Luces del Duero - Fundación Iberdrola
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Luces del Duero 1900-1970
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<strong>Luces</strong> <strong>del</strong> <strong>Duero</strong><br />
1900-1970
<strong>Luces</strong> <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> 1900-1970
<strong>Luces</strong> <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> 1900-1970<br />
APROVECHAMIENTOS HIDROELÉCTRICOS<br />
DE LA CUENCA HIDROGRÁFICA DEL RÍO DUERO
Supone para mí un motivo de gran satisfacción presentarles el<br />
catálogo de la exposición «<strong>Luces</strong> <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> 1900-1970», una inte<br />
resante y evocadora muestra que, organizada por la <strong>Fundación</strong><br />
<strong>Iberdrola</strong>, recorrerá diferentes ciudades de nuestro país.<br />
Esta exposición, integrada por un centenar de fotografías, constituye<br />
un documento excepcional sobre la construcción de los saltos<br />
hidroeléctricos de la cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, que fueron ideados,<br />
diseñados y construidos por <strong>Iberdrola</strong> a lo largo <strong>del</strong> siglo pasado,<br />
gracias al trabajo y la dedicación de tres generaciones de personas<br />
entregadas a un objetivo común: obtener <strong>del</strong> río <strong>Duero</strong> toda<br />
la energía posible, respetando su entorno natural y favoreciendo<br />
el desarrollo económico de la zona.<br />
Como es bien sabido, la energía hidroeléctrica ha estado indisolublemente<br />
unida a la historia de <strong>Iberdrola</strong>. Desde sus inicios, hace<br />
más de cien años, nuestra Compañía ha sido la principal impulsora<br />
<strong>del</strong> desarrollo hidráulico de la Península: en un primer mo mento,<br />
con la construcción de pequeñas centrales y, poste riormen te, con<br />
el diseño y optimización de grandes aprovechamientos pioneros<br />
en Europa.<br />
Esta apuesta histórica de <strong>Iberdrola</strong> por la energía hidroeléctrica<br />
nos ha llevado a desarrollar un papel decisivo en la industrialización<br />
de España, a través de importantes inversiones, creando<br />
empleo, reteniendo un recurso tan escaso como es el agua y, con<br />
ello, generando riqueza y bienestar.
La exposición «<strong>Luces</strong> <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> 1900-1970» refleja, sin lugar a<br />
dudas, uno de los períodos más importantes de la historia de nuestra<br />
Compañía. A través de ella, podemos comprobar el arrojo y la<br />
visión empresarial de hombres como José Orbegozo y de toda una<br />
escuela de ingenieros de nuestra Casa, entre los que cabría citar<br />
a Ricardo Rubio. La experiencia de <strong>Iberdrola</strong> en el <strong>Duero</strong>, con proyectos<br />
innovadores y de gran envergadura que, hoy en día, son<br />
una referencia obligada en lo que a infraestructuras hidráulicas<br />
se refiere, se completa con el desarrollo hidroeléctrico de otras<br />
cuencas de la península como las <strong>del</strong> Ebro y Júcar, llevadas a<br />
cabo con el impulso y la determinación de Juan de Urrutia, o las<br />
<strong>del</strong> Tajo y el Sil.<br />
Las imágenes que podemos contemplar en esta exposición nos<br />
llevan también a reconocer la encomiable labor de miles de trabajadores<br />
que, en condiciones muchas veces precarias, consiguieron<br />
—con enorme esfuerzo y valentía— ser los verdaderos<br />
artífices de estos grandes complejos hidráulicos admirados<br />
por todos.<br />
<strong>Iberdrola</strong> se siente orgullosa de todas estas instalaciones y, especialmente,<br />
de su aportación al desarrollo económico y social de<br />
las provincias de Salamanca y Zamora, apoyando su tejido industrial,<br />
generando nuevas oportunidades de negocio y también colaborando<br />
en la tarea de fijar la población local al territorio; en definitiva,<br />
actuando como empresa responsable, motor de desarrollo<br />
y comprometida con las regiones en las que desarrolla su actividad.<br />
Desde estas páginas, me gustaría felicitar a todo el equipo que,<br />
de una manera u otra, ha participado en esta exposición; en especial,<br />
a Gerardo F. Kurtz, Comisario de la muestra, por su magnífica<br />
labor en la selección de las imágenes; a Pablo Díaz Morlán, Profesor<br />
de la Universidad de Alicante, por su espléndida aportación<br />
a este libro, realizando un recorrido por la gesta que supuso el<br />
desarrollo <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> desde sus orígenes; y, finalmente, a Álvaro<br />
Chapa, gran conocedor de la historia «eléctrica» <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, quien<br />
nos describe de forma pormenorizada y certera los principales<br />
hitos en la construcción de los saltos.<br />
Por último, quisiera destacar que, con esta exposición, <strong>Iberdrola</strong><br />
quiere poner a disposición <strong>del</strong> visitante y <strong>del</strong> lector un testimonio<br />
gráfico, único y excepcional, de lo que constituyó en su día<br />
una apuesta empresarial sin precedentes. Un gran proyecto impulsado<br />
por hombres emprendedores que supieron, a principios <strong>del</strong><br />
siglo XX, aprovechar la inmensa generosidad que el caudal <strong>del</strong> río<br />
<strong>Duero</strong> y su orografía ofrece. Y lo hicieron explotando esta fuente<br />
de energía limpia y renovable, mediante la construcción de grandes<br />
complejos hidroeléctricos, de los que nos beneficiamos hoy<br />
y se beneficiarán próximas generaciones, en lo que constituye el<br />
mejor ejemplo de responsabilidad, sostenibilidad y apuesta por<br />
el futuro.<br />
Ignacio S. Galán<br />
PRESIDENTE DE IBERDROLA
Cernadilla<br />
Bragança<br />
RÍO DUERO<br />
Saucelle<br />
Mombuex<br />
ARRIBES DEL DUERO<br />
Aldeadávila<br />
Valparaiso<br />
Miranda<br />
de Douro<br />
Alcañices<br />
Agavanzal<br />
Castro Ricobayo<br />
Fermoselle<br />
RÍO TERA<br />
Villarino<br />
Villalcampo<br />
RÍO TORMES<br />
Santa Marta de Tera<br />
Tábara<br />
RÍO DUERO<br />
RÍ O ES LA<br />
Ledesma<br />
San Pedro<br />
de la Nave<br />
Moreruela<br />
Benavente<br />
La Hiniesta<br />
San Román<br />
Zamora<br />
Villalpando<br />
V. de Cañedo<br />
Salamanca<br />
Villagonzalo<br />
Santa Teresa<br />
Toro<br />
Alba<br />
de Tormes
9 L A ESCUEL A DEL DUERO<br />
Pablo Díaz Morlán<br />
19 UNA BREVE HISTORIA<br />
25<br />
26<br />
30<br />
46<br />
62<br />
80<br />
92<br />
108<br />
Álvaro Chapa<br />
APROVECHAMIENTOS HIDROELÉCTRICOS<br />
DE LA CUENCA HIDROGRÁFICA DEL RÍO DUERO<br />
San Román<br />
Ricobayo<br />
Villalcampo<br />
Castro<br />
Saucelle<br />
Aldeadávila<br />
Villarino-Almendra<br />
122 Datos técnicos de las presas
EL POTENCIAL DEL RÍO DUERO<br />
La revolución eléctrica que tuvo lugar a partir <strong>del</strong> último cuarto<br />
<strong>del</strong> siglo XIX cambió para siempre la faz de los negocios y la forma<br />
de vida de las gentes en todas las partes <strong>del</strong> mundo, y España<br />
no constituyó una excepción a esta regla sino más bien lo<br />
contrario. El problema de la energía como factor determinante de<br />
la localización industrial quedó eliminado con el avance de esta<br />
innovación, y con ella se abrió la posibilidad <strong>del</strong> desarrollo económico<br />
a países y regiones que hasta entonces habían quedado al<br />
margen. Al comenzar el siglo XX, eran ya una realidad en territorio<br />
español las empresas que se habían atrevido a introducirse en<br />
el nuevo campo de la hidroelectricidad, buscando el aprovechamiento<br />
eléctrico de la energía de los ríos mediante la construcción<br />
de saltos de agua que, según pasaban los años, aumentaban<br />
en altura y complejidad técnica. Hidroeléctrica Ibérica, fundada<br />
en 1901, fue una de las pioneras. Pocos años después, el transporte<br />
de la corriente a elevadas tensiones facilitó el envío de la<br />
energía a grandes distancias, y esto llevó a ingenieros y hombres<br />
de negocios a buscar nuevos emplazamientos para saltos de<br />
agua en lugares que hasta entonces quedaban demasiado lejos<br />
de los principales emplazamientos industriales y de consumo. El<br />
río <strong>Duero</strong> asomó entonces como una atrayente posibilidad.<br />
El descubridor <strong>del</strong> enorme potencial hidroeléctrico <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> y<br />
sus afluentes fue, sin lugar a dudas, el ingeniero e inventor zamorano<br />
Federico Cantero Villamil, que fundó la sociedad El Porvenir<br />
de Zamora y levantó el primer salto de la cuenca, el de San<br />
LA ESCUELA DEL DUERO<br />
Pablo Díaz Morlán<br />
UNIVERSIDAD DE ALICANTE<br />
Román, en los primeros años <strong>del</strong> siglo XX. Después de él, y en<br />
buena medida siguiendo sus indicaciones, llegaron los ingenieros<br />
que formaron la Sociedad General de Transportes Eléctricos:<br />
Eugenio Grasset, Pedro Icaza y José Orbegozo, que convencieron<br />
al capitalista Horacio Echevarrieta para que se interesara en<br />
las posibilidades <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>. Ante las dimensiones <strong>del</strong> negocio, el<br />
patricio vizcaíno decidió involucrar al Banco de Bilbao, que en 1918<br />
aceptó la invitación a suscribir la mayoría de las acciones de la<br />
nueva compañía, la cual tendría por nombre Sociedad Hispano-<br />
Portuguesa de Transportes Eléctricos, pero sería más conocida<br />
como Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>.<br />
A partir de entonces, y por encima de financieros y empresarios,<br />
fueron los ingenieros españoles quienes protagonizaron la conquista<br />
hidroeléctrica <strong>del</strong> río <strong>Duero</strong>. La labor comenzada por Federico<br />
Cantero tuvo continuidad gracias a la energía y determinación<br />
de José Orbegozo, primer director general de la empresa, y<br />
de su sucesor desde 1935, Ricardo Rubio. Junto a ellos, bajo sus<br />
órdenes, y después de ellos, fueron llegando al <strong>Duero</strong> y sus afluentes<br />
sucesivas hornadas de ingenieros industriales y de caminos<br />
(e incluso algún agrónomo) que se encargaron de calcular, ensayar,<br />
planificar y dirigir la construcción de los saltos, en una tarea<br />
conjunta que duró varias décadas y que atravesó innumerables<br />
vicisitudes hasta su conclusión en 1970, cuando la central de<br />
Almendra-Villarino se convirtió en una magnífica realidad. En el río<br />
castellano y sus afluentes se curtieron varias generaciones de<br />
técnicos españoles de primera línea cuyas realizaciones no desme<br />
recieron de las llevadas a cabo en otros países más avanzados<br />
9
10<br />
y supuestamente más instruidos en tales materias. Todos ellos<br />
contribuyeron a crear una auténtica escuela de conocimientos<br />
hidroeléctricos y experiencia práctica: la escuela <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>.<br />
LAS OBRAS PRIMERIZAS:<br />
SAN ROMÁN Y RICOBAYO<br />
Federico Cantero Villamil fue el número uno de la promoción de Ingeniería<br />
de Caminos de 1896, terminó su formación viajando por los<br />
centros industriales europeos, y dio a conocer su proyecto hidroeléctrico<br />
en diciembre de 1897. La originalidad de dicho proyecto estribaba<br />
en aprovechar la curva que el <strong>Duero</strong> describía ocho kilómetros<br />
aguas abajo de Zamora para construir una presa en un extremo<br />
de la curva y unirla mediante un túnel transversal a una central en<br />
el otro extremo, distante un kilómetro y medio. De esta forma se<br />
obtenía un salto de agua efectivo de catorce metros, suficiente para<br />
producir la energía eléctrica que necesitaban Zamora y Salamanca<br />
gracias a dos grupos de quinientos caballos, y después Valladolid<br />
mediante la incorporación de cinco grupos de mil cada uno.<br />
En 1898 se fundó El Porvenir de Zamora con un capital de 1.400.000<br />
pesetas, que se convertirían en pocos años en 3.300.000 para llevar<br />
a cabo las obras de la presa, el túnel y la central. En enero<br />
de 1903 se inauguraron los dos primeros grupos, y los cinco siguientes<br />
lo fueron en 1907, haciendo realidad el salto de San Román. Zamora,<br />
Salamanca y Valladolid, así como los pueblos de sus comarcas<br />
—en total más de cien mil personas— quedaron abastecidos de<br />
electricidad gracias a los capitales zamoranos y, sobre todo, a la<br />
iniciativa y el ingenio de uno de sus ciudadanos.<br />
Pero las empresas locales de tamaño medio estaban destinadas,<br />
en España y en todas partes <strong>del</strong> mundo, a sufrir pronto el<br />
embate de las grandes compañías hidroeléctricas. Cantero alertó<br />
tempranamente a sus socios de la necesidad de crecer en<br />
tamaño para evitar la ruina o la absorción, pero los orgullosos<br />
propietarios de El Porvenir de Zamora desestimaron sus propuestas<br />
de unirse a Electra Popular Vallisoletana y otras sociedades.<br />
Cantero, desanimado, colaboró más a<strong>del</strong>ante con los empresarios<br />
e ingenieros que llegaron a la zona <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, procedentes de<br />
Bilbao, buscando hacer realidad un plan magnífico de aprovechamiento<br />
de las posibilidades hidroeléctricas <strong>del</strong> río castellano<br />
y sus afluentes. El Porvenir de Zamora resistió la llegada <strong>del</strong> nuevo<br />
contendiente, mucho más grande que él, y mantuvo su existencia<br />
como sociedad independiente hasta 1951, cuatro años después<br />
de la muerte de su fundador y principal impulsor.<br />
Los Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> se fundaron en 1918 con el Banco de Bilbao<br />
como socio mayoritario. Desde el primer momento, José Orbegozo,<br />
nombrado director general, tuvo que pelear de manera<br />
incansable contra innumerables impedimentos, entre ellos las<br />
reticencias de las autoridades portuguesas, las maniobras de la<br />
competencia, la inseguridad jurídica de los derechos adquiridos,<br />
la oposición de sectores agrarios castellanos, la entrada de socios<br />
extranjeros y la búsqueda de la financiación adecuada. Durante<br />
más de un decenio la tarea de los ingenieros y directivos de la<br />
sociedad consistió más en vencer problemas humanos, políticos<br />
y sociales que en resolver cuestiones técnicas, sin que pudiera<br />
avanzarse ni un paso en tareas de construcción. Federico Cantero<br />
había vendido a Horacio Echevarrieta sus derechos sobre el<br />
<strong>Duero</strong> y había facilitado a José Orbegozo los primeros estudios<br />
y proyectos de aprovechamiento, que serían una guía fundamental<br />
para la andadura inicial de la nueva empresa.<br />
Las obras <strong>del</strong> salto <strong>del</strong> Esla comenzaron en mayo de 1929 bajo el<br />
signo de la urgencia. La empresa había necesitado once años para<br />
establecer con suficientes garantías sus derechos y sus medios<br />
financieros y en los socios pesaba demasiado el tiempo transcurrido.<br />
Casi 8.000 fincas urbanas y rústicas, que abarcaban cerca<br />
de 40 kilómetros cuadrados y varias aldeas completas, fueron expropiadas,<br />
y hubo que construir vías de comunicación alternativas.<br />
Orbegozo, presionado por un Consejo de Administración deseoso<br />
de ofrecer cuanto antes energía al mercado y ante la falta de una<br />
organización interna suficiente, decidió recurrir al sistema de
contrata con dos empresas constructoras que estaban relacionadas<br />
con consejeros de Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, incluido él mismo: la<br />
Empresa General de Construcción, luego llamada Puertos y Panta<br />
nos, y la Sociedad General de Obras y Construcciones (Obrascon).<br />
Una condición inexcusable de la concesión otorgada por el Estado<br />
fue la de trasladar a otro lugar la iglesia visigoda de San Pedro<br />
de la Nave, condenada de otra forma a ser cubierta bajo las aguas<br />
<strong>del</strong> futuro embalse. Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> puso desde el principio su<br />
mayor empeño en que el traslado, piedra a piedra, al poblado cercano<br />
de El Campillo, se llevara a cabo con todas las garantías posibles<br />
de conservación y seguridad, hasta el punto de que invirtió<br />
en el mismo una suma considerable para la época, cien mil pesetas,<br />
y el Consejo de Administración fue informado largamente de<br />
la operación. Esta joya <strong>del</strong> arte español es probablemente el monumento<br />
más representativo de la arquitectura hispanovisigoda tal<br />
y como la conocemos hoy en día y en torno a ella ha existido siempre<br />
una gran controversia. Su programa iconográfico, la gran calidad<br />
de sus relieves, la configuración arquitectónica <strong>del</strong> edificio,<br />
restaurado durante su traslado, y su encuadramiento cronológico,<br />
son todavía hoy analizados y discutidos entre los especialistas.<br />
La construcción <strong>del</strong> salto <strong>del</strong> Esla coincidió a partir de 1931 con la<br />
llegada de la Segunda República, pero los años republicanos no fueron<br />
especialmente tormentosos en las obras. Después de la huelga<br />
<strong>del</strong> verano de 1931 hubo algún que otro conato en 1932 y 1936,<br />
pero los acontecimientos revolucionarios de octubre de 1934, verdadero<br />
test para apreciar el grado de conflictividad de la empresa,<br />
no fueron seguidos por un solo trabajador. Ni siquiera los despidos<br />
masivos, a los cuales hubo que proceder de forma inevitable<br />
según se acercaba la finalización de la presa y la central, provocaron<br />
protestas. La causa de esta aparente calma se debió, sin<br />
duda, a que la empresa satisfizo las reivindicaciones sucesivas<br />
que se le fueron haciendo por los elementos adscritos a U.G.T., que<br />
aumentó progresivamente su influencia entre los obreros. En toda<br />
empresa hidroeléctrica, con elevadas inversiones en capital fijo muy<br />
sensibles a cualquier tipo de sabotaje, la concesión de mejoras a<br />
sus trabajadores es norma común, pues nada pueden temer más<br />
que una avería que paralice su actividad y obligue a la interrupción<br />
<strong>del</strong> suministro a sus clientes. Esto era así aún en mayor grado en<br />
aquellos años y en Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, ya que el largo tiempo transcurrido<br />
desde la fundación de la empresa constituía un factor a<br />
tener en cuenta a la hora de tomar cualquier decisión. Simplemente,<br />
no podían permitirse un retraso en las construcciones.<br />
El proyecto inicial <strong>del</strong> salto <strong>del</strong> Esla obligaba a construir un aliviadero<br />
más allá de la margen <strong>del</strong> río donde se asentaba el lado izquierdo<br />
de la presa, para poder desviar por él los 5.000 m3 por segundo<br />
en que se calculaba el caudal que podía llevar una gran avenida,<br />
a la vista de la experiencia de años anteriores. Para efectuar los<br />
imprescindibles estudios geológicos se llamó a un ingeniero de<br />
minas de gran prestigio que pertenecía a la nómina de profesionales<br />
al servicio de Horacio Echevarrieta, todavía Presidente de<br />
Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>. El técnico determinó que el roquedo de la margen<br />
izquierda <strong>del</strong> río ofrecía las suficientes garantías de solidez<br />
como para que la presa se apoyara en él, y basándose en estos<br />
informes José Orbegozo procedió con rapidez a iniciar su construcción.<br />
Sin embargo, en la tercera campaña de las obras, en el<br />
verano de 1931, las condiciones geológicas <strong>del</strong> roquedo donde de <br />
bían asentarse tanto la presa como el aliviadero dieron muestras<br />
imprevistas de debilidad. Fue para la empresa el primer aviso<br />
de que los informes geológicos no iban a resultar suficientes<br />
ni adecuados para las obras proyectadas.<br />
Pero la verdadera sorpresa llegó durante los días 22 y 23 de marzo<br />
de 1934, después de que se hubiese procedido el 10 de enero<br />
a llenar por primera vez el embalse y cuando ya se sentía cercana<br />
la fecha en que se podría comenzar a suministrar energía.<br />
Una gran avenida, de un caudal superior a los 5.000 m3 por segundo,<br />
fue evacuada por el canal-aliviadero y durante 48 horas éste<br />
soportó una prueba de resistencia para la que no estaba preparado.<br />
Su base, de roca pura sin hormigonar, dejó filtrar el agua por<br />
11
12<br />
varias diaclasas verticales y se produjo un enorme efecto destructor<br />
que se tradujo en un retroceso <strong>del</strong> aliviadero hacia la presa<br />
de setenta metros y en la excavación de un cráter de dimensiones<br />
aún mayores. Cuando pasó la avenida, sobre la presa se<br />
cernía la amenaza de que se desplomara toda la margen izquierda,<br />
lo que habría ocasionado una catástrofe definitiva.<br />
Orbegozo, acompañado <strong>del</strong> consejero Eugenio Grasset, visitó la obra<br />
una semana después y escuchó los informes <strong>del</strong> ingeniero responsable<br />
<strong>del</strong> informe geológico, de otros ingenieros de la sociedad y<br />
de técnicos alemanes de las casas Rodio y Voith. Decidió a su vez<br />
pedir el asesoramiento <strong>del</strong> Dr. Rehbock y de su laboratorio hidráulico<br />
de Karlsruhe para alcanzar una solución definitiva. Hubo que<br />
vaciar el embalse abriendo los desagües de fondo, que ya no pudieron<br />
ser cerrados, por lo que se debió trabajar en el estiaje. Y en aquel<br />
verano de 1934 sobrevino un nuevo accidente en la central al romperse<br />
la compuerta de la cuarta tubería de carga, ocasionando la<br />
muerte a nueve obreros. Este acontecimiento acabó con la salud<br />
de Orbegozo, y determinaría su triste final en enero de 1939.<br />
Los accidentes siguieron produciéndose en los años siguientes<br />
mientras se discutía la solución. En febrero de 1935 comenzó a<br />
suministrarse energía a Hidroeléctrica Ibérica, pero hubo que interrumpir<br />
el suministro durante tres meses porque la central volvió<br />
a inundarse como consecuencia <strong>del</strong> embalsamiento <strong>del</strong> río aguas<br />
abajo, a causa de los acarreos de piedra ocasionados por el aliviadero.<br />
Para evitar que se volviera a producir un nuevo derrumbe se<br />
prolongó la ladera que separaba ambos cauces, el de la presa y el<br />
<strong>del</strong> aliviadero, de tal forma que se alejara la confluencia de las aguas<br />
de una y otra procedencia. En marzo de 1936 se produjo de nuevo<br />
un derrumbamiento de 20 metros en el frente <strong>del</strong> aliviadero, y<br />
poco después se decidió, de común acuerdo con el asesoramiento<br />
de técnicos españoles, americanos y, sobre todo, <strong>del</strong> alemán Rehbock<br />
y <strong>del</strong> suizo Kaech, la excavación de dos túneles que sirvieran<br />
para ayudar en las avenidas y salvar el tapón ocasionado por los<br />
acarreos de piedras aguas abajo de la central.<br />
El 18 de enero de 1939 la central volvió a inundarse como consecuencia<br />
de una gran avenida, que produjo tales arrastres de escombros<br />
que el embalsamiento <strong>del</strong> río aguas abajo desbordó la ataguía<br />
de 2,5 metros de altura que se había construido para defender la<br />
central. En uno de los túneles en construcción tuvo lugar el 10 de<br />
junio de 1942 el más grave accidente de los sucedidos en el salto<br />
<strong>del</strong> Esla. Ocurrió de manera fortuita, cuando el personal de Agromán<br />
procedía a colocar las cargas de dinamita en ambas bocas <strong>del</strong><br />
túnel que pondrían punto final a la obra. Su explosión repentina<br />
mató a 19 obreros y a los tres ingenieros que dirigían los trabajos,<br />
todos los que se hallaban en aquel momento en el interior.<br />
Sin embargo, los daños materiales apenas fueron de consideración<br />
y la obra pudo acabarse. A finales de aquel mismo año podía<br />
pensarse que se había hallado una solución definitiva ya que, como<br />
decía el nuevo Director General Ricardo Rubio, presentaba «un<br />
aspecto de solidez que procura una impresión de seguridad que<br />
hasta ahora nunca tuvimos». Hubo nuevas erosiones en posteriores<br />
avenidas que obligaron a nuevos reforzamientos, como ocurrió<br />
en marzo de 1943, pero parece que ya no se sufrieron consecuencias<br />
trágicas como las de años anteriores.<br />
En definitiva, resulta prácticamente imposible establecer el coste<br />
total que supuso para Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> el problema <strong>del</strong> aliviadero.<br />
Los informes geológicos iniciales se demostraron erróneos<br />
y es difícil entender el verdadero motivo de que así fuera. Tal<br />
vez la premura de tiempo que caracterizó siempre a las obras<br />
de Ricobayo impidieron que los geólogos inspeccionaran con el<br />
suficiente detenimiento la base rocosa <strong>del</strong> aliviadero excavado, en<br />
donde se hallaban las diaclasas verticales que provocaron el hundimiento<br />
—una gran falla central, al decir de uno de los ingenieros<br />
de la empresa—. Al coste de las sucesivas soluciones temporales<br />
habría que añadir el de las averías de la central provocadas<br />
por el mismo motivo y el coste de oportunidad <strong>del</strong> retraso en la<br />
finalización de la obra y de sus posteriores interrupciones, en conjunto<br />
más de dos años. El coste humano, por su parte, puede calcularse<br />
en varias decenas de pérdidas humanas y en el apartamiento
definitivo de los trabajos <strong>del</strong> Director General, José Orbegozo. Con<br />
razón se ha hablado de la epopeya <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, que tuvo en su afluente<br />
Esla un dramático comienzo.<br />
LOS DIFÍCILES AÑOS CUARENTA:<br />
VILLALCAMPO Y CASTRO<br />
La Guerra Civil y la larga posguerra trajeron numerosas dificultades<br />
al sector eléctrico pero también algunas oportunidades.<br />
El convenio firmado entre las principales empresas hidroeléctricas<br />
antes de la contienda convirtió a Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> en el productor<br />
dominante a cambio de que no compitiese en la distribución<br />
en las zonas centro y norte-noroeste de la península, que<br />
incluían Madrid y País Vasco. Pero este pacto mostró pronto sus<br />
limitaciones porque Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> se negó a atender las solicitudes<br />
de las demás compañías para que aumentase su producción<br />
ante el notable incremento de la demanda que se produ <br />
jo debido a la congelación de las tarifas y los problemas de<br />
abastecimiento de carbón.<br />
Las empresas que habían mantenido la hegemonía en la distribución,<br />
entre las que destacaban por su importancia Hidroeléctrica<br />
Ibérica, Electra <strong>del</strong> Viesgo, Hidroeléctrica Española y Unión<br />
Eléctrica Madrileña, deseaban disponer de la mayor cantidad posible<br />
de energía de cara al aumento futuro <strong>del</strong> consumo, pero, según<br />
el pacto que habían firmado con Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, era a éste al<br />
que correspondía construir los nuevos saltos. Y a Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong><br />
no le convenía efectuar las cuantiosas inversiones necesarias<br />
sin estar antes segura de que iba a colocar toda la nueva producción.<br />
Por ello, el convenio implicaba un conflicto de intereses<br />
irresoluble en aquel momento y estaba condenado al fracaso.<br />
Poco después de romperse los acuerdos, en el verano de 1944,<br />
Hidroeléctrica Ibérica y Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> decidieron unirse, y así<br />
nació Unión Ibérica <strong>Duero</strong>, más conocida como Iberduero. La confluencia<br />
de muy diversos motivos aconsejó dicha fusión: un mayor<br />
poder de mercado y de negociación con otras empresas minoristas,<br />
la complementación de sus sistemas hidroeléctricos, el fortalecimiento<br />
de su posición frente al Estado, la disposición de mayores<br />
recursos para nuevas construcciones y, en definitiva, lograr<br />
una posición hegemónica en el negocio eléctrico. Entonces, en 1944,<br />
estalló en España con toda su fuerza el problema de las restricciones<br />
eléctricas, que dificultó la recuperación postbélica, ya entorpecida<br />
gravemente por la autarquía y el aislamiento internacional<br />
<strong>del</strong> régimen de Franco.<br />
Los estudios <strong>del</strong> nuevo salto se ultimaron en los meses finales<br />
de 1942, una vez que Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> se cercioró <strong>del</strong> avance<br />
<strong>del</strong> consumo de electricidad. La dirección de la empresa planteó<br />
al Consejo de Administración dos alternativas. La primera se<br />
basaba en aprovechar todo el tramo <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> español con un<br />
solo salto de 80 metros de altura y una capacidad de producción<br />
de 700 millones de kWh. La segunda consistía en partir el<br />
tramo y aprovechar la parte superior <strong>del</strong> mismo con un desnivel<br />
de unos 40 metros y la mitad de capacidad de producción,<br />
dejando para más a<strong>del</strong>ante el segundo tramo. La primera opción<br />
tenía la ventaja evidente de que se conseguía mucha mayor producción<br />
con una sola instalación, pero consideraciones de orden<br />
técnico y económico llevaron a Iberduero a inclinarse por la<br />
segunda solución. Así nacieron los saltos de Villalcampo y Castro,<br />
ambos comenzados en la década de los cuarenta y terminados<br />
en la siguiente.<br />
Villalcampo se ubicó once kilómetros aguas abajo <strong>del</strong> salto <strong>del</strong> Esla,<br />
tuvo 40 metros de altura y amplió la capacidad de producción de<br />
la empresa en 350 millones de kwh. El Ministerio de Obras Públicas<br />
lo aprobó el 13 de julio de 1943 y de inmediato se preparó su<br />
construcción, para lo cual se decidió una ampliación <strong>del</strong> capital<br />
social de 120 millones de pesetas, que fue absorbida en su totalidad<br />
por los antiguos accionistas a pesar de «las circunstancias<br />
<strong>del</strong> mercado financiero», como se dijo con satisfacción en el Consejo<br />
de la Sociedad. La construcción costó finalmente 150 millones,<br />
13
14<br />
duró siete años, tres más de los previstos debido a las dificultades<br />
de todo tipo provocadas por la autarquía, y finalmente entró<br />
en explotación en 1950, cuando Iberduero ya había comenzado el<br />
salto de Castro. La concepción de la presa era distinta de la de su<br />
antecesora de Ricobayo, pues se trataba de una presa-vertedero<br />
a la que ayudaba un túnel aliviadero de 500 metros de longitud<br />
capaz de descargar hasta 1.000 metros cúbicos por segundo.<br />
La privilegiada situación <strong>del</strong> salto hacía posible aprovechar<br />
un meandro <strong>del</strong> río aguas abajo de la presa para que el túnel descargara<br />
muy lejos de las construcciones, recordando la solución<br />
genial que Federico Cantero adoptó en su salto de San Román.<br />
La personalidad de la empresa se fue forjando a medida que avanzaban<br />
las construcciones <strong>del</strong> sistema <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, escribiendo una<br />
página singular de nuestra historia empresarial. Los problemas<br />
sufridos en el aliviadero <strong>del</strong> Esla se encuentran en el origen de la<br />
obsesión por la seguridad que caracterizó la actividad constructora<br />
de Iberduero a partir de los años cuarenta, superando en esto<br />
a cualquiera de sus pares, hasta el punto de que desde 1958 existió<br />
un departamento independiente dedicado a la prevención de<br />
accidentes. También la difícil historia <strong>del</strong> Esla se halla detrás de la<br />
exigencia de precisión en las mediciones geológicas y de las fuertes<br />
inversiones en el estudio y la preparación de los lugares de acogida<br />
de los embalses. Además, en 1943 se creó el laboratorio hidráulico<br />
de Ricobayo, una de cuyas funciones principales fue el ensayo<br />
de soluciones para la disipación de la energía de las tremendas avenidas<br />
que debían evacuar aliviaderos y desagües. Una función que<br />
cumplió con creces bajo la dirección, primero y de Pedro Lucas Palazuelo<br />
y, desde 1974, de José Luis Blanco Seoane. En contacto directo<br />
con la sección de Proyectos, en el laboratorio se estudiaron todas<br />
las obras hidráulicas de Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, Iberduero, Saltos <strong>del</strong> Sil<br />
e Hidroeléctrica Española.<br />
A su vez, en los difíciles y cruciales años de la posguerra, Iberduero<br />
tomó una decisión que marcaría su devenir como empresa eléctrica.<br />
Dos años después de la fusión, en 1946, su Director General,<br />
D. Ricardo Rubio, encargó la formación de un equipo de medios auxiliares<br />
de construcción, a la vista de las dificultades que encontraban<br />
los contratistas de Villalcampo para cumplir con las exigencias<br />
de calidad y tiempo que se les pedía, y pensando también<br />
en un futuro a largo plazo, pues estaba claro que Iberduero iba a<br />
tener constantemente en ejecución al menos una gran obra en las<br />
próximas dos o tres décadas, como así ocurrió. En este momento<br />
se incorporó a la empresa un grupo de profesionales de primera<br />
línea entre los que destacaron Francisco González, José Elejabarrieta,<br />
los hermanos Luis y José María Olaguíbel, Pedro Guinea y<br />
Ángel Galíndez. Éstos y otros hombres protagonizaron la historia<br />
constructora de Iberduero de años sucesivos, siguiendo los pasos<br />
de quienes, en la década de 1930, habían levantado Ricobayo.<br />
Así, el salto de Castro inauguró la historia de Iberduero como constructor.<br />
En el laboratorio hidráulico se estudió el problema <strong>del</strong> vertedero<br />
de la presa y se ideó con éxito un novedoso sistema consistente<br />
en hacer chocar dos masas de agua laterales con una<br />
principal vertida a través de los dos vanos centrales, logrando el<br />
objetivo de disipar la energía. La construcción de la presa de Castro<br />
sufrió similares contratiempos que la de Villalcampo, provocados<br />
por las especiales circunstancias por las que atravesaba<br />
España, si bien no hubo problema en comprar la maquinaria y el<br />
equipo eléctrico requeridos, principalmente en Estados Unidos,<br />
gracias a la declaración de «obras de absoluta necesidad nacional»<br />
de 1945, por la cual el Instituto Nacional de Moneda Extranjera<br />
facilitó las divisas necesarias. Gracias a ello, los dos grupos<br />
de Castro se pusieron en funcionamiento en 1952.<br />
LA CONSOLIDACIÓN DE LA ESCUELA DEL DUERO:<br />
SAUCELLE, ALDEADÁVILA Y VILLARINO<br />
Para entonces, el agotamiento <strong>del</strong> mo<strong>del</strong>o autárquico hacía ineludible<br />
cambiar la política económica <strong>del</strong> régimen de Franco. A partir<br />
de 1951 y hasta la drástica solución <strong>del</strong> Plan de Estabilización de<br />
1959, se introdujeron medidas liberalizadoras que coincidieron con
la salida <strong>del</strong> aislamiento internacional y la firma de los pactos de<br />
defensa y ayuda mutua con Estados Unidos en 1953, los cuales posibilitaron<br />
decisivamente la llegada de divisas y la compra de las materias<br />
primas y los bienes de equipo necesarios para la industrialización<br />
<strong>del</strong> país. Coincidiendo con la expansión de los países occidentales,<br />
España vivió una década de crecimiento y de lenta pero progresiva<br />
transformación de su estructura productiva, cambiando definitivamente<br />
su economía de agrícola a industrial y de servicios. En<br />
esta coyuntura, el proyecto hidroeléctrico de Iberduero experimentó<br />
un gran impulso gracias a las crecientes necesidades energéticas<br />
<strong>del</strong> país y a las mayores facilidades de todo tipo para llevar a<strong>del</strong>ante<br />
los planes de construcción de nuevas centrales.<br />
En la decisiva década de los cuarenta se había decidido partir<br />
el tramo internacional <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> en dos saltos, los de Saucelle<br />
y Aldeadávila. En 1948, los equipos de Proyectos y Construcciones,<br />
dirigidos respectivamente por Pedro Martínez Artola y<br />
Manuel Echanove, se pusieron a la tarea de preparar la desviación<br />
<strong>del</strong> primero de ellos. La presa de Saucelle debía tener 82<br />
metros de alto y un salto útil de 62, y contar con crecidas de<br />
hasta 12.500 metros cúbicos por segundo. Para su construcción<br />
se aprovechó la experiencia adquirida en la presa vertedero de<br />
Castro y se construyeron dos túneles de conducción a la central<br />
y un túnel aliviadero. Los equipos humanos de Iberduero se<br />
trasladaron a Saucelle en 1952, una vez hubieron terminado la<br />
de Castro. La escuela <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> crecía en conocimientos y experiencia<br />
según se iban sucediendo las diversas etapas <strong>del</strong> plan<br />
constructivo de la empresa.<br />
De las dificultades que entrañaban las construcciones dan cuenta<br />
las crecidas e inundaciones que sufrieron las obras de las<br />
sucesivas presas. Las de Saucelle tuvieron que ser suspendidas<br />
por esos motivos hasta ocho veces entre 1953 y 1956. Por fin,<br />
en agosto de este último año entraron en funcionamiento los<br />
dos primeros grupos de la central. Con una potencia instalada<br />
de 240.000 kW, para Iberduero supuso aumentar su producción<br />
anual media en 1.000 GWh, casi el equivalente a la de Villalcampo<br />
y Castro juntos. La empresa experimentó así su definitiva consolidación<br />
como una de las más relevantes <strong>del</strong> sector en España<br />
en cuanto a capital e inversiones, y como la mayor en potencia<br />
hidroeléctrica instalada. Y en cuanto al transporte de la energía<br />
producida en la cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> y en el resto de cuencas explotadas<br />
por la compañía, el trazado de líneas quedó a cargo de un<br />
equipo técnico propio desde 1942, todavía en tiempos de Saltos<br />
<strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, dirigido por José Carrasco y su lugarteniente, Francisco<br />
González <strong>del</strong> Valle.<br />
La década de 1960 estuvo marcada por el Plan de Estabilización<br />
de 1959, que liberalizó la economía y la abrió al exterior, reduciendo<br />
significativamente las regulaciones y controles de la época anterior.<br />
España se sumó entonces de manera decidida a la expansión<br />
europea y llegó a tener el mayor crecimiento <strong>del</strong> P.I.B. per cápita<br />
de todo el continente, experimentando entre 1961 y 1973 el mayor<br />
desarrollo de su historia. Como consecuencia, las necesidades energéticas<br />
<strong>del</strong> país siguieron aumentando a gran ritmo y con ellas se<br />
impulsaron los planes constructivos de Iberduero. Para terminar<br />
de aprovechar el potencial hidroeléctrico <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> internacional<br />
quedaba por realizar un gran salto en la zona de los Arribes, cerca<br />
<strong>del</strong> pueblo de Aldeadávila, mientras se seguía estudiando el aprovechamiento<br />
<strong>del</strong> Tormes para una construcción posterior.<br />
La salud financiera de la compañía era excelente gracias a los<br />
buenos resultados cosechados por su política de construcciones<br />
y distribución, y gracias también a los cambios introducidos por la<br />
nueva legislación de las Tarifas Tope Unificadas, a partir de 1953.<br />
Las cuantiosas necesidades de financiación de las inversiones fueron<br />
cubiertas en su mayor parte con la reinversión parcial de beneficios<br />
y con exitosas ampliaciones de capital. Así, los cerca de quinientos<br />
millones de fondos propios de 1944 se habían multiplicado<br />
por cien en términos nominales, hasta 45.000 millones, en 1970. Si<br />
en el momento de la creación de Iberduero, en 1944, las dos empresas<br />
fusionadas aportaban el 14% de la producción de energía<br />
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eléctrica <strong>del</strong> país, dos décadas después, en 1963, esa participación<br />
llegaba al 29% y se quedaría en torno al 25% durante todo el<br />
decenio posterior. Y Aldeadávila constituyó una pieza fundamental<br />
de este desarrollo.<br />
El salto de Aldeadávila supuso la culminación de la escuela <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>.<br />
Por sí solo dobló tanto las inversiones como la capacidad de producción<br />
de la empresa. Obligó a su organización constructora a aplicar<br />
las últimas innovaciones en técnicas de excavación, explosivos<br />
y hormigonado. Su construcción no hubiera sido posible tan sólo<br />
unos pocos años antes y, de hecho, fue en su momento la central<br />
hidroeléctrica de mayor potencia de Europa Occidental. Constituyó<br />
todo un reto para los ingenieros y técnicos de la empresa, que<br />
debieron levantar una presa-vertedero de 140 metros de altura con<br />
capacidad para evacuar 10.000 metros cúbicos por segundo, en<br />
un angosto cañón de más de 500 metros de profundidad. De nuevo,<br />
el laboratorio hidráulico prestó su asistencia imprescindible para<br />
hallar una solución novedosa a la disipación de la energía mediante<br />
cuatro emisarios que lanzarían en trampolín, a distancia prudencial,<br />
el agua que cayera por el paramento de la presa en caso<br />
de avenida. Los técnicos <strong>del</strong> laboratorio y los constructores de Iberduero<br />
pudieron comprobar con satisfacción y alivio que sus cálculos<br />
eran correctos cuando tuvo lugar la mayor avenida <strong>del</strong> siglo,<br />
de 6.000 metros cúbicos por segundo, en los últimos días de 1961.<br />
Unos meses después, en el otoño de 1962, entró en funcionamiento<br />
el primer grupo de la central de Aldeadávila.<br />
Pero la pieza maestra que cerró el sistema <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> fue el salto<br />
de Villarino, en el Tormes. Se venía hablando <strong>del</strong> aprovechamiento<br />
<strong>del</strong> río salmantino desde la década de 1940, pero el verdadero<br />
comienzo de las obras puede datarse en 1962, cuando se terminó<br />
Aldeadávila. Las novedades técnicas disponibles en la década de<br />
los sesenta y el auge mantenido de la demanda hicieron viable y<br />
aconsejable la construcción de una única presa bóveda de doscientos<br />
metros de altura, una obra extraordinaria que hoy sigue<br />
causando admiración a quien la contempla. Además de ella, los<br />
equipos humanos de Iberduero hubieron de vérselas con la construcción<br />
de una central subterránea que albergara grupos reversibles<br />
y que dejaba pequeña la de Aldeadávila, y con una galería de<br />
quince kilómetros de longitud y seis metros de diámetro. El salto<br />
de Villarino se vio beneficiado también por una innovación de otro<br />
tipo. En 1963, Iberduero adquirió el ordenador IBM 1401, de segunda<br />
generación, dotado de memoria para programar operaciones.<br />
El cálculo de la presa, que en Aldeadávila había costado seis meses<br />
de trabajo, costó en Villarino tan sólo tres horas.<br />
Ante el reto que suponía el nuevo salto, ingenieros de Iberduero<br />
visitaron presas bóveda en el extranjero y varias empresas hidroeléctricas<br />
crearon en 1962 la consultora Consulpresa, bajo la dirección<br />
<strong>del</strong> reputado ingeniero portugués Joaquín Laghina Serafim,<br />
mientras se hacían los primeros cálculos y prospecciones de terreno.<br />
Finalmente, dadas las dimensiones de la obra, se decidió recurrir<br />
de nuevo a contratistas, que ya no sufrían de las deficiencias<br />
y la falta de capacitación de los años cuarenta. De esta forma<br />
Iberduero evitó aumentar sus equipos constructores, cuyo personal<br />
cualificado se mantuvo para supervisar la labor de la contrata.<br />
La presa, la central y la galería de conducción eran obras<br />
de enorme tamaño, a las que había que sumar la construcción de<br />
los diques que prolongaban la coronación de la presa. La dimensión<br />
<strong>del</strong> esfuerzo se aprecia si se tiene en cuenta el dato de que<br />
los metros cúbicos excavados, 2,8 millones, cuadruplicaron los<br />
de Aldeadávila. Los cuatro grupos reversibles, que girando en un<br />
sentido o en otro podían funcionar como turbina o como bomba,<br />
eran capaces de elevar cada uno 28 metros cúbicos de agua por<br />
segundo los 400 metros de desnivel <strong>del</strong> salto, y posibilitaban una<br />
producción anual media de 1.200 GWh.<br />
«NOSOTROS NO CONSTRUIMOS UNA PRESA<br />
SINO PARA HACER LA SIGUIENTE»<br />
La conquista hidroeléctrica <strong>del</strong> río <strong>Duero</strong> y sus afluentes fue<br />
una tarea conjunta que duró más de medio siglo y que estuvo
protagonizada por varias generaciones de ingenieros y técnicos<br />
españoles. Los gravísimos problemas que causó el aliviadero <strong>del</strong><br />
salto <strong>del</strong> Esla en los años treinta marcaron para siempre la estrategia<br />
de la compañía con respecto a la prevención de accidentes<br />
y los estudios geológicos previos a la construcción de las presas<br />
siguientes. Iberduero se convirtió en una empresa puntera en<br />
seguridad dentro de su sector. Y una consecuencia feliz de esta<br />
obsesión fue el laboratorio hidráulico de Ricobayo, que desde los<br />
años cuarenta estudió todas y cada una de las nuevas construcciones,<br />
en contacto directo con el departamento de proyectos,<br />
para hallar solución, sobre todo, a los problemas de disipación<br />
de la energía de las avenidas.<br />
Los hombres de Iberduero fueron aprendiendo por el camino. El<br />
lema de la oficina de proyectos era: «Nosotros no construimos una<br />
presa sino para hacer la siguiente». Sobre los planes ideados por<br />
Federico Cantero para Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> al comenzar la andadura<br />
de la empresa en 1918 se fueron levantando los sucesivos proyectos<br />
de aprovechamiento de las aguas <strong>del</strong> río castellano y sus<br />
afluentes. El salto <strong>del</strong> Esla fue la primera realización efectiva, y<br />
sus complicaciones y riesgos no fueron olvidados. La segunda obra,<br />
Villalcampo, con sus problemas con las contratas empleadas en su<br />
construcción, desembocó en la tercera, la de Castro, ya con equipo<br />
propio de la empresa. Los años de la posguerra fueron difíciles<br />
pero decisivos, pues además de esos dos saltos se creó el laboratorio<br />
y tuvo lugar la fusión por la que se constituyó Iberduero.<br />
Saucelle, Aldeadávila y Villarino comenzaron a fraguarse también<br />
en los años cuarenta y se volvieron una realidad magnífica en las<br />
dos décadas siguientes.<br />
En 1970, el aprovechamiento hidroeléctrico de la cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong><br />
había quedado completado. Los seis grandes saltos sumaban<br />
una potencia instalada de 1.267.000 kW y producían una energía<br />
anual media de 6.400 GWh. La lista de sus protagonistas había<br />
crecido de manera considerable. A Cantero y Orbegozo siguieron<br />
Ricardo Rubio, Juan Ugalde, Pedro Martínez Artola, Francisco<br />
González, José Elejabarrieta, los Echanove, padre e hijo, Ángel Galíndez,<br />
Pedro Guinea, los hermanos Olaguíbel, Juan José Aspuru, Pedro<br />
Lucas Palazuelo y José Luis Blanco Seoane en el laboratorio, y después<br />
Pedro Areitio, Manuel Gómez de Pablos... No es posible citar<br />
a todos, pero sí conviene concluir con una observación: se trató<br />
de una tarea conjunta en la que un importante grupo de técnicos<br />
españoles fue capaz de crear una escuela de conocimientos<br />
hidroeléctricos que estuvo a la altura de lo que se estaba haciendo<br />
en los países más avanzados <strong>del</strong> mundo.<br />
Hace casi un siglo, en 1911, cuando el proyecto <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> era aún<br />
sólo una idea en las mentes de unos pocos visionarios, Joseph A.<br />
Schumpeter publicó su Teoría <strong>del</strong> Desarrollo Económico. En ella,<br />
el economista austro-americano basaba el crecimiento de la economía<br />
de un país en la capacidad emprendedora de sus hombres<br />
de empresa, y éstos sólo se comportaban como auténticos empresarios<br />
cuando innovaban. Para llevar a cabo dicha tarea se requerían<br />
unas cualidades nada corrientes, entre las que Schumpeter<br />
destacaba una certera visión <strong>del</strong> futuro y una gran fuerza para<br />
hacer frente a la resistencia a la innovación, que sin duda se presentaría<br />
cuando el empresario tratara de alcanzar sus objetivos.<br />
Esta figura casi heroica <strong>del</strong> emprendedor era responsable de<br />
que la economía diera pasos hacia a<strong>del</strong>ante y saliera de su estancamiento<br />
creando un círculo virtuoso de innovación, y el caldo de<br />
cultivo idóneo para su desenvolvimiento era el sistema de libre<br />
empresa capaz de premiar los comportamientos arriesgados e<br />
innovadores. El éxito de un país, en buena medida, residía en dar<br />
rienda suelta a la capacidad creativa de sus habitantes. Además,<br />
las innovaciones podían ser de cinco tipos ofrecer un nuevo producto<br />
o servicio, aplicar un nuevo método de producción, descubrir<br />
un nuevo mercado, explotar una nueva fuente de aprovisionamiento<br />
o implantar una nueva organización de una industria.<br />
Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> y después Iberduero reprodujeron los cinco tipos<br />
de innovación apuntados por Schumpeter, porque el ofrecimiento<br />
de electricidad barata (nuevo producto o servicio) se hizo gracias<br />
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a las centrales que entraron en explotación (nuevo método de producción),<br />
aprovechando la energía hidráulica <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> y sus afluentes<br />
(nueva fuente de aprovisionamiento) y llegando a nuevos mercados.<br />
Además, la fusión que dio lugar a Iberduero en 1944<br />
contribuyó de manera decisiva a establecer una nueva organización<br />
de la industria eléctrica en España. Todo ello fue posible<br />
gracias a la iniciativa empresarial de un grupo de técnicos y directivos<br />
que demostraron poseer las dos cualidades que Schumpeter<br />
había reclamado de los hombres de empresa: visión de futuro<br />
y fuerza que oponer a la resistencia que encontrarían ante la<br />
innovación. En la etapa anterior a la guerra civil, los impedimentos<br />
que hallaron en su camino los directores e ingenieros de Saltos<br />
<strong>del</strong> <strong>Duero</strong> para convertir en realidad su visión de la central<br />
de Ricobayo fueron abrumadores, no sólo por los problemas ocasionados<br />
por el aliviadero, sino por la presión sufrida en los años<br />
treinta ante una demanda estancada, cuando recibían las opiniones<br />
escépticas de quienes creían —la mayoría— que el incremento<br />
de la oferta no encontraría salida en el mercado.<br />
Pero la visión empresarial de Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> se demostró acertada<br />
y sirvió de base, después de la contienda, para el desarrollo<br />
de todo el proyecto hidroeléctrico <strong>del</strong> río castellano y, de sus afluentes.<br />
A partir de los años cuarenta la oferta corrió detrás de la<br />
demanda dando saltos de gigante con la inauguración de cada nuevo<br />
aprovechamiento, de una envergadura tal que en ocasiones supuso<br />
para Iberduero, no se olvide, duplicar su producción de la noche<br />
a la mañana. Se trató de un proceso auténticamente schumpeteriano<br />
en el que los técnicos y directivos de la empresa demostraron<br />
una valiente capacidad de innovación, que premió a Iberduero<br />
con un incremento de la cuota <strong>del</strong> mercado eléctrico y que fue seguido<br />
de cerca por el ahorro nacional, encauzado a través de los bancos<br />
o <strong>del</strong> mercado de valores. Schumpeter había predicho que las<br />
buenas ideas empresariales, las innovaciones destinadas al éxito,<br />
conseguirían la financiación adecuada para desarrollarse a pesar<br />
de su riesgo. Así ocurrió en el caso <strong>del</strong> aprovechamiento <strong>del</strong> río castellano,<br />
porque Iberduero encontró en cada ocasión, desde el salto<br />
de Castro hasta el de Villarino, la confianza de los inversores en<br />
el éxito de su proyecto empresarial, que salió fortalecido de cada<br />
iniciativa de construcción de un nuevo salto.<br />
Cada vez es mayor el consenso entre empresarios y académicos<br />
en que el futuro de las empresas depende de su adaptación a los<br />
cambios, y ésta de su capacidad de innovación, esto es, de saber<br />
adoptar la estrategia adecuada para que pueda aflorar la fuerza<br />
creativa de las personas que las integran. En un mundo tan cambiante<br />
como el actual, los responsables empresariales pueden volver<br />
su mirada hacia el pasado en busca de inspiración para sus decisiones.<br />
La solidez que acabó demostrando el proyecto <strong>del</strong> <strong>Duero</strong><br />
una vez se hubo consolidado esconde en realidad una sucesión de<br />
iniciativas arriesgadas y de envergadura. Quienes tomaron las decisiones<br />
necesarias en relación a la construcción de cada nuevo salto<br />
y las llevaron a<strong>del</strong>ante vieron confirmadas sus previsiones y,<br />
con el tiempo, se resolvieron las dudas de los más cautelosos, siempre<br />
mayoría. En este sentido, la historia centenaria de <strong>Iberdrola</strong>, que<br />
nace en 1991 de la fusión de Iberduero con Hidroeléctrica Española,<br />
puede convertirse en fuente de inspiración para aquéllos que<br />
buscan la manera de implantar comportamientos emprendedores,<br />
arriesgados —schumpeterianos— en sus empresas.
Los prolegómenos de la historia de la construcción de los sal<br />
tos de la Cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> comenzaron en 1903, cuando los fundadores<br />
de la Sociedad General de Transportes Eléctricos, primera<br />
que ostentaba dos de las tres concesiones <strong>del</strong> río en su<br />
tramo internacional, iniciaron los primeros viajes a la comarca.<br />
Fueron unos años muy difíciles; en primer lugar hicieron lo imposible<br />
para que su sueño pudiera ser administrativamente real,<br />
cuestión que tardó demasiados años en realizarse, como luego se<br />
verá. La nación vecina, Portugal, no quería otorgar el permiso para<br />
que los estribos de las presas que tuvieran que engastarse en la<br />
margen lusitana se asentaran en su ribera.<br />
Desde 1906, año en el que nació la sociedad antes citada, y hasta<br />
que se articula en 1928 el tratado internacional que permitió la<br />
construcción de las presas <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, los primeros protagonistas<br />
de esta epopeya destinaron su existencia a esta finalidad y a<br />
unificar las diferentes concesiones en una sola razón que permitiera<br />
sacar el máximo provecho al desnivel <strong>del</strong> río. La reunión en<br />
un único proyecto de todas las concesiones solicitadas en el <strong>Duero</strong><br />
internacional se debió a la figura de José Orbegozo, alma de la<br />
empresa desde entonces al integrarse en 1917 con Pedro Icaza<br />
como accionista en la Sociedad General de Transportes Eléctricos.<br />
Orbegozo comprendió desde el primer momento que la totalidad<br />
<strong>del</strong> cañón <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, con un desnivel de ciento veinticinco<br />
metros en ciento cincuenta kilómetros de recorrido —uno de los<br />
más elevados de Europa—, exigía un tratamiento global que estuviera<br />
acorde con las magnitudes energéticas <strong>del</strong> des nivel <strong>del</strong> cauce.<br />
Aguas arriba de las dos concesiones reservadas para la Sociedad<br />
UNA BREVE HISTORIA<br />
Álvaro Chapa Imaz<br />
General, se hallaba una concesión más a favor <strong>del</strong> ingeniero Cantero<br />
Villamil; Orbegozo integró en principio en su mente la unificación<br />
de todos los saltos para hacer viable el proyecto.<br />
El río <strong>Duero</strong> siempre ha presentado una aportación de agua extremadamente<br />
irregular. En los meses <strong>del</strong> estío se sabía que su reducido<br />
caudal era incapaz de justificar las costosas inversiones que<br />
exigían las obras. En cambio, regularizados los caudales me diante<br />
embalses que sólo podían establecerse en España y con sa crificio<br />
exclusivo de terrenos, desniveles y saltos concebidos por españoles,<br />
el problema se entendía de otra manera. Era comprensible<br />
que quienes acometieran ingentes inversiones en las obras de<br />
los embalses reguladores se beneficiaran de los saltos que pudieran<br />
establecerse aguas abajo. Por este motivo, la historiografía<br />
y la ingeniería española, así como la memoria de <strong>Iberdrola</strong>, concede<br />
la paternidad <strong>del</strong> proyecto y su resolución al ingeniero Orbegozo.<br />
Pero a pesar <strong>del</strong> nuevo proyecto las autoridades portuguesas<br />
denegaban los permisos de obra. Para facilitar el concurso<br />
lusitano se constituyó el 3 de julio de 1918 una nueva sociedad<br />
denominada Sociedad Hispano Portuguesa de Transportes Eléctricos<br />
con objeto de desarrollar la totalidad de la idea en una<br />
única concesión. Se pensaba que la inclusión <strong>del</strong> Banco de Bilbao<br />
en la nueva sociedad, así como la entonces descollante figura<br />
<strong>del</strong> industrial bilbaíno Horacio Echevarrieta —comprador de la<br />
concesión de Cantero—, más la integración de la Sociedad General<br />
de Transportes Eléctricos, sería definitiva para hacer ver a<br />
Portugal la viabilidad de la empresa. Es más, al Banco Nacional<br />
Ultramarino de Portugal se le ofreció una opción sobre el capital,<br />
19
20<br />
pero declinaron la invitación y siguieron oponiéndose al inicio de<br />
las obras. Junto a la negativa lusitana surgieron otras complicaciones,<br />
animadas especialmente por otras compañías eléctricas<br />
que no deseaban que los saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> entraran en competencia<br />
en sus mercados. Estas rémoras y otras más dificultaron<br />
la concesión administrativa final. La solución última llegó el 23 de<br />
agosto de 1926 con la aprobación de la concesión definitiva para<br />
todo el aprovechamiento global <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> con sus ríos tributarios<br />
Esla, Tormes y Huebra. Un año después, el 12 de agosto de 1927,<br />
el gobierno portugués firmaba el tratado internacional respetando<br />
las bases anteriores. Habían transcurrido más de veinte<br />
largos años desde que se pensaron las primeras ideas operativas<br />
sobre el río. Comenzaron las obras.<br />
ESLA (1929-1933)<br />
El lugar elegido para establecer la primera presa <strong>del</strong> sistema <strong>del</strong><br />
<strong>Duero</strong> fue en una cerrada <strong>del</strong> río Esla, junto al pueblo de Ricobayo,<br />
a escasos kilómetros de Zamora. Los ingenieros proyectistas<br />
definieron una presa de noventa y nueve metros de altura, la<br />
más alta entonces en Europa, capaz de formar un embalse dos<br />
veces mayor que el de Reinosa, con una longitud de noventa kilómetros,<br />
un poco más que la extensión <strong>del</strong> lago de Ginebra en Suiza.<br />
El proyecto era asombroso y la ilusión de sus creadores idéntica<br />
a lo imaginado en sus tableros de proyectistas.<br />
Hubo que crear un nuevo poblado de la nada capaz de alojar<br />
a 2.600 hombres, máxima punta de contratación laboral. La maquinaria<br />
adquirida fue pensada y dimensionada para que sirviera también<br />
en las obras que se iban a acometer después de concluir la<br />
<strong>del</strong> Esla: las presas de Villalcampo y Castro. La presidencia y la alta<br />
dirección de la sociedad disponían de información precisa sobre<br />
la evolución de las obras a través de los reportajes filmográficos<br />
y fotográficos enviados desde la cerrada. De esta manera y<br />
sin buscarlo nació el fondo fotográfico y filmográfico de <strong>Iberdrola</strong>,<br />
posiblemente uno de los mejores archivos de la historia industrial<br />
española, tanto por su antigüedad, como por el volumen, la materia<br />
y la calidad de las fotografías. Desde luego, es el mejor archivo<br />
de la industria eléctrica nacional y posiblemente europea.<br />
En el decreto de la concesión administrativa se estipuló que la<br />
empresa Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> debería trasladar, piedra a piedra y a<br />
un lugar seguro de las aguas, la joya visigoda de San Pedro de la<br />
Nave, una pequeña y reducida iglesia <strong>del</strong> siglo VII que iba a ser anegada<br />
por el nuevo embalse. Y así se hizo gracias al desvelo <strong>del</strong> en <br />
tonces Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Desde<br />
entonces podemos contemplar el edificio religioso más antiguo<br />
<strong>del</strong> solar hispánico antes de la llegada de los musulmanes en su<br />
actual ubicación de Campillo.<br />
Los trabajos en el cauce <strong>del</strong> río se iniciaron perforando dos túneles<br />
de desviación de las aguas de 300 metros de longitud cada<br />
uno. Junto a los túneles se levantó una ataguía de hormigón<br />
de 17 metros de altura y 60 de longitud, una auténtica pared de<br />
hormigón mayor que muchas de las presas existentes entonces<br />
en España. El volumen <strong>del</strong> salto era de tal categoría que tardaron<br />
más de un año en concluir la desviación <strong>del</strong> río y tener acabados<br />
los accesos al emplazamiento.<br />
La construcción de los saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, al igual que todas las grandes<br />
obras civiles de le época estuvieron llenas de accidentes y<br />
de mucho dolor. El más grave de todos ellos, y el que estuvo a punto<br />
de costar la supervivencia de la empresa, sucedió en 1934, cuando<br />
la presa estaba ya concluida. En el mes de marzo el embalse<br />
comenzó a recibir las aguas de los frentes <strong>del</strong> norte en forma<br />
de una inmensa avenida de más de cinco mil metros cúbicos por<br />
segundo, de tal manera que las aguas sobrantes comenzaron a<br />
evacuarse por el aliviadero situado en la margen izquierda. Este,<br />
al no estar cubierto por una capa de hormigón, permitió que las<br />
aguas se colaran por las diaclasas <strong>del</strong> terreno desmoronando el aliviadero<br />
hasta retroceder casi hasta el estribo izquierdo de la presa.<br />
De no haberse detenido esa erosión al cambiar la configuración
de los estratos de un modo natural, el proyecto de Orbegozo se<br />
hubiera ido al traste. Aquel accidente dejó como resultado una<br />
inmensa cazuela y, al mismo tiempo, la creación <strong>del</strong> mejor laboratorio<br />
de Europa para el estudio de la evacuación de las grandes<br />
avenidas de los ríos.<br />
VILLALCAMPO (1942-1949)<br />
Tras los desastres de la guerra civil las obras comenzaron en 1942,<br />
en medio de una triste penuria económica y moral. El emplazamiento<br />
de Villalcampo es el primero que levantó la Sociedad en el cauce<br />
<strong>del</strong> <strong>Duero</strong> y, por lo tanto, los aliviaderos tuvieron que engastarse<br />
en el paramento de la propia presa. Su diseño estuvo condicionado<br />
por los brutales aportes hídricos <strong>del</strong> río, pues a escasos kilómetros<br />
<strong>del</strong> emplazamiento, el río Esla entregaba sus aguas en la<br />
cola <strong>del</strong> nuevo embalse. Por este motivo, se vio necesario levantar<br />
un auténtico vertedero con cuatro compuertas de veinticuatro<br />
metros de luz y once de altura, las mayores entonces <strong>del</strong> mundo.<br />
El laboratorio hidráulico situado en un barracón de Ricobayo fue<br />
imprescindible para evitar el desastre de la experiencia anterior.<br />
La construcción de Villalcampo se realizó con la participación de<br />
una sociedad constructora para que entregara la instalación llave<br />
en mano. Pero no fue posible; la inexperiencia de los constructores,<br />
así como la inexistencia de material y bienes de equipo<br />
hizo ver a Iberduero (sociedad resultante de la fusión en 1944<br />
de Hidroeléctrica Ibérica con Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>) que no compensaba<br />
sufrir la falta de pericia de los demás, de tal forma que, casi<br />
al término de la conclusión de esta obra, se decidió que los siguientes<br />
emplazamientos los construirían ellos directamente.<br />
CASTRO (1946-1952)<br />
La orden <strong>del</strong> director general de Iberduero dictada en 1946 para<br />
crear dentro de la empresa equipos constructivos propios fue<br />
más trascendental de lo que se supuso en aquel momento. El nuevo<br />
planteamiento empresarial permitió crear una escuela no reglada<br />
de constructores de presas, facilitando además que los equipos<br />
constructivos fueran a vivir con sus familias al cauce <strong>del</strong> <strong>Duero</strong><br />
mientras levantaban en su seno presas cada vez más altivas<br />
y tecnológicamente más complicadas. Esta aglomeración de hombres<br />
y familias alejadas de la sede social en Bilbao facilitó la creación<br />
de un algo intangible en el corazón de los hacedores de presas,<br />
pues sabían que, alejados <strong>del</strong> mundo, construían complicadas<br />
estructuras para el beneficio común.<br />
El emplazamiento de Castro se sitúa en el inicio <strong>del</strong> sector internacional<br />
<strong>del</strong> río, en la entrada <strong>del</strong> cañón <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, de tal manera que<br />
el estribo derecho de la presa se asentó en la ribera portuguesa.<br />
Para este sitio los ingenieros tuvieron que diseñar un original proceso<br />
de disipación de energía consistente en hacer chocar dos masas<br />
de agua laterales sobre una central, vertida a través de los dos vanos<br />
principales de la presa. En Castro no es extraño contemplar concentraciones<br />
de 8.000 metros cúbicos de agua por segundo que<br />
había que reducir como fuera. Al mismo tiempo, la propia estructura<br />
de la presa tenía que soportar cargas y tensiones fortísimas<br />
que había que apuntalar mediante un exquisito proyecto.<br />
Este proyecto, al igual que el anterior, se hizo posible utilizando<br />
una maquinaria paupérrima aprovechada de los restos que quedaron<br />
tras la ejecución de la presa de Villalcampo. La autarquía,<br />
consecuencia <strong>del</strong> cerrojazo exterior al régimen político, impidió<br />
que se comprara maquinaria de obra y otras herramientas que<br />
hicieran menos pesado el trabajo. En este emplazamiento, las<br />
barrenas perforadoras <strong>del</strong> granito no tenían cabeza de widia, achatándose<br />
hasta su arreglo después de horadar únicamente cincuenta<br />
centímetros de terreno. Y hasta que se instalaron las<br />
machacadoras de áridos, bien avanzada la obra, se utilizaron guijarros<br />
sacados <strong>del</strong> lecho <strong>del</strong> río, a mano.<br />
La entrada en carga de las turbinas de Castro el 3 de agosto de 1952<br />
permitió a sus realizadores asimilar que podrían enfrentarse al<br />
21
22<br />
<strong>Duero</strong> internacional, y construir, ellos solos, los tres aprovechamientos<br />
siguientes de la más limpia energía renovable. Su inicial<br />
duda de verse capaces de semejante proeza se hacía comprensible<br />
porque fue la única empresa europea que se construyó para<br />
sí misma sus aprovechamientos hidroeléctricos.<br />
SAUCELLE (1950-1956)<br />
Terminado el salto de Castro, el grueso de los equipos se trasladaron<br />
aguas abajo, ciento veinticinco kilómetros más allá, al encuentro<br />
con Saucelle. El nuevo emplazamiento adquirió una significación<br />
especial en la historia de los constructores. Puede decirse que<br />
la presa y su central no adquirieron una dificultad constructiva<br />
desmedida respecto a la anterior, pero sí supuso un cambio sustancial<br />
en los modos de vivir y pensar de los realizadores. En primer<br />
lugar se trasladó al emplazamiento Francisco González, un<br />
ingeniero de caminos dotado de una autoridad natural, capaz de<br />
gobernar grandes colectivos gracias al prestigio de su figura.<br />
Por otra parte, el asentamiento se situó en el cauce <strong>del</strong> río, a<br />
125 metros sobre el nivel <strong>del</strong> mar, en una vega amena y abundante<br />
en vegetación mediterránea, abandonando de esta manera<br />
la adustez de la estepa castellana. Por primera vez también<br />
se fueron a vivir a las márgenes <strong>del</strong> salto varias familias de peritos<br />
y titulados superiores, pues se sabía también que desde este<br />
emplazamiento comenzarían en su momento las obras de Aldeadávila,<br />
la siguiente realización.<br />
Las obras en Saucelle supusieron un cambio importante en el<br />
empleo <strong>del</strong> material constructivo. Para entonces se pudo comprar<br />
con créditos norteamericanos la maquinaria más moderna<br />
y se permitió, en un gesto de apertura política, que consultores<br />
lusitanos y suizos viajaran a asesorar a los hombres <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>.<br />
Con la compra de la instalación de áridos y la torre de hormigonado,<br />
Iberduero fabricó una masa de extraordinaria calidad, no<br />
estrictamente necesaria para la presa de Saucelle, pero sí de<br />
obligado uso en la siguiente que levantaran. Con la nueva instalación<br />
la mezcla que de la masa para la presa se hizo de un modo<br />
técnico y fiable. De esta manera, experimentaban sin riesgo en<br />
la seguridad de sus instalaciones y se a<strong>del</strong>antaban a los problemas<br />
que pudieran encontrarse en el futuro.<br />
El <strong>Duero</strong>, como siempre, puso todo su empeño para retrasar las<br />
obras y anegar el cuenco <strong>del</strong> río. En el periodo constructivo inundó<br />
el área de trabajo en seis ocasiones, siendo especialmente grave<br />
la inundación de 1955, entre los meses de enero y abril, que impidió<br />
realizar cualquier menester. La presa estaba proyectada para<br />
levantase 83 metros y poder evacuar por su paramento una punta<br />
de 12.500 metros cúbicos por segundo, una auténtica marea<br />
difícilmente ponderable. Para realizar semejante estructura, Iberduero<br />
se aseguró el cemento comprando la fábrica de Cementos<br />
Hontoria; hubo años en el que el 90% de la producción se destinó<br />
a las obras <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>.<br />
En el verano de 1956 el aprovechamiento de Saucelle entró en carga,<br />
aportando desde entonces una potencia de 240.000 kilovatios<br />
y una producción media anual de 1.533 millones de kilovatios hora.<br />
ALDEADÁVILA (1956-1962)<br />
La presa y central de Aldeadávila fue el reto más extraordinario<br />
con el que se enfrentaron los ingenieros de Iberduero y, probablemente,<br />
la ingeniería europea presística de la época. El emplazamiento<br />
estaba definido en pleno corazón <strong>del</strong> cañón <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>,<br />
en un lugar cuyo cauce medía cincuenta estrechos metros. Más<br />
arriba, a ciento cincuenta metros —altura estimada en la coronación<br />
de la presa—, la anchura <strong>del</strong> cañón apenas llegaba a doscientos<br />
metros. Se hacía evidente que semejante angostura convertiría<br />
el lugar en una tubería infernal al evacuar en ese punto<br />
los 15.000 metros cúbicos por segundo estimados para las creci<br />
das máximas <strong>del</strong> río. Semejante limitación impedía situar la central<br />
a pie de presa, como sucedía en los grandes aprovechamientos
hidroeléctricos. Este fue el motivo por el que tuvieron que diseñar<br />
una central en las entrañas <strong>del</strong> cañón: fabricarían una inmensa<br />
caverna para albergar las turbinas. Era la primera vez que se<br />
actuaba así en España y en Europa.<br />
La presa diseñada albergaría 115 millones de metros cúbicos de<br />
agua y un largo remanso de 30 kilómetros de longitud. Las máquinas<br />
generadoras de electricidad previstas para el emplazamiento<br />
totalizaban una potencia instalada de 718.200 kilowatios; en esta<br />
cuestión sería la central más importante de Europa occidental.<br />
El grueso de las obras comenzó en 1956 viajando desde Saucelle<br />
al cauce <strong>del</strong> río. La dificultad y magnitud <strong>del</strong> empeño se resumen<br />
en que tardaron un año y medio en desviar el río mediante un túnel<br />
de 515 metros de longitud y once de diámetro servido por una<br />
ataguía de 30 metros de altura, una auténtica presa de hormigón.<br />
Mediado 1957 comenzaron los trabajos de laminado de las paredes<br />
<strong>del</strong> cañón donde se engastaría la presa; fue un auténtico trabajo<br />
de funámbulos que todavía produce pánico al recordarlo. Mientras<br />
se realizaban estas tareas, la sección de maquinaria montaba<br />
la moderna torre de hormigonado y silos capaces de producir una<br />
masa de 230.000 metros cúbicos de hormigón. Aldeadávila fue la<br />
primera presa <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> donde se refrigeró por vez primera el hormigón<br />
con agua a cuatro grados centígrados, instalando 200 kilómetros<br />
de tuberías para aminorar las reacciones exotérmicas de<br />
la masa. La preocupación venía de atrás. En Saucelle se inquietaron<br />
por el calor producido en el fraguado y ahora sabían que encontrarían<br />
dificultades en el sellado de las juntas al ser una presa<br />
con forma de arco. En esta presa comenzaron a utilizar técnicas<br />
constructivas que, sin ser de obligado uso, sí serían de obligada aplicación<br />
en la siguiente, en la de Almendra, sobre el río Tormes. De<br />
esta manera se a<strong>del</strong>antaron a las dificultades y las aminoraron.<br />
En diciembre de 1961 un cuarto de los bloques de la presa estaban<br />
levantados sobre el cauce, y muy avanzadas según la planificación<br />
de las obras gran parte de las cavernas y galerías de la central.<br />
Todo este trabajo estuvo a punto de ser puesto en entredicho<br />
como consecuencia de la inmensa avenida de agua cuya máxima<br />
punta fue de 9.500 metros cúbicos por segundo. Entre el 1 y el 6<br />
de enero de 1962 pasaron por el cañón <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> 2.400.000 metros<br />
cúbicos de agua, dos veces el contenido <strong>del</strong> embalse <strong>del</strong> Esla. En<br />
otoño de 1962 comenzó a funcionar el primer grupo de la central,<br />
culminando uno de los trabajos más comprometidos de la<br />
ingeniería internacional.<br />
ALMENDRA-VILLARINO (1963-1970)<br />
El proyecto de la presa de Almendra con su central, Villarino,<br />
fue fruto de muchos años de estudio por parte de la sección<br />
de Estudios y Proyectos de la Sociedad. Su nacimiento se debió<br />
a la búsqueda de una solución que redujera la pérdida de agua<br />
causada por no poder retener Ricobayo los excedentes <strong>del</strong> río<br />
Esla. Todos los años tenían que abrir las compuertas de las presas<br />
<strong>del</strong> sistema <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> para dar salida a lo que no se podía<br />
guardar por falta de espacio. Se pensó en recrecer la presa de<br />
Ricobayo, pero finalmente los proyectistas encontraron un enorme<br />
vaso en la cerrada de Almendra, siempre y cuando levantaran<br />
una presa bóveda de doscientos metros de altura y de doble<br />
curvatura. Esta solución permitiría crear un embalse de tres<br />
mil millones de metros cúbicos, tres veces más grande que el <strong>del</strong><br />
Esla. El proyecto convertiría a la presa bóveda de Almendra en<br />
la más alta de Europa.<br />
La presa estaba ideada para que diera servicio a la central reversible<br />
de Villarino —distante a quince kilómetros de esta, aguas<br />
abajo—, es decir, una central capaz de convertir sus máquinas<br />
en turbinas para generar luz durante el día, y en bombas durante<br />
la noche, capaces de succionar los excedentes <strong>del</strong> río elevándolos<br />
cuatrocientos metros y trasladándolos quince kilómetros<br />
aguas arriba, hacia el embalse, mediante un túnel subterráneo.<br />
Toda una genialidad.<br />
23
24<br />
Los trabajos para construir los accesos y el desbroce <strong>del</strong> terreno<br />
en el que se asentaría la presa ocuparon tres largos años.<br />
En 1963 comenzó el grueso de las obras. Para entonces, la evolución<br />
de las empresas constructoras españolas había llegado a<br />
la calidad necesaria para poder acometer proyectos como el de<br />
Almendra. Este motivo y el enorme excedente de personal que iba<br />
a tener Iberduero al término <strong>del</strong> proyecto de Almendra-Villarino<br />
hicieron que otros se encargaran de la construcción, captando<br />
para sí a parte de los experimentados hombres <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>. Se convocó<br />
un concurso internacional para este fin ganado por una agrupación<br />
de dos empresas, una española y otra Suiza. Los hasta ahora<br />
constructores <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> fiscalizarían el trabajo de la empresa<br />
ganadora.<br />
En octubre de 1966 habían terminado de montar las instalaciones<br />
auxiliares y comenzaba el hormigonado de la presa. La masa<br />
de Almendra requirió unos especiales controles de calidad. En su<br />
momento fue la presa más complicada <strong>del</strong> mundo y un hito en la<br />
ingeniería internacional. La estructura es enormemente comprometida<br />
porque la cerrada <strong>del</strong> terreno no basta para contener la<br />
presa. La cuestión es que esa inmensa bóveda no pudo estribarse<br />
en las márgenes <strong>del</strong> río Tormes porque esas márgenes quedaban<br />
veinticinco metros más abajo de la coronación de la empresa.<br />
Hubo que construir dos inmensas moles artificiales de hormigón<br />
que realizaran esa función.<br />
Para los constructores, el control de las temperaturas <strong>del</strong> hormigón<br />
en el fraguado se convertía en una materia crítica. Era necesario<br />
rebajar la temperatura de la reacción química para evitar las<br />
figuraciones en el fraguado. En Almendra se utilizaron 600 kilómetros<br />
de serpentines para este menester, gracias a la experiencia<br />
adquirida en Aldeadávila. De esta manera se consiguió que el cierre<br />
de las juntas se sellara con la temperatura requerida.<br />
La caverna de la central de 108 metros de largo por 60 de ancho<br />
y 40 de altura, se terminó en 1969. En el conjunto <strong>del</strong> aprovechamiento<br />
de Almendra-Villarino se excavaron 2.836.300 metros cú <br />
bicos de granito frente a los 674.450 de Aldeadávila. En el otoño<br />
de 1970 concluyeron las obras y así un proyecto director sobre el<br />
río que ocupó los primeros cuarenta años de la historia de <strong>Iberdrola</strong>.
LUCES DEL DUERO SELECCIÓN DE FOTOGRAFÍAS<br />
Gerardo F. Kurtz<br />
<strong>Iberdrola</strong> invita al espectador a visitar esta selección fotográfica que presenta un breve, pero apasionate, recorrido<br />
por el periodo de casi un siglo de la historia de la Cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>. Es la historia de una gran visión, una en que partici<br />
paron grandes emprendedores y en la que tuvieron lugar algunas de las más extraordinarias actuaciones de la ingeniería<br />
civil <strong>del</strong> siglo XX en España. Fue aquella una realidad fruto de decisiones de grandes mentes, de magníficos visionarios<br />
técnicos y empresariales, personajes destacados como el interesantísimo genio e inventor D. Federico Cantero<br />
Villamil (1874-1946), o el gran empresario y visionario D. José Orbegozo (1870-1939) cuyos esfuerzos empresariales<br />
son, en buena medida, la base de la realidad actual de la Cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> como productora de electricidad. Se pusieron<br />
en marcha en aquel entonces operaciones técnicas y empresariales cargadas de ingenio y se asumieron grandes<br />
riesgos de todo tipo, máxime si se tienen en cuenta los muchos vaivenes sociales, económicos y políticos de las distintas<br />
épocas que atraviesa el país durante todo el complejo periodo al que nos referimos.<br />
Las imágenes, en su gran mayoría, corresponden a fotografías que se encuentran en los fondos fotográficos de <strong>Iberdrola</strong><br />
(en la actualidad agrupados en los fondos históricos <strong>del</strong> Archivo Histórico de Ricobayo, en Zamora, y en los Archivos<br />
Generales que tiene la empresa en Bilbao). Estos fondos atesoran los diversos archivos que en su día se fueron<br />
conformando con el material fotográfico registrado en el entorno de cada una de las obras acometidas, fundamentalmente<br />
tomas que en origen se realizaron por encargo directo de los ingenieros para cumplir con la necesidad de<br />
ilustrar sus memorias de obra y demás documentación empresarial. Fueron realizadas por muy variados fotógrafos<br />
profesionales, entonces denominados «fotógrafos industriales», como el reputado Fernando López Heptener (1902<br />
1993), que estuvo muy especialmente vinculado a la empresa en sus años de mayor actividad constructiva; el conocido<br />
Juan Pando (1915-1992), o los propios ingenieros que cámara en mano registraron algún evento o momento<br />
memorable de su labor.<br />
De tan monumental fondo gráfico se ha realizado la presente selección, intentando en cada caso presentar imágenes<br />
que fueran relevantes para la historia de la empresa, a la vez que magníficas imágenes desde el punto de vista<br />
fotográfico. Todas las fotografías que aquí se muestran transitan libremente entre estas dos facetas y, en cualquier<br />
caso, deberán introducir al espectador curioso y perspicaz en un apasionante paseo visual por un pasado<br />
concreto, un paseo donde podrá atisbar algo de lo que supuso aquella magnífica y monumental transformación de<br />
la Cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> en un área geográfica productora de electricidad, transformación vital para que el propio país<br />
pudiera —impulsado por el devenir de las sociedades avanzadas de su entorno— hacer el salto hacia una sociedad<br />
moderna y desarrollada.<br />
Sirva pues esta breve selección fotográfica como ilustración de la envergadura de lo que fue aquel arriesgado proyecto,<br />
y desde luego, de la solidez <strong>del</strong> trabajo realizado y <strong>del</strong> inmenso ingenio invertido en el mismo. Riesgo, envergadura<br />
y solidez que, en conjunción con una gran imaginación e ingenio, conformaron lo que es hoy la base histórica en<br />
que se cimienta la realidad hidrográfica de la Cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>.
SAN ROMÁN<br />
SAN ROMÁN 1900-1905<br />
Labores de acarreo y transporte de material menudo para el relleno <strong>del</strong> azud,<br />
tipo de presa baja —típica para molinos y batanes— que más que embalsar<br />
gran cantidad de agua, encauza el flujo natural <strong>del</strong> río hasta el ingenio que<br />
aprovecha su fuerza.<br />
26<br />
SAN ROMÁN 1900-1905<br />
Ingeniero D. Federico Cantero Villamil (1874-1946). Al fondo, el azud <strong>del</strong> que fue entusiasta<br />
impulsor y que construyó por medio de la sociedad El Porvenir de Zamora.<br />
Cantero Villamil fue un personaje polifacético y gran emprendedor, destacando muy<br />
especialmente entre sus tempranos inventos aeronáuticos el desarrollo, ya en 1924,<br />
de uno de los primerísimos prototipos de helicóptero, conocido como la Libélula Viblandi.
SAN ROMÁN 1900-1905<br />
Construcción <strong>del</strong> azud. Aportación de material rocoso para<br />
su cierre definitivo.<br />
SAN ROMÁN 1900-1905<br />
Cerramiento final <strong>del</strong> azud. Algunas de las labores de ajuste<br />
y colocación de los bloques de piedra se realizan, como<br />
se ve en la imagen, apalancando dichos bloques directamente<br />
a mano.
28<br />
SAN ROMÁN H. 1905<br />
Vista de la central, desagües de las<br />
turbinas y estructura de compuertas<br />
de cierre.
RICOBAYO<br />
30<br />
RICOBAYO-ESLA ANTERIOR A 1924<br />
Cañón <strong>del</strong> Esla en la zona de la cerrada, lugar de construcción<br />
de la presa. Esta es una rara pieza de fotografía<br />
topográfica. Por medio <strong>del</strong> uso de complicadas cámaras<br />
especiales, que asocian directamente la imagen con datos<br />
y coordenadas geográficas, se reduce enormemente la dificultad<br />
<strong>del</strong> levantamiento cartográfico de áreas especialmente<br />
escarpadas, como ésta de Ricobayo. Ilustración <strong>del</strong><br />
informe que D. José Orbegozo presenta en la World Power<br />
Conference, celebrada en Londres en 1924.
32<br />
RICOBAYO-ESLA ANTERIOR A 1924<br />
Fase de investigaciones previas. Limnógrafo —aparato para la medida de caudales<br />
<strong>del</strong> río— instalado «en la estación n.º 4». Con los datos que suministra,<br />
se efectúa el estudio de las aportaciones que permitirá dimensionar la<br />
central y determinar su posible producción hidroeléctrica. Ilustración <strong>del</strong> informe<br />
que D. José Orbegozo presenta en la World Power Conference, celebrada<br />
en Londres en 1924.<br />
RICOBAYO-ESLA ANTERIOR A 1924<br />
Fase de investigaciones previas a la construcción <strong>del</strong> salto<br />
de Ricobayo. «Estación de medida de caudales n.º 1 sobre<br />
el <strong>Duero</strong> a su paso por la zona de Toro (Zamora)». Ilustración<br />
<strong>del</strong> informe que D. José Orbegozo presenta en la World<br />
Power Conference, celebrada en Londres en 1924.
34<br />
RICOBAYO-ESLA H. 1931<br />
D. José Orbegozo (1870-1939) durante una de sus muy frecuentes<br />
visitas a la obra de la presa de Ricobayo. Orbegozo fue destacado<br />
empresario y visionario, cuyos esfuerzos personales y profesionales<br />
están, en buena medida, en la base de la realidad actual de la Cuenca<br />
<strong>del</strong> <strong>Duero</strong> como gran productor de electricidad.
RICOBAYO-ESLA 3 DE ABRIL DE 1932<br />
Colocación de las tuberías forzadas, o de presión, <strong>del</strong> circuito hidráulico<br />
de la central.<br />
35
36<br />
RICOBAYO-ESLA 1932 «Plataforma de trabajo»: Bicicleta <strong>del</strong> blondín, de la que cuelgan los cazos para<br />
el transporte y colocación <strong>del</strong> hormigón en la presa. El blondín es un equipo de<br />
elevación y transporte formado por dos torres unidas por cables por los que<br />
discurre un carro de poleas de traslación, al que se sujetan los materiales a elevar<br />
o transportar.<br />
«Edificio de hormigoneras»: Donde se fabrica y carga el hormigón.<br />
«Torre de máquinas»: Torre de blondines.
«Silos de cemento»: Construcciones donde se almacenan los productos procedentes<br />
de los molinos de clinker (elemento base para la fabricación de<br />
cemento) situados a la derecha.<br />
«Molinos de arena»: Edificios donde se tritura la piedra para la producción<br />
de áridos que se utilizan en la fabricación <strong>del</strong> hormigón.<br />
«Molinos Clinker»: Edificios en que se muele el clincker.<br />
«Pabellones de compresores»: Edificios donde se produce el aire comprimido<br />
necesario para los diversos trabajos y movimientos de la maquinaria au xi liar<br />
de obra (martillos, sondas, etc.).<br />
«Cinta transportadora»: Lleva los áridos a los silos de alimentación de las hormigoneras.<br />
«Trituración secundaria»: Machaqueo de la piedra para la producción de áridos.<br />
«Cocherón de locomotoras»: Lugar de descarga de la piedra procedente de<br />
la cantera para la producción de los áridos.<br />
«FC de cantera»: Tren que acarrea la piedra a las trituradoras.<br />
37
38<br />
EL ALIVIADERO DE RICOBAYO<br />
De los muchos episodios sobresalientes en la historia de la construcción de presas en la Cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, el problema<br />
<strong>del</strong> aliviadero de la de Ricobayo tal vez sea el más dramático y representativo. Este episodio estuvo a punto<br />
de dar al traste con el proyecto de dicha presa, lo que habría arrastrado irremisiblemente a Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> a una<br />
situación más que crítica.<br />
En marzo de 1934 la presa estaba acabada y a punto de ponerse en funcionamiento. Era una pequeña joya de la<br />
técnica de la época. Se la tenía por un portento, una osadía, en cuanto a envergadura y solidez, nunca vista hasta<br />
entonces en España. Su puesta en marcha habría de marcar el fin de un largo periplo en el que se asumieron grandes<br />
riesgos, físicos en la construcción y empresariales en su compleja financiación.<br />
Fue a finales de 1933 y principios de 1934 cuando se esperaba culminar el empeño y sueño de D. José de Orbegozo<br />
de poner en marcha este ambicioso proyecto, pero una serie de circunstancias habrían de truncarlos. Los días 22<br />
y 23 de marzo <strong>del</strong> año de 1934 se concretaría lo que sin duda fue para tantos una verdadera pesadilla, muy especialmente<br />
para el empresario. Ya en 1933 se llenó por primera vez el embalse y comenzó a pasar agua por el aliviadero<br />
(fig. A), y aunque en principio todo parecía marchar bien, en enero de 1934 tuvo lugar una avenida de agua con<br />
una punta de más de 1.200 metros cúbicos por segundo. Las consecuencias de la misma hicieron pensar ya que la<br />
roca sobre la que vierte el aliviadero pudiera no ser tan sólida como se había estimado. Hubo desprendimientos en<br />
la base rocosa. La idea inicial fue que cuando se llenara el embalse, el aliviadero evacuara el excedente de agua por<br />
el margen izquierdo de la presa, donde al efecto habría una estructura de vertido, más o menos sencilla, de la que la<br />
piedra desnuda formaba parte integral.<br />
Este aliviadero es básicamente un ancho canal a cielo abierto por el que fluye el agua. Discurre con una ligera<br />
pendiente hasta la propia ladera <strong>del</strong> promontorio rocoso, y desde allí, tras viajar una distancia cercana a los<br />
doscientos metros, las aguas caen ladera abajo unos cuarenta metros de desnivel sobre la propia roca hasta<br />
llegar al cauce natural <strong>del</strong> río, lógicamente aguas abajo de la presa y la central. La presa está construida en un<br />
estrechamiento <strong>del</strong> río a su paso por impresionantes y bellísimas masas de sólido y duro granito. Se consideró<br />
que esta masa de granito sería lo suficientemente sólida para servir de base <strong>del</strong> aliviadero y que soportaría,<br />
sin desmoronarse, un gran volumen de agua. Sólida era, en efecto, pero los inmensos bloques que allí se encontraban<br />
no formaban una masa enteramente compacta al atravesarlos importantes diaclasas, grietas más o<br />
menos aparentes que, en cualquier caso, debilitaban la estructura general y permitían el paso <strong>del</strong> agua a través<br />
de las mismas.
A B C D<br />
E F G<br />
H I J<br />
39
40<br />
K L<br />
Así, el paso continuado de agua por el aliviadero original podría debilitarlo inexorablemente, y una gran avenida de agua<br />
sería capaz, incluso, de colapsar toda la estructura pétrea, pudiendo arrastrar con ella a la propia presa pues, no en<br />
vano sobre esta estructura descansa su estribo izquierdo. El problema era muy serio. En ‘el mejor’ de los casos el<br />
debilitamiento de esta masa pétrea haría que las sucesivas avenidas de agua la descompusieran casi enteramente,<br />
y sería entonces arrastrada por el agua hasta el lecho natural <strong>del</strong> río, muy cerca, demasiado, <strong>del</strong> pie de la presa. Se<br />
embalsarían entonces allí las aguas y anegarían la central.<br />
Y en efecto, eso fue lo que ocurrió. Durante los días 22 y 23 de marzo de 1934 tuvo lugar una impresionante avenida<br />
de agua con una punta superior a los 5.000 metros cúbicos de agua por segundo (fig. B), y la masa de piedra empezó<br />
a ceder. La catástrofe total parecía prácticamente inevitable. Tras dos días de paso de tan impresionante caudal<br />
miles de toneladas de granito quedaron desplazados (figs. C y D), labrándose entonces una enorme y profunda<br />
garganta por la que discurría el agua aliviada.<br />
Como es lógico, ante estos acontecimientos la empresa se movilizó. Ingenieros y empresarios al alimón intentaron encontrar<br />
una solución al desastre. Fueron momentos en que, visto lo visto, y considerando los sustantivos errores de<br />
estimación cometidos, resultaba especialmente difícil decidir qué camino tomar para resolver la situación. No parecía<br />
que pudiera hacerse mucho ante semejante panorama. No obstante, era imperativo encontrar una solución: la<br />
propia realidad de la situación y las implicaciones financieras, que conducirían a un completo colapso de la presa,<br />
resultarían una losa bien difícil de sobrellevar.<br />
Se procedió así a hacer estudios técnicos profundos en diversas instituciones españolas y extranjeras; se ejecutaron<br />
obras de hormigonado <strong>del</strong> lecho <strong>del</strong> aliviadero (figs. E y F), pero las soluciones que se vislumbraban como<br />
posibles y realmente eficaces no eran ni baratas ni fáciles de aplicar. Las sucesivas avenidas de agua siguieron<br />
horadando la masa rocosa <strong>del</strong> aliviadero (figs. G a J). En 1936 otra importante avenida, también en el mes de marzo,<br />
K, L Mo<strong>del</strong>os de la presa de Ricobayo,<br />
en un laboratorio de hidráulica.<br />
Atendiendo a la antigüedad de<br />
los negativos originales de es tas fotografías,<br />
es posible que estas imágenes<br />
correspondan a los mo <strong>del</strong>os<br />
que se construyen en 1934 por<br />
encargo de D. José Orbegozo en<br />
el laboratorio hidráulico <strong>del</strong> famoso<br />
Dr. Theodor Rehbock (1984-1950)<br />
en la Universidad Politécnica de<br />
Karlsruhe (Alemania).
M<br />
M Plano de la Presa de Ricobayo<br />
en su conformación actual donde<br />
se aprecia la disposición general<br />
<strong>del</strong> aliviadero. Señalada la planta de<br />
lo que fue masa rocosa desplazada<br />
durante las sucesivas avenidas.<br />
N Esquema (según Blanco, 1992)<br />
donde se señalan las erosiones de<br />
masa rocosa desplazada durante<br />
las sucesivas avenidas de agua.<br />
Ñ Fotografía actual (año 2007) <strong>del</strong><br />
aliviadero donde se aprecia las proporciones<br />
de la masa rocosa desplazada.<br />
MARZO 1934<br />
MARZO 1935<br />
MARZO 1936<br />
ENERO 1934<br />
N Ñ<br />
acabó generando una impresionante cazuela en el lecho <strong>del</strong> aliviadero poniendo de manifiesto que el proceso de<br />
desmoronamiento de la masa de granito, pese a ser lento, era inexorable. Ya en los años 40 otras avenidas más o<br />
menos abundantes confirmaron que las soluciones que se iban implementando no acababan de resolver enteramente<br />
el problema de la inestabilidad <strong>del</strong> sistema. Además, en algunas de las obras de reparación se produjeron<br />
muy trágicos accidentes, lo que vino a incrementar la dimensión y relevancia <strong>del</strong> reto que suponía resolver de manera<br />
definitiva el problema <strong>del</strong> aliviadero. No será realmente hasta los años 60 cuando se cierre enteramente<br />
este capítulo, años en lo que se diseña una sencilla pero audaz —a la vez que barata— solución que logra domar<br />
definitivamente el violento poder <strong>del</strong> agua: la colocación al borde <strong>del</strong> aliviadero de unas rampas que cortan, elevan<br />
y dispersan el flujo <strong>del</strong> agua, justo allí donde comienza a precipitarse al vacío (fig. Ñ). Estas rampas dispersan el<br />
agua, incorporan aire al flujo y debilitan la fuerza con que se precipita sobre la roca, minimizando así su poder<br />
para hacerla pedazos.<br />
Fue un largo episodio éste <strong>del</strong> aliviadero de Ricobayo, la clásica situación a la que se enfrentan atrevidos técnicos y<br />
empresarios que se embarcan en proyectos novedosos y de envergadura. En tales proyectos es imposible predecir<br />
todas las variables y, además, las circunstancias a menudo parecen aliarse en lo que semeja un tozudo intento <strong>del</strong><br />
azar por hundir incluso la nave más sólida, el proyecto más firmemente armado y diseñado. El reto <strong>del</strong> aliviadero de<br />
Ricobayo fue monumental, y al ver hoy la presa inserta en un paisaje tan bello y sobrecogedor, tan sólidamente anclada<br />
entre tan impresionantes masas de granito, cuesta apreciar la gran cantidad de esfuerzo y talento —¡para<br />
qué hablar <strong>del</strong> coste económico!— que hubo que invertir para resolver tan problemática y larga contingencia. Sea<br />
como fuere, venció el ingenio humano. El episodio se llevó mucho más que granito por <strong>del</strong>ante, pero visto en perspectiva,<br />
su importancia radica en que marcó un hito técnico <strong>del</strong> que se aprendieron muchísimas cosas relevantes, que<br />
siguen siendo de vital importancia a la hora de proyectar una presa. Por ello merece esta apasionante historia recordarse,<br />
si quiera por ser un perfecto ejemplo de las muchas dificultades y circunstancias adversas que se sucedieron<br />
a lo largo de toda la historia de la construcción de presas en la Cuenca <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>.<br />
41
42<br />
SAN PEDRO DE LA NAVE<br />
Desde las primeras fases de la elaboración <strong>del</strong> proyecto de construcción de la presa de Ricobayo en los tempranos<br />
años veinte <strong>del</strong> siglo XX, se puso especial interés en dilucidar el futuro de la iglesia de San Pedro de la Nave, joya visigótica<br />
<strong>del</strong> siglo VI-VII —declarada Monumento Nacional el 22 de abril de 1912— que se encontraba dentro <strong>del</strong> margen<br />
izquierdo <strong>del</strong> río Esla, y que quedaría anegada bajo las aguas <strong>del</strong> futuro embalse.<br />
Después de muchas consideraciones técnicas por parte de los ingenieros y de las autoridades de la época encargadas<br />
de velar por el patrimonio artístico, se determinó que la sociedad que se hiciera cargo de la construcción de<br />
la presa habría de trasladar la iglesia, piedra a piedra, a un nuevo emplazamiento en el que se salvaguardara su integridad<br />
y se asegurara su futura conservación. No en vano es ésta una pieza única <strong>del</strong> arte español, además de<br />
una de las iglesias visigóticas más singulares de cuantas existen en España, si quiera sea por su complejidad arquitectónica<br />
o por la riqueza y abundancia de los ornamentos originales que contiene.<br />
En 1926 se aprobó el proyecto de la presa de Ricobayo, y en 1929 dieron comienzo las obras de construcción. En el<br />
propio decreto de 1926 en que se aprobó el proyecto se estableció ya la obligación <strong>del</strong> traslado de la iglesia de San<br />
Pedro de la Nave, pero no sería hasta el 30 de agosto de 1930 cuando el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas<br />
Artes emitiera una Real Orden por la que se formalizaban las condiciones precisas <strong>del</strong> traslado a la localidad cercana<br />
a El Campillo.<br />
Tuvo lugar esta formalización cuando era Director General de Bellas Artes el que fuera eminente académico D. Manuel<br />
Gómez Moreno, quien se haría cargo de la dirección facultativa <strong>del</strong> traslado; mientras que la reconstrucción<br />
iría de la mano <strong>del</strong> arquitecto Conservador de Monumentos, Alejandro Ferrant Vázquez. Las obras se llevaron a cabo<br />
con inusitada eficacia y rapidez, dando comienzo en octubre de 1930 con el replante de la iglesia, y concluyendo<br />
—al menos oficialmente— en febrero de 1932, cuando tuvo lugar en El Campillo el acta de la recepción definitiva <strong>del</strong><br />
traslado <strong>del</strong> monumento.<br />
Fue el cambio de ubicación de la iglesia de San Pedro de la Nave algo más que el simple traslado de un monumento<br />
histórico y artístico; fue, en sí mismo, un proyecto complejo, de gran dificultad técnica, en el que tanto la empresa,<br />
como el estado, la iglesia y, desde luego, los habitantes de la zona invirtieron talento y esfuerzo, pues encontraron<br />
una solución técnica —formal y legal— para acometer este tipo de traslados que se convertiría en ejemplo y mo<strong>del</strong>o<br />
para muchos de los que, desde entonces, se han planteado en España.
RICOBAYO-ESLA 9 DE SEPTIEMBRE DE 1930<br />
Replanteamiento de la nueva posición de la iglesia de San Pedro de la Nave<br />
en la localidad de El Campillo, donde sería trasladada desde su emplazamiento<br />
original, evitando así que fuera anegada por las aguas de la presa.<br />
43
A B C<br />
D E F<br />
G H I<br />
44
A, B Iglesia de San Pedro de la Nave en su emplazamiento original, hacia 1930.<br />
C Piedras de la iglesia de San Pedro de la Nave, numeradas y dispuestas para su tras<br />
lado al nuevo emplazamiento, hacia 1931.<br />
D, E, F Bloques de piedra de la iglesia ya enteramente desmontada. Diversas estelas y<br />
motivos decorativos visigóticos, hacia 1931. Estela e inscripción visigótica (F).<br />
G Tabla horaria visigoda incompleta <strong>del</strong> siglo VII —que se encontraba en el interior de<br />
la iglesia—, durante su traslado. Es esta pieza uno de los más tempranos «horarios»<br />
litúrgicos que se conocen en España. Marcaba las partes en que se dividía el día, cada<br />
una de ellas dividida a su vez en sus correspondientes horas y pies.<br />
H, I Diversas fases de la reconstrucción de la iglesia en su nuevo emplazamiento, hacia<br />
1931-32.<br />
RICOBAYO-ESLA 27 DE FEBRERO DE 1931<br />
Iglesia de San Pedro de la Nave en plena fase de desmontaje.<br />
45
VILLALCAMPO<br />
46
VILLALCAMPO 30 DE SEPTIEMBRE DE 1945<br />
Trabajos iniciales para la construcción <strong>del</strong> salto de Villalcampo. En primer término<br />
se aprecia la ataguía, construcción cuyo objeto es desviar el río y dejar<br />
en seco la zona de construcción de la presa. En la ataguía se aprecia el achique<br />
definitivo que vacía el agua retenida. 47
48<br />
VILLALCAMPO 3 DE JUNIO DE 1946<br />
«Cantera. Origen <strong>del</strong> teleférico». Instalaciones auxiliares para el transporte<br />
de los áridos de la cantera a la zona de machaqueo mediante vagonetas<br />
colgadas <strong>del</strong> teleférico.
50<br />
VILLALCAMPO 27 DE FEBRERO DE 1946<br />
Instalaciones auxiliares de obra. Torre de fabricación de hormigón en la que<br />
se sitúan las hormigoneras.
VILLALCAMPO 31 DE JULIO DE 1946<br />
«Instalaciones. Canaletas a los silos de áridos».<br />
Torre de machaqueo en la que se sitúan los molinos<br />
para la fabricación de los áridos que han de<br />
servir como componentes <strong>del</strong> hormigón.<br />
51
52<br />
VILLALCAMPO 30 DE SEPTIEMBRE DE 1946<br />
Panorámica con la vista general de la obra desde aguas abajo, donde se aprecia<br />
la totalidad de la zona seca. A ambos lados de la imagen se ven las ataguías<br />
que desvían el río.
54<br />
VILLALCAMPO 1 DE FEBRERO DE 1947<br />
Vista general de las obras. Presa y central en proceso de ejecución.<br />
Como tantas veces ocurría durante la construcción de estas estructuras,<br />
la presa se vería anegada por una gran avenida de agua unos días después<br />
de la toma de esta fotografía.
56<br />
VILLALCAMPO RIADA, 9 DE FEBRERO DE 1947<br />
Se aprecia a la derecha que la riada pasa ya sobre la ataguía, y a la izquierda<br />
aparece el recinto ataguiado de la central.
VILLALCAMPO RIADA, 17 DE FEBRERO DE 1947<br />
Las obras de la central, ya enteramente inundadas.<br />
57
58<br />
VILLALCAMPO 30 DE NOVIEMBRE DE 1948<br />
Vista, aguas abajo, de la central, donde se aprecian las obras de construcción<br />
de los desagües.
VILLALCAMPO 29 DE MAYO DE 1948<br />
Vista aguas arriba. A la izquierda se aprecia el agua pasando a través de los bloques<br />
de la presa. A la derecha, la zona de tomas de la central en plena construcción.<br />
59
60<br />
VILLALCAMPO 31 DE ENERO DE 1948<br />
Paso de la riada sobre la presa en proceso de construcción.
CASTRO<br />
62<br />
CASTRO 5 DE OCTUBRE DE 1946<br />
Vista general de la obra en su estado inicial. A la derecha los primeros<br />
barracones <strong>del</strong> poblado.
64<br />
CASTRO 17 DE ENERO DE 1950<br />
Vista general de la obra. En el centro, las instalaciones auxiliares de la obra (silos,<br />
instalaciones de machaqueo, transporte de hormigón, etc.). A la izquierda se aprecia<br />
el inicio de los trabajos de excavación de la cimentación de la presa.
PÁGINAS SIGUIENTES<br />
CASTRO 17 DE JUNIO DE 1950<br />
Colocación de las tuberías forzadas de la central y de la parte superior de los<br />
tubos de aspiración.<br />
65
CASTRO 15 DE JULIO DE 1950<br />
Tuberías forzadas <strong>del</strong> circuito de la central. Entre las tuberías se aprecian<br />
los trabajos de hormigonado y los obreros trabajando en la colocación <strong>del</strong><br />
hormigón que ha suministrado el blondín por medio <strong>del</strong> cazo.<br />
68
CASTRO 3 DE OCTUBRE DE 1950<br />
«Detalle <strong>del</strong> andamiaje en el paramento de aguas abajo de la central». Trabajos<br />
de cerramiento de la central. Vista desde el exterior.<br />
69
70<br />
CASTRO 13 DE OCTUBRE DE 1950<br />
«Armadura de la pantalla y encofrado <strong>del</strong> cono I». Trabajos de cerramiento<br />
de la central. Vista desde el interior.
72<br />
CASTRO 17 DE NOVIEMBRE DE 1950<br />
Vista general de las obras en la zona seca entre las ataguías.
74<br />
CASTRO 4 DE MARZO DE 1951<br />
Tubo de aspiración de la central sobre el que se colocará la cámara espiral<br />
que alimentará el rodete de la turbina.
CASTRO 12 DE ENERO DE 1952<br />
Detalle <strong>del</strong> anclaje de una compuerta <strong>del</strong> aliviadero de la presa.<br />
75
76<br />
CASTRO 5 DE ABRIL DE 1952<br />
Llegada <strong>del</strong> transporte con uno de los rodetes de la central.
CASTRO 12 DE ABRIL DE 1952<br />
Rodete de la central colocado in situ.<br />
77
78<br />
LOS POBLADOS<br />
Sirva esta brevísima selección de imágenes estrechamente ligadas a lo que sería la vida cotidiana en Ricobayo,<br />
Villalcampo o Castro, para poner de manifiesto el interesantísimo fenómeno de los poblados en la historia de la<br />
construcción de presas en España.<br />
Durante la primera mitad <strong>del</strong> siglo XX, los proyectos de construcción de presas en España desbordaban los aspec<br />
tos estrictamente técnicos o empresariales. Su magnitud y complejidad requerían de una ingente cantidad de mano<br />
de obra, lo que unido al hecho de que estas obras se llevaban a cabo a menudo lejos de los grandes núcleos de población,<br />
hacía necesario construir en el entorno directo de la obra lo que se conoció como los “poblados”, verdaderos<br />
pueblos donde se desplazaban los trabajadores de la presa con sus familiares y donde habitarían durante el<br />
desarrollo de las obras. Eran verdaderas localidades levantadas de la nada, donde se necesitaba instalar todo cuanto<br />
fuera imprescindible para el desarrollo de la vida cotidiana: además de la lógica infraestructura escuelas, enfermerías,<br />
hospitales, instalaciones deportivas —generalmente frontones o campos de fútbol—, iglesias, comedores, cantinas,<br />
viviendas y muchos barracones.<br />
No estuvieron los poblados en aquellos tiempos exentos de convulsiones sociales y de dificultades que, en muchos<br />
casos, transcendían los aspectos puramente laborales. Así, en su seno se establecieron relaciones que hoy podrían<br />
verse con asombro, como las entabladas entre los trabajadores altamente cualificados y los puramente manuales.<br />
No es aventurado decir, a grandes rasgos, que fueron aquellos poblados lugares de trabajo donde muchos españoles<br />
encontraron un buen medio de vida y donde hallarían algunas de las comodidades de la “vida moderna” —todavía<br />
entonces ajenas al medio rural <strong>del</strong> que procedía buena parte de los trabajadores manuales—, tales como el agua<br />
corriente, la luz eléctrica —cómo no—, la asistencia médica, la formación escolar de calidad para la chiquillería o la<br />
instrucción profesional para jóvenes mujeres que entonces no se incorporaban todavía a las labores manuales de<br />
las obras.<br />
No cabe duda de que en la particular historia social de la España de aquella primera mitad <strong>del</strong> siglo XX —en la que<br />
tuvieron lugar tantos acontecimientos históricos de relevancia—, jugó un papel importante la entonces estrecha<br />
vincu lación entre la empresa y la vida cotidiana <strong>del</strong> trabajador. Y, desde luego, los poblados donde vivieron quienes construye<br />
ron las muchas presas que se levantaron en aquella época forman parte de esta historia.
A B C<br />
D<br />
A Grupo femenino ensayando en el coro de la iglesia <strong>del</strong><br />
poblado de Ricobayo, años 40.<br />
B Procesión de Semana Santa en el poblado de Ricobayo,<br />
años 40.<br />
C Desinfección de barracones en Ricobayo, años 40.<br />
D Instalaciones clínicas, años 40.<br />
E Instalaciones escolares, Villalcampo, finales años 40.<br />
F Autocar haciendo parada cerca <strong>del</strong> poblado de Ricoba<br />
yo, hacia 1952.<br />
G Grupo femenino en clase de «corte y confección», en Rico-<br />
bayo, años 40.<br />
H En el campo de fútbol de Ricobayo, años 40.<br />
E F<br />
G<br />
H<br />
79
SAUCELLE<br />
80<br />
SAUCELLE H. 1950-51<br />
Vista general de la zona en la que se levantará la presa.
82<br />
SAUCELLE H. 1950-51<br />
Vista general <strong>del</strong> cañón en que se emplazará la presa e inicio de las obras<br />
de construcción <strong>del</strong> poblado.
84<br />
SAUCELLE H. 1951-52<br />
Obras auxiliares, camino de acceso a la obra.
SAUCELLE H. 1954<br />
Labores de colocación de un elemento auxiliar de construcción.<br />
85
86<br />
SAUCELLE H. 1954-55<br />
Obras de ejecución de un túnel.
88<br />
SAUCELLE 28 DE SEPTIEMBRE DE 1956<br />
Rotor, elemento rotatorio <strong>del</strong> generador. Se aprecia el eje de<br />
conexión con la turbina que, en su posición final, estará dirigido<br />
hacia abajo.<br />
SAUCELLE 18 DE FEBRERO DE 1956<br />
Presa en proceso avanzado de construcción.
90<br />
SAUCELLE<br />
27 DE SEPTIEMBRE DE 1956<br />
Vista general <strong>del</strong> salto una vez<br />
terminada la obra. A la derecha<br />
se aprecia la estructura de la<br />
central. Más a la derecha, aparece<br />
el parque de distribución<br />
al que llega la energía producida<br />
en la central y desde donde<br />
sale camino de su distribución<br />
final.
ALDEADÁVILA<br />
92<br />
ALDEADÁVILA JUNIO DE 1957<br />
Realización de sondeos de investigación en el cauce <strong>del</strong> río.
ALDEADÁVILA<br />
18 DE JULIO DE 1956<br />
Cerrada <strong>del</strong> cañón donde se construirá<br />
la presa.
94<br />
ALDEADÁVILA NOVIEMBRE DE 1957<br />
Estructura de salida <strong>del</strong> túnel <strong>del</strong> aliviadero.
96<br />
ALDEADÁVILA AGOSTO DE 1958<br />
Mogote de roca. Por su forma, en la obra era conocido como<br />
«El Basto».
ALDEADÁVILA<br />
Escaleras auxiliares de la obra.<br />
ALDEADÁVILA AGOSTO DE 1958<br />
Estribo izquierdo de la presa. Zona de apoyo de la presa. Se aprecian los andamiajes<br />
instalados en la roca, donde se están llevando a cabo las labores de excavación. Ésta<br />
se realiza por medio de martillos hidráulicos que son «alimentados» (y refrigerados<br />
con agua) desde la parte superior por los largos tubos que se aprecian en la imagen.<br />
97
98<br />
ALDEADÁVILA ABRIL DE 1959<br />
Excavación de la caverna de la central subterránea. A la derecha se aprecian<br />
las que serán las entradas de los conductos hidráulicos de la central.<br />
ALDEADÁVILA AGOSTO DE 1959<br />
Túneles <strong>del</strong> circuito hidráulico de la central.
100<br />
ALDEADÁVILA FEBRERO DE 1960<br />
Hormigonado de la central en la zona de entrada de los conductos hidráulicos.
ALDEADÁVILA AGOSTO DE 1960<br />
Zona de poblados y de acopio de material rocoso.<br />
101
102<br />
ALDEADÁVILA SEPTIEMBRE DE 1960<br />
Zona de la cámara espiral de la turbina, durante los trabajos de soldadura<br />
de los distintos elementos metálicos de la misma.
ALDEADÁVILA MAYO DE 1961<br />
Ejes de acoplamiento entre turbina y alternador.<br />
103
104<br />
ALDEADÁVILA OCTUBRE DE 1961<br />
Estructura de desagüe de la central.
105
106<br />
ALDEADÁVILA ABRIL DE 1963<br />
Presa vertiendo (fase de terminación de la obra).
VILLARINO<br />
108<br />
VILLARINO 3 DE OCTUBRE DE 1964<br />
Hormigonado inicial de bloques en la zona <strong>del</strong> río.<br />
VILLARINO 8 DE MAYO DE 1968<br />
Excavación de un túnel.
110<br />
VILLARINO 3 DE MAYO DE 1965<br />
Estructura auxiliar de obra en fase de montaje.
VILLARINO 4 DE JULIO DE 1968<br />
Ejecución de la pantalla asfáltica <strong>del</strong> dique lateral derecho.<br />
111
112<br />
VILLARINO 4 DE JULIO DE 1968<br />
Paramento de la pantalla asfáltica <strong>del</strong> dique lateral derecho.
VILLARINO 4 DE JULIO DE 1968<br />
Paramento de la pantalla asfáltica <strong>del</strong> dique lateral derecho.<br />
113
114<br />
VILLARINO 4 DE JULIO DE 1968<br />
Estructuras auxiliares de obra durante la fase de construcción.<br />
VILLARINO 4 DE JULIO DE 1968<br />
Estribo izquierdo de la presa.
116<br />
VILLARINO H. 1969<br />
Pieza de medida para el equipo de oscultación que realiza el control <strong>del</strong><br />
estado de la estructura de la presa.<br />
VILLARINO 28 DE MAYO DE 1969<br />
Túnel <strong>del</strong> circuito hidráulico de la central. La presa de La Almendra está conectada<br />
con la central por medio de este impresionante túnel que discurre a<br />
unos ciento diez metros de profundidad y tiene siete metros de diámetro y<br />
cerca de quince kilómetros de longitud.
118<br />
VILLARINO DICIEMBRE DE 1969<br />
Presa de La Almendra en fase de ejecución. Esta monumental presa ha sido<br />
—y en buena medida sigue siendo— un verdadero hito de la ingeniería internacional.<br />
Además de sus espectaculares dimensiones (casi cuatro kilómetros<br />
de longitud, cerca de doscientos metros de altura, zonas <strong>del</strong> embalse de<br />
casi diez kilómetros de ancho, etc.), el diseño general de la presa y de la central<br />
fue fruto de soluciones especialmente originales que pusieron de manifiesto<br />
una alta capacidad para la innovación y una verdadero atrevimiento a<br />
la hora de concebir soluciones originales. En buena medida, la presa de La<br />
Almendra marca el final de una época y el comienzo de otra y, en muchos sentidos,<br />
es un monumento a la modernidad.
120<br />
VILLARINO 4 DE JULIO DE 1968<br />
Estribo izquierdo de la presa. Esta imagen resulta especialmente<br />
enigmática. Nada sabemos de la intención original<br />
<strong>del</strong> fotógrafo (Juan Pando, 1915-1992) cuando la<br />
tomó, pero el resultado de esta doble exposición accidental,<br />
o sencilla composición, es una fotografía especialmente<br />
simbólica y reveladora. La presencia <strong>del</strong> ser<br />
humano en estos ingenios queda aquí articulada en una<br />
sencilla y poderosa imagen, que sirve como metáfora de<br />
tantos como fueron los esfuerzos humanos que se invirtieron<br />
en la construcción de las presas.
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122<br />
DATOS TÉCNICOS<br />
Nombre San Román<br />
Ubicación San Román de los Infantes (Zamora)<br />
Río <strong>Duero</strong><br />
Aportación anual media 4.435,9 hm 3<br />
Año de terminación 1907<br />
Embalse con capacidad total de 1,50 hm 3<br />
Presa - tipo Azud (tipo escollera)<br />
Presa - altura máxima desde cimientos Entre 3, 5 y 6 m<br />
Central I - tipo Fue exterior<br />
Central I - número de grupos Fueron 7<br />
Central I - potencia instalada Fue de 4.800 kW = 6.000 kVA<br />
(en la actualidad, la Central I no existe)<br />
Central II - tipo Exterior<br />
Central II - número de grupos 1<br />
Central II - potencia instalada 5.600 kW = 7.000 kVA<br />
Central I y II - producción media anual 28 GWh
Nombre Ricobayo<br />
Ubicación Muelas de Pan - Ricobayo de Alba (Zamora)<br />
Río Esla<br />
Aportación anual media 4.639 hm 3<br />
Año de terminación 1933<br />
Embalse con capacidad total de 1.145 hm 3<br />
Presa - tipo Gravedad<br />
Presa - altura máxima desde los cimientos 99,57 m<br />
Central I - tipo Exterior<br />
Central I - número de grupos 4<br />
Central I - potencia instalada 150.000 kW y 33.300 kW = 150.000 kVA<br />
(cos þ = 1) y 37.000 kVA (cos þ = 0,9)<br />
Central II - tipo Subterránea<br />
Central II - número de grupos 1<br />
Central II - potencia instalada 135.000 kW = 150.000 kVA<br />
(cos þ = 0,9)<br />
Central I y II - producción media anual 670 GWh<br />
Nombre Villalcampo<br />
Ubicación Villalcampo y Moral de Sayago (Zamora)<br />
Río <strong>Duero</strong><br />
Aportación anual media 9.492 hm3 Año de terminación 1949<br />
Embalse con capacidad total de 65,5 hm3 Presa - tipo Gravedad<br />
Presa - altura máxima desde los cimientos 50 m<br />
Central I - tipo Semiexterior<br />
Central I - número de grupos 3<br />
Central I - potencia instalada 96.000 kW = 96.000 kVA (cos þ =1)<br />
Central II - tipo Semiexterior, en pozo<br />
Central II - número de grupos 1<br />
Central II - potencia instalada 110.250 kW = 122.500 kVA (cos þ = 0,9)<br />
Central I y II - producción media anual 564 GWh<br />
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Nombre Castro<br />
Ubicación Fonfría y Villardiegua (Zamora)<br />
Río <strong>Duero</strong><br />
Aportación anual media 10.060 hm 3<br />
Año de terminación 1953<br />
Embalse con capacidad total de 27,3 hm 3<br />
Presa - tipo Gravedad<br />
Presa - de altura máxima desde los cimientos 55 m<br />
Central I - tipo Exterior<br />
Central I - número de grupos 2<br />
Central I - potencia instalada 84.000 kW = 84.000 kVA (cos þ = 1)<br />
Central II - tipo Subterránea<br />
Central II - número de grupos 1<br />
Central II - potencia instalada 110.250 kW = 122.500 kVA (cos þ = 0,9)<br />
Central I y II - producción media anua 575 GWh<br />
Nombre Saucelle<br />
Ubicación Saucelle (Salamanca)<br />
Río <strong>Duero</strong><br />
Aportación anual media 12.404 hm 3<br />
Año de terminación 1956<br />
Embalse con capacidad total de 181,5 hm 3<br />
Presa - tipo Gravedad<br />
Presa - de altura máxima desde los cimientos 83 m<br />
Central I - tipo Semiexterior<br />
Central I - número de grupos 4<br />
Central I - potencia instalada 285.000 kW = 300.000 kVA (cos þ = 0,95)<br />
Central II - tipo Subterránea<br />
Central II - número de grupos 2<br />
Central II - potencia instalada 252.000 kW = 280.000 kVA (cos þ = 0,9)<br />
Central I y II - producción media anual 1.085 GWh
Nombre Aldeadávila<br />
Ubicación Aldeadávila de la Rivera (Salamanca)<br />
Río <strong>Duero</strong><br />
Aportación anual media 12.404 hm 3<br />
Año de terminación 1963<br />
Embalse con capacidad total de 114,3 hm 3<br />
Presa - tipo Arco - gravedad<br />
Presa - de altura máxima desde los cimientos 139,50 m<br />
Central I - tipo Subterránea<br />
Central I - número de grupos 6<br />
Central I - potencia instalada 718.200 kW = 855.000 kVA (cos þ = 0,84)<br />
Central II - tipo Subterránea<br />
Central II - número de grupos 2<br />
Central II - potencia instalada 399.950 kW = 421.000 kVA (cos þ = 0,95)<br />
Central I y II - producción media anual 2.400 GWh<br />
Nombre Villarino<br />
Ubicación Almendra (Salamanca) y Vilar <strong>del</strong> Buey (Zamora)<br />
Río Tormes<br />
Aportación anual media 1.040 hm 3<br />
Año de terminación 1970<br />
Embalse con capacidad total de 2.648,64 hm 3<br />
Presa - tipo Bóveda<br />
Presa - de altura máxima desde cimientos 202 m<br />
Central I - tipo Subterránea<br />
Central I - número de grupos 4<br />
Central I - potencia instalada 540.000 kW = 675.000 kVA (cos þ = 0,8)<br />
Central II - tipo Subterránea<br />
Central II - número de grupos 2<br />
Central II - potencia instalada 289.750 kW = 305.000 kVA (cos þ = 0,95)<br />
Central I y II - producción media anual 1.200 GWh<br />
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A G R A D E C I M I E N T O S<br />
Los responsables de esta exposición quieren agradecer a diversas personas su<br />
inestimable ayuda y apoyo. A Nicolás Navalón García y a Baldomero Navalón Bur<br />
gos, que coordinan y revisan los datos técnicos generales de la exposición. A Isa<br />
bel Díaz de Aguilar Cantero, nieta de D. Federico Cantero Villamil, muy especial<br />
mente, por su inestimable ayuda y por facilitarnos de manera desinteresada las<br />
fotografías de la presa de San Román que originalmente se custodian en las co<br />
lecciones de Dña. Concepción Cantero García Arenal y de Federico Cantero Núñez.<br />
A Yolanda Diego Martín, directora <strong>del</strong> Archivo Histórico de <strong>Iberdrola</strong> en la presa<br />
de Ricobayo (Muelas de Pan-Zamora), que nos facilitó la mayoría de las fotogra<br />
fías originales con que se confecciona esta exposición, así como a Pepi Benítez<br />
Fernández y a Leire García Herrero por su inestimable ayuda en el archivo. A César<br />
Pérez Díez, que coordinó los trabajos que para la exposición se realizaron en los<br />
fondos y archivos de <strong>Iberdrola</strong> en Bilbao. También en relación con los trabajos en<br />
Bilbao, a Iñaki Maruri Hernáez, de Gestión Documental, a Amaia Orueta Iturralde,<br />
de Imagen y Diseño de <strong>Iberdrola</strong>, y a Leire Vicente, que facilitó las consultas en el<br />
fondo fotográfico de <strong>Iberdrola</strong>.
E X P O S I C I Ó N<br />
COMISARIO<br />
Gerardo F. Kurtz<br />
COORDINACIÓN<br />
Gerardo F. Kurtz<br />
PRODUCCIÓN Y MONTAJE<br />
Ypuntoending<br />
DISEÑO, DIRECCIÓN Y MONTAJE<br />
Jesús Moreno & Asociados<br />
PRODUCCIÓN DE LAS COPIAS FOTOGRÁFICAS<br />
LUCAMprint<br />
C A T Á L O G O<br />
EDICIÓN<br />
<strong>Fundación</strong> <strong>Iberdrola</strong><br />
PRODUCCIÓN<br />
Ediciones El Viso<br />
Santiago Saavedra<br />
Mariola Gómez Laínez<br />
DISEÑO<br />
Subiela<br />
FOTOMECÁNICA<br />
Lucam<br />
IMPRESIÓN<br />
Brizzolis<br />
ENCUADERNACIÓN<br />
Ramos<br />
CUBIERTA Aldeadávila, junio de 1957.<br />
Realización de sondeos de investigación en el cauce <strong>del</strong> río.<br />
© de la edición: <strong>Fundación</strong> <strong>Iberdrola</strong><br />
© <strong>del</strong> texto: sus autores<br />
© de las fotografías: sus autores<br />
D.L.: M-3748-2009<br />
CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS<br />
Colección Concepción Cantero García Arenal - Federico Cantero Núñez (Fotografías<br />
de la presa de San Román, originales por Federico Cantero Villamil): pp. 26,<br />
27, 28-29 y 122.<br />
Archivo Histórico de Ricobayo (Muelas de Pan, Zamora): pp. 46-47, 48-49, 50, 51, 52<br />
53, 54-55, 56, 57, 58, 59, 60-61, 62-63, 64-65, 66-67, 68, 69, 70-71, 72-73, 74, 75, 76,<br />
77, 79A, 79B, 79C, 79E, 79F, 79G, 79H, 92, 93, 94-95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103,<br />
104-105, 106-107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118-119 y 121.<br />
Fondo fotográfico <strong>Iberdrola</strong> – Archivo <strong>Iberdrola</strong> (Bilbao, Vizcaya): pp. 30-31, 32, 33,<br />
34, 35, 36-37, 39A a 39J, 40, 41, 43, 44A a 44I, 45, 79D, 80-81, 82-83, 84, 85, 86-87,<br />
88, 89, 90-91, 123, 124 y 125.<br />
Mapa pág. 6: Miguel Sobrino