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Luces del Duero - Fundación Iberdrola

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contrata con dos empresas constructoras que estaban relacionadas<br />

con consejeros de Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, incluido él mismo: la<br />

Empresa General de Construcción, luego llamada Puertos y Panta<br />

nos, y la Sociedad General de Obras y Construcciones (Obrascon).<br />

Una condición inexcusable de la concesión otorgada por el Estado<br />

fue la de trasladar a otro lugar la iglesia visigoda de San Pedro<br />

de la Nave, condenada de otra forma a ser cubierta bajo las aguas<br />

<strong>del</strong> futuro embalse. Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> puso desde el principio su<br />

mayor empeño en que el traslado, piedra a piedra, al poblado cercano<br />

de El Campillo, se llevara a cabo con todas las garantías posibles<br />

de conservación y seguridad, hasta el punto de que invirtió<br />

en el mismo una suma considerable para la época, cien mil pesetas,<br />

y el Consejo de Administración fue informado largamente de<br />

la operación. Esta joya <strong>del</strong> arte español es probablemente el monumento<br />

más representativo de la arquitectura hispanovisigoda tal<br />

y como la conocemos hoy en día y en torno a ella ha existido siempre<br />

una gran controversia. Su programa iconográfico, la gran calidad<br />

de sus relieves, la configuración arquitectónica <strong>del</strong> edificio,<br />

restaurado durante su traslado, y su encuadramiento cronológico,<br />

son todavía hoy analizados y discutidos entre los especialistas.<br />

La construcción <strong>del</strong> salto <strong>del</strong> Esla coincidió a partir de 1931 con la<br />

llegada de la Segunda República, pero los años republicanos no fueron<br />

especialmente tormentosos en las obras. Después de la huelga<br />

<strong>del</strong> verano de 1931 hubo algún que otro conato en 1932 y 1936,<br />

pero los acontecimientos revolucionarios de octubre de 1934, verdadero<br />

test para apreciar el grado de conflictividad de la empresa,<br />

no fueron seguidos por un solo trabajador. Ni siquiera los despidos<br />

masivos, a los cuales hubo que proceder de forma inevitable<br />

según se acercaba la finalización de la presa y la central, provocaron<br />

protestas. La causa de esta aparente calma se debió, sin<br />

duda, a que la empresa satisfizo las reivindicaciones sucesivas<br />

que se le fueron haciendo por los elementos adscritos a U.G.T., que<br />

aumentó progresivamente su influencia entre los obreros. En toda<br />

empresa hidroeléctrica, con elevadas inversiones en capital fijo muy<br />

sensibles a cualquier tipo de sabotaje, la concesión de mejoras a<br />

sus trabajadores es norma común, pues nada pueden temer más<br />

que una avería que paralice su actividad y obligue a la interrupción<br />

<strong>del</strong> suministro a sus clientes. Esto era así aún en mayor grado en<br />

aquellos años y en Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, ya que el largo tiempo transcurrido<br />

desde la fundación de la empresa constituía un factor a<br />

tener en cuenta a la hora de tomar cualquier decisión. Simplemente,<br />

no podían permitirse un retraso en las construcciones.<br />

El proyecto inicial <strong>del</strong> salto <strong>del</strong> Esla obligaba a construir un aliviadero<br />

más allá de la margen <strong>del</strong> río donde se asentaba el lado izquierdo<br />

de la presa, para poder desviar por él los 5.000 m3 por segundo<br />

en que se calculaba el caudal que podía llevar una gran avenida,<br />

a la vista de la experiencia de años anteriores. Para efectuar los<br />

imprescindibles estudios geológicos se llamó a un ingeniero de<br />

minas de gran prestigio que pertenecía a la nómina de profesionales<br />

al servicio de Horacio Echevarrieta, todavía Presidente de<br />

Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>. El técnico determinó que el roquedo de la margen<br />

izquierda <strong>del</strong> río ofrecía las suficientes garantías de solidez<br />

como para que la presa se apoyara en él, y basándose en estos<br />

informes José Orbegozo procedió con rapidez a iniciar su construcción.<br />

Sin embargo, en la tercera campaña de las obras, en el<br />

verano de 1931, las condiciones geológicas <strong>del</strong> roquedo donde de ­<br />

bían asentarse tanto la presa como el aliviadero dieron muestras<br />

imprevistas de debilidad. Fue para la empresa el primer aviso<br />

de que los informes geológicos no iban a resultar suficientes<br />

ni adecuados para las obras proyectadas.<br />

Pero la verdadera sorpresa llegó durante los días 22 y 23 de marzo<br />

de 1934, después de que se hubiese procedido el 10 de enero<br />

a llenar por primera vez el embalse y cuando ya se sentía cercana<br />

la fecha en que se podría comenzar a suministrar energía.<br />

Una gran avenida, de un caudal superior a los 5.000 m3 por segundo,<br />

fue evacuada por el canal-aliviadero y durante 48 horas éste<br />

soportó una prueba de resistencia para la que no estaba preparado.<br />

Su base, de roca pura sin hormigonar, dejó filtrar el agua por<br />

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