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Impresión de fax de página completa - Guadalajara

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viéndose en una que otra casa distinguida, vidrios azulados. En los trajes había la misma<br />

relación <strong>de</strong> lujo: las señoras <strong>de</strong> la mejor posición usaban a diario ropa interior <strong>de</strong> bramante, que<br />

valía entonces <strong>de</strong> diez reales a dos pesos la vara, o <strong>de</strong> bretona, que tenían un precio <strong>de</strong> dos o<br />

cuatro reales; la camisa escotada y <strong>de</strong> corta manga, adornada con primorosos bordados <strong>de</strong> seda <strong>de</strong><br />

color, o con encajes o puntas <strong>de</strong> bolillo, cubriéndole el pecho y la espalda con anchas mascadas<br />

chinas. Las enaguas más largas que el túnico, <strong>de</strong>jaban asomar primorosos ruedos tejidos con arte<br />

y abundantes dibujos con picos y ondas en la orilla, y las enaguas <strong>de</strong> encima, <strong>de</strong> linón, o <strong>de</strong><br />

sarguilla <strong>de</strong> seda, que costaba a tres o cuatro pesos la vara, o <strong>de</strong> punto <strong>de</strong> tul, que variaba<br />

entre veinte reales y cuatro pesos. Los túnicos <strong>de</strong> iglesia eran angostos y con pesas pequeñas en<br />

la falda para que no se subiesen a pesar <strong>de</strong> su estrechez, y por último, medias <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> tres o<br />

cuatro pesos, <strong>de</strong> hilo <strong>de</strong> Escocia o <strong>de</strong> patente, que valían a veinte reales el par; zapatos bajos <strong>de</strong><br />

mahon o <strong>de</strong> raso, pañuelos <strong>de</strong> cambray y rebozo <strong>de</strong>l Saltillo o ametalados, <strong>completa</strong>ban el traje<br />

ordinario femenino. Para las gran<strong>de</strong>s festivida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Jueves Santo <strong>de</strong>l Corpus, <strong>de</strong> la procesión<br />

<strong>de</strong>l santo entierro o <strong>de</strong> algún bautismo, usaban vestidos <strong>de</strong> rica seda, tápalo <strong>de</strong> terciopelo o<br />

mantillas negras. Los caballeros vestían <strong>de</strong> rompe coche, <strong>de</strong> pana o <strong>de</strong> Holanda, reservando para<br />

las fiestas la casaca o chupa <strong>de</strong> seda, chupín o chaleco largo y calzón corto, medias <strong>de</strong> seda,<br />

zapato bajo con hebillas <strong>de</strong> oro primorosamente cinceladas, manufacturadas en Filipinas usando<br />

en los últimos tiempos el cabello corto y peinado hacia a<strong>de</strong>lante que caía sobre la frente en<br />

forma <strong>de</strong> fleco recortado, cubriéndose la cabeza con unos enormes sombreros negros llamados<br />

<strong>de</strong> empanada, por la figura que tenían.<br />

La clase media, mucho más numerosa, vestía con excesiva mo<strong>de</strong>stia aunque <strong>de</strong> manera<br />

análoga, y como los que la formaban carecían <strong>de</strong> aspiraciones al confort o a la representación<br />

social, porque no tenían abiertas las puertas para entrar a la administración ni para ascen<strong>de</strong>r en<br />

la escala social, sus necesida<strong>de</strong>s eran exiguas. El ranchero rico, tipo que ha <strong>de</strong>saparecido ya, más<br />

bien mezquino que económico, usaba vestido <strong>de</strong> cuero o <strong>de</strong> género <strong>de</strong> lana; mangas o zarape <strong>de</strong><br />

estambre, o <strong>de</strong>l Saltillo, que alcanzaba el precio <strong>de</strong> una onza <strong>de</strong> oro; botas <strong>de</strong> montar llamadas<br />

<strong>de</strong> campana, con ata<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> cuero o fuertes cintas <strong>de</strong> color; sombreros <strong>de</strong> ancha falda y siempre<br />

traía en la mano el cigarrillo encendido o el eslabón, la piedra y la yesca para encen<strong>de</strong>rlo. Sus<br />

mujeres los trataban con singular respeto; cuidaban no sólo <strong>de</strong> la familia, sino <strong>de</strong>l caballo y <strong>de</strong> la<br />

vaca; ellas personalmente servían a las doce en general o a la una, al esposo o a los hijos la<br />

comida a la mesa, que se componía <strong>de</strong>l caldo con gotas <strong>de</strong> limón, la sopa <strong>de</strong> tortilla, <strong>de</strong> arroz o <strong>de</strong><br />

alguna pasta <strong>de</strong> harina; <strong>de</strong>l puchero provisto con chayotes, elotes, plátanos o peras cocidas; la<br />

carne asada, alguna legumbre y los frijoles, gustando como postres el arroz <strong>de</strong> leche, la cocada,<br />

los conflonfios o los huevos reales y dando sorbos <strong>de</strong> catalán. Al empezar la comida la<br />

ben<strong>de</strong>cía el jefe <strong>de</strong> la casa, y al acabar se rezaba el bendito.<br />

Se dormía la siesta y a las tres o cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, damas y caballeros refocilábanse con un<br />

pocillo <strong>de</strong> humeante chocolate, fabricado a domicilio con las más escrupulosas medidas <strong>de</strong>l cacao,<br />

azúcar, almendra y canela, según los diferentes gustos <strong>de</strong> las familias.<br />

Esa clase acomodada y media, era como en todas partes, la <strong>de</strong> mejores costumbres, la más<br />

sociable, laboriosa y alegre; la clase rica vivía en gran<strong>de</strong> aislamiento porque sólo se trataba con<br />

sus iguales; imitaba las costumbres españolas y era muy ignorante y altiva, aunque en<br />

<strong>Guadalajara</strong> gustaba <strong>de</strong> socorrer a los menesterosos.<br />

Por las noches era el juego la diversión favorita <strong>de</strong> las familias principales, reuniéndose en<br />

las casas <strong>de</strong>l oidor, doctor Velasco <strong>de</strong> la Vara (esquina <strong>de</strong> las calles <strong>de</strong>l Santuario e<br />

In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia) o en las <strong>de</strong> los señores Canónigos Cerpa (esquina con las calles <strong>de</strong>l Santuario y<br />

Morelos, llamada entonces <strong>de</strong> Ñuño <strong>de</strong> Guzmán) o Delgado, los más acaudalados hacendados y<br />

las señoras más respetables, entreteniéndose ora en jugar la malilla sirviendo los bueyes <strong>de</strong> sus<br />

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