empedrada y con una gran fuente en el centro, las numerosas plazuelas<br />
cubiertas <strong>de</strong> zacate y las calles escuetas, imprimían a la ciudad un aire melancólico, que<br />
revelaba el poco movimiento que en ella había.<br />
En el interior <strong>de</strong> las casas, mientras abundaban las vajillas <strong>de</strong> plata y era raro el<br />
vecino <strong>de</strong> la clase medianamente acomodada, que carecía <strong>de</strong> ellas y <strong>de</strong> su tabaquera <strong>de</strong> oro,<br />
faltaban los objetos más precisos para la comodidad, los cuales ni aún siquiera se conocían. No<br />
se usaban las alfombras, viéndose apenas en los estrados <strong>de</strong> la mejor sociedad tiras angostas <strong>de</strong><br />
esteras, que en pequeños espacios cubrían los polvosos y cacarizos ladrillos; incómodos<br />
canapés forrados <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> color carmesí o amarillo subido, cubiertos por blanquísimos forros<br />
<strong>de</strong> lienzo <strong>de</strong> algodón, mesas rinconeras y sillas <strong>de</strong> caoba y bejuco con alambre amarillo<br />
incrustado, una mesa redonda o consola, un crucifijo <strong>de</strong> Guatemala o una Purísima <strong>de</strong> Querétaro<br />
y un brasero <strong>de</strong> plata con fuego constante para encen<strong>de</strong>r los cigarrillos, formaban el menaje <strong>de</strong><br />
las salas, cuyas pare<strong>de</strong>s se veían adornadas por algún mal cuadro <strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong> los Dolores o<br />
<strong>de</strong> Guadalupe, tres o cuatro estampas iluminadas <strong>de</strong> María Estuardo y algún espejo <strong>de</strong> cortas<br />
dimensiones con ancho marco <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra con columnitas estriadas y capiteles dorados.<br />
En el comedor se veían espaciosas mesas <strong>de</strong> finas ma<strong>de</strong>ras sin pintar, a las que sentaban<br />
por los lados en bancas <strong>de</strong> pino con anchos y lucientes clavos y en equipales a las cabeceras; y<br />
si se recorrían las piezas, <strong>de</strong> habitación, se encontraban amuebladas por camas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />
barnizadas, cómodas y enormes roperos <strong>de</strong> cedro o <strong>de</strong> caoba con estampas en el interior <strong>de</strong> las<br />
puertas, que representaban en gran<strong>de</strong>s dimensiones el ojo <strong>de</strong> la Provi<strong>de</strong>ncia con motes muy<br />
legibles que <strong>de</strong>cían "Dios me ve": un biombo, unas cuantas sillas y algunas imágenes, <strong>completa</strong>ban<br />
el ajuar. Entraba la luz a través <strong>de</strong> los postigos <strong>de</strong> las puertas, cubiertos con papel <strong>de</strong> estraza,